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CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 1

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BREVE ESTUDIO
SOBRE LA NOCIÓN
DE ORDEN JURÍDICO.

César Edmundo Manrique Zegarra•

“Así, pues, lo que hay en el sonido son símbolos de las afecciones que
hay en el alma y la escritura es símbolo de lo que hay en el sonido. Y,
así como las letras no son las mismas para todos, tampoco los sonidos
son los mismos. Ahora bien, aquello de lo que esas cosas son signos
primordialmente, las afecciones del alma son las mismas para todos y
aquello de lo que estas son semejantes, las cosas, también son las
mismas” (Aristóteles. Tratados de Lógica. Sobre la Interpretación.)

“El orden y la conexión de las ideas son los mismos que el orden y la
conexión de las cosas” (Spinoza, Etica. Segunda Parte. De la
naturaleza y del origen del alma. Proposición VII.)

“El pensamiento puede expresarse en la proposición de modo tal que a


los objetos del pensamiento corresponden los elementos del signo
proposicional” (Witgenstein Tractatus. 3.2)

Leibniz soñó con “una lengua o escritura universal” en que “los


caracteres y las palabras dirigirían la razón y los errores que no fuesen
errores de hecho no serian sino errores de calculo” (GP,III,605) En
dicho lenguaje artificial, toda falacia del razonamiento estaría vedada
por la sintaxis, de modo que “un sofisma, expresado en tal nueva forma
de escritura, no seria en verdad mas que un solecismo o barbarismo,
fácil de refutar aduciendo las leyes de esa gramática filosófica. Así,
cuando surgieran desacuerdos entre dos filósofos, no habría falta mas
discusión que entre un par de calculistas. Bastaría que, pluma en mano,
-en presencia, si se quiere de un amigo- se sentasen a su ábacos,
diciéndose mutuamente: calculemos”
(Leibniz, GP,VII,200)[ Torretti Roberto, Paraiso de Cantor. 1998,
p.129]


Director del Centro de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial.
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INTRODUCCIÓN.
Sobre el supuesto de que la Jurisprudencia es una clase de conocimiento distinto a cualquier
otro tipo de conocimiento aunque, naturalmente similar a todos ellos, se propone un estudio de
la noción de orden jurídico. La noción de orden tiene un lugar singular en el sistema de los
conocimientos y en algún modo se confunde con ellos mismos, pues conocer es fijar el orden a
las cosas a que accedemos, o descubrirlo, reconocerlo, establecerlo o describirlo. Para
identificar la noción de orden jurídico asumimos la noción de orden en su más amplia extensión.
Tomamos nota de as diversas maneras cómo esa misma noción ha sido concebida en algunas
épocas o respecto a ciertas finalidades u objetivos y la relacionamos a los diferentes tipos o
clases de conocimiento, científico, lógico y jurídico, a fin de ver el lugar que o la utilidad que
presta en cada uno de ellos. Identificamos las propiedades de la noción de orden. Ulteriormente
nos referimos a dos conceptos vinculados a la noción de orden: reiterancia y simetría y
mostramos su aplicación en el ámbito de los conocimientos jurídicos. Concluimos haciendo una
relación entre cuatro conceptos jurídicos importantes: Orden Jurídico, Conflicto Social,
Administración de Justicia y Función Jurisdiccional. El estudio consta de VIII capítulos y un
esquema.

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Capítulo I.- En el cual el autor da cuenta de sus labores cotidianas y las de sus
colaboradores y relata cómo es que llegó a entender la importancia de la noción de
orden jurídico y se convenció de la necesidad de dedicarle atención sistemática.

Ha de saber el lector que entre las labores que cabe al Centro de Investigaciones Judiciales del
Poder Judicial, de cuya dirección es responsable el autor, están las de llevar la Estadística del
movimiento judicial de Salas y Juzgados de la República y Sistematizar la Jurisprudencia de las
Salas de la Corte Suprema; le corresponde investigar la realidad socio jurídica nacional y
proponer planes y proyectos para el mejoramiento de la Administración de Justicia en el País;
debe promover la celebración de Plenos Jurisdiccionales, es decir reuniones de jueces para
debatir todo lo anterior en cuanto interesa al trabajo que ellos realizan, que consiste en emitir
decisiones cuyo objetivo es solucionar conflictos sociales, (grandes o pequeños; y singulares,
particulares o generales). Esa es la tarea encomendada al Centro de Investigaciones por el
Legislador. Así lo dice el artículo 114° de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Adicionalmente
el Centro de Investigaciones Judiciales debe clasificar aproximadamente 70,000 resoluciones
que emiten anualmente Salas de las Cortes Superiores y publicar un consolidado en la página
Web del Poder Judicial.
Como el Centro de Investigaciones Judiciales del Poder Judicial es un conjunto constituido por
cuatro elementos, (antes éramos cinco pero uno de nosotros goza de licencia por enfermedad),
hemos distribuido la tarea en cuatro partes, teniendo en cuenta las aptitudes, habilidades,
experiencia, conocimientos y disposición de sus componentes o elementos. Seguramente no es
común ni elegante describir la distribución de labores en una reducida oficina y nada interesante
leer tal descripción, sin embargo hacerlo guarda armonía con nuestro propósito de explicar
nuestro interés en la noción de orden. La asignación de labores es así. El señor Miguel López
recolecta las ejecutorias de las 7 Salas Supremas, las ordena y dispone su correcta
encuadernación; recibe las resoluciones de las Salas de las Cortes Superiores e ingresa los
archivos informáticos en el lugar correspondiente; colabora en las labores de estadística; vigila
el buen funcionamiento de los equipos de oficina; tiene a su cargo los archivos de ejecutorias
supremas; forma el archivo de leyes y resoluciones administrativas; lleva a su destino oficios,
cartas y comunicaciones; recibe a nuestros visitantes; estudia derecho, gusta escuchar música.
La Sra. Nancy Reátegui, secretaria coordinadora, tiene a su cargo al agenda del Centro de
Investigaciones Judiciales, coordina las reuniones de trabajo, levanta actas, prepara
comunicaciones, recibe el dictado de informes y documentos; recibe y remite comunicaciones;
prepara los materiales de la revista; atiende el teléfono y conserva los archivos administrativos.
La abogada Hilda Cardeña es editora de la revista “Cuadernos de Investigación y
Jurisprudencia” y de la Página Web del CIJ; tiene a su cargo la Estadística Judicial y la
Sistematización de la Jurisprudencia; sumilla ejecutorias supremas y colabora en la preparación
de Plenos Jurisdiccionales; es autodidacta en materia estadística, informática y computo. (La
abogada Patricia Delgado colaboraba en el sumillado de ejecutorias supremas y con todos los
demás, y estudiaba; la hemos perdido por un tiempo pero regresará). La otra cuarta parte del
Centro de Investigaciones Judiciales es el Director. Formamos un equipo y hemos advertido
que un equipo así requiere reflexionar acerca del concepto de orden para alcanzar los objetivos
y resultados que nos comprometen. No es difícil decir por qué.
Sistematizar la Jurisprudencia y llevar la Estadística del movimiento judicial de las Salas y
Juzgados de la república, son labores complementarias por cuanto para levantar una estadística
es necesario en principio tener a disposición algún criterio de clasificación que permita una
ordenada recolección de datos, y el resultado de esa recolección, es decir el conjunto de
informaciones obtenidas, agrupadas y ordenadas aunque sea incipientemente, serán objeto de un
segundo proceso de clasificación más detallado de acuerdo a criterios cada vez mas finos y
mejores a efectos de la sistematización del material acopiado. Estos nuevos criterios servirán
para hacer otras estadísticas cada vez más detalladas y completas, y estas para nuevos sistemas
de clasificación y sistematización también mas detallados y completos, y así sucesivamente. Si
bien se trata de procesos complementarios hay entre ellos diferencias. La estadística en alguna
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manera puede entenderse como la expresión numérica o cuantitativa que resulta de la aplicación
de un sistema de clasificación y el sistema de clasificaron o sistematización puede entenderse
seguramente como la expresión cualitativa que se manifiesta como un modo de explicar los
resultados de la recolección de datos estadísticos. En resumen podríamos decir que la estadística
consiste en una recolección ordenada de datos, de acuerdo a determinados criterios, objetivos o
fines y la sistematización consiste en la exposición ordenada de los resultados de la data
estadística.
El otro tema que interesa al Centro es la investigación de la realidad socio jurídica del país y
esto en su sentido más general no significa otra cosa que juzgar cuan útil y provechoso es el
conjunto de las normas legales y cuan eficiente la organización de la administración judicial
para atender a las necesidades sociales de justicia de la población nacional. Hay muchos
factores. Habría que idear algunos procedimientos y métodos que nos permitan observar los
hechos sociales conflictivos a fin de saber cuáles son las necesidades de justicia de la sociedad
nacional, y cabe realizar algunos cálculos para saber cuáles son las posibilidades que de
satisfacerlas tiene el órgano judicial. Esto supone la adaptación de los instrumentos teóricos a
disposición a fin de adecuarlos al objeto de nuestra investigación que es la “realidad socio
jurídica”. Seguramente hay algunos defectos en la organización interna del órgano
jurisdiccional, otros en el ordenamiento jurídico político, algunos más en el sistema normativo,
y no hay que descartar los que atañen finalmente en la sociedad, defectos que será necesario
corregir. Seguramente también hay virtudes que conviene fertilizar, usos y costumbres que
habría que alentar y conductas que emular. Se requeriría que las instituciones se adecúen a las
exigencias sociales, por una parte, y los actos y conductas sociales a las del orden jurídico por
la otra. Retornando a lo que en todo ello nos corresponde, hemos de advertir que nuestra labor
consistiría, en todos los casos, en identificar ciertos criterios y relaciones de orden y proponer el
establecimiento de otros u otras. Así, por ejemplo, si el propósito es saber si las oficinas
judiciales se encuentran correctamente organizadas para atender a las peticiones de justicia de la
sociedad, sería necesario observar cuáles son las relaciones establecidas entre los jueces y
auxiliares judiciales; tomar razón de los procedimientos internos; ver si la aplicación de los
locales, bienes, equipos y los recursos humanos (que es como se llama a las personas en los
manuales de administración) guarda armonía con los objetivos que en cada caso se persiguen y
con los fines propios de la Institución Judicial, y esto significa, en una palabra saber cuales son
las reglas y cómo es el orden existente en las oficinas judiciales; sabiéndolo podremos juzgarlo
críticamente y proponer otro, si es necesario. Sistematizar las ejecutorias de las Salas de la Corte
Suprema exige similar dedicación, pero en este caso se trataría de inferir el orden teórico o
conceptual al cual cada una de las ejecutorias responde o aquel otro al cual todas ellas en su
conjunto se refieren, así, habría que compararlas con el orden sistemático, abstracto, establecido
en las normas legales y ver cómo es que este último se especifica al contrastarse con el
conflicto social y se enriquece por obra de los jueces. Desde luego habrá que juzgar la
racionalidad del sistema jurídico normativo y la habilidad de los jueces para compaginarlo con
las multiplicidades del conflicto social que llega a sus escritorios; cuando llega. Sistematizar la
Jurisprudencia para decirlo en términos llanos, es ordenar esos resultados. La estadística sugiere
una atención a los aspectos cuantitativos y numéricos: la recolección de datos de acuerdo a
ciertos criterios y en relación a la obtención de información que se estima necesario tener a
mano a fin de asumir algunas decisiones respecto a determinados objetivos: se trata nuevamente
de un conjunto de procedimientos cuya finalidad de realizar una recolección ordenada de datos e
informaciones jurídicamente relevantes. Por último, la celebración de Plenos Jurisdiccionales
exige la realización de actividades prácticas y el establecimiento de algunas reglas que hagan
fructíferas las asambleas de magistrados y una muy importante actividad teórica (a cargo de los
magistrados que se integran en comisiones) desarrollada a fin de identificar los temas o
problemas jurídicos normativos o jurídico sociales que requieren la atención de los jueces. Se
trata de establecer algunas reglas que permitan un diálogo ordenado.
Advertimos que una propiedad común a las actividades descritas es que todas ellas tienen que
ver con el concepto de orden jurídico. Un orden que, considerado en su amplia generalidad, es
distinto al orden natural, (físico, biológico) aunque estos mucha relación tenga con el orden
jurídico, y distinto también al orden lógico (relacionado a los criterios de verdad o falsedad),
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aunque como en el caso anterior tenga así mismo mucho que ver con él. Los requerimientos de
orden no son únicamente teóricos sino que se extiende a la actividad práctica. Por consiguiente,
para hacer todo lo que tenemos que hacer es necesario proceder ordenadamente. Eso es lo que
hemos advertido nosotros durante el desarrollo de nuestras labores.
Cabe añadir que el orden que reclama nuestra atención y al cual debemos referir nuestras
actividades teóricas y prácticas, es el Orden Jurídico, que por cierto se muestra con apariencia
muy distinta en cada caso, como hemos visto. De todo lo anterior resulta que es necesario
prestar atención sistemática a la noción de orden en términos generales primero y luego a la
noción de orden jurídico, en modo particular, si queremos obtener resultados satisfactorios. En
la medida en que identifiquemos en qué consiste la propiedad o calidad común a lo que nos
corresponde hacer y ubiquemos las diferencias o singularidades del orden que corresponde a
cada actividad, nuestra labor será mas fácil de hacer y de llevar a buen término. Esas
motivaciones cotidianas no son la única razón. Hay otras de mayor comprensión y relevancia
que tienen que ver con la noción más general de orden y con algunos importantes conceptos
jurídicos. Con la anuencia del lector podríamos expresarlo así: Pensar, hablar y actuar
ordenadamente es un requerimiento común a todo ejercicio teórico o práctico exitoso y sin duda
al que realizan los jueces, abogados, legisladores, gobernantes y en general cualquier agente
jurídico. Comúnmente se estima que el derecho es un conjunto de normas. Así es. Es un
conjunto no caótico sino formalmente ordenado de normas, que fijan, señalan, establecen,
mandan, imponen o diseñan el orden teórico (o al menos ideal o querido por el legislador) al
cual deben ajustarse los actos y conductas de las personas, y finalmente de su aplicación
practica emana un orden real, efectivo y concreto, que es el orden jurídico social dentro del cual
vivimos, sufrimos o disfrutamos las personas. Si esto es así entonces tiene interés saber cuál es
el orden que fija la estructura del conjunto de las normas; cómo es el sistema ordenado de
conductas que ellas mismas diseñan; y qué calidades tiene el orden jurídico social que resulta de
su aplicación práctica. No es desatinado en consecuencia un intento de examinar el concepto de
orden.
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Capítulo II.- En este capítulo se da una visión muy general de la noción de orden, se
hace referencia a las nociones de caos, a la idea de orden, su calidad inmanente y su
forma. Se insiste en la pertinencia del examen de la noción de orden jurídico.

