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EL DESEO POR LA SABIDURÍA

Kevin Estiver Marín Martínez

2018
Universidad del Valle, sede Caicedonia

Licenciatura en literatura

Literatura clásica latina

EL DESEO POR LA SABIDURÍA

Kevin Estiver Marín Martínez

Ensayo presentado como requisito de nota final del semestre

Profesor

Jhon Walter Torres Meza

Magister en Literatura Latinoamericana

2018
Contenido

Contenido……………………………………………………………………………………1

Título……………………………………………………………………………………...2

Conclusión...........................................................................................................................7

Bibliografía ..................... …………………………………………………………...........9


EL DESEO POR LA SABIDURÍA
Alcanzar la sabiduría ha sido un tema que en sí mismo, es el causante del progreso de la
humanidad no solo de forma individual sino como sociedad, ya que, es por esta “curiosidad”
de conocer lo incognoscible que el hombre se ha reinventado una y mil veces, manteniendo
atento a cualquier dato o percepción del mundo que le dé un punto de vista nuevo acerca de
algún tema que preocupe al ser humano y que le permita alcanzar un punto más elevado de
conocimiento. Así pues, la sabiduría vista como el grado más alto de conocimiento según la
RAE (Real Academia Española) es puesta en el horizonte del progreso como aquello que se
busca tener. No obstante, la búsqueda, en su desesperado afán por querer conocerlo todo se
ha invertido a tal punto de querer encontrar su origen, buscar la razón primaria que generó
ese placer de conocer.

Ya desde los griegos, la pasión por el conocimiento ha guiado al ser humano a desligarse de
ese “delirio de persecución” al que los había llevado las personificaciones que los relatos
mitológicos le daban a la naturaleza, es decir, los dioses; logrando de esta forma, que el
hombre buscara por medio de la razón nuevas maneras de comprender su realidad. Sin
embargo, son estos mitos la base de la búsqueda de la sabiduría ya que la concepción de éstos
deriva de una interpretación propia y tal vez creativa, de las fuerzas naturales como lo señala
Maria Zambrano

Los dioses griegos – Homéricos – han sufrido la interpretación de ser la expresión


personificada de las fuerzas naturales. Más, para que así fuese hubiera sido necesario que
estas fuerzas hubieran sido sentidas como tales. Lo contrario ha sido más bien lo cierto: las
fuerzas naturales “naturaleza” ha sido vista tan solo después de que los dioses en su perfecta
configuración la dejaron visible; después de haberla despejado de ese algo de que son
portadores; después también, de que el pacto con ellos había desilusionado al hombre,
dejándolo en libertad, pacificado ya de su primer delirio. Y por tanto, victorioso. (Zambrano,
p.31, 1973)

De acuerdo con lo anterior, se puede decir que la búsqueda del conocimiento por medio de
la razón es llevada a cabo luego de que el hombre se emancipara de su cosmogonía
mitológica. No obstante, es de saberse que la búsqueda propia del conocimiento no inicia ahí,
sino que ésta tiene su origen en los mismos mitos de los que el hombre cree haberse liberado,
ya que, éstos nacen de la búsqueda de explicaciones que intentaban llenar los vacíos del
conocimiento hasta ese entonces adquirido.

Si bien, para encontrar el origen de la sabiduría es necesario remontarse a los mitos, y mas
precisamente a los dioses, se hace pertinente también, señalar a cuales dioses son los que los
estudios filosóficos han atribuido el origen de ésta, los cuales, según Giorgio Colli en su libro
“el nacimiento de la filosofía” son Apolo y Dionisos “

Los mismos dioses, Apolo y Dionisos, son los que encontramos al retroceder por los senderos
de la sabiduría griega. Solo que en esta esfera hay que modificar la caracterización de
Nietzsche y además hay que conceder la preminencia a Apolo más que a Dionisos” (COLLI.
P.15, 2005).

De acuerdo con lo anterior, el autor hace una relación entre la concepción que se tenía de
estos en el mundo griego, referenciando el valor antitético que les atribuía Nietzsche en el
que Apolo, dios de la armonía, las artes, la lógica, la razón… que era totalmente
contradictorio a Dionisos dios del vino, la locura, la desmesura, el éxtasis… era el dios de la
sabiduría; asumiendo que los dos otorgaban ese don a causa de “la manía” manifestada en el
trance que los iluminados alcanzaban ya sea por medio de la sacerdotisa de los oráculos de
Delfos o por medio del éxtasis de los ritos de iniciación en los misterios eleusinos.

Por lo tanto, y teniendo en cuenta que el estudio que hace Giorgio Colli es basado en la
mitología griega, se hace imprescindible hacer un análisis a una obra que, aunque es basada
casi en su totalidad sobre los elementos de la cultura griega, como los dioses y la guerra de
Troya, es la muestra de la evolución de una cultura más avanzada (la romana) pero que guarda
sus orígenes intactos como lo es “la Eneida” de Virgilio.

