You are on page 1of 33

EPOCA PREHISPANICA

CONTEXTO HISTORICO CULTURAL


Economía agraria y colectivista
Agrario ligado a las fiestas agrícolas

Colectivismo expresaba los sentimientos de un pueblo

Gobierno autocratico

La autocracia es un concepto político que se utiliza para designar a aquellos tipos de gobierno en
los cuales el poder se concentra en una sola persona

Creencias en otros dioses dios supremo el sol viracocha

También llamados el dios de los báculos o de las varas es una divinidad del cielo que abarca la
idea andina de un general .Se cree que interviene en tiempo de crisis pero también es visto como
un héroe cultural .

USO DE VARIADAS LENGUAS

YUNGAS se puede entender

.El mochica lengua de la costa norte del Perú

.El sic lengua del grupo tallan

.El quingnam lengua de la costa central del Perú

IDIOMA OFICIAL DEL IMPERIO INCA

Quechua Es el idioma de los incas y la lengua nativa de mayor uso en Sudamérica. Se extendió
desde el norte de Argentina hasta el sur de Colombia abarcando los actuales territorios de
Ecuador, Perú y Bolivia .

CARACTERISTICAS LITERARIAS

ORALIDAD se transmitía de generación en generación

COLECTIVISMO expresaba los sentimientos de un pueblo

AGRARIO ligado a las fiestas agrícolas

PANTEISTA por la variedad de sus dioses

CLAXISTA existían 2 tendencias

POESIA LIRICA
HAYLLI incaico no era solo un himno de triunfo bélico si no como expresión de un grupo agrícola
y militar, una canción gozosa que hablaba de las hazañas del trabajo y el termino venturoso de las
jornadas agrícola.

El yaraví es un género musical cuyas melodías transmiten sentimientos de tristeza y añoranzas


.Esta considerado dentro de las variantes musicales más antiguas del repertorio peruano.

EPICA O NARRATIVA, MITOS, LEYENDAS, FABULAS, RELATOS

TEATRO OLLANTAY

- Ollántay, general del Inca Pachacútec, está perdidamente enamorado de Cusi Coyllor, bella hija del
soberano. Manifiesta a éste su deseo de desposarla y, como tal pretensión entrañaba una
profanación de parte de un plebeyo a la jerarquía solar, lo expulsa Pachacútec de la corte, ya que
no puede decretar su muerte, en razón de que Ollántay, después de todo, le es un siervo amado
por su talento y valentía. Ollántay sale camino del destierro acompañado de Piquichaqui, su
confidente y servidor, no sin antes amenazar con volver y destruir la ciudad imperial. Mientras
tanto, en el palacio, Cusi Coyllor ha sido sepultada en una tétrica caverna, donde padecerá los
estigmas del pecado.

Por las afueras, en las galerías y jardines palaciegos, vaga desconsolada su hija Ima Súmac,
acompañada de Pitu Salla, ignorando el misterio que encierran los desgarradores lamentos que
escucha por los alrededores. Por otro lado se sabe que Ollántay, en el castillo de Ollantaytambo, se
ha erigido en soberano y decide marchar hacia el Cuzco con sus tropas organizadas por el general
Orco Huaranca. Rumiñahui, general del inca, es enviado con el objeto de aniquilar la sublevación,
pero sus fuerzas son destruidas en la emboscada que se le tendiera en un desfiladero.

REPRESENTANTES
Se conoce con el título de amautas a aquellas personas que se dedicaban a la educación
formal de los hijos de los nobles y del inca.

HARAVICUS, o “inventores de poesía”, representaban sus versos acompañados por el


público, y muchas veces estaban acompañados de música y danza.

EPOCA DE LA CONQUISTA
Se trata de obras producidas durante el proceso de descubrimiento y conquista del Perú,
inaugurado el 15 de noviembre de 1532 en Cajamarca con la captura del
último Inca, Atahualpa, y finalizado con la desestructuración del Imperio Incaico y la
fundación de la ciudad de Lima. La literatura relacionada a este periodo, aunque no
necesariamente escrita durante este marco temporal (pues hubo cronistas que escribieron
muchas décadas después e incluso en el siglo XVII), sí se vincula a los eventos
desarrollados antes o durante este acontecimiento.
Las principales manifestaciones literarias de este período son las crónicas, cartas de
descubrimiento y relaciones.

Contexto Histórico
El contexto histórico data desde la llegada de los españoles a las costas del norte del
Perú actual (1532) pasando por la captura del inca Atahualpa, el cual se hallaba en una
lucha contra su hermano Huáscar por la disputa por el incanato. La literatura de la
conquista es técnicamente una copia del estilo español. Fue escrito en un principio por
españoles que llegaron a América en la primera etapa de la conquista.

La conquista del Imperio inca por los europeos trajo cambios políticos, económicos y
sociales, obligando a la población indígena a adaptarse y acomodarse a esta nueva etapa de
la vida en América. Algunos cambios son visibles en el trabajo de los artesanos,
específicamente los orfebres, cuyas obras cambian de forma y de iconografía. En este
artículo identificaremos los cambios experimentados por las piezas de metal recuperadas
durante las excavaciones arqueológicas de sitios ocupados durante el periodo de
transición.
La imposición del castellano invadió también la educación superior. Actualmente el
sistema educativo dominante tiene valores, categorías conceptuales y modos de pensar
provenientes de tradiciones occidentales. Utiliza una multiplicidad de palabras latinas
ligadas a la sectorización de la ciencia, con una lógica matemática relacionada a la
creación de tecnologías, lo cual explica su postura frente a las culturas nativas.
CRONISTAS ESPAÑOLES
Miguel de Estete, fue un conquistador y un cronista español El cronista Fernández de
Oviedo asegura que Estete se contó entre los españoles que quisieron salvar al Inca de
ser ejecutado y que junto con otros cuatro conquistadores salió de Cajamarca para
cerciorarse si eran ciertos los rumores que venía un ejército de indios a liberar al Inca.
Cuando retornó ya Atahualpa había sido ajusticiado. Hasta inicios del siglo XX, no se
conocía de Estete más que su relato sobre la expedición a Pachacámac, que insertó el
cronista Jerez en su obra, como Una relación del viaje que hizo el señor capitán Hernando
Pizarro por mandado del señor Gobernador, su hermano, desde el pueblo de a Pacha
cama y de allí a Jauja, donde se narra dicho acontecimiento con riqueza de detalles sobre
el paisaje, los habitantes, sus costumbres, etc.
Se denominan Guerras civiles entre los conquistadores del Perú a las luchas que
surgieron entre conquistadores españoles del Imperio Incaico por la disputa de los
territorios conquistados, así como por el control del poder político. Estas luchas se
extendieron de 1537 a 1554, con intervalos de paz relativa.
Los españoles hicieron varios intentos para convertir a Túpac Amaru al cristianismo pero se
cree que estos esfuerzos fueron rechazados por un hombre muy fuerte, que estaba
convencido de su fe. Los cinco generales incas capturados recibieron un juicio sumario en el
que nada fue dicho en su defensa y fueron sentenciados a la horca. Varios de los que
murieron de las severas torturas que recibieron fueron también colgados.
El juicio del inca comenzó un par de días más tarde. Túpac Amaru fue condenado por el
asesinato de los sacerdotes , de los cuales fue probablemente inocente.6 Fue sentenciado a la
decapitación. Numerosos clérigos, convencidos de la inocencia de Túpac Amaru, suplicaron
de rodillas al virrey que el líder inca fuera enviado a España para ser juzgado en vez de ser
ejecutado.
CARACTERISTICAS LITERARIAS
CARACTERÍSTICAS : Durante la Conquista existen dos vertientes literarias: A. La
Vertiente Popular.- Donde resaltaron las Coplas y los Romances. ... LAS COPLAS Los
primeros soldados españoles que llegaron a nuestro país eran hombres rudos y casi
analfabetos. Ellos recitaron las primeras coplas.
El español es la tercera lengua más hablada del mundo por el número de hablantes que
la tienen como lengua materna (tras el chino mandarín y el inglés). Lo hablan como
primera y segunda lengua entre 450 y 500 millones de personas.
Las coplas son un tipo de composición poética que tiene la estructura de seguidilla. Se
compone de cuatro estafas que pueden ser redondilla, seguidilla o cuarteta de romance.

Ejemplos de coplas de la época de la conquista


1. Una época hermosa
Y llena de dolores
Cuando llega la conquista

De los reyes españoles.

Se llama crónica a un tipo de narración que presenta los eventos de la forma cronológica
en que ocurrieron. Se considera que una crónica relata y transmite los acontecimientos
del modo secuencial con el objetivo de introducir y transmitir al lector los hechos narrados.

El ejemplo más conocido de una crónica, podría ser el relato de la Biblia puesto que,
aunque extenso relata de forma cronológica acontecimientos ocurridos en la antigüedad.

Se pueden hacer crónicas cortas sobre: una película, un acontecimiento histórico, un libro,
un hecho en particular.

REPRESENTANTES
CRONISTAS ESPAÑOLES

Pedro Cieza de León (Llerena, Badajoz, 1520-Sevilla, España, 2 de julio de 1554)


fue un conquistador español, destacado por su labor como cronista e historiador
del mundo andino. ... El erudito Marcos Jiménez de la Espada lo ha llamado «el
príncipe de los cronistas españoles».