Una comprensión cosmogónica de la noción de orden indica que el orden es la negación del
caos primigenio, a partir de tal negación lo sustituye. Luego el caos desplaza al orden y el orden
al caos y así sucesivamente. La idea es recurrente. Suele identificarse el caos con el desorden de
la voluntad, la descomposición biológica, la contradicción material, la inconsistencia lógica o la
desintegración psíquica. Todo ello conduce al caos. Albert Camus, atrapado entreguerras,
consideraba el absurdo de la existencia al reflexionar en la modernidad del mítico castigo de
Sísifo, condenado a empujar durante el día hasta la cumbre de la montaña la roca que al
atardecer rodaría al abismo donde empieza la jornada del día siguiente. J.P. Sartre percibía en el
caos la nada del universo y el vacío en la nausea íntima que lo acometía en la encrucijada de
“los caminos de la libertad”. Mucho tiempo antes que ellos, Soren Kierkegaard (1813-1855),
contemporáneo de Hegel, discurría sobre el caos de la racionalidad y la catástrofe de la fe. En
un hermoso libro, “Temor y Temblor” reflexiona sobre el atroz instante en que la mano feroz,
obediente y filicida de Abraham, el Padre de la Fe, es detenida por la veloz, precisa y oportuna
mano de Dios omnipotente en el ara del sacrificio de Issac, el hijo amado. Aristóteles negaba el
caos, por absurdo y Plantón no le prestó atención. Para los psicólogos el caos es simplemente un
cuadro de neurosis. Seguramente todo eso es así. Siendo el caos sinónimo de absurdo,
contradicción, falsedad, inconsistencia o arbitrariedad, es natural que su existencia no haya sido
pacífica nunca. Nuestro interés sin embargo no esta cautivado por la turbulenta historia del caos
sino por la del orden y en particular por la del orden jurídico, si mencionamos su antípoda es
porque la noción de orden no puede comprenderse cabalmente si no la relacionamos a la idea
de caos que por oposición la complementa. Además hay que vincular la noción de orden
jurídico, a un concepto de orden más amplio y general, si se quiere universal, que lo incluye
como una de sus clases. El orden jurídico es interesante, pero también lo son el orden lógico de
acuerdo al cual se desarrollan las operaciones deductivas; el de las estructuras matemáticas que
se erigen sobre procesos inductivos, y el orden natural que declaran las ciencias a partir de la
observación de los hechos y fenómenos. Vale entonces una mirada a la noción genérica de
orden para ver como puede ser considerado el orden jurídico en particular.
Suele vincularse la noción de orden a la idea de orden y esta ultima a las de causa y
consecuencia. La idea de orden es entonces anterior al orden mismo. Precede a la norma
establecida, a la ley impuesta, o a la regularidad percibida. Este sería el punto de vista de Kant.
El pensaba que nos acercamos a la comprensión de las cosas con un conjunto de conceptos
anteriores a la experiencia. Aseguraba que los fenómenos se disponen de acuerdo a un orden
intelectual existente antes de la experiencia e independiente de ella, un orden existente a-priori
en nuestro entendimiento. En su prefacio a la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura,
señalaba: “La razón sólo descubre lo que ella ha producido según sus propios planes, debe
marchar por delante con los principios de sus juicios determinados según las leyes constantes y
obligar a la naturaleza a que responda a lo que la propone en vez de que sea esta última quien
la dirija y maneje.”, “Solo debe buscarse en la naturaleza (no inventar)aquello que la razón
misma puso en conformidad con lo que desea saber, y que por sí sola no le sería posible
alcanzar.” (Kant, p,88).1 Cabe pensar, desde otra perspectiva, que el orden es inmanente y se
encuentra en las cosas y en tal caso hay que descubrir la norma, ley o regularidad inherente a las
cosas mismas2; de acuerdo a esa visión hay que buscar el orden en la naturaleza, y a los
resultados del examen de ella hay que atenerse. Otra opción a nuestro alcance es hacer el
ejercicio de identificar formalmente las clases o tipos de orden. Esta es una opción formal.
Cantor, por ejemplo, relacionó el concepto de orden al de conjunto y entonces, el orden que

1
Platon se limitaba a pensar en la idea o en las ideas. Negaba valor a la diversidad de las cosas, le bastaba
con reducirlas a una sola, a la idea de la cosa.
2
Esa es la postulación de Leibniz a la cual nos referiremos luego.
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interesa en tal caso es el existente entre los elementos del conjunto3. Las matemáticas, suelen
explicarse como conjuntos ordenados y relaciones entre conjuntos ordenados.
En cualquier supuesto o mejor dicho cualquiera sea el supuesto que acojamos respecto a la
génesis del orden e independientemente de su procedencia, el orden es perceptible como norma,
ley, regularidad, armonía o reiterancia. Examinar la diversidad de esas manifestaciones puede
servir para saber en qué consiste el orden a que ellas se refieren. A partir de ese examen
alcanzaríamos un concepto de orden distinto en cada caso, que si se lo vincula a determinados
objetos, por comodidad podríamos asignarles el apelativo de Orden Moral, Jurídico, Natural,
Musical, Lógico, Matemático, etc., en el sentido de que en esas clases de conocimiento
predominarán algunas relaciones de orden respecto a otras.
Si bien el objeto de nuestra atención es la noción genérica de orden, conviene precisar
adicionalmente que la noción de orden que nos interesa examinar está restringida al orden que
es necesario para pensar, actuar y expresar el pensamiento mediante el lenguaje4. Esa es la
noción que importa al examen del conocimiento y en particular al conocimiento jurídico. En el
sentido de que al fin y al cabo conocer es encontrar o señalar un orden a las cosas que hay o
creemos que hay o que percibimos o creemos percibir. Como indica el profesor J. Mosterín,
“introducimos orden conceptual en el caos de un mundo confuso e informe, [y es así como],
reducimos el cambio a formula” (Mosterin, 2000, p209), es decir a lenguaje riguroso. Las
creencias, conceptos, previsiones o predicciones y reglas o normas de la ciencia y de la
jurisprudencia se expresan siempre mediante el lenguaje, y en la medida en que el lenguaje
alcance rigor o sea menos ambivalente o multivoco, los conocimientos podrán expresarse y
comunicarse mejor. Si bien nuestro propósito se restringe al examen de la noción de orden que
atañe al conocimiento, no podremos dejar de referirnos a otras percepciones de esa misma
noción, pero lo haremos solamente para fijar las diferencias y señalar los limites del objeto
sobre el cual queremos concentrar nuestra atención, es decir, el orden que es necesario para
pensar, actuar y expresar el pensamiento, una de cuyas clases es la jurisprudencia.

La noción de orden es fundamental en el conjunto de los conocimientos jurídicos. Tenemos la


certeza de que hay un orden jurídico y de ese orden se ocupa la jurisprudencia. Esta afirmación
es evidentemente cierta. Lo que se estima cierto no requiere demostración sino señalamiento
ostensivo: La Jurisprudencia, la Norma, la Ley, las Sentencias, los Contratos, el Estado, las
Instituciones, las Personas y las Cosas se inscriben en un orden, y si no ocurre así, si no hay un
orden que las comprenda, entonces ellas mismas lo constituyen, establecen y hacen. Tal es el
Orden Jurídico. Se dice que el orden jurídico es pleno, y como todo orden no admite vacíos;
como todo orden también, recusa al caos, es decir la arbitrariedad y se hace por oposición a ella.
Se puede observar también que hay un orden jurídico pre existente dentro del cual se producen
los actos, hechos y fenómenos jurídicos, y un orden jurídico subsecuente a su realización que es
el resultado de ellos mismos. Esto es lo supuesto explícita o implícitamente en todo
razonamiento o actividad jurídicos. Ese orden, por otra parte, hace posible la reflexión teórica y
la actividad práctica. Las conductas jurídicas, que se expresan a través de actos, y los hechos a
que ellos dan lugar, se suceden dentro de un orden pre establecido, y ellos mismos, es decir
actos y hechos, conducen a la transformación o modificación de ese mismo orden. Así, por
ejemplo, la celebración de un contrato, la emisión de una sentencia o la sanción de una ley, en
tanto manifestaciones de la voluntad, privada en el primer caso y publica en los otros,
constituyen ocurrencias dentro de un orden establecido en las prescripciones legales que regulan
su producción, y los contratos, las sentencias y las leyes señalan un orden nuevo emergente al
cual quedan vinculados los objetos a que ellos se refieren.

3
Es la opción de Cantor de la que tambien nos ocuparemos.
4
El orden así considerado, no es indispensable para sentir o soñar; podemos hacerlo desordenadamente
(aunque todo ello responda a un orden). En todo caso excluimos las percepciones de orden relacionadas a
manifestaciones o expresiones distintas al conocimiento o a su resultado, lógica, ciencia o jurisprudencia.
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Tal vez porque la noción de orden encierra un concepto primigenio y anterior a todo
razonamiento o actividad jurídica, seguramente por eso mismo, los juristas no han dedicado
atención sistemática a la noción de orden. (No se reflexiona sobre lo que se percibe como
evidente). En ese sentido anota N Bobbio que, “Mientras existen muchos estudios particulares
sobre la naturaleza de la norma jurídica, no existe, hasta hoy, si no estamos errados, un estudio
completo y orgánico sobre todos los problemas que implica la existencia de un ordenamiento
jurídico” (N. Bobbio 1992, pag.141). Y, ... “una definición satisfactoria de derecho es solo
posible desde el punto de vista del ordenamiento jurídico”. (p. 143). La carencia acusada por el
italiano al parecer subsiste hoy en día. No hay, hasta donde sabemos –parafraseando a Bobbio al
cabo de cuarenta años- una teoría del orden jurídico que pueda parangonarse con la de la norma
jurídica. Esta carencia teórica acarrea muchas consecuencias. La más notoria de ellas es que
fortalece la tendencia a identificar el orden jurídico con el orden normativo, o por lo menos a
suponer que los problemas del ordenamiento jurídico son problemas del sistema normativo.5
Así estimadas las cosas se asume implícita o explícitamente que el cometido primordial de la
Jurisprudencia o de la Ciencia del Derecho, como suele llamarse a la Jurisprudencia, es la
correcta intelección de las normas. Consecuentemente se concede más atención a los problemas
de Interpretación Jurídica que a los de Creación Jurídica; e interesan casi de manera exclusiva
los problemas propios de la lectura y comprensión de textos jurídicos, que los que plantea su
escritura y elaboración. Otra consecuencia de la carencia que mencionamos es que la tendencia
en las investigaciones jurídicas se inclina hacia el examen de cuestiones semánticas, (exuberante
es el desarrollo de las teorías sobre la interpretación jurídica6) concentradas en el significado de
los términos y en la aclaración de los conceptos, antes que en el estudios de las reglas de la
correcta expresión del conocimiento jurídico, esto es la sintaxis del lenguaje jurídico.
Por ejemplo Domingo García Belaunde, señala que: “La interpretación Jurídica siempre lo es
de una norma positiva, llámese ley, derecho positivo o norma...La norma que deseamos
interpretar se mueve dentro de un sistema, un orden o un marco normativo. Si por ejemplo
queremos fijar el alcance de un artículo del Código Civil, tenemos que tener presente al Código
al cual dicho artículo pertenece. Al mismo tiempo dicho Código debe analizarse dentro de las
coordenadas doctrinarias, históricas y jurisprudenciales, que dan sentido a dicho corpus
normativo. Finalmente el Código solo se entiende dentro de un sistema jurídico determinado en
el que se mueve o actúa la sociedad en su conjunto.” 7

Nuestro propósito ahora es someter a consideración de los amables lectores un bosquejo que
señala las coordenadas dentro de las cuales podría ubicarse la noción de orden jurídico. Con tal
objetivo expondremos el tema mostrando las diversas maneras o formas como se manifiesta o
expresa el orden jurídico. Luego ubicaremos esa misma noción en el sistema de los
conocimientos y haremos referencia a varias otras nociones de orden distinto las de orden
Jurídico como las de Orden Lógico o Científico. Ulteriormente anotaremos algunas propiedades
comunes a todas ellas. Afirmamos que siendo una sola la noción de orden, son varias las
relaciones de orden. La elucidación del concepto de orden jurídico se justifica por sí misma.
Podemos apuntar una razón adicional en algún modo utilitaria: Si la Jurisprudencia admite en
su seno diversos tipos, clases o mejor dicho relaciones de orden, como esperamos demostrarlo,

5
Por ejemplo, Alchourron y Bulygin señalan: “A nosotros nos interesa elucidar aquí el concepto de orden
jurídico como conjunto de normas” (Análisis lógico y derecho. Centro de Estudios Constitucionales.
Madrid 1991).
6
Tenemos a la vista dos recientes textos sobre el razonamiento y sobre la interpretación jurídica,
relacionados ambos a la comprensión de los textos jurídicos. “Las razones del Derecho” del profesor
español Manuel Atienza. Palestra Editores. Lima 2004; y “Ratio Interpretandi” de nuestro Francisco
Miro Quesada. Editado por el Fondo Editorial de la Universidad Garcilaso de la Vega en enero del 2000.
Ambos están bien escritos. Dicen como es que hay que leer los textos jurídicos y señalan algunas reglas
para hacerlo mejor. Son valiosos, pero no agregan ni quitan a lo que ya se sabe. ¿No sería bueno que
nuestros autores dediquen algo de su tiempo y conocimientos para enseñarnos a escribirlo? A ambos les
sobra conocimientos.
7
Domingo García Belaunde. “Supuestos filosóficos de la interpretación jurídica.” Archivos de la
Sociedad Peruana de Filosofía. Tomo VII. 1996, p59-65.
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de ello se sigue que los métodos y procedimientos para sistematizar u ordenar los conocimientos
jurídicos y sus manifestaciones prácticas han de guardar relación con la calidad, tipo o clase de
relación de orden de que se trate; identificarlas, en consecuencia, es útil8.

