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signos, señales y símbolos
Es por eso que para hablar con propiedad, hay que distinguir entre las
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diversas acepciones de la palabra y diferenciar claramente términos como
política cultural, cultura científica, cultura popular, cultura de masas, cultura
de élites, etc. Y de las cuales nos referiremos más adelante en este trabajo.
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La Conferencia considera que en nuestros días, no obstante que se
han acrecentado las posibilidades de diálogo, la comunidad de naciones
confronta también serias dificultades económicas, la desigualdad entre las
naciones es creciente, múltiples conflictos y graves tensiones amenazan la
paz y la seguridad.
Por tal razón, continúa la Conferencia, hoy es más urgente que nunca
estrechar la colaboración entre las naciones, garantizar el respeto al derecho
de los demás y asegurar el ejercicio de las libertades fundamentales del
hombre y de los pueblos y de su derecho a la autodeterminación. Más que
nunca es urgente erigir en la mente de cada individuo esos "baluartes de la
paz" que, como afirma la Constitución de la Unesco, pueden construirse
principalmente a través de la educación, la ciencia y la cultura.
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críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores
y efectuamos opciones. A través de ella, él se expresa, toma conciencia de sí
mismo, se reconoce como un ser inacabado, pone en cuestión sus propias
realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras
que lo trascienden”. (Pág. 1 Idem).
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Capítulo II
2.1. Concepto
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El material cultural es el patrimonio, ya definido en el capítulo anterior,
que sedimenta la actividad cultural ya realizada o realizándose y que va
desde bienes muebles e inmuebles, debidos a la obra del hombre, con
valores arqueológicos, históricos y estéticos, monumentos históricos,
archivos, biblioteca, etc., hasta tradiciones, costumbres y creencias que
fundamentan la identidad cultural de un grupo humano.
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violenta y amplia. La cultura tiene elementos fugitivos y constantes. Esto trae
como consecuencia reconsiderar los "universales culturales" y los límites del
proceso de innovación frente a estos universales, que realiza toda cultura.
Para efectos de política cultural, esto significa comprender que hay cultura
universal, nacional, regional, etc., con procesos dinámicos específicos y que
deben ser tomadas en cuenta para un equilibrado desarrollo cultural.
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Una gran tradición, que naturalmente puede ser dividida en
numerosas escuelas, se inclina a realzar el carácter continuo, ininterrumpido,
consensual y sistémico de la cultura. Esta tradición ve el fenómeno cultural
como un universo simbólico que posee un grado de congruencia
considerable entre sus partes y las áreas ecológicas o sociales, o
subculturas. Se la llama horizontal no porque presente una noción plana y
homogénea del mundo de los significados, los valores y las normas -más
bien es el caso contrario, sino porque su movimiento axial va del centro a la
periferia y vuelve al centro. Hay un núcleo central de valores y de
orientaciones que mantiene unida a la sociedad, y los hombres los
comparten de manera diferente, según sus respectivas posiciones sociales,
roles o papeles, y modelos de sociedad. Aún más, diversos valores
encuentran una distinta intensidad de expresión, que dependen de las áreas
sociales en que sean considerados. Así, de hecho, ciertas formas de
pluralismo político, religioso, artístico, incluso económico, no solamente son
compatibles con la concepción horizontal de la cultura, sino esenciales en su
manera de manifestarse moderna.
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Aunque las raíces de esta concepción cultural son antiguas, sus
exponentes modernos le han dado una potencia singular y han tenido que
encararse con las dificultades de expresión creadas por un mundo industrial
y largamente "secularizado", el cual no puede tener por referencia, como
antes, a una fuerza religiosa central y poderosa. El esfuerzo de Émile
Durkheim por explicar la cohesión social bajo las condiciones de la vida
moderna, mediante la combinación de la división avanzada de las tareas
sociales complementarlas con una concepción de la "conciencia colectiva",
va a formar la base de la visión contemporánea de esta tendencia.
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producir el cambio, y no olvidemos que la cultura es altamente sensible al
cambio y sus ritmos.
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La escuela verticalista más importante, a groso modo, es la marxista, la cual,
al fin y al cabo, ve la cultura como un producto derivado de la economía y
expresa su versión del hecho cultural en una teoría de la ideología. En
realidad tiene una marcada tendencia a identificar la última con la primera.
Pero sin embargo, los "verticalistas" también se encuentran entre los teóricos
de la "clase dirigente", los críticos elitistas y los pensadores conservadores.
Para estos últimos, a menudo la cultura es un asunto de jerarquía de manera
que ven unos cortes que separan las diferentes capas de la población en
"minoría" y "mayoría"; los "creadores, "los tránsfugas" y "los bárbaros" o
"incultos"; "la élite" y la "masa". "Para estos observadores, la tradición y la
diferencia ayudan a mantener unidas unas jerarquías sociales más amplias,
sin obscurecer el abismo, más y más importante entre "alta" y "baja" cultura".
