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Etnografías de la infancia
y la adolescencia
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COLECCIÓN PSICOLOGÍA
ISBN: 978-
DEPÓSITO LEGAL: M-
Falta dedicatoria
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ÍNDICE
AUTORES
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INTRODUCCIÓN
EL ESTUDIO ETNOGRÁFICO DE LA INFANCIA
Y LA ADOLESCENCIA: POSIBILIDADES Y RETOS
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INTRODUCCIÓN
LA INFANCIA HEREDADA
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INTRODUCCIÓN
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ignora, por ende, los usos prácticos y estrategias mediante los cuales
éste es, a un tiempo, sujeto instituido y agente constituyente. En úl-
timo caso, la dificultad inherente a este modo de aproximación y no
sólo a éste, tan habitual y fácilmente impugnado es la de concebir la
coproducción de las partes y el todo, así como la infrateorización de
la competencia de los sujetos niños o adultos en los procesos de pro-
ducción/reproducción y cambio cultural.
Por último, a consecuencia de lo señalado respecto a la orien-
tación normativista en el estudio de lo social y la tendencia a natura-
lizar procesos y “productos” socio-históricos, tampoco es extraño
que esta matriz de pensamiento predisponga a orientar la mirada
y las interrogaciones sobre las realidades objeto de conocimiento
según patrones prefigurados por las representaciones y prácticas do-
minantes en la sociedad de la que forma parte. Como diversos auto-
res han mostrado (e.g. Ariés, 1987; Hendrik, 1997; Qvorturp, 1985)
el modelo de “infancia moderna” en tanto separada del mundo
adulto y en transición hacia él es un constructo forjado y delimitado
bajo las constricciones, cambios productivos y demográficos corre-
lativos al desarrollo del capitalismo industrial. El interjuego de las
ideologías reformadoras de raíz judeo-cristiana da lugar a la inven-
ción de instituciones específicas que separan al niño del mundo
adulto, tornándolo objeto de políticas y prácticas educativas espe-
cíficas, de cuidado y protección, que propenden a la dilación y gra-
duación de su incorporación al mundo adulto. La escuela emerge
como espacio de entrenamiento y preparación, a la vez que como
lugar de contención y diagnóstico (de la “desviación”). En los albo-
res del 1900 las transformaciones de la biomedicina formaron las
bases de lo que se ha dado en llamar la “medicalización” del cuidado
infantil como lo ilustran los movimientos higienistas, y la infancia
fue crecientemente formulada en términos pediátricos y pedagógi-
cos desplegados en un conjunto de saberes autónomos (teóricos
y prácticos) dirigidos a la regulación, disciplinamiento y morali-
zación de la vida del niño y la familia (v.g: Boltanski, 1974; Don-
zelot, 1979; Pinell y Zafiropoulos, 1978; Platt, 1982). De tal suerte
que las propias configuraciones institucionales refuerzan la pers-
pectiva asumida teóricamente, de la infancia como categoría diso-
ciada del mundo adulto y en proceso.
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INTRODUCCIÓN
NOSOTROS/LOS OTROS
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INTRODUCCIÓN
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de los individuos por efecto de las pautas y modelos en los que éstos
han sido esculturados, de suerte tal que, otra vez, no hay lugar teóri-
co para el disenso, la variablidad intra-grupal ni, por ende, para cap-
tar (y reflejar) la “acción” de los sujetos sociales ni de los adultos, ni
de los niños. De otra parte, si bien la noción de socialización/edu-
cación entendida como transmisión/adquisición de cultura abarca
aspectos, instituciones, modalidades, medios y agentes más amplios
que aquellos a los que suele asociarse la educación en nuestro con-
texto “escolarizado”, puede colegirse que no se ha desprendido total-
mente del horizonte interpretativo que provee la institución escolar
sobre la “cultura”. Puesto que, en tanto la acota, objetiva tiende a res-
tringirla a un contenido transitivo, parece prefigurada sobre el mode-
lo específico y restringido del procesamiento escolar de la “cultura”
(Díaz de Rada, 2008; Franzé, 2008; Jociles, 2008). En este sentido,
aunque la perspectiva culturalista resiste la universalización trans-
cultural, se reencuentran en ella los principios que sustentan una
concepción de los agentes sociales de la infancia en particular en
nuestro caso que toma cuerpo según pautas de conformidad y pasivi-
dad en relación a las configuraciones grupales/culturales que la mol-
dean, sin preguntarse cómo y de qué modo se incorpora la “pauta
cultural”. Y, por tanto, redunda en la oposición subjetivo/objetivo,
individuo/sociedad… que bloquea un pensamiento capaz de recono-
cer la coproducción de aquello que la propia matriz de pensamiento
presenta de forma yuxtapuesta.
Para concluir, y por responder sucintamente a la pregunta sobre
la novedad del paradigma socio-antropológico de la infancia, cabría
acordar que, en efecto, sólo podía abrirse paso mediante la impres-
cindible deconstrucción del modelo “clásico”. Pero en esa empresa
se encuentra implicada no sólo la reflexión de las disciplinas especí-
ficas sobre sí mismas, sino también la que se efectúa sobre principios
epistemológicos generales que, de modo más o menos ajustados
a cada una, tienen en común. En este proceso transformador han
confluido diversas circunstancias socio-históricas.
Indudablemente el sello antropológico que invita a hacer fa-
miliar lo extraño y a extrañar lo familiar, y por tanto a no dar nada
(o casi nada) por sabido, anima a las necesarias rupturas con lo
obvio y con lo que se nos “ofrece” como tal, al sentido común. Junto
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INTRODUCCIÓN
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familias y/o de la sociedad de las que los niños forman parte, es nece-
sario elaborar marcos teórico-metodológicos que faciliten explorar
interpretaciones alternativas, de carácter tanto macro como micro-
social, que apunten a dimensiones no carenciales de dicho trabajo
infantil y a que se le reconozca como parte de las acciones estratégi-
cas de los agentes sociales implicados, que pudieran buscar, entre
otras cosas, su aporte a la socialización de los niños, a la adquisición
de valores y/o al aprendizaje de un oficio beneficioso para el futuro.
