You are on page 1of 6

6,25-34: ¡No se preocupen!

24 Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al


otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a
Dios y al dinero.
¡No se preocupen!
25 Por eso les digo: No anden preocupados por su propia vida, qué
comerán, ni por su propio cuerpo, con qué se vestirán. ¿La vida no vale
más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Miren las aves del
cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y su Padre
celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? 27 Por lo demás,
¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir una sola hora
a la medida de su vida? 28 Y del vestido, ¿por qué se preocupan?
Aprendan de los lirios del campo: cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. 29
Pero yo les digo: ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa
al fuego, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe?
----
31 No anden preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, o: ¿Qué
vamos a beber? o: ¿Con qué vamos a vestirnos? 32 Que por todas esas
cosas se afanan los paganos. Ya sabe su Padre celestial que tienen
necesidad de todo eso. 33 Busquen primero el Reino de Dios y su [de Dios]
justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura.
----
34 Así que no se preocupen del mañana, pues el mañana se preocupará de
sí mismo. Cada día tiene bastante con su propia preocupación.

Este segundo bloque está unido al primero a través de la formulación por


eso les digo (6,25) y describe más detalladamente una vida que no se
preocupa del dinero, sino que sirve a Dios y que, por medio de una
conducta conforme con las prescripciones de Dios, va acumulando tesoros
en el cielo. Dentro de este pasaje llama particularmente la atención la
reiterada expresión no anden preocupados, que todas las veces va unida a
una o dos preguntas retóricas que corroboran la argumentación,
conduciendo así al lector hacia el objetivo del comportamiento deseado.
Es por ello por lo que cabe reconocer aquí tres unidades: la primera, más
extensa (6,25-30), prepara, a través de preguntas y ejemplos, el
comportamiento adecuado; la segunda (6,31-33) nombra la meta –el
Reino de Dios y su justicia– hacia la que debe orientarse la conducta;
finalmente, la tercera (6,34) añade un fundamento decisivo.

6,25-30: Con los ejemplos del alimento y del vestido, la primera unidad
aborda el tema de la preocupación permanente por lo cotidiano. No se
trata de quedarse con los brazos cruzados y de no trabajar más, ni
tampoco de llevar “una vida inconsciente”; Mateo se refiere aquí al
cuidado exagerado e incesante, que nunca descansa, por eso habla
expresamente de la preocupación por los bienes necesarios y no por los
superfluos. También las imágenes de las aves y de los lirios del campo se
refieren al trabajo cotidiano (sembrar, cosechar, hilar) y describen de
forma muy expresiva el cuidado de Dios por todas sus criaturas: dado que
Dios cuida de ellas, no deben preocuparse ellas mismas, sino que pueden
vivir totalmente confiadas en Dios. Una idea similar se encuentra en el
libro de la Sabiduría: Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que
hiciste, pues, si algo odiaras, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría algo
si tú no lo quisieras?, ¿cómo se conservaría si no lo hubieras llamado?
Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor,
amigo de la vida (Sab 11,24-26). Dios se ocupa incluso de las cosas
prontamente perecederas, como la hierba, de modo que hasta la
proverbial riqueza de Salomón no es nada en comparación con las flores
del campo: si Dios no descuida nada, ¡cuánto más se ocupará de los seres
humanos, del varón y de la mujer, que ha creado a su imagen! La
preocupación por lo perecedero es característica de la fe débil. Jesús ya
enseñó anteriormente a los creyentes que Dios, como Padre, conoce de
antemano sus necesidades, y por eso podemos dirigirnos al Padre, pedirle
nuestro pan cotidiano (6,11) y vivir con plena confianza en Dios, que se
ocupa de nosotros.
6,31-33: La segunda unidad retoma el tema de la preocupación por lo
cotidiano (alimento y vestido), pero esta vez se la atribuye a los paganos
(6,32). Éstos ya fueron caracterizados antes, en el sermón de la montaña,
como quienes tienen un comportamiento típicamente “mundano”: sólo
saludan a quienes les saludan (5,47) y rezan con mucha palabrería (6,7-8).
Los creyentes no deben sentirse absorbidos por las preocupaciones
mundanas, porque eso evidencia una falta de fe; antes bien, deben
ocuparse en primer lugar del Reino de Dios y de su justicia, pues todo lo
demás les será dado luego por añadidura (6,33). De este modo, Mateo
continúa construyendo el sermón de la montaña sobre la primacía del
Reino, y la preocupación por los bienes de este mundo se convierte en un
problema de fe (cf. poca fe en 6,30), porque deja en segundo lugar a Dios
y su Reino.
6,34: En esta última y breve unidad se vincula el preocuparse con el
cuidado por el mañana, y con esto Mateo aborda la solicitud fundamental
del ser humano por su futuro. A menudo, la inquietud por los bienes
mundanos tiene su origen precisamente en la incertidumbre sobre el
futuro; sin embargo, en la Biblia y en la literatura rabínica se encuentra
con frecuencia la advertencia de preocuparse excesivamente por el futuro
y buscar “asegurarse”. En el desierto, el pueblo de Israel debía recoger el
maná para cada día y no almacenarlo: todo lo que se recogía de más, se
corrompía (Éx 16,4.16-21). Y el rabino Eleazar enseña al respecto: “Quien
tiene alimento para hoy y se pregunta qué comerá mañana es una
persona sin fe” (Melkita a Éx 16,4). Un proverbio sapiencial dice: No
presumas del mañana, pues no sabes lo que deparará el día (Pr 27,1). La
advertencia de no preocuparse hoy por el mañana debe entenderse, pues,
desde el trasfondo de que, como ya cada día trae consigo las suficientes
situaciones en las que debemos acreditar nuestra fe, podemos dejar
tranquilamente nuestro futuro en manos de Dios.

