You are on page 1of 4

Bioética personalista

En el marco de la Bioética, se puede llamar Bioética personalista, a aquella corriente que toma sus
principios del Personalismo. Así como el Personalismo tiene diversos desarrollos centrando el estudio
en distintas características de la persona, así también la Bioética personalista no constituye una Bioética
de soluciones cerradas y homogéneas entre los que la cultivan. Así, por ejemplo, no es lo mismo la
argumentación que pueda hacer Palazzani[1] desde un plantamiento de personalismo ontológico clásico,
que Burgos desde una personalismo ontológico moderno [2].

Pedro Laín Entralgo (1908-2001)

Aunque el número de autores que pueden ser llamados personalistas es grande, el número de trabajos
e investigaciones sobre la Bioética personalista es relativamente pequeño. No abundan los estudios en
los que se intenta definir las características de la bioética personalista o profundizar en alguna de ellas.
Y no solo en webs o revistas con presupuestos teóricos diversos del personalismo, lo que podría
parecer natural, sino en entidades afines o cercanas a este tipo de bioética. De igual modo son
insuficientes, aunque mucho más numerosas, las investigaciones en las que se adopta esta perspectiva
para la resolución de problemas bioéticos. Un dato cuyo significado se agrava y acrecienta si se
compara con el gran número de artículos y estudios que existen sobre otras corrientes como, por
ejemplo, el principialismo[2].

Adherentes a la Bioética personalista


Existe una gran número de personas que se adhieren a la Bioética personalista, pero de formas muy
distintas. Podemos agruparlas en tres bloques [2]:

1. Integrantes del movimiento pro-vida. Los postulados de la Bioética personalista –su mismo
significado primario- generan un atractivo importante para muchas personas que trabajan, en
modos muy diversos –grupos pro-vida, ONG’s, colaboración en acciones aisladas, ideólogos,
etc.- con el objetivo de defender la dignidad humana. A diferencia de otras corrientes bioéticas
mucho más ambiguas en este terreno, y de otras directamente contrarias a la asignación de
dignidad a todo ser humano, la Bioética personalista no solo se funda en el concepto de
persona sino que asume que todo ser humano es persona, y se construye con el objetivo
declarado de defender la dignidad de todo hombre. Es fácil, entender, por tanto, que las
personas que componen el movimiento pro-vida, entendido este en el sentido más amplio
posible, no como pertenencia a una asociación u organización concreta, se sientan atraídas por
este tipo de bioética.
2. Bioéticos católicos que siguen la doctrina de la Iglesia. Las premisas teóricas de la Bioética
personalista la hacen particularmente cercana, también, con las posiciones de la Iglesia
católica en esta materia. Y no solo porque ambas coinciden en la defensa de la vida desde la
concepción hasta la muerte sino porque el magisterio reciente de la Iglesia católica, que debe
inevitablemente sustentarse en unos presupuestos teóricos, emplea una argumentación de
corte personalista cuyo eje es el uso sistemático del concepto de persona como elemento clave
de su argumentación. Es más, el último documento emitido por la Congregación de la Doctrina
de la Fe sobre la cuestión, lo integra en el mismo título: Dignitas personae, la dignidad de la
persona. Estando así las cosas resulta fácil comprender que, para muchos bioéticos católicos –
los que siguen las tesis magisteriales-, resulte casi un movimiento natural integrarse en la
corriente de la bioética personalista ya que supone adherirse a una corriente que suponen que
les va a proporcionar los fundamentos teóricos de aquello en lo que creen.
3. Representantes de la filosofía realista. Por último, el concepto de persona remite a una
tradición filosófica de más de dos mil años de antigüedad, en la que se encuentran los
principales representantes de la filosofía realista, con nombres como Platón, Aristóteles,
Boecio, Agustín, Buenaventura, Tomás de Aquino y el personalismo contemporáneo, entre
muchos otros. Este amplio marco filosófico, de gran raigambre en el pensamiento católico y de
gran riqueza, proporciona unas bases antropológicas y filosóficas sólidas desde las que
argumentar tanto desde el punto de vista antropológico como ético en los problemas de la
bioética. Es fácil comprender que, a quienes trabajan en el campo de la fundamentación y se
sienten cómodos en este planteamiento filosófico, les resulte natural adherirse a una corriente
como la bioética personalista que se basa en el concepto de persona y comparte postulados
antropológicos muy similares. Y, viceversa, a los bioéticos personalistas les resulta igualmente
natural buscar apoyo en una filosofía que respeta su visión general del hombre y apuesta por la
dignidad humana.
Ahora bien, el primer grupo se dedica más bien a la acción, por lo que no desarrollan unos principios
teóricos de Bioética personalista. La iglesia católica tampoco pretende desarrollar un marco de Bioética
personalista, sino tan sólo hacer unas reflexiones aunque estén bien argumentadas sobre las exigencias
de la dignidad en el marco de la vida humana.
El tercer grupo acoge a filósofías que tienen en común el realismo pero que son bien distintas, no
necesariamente opuestas, incluso en el concepto de persona. La filosofía personalista entra dentro de
este grupo, pero constituye una escuela filosófica peculiar, por su concepto de persona que emerge en
el siglo XX.
Propiamente, la Bioética personalista es la que se desarrolla desde la filosofía personalista que tiene
unos contenidos específicos.