En el capítulo 2 (“Tras los pasos de Peter Pan: cuando crecer es
el problema”) se nos ofrece un cambio de escenario (desde los
mercados populares y basureros de México a los recintos hospita-
larios de Madrid), de grupo de edad (desde la infancia a la adoles-
cencia) y de objeto de estudio (desde el trabajo infantil a los
trastornos alimentarios de los adolescentes). En él, María Jesús
Sánchez nos ofrece un magnífico análisis orientado a poner en evi-
dencia cómo los clínicos y, en general, los expertos en este tipo de
trastornos elaboran con sus prácticas una determinada construc-
ción de la adolescencia. Aun existiendo un discurso hegemónico
sobre lo que son dichos trastornos o, en particular, sobre lo que es
la anorexia nerviosa –que concita el mayor interés de Sánchez– ello
no es óbice para que existan representaciones sociales diferentes
sobre la misma y, por tanto, sobre la relación que los adolescentes
mantienen con ella. Así, los clínicos se inclinan a pensar que la
anorexia nerviosa es una estrategia a la que recurren, para mante-
nerse en una fase adolescente, los/as chicos/as que no quieren asu-
mir las responsabilidades propias de la adultez, mientras que, para
éstos, es una forma de “recuperar el control sobre sus vidas” a par-
tir de la recuperación del control sobre sus cuerpos. La autora enfa-
tiza también que las concepciones sobre la adolescencia que los
clínicos manejan orientan los consejos que brindan a sus pacientes,
de modo que, por ejemplo, apoyan lo que conciben como el camino
hacia su individuación e independencia (rebelarse, “oponerse a la
autoridad” paterna, etc.) sin reparar en que se trata de una concep-
ción muy concreta, es decir, no universal, que a veces no responde
a lo que los propios adolescentes quieren y/o pueden lograr. Por otra
parte, pone al descubierto que esa concepción de lo que es ser adoles-
cente trasluce el manejo de una idea liberal de sujeto, entendiéndolo
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NOTAS
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INTRODUCCIÓN
BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO 1
APROXIMACIONES ANTROPOLÓGICAS A LA INFANCIA
TRABAJADORA: DECONSTRUYENDO LOS MITOS
Y ANALIZANDO LOS VACÍOS DE UNA COMPLEJA RELACIÓN
INTRODUCCIÓN
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MÉTODO
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DEFINICIONES
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ENFOQUE ABOLICIONISTA
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Por otro lado, también encontré que familias con unos ingre-
sos superiores a la media (con negocios propios, con casas y varios
vehículos) podían tener a sus hijos e hijas trabajando, argumentan-
do que era “parte de su formación”, aprendiendo a valorar lo que
tienen y a cómo se gana el dinero, ya que mediante esa actividad
“aprenderían el oficio” o que “formaba parte de la colaboración
familiar” (ayuda a la familia-reciprocidad). Con todo esto, lo que
pretendo mostrar es que, independientemente de las condiciones
socioeconómicas, se pueden dar las dos posturas respecto al traba-
jo infantil, y que esta práctica tiene otras muchas significaciones
que no son necesaria o exclusivamente económicas.
Yo creo que más que nada es para que vayan agarrando
un poquito más de obligaciones, que no todo es […] que no todo
es color de rosa, al fin de cuentas, aquí hay dos cosas: una es
que sepan valorizar lo que tienen, el estudio, y la otra es ver qué
es trabajar. (Padre de niña trabajadora. Tienen un local
de comidas en un mercado popular, la niña tiene 13 años
y trabaja desde los 7. Unidad doméstica reconstituida).
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REFLEXIONES FINALES
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NOTAS
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CAPÍTULO 2
TRAS LOS PASOS DE PETER PAN: CUANDO CRECER
ES EL PROBLEMA
INTRODUCCIÓN
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EL ENCIERRO
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pasan por el encierro: “las puertas se cerraron tras de mí”, “el pijama
me identifica con un vistazo”, “mis cosas permanecen bajo llave”,
“me quitaron hasta el bonito anillo que me regalaron tus amigas por
el disgusto del ingreso anticipado”, eran algunos de sus comentarios.
No dejan que ninguno de los familiares o conocidos se acerque y todo
lo que pueden hacer durante el día es levantarse para ir a comer. Nada
de cole, nada de deberes, ni televisión siquiera, sólo un cuaderno en
el que les obligan a escribir todos los días; todas las habitaciones tie-
nen cámaras de vigilancia y saben que la enfermera que les atiende
toma notas sobre su comportamiento, que jamás dejarán que vean.
Todos con los que pueden relacionarse que no dan órdenes visten
pijamas idénticos, son más o menos de su edad y no dejan de repetir-
les que tienen un problema.
Claro que lo primero que les da por pensar a estos chicos y chi-
cas es que están allí porque alguien cometió un error. Prácticamente
ninguno ingresa por voluntad propia; son decisiones de sus mayo-
res. Así las cosas, mejor colaborar y luego ya veremos cómo salir del
apuro. Con el paulatino transcurrir del tiempo, esta fingida colabo-
ración, al escuchar a los otros pacientes en las terapias, va dejando
paso a las dudas: parecen tener mucho en común —no solamente la
delgadez—, se ven reflejados en las experiencias de los otros…
Siguen las dudas: el mismo miedo ante la obligación de engordar, el
mismo pavor ante las consecuencias de ponerse “como una vaca”, la
misma sensación de que les están cebando sin ningún fin ni límite
conocido… Aún no tienen claro que lo suyo sea anorexia, pero ya
sospechan que algo malo les pasa aunque sólo sea la experiencia
compartida del ingreso (el “haber caído en desgracia” (en palabras
de Goffman, 1972).
Para cuando esta preocupación empezaba a rondar en la cabeza
de los pacientes, la psicóloga ya había pasado varias veces para pre-
guntarles cómo iba todo. Nada más eficaz. Fruto del ingreso y la
inmovilidad obligada, el chico o la chica ya tuvo ocasión de pensar
y repensar su vida, de escuchar a otros con vidas semejantes a las
suyas, de ver que hablaban de sus sentimientos abiertamente delan-
te de los otros, que demandaban ayuda y se mostraban agradecidos con
aquellos que se la brindaban. Todas las señales apuntaban al mismo
punto: tienes un problema, pero estamos aquí para solucionarlo.
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NORMALIZAR EL CONFLICTO
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REFLEXIONES FINALES
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NOTAS
1. Esta investigación tiene que ver con mi tesis doctoral, titulada “Anorexia ner-
viosa. Embodiment y subjetividad”. Quiero aprovechar estas líneas para expre-
sar mi más sincero agradecimiento a mis directores de tesis, Rosario Otegui
y Fernando Villaamil, por su sabia tutela y enorme paciencia para con este tra-
bajo. Desde aquí agradecerle también a Juan Ignacio Rico sus aportaciones
y lectura crítica en la redacción de este capítulo.
2. Mi trabajo de investigación para conseguir la Suficiencia Investigadora tuvo
por objeto de estudio los procesos de transmisión-adquisición de la cultura
alimentaria en un grupo de escolares de entre 12 y 14 años. Así mismo ante-
riormente había realizado otro trabajo de campo dedicado a analizar el fenó-
meno del botellón entre los jóvenes de diversas ciudades españolas. Desde
estas páginas quiero agradecer a María Isabel Jociles su sabia tutela y dedica-
ción en la dirección de estos trabajos.
3. Dicho proceso ha de entenderse como aquel mediante el cual el sujeto llega
a “habitar” su cuerpo, en el sentido de que éste llega a ser habitado (Scheper-
Hughes y Lock, 1987 y Csordas, 1994).
4. El habitus se define como un sistema de disposiciones durables y transferibles
—estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras
estructurantes— que integran todas las experiencias pasadas y funciona en
cada momento como matriz estructurante de las percepciones, las apreciacio-
nes y las acciones de los agentes cara a una coyuntura o acontecimiento y que él
contribuye a producir (Bourdieu, 1991).
5. Entendido como aquel que introduce el final en el principio, representando un acto
o desarrollo futuro como si estuviera existiendo en el presente (Cole, 1999: 167).
