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En la actualidad, aceptamos que la vida se originó en los océanos primitivos hace unos 3500

millones de años. En esta “sopa primordial” existía una abundante cantidad de moléculas complejas,
precursoras de las biomoléculas de la actualidad. Sin embargo, para que estas moléculas pudieran
interactuar entre sí era necesaria su proximidad física y la presencia de catalizadores, en vista de lo
cual, empezaron a desarrollarse moléculas anfipáticas, teniendo como la bicapa lipídica, la cual
permitió limitar el medio exterior del “medio interno”, garantizando la interacción de las moléculas
complejas, y, gracias a la presencia de ácidos nucleicos (DNA), la reproducción y persistencia de
dicho precursor celular. Dicha membrana garantizaba las interacciones bioquímicas entre los
elementos almacenados en el interior celular, pero también permitía una comunicación selectiva con
el medio extracelular, captando materiales necesarios para la producción de energía y satisfacer los
procesos metabólicos. Podemos evidenciar que todas las reacciones bioquímicas que permitieron la
evolución de la vida fueron moldeadas y se adaptaron al medio acuoso en el cual se originó ésta,
estableciendo una estrecha relación, entre el concepto y la presencia de agua con la aparición y
evolución de la vida.

Sin embargo, las cosas cambiaron hace unos 300 – 400 millones de años cuando se inició la
colonización de la tierra firme por plantas, insectos y anfibios. Nos salimos del medio acuoso al cual
estábamos acostumbrados, para pasar a un medio aéreo terrestre, lo que nos obligó al diseño de un
medio interno con características similares al medio marino en el cual nacimos. Este medio nos
ofrece a todas las células del organismo una estabilidad en el que se toman las sustancias que se
necesitan y se eliminan productos de desecho. De tal manera, que para sobrevivir en la superficie
terrestre los seres vivos se vieron en la necesidad de proveerse de una envoltura similar a aquella en
la que había surgido la vida.

Por tal razón, el agua es la sustancia más abundante en todos los organismos vivos, constituyendo
hasta un 70% del peso corporal total (PCT), distribuida a lo largo de diferentes compartimientos
líquidos. Entender el papel crítico del agua dentro de los procesos vitales, requiere una revisión de
su estructura molecular y de las propiedades fisicoquímicas que derivan de esa estructura.

Estructura molecular del agua.

El agua es una molécula constituida por 2 átomos de hidrogeno y 1 átomo de oxígeno, unidos entre
sí mediante enlaces covalentes polares. Tiene una geometría espacial tetraédrica asimétrica, que
implica la presencia del oxígeno en el vértice de la pirámide, con 2 vértices ocupados por los átomos
de hidrogeno, y los 2 restantes con pares de electrones desapareados. No es una molécula lineal, ya
que presenta un ángulo de separación entre los átomos de hidrogeno de 104.5 ̊.

Es una molécula polar, que adquiere cargas eléctricas parciales, en base a la diferente
electronegatividad (tendencia a atraer electrones) que presentan sus componentes. Debido a que el
oxígeno es mucho más electronegativo que el hidrogeno, se produce una distribución asimétrica de
los electrones compartidos. El núcleo de oxígeno ejerce una mayor atracción sobre los electrones
compartidos que el hidrogeno, dejando a estos con una carga parcial positiva, y adquiriendo este una
carga parcial negativa. Esto genera un dipolo eléctrico (momento dipolar), responsable de las
interacciones electrostáticas de las moléculas de agua entre sí, y con otras moléculas (ver Figura 1).
La unidad utilizada para el cálculo del momento dipolar es el Debye (D) (1 D = 3.34 x 10-30 C x m).
Para el agua, el momento dipolar es 1.84 D.
A. B.

Figura 1. A. Conformación tridimensional de la molécula de agua, haciendo énfasis en el ángulo de apertura de


104.5̊ en la molécula. B. Dipolo eléctrico del agua. Se evidencia la carga parcial negativa sobre el átomo de
oxígeno, y las cargas parciales positivas sobre los átomos de hidrogeno.

Las interacciones de las moléculas de agua entre sí se realizan mediante atracciones electrostáticas
débiles, denominadas puentes de hidrogeno, definidos como la atracción eléctrica entre un átomo
electronegativo (en este caso el oxígeno) y un átomo de hidrogeno (con carga parcial positiva) de
moléculas de agua adyacentes. De acuerdo a su configuración estructural, cada molécula puede
establecer enlaces con otras 4 moléculas a su alrededor (ver figura 2). A pesar que cada puente de
hidrogeno constituye per se una interacción intermolecular muy débil, cuando se forman muchos de
estos (estado líquido o sólido del agua), permiten conformar agregados macromoleculares muy
estables. El mayor número de enlaces se establece cuando el agua se encuentra en estado sólido,
en forma de hielo, dando lugar a una estructura regular cristalina basada en la disposición tetraédrica
que adoptan las moléculas de agua unidas entre sí por puentes de hidrogeno. De hecho, la alta
cantidad de energía necesaria para romper estos enlaces electrostáticos se refleja en el elevado
calor específico, calor de vaporización y punto de ebullición de la molécula de agua. En el estado
gaseoso, al contrario, se presenta la menor cantidad de enlaces intermoleculares, presentándose la
máxima dispersión, movimiento y vibración de las moléculas.

El agua en estado sólido se caracteriza por presentar un alto grado de ordenamiento molecular,
enlaces rígidos, otorgándole una baja capacidad de deformación, y una disminución de su capacidad
solvente, pudiendo solamente experimentar las moléculas movimientos vibratorios locales. Por el
contrario, en el estado líquido, se presenta menor grado de ordenamiento, alto grado de fluidez y de
acción solvente, movimientos aleatorios y alto grado de deformabilidad y compresibilidad,
características que determinan su importante papel en los compartimientos biológicos.

La densidad del agua es una propiedad fuertemente afectada por la acción de los enlaces de
hidrogeno presentes en el líquido. Esta adquiere un máximo de 1gr/cm3 a 4ºC, sin embargo, sigue
siendo mucho menor a la de otras sustancias (p.ej, mercurio). Es de destacar que cuando el agua
líquida se transforma en hielo a 0ºC, su densidad disminuye alrededor de un 10%, asociado a un
incremento del número de moléculas de agua ligadas por puentes de hidrogeno (de 3,6 a 4), y a un
incremento de la distancia entre moléculas de oxígeno adyacentes. Si continúa descendiendo la
temperatura, la densidad continúa disminuyendo gradualmente hasta alcanzarse un mínimo a una
temperatura de -210 ºC.
Figura 2. Se evidencia la disposición de los puentes
de hidrogeno intermoleculares en el agua. Cada
molécula puede interactuar con hasta 4 otras.
Siguiendo usualmente una conformación
tetraédrica.

Características Fisicoquímicas del agua.

La estructura molecular característica del agua permite explicar sus propiedades fisicoquímicas, las
cuales determinan sus funciones vitales en el organismo. A efectos prácticos analizaremos las
principales propiedades del agua, de acuerdo a la función con que se relacionan.

Función termorreguladora

a) Calor Especifico: Representa la cantidad de energía calórica (calorías) necesaria para aumentar
la temperatura de 1 gr de agua en 1° C (grado centígrado), desde 14.5° C a 15.5 °C. El agua
tiene un calor específico de 1 cal/gr °C, es decir necesitas 1 caloría para subir 1 grado centígrado
de temperatura a 1 gr. de agua; Al compararse con otras sustancias, encontramos que el calor
específico del agua es elevado (9 veces mayor al del hierro, 18 veces mayor al de la plata, y 33
veces mayor al del plomo). Al administrar calor a una molécula se incrementa su energía cinética,
su motilidad y vibración, rompiendo progresivamente los enlaces intermoleculares que la rodea,
pasando a través de los estados sólido, líquido y gaseoso. El calor específico elevado del agua
es producto de las múltiples interacciones intermoleculares que puede formar, lo cual es
excelente, ya que ésta puede retirar calor de los tejidos eficazmente aumentando poco a poco su
temperatura hasta llegar a evaporarse; el ejemplo clásico es la sudoración: el agua presente en el
sudor extrae el calor originado de las reacciones exotérmicas corporales, aumentando
paulatinamente su temperatura hasta evaporarse, siendo esta la propiedad fundamental que le
confiere al agua su carácter termorregulador.

b) Punto de ebullición y calor de vaporización:

A menudo consideramos que el término calor y temperatura son similares, sin embargo, a pesar
de que están relacionados, son conceptos diferentes. El calor es la energía cinética total
derivada del movimiento de las partículas, lo cual depende de su velocidad, número, tamaño y
tipo. Por el contrario, la temperatura es la medida de dicha energía, y no depende de ninguno de
los parámetros anteriores.

Sabemos que el agua, como toda la materia, puede encontrarse en 3 grandes estados: Sólido,
líquido y gaseoso, de acuerdo al grado de interacciones y orden intermolecular que presente. A
medida que administramos calor, la energía cinética, el movimiento y la vibración de las
moléculas aumenta, superando progresivamente la fuerza de cohesión (interacciones
intermoleculares) permitiendo el cambio de estado sólido – liquido (fusión), liquido-gaseoso
(vaporización), es lógico acotar que mientras administramos calor, la temperatura del líquido va
incrementándose progresivamente.

La relación entre el calor suministrado, la temperatura alcanzada y la progresión a través de los


estados de la materia puede describirse en la siguiente gráfica (ver figura 3):

Figura 3. Estados físicos del agua. Relación entre calor y temperatura.

El eje X representa la energía calórica que se va administrando progresivamente, relacionándose


de manera proporcional al incremento de la temperatura (eje Y). Al considerar el hielo, a medida
que vamos administrando calor la temperatura va incrementándose, hasta llegar a una primera
meseta, a la cual comienza un proceso de transformación del estado sólido a líquido,
aumentando la energía cinética total de la materia y venciendo hasta un 10 – 15% del total de
enlaces intermoleculares, la temperatura a la cual se alcanza este equilibrio se denomina punto
de fusión (0ºC a 1atm de presión), sin embargo, podemos evidenciar que a pesar de haber
alcanzado esta temperatura, necesitamos mantener un aporte continuo de calor para garantizar
la conversión de estado de la totalidad de moléculas involucradas, dicha medida se denomina
calor de fusión (80 cal/gr). Una vez que tenemos el agua en estado líquido, de acuerdo al calor
específico de la misma, si administramos 100 cal de energía, el movimiento y vibración de las
moléculas aumenta y va rompiendo mayor cantidad de enlaces intermoleculares hasta registrar
una temperatura de 100 ºC, a la cual comienza un equilibrio entre el estado líquido y gaseoso,
denominada punto de ebullición. De igual manera, entramos en una segunda meseta, en donde
necesitamos mantener un aporte continuo de calor, para permitir la vaporización por ebullición de
la totalidad de las moléculas de agua, dicho aporte recibe el nombre de calor de vaporización
(540 cal/gr).

Como definimos anteriormente, la conversión del estado líquido a gaseoso en la molécula de


agua, recibe el nombre de vaporización. Existen 2 tipos de vaporización:

- Evaporación: Es un proceso superficial, en donde algunas moléculas de la superficie del


líquido, adquieren una energía cinética elevada, y experimentan una conversión progresiva al
estado gaseoso, manteniéndose una presión atmosférica superior a la presión dentro del
líquido (presión de vapor). Es un proceso que no depende de la temperatura. Todo líquido
evapora, independientemente de la temperatura.

- Ebullición: Es una forma “violenta” de vaporización que se produce cuando, al elevar la


temperatura, hasta alcanzar el punto de ebullición, la presión de las moléculas (presión de
vapor) supera la presión atmosférica, empezando a aparecer burbujas de gas dentro del
recipiente, y la conversión de la totalidad de las moléculas al estado gaseoso. Considerando
que el punto de ebullición es la temperatura a la cual la presión dentro del líquido iguala y
supera la presión atmosférica para iniciar el proceso de transformación de estado, su valor
puede variar de acuerdo a la altitud sobre el nivel del mar. En tal sentido, a mayor altitud,
como tenemos una menor presión atmosférica, el punto de ebullición es menor.

