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Color

Pastel
fanzine
de poesía
antología 2004-2012
Color pastel : fanzine de poesía : antología 2004-2012 / Adriana Kogan... [et al.] ; compilado
por Germán Weissi ; María Laura Mazzini. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
: María Laura Mazzini, 2016.
224 p. ; 23 x 15 cm.

ISBN 978-987-42-3004-1

1. Antología de Poesía. I. Kogan, Adriana II. Weissi, Germán, comp. III. Mazzini, María
Laura, comp.
CDD 861

Corrección: Juana Roggero

© Los autores.
© Color Pastel, 2016.

http://colorpastelpoesia.tumblr.com/
Facebook: Color Pastel - fanzine de poesía

ISBN 978-987-42-3004-1

Hecho el depósito que determina la ley 11.723.

Permitimos la reproducción de los textos que integran esta antología


siempre citando el nombre del autor y las referencias de esta edición.

Impreso en la Argentina.

Esta edición de 500 ejemplares fue impresa en diciembre de 2016


en Tecno Offset, José Joaquín Araujo 3293, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Prólogo Pastel
Color by Freschi

Me siento no solo parte de Color Pastel sino escenario en cierta medida,


casa o pariente, en el sentido de relacionada, pero a la vez en el sentido de
algo que yo también parí –y sigo pariendo– (sigo en estado de pariente) sin
darme cuenta. Como algo que se gestó en mí sin que mi voluntad conscien-
te interviniera, pero que innegablemente sale de mí. Y de muchos otros,
claro. Con perdón y permiso de quienes en realidad le ponen el cuerpo y la
energía a este proyecto, me permito adjudicarme ese lugar de pariente que
me coloca tanto en el papel de madre como de hermana, hija y, por supues-
to, de amiga incondicional, de esos amigos que son la familia elegida.
Sor Juana, como en todo proyecto latinoamericano, es indispensable.
A principios de los 2000, recibía mensajes de una casilla de e-mail cuyo
remitente era Sor Juana. ¿Cómo no responder a esos mensajes? Sor Juana
emanaba una energía absolutamente vital, graciosa, una luminosidad ne-
cesaria. Al poco tiempo conocí, en Cabaret Voltaire –el bar que gestiona-
ba entonces–, a quien estaba detrás de esa maravillosa máscara: Germán
Weissi. Y así comienza la historia.
El nombre Color Pastel surgió como una expresión algo graciosa en
una conversación casual entre Germán y Facundo Albano. Anahí Mallol
estaba leyendo en Cabaret y, a raíz de uno de sus versos –“ellas nunca
besarán estos labios”–, los allí presentes se largaron, entre chistes y otras
informalidades, a hablar sobre poesía, y aparecieron las dos palabras. Jun-
tas. Sonaban ingenuas, algo cursis. Ahí mismo nació la idea de imprimir
hojas con los poemas que les gustaran y regalarlas. En principio, a amigos.
Lo primero que publicaron fueron textos de Alejandra Pizarnik y de
Olga Orozco. Continuaron, única y exclusivamente, con poesía contem-
poránea, argentina, pero también latinoamericana, en su gran mayoría de
poetas mujeres. A pesar de estas constantes, el criterio de selección era
personal y subjetivo. El reflejo del entusiasmo de decir: “Nos encantan
estos poemas, los queremos regalar, hacerlos llegar a toda la gente que
no los conoce”.
Un par de números después de haber comenzado, Facundo no siguió
colaborando y, a través del newsletter de la biblioteca online Zapatos Ro-
jos, se presentó Laura Mazzini, quien desde entonces coordina Color Pas-
tel junto a Germán. Este fue el inicio de una larga lista de otros proyectos
editoriales que lleva adelante la dupla.

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Las ediciones comenzaron a hacerse orgánicamente, al principio con
material de amigos, pero luego esto fue cambiando. Los editores iban a
lecturas, leían blogs, compraban libros –por lo general, ediciones artesa-
nales–, de este modo conocían otros autores, tanto nóveles como con am-
plia trayectoria. Mantenían, además, una convocatoria abierta por e-mail.
Quien quisiera podía mandarles sus textos, y cuando llegaba algo que los
conmovía, lo publicaban. Muchísimos números se armaron de esta ma-
nera. Así Color Pastel se fue transformando en un espacio de difusión y
exposición, de circulación de poemas impresos, en papel.
Fue la primera publicación de poetas como Juana Roggero, Laura A.
Arnés, Gael Policano Rossi y Belén Iannuzzi, entre otros. Muchos de estos
poemas después fueron incluidos en libros o antologías. También poetas
como Diana Bellessi, María Teresa Andruetto, Mirta Rosenberg y Liliana
Ponce tienen su edición. A todos siempre se les dio el mismo lugar y se
los distribuyó con igual entusiasmo. Ya que, fundamentalmente, lo que
importaba era la llegada a quien quisiera leerlos.
Color Pastel circulaba en centros culturales, teatros, librerías, festivales
de cine, bares, facultades, lecturas, bibliotecas, recitales, con revistas lite-
rarias y culturales, en fiestas varias. Se distribuyó regularmente en provin-
cias argentinas y en otros países. Las ediciones fueron traducidas al inglés,
francés, italiano y catalán, primero por estudiantes de Traductorado de la
UMSA (Universidad del Museo Social Argentino) y luego por todo aquel
que quisiera colaborar. Laura y Germán armaban cartas y paquetes para
enviar y, además, todos aquellos que viajaban se llevaban hojitas para soltar
en otro lugar. Lograron una red muy amplia de amigos, colegas y lectores
que no dudaban en avisar cada vez que emprendían algún recorrido fuera
de Buenos Aires. Muchas de esas cosas las contaban en Fotolog, la red
social vigente durante esos años. Fue una actividad inagotable. Los lecto-
res llevaban el fanzine incorporado a sus libros, apuntes o agendas, en las
carteras o en las mochilas.
Color Pastel tomó notoriedad por su actividad libre, gratuita, masiva.
Siempre fue algo artesanal y práctico. Nunca pidieron dinero para armar
nada. En 2007, recibieron la distinción Clamor Brzezka de Vórtice Argen-
tina: “Por la audacia, la imaginación y la más arriesgada manera de difun-
dir la poesía”. Una descripción de la energía de esos años está contenida en
la nota “Ciudad Pastel” que escribí para la revista No Retornable (se puede
leer online). Allí los editores cuentan pormenorizadamente los vaivenes de
llevar adelante un fanzine.
Aunque la definición del proyecto fue cambiando según quien lo inter-
pretara, siempre giró en torno a lo mismo: distribución gratuita de poesía,

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fanzine, hojita literaria, plaqueta, pliego. Nunca fueron una editorial. El
diseño era muy simple –algo con lo que me identifico plenamente–: una
hoja A4, doble faz, doblada en dos pliegos. Una edición por poeta. En la
parte de atrás se incluía esta leyenda: “Color Pastel es lo más fácil de foto-
copiar, doblar, y llevarse de viaje. Permitimos y fomentamos cualquier tipo
de reproducción del texto (siempre citando nombre del autor)”.
Al poco tiempo, empezaron a armar ediciones especiales intervenidas
por artistas plásticos. No estaban pensadas para ser fotocopiadas, sino para
volverse pequeños tesoros, obras como las del arte correo, limitadas, nume-
radas, originales y, por supuesto, de distribución gratuita.
Durante varios años el ritmo de publicación fue quincenal, luego pasó a
ser mensual. Armaron colecciones completas al cumplir los 30, 50 y 70 nú-
meros. Además, hubo colecciones especiales y ediciones aumentadas. En
varias ocasiones pasaron un par de meses en los que únicamente reeditaban
el material. En 2011 y 2012, tuvieron editoras invitadas que se encargaron
de la selección: Paola Ferrari, Ivana Gamarnik y yo.
Color Pastel nunca fue un proyecto digital. Siempre fue tangible: para
imprimir y doblar, pintar, intervenir, salir a repartir, darlo de mano en
mano o soltarlo en cualquier sitio para que encuentre su lector, sin necesi-
dad de estar sujeto a una computadora. Exactamente lo mismo que Laura
y Germán plantean hoy con este libro. Tenerlo encima, llevarlo de viaje,
compartirlo. De todos los lugares donde alguna vez dejaron las hojitas, tiene
un valor especial una biblioteca popular en Campo Quijano, Salta. Fue allí,
en 2012, donde aparecieron por primera vez las ganas inconmensurables de
armar un libro Color Pastel que se encuentre en una biblioteca como esa.
Este es un recorrido de casi diez años para leer en continuado, una an-
tología que reúne la gran mayoría de las 121 ediciones comprendidas entre
los años 2004 y 2012.
Llegar a otro lado, viajar, apagar la computadora, salir de nuestros có-
modos lugares. Eso siempre ha sido la literatura, y la radicalidad de su
fuerza nunca estará en la figuración autoritaria, valga la redundancia, del
autor. Hoy más que nunca, diluirme en estos otros con los que compartí
y me emparenté a través de este proyecto, me parece que es la marea más
asombrosa y fuerte, capaz de romper los reales prejuicios y asumir las aven-
turas de leer y de vivir.

Felicidades, Color Pastel, y ¡a rodar!

Romina Freschi

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Poemas

Facundo Albano

hoy fui a mi psicóloga Ana


hacía mucho calor en Buenos Aires
y mucha humedad
Ana me contó que se iba de vacaciones
por quince días
y yo pensaba que Eze también se va
por quince días

en cinco días voy a estar


sin novio y sin psicóloga

opciones:
1) mato a alguien
2) escribo un libro

espero que me decida por la segunda


no quiero más muertes
en esta vida
que se me cae
a los pies

*
en una hora cumplo siete meses de novio
con un chico que se queja por no ocupar el espacio
que ocupa en mi vida mi mejor amigo
y hace una hora vino mi mejor amigo
diciendo no saber qué hacer conmigo
que estaba lejos, que estaba malo
que ya no lo quería

¿tan mal estoy?

y mi papá no para de decirme que estoy


tremendamente gordo
y que ya es preocupante
yo ya me lo creo

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mamá debe de estar por llamar
a ella siempre le gustaron las muñecas
de zapatitos azules
que yo no usaría

*
yo sé que vos dormís
y yo acá
con solo dos brazos
que son estos que me sangran

es tan feo el miedo


de no tenerte

es tan feo no poder


escribir
un poco más

*
te podría decir entre otras cosas
que estoy muerto
que estás muerto
que no me importa
que tengo novia

pero
mentira

en el fondo
sigo siendo aquel que llora

en el fondo
estoy muerto en serio

en el fondo
te quiero escribir poemas mucho más lindos

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Poemas

Tabita Thayil-Kant

Para Mora

Por el exilio más precioso de esta noche / y cuando aún no regresaba de cada
figura onírica / de cada eco de cada palabra de cada mentira perfecta.
Ahí ataqué lo que en parte era un riesgo / pero no recuerdo cuánta
incertidumbre me besa / entre tanto puedo seguir recreándolo inminentemente.
De a uno entre las sombras de la duda / mientras golpeo con mi anillo la
dulzura ambigua / para empalagar la fuerza de todas las embestidas.
Por el agua / entre cristales / bajo cascadas de chispas incendiantes / mientras
la sangre / tanta tristeza.
Es una tragedia con 17 motivos evidentes / con varias estrellas de mucha
mala suerte / atestadas en mi frente muy pequeña.
Aún no logro entender / cómo explicarlo / porque donde empezás vos,
terminan las palabras.

*
Él me ha dicho “es posible que jamás busques y que sorpresivamente
encuentres” / Tal vez cuando todos me sonrían / o cuando sea tan aclamada /
sin escudos de temores ni fracasos / y cercana al éxito sin máscaras.
Él me dijo “igual recordá que no hay últimas veces, tan solo próximas
oportunidades” / porque me sentía derrotada en demasía / y con toda mi ética
discutida / y un sentimiento de vejez discurriéndose por mi cuerpo.
Me repitieron que no insista / pero yo fui con las manos llenas a todos los
entierros / y tan vacía a aquellas fiestas.
Me preguntaron por qué lo hacía / yo solo contesté por el afán de volver a confiar.
Y aún mantengo mis dudas.

9
Poemas

Romina Freschi

La ilusión
de la pureza
la claridad
soy lo que soy
soy Sandra Mihanovich
y vos sos Celeste
cielo
claro
por qué lo claro
a veces parece que no???
claro claro
calor
el calor se ve en el asfalto
transparente
transparencia que no es aire
es calor
claridad que no es clara
es caliente no
es infernal
polute
luto
calor de piedra
aplastando la tierra
alquitrán de alma clara
mata
pretende espejar el cielo
sobre la tierra
odio sobre el amor
se hace gris
se hace piedra
hierve por tener
que soportar el sol.

10
*
El barco va en el río
estamos borrachos
en el catamarán familiar
te pregunto si tendrías hijos conmigo
sé la respuesta
pero quiero escucharla
sé que tendrías hijos conmigo
porque yo tendría hijos con vos
el barco hace sentir a todos su ebriedad
vos y yo vamos verano
explicamos a la moza cómo ser barman
le damos una receta
los niños nos miran
ellos entienden
lo que los adultos reprueban
cómo es que hay tantos niños, me pregunto
y ahora nos miran mal?
estamos enamorados
queremos tener niños
vamos en un barco
todos balanceándonos
el sol es un respiro
no me había pasado nunca
no sos tan responsable.

11
Poemas

Daniela Piccione

Te imagino en penumbras
buscando el ala de las cosas
como quien busca los anteojos
en la mesa de la sala.

No puedo ponerte nombre


orgía de luz en mis adentros
a este hueco que estalla como
muertos en un bombardeo.

El martes, a las ocho en punto


voy a contar tus lunares.

*
Voy a apagar las luces
los ojos,
dejar caer mis pestañas
sin pintura
en el hueco voraz
de las mejillas
cerrar la boca
y la luz hasta mañana
encender el calor
de mi espalda
en tus brazos
de adoquines tras la lluvia
y juntos
en esta noche sin promesas
pisaremos los charcos
de alcohol
con este fuego.

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Primero

Karina Macció

Lo primero que encontré: esta hoja y este lápiz. Escribo porque no puedo
pensar, no quiero. La sucesión, el ver cómo marco este renglón, coma, palabra
por palabra, coma, con apuro, sin parar, se atropellan: vaciar el cerebro. No tengo
vómitos no tengo amor que soñar o elogiar, tengo pedazos de cerebro enrulados
dentro del cráneo que presionan, y presiona escribir sin parar hasta que me duela
la mano nada más nada para decir que el barroco hace que los opuestos se en-
cuentren que no sean tan distintos parte de mi clase de hoy ¿sé lo que digo?, ¿qué
digo? a veces me avergüenza escucharme, soy otra no soy yo hablando movién-
dome de un lado al otro como un tigre enjaulado (no es un tigre, es un jaguar, es
“La escritura del Dios”, pero no importa porque Borges tenía el cerebro atestado
de tigres) yo soy un tigre, de Bengala, chisporroteando enfermizamente hasta que
cada chispa se deshace en el aire y desaparece el centro, brillante como un cora-
zón seco incendiado late de esa manera absurda y eléctrica, cortocircuito, corto
el circuito porque de eso se trata: enlazar palabras sin sentido y él viene después,
príncipe vanidoso, orondo aunque delgadísimo, Tadyu, niño ángel veneciano ja-
rrón fino de Tiffany, tus ojos azules de pavo real infinito me asustan y me fascinan
tu ignorancia tu desconsideración hacia tu propio poder tu paso desvelado sin
ninguna trascendencia el aire de nada excelso que te rodea me ahoga porque
tu estela invisible y vaporosa (invisible) me persigue y me envuelve llega hasta
atarme a un palo, amarrada al* mástil mayor navego en una tempestad de Verne
(¿tenía alguna?) todo se mueve y el piso rígido es solo un escarbadientes que se
quiebra, frágil, la madera es plástico suave se hunde y da paso: agua agua agua
por todos lados los marineros robots mueren y yo no los lamento porque no los
conocía yo era el monstruo la monstrua amarrada, giganta defectuosa, solo un ojo
enorme como un plato hondo de sopa y ahí quedaba, inerte, azorada, ni gritar
porque no entiendo me ahogo y el príncipe maligno vuelve con su séquito estelar
a coser palabras que dejo tiradas.

*Acá se corta la segunda página de cuaderno, que se halla interrumpida por una ano-
tación cronológica en marcador rojo. Se retoma después de dos páginas, con el mismo
lápiz y es eso, y la interrupción abrupta, lo que hace que se busque una continuación,
porque si no, podría terminar ahí. Lo demás, perdido.

Escrito en lápiz negro en cuaderno a punto de estallar, de lomo destrozado, en dos páginas sin
sucesión, aproximadamente en junio o julio de 2003. No tiene fecha, pertenece al período “ignoro
el tiempo” (pero el tiempo pasa igual).

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Poemas

Ileana Kleinman

Una cara en la pared.


Igualmente entro.
Antes, algo atrás de un árbol. Brillaba.

Ya no. Camino y toco las sombras de las paredes, están quietas. Son muchas.
Por un rato las acepto. Pero sé que las voy a querer callar. Para que no me
callen a mí.
Las mato. No veo. También había sombras en el piso, eran menos, pero no
están más.

Hice bien, me apresuré un poco, quizás. No eran blancas, a lo mejor esta vez
era diferente.
De cualquier manera, fue necesario. Eran muchas.

Ahora ya nada es amarillo.


Mejor.
Ahora todo es rosa, como cuando cierro los ojos. Y negro.
Como cuando cierro los ojos.
¿Algo más?
No.
Las puertas se dejaron atravesar, pasé una vez y de nuevo. De un lado y del
otro era lo mismo.
Sin recortes de luz todo es fácil.

Después.
A los ruidos no los callo, no me amenazan, me tientan, me hacen ceder.
Me muevo mientras hay ruido, si no, no.
Me quiero mover.
Quiero escuchar. Y no puedo.
El Techo.

*
Ya no hay cara en esta pared, pero una forma rara tiene un relieve.
No lo toco, quién sabe.
Un suelo suave, intento hacer contacto lo menos posible, no estoy segura.

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Arriba y arriba y arriba. Una baranda de madera, me abstengo también
de acariciarla.
En este cuadrado solo intento tocar al aire, abro los brazos y los muevo, los muevo.
En este aire inventado. Hay solo azul. Porque lo decidimos. Entonces lo que
se puede mirar se ve diferente, más de lejos, con más silencio.
Y con sorpresa.
Ahora sí, no me privo de rozar nada. Inclusive toco de más. Hasta que me
canso. Como siempre, el sueño.
Se interrumpe porque recuerdos olvidados vuelven.
No es la primera vez.
Algo, sin embargo, cuando vuelvo a mi presente.
–Señor: la chica...
Al fin la puerta. Y me voy.

*
Siempre que tenemos que elegir elegimos igual.
Nunca nada nuevo. ¿Para qué?
Si acá está bien. Si acá ya se sabe de qué se trata.
Mejor estarse tranquilos, mejor lo que se conoce.

Yo coincido.
Ahora también coincido.
De esta manera también coincido.

El cambio que me permite seguir así.


El cambio que me asustaba, ahora no está.
Hay cosas que pueden mantenerse a pesar de lo distinto.
Y las que no ya no dan miedo.
Pero sigo con mis reservas a la hora de tocar lo que parece que conozco y quizás no.

15
Caracolillos

Érica Jacquemain

Hoy vuelvo a este café una vez más desde aquella tarde.
Tomo la única mesa desocupada y dejo en espera el atado de diez todavía
sin abrir, mirando como quien no quiere mirar con nostalgia a las dos rubias
sentadas enfrente, en nuestra mesa. Y es un poco como si ella fueras vos y ella
fuera yo esa tarde y nuevamente contándonos trozos remendados de vida entre
caracolillo y caracolito.
La conversación vecina llega a mi mesa vestida de un alemán geométrico
y esparcido pese a la cercanía de las cabezas. No reparé esa vez si alguien oía
nuestra charla de esta manera, pero sí recuerdo que vos hablabas bajo y yo
acerqué mi cara a la tuya para atrapar tu historia y también, claro, porque me
moría por besarte.
Qué poco nos importaba la gente. Parecíamos estar solo nosotras en el lu-
gar, atesorando palabras e instantes como secretos preciosos. Nadie como vos y
yo quería esa porción de vida desnuda por primera vez.
Una música suave que llega y se dispersa en el aroma a especias tal como
me lo describiste. Tanta falta hacés para hacer la tarde tangible en este café, en
este cuerpo. Y en tu silla esa espalda extranjera tan desconocida, si supiera. A
este lugar se le escapó tu risa y tu acomodarte el pelo al sacarte la boina. Vieras
cómo el gato negro lucha por desdibujarse de la servilleta a falta de los poemas.
Desde que llegué pasaron dos cafés cargados y varios capítulos de Rayuela.
“Como un encuentro lo menos casual” te me vas revelando en varios pasajes, y así
mientras leo te busco y vos me dejás encontrarte mientras paso las partes que más
te gustaban, y entonces “reconstruimos los puentes y ya no llorás más a gritos”.
Pero ¿dónde estás?, porque si me quedo es como si nunca me hubiera ido,
como si vos hubieras salido un instante a comprarme cigarrillos y ya volvieras
mientras yo te espero fumando los últimos. Como si aún fuéramos promesa
y entre risas y terrores tuviéramos la oportunidad de palpar aquello de lo que
están hechos los sueños. O como si todavía no hubieras vuelto del baño, con la
servilleta escrita en el bolsillo, y yo podría adelantarme a pagar la cuenta antes
de salir a tiritar la noche que después sabríamos fue la más fría del año.
El desfile de rostros a través de la ventana rueda sobre la luz de la tarde que
se va apagando. Adentro, en un entrar y salir del libro, las caras rotan de lugar,
de gesto o desaparecen. Y ya ocurrió el renovarse de los cuerpos a pesar del mío,
todavía en su posición de abrazo que espera.
Si cerrara los ojos aún podría verte sentada en esa silla ahora vacía, con el
abrigo largo y gastado que tu mamá detestaba, la bufanda azul, esa heroica
alegría por tu libro de estructuralismo descubierto en oferta.

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Antes de irme me pregunto ¿dónde guardarte fuera de mí sino detrás de
este muro de palabras que te cuentan? Nunca nadie excepto vos descubrió el
secreto souvenir en estos azúcares ni la grandeza oculta en el verdadero fin de
las servilletas. Y ya el lenguaje va cayendo en el sueño alucinado y el viento
pega en la cara de un libro que se cierra. Duelen los ojos amor, y afuera el frío
tiembla en la memoria.

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Fechas

Graciela Wencelblat

Insistir en la ausencia
Lamer con placer
doloroso
la nada
es tirarse a una pileta vacía.
Romperse el cráneo
y encima

seguir viva.

Sospecha
Sospecha que está muerta.
Camina, escribe, respira
pero en realidad
está muerta.
Mujer tomada, invadida
por rostros que encubren
el lóbulo roto.
La caída final
entre los labios.

Fechas
Me casé un 15 de noviembre
en otra vida.
Tuve que morir
para llegar a esta.

Con respecto al amor


no cambié mucho:
soy un huracán.
Cariñosa
tengo la misma sombra.
Pájara loba
más que antes.

18
Creo un poco menos
y de papeles nada:

solo los utilizo para envolver regalos.

19
Diarios de viaje 1 y 2

Paola Ferrari

Florianópolis
lenta sombra
que deambula
buscando un
pretexto

solo para ver


su mirada

y en cualquier
lugar encuentra

esos ojos
infinitos

de los que
en todo momento
se desprenden

esos vagos
destellos
del agua

Salvador-Buenos Aires
abrazo
se irá repitiendo
hasta lograr la perfección del movimiento
abrazO
arrastra mi cuerpo
diseminándolo por esta tierra
abraZO
me quema, hiere, sangra
abrAZO
olvidó las reglas que le impuse
abRAZO

20
se suma a otros abrazos
para sobrevivir a este abrazo
ABRAZO
se vuelve letra
para no olvidar el abrazo

Porto Alegre
llueve
por primera
vez llueve
en este
mundo agobiante

cierro el libro
del poeta
de esta ciudad
fuera del tiempo
fuera de la historia

en la que
transcurren
otras vidas

en la que
proceden hechos

pero en la
cual para mí
el tiempo
se detuvo

Natal
en una noche
que no es noche
de un día
que podría ser
otro día
los senderos separan
las manos que nos unen

21
Poemas

Laura A. Arnés

en la cama
discutiendo religión
(y yo solo queriendo escalar tus piernas)
minutos absurdos
la cuenta regresiva
disparada
las bocas enemigas
palabras minando el aire
“no creo en Dios –dije para terminar y
citando a una poeta–, pero amo a la hija
imperfecta”
esa noche no hice el amor y
como la originalidad en esos casos nunca es
mucha
dormí en el sofá

*
ese piercing en su
ombligo
haciendo burla
a mi deseo

*
dijiste:
“en las buenas y en las malas”
pero dónde estabas hoy
cuando necesitaba hablar
de nombres perdidos
–en la selva–
de aviones que probablemente
no volverían
se te rompió una media
mientras hablaba de lo que dejé
por desear el gemido de tus tacos

22
(y seguí hablando)
no queriendo escuchar el silencio
de tu no atención
de tu frivolidad
–que ya ni siquiera me miraba agazapada–
el timbre
(andá, andá)
¿por qué hoy iba a ser diferente?
–mientras veía a la vida reírse en el espejo–.

*
ya no sé dónde estás
pero me acuerdo
de tu pelo negro
lloviendo en tus ojos
(de esos me acuerdo)
cuando rompíamos el código
pautado por siglos
–aunque no hay diferencia eterna–
en una ciudad extraña
tus ojos
donde a veces me ahogaba
resignada
peregrina
mientras vos
perdida
pensabas en viajes eternos
por rutas de agua y selva
–un poco más de humo–
y entonces sí el puente
me dabas la mano
y me dejabas acercar
y nada había pasado
“solo un poco de humo” –decías.

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Muros y áticos

María Muro

No sos vos
es papá que está en la mesa y llora.
No hay postre
hay hija puta.
¡Qué la parió!
El parto
es haberte partido
mil pedazos
la cabeza con pastillas.
O haber rastrillado
mil hombres
o felpudos.
No llora por vos
llora por él.
Por no saberse fuerte
por no verte sucia.
Sus ojos están limpios.
Pero el postre
se lo comió otro.

*
Ayer era exultante ardiente
brazos quebrados.
Hoy
para todos los sin embargos
soy hueco
que se respira
lento
oxígeno viciado.
Manos que se lastiman muertas.
Creo que debería llamarme Eloísa
y no María
atrincherarme en las ortigas que crecen en mi muro
y hacerlo polvo.
Eloísa.

24
Claro,
tener que explicar lo que no se cae y golpea
es arduo
casi apretado.
Pero
qué mierda
quiero ser Eloísa,
la de las mieles.

*
...pregono el aire
la falta de.
Inaugurarme
sin ajuar verbal ni
acto conmemorativo.
Reducirme al guion
del pre-.
Solidificarme en
magulladura
letra y ausencia.
Carne y uña
y raíz de pelo
teñido en dos.
Tañido. Escondido.
Calavera no chilla
y el espíritu calla.
¿O el espectro
grita la indiferencia?
¿Tocarte? Si
casi no sé enhebrar
la aguja que cosió
tus labios y fui yo.
Pasionaria de avatares.
Falta un estruendo
apenas chasquido
o grito derramado.
Falta un choque.

25
Avernis

Florian DeStijl

Carnosis
i
(cronosis)
De a ratos...
Miraste altivo miraste
como si como yo fuera
afuera las hojas afuera
del ojo la sombra tu pierna
la sarna y la rata.
De a ratos roer y zumbar
zozobra inquietud
inocua y la bestia
estimular mi lengua
lánguida guirnalda
grumosa y rugosa
de ruidos y noches
y nube ambulante
humeantes y pedantes
perdidas y dadas
darmas y karmas
caricias y cintas
y crismas y rimas
de a ratos...
de a ratos...

ii
(carnum)
Del canto y del arme
con forma de sorna
deforma
la rota rata del tiempo
muerde y retuerce
los dientes blancos del rojo
del cuerpo blando mórbido pozo
higiénico y estancado

26
calma tu sarna la clara luz
de vidrio del paño del tiempo
y sin tiempo ni rata ni cura
me entrego a tu carne
que baila y reclama
mis muslos de agua de noches
de pestes y náuseas
me entrego
me entrego
mis cantos vagos en tu carne voraz.

Tanatofobia
Verte muerte da la suerte
de que el simple sacro quinta vértebra
sea humo y de pluma
limpia fresca virgen santa.
Verte llanto
verte sangre
y vertir la mano
en tu piel
sin tiempo para a/Dios.

Hostigada y alejada
en tu sepultura tierra calcio
la línea se rompe en siete cirios.
Me despido y te engusanás
por el tiempo y el olvido
por los días de los días.
Amén.
Goodbye.

