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como

un todo, siempre están representados en la conciencia en cierto grado como buenos o malos,
ilesos o dañados, amenazados o fortalecidos. Por tanto, la conciencia es fundamentalmente
emocional. No existe una conciencia pre-emocional o a-emocional. La conciencia existe únicamente
para permitir al organismo saber qué tal está y para permitir que actúe por su propio bien de formas
más sofisticadas que como lo haría si no fuera consciente.
Damasio describió como «sentimientos de fondo» las emociones que sentimos cuando no
estamos experimentando las emociones fuertes (miedo, alegría, ira, etc.) inducidas por intensos
estímulos positivos y negativos. Estos sentimientos de fondo representan un cierto estado de
equilibrio emocional. Cuando el organismo está bien, este estado es placentero. En la medida en que
el organismo está mal, los sentimientos de fondo son negativos. De este modo, la felicidad debe de
ser entonces el sentimiento de fondo de un grupo de sentimientos de fondo positivos como bienestar,
armonía y equilibrio (el propio Damasio los mencionó) que predominan cuando el cuerpo o el
cerebro están bien. Esto explicaría por qué los científicos han encontrado que el ejercicio hace que la
gente esté sensiblemente más feliz.
Quizás la mayor contribución de Damasio a nuestra comprensión de las emociones fue demostrar
que no hay una separación clara entre nuestras facultades emocionales y nuestras facultades de
razonamiento. Dado que cada pensamiento, en los que se incluyen cosas como la ejecución de
cálculos matemáticos, pasa a través de canales emocionales dentro del cerebro, no podemos pensar
efectivamente si nuestras facultades emocionales intervienen de alguna forma. Resolver un problema
matemático, por ejemplo, incluye el esfuerzo para superar el estrés de no saber la respuesta y esta
dimensión emocional de la experiencia apresura el descubrimiento de dicha respuesta.
De hecho, hay un aspecto emocional en todo aprendizaje. Este hecho fue perfectamente
demostrado en estudios en los que los sujetos eran expuestos a series de imágenes, la mayoría de las
cuales eran placenteras o benignas, pero que incluían algunas inquietantes. Aunque al principio el
orden de las imágenes parecía aleatorio, no lo era. Lo interesante es que los sujetos comenzaron a
anticipar correctamente la imagen emocionalmente inquietante antes de que reconocieran
conscientemente el patrón. En concreto, había un aumento de actividad en las regiones cerebrales
asociadas con la aversión, regiones que previamente se habían activado solo después de que el sujeto
viera una imagen inquietante. La enseñanza aquí es que a menudo descubrimos cosas de forma
emocional antes de que las veamos conscientemente y a menudo descubrimos cosas de forma
consciente solo porque antes las hemos sentido emocionalmente. Esta observación valida el método
cuerpo-mente de correr que utiliza las emociones, como el disfrute y la confianza, a modo de guía
del curso del entrenamiento. Estas emociones son los productos del aprendizaje intuitivo inconsciente
sobre los patrones causa-efecto en el entrenamiento, aprendizaje que a menudo está muy por delante
del aprendizaje consciente.
Antes he utilizado comillas en la frase que habla de las «emociones negativas» porque, aunque
semejantes emociones provocan normalmente una experiencia desagradable y son negativas en este
sentido, son naturales, necesarias y útiles y en este otro sentido no son realmente negativas. En este
capítulo hablaré de las así llamadas emociones negativas de miedo e ira. Estas emociones
desempeñan papeles en cada campo de la acción humana, entre ellas, correr. Con demasiada
frecuencia la psicología deportiva tradicional trata el miedo y la ira en el deporte como algo que hay

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