El proceso de vaporización implica el incremento de la energía cinética de las moléculas a un


nivel tal, que se rompen los enlaces intermoleculares y aumenta la dispersión de las mismas. En
vista, de esto podemos aseverar que una sustancia será más volátil en la medida que tenga
menor cantidad de enlaces intermoleculares (por ejemplo, el etanol). El agua, al poseer gran
cantidad de estos enlaces, en forma de puentes de hidrogeno, es una sustancia con menor
volatilidad, y presenta un alto calor especifico, punto de ebullición y calor de vaporización.

c) Conductividad calórica: Es la capacidad que tiene un compuesto de transmitir el calor a través de


él, es elevada en los metales, siendo seguida de cerca por el agua, y posteriormente por los
compuestos orgánicos. En el agua es de 0,58 W—m-1—K-1 a 20ºC. Se incrementa
progresivamente con la temperatura, alcanzando un máximo a 130º C.

La gran capacidad de captación, conducción y disipación de calor que presenta el agua, de acuerdo
a las propiedades antes descritas, le confiere su propiedad termorreguladora, que nos permite
mantener nuestra temperatura corporal dentro de un rango normal entre 36.8 y 37.5ºC, manifestada
en su máxima expresión mediante el proceso de sudoración, en donde la película de agua del sudor
va extrayendo calor del organismo, hasta alcanzar su calor de vaporización e iniciar un proceso de
evaporación, transfiriendo el exceso de calor al medio ambiente.

Capacidad de lubricación de las articulaciones. Tendencia al colapso alveolar


.
d) Tensión Superficial: Esta puede definirse como la fuerza que ejerce un líquido sobre una
determinada superficie debido a la existencia de una atracción no compensada hacia el interior
del mismo sobre las moléculas individuales de la superficie, comportándose ésta como una
película elástica muy delgada. Es una propiedad relacionada con la cohesión (atracción
intermolecular), que presentan las moléculas de la superficie de un medio líquido, en contraste
con las del interior del medio. Una molécula en el interior de una masa de agua (o cualquier
liquido) está rodeada completamente por otras moléculas, siendo atraída en todas las
direcciones con aproximadamente igual intensidad, y por simetría, la fuerza resultante es nula.
Por el contrario, una molécula ubicada en la superficie, al encontrarse rodeada por arriba por otro
tipo de moléculas, por ejemplo, un gas (aire ambiental), presenta una interacción casi
despreciable con las mismas, siendo atraída exclusivamente por las moléculas ubicadas en la
zona inferior, es decir, aparece un vector neto de fuerza dirigido hacia el interior del líquido. (Ver
figura 4). Estas moléculas de la superficie pasan a presentan un mayor estado energético, y
tratar de unirse entre sí, para disminuir el área total de la superficie y llegar a un estado
energético más estable. La superficie del agua siempre tiende a ocupar un área mínima, lo cual
es apreciable al observar una gota, su geometría esférica consigue el máximo volumen con la
mínima área. La tensión superficial del agua es máxima a 0ºC, tomando un valor de 75.7 dinas
cm-1.

Estas fuerzas de cohesión intermoleculares que determinan la tensión superficial, también son
responsables de que el agua se comporte como un fluido incompresible, un amortiguador
mecánico, facilitando la lubricación en las articulaciones. Sin embargo, al mismo tiempo, la
tensión superficial que aparece en la interfaz aire-agua presente en la pequeña capa de líquido
que recubre a los alveolos pulmonares, es un factor que se opone a la distensión (compliance)
alveolar, y tiende al colapso de los mismos durante la espiración. Con la finalidad de disminuir
las fuerzas de cohesión intermoleculares, y por ende la tensión superficial, los neumocitos tipo II
producen una sustancia anfipatica, constituida en un 70% por fosfolípidos, denominada
surfactante, la cual contrarresta el vector neto de atracción presente en las moléculas de agua en
la superficie de la interfaz, disminuyendo la tensión superficial, contribuyendo a evitar el colapso
alveolar.

Figura 4. Se evidencia la diferente


interacción de las moléculas de agua
entre la superficie y la parte interna del
agua. En la superficie la atracción
intermolecular es mayor que el interior.
Las moléculas en el seno del líquido se
encuentran rodeadas completamente, por
lo que las fuerzas de interacción se
compensan. Dicha atracción superficial
es tan grande que genera una película
elástica que permite que un pequeño
insecto se pose sobre el agua.

Así como el término cohesión depende de las fuerzas intermoleculares del agua, el termino adhesión
es utilizado para describir la interacción de las moléculas de agua con otras moléculas adyacentes.
Esta diferencia adquiere importancia en la explicación del fenómeno de la capilaridad, entendida
como la capacidad que tiene el agua de fluir por espacios estrechos de manera pasiva, y en
contraposición a las fuerzas gravitatorias. Por ejemplo, si utilizamos un tubo de vidrio muy estrecho
(tubo capilar), la adhesión de las moléculas de agua a la superficie del vidrio, supera a las fuerzas de
cohesión, y permite su desplazamiento a través del mismo, hasta que el peso ejercido por la
gravedad contrarresta y evita el progreso de su ascenso. (Ver figura 5). Esta propiedad explica el
ascenso del agua a través de las plantas, la captación de agua por parte de materiales porosos
(toallas, papel), o incluso, el drenaje de las lágrimas del ojo por los conductos lacrimales, igualmente
contribuye a explicar la interacción del agua presente en el líquido sinovial con las superficies
articulares, facilitando su deslizamiento.

Figura 5. Se evidencia el ascenso de las


moléculas de agua a través de un conducto muy
fino. Este fenómeno se produce ya que la
atracción adhesiva de las moléculas con el vidrio,
supera a la atracción intermolecular (cohesión)
del agua. Mientras más fino sea el conducto, mas
alto llegara la columna de agua. Este fenómeno
continúa hasta que el peso del líquido iguala la
adhesión.

Capacidad Disolvente de moléculas polares

e) Constante dieléctrica: Es una medida de la tendencia del disolvente a oponerse a las fuerzas
de atracción entre iones de carga opuesta. Es un hecho cotidiano el comprobar que el agua
es un disolvente muy potente frente a muchas sustancias. Todos los compuestos iónicos,
polares, especialmente las sales, se disuelven en mayor o menor medida, mientras que las
sustancias apolares (lípidos) son prácticamente insolubles. La constante dieléctrica es una
propiedad relacionada con el estado dipolar del agua (momento dipolar). Como vimos
anteriormente, la molécula de agua presenta cargas parciales positivas en los átomos de
hidrogeno, y carga parcial negativa en el átomo de oxígeno, por lo que al estar en contacto
con alguna sustancia iónica o polar, la molécula se reorienta para exponer sus átomos de
carga opuesta al ión en cuestión, agrupando múltiples átomos alrededor del mismo,
rodeándolo hasta vencer las fuerzas de atracción electrostáticas intramoleculares y disolver la
molécula.
Por ejemplo, en presencia de alguna sal, como el NaCl, los átomos de hidrogeno tienden a
atraer al Cl-, y el oxígeno al Na+, rodeándolos, rompiendo los enlaces débiles
intermoleculares (electrostáticos) entre las moléculas de agua y formando esferas de
solvatación, las cuales disociaran el NaCl e impedirán la atracción electrostática entre estos
iones positivos y negativos. (Ver figura 6).
La constante dieléctrica del agua es elevada, lo que le permite disolver cualquier cuerpo de
enlace fundamentalmente iónico, o en el que internamente se produzcan separaciones de
carga. A medida que el carácter del enlace del compuesto es más covalente la dificultad de
disolución por parte del agua es mayor. El valor de la constante dieléctrica a 20 ºC (298º K) es
de aproximadamente 80 F/m, es decir que las moléculas de agua se intercalan entre los iones
disminuyendo sus fuerzas atractivas hasta 80 veces.

Figura 6. Se evidencia el proceso de


hidratación y disolución del NaCl. Se
forman 2 esferas de solvatación,
donde las moléculas de agua orientan
sus polos de carga opuesta a los
iones de Na+ y Cl-, atrayéndolos y
rompiendo su enlace iónico
intermolecular.

Recientemente, se ha propuesto que el estado dipolar del agua también contribuye a la


lubricación de las articulaciones, mediante la interacción con zonas hidrofilicas de proteínas
presentes en el líquido sinovial, como la lubricina.

Capacidad Amortiguadora

f) Poder de Ionización: La disolución de electrolitos en el agua puede constituir un proceso


irreversible (electrolito fuerte) o reversible (electrolito débil), sentando las bases para las
soluciones amortiguadoras o tampones.

La misma molécula de agua se comporta como un electrolito débil, ya que un porcentaje muy
pequeño de las moléculas pueden interactuar entre sí y sufrir ionización. En este caso, de
algunas moléculas de H2O salta un átomo de hidrogeno hacia una molécula vecina provocando
la autoionización de la molécula según la reacción:

H2O + H2O = H3O+ + OH-

Con lo que se formaran dos iones, uno cargado positivamente, H3O+, denominado hidronio, y
otro cargado negativamente, denominado hidroxilo (OH-). (Ver figura 7).
En realidad, puede suponerse que estos iones no se encuentran en el seno del agua como
especies aisladas sino que están hidratadas, rodeadas por otras moléculas de agua no
disociadas.

Considerando esta pequeña cantidad de moléculas ionizadas dentro del agua potable, la
capacidad que tiene ésta de conducir cargas eléctricas (conductividad eléctrica) es baja, y
corresponde a alrededor de 0.5 microsiemens/cm a 25 ºC. Por el contrario, el agua de mar, al
contener mayor cantidad de solutos ionizados, tiene una mayor conductividad eléctrica.

La ecuación de autoionización del agua puede escribirse de manera abreviada como:

H2O H+ + OH-

En donde, por ser una reacción de carácter reversible, al aplicar la ley de acción de masas,
podemos deducir la constante de equilibrio del proceso (Keq), como:

Keq = (H+) (OH-)


(H2O)

La concentración molar de agua pura es bastante alta comparada con otros solutos, alcanzando
un valor de 55.5 M (esta se obtiene mediante la división del número de gramos en 1 litro de
agua, 1000 gr, entre el peso molecular del agua, 18 g/mol). Por lo que sustituyendo dicho valor
en la ecuación encontramos,

Keq x 55.5M = (H+) (OH-)

Al producto del primer miembro de la ecuación anterior (Keq x 55.5M), se le denomina producto
iónico del agua (Kw), siendo su valor igual al producto de las concentraciones de H+ y OH-, 1 x
10 -14, a 25ºC.

Esto implica que el producto de las concentraciones de H+ y OH- en cualquier solución acuosa, a
25ºC, siempre es de 1 x 10-14. Al considerar la disociación de agua pura, las concentraciones de
H+ y OH- son iguales, por lo que:

(H+) = (OH-) = 1 x 10 -7 M

En tal sentido, cuando una solución contiene una concentración de 1 x 10-7 M se denomina
neutra. Cuando disolvemos una sustancia iónica o polar en el agua, esta puede cambiar las
concentraciones relativas de H+ y OH-. Cuando la solución posee un exceso de H+, se
denomina ácida, mientras que si tiene mayor cantidad de OH- es básica.

Los protones (H+) disueltos en solución determinan la acidez del medio, lo cual influye en la
interacción con otros productos biológicos, como las proteínas, enzimas, regulando su
conformación tridimensional y por lo tanto su actividad.

La escala de pH, descrita por Sorensen, expresa de manera simplificada la concentración de


protones libres en una solución. Definiéndose el pH como el logaritmo negativo de la
concentración de protones,

pH = - log (H+)
De acuerdo al producto iónico del agua, la escala tiene un rango de 0 a 14. Tomando al número
7 como un punto neutral (con concentraciones de H+ de 1 x 10 -7, iguales a las de OH-), el
medio será ácido cuando las concentraciones de H+ sean mayores, implicando un pH menor a 7,
y por el contrario será básico, cuando las concentraciones de H+ sean menores, con un pH
mayor a 7.

La regulación del pH es fundamental en los organismos vivos, debemos garantizar que la


concentración de protones libres en el plasma se mantenga dentro de su rango fisiológico (40
nmol/L), manteniendo un pH plasmático entre 7,35 – 7.45. Para lograrlo, poseemos diferentes
sistemas buffer o amortiguadores, tanto en el líquido extracelular como intracelular, que
responden ante variaciones en la concentración de protones libre, con la finalidad de captar o
liberar estos iones, y mantener el pH dentro del rango normal, los cuales trabajan en conjunto
con mecanismos respiratorios y renales de control del equilibrio ácido-base.