8
Este argumento es una prueba, esperamos, de que cuando no se trata del ejercicio del poder, el
pragmatismo y el utilitarismo son virtuosos.
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Capitulo III.- Trata de la diversidad de la noción de Orden Jurídico haciendo relación


a la Teoría Jurídica, al Sistema Jurídico y al Orden Social, y a los aspectos formales,
prácticos y empíricos del conocimiento y actividad jurídica.

La Noción de Orden Jurídico puede entenderse de diversos modos y admite varias lecturas.
Algunas de ellas son las siguientes: i) Podemos considerar la Jurisprudencia como un conjunto
de conocimientos (de ideas, conceptos, proyectos, esquemas, modelos) entonces el orden
jurídico interesará como orden jurídico teórico doctrinario; al parecer así es como lo perciben
los juristas académicos cuando reducen los contenidos normativos a conceptos, señalan un
orden a las prescripciones o proponen sistemas de clasificación de los conocimientos jurídicos.
En tal caso habrá que identificar los conceptos de mayor comprensión y generalidad para
ordenar luego los demás en torno a estos definiendo un conjunto sistemático. Esta es sólo una
manera de considerar las cosas. ii) Si concebimos que la jurisprudencia constituye un conjunto
reglas o prescripciones establecidas con el objeto de regular la conducta humana, entonces hay
que pensar en el orden jurídico como orden normativo; se puede observar que en esa condición
es asumida cuando se tiene interés en poner en marcha proyectos empresariales como constituir
personas jurídicas, o proyectos personales como celebrar un contrato, adquirir un bien, contraer
matrimonio, o en general al realizar actos que producen efectos jurídicos. iii) Si percibimos que
la jurisprudencia esta referida a un conjunto de situaciones sociales que requieren regulación, es
decir a un conjunto de hechos o fenómenos jurídicamente relevantes, entonces estamos
hablando del orden jurídico social. Así es como ve las cosas el político o el legislador o el
gobernante cuyo interés es precisamente el mejoramiento de las relaciones sociales o el
perfeccionamiento de las instituciones, con cuyo objeto establece normas, reglas o
prescripciones.
La noción de orden jurídico observada en función de esos tres diversos intereses, podría
relacionarse a la Teoría Jurídica en el primer caso, al Sistema Jurídico Normativo en el segundo
y al Ordenamiento Jurídico Social en el tercero. En cada uno de estos supuestos los criterios de
orden serán distintos. Primarán los de orden lógico si el interés está en la Teoría Jurídica; los de
orden práctico si el propósito es comprender el Sistema Jurídico Normativo, y los de orden
empírico si el objetivo es el examen del Ordenamiento Jurídico Social. Tales criterios tendrán
mayor importancia, pero no excluirán a los otros. La noción de orden jurídico, a despecho de su
diversidad, es una sola y comprende todos los aspectos anteriormente indicados, tanto que
ninguno de ellos puede entenderse sin relación a los otros. Todas estas expresiones o
manifestaciones del orden jurídico –teóricas, prácticas y empíricas- interesan por igual a la
Jurisprudencia, porque; ¿Cómo podríamos imaginar el Ordenamiento Jurídico Social sin
referencia al Sistema Jurídico Normativo, o el Sistema Normativo sin relación al Orden Teórico
Jurídico, o por ultimo el Orden Jurídico Teórico fuera del Ordenamiento Jurídico Social, o
viceversa?. Si alguna Teoría Jurídica cabe, si en efecto es tal, entonces será aquella capaz de
explicar desde el punto de vista jurídico la complejidad del orden social; no solamente el de la
sociedad en abstracto, universal, global, intemporal y anacrónica (en la cual piensan a
dedicación exclusiva muchos los profesores universitarios), sino sobre todo, el orden de la
sociedad nacional en concreto constituida por veintiséis millones de personas en el ámbito
territorial y la historia que conocemos; y en el mismo sentido habrá que afirmar que un Sistema
Jurídico Normativo coherente será aquel que responda a las necesidades del orden social y a las
previsiones del orden jurídico teórico estructurado sobre el reconocimiento de tal orden social,
por ultimo, seguramente es correcto pensar que alcanzaremos a convivir dentro de un Orden
Jurídico Social, que en efecto lo sea, cuando seamos capaces de identificar la armonía entre lo
previsto teórica o conceptualmente; lo querido, perseguido y proyectado práctica y
normativamente, y lo que es posible y necesario socialmente. Mientras ello no ocurra, es decir,
mientras nuestros mas ilustres y lucidos juristas, abogados, estudiosos del derecho sigan
ocupando sus brillantes mentes en la primorosa y por cierto inteligente elaboración de normas
formalmente irrefutables respecto al funcionamiento de instituciones imaginarias para la
sociedad de algún futuro recreado en los reflejos de las sociedades europeas, mientras no se
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abandone todo eso, seguiremos viviendo en un orden dislocado en el cual, torpemente
concuasan necesidades, posibilidades, acciones y aspiraciones.

[Si sabemos que la ejecución de cualquier proyecto empresarial por pequeño que sea o
el desarrollo del mas opaco de los eventos académicos supone la elaboración de un
proyecto previo a la acción, en el cual se fijan los objetivos a alcanzar, los fines
perseguidos, los medios y recursos a disposición, los instrumentos a utilizar; se hace el
recuento de las necesidades sociales cuya demanda se intenta atender (o si si quiere las
que determine el mercado en cuyo caso hay que tener en cuenta las condiciones de la
oferta y la demanda); luego se fija la secuencia de los actos, se miden los tiempos, los
procedimientos y establecen las reglas; para luego a partir de allí cuantificar resultados
y beneficios. Si sabemos que solamente después de hecho todo esto cabe emprender la
ejecución de los más insignificantes proyectos, pregunto: ¿Por qué suponemos que la
elaboración de los proyectos jurídicos fundamentales para el establecimiento del Orden
Jurídico Social o institucional no requieren nada de lo anterior?]

La Jurisprudencia supone un orden teórico sobre el cual se desenvuelven los razonamientos


jurídicos; un orden práctico que rige el desarrollo de la actividad jurídica, es decir, la conducta
jurídica, y un orden empírico que asigna a las cosas, personas e instituciones un lugar en el
ámbito de la realidad sensible. Para aclarar lo anteriormente indicado tal vez convenga añadir
algunas precisiones: i) Decimos que hay un orden jurídico empírico en el sentido de que dentro
de los alcances de la percepción jurídica, las cosas están sometidas a un orden –distinto del
natural o del lógico- que es precisamente el orden jurídico empírico, que nos permite, por
ejemplo, reconocerlas en mérito a la observación como muebles o inmuebles, públicas o
privadas, propias o ajenas y de muchas otras formas más, lo cual significa que la realidad
sensible adopta, tiene o se acomoda al orden jurídico. Tienen calidad jurídica y se ubican como
elementos del orden jurídico empírico objetos tan diversos y situaciones de una gama tan amplia
como las que van desde la cuantificación del tiempo, jurídicamente perceptible como plazo o
término, hasta la que determina la altura de los edificios, su alineamiento en las avenidas, los
parámetros dentro de los cuales cabe su construcción y las condiciones de su uso. ii) Hay un
orden jurídico práctico en la medida en que las prescripciones jurídicas señalan la forma o
manera como se expresan las conductas para la consecución de determinados fines u objetivos y
les atribuyen la calidad de causa de ciertas consecuencias o efectos jurídicamente determinados,
y son, por consiguiente previsibles. Los actos jurídicos deben ejecutarse siguiendo ciertos
procedimientos y todos ellos son causa de determinados efectos. Ajustando las conductas al
orden jurídico, es posible constituir organizaciones o instituciones e integrarse a las existentes,
así como realizar actividades comunes. Por ejemplo, el orden dentro del cual se desarrollan las
asambleas de asociados o se desarrollan las audiencias judiciales es ciertamente un orden
jurídico (procesal) y gracias a ese orden los actos de asambleistas y jueces son comprensibles y
producen efectos, consecuencias o resultados. Esas actividades tienen un principio y un fin. Se
desenvuelven en un tiempo y un espacio jurídicos. En la Sala de Audiencias, el Juez tiene un
lugar distinto al del abogado y este al del fiscal, otro es el señalado a los testigos, el agraviado o
al reo, y el lugar que a cada cual corresponde es ciertamente el que determina el orden jurídico.
Tanto esta distribución como las reglas que determinan en cada caso el orden procesal, las
cuales fijan una secuencia en la realización de los actos, no tiene que ver con el orden empírico-
natural o lógico-formal sino con criterios de orden jurídico práctico, establecido a partir de la
constatación elemental de que para entenderse es necesario hablar siguiendo una secuencia, uno
por uno y no todos a la vez; y para actuar hay que proceder de la misma manera. iii) Aducimos
que hay un orden jurídico teórico en el sentido de que la Jurisprudencia en tanto sistema de
conocimientos constituye un conjunto ordenado de conceptos entre los cuales pueden
identificarse relaciones lógicas como las de inclusión exclusión, interferencia, u otras como las
de orden jerárquico, temporal, espacial o cuantitativo, sobre las cuales es posible la realización
de operaciones deductivas rigurosas.
Desde la perspectiva que proporcionan las anteriores descripciones, la Jurisprudencia (la ciencia
de lo jurídico) podría entenderse como un conjunto ordenado de conocimientos teóricos, normas
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prácticas, conductas experimentales y objetos de la realidad sensible. Podríamos abundar en
muchísimos ejemplos más a fin de mostrar como es que hay un orden jurídico empírico en mérito
al cual cada cosa tiene su lugar; un orden jurídico práctico o normativo de acuerdo a cuyas
previsiones se ejecutan actos y asignan consecuencias y, por ultimo, un orden jurídico teórico que
fija los limites y condiciones dentro de los cuales se desarrollan los razonamientos jurídicos. Lo
dicho hasta ahora es suficiente para acreditar la diversidad de la noción de orden jurídico. Y ese es
el propósito de la precedente relación.
Después de esta breve referencia, nuestro siguiente paso será relacionar la noción de orden
jurídico a las nociones de orden lógico y orden científico. El propósito es mostrar como es que la
noción de orden jurídico junto con estas otras, forman parte de una clase de mayor amplitud.
Para alcanzar ese objetivo en el capítulo que sigue haremos una relación en cierta forma histórica
de las diversas maneras de entender el concepto de orden. Estas visiones han tenido
predominancia en determinadas épocas y la tienen aún respecto a la consecución de ciertos
objetivos o fines. El esfuerzo en escribir y leer lo escrito, se justifica porque, como nuestros
amables lectores podrán comprobarlo, se trata de criterios o maneras de entender o asentar
nociones de orden que tienen plena vigencia y utilidad respecto a la consecución de determinados
objetivos o propósitos. Podríamos agregar que, sabiéndolo o no, cotidianamente anotamos
argumentos y razones o realizamos actos que implícitamente afirman nuestra adhesión a alguno de
esos criterios o nociones de orden a que nos referiremos.
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Capítulo IV.- Trata de la variadas formas de comprender la Noción de Orden. Y de lo


dicho en diversas épocas un tanto lejanas tres grandes sabios europeos y su singular
manera de comprender la misma noción.

1. Comprensión cosmogónica.

La noción de orden no deja de invocar reminiscencias míticas y escatológicas que traen a la


