La definición de fortalezas en el ámbito organizacional/institucional generalmente
obedece al conocido análisis DAFO (FODA)1. La caracterización oficial de estas dice relación con los elementos que X organización está haciendo bien respecto a la competencia (FODA-DAFO, 2019). Otras caracterizaciones definen a las fortalezas como “aspectos positivos que se quieren conservar” (Villagómez, Mora, Barradas, Vázquez, 2014), o posición favorable de carácter interno de una institución (UCA, 2019). En suma, todas estas definiciones apuntan a elementos (se infiere materiales y no materiales) que hacen destacar a cierta organización u institución del resto, y que poseen un carácter positivo y favorable para la misma. En cuanto a cultura como ya se ha señalado, vendría a ser la capacidad socioproductiva material y simbólica que conecta al ser humano con su entorno, la cual puede descomponerse en material, social e ideacional (Molina, Sandoval, 2006). De esta manera, con las definiciones propuestas de fortalezas y cultura procederemos al análisis del Colegio de Nuestra Señora de la Misericordia Valparaíso. En el caso de la definición de cultura, partiremos desde sus componentes ya señalados. Partimos desde el componente ideacional propiamente tal, pues este al incluir las ideas, creencias y valores (Molina, Sandoval, 2006), es el punto de partida de todo el proyecto educativo en el sentido histórico y fundacional. Como ya se ha señalado anteriormente, nuestro establecimiento analizado posee un trasfondo de inspiración religiosa, basado en la obra del sacerdote Blas Cañas y Calva, y de la madre Santa María Josefa Rossello (PEI). Por lo demás, pertenece al Instituto Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, dependiente de la Iglesia Católica (PEI). Este trasfondo ideacional propiamente religioso hace que el colegio en su PEI entienda su propósito educacional en consonancia con la doctrina católica y la formación espiritual de las Hijas de la Misericordia. En este sentido, dicha inspiración religiosa, doctrinal y espiritual trabaja también de la mano con los lineamientos del Ministerio de Educación, Ministerio que no es propiamente religioso, pero que sin embargo permite el trabajo de ambas nociones educacionales (Ley 19.638). Pero no solamente con el Ministerio, sino que como se verá más adelante, dicha inspiración religiosa lo hace también con la comunidad escolar, especialmente la estudiantil. Justamente en dichas articulaciones, vemos una fortaleza, pues el Colegio al ser religioso es a la vez receptivo en cuanto al trato con el Ministerio del Estado de Chile, ya que debe responder ante él. Contrariamente a lo que se podría pensar de un colegio religioso, el Colegio de la Misericordia trabaja en consonancia con lo dictaminado por el Ministerio. Lo cual revela el acatamiento y trabajo acorde a lo dictaminado por la Ley vigente (DFL 2). En base a lo anterior, se puede concluir que hay un ambiente tolerante en el colegio. La doctrina y espiritualidad no son impuestas, sino que pueden ser libremente ejercidas o no por la comunidad escolar, ya sean profesores, funcionarios, apoderados y alumnos. 1 Siglas derivadas del inglés SWOT (strength, weakness, oportunities and threats), de donde se deriva DAFO para España (debilidades, amenzas, fortalezas y oportunidades), y FODA para Latinoamérica (Fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas). Por lo anterior, es aquí donde tal vez más podamos destacar como la comunidad escolar es diversa. Por ejemplo, en ambos cursos designados a los practicantes, en concreto el 4to medio, la diversidad de creencias religiosas es abrumadora. Desde estudiantes ateos y agnósticos a panteístas y católicos. Esto quedó en evidencia en la actividad N° 2 sobre los diálogos filosóficos, con temáticas tales como “Dios” y “la vida después de la muerte” donde fueron surgiendo las diferentes miradas de las alumnas como de la profesora, en un ambiente de tolerancia y respeto mutuo, pese a que las ideas y creencias del Colegio son específicas en estos temas. Llama la atención por tanto, que los sellos del Colegio, como el de la fraternidad, sea dirigido a toda la comunidad educativa (PEI), donde podríamos inferir que desde allí se desprenden los principios y enfoques educativos (principios carismáticos) tales como “la comunión y comunidad inclusiva” que entiende al otro como un don, “el diálogo reflexivo” y “la diversidad como una oportunidad para el aprendizaje”. Además destacamos la tolerancia, el respeto y el pensamiento crítico que son parte de la propuesta pedagógica del Colegio. Sin embargo, a pesar de que todo lo anteriormente declarado está en el PEI, esto no significa necesariamente que se manifiesta en la realidad diaria del establecimiento. No poseemos ni la evidencia, ni el tiempo suficiente para ser categóricos al respecto. Solo lo señalamos como algo interesante en el PEI proviniendo de un colegio religioso. Esta fortaleza es primordial en una comunidad educativa de índole religioso, pues evidencia un espíritu tolerante y abierto a lo diferente, propiciando el diálogo e inclusión de los diversos estamentos de la comunidad escolar, donde el respeto y la valoración del otro son fundamentales para la unidad en la diversidad. Algunos autores señalan que una sociedad que permite el pluralismo religioso en su seno educativo es un avance para la democracia (Parker, 2008). El apartarse de las perspectivas más sectarias e intolerantes es un buen pie de inicio para la educación religiosa. La actitud abierta y ecuménica es señal y fortaleza de que hay un progreso en el ámbito religioso-espiritual