Figura 7. Se evidencia el proceso de disociación reversible de la molécula de agua en


hidrogeniones y radicales hidroxilo. Este fenómeno, al ser reversible, se mantiene en
equilibrio, de acuerdo a las necesidades del medio, e implica la capacidad buffer o
amortiguadora del agua (capacidad de mantener el pH del medio ante modificaciones de la
cantidad de ácidos)

Para finalizar, debemos hacer énfasis en que estas propiedades pueden ser modificadas por las
condiciones ambientales, como la presión y la temperatura, así como algunas propiedades pueden
ser modificadas por el número de solutos disueltos en la solución (las llamadas propiedades
coligativas, como el aumento del punto de ebullición, disminución del punto de congelación o la
presión osmótica).

A modo de resumen, para relacionar las principales funciones vitales del agua y sus propiedades
fisicoquímicas involucradas, se puede ver la Tabla 1.

Función Vital Propiedad Fisicoquímica


Termorregulación - Calor Específico (1 cal gr /ºC)

- Calor de Vaporización (540 cal/gr)

- Punto de Ebullición (100ºC a 1atm)

- Conductividad Calórica (0.58 W—m-1—K-1 a


20ºC)
Colapso alveolar - Tensión superficial (75.7 dinas cm-1 a 0ºC)
“depende de la cohesión intermolecular”
Lubricación articular Si la adhesión > cohesión Capilaridad

Capacidad disolvente de moléculas polares - Constante dieléctrica (80 F/m a 20ºC, 298ºK).
Dipolo eléctrico

Capacidad amortiguadora - Bajo poder de ionización (Kw = 1 x 10 -14 a


25ºC)

Tabla 1. Relación entre las funciones vitales del agua y sus propiedades fisicoquímicas.

Compartimientos líquidos del organismo

La cantidad de agua en el cuerpo humano, denominada Agua Corporal Total (ACT), tiene un valor
promedio que ronda alrededor del 60% del peso corporal total (PCT), sin embargo, depende de
diversos factores, como la edad, el sexo, la masa muscular y el tejido adiposo. Debemos acotar que
la masa muscular está conformada por un 70 a 75% de agua, mientras que el tejido adiposo la
repele completamente. Como las mujeres tienen una proporción de tejido adiposo mayor que los
hombres, estas poseen menor agua corporal total. Igualmente, con el envejecimiento se reduce el
ACT, debido sobre todo a la perdida de la masa muscular, por el contrario, los neonatos poseen la
mayor proporción (de los 3,6 Kg que pesa en promedio un recién nacido, cerca de 2.7 Kg son agua).
Por ejemplo, el agua ocupa 74% del organismo en una niña recién nacida, pero esta proporción
desciende hasta 47% en una mujer de 51 años, mientras que un varón de la misma edad tiene 56%
de agua. Siguiendo esta línea, las personas con obesidad poseen una menor cantidad de ACT que
individuos con contextura atlética y mayor cantidad de masa magra muscular. En la Figura 8
podemos evidenciar la distribución del porcentaje de ACT según la edad y el sexo, y en la Tabla 2,
observamos el efecto de la contextura corporal de la persona.

Figura 8. Distribución del porcentaje de agua corporal total según edad y sexo. Observamos como a medida que
aumenta la edad, el porcentaje de agua disminuye, asi como para cualquier grupo etario, el porcentaje de agua
es menor en el sexo femenino que en el masculino.
Contextura Grupo Etario
Recién Nacido Hombre Adulto Mujer Adulta
Delgado 85 % 65 % 55 %
Promedio 75 % 60 % 50 %
Obeso 65 % 55 % 45 %

Tabla 2. Contenido porcentual de agua en el organismo, clasificada según contextura de la persona, grupo etario
y sexo.

El ACT se divide en dos compartimientos. El agua en el exterior de la célula se denomina Líquido


Extracelular (LEC), mientras que el agua en el interior de las células se denomina Líquido Intracelular
(LIC). El LIC es el mayor compartimiento líquido del organismo, representado 2/3 partes del ACT, y
por ende, un 40% del PCT. El LEC se subdivide, a su vez, en tres compartimientos, el líquido
intersticial, el cual circula por las espacios intercelulares y la matriz extracelular, vinculando el LIC
con el compartimiento intravascular, y representa ¾ partes del LEC, o un 15% del PCT; el líquido
plasmático, o intravascular, el cual se corresponde con el plasma o porción líquida de la sangre, y
representa ¼ parte del LEC, o el restante 5% del PCT. Es necesario hacer la distinción entre liquido
plasmático, y sangre total, ya que el plasma constituye solamente la parte liquida de la sangre
representando un 55-65% del volumen sanguíneo total (plasmacrito), mientras que el porcentaje
restante, correspondiente a los elementos formes sanguíneos, un 35-45% (hematocrito); por último,
encontramos el líquido transcelular, usualmente de volumen despreciable, el cual se corresponde
con líquidos dotados de función en el organismo, como el líquido sinovial, peritoneal, pericárdico,
cerebroespinal, intraocular, perilinfa, endolinfa. En el Esquema 1 y la Figura 9 podemos resumir esta
distribución del ACT en los compartimientos corporales.

Vale la pena considerar que existe una relación entre la edad y la distribución del ACT entre los
compartimientos intra y extracelulares. En este sentido, a medida que envejecemos aumenta la
proporción de agua dentro del LIC, mientras que disminuye en el LEC. Es decir, una persona de la
tercera edad, tiene proporcionalmente más agua dentro del compartimiento intracelular, y menos en
el extracelular, al compararlo con un lactante. En la figura 10, podemos resumir los cambios en la
composición y distribución hídrica del organismo, en relación con el peso corporal y la edad.

AGUA CORPORAL TOTAL (60% DEL PCT)

LIC (40% DEL PCT) LEC (20% DEL PCT)

Liq. Intersticial (15% DEL PCT) Liq. Plasmático (5% DEL PCT) Liq. Transcelular

Esquema 1. Distribución de los líquidos corporales en los compartimientos líquidos del organismo
Figura 9. Distribución de los líquidos corporales en los compartimientos líquidos del organismo.

Figura 10. Composición y distribución del agua en el organismo, de acuerdo al porcentaje de grasa corporal y la
edad.

La figura 10, nos permite identificar que, a medida que la persona aumenta su porcentaje de tejido
adiposo, así como su edad, disminuye el agua corporal total, considerando igualmente, que dicha
disminución es más acentuada en el sexo femenino, que en el masculino. Igualmente, con el
incremento de dichas variables, se genera una redistribución hídrica, incrementando el volumen del
compartimiento intracelular y disminuyendo el extracelular.
En algunas situaciones clínicas se puede presentar un acumulo patológico de líquido en espacios
virtuales extracelulares, denominados “tercer espacio”, por ejemplo en la cavidad pleural o peritoneal
ante un traumatismo penetrante. Esto puede llevar a una importante depleción de volumen
intravascular, al considerar la capacidad de almacenamiento del espacio, por ejemplo, el peritoneo
puede almacenar hasta 5 L.

Es importante analizar problemas relacionados con el volumen de estos compartimientos,

Ejemplo: ¿Cuánto representa el Volumen de Liquido Intersticial de una persona adulta mayor de
sexo masculino de 70 Kg. de peso?

Respuesta: Lo único que nos importa es que la persona pesa 70 Kg (este sería el PCT), y que nos
piden el líquido intersticial, por lo que si vemos el esquema esto representa el 15% del PCT, es decir,
el 15% de 70Kg, lo cual es 10.5 LT.

En ocasiones, con fines clínicos y experimentales, es preciso conocer los volúmenes de los
diferentes compartimientos líquidos del organismo. Dado que es imposible medir estos
compartimientos directamente, solo pueden conseguirse resultados aproximados que, sin embargo,
pueden resultar de gran utilidad. Dentro de los diferentes métodos de medición, encontramos a la
técnica de dilución, en donde colocamos una pequeña cantidad de una sustancia marcadora,
esperamos que se distribuya por el compartimiento deseado y procedemos a tomar una muestra de
líquido, en cuyo caso, siguiendo el principio de conservación de la masa (V1 x C1 = V2 x C2), el
volumen del compartimiento (V2) es igual a V1 x C1/C2.

Es importante considerar que las sustancias medidoras deben cumplir con una serie de propiedades,
por ejemplo, no deben ser tóxicas para el organismo, deben distribuirse uniformemente y de manera
exclusiva en el compartimiento deseado, no ser metabolizadas, no alterar la distribución hídrica y ser
de fácil medición.

En la tabla 3, encontramos un resumen de las principales sustancias medidoras a utilizar para cada
compartimiento líquido.

Compartimiento líquido Sustancia indicadora


Agua Corporal Total (ACT) - Agua tritiada
- Agua deuteriada (D2O)
- Antipirina
Liquido Extracelular (LEC) - Inulina
- Tiocianato, tiosulfato
- Marcadores radioactivos (Na+, Cl-, Br-)
Líquido Plasmático - Albumina radiactiva (131-I-albumina)
- Azul de Evans
Líquido Intersticial No puede calcularse directamente, ya que no
hay una sustancia que se distribuya
exclusivamente en este compartimiento. Se
calcula a partir del LEC y el Líquido Plasmático.
Liquido Intracelular (LIC) Al igual que el líquido intersticial, no hay ninguna
sustancia que se distribuya solo en este
compartimiento. Se obtiene a partir de la resta
entre el ACT y el LEC. LIC = ACT - LEC
Tabla 3. Medidores químicos de los compartimientos líquidos del organismo.
Los métodos de estudio de la composición corporal han experimentado una gran evolución desde el
siglo pasado, especialmente desde el advenimiento de las técnicas de impedancia bioeléctrica. El
análisis de la impedancia bioeléctrica en vivo, es un procedimiento de análisis de la composición
corporal basado en la variación que sufre una corriente eléctrica alterna de una frecuencia
determinada y de una intensidad suficientemente baja, para no ser percibida por el individuo, al
pasar a través del organismo constituido por los diferentes tejidos y sus interfases, los líquidos
corporales y las células, que forman un circuito cerrado con el equipo que aplica la corriente; la
diferencia de voltaje detectada entre el punto de entrada de la corriente y el punto final de su
recorrido, conocida la intensidad de la corriente aplicada, permite obtener la impedancia corporal,
mediante la aplicación de la ley de Ohm, la cual, es utilizada, considerando al organismo como un
conjunto de cilindros simplificados, para conocer el volumen de sus compartimientos.

Esta técnica de análisis permite estimar el agua corporal total del individuo, y sus compartimientos
(LIC y LEC), así como la masa grasa total, mediciones de especial interés en pacientes renales, en
hemodiálisis, y pacientes obesos. Igualmente, permite la valoración de la masa celular corporal, útil
para el pronóstico de enfermedades caquectizantes, como el VIH/SIDA y la tuberculosis;
considerando que la masa celular corporal, hace referencia al compartimiento metabólicamente
activo del organismo, su estimación también es útil para identificar pacientes con alto riesgo de
morbimortalidad periquirúrgico.

Por último, debemos acotar que la distribución porcentual de agua en los diferentes tejidos del
organismo es muy diferente, llegando a un máximo en el riñón, donde el 80-85% del peso del órgano
está constituido por agua, así como la sangre y el tejido muscular, mientras que alcanza su mínimo
en el tejido óseo y en el esmalte dental, con un 10% de contenido hídrico, aproximadamente.

Composición de los líquidos corporales

Existe una notable diferencia en la concentración iónica entre el compartimiento intracelular y


extracelular, donde la principal diferencia radica en que la concentración de K+ en el LIC es muy
superior a la del LEC, mientras que las concentraciones de Na+ y Cl- son mayores en el LEC.

La composición de los dos compartimientos extracelulares más importantes, plasma y líquido


intersticial, es muy parecida. La mayor diferencia entre ambos compartimientos radica en la
concentración de proteínas, las cuales son mucho más abundantes en el compartimiento plasmático
debido a que el endotelio es prácticamente impermeable a los solutos de gran tamaño como éstas,
mientras que permiten el paso del agua y los pequeños solutos. En tal sentido, consideramos que
las concentraciones de electrólitos en el plasma representan de manera fiel las concentraciones de
éstos en el líquido extracelular.

La composición del líquido intracelular varía en función de los diferentes tejidos, aunque mantiene en
todos ellos sus principales características. En general, el LIC tiene como principal catión (iones de
carga positiva) al K+, mientras que sus concentraciones de Na+, Cl- y HCO3- son bajas, teniendo
como principales aniones (iones de carga negativa) a los fosfatos orgánicos, como el ATP, y las
proteínas (en mayor concentración que en el líquido plasmático).