27
Hilvanar la angustia

Valeria Iglesias

Pesebre viviente
Entrenó para irse con los ángeles
pero no había ángeles.

Con alambre usado y hojas de parra


hilvanó la angustia
que escondió detrás de la cortina.

Mucho antes,
había caminado un día entero en puntas de pie;
quería evitar la nieve.

Las alas trucadas


eran los niños del pesebre
que volvían de la catedral.

No nevó ese verano en el pueblo.

Extrañamiento
Cuando la piel se espuma
y rápido desaparece
la cubierta
que protege.
En ese momento yo espero
que todas mis partículas vuelvan a mí.

Pero las más rezagadas


se resisten. Volátiles
ríen.
Y el eco pegajoso,
ese que hace temblar el pulso,
me recuerda aquella vez
que soñé
que me despertaba y al mismo tiempo
me veía durmiendo todavía.

28
Pensé tactos

Cecilia Banegas

V2
Quiero que la huida
me dé la espalda,
que se ponga botas nuevas
que me pase
la lengua de orquídeas
y perfume mis dorsales.
Me dejó en buenas manos
y lloró
comió dinamita
comí sus lunares
tragó el líquido táctil
tragué sus besos
volveré a dormir
y será la última huida.

Densa
Mi caótica
y densa plenitud
danza en giros
y cae en los brazos
de la reina.
Hoy creo
que
viajo
que
como
que
mi
lengua
está
dinamitada
de
leche.

29
Rica
La exquisita boca del volcán
me mastica
me traga
me confunde.
Mi mirada vegetal va al horizonte
planea el gran robo
de los pliegues de tu ropa
le pregunta a tu aliento
si es del viento
si mis besos cítricos
te recuerdan al verano
abrí tus piernas
tocame la espalda
¿sabés oler?

Hiper
La nena del placer
come púrpuras
tiene sexo
huele a límites, a llamada
¿tenés un cigarrillo?
se come mi carne el resplandor
vuelve temprano
duerme.
La rodilla del dolor
es la reina
la mojada.

*
Mi planicie,
mis tetas
salen al ruedo.
Acordate que me dijiste
nena
te llevo a la galaxia,
mi leche finge
que no te reís
que saltás de espaldas.

30
Viento norte

Leo Mercado

Árbol
me asumo mundo
olvido entonces
casi todas
las palabras
simples

los pretextos

quizás lloramos luz


ambos
a la distancia

y yo intento
darme cuenta
me sacudo
y estiro mis ramas

y ya soy cielo
y no más mundo
árbol

y tengo miedo
y lloro.

Como de costumbre
otra tarde
que se va

estás lejos
y yo descalzo
colgando ropa
como de
costumbre

31
me sonrío
y no digo nada

pronto vendrá
el invierno
desplegando sus redes
sé que no tengo todo

arrullo tu sueño
sencillamente
y es como si ya
no me faltara
nada.

Apatías
sospecho
que este doble frío
de huesos
y de ausencias
hoy será mi único camarada

quisiera poder
hablarle de vos

pero él
mi vecino de asiento

se empeña
en colmar de vaho
una ventanilla
que distorsiona
las cosas

me pregunto
si sumergirme
en estas líneas
es efectivamente bucear

ser triste habitante


abrazar las palabras
abrazarte.

32
Hilera del regreso

Sara Reed

Destellos de la luz más infinita


claman resurrección
con voces
de niños muertos,
de niños perdidos,
de niños podridos.
No hay quien me salve ahora
de esta ilusión que ilumina el alma.
Y no puedo sentir pena,
más que por mí misma.

*
Es ahora que tiemblan las paredes
y escurren
chorros
violentos
de sangre negra.
No he de olvidar esto que corroe las entrañas convocando un pérfido
aquelarre
de niñas sonrientes.
Es necesario saber que hoy es hoy
y que, ahora,
hierve el deseo de ser Dios
a cada instante.

*
Mecenas de la muerte que aquí te presentas, has venido a llevarme,
has venido a tomarme.
Oscuras sombras plagan tu venida,
alejan los sonidos de una sombría
marcha fúnebre
un reseco pétalo de rosa roja,
aterciopelada.
El roce con tu piel reseca y fría.
Aquellos pies desnudos, morados y desnudos, hinchados y desnudos,

33
helados y desnudos.
Un batir de alas, el murmullo del viento.
La esperanza inocua de volver atrás.

*
Estallan
sin
saber
cuánta
miseria
trae el olor
de sus rizos chamuscados
y
sus
uñas
se
parten
en instantes de prostituta regalada.

No esperemos un segundo
para abrir los ojos y presenciar
el suicidio de esta noche plácida.

*
Milagros
que se tiñen de colores sombríos
al pasearse hoy,
por la ciudad
de las niñas
que perecieron tiempo atrás.
No se puede estar seguro
de la
continuidad
de la
gravedad
y si me caigo hoy,
es
porque
elijo
caer.

34
Sodomización del conejillo

Ivana Gamarnik

irrita la silueta la mañana y aja


las pocas sílabas gangosas
que eran así
instrucciones para cortejar:

. presiento que dormí sola


. fijate (a) el poema

*
a veces reconocer
las caderas que
temerarias se me
arriman logra tibieza en
tan alto volumen

entonces el dominó:
1- su palma henchida en mi glúteo tenso
2- compito con una semisonrisa bellísima
3- se empeña en sacudirme y significa
4- lanzo una barrabasada lanusense
5- estás crecidita…
6- gano

*
(todavía las costillas se
esponjan como esponjas

un hormigueo preciso
a la muchacha descampa

ay si no palpara con palabras

olor salado de navajas


todavía en las costillas
vacilo)

35
*
sospecho invenciones
las lenguas
con pinches van a
terminar con los paladares
que no arden

fieles a ese monstruo


que nunca se antoja cosas
fáciles ni se fatiga
fácilmente se abren
paso a otra
organización de todo
aliento

trabajan las suavidades


abrasan lo sintético
cantan la musiquita del mal
como el sur imprimen carácter

*
roja luz mala
antes de once
espero desentrañar
el porqué de mi bochornoso
estremecimiento
por colectivo en
punto muerto

y si subieses en el
justo momento atropellada
en actitud de
delincuente te robaría
la lengua así:

36
Pobre Marylin

Virginia Janza

El día se vuelve hostil


se aleja y se cierra
se vuelve confuso
se instala lejos de mi alcance
se vuelve monótono
estéril
repetitivo
(un día más igual a otro)
de lunes a jueves los días se me escapan
entran y salen
recorren miles de caras
andan de acá para allá
se zandunguean o se quedan quietos en mi cama
se desperdician
se apenan
se acumulan
pero las noches
–oh sí, las noches–
se aprovechan se estimulan se proclaman
como en una vieja canción de jazz
se vuelven únicas singulares mías
nunca tienen patrón:
pueden aparecer un lunes
un jueves o un domingo
pueden comenzar del cuerpo a la cabeza
o al revés
eso está muy mal
se tiñen de rojo y blanco
de dorado y violeta
verde manzana y verde musgo
forman cuadros propios
se independizan se sorprenden se amalgaman
a veces son tan libres que me asustan
tan inteligentes
tan animales
no puedo

37
dominarlas
me tragan y digieren
pese a que nunca es gratis
el momento antes de mañana
se cobra cada desapego
cada desaliño cada postergación
desengrasa y reseca
vaciando
se vuelve una y otra vez
al mismo renglón
al mismo camisón
al mismo amor.

Ojos miles que voltean


giran se enfrentan se entierran
necesito cada mirada ajena
una a una
en todas las veredas bares sitios
necesito verme en esos ojos
girar voltear enfrentarme
sentirme observada
–la adulación quedó en el pasado–
un pie delante de otro
en cámara lenta
se avecina
se atropella
tambalea
con todos esos gustos caros
por la comida étnica y los buenos vinos.
Eso también se mira
se admira
el buen sentir
el bien oler
el vestir llamativo (no excesivo)
el pelo largo y los ojos pintados
ser femenina y autónoma
mejor universitaria recibida
y si es posible que ejerza
no se sabe bien qué
pero que haga algo
eso es lo ideal.

38
Una ejecutiva coqueta y productiva
o una hippie con onda y dinero
podés ser
podés ser muchas cosas
mujer del siglo xxi o metamorfosis anticuada
querés
tenés ganas
de competir caminar bailar escribir conversar depilarte reír cocinar chupar y garchar.

Pero es que ahora hay modelos y conductoras y cantantes


y ya no basta con ser linda.
Pero es que ahora hay intelectuales y políticas y físicas nucleares
y ya no basta con ser inteligente.
Pero es que ahora hay mujeres
que se llevan el mundo por delante
y usan tacos altos
y son inteligentes y emprendedoras
y también son lindas
o por lo menos, atractivas.
Pero es que ahora hay mujeres
que no se miran los pies cuando caminan
ni se preguntan qué partido les conviene
o si ese es el hombre indicado
o solo una pasión pasajera.
Hay mujeres que no temen ser no ser
hombres
o sinceras vulnerables solidarias
temen el futuro y no el presente
encontrándose en cada error
en cada vuelta de tuerca
que quieren dejarse llevar
por ellas mismas
el destino
el futuro
la pasión
¿qué?
Mujeres
que lloran una vez al mes
o más
porque el fluido lo pide
se sienten torpes

39
sucias desintegradas
renacidas
cada vez que hacen el amor
cada vez que son rechazadas
no miradas no admiradas no escuchadas
necesitamos tanto ese otro
ese lejano aprobar o no
seducir desagradar recrear
una imagen idealizada
aceptada
necesitamos tanto saber valorar
una a una las lágrimas
las sonrisas
las depresiones
guardadas.

Qué románticas
qué locas e irracionales
qué reales qué verdaderas
qué mujeres que somos:
cuando no
tenemos miedo.

40
Hipocampos

Ana Luz Vallejos

Sostengo entre los dedos de los pies


la lava calma y la atracción
la pego al piso.

Ella grita al borde del salto


del verano a la sombra.

Ola de mar contaminado de insomnio


agua viva tomando sol
hilos entrecortados en la marea.

Rayos cercan. No voy a tocarla.

La mujer de pies al agua,


en las horas de siesta
alarga la respiración, escala lo acariciable
y se quema la mano
en la hoguera del mar.

El agua es casa de lo cuidado, decía.

Ella sabe que


plena lengua nunca tuvo cara
ni baño de perlas.

En desliz se vuelve a mover


la saliva
desenvolviendo
otra piel de alga
envenena la rambla.

*
La playa es pequeña.
Las gotas,
futuras nubes,
están donde yo quisiera.

41
Se le cayó una flor al mar
al hacer barcos de papel.
95 centavos de sueño.
Radiografía de una ola,
en la capa oscura del mar.
La piel del agua intento de silencio,
(murmullo interno de diablo).
Una estrella desnuda de polvo es
la luna de la galaxia.
Es tan temprano y de día
parece cansarse la calle
y los papeles están quietos,
muertos,
llenos de algo
que los hace bailar.

*
Entré.

La respiración de la lámpara
movía sus cristales.

En la pelea de hipocampos,
fuimos bestias con capa.

La misma sábana adormecía


nos dejaba sin respirar
por lapsos de ritmo continuo,
con los pies pegados de frío.

Nadando en la guerra que se desató


antes de dormir
soñé con azules marineritos
que eran un muro
lleno de fotos
sin espejos que abrumaran el tintineo del agua.

Te pedí que no hables,


estaba durmiendo
y acababa de posarse una mariposa.

42
Ultra-santafesino

Robinson Oberti

Oración a Santa Maravilla


¡Oh! Santa Maravilla
efímera presencia altiva
borda mi alma de lentejuelas
y llena mis bolsillos de acuarelas.

¡Oh! Santa Maravilla


madre de ojos de estrellas.
Cúbreme con tu manto de luz
y ampara mi camino.

Puente hacia Dios


quiero caminarte
entre nubes de purpurina
y maquillados vientos.

¡Oh! Santa Maravilla


sendero de amapolas
cuídame
embelléceme.
Restaura las heridas
que dejó la vida
cuando vi los días
en blanco y negro.

¡Oh! Santa Maravilla


me he peinado con libélulas
y te espero
perfumado de rocío
para darte un beso
cuando llegues
bañada en arco iris.
Luego lloraré recuerdos,
hasta quedarme blanco
y pintar mis deseos.

Amén.

43
Vive el niño
A veces me siento tan chiquito
que no tengo palabras
para llamar a mi mamá.
A veces miro mi ombligo
y me siento re solo,
pero al mirar al cielo
las estrellas se pegan en mi frente
me coronan de luz
y ahí estoy protegido.

Cuando digo mi edad con las manos


a veces sueño...
con ser cantante y actor
y bailarín y escritor.
Maestro de los buenos
mago o papa.
Sueño con algún día
vivir en una gran cuidad
donde vivan los artistas.

A veces reviso recuerdos:


y siento mis rodillas que se raspan
y un paño de alivio.
Cuando escucho “Lança Perfume”,
cuando río en el espejo,
o pego lentejuelas,
vive el niño.

44
Poesía geométrica

Fernanda Laguna

Código
Lo he contado muchas veces,
todo bajo el número que no diré.
Cinco cifras y un corazón al final
que tiene una cara roja y la otra...

Tampoco lo diré.
Adivina...
¿De qué color es la otra cara del corazón?
Es fácil, muy fácil,
caliente...

Casi
Casi arruino la remera
–me pregunto–
¿por qué lo hice?

¿Por qué lo hice?


Me pregunto... Y si no ¿qué?
¡Qué!
Me preguntas ¿qué?
¿Qué quieres decir con qué?
No comprendo...
repite la pregunta,
amiga.

Querida mamá:
aunque esto parezca una carta
es una poesía.
Gracias y no tantas.
Cariños,
besos para papá
también.

45
Llevo una carta
¡A la casa de la Srta. Carranza! ¡Por favor!
Pavón 62, esq. Bejerman.
Mis dos calles amigas,
la esquina de mis sueños.

Tres poemas geométricos

N1
La dama antigua
era feliz
con su falda casi rozando el polvo
y
sus zapatos blancos
como dos linternas.

N2
La reina acostada en el pozo
con un velo que la protegía casi de los mosquitos
tocó la rosa quebrada
y se durmió.

N3
El color blanco
de la casa apagada.
Había una rosa sobre el mantel
metida dentro del pico de la tetera.
Roja, derretida por el calor del aire y del agua.
Pero la casa era blanca
y se sentía una frescura especial.

46
El círculo de más te quiero

Fernando Vallerstein

Todos los jueves juntos


No puedo ni quiero vivir sin vos
una tormenta atrayendo todos los deseos
y suena a frase hecha
pero ¿quién la hace?
nosotros dos acomodando el placard
mientras la humedad brota en sus paredes
en tanto hacemos el amor
bajo su lluvia de hongos
esperando el fin de semana
nos juramos amor eterno
y con los dientes apretados
me pregunto ¿qué es la eternidad?
una lágrima
y el remordimiento que causa la mentira.
Tengo que confesarte algo, amor,
me parece que algún día me voy a morir.

La belleza dueña de las sombras


El humo impide que la habitación se haga visible, una dulzona mueca opalina
vigila que las lenguas no se enfrenten. Los labios recién pintados formando
parte de los decorados en los que las flores violetas me recuerdan tu nombre.
Juana de Arco sueña con sus lágrimas apagando el fuego; yo con el fuego que
derrita mis ojos. (El) hecho consumado (Ella) yace consumida.

Todos los blancos nebulizados


Necesidad
de vos
de casa
con miedo
de mis bronquios
débiles
gotita a gotita
en el vidrio estampado

47
se esconde
el vapor
de la ducha
en mis bronquios
débiles
se reencarnan
en mí
los del pueblito
europeo
los amantes
de las pestes
de la bebida
blanca
síndrome hereditario
los amantes de blanco
con hospitales blancos
tuberculosos
siempre pulcros
lavamos los trapitos
en casa
necesito ver a papá
en la puerta del baño
bebiendo la condensación.

48
Manténgase fuera del alcance de los niños

Luisa Fernanda Lindo

Le duele el lugar recóndito


la boca que no emite sonido
su boca vacía, dispuesta, abierta
le duele ser mujer, cada veintiocho días
la marca impresa en rojo
su firma abstracta, coagulada
es de las que se contorsionan
y doblan en cuatro como
jugando a entrar en la valija
su verdadero deseo: desaparecer
sal, azúcar, cafeína: es una valija perdida
y lo que pierde mancha, deja
rastro, se le escapa entre las piernas
Gretel en el bosque, deja
miguitas de pan.

*
Me comí todas las uñas
esperando su llamado
y me dejé crecer el pelo
por si algún día pasaba
por mi casa, entonces
yo desde mi balcón
le tiraba mi trenza, y él
subía a rescatarme
de mi perversa madre
que me tenía en cautiverio
desde que había dejado de ser niña.
Lástima, que mamá viva
lejos, a 7000 km de distancia
y yo en una pensión en Almagro,
sin balcón y sin ventanas.

49
*
...entonces dejé mi cepillo
de cristal en su baño, y
salí corriendo a parar un taxi.
Se me cayeron todos los dientes,
nunca más supe de él.

*
Y me entregué, solo por miedo
a quedarme sola, conmigo
miedo a mí, no a la soledad
y desde entonces, estoy con él
no es que lo quiera, o no
pero sé, que no me hará daño
porque no es el lobo, y además
mi abuelita está muerta.

50
A-parición

Blanca Lema

Te amaré mil años


Ahí estaba...
La flor cansada de hospedarme
de recibirme tantas veces
en mi despistada desesperación.

La flor arqueada por las miradas


que posé sin piedad
dejando las pesadas imágenes
de un desconcertante esbozo de maltrato.

¿Qué podré hacer por ella?


Yo que he abusado de su belleza
de la misma manera en que he abusado
de mi propia transparencia.

Ruedan estrellas por encima del amanecer.


Ruedan veloces, asustadas...
como un estado del pensamiento
que teme ser descubierto
en su intrépida persistencia.

¡¿Cuándo, en qué momento?!


Ser, desobedecer.
Salir de los vértices.
Bésame.

No me dejes sola en esta habitación blanca


donde las flores se encierran a castigarnos
por nuestra arrogante inocencia.

Te amaré mil años.


Pero en la luz,
solo en la luz...

51
¿Recuerdas?
Si no fuera por el rictus de las flores
no existiría el tiempo.

Estrellas y Trotyl
¡Eeeeey!!! ¿Por qué me salvaste
si igual me morí?
Tanto esfuerzo
tanta pavada
e igual me morí.
Como la lata de Pepsi
después del derrumbe
igual me morí.
Como el empapelado
de bambis
después del silencio
igual me morí.
Me morí ayer
cuando explotó la palmera
y vació de música
el corazón de las cosas.
Y me moriré mañana
cuando te deje solo
atacado a mordiscos
por el televisor.
¡Ey! ¿Por qué me salvaste
si igual me morí?
Me morí igual que un millón
de africanos
que no querían morir.
Tanto amor, tanto fax
e igual prendí la luz y me fui.
Sin que nunca nadie
nos avisara nada
esto fue así:
sangre, piel, estrellas y ¡Trotyl!

52
Pastelitos

Dani Umpi

Bailarín
Es mentira pero
ahora me enamoré de un bailarín
que es un muro y un abismo
desafía las leyes de la naturaleza
exceptuando la de la gravedad
porque le encanta saltar y reventarse contra el piso
yo tenía un concepto muy limitado de esas
artes escénicas
para mí la danza contemporánea
era tres maricas y una hippie recuperada
que se revolcaban en el piso
al ritmo de la música de Amélie
o algo de eso
pero estaba equivocado
porque es mentira, aunque
él salta y queda suspendido en el aire
lleno de efectos especiales
va de acá para allá como un demente
y de repente para, cierra los ojos, cae
la gente se emociona
porque representa la muerte
la muerte irremediable del ser humano y el planeta
y todos aplauden y yo también, aunque sea de mentira
no entiendo nada de danza, de poesía, de la retórica del cuerpo
qué quiere decir cuando se agarra el codo como si hubiera perdido algo
y mira para todos lados preocupadísimo
lo único que puedo hacer es mirarle el culo
me levanto para saludarlo pero no ha terminado
¡he caído en la trampa de la danza contemporánea!
él sigue la función, revive, se arranca toda la ropa y gatea
¡es impresionante! ahora sí, termina y se va
me guiña un ojo como para que todos se den cuenta
de que está conmigo
me imagino cosas, cosas de mentira
después va hasta donde está la madre y le da un beso

53
me la presenta y yo la felicito por su hijo
porque es muy talentoso
ella me dice “y esto no es nada”
y yo le respondo
“no, señora, le aseguro que no”.

La sal
Deja
yo enjuago los vasos
guardo las ollas
cierro el pote de la sal
sirvo té de menta
cosas de maricones
no puedo decirte que te amo
no todavía
la revista es brillante y brilla en tus manos
es el esplendor de la semana
las últimas novedades brillan y te distraen
hago ruido a propósito
los platos se chocan
cae el salero
¿se rompió algo, mi amor?
no, mi amor, no se rompió nada
sigues tu lectura
sigo limpiando
la cocina, su cocina
¿me vengo a vivir con él?, ¿traigo mis cosas?
su computadora es mejor que la mía
ganaré en algo
estás muy callado, mi amor
lo escucho
te escucho como hacés pasar las hojas
rápidamente
solo mirás las fotos
ordeno los frascos de condimentos
tendré que decir alguna palabra amable
ser realista
avisar a mis padres
dormir con las medias puestas.

54
Referencia I

Dimitri

no evitaré otra sensación de raspado


entre axilas
no pensaré más de la cuenta lo juro
seré un cuerpo sostenido veloz, alto
me marcaré las líneas horizontales

entre telas flameará un hedor incierto


mis reliquias
innumerables descenderán por una espada
con un minuto que detiene inercia
el centro con irremediable soltura
la cadera suelta adosada
a los escalonados huesos
no importa no me importará
abrir la ventana y mantener el punto
fijo entre columnas
pero si me sobra espacio
podré reducir el riesgo
como un anillo turgente
detenido sobre las yemas
seré como un boomerang pasivo.

*
cruza la línea,
salta
repone fuerzas en un jadeo
en vaivén

medita con el pulgar


sobre la glotis, una tentación
mayúscula. Lo baja.
salta

el centro del estanque


es una larga hoja de hule

55
vence el primer miedo
se ensancha
y es como una alfombra voladora

ejerce una serie de contracciones


que evitan su irremediable
evolución

extiende una pierna, de nuevo,


¡salta! a una rama pelada
de un árbol que han cercado
para que no se escape

levita sobre papeles en sepia apoyados en el agua


salpica los costados, la letra
es tan gótica que perturba
la aparente concentración

en un conteo regresivo
balancea pero calza
las hormas gastadas, galopa

en un trotecito empuja y alcanza la punta.

56
Confituras amargas (cuentos para niños)

Peter Pank

Una vaina negra oculta


un fruto seco amargo
que se camufla entre los higos
las moras y los bombones de licor.
Espera a su víctima
única
a quien le reserva
su corazón envenenado.

*
Desamarrado.
Volátil.
Sin sostén.

Un juguete abandonado en el patio


a merced de los dientes del perro.

*
Marilyn:
(desciende del Porsche
en pleno atardecer hollywoodense.
El cielo es naranja y rojo.
Es el momento del beso final).
–It could be a great plan, but
I’m lost.

*
Calles
donde las alcantarillas abiertas
te absorben.
Alicia caída en un macabro teatro de
sombras.
Lo que no me pertenece.

57
La cápsula de Pandora.
En el otro.
Dentro de otro.

*
Se llamaba
Caperucita Roja
(como mi primera novia).
El feroz
Lobo Feroz
le susurra entre el oído y el cuello:

“Para humillarte mejor”.

Y el bosque se incendia
hasta convertirse en
un desierto.

*
“No creo en las hadas,
ya no creo más”.
Lo dije
y comenzaron a caer
secas
cubriendo la vereda de una hojarasca de
lentejuelas.
Árboles descamados.
Luces que se extinguen.

58
A la espera de que cosas maravillosas sucedan

Mariano Blatt

Juani
la forma en que está parado en la esquina, esperando.
Juani cuando da un paso al costado
para que el sol le siga dando.

Juani
el buzo blanco que tiene puesto, la capucha
la boca, los labios, la forma en que mira
la canción de la que se está acordando.

Que si Juani quiere, pueda volver


y todo esté ahí todavía. Que si se aburre de esperar
si considera que necesita volver
vuelva.

Si quiere tener novia, que la tenga.

La novia de Juani.
Juani apoyándola contra la pared.
La novia volviendo a su casa, llamando a su amiga.
Juani, con sus amigos, yendo a la cancha.
La duda que a veces tiene
pero no la puede contar
ni a la novia, ni a los amigos.
La duda que lo inquieta
de que todo puede terminar, y si quiere volver
no pueda.

Juani
la sensación que a veces tiene
de que no va a durar para siempre, de que en algún momento
ya no van a estar
algo se va a perder.

59
Juani
el miedo que tiene
la forma en que disfruta.

Que Juani no tenga que estar pensando


“esto se va a acabar”
cuando todavía no se haya acabado.

A la espera de que cosas maravillosas sucedan


Solo hoy los pájaros
regalan un vuelo especial:
planean en raras formas curvas
mientras la orquesta
hace su último ensayo.
El viento trae a mi balcón
como las notas que los músicos
ajustan en sus instrumentos.
Ahora
la orquesta suena en su esplendor
para ningún público
más que el monumento, los bosques
y el río,
algo más allá.

60
El zeide

Laura Lobov

Hay tanto azul acá


parece un mar
mucho más pequeño
que la tierra. Veo a mi abuelo
y su pincel, los ojos
casi cerrados; aparecen
esos puntos blancos que bailan
cuando la vista se queda
fija en al aire. Todo el silencio
está ahí, como las palabras
de quien habló mucho. Ahora
la ventana en mi cuarto,
inmensa, guarda
la canción
de su espacio.

*
El zeide, el zeide. Una forma
de uso exclusivo que esconde
un nombre largo, el perfume
francés de su casa y un estante
con ruido a seda. Pensaron
en los ahorros como
una herencia para el ocio
de hijos y nietos. No. El zeide
no dejó nada
de lo esperado. El zeide dejó
todos los paisajes.

*
Primero llegaron los techos,
cúpulas y los colores de un lugar
que no visité. La promesa
del viaje se quedó

61
en ese cielo. Ayer
la abuela vino sola,
los labios pintados y los dedos
llenos de anillos. Siempre linda,
la abuela y sus sacones, la abuela
y sus ojos
grises como un cuadro.

*
Busco en el lugar
más pequeño, el zeide
como un cuadrado más
dentro de un plano. Allí
nos perdemos hasta dejar
piedras y flores. Hoy
es domingo y la lluvia
baja suave sobre la abuela, vemos
las letras apenas grabadas.
Por primera vez
ella habla, le duele
lo blanco de este tiempo.

*
Con la primavera volvían, juntos
ordenaban regalos sobre la cama
hasta llegar a diez. Era
el número perfecto
en esas mañanas. En Ezeiza
yo imaginaba los juguetes
aún desconocidos que más tarde
se descubrían entre la ropa. Entonces
perdieron un bolso, el misterio
de lo que nunca llegó
todavía nos persigue.

62
Once

Fernanda Nicolini

Cosas que quedan


Familia feliz y un perro
se dispara la imagen y suena
una canción tan vieja
son los ochenta cuando veía
la ropa colgada de la soga
y pensaba que las casas
se hacían casas por la ropa

el día que desapareció la malla a flores


mamá dijo que los turistas
nos daban de comer

“pero también nos roban la calma”

me di cuenta:
cuando caminábamos abrazados
era de noche
siempre por avenidas amarillas
entre bares de gays y de viejos

a mí me gustaba.

Por qué somos tan correctos


Vos con camisa
o con camisa y pantalón y yo sin nada
sabés que voy a bajar en bata
para que el vecino del quiosco que abre
la persiana a la hora que soy víbora
me hable

“¿te lo cogerías?”

63
La fiesta
Alguna vez le pidió droga
así le dijo
quiero drogarme con vos
entra como la reina
de villa crespo
apuesta a sus piernas
para rastrear una piel que huela
igual durante el día
y reinventa su fe
en un orden:
de los ciento cincuenta
unos setenta deberían
enamorarse de ella

“no podés hacer una religión


de cada noche”.

Volante creativo
Es cuando cruza el cable
por debajo de la puerta
y pide que me agache
y pide que sostenga
entonces son sus manos
de obrero high class
y me cuenta qué es un volante
podés jugar con tres o cuatro
y se define
volante creativo.