Juan Díez de Betanzos y Araos fue un explorador y cronista español (Betanzos,


1510 - Cuzco, 1 de marzo 1576). ... Falleció en el Cuzco el 3 de enero de 1576.
De su labor como cronista, destaca especialmente la obra Suma y narración de los
Incas, y que supone una de las primeras narraciones de la historia del Imperio
Inca.
Miguel Cabello fue un escritor religioso y español. ... Nació hacia 1535 en la
provincia de ARCHI Málaga, probablemente de una familia distinguida, porque
sabemos que él era un pariente del famoso conquistador Vasco Núñez de Balboa.

CRONISTAS MEZTIZOS

El Inca Garcilaso de la Vega nació en el Cusco (Perú), el 12 de abril de 1539. hijo


ilegítimo del capitán Español Sebastián Garcilaso de la Vega y la
princesa incaica Isabel... Esta obra explica la conquista del Perú por los
españoles.

Felipe Guamán Poma de Ayala, ocasionalmente escrito también como Felipe Huamán
Poma de Ayala fue un cronista de ascendencia de amerindio la época del virreinato del
Perú.

EPOCA COLONIAL
El proceso de la conquista y la colonización española en el Perú se inicia con la captura
de Atahualpa en Cajamarca, en 1532. Nueva Castilla y Nueva Toledo son los primeros
nombres oficiales que tienen los territorios del antiguo Tahuantinsuyo o Imperio de los Incas.
Este hecho tuvo una repercusión en la vida de los pobladores del Perú antiguo. Les
impusieron normas de vida, la religión católica, el idioma castellano y fueron obligados a
realizar trabajos en las minas y en los obrajes.

Económico
La base de la economía del país de aquel tiempo es cambiada de la agricultura por
la actividad minera, concentrada esta en la extracción de metales preciosos (oro y plata). El
país fue reordenado y esa economía comienza a desarrollarse para satisfacer los intereses
de España.
Político
El poder político se ejercía desde la península Ibérica, por la cual la corona española
nombra virreyes en el Perú con máximas facultades de gobierno. En el área cultural se
producen 2 hechos importantes:

 La creación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.


 El establecimiento de la imprenta en Lima (c. 1580), convirtiéndose esta en la segunda
ciudad hispanoamericana en contar con tan importante medio de difusión de la cultura (la
primera fue México).
Social
Los españoles trajeron pestes o epidemias provocando la muerte de un gran porcentaje de la
población nativa. Aun así, esta última continuó siendo la población mayoritaria, si se la
compara con el núcleo de españoles y sus descendientes nacidos en suelo peruano (criollos).
Por causa de raza, títulos y situación económica, se formaron diversas clases sociales, entre
los cuales reinó la más completa desigualdad. Unos disfrutaban de grandes privilegios. Otras,
vivían en la más precaria situación.
Los españoles y los criollos conformaban las clases privilegiadas. Tuvieron mayores
oportunidades de vivienda, alimentación, trabajo, educación, etc. Los indios, negros y
mestizos tenían acceso restringido a estos servicios.
Metrópoli o metrópolis es el término que se utilizaba en la Grecia antigua para
las ciudades a partir de las cuales se crearía más tarde una colonia. Las metrópolis tenían una
influencia política decisiva en las colonias y eran igualmente los centros religiosos,
económicos, culturales y sociales de la región. A partir del tiempo del Imperio romano se
renombraron algunas importantes ciudades como metrópolis.

La población americana se formó a partir de tres grupos étnicos de diferente origen: los indígenas
nativos de América, los blancos llegados de Europa y los negros traídos desde África. De la mezcla
surgió otro grupo: los mestizos.
La existencia de los diferentes grupos en relación con su origen o color de piel tuvo gran
importancia en la sociedad colonial del siglo XVIII. Los blancos eran una minoría pero ocupaban
los lugares de privilegio, tanto por su riqueza como por su prestigio social. Los indígenas y los
negros esclavos eran los últimos grupos en la pirámide social colonial.

Españoles y Criollos
Desde el siglo XVI hasta el XVIII, los españoles aunque eran considerados como la clase más alta
e importante de aquella época, llevaban una vida sencilla. Esto, ya que Chile, más que un país que
destacara por poseer grandes riquezas en ese momento, debía trabajar y explotar
sacrificadamente sus recursos, para que éstos pudieran dar riqueza a largo plazo.
Como a las tierras había que dedicarles gran esfuerzo y trabajo, los españoles destinaron este tipo
de tareas más duras a los indios del lugar, quienes fueron organizados en encomiendas,
denominadas así, ya que correspondían a un número determinado de indígenas encomendados
por el gobernador a cada conquistador español para que cuidara de ellos. A cambio de los
cuidados de los españoles, los indios debían pagar tributos, en dinero y especies.
De igual manera, para la explotación de yacimientos de oro, también era necesaria esta mano de
obra.
Los españoles eran los únicos que podían acceder a cargos públicos y del ejército; y, a las
encomiendas.
La vida de los españoles no era extremadamente lujosa, aunque sí poseían esclavos y se
alimentaban bastante bien.
Al comienzo los españoles eran los dueños de la tierra. De esta manera, con el trabajo que
desempeñaban los indios de las encomiendas en el campo y en los lavaderos de oro, se fueron
volviendo más ricos.
Los españoles ocuparon cargos públicos responsabilizándose del gobierno y también se dedicaron
al comercio

Los Mestizos
Este grupo se formó con la unión entre conquistadores e indios, y a los hijos de ambos se les
llamó mestizos.
Los mestizos siguieron uniéndose entre ellos y formaron una población que creció rápidamente,
llegando incluso a ser la más numerosa de Chile durante la época colonial.
Los mestizos eran pobres. Muchos de ellos estaban constantemente buscando trabajo, ya que
no poseían uno estable. Otros vivían en el campo como peones de las haciendas y el resto
trabajaba en minas.
Eran buenos bebedores, y llevaban una vida llena de vicios, característica que se pensaba habían
adquirido de los indios.
Los indios que habían sido sometidos en territorios ocupados por españoles y criollos, formaban
las llamadas encomiendas. Era un grupo pequeño al cual se le encargaba el trabajo duro en el
campo.

Negros y Mulatos
En un comienzo los negros fueron traídos desde África para trabajar en distintas labores en el
campo o ciudad. Con frecuencia formaban parte de la servidumbre de las casa.
En nuestro país hubo muy pocos negros, ya que no llegaron muchos. Esta situación se debió
fundamentalmente a que la distancia entre su país de origen y América, era difícil de costear y muy
sacrificada. Muchos quienes viajaron murieron por epidemias.
A veces se cree que la razón principal por la que existieron pocos negros era porque les costaba
aclimatarse a este continente, sin embargo, el costo de traer negros a nuestro país fue la razón
principal de la escasa población de ellos en Chile.
En general, los negros fueron tratados bien y a menudo se les consideraba parte de la familia,
situación que era muy diferente con los indios.
La Inquisición (Resumen) La Inquisición fue establecida en la Edad Media (siglo XIII) y fue
dirigida por la Iglesia católica romana. Estaba compuesta por tribunales que juzgaron a todos
aquellos que atentasen contra las doctrinas (conjunto de leyes) de esta institución.

Las mitas en la colonización de América la mita, ésta fue una institución colonial que consistía en la
obligación de los indígenas de trabajar en ciertas áreas económicas (como la minería, la construcción
o en las haciendas) a cambio de un salario. Sin embargo, la mita no surgió con la llegada de los
españoles, sino que existía en la época precolombina, ya que los Incas la practicaban dentro de su
imperio, aunque la diferencia fundamental entre la mita precolombina y lamita colonial era el pago de
un salario en la segunda.
En la colonia existieron distintas mitas, según el trabajo que se realizase. La mita agraria, para el
trabajo en las haciendas, duraba tres o cuatro meses. La mita minerase hacía en las minas y duraba
diez meses.

CARACTERISTICAS LITERARIAS
Los Motivos religiosos caracterizaron la Literatura Colonial. La Época de la Colonia o Época
Hispánica estuvo influenciada culturalmente por lo religioso. Para aquel entonces,
mediados del Siglo XIX, se empezaban a establecer los primeros asentamientos urbanos,
alrededor de las instituciones gubernamentales españolas. El capital económico, político y
cultural era propiedad de una pequeña élite, por lo cual la creación de textos literarios
provenía en exclusiva de las clases altas. Criollos, hijos de españoles nacidos en el Nuevo
Reino de Granada, y algunos españoles inmigrantes escribieron libros de diversas materias:
desde literatura edificante hasta libros de ciencia, desde oratoria hasta historia y literatura.
La mayoría de estos libros se publicaron en diferentes partes de Europa, y unos pocos en
Lima y México, ciudades que contaban con imprenta desde el siglo XV. En la literatura
colonial podemos distinguir varios periodos. En el primero la literatura está vinculada con el
momento histórico de la conquista, en él abundan las cartas y crónicas. Se refiere a la
descripción de las características literarias de los textos de los cronistas como: fusión de
verbo con pronombre, arcaísmos (palabras antiguas), siendo los cronistas europeos
hombres del renacimiento, su conducta y sus escritos corresponden a cierto patrón gener

Representantes
Poesía
RESUMEN DE LA BIOGRAFIA DE AMARILIS

La poetisa Peruana Amarilis -Vida y Obras – Poesías de Amarilis


Es una de las figuras más representativas de la etapa clásica y la más
notable poetisa de la literatura virreinal.