Esta importante diferencia de concentración iónica entre el LIC y el LEC es debida


fundamentalmente a la presencia de la bomba Na+/K+ ATPasa, que transporta activamente 2 iones
de K+ al interior celular, y 3 Na+ al exterior celular. De igual forma, tanto en el líquido intracelular
como plasmático, la presencia de un ión no difusible, como las proteínas, influye en la distribución de
iones a través de la membrana celular, de acuerdo al enunciado del equilibrio de Gibbs-Donnan, el
cual describiremos posteriormente.
La figura 11 y la tabla 4 nos resumen la diferente composición de los líquidos corporales:

Dibujo obtenido con autorización, de www.temasdefisiologia.com.ar


Figura 11. Composición iónica de los compartimientos celulares.

Tabla 4. Concentración de electrolitos en el líquido extracelular (plasmático e intersticial) e intracelular.


Para contrastar las diferencias de concentración de los 3 principales electrolitos orgánicos
presentamos la tabla 5:

Electrolito Liquido Intracelular Líquido Extracelular


Sodio (mM/L) 5 - 15 135 - 145
Potasio (mM/L) 130 - 160 3.5 – 4.5
Cloro (mM/L) 0–5 100 - 106
Tabla 5. Resumen de las concentraciones iónicas en los compartimientos celulares del sodio, potasio y cloro.

Consideramos pertinente realizar una pequeña descripción de las características del líquido
cerebroespinal, al ser un importante líquido transcelular, cuya muestra, obtenida mediante punción
lumbar, y su posterior examen citomorfológico y citoquímico, provee información de relevancia
diagnóstica ante una gran cantidad de enfermedades.

El líquido cerebroespinal (LCE) es producido por las células ependimarias, presentes en los plexos
coroideos, ubicados en los ventrículos cerebrales (laterales, tercer y cuarto ventrículo), el cual circula
a través del espacio subaracnoideo. Su formación depende de procesos de filtración y transporte
activo, generando un volumen de alrededor de 125 – 150 mL, con una tasa de producción de
alrededor de 20 mL/hora. Aproximadamente 20% del total de LCE se encuentra dentro de los
ventrículos, mientras que el resto se ubica en el espacio subaracnoideo dentro del encéfalo. Una vez
producido, el LCE pasa desde los ventrículos laterales, hacia el cuarto ventrículo, pasando por el
acueducto cerebral, para desde aquí, entrar hacia el espacio subaracnoideo, dirigiéndose hacia la
cara dorsal de la corteza cerebral y la médula espinal. Finalmente, es reabsorbido en las
vellosidades aracnoideas, localizadas a lo largo del seno venoso sagital superior, y los senos
intracraneales, hacia la sangre.

La secreción y reabsorción del LCE se mantiene en un delicado equilibrio, manteniendo una presión
entre 60 – 200 mmHg, medida durante la realización de una punción lumbar, con el paciente en
decúbito lateral. Procesos infecciosos agudos, como la meningitis, pueden alterar este balance de
producción – reabsorción del LCE, causando un incremento de la presión intracraneal, conocida
como hipertensión endocraneana, potencialmente letal, debido al riesgo de herniación del cerebro y
cerebelo, comprimiendo el bulbo raquídeo, generando depresión cardiorrespiratoria.

La composición del líquido cerebroespinal se encuentra regulada gracias a la presencia de barreras


estrechas que limitan la difusión de moléculas desde la sangre hasta el encéfalo, conocidas en
conjunto como barrera hematoencefalica. Al analizar las características físicas y químicas del LCE
normal, podemos describir los siguientes hallazgos.

Color: Es cristalino, usualmente recibe el nombre de “agua de roca”. Tanto procesos infecciosos,
como no infecciosos, puede alterar la apariencia del LCE. La presencia de leucocitos o eritrocitos,
suele asociarse con turbidez del líquido.

Células: Normalmente, es acelular. Sin embargo, hasta 5 leucocitos y 5 eritrocitos, pueden


encontrarse en muestras tomadas por punción lumbar en pacientes sanos. La elevación de dicho
contaje celular, puede aparecer en procesos inflamatorios y hemorrágicos.

En relación a su composición química:

Proteínas: En su mayoría no logran atravesar la barrera hematoencefalica, por lo que sus


concentraciones son menores a las del plasma, con rangos alrededor de 23 – 38 mg/dl. Sus valores
suelen elevarse en procesos inflamatorios.
Glucosa: La concentración de glucosa dentro del LCE es mantenida por procesos de difusión
facilitada y transporte activo. Por lo general, la concentración de glucosa dentro del LCE es igual a
60% de la concentración plasmática. Su concentración suele disminuir durante la meningitis
bacteriana, debido al consumo de la misma por las colonias microbianas.

La composición detallada del LCE, en comparación con el líquido plasmático, puede evidenciarse en
la siguiente tabla:

Tabla 6. Composición del líquido cerebroespinal, en comparación con el líquido plasmático.

El análisis químico y la tinción Gram del LCE representan una parte integral de la valoración de
pacientes con sospecha de meningitis u encefalitis, y contribuye a identificar la posible etiología, viral
o bacteriana.

En la meningitis bacteriana, suele evidenciarse:

- Un conteo de leucocitos superior a 1000 cel/mcl, a predominio de Polimorfonucleares


- Una concentración de proteínas superior a 250 mg/dl.
- Una concentración de glucosa menor a 45 mg/dl.

Al contrario, en la meningitis de etiología viral, aparece:

- Contaje celular usualmente menor a 200 cel/mcl, usualmente a predominio de linfocitos


- Concentración de proteínas menor a 150 mg/dl.
- Concentración de glucosa superior al 50% de la concentración plasmática.

Transporte de sustancias a través de la membrana

Todas las células se encuentran en un equilibrio dinámico con el medio que las rodea, de tal manera,
que siempre existe un movimiento de solutos entre el compartimiento intracelular y extracelular,
garantizando la estabilidad del medio interno, manteniendo así un estado estacionario. Como vimos,
entre ambos compartimientos existe una diferente composición iónica, la cual influye en el
movimiento de las sustancias entre ellos. Analizaremos los mecanismos de transporte que utilizan
las moléculas para atravesar la bicapa lipídica.

Para que exista un movimiento de solutos entre 2 compartimientos, deben garantizarse 2 elementos:
un gradiente energético que impulse al soluto, y una permeabilidad de la membrana al mismo.

En relación con el gradiente energético (fuerza impulsora), se establece bien sea por un gradiente de
concentración químico o eléctrico (diferencia de cargas eléctricas, en el caso de iones) entre los 2
compartimientos, o bien es otorgado por el gasto energético de ATP, para impulsar a dicho soluto en
contra de su gradiente de concentración. En relación con el gradiente electroquímico, podemos
catalogar a los mecanismos de transporte en 2 grandes grupos.

El Transporte pasivo, en el cual las moléculas se desplazan siguiendo la dirección establecida por su
gradiente electroquímico, y el denominado Transporte activo, en el cual las moléculas son
transportadas en contra de su gradiente electroquímico.

Los sistemas de transporte pasivo, incluyen a los siguientes procesos:

a) Difusión: Es el paso de solutos, a través de una membrana semipermeable, siguiendo su


gradiente de concentración electroquímico. Es un proceso que depende del movimiento
térmico, al azar, de las moléculas.

El flujo neto de difusión de una molécula, según la primera Ley de Fick, depende de diferentes
variables como lo son: la magnitud del gradiente de concentración, el coeficiente de difusión, el
espesor de la membrana y el área de superficie de la membrana, analizaremos cada una:

- El gradiente electroquímico: Es la fuerza que actúa sobre una molécula para facilitar su paso
por la membrana. Tiene 2 componentes: El gradiente de concentración químico, y el gradiente
eléctrico (en el caso de iones). En relación al primero, mientras mayor sea la diferencia de
concentración de la sustancia entre los 2 compartimientos, mayor será la fuerza impulsora
para permitir el movimiento de la sustancia hacia el compartimiento de menor concentración.
Esto se cumplirá para una molécula no cargada (no electrolítica o no iónica). En el caso de
una molécula con carga eléctrica, debemos añadir el gradiente eléctrico (derivado de la
diferencia de carga eléctrica entre los 2 compartimientos, por ejemplo, una molécula con
carga positiva, tendera a difundir con mayor fuerza hacia un compartimiento negativo),
inclusive este gradiente eléctrico puede, en algunas circunstancias, contrarrestar el gradiente
químico (de concentración), de la misma sustancia y neutralizar el proceso de difusión (ver
Potencial de Membrana, más adelante)

- El coeficiente de difusión: Es una característica que depende del tamaño de la molécula, la


viscosidad y la temperatura del medio. En general, mientras menor sea el tamaño de la
molécula y viscosidad del medio, así como mayor sea la temperatura, mayor será la
capacidad propia de la molécula de difundir. Igualmente, al considerar el carácter lipídico de la
membrana plasmática, la liposolubilidad de la molécula también influye en la capacidad que
tenga la misma de poder difundir a través de la membrana. Esto es conocido como coeficiente
de partición lípido/agua, mientras mayor sea su valor, mayor liposolubilidad tiene la molécula,
mayor coeficiente de difusión tendrá y más fácilmente difundirá.

- El espesor de la membrana: mientras más gruesa sea la membrana, mas distancia debe
recorrer el soluto para atravesar de un compartimiento a otro, por lo que la tasa de difusión
será menor
- El área de superficie: Mientras mayor sea el área de superficie a través de la cual puede
presentarse la difusión de la molécula, mayor será la tasa de difusión.

Todas estas variables son recogidas en la denominada primera Ley de Difusión de Fick, la cual
establece que:

J= -DA ∆c/∆x

Donde: J= tasa de difusión


D= coeficiente de difusión del ion
A= Área de superficie de intercambio
∆c= Gradiente de concentración químico del ion
∆x = Espesor de la membrana

Es decir, la difusión de un ion es directamente proporcional al coeficiente de difusión del mismo, al


área de superficie de intercambio de la membrana, al gradiente de concentración que lo mueve, e
inversamente proporcional al espesor de la membrana.

Si integramos el papel del gradiente y la permeabilidad como factores determinantes del proceso de
difusión, podemos simplificar la ecuación anterior e integrarla de la siguiente manera:

J = -P (Ci – Co)

Dónde:
J= flujo o velocidad de difusión a través de la membrana
P= Coeficiente de permeabilidad
Ci= concentración de la molécula en el medio intracelular
Co= concentración de la molécula fuera de la célula

En este caso, P incorpora los valores de D, ∆x y A, enunciados en la primera ecuación, mientras que
(Ci – Co) se relaciona con la diferencia de concentración y por lo tanto el gradiente químico que
impulsa a la molécula. Modificaciones de esta ecuación son utilizadas para explicar el proceso de
difusión y filtración a nivel capilar y renal.

Recordemos, sin embargo, que el paso de sustancias a través de la membrana, depende, no solo,
del gradiente electroquímico, sino de la permeabilidad de la membrana a dicha sustancia. Hay
sustancias que logran atravesar libremente la membrana plasmática (teniendo un peso molecular
bajo, siendo lipofilica, no polar, y no teniendo carga eléctrica), siguiendo obviamente su gradiente de
concentración, siendo este el ejemplo característico de los gases plasmáticos (O2 y CO2), al igual
que hay otras que no pueden atravesarla libremente (por ser de alto peso molecular, ser polar, o
tener carga eléctrica), estas últimas requieren de canales proteicos en la membrana celular que
permitan el paso a través de la misma (ejemplo, los canales iónicos en el caso de los iones, y las
acuaporinas en el caso del agua), hablando en este caso de difusión pasiva o simple.