memoria la legendaria instauración del orden cósmico que sustituye al caos y desorden
primigenio. La Teogonía de Hesíodo y las leyendas de Manco Capac y Mama Ocllo o de los
hermanos Ayar, hacen referencia a ello. También las XII Tablas de Moisés. Los relatos míticos
fundacionales tienen el singular encanto de la reminiscencia. Están preñados de sugerencias y
pletóricas de alusiones simbólicas relativas al comienzo del tiempo y de las cosas, su destino y
fin, y desde luego el nuestro, personal. Estos relatos o invocaciones dan aliento al
establecimiento de vigorosos vínculos comunitarios sobre la afirmación de un origen y fin
comunes y últimos, en los cuales encuentran sustento y logran consistencia los proyectos
colectivos. Se sabe que esto es así y no es necesario abundar en ello. Interesa destacar aquí que
la noción mítica o cosmogónica de orden es germinal en dos sentidos: i) Está en el origen de la
historia de las sociedades, y ii) en ella misma se encuentra la raíz de las racionalizaciones
ulteriores respecto a las nociones de orden lógico, científico o jurídico. De una u otra manera
estas últimas engarzan en la noción mítica o cosmogónica de orden y a ella se remiten. En el
orden mítico está representado el “patrón de organización y clasificación del tiempo, el espacio
y la sociedad... que rige el universo..., ordena las prácticas, configura las formas de
pensamiento.. y permanece como perpetuo comienzo.”9, Esto es lo que anotan Hernandez-
Lemlij,-Millones-Péndola-Rostworowski, al examinar el mito de los hermanos Ayar. Lo
apuntado por estos notables estudiosos, es válido no solamente para las sociedades históricas.
T.S. Khun y Chomsky, aunque desde diversos puntos de vista e intereses, destacan la
importancia de ciertos patrones y creencia no fundamentadas racionalmente en los que descansa
la ciencia, el sistema de los conocimientos de la sociedad moderna y ciertos mecanismos que
facilitan el ejercicio del poder. Es claro que las percepciones míticas de orden no están en
escena, o al menos no aparecen como tales, aunque constituyen el telón de fondo que encierra el
escenario dentro del cual se desarrollan las acciones, para expresarlo gráficamente. Utilizando el
lenguaje acuñado por Khun (1992) habría que decir que las nociones míticas y cosmogónicas
constituyen el paradigma dentro de cuyos limites se produce el desarrollo teórico10 del sistema
de los conocimientos. Khun prestó atención al cambio que se produjo en la mente de los
europeos cuando ocurrió la “revolución copernicana”. La tierra dejo de ser el centro de
Universo para girar modestamente alrededor del sol y esto modificó creencias, conceptos y
percepciones; desbarato sabidurías y condujo al establecimiento de una cosmogonía distinta a la
anterior; al surgimiento de lo que él llama un nuevo paradigma y subsecuentemente al
desarrollo de la ciencia que conocemos hoy. Algunos piensan que el conocimiento y la ciencia
son un relato en la medida en que sólo está a nuestro alcance interpretar el mundo. Tal vez sea
así. En todo caso hay que conocer el relato científico, porque al menos es un relato interesante y
sólo conociéndolo podremos juzgarlo. Entre nosotros no se ha prestado atención sistemática a lo
que podríamos denominar “la revolución española” ocurrida en América casi simultáneamente a
la “revolución copernicana” europea, ni a los cambios o modificaciones en la percepción,
9
Hernandez-Lemlij,-Millones-Péndola-Rostworowski. Entre el Mito y la Historia, p.137-143)
10
En relacion al concepto de paradigma, Kuhn anota lo siguiente: “me he valido del término
“paradigma”en dos sentidos. Por una parte significa toda la constelación de creencias, valores,
técnicas,etc. que comparten los miembros de una comunidad dada. Por otra parte, denota una especie de
elemento de tal constelación, las concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o
ejemplos, pueden remplazar reglas explícitas como base de la solución de los restantes problemas de la
ciencia normas.” (Estructura de las Revoluciones Científicas. Posdata 1969. Fondo de Cultura
Económica. Bogota 1992, pag. 269)
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conceptos y creencias subsecuentes ocurridas en la mentalidad de los americanos. Las
investigaciones se limitan a la denuncia de los aspectos violentos y epidémicos, mas no a los
cognoscitivos que son los más ricos e interesantes. Saber lo que sabíamos o lo que sabemos,
recuperarlo es importante. La historia de la cosmogonía social está por hacerse y sobre ella la
del sistema de conocimientos que expliquen la multiplicidad de expresiones culturales que
observamos. Mientras tanto hemos de contentarnos con la de los europeos.
A despecho de la riqueza e importancia de la comprensión cosmogónica de la noción de orden
no le prestaremos más atención que la dedicada en las líneas anteriores. Es suficiente saber que
está implícita en las otras y les sirven de cimiento. Nos fijaremos mas bien en las nociones de
orden asentadas por San Agustín y Leibniz, que se sustentan en consideraciones teológicas. Y
luego en la noción de orden formal de Cantor en la cual se fundamenta la Teoría de Conjuntos.
La razón que justifica nuestro interés en los puntos de vista de estos grandes autores, además del
hecho cierto de que la noción de orden ocupa un lugar preponderante en su pensamiento, está en
que las concepciones sustentadas por los tres señalan distintas orientaciones o maneras de
entender el concepto de orden, las cuales, además, tienen actualidad y vigencia en el sistema de
los conocimientos y no solo eso sino que tienen influencia al momento de las realizaciones
prácticas a niveles muy concretos y cotidianos. Por otra parte, hay que decir que las propuestas
desarrolladas por ellos son en si mismas interesantes y por la manera como se plantearon
parecen excluyentes de cualquier otra opción que sea la de ellas mismas. Como veremos, esas
percepciones del concepto de orden, condensan racionalizaciones respecto a determinadas
formas de entender el sentido de orden predominante en alguna época o en vista de
determinados fines u objetivos específicos y proporcionan distintas perspectivas sobre el mismo
tema. Brevemente, sin más preámbulo, nos referiremos lo dicho por San Agustín, Leibniz y
Cantor, pregoneros de lo que llamaremos las nociones voluntarista, inmanentista y formal de
orden, respectivamente.

2. Comprensión voluntarista.

San Agustín (354-430) proporciona una visión que llamaremos teológica-voluntarista de la


noción de orden. Lo hace desde la lejanía del fatal desmoronamiento del remoto Imperio
Romano, de cuyo decadente esplendor su impía juventud disfrutó. El Santo explica que hay un
orden eterno, imperecedero e inmutable creado por la voluntad de “un soberano Ser, altísimo,
perfectísimo, poderosísimo, omnipotentísimo, misericordísimo, y justísimo, ocultísimo y
presentísimo, hermosísimo y fortísimo; tan estable como incomprensible; inmutable y que todo
lo muda, nunca nuevo y nunca viejo...” (Confesiones. L.I,-IV). Ese ser no es otro que Dios. Su
poder es tal y el orden engendrado de tal magnitud y envergadura que, “no hay cosa alguna que
pueda introducirse y perturbar o destruir el orden... determinado y establecido ...” por él
(Confesiones, L VII-XIII, p, 171) Y, es un orden de tal calidad y tan completo que,....“las cosas
no solamente están colocadas en sus propios y convenientes lugares, sino también en los
tiempos que a todas respectivamente les corresponde. (Confesiones, (L VII-, XV). La noción de
orden agustiniana tiene además implicancias lógicas y semánticas, en la medida que, “las
cosas... son verdaderas, en cuanto existen y tienen ser; y la falsedad no consiste en otra cosa
que en juzgar que tiene ser aquello que no le tiene.... Y significado moral,... “busqué –dice el
Santo- que cosa era la maldad , y no halle que fuese sustancia alguna sino un desorden de la
voluntad” (Confesiones L VII-XVI). La noción orden agustiniana es total, comprende en su
ámbito aspectos teológicos, ontológicos, lógicos y morales. Es interesante ver cómo en la
percepción de San Agustin el orden que rige al universo y somete a su imperio el transcurrir de
las cosas y la vida de las personas, pende de la ineluctable e omnipotente voluntad divina. Nada
ni nadie puede oponerse a ella.
No cabe en los límites de este texto referencia alguna a las consecuencias, refutaciones o
desarrollos que se siguen a partir de lo afirmado por San Agustín. No corresponde alegato a favor
o argumento en contra, ni es necesario. Como lo dijimos anteriormente nos interesa tomar nota de
un punto de vista que no ha perdido importancia ni ha dejado de tener vigencia y actualidad. Si el
orden universal depende de la voluntad divina, similar percepción cabe respecto a la calidad de los
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ordenes menores correlativos al ejercicio de los poderes y facultades humanas. Estos ordenes, de
una u otra manera dependen de alguna voluntad que los impone o los niega. Podemos avanzar un
poco más en esta dirección imaginando algunas posibilidades u opciones que encuentran sustento
en lo proclamado por Agustín. Tal vez quepa decir, -invocando la benevolencia del lector-, que las
cosas siguen ordenándose de la manera como lo indica el Santo. Sin declararnos agustinianos,
habría que pensar en que tal vez sea cierto que la maldad no es otra cosa que “un desorden de la
voluntad” y... ¿estaría ahí la explicación de las conductas antijurídicas y, desde luego,… la
justificación de la pena en la corrección de tal desorden a fin de lograr la readaptación a la
sociedad del penado?. Tal vez sea cierto también que la falsedad consiste en “juzgar que tiene
ser aquello que no le tiene”, y habría que preguntarse, ¿es ese el sentido del error en la
apreciación de las pruebas y la calificación de los hechos en que se sustentan los recursos
impugnativos?; cuando los litigantes niegan los fundamentos de hecho de la demanda o los
abogados pretenden la revocación de las sentencias lo hacen asegurando que hay error, eso
significa que la parte contraria o el juez, “juzgan que tiene ser aquello que no le tiene” como
enseña el Santo?. Seguramente nadie duda de que, es necesario instaurar un orden, digamos
constitucional, de calidad tal que “no haya cosa alguna que pueda perturbarlo o destruirlo”; y
finalmente es acertado pensar que el orden para ser tal debería emanar de una voluntad
“omnipotentísima” en contra de la cual no quepa oposición?. Todo esto puede ser así. La noción
de orden agustiniana voluntarista, está implícita muchas veces en la justificación del argumento de
defensa o supuesto en el fundamento jurídico doctrinario. Sin embargo no es la única opción a
nuestro alcance ni la única manera de entender el orden. Veamos qué dice Leibniz.

3. Noción Inmanentista.

El autor del “sistema de la armonía universal” no es Dios sino Godofredo Guillermo varon de
Leibniz, (1646-1724?)11, quien sostiene una noción teológica, inmanentista, ontológica de
orden. Leibniz asegura que el orden es inherente a las cosas. Afirma que hay un orden óptimo
que emana de la Bondad de Dios y de la Suprema inteligencia. (para San Agustín el orden
depende de su Poder y Voluntad y aquí hay una gran diferencia). No depende de su voluntad,
porque ello sería arbitrario y Dios no lo es. Aduce Leibniz que el orden creado es optimo e
inmejorable porque “Dios obra siempre de la manera más perfecta y de la forma más deseable
posible” (Discurso de Metafísica, 4. p,27). Esto parece cierto. Dios solo hace cosas perfectas, y
siendo así, es claro que no puede haber un orden mejor que el orden que hay. Suponer lo
contrario acusaría un error en el creador. Un error intelectual si el orden existente no
correspondiere a la armonía que es propia de la obra perfecta de un ser perfecto; o error en la
voluntad porque pudiendo Dios hacer lo perfecto, (si el orden no lo fuere), no habría hecho lo
mejor como corresponde a la suma bondad. Porque... “Es obrar imperfectamente el obrar con
menos perfección que se hubiera podido” (Discurso de Metafísica, 2. p,25).12 De modo que “De
cualquier manera que Dios hubiera creado el mundo, hubiera sido siempre regular y de un

11
Leibniz vivió en tiempos de Spinoza y Locke, 14 años menor que ambos, fue mayor en xxx de
Newton. contrasto su sistema con el de estos para encontrar las coincidencias que acreditan la armonía
entre los sistemas de quienes utilizando un lenguaje imperfecto y defectuoso intentan capturar el objeto
universal, en si mismo perfecto. Si el punto de vista es múltiple y el objeto único no puede dejar de haber
coincidencia aunque no quepa identidad.
12
En el siglo XVII Dios ocupaba un lugar preponderante en las discusiones filosóficas. Hay coincidencia
entre lo dicho por Leibniz y lo afirmado por Spinoza acerca de la perfección de Dios. Spinoza en la
Proposición XXIII de la Primera Parte de su “Etica demostrada según el orden geométrico (Ethica ordine
geométrico demostrata), señala: “Las cosas no han podido ser producidas por Dios de ninguna otra
manera y en ningún otro orden que de la manera y en el orden en que han sido producidas” ... “las cosas
han sido producidas por Dios con perfección soberana, puesto que se han seguido necesariamente de una
naturaleza que es perfecta en el más alto grado... de la afirmación contraria se seguiría que Dios no es
soberanamente perfecto; porque si las cosas hubiesen sido producidas de otra manera tendríamos que
atribuir a Dios otra naturaleza distinta de la que la consideración de Ser Perfecto en el más alto grado nos
obliga a atribuirle” (Baruch Spinoza. Etica. Sarpe 1984. P 55 y s)
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cierto orden general. Pero Dios ha escogido el que es más perfecto, es decir el que es más
simple en hipótesis y más rico en fenómenos” (DM.6, p31). Cree Leibniz que ese orden se
manifiesta en su integridad en cada una de las sustancias y de las personas... “hay desde siempre
en el alma de Alejandro restos de lo que le ha sucedido y señales de todo lo que le ocurrirá, e
incluso huellas de todo lo que pasa en el universo, aunque sólo pertenezca a Dios el conocerlas
todas.” (DM8, p,34).13 En la semilla está figurada la planta de acuerdo a un orden perfecto y
armónico. Sin embargo la perfección del orden no afecta ni limita la libertad del hombre. Los
procesos de cambio y transformación de lo contingente, -dentro de los cuales se desenvuelve la
vida- discurren dentro de los límites del orden óptimo y necesario que sustenta la armonía
universal. Cabe escoger dentro de ese orden necesario que acoge en sí lo contingente. Por eso
mismo se puede escoger. Leibniz lo explica así. “Las proposiciones contingentes...están
fundadas en el principio de la continuidad o de la existencia de las cosas, es decir, sobre lo que
es o parece mejor entre varias cosas igualmente posibles, en tanto que las verdades necesarias
están fundadas en el principio de contradicción y en la posibilidad o imposibilidad de las
esencias mismas, sin que tenga que ver con ello la voluntad libre de Dios o de las criaturas”
(DM.13, p,43). Para Leibniz el paradigma de la perfección es el conocimiento lógico o
matemático, cuyas verdades son necesarias y eternas a diferencia de las de la naturaleza que son
contingentes. “La necesidad absoluta se llama también lógica, metafísica y algunas veces
geométrica” (Teodicea, 34). Hay una armonía pre establecida y en consecuencia la indagación
filosófica no requiere otra justificación ni persiguen otro objetivo que el descubrimiento o tal vez
el reconocimiento del orden que hace la armonía universal. Conocer es reconocer la obra de Dios.
Estar con Dios. Alcanzar algo de su Bondad y Perfección. Para emprender la aventura del
conocimiento no se requiere otra evidencia que el saber que existe un orden perfecto. Si tal es la
calidad del orden entonces hay que descubrirlo y en ello radica el conocimiento. De estas
afirmaciones se sigue una consecuencia importante y ella consiste en que no es necesario conocer
los objetos como tales (perecibles y contingentes, mudables y cambiantes) sino saber el orden
dentro del cual se inscriben y al cual pertenecen; saber cuales son las leyes que los rigen, ese es el
cometido de la investigación científica.
Leibniz no alcanzo esta percepción inmanentista de la noción de orden por revelación o
iluminación, antes bien, la formulada por el correspondía al acelerado desarrollo de los
conocimientos científicos que ocurrían en su tiempo, de los cuales tenía pleno y cabal
conocimiento.
Podríamos denominar a la noción agustiniana, noción voluntarista de orden, y a la de Leibniz,
noción inmanentista de orden. Para San Agustin el orden es creado, constituye una manifestación
de la omnipotencia divina y depende de su voluntad. Es expresión de su infinito poder. Dios puede
todo lo que quiere cuando lo quiere. Para Leibniz, en cambio, el orden está establecido y es una
manifestación de la Bondad de Dios y de la suprema Providencia. Dios lo sabe todo y todo lo
tiene previsto. El orden es expresión de la infinita inteligencia. “es casi tan contrario a la razón y
a la piedad decir que Dios obra sin conocimiento, como entender que tiene un conocimiento,
entre cuyos objetos no se hallan las reglas eternas de la bondad y de la justicia; o, en fin, que
tiene un voluntad que no atiende a estas mismas reglas” (Teodicea.177).14

13
Anota Miro Quesada que... “Leibniz dice cosas iluminadoras. Así sostiene la audaz tesis de que todo
conocimiento es, en último término a priori, pues todo objeto considerado en si mismo, incluye en su
noción, todas las propiedades. Estas propiedades son infinitas y, por eso, el intelecto humano es incapaz
de deducirlas todas. Así sucede con todos los objetos. Pero el intelecto divino las capta en un solo acto de
intelección. Las limitaciones de nuestro entendimiento impiden que conozcamos de manera completa las
propiedades de los objetos, mas esta propiedades son objetivas, son necesarias y universales, seamos o no
capaces de aprehenderlas en su totalidad.” (Miro Quesada, 1997,p74)13.
14
Spinoza refiriéndose a este mismo tema, parece adherir en última instancia a la tesis agustiniana. En su
Etica, anota lo siguiente: “Reconozco que la opinión que somete todo a una voluntad divina indiferente, y
admite que todo depende de su gusto, se aleja menos de la verdad que la que consiste en admitir que Dios
obra en todo con vistas al bien. Porque los que la sostienen, parecen establecer fuera de Dios algo que
no depende de Él, y a que Dios atiende determinadamente como un modelo. Con esto se somete a Dios al
destino y no puede haber nada más absurdo con relación a Dios....” (Baruch Spinoza. Etica. Primera
Parte. Proposición XXXIII. Escolio. Sarpe 1984. p58)
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4. Noción Formal.