Espinosa Medrano, Juan o "El Lunarejo" (1632-1688). Religioso peruano, nacido en 1632
en Cuzco y muerto en la misma ciudad en 1688. Destacó en el Perú de la segunda mitad
del siglo XVII por sus obras poéticas y teatrales. ... Se le atribuye así mismo otra pieza
teatral en quechua:
PROSA
Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui (Lima; 25 de enero de 1725-Baeza; 25 de
febrero de 1803) fue un escritor, traductor, jurista y político español. Desarrolló exitosas
empresas de colonización en España conocidas como las Nuevas Poblaciones de
Andalucía y Sierra Morena.
TEATRO
Pedro Peralta Barnuevo. (Lima, 1663- id., 1743) Escritor y erudito peruano. Fue rector de
la Universidad de San Marcos y socio de la Academia de Ciencias de París. Como
historiador se le debe una Historia de España vindicada (1730), pero sobre todo fue un
poeta cortesano y barroco.

JoséBaquíjano y Carrillo (1751-1817) fue un maestro limeño del siglo XVIII,


partidario de reformas en beneficio de los criollos del Virreinato del Perú. Fue un
destacado intelectual que junto a otros criollos ilustrados publicó la revista "El
Mercurio Peruano".

Toribio Rodríguez de Mendoza (1750-1825) es llamado "El maestro de los


próceres" porque siendo maestro y rector del Real Convictorio de San Carlos
(1785-1817) formó a muchos peruanos que más tarde destacaron en la lucha
por la Independencia del Perú.

Este precursor de la Independencia del Perúnació en Chachapoyas el 15 de


abril de 1750, siendo sus padres don Santiago Rodríguez de Mendoza y
doña María Collantes. Estudió Teología en la Universidad San Marcos. En
1778 se ordenó sacerdote.

Desde 1771 fue profesor del Convictorio de San Carlos y su rector de 1785
a 1817. En estos años difundió la Ilustración y alentó el debate político entre
sus discípulos.

En 1821, firmó el Acta de la Independencia del Perú y al año siguiente fue


elegido Diputado del Primer Congreso Constituyente. Falleció en Lima el 12
de junio de 1825.

LA INDEPENDENCIA
La independencia política de la mayoría de los países latinoamericanos, que se produjo en el
primer tercio del siglo XIX, fue un proceso complejo que afectó a diversos frentes. Si bien el
éxito en el campo militar es fundamental para alejar y privar de su dominación al anterior
invasor, la mayoría de los nuevos países carecían de una cultura nacional o, al menos, esa
cultura no estaba lo suficientemente extendida entre su población como para calificarla como
«común».

De ahí que, en todo proceso de independencia, la fase final incluya un lento pero constante
proceso llamado construcción national o «nation-building». Así, una vez creadas las
instituciones políticas y administrativos del nuevo Estado, y una vez fijadas las normas legales
por el que éste habrá de regirse (aplicando la misma terminología anglosajona, diríamos que
una vez hecho el «state-bulding»), es necesario fijar una mitología nacional que incluya
historia, símbolos, héroes y carácter nacional. En este aspecto, la literatura puede prestar un
servicio de incalculable valor a los ideólogos de la nación, y es por eso que podemos
permitirnos hablar de que en esta época existe una «literatura de la independencia» o una
«literatura al servicio de la construcción nacional».

Tal vez el ejemplo más prístino que podamos encontrar en este campo sea el del venezolano
Simón Bolívar. Líder destacado del proceso de independencia, ayudó a lograr la
independencia no sólo de Venezuela, sino también de Colombia, Perú, Panamá, Ecuador y
Bolivia. Semejante líder dejó para la posteridad unos escritos engrandecidos por su figura,
como el «Manifiesto de Cartagena» y el «Discurso de Angostura», innumerablemente citados
en tiempos posteriores.

La llamada «educación de masas» es igualmente un invento de esta época, pues es ahora


cuando urge educar a toda la población en la nueva identidad nacional. Así no sólo se fundan
colegios, sino también las primeras academias de la lengua y las primeras bibliotecas
nacionales, como la que Mariano Moreno fundó en Argentina.

En la misma Argentina disponemos de otro ejemplo de la colaboración entre la política y las


letras en la época de la independencia. El autor de «Facundo», Domingo Faustino Sarmiento,
fue un hombre cuya presencia destacó en la construcción del nuevo Estado argentino.

En Cuba, tal vez sea José Martí el ejemplo más claro de este mismo asunto. Político y
pensador a favor de la independencia, no sólo fundó el Partido Revolucionario Cubano sino
que contribuyó igualmente a la formación de una literatura propiamente cubana con la
publicación de sus llamados «Versos sencillos»
2. LOS INTERESES LOCALES Y LA INDEPENDENCIA

De la Independencia del Perú se ha escrito mucho. Por un lado, la historiografía

tradicional se ha dedicado a exaltar el rol de los próceres y patriotas sin cuya

acción la libertad nunca hubiera sido conseguida; por otro lado, “ha habido una

historia revisionista que, en su deseo de desmitificar aquellas ideas, ha caído en el

otro extremo llegando a hablar de una Independencia concedida” (Mazzeo 2003:

5). Para analizar los procesos que sucedieron en el Perú previo a la declaración de

la Independencia no es necesario incluirse en una u otra postura; es importante,

más bien, tener en cuenta los argumentos que los diversos autores presentan al

respecto y, sobre todo, prestar mucha atención a los acontecimientos que

envuelven a uno de los sucesos más importantes de la historia del país. El análisis

siguiente, entonces, no tendría valor sin lo presentado en el primer capítulo.

2.1. El conflicto de intereses de la élite criolla limeña

Como se ha visto, dentro de la élite criolla limeña, se podían distinguir distintos

grupos, según su condición de nobles, de comerciantes o de funcionarios dentro

del sistema colonial. Asimismo, se vio cómo esta división se desdibuja con facilidad

cuando se analizan las redes sociales establecidas entre las familias más

importantes. Se puede hablar, entonces, de una virtual unión de la élite, la cual

devenía en la fortaleza —por la ayuda y protección mutua— de esta frente al

Estado colonial. Sin embargo, esta fortaleza, que se fundaba en la necesidad de

defender los intereses comunes de la élite, no debe ser malentendida. Las acciones

de cada grupo, que a fin de cuentas son las que deciden el derrotero de la

sociedad, no se fundamentaban solamente en aquello que todo el conjunto

anhelaba; sino que, sobre todo, se veían influidas por los intereses particulares de

cada grupo. La peculiar configuración de la élite criolla limeña fue el motivo de las

diversas y aparentemente contradictorias respuestas a los acontecimientos

posteriores de las reformas borbónicas. La división de John Fisher entre nobles,

comerciantes y funcionarios ayuda, en ese sentido, a analizar el papel de las élites


con mayor profundidad. Si bien el fin del presente trabajo es analizar, dentro del

grupo de los funcionarios —sector amplio que incluye a los funcionarios de las

oficinas financieras, del ejército y de la iglesia—, el rol de la burocracia de la

Audiencia de Lima, en las líneas siguientes, se analizará, primero, la situación de

Lima frente al contexto general, y luego, los conflictos de intereses existentes y las

actuaciones de grupos representativos de la sociedad limeña.

2.1.1. La Ciudad de los Reyes ante la crisis colonial

Lima, hasta 1821, era conocida oficialmente como la Ciudad de los Reyes (Flores

Galindo 1991: 173). La importancia de esta ciudad frente a las otras capitales del

imperio español siempre fue grande, tanto por el hecho de que ahí se encontraba

el número más grande de nobles[3], como por la importancia económica que tenía

para la Corona, entre otros factores. Sin embargo, la hegemonía limeña decayó

desde las últimas décadas del siglo XVIII debido a, entre muchos otros elementos

influyentes, el creciente contrabando inglés y las reformas territoriales y

económicas borbónicas ya mencionadas. En primer lugar, se analizará el impacto

del contrabando inglés.

La conquista de vastos territorios americanos le permitió a España imponerse

como potencia frente a los otros países europeos. Los tributos, impuestos y

transacciones comerciales entre las colonias y la Corona española significaron para

esta última una oportunidad de desarrollo que no supo aprovechar. El carácter

rentista del imperio español, el cual se limitaba a ser el intermediario entre los

países europeos y sus colonias, no le permitió industrializarse, como lo hicieron

otras potencias (Manrique 1995: 12). Inglaterra fue uno de estos países cuya

importancia en el mercado mundial iba en ascenso a costa de la hegemonía

española. La progresiva industrialización inglesa requería un mercado más grande

en donde colocar sus productos y América, junto con Asia, era el lugar propicio

para ello, pero, al existir el monopolio comercial entre el puerto del Callao y el

puerto de Cádiz, el contrabando se convirtió en la única alternativa viable para el


desarrollo inglés. Heraclio Bonilla señala, además, la incapacidad de España para

proteger su monopolio, pues no contaba con el poder naval necesario. La Corona

no podía, por otra parte, “absorber la producción colonial ni satisfacer la demanda

del mercado colonial” (2001: 22-23), lo cual significaba que no era solo el capital

inglés el interesado en establecer relaciones comerciales con las colonias

americanas, sino que estas también deseaban el comercio con la nueva potencia

inglesa. Las regiones con acceso al litoral atlántico fueron las más favorecidas,

debido a las rutas establecidas, mucho más directas y baratas que las establecidas

para el puerto del Callao (Manrique 1995: 14-15).

