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XVII CERTAMEN LITERARIO 2013

EVARISTO BAÑÓN

M.I. Ayuntamiento
de Caudete
XVII CERTAMEN LITERARIO 2013
EVARISTO BAÑÓN

M.I. Ayuntamiento
de Caudete

Foto de los premiados durante el acto de entrega de premios en el Auditorio


Municipal celebrado el 26 de abril de 2013.
Premiados:

CATEGORÍA A: Alumnos/as de 1º y 2º de Primaria con edades comprendidas entre los 6


y 7 años aproximadamente.
1º Premio Narrativa: “El conejo y la loba” de Paula Puche Herrero
1º Premio Poesía: “La bella princesita” de Ángel Carrión Serrano

CATEGORÍA B: Alumnos/as de 3º y 4º de Primaria con edades comprendidas entre los 8


y 9 años aproximadamente.
1º Premio Narrativa: “El cajón misterioso” de Julia Serrano Sánchez
1º Premio Poesía: “La orquesta y la banda” de David Marco Albertos
Mención De Honor poesía: “Mi amigo” de Sofía Carrión Domenech

CATEGORÍA C: Alumnos/as de 5º y 6º de Primaria con edades comprendidas entre los


10 y 11 años aproximadamente.
1º Premio Narrativa: “El reflejo de Rodrigo” de Irene Mollá Albero
1º Premio Poesía: “Lo que Blancanieves no contaba” de Irene Mollá Albero

CATEGORÍA D: Alumnos/as de 1º y 2º de E.S.O. con edades comprendidas entre los 12


y 13 años aproximadamente.
1º Premio Narrativa: Desierto
1º Premio Poesía: Desierto

CATEGORÍA E: Alumnos/as de 3º y 4º de E.S.O. con edades comprendidas entre los 14


y 15 años aproximadamente.
1º Premio Narrativa: “Érase una vez” de Julia Morales Miranda
1º Premio Poesía: “La perturbación de mi subconsciente” de Juan Antonio Mollá Albero

CATEGORÍA ESPECIAL: Resto de la población.


1º Premio Narrativa: “El Ángel dela bruma” de Joaquín de Saint-Aymour
1º Premio Poesía: “Planos” de Rosa López Caerols
CATEGORÍA A
Primer Premio Narrativa
Título: EL CONEJO Y LA LOBA
Autora: PAULA PUCHE HERRERO

EL CONEJO Y LA LOBA

Había una vez, un conejo que se llamaba Saltarin y una loba que se llamaba Sasa.
Saltarin vivía en una profunda madriguera con su mamá, y Sasa en una oscura cueva.
Siempre jugaban juntos. A las carreras siempre ganaba Sasa, y cuando jugaban a dar
saltos, ganaba Saltarin.
Un día jugaban cerca del río y Saltarin se cayó por el borde del río y empezó a llevárselo
la corriente:
- ¡Socorro, socorro, ayudame Sasa! - exclamó Saltarin.
Sasa no sabía que hacer, pero de repente se le ocurrió una idea, de un árbol cercano
cortó una rama y dijo:
- ¡Saltarin, cogete a la rama! Entonces Sasa tiró y tiró hasta que lo sacó del agua.
Saltarin le dio las gracias a Sasa por salvarle la vida y siguieron jugando todo el día.
Cuando se hizo de noche, cenaron helado de zanahoria y de chocolate, mientras se
acordaban del susto del río, entonces cuando se acercará al río tendría mucho, mucho
cuidado.
Los dos se fueron a dormir, vivieron felices y comieron perdices.

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CATEGORÍA A
Primer Premio Poesía
Título: LA BELLA PRINCESITA
Autor: ÁNGEL CARRIÓN SERRANO

LA BELLA PRINCESITA

La bella princesita
era tan pequeñita
con su minifaldita
del tamaño de una pulguita,
y tenía una melenita
tan rubita
como una margarita
y en su cocinita
preparaba una pechuguita
tan deliciosita
junto a una sopita
y su ensaladita
y le colocaban la coronita
de tan bella y buena
princesita.

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CATEGORÍA B
Primer Premio Narrativa
Titulo: EL CAJÓN MISTERIOSO
Autora: JULIA SERRANO SÁNCHEZ