6. Desde la perspectiva clínica, se denomina individuación al proceso que permi-
te que el sujeto sea capaz de dotarse de una identidad y alcanzar cierto grado de
autonomía con respecto a los lazos familiares (Blos, 1981: 328-330).
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BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO 3
‘ÉSAS NO SON COSAS DE CHICOS’: DISPUTAS EN TORNO
A LA NIÑEZ MAPUCHE EN EL NEUQUÉN, ARGENTINA
ANDREA SZULC
Universidad de Buenos Aires
INTRODUCCIÓN
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ANDREA SZULC
ESPECIFICACIONES METODOLÓGICAS
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OBEDIENTES
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CAPACES Y RESPONSABLES
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VULNERABLES
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ALUMNOS Y ALUMNAS
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REFLEXIONES FINALES
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NOTAS
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BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO 4
DANDO VOZ A LOS NIÑOS EN LA INVESTIGACIÓN
EN CUIDADOS DE SALUD: UNA ESTRATEGIA
DE EMPODERAMIENTO
INTRODUCCIÓN
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FIGURA 1
DOCUMENTO INFORMATIVO ADAPTADO PARA NIÑOS CON EDADES ENTRE CINCO
Y SIETE AÑOS
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FIGURA 2
PASOS PARA LA REALIZACIÓN DE ENTREVISTAS EN PROFUNDIDAD CON NIÑOS
UTILIZANDO LAS MARIONETAS COMO ELEMENTO DE APOYO
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FIGURA 3
EJEMPLO DE ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD UTILIZANDO LAS MARIONETAS
COMO ELEMENTO DE APOYO (NIÑO DE 6 AÑOS) (E1: ENTREVISTADOR 1; N: NIÑO;
M: MAMÁ)
E1. Qué despiste tenemos, Rhys. A ver, Rhys, cuéntame mmmm… ¿se pone
muchas veces malito Raúl?
N. No.
E1. ¿No?, y… por ejemplo, cuando Raúl se pone malito, cuéntame qué le pasa.
N. Que se me duermen las piernas y… la cabeza.
M. ¿Por qué has venido hoy aquí?
N. Para que me curen.
E1. ¿Para que te curen?
N. Sí.
E1. Pues, ¿qué le pasa a Raúl, si le tienen que curar? ¿Eh?
N. Pío (aprieta el pico del loro y ríe)
E1. ¡Uy! No he entendido nada, cuando me hablas en el idioma de los loros… A
ver, cuéntame, ¿te ha contado Raúl qué le pasa cuando viene al hospital?, ¿qué le
pasa?, ¿eh?, ¿lo sabes?, ¿te lo ha contado Raúl?, ¿o no? ¿eh?, ¿te lo ha contado,
sí o no?
N. (Hace un gesto negativo con la cabeza.)
E1. ¡Qué no!, ¿no lo sabes?, bueno, y, ¿te gustaría venir al hospital? ¡Uy!, perdona,
a ti no, a Raúl, ¿le gusta venir a Raúl al hospital?, ¿tú lo sabes?
N. (Risas.)
E1. ¿Te lo ha dicho alguna vez?
N. No.
E1. No. Bueno. Vale. Y… ya es la última pregunta que te hago de enfermedades,
porque es un rollo. Cuando alguna vez Raúl está malito, ¿qué hace él para mejo-
rar y para ponerse bueno?
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N. (Risas.)
E1. ¿Has entendido la pregunta, porque es un poco rara? ¿Cuándo él se pone
malito, qué hace él para ponerse bueno? (Silencio.) A ver, dime cosas.
M. ¿Qué tomas cuando estás malito?
N. ¿Qué?
M. ¿Qué tomas cuando estás malito?
N. Ehhh… Daisy.
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FIGURA 4
DOCUMENTO INFORMATIVO ADAPTADO PARA NIÑOS CON EDADES ENTRE 8 Y 12 AÑOS
Querido..............
Desde el Hospital Doce de Octubre nos acercamos a ti para pedir tu colaboración.
Como médicos y enfermeros hemos avanzado mucho en el cuidado y tratamien-
to de todos aquellos niños que, como tú, tienen o han tenido algún problema con
su corazón. Sin embargo, pocas veces nos hemos acercado a vosotros para real-
mente conocer qué es lo que vosotros sabeis acerca de vuestro problema y cómo
vivís el día a día con vuestro “corazón especial”.
Te escribimos esta carta para invitarte a participar en un estudio que vamos a
realizar para conocer cuál es la calidad de vida de los niños como tú.
Consideramos que vosotros, mejor que nadie, como expertos que sois, podríais
ayudarnos a conocer vuestras vivencias. El hecho de que las compartáis con nos-
otros nos ayudará a mejorar en nuestros cuidados ayudando a otros niños.
Con mucho cariño y, esperando que te animes a participar.
El equipo investigador.
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FIGURA 5
DIBUJO: CRISTINA Y SU CORAZÓN ESPECIAL
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FIGURA 6
ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD UTILIZANDO LA TÉCNICA DE DIBUJO-ESCRITURA
COMO ELEMENTO DE APOYO (NIÑA DE 8 AÑOS)
(E1: ENTREVISTADOR 1; E2: ENTREVISTADOR 2; N: NIÑO)
E1. Qué pelo más largo… te has puesto… te faltan los rizos ¿eh?
E2. ¿Cómo la hiciste, contenta?, ¿o triste?
N. Contenta.
E1. ¿Y eso son piernas?
N. Sí. (Chirría la silla.)
E2. ¿Las tienes cruzadas?
N. Sí.
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E1. Son un poco cortas, comparadas con el cuerpo. (Risas.) (Silencio.) Así.
¿Y tiene algo en las manos, Cristina?, ¿qué tiene?, ¿eso qué es?
N. Mi diario.
E1. ¡Un diario! ¡Bueno!
E2. ¿Qué cosas escribes en el diario, Cris?
N. No sé. No sé, cuando viene mi prima a casa le digo que me escriba cosas, y
me escribe cosas y después lo que me parece que he hecho bien lo escribo, las
cosas que me… gustan y que me parecen bien, las cosas que hago mal y no me
gustan a veces las escribo en mi diario, escribí una cosa y cuando… una vez
cuando se murió mi perro escribí una cosa.
E1. ¿Y qué haces mal y no te gusta?
N. No sé, cuando… cuando en clase estoy una vez, estoy en una clase y la profesora
nos castigó a tres, a mí, a Julia y a Lucía y una cosa y… lo escribí en mi diario por-
que me pareció que lo hice mal.
E2. Y lo escribiste en el diario para que no se te olvide lo que está mal.
N. Y también en el… en el cuaderno, porque me mandó de deberes que pusiéramos
a ver cómo nos parecía que nos portábamos en clase, y Julia, Lucía y yo pusimos
que nos portamos mal… más los niños que estaban de pie, y… (chirría la silla)
los otros niños pusieron que bien.
E2. Cristina, ¿alguna vez en tu vida has escrito algo sobre tu corazón?
N. Sí, una vez.
E2. ¿Qué escribiste?