3. Dios y el dinero (6,24)

En esta palabra, Jesús presenta el dinero como deificado: es el Señor-dinero, el Dios-


dinero. Y concluye: “No podéis servir a Dios y al dinero”.

4. Abandono en la providencia divina (6,25-34)


Este pasaje evangélico, rebosante de poesía y de sublime sencillez, es de
una elevación espiritual extraordinaria. Es un cántico al amor providente
de Dios, que es nuestro Padre. Cuatro son los motivos de la exhortación:
no sufrir ansiedad por el sustento, buscar a Dios y su Reino, saber que Dios
tiene cuidado de sus criaturas y que es un Padre bondadoso para todos. El
discípulo no tiene que inquietarse excesivamente por el sustento material.
Debe vivir y caminar en la fe y en la confianza, “pues ya sabe vuestro
Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso”. San Jerónimo comenta:
“Labor exercendus est, sollicitudo tollenda!” (¡Hay que realizar el trabajo,
pero suprimir la angustia!). El v. 33 representa la cumbre de la enseñanza:
¡Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os
darán por añadidura!”. El Reinado de Dios, y la perfección moral que
conlleva y exige, es lo máximo; todo lo demás ocupa un lugar secundario.
Mateo 6,24-34
a) Jesús nos presenta otro rasgo del estilo de vida de sus seguidores: la confianza en Dios,
en oposición a la excesiva preocupación por el dinero.
Debe ser un refrán de la época lo de que «no se puede servir a dos amos», y le va muy
bien a Jesús para establecer la antítesis entre Dios y Mammón, entre Dios y el Dinero
(con mayúsculas, el dinero como ídolo, como razón de ser: en arameo, Mammón).
Les enseña Jesús a los suyos la actitud de confianza en Dios, con la comparación de los
pájaros y de las flores. Lo que él no quiere es que estén agobiados (palabra que sale hasta
seis veces en esta lectura) por las preocupaciones de la comida, la bebida o el vestido.
También quiere que sepan mirar las cosas en su justa jerarquía: el cuerpo es más
importante que el vestido, y la vida que el comer. Del mismo modo, el Reino de Dios y
su justicia es lo principal, y «todo lo demás se os dará por añadidura».
b) «Nadie puede estar al servicio de dos amos». Es una afirmación que también a nosotros
nos pone ante la disyuntiva entre Dios y el Dinero, porque es éste un ídolo que sigue
teniendo actualidad y que devora a sus seguidores.
Ciertamente, necesitamos dinero para subsistir. Pero lo que Jesús nos enseña es que no
nos dejemos «agobiar» por la preocupación ni angustiar por lo que sucederá mañana. Los
ejemplos de las aves y de las flores no son una invitación a la pereza. En otras ocasiones,
Jesús nos dirá claramente que hay que hacer fructificar los talentos que Dios nos ha dado.
Y Pablo dirá que el que no trabaja, que no coma.
Estas palabras de Jesús son una invitación a una actitud más serena en la vida. Claro que
tenemos que trabajar y ganarnos la comida: «a Dios rogando y con el mazo dando».
Pero sin dejarnos dominar por el estrés -¿el nombre actual del «agobio» del evangelio?-,
que nos quita paz y serenidad y nos impide hacer nada válido. Vivimos demasiado
preocupados, siempre con prisas. Podríamos ser igualmente eficaces, y más, en nuestro
trabajo si nos serenáramos, si no perdiéramos la capacidad de la fiesta y de lo gratuito, si
supiéramos, de cuando en cuando, «perder tiempo» con los nuestros, y no empezáramos
a sufrir por adelantado por cosas que no sabemos si nos pasarán mañana: «a cada día le
bastan sus disgustos».
También nos enseña Jesús a buscar lo principal y no lo accesorio. A dar importancia a lo
que la tiene, y no dejarnos deslumbrar por necesidades y valores que no valen la pena.
Sobre todo, a «buscar el Reino de Dios y su justicia». Lo demás es secundario, aunque no
lo podamos descuidar. El que concede a cada cosa la importancia que tiene en la jerarquía
de valores de Jesús, está en el buen camino para la paz interior y para el éxito final en su
vida.
PORTUGUES