EL CAJÓN MISTERIOSO

Érase una vez un niño llamado Andrés, que vivía en un pequeño pueblecito en el que
había un único colegio llamado Cervantes, al que iban Andrés y todos sus amigos. Allí se
divertían imaginando e inventando divertidas fantasías.
Andrés vestía con una camiseta verde, pantalón vaquero, zapatillas marrones y un reloj
amarillo. Tenía los ojos azules, era muy sonriente, amable y muy cariñoso.
Un día su madre le pidió que buscara sus guantes en una vieja cómoda, él fue a
buscarlos, y vio todos los cajones llenos menos uno. A Andrés se le ocurrió guardar su
bonito reloj amarillo en el inmenso y hondo cajón vacío. Su sorpresa fue cuando volvió a
buscarlo, los relojes se habían multiplicado, todos idénticos y de color amarillo. Luego,
guardo sus gafas, después sus canicas y así estuvo probando con muchas de sus cosas,
y el resultado era siempre el mismo.
Hasta que un día, el niño pensó que si eso sucedía con su juguete más preciado. Sería
maravilloso. Sin dudarlo, dejo su Nintendo en el interior del cajón y lo cerro con rapidez,
pero sucedió todo lo contrario, la maquinita había desaparecido. Inclino el cuerpo
buscándola y se coló dentro. Fue a parar hasta un pintoresco bosque y contempló
asombrado como todas sus cosas estaban bajo un frondoso árbol.
Andrés rompió a llorar angustiado porque no sabía cómo volver a casa, en ese momento
apareció un duende con un pequeño cajón bajo el brazo y le preguntó por qué estaba tan
triste. Andrés le contó todo lo que había sucedido, entonces el duende le pidió que si creía
en la magia, cerrará los ojos y metiese la mano en el pequeño cajón formulando su deseo
de regresar.
Cuando abrió los ojos estaba en el cuarto de sus padres, con el cajoncito entre las manos.
Agotado se quedó dormido con el único deseo de guardar en el cajoncito sus pequeños
tesoros.
Cuando el padre de Andrés volvió del trabajo, entró en la habitación y lo despertó con un
beso, el niño pensó que todo había sido un sueño hasta que su padre le preguntó que
objeto era el que tenía entre sus manos. Andrés le contesto que era el recuerdo de una
fantástica aventura que había vivido.
El padre sintió curiosidad por el relato que había escuchado y abrió el misterioso cajón de
la vieja cómoda. Ante sus ojos apareció una carta que decía:

“En mí tus secretos guardaras y en la magia creerás. Tus deseos se cumplirán, pero de
cosas materiales no serán”.

Desde entonces, Andrés y su padre escriben bonitas historias sobre magia y las guardan
en el viejo cajón de la cómoda, que nunca más volvió a estar vacío sino lleno de bonitas
fantasías de un padre y un hijo.

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CATEGORÍA B
Primer Premio Poesía
Título: LA ORQUESTA Y LA BANDA
Autor: DAVID MARCO ALBERTOS

LA ORQUESTA Y LA BANDA

En la orquesta hay violines En la banda hay tubas


tocando no desafines. que se toman unas uvas.

En la orquesta hay violas En la banda hay trompetas


que tocan las olas. que se quitan las caretas.

En la orquesta hay contrabajos En la banda hay una caja china


los que tocan no son bajos. que la toca mi amiga Joaquina.

En la orquesta hay violonchelos En la banda hay un cencerro


que se toman unos caramelos. también lleva uno el perro.

En la orquesta hay un director En la banda hay un güiro


que también es un conductor. que da un giro.

Todos somos orquesta En la banda hay maracas


y ni uno la detesta. que la toca el de Caracas.

En la banda hay saxofones En la banda hay cabasa


que saludan a los trombones. que el que la toca la pasa.

En la banda hay flautas En la banda hay triángulos


que miran las pautas. que cogen los ángulos.

En la banda hay un clarinete En la banda hay panderos


que juega en el Albacete. que se se parecen a unos ceros.

En la banda hay trompas En la banda hay un platillo


que parecen que hinchan pompas. que suena más que un martillo.

En la banda hay un oboe Y la orquesta y la banda son felices


que lo toca mi amigo Noé. y comen perdices.

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CATEGORÍA B
Mención de Honor Poesía
Titulo: MI AMIGO
Autora: SOFIA CARRIÓN DOMENECH

MI AMIGO

Mi amigo es un conejo
viejo y reviejo,
como no corre, lo dejo.

Encima de su pellejo
se le acerco un cangrejo
que venía de muy lejos.

Le dijo: ¡oye viejo!


Si no vienes, ahí te dejo.

Si quieres un buen consejo,


cuidado con los conejos.

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CATEGORÍA C
Primer Premio Narrativa
Titulo: EL REFLEJO DE RODRIGO
Autora: IRENE MOLLÁ ALBERO