N. Que… estaba… mala, y que… (chirría la silla) tuve un problema en el corazón,
y… y que estuve abierta, y todo e… y más cosas pero no me acuerdo.
E2. ¿Por qué no escribes aquí como si fuera un bocadillo, algo que esté escribiendo
en su diario ahora? Imagínate que ahora tuvieras el diario y quisieses escribir un
bocadillo.
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FIGURA 7
EL DIBUJO EN EL CONTEXTO DE LA ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD
Dibujo=Resultado=
Análisis iconográfico
Dibujo=Proceso=Guía
teórica
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FIGURA 8
FRAGMENTO DEL CUESTIONARIO CON PREGUNTAS DISEÑADAS POR EL EQUIPO
INVESTIGADOR PARA RESOLVER ELEMENTOS CONFLICTIVOS
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FIGURA 9
FRAGMENTO DE ENTREVISTA COGNITIVA EN GRUPO DE NIÑOS DE 5-7 AÑOS
(E: ENTREVISTADOR, N: NIÑO)
E. ¿Te resfrías más que tus compañeros? (Lectura asistida en voz alta)
N. No.
E. ¿Cuál señalarías?
N. Nunca.
E. ¿Qué es resfriarse? (Preguntas sobre cuestiones clave)
N. Pues pasar frío.
E. ¿Qué pasa cuando te resfrías? (Preguntas aclarativas)
N. Estornudas todo el tiempo.
E. ¿Qué más cosas te pasan cuando te resfrías? (Preguntas aclarativas)
N. Y que estás en la cama.
E. Y que tienes… (Preguntas aclarativas)
N. Fiebre.
E. ¿Alguna vez te resulta difícil saber qué hacer cuando tienes un problema?
N. Nunca
E. A ver, ponme un ejemplo de un problema y dime cómo lo has resuelto. (Preguntas
sobre cuestiones clave)
N. Eh… pues resolviéndolo.
E. A ver, por ejemplo…
N. Sumándolo.
E. O sea, que un problema lo resuelves sumándolo. Y, por ejemplo, si un día te
peleas con un amigo, ¿eso sería para ti un problema? (Preguntas aclarativas)
N. … Eh… Una resta.
E. Escucha, si un día tienes una riña con un amigo, eso es un problema o ¿qué es?
(Preguntas aclarativas)
N. Un problema.
E. ¿A eso también lo llamas problema?
N. Sí.
E. Pero si yo te digo “problema”, ¿en qué piensas en sumas y restas o en una riña
con un amigo? (Preguntas aclarativas)
N. En un problema de matemáticas.
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FIGURA 10
FRAGMENTO DE ENTREVISTA COGNITIVA EN NIÑOS DE 8-12 AÑOS
(E: ENTREVISTADOR; M: MADRE; N: NIÑO)
REFLEXIONES FINALES
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CAPÍTULO 5
LOS NIÑOS DE LA INMIGRACIÓN EN LA ESCUELA PRIMARIA:
IDENTIDADES Y DINÁMICAS DE DES/VINCULACIÓN
ESCOLAR ENTRE EL ‘COLOUR BLINDNESS’
Y LOS ESENCIALISMOS CULTURALISTAS
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INTRODUCCIÓN
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EXPERIENCIAS INFANTILES DE
VINCULACIÓN/DESVINCULACIÓN ESCOLAR
A LA LUZ DE LA COMPARACIÓN ETNOGRÁFICA
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BEATRIZ BALLESTÍN
muy acelerada, sólo la tienen a ella y la dejan con una tía que
le hace de canguro. Sufren mucho y no se les ve tranquilos. Es
un tipo de familia que ves que hace todo lo posible por integrar-
se, pero hay una parte de dejadez, porque deberían estar más
por la niña. Ellos te dicen que no pueden porque tienen que tra-
bajar (la madre hacía la limpieza de un geriátrico, y el padre
trabajaba en la agricultura), tienen que pagar un piso, porque
tienen muy claro cómo se vive aquí y han cogido un ritmo de
aceleración que no pueden, no pueden […] (Tutora de P-4).
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BEATRIZ BALLESTÍN
REFLEXIONES FINALES
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Sin perder de vista que las respuestas infantiles son tan hete-
rogéneas como el propio colectivo, se propuso un modelo de gran-
des categorías para contrastar y situar las experiencias y trayectorias
individuales de los niños de origen marroquí, subsahariano, latino-
americano y europeo que formaron parte del estudio etnográfico en
diferentes puntos del continuum de los polos vinculación/desvincu-
lación escolar (Gillborn, 1990).
La investigación realizada aporta evidencia empírica a la idea
de que los imaginarios sociales dominantes relativos al origen étni-
co-cultural familiar (y, de forma relacionada, al género y el estatus
socioeconómico) de los colectivos procedentes de la inmigración
extranjera influyen en las experiencias escolares de sus hijos e hijas
en las escuelas de Educación Infantil y Primaria, pero lo hacen en
su articulación específica con las variables ideológicas y relaciona-
les, además de las pedagógicas —orientadas por las anteriores—
internas a cada contexto escolar.
Así se entienden, por ejemplo, las atribuciones docentes de “vic-
timismo” ante las quejas por agresiones verbales racistas vistas en el
CEIP Icaria, con un ethos “ciego” al “color” del alumnado y sus implica-
ciones. O, desde el CEIP Muntanyà, la polarización, más contundente
por la mayor diversidad existente, de experiencias de vinculación
y desvinculación escolar según el origen étnico-cultural del alumnado,
sobreexpuesto a imaginarios culturales de índole esencialista. Es la
reconstrucción etnográfica de estos escenarios lo que nos permite
aproximarnos a sus protagonistas, a sus vivencias y trayectorias.
NOTAS
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CAPÍTULO 6
¿‘CRIANÇAS’ PARA ‘BRINCAR’ Y ‘MOÇAS’ PARA ‘NAMORAR’?
SOBRE EL PASO DE LA NIÑEZ A LA MOCEDAD ENTRE
LOS VENDEDORES AMBULANTES ‘CIGANOS’ DE ‘CIDADE
VELHA’
SARA SAMA
INTRODUCCIÓN
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SARA SAMA
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ÁMBITO TEÓRICO-METODOLÓGICO
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SARA SAMA
ciudad. Y durante todo ese tiempo asistí a dos escuelas situadas en cada
uno de los barrios donde residí, durante casi dos ciclos escolares com-
pletos en condición de investigadora del proyecto OPRE-ROMA
y como antropóloga que desarrollaba un periodo de observación
intensa para su tesis doctoral. En el transcurso de la observación par-
ticipante utilicé también otras herramientas que fui adecuando a las
diferentes situaciones en las que me encontraba: entrevistas en pro-
fundidad, confección de genealogías, redes de relaciones, mapas en
los que trazaba los itinerarios espaciales cotidianos de los interlocuto-
res y muy habitualmente empleé la fotografía.
Las principales líneas de análisis a partir de las cuales abordo
los espacios y relaciones son tres: la que se refiere al tratamiento
del espacio urbano, la que tiene en cuenta el conjunto de relaciones
que sobre dicho espacio configuran la etnicidad y la que se refiere a
los procesos educativos y de producción y reproducción cultural.