De este modo, Lima se veía afectada. El contrabando inglés “permitió la

emergencia de grupos nuevos con un poder semi-monopólico” que redujeron “los

márgenes de beneficio de los comerciantes monopolistas” (Bonilla 2001: 23).

Estos nuevos grupos eran cada vez más representativos. Lo llegaron a ser a tal

punto que las reformas establecidas por la dinastía Borbón se preocuparon por

este aspecto e introdujeron las reformas territoriales y económicas. Las primeras

consistieron en la creación de los virreinatos de Nueva Granada y de Río de la

Plata, con las consecuencias negativas ya mencionadas para el Perú. Las

segundas se resumen en la eliminación del monopolio comercial, permitiéndose

que comerciasen todos los puertos españoles y americanos, cuyas consecuencias

también han sido brevemente señaladas. Las reformas no pudieron controlar el

comercio ilegal, pero de alguna manera legitimaron el crecimiento de otras

ciudades sobre Lima, pues fueron la respuesta a procesos de desarrollo que se

venían dando por muchos años y que la Corona no podía obviar. Los nuevos

grupos de poder en América, además, jugaron un papel muy importante en la

lucha contra las fuerzas reales. A continuación, se esboza la relación entre la

emergencia de burguesías comerciales impulsadas por el contrabando inglés en el

litoral atlántico y el proceso de Independencia hispanoamericana:

¿Será demasiado audaz proponer una relación causal entre este hecho y el de que

los ejércitos libertadores de San Martín y Bolívar provinieran justamente de estos


dos focos atlánticos de poder anticolonial, a cuyas elites dominantes no les

bastaban ya las concesiones que la corona española les ofreció tardíamente para

frenar sus proyectos separatistas, con las reformas borbónicas de 1776, al abolir el

monopolio comercial, desmembrar el virreinato peruano, entregándoles como

espacios de dominio propios los territorios de las actuales repúblicas de Argentina,

Paraguay, Uruguay, Bolivia y Chile (al virreinato del Río de la Plata), y Panamá,

Venezuela, Colombia y Ecuador (al virreinato de Nueva Granada)? (Manrique

1995: 15).

Audaz o no, no es difícil notar que la relación propuesta tiene fuertes fundamentos

en la realidad. Las cada vez más importantes burguesías tenían sus intereses

económicos puestos en potencias como Inglaterra y el orden colonial español era

solo un impedimento para seguir creciendo. Es por ello que no sorprende que las

dos fuerzas militares más importantes en la Independencia de América hayan

nacido de sociedades que, no sólo no se beneficiaban de la relación de la

Península, sino que esta restringía sus posibilidades de desarrollo. Por ello, la idea

de la separación definitiva de España no resultaba extraña, sino que era la mejor

alternativa para asegurar el futuro. Esta situación era contraria a la de Lima, en

donde, a pesar del gran golpe causado por las reformas borbónicas, la relación con

la Corona todavía era preferible a la idea perder la relativa estabilidad que esta le

brindaba al dominio de la élites sobre las grandes mayorías.

Las situaciones de la Ciudad de los Reyes y la de las otras ciudades después de las

reformas borbónicas eran diferentes en la medida en que estas últimas también

fueron aplicadas y asimiladas de modos diferentes en cada caso. Si bien los

objetivos generales de las reformas fueron los mismos para todo el imperio (Fisher

1981: 15), llevarlos a cabo implicó acciones distintas. Así, una lectura de estos

eventos puede ser la siguiente: hasta cierto punto, las reformas borbónicas

favorecen a las élites crecientes del litoral atlántico, en especial a lo que hoy son

Argentina y Venezuela, para cumplir uno de sus objetivos: defender los territorios

americanos de las potencias extranjeras. La creación de los nuevos virreinatos,


uno de ellos con una rica mina de plata, Potosí, y la eliminación del monopolio

fueron los intentos de la Corona por recuperar estos territorios que cada vez se

relacionaban más con Inglaterra. Mientras que, de manera general, las reformas

borbónicas iban en contra del consenso colonial para centralizar el poder, en

Buenos Aires y Caracas, la Corona hacía concesiones. Pero las reformas, o bien

habían llegado demasiado tarde, o bien no eran suficientes para impedir que de

esas dos ciudades se gestaran las fuerzas que acabaron con el dominio español.

Para Bonilla, mientras que en Argentina y Venezuela vieron la ruptura con el

estado colonial como la única forma de seguir avanzando, en Perú y México, la

ruptura fue la manera de retener aquello que la metrópoli no garantizaba más

(2001: 37). Esta postura confirma el análisis anterior: mientras que las nuevas

burguesías comerciales del litoral atlántico buscaron romper con España para que esta

no obstaculizase su desarrollo, Perú —y, según Bonilla, también México— buscaba

romper con España porque la situación posterior a las reformas, especialmente las

reformas administrativas vistas en el primer capítulo, ya no le convenía más. Fue por

ello también que los primeros fueron en busca de esta ruptura, mientras que los

últimos atravesaran un proceso mucho más largo. Proceso también contradictorio,

pues fue la Ciudad de los Reyes, Lima, la ciudad que más apoyo brindó a la Corona al

momento de combatir los movimientos separatistas del resto de América.

2.1.2. La resistencia realista de Lima

Lima fue el foco de resistencia del régimen colonial más importante durante las

guerras de Independencia americanas. Lo fue, no porque toda la población limeña

estuviese conforme con el gobierno colonial —como se verá, esta no fue de ninguna

manera la situación—, sino porque el conflicto de intereses de las élites criollas, que

eran las que decidían la dirección de toda la ciudad, influía en sus acciones de

maneras diversas. Para poder evaluar la influencia de los intereses de los grupos de

poder locales en la Independencia, y, posteriormente, analizar la relación de estos con

las reformas administrativas borbónicas, es necesario conocer, por lo menos de


manera general, cómo fue que Lima llegó a convertirse en el bastión de las fuerzas

realistas. Para ello, se analizarán dos procesos relevantes.

2.1.2.1. El miedo criollo a las clases bajas

El establecimiento de la república de indios y la república de españoles dividió a la

población colonial en dos grandes grupos desde un principio. El plan de la Corona era

evitar las mezclas entre ambos grupos; pero, por el mismo carácter de la conquista,

una empresa compuesta de varones solamente, este plan fue inviable desde el

principio. Este mestizaje, sumado a las continuas migraciones de, no solo europeos,

sino también de negros, resultó en la compleja composición social del virreinato

peruano. Scarlett O’Phelan Godoy ubica el surgimiento del término “plebe” en el siglo

XVIII, término usado para referirse a las clases más bajas de la sociedad, compuesta

por los indios, los negros y las castas —o las distintas mezclas raciales categorizadas

en pinturas—. La plebe era vista por las clases más altas, que podían ostentar la

“pureza de sangre” tan importante para la cultura española, como “alteradores del

orden público; individuos de escasos recursos, con trabajos eventuales o desocupados

y, por lo tanto, proclives al ocio, al robo, a la violencia a la insubordinación” (2005:

124). Sin embargo, no se trataba de un simple desprecio, sino que, en cuanto las

clases altas concebían también la posibilidad de que la plebe actuara en contra de ella,

también le temía.

El miedo a la plebe se incrementó con las rebeliones producidas entre 1730 y 1783

(O’Phelan Godoy 2005: 124-125). En estos últimos años se dio la revolución de Túpac

Amaru, que, por su naturaleza y magnitud, difundió un miedo incluso mayor al ya

existente, por todas partes. El inicio de esta revolución sorprendió al Estado colonial, a

pesar de que, como señala O’Phelan Godoy, las rebeliones se venían dando desde

muchas décadas atrás, sobre todo en la parte sur del virreinato (Walker 2004: 55). Es

por ello, y porque el levantamiento de Túpac Amaru fue después duramente reprimido,

que se le señala como “la culminación o punto más alto de un prolongado ciclo de

rebeliones”. Sin embargo, Alberto Flores Galindo señala que esta no fue sólo la
culminación de un ciclo de rebeliones, pues, para comenzar, no fue una rebelión, sino

una revolución. Las rebeliones son motines pequeños y espontáneos; el levantamiento

de Túpac Amaru no se inscribe en esta descripción, pues “su composición social,

objetivos y efectos conseguidos en la estructura colonial” trascendieron grandemente a

todoa las rebeliones anteriores. Además, no se puede decir que fue espontáneo ni

imprevisto, pues contó desde el principio con una organización, con dirigentes y con un

programa que consistía en tres puntos primordiales: la expulsión de los españoles o

chapetones, lo cual implicaba romper los lazos de dependencia con el monarca; la

restitución del imperio incaico; y, la libertad de comercio, junto con la supresión de la

mita, las haciendas, las aduanas y alcabalas. Este programa incluía también la

formación de “un nuevo cuerpo político en el que convivieran armónicamente criollos

mestizos, negros e indios” (1988: 121-124).