EL REFLEJO DE RODRIGO

Rodrigo es un muchacho corriente. Sus notas no son demasiado buenas; en los boletines
del colegio, siempre saca bienes o notables, excepto algún sobresaliente en educación
física. Él tiene ocho años, y vive en un piso sencillo arriba de un bar, con su padre,
Antonio, su madre, María José, y la pequeña Carlota, que entonces venía de camino.
Rodrigo es pelirrojo, y alto para su edad. Rodrigo es un amante de los coches, cuando
pasea con su padre por la calle, siempre anda diciendo el modelo de los coches que hay
a los lados. Claro, que con su madre no lo puede hacer, ¡eso le pone de los nervios! Pero
con su padre se lo pasa bomba, porque él comparte su pasión por los motores. Bueno, es
que hasta hace poco, el padre de Rodrigo trabajaba en un taller de coches, pero perdió el
empleo, y ahora sólo les queda el sueldo de su madre, que cuida de personas mayores.
Aunque a Rodrigo no le importaba mucho esto, pues lo que realmente le importaba, era el
mal humor con el que su padre se levantaba por las mañanas, y claro, se lo contagiaba a
su madre y cuando llegaba la noche ya estaban los dos malhumorados.
Un sábado, Rodrigo se despertó temprano, alrededor de las ocho, se levantó de la cama
un poco zombi, y se fue al cuarto de baño para lavarse la cara. El lavabo estaba a la
derecha de la puerta y tenía un pequeño espejo arriba. Rodrigo levantó la cabeza y se
miró en el espejo; tenía el pelo revuelto y la cara hecha una pena, pero se sonrió y el niño
del espejo le devolvió la sonrisa. Abrió el grifo y se inclinó para lavarse la cara, pero su
reflejo seguía ahí, con una sonrisa en la cara y sin moverse. Rodrigo no se dio cuenta,
hasta que se secó la cara y vio que su gemelo le observaba con expresión impaciente y
los brazos cruzados. Se sobresaltó y saltó hacía atrás reprimiendo un grito. Su reflejo se
puso el dedo indice en los labios pidiendo silencio , y misteriosamente, comenzó a hablar.
– ¡Silencio, por favor!
– ¿Ha-ha-ha-has hablado? - Balbuceo Rodrigo.
– Sí, bobo, ¡pero no grites, que si despiertas a tu padre, te caerá una buena! -Le riñó
su reflejo- he venido a avisarte, así que será mejor que prestes atención – le
sugirió, y viendo que Rodrigo asentía con la cabeza continuó: - los demás reflejos
de tu casa están furiosos, ¿sabes?
– ¡Enfadados! ¿Desde cuándo los reflejos se enfadan? - Interrumpió Rodrigo.
– ¿Me dejas seguir? - Rodrigo asintió de nuevo – bien, ¿sabes que tus padres están
tristes?
– Sí, claro. Despidieron a papá, pero... ¿qué tiene eso que ver?
– Tiene que ver con que sus reflejos están enfadados porque no sonríen cuando se
miran al espejo, es decir, si tus padres están de mal humor, sus reflejos también,
¿entiendes? - Explicó el reflejo.
– Entiendo, pero, ¿de qué me vas a avisar? - Respondió Rodrigo cada vez más
asombrado con la idea de que su reflejo le estuviera hablando.
– Se están planteando hacer una huelga, Rodrigo – confeso el reflejo-.
– ¿Cómo? ¿En serio?

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– Muy en serio, Rodri – dijo el reflejo-. Eso quiere decir que cuando tus padres se
miren al espejo, no se verán reflejados, o aún peor, verán a su reflejo sacándole
burla o algo peor.
– Vaya, ¡eso no lo puedo permitir! - Se reveló Rodrigo – se pondrían de peor humor,
si es que aún se puede más, y entonces cuando nazca Carlota, los verá siempre
enfadados... ¡Pero eso no puede ser!
– ¡Sí, señor! Pero, ¿sabes cómo evitarlo? - Probó el reflejo, y vio cómo Rodrigo
negaba con la cabeza. - ¿No? Bueno, estás de suerte, porque yo sí . Mira Rodrigo,
tenemos que conseguir que tus padres estén contentos, ¿vale? Bien, pues para
eso te necesito. Tendrás que portarte muy bien.
– ¡Pero si yo ya me porto muy bien! - Protesto Rodrigo.
– Bueno, pues mejor. Tienes que intentar sacar mejores notas, hacer las tareas de
casa, no enfadarte con tus padres... ¿entiendes ahora? - Explicó el reflejo.
– ¡Jo! - Se enfurruñó éste.
– Bueno, Rodrigo, yo voy a avisar a los reflejos de tu madre y de tu padre de que lo
intentarás, ¿vale? ¡Venga, machote, que tú puedes! - Le animó el reflejo, antes de
volver a hacer, bueno... ¡lo que todos los reflejos hacen!

Rodrigo se quedó mirando unos instantes el espejo, embobado, pensando en lo que


acababa de ocurrir. Y después, salió corriendo a la cocina, con la idea de prepararle el
desayuno a su padre.
Luego de levantarse su padre, e ir al comedor, se encontró en la mesa un zumo de
naranja con pulpa flotando arriba, una tostada quemada con mantequilla untada, muy
irregularmente, por encima y a su hijo Rodrigo, sonriendo, sentado en el sofá. Y se rió.
Hacía tiempo que no se reía, y entonces supo Rodrigo que su plan había funcionado, y
que tenía que seguir con las instrucciones que su reflejo le había dejado.
Los siguientes meses hizo todo lo que estuvo en sus manos para mantener a sus padres
contentos. Mejoró sus notas: lo que antes eran bienes, ahora eran notables, y lo que
antes eran notables, ¡se habían convertido en sobresalientes! Atendía en la clase, y en
casa hacía todas las tareas que su madre le mandaba, que cada día estaba más gorda. Y
en cuanto a su padre... bueno, consiguió más de lo que esperaba.
Una noche, cuando iba a lavarse los dientes, su reflejo volvió a hablarle, dándole un susto
de muerte, para variar. Pero esta vez le dijo:
– ¡Rodri, amigo, lo conseguiste! Tus padres están contentos, y los reflejos ya no
harán huelga-
– ¡Bien! ¡Toma! - Exclamó Rodrigo.
– Bueno, muchacho, ahora ya puedes ser el mismo de antes – dijo su reflejo.
– Ya... Pero he decidido que me gustá más cómo soy ahora – espetó el niño.
– Tiene su lado bueno; mis padres ya no están de mal humor, y yo estoy contento
por eso.
– ¡Bueno, bueno! ¿Así que optaste por seguir así, eh? ¡Muy listo, Rodrigo! Ya verás, -
le tranquilizó su reflejo- que todo se arreglará pronto.
– Gracias, -respondió el muchacho.
– Vaya, he de irme, pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso de tí, amigo,
¡hasta la próxima! - se despidió el reflejo- y luego volvió a adoptar la forma de
Rodrigo, y a copiar sus movimientos.