64
Canción de cuna para el divorcio de Angelina y Billy Bob

Marina Mariasch

Esto está pasando ahora, justo antes


de la matanza de los pretendientes.
¿Te parece loco? Hay un agujero
en mi media naranja. Mi media
naranja tiene un agujero, ¿es ella, es
él? Máscara de cuero:
la religión tiene sus límites, pero esto
no –corazón. Amor es un franco…
Desconocido/ tirador/ sensible.

No todo esto es mentira: fuimos


a pasar el día a la quinta de los
Porro, con tarta de puerro y la frutilla y
las intuiciones que unen los triangu-Litos
de las chicas e inflan
los shorts abajo del agua.

Fuimos a comer un asado a lo de la


familia Calabozo, con el pasto
que pincha las terminaciones
nerviosas y los chicos
formando un sol con la melena, boca
abajo, abajo del agua.

Y todos esos masticables


con el ceño fruncido por el sol y la
teoría, y esos arrastrados en pañales,
lo que les espera. ¿Será esto
el comienzo de algo? Ya me
imaginaba el verano
pasado, todo lo mismo pero
cortajeado. El árbol del patio dándole
sombra a la casa y perpetrando despacio
sus tenues ataques oblicuos. Me aprieta
ahí y me hago pis. Amor es, francamente.

65
Yo soy una montaña y vos
Un volcán. Vos sos una montaña
Y yo un volcán.

Si levantara la cabeza
me daría un cabezazo contra el bloque
del pasado. Allá, al principio, estaba
la magia, las noches alrededor de la mesa
reuniendo los restos del día
tratando de hacer algo con eso. ¿No es
loco? Ahora viene cantando esa canción
de amor, valor, forma y función, heredero
de nada en especial, llenando la mente–La
PC–voy a esperar
nadie dijo que llegaría
temprano. Nadie dijo
que llegaría.

Bailamos.
Todo el trueno y el relámpago.
Todo lo que me alimenta se cocina
en el horno lento del amor.

Voy caminando por la calle a la noche…


Voy caminando por la calle a la noche…

Por la calle encuentro una caja con herramientas.


Clavos, alambre, lija, una maza.
Carecen de valor de mercado.
Parecen impregnadas de valor afectivo. Un asco.
Salvo hundir un par de clavos más allá
del revoque que separa la construcción
de la realidad, no me sirven
de mucho. Tal vez
alguien pueda algún día
arreglar algo con todo eso.

Cerca de la puerta de hierro, forjado


negro, por entre las sombras, lo vi,
deportivo, tocando una guitarra de huesos.
Me senté en el suelo sucio y lo miré pero cuando

66
me levanté ya se había ido, con sus extremos
con la música a otra parte.

Voy caminando por la calle a la noche


y en la comisaría de mis lóbulos frontales
titila un cartel que zumba y tiende
a desaparecer. Dice: Sentido.

No, en serio, yo sé
que soy una hiperbólica mal
pero te juro que esto es todo real.
No, no era cierto, no me tiene
que venir, es más, recién se me acaba
de ir. No, esta vez no es tan mentira.
Aunque, en fin, no hay uno solo de nosotros
que no sufra. La felicidad quiere
ser legítima.

La felicidad fulgura como una idea nueva.


La felicidad es una imagen
que se construye en el presente
con materiales del pasado, sí, pero
al pasado solo se lo puede retener
como una imagen que relampaguea.

Nací en el 73 y tengo 200 años


tengo 15 y las partes duras
como la bota de un sargento.
Tengo 20, manifestaciones
enérgicas y mucho amor para dar.
Tengo 30, el consuelo
de la filosofía y ningún
amor para dar.

Y ahora es así: caminamos


por la calle a la noche y sentimos
las narices escarchadas, la rigidez
de los hoyuelos, las puntas
estiradas, queriendo
llegar a algo.

67
Hace calor –adentro y afuera–
es un horno, el horno lento
en el que se cocina todo
lo que me alimenta.

68
Chucherías

Noelia Rivero

Sylvia
Qué linda que es
tengo cada expresión de su cara
la puedo dibujar si quisiera
guardarla en un cuaderno
no está lejos ni cerca
está conmigo en esta foto
en la que nunca estuvimos juntas
qué linda
me hubiese gustado conocerte
sin embargo es tu foto
y tu condición de muerta
lo que me atrae
tu mirada de estar viva
fija frente a esa cámara
permanente
como tu muerte
y nuestro absoluto desconocimiento
podrías haber sido
¿mi tía?
¿una hermana?
¿la vecina con la que cambiara libros?
¿con la que me hubiese sentido
menos lejos del mundo?
¿hubiéramos llegado a ser íntimas?
¿terribles enemigas?
te hubiera dicho un día:
“esto es absurdo e inexplicable”
me hubieses mostrado tu pecho
diciendo: “esto es absurdo e inexplicable”
no sé
me pregunto si en tu poco tiempo
hubo alguna diferencia notable
si el destino te ordenaba a los gritos
si la alegría se sentía deprisa casi
quemando sobre las manos

69
si la noche
y el verano
y los inviernos
tenían esa especial dulzura y unicidad
que figura en los poemas
o si el poco tiempo es como el mucho tiempo
y es lo mismo no saber
qué extrañar o qué escribir.

Marina
¿Sentiste como yo
que hablábamos, Marina?
¿Sentiste que los ojos fueron
más redondos
más negros?
¿Sentiste la dicha
de no pronunciar palabras
de escuchar un aleteo
un fino deslizamiento de perlas
de chucherías luminosas?
¿Sentiste como yo
que nunca fue mejor expresada
la alegría común
de un día común?
¿Que la música y los demás
nos causaban risa
que los ojos fueron
más redondos
más negros?

70
Canciones incómodas

Andi Nachon

Beso: para vos dios entregó piedra y giro


Horas imposibles panza arriba
pedís helado y siesteás
acovachando su cuello. Toda la noche rock y fiesta
todo el día. A pata suelta, pequeña zahorí
sí sabés: 10 segundos dura esto y –con suerte
acaba en un bostezo.

Movimiento ocular aleatorio: al perder mi religión


–Me gusta el cilantro
a mi cuerpo no –esa clase de saber para vos
que buscaste –quisiste– tanta cosa y esta tarde
pastás plácida al sol. Una manzana mientras marzo
instala su bendición
del cilantro textura, perfume alimonado, aunque tu cuerpo
le diga no. Intensidad y ciertas formas
pasajeras de evidencia
retobada por ahí buscabas: ahora banderas rojas –arco iris
para que el día a día intente
posibilidad para todos
incluso para vos. Plácidamente al sol
este marzo pastando aquí su bendición y en sus entrañas vas
atenta a tu cuerpo y al cuerpo
de algo más. Dijiste mucho
sin decir suficiente cuando esta tarde
del ansia postularás: que la noche traiga abrigo
y llegues vos a ver la gracia
tras las hojas del cilantro, en la piel de la manzana.

Juventudes sónicas: golpes de sol


“Aunque sea alguien” sostenías al pasar igual que se pasan
ciertas formas breves del amor o postres
demasiado dulces en la sobremesa. Alguien
implicando otro y un giro

71
distinto del scalextric, básicamente algo
diferente a vos. Aunque sea otros entonces
dijiste con palmas abiertas ante ese borde
cuando esta tarde se vuelca plena
sobre la noche. Ninguna maravilla, cobijo y explosiones
transitorias de la dicha: obsequios dados en el paso
de baile hacia otro lado. Entonces te veo ahí
tramás mapas estelares y guías
nos acompañen un rato a través del paraje
de esta tarde hacia otra noche. Jacarandás en flor
lluvia violácea con constancia, recuerdo es todo esto
que brilla en lo oscuro –papel del alfajor
lucecitas navideñas de febrero– eso todo puente
y otras curvas del scalextric. Alguien aunque sea
volcarte así hacia afuera. Así.

72
Kodak

María Teresa Andruetto

Las amigas de mi abuela


Íbamos a verlas
los días de los muertos,
cuando la muerte no dolía.
Mi madre (que era hermosa y usaba
tacos altos) nos llevaba de la mano,
se pintaba la boca. Hablaban piamontés,
la palabra cerrada en la garganta a gritos.
Nos ponían vestiditos blancos de piqué
y volvíamos con olor a gladiolos,
a margaritas. Tenían una casa oscura
las amigas de mi abuela, y el tamaño
de un hombre. Ellos en cambio
eran flacos, frágiles como niñas:
se llamaban Geppo,Vigü,
Gennio, Chiquinot.

Desnuda en la tienda
“No era coqueta / era fuerte”.
June Jordan

Necesito ropa, dijiste. Una blusa


alegre, de color subido. Y fuimos
a la tienda. La chica que nos llevó
a los vestidores se llamaba Tula.
Te queda rico, dijo, te queda de novela.
Nos metimos las dos en esa caja,
entrábamos apenas.

Como no había asientos ni percheros


te ofrecí mis brazos.

Te sacaste el vestido, la campera,


te sacaste la blusa, las hombreras,
te sacaste el turbante, la remera,
te sacaste el corpiño, la bolsita de mijo,

73
te miraste al espejo y me miraste
y yo vi tu pecho crudo, las costillas
al aire, y después tu corazón
como una piedra, fuerte y fatal
como una piedra.

Visita
Hoy vino mi madre a visitarme
y caminamos las dos por estas calles.
Hablamos de mi hermano,
de los hijos, de las chicas del sur,
de mi cuñado. Otra vez yo critiqué
al gobierno y ella dijo otra vez
“¡Es un país tan grande!”. No quiere
que me queje: “¡Este país generoso
recibió a tu padre!” y rodamos las dos
hacia una zona de tristeza, en silencio,
hasta que se detiene y dice: “Ayer
hice dulce de duraznos” y yo digo
que hablaron de mi libro
en el diario.

Carta
En la feria, cuando elegía alcauciles
(estaban algo oscuros), un muchacho
que no tenía más de trece años (lo vi
correr, por La Cañada, hacia El Pocito),
me arrancó la cartera (quedaron
las tiras colgando).

¿Tenía dinero, señora?

Nadie preguntó por tu carta


(yo la llevaba conmigo,
tu última carta,
doblada en cuatro).

Era solo un papel y ese muchacho


lo habrá tirado al agua.

74
Revelados

Mirta Rosenberg

Estabas sentada a la mesa de la cocina


diciéndome esto y aquello
sobre la preparación de la comida.
Tenías la mirada seria
pero divertida de quien transmite
secretos irrisorios y definitivos,
como la cantidad de perejil en la simetría
que pedías de las albóndigas, y en el medio
“tu padre era muy ordenado” –intercalabas–,
o “si quisieras podrías ser bella”.
Y tu mano aleteaba, y tus párpados batían
–levemente como un pequeño pájaro precioso
que el aire sostiene por galantería.

*
Soñé que me decías
tengo miedo del domingo 24,
–en agosto, el día que moriste–
y me desperté agostada. Nunca te lo dije,
pensando en ese día como en
tu nuevo cumpleaños. Estoy triste,
ahora, cuando me acuerdo de un vestido rojo
que llevabas hace mucho, el día de tu cumpleaños
en pleno febrero, de tu pelea con mi padre
–estabas hermosa con el vestido rojo–
y de tu disgusto porque me subió la fiebre.

*
Cuando íbamos al mar de vacaciones
–yo era chica, pero ya sabía nadar–
te miraba tomar sol desde la orilla
hasta que me sumergía a saltar las olas
o pasarlas por abajo, y el mar se sacudía
de acá para allá, y tenía que cerrar los ojos
por el agua salada y la arena y los guijarros

75
que trae el Atlántico, violento en estas costas.
Cuando volvía a abrirlos te buscaba y si estabas
en la playa, en el mismo lugar, me sentía feliz
de que el océano no te hubiera arrebatado,
y te saludaba con la mano.

*
Mi padre era el mundo y él
nos enseñaba todo: a nadar,
conducir, andar en bicicleta,
bailar y hasta disparar armas
de fuego. Yo no creía que el mundo
fuera eso, porque mientras tanto
nos mirabas dulcemente como quien dice
es verdad y qué innecesaria.

*
El mundo, a esta altura, se parece
a un conflicto entre las madres
y las hijas. Nosotras, las dos,
sabíamos lo que había que unir
para que la planta creciera,
y si nos equivocábamos toda culpa
era entre nosotras. Sin embargo,
mutaban con acierto los retoños de las plantas,
y lo que sé del mundo cambiaba,
sin otra autoridad.

*
Cuarentaicinco años vivimos juntas
–una buena parte de tu vida y de la mía–,
y en ese tiempo fuiste casada, separada
y viuda. Soltera, antes. No sé qué preferirías
de tu amplia performance, pero había cierta
comprensión en nuestra mutua compañía,
la transmisión de cosas confusas y sencillas,
secretos de cocina a medias y cierta gracia tuya
cuando yo me iba, y que no aprendí.

76
Los pájaros

Paula Jiménez

Yo miro todo
guardando los fragmentos
del pasto que flamea y que se seca
cuando viene el otoño,
crespones de yuyos y pájaros
detrás de mi ventana.
Ellos siempre de paso
mueven la cola inquietos por la brisa.
No pesa un pajarito entre mis manos,
cabe, tensa sus alas
ansioso de escapar y no descansa.
Abro los dedos como si una flor
resignara su centro a las abejas,
inútil retención si la inquietud
ordena desplegarse.
Otra vez en el aire
se aparta de mi vista, lo confundo
con el resto de las aves que en bandada
atraviesan el cielo.
Van a favor del viento, no se oponen
la liviandad de sus cuerpos
llega lejos.

*
Vinimos
para remar a favor de la corriente,
sin embargo hay una agitación
en lo pasible de los días y las noches,
el variar de los climas, las estrellas
que titilan o se esconden.
No es todo igual,
ninguna noche se parece a la siguiente
y en todas siempre el sueño y el insomnio.
Como si hubiera paz en lo que se repite,
un movimiento sísmico, una pausa

77
y la vuelta del temblor.
Ya sé, no me lo digas
no puede mi intención
cambiar el devenir, lo sucedido.
Amenaza el azar, y la esperanza
repone la ilusión de un orden personal.
La casa es sacudida
por algo imperceptible y cuando extraño
tu voz, miro los árboles
quietos en su sitio.
Si vivo acá es por eso,
no tengo más razón que el verde idéntico,
los pájaros, el paso de los hombres
que van a trabajar y los que vuelven,
el ruido de los autos, los partidos de fútbol.
Toda la impermanencia se compensa
con esta especie de ritual, mirar
por la ventana y ver lo mismo.
Que sean, dice, las noches
y los días.
Y es esto el regocijo, descansar
donde mi corazón no lo imagina.

78
Poemas

Diana Bellessi

Encuentro en El Alba
¿Será que estoy muerto y no me lo cuentan?
dijo tocándose como si fuera
un niño las grandes orejas tan tierno
que daban ganas de darle un abrazo
para seguir con el cuento diciéndole
sí, es el pasaje a un círculo ignoto
y Dante no lo tuvo previsto, ¿ves?
el último rojo en sombra del río
y el otro naciente en esas magnolias
y es más, el rojo de los manzanitos
llamados también cerezos de oriente,
tan inflamado el invierno anochece
en islas de un trópico que su agosto
helado tiene, paraíso al sur
donde vos decís de pronto ¿será
que estoy muerto y no se dan siquiera
cuenta? o acaso querías decir
¿estamos muertos que hay tanta belleza?
o más bien, ¿me hablan a mí dulcemente
o al muerto? y al fin: ¿me ven? ¿alguien me quiere?
y así se da vuelta la rueda también.

La pequeña ventaja
“¿Un descanso?”, me dice Enzo al verme
sentada en un muelle al anochecer
y yo respondo señalándolo y él
tras un silencio agrega: “Es hermoso”,

todos nos parecemos tanto, oculto


en el fondo un rasgo y a la primera
oportunidad, si el otro sin pudor
lo muestra ahí logramos enunciarlo,

y así se ve el alma luminosa


del mundo que un poco le gana siempre

79
a la sombra, por eso seguimos vivos,
por la pequeña ventaja que a veces

se ensancha y otras adelgaza, pasar


la sombra también, el desierto propio
claro, transmitirlo si pudiéramos
guardando aquella mínima ventaja

de la dicha en montonera y más aún


de la dicha a solas que únicamente
otro te refrenda, como Enzo hoy
diciéndome: “Es hermoso”.

La furia
Salta en arco y se apoya en sus patas traseras
y vuelve a saltar se abalanza en el aire y ladra
de un extremo al otro como si no tocara
el suelo como si fuera el envión del salto
la verdadera gravedad del cuerpo flaco
con las costillas marcadas por la soledad
y por el hambre que hacen de su fiereza
hermosura intocable no obstante cada día
me quede ahí y le hable porque tirarle un hueso
parece sucia traición antes del amanse

de entendernos así nomás sin que haya premio


ni migaja mediante que apague su furia
destinada al mundo por esta encerrona
violenta de ser guardián en casa vacía
cuidando nada que valga la pena, fuera
de amor, sí, el salto seguro alcanzaría
el cielo y eso es lo que busco lo que quiero
amansándome a su lado con santa paciencia
para honrarlo en lo mejor del perro humano.

80
Los que van a morir

Gabriela Franco

los que van a morir


dejan fotos
libros
alianzas de bodas

entre cajas y hermanos


la memoria de uno
no es mejor que el silencio
y quien tira guarda
su trascendencia

los que vamos a morir


más tarde
revolvemos el mundo
y hacemos del peso y de lo leve
una filosofía de casa

el actor sabe del instante de la escena


el cronista distingue la historia entre los bártulos

¿qué rescata el astrónomo


de las piedras de la casa de su infancia?
¿de qué prescinde el artesano?
¿acaso busca el alcohólico
la copa del olvido?

nadie reza
pero dan ganas
con tanto rosario y estampita
por el aire al primer viento
que uno respira y
creyente o no
se deja arrastrar por el deseo
¿estás ahí?

81
los padres se fueron
y no hay religión sino
la intimidad fraterna
la comunión del silencio

*
asida al vaivén asiste
al encuentro de las aguas
y agita sábanas vacías

lava el cuerpo
del recién venido
y el de los muertos
desempolva retratos
construye galerías
cristales
copas y raíces de los árboles
familias

la mujer da paso a la llegada de los niños


amortigua la partida de este mundo

la mujer es una puerta

*
de las muertes que vienen
elijo no nombrarte
no decirte adiós
no soltar la mano
las palabras

de las muertes elijo


no la de tus ojos
no mis ojos en la muerte
digo no vendrá

82
Peregrina

Natalia Fortuny

vamos peregrina
descansá tu cabeza
si vas a la película
al cine
mirás la tela iluminada
que se mueve con el viento
ves las partículas
vuelan en el chorro
luminoso donde nace
semilla de imagen
va a fecundar tu cabecita
hasta que duela el cuello
por la postura
salís a la calle cambiada
no renovada o refrescada
cambiada para siempre
con un extraño sentido táctil
de las suturas
y una risa que no desagrada
no de hollywood
una de esas que marean.

*
algo del pan duro el mismo verde
se cuela en la papa cruda
que aparece entre las fritas
un verde de criptón
cyan amarillo magenta los contiene todos
una esquina espléndida en cualquier parte
una esquina de papa verdecida
sobre el pancho que come ese
detrás de una vidriera
lo mece
un sol más horno que en verano.

83
*
cómo es que vamos
por la casa
a oscuras
la única linterna
tiene brillitos
de fibra es rosa
causa risa
parece un corazón deshilachado
al caminar
dibuja todas formas
en el aire.

*
en medio de la fiesta
o algarabía trasnochada
abrir los paquetes
las cintas del amor con brillantinas
lo elegido
hay de todo y más
a lo que llamo
el regreso de helga
se produjo a medianoche
volvía desde otros mundos temporales
desde una mano pequeñísima que entra dos veces
en la mía
aunque no cambié tanto
ahora
ella está grande: tiene pechos
y en la bañera
intenta nadar hacia alemania.

84
El regreso

Claudia Masin

El regreso
¿Qué trae el padre de su largo recorrido por los campos
amplios y planos como pasillos de hospitales donde él,
médico viejo y cansado, pasea su mirada pacífica, experta,
sobre todas las cosas del mundo como si fueran suyas,
las hubiera tenido en la mano tanto tiempo
que conociera sus exactas concavidades y accidentes?
No hay nada nuevo para él, ¿pero y nosotros?
¿Preguntándonos el cómo y el porqué, desasidos como estrellas fugaces
de la generosa custodia del cielo, nosotros cómo hacemos
para mirar las cosas sin angustia, sin que nos sobre o nos falte
siempre algo: una medida quizás, cuya ausencia hace imposible
caminar sin tropezarse a cada paso?
¿Qué mirada flechó de la muerte en sus ojos, qué amor
hizo descender sobre él para después dejarlo ir,
pájaro rapaz que de un momento a otro se volvió compasivo
y desechó los restos que le eran ofrecidos,
con la magnanimidad de quien ya fue llenado, está completo?
¿Pero y nosotros, a quienes esos restos cubrirían los huesos?
No podemos pedir, ya está perdido
lo que quedaba, lo que había de más.
¿Madre, por qué no dejarme salir a los caminos, entonces?
Si no hay nada que él traiga en los brazos, ¿por qué no dejarme
ir yo misma a buscar, si ese regalo que él esconde
cuidadosamente bajo la cama es una caja vacía?
¿Qué va a ser de nosotros ahora,
si es y siempre fue mentira que de los baúles sacaba
objetos maravillosos, que podía enseñarte a pescar peces
de aletas brillantes como una moneda al sol? ¿Si es mentira también
que con solo raspar un carboncito contra su pecho creaba el fuego
que iluminaba la superficie curva de la tierra, la geometría perfecta de la casa,
o que a nuestros cuerpos pequeños, con solo mirarlos,
los volvía exuberantes como si fueran plantas parásitas colmadas
por la savia de otra planta? Dame la libertad, entonces
soltame esta atadura que no ata a nada,
que yo de todos modos ya lo sé: hay un cielo

85
como hay una tierra, hay un desorden que, extrañamente, nos cuida,
hay quien desata la peste y a veces hay cura, hay mañanas
donde vamos a ser niños una vez, una vez sola, para poder
ir tomados de la mano de él, de él que es esa tela secándose al sol
los días de buen clima, ropa dejada por un muerto, no me mientas,
no hubo padre ni habrá.

Las estrellas
En las raras ocasiones en que mi padre y yo coincidíamos, solos, en la casa,
nos quedábamos callados como si estuviéramos dentro
de una cápsula espacial en medio de las estrellas, y el tiempo estuviera
marcado por los flujos monótonos del cuerpo, atento tan solo a incorporar
lo que falta, expulsar lo que sobra, evitar el hambre, el frío
y la muerte. Dos niños desatados de la madre, deshilándose,
sin poder tocarse ni verse.

La lluvia
No hay nada que puedas hacer.
Estás quieta y expectante como quien, desde adentro
de la casa de chapa y madera, escucha caer la lluvia
y el crujido, tímido al principio, soberbio más tarde, de las tablas
que se sueltan una a una, que finalmente se deshacen. Pero la casa
conserva la actitud de una vieja dama que intenta
recogerse las faldas para cruzar un círculo de arenas movedizas,
como si el pudor fuera la única cosa que el pasado se lleva consigo
al derrumbarse bajo el peso de fuerzas que no ama
ni comprende.

86
Noctámbula

Ana Verónica Suárez

Tu mano dice
te protejo
te sostengo
en espacios
que llevan tu nombre

una caricia
un arrebato
solo el instante
los separa
solo el tiempo
ausente de sí mismo.

*
Los mensajes
crípticos
no me pertenecen
se diluyen
en el cielo.

Sin embargo
giro mi cabeza
y encuentro que
el alma es leve,
muy leve,

casi silencio.

Quien remite
Si te elijo
para una carta
que aún no está escrita

dirás

87
que no es mía
que el destino
cambió el número
que tu nombre
propio
ya no se pronuncia.

Sollozo vecino
Como canción
los gritos
lamentos
entonan
una vez más

las súplicas
sollozos

todo gemir
los aúna

y uno cree
que después
ya no existe
y después

vuelve a inventarse.

88
Cauchito de mis amores

Jorgelina Arena

Cauchito de mil amores


se engaña con las artimañas del
líquido
lechoso
pegajoso
¡Goodyear!
aglutinante
gomoso
voyeur
total el cuerpo cubierto de
polímero de isopreno

sabor a chicle globo se enreda


esto es una carnal apología del látex

la
tex
la
tex
la
t

esposados al respaldo de la cama


por un bazooka
¿de frutilla?
¡mmmmmmmmmmmmmmmmm!
de frutilla

¡Leeme el horóscopo!

“marzo 21-abril 20
en el amor
confíe en su instinto
DATO CLAVE: no coma chicle globo”

¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

89
caucho
cauchito de mis amores
que carboniza la piel
en una posible vorágine de Eustasio Rivera

desenredate
desenredame
STOP
así no vamos a ningún lado.

90
Cosmorama

Alejandro Méndez

Père Lachaise
El otro mundo
no es Père Lachaise
ni los castaños
en la fiesta
de los jardines parisinos.

Abejas y pájaros,
sepulturas célebres.
Si la visita virtual
provee
la ubicua tumba

–en carmín latiendo–

el azar no escatima
encuentros inesperados:

Merleau Ponty

extraviado
en esta urbe
reincidente

florece

entre ramilletes de turistas


que imaginan
epitafios ejemplares,
testamentos
y últimos deseos.

Disney
La campeona de ajedrez
camina por el hotel

91
masticando aros de cebolla
en su brillante cajita naranja.

Esto no le impide el análisis


de la defensa siciliana
(peones entregados al fragor
de la pequeña ilusión).

Tampoco olvida los senderos


invisibles de la casa del Pato Donald,
ni la filiación errática
de sus sobrinos pródigos.

Admira la exacta proporción,


los sueños a escala
en el sendero supersónico
de la saga familiar.

La campeona de ajedrez
no sabe dónde pisar,
hipnotizada por la retama
ultra amarilla de la Florida.

Suspendida del sueño,


abolida en vuelo libre
desde el balcón,

cae sonámbula

inexpugnable en el
más allá.

92
A un artista rural

Francisco Garamona

La biblioteca
Esa tarde que caminamos
rumbo a la biblioteca
y por la explanada de cemento
un pájaro nos quería picotear en la cabeza.
Con sus alas cada vez más tensas
vibrando como una banda elástica.
Porque a través del pánico
o por elevaciones de montañitas verdes,
se nos aparecía comiendo unas semillas,
formas de extrañación.
–¿Pero qué quería decir en ese ir
y venir que eran paréntesis
de una profundidad sin simetría?
¿Que lo alimentaban siempre cuando era un polluelo?
–Era una preparación, claro…
Íbamos a la biblioteca que estaba cerrada
y nos decía más sola: ¿para qué?

Literatura de nieve
Metiste las manos entre las piedras
buscando la misma nieve que ahora filtra
la luz solar, los mismos pastos doblados,
el silbido de un chico de pelo colorado
con pecas en los ojos, agitando su brazo
afantasmado sobre el borde de un ropero.
El pulóver beige del obrero está sobre la mesa.
La pollera a cuadros de una hermana
flamea entre las ramas del pino.
Cuando entraste a la chacra, después de admirar
las construcciones adyacentes dispersas por ahí,
fuiste corriendo a rellenar un botellón de agua
con que daban de tomar a un perro viejo…
Había ideas que volvían a imponerse de una manera nueva,
mientras caminabas rumbo a un arco iris de plata,
para desenterrar tesoros y olvidar viejos traumas.

93
A un artista rural
Ahora comienza a trepar por plantas muy cargadas.
Por la camisa raída asoman los pechos de la muchacha.
Unos sauces parpadean en torno al río
entre dos silabeos de profundidad.
–¡Hola! –dijo el pájaro carpintero
que trabajó para vos unas semanas.
Él juntó las semillas y rasgó la bolsa
del viejo sembrador para comer directamente desde ahí.
Llamaste a tu madre dormida en los pastos
y tu padre brilló como un diamante.
Había un espacio menor, dos conos
como pozos de la tierra y un camino que seguía
hasta perderse entre las ramas podridas de un barranco.
¿Viste soldados con quepis colorados
ocultándose en las plantas?
Ellos se continúan en las hojas y vuelven
para hablarte al oído en un silbo rural, monótono…
Ayer tuviste una enfermedad que varió la apariencia
de tu rostro y cuando te miraste en el espejo,
creíste que empezabas a cambiar otra vez.
¿Pensaste en esos mendigos que dormían
en el pórtico de plomo de una casa encantada?
Ayer los seguiste mientras iban por la quinta,
con los bolsillos repletos de avellanas…
Dejá que la botella se termine,
que se esfume la corona de hojas secas
del pensamiento. Ahora los perros
se llevan tu voz, dentro de un galpón
destartalado, con los techos derruidos
y la estructura de ladrillos que se muestra.