(S. Ginér. Op. Cit. Pág« 19).
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posiciones, por la manera de ser planteadas, irreductibles entre sí, aunque
son muy elaboradas y evitan cualquier simplificación. Por eso se quedan en
la unidimensionalidad. Ambas reconocen la universalidad y la naturaleza de
plena presencia del fenómeno, la multiplicidad de sus orígenes sociales y las
pautas jerárquicas de las medidas sociales que éstas sancionan.
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que formal que la cultura es una creación común de los seres humanos,
también la presentan firmemente como el resultado de las estructuras de
poder y dominación. Sugiere, como ejemplo, a R. Collins ("Conflict
Sociology", New York Academic Press, 1975).
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"intelectuales orgánicos" que perteneciendo a una clase distinta se integran a
la "clase obrera" con sus creaciones.).
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supone igualmente la negación del valor del otro, aunque esta negación exija
trastornar el sistema de valores dominantes o una contradicción con respecto
a él. Por otra parte, a veces es en virtud de la extremidad o fuerza con que
una cultura de oposición enfrenta a la cultura dominante que la última la
acepta. Otra cosa son los fenómenos de extremismo político y cultural, de
"carisma negativo", con grupos que ganan "santidad" por su rechazo, a
menudo frenético, de lo que es más sagrado para otros,
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interdependientes, que han de ser tomados en conjunto, pero que se
pretenden aislar o detallar para facilitar la comprensión. Ellos son, según
Ginér: "innovación", "comunión" y "dominio".
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disensión. Ginér pone como ejemplo, el caso de "fons et origo", fuente
y origen, “indiscutibles” de la actitud Oficial de Cuba ante su revolución
de 1959, o la de la antigua URSS con la de 1917. La historia y la
sociología de la ciencia y del arte han mostrado abundantemente que
el acto de creación también aparece dentro de tradiciones
determinadas que invitan a formas específicas de innovación.
Pero aparece "una piedrita en el zapato", la innovación crea
nuevas condiciones y, consiguientemente, colabora de una manera
inevitable en el desarrollo de nuevos problemas y nuevas situaciones
problemáticas. Por lo tanto la innovación es una dimensión esencial
de la cultura, tal como Ginér la ha definido. De una manera
estrictamente alegórica se trata del aspecto más importante del hecho
cultural, pues es el origen de la producción y la creación que el
hombre hace de su propio universo.
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nuevas sobre los componentes amorfos de la vida (las pasiones, los
sentimientos, los cálculos, las “concepciones subjetivas", por lo tanto)
sino también, en relación a la solución de los problemas, la imposición
de nuevas formas por encima de las viejas, y la creación de formas
nuevas puestas en relieve precisamente por las existentes. Así la
innovación prueba la continuidad esencial de toda cultura, más que
circunstanciales discontinuidades.
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de la vitalidad de una sociedad como también una advertencia sobre su
inestabilidad.
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otros, la invención de soluciones a sus problemas y la creación constante de
su propio orden social según criterios de jerarquía y autoridad. Armada esta
teoría con estos supuestos aparentemente incompatibles con la noción de un
gran quebrantamiento o ruptura histórica o, podría ser, más bien transición,
representado por la revolución, ¿Cómo se puede explicar el cambio
repentino, intenso, de gran alcance?.
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cultural, pero para ellos este nivel básico es un sedimento, una congelación
de la memoria colectiva. Para nosotros, el núcleo de la cultura consiste más
que en una destilación, en una constitución, en la capa impermeable de
conocimientos y creencias sobre las cuales descansa el resto de la cultura".
(S. Ginér. Op. Cit. Pág. 43)
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campo especializado y que en algunos aspectos fundamentales, incluso
puede permanecer inalterable durante siglos sin relacionarse para nada con
las estructuras políticas y con el modo de producción. "Por ejemplo, el
cristianismo ha visto el modo de producción antiguo, el feudal, el capitalista y
el socialista, y, aunque se ha adaptado a las condiciones cambiantes por
medio de la formación de sectas o por la diversificación ortodoxa, ha
cambiado notablemente poco, si comparamos el núcleo dogmático y mítico
con las transformaciones históricas que la humanidad ha experimentado,
desde que la fe cristiana fue introducida en tiempos del Imperio Romano. Lo
mismo podemos decir del budismo, el islamismo y el judaísmo, y también
puede ser, del liberalismo y el socialismo". (Giner. Op. Cit. Pág. 46).
"La religión misma que les fue impuesta contenía, por ejemplo
antiguos mitos y metáforas anteriores al nacimiento de aquella. Así la
mariología y la mariolatría engarzan sus raíces en los cultos clásicos de
Artemisa y Diana. Y tal vez podría decirse algo parecido sobre el impulso
mesiánico y de la esperanza que inspiran a algunos movimientos de hoy día
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de salvación secular". (Giner. Op. Cit. Pág.47).