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Los meses siguientes fueron los mejores de la vida de Rodrigo. Porque al cabo de un mes
de la última vez que el reflejo le habló a Rodrigo, nació su hermana Carlota, y todos, hasta
su padre, se alegraron muchísimo.

Y al final, aunque pasaron varios meses, su padre consiguió trabajo en un taller de la


zona, y firmó un contrato, que según le dijeron a Rodrigo, garantizaría el trabajo de su
padre cinco años más en aquel taller.

Porque, en fin, ocurrió lo que su reflejo le dijo a Rodrigo, “Todo se arreglará pronto”. Y
todo esto sucedió, en parte, gracias a Rodrigo, por ser tan bueno con sus padres, aunque
tenga sus cosillas, porque gracias a él, su padre tenía más ánimos para levantarse, e ir a
buscar empleo con más ímpetu. Y hasta hoy, a veces, cuando Rodrigo se mira en el
espejo, ve que su reflejo le guiña el ojo y le sonríe.

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CATEGORÍA C
Primer Premio Poesía
Titulo: LO QUE BLANCANIEVES NO CONTABA
Autora: IRENE MOLLÁ ALBERO

LO QUE BLANCANIEVES NO CONTABA

Bajaba el príncipe azul,


corriendo de sus aposentos.
Quería ver a su amada,
¡aquel día estaba contento!

Un hermoso sueño había tenido mientras dormía,


¡el pueblo les aclamaba,
y la princesa le sonreía!

Fue, radiante, a la cocina,


preguntando por su mujer.
Y la cocinera le dijo:
“¡no la vimos aparecer!”

Fue andando, decepcionado, al comedor de al lado,


¡tampoco estaba allí!
¿Le habría abandonado?

Siguió su búsqueda por palacio,


contándolo por doquier,
preguntándose por Blancanieves,
recordando lo que hizo ayer.

A todo el reino avisaron,


que la princesa se había perdido.
A ver si la habían visto,
o en encontrarla se daban brío.

El príncipe, llorando, se sentó en un banco del jardín,


cuando una sombra rara, apareció por allí:
¡Amado! ¿Por qué lloras? - le dijo la princesa perdida- ¡he ido a comprar
frambuesas! ¡Para el postre de la comida!

Con los ojos como platos,


abrazó fuerte a la princesa.
¡No sabía si por alegría,
o por haber traído frambuesa!

-¡Te iba a dar una sorpresa!


-Confesó la humilde mujer-
¡Prepararía una compota, o mermelada, o un pastel!

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Y es que las frambuesas, le encantaban al príncipe Azul,
y se las comía todas de golpe,
este príncipe... ¡Que gandul!

Celebraron una fiesta,


en honor a la princesa.
E invitaron a todo el reino,
¡a tarta de frambuesa!

Pero al cabo de una hora...


¡El pueblo cayó desmayado!
Porque las frambuesas que compró Blancanieves,
¡la bruja mala había envenenado!

Todos, menos príncipe y princesa,


que aún no habían probado bocado,
ellos escondieron a los pueblerinos,
¡como si nada hubiese pasado!

Y es que Blancanieves, sólo cuenta la otra historia.


Y cuando le preguntan, “¿qué pasa después?
¡Dice que le falla la memoria!

Porque en la vida, parece todo color de rosa.


Pero a veces guardan secretos,
como esta trolera esposa.

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CATEGORÍA E
Primer Premio Narrativa
Titulo: ÉRASE UNA VEZ
Autora: JULIA MORALES MIRANDA

ÉRASE UNA VEZ

Siempre la misma rutina. Levantarse, hacer el desayuno, vestirse, coger el metro e irse a
trabajar. Muchas veces pienso: “Con cinco años quería tener una juguetería, con doce ser
futbolista, con dieciséis años hacer el vago y vivir de mis padres, con
veintidós...retroceder en el tiempo, terminar mis estudios en el instituto y comenzar en la
universidad”. Pero los sueños, ¿se pueden hacer realidad?

Me llamo Víctor Cortés. Tengo 25 años y vivo solo. Bueno, en realidad vivo con mi perro
Monito, y no sé que hacer con mi vida. No soy una persona muy sociable. Mi ligera
tartamudez siempre me ha impedido relacionarme con los demás. Desde que murieron
mis padres, mi mejor compañera y amiga ha sido mi televisión.

Trabajo en una librería donde se venden no solo libros nuevos sino también de segunda
mano. Es muy antigua y está llena de estantes, algunos cubiertos de polvo. ¡Pero no os
equivoquéis! No es mía. Fue el único trabajo que pude encontrar, y eso a pesar de que no
me gustan mucho los libros. Bueno, no es del todo cierto. La librería es de mi tío Manuel,
un loco enamorado de los libros, que se había ocupado de mi desde que habían muerto
mis padres. Como no quise estudiar, y veía mi poco interés para buscar trabajo, decidió
que era hora de trabajar para él. Somos cinco empleados y yo me dedico especialmente a
ordenar los estantes o a cobrar en la caja, ya que el contacto directo con los clientes me
pone nervioso. Lo que más me molesta de este trabajo es que la gente me pida consejos
sobre los libros más adecuados para cada ocasión, porque no tengo mucha idea de que
van. Por eso, siempre que me preguntan los mando a otros de mis compañeros para que
les aconsejen algún libro. Cuando llego a casa prefiero ver la televisión o jugar con mis
video juegos. ¡Sí! ¡Ya sé que tengo 25 años!