La relación entre la plebe y las clases altas, además, había estado marcada por la

violencia cotidiana como mecanismo de dominio (Flores Galindo 1991:180). Es por

este factor, junto con otros, que era natural que los levantamientos como el de Túpac

Amaru estuviesen cargados de violencia. De hecho, muchos autores señalan que la

violencia fue uno de los rasgos distintivos de esta revolución. Además de ello, el rumor

(O’Phelan Godoy 2005: 127-129) y las exageraciones de los sucesos que realmente

ocurrían, especialmente por parte de las mismas fuerzas realistas —para apresurar los

refuerzos y para engrandecer sus méritos—, propagaron un gran temor en todo el

virreinato sobre el gran poder de la revolución de Túpac Amaru (Flores Galindo 1988:

140-142). Las noticias sobre las acciones de los rebeldes, que por sí mismas podían

causar un gran impacto, eran difundidas con exageraciones en su magnitud. Así,

tuvieron mucha relevancia no sólo los acontecimientos por sí mismos, sino la forma en

que se daban. Se difundía sobre todo la dimensión cualitativa de la violencia, es decir,

no importaba saber sólo cuántos murieron, sino cómo murieron (Flores Galindo 1988:

142). Si la violencia de la revolución sorprendía por su magnitud, la exageración de

ésta al difundirse por el virreinato causó un temor aún más grande.


El programa de Túpac Amaru requería la expulsión de los españoles, por lo que estos

se convirtieron en el blanco principal de los rebeldes. El problema fue determinar

quiénes eran los españoles para ellos. La violencia cotidiana que durante toda la

colonia se había ejercido contra las clases bajas, como se mencionó, fue un factor que

influyó en el grado de violencia que ejercieron estas contra sus opresores en el periodo

de la revolución. Para Flores Galindo, otra justificación de la violencia tupamarista se

halla en la visión del mundo propia del grupo: “los españoles podían ser muertos de la

manera en que lo fueron, porque no eran buenos cristianos, no cumplían con las

normas que ellos predicaban, eran herejes: el discurso de la conquista invertido”

(1988: 147).[4] Esta violencia se manifestó mediante saqueos, matanzas,

destrucciones e incendios de todo aquello que se relacionara con los españoles. Así,

atacaron no solo a los españoles propiamente dichos, sino que también fueron en

contra de los de tez blanca, de los que se vestían a la usanza europea o de los que

tenían propiedades. Túpac Amaru no podía dirigir todas las acciones de las masas

rebeldes, que terminaron actuando casi por cuenta propia. Para los españoles, la única

solución viable era el exterminio de todos los rebeldes (Flores Galindo 1988: 151).

Si bien el movimiento se desarrolló en el sur del país, el recuerdo de los estragos para

las clases altas de la rebelión afectó a todo el virreinato. Túpac Amaru no encontró en

Lima corrientes compatibles política o intelectualmente con su proyecto, ni mucho

menos apoyo para su movimiento anticolonial de base indígena (Walker 2004: 74),

pero, después de su revolución, la falta de apoyo a los proyectos anticoloniales fue

mayor aún. Si bien hay disenso sobre el carácter reformista o separatista de Túpac

Amaru —autores como Flores Galindo o Charles Walker señalan su carácter

separatista, mientras que otros, como Timothy Anna, señalan su carácter reformista—,

el resultado de cualquier manera no fue un factor que favoreció a la posterior lucha por

la Independencia. Los criollos de todo el país temían que las luchas por la

Independencia gestasen una nueva revolución. Por ello, muchos preferían “defender un

orden que, aunque no los beneficiaba”, sobre todo después de las reformas borbónicas

impuestas, “les otorgaba algunas mínimas prerrogativas” (Flores Galindo 1988: 145).
John Fisher señala que estos grupos se sentían amenazados por dos factores que

influyeron en el apoyo brindado a las fuerzas realistas:

El respaldo activo que los criollos limeños extendieron a las autoridades peninsulares

en la supresión de estos prematuros intentos independentistas se debió, en parte, a

que se habían dado cuenta de que la participación indígena en ellos constituía una

amenaza para la estructura social del Perú, así como a la conciencia de que

representaban un desafío regional a la identidad de Lima como capital de todo el

territorio (2000: 191).

Ambas amenazas inquietaban a la élite, pero si se debe resaltar una sobre la otra, era

la primera, el peligro por la desestructuración social, la más grave. La amenaza a la

hegemonía limeña afectaría, evidentemente, a las clases más altas de esta ciudad, que

verían sus privilegios limitados; pero la amenaza al orden social significaría, no solo

una pérdida de privilegios, sino el fin de las élites. Un buen grupo de las clases altas

decidió, entonces, apoyar a la Corona, por lo menos en un inicio, para proteger la

relativa estabilidad que le otorgaba esta a su clase privilegiada frene a la plebe. Lo

cierto fue que la Corona no se encontraba en posición de mantener la estabilidad ni

siquiera dentro de su propia península. Para Flores Galindo, el sector más perjudicado

fue la aristocracia mercantil, pero el descontento producido por las reformas no generó

acciones concretas en tanto el miedo a una rebelión campesina, o a un levantamiento

de esclavos, era más fuerte (1991: 179). La aristocracia mercantil de Flores Galindo se

agrupaba principalmente en el Tribunal del Consulado de Lima y fue este,

efectivamente, el órgano que más apoyo prestó a las fuerzas realistas, como se verá a

continuación.

2.1.2.2. El apoyo del Tribunal del Consulado

La fidelidad de los comerciantes del Tribunal del Consulado se manifestó no solo en el

decisivo momento de las guerras de Independencia, sino que este brindaba su apoyo a

España desde mucho antes. Conscientes del predominio inglés en el mundo, que, dicho

sea de paso, comerciaba ilegalmente con las colonias del litoral atlántico de América,
los comerciantes hicieron significativos donativos a la Corona para que esta pudiera

financiar sus guerras en Europa (Flores Galindo 1991: 165). Los intereses de este

grupo, relacionado con los grupos de poder más importantes —al ser este mismo uno

de ellos—, se encontraban en el desarrollo comercial. La hegemonía del puerto del

Callao los convirtió durante muchos años en el sector comercial más importante de

América y, en este sentido, la llegada de las reformas borbónicas cambió su suerte. La

eliminación del monopolio comercial y el aumento de los impuestos fueron los cambios

que más afectaron a los ricos comerciantes limeños, pero también influyó la creación

de los dos virreinatos que permitieron el surgimiento de nuevas ciudades con la

capacidad de competir contra Lima, como ya se vio en líneas anteriores.

El reformismo borbónico cerró, pues, muchos canales tradicionales de enriquecimiento,

que debieron generar en los comerciantes limeños un gran descontento —como el

generado en los funcionarios de la Audiencia—. Sin embargo, la nueva situación

también abrió nuevas oportunidades que este grupo no desaprovechó, como la

reapertura en 1774 de las viejas rutas de comercio intercolonial con Centroamérica y

Nueva España, las facilidades para la exportación de ciertas producciones locales y la

liberación del tráfico de esclavos (Flores Guzmán 2001: 140).[5] Además, los gastos

constantes de la Corona, en los que tenía mucha importancia a expansión del

endeudamiento público desde 1777 —coincidentemente fue el mismo año en que

Areche llegó al Perú— le dieron al Tribunal del Consulado una gran influencia en el

gobierno colonial. Las grandes fortunas de los inversionistas privados estaban

albergadas en esta institución, que pronto se convirtió en la única alternativa del

Estado para solventar sus gastos públicos. De esta manera, el Consulado se

comprometió a “subvencionar al Estado con préstamos y donativos provenientes de

sus arcas, a condición de administrar algunos impuestos sobre el comercio” (Flores

Guzmán 2001: 153). Se puede hablar, entonces, de la formación de un nuevo

consenso colonial entre el Tribunal del Consulado y la Corona, la negociación de ciertos

impuestos a favor de los comerciantes era retribuida con significativos préstamos y

donaciones que, a su vez, eran amortizados con los beneficios recibidos de los
impuestos. De esta manera, los comerciantes limeños, a pesar de verse muy

perjudicados con la implantación de las reformas borbónicas, pudieron adaptarse a la

nueva situación. Sus privilegios no eran, de todas formas, los mismos que antes, pero

las circunstancias no eran lo suficientemente graves como para pensar en romper el

vínculo con España.

Por los motivos vistos, no debe de sorprender demasiado que el Tribunal del Consulado

apoyara a la Corona a mantener el orden colonial en los durante la mayor parte de las

guerra de Independencia. Flores Galindo calcula que, entre, 1777 y 1814, los

comerciantes limeños donaron más de cinco millones de pesos a la Corona (1991:

165); tal cantidad de dinero muestra la gran solvencia económica de este grupo, en la

cual descansó el poder peninsular, pues utilizaban los fondos tanto para financiar los

conflictos bélicos españoles con países europeos, como para sostener a las fuerzas

realistas en los territorios americanos. Los cuantiosos préstamos y donaciones incluso

aumentaron a partir de 1810 (Flores Galindo 1991: 165-166), debido a la crisis que se

vivía en España desde 1808 y a las respuestas americanas a esta situación. El Tribunal

del Consulado se debilitó poco a poco debido a todas estas erogaciones que no les

proporcionaban ningún beneficio a cambio, salvo la idea de que, protegiendo al poder

real, se protegían a sí mismos. Pero tal era la capacidad financiera de este sector que

su apoyo económico a la Corono prosiguió por muchos años más. Incluso, en 1815,

además de las constantes contribuciones económicas, los comerciantes limeños

pusieron sus navíos a disposición de las autoridades para que estas pudieran “prevenir

cualquier incursión patriota en la Mar del Sur”. De este modo, la flota mercante limeña

se convirtió en una improvisada armada de guerra realista (Flores Galindo 1991: 166).