En estos ámbitos de análisis se enmarca mi interés por la infancia,
por lo que me parece oportuno apuntar algunos aspectos del anda-
miaje teórico que soportan el conjunto de mi etnografía.
Para afrontar la diversidad y heterogeneidad que caracteriza el
espacio urbano propongo una mirada que pretende ser holística. Esto
“equivale a un análisis que se acerca y se aleja enfocando su objeto de
estudio desde distintas perspectivas […]” (Lamela, 1998: 19). Se
trata de abordar la ciudad “en contexto y como contexto” (Fox, 1972),
sin marginar los múltiples anclajes, desanclajes y reanclajes que la
‘tardo-modernidad’ trae consigo4.
La intención holística, relacional y contextualizante me acompa-
ña también en el modo de abordar formas de vida que generalmente
son definidas bajo el epígrafe de “minorías étnicas”. En este sentido
he recorrido la senda iniciada por Barth (1976), ampliada y revisada
posteriormente por otros autores (Cohen, 1978; Baumann, 1999;
Baumann y Gingrich, 2004; Dietz, 2003; Díaz de Rada, 2006; 2008)
con los que concuerdo en afirmar que: “la etnicidad no cualifica a un
grupo sino a una relación, que la identidad es un proceso y no una
estructura fija e inmanente en el sujeto; que son los agentes quienes
producen la etnicidad y no a la inversa” (Díaz de Rada, 2008: 6).
Finalmente, en cuanto al tema de la reproducción y el cambio
cultural, considero fundamental concebir las relaciones sociales
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IV
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halagada por su larga melena rubia y no hacía más que tocarse el pelo
y sacudirlo de un lado a otro. También era adulada por tener un
carácter afable y sociable o, como solía decirse: “um feitio que todo
o mundo gosta dela” (un carácter que le gusta a todo el mundo) y con
sus miradas y sonrisas hacia mí, hacia Elicia y su tío Manel, nos
arrancaba palmas, risas y comentarios sobre lo que los adultos lla-
maban “graça” (gracia) (Pitt-Rivers, 1993: 280-321). Y precisamente
esto era lo que, desde su posición de “criança”, le permitiría ir pro-
duciendo y acumulando, poco a poco, en ocasiones de sociabilidad
intragrupal como ésta, una parte del llamado “valore”7: el que corres-
pondería a su belleza y a su encanto. Junto a ella, la pequeña Carla,
parecía contagiarse de esa “graça” que Dulce exudaba como si fuera
algo completamente natural en ella. Copiando sus movimientos,
alternándolos con un estilo propio, llegaba a quitar a Dulce parte de
la atención que acaparaba, según decían las mujeres riendo: le esta-
ba “tirando o valore”8. Fofa, en cambio, salía mal parada en aquel
juego, menguada frente al desparpajo de Dulce y Carla, se situó
enfurruñada junto a su padre, que, sin embargo, la instaba a bailar
como las otras; animándola a no ser tan vergonzosa y empujándola a
la acción, quería darle “valores” pero hay veces en las que las niñas
se oponen a jugar a ese juego social... Ante su negativa y aunque su
padre no aludiera verbalmente a ello… dejó de tocar, recogió su gui-
tarra y las niñas abandonaron aquella competencia que formaba
parte de lo que, en ese momento y lugar, significaba ser “criança”.
Al otro lado de la calle, Cristele de 14 años que era hermana de
Fofa, Solange de 13 años que era hermana de Dulce y Nessa de 17
que era prima de las dos últimas, permanecían ajenas a los juegos
y bailes de aquellas niñas, situadas a unos metros de las mujeres
adultas, que estaban sentadas en el rellano del portal donde vivían
las que me hospedaban y el grupo doméstico en el que se incluía el
hombre que estuvo tocando la guitarra. Estas muchachas se mos-
traban tremendamente preocupadas por su aspecto físico, se arre-
glaban continuamente la ropa y el pelo; tan pronto se acomodaban
las mangas de la camisa como se estiraban el cuello de ésta, sacudí-
an la melena para darle volumen o se miraban en el espejo retrovi-
sor de la furgoneta para comprobar que el delineador seguía en el
contorno del ojo. Unas hacían de modelos de otras y al mismo tiempo
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esas ropas, venga escribe eso: ya no hay solteras feas, sólo las
que no tienen es que son feas.”
(Joana. 37 años. Anotado durante la conversación)
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9. Había situaciones, como los “casamentos”, en las que las “moças/solteiras” bai-
laban fundamentalmente para “darse valores” ante los adultos, principalmente
las madres de los “solteiros”, quienes (a través de sus maridos) las “pedirían”
para sus hijos. Coincido en este sentido con la apreciación de Lagunas Arias, D.
(2002: 43).
10. Se llama “culto” a las ceremonias o misas de la Iglesia Evangélica de Filadelfia,
buena parte de los llamados “ciganos” de Portugal se consideran “cristianos
evangélicos” y están adscritos a dicha iglesia.
11. El gasto lo soportaban principalmente el grupo doméstico, aunque también coo-
peraban en ciertas ocasiones los abuelos paternos o maternos según estuvieran
mejor situados, la madrina, tías/tíos de la “moça”, las hermanas/hermanos mayo-
res, todos ellos cooperaban con regalos, principalmente ropa, zapatos, pendien-
tes… y otros objetos que iban conformando el ajuar o “enxoval” de la “moça”.
12. Que no tuviera muchos “contrarios” o enemigos.
13. Es el nombre que recibían indiscriminadamente aquellos que no estaban vincu-
lados a una residencia estable ni una profesión reconocida (Fatela, 1989: 219;
Ribeiro, 1953: 121). Los que se consideran a sí mismos “ciganos” suelen utilizar
este término para referirse a otros “ciganos” que sitúan en un estatus socio-
económico inferior al propio. Es un término equivalente a “pele”. Los términos
tienen muchos matices, a veces el estatus social va vinculado a la situación eco-
nómica pero no siempre. San Román (1997) y Giménez Adelantado (1994)
y también algunos “ciganos” portugueses y “gitanos” españoles me han sugerido
que “pele” equivale al término “peluo” utilizado del mismo modo por los “gita-
nos” españoles para indicar separaciones de estatus. Debe tenerse en cuenta que
en tanto implica una división peyorativa y clasista que acompaña a la pobreza
nadie se califica a sí mismo como “pele”, siempre hay otro que lo tiene peor que
uno y que en comparación puede ser denominado “pele”.
14. En este sentido según mis observaciones solían controlar a una “moça” su madre,
su hermano mayor, su padre, sus tíos, sus abuelos, sus tías, pero también sus
cuñados/as y la/s vecina/s consideradas “ciganas” que, como en este caso, eran
íntimas amigas de la madre.
15. El control de las mujeres no termina con el matrimonio ni con la llegada de los
hijos, aunque se modifica. Los maridos controlan a sus mujeres que además,
de diferentes maneras, son vigiladas por sus suegras y cuñadas.
16. Este periodo de tiempo que transcurría entre la cena y la hora de irse a dormir era
otro de los momentos de sociabilidad femenina, a veces se pasaba en casa de unas
y otras viendo las telenovelas y otras, cuando llega el buen tiempo, en la calle.
