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JOSÉ PICHEL

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FÍSICACIENCIA
TIEMPO DE LECTURA7 min
27/06/2019 20:00 - ACTUALIZADO: 27/06/2019 22:13
“Es sorprendente, hemos obtenido haces de luz con una nueva
propiedad”, destaca Carlos Hernández García todavía con un punto de
emoción. “Estuvimos mucho tiempo indagando si esto ya existía, si
alguien lo había logrado en alguna otra banda del espectro
electromagnético”, confiesa. La respuesta fue que no. Nadie había
sido capaz de demostrar que un láser puede generar luz en forma de
remolino, como los torbellinos de viento, acelerando o frenando su
propagación sin intervención externa, pero es un logro tan
extraordinario que acaba de publicarse en la revista Science.
El investigador de la Universidad de Salamanca explica este avance
para Teknautas desde Alemania, donde ha acudido a The World of
Photonics Congress, el encuentro internacional más grande sobre
láseres, que concluye hoy en Múnich. También ha recogido el 2019
Fresnel Prize for Fundamental Aspects, el premio de la Sociedad
Europea de Física para investigadores menores de 35 años que
realizan importantes contribuciones en ciencia básica.

El invento de dos ingenieros españoles capaz de contener las olas de


un gran temporal
JOSÉ PICHEL
Con el tiempo, los rompeolas usados en la mayoría de puertos dejan
de frenar las olas de forma efectiva. ¿Cómo solucionar este
problema? Dos ingenieros españoles lo han conseguido
En los últimos siete años el Grupo de Investigación en Aplicaciones
del Láser y Fotónica (ALF-USAL), al que pertenece el joven físico,
ha publicado en otras dos ocasiones en Science. Con este trabajo ya
es la tercera y además es especial: la investigación de la que nos
habla saldrá en la portada de esta semana –uno de los grandes
escaparates de la ciencia mundial–, lo que da una idea de la
importancia del hallazgo, que comparte con otros compañeros: Julio
San Román, Luis Plaja y Laura Rego.
Ella es la más joven –se estrena en Science– y firma el artículo en
primer lugar, así que en realidad es la más indicada para comentar
su contenido. “Presentamos una nueva propiedad de los haces de luz
que hemos llamado el auto-torque. Cuando agarramos el volante de un
coche con las dos manos y hacemos fuerza para girar, más rápido o
más lento, hablamos de torque mecánico o par de fuerzas. Nosotros
hemos incluido esa propiedad en la luz de forma intrínseca, por eso
le hemos puesto ese nombre”, afirma.

Ilustración del fenómeno descubierto por los investigadores


españoles. (Foto: Universidad de Salamanca)

Los físicos utilizan la expresión “vórtices de luz” para explicar


este fenómeno que se puede crear en un pequeño laboratorio: son como
remolinos de agua o tornados, pero lo que gira es la luz generada
por láser. Hasta ahora habían conseguido crear esa espiral con una
rotación –o momento angular orbital– constante, es decir, que no
cambia de velocidad. La novedad es que por primera vez se acelera o
se frena.
“Esa variación hace que, por definición, digamos que la luz tiene
torque, pero además esta propiedad ya está presente cuando se
genera, no está inducida por ningún elemento de fuera, por eso
hablamos de auto-torque”, apunta Laura Rego. En definitiva, “lo que
tenemos es un remolino de luz que rota más rápido o más despacio a
lo largo del tiempo”. Dicho técnicamente, “su momento angular
orbital cambia con el tiempo”.
Los investigadores del grupo ALF-USAL llevan años realizando
cálculos y simulaciones que posteriormente confirman con
experimentos reales sus colaboradores del Joint Institute for
Laboratory Astrophysics (JILA) de Boulder (Colorado, Estados
Unidos), como en este caso. “Hasta ahora habíamos conseguido hacer
vórtices de luz en nuevos ámbitos, por ejemplo, existían en el
régimen infrarrojo y los hemos pasado al ultravioleta e incluso al
de rayos X. Se trataba de trasladar propiedades ya conocidas, pero
ahora la propiedad que hemos conseguido, el auto-torque, es
completamente nueva”, indica Carlos Hernández.