a) Jesus apresenta outra característica do estilo de vida de seus seguidores: confiança em


Deus, em oposição à preocupação excessiva com dinheiro.
Deve ser um ditado da época em que "você não pode servir a dois senhores", e Jesus
está indo muito bem para estabelecer a antítese entre Deus e Mamom, entre Deus e o
Dinheiro (com letras maiúsculas, dinheiro como ídolo, como razão de ser: em aramaico,
Mamon).
Jesus ensina ao seu povo a atitude de confiança em Deus, com a comparação de
pássaros e flores. O que ele não quer é que eles estejam sobrecarregados (uma palavra
que aparece seis vezes nesta leitura) por causa das preocupações com comida, bebida ou
roupa.
Ele também quer que eles saibam como olhar as coisas em sua hierarquia adequada: o
corpo é mais importante do que vestir-se e a vida do que comer. Da mesma forma, o
Reino de Deus e sua justiça é o principal, e "tudo o mais será dado a você em adição".

b) «Ninguém pode estar ao serviço de dois senhores». É uma afirmação que também
nos coloca diante do dilema entre Deus e o Dinheiro, porque este é um ídolo ainda
corrente e que devora seus seguidores.
Certamente, precisamos de dinheiro para sobreviver. Mas o que Jesus nos ensina é que
não nos deixamos "oprimir" pela preocupação ou angústia sobre o que acontecerá
amanhã. Exemplos de pássaros e flores não são um convite à preguiça. Em outras
ocasiões, Jesus nos dirá claramente que devemos frutificar os talentos que Deus nos
deu.
E Pablo dirá que quem não trabalha, que não come.
Estas palavras de Jesus são um convite para uma atitude mais serena na vida. É claro
que temos que trabalhar e ganhar nossa comida: “a Deus implorando e com o martelo
dando”.
Mas sem ser superado pelo nome atual estresse -¿el do "fardo" do evangelho - que tira a
paz e serenidade e nos impede de fazer qualquer coisa válida. Vivemos muito
preocupados, sempre com pressa. Poderíamos ser igualmente eficaz, e mais em nosso
trabalho se serenáramos, se não perde a capacidade do partido e da gratuidade, se
soubéssemos, de tempos em tempos, "perder tempo" com a nossa própria, e não
começar a sofrer por avançado por coisas que não sabemos se nos acontecerão amanhã:
"todos os dias seus problemas são suficientes".
Jesus também nos ensina a procurar o principal e não o acessório. Dar importância ao
que tem, e não deixar-se deslumbrar por necessidades e valores que não valem a pena.
Acima de tudo, "buscar o reino de Deus e sua justiça". O resto é secundário, embora não
possamos negligenciá-lo. Aquele que dá a cada coisa a importância que tem na
hierarquia dos valores de Jesus, está no caminho certo para a paz interior e para o
sucesso final em sua vida.

You might also like