Lo interesante de la noción ontológica de orden sustentada por Leibniz -y sus contemporáneos- es


que la consecuencia lógica que sigue de postular que hay un orden óptimo y una armonía
universal pre establecidos, es que la investigación teórica o científica entonces consistiría en el
descubrimiento de tal orden y armonía. Sobre esa creencia se desarrolla a partir del siglo XVII
europeo la ciencia natural. Basta recordar que Isaac Newton (1642-1727), contemporáneo de
Leibniz, publicaba en 1687 su Philosophiae naturalis principia mathematica, en el cual desarrolla
los principios de la “mecánica clásica”, las leyes del movimiento, y “el sistema del mundo”, sobre
el enunciado de la teoría de la gravitación universal. El primer sistema de física moderna, cuyos
principios permanecieron incólumes hasta principios del siglo XX. Hay que anotar que Newton,
más interesado en la teología que en la física o la matemática, puso de relieve que el sistema del
universo no podía proceder sino “del consejo y dominio de un ser inteligente y poderoso”
(Ferrater Mora, p 2349). No cabe ni es necesario hacer referencia adicional a los desarrollos de las
ciencias naturales encausadas en esa creencia en los siglos siguientes. La ciencia empírica supone
siempre que hay un orden natural y el descubrimiento de las leyes científicas es descubrimiento de
las leyes de ese orden.
Esa misma creencia fue la vertiente para el desarrollo de las matemáticas, concentradas en el
esfuerzo en revelar ciertas relaciones de orden numérico. Como las verdades necesarias están
“fundadas en el principio de no contradicción y no imposibilidad de las esencias mismas” y la
necesidad absoluta es formal, es decir “lógica, metafísica o geométrica”, entonces los esfuerzos y
energías intelectuales, en su más elevada expresión, hubieron que concentrarse en los estudios
lógicos y matemáticos que no se refieren a procesos empíricos contingentes, mudables y
cambiantes, sino a operaciones formales absolutas y necesarias. Mucho tiempo después en la fase
culminante del desarrollo del pensamiento matemático, Sir Bertrand Russell, ateo declarado, pero
amante del orden y la armonía universales, a principios del Siglo XX, en un texto que revela que
su autor fue tocado por el hálito de la sublime erato, poéticamente señalaría “La matemática,
correctamente considerada posee no solamente verdad, sino suprema belleza... una belleza
austera... las generaciones han creado un cosmos ordenado donde el pensamiento puro puede
habitar como en una mansión natural... en la región de la necesidad absoluta, a la cual
solamente el mundo real, sino todo mundo posible ha de conformarse... una morada que
eternamente existe, en la que nuestros ideales se satisfacen plenamente y nuestras mejores
esperanzas no son frustradas” ( Bertand Russell, 1982. p 220, 221).
Lo que nos interesa poner de relieve es que el desenvolvimiento de las matemáticas sobre los
supuestos leibnizianos, –el orden óptimo y la armonía universal-, dio lugar a la elaboración de
estructuras matemáticas sin referencia a objetos o aplicaciones concretas, al concentrarse en el
desenvolvimiento de formas exactas, armónicas y ordenadas, (luego encontrarían aplicaciones
prácticas)15. Concurrentemente los científicos naturalistas, pertrechados de la creencia en la
inmanencia del orden de las cosas, pudieron dedicar sus esfuerzos a desentrañar sus leyes,
produciéndose entonces el gran desarrollo de la ciencia natural expresada en sistemas teóricos de
conocimientos cada vez mas complejos, especializados y extensos.
Estas complejas estructuras, abstractas unas y experimentales las otras, sin embargo, no
encuentran explicación satisfactoria a partir de las nociones de orden voluntarista o inmanentista,
agustiniana y leibniziana respectivamente, a que nos hemos referido precedentemente, sino en otra
noción de orden, que llamaremos la noción de orden formal, cuyo principal exponente es Cantor,
quien desarrolló la teoría de conjuntos.16 En efecto no cabe afirmar que el conjunto de los

15
Ese es el sustento teológico explícito o implícito del formalismo, aplicado al desarrollo de los lenguajes
lógicos o matemáticos, aptos para crear estructuras de orden formal que a la postre sirven de como modelo
para hacer la descripción de los sistemas reales.
16
Señala Mosterín que casi todas las teorías matemáticas –o científicas en general- son obras colectivas, más
próximas a las catedrales que a los cuadros firmados. Una excepción notable constituye la teoría de
conjuntos, que fundamentalmente es obra de un solo hombre: Georg Cantor. (Mosterín, 1980,p20).
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conocimientos teóricos acumulados a los largo de los siglos XVII, XVIII y XIX que comprende el
enunciado de leyes naturales, el desarrollo de estructuras matemáticas complejas y el
establecimiento de elaborados sistemas jurídicos, todos ellos en continuo proceso de cambio y
transformación, se ordenan y rigen de acuerdo a los mandatos de una voluntad omnipotente que
todo lo puede como lo pregonaba San Agustín, o que constituyen manifestaciones de la absoluta
armonía universal arreglada a un orden optimo como lo creía Leibniz.
Se sabe que las teorías científicas, los sistemas jurídicos y las estructuras matemáticas son
imperfecta obra humana y el orden que ellas muestran es el que en un momento dado es posible
enunciar como el resultado de los procesos de investigación científica o construcción formal en
trámite. Ciencia, jurisprudencia y matemática constituyen conjuntos de conocimiento ordenados
(relativos a objetos naturales, sociales o mentales), en estado de perpetua transformación, cambio
y modificación. Fijan el marco dentro del cual se desenvuelven los procesos culturales,
intelectuales y se desarrollan las actividades sociales y es ese orden el que reclama atención. Es de
hecho un orden menos inaccesible que aquel que seguramente emana de la voluntad y poder o de
bondad e inteligencia divinas y trasunta en las cosas. Es un orden menos perfecto, pero que, tal
vez por eso mismo, es un orden más accesible. Se encuentra a nuestro alcance y en nuestras manos
modificarlo, mejorarlo, transformarlo, perfeccionarlo y seguramente también comprenderlo. La
noción cantoriana de orden esta construida sobre esa referencia.
Cantor advirtió que los objetos o estructuras matemáticas pueden concebirse como conjuntos, y
que así consideradas pueden explicarse a partir de las relaciones entre sus elementos. Observó que
los conjuntos forman parte de otros conjuntos que los comprenden, siendo en consecuencia
elementos o parte de otros conjuntos. Encontró que algunas relaciones comprenden a todos y cada
uno de los elementos de un conjunto y señalan un determinado orden entre ellos, y que otras
relaciones abarcan solamente a parte de los elementos del conjunto o a algunos de ellos o a grupos
de elementos y que esas relaciones determinan la estructura del conjunto. Tales relaciones son
regulares, es decir ordenadas. La Teoría de Conjuntos es precisamente una explicación de esas
regularidades. Retornaremos sobre este tema posteriormente. Lo que nos interesa poner de relieve
ahora es que la noción formal de orden está referida a clases o conjuntos, sus elementos y
relaciones. Russell anota que la noción de conjunto es abstracta, formal o lingüística. Es una
manera de hablar, una “conveniencia del discurso” útil para referirse a un todo constituido por
partes o elementos relacionados entre si. “Debo confesar que no me ha sido posible percibir
ningún concepto que cumpliese las condiciones requeridas por la noción de clase” (B Russell,
1982,p82). Es al orden de tal entidad –clase o conjunto- al que se refiere la noción de orden
cantoriana. Como todos los objetos –matematicos o no- pueden ser concebidos como conjuntos y
consecuentemente percibidos como constituidos por partes o elementos relacionados entre si y
además formando parte de otras totalidades, entonces el concepto de conjunto, es útil para
referirse a cualquier objeto y al orden existente entre sus elementos o al orden en que se integra
cuando forma parte o es elemento de otros objetos.
Así las cosas, resulta entonces que la noción de orden formal es útil también para explicar las
nociones de orden voluntarista e inmanentista agustiniana y leibniziana, respectivamente. Las
nociones de orden voluntario (jerárquico), o inmanente, (empírico, causal, o de consecuencia
lógica), pueden entenderse formalmente como una clase o tipo de relación entre los elementos de
ciertos conjuntos, de modo que cualquiera sea el origen que atribuyamos al orden y la ontología
que nos animemos a sostener, siempre podremos remitirnos a su examen acudiendo a la noción de
orden formal, lo cual significa que las comprende como una de sus clases o tipos.

K. Popper (1982) denomina Mundo 3 al complejo conjunto de las diversas creaciones de la cultura
y en manera singular los resultados alcanzados como consecuencia del desarrollo del
conocimiento científico. Denomina mundo 1 al mundo físico y mundo 2 al mundo de los estado
mentales, subjetivos o emocionales. Hace tiempo que vivimos en el mundo 3. Es el mundo
construido. El conocimiento forma parte del mundo 3. Popper dice, que el conocimiento está
contenido en libros, bibliotecas, revistas, códigos, periódicos; se expone en congresos,
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 19
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conferencias, aulas universitarias; y está constituido por teorías, problemas, descubrimientos,
argumentos, refutaciones, etc., ese es el conocimiento objetivo, el único conocimiento al que
podemos acceder. Además de todo lo anterior forman parte del mundo 3, automóviles, pistas
edificios, teorías, sistemas de conocimientos, normas, noticias, computadoras, obras de arte; el
internet en fin. Allí estaría el derecho.
El mundo 1 llega a nosotros empaquetado en bolsas de kilo o a granel, lo vemos correctamente
ordenado en las vitrinas de las tiendas Wong; otras veces nos llega a través de ciertos conductos
como la ducha de las mañanas, el mundo 1 sale en chorros, clarificado y potable, y por allí mismo
desaparece; o lo encontramos en variedad de recipientes construidos al efecto, como los parques
bordeados de cemento en los que viven las ornamentales plantas y el bien afeitado pasto; lo vemos
en las jaulas de los zoológicos. También lo percibimos en la enfermedad y en la muerte
inexplicable.
Accedemos al mundo 2 en la somnolencia de la digestión, en la levedad de los ensueños, en el
silencio de los sueños o en la pesadez de las pesadillas, en la persistencia de los propósitos o la
maquinación de las pasiones, el mundo 2 es en alguna manera el de lo íntimo y personal.
No interesa argumentar a favor o en contra de lo dicho por K.Popper, adherir o rechazar sus
afirmaciones. Es suficiente para nosotros saber que la mayoría de los objetos con los cuales algo
tenemos que ver y sobre todo, los mas importantes de ellos, son producto de la actividad teórica o
práctica de otras personas. Son obra creada o producida por otros. Son obra hecha atendiendo a
ciertas creencias o expectativas, y siguiendo determinados procedimientos y realizando ciertas
manipulaciones. El examen de esas obras debe indicarnos las creencias o expectativas que las
motivaron, los procedimientos seguidos y las manipulaciones realizadas para alcanzar los
resultados que observamos. No es difícil hacerlo porque responden a un orden que conocemos, un
orden afín a nuestra experiencia. El derecho, la matemática, la ciencia y la tecnología son producto
o resultado del hacer de otras personas, pertenecen a la clase de los objetos construidos. Su objeto
y fin, así como los secretos de su construcción carecen de misterio. Entender el orden de acuerdo
al cual ellos han sido construidos, es una labor accesible, relativamente sencilla, de hecho mucho
menos complicada que el propósito de conocer el orden que emana de la omnipotente voluntad
divina o de la bondad e inteligencia supremas que hacen la armonía universal. Una manera de
hacerlo es acudiendo a la noción de orden formal. Imaginando porqué, cómo y para qué han sido
hechos. Podremos describirlos, saber cómo se hicieron, para qué se hicieron, y finalmente hacer
nosotros algo parecido o mejor de acuerdo a lo que necesitemos o queramos.
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 20
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Capítulo. V.- Se habla de la noción de orden en el sistema de los conocimientos


científicos, jurídicos y lógicos, haciéndose una referencia muy general a ciertas
relaciones de orden predominantes en ellos.