94
Tigresa

Diego Carballar

El poema Tigresa
La mórbida TIGRESA (Acuña)
estira el cuello y bebe la luz
del estadio que es poca y no puede ver bien
el mismo animal parece
en la mano izquierda de la otra mujer, también que pelea
que es una herida por la UÑA de la tigresa, la desgarra
la contrincante y el vidrio, a ver
ay, el golpe como el instrumento
bien puntuado que queda, la armonía
pic, el cuero vibrando, la madera en resonancia
las pestañas del tigre (esa mujer)
cebadas, pájaros
en picada, las manos
en simetría
deliciosa, son dos
tienen lugar en el circo
hay en el puño que ya no golpea, lo que queda
la sonoridad
tin
la desvanecente musicali
dad
el golpe
bailarinas no van a ser
inmortales, tigresa cuna del porrazo la duerme
a la combativa enfrente, que
cae con una especie
de sonrisa feroz, en
la boca hilito, una
fina sangre bebe la luz
ay, en el golpe de quien bebe la luz
del estadio, la terrible de la tigresa tan
deli
ciosa
cada vibración del golpe antes de que el puño vuelva
a abrir el surco y los
dedos a buscar la detención del aire.

95
La fiesta
Una nueva chica es recibida por Amor
al jardín de la fertilidad, ya viene
NUEVA, única y especial
en la galaxia de las paquitas
dos chicas de quince bailan reguetón
vestidas de princesas en una película
de david lynch, hadas de cotillón
porno-suave
en los ¡FLASH! aparecen las mesas
con rosas blancas, esbeltas
recortadas en las vértebras de las mujeres
de vestidos abiertos en la espalda
XuXa resuena trans-tropical
es un trueno o siete millones de puertas
cerrándose en una torre de departamentos de san pablo
una profecía que se cumple, y acalorada
toca el río de la avenida con sangre blanca
la luna es un parque de diversiones
o tetas y conejitos
papá le canta a la Enamorada que le vendió
el cotillón y los látigos
mañana con la lluvia
habrá una picazón de moskitos prendidos
una plaga de amores sanguíneos.

96
La camioneta destartalada

Osvaldo Bossi

“En el recuerdo, la infancia


es una cosa desprolija”.
Sandro Penna

La camioneta brilla en la oscuridad


y tu delgado cuerpo brilla lo mismo
adentro de ella
como un sol de noche.
Ningún rastro más.
Solo nosotros dos, abriendo la puerta y entrando
a no sabemos qué.
El amor no, todavía. O sí.
Prefiero que sea amor lo que nos damos,
lo que nos dimos aquella noche, uno
junto al otro, encima del otro.

*
De todos los sitios
en los que estuvimos juntos, elijo este.
Tocándonos, olfateándonos el cuello, las axilas, los hombros.
En realidad, lo elegiste vos
con esa manera exacta de preparar el instante, calibrarlo
y hacerlo estallar.
Desde entonces, otro cielo se abre en la penumbra
de aquella cabina, con sus bengalas,
su lluvia de meteoritos. Y por momentos
no sé si estás ahí, entre esos fogonazos que se expanden, irradian
su agonía estelar
...o en mí, o en otra parte.

*
No puede haber un invento más supremo
que un parabrisas (al menos
en algunas noches).
No deja entrar al viento
que silba y rebota contra la arboleda.

97
Solo tu aliento fulge y se arremolina
adentro de esa pequeña casa.
Por momentos, parece que me quitaras el aire o me lo entregaras
a cuentagotas. Suspendido, como una tormenta.
Otras veces, me mareo un poco
y comparo mi situación
con la noche de los astronautas, sus hermosas escafandras
y el niquelado tubo de oxígeno: uno al lado del otro,
adentro de ese frasco, horas y días.

*
Hace mucho calor y por eso (él me dice)
sería mejor si nos quitásemos
la remera.
Para zambullirnos, supongo
y nadar un rato
adentro de esas aguas termales.
El vapor que sube desde abajo
nos traspasa y se condensa a lo largo del techo
combado, que aprisiona la camioneta.
Nado con regocijo, en la oscuridad.
Los anteojos convertidos, de golpe, en auténticas antiparras.
Las ventanillas atascadas, empañadas
por el rocío. Y al fondo
de toda esa espesa maraña, la boca de mi amigo
abriéndose y cerrándose
como un volcán en ebullición.

*
Pasan los años
y la estanciera de tu padre, rotosa y
maloliente, sigue allí.
Sin ninguna colaboración, ella sola, atraviesa el tiempo,
encima de una alfombra voladora.
Aunque en el sitio hayan edificado
una casa muy amplia, de tres plantas,
con sus balcones a la calle.
Sigue allí.
Como una lámpara en el fondo del mar.

98
La hiedra de la constancia

Carlos Battilana

Por mí,
o por vos, o por
la clemencia que el tiempo otorga
esa perfección
se ha vuelto costumbre,
descanso en la sombra,
tranquilidad
de estos muros
verdes y transparentes.
Vicio horroroso,
los días prometen algo
de lo que no estamos seguros.

*
Para no decir
que esto
es esto otro,
para no usar palabras
que los escribas cansados
se permiten
sin acertar,
retomo aquella huella,
este minúsculo aire
que el bosque
con su razón
reclama. Voces,
ruina cuyo origen
no es un hecho
sino la hiedra preciosa de la
Constancia.

*
Sabe que el aire
reúne lo que del parque

99
queda. Hojas, ramas, plantas
minúsculas.
Con tinta
indeleble
dibuja una línea
que sus ojos
no ven. Traza, fija,
recoge. En un costado
oculta
con cierto equilibrio
acontecimientos pequeños; su nombre
resiste apenas, sueña
con las voces que la infancia
ha perdido. Traza.

El cielo
Mi hijo está allí.
El cuarto le pertenece
y yo
no hago
más que atrasar
el temor. En este lugar
donde los hechos avanzan
donde la casa
parece
una tundra llena de voces
¿dónde reposa el ruiseñor?
¿en qué modelo
basa su canto
el triste? Con los dedos fijos
escribo esta letra
aquella otra, esta
de más acá. A través de un agua sin
sabor
el hilo de la costumbre abrasa
y me recibe
en su cielo.

100
A 120

Gael Policano Rossi

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


seco el vientre de la llanura
ubico larga esta ruta
extendida y solitaria
punto recta que a lo lejos
reflejado el suelo sobre el cielo

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


sospecho una curva me aferro al volante
veo vibrando entre baches
los girasoles que se miran entre sí

ronroneo a 120 y miro líneas


pasar de golpe,
en golpe, la rueda,
torpe ladea, maniobra, justa,
corregir, a golpes, cada,
corcoveo

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


descanso la vista mirándome al espejo
radioaficionados me comentan el clima
en mi onda corta mi alta frecuencia
la noticia de un vuelco en cultralcó
me mantiene despierto hasta chubut

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


un ojo que me llora
húmeda la palma, la nuca seca
un zumbido en la boca
y el cartel promete
descanso a 200 metros

la ropa pegada al cuerpo


pelos en la nariz o en la boca
acomodo el espejo manchado

101
el parabrisas se tapiza
o la rueda como molino
enorme la ruta llena de
brea es el camino
pero siempre se desprende
el paisaje como una bolsa

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


subiendo y bajando las luces
muecas de sombras entre matas y cuevas
atestada de botellas y cadenitas
una virgen cruza la ruta
mirando hacia ambos lados

ronroneo a 120 y miro líneas pasar


el pinito hipnotiza el ambiente
con llovizna no dudo
una noche a este ritmo
de caricias del asfalto
un cabeceo entre los pedales
y me veo a mí
encandilado por las luces altas
de un auto manejado por una liebre.

102
Por si acaso

Jimena Repetto

Por si acaso
quisiera decirte
que un tiempo atrás
yo no sabía
ni de poemas ni de palabras
y todo era un mito
como la niebla o la luz
en la primera mañana.

Andaba pateando latitas,


desafiando esquinas,
escondiéndome en salas oscuras
donde el mundo
se había vuelto proyecciones
de otro mundo
en el que no existían las escuelas
ni los hombres
ni la añoranza.

Le dije a ese tiempo


que se fuera a ver si llovía
que me dejara tranquila
mientras me ataba grillos
en el cuello
para que me dieran música
mientras descubría la noche
para que me diera danza.

Yo quisiera decirte
que antes del primer llanto
siempre hay un silencio
y al nacer callada
el grito tajea la existencia
como las palabras
tejen las alianzas.

103
Te dije un día
que no era damita
de volados ni de poses
que cada tanto se me escapa
un chirrido insoportable
que en las flores saca escarchas

pero otras veces,


como esas noches,
me crecen las arrugas primigenias
como si pudiera hacer brotar entre mis dedos
las olas de todos los ríos
los cantos de todos los mares.

Ayer me hice la valiente


y me tragué un carretel dorado
te dije que no era Ariadna
por no decirte
que está adentro el laberinto
aunque esté afuera
el Minotauro.

104
dingdong

Sol Echevarría

se escucha por el otro lado


del teléfono
como un murmullo metálico,
una voz a la distancia
de manera sincronizada
se mueven las piernas
sobresalen
por el costado del apoyabrazos
y se entretienen

minutos más tarde


emerge una respiración rítmica
que antes de terminar pasa
nuevamente al silencio:
hablo, gesticulo
después cuelgo
(hay algo en la costumbre)

por la persiana entra


un disparo de luz
fuera de eso
es una oscuridad sin fisuras
el piso contra el que
se recortan los muebles
determina el lugar en el que vivo
puertas adentro, como si
esta casa
llena de adornos
fuera el único espacio posible

pero los ruidos penetran


desde afuera
y ya no hay forma
pongo sobre mi oreja un vaso
para escuchar nada más
los ecos de las ideas
que rebotan contra el vidrio

105
junto a los latidos de mi cuerpo,
una máquina biológica
pienso en eso que querían
convertirme en qué
me hicieron y yo qué
qué puedo resultar
entonces si no escapo
y me vuelvo
algo diferente a todos ellos

es la hora de la cena
pero eso que muerdo no es el pollo
sino el verbo que desgarro
mastico y trago
juego con los huesos hasta partirlos

pero el aburrimiento es un lujo


que no sirve para nada
o para ver una naturaleza tosca
inacabada
que se puede resumir
en la incomodidad de una hormiga
tratando de trepar
por una pared lisa
seguida de otra hormiga que lleva
un pedazo de pan
que olvidé sobre la mesa
así las cosas
no van a estar mejor

salgo al balcón
con el estruendo popular de la calle,
si me estiro alcanzo a distinguir
que en el departamento de enfrente
una persona se mueve
juega con la cortina
su aliento empaña
el vidrio y deja una aureola

me escondo
me asomo, saludo con la mano
y me vuelvo a esconder.

106
Necesidad de lo liviano

Nurit Kasztelan

La molienda
Estoy sola como el mundo.
Soy plana como el mundo.

Lo único que quiero


es provocar
un estado de tensión
en el que las cosas se rompan
y no haya ruido.

Funciono como las plantas,


si aspiro demasiado
me ahogo.

En México me contaron
de una mujer
a medida que molía el maíz,
su brazo iba desapareciendo.

Soy como esa mujer


que se muele a sí misma
me escribo
y desaparezco.

Química de las esporas


Cuando la ausencia
se vuelve orgánica
me convierto en espora
si entro en contacto con algo vivo
cambio de estado,
reacciono químicamente.

No me sirve entender
no me sirve
la palabra consuelo
necesito creer en cosas menores.

107
Quisiste escribir
Sabías que ibas a llegar
abrir el cuaderno y escribir
un par de versos
pero esta voz
no es tu voz
está cansada
de dejarse decir por otros.
Te están mirando
pero quisieras volverte avestruz y hundir
la cabeza en un hoyo
y que no te asuste tu respiración.

Teoremas
Lado más lado al cuadrado es igual
al cuadrado
de la hipotenusa
no a la raíz cuadrada.
¿Y cómo
completo el teorema?

Lleno el hueco
con ese cuento que me leían de chica:
un niño
con un papá por un lado
y una mamá por el otro
inventa
la teoría de los lados.

De los lados
elijo ninguno
me quedo siempre
en la línea divisoria.

No es solo la fuga
de la familia perdida
es alterar
el orden de la geometría lineal
en las cosas.

108
Amonite

Marta Miranda

Para Cristina Santiago

Callado el amonite
descansa en un anillo sobre el dedo anular
de mi mano izquierda.
Este fósil guía
sirve a los hombres para orientarse
pues se sabe que si lo hallás
estás de pie
en suelo paleozoico.
Callado, habitó las profundidades del mar
hace más
de quinientos millones de años.
En su mudez
parecida a la de ahora
vio crecer el océano, sus cosas
estamparse en sedimento puro
a millones y millones de criaturas.

Hoy reposa sobre este dedo


esta mano que escribe océano, mar
agua salada
no lo mece la corriente subterránea
se mueve apenas por el latido de mi sangre.

Animal prehistórico, llegó desde el mar


a través de tu mano que no dice agua
escribe versos de oro
poemas
que hilvanan una vida
uno tras otro
como las vértebras de la columna
de este caracol
o el amor que perdura
atraviesa el tiempo
la vida
y hoy reposa
feliz
sobre mi mano.

109
El mundo verde giratorio

Cecilia Pavón

Vos & yo
Hablemos como si no existieran más escritores que yo y vos
como si no se hubiera publicado nunca ningún libro en la historia
de la humanidad como si los libros todavía no se hubiesen inventado
como si nosotros estuviésemos recién formando nuestras primeras letras.
De repente, el concreto se derrite y las avenidas
se transforman en olas de material viscoso
miramos todo desde el piso 13 corriendo agitados por el balcón.
Algunos dicen “ya pasará” “ya pasará”. Pero es el Apocalipsis, los libros no
existen, es el Apocalipsis, no existe la literatura policial ni la poesía argentina.
Todos los libros quedaron sumergidos en un sótano que se inundó.
Inventamos nuestras primeras letras haciendo marcas en el parqué con una
navaja suiza.

*
pequeños detalles, pequeños miedos
el barniz aceitoso de la puerta que se soltaba de a poco
un sonido en la cerradura,
falso, imaginado
que atravesaba el living de la casa.
Siempre el mismo pequeño miedo,
día tras día, durante años.
Un miedo perdido para siempre, que no regresará

*
aunque no esté en la ciudad yo siempre trabajo para la ciudad.
¿viene mi tristeza de las hormonas o de la arquitectura?
tal vez una fotografía lograra aplacar mi inconformismo
por ejemplo, una foto de la sombra de una planta contra una pared
una sombra es algo fresco y vacío y gris y romántico, y yo espero el colectivo
para ir hacia las personas buenas y blandas.
Las personas buenas parecen mojadas y son desprolijas y se visten mal y cuando
sirven el té derraman un poco sobre el mantel.
Las personas malas usan ropa nueva y no saben comprar en ferias americanas.
A mí solo me gustaría comparar tiempo o no ser de ningún país

110
aunque no esté en la ciudad, yo siempre trabajo para la ciudad.
Algunas personas salen del teatro, otras del club, pero a mí nunca
me convencerán de entrar al museo
la ciudad es precaria como el esqueleto de un pájaro
o delgada como las letras de tu cuaderno.
Aunque no esté en la ciudad, yo siempre trabajo para la ciudad.
Odio la ciudad, pero un solo paso fuera de su perímetro me aniquilaría
al instante
como si el resto del mundo fuera California y estuviera electrificado.

*
cosas que me gustan en primer lugar,
las estrellas, las flores, el agua

cosas que me gustan en segundo lugar,


el dinero, los zapatos, el café

cosas que me producen perplejidad,


el amor, la noche, los animales

yo, un falso diamante que al abrirse es un espejo

los libros
no encuentro los libros cuando los busco
están dispersos están debajo de la cama
están en la mesita de luz
están húmedos
manchados con cerveza y té
costaron mucho dinero pero están rotos
tengo que leerlos pero no los encuentro
se perdieron entre las sábanas
quedaron arriba de todo
ese día teníamos que leerlos
dejamos los libros en el restaurant
nos robaron los libros en el subterráneo

111
findelmundista

Belén Iannuzzi

cambiaste Palermo por Gyvataim


y fue justo ahí cuando empecé a escribir
los versos más cursis y tremendistas de la vida
como este último y los que vienen

la noche en Gyvataim tenía estrellas


que brillaban como signos de admiración
sobre ese cielo que vio caminar a Jesús en su reflejo,
según me contó la hermana Teresa en el colegio,
y vio al camello bebé, el de la foto que saqué con tu cámara digital

nosotros paseábamos en auto a la madrugada,


nunca entendí por qué todo cerraba tan temprano
me gustaban las galletitas que hacía tu mamá
mas no así tu mamá ni tu abuela,
y tomar té en la vereda pensando
qué bello es todo, estoy en Medio Oriente,
aquí nada pasa, no te roban la cartera,
pero en una de esas
estalla el cine de enfrente en tus narices
para CNN internacional

comíamos, cogíamos,
íbamos al mar
cuando los que van al mar dormían,
pensé en hacerme judía y aprender el hebreo
laila tov, ají y las demás palabras que ya me olvidé
que viviéramos en un kibutz
con nuestros hijos con rulos
yo cuidaría de la huerta
y hablaría de mi país exótico y findelmundista
con las mujeres de cabellos recogidos y ojos claros
mientras vos trabajabas en el hospital de Tel Aviv

me adapté con facilidad


me gustaba el té que traían de la India

112
los instrumentos musicales
andar en tu bicicleta
el olor de las pipas en los mercados
y pasaba las tardes en el mar

es cierto que me daba un poco de miedo


ver a los chicos con los fusiles colgados como morrales
pero yo te amaba tanto tanto
y la luna era tan grande
y la comida tan rica
y mi pelo siempre estaba lacio
porque en Gyvataim no había humedad como en Buenos Aires
que era feliz
era feliz y te amaba
y había sol
y me hacías regalos
y nunca amagaste con venderme por diez camellos
y me amabas

hasta que empecé a extrañar


a no entender
aunque quería vivir en Jerusalén con aire acondicionado
aprender la cábala como Madonna
usar perfume de jengibre
y que todos me miraran por mi nariz redonda
y mi cara de sudaca siciliana

en tevé muestran el cielo de Gyvataim encendido de rojo


se parece al cielo de Irak
y de Irán
y de todas las guerras que televisan
pienso quién dispara
pienso si será tu hermano
o tal vez vos
miro el cielo rojo sobre negro televisado
oigo las bombas
las conozco
son las que me explotaron en el pecho
hace tres veranos.

113
Ellas

Clara Anich

Tu cuerpo hiede a cuerpo


de otro
que era tuyo primero,
generosa te despedazás
como yo no podría hacerlo
reís llanto ajeno
mientras ojos infantiles
ven cómo se expande tu cuerpo.
Contradicción:
es que rías tan fuerte
mientras parís.

*
Es ella
la que se despide
esta vez, y mira con un
voy a extrañarte no me olvides
no me dejes en los labios,
la que besa la almohada
que se enfría con la sombra
de un último fin de semana.
Una despedida
que vuelve
con el ritmo de las olas.

*
Ella necesitaba un abrazo
que la encuentre
y abra de golpe sus piernas
que le diga
paráquiéntecreés
y que le quite las botas
de fem fatal y caramelos
que la descubra
llorando miedos de películas

114
y la consuele nenita:
todavía te falta.

*
Me dijiste que no
que sí
y me dejaste adivinando.
Fuiste y viniste
caminando finito
por el cordón de la vereda
sin pisar las rayas desafiaste,
vos que jugás con el límite.

Queda
una huella que no es de agua
sino del hierro caliente sobre el cuero.
Incandescente:
el rojo vivo de la espera.

*
Me miraste con ojos de árbol
tierra
raíces
y pájaros entre las hojas.
Estás linda, dijiste
y yo sonreí
como me enseñaste.
El viento sopló
y se movieron las hamacas.

*
Siluetas en espejo
fotografía de sombras
juegan a parecerse,
se disfrutan en el encuentro
imperfectas y deseantes.
Vos y yo:
ellas.

115
El diario de Emma

Julieta Lerman

Entro y salgo de la habitación


oscura
donde Emma lee un libro,
escribe cartas larguísimas
que no manda
quiere a la vez morirse
y vivir en París.

Sufrir era necesario, dar la vida


por una causa justa, un sentido
que organizara las piezas
y lo justificara todo
como esos hombres van a la guerra
dispuestos a derramarse en sangre, así
Emma se daba en cuerpo entero
al campo de batalla de su cama
cuerpo adentro hace la guerra
en el espejo.

Cuando Emma se mira


se agrandan los ojos de todas las mujeres
hacen cola
una tras otra en el reflejo, espectadoras
de su deseo gozan
en la mirada duplicada que descubre
en su cara la cara del placer.

Busca entre los hombres al hombre


que le arranque el tedio adherido a los ojos
a la piel esa tela de araña
le rodea la cabellera y cae
por su espalda como tul de novia.

A veces mira por la ventana o escucha a alguien


que cuenta algo y le parece
estar adentro de una novela

116
siente la impotencia de los personajes
que son manejados por otro.

Lo lee todo buscando la palabra


justa que explique la parte
cóncava del mundo hunde
todas las superficies.

La única manera
de salir de acá es entrar más
en el hueco en movimiento
imperceptible sutil cruzar
al otro lado del espejo:
romper el hechizo.

117
Nosotros quiere decir un montón de cosas

Noe Vera

Amar temer parir


En mi cartera de lunes
un pañuelo de hombre y un pañal sin usar
se me presentan: hola –yo soy Resto,
–yo, Sorpresa
del fin del finde.

Abro el portal de inicio de la semana.


¿Habremos estado consumiendo demasiada azúcar?
No hacía falta, en verdad, si entre nosotros
la vida se reproduce en el arte de los contrastes.

Por las noches leo para sembrarme ideas


papeles que apoyo al lado
de mi copa de Baileys, me gusta marearme un poco,
en proporción directa a lo que brota de mí.

Todo lo que tenemos para contar


permanece atado a la lujuria de los ciclos.
Clausuramos una etapa de bienaventuranza
perdidos en el terreno endorfínico del entusiasmo.

Pasamos noches a la intemperie, hubo plena opacidad.


Sincronizamos obedientes caperucitas rojas
a un camino largo de temprano despertarse, recomenzar.

Creo que me debo


a mis planes para mañana
como dejar caer las migas de mi canasta,
prescindir por ejemplo de la practicidad
ahí va mi sangre...
puntea el piso con sus pétalos
una gama adulterada,
una síntesis parecida
a tremenda multitud.

118
Familia numerosa,
quiero que, entre otras cosas, tengas
la variedad y la riqueza
natural de cualquier selva.

Quizás perdimos la cabeza


Quizás demasiado el control
pero al fin hubo consenso y ahora quiero
ponerte fuerza.

La hora de los bichos


Él trabaja, ella duerme,
ceno sola y eso
me hace sentir indefensa.
Mi inmadurez doméstica
llega a ese nivel.

El cambio
Cada vez somos más,
(hora de alterar
la función de las partes)
entrando en el calor
sabor agridulce
del hogar de la ley.

Hora de dejar salir


a los sueños de la bolsa caos-amor.
Y de los brazos más largos
para abarcar
la gran cura del mundo.

119
Un paisaje que nunca vi

Mercedes Halfon

Para J, que nació en el bosque.

Una calle que se llame convicciones


para arrancar la marcha
como si hubiéramos subido a un techo
a mirar el pueblo en sus formas simples
el viento azotar las ventanas de los que no salieron.

*
Cualquiera sea el punto de partida
lo importante es la montaña
todos sus pequeños frentes
como partes de un cigarrillo
que se queman a distintos tiempos
un incendio parejo que calienta el corazón del bosque
a donde no llegan los hombres
ni la lluvia.

*
No te preocupes el avión
vuela por encima de las nubes
tres días de tormenta y pasa
no hay que mirar a los ojos al soldador
antes o después del dibujo.

*
Como una hormiga entregada a un destino común
no cuestiona la tormenta que la mueve,
va el pensamiento adherido
a la parte clara de las hojas.
En alguna parte del paisaje
vos me anotaste tu nombre.
Una idea estable,
un refugio donde guarecerse.

120
*
Un árbol es un palo que mira al cielo
tan clavado que puede pasar años dormido
un apunte biológico que asegura
el futuro de la especie
la síntesis del amor
una nube de humo que oscurece el día
como un rally que pasa por la puerta de tu casa
y deja tus huesos flotando en el río
un supuesto río
y nosotros en él
apenas apuntes biológicos
esquivando canoas entre los remolinos
un fondo tan azul como esos sueños recurrentes
donde nos preguntamos por qué siempre
se nos lastiman tanto las manos.

*
La voz llega a donde no llega ninguna otra cosa
tu voz tu voz
ahora por ejemplo
que mirás con los ojos cuadrados
hacemos ayuno del hasta ahora
permanecemos despiertos a agua y pensamiento.

121
Caja abierta/Caja cerrada

Adriana Kogan

La caja
Toques paranormales:
- la brecha
- el beso al llegar
- la paciencia infinita
- los otros
- el día infame
- el misterio de los animales
Todo eso guardado en un cajón bajo siete llaves, yo, vos, yo recluida en mí, no
pedir-no dar-no esperar nada más que lo que la cigüeña trajo, muda, en su
regazo.

La fiebre
La paciencia infinita: pasaste, pasé, pasó la vaca atada, pasó la estrella primera
y la que deja estela. Boxeadora pasé yo, pasaste, mis brazos se tiñeron de puños
rápidos y certeros que, como bombas, como verdaderos golpes mandados a
amoratar mi centro salvaje, levantaron temperatura.

El acto
Tiré cincuenta flechas al centro de tu corazón, y ninguna logró atravesarlo.
Cada una pasó de largo, como rayándolo, como se raya (con fuerza) con la uña
una pared.

La araña teje con paciencia


Los hilos entretejidos. La araña, la trenza, la loba, la luna. La montaña de pa-
labras. Las palabras que lo dicen todo, las palabras que no dicen nada. El estilo
de la araña: intrépido.

Lo real del bosque espeso


El amor se narra al regreso. El regreso se ancla en el amor. El amor es llegar a
casa. El amor es dar la vuelta al bosque espeso. El amor es creer (ilusamente)
que al volver del bosque se vuelve a casa, como si el bosque redondo fuera tal,

122
como si el bosque al que se vuelve fuera efectivamente el bosque desde el cual
se partió. El amor es la criatura menor, la que no sabe. El amor se rompe por-
que crece, se infla, tirante y despedaza, como un niño agigantado por los años,
andando aún en un cuerpo más pequeño que él.

La cama
Llego como quien llega a un lugar desconocido. Aliento, partitura, mandíbula,
los años, el músculo está rígido, está sano. Lo recorro con las piernas elongadas,
atravesando el misterio distendido de la noche. Felices, las criaturas durmieron
a nuestro lado. Todo es distante y hermoso, me despierto con frío, te miro y me
vuelvo a dormir con la ilusión de ver la estrella titilar. La liebre en la luna y la
luna en la cara de la liebre. La encrucijada del paisaje me anuncia que volver
no va a ser nada fácil.

La fractura
La palabra mágica, el globo, el olvido, los túneles ancestrales, la promesa del
verano, el toque mágico, el silencio, el golpe certero, la entrega, el candado, la
puerta entreabierta al centro mismo del bosque espeso, la puerta sellada, el
rabillo del ojo, el filo de luz cortándolo todo en partes, la historia dividida en
partes, la historia contada, la historia vivida, la parte olvidada de la historia,
la parte negada, la luz cegadora, el ardor de la fiera indomable, su pelaje ralo,
su herida negra, el color del día, el hornero enredado en la rama, no se sabe si
porque no sabe volar o porque a veces se olvida.