Por otro lado, es importante encontrar el verdadero origen que se encuentra intrínseco en las
páginas de sus obras y el que los romanos le atribuyen a la sabiduría, ya que, averiguarlo
presupone el descubrimiento de un rasgo de la cultura griega, un conocimiento, que se
transformó o amplio con la cultura romana, connotando otra diferencia con respecto a la
primera y por tanto, dejando visible un escalón del progreso evolutivo de la cultura
occidental.

Así pues, ¿Cuál es el verdadero origen de la sabiduría? Para darle respuesta a esta incógnita
se hará un análisis a la obra de Virgilio “La Eneida” basado en el texto “la locura es la fuente
de la sabiduría” de Giorgio Colli descubriendo cual es el papel de los dioses en la búsqueda
de la sabiduría y porque la locura es un paso para llegar a la sabiduría y no su matriz.

Si bien se sabe, en las obras griegas y romanas el papel del dios es muy relevante en cuanto
a la concepción que tiene su cultura de ellos, ya que más que ser la representación de una
fuerza natural, éstos tienen una relevancia sacra y por tanto religiosa, y esto se puede
evidenciar en obras como la Eneida, en la que los dioses, al igual que en obras antecesoras
como La iliada y La odisea de Homero, aparecen como aquellos seres divinos portadores de
conocimiento, que incitan ya sea directa o indirectamente el encauzamiento de los hechos y
de este modo, los que llevan el héroe a la acción. Así pues, esto se puede ver reflejado en la
Ilíada cuando Atenea influye en Pándaro (guerrero troyano) para disparar una saeta a
Menelao desatando así la guerra. De igual forma, en la obra de Virgilio se puede evidenciar
como, no solo Venus (Afrodita) sino también Júpiter (Zeus) por medio de Mercurio (Hermes)
influyen en el viaje de Eneas para cumplir su destino de fundar Roma, no obstante, es
apresurado decir que sea este el verdadero papel de los dioses en la búsqueda de la sabiduría.

En la obra Giorgio Colli se relaciona a Dionisos y Apolo en base a la locura “Más que nada
Dionisos se relaciona con el conocimiento como indicación Eleusina. Efectivamente, la
iniciación a los misterios de Eleusis culminaba en una “Epopteia” en una visión mística de
beatitud y purificación, que en modo alguno puede denominarse conocimiento” (Colli, 2005,
p. 18) Así pues, este rito consistía en alcanzar un conocimiento propio por medio de una
introversión del ser, es decir, de un cierre al individuo con respecto al mundo exterior, lo
que puede conllevar al ser a un conocimiento de sí mismo, mas no a un conocimiento
universal, ya que según Campbell en su texto “el héroe de las mil caras” el conocimiento se
alcanza luego de que el individuo ha aceptado la llamada a la aventura, es decir, la llamada
al mundo, a lo nuevo, a lo que está más allá de la cotidianidad.
La llamada del mensajero puede ser para la vida, como en el presente ejemplo, o como en un
momento posterior de la biografía, para la muerte. La llamada podría significar una alta
empresa histórica. O podría marcar el alba de una iluminación religiosa. Como la han
entendido los místicos marca lo que puede llamarse “el despertar del yo” (Campbell, 1949,
p.54)

De esta forma, el héroe que en este caso es Eneas, después de haber aceptado la llamada a la
aventura y haber emprendido su viaje, más allá de adquirir experiencia en sus acciones
valerosas, ha cumplido sus hados, ha despertado su yo, ha llegado al conocimiento que
prometía su empresa y que bien le habían predicho los dioses, por lo que, es difícil pensar
que el héroe se haya convertido en tal sin emprender su viaje; Aquiles no habría sido el héroe
legendario si en vez de participar en la guerra hubiera mantenido su cólera intacta y muerto
de viejo, o si Eneas en vez de seguir su viaje se hubiera quedado en Cartago con la reina Dido
y gobernado en aquella ciudad sin fundar Roma, lo cual, nunca le hubiera llevado al
reconocimiento público y conocimiento propio que adquirió con su viaje, es decir, a la
“sabiduría” rasgo característico de la nobleza griega y por tanto, de los héroes quienes
formaban parte fundamental de la aristocracia.

«¿Tú a echar las bases de Cártago atento?

¿Tú ornando esta ciudad, postrado amante?

¿Tú de tus hados sordo al llamamiento?

Pues díme -que de Olimpo radiante

Me envía a ti por sobre el raudo viento

El que el mundo gobierna y las esferas

¿Qué es lo que en Libia descuidado esperas?

»Que si no te da impulsos la memoria

De tus altos destinos, ni te afanas

Por ceñirte el laurel de la victoria,”

¿De un hijo harás las esperanzas vanas?... (Virgilio, v. LV, S. I a.c.)


De acuerdo con lo anterior, se puede ver como Mercurio enviado por Júpiter es el que incita
al héroe a continuar su camino, haciendo de éste una especie de motor hacia la aventura. De
este modo, el papel que juega el dios se puede asimilar mas que al del mensajero o guía que
acompaña el héroe en su viaje, al símbolo de ese deseo primario por la aventura, es decir,
por el conocimiento.

