You are on page 1of 11

MILAGROS DE JESÚS

1La mujer que toca el manto, se sana


He aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le
acercó por detrás y tocó el borde de su manto,porque decía dentro de sí: Si
tocare solamente su manto, seré salva.Pero Jesús, volviéndose y mirándola,
dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella
hora.

2La curación de un ciego


Llegan a Betsaida y le traen un ciego suplicándole que lo toque. Tomando
de la mano al ciego lo sacó fuera de la aldea, y poniendo saliva en sus ojos,
le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo? Y alzando la mirada dijo:
Veo a los hombres como árboles que andan. Después puso otra vez las
manos sobre sus ojos, y comenzó a ver y quedó curado, de manera que
veía con claridad todas las cosas. Y lo envió a su casa diciendo: No entres
ni siquiera en la aldea.

3La Resurrección de Lázaro


Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su
hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los
pies con sus cabellos; su hermano Lázaro había enfermado. Entonces las
hermanas le enviaron este recado: Señor, mira, aquel a quien amas está
enfermo. Al oírlo, dijo Jesús: Esta enfermedad no es de muerte, sino para
gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.
Jesús, conmoviéndose de nuevo, fue al sepulcro. Era una cueva tapada con
una piedra. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, la hermana del difunto, le
dijo: Señor, ya hiede, pues lleva cuatro días. Le dijo Jesús: ¿No te he dicho
que si crees verás la gloria de Dios? Quitaron entonces la piedra. Jesús, levantando los ojos a
lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sabía que siempre me
escuchas, pero lo he dicho por la multitud que está alrededor, para que crean que Tú me
enviaste. Y después de decir esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, sal afuera! Y el que estaba
muerto salió atado de pies y manos con vendas, y el rostro envuelto con un sudario. Jesús les
dijo: Desatadle y dejadle andar.
4Caminar sobre las aguas
Inmediatamente Jesús mandó a los discípulos que subieran a la
barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la
gente. Y después de despedirla, subió al monte a orar a solas.
Cuando se hizo de noche seguía él solo allí. Mientras tanto la barca
ya se había alejado de tierra muchos estadios, sacudida por olas,
porque el viento era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino
hacia ellos caminando sobre el mar, se asustaron y dijeron: -¡Es un
fantasma!- y llenos de miedo empezaron a gritar. Pero al instante
Jesús habló: - Tened confianza, soy yo, no tengáis miedo. Entonces
Pedro le respondió: - Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. - Ven- le dijo
él. Y Pedro se bajó de la barca y comenzó a andar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero
al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar: -
¡Señor, sálvame! Al instante Jesús alargó la mano, lo sujetó y le dijo: - Hombre de poca fe,
¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca se calmó el viento. Los que estaban en la
barca le adoraron diciendo: - Verdaderamente eres Hijo de Dios.

5La Resurrección de la hija de Jairo


Viene uno de los jefes de la sinagoga de nombre Jairo, y, al verlo, se
echa a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: mi hija esta en
las últimas. Ven, impón tus manos sobre ella para q se salve y
viva.Todavía estaba él hablando, cuando llegan desde la casa del
jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas
ya al Maestro? Jesús, al oír lo que hablaban, dice al jefe de la
sinagoga: No temas, tan sólo ten fe.
Llegan a la casa del jefe de la sinagoga, y ve el alboroto, y a los que
lloraban y a las plañideras. Y al entrar, les dice: ¿Por qué alborotáis y
estáis llorando? La niña no ha muerto, sino que duerme. Y se reían de él. Pero él, haciendo
salir a todos, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que le acompañaban, y
entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talita qumi, que significa:
Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se puso a andar, pues tenía doce
años. Y quedaron llenos de asombro. Les insistió mucho en que nadie lo supiera, y dijo que
dieran de comer a la niña.
6Multiplicación de los panes y de los peces
Jesús se alejó en una barca hacia un lugar apartado él solo. Cuando
la gente se enteró le siguió a pie desde las ciudades. Al desembarcar
vio una gran muchedumbre y se llenó de compasión por ella y curo a
los enfermos. Al atardecer se acercaron sus discípulos y le dijeron:

-Este es lugar apartado y ya ha pasado la hora; despide a la gente


para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos.
Pero Jesús les dijo:
- No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer.
Ellos le respondieron:
- Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
Él les dijo:
-Traédmelos aquí.
Entonces mandó a la gente que se acomodara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos
peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a los
discípulos y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta que quedaron satisfechos, y de los trozos que sobraron recogieron doce
cestos llenos.
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

7
La curación de un endemoniado
Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le fueron al
encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan
furiosos que nadie podía transitar por aquel camino. En ese
momento se pusieron a gritar diciendo: ¿Qué tenemos que ver
contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para
atormentarnos? Había lejos de ellos una gran piara de cerdos que
pacían. Los demonios le rogaban diciendo: Si nos expulsas,
envíanos a la piara de cerdos. Les respondió: Id. Y ellos salieron y
entraron en los cerdos. Entonces toda la piara corrió con ímpetu por la pendiente hacia el mar y
pereció en el agua.
8La curación de un paralítico
Subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad. Entonces, le presentaron a un
paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:

- Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.

Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: Este blasfema.


Conociendo sus pensamientos, dijo:

- ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil


decir?: Tus pecados te son perdonados, o decir :levántate y anda? Pues
para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar los pecados- se dirigió entonces al paralítico-, levántate, toma
tu camilla y vete a tu casa.

Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se atemorizó y glorifico a Dios por haber
dado tal potestad a los hombres

9Conversión del agua en vino (Las Bodas de Caná)


Y al día tercero se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y
estaba allí la madre de Jesús. Fueron también invitados a las
bodas Jesús y sus discípulos. Y como faltase el vino, dice a Jesús
su madre: "No tienen vino". Y le dice Jesús: "¿Qué tenemos que
ver tú y yo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Dice su madre a
los que servían: "Todo cuanto él os diga, hacedlo. Había allí seis
tinajas de piedra, destinadas a la purificación de los judíos, cada
una de las cuales podía contener de dos a tres metretas. Les dice
Jesús: "Llenad de agua las hidrias". Y las llenaron hasta arriba. Y les dice: "Sacad ahora y
llevadlo al maestresala". Y lo llevaron. Mas cuando gustó el maestresala el agua hecha vino y
no sabía de dónde era, pero lo sabían los que servían, que habían sacado el agua, llama al
esposo el maestresala y le dice: "Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya
bebidos, pone el peor; tú has reservado el vino bueno hasta ahora.
10La curación de un leproso
Al bajar del monte le seguía una gran multitud. En esto, se le acercó un leproso, se postró ante
él y le dijo:

- Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Y extendiendo Jesús la mano, le tocó diciendo:

- Quiero, queda limpio.

Y al instante quedó limpio de la lepra.

Entonces le dijo Jesús:

- Mira, no lo digas a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó
Moisés, para que les sirva de testimonio.

11La tempestad calmada


Se subió después a una barca, y le siguieron sus discípulos. De
repente se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas
cubrían la barca; pero él dormía. Se le acercaron para despertarle
diciendo:

-¡Señor, sálvanos, que perecemos!

Jesús les respondió:

-¿Por qué os asustáis, hombres de poca fe?

Entonces, puesto en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. Los
hombres se asombraron y dijeron:

-¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?