123
Confusión y nubosidad el futuro esa lata

Celeste Diéguez

podría acaso hacer un señuelo mitad ave mitad pez para atraer sobre no-
sotras la presa para atraer sobre nosotras las moscas como una lluvia de vaivén
la cristalada nevándonos sobre la quemadura sobre la cabeza tan descubierta
pobrecita ay

podría yo con estas mis manos encallecidas encanecidas tirantes jirones ya


de carne empolvar cernir un trabajo un gualicho ofrenda que ofreciese un sa-
crificio alzar al rimador supremo el que conjuga los bienes y males volver a dar
la rima el sonido

debiese armar con estas extremas una arcilla un polvo calizo que construya
algo que destruya la otrora para presentar una pulida superficie de muela de
hueso aguzado que sirva para cortar para desgarrar las telas los elásticos los
tejidos que sostienen tan mal la pertenencia a que

deberé yo ahondar aún más en mi conciencia como en una tierra con las
palas con las manos de piedra curtidas raspantes desgajar la integridad hasta
extraer el jirón triunfante el retazo que me da voz que me dé la luz visión que me
acoja no me abandone caída a un costado cáscara que ya se desusa tanto cuando
la exprimimos cuando nos cansamos de sobarla tanto hasta que perece en la sed

podría yo revertir reconvertir mi paso traspaso trans esa nimiedad que me


augura la herencia de disloque y represión familiar esa coyuntura ese hueso que
genera que deshereda y no admite y no aduce no absuelve los viejos gorgojos
olvidados de la historia personal

que yo hube de conocer tanto el borde para poder fatigarme en las vueltas
y yo la que anduve tan sin voz que no pude decir poder por siempre decir decir
decir y en tanto callaré seguir diciéndome

que el yo que represento con erre más bofe más fragmento me desdiga a la
vez que me pronuncie y clavar una y otra vez la punta de la incertidumbre sobre
el costillar de lo conseguido sobre la tela modal de la mirada del otro

si podré cortar el hilo el cordón que me ata a donde no sé no sabemos hasta


dónde atados de la cintura sin saberlo creyéndonos libertades y prebendas que

124
no pueda yo peregrinar el camino de vuelta dándole razones a la caída para
unificar así una idea una distancia un sistema de repeticiones lógicas algo un
estribillo con qué resortes estiraré el día con qué nuevas peleas ensimismada
para conformarme y núbil nuevamente nuevamente adverbial

a dónde me dejaré rodar vencedora roca impune cuando defienda qué tem-
pestades voy a fabricar cuando recuente las horas de estos días que pasan hoy
que amanecen sin continuo sin detención en ellos más que blanda osamenta
que se dirige incesante se dirige hacia qué

donde beber sedientamente sediciosa tal vez engañando disimulando otra


sed otra cara que me dé un pasar de máscara que no sabré vestir que arrugaré
despreocupada y ansiosa jadeante tal vez desoyendo tanto esas voces no debiera
que me dicen no mirar hacia atrás no mirar adonde la sal

de dónde volviendo cuando me quiera acordar y me encuentre ya de paso


cuando recuerde allá en ese tiempo que fui esta que fui esta y se me presente
claro clarísimo lo que debería haber hecho hoy y no hice.

125
Cómo desaparecer completamente
(y nunca volver a ser encontrado)

Martín Villagarcía

El sol comienza a apagarse


se bajan las luces
no estoy en ningún lugar.

*
Solo de ayer recuerdo
la forma en que las sombras
se dibujaban en las paredes
podía ser yo o
podía ser otra persona
ya no hay figuras reconocibles
en el espesor de la negrura.

*
Tengo las manos llagadas
y un cuerpo de muñeco
hecho pedazos
desperdigado sobre la mesa.

*
Abro los ojos despacio
imagino que la venda
desaparece
en una hilacha eterna
e irreconocible
las nubes se convierten
en aviones que
planean dejando
una estela nacarada.

*
El rumor proviene del otro lado
las paredes gruesas
van menguando
en lo infinito del confinamiento

126
solo un simple balbuceo
ecolalias que se esfuman.

*
El tiempo perdió
su capacidad de significar
una hora, unos minutos
o solo
un largo día.

*
Y de pronto
comienzo a hundirme
el agua negra va
cubriéndome
cómo cuesta respirar
ya no puedo ver
mi cuerpo crispado.

*
Pienso qué habrá sido
de mi nombre, de mi casa.

*
La memoria hace trampa y
los rostros de las personas
se van deshaciendo
se superponen unos con los otros
alguno debo ser yo.

*
Me pongo de pie y camino
atravieso paredes, puedo volar
el cielo no me enceguece
las nubes de algodón de azúcar
se me escurren entre los dedos
y de pronto un movimiento violento
me devuelve a la opacidad.

127
Amor normal

Freak del amor

Para Nadia Tosi

Buenos días normales


con palpitación normal
un beso en la mañana normal.

Un abrazo de brazos normales


acostados
vos y yo
en la cama revuelta
llena de sueños amanecidos
y de otros sueños
que aún siguen soñando…

Y nuestras pieles
que se buscan
normales
ven pasar las horas
entre el humo
de un café con leche
y un té
con tres cucharadas de azúcar
de un desayuno normal
mientras nuestros corazones
se mezclan
e iluminan la habitación
de luz normal
y cantan los pájaros
las canciones que nosotros queremos.

Dos enamorados normales


que se miran normalmente
con sus ojos brillantes
como astros normales
pero en la tierra
viviendo un tiempo normal
con una sonrisa pintada en la cara

128
bajo el sol normal
de un mediodía normal
de cualquier día.

Un paseo por el barrio normal


caminando
con tus caricias normales
en mi espalda
y mis manos en tu pelo normal
disfrutando
de las calles viejas de San Telmo
con sus casas normales
sus veredas angostas
todas rotas
sus personajes pintorescos
rodeados de una antigüedad normal.

Sentados
en uno de esos bancos
del Parque Lezama
abrazados
sonriendo
sin motivos
como dos locos normales
fumando marihuana
y tabaco
al mismo tiempo
observando a los árboles
crecer normalmente
dando sombra normal.

Un silencio normal
un gozo normal
de contemplación
de respirar lento
de suspirar
disfrutando de un amor normal.

Un beso normal
un poco porno
pero porno normal

129
contra la pared
apretados
ahora
en plena calle
con la gente normal alrededor
mientras atardece
y volvemos a casa
en busca de otra noche normal.

130
Construcción de una circunstancia

Fernando Cocchi

Me voy si digo y grito


me estrujo si aplaudo y tirito de ahogo si no soy
me violento también y alumbro un día.
Canto a este viaje indefinido que camino
a este silencio de muelle que duele de verdín
de dignidades
de espaldas disminuidas.

Miro en qué tarde se abre, allí, caluroso


el cielo mediano al sol, al enero de este lago
a las iluminaciones de las lunas, inusitadas
tan lánguidas, tan flotando de selva
sobre las fibras de los márgenes
sobre la redondez de la ola delgada de agua.

Me voy si digo y grito


me estrujo si aplaudo y tirito de ahogo si no soy
me violento también y alumbro un día
uno que enfile a la línea y
me arranque el pellejo con una maravilla
distanciando los sables, las puntas que
prorrogan mi cuerpo, lo abren y dejan flojo.

Me voy si digo y grito


y dilato un segundo, un contexto de pájaros
el argumento de una cuerda
el ambiente del desarraigo de un amor con
un pañuelo que tiene una montaña y
detrás, el umbroso arrayán, que curva, olvida
lúcido de puntos tejidos entre nombres de árboles altos.

Me estrujo si aplaudo y tirito de ahogo si no soy del


tiempo de los viles.
Con mis pisotones húmedos, mojado de mímicas
en los adentros de las corrientes, abro un espacio:

131
me han abandonado
en la punta de un hielo se me tiró
y hasta el desagüe de verme aparecido entre el
milagro del agua
se me riegan las patas en un charco
con los deditos arrugados.

*
No viento y antojo, no vayas.
Córrelo todo, y el punto córrelo y
las temporadas
transpírales los Himalayas al día
al elemento de tu distancia de tristeza rendida
enrola a tus tejidos de sueño.
No camines abrigado
arrumado de rocío de la mano al invierno
de la niña y la palabra
sobre tus pétalos de hojas.
Quédate conmigo, en este corazón que
me dilata, silbando bajo
callado sobre mi carne
oreando la sombra que miro.

*
Mira si tuviera otro nombre
y el llamarme implicase otra palabra.
Si marchase desprovisto
mirando lo que viene delante.
Mira
si fuese otra mi espalda
una flor descolorida
con otro nombre
sin otro color.
Distinto del olor ajeno.
Otra voz que nombrar.
Un calor otro.

132
Sobre la vida y sus diversas formas

Enrique Solinas

Magnificat
Hoy desperté y mi cuerpo
tenía olor a flores,
a perfume de orgasmo y alegría.

Los animales obedientes acompañaban


el transcurrir violento y ciudadano.
El tráfico en las calles se partía en dos
cada vez que deseaba cruzar
hacia la otra orilla.

Voces diversas escuché


y entendí todas las palabras del mundo.
Dos marcas rojas en mis manos
anunciaron la transformación.

“Soy santo”, me dije, “soy santo”.

Entonces comprendí
que en el exceso de la vida
y la muerte
está la redención.

Bucólica
El olor de tu cuerpo, amigo mío,
me recuerda al color de la infancia.
Una pradera con demasiado sol
cuando no estoy triste,
cerca del río
en donde alguien dibuja mi ciudad.

Nada es tan importante ni inocente


como pensar en un día perfecto:
vaca y pasto,

133
los pájaros que nos sobrevuelan
como a San Francisco;
algunas flores,
sendero de amapolas;
el cielo quieto y azul
de utilería.

Sé que pronto ya no estarás aquí.


Todo es inmediato.
Sé que pronto
te ocultarás detrás del sol.

Disfrutemos ahora de este día,


que el mañana no es cierto.

Brillemos como el agua en la noche,


tan solo para la memoria.

La que no está
Veníamos a reclamar
la transparencia nuestra de su cuerpo.
Hablaba tanto la difunta
que su silencio nadie
podía callar.
Qué tristeza,
los pájaros cantan la mañana.
Su cuerpo de nosotros tan perdido,
tantas veces perdido en nosotros.

Qué tristeza:
ser tan difunta
justo cuando veníamos
a reclamar su corazón.

134
Temporales

Juan Fernando García

El toldo contiene el agua


con presión resistente.
Una vez más, la curva
atesora la tensión
de los sentidos
que disueltos en su brillo
se explayarán en la vereda.
Y todos los reflejos
presintiendo el tiempo
que vendrá.

*
Como relato de viaje
que nunca fue emprendido,
así el recuerdo persevera
y trae a esta costa
la Costa Bonita.

Después de tantos años


te llevo a ese
que creo un paraíso
y la sudestada resiente
el paseo que por ser otoño
se tornó cruel invierno.

Cruzamos médanos,
describimos los parajes conocidos,
enumeramos otros
que ya no existen
y seguimos
descubriendo esa fuerte sensación
que desde el acantilado atisbamos:
ay, la mar
podría resonar entre esas dunas
pero elegimos
atravesando las tormentas

135
dar un giro para que dieras cuenta
de lo bonito que en la costa
se perdía.

*
Amaina el temor, la tormenta sigue
sobre este techo de chapa
que en sus temblores
atiende a otras tormentas
y en la vecindad de sonidos
que la naturaleza presta
una música incordiosa
trepida entre los árboles,
el farolito del frente
danza su furia apagada
contra el muelle

y al mirar por la ventanita del baño


que da al monte inmenso
me da por decir,
como hace años
¡ah, la infancia plena!
en aquella travesía
de mis doce
de Tucumán a Salta
y mi padre manejando seguro
por diez horas
decía deslumbrante
Nos están sacando fotos

Y la risa de todos
para que el miedo amaine.

*
Se espera a la santa Rosa, como quien
espera el diluvio. Se esperanzan los pastos
en la veraniega tarde de un domingo de agosto.
Y se espera su perfume, y sus raudales
que laven la tristeza.
Que nos moje, pero que nos proteja, la Rosa, la santa.

136
Asunción de otoño

Gastón Sironi

Asunción de otoño
i
una brisa tenue al ras
de la sierra (es viento en las puntas
de los nogales y casi en los nidos de las loras)
desvía y
retoma las conversaciones internas
(es eterno ese soplo; es veloz)

ii
las nueces entre hojas y cáscara
de nuez
lo verde
seco
de las risas de lluvia
el eco

iii
libar sin lenguaje
correr sin pausa de lenguaje
darse una tregua y darse más
vivir en pausa y algo más:
cuatro temporadas

iv
temporada: ráfaga
de tiempo
tempestad en ciclos
temporada de ciclones

v
todo revuelve
el ciclo de cemento
frío
topos: bajo sierra
corazón: bajar dos puntos, menos

137
palpitar
cabeza, músculos, huesos: menos
dormir,
prepararse para hibernar

La medida de tus alas


Cuál es la medida de tus alas
dónde rompe olas tu deseo
cuál es la caricia que te apaga
cuándo se hace fuego
tu torrente

hay un vos y yo
en contracorriente
cuál es la medida de tus alas
cuál la garra de tu diente
cuál la garra
de tu diente

dónde tu canción
se pone urgente
dónde se te moja
el corazón
cuál es la medida de tus alas
cúal el miedo del arpón

cuánto me mirás si yo te miro


dónde te ponés si yo te pongo
cuántos sellos tiene tu correo
cuál es tu medida del deseo.

138
Rugido

Ignacio Bosero

Ruge primero en los sueños, ejercita manotazos a los tobillos como zombi a
la rastra, hasta alcanzarlos. Alcanza y atenaza. Y muerde, clava, incrusta, hunde
duras tenazas de escorpión color castaño en la carne. Llega hasta los huesos.
Y aprieta, presiona, inyecta, riega veneno, seduce el cuerpo de siesta. Y suelta.
Alivia, descansa el cuerpo animal. Pero no se libera. No se desquita del todo.

Ruge después despierto. Se levanta. Se anuncia pero no se muestra. Se ocul-


ta en rostros, formas, porciones de cuerpos. Y pide. Quiere. Reclama lo urgente.
Dice presente. Está hambriento, desatendido, semimuerto: enfermo de esperar.
Vomita pensamientos. Elude futuros, costumbres, hábitos, proyectos. Pero se
atora en el tiempo, y se pudre por dentro.

Ruge más rebelde, pero sigue sordo. Y se hace el chancho gordo, que nada
desnudo y contento en el charco de la gula. Y por tozudo se estanca. Se tapa. Se
endurece. Se queda rígido como estatua de mármol. Y el cuerpo animal sigue
rugiendo. Y se escapa a la fuerza. Se esperanza y se proyecta. Se catapulta al
horizonte repleto de su voluntad. Y avanza. Camina ligero. Trota. Corre. Salta.
Vuela. Gana. Y triunfa. Pero se le borra parte de las orejas.

Pero el cuerpo animal ruge ahora las veinticuatro horas. No para de rugir
con su motor cada vez más grande. Y sigue meta seguir rugiendo. Es un re-
molino zigzagueante, una ruleta descontrolada, una montaña rusa despiadada,
una máquina tarada. Y a la madrugada, la cabeza ya está destrozada, y reza que
venga el sueño. Pero no hay sueño. Hay insomnio. Hay tiempo descompuesto,
estancado, mutilado, sin valor, agusanado; con olor a podrido. Tiempo ido, no
escuchado. Tiempo sordo viciado de voces que zumban destinos equivocados y
más soledad. Y nada de alimento para la felicidad del cuerpo animal.

Ruge por última vez, pero despacio, como un vientito que se levanta solo. El
cuerpo animal está afiebrado, enloquece. No come hace muchos días, y la piel
golpea, los músculos tiemblan, pasan arañas por las venas, la espalda se vence.
No hay más resistencia, no hay más contención posible. Hay que alimentarlo.
Y no hace falta salir a comprar ni hace falta matar a nadie; el alimento está al
alcance de las manos y no es necesario esforzarse para conseguirlo y con poco
es suficiente.

139
No rugirá por un tiempo. No rugirá por un mal tiempo. Llegó algo de co-
mida para el cuerpo animal y ya se armó una linda fiesta. La cabeza está livia-
nita y se goza por todo el cuerpo. Y todavía hay algo mejor: se goza sin sueño.

140
Al antojo de las anémonas

Ana Claudia Díaz

La oscuridad del alba


un templo,
un claro de luz.
Adiestro mi vista
para medir la distancia
desde acá,
hasta la orilla blanca.
Con la tormenta florecieron
los ramos de mar que hice.
Como un paraíso sencillo y cándido
que insiste en girar.
Ahí yo, las águilas altas.
El oeste al final del camino
lo acapara todo,
sin cesar.

*
Agridulce, hostil, se disgrega el pasado.
Dijiste, a bracear contracorriente.
Remos de bonsái llevaba yo.
Entre las escamas de mariposas que husmean
o se pierden en los matices de las llamas, te encontré
silenciosos flamencos nos miraban a lo lejos, desde la orilla
con peinados raros, como adornos del viento,
perplejos reflejos que se armaban en el agua
y dudé si el infinito no era más que una hilera de codornices de plata
o de incontables abedules azules que remojan sus pies, justo siempre donde
estamos los dos.
Un umbral esmerilado que la lluvia después lava.
O un camino a lo lejos de caracoles estelares que se quitan la corteza
cuando llegan a vos.

141
*
Y todo es eco. O todo se dice en otra parte. Pero nadie nos mostró la super-
ficie. Camalotes que trae el río hasta esta orilla. Arrastrados en todo lo ana-
ranjado que una tarde puede llegar a ser. Cuevas cubiertas de mil malvones
violetas o fresias. Y además. Laberintos artificiales para confundir a quien se
adentra. Y se enreda en todo. Hasta lograr que eso mismo se entienda al dere-
cho y al revés. Igualdad. O resonancia en una caja de madera para prolongar o
hacer. Un elástico de inmensidad que corre a trasfondo.

*
A la orilla
habían asomado las tortugas, inmensas
trepaban por la arena, con la agilidad de un niño
temiendo que explote el mar.

*
Ese viento escarcha lo frágil de las cosas
los pedacitos de palabras que caen
en una escasa insistencia.
Hay flores de cinco pétalos
azar para olvidar el agravio
el relieve acento de la necedad
como bancos de niebla que la verdad trae cada mañana
como los sedentarios rincones de hortensias
que siempre florecen en el mismo portal.

142
Secundaria

Tamara Domenech

En el patio sobre montones de piedras congeladas hago un agujero para


extraerlas.
–Mirá mi instrumento –le digo a un chico que pasa por ahí y valora las
interrupciones del paisaje–, es una perforadora convertida en lapicera.
Me la pide prestada y le concedo el gusto.
Sus ojos brillan con regalos adentro.
Prueba una vez y se cae polvo
la prueba de nuevo y siente seguridad.
Sigue el trabajo hasta que suena su timbre interior y me la devuelve.
Yo no tengo silbatos en los bolsillos y sigo la perforación a escala
microscópica.
La mañana entera me lleva sacar los escombros, que guardados en una cajita
de cartón, me ayudan a entender mi lugar en la intemperie de los libros.

*
En el patio hay montañas de escombros
y vidrios rotos
y pedazos de cemento
y una mezcladora tumbada sin manubrio
y una bolsita blanca de nylon con un par de zapatillas y una camiseta roída
y colillas de cigarrillos formando un camino hacia el fondo de la tierra
y unas nubes grises que se reflejan en un charco que está desde hace mucho
tiempo y el suelo no reabsorbe
y rollos de alambrado nuevitos
y algunos cuadrados de césped recién rasurado
y a veces las voces de los chicos que vienen a esconderse detrás
de las montañas.
Y muy de vez en cuando unos pájaros altos que miran para otro lado mientras
caminan hacia mí
a picotearme las manos
llenas de migas de galletitas.
Los pájaros no saben qué me pasa
pero yo los miro como si supieran.
¿Por qué los miro con esa intención?
A veces me siento sola.

143
*
Escucho a unos chicos criticar a otros chicos.
Esos chicos a su vez criticar a los que los critican.
Ecos de críticas retumban muy fuerte cerca de las puertas y muy bajo al aire libre.
Visualizo estos últimos y los choco con mi bicicleta
con un palo de escoba que encuentro tirado cerca mío
con mis zapatos
con un perro perdido que no sabe cómo llegó hasta acá
con una mochila.
Yo no critico
atropello
porque me gustan los sonidos que se producen entre las palabras más que las
palabras mismas.

144
Foto en La Giralda

Eloísa Oliva

Foto en La Giralda
Te esperaba a la tarde en cualquier bar
esa vez un letrero de neón
resguardaba tu cara en primer plano
para la foto que saqué:
camisa a cuadros, polera gris
la mano sosteniéndote la frente
mirando, avergonzado
un punto fuera del encuadre
una semisonrisa

ahora no es que seamos viejos


pero dejamos entrar ciertas cosas
y de aquel no esperar nada y sin embargo
esperarlo todo
solo queda tu gesto, encerrado
en un mapa de bits.

La religión de los árboles


Nosotros adoramos
a la lentitud
por eso
nuestro dios es ese álamo
que ahora,
a las siete de la tarde
dibuja su figura en la pared
del edificio.

padre a hijo
ahora, de pie frente a los restos
la cara opaca y la parrilla
sin carbón
le dice vos sabés, Agustín,
de un paquete así de leña
no queda más que esta ceniza

145
y la ceniza va haciéndose nubes
nubes chiquitas
que se alejan

*
Si yo fuera vos
agarraría la cámara
y abriría la puerta de la luz
pero me limito a contemplar
la tarde rara, el gris brillante
la estampida de los pájaros
el día del apocalipsis en japón
tu pelo enredado en esta imagen
donde mirás de perfil al cielo
esperando una explicación o por lo menos un color
que no sea este.

146
Crayón

Maruja Bustamante

Crayón
Te acercaste entre los rayos del sol
en un noveno piso en que no había balcón
qué manos gordas tenés, te dije
besé tu boca con gusto a chicle.

Otro día caminaba por Corrientes


vino un tipo vestido de bufón
vi cómo te reías a mi lado
dibujamos en el piso un corazón.

Siempre que te veo los dientes separados


pienso que de chico masticabas crayón
me gusta tu pelo, me gustan tus labios
me gustan tus pines, me gusta tu voz.

Un día salí a comprar agua


un señor me dijo: qué linda sos
por atrás apareciste con cuernos
el señor nos miró y se asustó.

Y todo esto en realidad no pasó


me hubiese gustado pero no hubo ocasión
a veces nos miramos y pienso que algo pasa
la astróloga me dijo: ¿te ilusionás mucho vos?

Siempre que te veo los dientes separados


pienso que de chico masticabas crayón
me gusta tu pelo, me gustan tus labios
me gustan tus pines, me gusta tu voz.

Poemas perfectos
Te voy a regalar un anotador
tres lapiceras y un marcador
me voy a quedar sentada a tu lado

147
te voy a mirar como de costado
y si de repente sentís calor
atenta estaré con ventilador
y si más tarde te morís de frío
soldado fiel, te haré un té de tilo.

Quiero que escribas poemas perfectos


esos que siempre escribís por defecto
me gusta cuando usás la palabra que no
me gusta tu cara de desolación
me da ternura verte tan preocupado
pensando tres meses en una oración
quiero que escribas poemas perfectos
perfectos y hermosos de tu corazón.

Quisiera yo darte a cambio un rubí


unas esmeraldas o algunos diamantes
quizá un castillo sería mejor
para contener tanta perfección
mejor compro un carro que tiren caballos
una orquesta grande que tenga trombón
yo quiero que sientas que cambiaste el mundo
al menos el mío y el de mi canción
quiero que escribas poemas perfectos
esos que siempre escribís por defecto
me gusta que escribas poemas perfectos
perfectos y hermosos de tu corazón
mis palabras sobran
las tuyas no.

148
Intención/Atención

Liliana Ponce

Dos voces
–Ella dijo: allí la naturaleza es venerada, respetada, nos sentimos
enlazados, pensamos en la unidad con ella; así la vivimos.
Tiembla la tierra, el mar arrasa, el poema se conforma, se teje, porque
en el hambre y la sed y la pobreza, el poema continúa.
–Ella dijo: hay una puerta o un biombo que separa su palabra de mi boca.
La puerta está cerrada, el biombo está abierto, desplegado, y allá su
voz y aquí mi lamento, al ver en las garras la tiza que dibuja el círculo.
La puerta está cerrada, el biombo abierto, y yo a bocanadas trato
de respirar,
de ver en la pantalla lo que dejó la ola, el caballo yendo a galope
de monstruo.
–Ella dijo que perdió a su amigo, que dejó mensaje, que lo recuerda
sin lágrimas.
Mira la luna, la luna crece como el mundo.
Y yo digo: ¿qué mundo,
ese de caparazón de miel, tan nada y también dios?

*
¿Y pretendías sensación de duda?
¿Y era entonces dormir y despertar,
nacer en el fuego y deshacer en el agua?
¿Y creías en la quietud del viajero
que iba al viaje sin vacío
y endulzaba su temor con el almíbar
de la lata almacenada?
¿Y en la corriente del día
gravitabas y esperabas
antes de mirar por el agujero,
la cerradura de la puerta que separa
tu cuerpo del espacio?
¿Y eras el enfermo o el verdugo
o el mártir, figurando sucesivo
en los modos del olvido?

149
Colección San Valentín
Domingo 7

Juana Roggero

Domingo 7
ELLOS
no están de verdad (de verdad que no)
diferentes canales
van sumergiéndose
apurados
bisturí
cortados en pedacitos
o en uno solo
no hay más
que esto
lo mucho que hay
es esto.

ELLAS
preparan su vestido
de novia
su casa
su cuerpo
su mente.

Lealtad
¿?
complicidad
amistad.

Se van yendo
van llegando
la memoria
los atrapa
los encierra
y eso sí
es eterno.

Impalpables
intocables

153
se escapan
como una
sanguijuela
escurridiza
imposible
de atrapar
de atacar
de agarrar
de amar.

Cambio de página
y no quiero
estar yo
no me encuentro
vuelve
la comida
a la boca.

Intestinos
digieran!
¿qué hay?
dejen de enojarse
conmigo
ya.

Se recibió de ingeniero industrial en la UUSAKJDHHJ


hizo un máster
trabaja en USPMWDJ
tiene mucha plata y auto (de él)
no toma drogas
es de buena familia
(creo que está en la guía social)
va a misa los domingos
hace deporte
y encima
es buen mozo.

No es nada
contra ustedes
no quiero
vomitarlos.

154
Vagabundo.
Inmundo.
Triste.
Oscuro.
Sanguijuela.
Sabés.
Te adoro.

*
Inconsistencia horrible desconcentrada de sí misma
el tubo está vacío
nos vemos a través de él
payasezco, me previniste (palabras huecas)
oscurísima estrategia para no asumir.

Qué vaciedad dolorosa


cómo puede contener tanto dolor eso
in-capaz! Me niego a aceptarlo
no es posible que no puedas
duplicidad permanente, permanente impermanente
bizco, cargado de síes y de noes
por partes macabramente iguales.

Qué me sedujo de tu locura mentirosa


si ni siquiera te ves
por qué te sigo
incoherencia
autotortura
con conciencia de tu inconciencia
de tu ilogicidad
pero de tu fondo vacío.

155
Poema

Cecilia Maugeri

Cortar a tiras
despedazando
bailás decís pero
sin embargo
tal vez
hasta que sos arena
y tu declive me hace caer
me raspa la piel
en girones
me forma huecos
me pica el culo
pero no por las hormigas, no
ellas son voluntariosas
levantan en el lomo negro unos ocho de su propio peso
pero vos lo hacés sin querer
te sale así, de puro inspirado
solo te hace falta una musa desgajada
con las fisuras al aire
para sangrarla
me arde el culo
ah, pero ¡qué bestia que sos!
y vos te fijás en lo que digo
¡di-jouna-ma-la-palaaaaaabra!
te encerrás en lo que dije
acuñándote
hacés que mis palabras sean un valor de cambio
semeion, camaleón
somos mucho más que dos
y ciego solo ves la evidente
la caracúlica que dice “culo” en su cara
para no decirte “te amo” a las cinco de la mañana
eran las cinco en punto de la mañana cuando tus manos de arena se deshicieron
en el aire y no pudiste atajar el corazón que dejó de atascarse en mi garganta y
la sangre te dio impresión y no quisiste tocarla
el corazón en el piso se asfixia se embadurna por su metamorfosis
una milanesa visceral

156
a las cinco de la mañana.
¡Que no quiero verla!
no quiero ver tu cara
cúlica
no puedo
puedo inteligir todas las otras
mucho más que dos
se me hacen presente
granitos amontonados
un médano dorado
tiene tantos colores inteligibles
puedo leerlos
y no sirvo para nada
porque veo tu arena
pero no podés ver mi sangre.

157
Verde va con fucsia

Mónica Rosenblum

once de septiembre de dos mil uno


Mi nena no sabe
qué ponerse
para la fiesta
ni su ropa
ni la mía
logran hospedarla

¿cómo apaciguar
la tiranía
de sus espejos?

y de pronto
el hilo de nuestra mirada
se estrella contra el televisor
porque la gente
se tira de las torres
y la fiesta
se arruga sobre la cama

y todavía envueltas
en el humo
y con los colores
a punto de extinguirse
su mirada me devuelve la voz
una voz que ahora dice que sí:
que verde va con fucsia.

dos de octubre de dos mil cuatro


Publicar la basura es un trabajo
requiere dedicación
y cómo vas a decir que no sabías
si otros ya dejan instrucciones, sugerencias

158
tu basura se publicó
se socializó
ahora es pública tu basura
tiene público
antes era privada
y no tenías que estar en el cine
viendo el eterno resplandor de una mente sin recuerdos
de una mente sin recuerdos
intentando comprender qué pasa en la mente de él
y a la vez
pensando
que deberías haber
PUAJ pero deberías haber
envuelto el tampón en un diario
porque tu basura está socializada
y vos ya lo sabés
y mientras te ibas al cine en tu auto
viste cómo él venía a revolver
y no le dijiste, no te animaste
y ahora menos
porque estás lejos
porque ahora toca entender por qué el protagonista no recuerda
no te animaste a decirle
esta no la abras, PUAJ
está el tampón.

