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El concepto de fonoaudiólogo tiene muchas variedades tanto en su denominación

como sus áreas de intervención a nivel internacional, pero sus características en


común lo describen como el profesional o especialista en alteraciones del lenguaje,
voz, habla y audición. En el caso de Gran Bretaña existe el terapista o terapeuta del
lenguaje y del habla (speech therapist) y el audiólogo (audiologist). Mientras que en
Norteamérica existe el terapista del lenguaje/habla (speech & language pathologist)
y el audiólogo (audiologist). En el ámbito anglosajón, es necesario optar por una u
otra especialidad desde el master o, incluso, como en Gran Bretaña, desde el
pregrado. Por otro lado, en España existe el logopeda, especialista en trastornos
del lenguaje y de la comunicación en general. En Latinoamérica, tampoco existe
una denominación uniforme. Se usa mayoritariamente el término fonoaudiólogo,
pero también en menor medida el de terapista del lenguaje y el de tecnólogo médico
especialista en trastornos del lenguaje (Martínez, Cabezas, Labra, Hernández,
Martínez, Cerutti, y Malebrán, 2006).

El profesional especialista en trastornos del lenguaje, voz, habla y audición recibe


el nombre de “fonoaudiólogo” en los países sudamericanos con mayor tradición en
este ámbito (Argentina, Brasil, Chile y Colombia). Otras denominaciones, menos
comunes, son terapista del lenguaje y tecnólogo médico especialista en trastornos
del lenguaje. La fonoaudiología nace con un carácter técnico, subordinada a la labor
del médico. Sin embargo, en los últimos años, el fonoaudiólogo ha ido ganando
independencia y creando nuevos ámbitos de acción. En la mayoría de los países
hay consenso en que las funciones o competencias del fonoaudiólogo se relacionan
fundamentalmente con la evaluación/diagnóstico e intervención (promoción,
prevención, rehabilitación y habilitación) de sujetos de distinta edad con alteraciones
de la comunicación oral. Se identifican cuatro grandes áreas o dominios: lenguaje,
habla, voz y audición. En algunos países, se han desarrollado sub-áreas como la
fonoodontoestomatología y la motricidad oral. El fonoaudiólogo trabaja en salud y
educación preferentemente, pero están surgiendo nuevos ámbitos donde él puede
realizar consultoría o asesoría (Martínez, Cabezas, Labra, Hernández, Martínez,
Cerutti, y Malebrán, 2006).
Existen leyes que norman la labor del fonoaudiólogo en muchos países
sudamericanos. No obstante, en Chile, solo existen leyes que norman aspectos
parciales de la profesión. La formación del fonoaudiólogo es bastante similar en los
distintos países, aunque existen diferencias en las orientaciones y modelos
subyacentes. Se reconocen tres niveles de formación: materias de ciencias básicas
y sociales, materias de temas fonoaudiológicos (trastornos del lenguaje, voz, habla
y audición y evaluación e intervención correspondientes), y prácticas profesionales
(Martínez, Cabezas, Labra, Hernández, Martínez, Cerutti, y Malebrán, 2006).

Para aproximarnos a una definición del Rol del fonoaudiólogo en Chile, es necesario
considerar que, según la Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición,
ASHA, (2007) el fonoaudiólogo es el profesional que se dedica a servicios clínicos,
a la prevención, promoción, educación, administración e investigación en las áreas
de comunicación y la deglución a lo largo de la vida desde la infancia hasta la
geriatría.

Al examinar la realidad nacional en el sistema de salud, es posible advertir una


gama diversa de labores y responsabilidades dependientes de los fonoaudiólogos,
sin embargo, no existe una declaración específica de las funciones ejecutadas que
permita enmarcar el actuar profesional (Vega, Torres, y del Campo, 2017). Las
guías clínicas asociadas a las Garantías Explícitas en Salud (GES), han generado
indicaciones en las que se establecen ciertos lineamientos; con todo, estos se
apegan de manera exclusiva a la intervención de patologías específicas, en el tercer
nivel de la red asistencial (Ministerio de Salud. 2019). En Chile, junto a los cambios
epidemiológicos y epistémicos en el enfoque salubrista, con el tránsito paralelo del
modelo biomédico a uno integrador y biopsicosocial, se han desarrollado una serie
de procesos políticos y legislativos en pos de mejorar la calidad de los servicios
públicos (Vega, Torres, y del Campo, 2017).
Según Vega, Torres, y del Campo (2017) el rol que cumplen los fonoaudiólogos en
el sector salud como ámbito laboral, es el siguiente:

“Los fonoaudiólogos y fonoaudiólogas en el ámbito de la Salud ejecutan como


responsabilidad principal acciones de evaluación y diagnóstico gestionando una
dedicación horaria que les permite llevarlas a cabo; en dichas acciones los y las
especialistas obtienen información a partir de diferentes fuentes y logran
relacionarla con el propósito y con los resultados; lo anterior hace que gracias a la
integración de estos datos, más la generación de hipótesis diagnósticas y la
colaboración con miembros del equipo de salud, la evaluación sea un área de
fortaleza en el quehacer profesional, evidenciando competencias de trabajo
multidisciplinario que hacen más riguroso el proceso de diagnosis. Los y las
terapeutas gestionan una carga horaria que les permite llevar a cabo procesos en
lo referido al trabajo de intervención, en la que preparan sesiones de tratamiento
incorporando estrategias y materiales adecuados, seleccionando y definiendo
modelos teóricos, colaborando con el equipo de salud para crear programas de
trata- miento que respondan a las necesidades de los usuarios y adecuándose a la
forma en que aprenden de los mismos, mejorando su participación y sumando
también acciones de derivación, colaboración y asesoría. Todo lo anterior en las
áreas de deglución, lenguaje, aspectos cognitivos, voz, resonancia, articulación,
fonología, sistemas de comunicación alternativa aumentativa (SCAA), aspectos
sociales y fluidez, derivadas de patologías de base que conlleven desórdenes en
estas áreas. Los fonoaudiólogos y fonoaudiólogas están capacitados para
emprender labores de prevención, promoción y tamizaje en pro de la calidad de vida
de los usuarios, promoviendo prácticas de vida saludable y fomentando la
prevención de otros trastornos de la comunicación. Dentro del quehacer se
evidencia una alta capacidad de gestión, siguiendo lineamientos de las instituciones
de salud, proporcionando atención de forma oportuna y consistente en el tiempo,
cumpliendo con la normativa legal vigente. Dentro de sus acciones dedican tiempo
a la colaboración con otros profesionales, reuniones de trabajo con equipo
multidisciplinario, recopilación de datos y documentación legal, destacando también
horas de tutoría y supervisión tendientes a la formación de nuevos profesionales,
en las áreas anteriormente mencionadas”.

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