Todo eso es lo que hubiera contado de mi vida, si no hubiera sido por algo que me pasó
hace más o menos un año. Era un lunes más por la mañana, y cómo siempre, era el
primero en llegar al trabajo. Cuando me disponía a abrir la librería, una chica se acercó y
me dijo: - “¡Hola! Soy Ana. Hoy es mi primer día de trabajo. Tú debes ser Víctor” - La mire
sorprendido porque, sencillamente, nadie me había dicho ni una sola palabra. -”¡Hola! Sí,
soy Víctor. Perdona mi sorpresa, pero mi tío Manuel no me dijo que había contratado a
otra persona” - Ana, me dijo que tenía 21 años. Era una chica muy especial, muy bonita,
aunque un poco rara. Llevaba el pelo muy corto y de color violeta, y vestía de forma muy
extravagante. En sus ojos había un brillo especial.

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Soy una persona de pocas palabras pero, sorprendentemente, congeniamos desde el
primer momento. Ese día, ya nos pusimos a hablar durante horas. Desde ese momento,
el ir al trabajo se convirtió en algo placentero. Yo le contaba cosas de mí y ella me
hablaba de todos los viajes que había hecho, y de cómo se lo había pasado. Yo estaba
muy sorprendido de que una persona tan joven hubiera viajado tanto. Por eso un día le
dije: -”¡Guau! ¡Cuanto has viajado! Por lo que me has contado, has estado en lugares muy
bonitos, aunque la verdad sus nombres son muy extraños. Nunca los había oído”. Ana me
dijo, con una sonrisa en los labios: -”No Víctor. Todos esos viajes no son más que pura
fantasía. Los he vivido a través de todos los libros que he leído”.
Me quedé asombrado por lo que me había dicho Ana. Nunca había creído que uno se lo
pudiera pasar tan bien con los libros y vivir tantas aventuras. Pero Ana era la prueba de
que sí era posible. Decidí prestarle más atención a los libros, sobre todo para que Ana no
pensará que era un ignorante. Siempre me había gustado la fantasía por lo que le
pregunté que si me podía recomendar alguno en especial. Me dijo que la Historia
Interminable era uno de sus libros favoritos, ya que de pequeña se lo leía su padre antes
de irse a la cama. Ya era hora de cerrar, pero antes, me acerqué al pasillo de los libros de
fantasía, busqué el que me había dicho Ana y me lo llevé a casa. Cuando llegué, estaba
deseando tumbarme en la cama para ponerme a leer.

En menos de una semana acabé el libro y le dije a Ana, lo mucho que me había gustado.
Le pedí que me recomendará más libros. Desde entonces, todas las semanas leía un par
de libros, que luego comentaba con ella. Me parecía mentira que hubiera estado tanto
tiempo rodeado por tantos libros y que no hubiera sido capaz de leer ninguno. Poco a
poco, fui cambiando mis gustos y me reencontré con autores que recordaba de mis
tiempos de instituto. Leí libros de aventuras, de piratas y corsarios, viajando a los lugares
más lejanos del mundo. Me asusté con historias de fantasmas y de monstruos. Perseguí a
crueles asesinos y resolví crímenes y misterios. Me enamoré de las más lindas damas y
luché contra molinos. Viajé a galaxias lejanas y me enfrenté a cientos de enemigos. En
definitiva, los libros me enriquecieron y me llenaron de vida.

Un día, buscando unos libros en la estantería que estaba junto a la puerta del almacén, vi
algo que me llamo la atención. En lo más alto de la estantería había como una especie de
libro de piedra clavado en la pared. Fui a por una escalera, subí e intenté cogerlo. De la
fuerza que hice al estirar del libro, me resbalé y caí. Entonces el libro se inclinó hacía
atrás y la estantería se corrió hacía la derecha, dejando al descubierto un largo y oscuro
pasillo.

No estaba seguro de hacía donde conducía ese pasadizo, pero decidí que lo iba a
averiguar. Cuando entré, la estantería se cerró y me pegó un susto de muerte. Ya no
había forma de volver atrás. Era un largo pasillo, pero parecía que había una tenue luz al
final del túnel. Después de tropezar varias veces en la oscuridad, llegué a una puerta que
estaba entornada, y de la que salía la luz de una vela, -”Creía que no ibas a llegar nunca”.
-Exclamó.

