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Hoy quiero especular.

Mireya Ariza
@pensionesencol

Especular con relación al comportamiento humano. Específicamente en


comportamiento social de comunidades aparentemente heterogéneas, pero,
masivamente homogéneas cuando de conductas se trata.
Observando comportamientos se puede identificar que, algunos se muestran como
personas de fiar, cálidos, empáticos, agradables y hasta con borbollones de
lágrimas que evidencian un amplio espectro de emociones por crisis o vivencias
personales o colectivas. Actos que llevan a sacar toda tu confianza y generosidad y
ponerla a disposición de su protección. Luego de compartir por corto tiempo te
percatas que, sólo es una buena actuación para conocer tus debilidades y ganar la
confianza necesaria para ¡zaz! lograr un escondido y estratégico objetivo.
Al parecer, es un comportamiento normal y recurrente en algunos miembros del
conglomerado de presuntas personas de bien. Característica importante que te
permite comprender el actuar de la dirigencia de algunas sociedades en crisis. Es
decir, el problema no es exclusivamente de los mandatarios en el poder, éstos son
sólo el espejo donde se refleja la identidad de la heterogénea u homogeneidad de
la población.
¿Las sociedades donde cotidiana y normalmente se ejercen conductas
ambivalentes, doble moral, doble rasero para con el otro, pero, laxitud para con lo
propio; podrían éstos ser juez de su homólogo que llegó a conquistar el poder con
los mismos y reconocidos comportamientos en su liderazgo?
Podría un personaje de éstos mostrar las habilidades y fortalezas de su liderazgo,
obviamente basado en lo que lo identifica con sus congéneres, conquistar la
voluntad popular para hacerse al mando y, después actuar con sensatez y
coherencia. Es decir, dando cumplimiento a la Constitución, aplicando la ley,
administrando para el interés colectivo. Suena raro, verdad.
¿Seguramente sería ésta una actuación contraria y adversa a lo que la generalidad
espera de su designado?
Seguramente los inversionistas, perdón, los financistas de campañas, los que te
hacen ver bonito lo feo, bueno lo malo, conveniente lo inconveniente; los verdaderos
dueños del poder, las fuerzas vivas de la sociedad, mejor, -los avispaos de la
comunidad-, no tendrán miramiento para exigir que actúen conforme a la realidad
que la cultura impone y que los no avispaos esperan suceda.
No poder darse golpes de pecho es un resultado. Caes en la cuenta que, de alguna
manera, siempre has aportado a la malformación del sistema, con acciones u
omisiones; así que, eres tan culpable de los resultados que no tienes moral alguna
para levantar tu voz de protesta más allá del simple grito. Entonces, sin darte cuenta,
tiendes a cohonestar, como la rana en la fábula del agua hirviendo, de Peter Senge.
La comparación de la fábula con la conducta humana deja un par de enseñanzas.
Primero, muestra la capacidad del individuo para observar la situación y abstraerse
de la propia realidad tomando distancia y observando cómo evoluciona “desde
fuera”. Y segundo, existen procesos lentos y graduales que amenazan nuestra
supervivencia y que no somos capaces de identificar a tiempo, porque nos
acomodamos y hacemos parte de esa realidad.
La especulación me resulto metáfora.

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