La noción de orden es meta científica, meta jurídica o pre-lógica, en el sentido de que el orden es
anterior, previo o supuesto a cualquier ejercicio científico, jurídico o lógico. El orden, cualquiera
sea la noción que se acoja, supone regularidad. Así es como entendemos las cosas. Los procesos
(operaciones intelectuales, actividades prácticas y sucesos empíricos) que arrojan resultados,
producen hechos o percibimos como fenómenos, se repiten regularmente, lo cual permite
reconocer cierta uniformidad, periodicidad, reiterancia, rigor o si se quiere puntualidad en los
procesos (operaciones, actividades o sucesos). La noción de orden se asienta precisamente en la
observación o constatación de la regularidad con que suceden las cosas y discurren los procesos
naturales y sociales; intelectuales o lingüísticos. Y la investigación científica, jurídica o lógica se
alimenta de la confiada creencia en que está a nuestro alcance saber cómo es el orden dentro del
que se desarrollan esos procesos, y precisamente en ese saber consiste el conocimiento. Da Costa
anota: “Solamente por medio de regularidades es que conseguimos, por así decir, trazar un
sistema de coordenadas, en la realidad, para comprenderla y hacer previsiones.” (N. Da Costa,
2000, p40). Desde esta perspectiva, Ciencia, Jurisprudencia y Lógica pueden explicarse como
tecnologías referidas a ciertos tipos de orden dentro de los cuales, gracias a ellas, es posible
operar. Solamente con el propósito de mostrar la importancia que tiene la noción de orden en el
conjunto de los conocimientos, vamos a hacer una referencia a algunas relaciones de orden útiles
para el desarrollo de los conocimientos en los campos científico, lógico y jurídico. Es una
referencia tosca, basta, general, que se justifica por su utilidad para ejemplificar lo que queremos
decir al afirmar que Ciencia, Jurisprudencia y Lógica pueden explicarse como tecnologías
relativas a ciertos tipos o clases de orden.
La noción de orden que preferentemente interesa a la Ciencia es la de orden natural, empírico o
temporal, que corresponde al desarrollo de los sucesos o acontecimientos que los científicos
observan estudian e intentan explicar. La relación de causalidad, - que ocupa un lugar central en el
conjunto de los conocimientos empíricos -, se sustenta en la noción de orden sucesivo (temporal)
inherente al desarrollo de los sucesos, acontecimientos o fenómenos observables, en la medida en
que unos sucesos siguen a otros o unos son causa de los otros. El reconocimiento de las relaciones
de causalidad, es decir, el cómo es que unos acontecimientos suceden a los otros, (y el de otras
relaciones de orden empírico) se expresan mediante “leyes científicas” que dan cuenta del orden
regularmente observado en los procesos de la naturaleza o en los de la sociedad17.
La noción de orden sucesivo, en los sistemas lógicos puede identificarse con el principio de
implicación lógica, fundamental también en los sistemas lógicos, principio en mérito al cual las
conclusiones siguen a las premisas o se derivan de las premisas o son su lógica consecuencia
conforme a las “reglas de deducción” o “reglas lógicas” que rigen en cada caso las operaciones
deductivas en los procesos lógicos.18 En términos generales cabe decir que la noción de orden en
que se concentra la Lógica, es operatoria si tiene que ver con el desarrollo de los procesos
intelectuales deductivos y formal si se la vincula al orden asignado a los resultados de tales
procesos. La implicación lógica es importante para la realización de operaciones deductivas. Entre
las nociones de orden lógico formal, en el sentido que asignamos a la expresión “orden lógico
formal”, están las de sucesor y antecesor, que señalan un criterio de orden que resulta suficiente
para explicar la sucesión de los números. Las de inclusión, exclusión e interferencia a las cuales se
17
La noción de orden sucesivo “causal”, no es la única noción de orden empírico, ni siquiera la más
interesante, sin embargo no ha perdido vigencia ni utilidad para la explicación de determinadas sucesos
que interesan al conocimiento científico. La noción de simetría, relativa a la sucesión, repetición o
reiterancia de ciertos acontecimientos, que pueden concebirse como conjuntos estructurados, encierra una
noción de orden de mayor riqueza y expectativa.
18
Son grandes las diferencias entre las nociones de causa e implicación, vinculada la primera a aspectos
materiales, empíricos y la segunda a aspectos formales o lingüísticos y no cabe confundir o asimilar una a
la otra, aunque ambas se sustentan en la noción de orden.
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 21
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refiere el cálculo de clases. Las topológicas como las de vecindad, frontera, límite, mencionan otro
tipo de orden (a partir de ellas por ejemplo, se explican las relaciones geométricas.(Piaget. 2000,
51 y s)19.
La noción de Orden Jurídico, en cambio, es preferentemente tecnológica o práctica y está
vinculada al desarrollo de los procesos a partir de los cuales se crean normas o prescripciones y se
realizan actos y producen hechos, desde luego jurídicos. Estos procesos pueden explicarse a partir
de las nociones de orden jerárquico “es inferior o igual”; orden cuantitativo “es más general” y
orden temporal, “es anterior”. En la medida que, por ejemplo, para cualesquiera prescripciones
(a) (b) del sistema jurídico: i) una de ellas es de inferior o igual jerarquía que la otra; ii) si ambas
normas tienen la misma jerarquía, una de ellas es menos general; y si ambas normas tienen la
misma jerarquía y generalidad, una de ellas es anterior. La consecuencia es que rige la
prescripción de mayor jerarquía. Entre las de igual jerarquía, rige la de menor generalidad y entre
aquellas cuya jerarquía y generalidad es la misma, rige la norma posterior. (excepción hecha en
este ultimo caso de la retroactividad e ultra actividad benigna de las normas)20.
Pero estas distinciones son solamente metodológicas. Señalan tendencias relativas al mayor o
menor interés o utilidad de determinada clase de relación de orden para explicar los procesos y
estructuras lógicas, científicas o jurídicas.

Anotábamos que las nociones de orden agustiniana, leibniziana y cantoriana, voluntarista,


inmanentista, formal, respectivamente tienen actualidad y vigencia en el sistema de los
conocimientos. Y esto en efecto es así. En las explicaciones acerca del concepto de orden jurídico
se puede advertir en los juristas una acentuada inclinación por la noción de orden voluntarista-
agustiniana, en tanto que las explicaciones del concepto de orden empírico o científico se
inscriben, en sentido contrario, en la tendencia inmanentista-leibniziana. Las explicaciones del
orden de los procesos lógicos o matemáticos adhieren a la noción de orden formal de raíz
cantoriana. Implícita o explícitamente en esas direcciones se orientan Lógica, Ciencia y
Jurisprudencia. Se asegura que el orden jurídico es normativo y que (en modo particular la ley),
emana de la voluntad del legislador, siendo por ello mismo una propiedad inherente al orden
jurídico su obligatoriedad. La Jurisprudencia, así considerada, se interesaría en el examen del
orden jurídico normativo expresado en la prescripción sancionada por el legislador y en la
interpretación de lo expresado en las normas. García Maynes, dentro de esa línea de
pensamiento, sostiene sobre este particular que el “Orden es el sometimiento de un conjunto de
objetos a una regla o sistema de reglas cuya aplicación hace surgir, entre dichos objetos, las
relaciones que permiten realizar las finalidades del ordinante” Consecuentemente señala.
“todo orden presupone: a) un conjunto de objetos; b) una pauta ordenadora, c) la sujeción de
aquellos a esta, e) la finalidad perseguida por el ordinante. (García Maynes 1983,p23). La
definición precedente pone acento en el origen voluntario, y la calidad obligatoria y finalista del
orden jurídico. Esta es la percepción más común de orden jurídico. Nos animamos a decir que es
admitida sin discusión. Distinto es el caso de la Ciencia, la cual se desenvuelven sobre la noción
de orden inmanentista leibniziana. El desarrollo de la biología genética, por ejemplo, se sustenta
en el supuesto de que los procesos biológicos se producen de acuerdo a un orden natural pre
establecido, inherente a las cosas, que, no tiene nada de voluntario. En los genes están
determinadas las características físicas, intelectuales y emocionales, aptitudes y capacidades del
sujeto. Sobre esa estructura primigenia se desarrollarán los procesos de maduración y desarrollo
posteriores. Dentro de los limites fijados genéticamente se producirán los procesos de cambio,
transformación y modificación de los individuos en particular. En la actualidad se admite que la
ciencia moderna se ha construido sobre la base de la creencia de que “la realidad (o naturaleza)
es ordenada, tiene regularidad y leyes de funcionamiento, aunque estas con frecuencia se
encuentran ocultas a la percepción directa humana... el ser humano es capaz de descubrir esas
leyes, de diseñar las metodologías y procesos para desentrañarlas, obteniendo así los secretos
del orden natural.” ( Palacios 1995, p48).

19
Piaget se refiere a los tipos de “estructura”, y distingue tres: Algebraicas , de Orden y Topológicas.
20
En estructura del Sistema Jurídico Político, (Cuadernos 2, p 39)
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Capitulo VI. Está referido a las propiedades de la noción de orden y su vinculación con
los sistemas lógicos, científicos y jurídicos.

1. No contradicción, no arbitrariedad, no imposibilidad.

La noción de orden, cualquiera sea la clase que nos interese, encierra en sí los principios de no
contradicción, no arbitrariedad y no imposibilidad, aunque cada una de ellos ocupa un lugar
distinto en el sistema de los conocimientos Científico, Lógico o Jurídico. En los Sistemas Lógicos
a partir de normas fijas y estables se realizan operaciones deductivas, en tanto que en los Sistemas
Jurídicos a partir de proposiciones fijas y estables se realizan operaciones normativas o
prescriptivas. En cambio en los sistemas científicos normas y proposiciones se ordenan en
relación al principio o criterio de posibilidad o imposibilidad empírica. De todo esto resulta que la
estructura Lógica es normativa. La estructura Jurídica es proposicional, y la estructura Científica
es empírica. Lo que en otras palabras significa que el núcleo estable para la realización de las
operaciones deductivas es normativo; el núcleo estable para la realización de las operaciones
jurídicas es proposicional, en tanto que el núcleo estable para la realización de las actividades
científicas es de orden empírico.21
Observamos que el principio de legalidad o no arbitrariedad, es sustancial en los sistemas lógicos
en tanto en ellos todo puede negarse menos las reglas sintácticas, de deducción o transformación.
Es así como a partir de esas reglas cabe el desarrollo de las operaciones deductivas formales. Si se
cambian las reglas o normas lógicas entonces se afirma un orden lógico distinto. Se crea otro
sistema lógico. La lógica puede prescindir del principio de no contradicción en la medida en que
los lenguajes lógicos pueden subsumir diversas relaciones de orden formal eventualmente
contrarias entre si, y puede prescindir de las posibilidades de su realización empírica en la medida
en que el orden lógico para ser consistente no requiere ser posible empíricamente. Lo que no cabe
en un sistema lógico es la arbitrariedad, es decir la negación de las normas o reglas lógicas, pues
sin ellas no es posible operación deductiva alguna. Las reglas en los sistemas lógicos, cualquiera
que sea ese sistema, son simples, elementales, rígidas, transparentes, explícitas.
El principio de no contradicción es sustancial en los sistemas jurídicos. Las reglas jurídicas pueden
cambiar sin afectar al sistema y en efecto cambian y se modifican a menudo. Lo que no pueden
cambiar sin afectarlo medularmente son las proposiciones jurídicas que afirman lo justo o niegan
lo injusto partir de cuya afirmación o negación se establecen las normas del ordenamiento
jurídico. El objetivo de las reglas o normas jurídicas es dirigir las conductas de las personas y
regular la realización de sus actos en orden a la consecución de aquellos objetivos que se han
definido y se saben justos. Si es justo un estado liberal, son justas las normas que a ello conduzcan
e injustas las que lo nieguen. Si es justo un estado monárquico, justas son las reglas de la
monarquía e injustas las que la nieguen. Varias reglas o mas bien todas las reglas persiguen o
pueden perseguir el mismo objetivo, pero si este último cambia, si la afirmación de lo que es justo
cambia, entonces deben cambiar y modificarse todas las reglas, es decir las normas jurídicas.
Las afirmaciones de justicia no dependen de la experiencia empírica, es mas, pueden
contradecirla. La afirmación de lo que es justo o injusto no están constreñidas por los criterios de
posibilidad o imposibilidad empírica sino por los de consistencia lógica. Si el Tribunal
constitucional afirma que lo que era justo es injusto, entonces debe explicar porqué, y hemos de
hacernos cargo de todas las consecuencias lógicas que a partir de esa afirmación de lo justo se
deducen y desde luego el sentido de las normas cambiará y lo que antes era negro será blanco
ahora.

21
Mostowsky (1978, p 36-38) anota que la noción de orden es fundamental en la Teoría de Conjuntos de
Cantor. El no la inventó dice Piaget. (2000, p 35). Pero ambos concuerdan en que descubrió su riqueza
conceptual.
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 23
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Si cambian tales proposiciones, es decir, si cambian los criterios de justicia, entonces se afirma
entonces un orden jurídico distinto al anterior y por corresponde el subsiguiente cambio del
sistema normativo, es decir el conjunto de reglas o normas jurídicas.
La Jurisprudencia no pueden prescindir de tales proposiciones, porque sin ellas no puede
establecerse ninguna regla o norma jurídica. Las reglas jurídicas son más o menos cambiantes y
variables. Giran en torno a las proposiciones de justicia, es decir, alrededor de lo que se afirma
como justo o su negación, lo injusto.
Es distinto el caso de la Ciencia. La ciencia puede admitir en su seno la convivencia de
proposiciones y reglas implicantes o contradictorias entre si igualmente validas. La validez de los
conocimientos científicos depende de la observación y de la experimentación y en nada mella la
validez de la validez de sus constataciones la existencia de hechos o fenómenos no regulados,
anormales o arbitrarios. El conocimiento científico en ultima instancia depende de la experiencia.
Y, por eso, lo que no puede admitir como parte de si misma es lo empíricamente imposible. No
cabe una afirmación científica que afirme lo empíricamente imposible, porque afirmar lo
imposible (aunque sea lógicamente consistente o jurídicamente justo) es precisamente lo falso. Si
aquello que se creía imposible cambia, entonces cambia el sistema científico, es decir el conjunto
de proposiciones y reglas científicas, cuyo objetivo es explicar rigurosamente lo sabido cierto y
empíricamente posible.