Sin embargo, la solvencia del Tribunal del Consulado no podía ser eterna. Para 1816,

cuando el título de virrey pasó de José Fernando de Abascal y del Fierro a Joaquín de la

Pezuela, el virreinato se encontraba en una situación caótica. La deuda estatal era

enorme, lo recolectado en impuestos era cada vez menor por la crisis económica

general y los comerciantes limeños “se mostraban cada vez más reacios a sacrificar

sus intereses económicos en aras de la Madre Patria (Flores Guzmán 2001: 163). Los
préstamos y donaciones continuaron a pesar de todo, pero la presión de la Corona

para que estos se realizaran tenía que ser cada vez mayor, hasta que finalmente, en

1919, el Tribunal del Consulado dejó de pagar sus cuotas (Flores Guzmán 2001: 167),

con lo cual el Estado colonial, que para este momento dependía del sector

comerciante, entró en crisis, situación aprovechada por los ejércitos libertadores. A

pesar de que las grandes donaciones y préstamos cesaron, el Tribunal todavía creía

que, para defenderse, necesitaba defender la estabilidad relativa que la Corona les

brindaba. Es ilustrativo el hecho de que, en octubre de 1820, ofrecieron cien pesos a

los soldados patriotas que desertasen con armas y sesenta a quienes lo hiciesen sin

ellas (Flores Galindo 1991: 169). Con la llegada de la Independencia, este sector se dio

cuenta de que había invertido en el lado equivocado. El fin del gobierno español en

América significó también el fin de este grupo antes tan importante en la sociedad.

2.1.3. El aporte de las clases intelectuales

Los dos puntos vistos anteriormente, especialmente el miedo criollo a las clases bajas,

ayudan a comprender cómo, en el Perú, el papel de las clases intelectuales, si bien es

importante y su análisis, relevante, fue sólo un factor más que se unió a otros para la

Independencia del país, y no fue tan determinante como la historiografía tradicional

tiende a señalar. La influencia de la Ilustración en el Perú ha sido estudiada por

muchos autores, por lo que no se profundizará en este tema. John Lynch dice con

respecto a la Ilustración, que esta “se podía invocar para garantizar mayor libertad

dentro de una marco hispánico y justificar un imperialismo reformado”, pero que sólo

una minoría de pensadores ilustrados fue atraída por la idea de la Independencia,

minoría que utilizó a la Ilustración como una fuente para legitimar sus acciones (2001:

159-162). Timothy Anna también considera que sólo una pequeña minoría de

pensadores liberales “creyó que la Independencia resolvería los problemas que

consideraban eran los problemas del Perú. La mayoría buscó la reforma dentro del

sistema imperial, igualdad para los criollos y autonomía para el Perú” (2003: 61). Es

por ello que se analizará brevemente, primero, las características de la gran mayoría

reformista y, después, la minoría separatista.


Jorge Basadre considera que el movimiento representativo de la nobleza peruana es el

que encarnó don José Baquíjano y Carrillo, conde de Vista Florida. Esta postura frente

a la Emancipación se encuentra dentro de lo que la terminología moderna califica como

“centrismo” (2002: 60-61), pues ni quería la Independencia, ni quería que el orden

colonial permaneciera igual. La importancia de José Baquíjano y Carrillo se le atribuye

a dos hechos principales: en primer lugar, el participar como el primer presidente de

la Sociedad de Amantes del País en el periódico peruano que alcanzó relevancia

internacional, el Mercurio Peruano; en segundo lugar, el discurso que dio en 1780 para

recibir al virrey don Agustín de Jáuregui, el famoso “Elogio a Jáuregui”, en el que

expresó de manera magistral sus críticas acerca del gobierno español (Basadre 2002:

60). Este discurso, dado después de la implantación de las reformas borbónicas,

representa el descontento y la inconformidad de la sociedad con la nueva situación, y

el mérito de Baquíjano fue trasmitirlo abiertamente, en una ceremonia tan significativa

como el recibimiento del virrey, persona que representaba al poder español que se

criticaba. Dado que Baquíjano era también oidor de la Audiencia de Lima —además de

asesor del Consulado y del Ayuntamiento de Lima y protector general interino de

naturales— (Rey de Castro Arena 2008: 79), pudo ser testigo directo de las medidas

administrativas tomadas por la Corona para retomar el control de este órgano en

desmedro de los criollos. Es por todo ello que Baquíjano es considerado el máximo

representante del reformismo liberal fiel. Su postura “centrista” representa la postura

de casi toda la élite criolla limeña de la época, que, por el descontento con la Corona,

exigía cambios, pero no se atrevía a proponer la separación absoluta.

Por otro lado, a pesar de que su influencia en la sociedad colonial fue mínima, estaba

la postura separatista, que apuntaba a la ruptura total del vínculo con España. A fines

del siglo XVIII y como respuesta directa los daños provocados por las reformas

borbónicas, el jesuita arequipeño Juan Pablo Viscardo y Guzmán expresó en dos

documentos, la carta escrita al cónsul inglés en Livorno John Udny el 30 de setiembre

de 1781, y la famosa “Carta a los españoles americanos” escrita diez años después, la

necesidad de la revolución americana para independizarse de España. En el primer


documento, Viscardo mostró su profundo resentimiento hacia España, que no debe de

sorprender pues las reformas borbónicas expulsaron del país a la orden jesuita de la

cual el formaba parte. Además, expuso dos motivos principales que justificaban su

propuesta a los criollos de librarse del dominio español: el primero era la propia

expulsión de los jesuitas, y el segundo era la sustitución de criollos por europeos

inexpertos en los empleos burocráticos. Ambos motivos fueron consecuencias directas

del reformismo borbónico. En el segundo documento, Viscardo, además de justificar

política y económicamente el derecho de los americanos de independizarse, interpretó

y representó la mentalidad de los criollos disconformes con el gobierno español y los

exhortó a rebelarse contra la Corona (Rey de Castro Arena 2008: 71-78). El

pensamiento de Juan Pablo Viscardo y Guzmán, que fue seguido por intelectuales

como José de la Riva-Agüero y el conde de la Vega del Ren, tuvo mucha importancia

durante el periodo de las guerras por la Independencia. A pesar de que solo una

minoría no representativa de la sociedad coincidía con lo planteado por el jesuita, la

sola existencia de su pensamiento proveyó a los criollos de un plan alternativo y, por

supuesto, radical, en comparación a la postura reformista. La crisis española y los

complejos procesos que se vivieron en sus colonias llevaron a los criollos a volver su

mirada sobre este plan, pero la manera en que esta situación se creó y se desarrolló

será vista más adelante.

Cabe resaltar, para terminar, que ambas posturas —la reformista, con José Baquíjano

y Carrillo como su máximo representante, y la separatista, con Juan Pablo Viscardo y

Guzmán como su promotor primordial— a pesar de ser distintas por los fines que

perseguían, representaban el descontento general del mismo grupo. Los criollos,

inconformes con la situación posterior a las reformas, adoptaron la primera o la

segunda postura en distintas medidas porque necesitaban cambios en la organización

estatal. La estabilidad que el gobierno español le brindaba a los grupos de poder ya no

les bastaba para mantenerse fieles, por lo menos durante los últimos años de las

guerras de Independencia.

2.2. El rol de la élite criolla limeña en la consolidación de la Independencia


En el cierre del primer capítulo se señala cómo el disenso, la inconformidad, el

resentimiento y el descontento general no son suficientes para empezar una

revolución, sino que hace falta de una coyuntura favorable que impulse a la población

a generar los cambios necesarios. La coyuntura para los hispanoamericanos llegó con

la crisis española, cuyos orígenes profundos se pueden hallar en el fracaso del

proyecto político de los Borbones, pero cuya expresión inmediata fue la invasión de

parte de España por Napoleón Bonaparte en 1808 y el inicio de la guerra de

Independencia española (Fontana 2007: 8-9). La crisis en la Metrópoli generó también

una crisis en sus colonias (Mazzeo 2003: 51). Las reacciones en América fueron muy

distintas, pero, como ya se vio, fue la ciudad de Lima la que se constituyó como el

bastión de poder realista al ayudar a las fuerzas de la Corona a luchar contra los

intentos independentistas que se gestaban en el resto de América y, en menor

magnitud, en el interior del país. La mirada general que se ha dado a ciertos factores

relevantes acerca de la Independencia del Perú, para el desarrollo del presente

trabajo, permitirá, pues, comprender cómo es que la élite criolla de Lima respondió a

la coyuntura favorable que se le presentó; y para esto tendrá especial importancia el

análisis del conjunto de intereses de este grupo. Timothy Anna señala lo siguiente:

Los estudiosos no pueden utilizar la ideología expresada para determinar las causas

históricas en el movimiento de la Independencia peruana, porque la estridente

propaganda producida por los realistas o los rebeldes se hace invariablemente

insignificante por la amarga lucha por la supervivencia económica entre individuos y

entre movimientos. Cada facción ideológica era un grupo de interés de una forma u

otra. Los peruanos que abogaron por la Independencia actuaron por sus propios

intereses, tal como lo hicieron los que se opusieron a ella (2003: 53).