Ya sea sueño o mito, hay en estas aventuras una atmósfera de irresistible fascinación en la
figura que aparece repentinamente como un guía, para marcar un nuevo período, una nueva
etapa en la biografía. Aquello que debe enfrentarse y que es de alguna manera profundamente
familiar al inconsciente —aunque a la personalidad consciente sea desconocido, sorprendente
y hasta aterrador— se da a conocer, y lo que anteriormente estaba lleno de significados se
vuelve extrañamente vacío de valores (Campbell, 1949, p.39)

De esta forma, los dioses son un símbolo del pensamiento griego, al que se le atribuye la
fuerza impulsora para franquear campos nunca antes conocidos, para emprender su viaje
hacia el conocimiento dándole preminencia a lo nuevo, ya que son los que ayudan a liberar
ese instinto inconsciente, esa bestia hambrienta de sabiduría que quiere salir al mundo para
hacerse con él y de él, en pocas palabras son los que impulsan el deseo.

Por otro lado, Colli, teniendo en consideración las creencias griegas y la adoración a estos
dioses, concluye que Apolo mas que Dionisos era el dios de la manía, ya que por medio de
sus ritos, los interesados se acercaban al tesoro del conocimiento mediado por el trance que
llevaba la locura, en consecuencia, era esta locura la matriz de la sabiduría

Digamos para concluir, que, si bien una investigación de los orígenes de la sabiduría
en la Grecia arcaica nos conduce en dirección del oráculo délfico, de la significación
compleja del dios Apolo, la “manía” se nos presenta como todavía más primordial
como fondo del fenómeno de la adivinación. La locura, es la matriz de la sabiduría.
(Colli, 2005, p.22)

De esta forma, el autor da una preminencia absoluta a la locura como génesis de la sabiduría,
olvidando que para alcanzar este tesoro tan codiciado primero hay que querer alcanzarlo, el
cual, es el papel de los dioses, impulsar al héroe hacia esa sabiduría al igual que lo haría el
instinto más primario por tener algo, “el deseo”.

De manera pues, que es este deseo el que releva a la locura como origen de la sabiduría
poniéndola en un segundo plano, ya que, como lo señala Platón al postular que el ser filósofo
no es ser un sabio sino querer serlo, le da una categoría de importancia al deseo por encima
de esta locura, teniendo en cuenta que, la filosofía es una rama del conocimiento que totaliza
la verdad por medio de la razón, y por tanto, nacida con la muerte de los dioses; y esto, se
puede ver reflejado en su texto El banquete, en el cual, propone al deseo como fuente primaria
de todo aquello que no se tiene

- Considera ahora – replicó Sócrates- si en vez de verosímil es necesario que así sea, es decir:
lo que desea desea aquello de lo que esté falto, y no lo desea si está provisto de ello. A mí al
menos me da una extraordinaria sensación de que es necesario. ¿y a ti?

- También a mí me la da – respondió.

- Dices bien. ¿Querría, por consiguiente, el que es grande ser grande y el que es fuerte ser
fuerte?

- Es imposible según lo convenido.

-En efecto, ya que no carecería de estas cualidades por poseerlas en sí mismo (Platón, s. IV
a.c. p. 54)

En lo tocante a la filosofía y utilizando el raciocinio que esta ofrece, para adquirir la sabiduría
universal sería necesario detener el tiempo evitando así, que nuevas cosas sucedan e
interviniendo a la par en el proceso de creación de nuevo conocimiento, lo cual, es imposible;
por lo que ésta, aunque es inalcanzable en su totalidad es eso mismo lo que la hace fascinante:
el constante deseo inagotable de querer alcanzarla, haciendo de éste la fuente primordial de
la sabiduría.

CONCLUSIÓN

Teniendo en cuenta la importancia que los griegos y romanos atribuyen a los dioses, estos
juegan un papel simbólico en la consecución del conocimiento, ya que representan
inconscientemente esa pulsión primaria por la vida, por la aventura y por tanto, por el
conocimiento, dándole a este una caracterización de origen divino.

Por otro lado, la locura aunque es un escalón necesario en la búsqueda de la sabiduría no es


su matriz, ya que para alcanzar algo que no se tiene, que en este caso sería conocer lo que
aún no se conoce, es decir, querer calmar esa curiosidad que hace al ser humano preguntarse
cosas, hay que primero querer darles respuesta.

Por lo tanto, se encuentra intrínsecamente en los romanos, basados en la cultura griega, la


atribución de origen divino que le dan a la sabiduría caracterizándola como infinita, ya que
es algo inalcanzable en su totalidad pero que su virtud, precisamente esta en desear
alcanzarla, lo que lleva al deseo a postularse como la fuente primaria de la sabiduría.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICA
Zambrano, M. ( ). Del nacimiento de los dioses. Barcelona. Galaxia Gutenberg. El hombre
y lo divino. (pp. 29-53)
Colli, Giorgio (2005) El nacimiento de la filosofía. Barcelona: Tusquets. La locura es la
fuente de la sabiduría.
Campbell, J. (1949). El héroe de las mil caras. Mexico DF. Fondo de cultura económica
Virgilio Marón, Publio (1992). Eneida. Madrid: Editorial Gredos.
Platón. (1999) El Banquete. Medellin Colombia. Cometa de papel

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