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VENECIA CELESTE NORMA Editorial MANARA: ILUSION Y TRIDIMENSIONALIDAD lante de un espejo: tras dar algunos golpes con las patas en la nitida superficie, se pone a dar vueltas alrededor para encontrar al otro gato; al que deberia estar alli, detras. Naturalmenie, yo no hago como él. Y tompoco descuel- go los cuadros de la pored para enirar en el paisaje pin- tado en la tela. Soy un listillo, y hace mucho que sé que los paisojes pin- tados son mera ilusion. En pintura, |o tridimensionalidad se obtiene mediante ciertas convenciones mas o menos universales, como la perspectiva, el degradado, etcétera Lo mismo pasa con la musica, el teatro, el cine... Estas convenciones exigen al observador que establezca cierta complicidad con el autor, una forma de fingir que uno no se percata del truco, un compromiso necesario. En cuanto al dibujo, que carece de recursos como el color o el formato grande, la complicidad se ha de llevar hasta el limite y los compromisos han de ser mas indul- gentes. En este sentido, el destino del dibujo de historietas es el mas ingrato. Al sdlo poder recurrir al trazo negro, sin efectos de degradado, pone a dura prueba no solo el poder de crear ilusién del autor, sino ademas la dispon bilidad del lector para dejarse ilusionar. En historieta, la tridimensionalidad se obtiene de varias formas: por ejemplo, marcando las silvetas en primer plano con un trazo mds grueso que las alejadas. Este recurso po- dria ser llamado perspective iluministe. Profundizando en ella, se suele describir detalladamente el primer plano y abocetar someramente lo que esta lejos, obte- niéndose una perspectiva grafica. Otro sisteme consiste en sdlo dibujar meticulosamente el personaje principal, y dejar lo demés indeterminado. Asi se trata de reproducir la seleccién espontanec que efec- tua nuestro ojo cuando, al mirar a un caballo en un Sines me ha divertido el espectaculo de mi gato de- prado, no distinguimos las briznas de hierba, las flores y las moriposas, aunque las veamos. Cada autor tiene sus trucos y recurre @ sus propias con- venciones. Asi, cada uno dispone de una serie de con- venciones graficas, todas ellas subjetivamente yalidas, pero ninguna objetiva y universalmente aceptable. Esta busqueda de objetividad, de universalidad, esta vo- luntad de expresarse en términos absolutos, podria defi- nirse como utopia maximalista. Moebius ha hecho estallar ese edificio de convenciones, complicidades y compromisos. En su dibujo, todos los trucos quedan al descubierto con la misma e implacable objetividad que una maquina fo- togrfica de foto fia El mismo e inexorable andlisis describe el primer y el dlti- mo plano. El personaje principal y el mas insignificante elemento del decorado tiene Ia misma dignidad e impor- tancia: son trazados con idéntica apasionada ralcalea- dad, con la misma determinacién. Asi aparecen esos valores de contemplacién césmica, de amor universal, de impasibilidad atemporal y metafisica que presentan al espiritu ante la iluminacién del Buda En este arte de poner todo en el mismo plano, de dar la misma importancia a todos los elementos, en este abso- luto rechazo de una posible eleccién, en la plena presen- cia de una piedra, de una brizna de hierba, de un arbol, enese licido y perenne «presente» cristalino que recuer- da al ZEN, en todo ello, alcanza tal altura de conciencia y de conocimiento que casi constituye el punto de en- cuentro entre las mas recientes y verliginosas investiga- ciones cientificas sobre lo infinitamente grande y lo infi- nitamente pequeno y las sorprendentes intuiciones védi- cas. En él, el dibujo ya no es una ilusion, sino que se con- vierte en instrumento de verificacién empirica de los principios filosdficos mas abstractos. Se obtiene la posi- bilidad de ver y aprehender el universo, porque hace es- tallar las més dilatadas y agudas puertas de la percep- cidn.

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