You are on page 1of 56

Espacio De Adoración Eucarística Para Niños

1- Se puede iniciar, como motivación, con la proyección de algún


video o diapositivas sobre los milagros eucarísticos.

Responder antes de ver el video:


¿Quién es Jesús para vos?
¿Qué es la Eucaristía para vos?
Proyectar Video o diapositivas

2- En la capilla o en un lugar ambientado para tal fin (bancos


colocados en círculo, un baúl o cofre abierto delante del altar).

a) Cantar una canción


b) Explicar qué es la Eucaristía:

Jesús vino a la tierra, pero no quiso permanecer sólo por 33 años, sino
que quiso encontrar una manera de quedarse para siempre, y sobre
todo, de estar presente en todos los puntos de la tierra. Y se quedó,
"inventó", instituyó el sacramento de la Eucaristía. Transformó el pan
y el vino en su cuerpo y su sangre. Sólo el Amor de Jesús, de Dios por
nosotros, podía "inventarse" algo así.
Dios está en aquella hostia; la hostia consagrada es Jesús mismo, su
Alma, su Cuerpo, su Sangre y su Divinidad. Nosotros podemos
encontrarlo todos los días y pedirle aquello que necesitamos. Él me
ama, nos ama a todos. Él está en las grandes catedrales, pero
también en las pequeñas capillitas. Él está allí, para los ricos y para
los pobres. Está para todos.
Él es rey de reyes. Si pensamos: ¿qué difícil es acercarnos a una
personalidad, a un gobernador o presidente, para tener una
audiencia? En cambio, Jesús que es el Rey del cielo y de la tierra, se
pone a disposición de todos, da audiencia a cualquiera.

c) Canción.

d) Reflexión y gesto

¿Qué es un tesoro? Es algo que vale mucho, que cuidamos que no se


rompa, que se pierda, que nadie nos lo robe.
La Eucaristía es nuestro gran tesoro. Y como este tesoro es Dios, por
eso lo adoramos.
Por eso, ahora, nos vamos a arrodillar y, en silencio, mirando a Jesús
que está en esa hostia, vamos a tratar de hablar con Él y sobre todo
vamos a tratar de escuchar lo que Él nos quiere decir.

e) Adoración. (Algunos minutos)

Nos sentamos. Se reparten papelitos.


Ahora en estos papelitos cada uno va a hacer una cartita, escribiendo
lo que queremos decirle a Jesús.
Le vamos a dar a Jesús nuestras cartitas, por eso las vamos a ir
dejando en el "cofre" (baúl), seguros de que todo lo que le dejamos,
Él lo tiene en cuenta.
Le agradecemos a Jesús por su Amor infinito hacia nosotros,
cantándole una canción.

Espacio De Adoración Eucarística


(Recursos)
Objetivos: Que los adolescentes y jóvenes sean capaces de...

- Contemplar a Jesús Eucaristía y, en Él, descubrir a Dios, Rico en Amor y


Misericordia.
- Redescubrir el Corazón Divino - humano de Cristo, que sale a nuestro
encuentro en el camino de la vida y se queda con nosotros en el
Sacramento del Altar.
- Desarrollar la espiritualidad eucarística.

Ambientación:

En la capilla, templo parroquial u otro lugar destinado como espacio de


oración, preparar algunos cirios, la custodia del santísimo y un cartel con la
leyenda: "Yo estoy aquí, y te llamo", para ubicar en el centro del altar.
Contar con varias copias de la Oración por la Patria y alguna reflexión sobre
el Sagrado Corazón de Jesús. Las mismas se podrán repartir al ingreso.
Además se podrá disponer de un cancionero para animar el momento de
adoración al Señor.

Desarrollo:

Canto: "No pongas los ojos" o buscar otro similar.

Introducción: Jesús se quedó con nosotros en la Eucaristía. Está presente


del mismo modo que está en el Cielo. Bajo las apariencias del Pan se nos
muestra cercano, frágil, pequeño, Dios hecho hombre para ofrecernos su
Vida en abundancia, para que contemplando su Corazón, aprendamos de
sus sentimientos y su Amor. El es Señor de la Vida y del Amor, nuestra
Esperanza y la Esperanza que el mundo necesita.

Invitar a mirar a Jesús, poniendo los ojos en El.


Proponer un momento de silencio para abrirnos a lo que quiera regalarnos a
cada uno en este rato de oración.