12La Resurrección de Jesús
La Resurrección de Jesús representa el triunfo definitivo sobre la
muerte, pues "una vez resucitado de entre los muertos, ya no
muere más; desde ahora la muerte ya no tiene poder sobre el"
(Romanos 6:9).
El primer día de la semana, muy temprano, fueron las mujeres al
sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Pero se
encontraron con una novedad: la piedra que cerraba el sepulcro
había sido removida, y al entrar no encontraron el cuerpo del
Señor Jesús. No sabían qué pensar, pero en ese momento vieron a su lado a dos hombres con
ropas fulgurantes. Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Pero
ellos les dijeron: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?
No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: el Hijo
del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, y al tercer día
resucitará." Ellas entonces recordaron las palabras de Jesús. Al volver del sepulcro, les
contaron a los Once y a todos los demás lo que les había sucedido. Las que hablaban eran
María de Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago. También las demás mujeres que
estaban con ellas decían lo mismo a los apóstoles.

13Jesús sana a un ciego de nacimiento


Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le
preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o
sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para
que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer
las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche
viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el
mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo
lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de
Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.
Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que
se sentaba y mendigaba? Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy.
Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo:
Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.
Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? El dijo: No sé.
14Jesús sana a un muchacho endemoniado
Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran
multitud les salió al encuentro.
Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te
ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; y sucede
que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con
violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas
se aparta de él.
Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
Respondiendo Jesús, dijo: !Oh generación incrédula y perversa!
¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.
Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero
Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre.
Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos
echarlo fuera?
Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano
de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

15
Diez leprosos son limpiados. Jesús los curó con el poder
de su palabra
Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al
entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos,
los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !Jesús,
Maestro, ten misericordia de nosotros!
Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y
aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de
ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a
gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y
éste era samaritano.
Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?
¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
16Jesús sana a un sordomudo
Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea,
pasando por la región de Decápolis.
Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano
encima.
Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y
escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo:
Efata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se
desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo
divulgaban.
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a
los mudos hablar.

18El ciego Bartimeo recibe la vista


Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, Bartimeo un ciego
estaba sentado junto al camino mendigando; y al oír a la multitud
que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba
Jesús nazareno. Entonces dio voces, diciendo: !Jesús, Hijo de
David, ten misericordia de mí!
Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él
clamaba mucho más: !Hijo de David, ten misericordia de mí!
Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y
cuando llegó, le preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la
vista.
Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado.
Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza
a Dios.
19La mujer en la sinagoga que estaba encorvada y no
podía enderezarse, esta curación tuvo lugar un Sábado,
día de reposo y en una sinagoga, por lo cuál Jesús fue
criticado
Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí
una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de
enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía
enderezar.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu
enfermedad.
Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y
glorificaba a Dios.
Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo,[b]
dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y
no en día de reposo.
Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de
reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Y esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de
esta ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus
adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.

20La fe de la mujer cananea


Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.
Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella
región clamaba, diciéndole: !Señor, Hijo de David, ten
misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un
demonio.
Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus
discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras
nosotros.
El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas
pérdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante el, diciendo: !Señor,
socórreme!
Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
amos.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y
su hija fue sanada desde aquella hora.
21
El hijo de la viuda de la ciudad de Naín, Jesús se
compadeció de la viuda al verla llorar, tocó el féretro
en el que llevaban al muchacho y le ordenó que se
levantara
Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e
iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban
a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y
había con ella mucha gente de la ciudad.
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No
llores.
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron.
Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre
nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.
Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.

22Jesús sana al hijo del oficial del Rey. Jesús y el


oficial se encontraban en Caná, y el niño que moría se
encontraba en Cafarnaún
Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había
convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del
rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús había
llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y
sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no
creeréis.
El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
Cuando ya el descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo
vive. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a
las siete le dejó la fiebre.
El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y
creyó él con toda su casa.
Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.
Ha recibido 2727 puntos
23
El hombre de la mano seca (Debido a este milagro los
fariseos se enfurecieron y murmuraban planeando la
destrucción de Jesús)
Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos.
Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron
a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de
reposo?
El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja,
y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y
la levante?
Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por
consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.
Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana
como la otra. Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.

24
Jesús atiende a una multitud
Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía
de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de
Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para
oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían
sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados.
Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y
sanaba a todos.

You might also like