Por el contrario, hay moléculas mas grandes aun, como la glucosa y algunos monosacáridos, que
tampoco pueden atravesar libremente la membrana y requieren una proteína transportadora que
permita su paso a través de la membrana, captando inicialmente la molécula en el exterior celular y
sufriendo posteriormente un cambio conformacional hasta liberarla en el interior celular, siendo esto
conocido como difusión facilitada. (Ver figura 12)

Encontramos una diferencia importante a nivel de la cinética de dichos procesos de transporte, ya


que la difusión simple presenta una cinética de tipo lineal, en donde a mayor cantidad de moléculas,
mayor velocidad de transporte, sin presentar saturación; mientras que la difusión facilitada, al
depender de una proteína transportadora, que presenta cambios conformacionales necesarios para
el transporte del soluto, presenta una cinética con saturación, en donde llega un punto que
independientemente de la cantidad de moléculas presentes, no se puede transportar a mayor
velocidad. (Ver figura 13)

Figura 12. Mecanismos de transporte a través de la membrana. Se evidencian los procesos de transporte pasivo
(difusión) y transporte activo. La difusión puede implicar el paso de solutos directamente a través de la
membrana (gases plasmáticos), o bien el paso de moléculas con carga eléctrica (iones), o moléculas pequeñas
polares (agua), a través de canales proteicos, denominándose difusión simple. Otro tipo de moléculas de un
mayor tamaño (glucosa, aminoácidos), requieren de proteínas transportadoras, las cuales captan la molécula en
el exterior celular y sufren un cambio conformacional que las transporta al medio intracelular, denominándose
Difusión Facilitada. Los sistemas de transporte activo también usan proteínas transportadoras (bombas), sin
embargo, desplazan los solutos en contra de su gradiente de concentración, por lo que requieren un gasto
energético extra, usualmente en forma de ATP (transporte activo primario).
Figura 13. Cinéticas de Transporte. Se
compara la cinética lineal de la difusión
simple, con la cinética de saturación de la
difusión facilitada, esta última en base a
la máxima velocidad de cambio
conformacional que puede experimentar
la proteína transportadora.

b) Osmosis: Es el movimiento de agua a través de una membrana semipermeable, impulsada


por una diferente concentración de solutos entre ambos compartimientos, en donde el agua
pasara del compartimiento con menor cantidad de solutos, al que tenga mayor concentración
de solutos disueltos en la solución, o bien, analizándolo desde el punto de vista del agua,
representa la difusión del agua de un compartimiento con mayor concentración a uno con
menor concentración. El movimiento del agua es pasivo y la energía que alimenta este
desplazamiento es la diferencia de presión osmótica (gradiente osmótico) a través de la
membrana plasmática. La presión osmótica es la fuerza impulsora de la difusión de agua, y
está determinada exclusivamente por el número de moléculas presentes en la solución
(osmoles), no depende de factores como el tamaño de las mismas, la masa o su naturaleza
química. Se calcula según la Ley de Van’t Hoff:

Π = nCRT

En donde, Π es presión osmótica. N, la cantidad de partículas disociables por molécula; C, la


concentración total de solutos; R, la constante de los gases; y, T, la temperatura en grados
Kelvin.

La presión osmótica suele correlacionarse según los términos, osmolaridad y osmolalidad,


ambos son medidas de concentración de solutos, que toman en cuenta el número de
partículas disueltas en una solución y no la masa del soluto. El número de partículas disueltas
en la solución se denominan osmoles, y dependen de la capacidad de disociación de la
molécula. Por ejemplo, el NaCl al disociarse en agua, da origen a un átomo de Na+ y un
átomo de Cl-, por lo que cada una solución de 1osm/L de NaCl genera una concentración
Osmolar de 2osm/L; 1 mol de CaCl2, al disociarse origina 1 mol de Ca++ y 2 moles de Cl-,
sumando 3 osmoles eficaces; por el contrario, 1 mol de glucosa, al no poder disociarse,
genera solamente 1 osmol. Por lo general, el Osmol es una unidad muy grande para expresar
la actividad osmótica de los líquidos corporales, siendo utilizado con mayor frecuencia, el
miliosmol (mOsm), el cual equivale a 1/1000 osmoles. De acuerdo a la capacidad de difusión
del soluto a través de las membranas biológicas, los osmoles se clasifican en: efectivos e
inefectivos. Los primeros, no atraviesan con facilidad la membrana, por lo tanto, quedan
retenidos en su compartimiento, ejerciendo un efecto Osmolar, al contrario, los osmoles
inefectivos (urea, etanol, metanol), pueden atravesar las membranas biológicas, por lo que, a
pesar que se coloquen en una solución, al pasar a través de la membrana, establecen
rápidamente un equilibrio de concentración, bloqueando el establecimiento de un gradiente
Osmolar.

La Osmolaridad es la unidad de concentración química que relaciona el número de partículas


(osmoles) disueltas en 1 litro de solución, mientras que la Osmolalidad es el número de
partículas disueltas en 1 Kg. De solvente: Para las soluciones diluidas, como los líquidos
corporales, la diferencia entre ambos parámetros es insignificante y se utilizaran como
sinónimos. Como mencionamos anteriormente, el agua se desplaza siguiendo su gradiente
osmótico, desde un medio con menor Osmolaridad hasta otro con mayor Osmolaridad, esta
diferencia Osmolar (gradiente Osmolar) es la fuerza impulsora que determina el
desplazamiento libre de agua a través de la membrana plasmática.

Al analizar desde un punto de vista físico el termino presión osmótica, esta se define como
presión necesaria para detener el proceso de osmosis; Ejemplo: si estamos en presencia de dos
compartimientos con una diferencia de solutos importante, entonces se va a establecer un
gradiente osmótico (derivado de la diferente Osmolaridad en los compartimientos), necesitando
mayor presión para impedir este proceso (imagínense poner un gran pistón contrarrestando la
difusión de líquido, mientras más quiera el líquido moverse, más fuerza tienes que hacer con el
pistón para impedirlo), por lo que la presión osmótica es un parámetro que ilustra el gradiente
osmótico entre 2 compartimientos, a mayor presión osmótica, mayor cantidad de solutos disueltos
en un compartimiento y por lo tanto mayor gradiente osmótico y tendencia a la osmosis. (Ver
figura 14).

Figura 14. Presión osmótica. Si tenemos un compartimiento B con mayor número de partículas disueltas
en la solución (mayor Osmolaridad), se establece un gradiente Osmolar que impulsa el desplazamiento
libre de agua desde el compartimiento A hacia el B. La presión osmótica se puede considerar como la
presión necesaria para evitar dicho desplazamiento. Supongamos que colocamos un embolo en el
compartimiento B, la presión osmótica será la fuerza necesaria a aplicar en dicho embolo para evitar el
paso de agua. En vista de esto podemos concluir que mientras mayor sea el gradiente Osmolar, y por
ende, la tendencia a ocurrir osmosis, mayor será la presión osmótica de dicho compartimiento.
Tanto en el compartimiento intracelular como en el extracelular existen sustancias
osmóticamente activas, las cuales se resumen en la tabla 6. Como podemos ver casi el 80%
de la Osmolaridad plasmática depende del Na+ y del Cl-, siendo el Na+ el más importante
Osmol plasmático. Para el medio intracelular, alrededor de la mitad de la Osmolaridad
intracelular la originan los iones K+, y el resto otras sustancias intracelulares.
También podemos apreciar que, a pesar de las diferencias en la composición de estos
líquidos, su Osmolaridad es esencialmente idéntica: alrededor de 300 mOsm/L, debido a la
libre permeabilidad que presenta el agua entre los compartimientos, que induce un estado de
equilibrio osmótico entre ellos. Como podemos ver los principales líquidos del organismo son
isoosmóticos, sin embargo, existen excepciones como el intersticio de la médula renal que
puede llegar a tener 1200 mOsm/L, y la orina, cuya Osmolaridad es variable, dependiendo del
estado hídrico de la persona, entre 50 – 1200 mOsm/L.

Tabla 7. Solutos osmóticamente activos en los compartimientos líquidos del organismo.

Como describimos, la concentración plasmática de Na+ (VN= 135-145 mmol/L) es el principal


determinante de la Osmolaridad de este compartimiento. Por lo que las variaciones de la
concentración de sodio determinan si el medio se hace hiperosmolar o hipoosmolar. Sin embargo,
tenemos otros osmoles importantes como la glucosa y la urea, los cuales se toman en consideración
al calcular la Osmolaridad plasmática utilizando la siguiente formula:

Osm = 2 (Na+) + 0.055 (glucosa) + 0.36 (BUN, urea) (tomando como valores normales,
Glucosa (60-100 mg/dl), Urea = 7-20
u Osm= 2 (Na) + (Glucosa / 18) + (urea/2.8) mg/dl)
Es importante considerar también el concepto de tonicidad de una solución, el cual es la capacidad
que tiene una determinada solución de cambiar el volumen de una célula, teniendo esto intima
relación con la osmolaridad de la solución y el interior celular. Por ejemplo, se dice que una solución
es isotónica cuando no altera el volumen celular (esto se presenta cuando los 2 compartimientos
presentan la misma osmolaridad), es hipertónica, cuando lleva a una disminución del volumen
celular (presentándose cuando el exterior celular es hiperosmolar con respecto al medio intracelular,
lo que genera un gradiente osmótico que tiende a movilizar el agua hacia el exterior celular), y es
hipotónica, cuando lleva a un aumento del volumen intracelular (en un medio hipoosmolar, en
donde el gradiente osmótico lleva al agua hacia el interior celular, para tratar de aumentar la
osmolaridad extracelular y alcanzar el equilibrio).

Los efectos que surgen al colocar una célula (glóbulo rojo) en medios con diferente tonicidad u
osmolaridad, son descritos en la Figura 15:

Figura 15. Se evidencia los cambios celulares en relación a soluciones de diferente tonicidad.
Recordemos que estamos colocando una célula con una Osmolaridad intracelular de 290-300 mOsm/L.
En la primera situación se coloca una célula una solución A isotónica (280-290 mOsm), manteniéndose el
equilibrio osmótico. En la segunda situación, al colocar la célula en una solución B hipertónica (360
mOsm/L), se presenta un gradiente osmótico que facilita la salida de líquido al medio extracelular,
deshidratando el glóbulo rojo (crenación). En la situación C, colocamos la célula en un medio hipotónico
(200 mOsm/L), generando un gradiente Osmolar hacia el interior celular que provoca la entrada de agua y
la hinchazón de la célula.

La comprensión de estos conceptos adquiere importancia al analizar el uso de la fluidoterapia


endovenosa para el tratamiento de la deshidratación.
Existen soluciones endovenosas de uso clínico con carácter isotónico, hipotónico o hipertónico, en
relación con su efecto sobre la osmolaridad plasmática. (Ver figura 16)

Se consideran soluciones isotónicas a las soluciones de NaCl al 0.9% o Dextrosa al 5%, ya que no
alteran el equilibrio osmótico de los líquidos corporales cuando son administradas vía endovenosa,
es decir, no producirán ósmosis en ninguna dirección a través de la membrana. Como al infundirlas
en un paciente, la osmolaridad plasmática no cambia, el único efecto que se evidencia es el
incremento del volumen del líquido extracelular. (Ver figura 15)

Al añadir una solución hipertónica al plasma, como NaCl al 3%, la osmolaridad extracelular se
incrementa generando un gradiente osmótico que facilita la salida de líquido del medio intracelular al
extracelular hasta alcanzar el equilibrio. El efecto neto es el aumento de volumen del líquido
extracelular (mayor al esperado por la infusión de la solución), una disminución del líquido
intracelular, y un incremento de la osmolaridad en ambos compartimientos. (Ver figura 15)

Si infundimos soluciones hipotónicas, como NaCl al 0.45%, la osmolaridad extracelular disminuye


por lo que se establece un gradiente que induce la entrada de líquido del medio intracelular al
extracelular hasta alcanzar el equilibrio. Ambos compartimientos (LIC y LEC) aumentan su volumen
total, sin embargo, el primero en mayor proporción (producto del desplazamiento osmótico). (Ver
figura 15).

Figura 16. Efecto de las soluciones isotónicas, hipertónicas e hipotónicas en los compartimientos líquidos del
organismo. El estado normal está indicado por los bloques sólidos, y el cambio producido tras la infusión por
las líneas punteadas.
Consideremos estos 2 ejercicios. Si estamos en presencia de un paciente que nos llega con los
siguientes valores plasmáticos:

Na+ = 149 mEq/L, K= 5 mEq/L, Glucosa = 120 mg/dl, Urea = 32 mg/dl.

¿Se presentara algun cambio en su volumen celular?

Respuesta: Si!, considerando las concentraciones de Na+ plasmáticas, podemos inferir que su
osmolaridad plasmática debe estar por encima de los 300 mOsm/L, por ende presenta una
hiperosmolaridad a nivel plasmático, en base a lo cual la célula tendera a dejar salir agua de su
interior, para compensar la osmolaridad.

Si el caso es,

Na+ = 130 mEq/L, Glucosa = 85 mg/dl, Urea = 18 mg/dl

El paciente se encuentra en un estado hipoosmolar, independientemente que las concentraciones de


glucosa y urea del paciente se encuentren normales, recuerden que el sodio es el principal osmol
eficaz del plasma, en base a esto la célula va a tender a ingresar agua a su interior y aumentar
paulatinamente su volumen para tender a aumentar la osmolaridad plasmática y volverla a valores
normales.