La propuesta de Sgreccia
Elio Sgreccia es quien ha trabajado con más claridad y profundidad desde esta perspectiva. Su
propuesta principal se encuentra desarrollada en su conocido manual de bioética traducido a diversos
idiomas [3].
Sgreccia se identifica con un personalismo ontológico de raíz realista y tomista que incorpora elementos
modernos y, a partir de aquí, comienza su propuesta constructiva en el ámbito de la bioética que
contiene dos elementos: el primero es un desarrollo, desde estos presupuestos antropológicos, de
conceptos clave en bioética como los de vida y corporalidad. El segundo es la propuesta de cuatro
principios de bioética personalista “relativos a la intervención del hombre sobre la vida humana en el
terreno biomédico”. Son los siguientes:

1. El principio de defensa de la vida física: condición de cualquier valor. Esto implica el


reconocimiento del valor personal de la vida corporal, y la exigencia del respeto a esa vida
desde su concepción hasta su término natural. El cuerpo no puede ser considerado como un
instrumento de la persona, porque forma parte de su propia esencia.
2. El principio de libertad y responsabilidad. Debe procurarse que todos los que participan en
una acción puedan ejercer conscientemente su libertad. Se trata de un concepto de libertad
que no es simple libre arbitrio, sino que asume las consecuencias que lleva consigo la elección
hecha. El valor moral no atenderá sólo a la autonomía con la que se ha realizado la acción,
sino también a la realización de la persona en esa elección.
3. El principio de totalidad o principio terapéutico. Por el bien de la totalidad del individuo, es
lícito privarse de alguna parte como único camino para obtener el bien de la totalidad. Por
ejemplo, hay que privar a la persona de un miembro cancerígeno para lograr que su salud sea
mejor. Además, se suele exigir que la relación “todo-parte” sea restringida al individuo y no se
aplique a la relación individuo-sociedad. Así, por ejemplo, no sería lícito acabar con la vida de
una persona inocente para salvar a la sociedad de un peligro.
4. El principio de socialidad y subsidiaridad. Consiste en la promoción de la vida y de la salud
de la sociedad a través de la promoción de la vida y de la salud de la persona singular: al
margen de toda forma de individualismo o colectivismo, la socialidad está finalizada por la
consecución del 'bien común' a través de la consideración de los 'bienes individuales'. El
principio de socialidad está integrado en el de subsidiariedad que prescribe la obligación del
cuidado de los más necesitados. Socialidad y subsidiariedad derivan del deber de respeto
recíproco interpersonal fundado en el reconocimiento de la dignidad de los demás en cuanto
personas: la persona es la fuente y el fin de la sociedad, en cuanto se realiza participando en la
realización del bien de los semejantes. Estos últimos principios se refieren al problema de la
política económica sanitaria: es precisamente el tema de la macro-distribución de los recursos,
o sea, la decisión relativa a cuánto se debe invertir en el sector sanitario, etc. [1].
Estos principios que se ofrecen como sustitutivos de los del Principialismo están siendo poco utilizados
porque aunque manifiestan con más claridad una antropología subyacente, sin embargo resultan poco
específicos a la hora de la práctica médica. Por eso los bioéticos personalistas suelen acudir a esa
antropología para desarrollar las cuestiones concretas, más que acudir a esos principios. El desarrollo
de la Bioética personalista se ha producido sobre todo a partir del trabajo de Elio Sgreccia [4], y del grupo
de trabajo de la FIBIP (Federación Internacional de Centros de Bioética de inspiración personalista).