Siguiendo la línea de pensamiento de Timothy Anna, se puede decir que las ideologías

que se gestaron, como las posturas de los reformistas y de los separatistas, por sí

mismas, no pueden ser consideradas como los factores determinantes de la

Independencia del Perú. Lo que primó en las guerras de Independencia fueron los

intereses de los distintos grupos. Así, como dice John Lynch, “las revoluciones
hispanoamericanas respondieron primero a intereses, y éstos invocaron ideas” (2001:

152); no sucedió al revés. De aquí en adelante se analizará el papel que jugaron los

intereses del sector burocrático ligado con la Audiencia de Lima dentro de la élite

criolla limeña en el proceso de Independencia.

2.2.1. La ruptura inicial con la Corona: los reclamos criollos

En el año 1793, José Baquíjano y Carrillo viajó a la Corte de Madrid representando al

Cabildo de Lima y a la universidad de San Marcos para proponer ciertos cambios en la

administración real en América. Entre ellos estuvieron la concesión a los peruanos de

un tercio de los cargos en las Audiencia del Virreinato, aunque fuesen nativos de las

sedes de ellas. Baquíjano explicó también el problema de la discriminación que sufrían

los criollos frente a los peninsulares al momento de nombrar a los oidores de la

Audiencia de Lima, pero no logró ninguna respuesta de la Corona (Basadre 1973: 77-

78). Así como esta, las quejas y reclamos de las élites criollas afectadas por las

reformas borbónicas se gestaron desde la aplicación de aquellas. Todos los grupos

sociales, como los comerciantes, los funcionarios públicos o el mismo clero —

recuérdese el caso de Juan Pablo Viscardo y Guzmán—, demandaron contrarreformas

que regresaran a la sociedad al estado que se encontraba antes. La Corona, como era

de esperarse, no prestó atención a las quejas de sus súbditos, que, por cierto, no

tenían un carácter amenazador. El descontento era grande, pero la presión ejercida

sobre la Península por las élites americanas no era significativa, a pesar de que todavía

conservaban mucho poder en sus manos —como el gran poder económico del Tribunal

del Consulado—. Esto puede hacer creer erróneamente que las demandas de los

grupos locales no tenían mucha importancia para ellos mismos, en tanto no hacían

mucho para lograrlas; pero la aparente inacción se debía, como ya se vio, a un

conjunto de factores históricos que devenían en la idea de que “frente a las amenazas

de armonía social, económica, política y cultural del país, el mantenimiento del

régimen colonial aparecía como la única garantía verdadera del orden establecido”

(Quiroz Chueca 2009: 222). En otras palabras, si bien las élites habían perdido mucho
poder con las reformas, la perspectiva de perder el poder que todavía tenían en sus

manos era mucho peor.

Pero esta situación no se mantuvo eternamente. Una de las consecuencias de la crisis

que España atravesaba a partir de 1808 fue que los criollos limeños, en especial los

ligados a la burocracia, tuvieron un espacio en donde presentar los reclamos que

arrastraban desde varias décadas atrás. La formación de las Cortes de Cádiz en

España, que convocaron no solo a representantes peninsulares, sino también a

representantes americanos, dio la oportunidad a los criollos limeños de volver a

demandar aquello que les era más apremiante. En diciembre de 1810, por ejemplo,

presentaron, junto con otros diputados americanos, una lista de once demandas que

requerían los gobiernos americanos, de las cuales resaltan tres: “[…] (8) derechos

iguales a los americanos para acceder a empleos en el gobierno; (9) distribución de los

puestos en cada territorio a nativos de este territorio; (10) creación de comités

asesores en América para seleccionar a los criollos que recibirían esos cargos […]”

(Anna 2003: 78-79). Estas tres demandas apuntaban a contar con mayor

representación criolla en los órganos estatales, como lo habían hecho antes de la

aplicación de las reformas. Para los limeños, estas peticiones eran especialmente

importantes. Desde 1777, no se había nombrado a ningún criollo en la Audiencia, y los

criollos que todavía conservaban su puesto adquirido antes de las reformas parecían

estar “al borde de la tumba” (Burkholder y Chandler 1984: 167-168). El que antes

fuera el órgano colonial de mayor grado de compromiso burocrático, en donde los

criollos nativos de su jurisdicción tenían la mayoría de los puestos, para 1803, sólo

contaba con dos criollos. Uno de ellos era el célebre limeño José Baquíjano y Carrillo

(Anna 2003: 58).

La discriminación sistemática de la Corona en perjuicio de los criollos tuvo una

consecuencia en estos en un plano subjetivo: el desarrollo en las élites criollas de una

consciencia de sí mismas como diferentes a los españoles. Es cierto que, por el mismo

carácter de los criollos, que, por sangre, eran españoles, e inclusive legalmente

pertenecían a la república de españoles.


La guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto bélico que
enfrentó a las Trece Colonias británicas originales en América del Norte contra el
Reino de Gran Bretaña. Ocurrió entre 1775 y 1783, finalizando con la derrota
británica en la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de París.

La RevoluciónRrancesa (1789 – 1799) fue una serie de movimientos


revolucionarios que dieron fin al Antiguo Régimen en Francia. Se considera un
modelo de revolución política burguesa porque logró la conquista del poder por
parte de la burguesía.

Cuadro de Tupac Amaru II en una de las montañas andinas del Perú.


La Rebelión de Túpac Amaru II fue un levantamiento que acontecido entre 1780
y 1783 que tuvo lugar en el virreinato del Perú, en la región del Cuzco, en reacción
a la imposición de las Reformas borbónicas
A todos nos han enseñado en el colegio que el general José de San Martín y Simón
Bolívar son los libertadores del Perú. Sin embargo, a muchos no les queda claro
cuál fue el rol que cada uno cumplió en dicho proceso.
“El primer movimiento libertario militar organizado llega al Perú desde el
sur con el general argentino San Martín, pero el movimiento que va a
consolidar nuestra independencia viene desde el norte con Bolívar y el
Ejército grancolombiano”, resume la historiadora Scarlett O’Phelan,
profesora principal de la PUCP.
San Martín buscaba en principio que el Perú se convirtiera en una monarquía
constitucional; el militar venezolano Bolívar, en cambio, planeaba un Estado
federativo de varias naciones, con él como una suerte de emperador.

Tras declarar la independencia el 28 de julio de 1821 en Lima, San Martín se


quedó en el país bajo el título de protector, es decir, como gobernante civil y líder
militar del Perú.

“La del 28 de julio es una celebración eminentemente limeña. Lo que se


conmemora es un acto protocolar luego de que las tropas realistas, con
el virrey José de La Serna a la cabeza, desocuparon la capital para
trasladarse al Cusco. Pero no marca un inicio ni un final del largo proceso
de la independencia”, explica el historiador Nelson Pereyra, profesor de
la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga.
Tras un año de Protectorado, San Martín renunció y convocó al Congreso. Ese
mismo año se dio la elección de nuestro primer presidente, José de la Riva
Agüero.
El Congreso invitó a Bolívar al Perú –estaba en Ecuador–, para expulsar de
manera definitiva a los españoles, a quienes derrotó en 1824 en las batallas de
Junín y Ayacucho. “No sé si la independencia hubiera sido imposible sin Bolívar,
pero sí puedo afirmar que el proceso habría sido más largo”, acota O’Phelan.

La mayoría de las antiguas colonias españolas celebra el primer grito de


independencia en su territorio como su día nacional. México, por ejemplo,
considera al año 1810 por el movimiento del sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla,
aunque su independencia se dio en 1821.

Bolivia celebró el 2009 su bicentenario debido a la Junta de La Paz de 1809, pero


su independencia se hizo efectiva en 1825.

“El proceso peruano no termina en 1821, ni siquiera tras las batallas de


Junín y Ayacucho en 1824. Todo concluye en 1826 cuando los españoles
atrincherados en el Real Felipe (Callao) capitulan y entregan la fortaleza
a los patriotas”, afirma Pereyra.
Él lamenta que la enseñanza de historia a nivel escolar se centre solo en fechas,
acontecimientos y personajes. “El proceso es mucho más complejo e involucra no
solo a los libertadores, sino también a toda la población”, explica

“Hay muchos errores y mitos en la enseñanza de Historia del Perú en los


colegios. No hay un puente entre el Ministerio de Educación y el mundo
académico. Es necesario reformular este molde.