Texto bíblico: El Buen Samaritano Lucas 10, 25-37

Reflexión: Dios nos sale a nuestro encuentro. En Jesucristo, nos muestra su


Rostro de Amor y Misericordia. Como el Buen Samaritano, Él que es manso y
humilde de corazón nos sana las heridas y nos da su Vida Nueva por la
gracia.
Nosotros estamos llamados a ser cristianos, vivir según sus actitudes y
sentimientos. Salir al encuentro de aquellos que sufren y tienen
necesidades. Cada uno puede hacer algo. No esperemos que otros
empiecen. No dejemos a nuestros hermanos al borde del camino. No
podemos pasar de largo. "Alguien tiene que empezar".

Meditación en silencio: 5 a 10 minutos.

Oración: Se invita a cada participante para que, con la ayuda del material
entregado al inicio del encuentro, realice su oración personal al Sagrado
Corazón.

Oración final: De pié, sabiendo que estamos llamados a reconstruir


nuestra nación, comprometiéndonos con las propias tareas, rezamos juntos
la Oración por la Patria, pidiéndole a Jesús que nos regale sus sentimientos
de compasión, solidaridad y entrega para que podamos construir todos una
Patria de hermanos.
Eugenio Visiconde

Hora
Santa Sugerencia para catequistas

 MONICIÓN
Jesús está vivo en la Hostia consagrada y en esta Hora Santa nos está esperando
para que lo visitemos y dialoguemos con Él porque nos ama.
Por eso Jesús se quedó en forma de un pedacito de pan para decirnos que Él es
nuestro alimento verdadero, el único que puede haceros crecer en la vida de hijos
de Dios y darnos fuerzas para amar.
Pongámonos en la presencia de Jesús y cantemos

 CANTO
 EXPOSICIÓN Y ESTACIÓN MAYOR
 ORACIÓN Y PETICIÓN. CATEQUISTA:
Aquí estamos reunidos ante ti, porque queremos decirte que tú eres el centro de nuestra
casa y vida. Queremos que tengas con nosotros una familia en donde encuentres amor a
Dios, a Papá Dios, según tú lo llamabas y según nos enseñaste a llamarlo. Queremos
que en nuestra casa te sientas amado porque nos amamos los hermanos unos a otros.
Jesús tú te quedaste como Pan para darnos fuerza para amar, por eso todos juntos te
decimos:
“Jesús que en nuestra casa nos amemos más”

 Que nos ayudemos apenas veamos que alguien lo necesita, sin estar esperando
hasta que nos pidan ayuda.
 R:
 Que cuando nos peleemos o tengamos dificultades sepamos perdonarnos.
 R:
 -Que dejemos nuestras cosas (nuestros programas de televisión, nuestros juegos,
nuestros quehaceres) cuando alguien nos necesita o nos pida un favor.
 R:
 Que sepamos corregirnos de nuestras equivocaciones y defectos y que aceptemos
las coerciones que los demás nos hacen.
 R:
 -Que siempre digamos a donde vamos y siempre nos interesemos unos por otros
sin decir nunca como Caín “¿Acaso soy yo el guardián de mis hermanos?”
 R:
 -Qué papá y mamá se quieran cada vez más y sepan educarnos con su ejemplo.
 R:

Jesús queremos alabarte, no pensando en nosotros, sino en ti mismo, recordando


y viendo quien es el hombre - Dios maravilloso que está en la Eucaristía.
Tu que te inclinaste ante los niños y te quedaste callado ante las burlas de los que
te atormentaban y ahora te quedas silencioso ante quien te pisotea o no creé que
estás aquí en la Eucaristía y, sin embargo, ante ti se dobla toda rodilla en el cielo,
en la tierra y en el infierno.
R. Amén.
 CANTO
 LECTURA CATEQUISTA:
Atentos niños, escuchemos la revelación estupenda y grandiosa que en el
Evangelio Jesús nos hace. Nos recuerdan las palabras de Jesús “Si ustedes no
comen la carne del Hijo de Hombre, no tendrán vida en ustedes” Guardemos
silencio y escuchémosle;