Requisitos para una Bioética personalista


1. Lo primero es partir de unos fundamentos filosóficos de tipo personalista tal como los
plantea el Personalismoy no de cualquier otro planteamiento realista, o de cualquier definición
del persona. Desde aquí se puede investigar en conceptos como persona, la naturaleza
humana, los diversos tipos y niveles de relaciones interpersonales, la libertad, la conciencia
moral, u otros conceptos básicos en bioética, acudiendo a los filósofos que hayan tratado con
detalle las cuestiones correspondientes.
2. La perspectiva propiamente bioética aparece al desarrollar, dentro de la antropología
personalista, los conceptos que afectan directamente –y no solo de modo derivado- a la
bioética: la vida humana, la corporalidad y sus manifestaciones, una antropología del dolor, la
enfermedad y la muerte, el cuidado, las relaciones interpersonales en el ámbito biomédico, la
determinación del carácter personal en las fases iniciales o terminales de la vida, etc. Por lo
reciente que está el nacimiento de la Bioética, tan sólo dos de los principales personalistas han
tratado estos temas: Zubiri y Laín Entralgo [2].
3. Afrontar los diversos temas: aborto, eutanasia, etc., desde perspectivas propiamente
personalistas y no desde otras, legítimas, pero de otro planteamiento como puede ser el
aristótelico-tomista.
Aportes del Personalismo para la Bioética
1. Una antropología defensora de la dignidad de la persona. El personalismo nació para
defender al ser humano de los peligros opuestos representados por el colectivismo y el
liberalismo individualista. Desde entonces siempre ha luchado por la defensa de la persona, y
ahora ha extendido esa lucha a un nuevo ámbito: la bioética. Por ello, quien comparta esta
convicción encontrará sin duda en el personalismo un pensamiento poderoso para participar en
los debates actuales.
2. Una antropología moderna cercana a la perspectiva biomédica. Por haber surgido en el
siglo XX, el personalismo es una filosofía constitutivamente moderna, lo que supone una
notable ventaja en los debates contemporáneos ya que sus estructuras filosóficas responden a
esta mentalidad y no necesitan ser adaptadas. Una manifestación de este rasgo es que su
perspectiva ontológica-fenomenológica con origen en la experiencia integral, genera conceptos
como corporalidad, identidad personal, subjetividad, narratividad personal, autodeterminación,
experiencia moral, etc., que tienen un correlato cercano en la experiencia cotidiana. Esto facilita
su uso en contextos biomédicos dominados por una argumentación científica en la que los
razonamientos basados en categorías metafísicas apenas pueden llegar a ser comprendidos.
3. Una fuerte estructura antropológica de referencia. La reflexión antropológica desarrollada
por los pensadores personalistas es muy grande y variada por lo que los bioéticos,
especialmente los que trabajan en el área de fundamentación, disponen de una rica y
sofisticada tradición de referencia con la que dar solidez y profundidad a sus investigaciones y
argumentaciones.
4. Un conjunto de conceptos útiles para la bioética. El personalismo ha elaborado un abanico
de conceptos particularmente útiles para el desarrollo de una bioética respetuosa de la
dignidad de la persona comenzando, justamente, por el concepto de persona. Aunque esta
noción es muy antigua, solo el personalismo le ha dado una formulación filosófica estricta que
incorpora los avances filosóficos de la modernidad[5]. Y esta noción así elaborada es
fundamental en la bioética personalista. Junto a él, se pueden apuntar además otros ya
mencionados al hablar de la antropología biomédica: la corporalidad (muy distinta de la
materialidad); el análisis antropológico de la muerte; el carácter temporal de la persona; el
amplio tratamiento que el personalismo hace de la interpersonalidad, muy adecuado para
afrontar la relación entre médico y paciente, los problemas de los cuidadores y familiares en
enfermedades crónicas, etc [2].
Otras voces
 Persona
 Personalismo
 Principialismo
Referencias
1. ↑ Saltar a:1,0 1,1 Palazzani, Laura (2004). La fundamentación personalista en
bioética. http://www.bioeticaweb.com/content/view/65/40/. Consultado el 22 de julio de 2013.
2. ↑ Saltar a:2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 Burgos, Juan Manuel (2013). «La filosofía personalista como fundamento
de la bioética personalista». Cuadernos de
Bioética XXIV (80). http://www.bioeticaweb.com/content/view/4920/736/. Consultado el 22 de
julio de 2013.
3. Volver arriba↑ Sgreccia, Elio (1999). Manuale di bioetica (2 vol.). Vita e
pensiero. ISBN 9788422014089.
4. Volver arriba↑ Sgreccia, Elio (2009). Manual de Bioética. BAC.
5. Volver arriba↑ Burgos, Juan Manuel (2009). Antropología: una guía para la existencia.
Palabra. ISB

You might also like