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hacerlo. Por este mismo fenómeno, cuanto más cercanas se encuentran las
instituciones de la sociedad en relación a la satisfacción de necesidades del
núcleo, cambian más, poco a poco.
“Por otra parte, una buena parte de nuestra vida cuotidiana, tomada
de un modo más mundano, permanece intacta en cuanto a lo que se
considera la superioridad del conocimiento técnico, y la ignora. Así, por
ejemplo, el torrente de películas, de series de televisión y de radio,
publicaciones dedicadas a la ciencia ficción, han sido impotentes ante las
antiguas pretensiones comunes de la gente, como lo demuestran sus
contenidos mismos: sus héroes y bestias antropomorfas, robots y criaturas
para nada afectadas por el ámbito "futurista" en que se desenvuelven; sus
celos y amores, sus luchas por el poder, sus guerras y mitos religiosos que
no se distinguen en nada de los nuestros. En la narrativa, como en otros
terrenos, el estilo no oculta temas viejos, y las mismas aventuras, morales y
situaciones se presentan de nuevo. Los cuentos de hadas y la historieta
ilustrada, Jasón y sus argonautas y el viajero del espacio con sus
compañeros, comparten muchas cosas fundamentales e intemporales.
Verdaderamente, las diferencias aparecen sólo con un disfraz muy ligero".
(Ginér. Op. Cit. Pag. 49).
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No obstante esto, la substitución simbólica y ritual y la carpintería con
imágenes y valores, no es todo lo que sucede en un movimiento cultural.
Sería absurdo dedicar ataques indiscriminados a la "cultura de masas"
aunque trate procesos importantes y vitales de carácter nuclear. Por ejemplo
ninguna telenovela es alienante "per se". En la cultura de masas también hay
obras de manifiesto contenido cultural, y que también tienen amplia
audiencia y generan cantidades importantes de ganancias económicas.
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completo y absoluto.
La tarea que hay que realizar, concluye Ginér, está menos en relación
con las ideas de los individuos que con su comunicación, menos con sus
sueños que con sus mitos. Está en relación con el límite entre el orden y el
caos, lo conocido y lo desconocido. Este límite, como un horizonte, siempre
está presente, pero cambia constantemente. Es en este horizonte en donde
se sitúan muchos conflictos de la cultura, casi la mayoría, y en donde los
pesos respectivos del progreso cuantitativo y del deterioro cualitativo, son
medidos. También Ginér expresa haber hablado mucho de los conflictos,
pero no de todos. Hay muchos conflictos periféricos que frecuentemente
pueden ser culturalmente centrales, pero que a veces son desplazados allí,
donde puedan hacer menos daño.
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la cultura" y "democracia cultural" plantea la existencia de un cultura
descendente y otra ascendente, pero que Michel Bassand con gran acierto
ha denominado lógicas culturales descendentes y ascendentes. (Bassand
"Les Partenaires du Développement Regional: Les Dinamiques Culturelles
Ascendentes". Ed. Conseil de L'Europe. Strasboug. 1985).
Así esta lógica exige que ellos, los más desfavorecidos, participen de
los modelos y de las prácticas culturales que les son propias, aunque a
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veces pueden tomar la forma de rechazo y resistencia a la participación,
tanto en la elaboración de estrategias nuevas como en el simple consumo
(actitud de subculturas, contraculturas, sectores de la cultura popular, cultura
periférica, etc.). Pero esta participación está condicionada también a la
creación de valores previos de autoestima individual y colectiva, a procesos
de desalienación social y mental, es decir a crear las condiciones de una
"cultura de la participación”.
Identidad Cultural:
Sin duda que hay más políticas culturales de tipo general y las
específicas apropiadas para un determinado "territorio". Más adelante
veremos algunas de éllas.
evidente proyecto de país. Este proyecto posee incluso cinco ejes o "polos”
de desarrollo: económico, político, social, territorial e internacional. El
proyecto puede ser criticado o rechazado, como también su implementación.
Pero el real y verdadero enemigo del proyecto es una serie de antivalores
hábitos y costumbres de antigua data en la historia del país: desconfianza,
carencia de autoestima, corrupción, improvisación, paternidad irresponsable,
"picardía criolla", indolencia, mucho recibir y poco dar, instantaneismo, ley del
menor esfuerzo, y otros. Felizmente también ha existido un número
importante de sectores de la población que privada o públicamente han
señalado estos defectos y practicado en sus vidas el ejemplo positivo y
contrario. Esas personas o comunidades constituyen la auténtica "reserva
moral" de la nación, y son los llamados a participar directamente en el
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proceso de desarrollo venezolano. Cada cual debe asumir su propia
responsabilidad, práctica y moral.
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