Evangelio de San Juan 6, 47-60


EXPLICACION DE LA LECTURA
Jesús se quedó en forma de pan para decirnos que él es nuestro alimento
verdadero, el único que nos hace crecer en la vida de hijos de dios y nos da
fuerza para amar.
Jesús se quedó en forma de vino para decirnos que Él es nuestro verdadero
vino, el único que puede darnos verdadera alegría y el único que puede hacer
que nuestras penas sean más llevaderas.
Por eso debemos creer que Jesús es el hijo de Dio enviado por el Padre para
salvarnos.
Los judíos le contestaron a Jesús ya no queremos oírte, porque lo que dices es
muy duro, tampoco te seguiremos y se alejaban gritando insolencias.
Niños eso contestaron los Judíos, nosotros ¿Qué le diremos?...
Le diremos que si queremos que él sea nuestro alimento, que queremos tener su
vida, que queremos comerlo en la Comunión.
Jesús se queda muy triste, solo se quedaron 12 y con mucho sentimiento dice
“¿También ustedes quieren irse?” Pedro contesta por todos: “Señor a quien
iremos, solo tu tiene s palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos
que tú eres el hijo de Dios. Nosotros creemos en ti, nos quedamos contigo”
Niños algunos de ustedes ya hicieron la Comunión y otros se están preparando
para recibirla, pero es necesario creer que Él es el Hijo de Dios y que se queda
en la Eucaristía, porque nos ama y quiere recibirnos en Comunión.
 CANTO
 RENOVACION DE NUESTRA FE CATEQUISTA:
Niños renovemos ante Jesús nuestra fe y digámosle que queremos recibirlo.
Respondemos diciendo “Jesús que siempre sea tu amigo y te prefiera a
todos”

 Jesús solo contigo podré decir sí a los demás cuando me pidan ayuda.
Por eso quiero recibirte siempre que pueda.
 R:

 Jesús solo contigo podré vencer la tristeza, la flojera y el enojo. Por eso
quiero recibirte siempre que pueda.
 R:

 Jesús solo con tu ayuda podré llegar al cielo y estar con Dios para
siempre. Por eso quiero recibirte siempre que pueda.
 R:

 Jesús solo con tu ayuda podré llegar a parecerme más a ti y a querer a


los demás como tú lo quieres. Por eso quiere recibirte siempre que pueda.
 R:

Hostia quiere decir “Ofrenda”, “Víctima”, es decir es lo que se ofrece a Dios en


sacrificio.
Por eso al pedacito de pan convertido en Jesús lo llamamos Hostia, porque allí
está Jesús sacrificado y ofrecido a Dios por nosotros.
Por eso ahora mirando a Jesús hostia digámosle después de cada frase
“Jesús al comulgar quiero ser una sola hostia contigo para la salvación del
mundo”
 Jesús tú en la última cena dijiste a tu Padre Dios que te sacrificabas por
tus amigos para que se salvaran y pudieran estar donde tú estás. También
nosotros ofrecemos nuestra vida para que todos aquellos a quienes
amamos, lleguen un día al cielo. Por eso te decimos;
 R:
 Jesús tú dijiste que habías venido a buscar a los pecadores. también
nosotros queremos ofrecer nuestra vida por la conversión de todos los que
hacen el mal. Por eso te decimos;
 R:
 Jesús tú ofreciste tu vida por cumplir la voluntad de Dios hasta lo último,
también nosotros queremos dar nuestras vidas por amor y gloria para que
su reino de paz, justicia y verdad llegué a nosotros. Por eso te decimos;
 R:
Jesús gracias porque haciéndote pan, has querido entrar dentro de mi ser para
que, como dijo San pablo, “No sea yo quien viva, sino tú, quien vivas dentro de
mí”
R: Amén

 PADRE NUESTRO

 BENDICIÓN Y RESERVA

CATEQUESIS INFANTIL

Hora Santa.

1ª Parte. Nos ponemos en la presencia de Jesús.

Palabras de ambientación.
Vamos a estar una hora con Jesús. No es un sacrificio, es una gracia, una predilección.
Gracias, Señor, porque nos permites estar contigo. Siempre estamos en tu presencia, pero
ahora con más intensidad. Nuestro estar aquí esta noche es la presencia del amigo en un
momento delicado para el amigo. Al amigo le duele que le dejemos solo. ¿No habéis podido
velar ni siquiera una hora conmigo?
Jesús está noche te reconoce, te llama por tu nombre, como a Pedro, Santiago y Juan; y cuándo
él pronuncia tu nombre, te recrea. Te ama.
Presentación de todos.
Queremos, Jesús, estar contigo.
Queremos recordar tus palabras,
Benditas palabras.
Queremos poner nuestro corazón junto a tuyo,
Y captar tus sentimientos.

Canto: Amor es vida.


Silencio para recordar.

Monición.

En silencio miramos a Jesús. El silencio es la mejor manera de escuchar, porque nos permite
llevar hasta el corazón las cosas que vemos, que oímos, que sentimos.
Ahora, en silencio, vamos hacer pasar por el corazón (recordar) lo que esta tarde hemos oído,
vivido, celebrado, cantando…. Cualquier cosa de las celebraciones. O de la vida. A lo mejor,
también allí estaba Jesús. (Música de fondo).
Silencio.
Recordemos.

Oremos.