Las células, en condiciones fisiológicas, están rodeadas de una solución isotónica, por lo que no
debemos esperar cambios de su volumen, sin embargo, el mantenimiento de este estado estable es
un proceso activo, en el que se consume ATP y está implicada de forma específica la Na+/K+
ATPasa. Esta necesidad de consumir energía para mantener el volumen celular en una solución
isotónica es consecuencia del efecto de las proteínas intracelulares sobre la distribución de los iones
a través de la membrana plasmática, según el denominado efecto Gibbs-Donnan.

Este efecto se produce cuando una membrana que separa dos soluciones es permeable a algunas
de las moléculas en la solución, pero no a todas. Por ejemplo, en las células, las proteínas
intracelulares no son difusibles, quedando retenidas en el interior celular, a diferencia del resto de
moléculas orgánicas y iones.

El concepto de este fenómeno establece que “cuando tenemos 2 compartimientos con iones, y en
uno de ellos hay iones no difusibles (ejemplo: proteínas), los iones difusibles tendrán a redistribuirse
para mantener la ley de electroneutralidad (es decir, el resto de iones que puedan salir de la
membrana se arreglaran de manera tal que la carga eléctrica en ambos compartimientos sea la
misma), presentando el mismo producto de concentraciones a ambos lados de la membrana, sin
embargo, siempre la sumatoria de los iones será mayor en el compartimiento donde este el ion no
difusible”.

Lo explicaremos mejor en la figura 17:


Figura 17. Equilibrio Gibbs-Donnan

Supongamos la situación 1, en donde tenemos un compartimiento A (intracelular) y un


compartimiento B (extracelular), como vemos existe una electroneutralidad entre ambos
compartimientos (dada por la presencia de 100 cargas positivas en el interior y exterior celular), sin
embargo, vemos que existe un desbalance de concentraciones químicas, ya que en el interior celular
no hay iones cloro, así como en el exterior celular no hay proteínas, sin embargo, las proteínas se
quedan retenidas en el interior celular, por lo que el ion que va a tender a difundir es el cloro
(siguiendo su gradiente químico). A medida que va entrando al interior celular, las cargas negativas
intracelulares van aumentando, lo cual desbalancea la electroneutralidad entre ambos
compartimientos, e impulsa (por gradiente eléctrico), al sodio a entrar también al interior celular,
resultando ahora en un aumento importante de solutos en el interior celular, como se ve en la
situación 2, sin embargo, vemos que se mantiene la electroneutralidad (iguales cargas positivas en
el interior y exterior celular), es decir, hubo una redistribución de los iones entre ambos
compartimientos, que llevo a un aumento en el número de solutos en el interior celular, que se
mantuvo hasta llegar a la electroneutralidad, y que ocurrió como consecuencia de la presencia de
proteínas en el interior celular. Al existir mayor cantidad de solutos disueltos en la solución en el
interior celular, aumenta la osmolaridad intracelular, lo que provocara un gradiente osmótico que
impulsara al agua a entrar a la célula, aumentando por lo tanto el volumen intracelular.

Este fenómeno, ocurre en todas las células como consecuencia del efecto Gibbs-Donnan que
acabamos de describir. En las células, el efecto Gibbs – Donnan aumenta el número de moléculas
con actividad osmótica en el interior celular, produciendo edema intracelular. Sin embargo, este
efecto es contrarrestado por la actividad de la Na+/K+ ATPasa, encargada de sacar de forma activa
3 moléculas de sodio, introduciendo solamente 2 moléculas de potasio, de tal manera, que
reducimos el número de partículas con actividad osmótica dentro de la célula respecto al que se
observaría como consecuencia del Efecto Donnan, manteniendo el volumen celular en las soluciones
isotónicas.

c) Filtración: Es el paso de moléculas de agua y solutos a través de una membrana


semipermeable siguiendo un gradiente de presión, siendo ésta la principal diferencia con la
difusión, la cual se caracteriza por ser mediada por un gradiente de concentración
electroquímico. El principal ejemplo donde vemos este fenómeno, es en el intercambio de
solutos entre los capilares sanguíneos y el intersticio, regulado por las presiones denominadas
fuerzas de Starling. Dichas fuerzas comprenden 2 tipos de presiones: hidrostáticas y
oncóticas. Las primeras, se definen como la fuerza, por unidad de superficie, que ejerce un
líquido contra las paredes de un recipiente; por el contrario, la presión oncótica, se define
como la presión osmótica ejercida por las proteínas plasmáticas o intersticiales, que tiende a
atraer agua a dicho compartimiento. Ambas presiones se describen en el medio intravascular
o intracapilar, y a nivel intersticial, con efectos opuestos sobre el fenómeno de filtración –
absorción (entrada de líquido al capilar).

La presión hidrostática capilar (Phc) es ejercida por la columna de sangre contra las paredes
del capilar, y es la principal fuerza impulsora que tiende a forzar la salida de líquido del capilar
al intersticio. Su valor depende de la presión arterial sistémica, el tono venoso y la volemia.
Por el contrario, la presión oncótica capilar (πc), depende del efecto osmótico de atracción de
agua que ejercen las proteínas plasmáticas, especialmente la albúmina, oponiéndose a la
filtración y favoreciendo la absorción.

Estas presiones juegan un equilibrio dinámico a nivel de los capilares sanguíneos, que
permiten que en el extremo arterial de los capilares, la presión hidrostática intravascular
sea mayor que la presión oncotica, y se permita la salida de liquido hacia las células,
mientras que hacia el extremo venoso del capilar, producto de la salida de líquido al
exterior, la presión hidrostática plasmática cae, siendo superada por la presión
oncótica, lo que permite la recaptación de la mayoría del liquido previamente filtrado. Ver
Figura 18

Figura 18. Proceso de Filtración y Absorción a nivel capilar. Evidenciamos como a nivel del extremo
arterial, la presión hidrostática es alta y supera a la presión oncotica, lo que lleva a permitir la salida de
liquido hacia el exterior del capilar; mientras que en el extremo venoso, ya la presión hidrostática ha
caído (como consecuencia de la salida de liquido), y ahora la presión oncotica la supera, por lo que se
favorece la reabsorción de agua hacia el interior del mismo.

Así como describimos las presiones hidrostáticas y oncóticas capilares, existen sus
contrapartes a nivel intersticial, las cuales ejercen efectos opuestos a las primeras. La presión
hidrostática intersticial (Phi) es la presión que ejerce el líquido intersticial para forzar un
retorno al interior del capilar (absorción), sin embargo, usualmente tiene un valor despreciable.
La presión oncótica intersticial (πi) es la presión y efecto osmótico generado por las proteínas
intersticiales, que tiende a contribuir con la filtración capilar y llegada de líquido al intersticio.
Por lo general, gracias al bombeo linfático, las proteínas no se acumulan en el intersticio, por
lo que esta presión suele ser despreciable. Sin embargo, en caso de un bloqueo del retorno
linfático, las proteínas pueden acumularse en el intersticio, favoreciendo la filtración y la
aparición de edema.

Podemos resumir que la presión hidrostática capilar y la presión oncótica intersticial favorecen
la filtración de líquido, mientras que la presión oncótica capilar y la presión hidrostática
intersticial favorecen la absorción.

Una vez consideradas estas 4 presiones, en la tabla 8 podemos describir que situaciones
tienden a favorecer la filtración y acumulo de líquido en el intersticio, cuya expresión clínica se
denomina edema.

Fenómeno Presiones
Filtración (edema) - Aumento de la Phc (vasodilatación
arteriolar, incremento de la presión
venosa, aumento de la volemia)

- Disminución de la πc
(hipoalbuminemia)

- Disminución de la Phi

- Aumento de la πi (linfedema)
Absorción - Disminución de la Phc

- Aumento de la πc

- Aumento de la Phi

- Disminución de la πi
Tabla 8. Relación de las Fuerzas de Starling con el fenómeno Filtración – Absorción

d) Arrastre por solvente: Este fenómeno aparece en determinados epitelios con alta
permeabilidad, como el epitelio intestinal y renal, en donde la absorción de elementos (tanto
agua como solutos), puede ocurrir, o bien, a través de la célula (transporte Transcelular), o
bien pasando por un espacio presente entre las células (transporte paracelular). En este caso,
si se produce la absorción de agua (mediada por un gradiente osmótico, como siempre), a
través del espacio paracelular, al ser este amplio, y no selectivo, puede arrastrar consigo otros
elementos presentes en el lumen, como por ejemplo iones Na+ y Cl, independientemente de
su gradiente electroquímico, por esto se denomina arrastre por solvente. (Ver figura 19)
Figura 19. Se evidencia el fenómeno de
arrastre por solvente. Cuando el agua se
mueve siguiendo su gradiente osmótico
por vía paracelular a través de una
hendidura altamente permeable, el flujo
de agua puede condicionar el arrastre de
solutos con ella.

En el caso del transporte activo, el mecanismo es llevado a cabo por proteínas transportadoras
(bombas), las cuales pueden transportar uno o dos solutos al mismo tiempo (cotransportadores), en
una misma dirección (simporters) o en dirección contraria (antiporters), en contra de su gradiente de
concentración.

Se divide en 2 categorías: a) El transporte activo primario, en el cual, la molécula es transportada en


contra de su gradiente, impulsada por la energía derivada de la hidrólisis de ATP (utilizando
proteínas transportadoras dependientes de ATP), teniendo como ejemplo la bomba Na+/K+ ATPasa,
la cual bombea 3 átomos de sodio hacia el exterior celular e introduce 2 átomos de potasio, en
contra del gradiente (Ver figura 20); b) el Transporte Activo secundario, en donde el soluto se
impulsa en contra de su gradiente, gracias a la energía suministrada por el movimiento de otro soluto
a favor de su gradiente, un ejemplo seria el intercambiador Na+/Ca++ presente en la membrana
celular, el cual introduce 3 moléculas de sodio al interior celular (a favor de su gradiente), y saca 1
átomo de calcio hacia el exterior (en contra del gradiente), sin requerir un gasto directo de ATP, o
bien el transportador SGLT-1, que permite la entrada de Glucosa al interior celular (en contra de su
gradiente), siendo impulsada por el gradiente que favorece la entrada de 2 átomos de Sodio a la
célula, en favor del gradiente.

Podemos resumir los diferentes sistemas de transporte transmembrana en la figura 21.


Figura 20. Bomba Sodio – Potasio. Se
evidencia la actividad de la proteína
transportadora, la cual mueve 3 iones de
sodio hacia el exterior celular (en contra
del gradiente de concentración), y 2 iones
de potasio al interior celular. Requiere el
gasto extra de 1 molécula de ATP. Es un
ejemplo de transporte activo.

Figura 21. Mecanismos de transporte a nivel celular.


En la siguiente figura podemos evidenciar ejemplos de transporte activo y pasivo a nivel celular, vemos que el
sodio puede entrar al interior celular, así como el potasio puede salir hacia el exterior, siguiendo sus gradientes
de concentraciones electroquímicos y la permeabilidad generada por la presencia de canales iónicos específicos
para ellos; de igual manera la glucosa puede entrar al interior celular gracias a la presencia de transportadores
GLUT, constituyendo estos ejemplos de transporte pasivo.
En relación al transporte activo, podemos evidenciar la bomba sodio-potasio ATPasa, como ejemplo de
transporte activo primario, en donde se gasta ATP, para permitir la salida de sodio al exterior celular y la entrada
de potasio hacia la célula, en contra de sus gradientes, y un ejemplo de transporte activo secundario, como el
intercambiador Na+/Ca++, ya descrito anteriormente.
Balance hídrico y su regulación.

Diariamente, ingerimos una variedad de alimentos y agua, y excretamos productos de desecho. En


un individuo sano, estos procesos tienen lugar sin cambios significativos en la composición o el
volumen de los líquidos corporales. El mantener el equilibrio en estado estacionario, en el que el
volumen y la composición de los líquidos corporales permanece constante aunque se añada y
elimine agua y solutos del organismo, refleja en gran medida la función de diversas células
epiteliales y sistemas de regulación orgánicos.

