Oradores exaltan los méritos del Juan Bosch en sus 86 años
Cardenal: El homenaje a Bosch debe ser un compromiso con la Republica Palabras pronunciadas por Su Eminencia Reverendísima, Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez con motivo del 86 cumpleaños del profesor Juan Bosch, en el hotel Jaragua. Un grupo de ciudadanos tuvo la feliz iniciativa de organizar este acto en honor al Profesor Juan Bosch con motivo de su 86° cumpleaños. Ellos han tenido la gentileza no sólo de invitarme a participar en el mismo sino también me han dispensado el honor de dirigirles unas palabras a modo de reflexión. Naturalmente acepté esta amable invitación, primero porque se trata de un homenaje a un dominicano ilustre, muy conocido y reconocido tanto en el país como más allá de nuestras fronteras. He aceptado también porque creo que la República Dominicana, en estos tiempos convulsionados que vivimos, necesita más que nunca testimonios fehacientes de unidad, concordia y buena voluntad. El hecho de que se encuentren aquí esta noche personas representativas de muy diversos sectores, ambientes e instituciones, los partidos políticos, el Gobierno con el Excmo. Señor Presidente de la República a la cabeza y la oposición, las organizaciones profesionales, empresariales y sindicales, el mundo de la cultura y del arte, los comunicadores sociales y otros, esto es una señal inequívoca de que reconociendo nuestras diferencias, podemos compartir, dialogar y sobre todo brindar al querido pueblo dominicano un ejemplo de lo que debe ser la conducta respetuosa hacia los demás de todos los que formamos la comunidad nacional. A fin y al cabo, como tantas veces se ha dicho, es obligación de quien ejerce algún liderazgo contribuir a la educación de sus seguidores, de suerte que un acto como éste, además de la sobrada justificación que lo ha motivado, tiene un admirable e indiscutible carácter testimonial y aleccionador, que puede contribuir a que los dominicanos iniciemos una nueva etapa de mayor aceptación y entendimiento recíprocos. A pesar de las urgencias que a diario nos preocupan y angustian podemos ver y reconocer a las muchas personas y cosas buenas que nos rodean. Nuestra isla con sus montañas, valles, ríos, playas y mares es un inapreciable don del Creador que no siempre hemos sabido apreciar y respetar. Con cuánta propiedad podemos aplicar a nuestra tierra bendita los primorosos versos del incomparable San Juan de la Cruz. "Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura y yéndolos mirando con sólo su figura vestidos los dejó de su hermosura". Así se expresaba el gran poeta y místico español en su sublime Cántico Espiritual, y nosotros sabemos que todos los poetas tienen algo de místicos como todos los místicos tienen mucho de poetas. Pues bien, ese maravilloso conjunto de bienes naturales que Dios nos ha regado no se puede comparar con la grandeza y dignidad del más sencillo de los seres humanos que habitan en estas tierras, y es que el ser humano sobresale entre todas las criaturas como imagen y semejanza de Dios. El salmista, asombrado ante esa grandeza, canta en el salmo 8: "¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra"! Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, ser humano para darle poder? Lo hiciste poco menos que un dios, lo coronas de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies". Por eso Jesús Ben Sirá, el autor del Eclesiástico, después de un canto excepcional a la creación en el cap. 43 de este Libro, se siente obligado para concluir su obra, a ensalzar a los hombres grandes de Israel, presentando a patriarcas, jueces, reyes, profetas, gobernadores, pensadores, poetas, autores sagrados, etc., en una prestigiosa galería de hombres egregios que han engrandecido la historia del pueblo de Dios. “Voy a hacer el elogio de los hombres ilustres, nuestros antepasados de épocas diversas. El Altísimo les concedió muchos honores y los engrandeció desde hace mucho tiempo. Reyes que dominaron la tierra. Hombres famosos por sus hazañas. Consejeros llenos de sabiduría, profetas que podían ver todo, jefes de naciones lleno de prudencia, gobernante de visión profunda, sabios pensadores que escribieron libros, poetas que dedicaban sus noches al estudio, autores que pusieron por escrito su proverbios. El pueblo proclama su sabiduría y la Asamblea pregona su alabanza (Eclesiástico 44, 1- 5,15)". Cada pueblo tiene su historia, y nosotros esta noche queremos imitar el ejemplo del Sirácida rindiendo tributo de reconocimiento y admiración al Profesor Juan Bosch por cuanto ha aportado para engrandecer a la Patria con su fecundo quehacer literario y político y como persona de bien, merecedor del respeto de toda la ciudadanía. Distinguido Profesor, le felicito cordialmente en su cumpleaños y esté seguro que la historia dominicana le ha reservado ya un lugar privilegiado entre sus grandes hombres. Creo, por otra parte, que ésta es una ocasión propicia para que los hombres y mujeres aquí congregados, en representación de toda la Nación, pensemos en los graves y apremiantes problemas que afectan a nuestro país. No los voy a enumerar porque son suficientemente conocidos y a diario los encontramos en los medios de comunicación y se han convertido en temas habituales de tertulias y mentideros. Pero permítaseme que, en esta noche memorable y en la solemnidad de este homenaje, les exprese un deseo que recojo del sentir de innumerables compatriotas, y es que a partir de hoy se nos vea a todos, absolutamente a todos, verdaderamente interesados en ventilar esos mismos problemas, que demostremos capacidad de hablar y de escuchar, que nos olvidemos de cuestiones coyunturales y adjetivas y centremos nuestro diálogo en los asuntos de fondo. Hoy se habla mucho de "agendas nacionales" y no es otra cosa que apuntar a lo medular, hacia lo que es inaplazable y está reclamando soluciones reales y que no nos limitemos a un simple ejercicio de retórica más o menos bien logrado. El homenaje al profesor Juan Bosch debe ser eso, un compromiso con la República Dominicana rubricado por todos, con el firme propósito de continuar encontrándonos en distintos niveles y ambientes, para proseguir nuestro diálogo que nunca podemos dar por concluido. Invocamos, pues, sobre todos nosotros la confortante bendición del Señor, Dador de todo bien. Que Dios nos regale su inefable presencia en esta noche, al tiempo que confiamos a su providencia amorosa la suerte de nuestro amado país. He dicho