17. El “culto” se inició en la ciudad el 2002.
18. Un terreno legalmente dispuesto para que acamparan los llamados “nómadas”,
personas que forma itinerante recorrían la región y vivían del chalaneo, labo-
res agrícolas temporales y subsidios. Son considerados “ciganos” y la mayoría
se consideraban a sí mismos como tales. Periódicamente acudían a la ciudad,
bien a hacer negocios bien a resolver asuntos administrativos o por problemas
de salud. En este campamento también vivían permanentemente unas 30 per-
sonas que eran consideradas “ciganas” auque no todos se consideraran a sí mis-
mos como tales. Algunos llevaban allí casi 15 años, esperando a ser realojados.
Otros habían llegado recientemente tras abandonar sus anteriores lugares de
residencia por diversos motivos. Hasta hace poco éste era un lugar relaciona-
do con la droga; aunque el foco de venta era reducido y fue clausurado por las
autoridades en el 2002, el estigma continuó marcándolo como un lugar peli-
groso hasta su erradicación en el 2004.
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19. Este último era el primer barrio de realojo construido en la ciudad sobre los
años setenta. A diferencia del Bairro das Flores estaba habitado mayoritaria-
mente por personas de escasos recursos; a finales de los ochenta y hasta
mediados de los novena fue uno de los barrios más castigados por la droga y a
pesar de las intervenciones municipales o precisamente por el carácter de
éstas había quedado estigmatizado como barrio degradado y peligroso.
20. De esta manera suelen referirse los que se consideran a sí mismos “ciganos” de
cierto estatus a aquellos que no siendo “ciganos” se les atribuye un bajo esta-
tus socioeconómico y marginalidad: desempleados, drogadictos, borrachos. De-
pendiendo del contexto también: obreros de la construcción no cualificados,
empleados de fábricas, algunos empleados de comercios (bares o tiendas poco
refinadas).
21. Cosa que era evidente porque, de lo contrario, no hubiera sabido pedalear por
una concurrida carretera llevando a su amiga detrás.
22. Gay Blasco (1994; 2001) realiza un buen análisis de estas cuestiones para el
caso de los “gitanos de Jarana” (Madrid); las similitudes son muchas entre lo
que ella describe y lo que yo conocí. También Santos-Sousa (2006) realiza una
buena descripción del ritual y sus implicaciones. Señala este autor así como
otros autores portugueses que el término que identifica el ritual es “ajunta-
miento” como en el caso de los “gitanos españoles” yo sin embargo difiero aun-
que sólo en matices. Según me han dicho y yo lo he escuchado, unas veces era
“ahontamento” otras “hontamento” con la “a” a penas perceptible y en cuanto a
la mujer velha y “de respeito” que lleva a cabo el ritual he escuchado llamarla
“hontamentera” unas veces y “ahountaora” otras.
23. Ir a pasar la velada y tomar café y helados era diferente a comprar unas hambur-
guesas y llevarlas a casa como a veces se hacía (así como comprar un pollo asado
en el asador cercano al barrio) para satisfacer un tipo de consumo cotidiano y evi-
tar cocinar en caso de no tener dinero para comprar o no tener tiempo.
24. Término emic utilizado para señalar casi siempre la mala imagen de una
“moça/solteira”, se suele decir por ejemplo: “Aaanda aquela já tem famas!” (“Mira
aquella ya tiene famas”). No obstante, en ocasiones puede adquirir un sentido
positivo, por ejemplo, a veces se dice “A x temfama de bonita e de trabalhadora”.
BIBLIOGRAFÍA
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pp. 205-237.
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CAPÍTULO 7
¿CÓMO SE PERCIBE A LA INFANCIA PROTEGIDA?:
DE LA NORMALIZACIÓN A LA INSTITUCIONALIZACIÓN
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INTRODUCCIÓN
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(.) está muchas veces a la base del vínculo afectivo. Que la gente
que trabaja en el centro son profesionales.
ENT: Aha.
DIR: entre comillas, pero profesionales, con lo cual ¡hay
cosas que no se le pueden pedir a la gente! trabajando. Y, y,
y bueno la, el tema más grave es que somos un centro, por
mucho que queramos recrear ambientes familiares, al final el
niño está en un centro con unas medidas, con una dependen-
cia de unos servicios sociales, con una familia detrás (.) con la
que hay unas relaciones a veces (.) conflictivas, entonces (1)
nos, nos parecemos muy poco a una familia normal [risa].
* Cada vez que la persona entrevistada menciona el nom-
bre de la institución éste se ha sustituido por la palabra
“Hogar” para mantener la privacidad de la misma.
Símbolos de Transcripción2 .
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INSTITUCIONALIZACIÓN
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COO: Vuelvo a completar una pregunta que me decías ante-
riormente, chicos que han estado eternamente institucionaliza-
dos, ha estado “mama-Hogar” o “mama-Comunidad Autónoma”
que ha sido el proveedor de todas mis necesidades (.) y se piensan
que eso va a seguir así en el futuro (…)
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EDU_1: (3) Es difícil compatebi- compatibiliz(h)ar (h) a
veces afecto y:: y educación porque:: (.) hay que buscar un
equilibrio, (1) hay que buscar un equilibrio por eso, porque es
gente mayor, no son niños de dos años, es gente mayor con
mucha vida.
ENT: Aha.
EDU_1: Mm más que igual que la(h) que tenemos los de-
más (.) y institucionalizados y saben perfectamente cómo mani-
pular eso. Cómo manipular esos afectos, entonces también tú
tienes que estar ahí muy frío y, y buscar ese equilibrio y::: (2) y no
dejar que te (h) que te manipulen porque:: ¡aunque lo hayan-
aunque lo hagan de una forma inconsciente! lo hacen de una
forma por supervivencia (2) entonces intentan:: manipular.
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(…)
ENT: (3) ¿Cómo te gustaría imaginarte a los niños con los
que trabajas ahora, a los que están en la casa, cuando ya tienen
18 años: y tienen que valerse por sí mismos::?
ED_R: *hh ¡Hombre, eso no es una imaginación!. Eso es
real hh han salido ya y están:: viviendo por:: (.) cada uno (.)
por, por ellos mismos *h (1) y bueno pues:: aquí siempre tra-
bajamos por que sea lo mejor posible. (2) El problema es que
ellos tienen a veces cargas emocionales tan grandes que:: y
otras, ¡y lo que hablábamos antes! la institucionalización, que
les:: sacrifica.
ENT: Sí.
ED_R: Que no son capaces de aprovechar el tiempo que
están aquí todo lo que:: ~debieran, sería: hablo~ en plan de
estudios.
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ENT: Sí.
ED_R: No son capaces de aprovechar el tiempo que:: están
aquí, *hh entonces bueno pues cuando salen, (.) pues se
enfrentan a la vida pura, pu- pura, duda ¡y dura!