El balance hídrico es el resultado del equilibrio entre el consumo y la perdida de agua. Cuando el
ingreso y el gasto son iguales, se mantiene dicho balance. En condiciones normales hay solo dos
caminos para obtener agua: la producción de agua metabólica y el consumo oral. El agua metabólica
es un subproducto del metabolismo, si consideramos un gasto energético de 2500 kcal/día, esto nos
rinde alrededor de 250 mL/día de agua metabólica. Por el contrario, el agua que proviene de los
alimentos que comemos y de los líquidos que bebemos constituye casi la totalidad del agua diaria
que utiliza el organismo. Se calcula que el 20-25% del agua ingerida proviene de los alimentos, y un
75-80% de las bebidas.

En relación con las perdidas, los riñones son los principales responsables de la regulación del
equilibrio hídrico y, en condiciones normales, constituyen la principal vía de eliminación de agua del
organismo, considerando que el volumen y la concentración urinaria dependen del estado hídrico del
individuo, los riñones son capaces de reabsorber grandes cantidades de agua a medida que
aumenta la osmolaridad urinaria hasta 1200 mOsm/L y se reduce el volumen hasta un mínimo de
500 mL/día, necesario para excretar la carga renal de solutos obligatoria (productos de desecho del
metabolismo corporal). Otras formas de perdida de agua son a través de las células cutáneas, por
evaporación, y de la respiración, siendo denominadas perdidas insensibles, ya que el individuo no es
consciente de que se produzcan, y su magnitud se correlaciona con la disipación de calor
metabólico. En condiciones de temperatura ambiental elevada, o un exceso de producción de calor,
aparece la sudoración como mecanismo adicional termorregulador, el cual, sin embargo, incrementa
la perdida de agua en personas activas que viven en climas cálidos. Igualmente, puede existir
perdida de agua a través del tracto gastrointestinal. Usualmente las heces normales contienen
aproximadamente 70% de agua, llevando a una perdida fecal de agua de 100mL/día, pero puede
verse incrementada en casos de diarrea (hasta 20L/día en casos de cólera). (Ver tabla 9)

Aunque la pérdida de agua por medio de la sudoración, defecación y evaporación pulmonar y


cutánea puede variar en relación con las condiciones ambientales o en situaciones patológicas, esta
pérdida no puede regularse. En contraste con estos hechos, la excreción renal de agua está
estrechamente regulada para mantener el equilibrio de toda el agua corporal.

Como mencionamos anteriormente, mantener el balance hídrico implica un preciso equilibrio entre la
ingesta y la perdida de agua. Si la ingesta supera a la perdida, aparece un balance hídrico positivo.
Al contrario, si la ingesta en menor a la perdida, aparece un balance hídrico negativo.
Tabla 9. Rutas de ingesta y pérdida de agua.

Los requerimientos diarios de agua para mantener el balance hídrico varían según la edad del
individuo, el sexo, la cantidad de tejido adiposo y el nivel de actividad física. Como demuestra la
tabla 10, los requerimientos son directamente proporcionales al porcentaje de agua corporal total en
la persona, por lo que a medida que envejecemos y va disminuyendo dicho porcentaje, también
disminuyen los requerimientos diarios de ingesta, hasta llegar a 30-35 ml/Kg/día en el adulto
promedio. Siguiendo la misma línea de pensamiento, las mujeres y las personas obesas también
tienen menores requerimientos. Finalmente, las personas que tienen mayor pérdida de agua por
medio de la sudoración, en base a una mayor actividad física, o exposición a ambientes calurosos,
poseen mayores requerimientos hídricos, para compensar dicha perdida, según lo evidenciamos en
la figura 22.

Tabla 10. Requerimientos diarios de agua según grupo etario.


Figura 22. Influencia de la
actividad física y la
temperatura ambiental sobre
los requerimientos hídricos
diarios del organismo.
Podemos evidenciar que ante
un incremento del trabajo
físico o de la temperatura
ambiental, como variables
independientes, aumentan los
requerimientos hídricos del
individuo.

La osmolalidad plasmática está estrechamente controlada por los sistemas homeostáticos y


representa la señal fisiológica primaria para regular el equilibrio hídrico. El balance entre la ganancia
o pérdida de agua, en relación con los solutos, influye en la osmolaridad plasmática. Cuando el
cuerpo recibe un exceso de agua en relación con la cantidad de solutos, la osmolalidad del LEC
disminuye. Por el contrario, cuando se pierde mayor cantidad de agua que solutos, la osmolalidad
aumenta. Las células osmorreceptoras del hipotálamo (núcleo supraoptico), controlan la magnitud de
variación de la osmolalidad del plasma respecto del punto de referencia (set point) Osmolar, que
determinado genéticamente, alrededor de 290 mOsm/kg, acotando que con el envejecimiento se
incrementa este “set point”. Por lo tanto el hipotálamo actúa como un comparador, contrastando el
valor de osmolaridad plasmática, versus dicho punto de referencia, para cuando se produce una
desviación respecto de este punto, activar señales efectoras hormonales y neurales que actúan
sobre la función tubular renal para regular el volumen y la osmolalidad urinaria, a nivel
cardiovascular, regulando el gasto cardíaco y el aporte de sangre a los tejidos, y a nivel conductual,
controlando la necesidad de ingerir agua y sal. Por ejemplo, cuando aumenta la osmolalidad del
LEC, (indicando la posibilidad de una deshidratación), se envían señales neuronales a otra región del
hipotálamo para estimular la sensación de sed. Al mismo tiempo, se secreta hormona antidiurética
(vasopresina) en la neurohipofisis, que actúa sobre los riñones para reducir la excreción de agua.
Por tanto, se aumenta la ingesta de agua al tiempo que se reducen las pérdidas corporales, de forma
que la osmolalidad del LEC recupera su valor predeterminado. Igualmente se activa el sistema
renina-angiotensina-aldosterona y el sistema simpático, con la finalidad de incrementar la
reabsorción de sodio en la nefrona, la frecuencia y la contractilidad cardiaca, con la finalidad de subir
la presión arterial e incrementar el aporte de sangre a los tejidos periféricos. Vale la pena destacar
que, aunque el incremento de la osmolaridad hipotalámica es el principal determinante de la
secreción de vasopresina, el sistema nervioso simpático, mediante la actividad de los
barorreceptores periféricos, también puede controlar la liberación de esta hormona, en base a los
valores de presión arterial.

Como hemos descrito, cuando el balance hídrico se altera, y hay una perdida excesiva del agua
contenida en el compartimiento extracelular, el individuo cae en un estado de deshidratación. La
deshidratación se clasifica según la cantidad de sales perdidas en relación la perdida de agua,
teniendo 3 grandes clasificaciones:

a) Deshidratación isotónica: Ocurre cuando se pierde la misma proporción de agua corporal y


sodio, esta puede ocurrir por diarrea, vomito, terapia diurética, entre otras. En este caso, la
perdida de líquido afecta exclusivamente al compartimiento vascular, provocando una
disminución de la presión arterial, que estimula la activación del sistema nervioso simpático y
del sistema renina-angiotensina-aldosterona, que a su vez inducirá la secreción no osmótica
de vasopresina, para aumentar la reabsorción renal de agua. En este caso la osmolaridad
plasmática no se modifica. Con la finalidad de restituir el líquido plasmático perdido podemos
utilizar soluciones isotónicas de Ringer lactato o NaCl al 0.9%.

b) Deshidratación hipotónica: En este caso la pérdida de sal es mayor a la pérdida de agua,


puede ocurrir cuando ante una situación de deshidratación isotónica reponemos el H2O sin
reponer adecuadamente el Na+ perdido. Al disminuir la osmolaridad del medio extracelular, se
produce una redistribución de líquido hacia el interior celular, lo cual empeora la caída del
volumen plasmático. De igual manera, al caer la osmolaridad, se retrasa la activación de los
osmorreceptores hipotalámicos, por lo que se mantiene inhibido el mecanismo de la sed y la
secreción de vasopresina, hasta que la depleción intravascular tumbe la presión arterial y
active al sistema nervioso simpático. Para su corrección se pueden usar soluciones
hipertónicas (NaCl al 3%)

c) Deshidratación hipertónica: Ocurre cuando hay solo pérdida de agua o estas superan a las
pérdidas de sodio. Esta puede ocurrir en situaciones de privación de agua, diabetes insípida,
ejercicio intenso, quemaduras, taquipnea, entre otras. El incremento de la osmolaridad
plasmática establece un gradiente Osmolar que induce la salida de líquido del medio
intracelular al extracelular, compensando parcialmente la depleción plasmática. Igualmente
dicha hiperosmolaridad activara los osmorreceptores hipotalámicos desencadenando sed y la
producción de vasopresina. Para su corrección se utilizan soluciones hipotónicas (NaCl al
0.45%).

Aunque la deshidratación es más frecuente, cuando el consumo de líquidos sobrepasa la capacidad


de los riñones para eliminarlos, se produce un estado de hiperhidratación o intoxicación por agua.
Esta puede ocurrir cuando un individuo, en un esfuerzo para evitar un golpe de calor durante una
maratón, excursionismo o ejercicio extremo (insanity), bebe copiosas cantidades de agua sin tomar
en cuenta el nivel de sodio de ésta, lo que le lleva a un consumo inadecuado de sales. Al
incrementar la proporción de agua versus sodio en el plasma, aparece un estado de hipoosmolaridad
(hiponatremia) que lleva a una redistribución de líquido, incrementando el volumen intracelular.
Igualmente, para disminuir la volemia, se inhibe el sistema renina-angiotensina-aldosterona, cae la
vasopresina, y se produce péptido natriuretico auricular, el cual antagoniza el efecto de la
vasopresina a nivel tubular renal y favorece el incremento del volumen urinario.
Potencial de membrana celular.

Ya hemos descrito que la membrana celular es una bicapa lipídica selectivamente permeable a
diferentes moléculas, de hecho, es prácticamente impermeable a los iones, comportándose como
una especie de aislante entre 2 soluciones llenas de iones (cargas eléctricas), el líquido intracelular y
el líquido extracelular. Como sabemos existe una diferencia en la distribución iónica entre el exterior
y el interior celular, existiendo una gran cantidad de Na+ y Cl- en el exterior de la célula y una gran
cantidad de K+ y A- (proteínas) en el interior celular. Al ser los iones moléculas cargadas
eléctricamente (bien sea positiva o negativamente), hay una distribución diferencial de cargas
eléctricas dentro y fuera de la célula, es decir, existe un potencial eléctrico diferente a ambos lados
de la membrana, cuando nos referimos al término potencial eléctrico hablamos de energía potencial
eléctrica (sencillamente energía eléctrica generada por un acumulo de cargas eléctricas, que son en
este caso los iones).

Esta separación de cargas se mantiene porque la doble capa lipídica de la membrana bloquea la
libre difusión de los iones. Por lo que esta separación da origen a una diferencia de potencial
eléctrico, o voltaje, a través de la membrana (es decir, debido a los diferentes potenciales eléctricos
a ambos lados de la membrana se genera una diferencia de potencial, o diferencia de voltaje),
denominado POTENCIAL DE MEMBRANA (Vm)

El potencial de membrana se define como: El potencial eléctrico en la parte interna de la célula


menos el potencial en la parte externa. Es decir, Vm = Vic - Vec

Sin embargo, por convención, el potencial fuera de la célula se establece en 0. Por lo cual el
potencial de membrana va a ser igual al potencial en la parte interna de la célula. Vm = Vic

Si aplicamos la Ley de Ohm para determinar la diferencia de potencial, I = ∆P/R, podríamos despejar
la formula, y concluir que la diferencia de potencial (∆P), es igual a la corriente eléctrica que fluye (I),
multiplicada por la resistencia de la membrana (R), siendo esta otra forma de interpretar el potencial
de membrana.

El potencial de membrana depende entonces de la diferente distribución iónica a través de la


membrana plasmática, lo cual a su vez, está regulado por el tráfico o movimiento de iones a través
de la misma.

El potencial de membrana de una célula en reposo recibe el nombre de potencial de membrana en


reposo, y suele ser de alrededor de -60 a -70 mV, debido al gran acumulo de cargas eléctricas
negativas en el interior celular.

Para lograr entender como la diferencia de distribución de los iones genera este potencial de reposo,
comenzaremos con un ejemplo de permeabilidad exclusiva de membrana, como es el caso de las
células gliales, las cuales son exclusivamente permeables a un tipo de ion en reposo (potasio), esta
explicación nos detallara igualmente lo que es el potencial de equilibrio de un ion.