2ª Parte: Meditamos en el amor.

Lectura de Juan 15, 9-17.

Breve silencio.

Canto: Como el Padre me amó.

Meditación. (Tenemos que tener preparados cinco carteles con los nombres de las cinco
características del amor de Jesús, que se irán colocando ante la mesa de la Reserva, o en otro
lugar apropiado antes de cada parte de la meditación).

Lector 1: Conocido es el amor de Jesús. Es más, Jesús es Amor, el Amor de los amores. Mucho
podemos decir de su infinito amor. Vamos a destacar hoy cinco características de su amor, que
brillan como cinco resplandores.

El primero es La GRATUIDAD. (sacamos y colocamos el cartel correspondiente).

Lector 2: El amor de Jesús es gratis. El amor de Jesús es gratuidad. Él nos amó primero: “No me
habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros”. No nos eligió por nuestros
méritos, sino por su designio eterno. “Antes de formarte en el seno materno, te conocía”, antes
de que fueras, yo te amaba.
¿Y qué nos pide a cambio? Que nos dejemos amar, que creamos en el amor. Nos pide confianza
e intimidad. Ni siquiera nos ama para que le 3 amemos, sino para que nos amemos, para que
seamos felices amando, para que vivamos en el amor.

Silencio Breve.
Canto: Pescador de hombres.

Lector 1: Ahora destacamos LA MISERICORDIA. (Sacamos el cartel correspondiente).

Lector 3: Dios es amor misericordioso. Si preguntamos la razón de por qué nos ama, la única
respuesta es su misericordia. Te ama porque te conocía, conocía tus miserias, y se compadeció
de ti, volcando su corazón sobre ti.
Podría pensarse en un amor “justo”, que favoreciera a cada uno según sus méritos. El amor de
Dios rompe estos esquemas. Sabemos que tiene preferencias, pero hacia los pequeños y los
pobres.
La misericordia es la que más resplandece en Cristo, cuyas entrañas se conmovían ante las
miserias humanas.

Silencio breve.

Rezamos el Salmo 102. (A dos coros)

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor , y no
olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te
colma de gracia y de ternura; Él sacia de benes tus anhelos, y como un águila se renueva tu
juventud.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus
hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre


acusando, ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos
paga según nuestras culpas.

Como se levante el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el
oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza,
y ya no existe, su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que
guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor,


ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra. Bendecid
al Señor, ejércitos del suyos, servidores que cumplís sus deseos. Bendecid al Señor, todas sus
obras, en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Lector 1: El tercer resplandor es SERVICIALIDAD. (Sacamos el cartel respectivo).

Lector 4: El amor de Cristo no se queda en sentimientos, sino que se traduce en compromisos


curativos y liberadores. Cuando ve una miseria humana, no se limita a conmoverse, sino que se
acerca, asume la realidad, ofrece la ayuda necesaria. Es un amor humilde y samaritano.

Hoy nos fijamos especialmente en el Lavatorio. Jesús, con la toalla y la jofaina, a los pies de sus
discípulos.

Recordemos en nuestro corazón el episodio de Jesús como siervo. Pongámosle nuestro rostro
al de los discípulos. Cambiemos el nombre de Pedro por el nuestro propio. Lávame, Señor, los
pies, las manos, la cabeza y el corazón. Lávame y enséñame a lavar los pies de mis hermanos, a
curar sus heridas, a cargar con ellas.

Silencio.

Canto: Yo no soy nada.

Lector 1: Contemplemos ahora la cuarta característica del amor de Jesús: la GENEROSIDAD.


(Ponemos el cartel).

Lector 5: Por nosotros lo da todo y se dio del todo. Siendo rico, se hizo pobre para
enriquecernos: se empequeñecía para dignificarnos; se entregó para salvarnos. Nos dio su
palabra, sus medicinas, su pan. Se dio él mismo haciéndose pan. Nos dio su cuerpo y su sangre
y su Espíritu.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Como él, muchos
seguidores suyos, han dado la vida por los hermanos. Por él, muchos amigos suyos han dado la
vida. ¿Recuerdas alguno? Dilo en voz alta. (Invitamos a la gente a que en voz alta digan
nombres de quienes recuerdan que ha dado la vida por Dios o por los demás. Sean santos o no.
Hayan muerto o no).

Después de un tiempo prudente prosigue el

Lector 5: Ahora entra en ti y piensa que esa generosidad del Padre, de su Hijo Jesús y de su
amoroso espíritu ha sido contigo y por ti. Piénsalo. Medítalo.

Silencio. (De vez en cuando se va diciendo:)

- Dios me ama a mí.