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Lo que pasó a continuación fue lo que de verdad cambió el resto de mi vida. Mi tío me
explicó que mi familia había sido la guardiana de los libros y las palabras desde el
principio de los tiempos. Al principio se encargaban de conservar los cuentos e historias
que se transmitían oralmente. Después, fueron los encargados de custodiar todo el saber
que aparecía en los libros. Y ahora, era mi turno de encargarme de esa tarea. Mi tío me
dijo que él ya estaba viejo y que quería retirarse en unos años y que yo debía ocupar su
posición. Sin embargo, hasta ahora no había podido hacerlo, ya que yo no tenía ningún
interés por los libros. -”Sólo un verdadero enamorado de los libros puede desempeñar
esta función. Nadie que lo haga por obligación está destinado a ser guardián”. - Me contó.
Por eso, él no me había dicho nada antes. Sólo cuando comprendió que me había
enamorado de las palabras fue cuando decidió que había llegado el momento.

Mientras mi tío me contaba esto, una voz que reconocí enseguida, sonó a mis espaldas.

-”Pero necesitabas un pequeño empujón”. - dijo esa conocida voz. Cuando me giré, me
encontré con la mirada de mi amiga Ana. Inclinando la cabeza hacía mi, continuó:
-”Permíteme que me presente. Soy Calíope, una de las musas de las bellas artes. Tu tío
me pidió ayuda para que comenzaras a amar los libros, ya que este trabajo estaba siendo
muy pesado para él. Es una labor muy importante y pesada el estar a cargo de todo el
conocimiento de la humanidad. Y tú tenías que espabilarte".-.

Desde ese momento, compredí que mi vida ya tenía un propósito. Todos esos años en los
que el aburrimiento y la rutina eran lo único que encontraba en mi vida se habían
acabado. Iba a ser un Guardian de las Palabras. Aunque tenía miedo, no iba a estar solo.
Mi tío me enseñaría y las Musas me guiarían en mi aprendizaje...

Ahora, un año después de mi encuentro con Ana, o más bien con Calíope, acabo de
regresar del más maravilloso viaje de todos. ¡Sí! ¡He estado en el país de la imaginación!
Y, amigos mios, os puedo decir, que no hay lugar más maravilloso que ese. Si no me
creéis, abrir un libro y ya me contaréis...

"Érase una vez..."

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CATEGORÍA E
Primer Premio Poesía
Titulo: LA PERTURBACIÓN DE MI SUBCONSCIENTE
Autor: JUAN ANTONIO MOLLÁ ALBERO

LA PERTURBACIÓN DE MI SUBCONSCIENTE

Expuesto, bajo la luz del candil


a la inmensidad del mundo
estos versos me propuse escribir,
y cuan a mi pesar dudo
los sintáis como los viví.

Tumbado en mi cama yacia


sobre las doce ya pasadas
y en mi soledad leía
aquellas páginas arrugadas.

Mi mente me abandonaba por momentos


Pues estaba ya entrada la noche.
¿Cuantas horas permanecí?
Realmente, no lo recuerdo.

Relámpagos negros trastornaban mi visión.


En un mundo en el que solo dos cabían,
y todos los demás, inexistente, desaparecían.

Hormigueos cruzaban mis piernas dormidas.


El peso de mis brazos aumentaba.
Y mi mirada, aparentaba perdida.

Un último intento de leer fracasaba,


cuando mi débil voluntad fue vencida.

Todo es oscuro ahora.


Todo ha desaparecido.

En la lejanía de este lugar,


nació un filo de luz, como el que se
ve por la rendija de una puerta.
Pero poseía algo peculiar...

Una luz familiar,


en un mundo que desconozco.
Que se iba a apagar,
consumida por las tinieblas.

14
Decidí acercarme para investigar.
La luz procedía de un armario.
Algo me incitaba a abrirlo para mirar,
mas fue mover la mano y comenzó a hablar.

-¿Qué intentas hacer?- Le oí preguntar.


La voz sonaba lejana y borrosa.
-¿Quién eres?- Respondí asustado.
-Soy parte de tí – dijo con voz misteriosa -
Y desde siempre, te he acompañado.
-¿Cómo es posible? ¡Jamas he estado...!
-¿Conmigo? - Me atajó – Siempre, a tu lado.

La voz sonaba en todas partes y en ninguna,


fluía un torrente de pensamientos en mi mente.
Mas no encontraba coherencia alguna.

-Soy fruto de tí – prosiguió -


Y causa de esta situación.
Soy tu "yo" creativo.
Soy el que te incita,
soy el que te obliga.
Soy una sección de tí,
que no puedes controlar.

Un odio se apodero de mi agravio,


y en la desesperación de la oscuridad,
con mi cuerpo consumido por el agobio,
me dispuse romper las cadenas de mi libertad.

Me abalancé contra el vacío,


y justo en ese instante
sentí un silbido,
y fui cegado por un destello incesante.

Reinaba ahora el silencio.

Abrí los ojos; colores nunca vistos se mostraban.


Un paisaje completamente nuevo.
No recuerdo bien que fue lo que entonces admiraba,
pero si recuerdo; como peces suspendidos en el aire flotaban.

Un mundo mágico nunca imaginado.


Allí el tiempo era medido por un metrónomo.
Las aspas de los molinos eran alas de mariposas.
Y la luna inmersa en el agua, iluminaba el cielo enterrado.

15
Estrepitosamente me precipité al suelo
y mi cara aterrizó en el libro.
Durante todo este tiempo había estado dormido.

Alcé la vista y allí estaba el armario


iluminado por la tenue luz de la vela.
Mas revise la habitación,
y no encontré vida en ella...