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REFLEXIONES FINALES
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BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO 8
LA REPRODUCCIÓN INTERPRETATIVA DEL CONFLICTO
INTERÉTNICO EN UN GRUPO DE IGUALES GITANO
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espacios urbanos que les son más próximos (su barrio, su escuela,
su plaza, etc.). También hay un componente más práctico que impli-
ca enfrentarse a los condicionantes más importantes que definen la
vida de determinados grupos de niños y niñas. Para la infancia gita-
na, un elemento importante de su experiencia vital son los diferen-
tes espacios de contacto interétnico que forman parte de su vida
y en los que muchas veces se enfrentan a intentos de exclusión y
discriminación (i.e. racismo) por parte de sus vecinos no gitanos.
El espacio público es uno de los espacios claves donde se gestionan
estos procesos; retomando de nuevo conceptos de la geografía de la
infancia, en estos espacios se gestionan, al menos, dos procesos
que influyen en el modo en que los niños y las niñas construyen su
identidad en relación con el espacio. Por una parte, la infancia gita-
na construye su sentido de pertenencia y legitimidad (o no perte-
nencia e ilegitimidad) en este espacio (Creswell, 2004) a partir del
tipo de experiencias que tiene y el modo en que se interpreta
y representa su presencia en el espacio público. Por otra parte, en
sus relaciones con otros habitantes, la infancia es construida por la
población mayoritaria no gitana como representativa de determi-
nadas clases de niños y niñas moralmente definidos como proble-
máticos o inocentes (Valentine, 2004). Las situaciones de conflicto
son uno de los espacios clave en los que los niños y las niñas cons-
truyen su interpretación sobre la naturaleza de las relaciones inter-
étnicas, el lugar que ocupan en ellas y en donde generarán recursos
para enfrentarse al racismo como un elemento desafortunadamen-
te presente en su vida cotidiana. Igualmente, como señala Barth
(1976) en su discusión clásica sobre la construcción de la etnicidad,
es precisamente en este espacio de contacto donde se construye la
identidad grupal y étnica, la cual se configura como un elemento
fluido y multidimensional dentro de su experiencia social e indivi-
dual (Hansen, 2005).
Tomando como punto de partida estos supuestos, el objetivo
de este trabajo es examinar el modo en que un grupo de niños
y niñas gitanas conciben una parte de las relaciones interétnicas
dentro del barrio en el que viven. Se trata de un barrio de una ciu-
dad de pequeño tamaño del interior de la península ibérica (que
llamaré Ciudad Media) relativamente nuevo y que, como resultado
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por las calles que no pueden ser cruzadas. A este espacio pueden
“bajar” a reunirse con poca supervisión adulta durante varias horas
al día, especialmente durante los meses de verano. Cuando los adul-
tos bajan también a la calle se sitúan en las escaleras de entrada a sus
bloques de vivienda dejando que los niños y las niñas jueguen en la
plaza fuera de su campo de visión y delegando la supervisión más
inmediata de los niños pequeños a los componentes más mayores
del grupo de iguales.
Dadas estas estrategias, en la práctica, los niños y las niñas
gitanas juegan principalmente en grupos étnicamente homogéneos
y, como las familias no gitanas han optado por desplazarse a otras
zonas externas al distrito, el espacio público infantil de San Pedro
está mayoritariamente ocupado por niños y niñas gitanas (aunque
numéricamente sean sólo una parte del barrio). Para los objetivos
de este trabajo esto tiene dos consecuencias muy importantes. Por
un lado, dado que los grupos de iguales gitanos son los que usan
y ocupan este espacio, tienen una representación muy sofisticada
de su organización y estructura social la cual se plasma en su dis-
curso cotidiano sobre el espacio físico y social (ver Poveda, 2007;
Poveda y Martín, 2004). Por otro lado, para una parte hostil de los
vecinos no gitanos, esta presencia de niños gitanos y ausencia de
niños no gitanos en el espacio público se percibe en términos muy
negativos (“como una invasión”) y da lugar a medidas explícita-
mente encaminadas a reducir la presencia de niños y niñas gitanas
en algunas de las plazas públicas de San Pedro.
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2) Una vez el grupo valla ha terminado de tirar las piedras que tenían
acumuladas, el grupo parque las recoge, añadiendo alguna más.
De este manera el grupo parque se sitúa en el campo visual del
grupo valla, el cual no puede o se abstiene voluntariamente de tirar
piedras (no se puede identificar qué acciones realiza el grupo
valla en este paso). 3) El grupo parque empieza a lanzar las pie-
dras al grupo valla, el cual se protege situándose en un soportal
de su bloque de pisos fuera del campo de acción de las piedras.
4) Una vez el grupo parque ha tirado todas sus piedras, el grupo
valla las recoge, situándose en el campo visual del grupo parque.
Este último durante el tiempo de la recogida de piedras se man-
tiene en el campo visual e instiga e insulta verbalmente al grupo
valla mientras recoge las piedras. Una vez el grupo valla comien-
za a lanzar piedras, el grupo parque se protege y comienza el ciclo
de nuevo.
Estos cuatro pasos se solapan parcialmente y tienen límites
difusos en cuanto a cuándo terminan y dan paso al siguiente, pero
como patrón general sirven para organizar el conflicto en torno a
los principios señalados anteriormente. El riesgo físico en este
formato se minimiza, ya que los niños están protegidos de los gol-
pes de las piedras cuando éstas se lanzan. Además, debe señalarse
que gran parte de las piedras lanzadas chocan contra la propia valla
y nunca llegan a cruzarla por lo que no suponen un peligro. Más
significativo aun, en la práctica los participantes respetan el for-
mato y no violan su orden lanzando piedras fuera de orden (“para
coger desprevenido”) cuando la parte contrincante está en el
mismo espacio visual, y esto puede observarse que ocurre aunque
con sus comentarios verbales y evaluaciones sobre los lanzamien-
tos parezca que, de hecho, están teniendo éxito a la hora de golpe-
arse físicamente con piedras. Igualmente, el componente verbal
desempeña el papel más importante. Las estrategias retóricas uti-
lizadas en este conflicto ya han sido analizadas en detalle en otro
contexto (Poveda y Marcos, 2005) pero para los objetivos de este
capítulo es importante señalar algunos recursos que se ponen en
marcha en los pasos donde es más importante el componente ver-
bal (principalmente el paso 4 y la transición al 1), como muestra el
fragmento 4.
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FIGURA 1
FORMATO DE LA PELEA DE PIEDRAS
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Fragmento 42
[…]
138 ENR: oi (.) MAMAA [ME CA-GO EN-LOS PAN-TA-
LOONES
239 SAR: [XXX una piedra y metemos otro gol ¡OOY!
140 CAR: (¿Qué es que) entramos?
141 LUI: >mira XXX<
142 ELE: [¡MAMÁ! me he cagao en los pantalones XXX
XXX (cambio voz)
143 LUI: [XXX-(.) me estoy cagando
[…]
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Fragmento 5
[…]
241 SAR: XXX toma que tienes buena puntería.
242 NIN: ti ti ti titi titi ti ti ti (cantando).
243 SAR: ¡Quitaros todos! ¡QUITAROS! (3) >quitar qui-
tar quitar<
244 ENR: Y a la pequeña le llamaron maya (cantando).
245 NIN: ((Ríen varios.))
245 ENR: La barbacoa la barbacoa (cantando y acompa-
ñando con palmas).