2. Noción de Orden como relación unaria o monádica.

Una propiedad de la noción de orden (natural, lógico y jurídico), -utilizando el lenguaje de la


Teoría de Conjuntos-, es que la noción de orden es unaria o monádica, en la medida en que fija
una determinada relación entre todos los elementos de un conjunto dado, cualquiera sea el
conjunto o la noción de orden asignada. Esto requiere una explicación.
Una regla fundamental de la teoría de conjuntos indica que un conjunto está determinado por una
propiedad o dicho de otra forma una propiedad determina el conjunto de los objetos que tiene tal
propiedad. La propiedad o facultad de ejercer la función jurisdiccional determina el conjunto de
los jueces. La de engendrar determina el conjunto de los machos, y la de concebir el de las
hembras. El conjunto de los mayores de edad está formado por todos aquellos que cumplieron 18
años al momento de hacer ese enunciado, esa es la propiedad de los define.
Hay algunas propiedades que no son útiles para definir un conjunto, sino para determinar las
relaciones entre todos los elementos del conjunto dado, como la de ser mayor o menor, la de
predecesor o la de sucesor, la jerárquica, las de antecedente y consecuente etc.etc. Decir que una
propiedad fija una relación entre todos los elementos de un conjunto es indicar que todos los
elementos del conjunto escogido se encuentran con los demás en esa relación. Por ejemplo. Dados
dos elementos cualquiera del conjunto de los números enteros, uno de ellos es mayor que el otro;
dados dos elementos cualquiera de la relación paterno filial, uno de ellos es predecesor y el otro
sucesor; dadas dos normas cualquiera del sistema jurídico, una de ellas es de mayor jerarquía.
Una relación como la que describimos es una relación monádica o unaria. Es una propiedad del
conjunto que determina una misma relación entre todos sus elementos. Son relaciones que fijan un
orden entre los elementos de un conjunto.
La negación de una relación de orden o la negación del orden señalado por esa relación,
cualquiera que sea, no es la afirmación del caos, el absurdo o el desorden sino la afirmación de
que no hay esa relación de orden o la afirmación de otro orden distinto al anterior cuya función
será asimismo la de fijar las relaciones entre los elementos del conjunto. Esto vale también para
las concepción teológica, ontológica y aún la autoritaria de orden.
Para afirmar la vigencia o validez del orden postulado o defendido, se asegura con frecuencia que
la negación del orden es el caos o el desorden. Sin embargo, tal afirmación es puramente retórica y
carece de contenido, porque del caos nada puede decirse excepto que termina con la creación,
descubrimiento o imposición del orden, y del desorden, que termina con el restablecimiento del
orden anterior. En todo caso acaban con la instauración del orden. El caos, el absurdo y el
desorden señalan los límites de la razón y del conocimiento. Donde ellos empiezan termina el
CENTRO DE INVESTIGACIONES JUDICIALES DEL PODER JUDICIAL 24
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conocimiento. Lo niegan. Y el conocimiento consiste precisamente en vencer esos límites
identificando, reconociendo o construyendo el orden que los supere.
Negar la noción de orden empírico es imposible. Negar la noción de orden lógico es absurdo.
Negar la noción de orden jurídico es arbitrario. En efecto la transgresión de una regla lógica en el
proceso deductivo conduce a una afirmación inconsistente o contradictoria. La transgresión de una
ley científica, conduce a una afirmación falsa, es decir contraria a lo regularmente observado y
certificado mediante ellas. La transgresión de una regla jurídica, conduce a una afirmación injusta,
es decir, contraria al orden jurídico reconocido como tal.
Todas estas “reglas”, describen ciertas relaciones de orden y pueden modificarse o cambiar (y en
efecto cambian y se modifican) y cuando ello ocurre, entonces cambia y se modifica el sistema
científico, sistema lógico o sistema jurídico en la medida en que su cambio trae consigo la
modificación de los criterios acerca de lo falso, contradictorio o injusto, o la afirmación de nuevos
criterios respecto a lo verdadero, consistente o justo. Ese es en ultima instancia el sentido de las
revoluciones científicas, lógicas o jurídicas. Utilizando el lenguaje de Kuhn podríamos asegurar
que ciencia, lógica y jurisprudencia, “normales” operan y se desarrollan regularmente dentro de
ciertas reglas o criterios establecidos acorde con las nociones de orden empírico, formal o jurídico
y cuando estas nociones cambian entonces deben cambiar las reglas es decir las “leyes” relativas
a determinadas relaciones de orden.
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Capítulo VII.- Que trata de la similitudes entre la Jurisprudencia y las Matemáticas. Se
hace una referencia a los conceptos de reiterancia y simetría. El autor habla de una reina
y una campeona y revela su afición por la geometría. Dibuja un rombo.

Hay gran similitud entre las matemáticas y la jurisprudencia. Ambas fijan reglas de acuerdo a las
cuales hay que operar para alcanzar determinado resultado.
La validez de las reglas y de las operaciones matemáticas, no depende en modo alguno de la
calidad ni de la magnitud de las cosas sobre las que se aplican. Es indiferente sumar o multiplicar
manzanas o sumar o multiplicar pepitas de oro. Las reglas en uno y otro caso son las mismas y
para alcanzar resultados correctos, deben hacerse las mismas operaciones. Similar cosa puede
decirse de las reglas y operaciones jurídicas. La validez de las reglas y de las operaciones jurídicas
no depende de la calidad ni de la magnitud de las cosas sobre las que se aplican. Es indiferente si
el objeto del contrato de compra venta es ínfimo o formidable. Las reglas que regulan los
contratos son las mismas para todos los casos y en todos los casos para alcanzar a celebrar un
contrato hay que realizar operaciones similares. Igual comentario puede hacerse respecto a las
sentencias: en todos los casos, independientemente de los objetos a que se refieran o su magnitud,
deben ser emitidas por un juez, siguiendo los procedimientos establecidos y las decisiones deben
guardar armonía con lo que establecen las constitución y la ley.
Tanto las reglas que regulan las operaciones jurídicas como las que regulan las operaciones
matemáticas, tienen multiplicidad de aplicaciones en los actos de la vida diaria. Contar y contratar
son operaciones cotidianas.
Nos interesa explicar los conceptos de simetría y reiterancia que tienen mucho que ver con la
jurisprudencia y las matemáticas pero no solo con ellas. Para facilitar la exposición, aunque
también porque ellas son importantes y admirables, vamos a referirnos al caso de Sofía y de María
Julia.
Tenemos a Sofía, la campeona mundial de tabla hawaiana y a María Julia la reina del concurso de
belleza Miss Mundo. Una es las más diestra sobre las olas, otra la más bella en las pasarelas. Esto
es indiscutible. Ambas fueron dejando atrás a sus contrincantes en concursos de rigurosas reglas y
exigentes jurados; sino no serían campeona y reina respectivamente. Podríamos decir
justificadamente que Sofía es personificación del esfuerzo y la destreza, y María Julia, es símbolo
de belleza y simpatía.
- Cada una de ellas es un ejemplo o un caso de la clase de las numero 1; campeona y
reina.
- Las numero 1 (las campeonas y las reinas) forman parte de la clase de los
concursantes.
- Las virtudes o propiedades de Sofía son el esfuerzo y la destreza, las de María Julia,
la simpatía y la belleza.
- Las otras concursantes tienen las virtudes propias de la clase de las que son campeona
una y reina otra.
- Sofía y María Julia son únicas, idénticas a sí mismas.
- Pero son iguales a todas las reinas o a todas las campeonas.
- Todas las concursantes son similares a ellas.
Los vocablos caso, parte, propiedad, clase, identidad, igualdad y similitud suelen motivar la
reflexión de lógicos, matemáticos y epistemólogos, y no en vano.
i) Los hechos, sucesos o fenómenos singulares son comprensibles como un caso de cierta
clase o tipo de hecho, suceso o fenómeno, en el sentido en que un matrimonio es un caso
de la clase de los matrimonios; un contrato es un caso de la clase de los contratos; una ley
en la clase de las leyes, etc, etc.; una reina o una campeona son un caso de la clase de las
reinas o campeonas. Son ciertamente un ejemplo y paradigma de la mejor clase.
ii) Es claro también que los hechos sucesos o fenómenos, forman parte o son elemento de
otros conjuntos de hechos, sucesos o fenómenos (el matrimonio es uno de los estados
civiles; los contratos son una clase de los actos patrimoniales; las leyes forman parte de
los actos jurídicos públicos); Sofía es campeona y María Julia Reina porque participaron o
fueron parte de sendos concursos.
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iii) El examen de los hechos, sucesos o fenómenos, permite advertir que están constituidos
por partes o elementos relacionados entre si (el matrimonio por marido y mujer y ciertas
relaciones; en el contrato las partes y los objetos patrimoniales y sus relaciones etc); en
Sofía la campeona hay una excepcional conjunción de esfuerzo y destreza, y en María
Julia, la belleza y la simpatía.
iv) Las propiedades, estructura y relaciones de los hechos, son las mismas que las
propiedades estructura y relaciones de los elementos de la clase que los incluye como uno
de sus miembros. En efecto, las propiedades, estructura y relaciones un contrato son las
propiedades, estructura y relaciones de todos los contratos y las propiedades estructura y
relaciones de un matrimonio, son las propiedades relaciones y estructura de todos los
matrimonios. La belleza y simpatía de María Julia (sus propiedades); la singular manera
como sus virtudes se conjugan (su estructura) para participar el concurso de belleza (sus
relaciones), son las mismas que en mayor medida tienen de todas las concursantes. Lo
mismo puede decirse de Sofía.
v) Los hechos y sucesos no ocurren aisladamente sino formando parte de otros hechos o
sucesos, los cuales a su vez forman parte de otros hechos o sucesos. No se presentan solos
sino en corporación, acompañados de otros, como parte de un conjunto.
vi) No hay dos hechos o sucesos idénticos; no hay dos contratos, sentencias, casos, días,
partidos de fútbol, edificios, personas iguales; no hay dos reinas o dos campeonas iguales
vii) Los hechos no se repiten, no son iguales sino similares, ocurren y se producen
regularmente en determinadas condiciones o dentro de ciertas estructuras.
• La regularidad con que se producen hechos y fenómenos similares en lugares y tiempos
diversos, formalmente puede comprenderse a partir del concepto de reiterancia que podría
definirse como la ocurrencia de ciertos eventos dentro de las condiciones y limites que fijan
las estructuras de los conjuntos complejos dentro de los cuales se dan.
• Los hechos y sucesos son singulares, únicos e irrepetibles, pero en su ocurrencia o reiterancia
son simétricos. Hay simetría en la medida en que los hechos o sucesos, así considerados, se
producen u ocurren y a diversos niveles, magnitudes e intensidades, en tiempos y lugares
diferentes; por eso, son similares. Aunque son diversos, distintos, otros, son iguales, en la
medida en que ocurren en los limites que fija el marco de referencia firme e invariante
constituido por la estructura común a todos ellos.
Estas dos propiedades, reiterancia y simetría, se prestan para la representación geométrica de los
conceptos. Los conceptos se expresan generalmente mediante palabras, hacerlo utilizando figuras
geométricas permite que esos mismos conceptos pueden mirarse. Las figuras geométricas señalan
ciertos límites en un plano, como los conceptos lo hacen con el discurso. Ambas se construyen
sobre puntos de referencia, trazando líneas que los vinculan.
El gráfico que a continuación exponemos ilustra lo que afirmamos.
• Los casos descritos en el dibujo son cinco: Constitución, Ley, Sentencia, Matrimonio,
Contrato.
• Todos ellos son comprensibles como una parte del ordenamiento jurídico.
• Cada uno de los casos está constituido por ciertos elementos relacionados entre sí. (los
elementos varían en cada caso)
• Las propiedades, estructura y relaciones de cada uno de ellos, son las mismas que las de los
elementos de la clase que los incluye como uno de sus miembros, es decir de la clase de los
actos jurídicos.
• Todos ellos ocurren como conjuntos de hechos y son similares a los otros.
• Cada caso es idéntico a si mismo. No hay dos Constituciones, leyes, sentencias, matrimonios,
contratos idénticos; pero su estructura es la misma y son, por consiguiente, iguales.
Al examinar el gráfico, se puede ver que todos los actos jurídicos tienen la misma estructura y en
tal virtud son simétricos; se puede ver también que su ocurrencia es reiterante, en la medida que
conservando la misma estructura ocurren en diversas escalas y magnitudes. Puede observarse que
las diversas clases de actos jurídicos están determinadas por la variedad de los elementos
vinculados y que las funciones, que señalan las dependencia entre los elementos, varían en la
misma medida.
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Capitulo VIII. En el que se hace referencia cuatro conceptos jurídicos fundamentales:


Administración de Justicia, Conflicto Social, Orden Jurídico y Función Jurisdiccional,
y se toma nota de algunas singulares relaciones entre ellos. Se acusa una antinomia.

La Administración de Justicia bien puede ser entendida como una de las maneras de
Administrar el Conflicto Social, y la Función Jurisdiccional como una de las formas de
promover el restablecimiento del Orden Jurídico. Aunque el objetivo de cada una de ellas es el
indicado, es necesario tomar nota de que no son las únicas maneras de alcanzarlos.
El Conflicto Social y Ordenamiento Jurídico se desarrollan en niveles y magnitudes similares
que señalan la correspondencia entre uno y otro. Si el conflicto es político el ordenamiento
jurídico correlativo es el ordenamiento jurídico-político; si el conflicto es social entonces el
ordenamiento es jurídico-social; si el conflicto institucional, el ordenamiento será jurídico-
institucional, y si privado, jurídico-privado; si penal, jurídico-penal, etc.
La Administración de Justicia y la Función Jurisdiccional se relacionan al Conflicto Social y al
Ordenamiento Jurídico también dentro de ciertas magnitudes y niveles, pero no hay entre ellas
una relación de equivalencia. La magnitud de muchos conflictos sociales excede largamente o
no se encuentra al alcance de la Administración de Justicia y ciertos niveles del Ordenamiento
Jurídico se encuentran fuera del alcance de la Función Jurisdiccional.
Orden Jurídico y Conflicto Social encierran en sí gran diversidad de supuestos teóricos, y
hechos y situaciones empíricos cuya amplitud y complejidad exceden en mucho los estrechos
limites dentro de los cuales discurren la Administración de Justicia y la Función Jurisdiccional.
El Conflicto Social en tanto referente empírico de la Administración de Justicia y Orden jurídico
como marco teórico que señala los límites de la Función Jurisdiccional son más amplios que las
actividades y funciones propias de la Administración de Justicia y de la Función Jurisdiccional.
Estas últimas están circunscritas por aquellas. En efecto. No todos los conflictos sociales tienen
que ver con la Administración de Justicia y el conjunto de actos y procedimientos que
comprenden la Función Jurisdiccional no son la única manera forma de alcanzar el
restablecimiento del Orden Jurídico. El conflicto social encuentra variadas vías de expresión y
diversos canales de solución siendo muy importantes en tal sentido las políticas de prevención
y los mecanismos de conciliación, los cuales constituyen útiles instrumentos de política estatal y
social para resolverlos. Y como es claro el establecimiento del Orden Jurídico mucho tiene que
ver con las políticas legislativa y de gobierno y no depende exclusivamente de la Función
Jurisdiccional. Esto significa, retomando nuestra premisa, que la Administración de Justicia es
solamente una de las maneras de atender a la solución del conflicto social y la función
jurisdiccional es solamente uno de las formas de alcanzar el establecimiento o restablecimiento
del orden jurídico. Por consiguiente no hay equivalencia entre administración de justicia y
conflicto social, y entre orden jurídico y función jurisdiccional.