159
De pronto de día

Teresa Elizalde

En diciembre de nuevo
te estoy mirando mientras me voy

digo que te dejo que me voy que no vuelvo


mientras me pinto las uñas de los pies de amarillo
te digo
sin esconderme
que no tengo vergüenza en haberme hecho del mejor amigo
de mi novio
anoche
mientras parecía que había silencio pero hacíamos ruido en silencio

anoche
justo anoche cuando el verano estaba empezando

y todavía no tengo tiempo de contarte todo.

*
En el sigilo

atemperas

roca
coraza

clavaría la miel
con mis tacos de bota

o me volvería color salmón

para poder volar.

160
*
Ya no veo labios

soy un nombre
en el pizarrón

escapé
de esas manos navaja

ahora te veo
coser la arena con carcajadas

no te hagas alas
por favor.

161
Loser

Ariel Devincenzo

yo dibujé un auto por vos


en la puerta de una casa con mucho sol
dibujé un auto
por vos
y en la estación mal herido
bebí whisky para imitarte

hice tantas cosas por vos


y cosas son superfluosidades
de la ingravidez de mi manzana

yo jugué al fútbol por vos


aunque jamás vi doblar la pelota
dejé
la droga
subí
la droga
siempre vuelvo en avión
tomé de todo para olvidarte

dormir sobre bolsas de maíz


o practicar ultramontañismo en un árbol
mirá todo lo que hice por vos

dibujé el auto
dibujé la casa
dibujé a mi padre
por vos

tallé el círculo de mi sed


con una piedra en el lago
una vez hice un barco de papel
y el tango se escurrió entre los dedos
un naufragio a mucho arroz
me acerqué como un diafragma
porque te estaba dibujando un autito
y me diste tu campera para que no tuviera frío

162
desarrollé la oscuridad y el silencio por vos
la implosión en el vacío
que me activa el ultrayó
seguí la huella de la linterna por la noche empetrolada

yo salvé un pato por vos


pingüinos, perdices, kiwis y coliflor
puse el huevo
y jugamos a que dios

me enamoré por vos, no de vos


justo ahí dibujé el auto.

163
Dos tipos para mí

Gabriela Botbol

Mezcla de Sandro, Domenico Modugno y Pappo,


pero en versión gaita, lo elegí para pasar la noche.
Me gustó también un gringo, parecido a Dustin Hoffman.
Él daba la impresión de ser un exquisito.
Me los gané a los dos a fuerza de tragos:
entre los tres, en dos horas, el diego del sueldo.
Yo ya había avisado:
“Me voy, me voy a emborrachar con un par de tipos”.
Más vale que nadie me creyó:
“La Botbol, con lo que laburó hoy, de acá a la sábana blanca”.
Y sí, ahí me fui, pero con ellos.
El gitano, previsiblemente, me penetró sin caricias ni juegos.
Pero me hizo llegar con la obsesión,
la que gritó toda la noche: sobre putas, vagabundos y perros;
y con esa cosa que también yo tengo
de deshacerme con la desgracia ajena, retorciéndome porque nadie se inmuta.
Bruto, como yo, sin mucho vuelo,
pero, de vez en cuando, algún hallazgo expresivo.

Siempre, igual a mí,


en el camino de insistir con su pequeña aldea.
El otro se tomó su tiempo, afinó todos los instrumentos y,
con gran manejo de la lengua sajona,
le dio cuerda al cuore meta tristeza
con plañidez de nursery rhymes.
Este se alucinaba, dentro mío,
con una tal Jane, una Marianne, otra Susana
y con los partisanos de la Segunda Guerra.
Por eso le dio por mechar el franchute en el discurso.
De fiesta total, me emborraché, como quería,
con los dos tipos, pensando
que hay poetas de fluir de conciencia, inconcientes poetas,
esforzados poetas, deliciosos poetas y otros,
pobres, poco poetas.

164
Pero podemos, hasta en el peor de los casos,
compartir una noche sin distinción de clases.
Eso me consuela.
Otra cosa buena para contar
es que no hubo enchastre.
Nadie devolvió
y de la compactera
no chorreó
nada de semen.

165
1986

Emilia Ossipoff

Estoy tan triste.


Tengo cara de estar llorando
desde hace seis meses.
Y toda esta angustia de tanto tiempo
se resume a hoy.
No puedo arriesgarme a estar peor
porque ahora vos ya no estás
para hacerme sentir bien
cada vez que yo me rompa
en algún hijo de puta.
Un día
voy a vendarme los ojos
y cruzar la avenida 9 de Julio
gateando.
Quiero morirme
y regenerarme.

*
No me mirás
como te miro.
No me gusta así.
Me agarran ganas
de prenderte fuego.
Me reducís
a una ojera
de enfermo.
Nada de esto me gusta.
Creí encontrar en mi almohada
una saliva
(mía no era
podría ser tuya)
y me emocioné hasta las lágrimas.
Pero
¡ay!
vos mordés

166
como muerde un perro.
Me hacés más trampa
que Dios.

*
Si tengo que esperar que las cosas
pasen con vos
o con Dios,
las cosas no pasan jamás.
Tu carne
junto
a mi carne
de regocijo
en la alfrombra.
Mi bruja Pola
me ofrece
un despliegue de menús
para que actúen sobre vos.
Puedo:
enamorarte
darte celos
romper tu pareja actual
imposibilitarte
abrirte el pecho
hacer que te echen del trabajo
desvelarte noches enteras
meterme en tus sueños
enfermarte
matarte.
Mañana
voy a querer
robarte
la vida.

167
Colección Vaca y Porruda
Cuadernos de caligrafía

Alejandra Correa

Sostiene mi mano derecha


en su mano derecha
la contiene en el hueco
y aprieta mi puño en su puño

pulgar e índice apuntalan esta pluma.

Dibujamos unos signos antiguos.

Me lleva desde fuera de mi trazo


él es mi trazo
él se aventura, yo lo sigo
pero ya no es a él
es al movimiento y su música
su mano apretando la mía
su movimiento en el mío.

Mojamos juntos la pluma en el tintero mínimo


(el olor agrio de la tinta negra
en mi pequeña nariz).

Volvemos al trazo interrumpido


se elevan nuestras manos
se acortan
se ciñen
se controlan.

Dibujamos el idioma.

Respira tan cerca


su profunda voz emite algún sonido
como dictando:
más corto, más largo, más reunido.

Y entonces me dice:
–Ahora, vos sola
y me abre en un abismo.

171
Ejercicio 11: Papá con acento en la a
…la forma en que llevaba mi bata de baño
qué libros prefería leer
cómo tomaba vino –antes o después de las comidas–
si me gustaban los gatos
si usé alguna vez la palabra “saltimbanqui”
si olía a pez o a metal
si roncaba o el sonido del aire de mis pulmones era un murmullo
si mis pies tenían tus dedos
si comía carne con fruición o simplemente comía
si me gustaba o temía a la lluvia

una infinidad de hechos


en la vida de un hombre común

lo que no entendés ahora


aquí mismo
es por qué me dedicaba
a la práctica de la caligrafía
al regresar de mi monótono trabajo
como limpiador de tanques de agua

te preguntás
si en verdad mi intención era
ejercitar algo en el orden de la belleza
de la concentración
o del silencio

debo decirte que la tuya


es una tarea destinada al fracaso:

no traducís una lengua ajena


sino el dibujo de tu propio idioma
escrito en cuadernos de caligrafía
y por un muerto.

172
En lo negro del río

Martín Vázquez Grillé

Allá, de donde vienen las palabras


hay un estanque grande como la noche misma.
En eso quizás pienses mientras te vas alejando
atolondrada, casi sin poder hablar
de la sucesión de voces
colores y formas que ha resultado ser tu vida
y seguramente, algunos muertos han venido a traerte sus mensajes
frases inconexas que marean hasta la náusea
en el vaivén de los meses, grises
alertas a cualquier cambio en la coloración de la piel.
Tranquila, boca arriba
no ves la hora de sumergirte en el estanque de la noche.

*
Acuático, hay un eco que vuelve y rebota en las paredes
como gorrión caído luchando por salir de la maceta
una centrífuga de frases dichas al pasar
que no siempre alcanzan la conversación
como si estuvieran ahí para armar por años
un rompecabezas y cada día una pieza nueva
llegara con el viento y la voz cambiada
a veces casi un susurro, para perderse al fin
esfumarse, entre la niebla tapando
pequeños botes que cruzan lo negro del río.

*
Finalmente vieja, te has quedado dormida
sin saber de quiénes
son las voces que conversan a lo lejos
o si no es nada más que el pasto acariciado por las ráfagas
que chiflan cruzando el descampado,
y hay un aliento hosco en los árboles
que al pasar silban canciones para velatorios
como si una mañana cualquiera hubieran caído toneladas

173
de nieve y viviéramos ahora en un inmenso iglú
rígido y claro, donde no llega la noche, ni el día
y cada momento fuera uno solo
flexible, expandiéndose en una misma dirección:
un río oscuro, siempre ahí, planchado
a la espera de todo lo que se pueda tragar.

*
Caminaremos bajo las ruinas de un cielo
inmenso, salvajes en un bosque inhabitado
de un lado hacia el otro, perdidos en la luz
sin elegir un camino en particular
ni temer, nunca más, a la noche.
Así será el país que nos espera al otro lado del río:
yo vuelto a ser niño, escuchando tus canciones
(las canciones que también cantaba tu madre)
y la nieve recién caída, deshaciéndose en las piedras.

174
Despedida

Gladys González

me recuesto en la cama
mirando el techo
estas murallas
llenas de papeles adhesivos
escritos
tachados
abro
y cierro los ojos
encegueciéndome
con la luz de la ampolleta
salgo y entro al pasado
sin deseos de hacerlo
como un efecto
de esta despedida
que no tengo deseos
de perseguir
estiro un brazo
y observo mi mano
su aspecto
no es el que recordaba
una mano huesuda
venosa
los dedos engarfados
las uñas amarillas
tres nudillos rotos
el temblor intermitente
del alcohol
y la abstinencia
no tengo deseos
de jugar en la oscuridad
solo quiero estar aquí
observando
mi mano
las citas y fechas perdidas
que alguna vez
me comprometí a cumplir

175
y que dejé abandonadas
quiero dormir
hasta el día siguiente
sin meditar
ni enjuiciarme
sin despertar con resaca
con los ojos pegados
por la pintura negra
y los labios quemados
ya no quiero
estar en batalla
conmigo misma
tan solo quiero
no levantarme de la cama
descansar
de estos últimos años.

176
En la intersección del pájaro

Emma Villazón Richter

Clausura de fantasma
Vino una lluvia de viajes,
paredes con escalofrío, círculos.
Él se hizo casi un árbol hablando
desde el fondo de un paisaje inerme.
Yo tuve que ayudarla a Ella a guardar un fantasma
en las alacenas, debajo del lavaplatos.
Entre las dos hicimos fuerza, empujamos al fantasma,
lo doblamos. Agachadas, vimos entre las rendijas de las puertas
su gordura blanca, grumosa. La tarea no merecía explicación.
Poseíamos un fantasma y había que archivarlo.
Cuando su mano huía, la metíamos de nuevo, y se nos deslizaba parte
de su cadera,
por lo que teníamos que luchar contra su resistencia.
Por entonces, el casi árbol, sentado en la mesa,
era tallado por sus propios hijos como a un palito de madera.
Todavía había una luz que sostenía a las flores para que no se cayeran.
Ella decía que podía controlar al fantasma desde sus sueños;
yo tenía pesadillas: trataba de descifrar el lenguaje
en que me hablaba el fantasma: cómo movía su cara tan conocida, tan real.
(Supongo que a esto algunos llamarán “entrar en la experiencia”).

Parlamento
No se aleja quien nunca se va,
sale por la puerta real o irreal
y se despide en tono de lluvia ascendente o pájaro.
Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos.
No hay quien no requiera tiempo y fricción
para alcanzar la corrida en pos de su lengua.
El punto de tensión entonces
no reside en la cantidad de escenas y abrazos que aletean
o qué ciudad a mediodía se abandona, sino con qué

177
perfiles, llaves, piernas de sombra y cielos plegables
se parte, con qué
gigantes en sonrisas
—dijo una niña transparente
en la intersección del pájaro.

Radiografía de una cena


Variaciones de la fragilidad
que esconde la solapa de los rostros.
La historia rodaba así.
Hubo una vez alguien tan miel tan
más mareas que yo, imagínense,
que dije cómo no subirme a ese tren.
Por desgracia, nadie tiembla al parpadeo
del otro. Era un militar de la sabiduría.
Un dos un. Cambiemos de disco.
A los parientes está creciéndoles
una enredadera violeta por las orejas, hay
una pizca de horror y de alicia en esto.
La cena estuvo magnífica, querida,
las servilletas fucsias, la carne estaba
deliciosa, es deliciosa. La carne y sobre todo
la carne, el pianista, los cuadros, la seda
después de tantos esfuerzos y autopistas postergadas.
Después de 40 años una expresión elegante
volvió a buscarme y ahora es mi marido
mima rito eli dioma bajo miss uñas del una.
Hay una pizca de terror en las paredes
cuando dan su reverso como las rayas que desaparecen.
El tiempo, el tiempo exsonriente, el
Tiempo.
¿Y usté habló de nietos? ¿Cuáantos?
Son una terapia, de verdad (¿Contra quée? ¿Contra quée?)
Nosotros necesitamos niños para alegrar
esta casa. Nosotros necesitamos. Hablo de tener
uno por unos minutos sin preocuparse
y cuidarlo pero de forma de una forma
i-rrespon-sa-ble. Como abraza
el mar, pienso.

178
Una literatura sin personas

Juan Previgliano

El Serranito
Una literatura sin personas
la responsabilidad se expande
se desvanecen los criterios
goce voraz, goce pendenciero
goce hedonista
duro roce de las partículas establecidas
movimiento de cimientos
una fruición perenne
adosada a las olas
a la arena que se cuela
por los agujeros de las zapatillas
del barro, de la explosión
de la falta de proyectos
del abandono
–ahora es
cuando la dejo para siempre–
una literatura sin personas
del aura
de la métrica alienígena
hagiografías de luces
de cipreses
de motores mecánicos
hablabas de una conexión
humana con lo desvanecido
con las personalidades de los ríos
los motores helicoidales
de tu lengua
ahora braman
despejan las peores dudas
ahora el desengaño
la poesía sin personas
la fallida
la estanca se desvanece
en nombre de otros colores
se desparrama la fuerza

179
fuerza de gallo
para estallar
fuerza de vida que desenvaina
afinca, construye
acá es donde no pensamos.

180
Las inquietantes dislocaciones del pulso

Gladys Mendía

Soluciones parciales del descalabro


y entonces qué hacemos dijo ella desde la plaza la memoria la rodeaba en una
figura asimétrica salvándola de la fotografía que era su historia nada le dijimos
pero pensamos en los cálculos en la caída del spray sobre el polvo sabíamos
que la salvación era la medida esa cristalización de tinta en los muros
cobrando vida en la mente de quien los leía luego ella quiso ser muro nos
pidió que le rociáramos spray en los ojos que escribiéramos la ondulación
del caos en sus manos y que lloviera que lloviera mucho en la televisión mental
porque la fantasía de las noticias le ensuciaba el ánimo porque sabía lo
imposible de encajar las piezas de la catástrofe en el vórtice de la distorsión
que somos que imaginamos mientras nos cepillamos los dientes
soluciones parciales dijimos ante la peste soluciones parciales

primera solución caer in determinarse en el vértigo

segunda bicicleta volar volarse los sentidos

tercer vitral usar todos los nombres repetirlos con furia

cuarta lluvia comer un mango convidar a otro

quinta morada ESCRIBIR perderse en la peste

Sobrevolando el subterráneo crujir del río


no hay nada más terreno que un río arrastrando sus aguas arrastrando
sus burbujas llevando las piedras huesos a cuestas el río muerte que
nunca descansa de agua dulce pero frío no es la inclinación de la tierra la
que hace que el río baje el río baja porque tiene que bajar buscar su caída

la lengua de los finados son las burbujas del río por eso no hay tiempo
en su CAER un día tragué tanta agua que mi cuerpo contenía la pesada
muerte arrastrándose después era una burbuja tragada por un pez y subí
contracorriente subí al profundo donde las piedras huesos son nubes
sobrevolando el subterráneo crujir del río

181
Poema sobre pateadores de pelota

María Laura Romano

Hay una cancha que es más


mucho más que el mundo.
Es un océano arremolinado
donde gana quien logra patear una cabeza de medusa.
Los niños pequeños se sumergen
juegan con las perlas
forman ligas de bebés prematuros.

Los mejores jugadores del mundo


son siempre
un equipo a medio formar,
diestros en el arte
meten goles con pies frágiles.

La cancha es la naturaleza oceánica


los millones de kilómetros
de mundo de tierra.
Patear la pelota
es sentirse
oceánicamente capaz
de recorrer con los pies
ese mundo
es recordar que
San Martín cruzó los Andes
o que el zar mató
a la Grande Armée
en un invierno en Rusia.

Frágil como un varón


nuevo que nace
el pateador tiene que entrar
a una cancha nueva
hecha con la suma de intemperies
de los varones del mundo.
Las penurias de un trabajo
del que salieron débiles

182
siempre los corre para atrás,
esa manía de mirar el reloj
al minuto 90
y desear volver a empezar
ser otra vez bebés
poder lidiar con las perlas
y la delicadeza de los moluscos.

El pateador de pelota juega un partido


totalmente ausente
como fantasma
golpea la pelota
hasta descoserse los pies.
El jugador quiere
que echen al contendiente
grita
hasta volverse invisible.
En la invisibilidad habla
contra viento y marea
se queja de que sus pies
quedaron romos
pide que le den una mano
lucha por la invalidez de las reglas.

Las lágrimas se le caen


por no poder jugar
van a parar a un gran contenedor
de lágrimas que no mojan.

183
Colección La fraternidad
Grabados de Rauschenberg

Andrew Haley

“Oh, turista
así es como este país va a responderte a ti
y a tus inmodestas exigencias de un mundo diferente”.
Elizabeth Bishop

Ivana de la mano hacemos nuestro tour por la oscuridad los monumentos son
monumentales gotas de alabastro que brillan te dije que necesito anteojos.
Esta es una ciudad muerta, insiste ella, y oh ¡el obelisco! a mi pesar.
Y aunque proteste sobre cosas comunes el barro el centro vacío
en el corazón de todo no le provoco nada y caminamos por el largo césped
la cúpula detrás nuestro y ella no está inspirada a lo sumo curiosa por
qué le va a decir a su barbudo padre de sesenta argentino y comunista
preocupada realmente preocupada por los detalles de la próxima maldición
de noventa mil dólares de alto abrigada en futuras llamas pero ¡ay!
ni el templo al dios de la gente ni el templo a Jefferson
el dios ostentoso en su templo ni el melancólico Lincoln en nuestro
horizonte
la impresionan y el sol arde cuando avanzamos por los pasillos
fríos como tumbas de la National Gallery y bajamos al
sótano donde todo el fiasco de tu siglo está sellado
géminis a géminis en espiral fiel a la inocencia de la materia
pequeñas cosas encontradas sonrisas antiguas y domos rusos capturados
por sus siluetas hacia un olvido más profundo que el tiempo
de los hombres permite
un pagaré de recortes e impresiones fijadas con certeza imperfecta
a la bruma que se traga cada siglo y frente a esto Ivana
cautivada Robert Rauschenberg eres un verdadero héroe americano.

187
Arcadia

Peter Golub

“¿Amor? ¿Qué es eso? El amor es el calmante más natural. Amor”.


William S. Burroughs

El pelícano
Imaginemos que la mente es una legión
con mil variedades de salchichas y vodka
y también que una chica bella se baña en un río iluminado por la luna
imagina que estás parado en un banco de arena
fumando un cigarrillo cerca de una pequeña fogata
a la mañana te despiertas cubierto de rocío
un pájaro gigante a centímetros de tu cabeza
de regreso al pueblo
una mujer con dientes de oro
te pide que la ayudes a cargar dos baldes de agua
es el día de tu casamiento
eres el hombre más afortunado del mundo.

Para Anna
De camino a casa te imagino
sentada en la mesa de la cocina
junto a las flores rojo brillante
en una de las fotos blanco y negro
apiladas en la mesa de la cocina
estás con barro hasta las rodillas junto a la Universidad Estatal de Moscú
sonriendo como niña en Navidad
plantando los árboles del futuro brillante
tú tenías 25 años, mi edad ahora
ahora unos 50 años más tarde esperas
a tu hija, que es mi madre
ella me prometió venir
y tomar una copa de vino blanco barato
en honor a la gran lucha
que al final no significó casi nada.

188
Historia clínica

Gustavo Álvarez Núñez

Yo era pequeño.

El llamado era de larga distancia


y por la cara de mi madre
no eran buenas noticias.

Con mi hermano la vimos llorar


e instintivamente nosotros también lloramos.

No recuerdo bien si mi padre estaba en casa.

Años más tarde entendí lo que significaba


la palabra “contención”:
nos abrazamos todos tan fuerte
que podría haber caído la bomba de neutrones
ahí mismo
que éramos invencibles.

Había muerto su padre, mi abuelo,


al que nunca conocí.

*
Hablo con mi madre y lo entiendo todo:
mi padre es una persona muchas veces
insoportable
y se hace muy difícil convivir con él.

Al rato hablo con mi padre y lo entiendo todo:


mi madre es una persona muchas veces
insoportable
y se hace muy difícil convivir con ella.

189
*
Todos los padres esperan de sus hijos
las altas calificaciones de la vida burguesa:
un trabajo estable y bien pago,
una familia madura y nietos a granel,
un llamado o una visita no muy espaciada.

Pero a veces se tienen que conformar


con que seamos normales:
trabajos precarios y mal pagos,
enredos amorosos y abortos clandestinos,
esporádicas visitas y comunicaciones lacónicas…

190
En tránsito

Mariano Dupont

Así, en el auto, en los semáforos,


cuando avanzar no puedo, no me dejan,
gano tiempo, entonces, lo uso, al tiempo,
robo. Minutos, horas. Aprovecho.
No me duermo. Y, como quien sacude,
contento, la manguera ante la blanca taza
(de un Ferrum, un Roca o un clásico
Pescadas), al alba, inestable, digo,
tambaleándose, hacia atrás,
hacia delante, izquierda, derecha,
en círculos, etc., por los litros
del fermento color ámbar, que horas antes
se ha bebido.

Así, en el auto, entonces, como quien


anhela escurrir, en ese acto,
distraído, las últimas gotas de la orina
que el cuerpo, sabio, ha acumulado
en la vejiga: así me saco, entonces. ¿Qué?
Un verso. Y después otro y otro y otro.
Así me los voy sacando
a los versos.

El poema solo se va armando, sin mí,


con cada sacudida.

Sacudimientos.

Así, también (estoy lleno de metáforas),


como el arquero que, después de años,
muchísimos, ha aprendido a desplazarse,
a no estar, y ya no es él, sino Dios,
el que dispara sus flechas: igual, así, yo,
voy largando los versos.

Bueno.

191
La cosa es que, acá en el auto,
andando. No, andando no.
En el semáforo, o cuando algo
me lo impide (circular): escribo.
Espero y espero, y en la espera,
desenrollo, desato: ¡me entretengo!
Un verso y otro y otro, sí:
como quien sacude la manguera,
entonces, ante la blanca taza,
de un Ferrum, un Roca o un viejísimo
Pescadas, bueno, así.

Más que versos, difusiones,


un poema con mucho que desear,
ritmo, sobretodo, un poema sin ritmo,
roto. Escribo, así, a distancia del poema,
escribo. Pruebo la lira, canto, desafino,
voy y vengo voy y vengo
por mis bajas cualidades.

No me importa.

Me saco el poema, o lo que sea,


entonces: frío, escribo, hace un frío
terrible, de cagarse, invierno, mucho,
mucho frío, y por ejemplo:
oscuro, muy oscuro, día subiendo
y no, que se resiste a subir, ocho am,
nubes, feas nubes que embadurnan el cielo,
lo amortajan, aguanieve, escribamos,
el limpiaparabrisas abanica, barre,
va y viene viene y va en este día,
¡qué día!: pero acá no, no, no tengo frío,
voy calentito.

Bueno, decía, entonces: acá, en el auto,


como quien sacude, contento, etc.,
abandono el prolegómeno,
lo abandono de una vez, y arranco, ¡al fin!,
este poema beckettiano:

192
para que no sea/
sí o sí /
una palabra y más /
sin más /
gratis: las regalo/
ebrio /
o drogado /
………………………………
versos amputados /
faltos /
de ritmo y de todo /
llenos de todo /
lo que no sea poesía /
y no decir y no decir y así se dice /
escribir cansa /
y así /
algo muy poco queda /
casi nada nada /
una línea y otra /
sic transit! /
esto es todo por ahora: nada /
pfrrr /

193
Gorlitzer Park Blues

Ulises Conti

Gorlitzer Park es uno de mis lugares favoritos


podés ir a cualquier hora y comer pollo frito por cuatro euros
es el parque donde vamos los extranjeros
a olvidarnos de la realidad.
Si estás solo el mejor lugar para ir
es el parque de Gorlitzer
amigos fáciles
gente con la cual poder hablar
queda cerca de todos lados
desde el centro en bicicleta apenas son unos minutos
niños, madres, hombres solitarios y prostitutas
todos van y dan una vuelta por el parque antes de que se haga de noche.
Cuando junte buena plata voy a pagarte un pasaje en avión
para que podamos pasear juntos por el parque
ahí vas a poder ver a los poetas inmigrantes
alguien tocando en la guitarra algún cover
o un grupo de jóvenes rusos que bailan break dance.
En Gorlitzer Park cada tanto hay una pelea
pero en general nadie jode a nadie
existe la idea de la utopía y del exilio
aunque en verdad ya nadie habla de eso
a mí me gusta ir por las tardes
tirarme en el pasto
leer al sol y quedarme dormido.
Cerca del parque hay un canal
en verano podés meterte al agua y nadar hasta volverte viejo
en invierno hace tanto frío
va a ser mejor que no te detengas
el chorro de agua de la fuente
se congela como en las películas de ciencia ficción.
Es un poco triste acá el invierno
nada que ver a lo que estamos acostumbrados
estoy en un país donde hablan un idioma que no entiendo
aunque quiera nunca puedo olvidarme de eso
en Gorlitzer Park podés escuchar cuantos idiomas quieras
solo es cuestión de acercarte a los demás

194
a mí me gusta ver a los viejos como juegan ajedrez
algunos juegan por dinero
otros gritan, se divierten y así pasan el rato.
Los yonquis sufren en la otra punta
con sus caras deformadas por la adicción al placer
también hay deportistas musculosos con ipods y trajes coloridos
los punks y sus perros son como monumentos hiperrealistas
cada tanto algún policía se acerca y les pide documentos
parece que hace unos años nadie andaba por acá
pero ahora todos venimos a Gorlitzer
los chicos negros juegan al básquet
con sus cadenas de oro y sus teléfonos celulares
más tarde llegan sus novias
vienen de la peluquería con el pelo recién planchado y ropa nueva.
Gorlitzer Park es el parque de los extranjeros
dos hombres turcos preparan una barbacoa para sus familias
que esperan sentadas sobre un montón de sillas plegables
detrás de ellos un niño hace pis entre los árboles
y corre hasta su madre embarazada.
Los adolescentes posan en la rampa de skateboarding
tomando Coca-Cola, como si fuera una publicidad para la tv
más lejos hay un pequeño zoológico y una iglesia
que también están dentro del parque
al lado en una camioneta llena de grafitis
una chica pelirroja y su padre barbudo venden helados por un euro
en el lago los cisnes, los patos y los pavos reales
pasan entre la basura que flota en cámara lenta.

195
Las Escrituras no se cumplen

Margarita Roncarolo

La abuela y el nieto o método de costura con punto nudo


Se iba
la cabecita sobre el hombro de la madre
80 metros serían 80 metros
y desde el centro del ojo
pequeño
como una almendra
desenrolló un hilo
y lo lanzó a lo largo
de 80 metros
80 metros tan chiquito
y lo lanzó por 80 metros
y dio justo
justo en el centro de mi ojo
derecho
y lo enganchó
no hay metáfora
era el hilo de la mirada
me lo pescó con un anzuelo
el hilo se tensó
y me puse a llorar
de miedo a que se rompiera
el hilo de la mirada
que no me suelte –dije–
que no me suelte nunca.