246 NIN: No salen.
247 SAR: ¿QUE PARECÍS QUE OS ESTAIS BESANDO?
(agudizando la voz).
248 LUI: [a::a [a::a
249 ENR: [ mua mua mua
250 LUI: [XXX
251 SAR: Vamos a escondernos [y cuando
[…]
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Fragmento 6
[…]
301 INV: ¿Hay una señora ahí ahora?
302 NIN: O::OSA::A
303 INV: Y ¿no os importa?
304 LUI: ¡VIEJA!
305 ENR: Vieja peluda pelin [ponpuda tenía un hijo ético
pelético ((cantando))
306 JAI: [ seguid tirando (.) seguid tirando XXX ¿no? que
sigan tirando ¿o no?
307 NIN: UNA [GALLINA
308 JAI: [¿eh?
309 NIN: ((A coro varios)) ÉTICA PELÉTICA PELINPONPÉ-
TICA PELADA PELUDA PELINPONPUDA TENÍA MILES DE
POLLITOS ÉTICOS PELÉTICOS PELINPOPÉTICOS PELADOS
PELUDOS PELINPONPUDOS (.) SI LA GALLINA NO FUERA
ÉTICA PELÉTICA PELINPONPÉTICA NO CRIARÍA SIETE
POLLITOS ÉTICOS PELÉTICOS PELINPONPÉTICOS PELADOS
PELUDOS PELINPONPUDOS
[…]
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REFLEXIONES FINALES
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NOTAS
1. Payo o paya es uno de los términos utilizados por la comunidad gitana españo-
la para referirse a la población española no gitana. Hay ciertas controversias
sobre el sentido que puede tener su uso (al igual que el término “gitano”) y en
este trabajo, por conveniencia expositiva, se utiliza junto a los términos gitano
y no gitano para referirse a cada grupo social.
2. Las convenciones de transcripción utilizadas en este trabajo son: 1, 2, 3:
Numeración de cada turno/cambio de hablante; NOM: Tres primeras letras del
nombre del participante; aa: Prolongación del sonido vocal; cc: Prolongación
del sonido consonante; sub: Variación prosódica, indicada en la transcripción;
MAY: Volumen más alto; ( ): Pausa, con el tiempo indicado en el interior del
paréntesis en intervalos de segundo; =: Anclaje (falta de pausa entre emisio-
nes), de uno mismo/el turno de otro hablante; -: Interrupción, corrección de
uno mismo/de otra hablante; [: Solapamiento de dos o más hablantes; *: Acción
simultánea; ><: Habla más rápida; XXX: Discurso no identificable/transcribi-
ble; (esc): Transcripción probable; (( )): Comentario o descripción de la acción
no verbal; (&): Discurso continuo de un mismo hablante entre el que se inser-
tan otras acciones o intervenciones.
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DAVID POVEDA
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CAPÍTULO 9
COMENTARIOS DESDE LA ANTROPOLOGÍA
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II
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III
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NOTAS
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Boas, entre los más conocidos), sumando “evidencias” a la crítica del paradig-
ma evolucionista eurocéntrico que iniciara J. Herder (1744-1803). Las investi-
gaciones intensivas realizadas en pueblos recientemente anexados al orden
capitalista mundial les permitió sostener la validez de las diversas formas de
vida de los pueblos o aldeas que existían al margen de su desarrollo, al tiempo
que justificar el enfoque metodológico. El cuestionamiento a la “racionalidad
universal”, que permitió el conocimiento de otras formas que asumen el orden
y la ley, documentado por los precursores de la antropología, puso en duda los
criterios de verdad que provenían de esta disciplina, siendo hasta la actualidad
objeto de discusión de la filosofía y de las ciencias sociales.
4. Una convincente explicación sobre el total consenso que tuvo la inclusión de
los principios relativistas en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos es planteada por Carlos Brokmann Haro (2007).
5. Como antecedente a este desarrollo ver Batallán, G. y Campanini, S. (2008).
6. La naturalización del concepto de cultura se cuela incluso en el fecundo pensa-
miento político de Hannah Arendt (1996). En sus reflexiones acerca de la relación
entre educación y política, ella sostiene que es la confrontación entre la nueva y la
vieja generación lo que permitiría la irrupción del cambio social (“lo nuevo”) en
la sociedad. La consideración sobre las generaciones como un todo homogéneo, se
tradujo en la defensa conservadora al modelo educativo de la Ilustración y a la
imposición pedagógica que lo acompaña. En la justificación de un papel enciclope-
dista y exigente para la educación de niños y adolescentes, polemizó con las ideas
pragmáticas sobre la infancia y democratizadora de la educación de John Dewey.
7. La discusión sobre el concepto central y la perspectiva antropológica fue ini-
ciada por la provocación de C Geertz (1986) en El antropólogo como autor, que
puso en jaque al canon de la antropología por la vía de la crítica a la escritura
realista Si bien continuada por algunos representantes del llamado movimien-
to posmoderno en antropología, se mantiene desarticulada en distintos planos
de análisis .Ver Markus y Fisher (2000); James C. (1991) Manhemim y Tedlock
(1995), entre otros.
8. Las reflexiones aquí vertidas han surgido de la lectura de todos los trabajos de
la compilación. Agradezco a los autores esta oportunidad y pido disculpas por
la generalización a la que recurro en este punto. No obstante, deseo expresar
mi reconocimiento especial por la motivación que por distintas razones, me
provocaron los artículos de Begoña Leyra Fatuo y Sara Sama.
9. Un dato interesante se constata en la distancia que existe entre las leyes o nor-
mativas generales y las políticas públicas sobre este punto. Si bien en la Re-
pública Argentina, la Convención de los Derechos del Niño fue sancionada en
1990 y adquirió rango constitucional en 1994, la participación de niños y jóvenes
en la escuela por ejemplo, es casi nula y no está pensada su aplicación. Para ver
avances de investigación con enfoque etnográfico sobre las relaciones entre
infancia, juventud y política, ver Batallán,G. y Campanini, S. (2004, 2008).
10. Para una crítica inicial al alcance explicativo del concepto, ver Rockwel, E.
(1980, 2009).
11. Contribuyen a la crítica del concepto holístico de cultura además del señero apor-
te de Geertz, C. (1987); Altan,T. (1973); Willis,P. (1997) y (1993); Benhabib,S.
(2007). Mannheim, B. y Tedlock, D (1995).
12. La reformulación teórica acerca del papel del sujeto en la acción social –expresa-
da en el término agency de A. Giddens– dentro de la teoría crítica, ha permitido
repensar la conceptualización sobre los niños y adolescentes como sujetos mera-
mente pasivos dependientes del mundo adulto. Este concepto invita a revisar las
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GRACIELA BATALLÁN
nociones de uso vigentes y las teorías que siguen imputándoles una supuesta
incapacidad transitoria para producir acción social. Ver A. Giddens (1982).
13. Para un desarrollo de esta problemática en el ámbito de los vínculos pedagógi-
cos, desde una perspectiva histórico-filosófica, ver T. Adorno (1973).
BIBLIOGRAFÍA
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