Si relacionamos la Función Jurisdiccional a los diversos niveles del Ordenamiento Jurídico,


podremos identificar las Clases de Jurisdicción. Son muchas. Tantas como los niveles del
ordenamiento jurídico cuyo resquebrajamiento sea reponible o sea pasible de restitución
jurisdiccional. Prestaremos atención solamente a dos de ellas.
La Jurisdicción Constitucional persigue primordialmente preservar el orden jurídico político
en tanto que la Jurisdicción Ordinaria persigue lo mismo respecto del orden jurídico social.
La Constitución contiene las normas que describen y definen el primero mientras que las leyes
ordinarias describen y definen el segundo. Tanto mediante la Jurisdicción Constitucional como
a través de la Ordinaria los jueces, constitucionales u ordinarios, acuden prestos al llamado de
las personas individuales o colectivas cada vez que es requerida su intervención para restituir el
orden jurídico dañado. El daño al Orden Jurídico proviene de los actos de las personas, privadas
o publicas, si su conducta es arbitraria, ilícita o ilegítima, es decir, antijurídica.
Si relacionamos la Administración de Justicia a la diversa calidad o magnitud del conflicto
Social, podremos inferir las clases de la Administración de Justicia o de Organos
Jurisdiccionales, identificando su especialidad, y hablaremos de Administración de Justicia
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Penal, Administración de Justicia Civil, Laboral, Comercial, Familiar, etc; Administración de
Justicia de Paz o Administración de Justicia de las Rondas Campesinas.
El Conflicto Social, cualquiera sea su dimensión, niega el Orden Jurídico. El conflicto social se
expresa de muchas maneras y en todos los casos atañe al orden jurídico. Es signo de desorden
jurídico; de gran desorden jurídico o de pequeño desorden jurídico, pero desorden al fin. Y
también es signo de orden, cuando resuelto el conflicto es restituido. Restituir el orden
resquebrajado es el cometido de la Función Jurisdiccional, en tanto que atender a la solución
del Conflicto Social es el objetivo de la Administración de Justicia. Es indispensable pensar,
saber y conocer en qué consiste el orden jurídico y es necesario también, aunque no sea grato,
pensar, saber y conocer en qué consiste el conflicto social que es causa del desorden jurídico, en
tanto uno y otro son los términos de referencia de la Función Jurisdiccional y de la
Administración de Justicia.
Si para examinar las relaciones entre orden jurídico y conflicto social utilizásemos los términos
del lenguaje aristotélico, diríamos que la causa formal del orden jurídico está en la
Constitución y las Leyes que fijan sus límites; su causa material en los Actos de las Personas
que adecuan sus conductas a lo establecido en ellas; su causa eficiente está en las Conductas
Institucionales y en lo particular en la Administración de Justicia cuyo objetivo es la solución
del conflicto social, y su causa final en el ejercicio de las Funciones Públicas y en modo
singular en el de la Función Jurisdiccional, que consiste en la restitución del orden y la
restauración de la paz y armonía social en cada caso. Correlativamente en ellas mismas
podríamos encontrar las causas del desorden o si se quiere del caos jurídico. Tal vez así lo diría
Aristóteles.22 La perspectiva aristotélica es metodológicamente correcta porque sirve para
señalar un conjunto de relaciones complejas entre conflicto social y orden jurídico, cuya
exposición facilita el análisis.
En todo caso, es atinado prestar atención al orden jurídico que fija las coordenadas de la
armonía y la paz social, y al conflicto social que produce todo lo contrario. Si los contrastamos,
(al orden jurídico y sus mejores expresiones y al conflicto social y sus persistentes
consecuencias) podremos observar que disfrutamos de un orden jurídico formal (teórico-
doctrinario-normativo) intelectualmente satisfactorio, pero con desazón hemos de reconocer que
vivimos en lo que podríamos denominar un desorden jurídico material (político-social-
practico), que es cuando menos sorprendente, aunque, hay que decirlo, rico emocionalmente e
incitante. Puede advertirse a partir de esta comparación la existencia de una antinomia que
deberíamos resolver.
La fuente del orden jurídico formal (teorico-doctrinario-normativo) de cuya perfección podemos
sentirnos satisfechos se encuentra en el persistente esfuerzo intelectual de nuestros juristas desde
los orígenes de la república, aplicados a la elaboración de un cuerpo doctrinario fundamentado y
consistente, plasmado finalmente en norma positiva. Catorce Constituciones, tres Códigos
Civiles, otros tantos Procesales, entre otros, dan cuenta de ello. Este acabado orden formal es
indudablemente obra teórica de vertiente universitaria y paciente trabajo de gabinete cuyos
frutos saboreamos.
Si pensamos en el futuro del orden jurídico formal (teórico-doctrinario-normativo) alcanzado en
el país, nuestra mirada puede ser clara y optimista. Razones sobran ahora más que nunca si
tomamos nota de los beneficios que en este aspecto aporta la globalización. Hoy están a nuestro
alcance, con solo apretar el maus, las ultimas sentencias de los mal altos tribunales españoles, -
que aprenden bastante de los alemanes-, y las de los alemanes mismos que bien sabemos
sustentan puntos de vista distintos a los franceses e italianos, que también podemos leer, así
como toda la doctrina por ellos producida. La información es rica y abundante. La realidad
virtual nos permite acceder a las conclusiones de los Congresos que en las más variadas
materias jurídicas hoy día mismo se clausuran en cualquier lugar del mundo, reuniones en las

22
Aristóteles señala que las causas son cuatro: formal, material, eficiente y final. Nosotros nos hemos
animado a utilizar algunos términos del lenguaje aristotélico porque su uso resulta útil para facilitar la
exposición. Sin embargo conviene precisar que nuestras expresiones no concuerdan ni se ajustan al
sentido ni en los contextos fijados por el estagirita, lo cual es necesario relievar para evitar confusiones o
eventuales incomprensiones.
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que, en particular, los europeos discuten los problemas jurídicos del ser humano y aportan
novísimos argumentos y teorías, que también corren en el internet y son legibles en cualquier
cabina al alcance de todo estudiante. La cercanía que propicia el internet es tanta que casi
podríamos intervenir en los debates y tal vez –lo habríamos pensado- hasta quitar las palabras
de la boca a los más grandes exponentes del pensamiento jurídico para aportar lo nuestro… eso
podría ocurrir si estuviésemos presentes y por supuesto si nos prestasen atención. Ni la ausencia
ni el involuntario descuido ponen ni quitan nada porque igual participamos. Eso es lo bueno.
Una prueba de ello, solo para poner un ejemplo, es que somos el primer país del mundo que
tiene un Código Procesal Constitucional (nos adelantó una provincia Argentina). En ese código
además se ha elevado a norma del derecho positivo el principio pro processun, y ciertas
precisiones de gran interés. Hace veinte anos nos ilumina un primoroso y muy bien estructurado
Código Civil, que recoge con toda puntualidad del subyugante derecho consuetudinario europeo
del siglo XIX; y desde hace doce anos disfrutamos de un científico código procesal civil de
italiano gusto. Y así, pues, nuestra contribución al perfeccionamiento de los conocimientos
jurídicos universales es constante y no desdeñable.
Esto nos lleva a pensar que tenemos asegurada la perfección el orden jurídico-teorico-
doctrinario-normativo en corto tiempo. Depende del esfuerzo de nuestros juristas y se puede
advertir que ellos están aplicados a la tarea. Las universidades ofrecen rigurosos y caros o
baratísimos y útiles diplomados, maestrias y doctorados cuyo propósito es alcanzar ese
objetivo23. Algunas se imparten a distancia. Hay cursos de perfeccionamiento que se concentran
especialmente en proporcionar los conocimientos que requiere el manejo del nuevo Código
Procesal Constitucional. En esa misma perspectiva, el Centro de Investigaciones del Poder
Judicial atento al desafío que la comprensión y aplicación de las normas del Código Procesal
Constitucional plantea a los jueces y las consecuencias prácticas que de ellas se derivarán, ha
promovido la celebración de un Pleno Jurisdiccional para propiciar la discusión y debate entre
los jueces sobre “Algunos Problemas en la Aplicación de las Normas del Código Procesal
Constitucional”. Un efecto previsible de la aplicación de las normas del Código Procesal
Constitucional es el desplazamiento de la carga procesal de unos Organos Jurisdiccionales a
otros y a esos y otros temas similares hay que prestar atención.
Estando sentadas firmemente las bases del desarrollo y perfeccionamiento del orden juridico
formal (teórico-doctrinario-normativo) y además correctamente encaminado, por las razones
anotadas, entonces es justo que prestemos atención al otro cuerno de la antinomia. La causa
material del orden y en nuestro caso del desorden jurídico material (político-social-práctico) en
que vivimos y no puede dejar de atormentarnos.
Para examinar correctamente el problema habría que pensar en identificar algunas causas
distintas o complementarias a la pertinaz incapacidad de la sociedad nacional casi ágrafa e
iletrada para comprender y adecuar conductas personales e institucionales al orden jurídico
formal teorico-doctrinario-normativo diseñado con tanto empeno por nuestros juristas. Hemos
anotado ya que ese es un orden de cuya consistencia y adecuada fundamentación nadie duda. Lo
cierto es que no concuasa. Hay que reconocerlo con sinceridad. La causa formal del orden
jurídico no va de la mano con la inconsecuencia de las conductas que son su causa material;
lejos están la Administración de Justicia de constituirse en causa eficiente del orden jurídico y la
Función Jurisdiccional en causa final, al menos del orden jurídico formal. Las razones del
porqué esto es así nos remiten de una u otra forma a las diversas maneras cómo se expresa el
conflicto social.
Anotábamos precedentemente que el Conflicto Social, cualquiera sea su dimensión está
relacionado al Orden Jurídico y ambos a la Administración de Justicia y a la Función
Jurisdiccional. Añadiremos que uno y otra es tal en la medida en que respondan a las exigencias
sociales de justicia y sean útiles para resolver los conflictos. Lo cierto es que el Conflicto Social
es el otro aspecto al cual hay que prestar atención. Debemos investigar no solo los problemas

23
En este tema hay alguna discrepancia. El Ministerio de Justicia encomendó un estudio al conocido
investigador Luis Pássara, quien encuentra poco rigor en la enseñanza de la materia jurídica en la mayoría
de universidades del país. En esa deficiencia estaría la causa de la corrupción, la violencia, y desorden y
otros males que aquejan al país.
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del orden jurídico teórico-doctrinario-normativo que felizmente va camino a la perfección- sino
los del problemas del desorden jurídico-político-social-práctico, que marcan el camino inverso.
Esa tarea no abrirá los caminos de la cátedra, la conferencia, el congreso internacional, la beca
de perfeccionamiento, pero alguien tiene que hacerla.
Los medios de comunicación social dan cuenta del estado que nos preocupa. Aunque nos
molesta el vano aspaviento con que la mayoría de ellos en mayor o menor medida hacen el
escándalo, hay que prestar atención al ruido de las piedras que el río arrastra. Algo tienen que
ver con el Orden Jurídico dos mil linchamientos y entre ellos veinte ejecutados, aunque la cifra
no sea la correcta; la patente desorganización de no pocas instituciones y la arbitraria conducta
de algunos funcionarios de la administración pública; no pocas sentencias del Tribunal
Constitucional, ajustadas a los parámetros del orden jurídico teórico-doctrinario, pero distantes
de las medios y recursos sociales y requerimientos institucionales que se necesitan para el
establecimiento orden jurídico-político-social-practico, posible, satisfactorio y justo; las
persistentes y fundamentadas críticas de los inteligentes, sobre-calificados y desocupados
miembros de las Organizaciones No Gubernamentales, cuyo trabajo ahora realizan vulgares y
advenidos congresistas e ineficientes y corruptos funcionarios públicos. Todos estos hechos y
muchos otros más son signo de desorden jurídico. Lo dañan el eco de acusaciones desaforadas,
como la de delincuente lanzada por un Congresista al Presidente de la República. El ruido que
escuchamos no proviene de nuestro lozano, robusto y sinfónico orden jurídico formal (teorico-
doctrinario-normativo) sino del resquebrajamiento del orden jurídico material (político-social-
práctico), que con justificada razón cruje. Todos estos hechos niegan el Orden Jurídico y son
signo de caos jurídico. Aparentemente ninguna de las situaciones mencionadas afecta al orden
jurídico formal. Lo dejarían incólume y reafirmarían su indoblegable verdad. Sin embargo
habría que pensar en que un orden jurídico formal que no cuaja como orden jurídico material, ni
se constituye en causa eficiente para solucionar el conflicto social y en fin no alcanza a reponer
la armonía y paz sociales, careciendo en consecuencia de eficacia, alguna reflexión debe
merecernos.
El estudio de la causa material del orden jurídico (o del desorden jurídico social) que se
expresa en las conductas inter personales; de su causa eficiente que se ubica en el de las
conductas institucionales (o su desorganización), y el de su causa eficaz, que se manifiesta en el
ejercicio de las funciones públicas (en mucho erráticas), es indispensable, deberíamos decir
impostergable. Los problemas que su comprensión plantea, reclaman con urgencia la reflexión
de los estudiosos y la aplicación de los esfuerzos que requiere la investigación jurídica. En la
solución de estos problemas está la veta que debe conducir al perfeccionamiento del orden
jurídico y social.
La Administración de Justicia, retornando al tema que nos interesa, es satisfactoria o
insatisfactoria en la misma medida en que el Orden Jurídico lo es, y viceversa. Administración
de Justicia y Orden Jurídico, en el juego que los confronta y complementa en diversos niveles,
alcanzan finalmente la misma estatura y condición. Son ambos elevados o chatos, resistentes o
endebles, estables o inestables, racionales o arbitrarios. No hay Administración de Justicia
satisfactoria si el Orden Jurídico es defectuoso y correlativamente no hay Orden Jurídico sano si
la Administración de Justicia es deficiente.24

24
[Cabe anotar al margen que el concepto de Orden Jurídico es más amplio que el de Norma Jurídica.
Esta última es la expresión literal o literaria del proyecto jurídico político o social que gracias a la
experiencia toma cuerpo y sustancia como Orden Jurídico, tangible, observable y desde luego susceptible
de ser modificado, transformado, cambiado o restituido.]
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