Estos científicos trabajan con una técnica denominada generación de


armónicos de orden elevado. Consiste en generar un haz infrarrojo
intenso, pero que en interacción con los átomos del gas argón se
convierte en otro haz de mayor frecuencia (menor longitud de onda),
alcanzando el rango del ultravioleta lejano.
Todo ocurre en milbillonésimas de segundo
En esta ocasión, el secreto está en utilizar dos vórtices
infrarrojos distintos, uno está retrasado en el tiempo con respecto
al otro, pero se combinan y, al pasarlos al ultravioleta, generan
estos haces con auto-torque. Quizá una de las cosas más difíciles de
imaginar es que trabajan con pulsos láser extremadamente cortos, que
duran femtosegundos (10-15 segundos o milbillonésimas de segundo).
Sin embargo, la variación de la rotación en el tiempo –aceleración o
deceleración– tiene lugar en una escala de tiempo aún más
pequeña, en el orden de los attosegundos (10-18 segundos). “Eso es
aún más chulo”, asegura el físico.
El experimento real realizado en Colorado coincide plenamente con
los cálculos que los investigadores españoles hicieron en el
Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de
Supercomputación (BSC–CNS) y en el Centro de Supercomputación de
Castilla y León (Scayle). Realizar una sola simulación puede llevar
dos días enteros utilizando mil nodos (procesadores) del primero, es
decir, casi un tercio de la capacidad de uno de los grandes centros
de supercomputación del mundo, lo que da idea de su complejidad.
Para analizar los datos también fue necesaria la ayuda del Instituto
de Ciencias Fotónicas (ICFO) de Castelldefels.

El equipamiento usado en los experimentos para demostrar el hallazgo


de los investigadores españoles.

Además, “no sólo les hemos dicho cómo generar estos nuevos vórtices,
sino cómo medirlos. En el caso de un vórtice ultravioleta normal ya
es muy complicado, así que hacerlo cuando está acelerándose… Cuando
lo propusimos teóricamente dijimos ‘esto va a ser imposible de
medir’, pero desarrollamos una técnica muy sencilla para que
pudieran comprobar la frecuencia de esos haces de luz y ver
claramente si llevaban torque”.
Aplicaciones aún difíciles de imaginar
Las propiedades de los vórtices de luz normales –los que no tienen
auto-torque– ya han dado lugar a aplicaciones en comunicaciones
ópticas, microscopía, almacenamiento de información y aspectos
relacionados con la física cuántica. Por ejemplo, “pueden atrapar
una partícula y hacer que se quede rotando”, en definitiva,
transmitir giros a la materia.
En realidad, son avances experimentales que apenas se han
materializado en aplicaciones tecnológicas concretas pero que han
abierto grandes expectativas por sus posibilidades de interacción
entre la luz y la materia a escala microscópica y nanoscópica. Una
posibilidad: dentro de los materiales conductores, podrían dar paso
a nuevas formas de transmitir las corrientes.
¿Qué aportará la nueva propiedad de la luz a estas futuras
tecnologías? Los jóvenes investigadores españoles se muestran muy
cautos y sólo se atreven a hablar de que tendrá repercusión en el
campo de la ciencia fundamental en escala nanométrica. “De momento,
hemos visto cómo se genera y hemos conseguido medirlo, pero todavía
no podemos saber a qué se podría aplicar”, afirma Laura Rego,
“tenemos ciertas ideas, sistemas que podrían verse afectados por el
impacto de este nuevo haz de luz, pero desconocemos si en realidad
va a ser algo importante o no, quizá no salga nada nuevo. Es
cuestión de que vayamos viendo para qué se puede usar”, agrega.

Ilustración del fenómeno descubierto por los investigadores


españoles. (Foto: Universidad de Salamanca)

“De la misma manera que en las ondas de radio puedes modular la


frecuencia para escuchar la radio, ahora podemos hablar de modular
el momento angular orbital a lo largo de un pulso de luz. Es algo
que nadie había visto y cabe esperar que muchas tecnologías se
beneficien de este avance”, opina Carlos Hernández.
“Si nos fijamos en la historia de los láseres, cada vez que se han
ido descubriendo nuevas propiedades, posteriormente han ido
surgiendo aplicaciones. A pesar de que ahora mismo no tenemos en
mente una aplicación concreta en la que vaya a tener una repercusión
impactante, si uno mira un poco atrás se da cuenta de que gracias al
desarrollo de láseres con nuevas propiedades, como su duración
temporal o su intensidad, se han logrado grandes avances”, añade.
En su opinión, la tecnología láser que se desarrolle a partir de los
avances relacionados con pulsos de láser cortos, intensos y con
diversas propiedades en diferentes regiones del espectro
electromagnético será sobre todo “una herramienta única para
observar la naturaleza”, en el sentido de que permitirán obtener
imágenes en una escala extremadamente pequeña, del orden de los
nanómetros, la millonésima parte de un milímetro. “Proveer a estas
herramientas de una nueva propiedad es lo que tiene más impacto de
nuestro trabajo”, asegura.

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