en la sociedad moderna (Parker, 2008), y también para el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes que aprenden a ser respetuosos, tolerantes y abiertos a la diversidad religiosa, entre otras. Derivado de lo anterior, en el mismo plano ideacional, la impronta religiosa del colegio, tiene su evidente correlato en el plano material. Por ello en los diferentes espacios del colegio, como las oficinas, salas, espacios de reunión (patios, gimnasio, etc.), existe una iconografía religiosa que se expresa en imágenes de santos, crucifijos, dibujos religiosos, altares, cuadros religiosos, etc. En ese sentido, esta prolífica extensión de materiales iconográficos y simbólicos convive con manifestaciones propiamente de la cultura estudiantil. Por ejemplo, el 4to medio durante la celebración de la Semana Santa, poseía sus propios elementos materiales acordes a su imaginario juvenil. Así un altar dedicado a una figura mediática como Pedro Engel (un tarotista), podía convivir con dicha celebración sin un conflicto de por medio. También imágenes de personajes famosos (como Snoop Dog) conviven con símbolos cristianos a la par (crucifijo). Todo esto en la sala de clases sin mayores inconvenientes. Esto evidenciaría que en base a la tolerancia y diversidad, el Colegio permite la acogida de ciertos elementos de la cultura material e ideacional juvenil, a la par de las propias del colegio, lo cual es una fortaleza, pues ambas perspectivas pueden convivir pacíficamente, al menos en la sala de clases. Y justamente dichos encuentros de culturas sin conflictos de por medio, son muy valorables en tanto que promueve la interacción diversa. En el sentido del proceso de enseñanza-aprendizaje, esto incide directamente en la formación estudiantil, especialmente en el perfil del egresado. Otra fortaleza detectada, y que fue una impresión común a todos los practicantes, es que el establecimiento posee una considerable extensión en cuanto a espacios abiertos. Esto es interesante, puesto que en educación:
“El espacio escolar, en primer lugar, no es un contenedor pasivo y neutro, vacío de
significados y contenido. Socializa y educa. Posee una dimensión educativa (Mesmin, 1973: 17 y 105). Condiciona –es decir, facilita o dificulta, hace posible o imposible- las interacciones, líneas y modos de comunicación en el aula y en el establecimiento docente” (Viñao, 2008, p. 17). De esta manera, los espacios sean interiores o abiertos en un establecimiento, poseen un valor significativo en la comunidad escolar y son, desde la definición de cultura propuesta, en tanto materiales, los que permiten la subsistencia, o sea, los que mantienen y dan soporte a la vida escolar (Molina, Sandoval, 2006). De esta manera, el hecho de que existan dos patios amplios y uno interior techado, permite que la comunidad escolar, especialmente la estudiantil, pueda esparcirse y recrearse. En este sentido, cabe destacar que los tres espacios señalados son diferenciados entre sí: uno es abierto, otro posee áreas verdes, y uno es techado, lo cual deja en evidencia los beneficios de cada uno, por ejemplo, el abierto para jugar libremente (además de funcionar como zona de seguridad), el con áreas verdes para descansar y estar en contacto con la naturaleza, y el techado que funciona como gimnasio, espacio de eventos, y que además puede servir para días lluviosos. Cada espacio recreacional no es meramente físico o como soporte material de la comunidad escolar, sino que a la vez posee un marcado valor simbólico. Los patios, las salas alrededor, los árboles, los asientos, cada edificio, cada pasillo evoca lugares de alto contenido emotivo y de experiencias únicas vividas durante la vida escolar. Estar desde los 5 a los 18 años en un colegio deja su huella en la vida de cualquier estudiante. Incluso, 40 años de docencia en el mismo establecimiento significa una vida consagrada en el lugar. Finalmente, de lo que hemos señalado, si bien los espacios recreacionales del colegio poseen una carga profundamente material, esta es también simbólica. Y a la vez, si son recreacionales, de distención y esparcimiento, son también espacios de seguridad, de actos oficiales, y de clases al aire libre. Sin estás áreas, es probable que la distención debida del alumnado al no efectuarse podría afectar el proceso enseñanza-aprendizaje, dado que el colegio no se diferenciaría de otros tipo de recintos como una cárcel. La distención en espacios abiertos, creemos a modo de hipótesis, fomenta la interacción y posibilita que los estudiantes rindan mejor. No obstante todo lo anterior y pese a todos los beneficios que los espacios ofrecen como fortaleza, siempre se podrá objetar algún aspecto de estos, pues 3 meses de práctica no permiten ver con profundidad cosas que se podrían ver con más tiempo y detenimiento. Referencias Molina W., Sandoval, M. (2006). Cultura escolar y cultura juvenil: la (re)construcción simbólica del espacio escolar en la mutación cultural. Revista Temas Sociológicos, N°11, 103-123. Parker, C. G. (2008). Pluralismo religioso, educación y ciudadanía. Sociedad e Estado, Brasilia, N° 23, 281-353. Villagoméz, J. A., Mora, A. H., Barradas, D. S., Vázquez, E. (2014). El análisis FODA como herramienta para la definición de líneas de investigación. Revista Mexicana de Agronegocios, N° 35, 1021-1031. Viñao, A. (2008). Escolarización, edificios y espacios escolares. CEE Participación Educativa, N° 7, 16-27. Universidad de Cádiz. (2019). Ayuda análisis DAFO. Recuperado de http://www2.uca.es/serv/dafo/DAFOhelp.html (2019). Análisis FODA o DAFO. Recuperado de https://foda-dafo.com/