Características
La literatura independentista se caracteriza por una temática centrada en la exaltación
de los pueblos libres, por un sentimiento patriótico que llevaba al encuentro con el
gaucho, el indígena, el criollo y que generaría después las literaturas correspondientes.
Asimismo, utilizaba un lenguaje directo y pedagógico, pues seguía el precepto de
"enseñar deleitando". La llamada "educación de masas" surge en esta época, pues
urgía educar a toda la población en la nueva identidad nacional. Así no sólo se fundan
colegios, sino también las primeras academias de la lengua y las primeras bibliotecas
nacionales

III El romanticismo en el Perú


Si bien, como sostiene Cirlot (1949), no es posible reconocer el romanticismo por la
ideología ni por la unidad intencional, sino sólo por su carácter, no por su forma exterior
sino por la interior, y aunque algunos críticos han llegado ha dudar la existencia del
romanticismo en el Perú –y este ensayo observa la duda–. No se puede negar el carácter
y tema románticos que se ha experimentado en las letras peruanas con la obra de
Mariano Melgar, pero como ya se mencionó esta experiencia está fuera de constituirse
en un ismo por dos razones; una cronológica, que no era determinante; y otra es que
Melgar fue una isla en la inclinación temática de su obra, no tuvo seguidores inmediatos,
y esta sí era determinante.
José Miguel Oviedo ha dicho del romanticismo peruano que fue “tardío y endeble: casi
todo lo que produjo, en el campo de la poesía, el drama y la novela bien pueden
permanecer olvidado, sin que perdamos mayor cosa, a excepción de Ricardo Palma”
(1997:117), que sin duda es la mejor expresión literaria de esta época que llamamos
romanticismo y sin embargo Palma es el que menos se parece y se ajusta al
romanticismo.
Y es que el nuestro no sólo fue tardío sino también pasivo y hasta incoherente. Los
románticos peruanos repitieron temas y formas de los maestros franceses y españoles,
naturalmente con algunas predilecciones temática, al decir de Jorge Cornejo Polar
“Desolación, soledad, incomprensión, desengaño y muerte aparecen constantemente. Este
sistema expresivo es especialmente visible en al poesía de inspiración intimista, confesional,
amatoria, que es, por cierto la que predominó en el romanticismo peruano” (HLP :33); por
supuesto esta imitación pasiva no implicaba el nivel.
Mientras que el carácter del romanticismo en Europa estuvo marcado por una actitud de
rebeldía y retorno al pasado. Fundían el ímpetu literario con el credo político. “Cuando la
burguesía ocupó el lugar dominante en al sociedad, y cuando su vida no se exaltaba ya con
el fuego de la lucha emancipadora, entonces el arte nuevo no tuvo otra tarea que idealizar la
negación del orden burgués de la vida. El arte romántico fue, precisamente esta idealización”
(Plejanov, en L. A. Sánchez. 1981: 928) Mientras que Europa el romanticismo se rebelaba
contra el modo de vida burgués, aquí los escritores románticos representaban el orden
burgués produciendo un romanticismo de alcoba. “En La bohemia de mi tiempo Palma
insiste en el generoso mecenazgo público y en la rapidez con la que alcanzaron posiciones
privilegiadas en la diplomacia, la política, la administración del Estado” (En Cornejo Polar.
31). Ciertamente nuestra realidad es diferente a la europea, y tiene que serlo, pero la opción
temática y actitud de nuestro romanticismo parece un tanto incomprensible e incoherente
entre la relación de lo que le tocó vivir y el carácter del romanticismo. Aunque ya Alejandro
Losada ha observado esta situación y arguye que nuestra generación romántica estuvo
determinada por una ambigua relación simultánea con la modernidad europea y un público
nacional tradicional” que pretendía. “ponerse a tono con la época pero manteniendo al
mismo tiempo una estructura social y un comportamiento coloniales” (En Cornejo Polar:
31). En esta época se perdió las posibilidades que había abierto Mariano Melgar, y que
tanta falta hacía, principalmente en la incorporación de elementos y formas culturales
indígenas a la literatura culta. Si Melgar con su carácter precursor pagó su derecho de
piso en la historia de la literatura, cabría preguntarse si los escritores románticos,
excepto Palma y tal vez Salaverry, merecen ser salvos; es cosa que todavía hay que
pensar. Este es un período fracturado y no sólo cronológica, sino, lo que es más grave,
culturalmente debido a que no hubo una continuidad en la búsqueda de un mestizaje
cultural en la literatura, que por derecho y definición esa exploración le tocaba al
romanticismo y así su rasgo particular estaría ajustado y en coherencia con nuestra
realidad cultural. Es por eso que no alcanzamos en rigor a un romanticismo peruano
sino sólo a lo romántico en el Perú

REPRESENTANTES

Mariano Melgar
(Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso; Arequipa, 1790 - Umachiri, 1815) Poeta
peruano considerado uno de los fundadores de la literatura peruana
contemporánea. Pese a su formación neoclásica, escribió poemas amorosos
a imitación de los yaravíes indígenas, manifestando en su gusto por las
tradiciones populares autóctonas una adelantada sensibilidad romántica que
ha permitido emparentarlo con el poeta cubano José María Heredia y el
ecuatoriano José Joaquín Olmedo.

De gran precocidad intelectual, Mariano Melgar cursó filosofía y teología y recibió


las órdenes religiosas menores en 1810; pero abandonó la carrera eclesiástica
al enamorarse de una dama, María Santos Corrales, que aparece en sus poemas
con el nombre de Silvia. Enseñó latín, retórica, filosofía, física y matemáticas.
En 1812 viajó a Lima para estudiar derecho en los claustros de San Carlos,
coincidiendo su estancia en la capital con las manifestaciones en favor de la
independencia.

Melgar retornó a Arequipa en 1814; entretanto, su amada Silvia cedió a la


oposición de sus padres y rechazó al poeta; el dolor afectó gravemente su salud.
Probablemente a ello se debió la excelente traducción de los Remedia amoris de
Ovidio, que dejó inédita, y desde luego, la composición Carta a Silvia. Melgar se
incorporó poco después a la rebelión emancipadora de Mateo Pumacahua, a
quien sirvió como auditor de guerra; tras la batalla de Umachiri fue apresado y
sometido a consejo de guerra; el 12 de marzo de 1815 fue fusilado.
Póstumamente, en 1878, se editó el volumen Poesías de don Mariano Melgar.

A pesar de su formación neoclásica, la obra de Melgar presenta rasgos


prerrománticos: sentimentalismo, amor por la naturaleza, culto a la libertad y
fervor patriótico. También resulta prerromántico su interés por las inquietudes
del pueblo y su asimilación de una forma mestiza de canción muy extendida en
los Andes, los yaravíes, en que el idioma es el español pero la música y la
temática resultan andinas; los yaravíes son composiciones en metros cortos
cuyo tema más común es el lamento amoroso, y se cantan con acompañamiento
de guitarra o de "quena" (flauta de caña de los indios peruanos).

En el espíritu y en el nombre mismo, el yaraví proviene de los harauis de los incas,


canciones líricas de amor o de asuntos campestres, tristes o alegres, y
acompañadas por la flauta. Documentados por los cronistas, en los siglos XVI y
XVII se los menciona como cantos indígenas y populares, sin precisar bien su
carácter. Pero en el siglo XVIII, con la iniciación de la conciencia nacional y los
anuncios del Romanticismo, alcanzan nuevo impulso, sobre todo en el sur del
Perú, y ya con el carácter específico de poesía triste, de lamentación y soledad.

Compuestos originalmente en lengua quechua, se escribieron luego en español;


rural en sus comienzos, el yaraví pasó a la ciudad, y la "quena" se unió o se
reemplazó con la guitarra. El centro de esa transformación criolla fue Arequipa,
y Melgar el poeta más excelente y de más fuerza dramática. Los yaravíes de
Melgar significaron el triunfo de esa veta popular entre las capas urbanas y
cultas, especialmente en Arequipa, donde un yaraví melgariano es considerado
como una especie de himno de la "patria chica".

En la edición póstuma de las Poesías de don Mariano Melgar (1878) aparecen sólo
diez yaravíes, pero se le atribuyen muchos más, porque su nombre se ha
convertido en un símbolo del género. Su poder de atracción es aún tan grande
que sus yaravíes siguen cantándose y llorándose noche tras noche en Arequipa.
Desde el punto de vista estrictamente literario, los "yaravíes" de Melgar son algo
ingenuos, y su versificación es a menudo defectuosa, pero alcanzan un singular
dramatismo con la música y con los acentos doloridos de los cantores.
Constituyen además una manifestación sumamente interesante del mestizaje
cultural en América.
Aparte de los yaravíes, en las inclinaciones líricas de Mariano Melgar se aprecian
diversas facetas: la de poeta erótico, influido principalmente por la poesía
de Anacreonte; la de autor de odas, entre las que son dignas de especial mención
las dedicadas a la libertad y al mar, con algunas elegías, y la de fabulista, aspecto
éste muy singular en las letras peruanas. Cinco son solamente las fábulas que
escribió (el cantero y el asno, las abejas, las cotorras en un maizal, los gallos y
los pavos y el asno cornudo). Su formación clásica adquirida en sus tiempos del
seminario, que no dejó de influirle a lo largo de su breve carrera lírica, lo llevó a
traducir composiciones de Ovidio y Virgilio. En su traducción de Remedia amoris de
Ovidio modificó ingeniosamente su título por el de Arte de olvidar.

ENSAYO Y PERIODISMO

José Baquíjano y Carrillo (1751-1817) fue un maestro limeño del siglo XVIII,
partidario de reformas en beneficio de los criollos del Virreinato del Perú. Fue un
destacado intelectual que junto a otros criollos ilustrados publicó la revista "El
Mercurio Peruano".
Biografia De Jose Faustino Sanchez Carrion. José Faustino Sánchez
Carrión nació en Huamachuco, el 13 de febrero de 1787 en Huamachuco. Sus
padres fueron Agustín Sánchez Carrión y Teresa Rodríguez. Estudió Leyes en el
Convictorio de San Carlos (Lima), donde tuvo como maestro al ilustre Toribio
Rodríguez de Mendoza.

REPUBLICA
La Literatura de la república se registra a partir del año 1824, año en que el Perú se pudo
ser verdaderamente libre. Una de las características mas importantes de la
literatura de la república es:

El Costumbrismo

El costumbrismo abarcó el período de las luchas políticas, el caudillismo y las dictaduras de


los presidentes de ese entonces.

Fue un movimiento realista, con descripciones de dicha realidad con manifestaciones


satíricas y humorísticas.

You might also like