La célula glial tiene un potencial de reposo de -75mV, en ella la inmensa mayoría de los canales
iónicos son exclusivamente permeables al K+. Como resultado de ello, la membrana de la célula glial
solo permite la movilización de K+. Al igual que el resto de las células, la glía tiene una elevada
concentración de K+ y A- en el interior celular y una gran concentración de Na+ y Cl- en la externa.
Como el K+ está presente en una gran concentración en el interior de la célula se genera un
gradiente químico que lo impulsa a salir al exterior, como resultado de esto, progresivamente, el
interior celular se va haciendo más negativo (ya que están saliendo cargas positivas, el K+,
quedándose los A-, proteínas que no pueden salir a través de la membrana), esto lleva a que a
medida que el K+ sale (y el interior se va haciendo cada vez más negativo), la misma difusión se
autolimita, llega un punto en que el interior es tan negativo, que comienza a atraer por gradiente
eléctrico al potasio, contrarrestando su salida por gradiente químico. Así podemos ver que el tráfico
de iones está sujeto a 2 fuerzas: una fuerza de arrastre química que depende del gradiente de
concentración a través de la membrana (que, en este caso, impulsa al K+ a salir); y una fuerza de
arrastre eléctrica que depende de la diferencia de potencial a través de la membrana (que, en este
caso, al salir progresivamente el K+, y volviéndose el interior celular más negativo, atrae K+ del
medio externo). (Ver figura 23)

Figura 23. En la primera situación, observamos una célula exclusivamente permeable al K+, en donde, en base a
la diferencia de gradiente de concentración, entre el interior y el exterior celular, este va a difundir hacia el
líquido extracelular, dejando atrás, las cargas iónicas negativas generadas por el acumulo de proteínas
intracelulares. A medida que sigue saliendo el K+, el potencial intracelular va haciéndose cada vez más negativo,
lo que implica que se establece un gradiente eléctrico al interior celular (al ser el K+ un ión positivo), que tiende a
contrarrestar el gradiente de concentración químico que impulsa la salida de K+. El potencial de membrana
(potencial intracelular), la tendencia de arrastre al medio intracelular por el gradiente eléctrico, contrarresta e
iguala al gradiente de concentración químico que tiende la salida del ión, se denomina potencial de equilibrio.

En resumen, una vez que la difusión de K+ ha alcanzado cierto punto, se desarrolla un potencial a
través de la membrana con el cual la fuerza eléctrica que arrastra K+ al interior de la célula está en
perfecto equilibrio con la fuerza química que arrastra al K+ fuera de la célula. Es decir, el movimiento
hacia fuera de K+ (arrastrado por su gradiente de concentración químico) es igual al movimiento
hacia dentro de K+ (arrastrado por la diferencia de potencial eléctrico de la membrana). Este
potencial de membrana al cual ocurre dicho fenómeno, recibe el nombre de potencial de equilibrio
del potasio. En una célula permeable tan solo a los iones de K+, el Ek (potencial de equilibrio del
potasio) es igual al potencial de membrana en reposo, que es de -75 mV.
Entonces podemos definir al potencial de equilibrio de un ion como el potencial de membrana al cual
no hay un flujo neto del ion a través de la membrana, o bien como el potencial de membrana que
contrarresta la tendencia del ion a seguir su gradiente de concentración químico.

En el potencial de equilibrio se alcanza un equilibrio electroquímico en donde las fuerzas químicas y


eléctricas que actúan sobre un ion son iguales y opuestas y no ocurre difusión neta del mismo. (Ver
figura 24)

Figura 24. Difusión del Na+ a través de una membrana exclusivamente permeable al mismo, que demuestra que
la difusión del mismo se mantendrá hasta que las cargas negativas en el compartimiento 1, tiendan a arrastrar al
interior, la misma cantidad de ion que tiende a salir, y se establezca el potencial de equilibrio.

El potencial de equilibrio para cualquier ion puede calcularse mediante una ecuación derivada en
1888 de los principios básicos de la termodinámica por el fisicoquímico alemán Walter Nernst. La
ecuación de Nernst puede utilizarse para calcular el potencial de equilibrio de cualquier ion que
se encuentra a ambos lados de una membrana permeable para él.

E = Vic-Vec= (RT/zF) * ln (Cec/Cic)

Una vez descrito como los gradientes iónicos generan el potencial de reposo glial, y como este es
igual al potencial de equilibrio del potasio, (por tener una permeabilidad exclusiva al mismo),
analizaremos el caso del resto de las células, en donde no se presenta el mismo fenómeno, ya que
la mayoría de las células son permeables a 3 tipos de iones en reposo, el Na+, el K+ y el Cl-.

Para entender cómo se relacionan estos iones, vamos a pensar rápidamente en nuestro ejemplo
anterior de las células gliales, imagínense que a estas células (exclusivamente permeables al potasio
en reposo), le ponemos ahora unos cuantos canales iónicos abiertos en reposo para el Na+, ¿qué va
a pasar? El Na+ va a tender a entrar al interior de la célula, siguiendo su gradiente electroquímico,
(eléctrico por la carga negativa en el interior de la célula, derivada de la salida de potasio en reposo,
y el acumulo de las proteínas intracelulares con carga negativa, y químico por la mínima
concentración del mismo en el medio intracelular).

Este influjo de cargas positivas (Na+) despolariza la célula (es decir, lleva su potencial de membrana
a valores más positivos, ya que estoy metiendo cargas positivas al interior celular, disminuyendo la
diferencia de cargas entre el interior y el exterior celular), pero solo ligeramente por encima del
potencial de equilibrio del K+. El nuevo potencial de membrana no se aleja mucho del potencial
inicial ya que la “conductancia” o permeabilidad de la membrana en reposo al Na+ es muy poca, es
decir, solamente hay pocos canales de Na+ abiertos en reposo, por lo cual no logra entrar tantos
iones como para despolarizar significativamente la membrana.

En el ejemplo glial estábamos en un potencial de equilibrio, ya que había un equilibrio entre la


cantidad de K+ que salía y que entraba por la membrana, pero ahora ya que se despolariza un poco
la membrana por la entrada de Na+, esto reduce la fuerza eléctrica negativa que arrastraba al K+ al
interior de la célula, por lo tanto se establece un flujo neto de K+ al exterior de la célula (siguiendo su
gradiente electroquímico), este flujo neto tiende a contrarrestar el flujo de entrada del Na+. Por lo
que, el potencial de membrana alcanza un nuevo potencial de reposo, un nuevo punto de equilibrio,
con el cual el movimiento hacia fuera de K+ neto equilibra exactamente el movimiento hacia dentro
de Na+. Este punto de equilibrio suele ser de -60mV a -70 mV, en el caso de la neurona.

Para comprender como se determina este punto de equilibrio, téngase en cuenta que la magnitud del
flujo de un ion a través de una membrana celular es el producto de su fuerza de arrastre
electroquímica (la suma de las fuerzas de arrastre químicas y eléctrica) por la conductancia o
permeabilidad de la membrana al ion.

Una célula tiene relativamente pocos canales de reposo abiertos para el Na+, de forma que, en
estado de reposo, la conductancia para el Na+ es muy baja. Por lo que, pese a las grandes fuerzas
químicas y eléctricas que arrastran al Na+ al interior de la célula, la entrada de este es escasa. En
contraste con ello, como hay muchos canales de reposo de K+, la conductancia de membrana para
el K+ es relativamente grande. Como resultado de ello, la pequeña fuerza neta hacia fuera que actúa
sobre el K+ con el potencial de membrana en reposo es suficiente para producir un flujo de K+ hacia
fuera igual al de Na+ hacia dentro.

Ahora, si el potencial de membrana en reposo depende del gradiente electroquímico para el sodio y
para el potasio, debemos suponer, que estos gradientes no pueden mantenerse de manera
indefinida. La salida constante de potasio estaría limitada al agotarse el potasio intracelular,
alcanzando unas concentraciones similares a las del medio extracelular, terminando la difusión, y vis
a versa para el sodio. La disipación de los gradientes iónicos se evita gracias a la actividad de la
bomba Na+-K+ ATPasa, que mueve estos iones en contra de sus gradientes electroquímicos,
extrayendo Na+ de la célula e introduciendo en ella K+.

La bomba juega 2 roles importantes en el mantenimiento del potencial de membrana en reposo. En


primer lugar, tiene un pequeña contribución directa electrogenica, ya que saca 3 cargas positivas de
Na+ e introduce 2 cargas positivas de K+ al interior celular (dejando el interior celular más negativo).
En segundo lugar, la contribución indirecta más importante es mantener los gradientes iónicos, ya
que saca fuera de la célula el Na+ que está entrando y permite que se mantenga el gradiente
químico, e igualmente introduce el K+ que está saliendo, para que su gradiente se mantenga. (Ver
figura 25)
Figura 25. Observamos el flujo iónico
responsable de mantener el potencial de
membrana en reposo. La mayor cantidad
de canales de K+ abiertos implica una
salida neta del ión al medio extracelular,
dejando el interior celular cargado
negativamente. Al haber canales iónicos
de Na+ (en mucha menor cantidad)
abiertos, este entra el medio intracelular,
impulsado por el gradiente
electroquímico. La entrada de este catión
implica que el medio intracelular no llega
a alcanzar nunca un potencial tan
negativo como para igualar el potencial
de equilibrio del potasio, manteniendo el
potencial de membrana alrededor de -70
mV. Para mantener dichos gradientes
iónicos, la bomba Na+/K+ ATPasa permite
la salida de 3 iones Na+ y la entrada de 2
K+, en contra de su gradiente de
concentración.

En relación con el Cl-, vamos a ignorar su contribución actualmente, y solamente acotaremos, que
en reposo no hay un flujo neto del ion, ya que en el potencial de membrana en reposo iguala al
potencial de equilibrio del ion. Igualmente, en relación con el cálculo del potencial de membrana, ya
que esta, en el caso neuronal, determinado por dos o más clases de iones, la influencia de cada ion
no está solo determinado por la concentración del ion, sino también por la facilidad con la que el ion
cruza la membrana, la ecuación que permite relacionar todas estas variables en relación con el Na+,
K+ y Cl-, se conoce como ecuación de Goldman (cálculo del potencial de membrana)

E g
Na Na
+ E K g + E Cl g
K Cl
V rest
=
g +g +g
Na K Cl
Referencias Bibliográficas

1. Capítulo 1. Principios de la Función Celular. En: Koeppen B, Stanton B. Berne and Levy. Fisiología. 6ta Edición.
Editorial Elsevier Mosby. 2009
2. Capítulo 2. Homeostasia de los líquidos corporales. En: Koeppen B, Stanton B. Berne and Levy. Fisiología. 6ta
Edición. Editorial Elsevier Mosby. 2009
3. Capítulo 34.Control de la osmolalidad y el volumen del líquido corporal. En: Koeppen B, Stanton B. Berne and
Levy. Fisiología. 6ta Edición. Editorial Elsevier Mosby. 2009
4. Rodriguez F. et al. Capítulo 24. Composición y compartimientos líquidos del organismo. En: Tresguerres J, et al.
Fisiología Humana. 3era Edición. 2005. Editorial Mc Graw Hill
5. Chapter 25. The Body Fluids Compartiments: Extracellular and Intracellular Fluids; Edema. En: Guyton A, Hall J.
th
Guyton and Hall Textbook of Medical Physiology. 12 Edition. Mc Graw Hill. 2011
6. Beaufere, B et al. Apports nutritionnels conseilles pour la population française 2001: 255-259
7. Grandjean A, Campbell S. Hidratación: líquidos para la vida. 1era Edición. ILSI México. 2006.
8. Capítulo 1. Propiedades del Agua. En: Mellado J, Galvin R. Fisicoquimica de Aguas. 1era Edición. Ediciones Diaz
de Santos, Madrid, España. 1999
9. Arias, J., Guerrero, D., Castañeda, V., Gonzalez, A., Almeida, J. Analisis de la composición corporal por
impedancia bioeléctrica: principios físicos y modelos analíticos. Nutr Clin Med. 2011; 1: 9 – 26.
10. Johnson, K., Sexton D., et al. Cerebrospinal fluid: Physiology and utility of an examination in disease states. Up to
Date 20.3. 2012.

Realizado por: Luis Alberto Isea M. Clases Fisiología Normal. Fisiopatología Humana
Agradecimientos a: Dra. Maria Lew (y su grupo de trabajo), por la disposición del material de
líquidos del organismo de www.temasdefisiologia.com.ar

Se reservan todos los derechos, 2013/LAIM

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