Sucesos
Un gato está sentado en la puerta de la casa.
Nadie se da cuenta pero espía a otro gato
tras el árbol de enfrente.
Yo soy el dueño de la cuadra
babea
y disimulado con el vientre contra el piso arranca como una locomotora.
En el mismo momento
una locomotora pasa por la vía

196
al lado de la casa
que tiembla las paredes
y desprenden un pedazo de revoque sobre el escritorio
de la mujer que está escribiendo
que un gato está sentado en la puerta de la casa
y que piensa que
el cenicero está demasiado lleno
y que
por la hora del tren
ya deben ser las cinco de la tarde
la hora en la que los
cartoneros
empiezan a llegar
y a subir por la ciudad
con los carros como asnos
y que el esposo tiene razón cuando dice
un día van a arrasar con nosotros
y van a tener razón.

Cuando me vuelva loca


Voy a ocupar las noches en contar las palabras con un lápiz rojo / Tendrá que
ser un lápiz gordo, que moleste a los dedos / como el que mi padre usaba en el
mostrador del ferrocarril / Anotaré al final de cada texto / el número de palabras.
Con el mismo rojo. Un número (seguramente de dos cifras) chiquitito / que no
moleste / Yo tampoco molestaré, una loca inofensiva.
Pero te vas a acordar de mí. No sé cuándo / pero te vas a acordar de mí.

197
Acerca de los Ashanti

Bruno Galindo

Somos portátiles, verticales, ambidiestros


somos bastardos, apátridas, ignífugos
somos rencorosos y escupimos musas
somos soberbios y moderadamente antropófagos
somos, en una sola línea, el sacro y la séptima vértebra
somos telépatas y físicos
asimétricos
isométricos
somos antenas
somos de atenas.

Diversas virtudes ostentamos


aspiradores de incienso, poetas y empresarios
hijos de rosacruces e indios brahmanes
somos luteranos y anarquistas, pulsistas
planetarios, budistas clandestinos
nos comunicamos con falsos afrohaikus
amamos a los muertos
sabemos cosas chinas
el lenguaje de los animales
la relatividad de la teoría.

Ofrecemos banderas
de repúblicas imaginarias
olvidamos cajas fuertes
en nuestra grandeza equilátera
pulverizamos el amor como propiedad privada
somos todos excepciones
alivio para la mujer cansada
trajimos álgebra y adoptamos maneras persas
aprendimos el Zohar y el New York Times
¡restauraremos a los Ming, devolveremos la barca de Ra!

Tenemos necesidades grandes


deseos pequeños
el tiempo es nuestro amigo

198
nada nos queda antiguo
entiérranos con nuestras mujeres
diseña cámaras contiguas para nuestro cuerpo
y nuestra alma
llevamos siempre una flor en el pecho
y una daga en la espalda
contrariamente a la mujer caprichosa
al principio no quisimos nada
ahora lo exigimos todo.

199
Créditos

Los poemas de María Teresa Andruetto pertenecen a Kodak (Córdoba, Ar-


gos, 2001).

Los poemas de Mirta Rosenberg fueron extraídos de El árbol de palabras.


Obra reunida 1984-2006 (Buenos Aires, Bajo la Luna, 2006).

Los poemas de Gabriela Franco integran Los que van a morir (Buenos Ai-
res, Ediciones en Danza, 2007).

Los poemas de Osvaldo Bossi forman parte de El muchacho de los helados y


otros poemas (Buenos Aires, Bajo la Luna, 2006).

Los poemas de Carlos Battilana componen La demora (Buenos Aires, Sies-


ta, 2003).

Los poemas de “Crayón” de Maruja Bustamante son canciones que inte-


gran el disco Falsas alarmas del dúo Te amo (Maruja + Iti, el Hermoso).

El segundo poema de Liliana Ponce fue publicado en revista Canecalón


(agosto de 2006).

La versión original, en inglés, del poema “Grabados de Rauschenberg” de


Andrew Haley fue publicado en Beltway Poetry Quarterly.

Los poemas de Bruno Galindo pertenecen a África para sociedades secretas


(Madrid, Vitruvio, 2003).

200
Libertad, libertad, libertad

Ocupar el lugar de las palabras finales no es nada fácil. Me asalta la in-


dicación patotera de “el último en salir cierra la puerta” desde el recuerdo y
como sabia prevención, porque, sinceramente, no me interesa cerrar nada,
no solo por seguir los mandatos polisémicos de Puan en los que he sido ins-
truida, sino también recuperando algo de lo que dijeron Laura y Germán en
una entrevista realizada por Plebella hace diez años sobre su proyecto y otras
movidas editoriales: “Creás un espacio, creemos que todos acá somos espa-
cio”, y por muchas razones y necesidades vigentes quisiera que quede abierto.
Empezaron en 2004 con una propuesta que preludió a las licencias
Creative Commons, que, iniciadas en 2001 en los Estados Unidos, recién
llegaron a la Argentina traducidas y adaptadas a la legislación local en 2005,
desordenando el clásico “todos los derechos reservados” (que garantiza el
derecho de autor por defecto) con un espectro amplio de opciones. Estas
licencias invitan a los autores y creadores a compartir las obras bajo la idea de
“algunos derechos reservados” y, así, a tomar una posición intermedia entre la
reserva completa de los derechos de autor y el dominio público, promoviendo
el libre acceso a la cultura. Con ánimo visionario (o libertario), la dupla de
Color Pastel declaraba desde su primer fanzine: “Color Pastel es lo más fácil
de fotocopiar, doblar, y llevarse de viaje. Permitimos y fomentamos cualquier
tipo de reproducción del texto (siempre citando el nombre del autor)”.
Cultura libre, poesía libre, gesto antimercantil. Gratis y gratificante. ¿Quién
no se llevó en el bolsillo del pantalón o del buzo canguro un par de poemas
seleccionados por Laura y Germán? Nos llegaba siempre un nombre nuevo,
con su obra en una muestra modesta y linda, sin apabullar.
Contemporáneos al surgimiento y triunfo de las redes sociales –Face-
book, por ejemplo, se abría al mundo en español entre 2007 y 2008– podría
asegurar que fue Color Pastel quien conformó primero una red autóctona y
auténtica de lectura y circulación de poesía en aquellos años, que nos reunió
innumerables veces y nos sigue reuniendo, que dio a tantos su primera pu-
blicación, además de generar influencias, amistades. Varias de las personas
antologadas en esta edición son hoy poetas que admiro o entrañables ami-
gas o las dos cosas. Color Pastel me conectó con esta comunidad, siempre
abierta, no un motor de búsquedas ni un algoritmo o un robot, sino la trac-
ción a sangre de su dar y disfrutar: “Mis amigos siempre leyeron textos que
yo les daba y quise llevar eso, de mi e-mail a algo mucho más global y hacer
circular esos autores que a mí tanto me gustaban”, decía Germán.

201
Y aunque parece haberse adelantado a dos inventos clave del siglo xxi,
Color Pastel surge, de todas formas, de continuar una tradición; esa que
vuelve la pasión por leer y por hablar de literatura con amigxs, en el boliche,
en el bondi, en lenguas extranjeras, en un acto de creación: editar poesía, ta-
rea muy visitada, pero que siempre se puede resignificar. “No sabemos si se
nos hubiese ocurrido tener una distribución gratuita de poesía como Color
Pastel de no haber sido por tener en casa plaquetas de Belleza y Felicidad,
Siesta y Del Diego. Estos proyectos nos abrieron la cabeza de que esto
existía y podía hacerse”, asegura la dupla, y yo agrego: a mí tampoco se me
hubiese ocurrido realizar aquel gesto juvenil editorial –Zorra/Poesía– de
no haberme encontrado con un Color Pastel una tarde, mientras esperaba,
adormecida por la larga fila, mis apuntes en Gambito de Alfil. La anécdota
es corta: lo vi, me lo llevé a casa, me entusiasmé y, así como ellos, entendí
que había una posibilidad de habitar un espacio, de recrearlo. Una legítima
práctica de la libertad.
Libertad, libertad, libertad: que nunca se termine, que nunca se cierre,
que se herede en estos actos amorosos de resistencia, que nos habilitan a
movernos hacia una comunidad de pares en estado creativo.

Noelia Rivero

202
Los autores

Facundo Albano (Bs. As., 1985). Estudió Letras en la UBA pero no finalizó la
carrera. Se decidió por la gastronomía, se recibió en el Colegio Gato Dumas y se
perfeccionó en Le Cordon Bleu de París. Es jefe de pastelería de Mark’s, en Pa-
lermo Viejo. Junto a Germán Weissi, creó Color Pastel y durante algunos meses
fue su coeditor.

Gustavo Álvarez Núñez (Bs. As., 1968). Poeta, músico y editor. Publicó los libros
de poesía Sweet Home, Panamericana (1999), Pulsiones (2006), Tratado sobre los pa-
dres (2013), Bailemos (2015) y el de relatos Vidas epifánicas (2015). Al frente del
grupo de rock Spleen formó parte del underground porteño de la segunda mitad
de los 90. Compiló AntologíaPoetasRock (2003), compuesto en su mayoría con poe-
mas inéditos de músicos argentinos.

María Teresa Andruetto (Córdoba, 1954). Publicó novelas, ensayos, cuentos y li-
bros para niños. En poesía, Palabras al rescoldo (Argos, 1993), Pavese y otros poemas
(Argos, 1998), Kodak (Argos, 2001), Beatriz (Argos, 2005), Pavese/Kodak (Edicio-
nes del Dock, 2008), Sueño Americano (Caballo Negro, 2008), Tendedero (CILC,
2010). Su narrativa fue traducida al alemán, italiano, gallego, portugués, esloveno,
turco y chino.

Clara Anich (Bs. As., 1981). Lic. en Psicología. Escribe narrativa, dramaturgia y
poesía. En 2005 fundó el Grupo Alejandría de narradores. Publicó Juego de Señora
(El Suri Porfiado, 2008) y Privado (Gárgola, 2014). En 2013 estrenó su obra Cuán-
to es mucho para mamá. Estudia Dramaturgia en la EMAD y codirige el proyecto
Kiako-Anich.

Jorgelina Arena, seudónimo de Paola Ferrari. Publicó la plaqueta Aeroplano (Pro-


veedora de Droga, 2005) y participó de la antología Veni Vidi Vici (2015). Realiza
performances poéticas, entre las que destacan Pseudoneuróptero, Dolor o impre-
sión y Polémico paroxismo.

Laura A. Arnés (Bs. As., 1981). Doctora en Letras (UBA), investigadora del
CONICET y una de las coordinadoras del proyecto Ni Una Menos. Publicó los
libros Manzana fue (Huesos de Jibia, 2011) y A tres tiempos (Milena Caserola,
2014), y la plaqueta Parto (Proveedora de Droga, 2005), entre otras. Participó
en las antologías Poesía manuscrita vol. 2 (2009), Habitando la frontera (2008),
Reinvención (2013) y Exit 75 (2014).

203
Cecilia Banegas (Bs. As., 1973). A los 23 años se radicó en Capital Federal para
estudiar danza, teatro y acrobacia en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas. Al
año siguiente conoció el Ashtanga yoga, que hasta hoy es parte de su profesión.

Carlos Battilana (Corrientes, 1964). Docente de Literatura Latinoamericana en


la UBA. Algunos de sus libros son El fin del verano (Siesta, 1999), La demora (Sies-
ta, 2003), El lado ciego (Siesta, 2005), Materia (Vox, 2010), Presente continuo (Via-
jera, 2010), Narración (Vox, 2013), Velocidad crucero y otros libros (Conejos, 2014) y
Un western del frío (Viajero Insomne, 2015).

Diana Bellessi (Santa Fe, 1946). Integró la redacción de la revista Feminaria y fue
cofundadora de la editorial Nusud. Algunos de sus libros son Destino y propaga-
ciones (1972), Crucero ecuatorial (1981), Danzante de doble máscara (1985), Eroi-
ca (1988), Paloma de contrabando (1988), El jardín (1992), La rebelión del instante
(2002), La edad dorada (2003), Variaciones de la luz (2007) y Tener lo que se tiene.
Poesía reunida (2009).

Mariano Blatt (Bs. As., 1983). Poeta y editor. Publicó Increíble, El pibe de oro, Pa-
sabobos, Hielo locura, Nada a cambio, No existís, Alguna vez pensé esto y Mi juventud
unida. Codirige el sello editorial Blatt & Ríos.

Ignacio Bosero (Bs. As., 1982). Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA). Es-
critor. Publicó Antonio Di Benedetto: el camino sosegado (UBA, 2010), Viaje ritual
(Luciérnaga, 2013) y La carne alucinante (Punto Aparte, 2015).

Osvaldo Bossi (Bs. As., 1963). Poeta y narrador. Publicó los libros de poesía El
muchacho de los helados y otros poemas (Bajo la Luna, 2006), Del coyote al correcaminos
(Huesos de Jibia, 2007), Casa de viento. Antología personal (Nudista, 2011), Ni la
noche ni el frío (Textos Intrusos, 2012), Chicos malos y otros libros (Conejos, 2012); y
las novelas Adoro (Bajo la Luna, 2009) y Yo soy aquel (Nudista, 2014).

Gabriela Botbol (Bs. As., 1965). Cursó parte de la carrera de Letras en la UBA
y del profesorado de Lengua y Literatura. Fue periodista en gráfica y radio. Sus
textos aparecieron en diversas revistas y fanzines virtuales o de papel.

Maruja Bustamante (Bs. As., 1978). Actriz, directora y performer. Escribe teatro.
En los últimos 15 años participó en más de cuarenta obras alternando los roles.
Forma parte del dúo sentimental punk Te Amo. Publicó la antología Hija boba y
otras obras (Blatt & Ríos, 2015).

Diego Carballar (Bs. As., 1971). Publicó Viaje a la pantera (Crudo Ediciones,
2007), La rojita (Vox, 2009), Misiones (No hay vergüenza, 2010) y After sangre
(Determinado Rumor, 2011).

204
Fernando Cocchi (Bs. As., 1986). Escritor e investigador. Realizó estudios de crí-
tica e historia del arte. En 2011 presentó la exposición Antonio Magliano en Los
Toldos, territorio construido. Publicó el libro Antonio Magliano en Los Toldos, los ofi-
cios del artista y el amor a la ciudad (2015).

Ulises Conti (Bs. As., 1975). Publicó En Auckland ya es mañana (Mansalva, 2011)
y La cinta transportadora (Mansalva, 2015). Cuenta con nueve discos editados. Por
el sello japonés Flau Records, Atlas 2003-2013 (2013) –una antología con lo mejor
de su discografía– y el alfabeto sonoro Los Griegos creían que las estrellas eran peque-
ños agujeros por donde los dioses escuchaban a los hombres (2014).

Alejandra Correa (Uruguay, 1965). Poeta y artista visual. Publicó Río partido
(1998), El grito (2002), Donde olvido mi nombre (2005), Cuadernos de caligrafía
(2009 y 2014), Los niños de Japón (2010) y Maneras de ver morir a un pájaro (2015).
Desde 2010, coordina el Festival de Poesía en la Escuela junto a Marisa Negri.

Florian DeStijl, nick de MSN (2003-2008) de Gael Policano Rossi.

Ariel Devincenzo (Bs. As., 1977). Docente de Lengua y Literatura. Entre 2000 y
2009 fue parte del grupo Etcétera. Publicó Lo que queda del mono (El Mono Arma-
do, 2007) y Cementerio porno (Milena Caserola & el asunto, 2012). En colaboración
con Maximiliano Frydman, realizó el cortometraje Wonder Boys (2014).

Ana Claudia Díaz (Bs. As., 1983). Publicó los libros Limbo (pájarosló, 2010; La
One Hit Wonder Cartonera, 2012), Conspiración de perlas que trasmigran (Zindo &
Gafuri, 2013) y Una cartografía de la insolación (Club Hem, 2015), y las plaquetas
Vuelto Vudú y La ecología de las poblaciones (pájarosló, 2009 y 2010). Participó de las
antologías Canciones (Ediciones Presente, 2013), Reinvención (2013) y Estaciones
(La Parte Maldita, 2013), entre otras.

Celeste Diéguez (Bs. As., 1979). Publicó La capital (Vox, 2012), La enfermedad de
las niñas (Club Hem, 2013) y El camino americano (Eloísa Cartonera, 2015). Partici-
pó de las antologías Poesía manuscrita vol. 2 (2009), Mangueras rojas y azules (2010),
El último día de verano (Club Hem, 2012), Reinvención (2013) e Hijas de diablo Hijas
de santo (2014). Coordina la colección de poesía de Club Hem Editores.

Dimitri, seudónimo de Cinthia Mirol, (Río Gallegos, 1983). Reside en su ciudad


natal haciendo vida de hikikomori.

Tamara Domenech (Bs. As., 1976). Publicó ¡Yapa! Antología de pesadillas con fina-
les felices (Capitán Minerva, 2008), Familiares (Zorra/Poesía, 2009), Las elegidas y
Ropero (ByF, 2009), Poemas en el jardín (Zorra/Poesía, 2010), Las obras de arte en

205
mi vida (Ediciones Presente, 2011) y Recolección (Zindo & Gafuri, 2015). Dirige la
editorial de poesía Ediciones Presente.

Mariano Dupont (Bs. As., 1965). Publicó las novelas Aún (Emecé, 2003), Ruidos
(Santiago Arcos, 2008) y Arno Schmidt (Seix Barral, 2014) y, por Ediciones cada
tanto, los libros de poesía Quique (2003), Pampa trunca (2004), Nanook (2010) y
Marcola (2011). De 2000 a 2008 fue editor de la revista Los Inrockuptibles.

Sol Echevarría (Bs. As., 1983). Lic. en Letras (UBA). Publicó Balneario (Zorra/
Poesía, 2006) y Postales (La Propia Cartonera, 2010). Colaboró en publicaciones
nacionales y extranjeras con textos críticos sobre literatura argentina actual. De
2005 a 2015 dirigió la revista No Retornable. Codirige la editorial de ensayo Excur-
siones y la galería de arte Acéfala.

Teresa Elizalde (Bs. As., 1975). Periodista. Publicó Zócalo (pájarosló, 2008). Junto
a Juana Roggero, Mónica Rosenblum, María Gutiérrez y Juana Peralta, integró el
Grupo Enjambre, que produjo el CD de poemas musicalizados acántaros.

Paola Ferrari (Bs. As., 1972). Artista performática y visual. Publicó Balcón con
cactus (Zorra/Poesía, 2007), Manual de flores artificiales (Tocadesata, 2012) y los
libros-objeto Infantilidades (2005), Elementos (2006), Tlazoteotl (2007) y Poemas de
amor (2008). En 2011 fue editora invitada de Color Pastel.

Natalia Fortuny (Bs. As., 1977). Docente e investigadora sobre fotografía argen-
tina contemporánea. Además de colaborar en revistas y publicaciones académicas,
publicó los libros Hueso (Ediciones en Danza, 2007) y La construcción (Gog y Ma-
gog, 2010), y las plaquetas La chispa (Terrible Poesía, 2006) y Las Crías (Crudo
Ediciones, 2005).

Gabriela Franco (Bs. As., 1970). Lic. en Letras (UBA), docente y editora. Publicó
las plaquetas Calle, junto con Daniela Fiorentino, (Ediciones del Diego, 1999) y
Piedras preciosas (Zorra/Poesía, 2006), y los libros Los que van a morir (Ediciones en
Danza, 2007) y Modos de ir (Ediciones en Danza, 2013).

Freak del Amor, seudónimo de Diego Lebedinsky, (Bs. As., 1973). Publicó El
jardín de la impaciencia, Verdes chinos, La misma hora todo el tiempo, Dos mil doce y
Humano. Integra la banda de poesía Freak del Amor & Las Bellas Vinagres.

Romina Freschi (Bs. As., 1974). Algunos de sus libros son Redondel (Siesta, 1998),
Estremezcales (Tsé-Tsé, 2000), El-pE-Yo (Paradiso, 2003), Marea de aceite de balle-
nas (Ruinas Circulares 2012), Juntas (Alto Pogo, 2014) y Libro Có(s)mico (Club
Hem, 2015). Fundó y dirigió la revista de poesía y crítica Plebella, que en 2013

206
compiló ensayos, poemas e ilustraciones para la antología publicada por editorial
Eudeba. En 2012 fue editora invitada de Color Pastel.

Bruno Galindo (Bs. As., 1968). Poeta y narrador. Publicó Lunas hienas (2001),
África para sociedades secretas (2002) y Luna 45 (2003). Trabaja habitualmente en el
formato sonoro. Su disco más reciente es El público, en colaboración con el grupo
Babasónicos, soundtrack de su última novela.

Ivana Gamarnik (Bs. As., 1979). Traductora literaria en Lengua Inglesa, estudian-
te crónica de Letras. Diletante, se dedica a la docencia, a la traducción, a la edición
y al yoga. Publicó la plaqueta Macumba (Proveedora de Droga, 2007). Sus poemas
fueron incluidos en las antologías Poesía manuscrita vol. 3 (2010) y Reinvención
(2013). En 2012 fue editora invitada de Color Pastel.

Francisco Garamona (Bs. As., 1976). Escritor, compositor, artista plástico, editor
y librero. Publicó treinta libros en editoriales argentinas y del exterior. Los últimos
son Muy de amor (ByF, 2013), Nuestra difícil juventud (Ivan Rosado, 2014) y Un
tesoro local (Ivan Rosado, 2015).

Juan Fernando García (Bs. As., 1969). Publicó La Arenita (2000), Todo (2004),
Ramos generales (2006) y Morón (2014). Es coordinador de la Secretaría de Cultura
de la Universidad Nacional del Noroeste en Buenos Aires.

Peter Golub (Rusia, 1982). Escritor y editor de St. Petersburg Review. Obtuvo
las becas Michael Heim y BILTC y el premio Pen USA. Pretende publicar varias
obras, entre ellas, un texto sobre una cabra sabia que quiere salvar al planeta.

Gladys González (Chile, 1981). Publicó Hospicio (Ediciones Inubicalistas, 2011),


la compilación Pequeñas cosas (Libros del Cardo, 2015) y, por la editorial La Cala-
baza del Diablo, Gran Avenida (2005), Aire Quemado (2009), Vidrio Molido (2011)
y Calamina (2014).

Andrew Haley (Estados Unidos, 1978). Publicó Good Eurydice (Otis Nebula,
2011). Con Ivana Gamarnik, tradujo al inglés la obra Mi vida después de Lola
Arias (Bs. As., 2009).

Mercedes Halfon (Bs. As., 1980). Publicó Dormir con lo puesto (Zorra/Poesía,
2008), Tres Islas (Determinado Rumor, 2011), Hebilla de pasto (Vox, 2012) y Un
fuego cualquiera (Neutrinos, 2015). Participó de las antologías Lo humanamente po-
sible (2008) y Poesía manuscrita vol. 2 (2009).

Belén Iannuzzi (Bs. As., 1979). Publicó las plaquetas Pajaritos (Zorra/Poesía,
2008) y Oímos el run (Zorra/Poesía, 2009) y los libros Haikus gordos (La Propia

207
Cartonera, 2010), El origen de las especies (Pánico el Pánico, 2010), Todos los bosques
(Pánico el Pánico, 2010), Los que tienen fe (Chuy Ediciones, 2014) y Encenderé un
fuego (La Carretilla Roja, 2016).

Valeria Iglesias (Bs. As., 1970). Lic. en Lengua Inglesa, editora e instructora de
yoga. Fundó y dirige Ediciones Outsider. Publicó las plaquetas Oniria (Proveedora
de Droga) y Estrella de cine catástrofe (fanzine de Bailanta), entre otras, y los libros
Restos de Jukebox (Tocadesata, 2009) y Correo sentimental (Pánico el Pánico, 2012).

Erica Jacquemain (Bs. As., 1976). Diseñadora gráfica. Le gusta el cine, la danza,
la música y la literatura. Dibuja desde pequeña, y comenzó a escribir a los 20 años.

Virginia Janza (Bs. As., 1981). Lic. en Letras (UBA), escritora y editora. Publicó
La Cajita de Pandora (Viajera, 2008), Ocultemos (La Propia Cartonera, 2010), Lado
Géminis (Viajera, 2012) y Madreselva (Textos Intrusos, 2016). Sus series de poe-
mas “Acaracolemia”, “Espantapolos”, “Infecfloria” y “Pobre Marilyn” fueron inclui-
dos en revistas y antologías. Su primera novela, Alfonsina, se encuentra en proceso
de publicación.

Paula Jiménez España (Bs. As., 1969). Algunos de sus libros son Ser feliz en Bal-
timore (Nusud, 2001), La casa en la avenida (Terraza, 2004), La mala vida (Bajo la
Luna, 2007), Ni jota (Abeja Reina, 2008), Espacios naturales (Bajo la Luna, 2009), La
vuelta (Simulcoop, 2013), Paisaje alrededor (Bajo la Luna, 2014), Canciones de amor
(27 Pulqui, 2015) y la antología personal El corazón de los otros (Tabaquería, 2015).

Nurit Kasztelan (Bs. As., 1982). Publicó Movimientos Incorpóreos (Huesos de Jibia,
2007), Teoremas (La Propia Cartonera, 2010) y Lógica de los accidentes (Vox, 2013;
Ediciones Liliputienses, 2014). Participó de las antologías Reinvención (2013) y
Poesía manuscrita vol. 1 (2008), entre otras. Codirige la editorial de ensayo Excur-
siones y tiene una librería atípica: libreriamicasa.com.ar.

Ileana Kleinman (Bs. As., 1984). Profesora de Letras (UBA), especializada en


Letras Clásicas. Publicó la plaqueta Días (Proveedora de Droga, 2005) y partici-
pó en las antologías Poesía manuscrita vol. 1 (2008) y Reinvención (2013). Trabaja
enseñando Literatura en escuelas medias y se dedica a la investigación sobre la
didáctica del latín.

Adriana Kogan (Bs. As., 1983). Publicó las plaquetas Donde estaban sentadas las
bases hay un millón de ciervos (pájarosló, 2007) y Las cosas, los patos (Zorra/Poesía,
2009). Participó de las antologías Última poesía argentina (Ediciones en Danza,
2008), Poesía manuscrita vol. 1 (2008) y Exit 75 (2014). Se dedica a estudiar y en-
señar Literatura Brasileña.

208
Fernanda Laguna (Bs. As., 1972). Artista plástica, escritora y curadora. Desde
1999 a 2007, condujo la galería de arte Belleza y Felicidad y, hasta la actualidad, la
editorial homónima. En 2010 abrió Tu Rito, espacio dedicado a la poesía y la per-
formance. Codirige el espacio de arte Agatha Costure. Algunos de sus libros son Me
encantaría que gustes de mí (2006), Dame pelota (2009) y Control o no control (2012).

Blanca Lema (Bs. As.). Poeta, novelista, guionista y performer de poesía y danza
Butoh. Comenzó a publicar a los 14 años, a los 20 editó Poemas de la tristeza vio-
leta. Luego salió del país y se dedicó a la publicidad, la pintura y el cine. Publicó
A-parición (Imagine, 2006), la plaqueta Gelatina (Proveedora de Droga, 2007) y las
novelas Taper Ware (Paradiso, 2009) y Contradanza (Paradiso, 2016).

Julieta Lerman (Bs. As., 1980). Lic. en Letras (UBA). Publicó París intramuros (El
Suri Porfiado, 2008) y Una cosa mínima (La Propia Cartonera, 2011). Participó de
la antología Poesía manuscrita vol. 3 (2010).

Luisa Fernanda Lindo (Perú, 1979). Lic. en Letras (UBA), escritora, curadora y
artista. Fue editora de Pistilo (Bs. As.-Lima). Publicó los libros Simulacro (2010),
POSTPOP (2009) y Postizas (2007), y las plaquetas Maculada (2015) y Re(in)ci-
dencia (2013), entre otras. Sus trabajos performáticos más recientes son Proyecto
15 (2014) y El infinito es un lugar que gira sobre sí mismo y da la vuelta y vuelve
a empezar (2013).

Laura Lobov (Bs. As., 1978). Publicó Balneario (2003), Las cosas a descansar (2004),
La casa de la abeja (2007), Pájaros que se posan sobre una antena (2009 y 2014) y El
management envilece al mundo (2010). Es fundadora de Gog y Magog, editorial que
codirige desde 2004. Coordina un programa de lectura en voz alta en la escuela y
el jardín de infantes en La Paloma, Uruguay.

Karina Macció (Bs. As., 1974). Dirige Siempre de Viaje, talleres de lectura y es-
critura, y Viajera Editorial, por la que publicó La Pérdida o La Pérdida, Diario de
la Transformación y Mis Peores Poemas de Amor/My love worst poems. Otros de sus
libros son Ocre. Amarillo vol. 1 (Textos Intrusos), Impresos en rojo (Gog y Magog),
Ferina (La Bohemia), Lestrygonia (Aurelia Rivera), Pupilas Estrelladas (Siesta).