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CATEGORÍA ESPECIAL
Primer Premio Narrativa
Titulo: EL ÁNGEL DE LA BRUMA
Autor: JOAQUÍN DE SAINT-AYMOUR

EL ÁNGEL DE LA BRUMA

Ha pasado el tiempo, pero todavía conservo muy vivos en mi memoria los años que residí
junto a mi anciana tía Dora Boronat en su mansión de Barcelona. Dora vivía en una
confusa niebla de recuerdos cuando yo llegué desde Caudete para estudiar Filosofía y
Letras en la Universidad de Barcelona, porque siempre quise ganarme la vida como
escritora.
Por ahorrar los gastos de la estancia en la gran ciudad mis padres me recomendaron
alojarme con la vieja tía Dora, viuda y solitaria, una mujer de gran genio, que todos habían
relegado al olvido, quizá esperando a que falleciese para heredar. Yo no la conocía de
nada, pero accedí a ello, en parte porque sentía curiosidad por aquiel miembro de la
familia tan desconocido.
Y lo cierto es que me sorprendió. Dora era una mujer achacosa pero, de porte digno, cuyo
rostro parecía un camafeo antiguo. Pasaba día y noche recluida en su torre de principios
del siglo XX, construida entre la boscosa ladera del Tibidabo. La casa tiene su valor,
porque los Boronat habían sido una familia de gran alcurnia y empaque. Por aquel tiempo,
la mansión era el último vestigio de toda esa gloria marchita, cubierta por la ceniza del
olvido. En la cima del torreón cilíndrico que corona la casa figura una veleta en forma de
ángel portando en las manos una espada de fuego, cuya silueta metálica todavía
sobresale por entre los árboles que rodean el jardín asilvestrado de la finca.
Mi tía Dora padecía desde hace años la fatídica dolencia del Alzheimer. Cuando llegué
desde Caudete se me cayó el alma a los pies, al ver cómo vivía, sola en el interior de
aquella enorme mansión, con la única compañía de un gato viejo, despeluchado y casi
ciego llamado Fu-Manchú, que se pasaba el día durmiendo enrrollado en su regazo,
mierntras ella, junto a una de las ventanas que daban al frondoso jardín, todo el rato
suspirando de nostalgia, sumida, supongo, en la evocación de sus años mozos, cuando
era la señorita más guapa de la ciudad.
Los dolores artríticos y la fatiga crónica le impedían salir ni siquiera para poder comprar lo
más básico. Braulio, un hombre mayor, que había trabajado de jardinero en la mansión
cuando mi tía Dora todavía era la señora Boronat y no la sombra del espectro en el que
se había convertido por culpa del abandono familiar, atendía las necesidades más
urgentes de la viuda con la fidelidad de un viejo perro guardián.
Mi presencia llegó a la vida de Dora como una brisa fresca de primavera oreando el rancio
ambiente donde habitaba. Todo el tiempo que me dejaban libres las lecciones de
Literatura en la Universidad, se lo dediqué a ella. Pusimos en orden las habitaciones más
utilizadas, ordené a un supermercado del barrio que trajese la compra de la semana,
sacamos de los baúles y los grandes armarios, que poblaban las alcobas, los vestidos de
su época gloriosa y salimos juntas a pasear, dejando al viejo gatazo medio ciego, que se
había vuelto un perezoso.
Me gustaba el estilo y los modales de la vieja dama, la dignidad con que afrontaba sus
achaques. Pero el efecto del Alzheimer había retrasado su reloj biológico al de una niña
de diez años, ingenua y romántica, perdida en los laberintos de su memoria. En ocasiones
razonaba con absoluta coherencia, porque poseía mucha cultura y educación. Otras
veces parecía no estar presente. Me hablaba con voz evocadora y romántica de que un
ángel bello, luminoso y radiante, la visitaba por las noches en su alcoba.
17
Preocupada por su equilibrio mental, decidí acudir al ambulatorio para ver si los médicos
podían hacer algo, retrasar siquiera un poco la evolución de su dolencia, porque yo le
había cogido mucho cariño y sentía verla declinar. Enseguida le recomendaron un
tratamiento paliativo y ella, casi de la noche a la mañana, empezó a mejorar, tan lúcida y
mejorada que sorprendía. Sin embargo, Dora continuaba empeñada en lo de las visitas
del ángel en plena noche dentro de su alcoba, cuando el silencio y la quietud reinaban por
todo aquel enorme caserón.
Es verdad, que mis padres me habían advertido antes de venir. Por lo visto había sido
siempre una mujer fantasiosa y fabuladora. Braulio me confesó una tarde que mi tía Dora
poseía una gran intuición, como la de los gatos, que perciben a los espíritus, los
fantasmas y las almas en pena. Todo aquello me pareció fruto de la superstición, propia
de personas mayores y sin cultura, y no le concedí mayor importancia.
Una noche, que no podía dormir por causa del nerviosismo que precede a un examen
importante, me levanté para ir a la cocina en busca de un vaso de agua y algo que comer.
Era una noche de luna llena, cuyo pálido fulgor inundaba el ambiente de aquellas rancias
habitaciones y salones poblados por muebles antediluvianos, carcomidos y polvorientos.
Al pasar frente al cuarto de mi tía escuché un murmullo a través de la puerta entreabierta
y me asomé, creyendo que me llamaba para pedirme algo. La habitación flotaba en la
claridad envolvente de la luna. Mi tía estaba sentada en la cama, cubierta con su camisón
blanco de bordados y encajes, el pelo plateado cayendo lacio por encima de los hombros,
tan pequeños y huesudos como una frágil muñeca de trapo rellena de borra y alambre.
Tenía el rostro transfigurado, los ojos perdidos en algún punto de la estancia, y hablaba en
susurros, como quién comparte un secreto personal o confiesa sus pecados en la
penumbra del confesionario. Empujé despacio la puerta entornada y entonces lo vi. ¡Lo vi!
Un fulgor atmosférico atravesaba los visillos que colgaban del balcón abierto a la
espesura del jardín, de donde penetraban olores a hojas muertas y maleza silvestre. La
brisa de la media noche soplaba suave sobre los visillos blancos elevándolos en el ailre
como sudarios.
En el rincón más oscuro de la elegante alcoba, toda tan recargada y barroca, palpitaba
una bruma refulgente, que parecía ir cobrando la vaga forma de un ángel, como el de la
silueta metálica y herrumbrosa que coronaba el torreón de la casa. Me quedé sin aliento,
con el pecho encogido y la mano derecha crispada en la manivela de la puerta. No sé
cuanto tiempo pasó, ni siquiera estoy segura de lo que vi aquella noche de verano, si mi
tensión me jugó una broma pesada y no fue más que un espejismo. Pero durante años no
he podido apartar de mi cabeza la figura de aquella bruma suspendida en el aire. Dicen
que únicamente los niños y los dementes pueden ver a los fantasmas. Pero ahora estoy
segura de que la vejez nos devuelve al niño que fuimos y regresamos al país de la
infancia.
Fue al día siguiente, cuando decidí quedarme junto a Dora, no de manera esporádica,
sino para el resto de la vida que le quedase. Mis padres pensaban que yo le hacía con
ello un gran favor, pero era más bien al contrario, porque yo estaba encantada con su
ingenio, su idealismo, aquel entusiasmo casi juvenil por la vida, por cada rasgo
insignificante; su elegancia, el porte de la gran dama, su dignidad para sobrellevar la
dolencia física sin quejarse nunca de nada. Decidí quedarme con ella y comenzar a
escribir. La vieja mansión sumida entre los árboles era el sitio perfecto para ello.