Marina Mariasch (Bs. As., 1973). Publicó coming attractions, XXX y tigre y león por
Siesta –editorial que fundó en los 90–, Paz o amor. Poemas reunidos (Blatt & Ríos)
y las novelas El matrimonio (Bajo la Luna) y Estamos Unidas (Mansalva). Junto con
el colectivo Máquina de Lavar, editó La pija de Hegel.

Claudia Masin (Chaco, 1972). Escritora y psicoanalista. Algunos de sus libros


son Bizarría (Nusud, 1997), Geología (Nusud, 2001; Curandera, 2011), La vista

209
(Visor, 2002; Hilos, 2012), El secreto. Antología 1997-2007 (2007), Abrigo (Bajo la
Luna, 2007), La materia sensible: antología personal (Viajero Insomne, 2015) y La
cura (Hilos, 2016).

Cecilia Maugeri (Bs. As., 1984). Lic. en Letras (UBA). Coordina talleres de es-
critura creativa y performance. Publicó malapalabra (Viajera, 2009), visitante/the
visitor (Viajera, 2011) y Caballos (Textos Intrusos, 2013).

Alejandro Méndez (Bs. As., 1965). Publicó Variaciones Goldberg (Ediciones del
Dock, 2003), Medley (Suscripción. Larga distancia, 2003), Tsunami (Crunch! Edi-
tores, 2005), Chicos índigo (Bajo la Luna, 2007), Cosmorama (Ediciones Liliputien-
ses, 2013; Determinado Rumor, 2015) y Pólder (Bajo la Luna, 2014). Coordina el
sitio laseleccionesafectivas.blogspot.com.

Gladys Mendía (Venezuela, 1975). Estudiante de Letras. Traductora de portu-


gués. Publicó El tiempo es la herida que gotea (2009), El alcohol de los estados interme-
dios (2009), La silenciosa desesperación del sueño (2010) y La grita (2011). Sus libros
fueron traducidos al catalán, portugués, inglés, sueco y francés. Es editora de la
revista literaria Los Poetas del 5 (lospoetasdelcinco.cl).

Leo Mercado (Salta, 1982). Antropólogo especializado en Arqueología. Creó el se-


llo Viento Norte, ediciones de alambre. En poesía, publicó Bocanada (2008), mil200
(2011) y 39 (2012). En prosa, junto a Caro Fernández, Hacer el cuento, microcrónicas
(Macedonia, 2012) y Volver a hacer el cuento, microcrónicas (Sherezade, 2015).

Marta Miranda (Mendoza, 1962). Poeta y gestora cultural. Publicó Mea Culpa (Nu-
sud, 1991), El Oleaje (Nusud, 1998), La misma piedra (Ediciones del Dock, 2004), Na-
dadora (Bajo la Luna, 2008), El Oleaje y otros poemas. Antología poética bilingüe (Ruinas
Circulares, 2013) y El lado oscuro del mundo (Bajo la Luna, 2015). Coordina el Festival
Internacional VaPoesía Argentina junto con el escritor Ricardo Rojas Ayrala.

María Muro (Bs. As., 1974). Fue una de las coordinadoras del ciclo de poesía
Cuerpo Extraño y coprodujo el Living de la Poesía (con el apoyo de la revista Ple-
bella). Está trabajando en la edición de su primer libro.

Andi Nachon (Bs. As., 1970). Profesora de Letras y guionista. Publicó Siam
(1990), Warzsawa (1996), Taiga (2000), Goa (2003), Plaza Real (2004), 36 mo-
vimientos hasta (2005), Volumen I (2010) y La III Guerra Mundial (2013). Fueron
editadas dos compilaciones de su obra: Taiga no Rio de Janeiro (Río de Janeiro,
2001) y Villa Ballesta/Ñuñork (Santiago de Chile, 2003).

Fernanda Nicolini (Bs. As., 1979). Estudió Abogacía y Periodismo. Es directora


de la revista Brando. Publicó el libro de poesía Ruta 2 (Gog y Magog, 2008) y la

210
novela Te pido un taxi en colaboración con Mercedes Halfon (Plaza & Janés, 2009).
Su último libro es Los Oesterheld (Sudamericana, 2016), la biografía del creador de
El Eternauta y de su familia.

Robinson Oberti (Santa Fe, 1974). Incursionó en varios ámbitos del arte, como la
actuación. Trabajó como ilustrador gráfico, dibujante, maquillador y vestuarista de
teatro y posó como modelo vivo y publicitario. Es diseñador de indumentaria de su
propia marca: Avispo Rey.

Eloísa Oliva (Bs. As., 1978). Publicó Humus (La Creciente, 2005), 1027 (Nudista,
2010), El tiempo en Ontario (Nudista, 2012) y Extractos del diario de Ana B un mes
antes de cumplir treinta años (La Sofía Cartonera, 2013).

Emilia Ossipoff (Bs. As., 1941). Participó de las antologías Poesía manuscrita vol. 1
(2008), Reinvención (2013) y Exit 75 (2014), entre otras. Sus poemas fueron repre-
sentados por la actriz Marisa Cancellaro en el espacio Belleza y Felicidad. De 2007
a 2010 participó en la realización de fotopoemas Color Pastel. Tiene dos poema-
rios inéditos: “Ojos vendados” y “Púrpura”.

Peter Pank (Bs. As.). Actor, performer, director, profesor de teatro, realizador ci-
nematográfico y permanente agitador de la noche y la cultura porteñas. Publicó la
plaqueta La música del tren fantasma (Proveedora de Droga, 2011) y el libro Está
en la sangre (Tocadesata, 2011). Al frente de su banda electro-teatral Peter Pank &
los chicos perdidos grabó los discos Electro-Pank (2008), No soy tu novio (2012) y
Neverland Bizarro (2016).

Cecilia Pavón (Mendoza, 1973). Lic. en Letras (UBA), escritora, traductora y co-
fundadora de la galería Belleza y Felicidad. Algunos de sus libros son Caramelos de
anís (ByF, 2004), Los sueños no tienen copyright (Blatt & Ríos, 2010), 27 poemas con
nombres de persona (Triana, 2010), Un hotel con mi nombre (Mansalva, 2012), Once
sur (Blatt & Ríos, 2013) y Pequeño recuento sobre mis faltas (Overol, 2016).

Daniela Piccione (Santa Fe, 1968). Su obra ha sido recogida en diversas antolo-
gías, como Poetas contra el indulto y Palabras de la conjura; junto con Soledad Actis
publicó Eva en Holograma.

Gael Policano Rossi (Córdoba, 1987). Dramaturgo (UNA), actor y director. En


teatro se destaca su colaboración con Maruja Bustamante en más de veinticin-
co montajes. Publicó vosiyo (Tocadesata, 2009), Zombies (Proveedora de Droga,
2010) y malviaje & los poemas de internet (2015). Como dramaturgo estrenó Satur-
nalia, Liturgia, Cumbres borrascosas de Lolo y Lauti, Neptunistas y las conferencias
autobiográficas Amor brujo (2013) y Persona despreciable (2015).

211
Liliana Ponce (Bs. As., 1950). Egresó de la carrera de Letras (UBA), es poeta y
estudiosa de la lengua, la literatura y la escritura japonesas. Publicó Trama continua
(Corregidor, 1976), Composición (Último Reino, 1984), Teoría de la voz y el sueño
(Tsé-Tse, 2001), Fudekara (Tsé-Tsé, 2008) y Paseante y huésped (Club Hem, 2016).
Fue editora y colaboradora del libro El teatro Noh de Japón (Tsé-Tsé, 2002).

Juan Ignacio Previgliano (Bs. As., 1983). Publicó La pampa tímida (Infamia
Transcendental, 2007) y El corredor aéreo (Alto Pogo, 2015).

Sara Reed, seudónimo de Verónica Lucía Engelhardt, (Bs. As., 1986). Estudió el
profesorado de Inglés en el ISLV Juan Ramón Fernández. Se desempeña como
docente en escuelas primarias y en la UBA.

Jimena Repetto (Bs. As., 1980). Lic. en Letras (UBA), guionista (ENERC) y dra-
maturga (EMAD). Publicó las plaquetas Tres átomos (Poesía Portátil) y La ciudad
de las ballenas cautivas (Proveedora de Droga), y los libros Autos rojos/Bestias impares
(Tocadesata, 2012), Diario de Yoko (Expo, 2014), Siembra el cielo entre nosotras (El
Ojo del Mármol, 2016) y El año del león (Alto Pogo, 2016).

Noelia Rivero (Bs. As., 1979). Publicó los libros Más claro todo (2007), Every girl
has a garden. Fiesta en un patio de Temperley (2009) y Yelmo (2016), y las plaquetas
Las maravillas del mundo (2004), Caja con bailarinas (2005), La conquista de la casa
(2009), entre otras. Fundó y dirigió la editorial Zorra/Poesía entre 2004 y 2010.
Durante 2013 editó el fanzine discontinuo Quedan 181 en estado salvaje, junto con
artistas y escritoras amigas.

Juana Roggero (Bs. As., 1980). Lic. en Ciencias de la Comunicación y correcto-


ra. Publicó Bipolaridad (pájarosló, 2008), Cromañón (La Propia Cartonera, 2010),
Antro (La Parte Maldita, 2014) y Morir delante de papá y mamá (Viajero Insomne,
2016). Junto con el Grupo Enjambre, produjo el CD de poemas musicalizados
acántaros y realizó el ciclo de poesía ¡…Oh aquellos banquetes avestrúsicos…!.
Coordina JyPy, un ciclo de performances, con Pequi Zervino.

María Laura Romano (Bs. As, 1981). Estudió Letras y actualmente está reali-
zando un doctorado en Literatura. Publicó Escritura Bruja: poemas-encantamientos
(pájarosló, 2010). Sus poemas fueron traducidos al inglés para el proyecto Chronos
loves Kairos.

Margarita Roncarolo (Córdoba, 1950). Escritora, performer, coordinadora de ta-


lleres, cofundadora de Guacha Editora y docente en la escuela pública.

Mirta Rosenberg (Santa Fe, 1951). Traductora de inglés y de francés. Publicó


Pasajes (1984), Madam (1988), Teoría sentimental (1994), El arte de perder (1998),

212
El árbol de palabras. Obra reunida 1984-2006 (2006) y El paisaje interior (2013).
Integró el consejo de dirección de Diario de poesía.

Mónica Rosenblum (Bolivia, 1960). Publicó Última Piedra (Tierra Firme, 2002),
Umbral (pájarosló, 2008), Mantra de palo (Tocadesata, 2009), Verde va con fucsia (La
Parte Maldita, 2012), El caso Peralta o por hache y por bé (Zindo & Gafuri, 2015) y
La cuestión del pellejo (Alto Pogo, 2016). Junto con el Grupo Enjambre, produjo el
CD de poemas musicalizados acántaros.

Gastón Sironi (Córdoba, 1967). Escritor, editor y traductor. Dirige el sello Vien-
to de Fondo. Publicó Negro de fondo (cuentos), Ahora/No me busques en el frío (li-
bro-disco) y Embarcados (poesía), entre otros. Es uno de los organizadores del Fes-
tival Internacional de Poesía de Córdoba.

Enrique Solinas (Bs. As., 1969). Docente. Integra grupos de investigación en li-
teratura argentina, literatura latinoamericana y literatura y mística (CONICET y
SIPLET). Publicó los libros de poesía Signos oscuros (1995), El gruñido (1997), El
lugar del principio (1998), Jardín en movimiento (2003), Noche de San Juan (2008),
El gruñido y otros poemas (antología, 2011), Corazón sagrado (2014), y la novela La
muerte y su conversación (2007).

Ana Verónica Suárez (Bs. As., 1970). Profesora de Bellas Artes (IUNA). Desde
2007 es responsable de realización y prensa del sitio aurapoesíavisual.blogspot.com.

Tabita Thayil-Kant, seudónimo de Ana Logue, (Bs. As., 1984). Redactora creativa
y DJ. Publicó la plaqueta Al lado de (Proveedora de Droga, 2005) y participó de la
antología Exit 75 (2014). Escribe en facebook.com/gordapaki.

Dani Umpi (Uruguay, 1974). Cantante, escritor, artista visual. Algunos de sus li-
bros son Aún soltera, Miss Tacuarembó, Solo te quiero como amigo, Niño rico con pro-
blemas, La vueltita ridícula y Un poquito tarada. Editó los discos Perfecto, Dramática,
Mormazo, Piano vol. I y II y Lechiguana.

Ana Luz Vallejos (Bs. As., 1988). Publicó las plaquetas A Maca (Proveedora de
Droga, 2008) y Lo Obsceno del Amor (Goldina, 2005). En 2010 salió su primer EP,
Pieza de Peces (analuzpiezadepeces.bandcamp.com).

Fernando Vallerstein (Bs. As., 1974). Publicó Lo hago para que no te resfríes y El
círculo de más te quiero. Produjo, escribió y dirigió Solo ojos, un cortometraje con el
que participó en varios festivales internacionales.

Martín Vázquez Grillé (Bs. As., 1976). Traductor y docente. Coordina, junto con
Tom Máver, talleres de lectura y escritura. Publicó Pequeños botes cruzando lo negro
del río (Viajero Insomne, 2014).

213
Noe Vera (Bs. As., 1980). Publicó Discontinuos (La Propia Cartonera), Cuatro Pa-
redes (Determinado Rumor), Colecho (El Ojo del Mármol) y Captcha (Vox). Parti-
cipó de las antologías Reinvención (2013) y Poesía manuscrita vol. 2 (2009). Forma
parte del colectivo Máquina de Lavar, con el que publicó La pija de Hegel.

Martín Villagarcía (Bs. As., 1986). Publicó las plaquetas Farsa (Proveedora de
Droga, 2007), Éxtasis (2012), Sinergia (2012), entre otras; la nouvelle La gira (De
Parado, 2012) y el libro de poemas Éxtasis (Eloísa Cartonera, 2014). Participó de
las antologías Poesía manuscrita vol. 4 (2011), Reinvención (2013), Vivan los putos!
(2013), Exit 75 (2014) y Veni Vidi Vici (2015).

Emma Villazón Richter (Bolivia, 1983-2015). Publicó Fábulas de una caída (2007)
y Lumbre de ciervos (2013). De manera póstuma se publicaron las plaquetas Reves-
tida por otro viento de sueño (Santiago de Chile, 2015) y Temporarias (Perra Gráfica
Taller, Bolivia, 2016 y Ed. Das Kapital, Santiago, 2016) y el libro de cuentos Desér-
ticas (3600, Bolivia, 2016).

Graciela Wencelblat (Bs. As., 1937-2013). Publicó El camino (1980), Por disi-
mular que estoy flotando (1989), La que dibuja los bordes de los cuerpos (1994), Pasaje
del Signo (1998), Travesía del desierto (2002), Itinerarios (2003) y Cotidiana (2006).

214
Catálogo completo

2004

1 Olga Orozco Entre perro y lobo


2 Alejandra Pizarnik Toda azul
3 Facundo Albano Poemas
4 Tabita Thayil-Kant Poemas
5 Romina Freschi Poemas
6 Daniela Piccione Poemas
7 Fernando Vallerstein Noches viejas
8 Karina Macció Primero
9 Ileana Kleinman Poemas
10 Erica Jacquemain Caracolillos
11 Graciela Wencelblat Fechas
12 Leonor Silvestri Hacia Federico. Instrucción de viaje
13 Paola Ferrari Diarios de viaje 1 y 2
EE* Laura A. Arnés Poemas

2005

14 Karina Sacerdote Tragaluz


15 María Muro Muros y áticos
16 Florian DeStijl Avernis
17 Valeria Iglesias Hilvanar la angustia
18 Rosario Palma Haikus
19 Cecilia Banegas Pensé tactos
20 Sebastián van den Dooren Serie negra
21 Jorgelina Arena Anónimos
22 Leo Mercado Viento norte
23 Sara Reed Hilera del regreso
24 Ivana Gamarnik Sodomización del conejillo
25 Virginia Janza Pobre Marylin
26 Ana Luz Vallejos Hipocampos
27 Robinson Oberti Ultra-santafesino
28 Fernanda Laguna Poesía geométrica
EE Fernando Vallerstein El círculo de más te quiero

* EE: edición especial

215
Colección San Valentín
1 Juana Roggero Domingo 7
2 Cecilia Maugeri Poema
3 Mónica Rosenblum Verde va con fucsia
4 Teresa Elizalde De pronto de día
5 Ariel Devincenzo Loser
6 Erica Jacquemain Metade
7 Gabriela Botbol Dos tipos para mí
8 Carolina Curci Menta y almizcle
9 Ana Belén de la Torre Dominatrix
10 Emilia Ossipoff 1986

2006

29 Luisa Fernanda Lindo Manténgase fuera del alcance de los niños


30 Blanca Lema A-parición
31 Dani Umpi Pastelitos
32 Dimitri Referencia 1
33 Hansel Panic Afasia
34 Peter Pank Confituras amargas (cuentos para niños)
35 Mariano Blatt A la espera de que cosas maravillosas
sucedan
36 Paola Ferrari Poemas de amor
EE  Paola Ferrari Diarios de viaje 4 y 5
EE Karina Macció Termina y vuelve a empezar
EE Laura A. Arnés Variaciones
EE Facundo Albano Chocolate y papel
EE Facundo Albano Hablame en francés
EE Florian DeStijl Nothing fails

2007

37 Laura Lobov El zeide


38 Fernanda Nicolini Once
39 Marina Mariasch Canción de cuna para el divorcio
de Angelina y Billy Bob
40 Noelia Rivero Chucherías
41 Andi Nachon Canciones incómodas
42 Martín Loire Esto mañana va a doler
43 María Teresa Andruetto Kodak
44 Mirta Rosenberg Revelados

216
45 Sol Prieto Nadie está hablando de vos
46 Paula Jiménez Los pájaros
47 Diana Bellessi Poemas
48 Gabriela Franco Los que van a morir
49 Natalia Fortuny Peregrina
50 Claudia Masin El regreso
EE Jorgelina Arena Cauchito de mis amores
EE Ana Verónica Suárez Noctámbula

2008

51 Alejandro Méndez Cosmorama


52 Francisco Garamona A un artista rural
53 Diego Carballar Tigresa
54 Osvaldo Bossi La camioneta destartalada
55 Carlos Battilana La hiedra de la constancia
56 Gael Policano Rossi A 120
57 Jimena Repetto Por si acaso
58 Sol Echevarría dingdong
59 Nurit Kasztelan Necesidad de lo liviano
EE  Valeria Iglesias Notas sobre el refrigerador
EE  Idea Vilariño Poemas de amor
EE Luisa Fernanda Lindo Busco Emple-0

2009

60 Marta Miranda Amonite


61 Cecilia Pavón El mundo verde giratorio
62 Belén Iannuzzi findelmundista

2010

63 Clara Anich Ellas


64 Julieta Lerman El diario de Emma
65 Noe Vera Nosotros quiere decir un montón de cosas
66 Mercedes Halfon Un paisaje que nunca vi
67 Adriana Kogan Caja cerrada/Caja abierta
68 Celeste Diéguez Confusión y nubosidad el futuro esa lata
69 Martín Villagarcía Cómo desaparecer completamente
(y nunca volver a ser encontrado)

217
2011

Al cuidado de Paola Ferrari


70 Freak del Amor Amor normal
71 Fernando Cocchi Construcción de una circunstancia
72 Enrique Solinas Sobre la vida y sus diversas formas
73 Juan Fernando García Temporales
74 Gastón Sironi Asunción de otoño
75 Ignacio Bosero Rugido
76 Ana Claudia Díaz Al antojo de las anémonas
77 Tamara Domenech Secundaria
78 Eloísa Oliva Foto en La Giralda
79 Maruja Bustamante Crayón
80 Magalí Alabau El maquillaje chorrea como la sangre
81 Liliana Ponce Intención/Atención

2012

Colección Vaca y Porruda


al cuidado de Romina Freschi
1 Alejandra Correa Cuadernos de caligrafía
2 Martín Vázquez Grillé En lo negro del río
3 Gladys González Despedida
4 Roberto Echavarren Centralasia
5 Emma Villazón Richter En la intersección del pájaro
6 Juan Previgliano Una literatura sin personas
7 Gladys Mendía Las inquietantes dislocaciones del pulso
8 María Laura Romano Poema sobre pateadores de pelota

Colección La fraternidad
al cuidado de Ivana Gamarnik
1 Andrew Haley Grabados de Rauschenberg
2 Peter Golub Arcadia
3 Gustavo Álvarez Núñez Historia clínica
4 Mariano Dupont En tránsito
5 Ulises Conti Gorlitzer Park Blues
6 Margarita Roncarolo Las Escrituras no se cumplen
7 Bruno Galindo Acerca de los Ashanti

218
Agradecimientos

Especialmente, a Veck Agustini, Pao Ferrari, Romina Freschi, Karina


Macció, Norberto José Martínez y Euge Mora.

A los artistas que intervinieron Color Pastel: Jorgelina Arena, Alejan-


dra Bocquel, Silvana Castro, Contraventora, Ele Fernández, Mercedes
Fraguas, Solange Krasinsky, Cecilia Magno, Malditas Culebras, NJM,
Bárbara Solari, Ana Verónica Suárez, Ezequiel Vigoz y Fabián Zanar-
dini. En el afán de regalar Color Pastel, nos quedamos con muy pocos
ejemplares de recuerdo, así que posiblemente nos estemos olvidando de
alguien. Pedimos disculpas.

Al apoyo incondicional de Gabriela Bilbao, Ceci Amiri, Marce Amiri,


Laura A. Arnés, Mariní Boero, Marisa Cancellaro, Camila Cepeda, Euge-
nia Chao, Pablo Giménez, Fabián Jara, Teresa de Jesús, Ileana Kleinman,
Blanca Lema, Gabriela Luzzi, Martín Martínez, Juan Milessi, Connie
Miño, Ezequiel Paradis, Gael Policano Rossi, Nico Quaglini, Ju Repetto,
Mónica Rosenblum, Facundo R. Soto, Pablo Terrera, Martín Villagarcía,
Walter Zielony y Carlos Weissi.

A los proyectos amigos: Siempre de Viaje, Zorra/Poesía, Zapatos Rojos;


las publicaciones Plebella, ESA!, Billa, Pistilo, Amnesia, Aura Poesía Visual,
Viento Norte, Siamesa, 2 Obras, Busco Lector, Circo de Pulgas, No Retornable,
El Interpretador, Absurda y Efimera; el colectivo Publicaciones Indepen-
dientes (Verónica Romano y Martín Castagno), la distribuidora de libros
Voy a salir y si me hiere un rayo, la galería 4Gatos. Espacio de arte y la
librería Mi Casa (Nurit Kasztelan).

A la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ (Argentina), el Encuentro Na-


cional de Mujeres (Argentina) y los alumnos de la carrera de Traductorado
de la Universidad del Museo Social Argentino.

A los espacios que nos abrieron las puertas para realizar lecturas o
eventos Color Pastel: La Fulana (2004), Juana de Arco (2005), Militancia
Homo (2005), Maldito Salvador (2005), Casa Brandon (2005), Boquitas
Pintadas (2005), Belleza y Felicidad (2006), Amargord (2006, Madrid),
Biblioteca Pública de Paddington (2006, Londres), La Barraca Vorticista

219
(2007), Living de la Poesía del Centro Cultural Recoleta (2007), Momo
(2008), Casa de la Lectura (2009), Cobra (2009 y 2010), Villa Ocampo
(2011), entre otros.

A Ana Claudia Díaz, Juana Roggero y Noelia Rivero por la invalorable


ayuda en el armado de este libro.

A todos los poetas que participaron de Color Pastel durante el período


2004-2012.

A quienes generosamente nos avisaban que se iban de viaje y ayudaban


a soltar las hojitas de Color Pastel en cualquier parte del mundo.

A todos aquellos quienes de alguna u otra forma nos acompañaron y


alentaron a lo largo de estos años.

A los amigos que conocimos a través de Color Pastel e hicieron que para
nosotros la poesía fuera un espacio de disfrute y aprendizaje.

220
Índice

Prólogo Pastel. Color by Freschi. Por Romina Freschi 3

Facundo Albano: Poemas 7


Tabita Thayil-Kant: Poemas 9
Romina Freschi: Poemas 10
Daniela Piccione: Poemas 12
Karina Macció: Primero 13
Ileana Kleinman: Poemas 14
Érica Jacquemain: Caracolillos 16
Graciela Wencelblat: Fechas 18
Paola Ferrari: Diarios de viaje 1 y 2 20
Laura A. Arnés: Poemas 22
María Muro: Muros y áticos 24
Florian DeStijl: Avernis 26
Valeria Iglesias: Hilvanar la angustia 28
Cecilia Banegas: Pensé tactos 29
Leo Mercado: Viento norte 31
Sara Reed: Hilera del regreso 33
Ivana Gamarnik: Sodomización del conejillo 35
Virginia Janza: Pobre Marylin 37
Ana Luz Vallejos: Hipocampos 41
Robinson Oberti: Ultra-santafesino 43
Fernanda Laguna: Poesía geométrica 45
Fernando Vallerstein: El círculo de más te quiero 47
Luisa Fernanda Lindo: Manténgase fuera
del alcance de los niños 49
Blanca Lema: A-parición 51
Dani Umpi: Pastelitos 53
Dimitri: Referencia I 55
Peter Pank: Confituras amargas (cuentos para niños) 57
Mariano Blatt: A la espera de que cosas
maravillosas sucedan 59
Laura Lobov: El zeide 61
Fernanda Nicolini: Once 63
Marina Mariasch: Canción de cuna para el divorcio
de Angelina y Billy Bob 65

221
Noelia Rivero: Chucherías 69
Andi Nachon: Canciones incómodas 71
María Teresa Andruetto: Kodak 73
Mirta Rosenberg: Revelados 75
Paula Jiménez: Los pájaros 77
Diana Bellessi: Poemas 79
Gabriela Franco: Los que van a morir 81
Natalia Fortuny: Peregrina 83
Claudia Masin: El regreso 85
Ana Verónica Suárez: Noctámbula 87
Jorgelina Arena: Cauchito de mis amores 89
Alejandro Méndez: Cosmorama 91
Francisco Garamona: A un artista rural 93
Diego Carballar: Tigresa 95
Osvaldo Bossi: La camioneta destartalada 97
Carlos Battilana: La hiedra de la constancia 99
Gael Policano Rossi: A 120 101
Jimena Repetto: Por si acaso 103
Sol Echevarría: dingdong 105
Nurit Kasztelan: Necesidad de lo liviano 107
Marta Miranda: Amonite 109
Cecilia Pavón: El mundo verde giratorio 110
Belén Iannuzzi: findelmundista 112
Clara Anich: Ellas 114
Julieta Lerman: El diario de Emma 116
Noe Vera: Nosotros quiere decir un montón de cosas 118
Mercedes Halfon: Un paisaje que nunca vi 120
Adriana Kogan: Caja abierta/Caja cerrada 122
Celeste Diéguez: Confusión y nubosidad
el futuro esa lata 124
Martín Villagarcía: Cómo desaparecer completamente
(y nunca volver a ser encontrado) 126
Freak del amor: Amor normal 128
Fernando Cocchi: Construcción de una circunstancia 131
Enrique Solinas: Sobre la vida y sus diversas formas 133
Juan Fernando García: Temporales 135
Gastón Sironi: Asunción de otoño 137
Ignacio Bosero: Rugido 139
Ana Claudia Díaz: Al antojo de las anémonas 141

222
Tamara Domenech: Secundaria 143
Eloísa Oliva: Foto en La Giralda 145
Maruja Bustamante: Crayón 147
Liliana Ponce: Intención/Atención 149
Juana Roggero: Domingo 7 153
Cecilia Maugeri: Poema 156
Mónica Rosenblum: Verde va con fucsia 158
Teresa Elizalde: De pronto de día 160
Ariel Devincenzo: Loser 162
Gabriela Botbol: Dos tipos para mí 164
Emilia Ossipoff: 1986 166
Alejandra Correa: Cuadernos de caligrafía 171
Martín Vázquez Grillé: En lo negro del río 173
Gladys González: Despedida 175
Emma Villazón Richter: En la intersección del pájaro 177
Juan Previgliano: Una literatura sin personas 179
Gladys Mendía: Las inquietantes dislocaciones
del pulso 181
María Laura Romano: Poema sobre
pateadores de pelota 182
Andrew Haley: Grabados de Rauschenberg 187
Peter Golub: Arcadia 188
Gustavo Álvarez Núñez: Historia clínica 189
Mariano Dupont: En tránsito 191
Ulises Conti: Gorlitzer Park Blues 194
Margarita Roncarolo: Las Escrituras no se cumplen 196
Bruno Galindo: Acerca de los Ashanti 198

Créditos 200
Libertad, libertad, libertad por Noelia Rivero 201
Los autores 203
Catálogo completo 215
Agradecimientos 219

223

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