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Cuando bastante tiempo después falleció mientras dormía junto a la ventana, con el gato
en el regazo, me quedé a residir en la mansión, ya con mi título universitario. Esta carta
es mi opera prima, confio en que sirva para concienciar a las personas, tanto pacientes
como familiares, de que la senectud no es una enfermedad. La verdadera enfermedad es
el abandono. Por eso, la mejor medicina del mundo continúa siendo el afecto y la
consideración.

Mi tía me legó la formidable mansión del Tibidabo coronada por la veleta del ángel. Y aquí
sigue, con el torreón sobresaliendo entre la espesura del bosque, igual que un castillo
encantado. Fu-manchú duerme durante casi todo el día enrollado en el sillón de junto a la
ventana, el mismo que ocupaba Dora. En ocasiones, cuando la humedad que flota sobre
los pinares del Tibidabo exhala su aliento blanquecino, he podido ver una sombra difusa
elevándose por encima de la mansión. Y entonces comprendo que mi tía vive ahora de
otro modo, en la dimensión literaria de los cuentos de hadas, de la mano con el ángel de
la bruma.

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CATEGORÍA ESPECIAL
Primer Premio Poesía
Titulo: PLANOS
Autora: ROSA LÓPEZ CAEROLS

PLANOS

I. SUPERPUESTO

Más acá del cuaternario,


bastante más aca,
U2 de fondo
y carreteras secundarias;
el mar en segundo plano
y en su fondo misterios en sepia;
más allá el horizonte, emergiendo en rojo cangrejo,
más acá nuestro presente.
En el primer plano, tú.
En tu primer plano, yo.
El beso... superpuesto (tan pegado que se desenfoca).

II. DEL GRAN ANGULAR AL ZOOM

En Punta Ballota nos hicimos una foto.


Comenzamos por el plano general,
incluyendo nuesto coche nuevo
de segunda mano.
Seguimos con el plano americano,
yo con mi boina francesa, y tú con la americana de China
recién falsificada, ¡menudo plan! ¿O no?
Luego me acerqué a tu plano medio,
el Iso a cuatrocientos, y el mar
entre brumas altas.
Mediando la respiración diafragmática, inicié el intermedio,
avancé el zoom y te hice un primer plano, con macro:
los recortes de tu pelo, la tormenta en tu iris,
las calles sin salida en las comisuras de tu boca...
Y de mirarte tan de cerca, enfoque tras enfoque,
y desearte tanto y tanto,
antes de concluir, con un primerísimo plano,
olvidamos mi Nikon,
en la arena,
como un barco encallado.

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M.I. Ayuntamiento
de Caudete

Colaboran:
Colegio Publico “Alcázar y Serrano”
Colegio Público “El Paseo”
Colegio Público “Gloria Fuertes”
Colegio “Amor de Dios”
I.E.S. “Pintor Rafael Requena”
A.M.P.A.S.

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