- Dios me ha creado a mí.
- Dios se ha fijado a mí.
- Dios me ha dado mi familia, mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mi esposa, mi esposo;
mis hijos; mis nietos;
- Dios ha muerto por mí.
- Dios ha resucitado por mí.
- Dios ha venido al mundo por mí.
- Dios me mira a mí.
- Cristo se entregó por mí.
- Dios está aquí por mí.

Canto: El Alfarero.

Lector 1: El último resplandor del amor de Dios que hoy destacamos es la PERMANENCIA.
(Sacamos el cartel respectivo).

Lector 6: Se repite el Permaneced en mi amor, como yo permanezco en su amor. Él nos quiere


desde siempre y para siempre.

Se habla también de la intimidad, como la savia en la vid. Permanecer es estar siempre, por
encima del tiempo. Cuando la vida nos va bien. Cuando la vida no va mal. Cuando estamos
enamorados, o cuando las discusiones son el pan nuestro de cada día. Cuando estamos sanos,
y cuando estamos enfermos. Cuando éramos niños, cuando somos adultos, cuando seamos
mayores. Siempre y en todo momento Dios permanece amándome. Y yo ¿Permanezco unido a
su amor? ¿Permanezco amándole? ¿Permaneceré amándole mañana, y el año que viene, y el
otro, y el otro?

Silencio.

Lector 6: Ahora repite para ti:


+ “Con amor eterno te amé, por eso he reservado gracia para ti”.
+ Con amor eterno te he compadecido”.
+ “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor”.

Breve pausa.

Lector 6: Ahora repitamos en voz alta: (Se leen otra vez las tres frases anteriores y la gente las
va repitiendo).

3ª Parte: oramos con fe.

Peticiones.

Sacerdote o quien dirige: Quisiéramos poner ante nuestros ojos a cuantos están marcados
por el dolor y la angustia, por la soledad o el sinsentido, por la desgracia y la tortura, por la
marginación y la miseria, por la enfermedad o la cárcel, por la humillación y la condena a
muerte… En todas ellas Cristo sigue su agonía.

 Por los agonizantes y enfermos terminales, que además de los paliativos no les falte el ángel
del consuelo.
 Por los que viven en la miseria y el olvido, que lleguen a todos sus gritos silenciosos.
 Por los que son víctimas del terror, de la guerra, de los secuestros y la tortura, que a todos
nos interpele su martirio.
 Por los ancianos que no son queridos y se sienten solos, que encuentren personas que les
acompañen y valoren.
 Por las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia de género, la prostitución, que puedan
recuperar su dignidad y su libertad.
 Por los niños esclavizados, vendidos, prostituidos, militarizados, que encuentren los medios
para rehacer sus vidas.
 Por los que no tienen trabajo, por los fracasados que no les falten nuevas oportunidades.
 Por todos los que están marcados por el desamparo o el vicio y las adicciones, que no pierdan
la esperanza de su liberación.
 Por los inmigrantes, que tienen que afrontar tantos riesgos y separaciones que puedan ser
integrados socialmente.
Podemos añadir peticiones en voz alta.

Padre Nuestro.

Acción de gracias.

Te damos gracias, Señor,


Por el misterio pascual de tu muerte y resurrección.
Te damos gracias, Señor,
Por el pan y el vino de la Eucaristía.
Te damos gracias, Señor,
Por haberte quedado con nosotros.
Te damos gracias, Señor,
Por haber bajado a nuestros infiernos.
Te damos gracias, Señor,
Por tu amor hasta la muerte.
Te damos gracias, Señor,
Por tu presencia permanente.
Te damos gracias, Señor,
Por la fuerza de tu resurrección.
Te damos gracias, Señor,
Por el aliento de tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor,
Por este rato de oración.

Canto final: Cantemos al Amor de los amores.

1ª Parte. Nos ponemos en la presencia de Jesús.

Presentación de todos.

Queremos, Jesús, estar contigo.


Queremos recordar tus palabras,
Benditas palabras.
Queremos poner nuestro corazón junto a tuyo,
Y captar tus sentimientos.

Canto.

1.- Amor es vida, vida es alegría. / Quien nunca amó, vivió sin ilusión. / Alegres cantan sus
melodías / las ansiedades del corazón. (2). Alegre estoy, cantando voy, / este es el día que hizo
el Señor. (bis).
2.- Yo soy feliz por cada día nuevo, / por la ilusión de ver amanecer, / por las estrellas y por el
cielo, / por la alegría de renacer. (2).
3.- Por los caminos áridos del mundo, / busco la huella de un amor feliz. / Soy peregrino, soy
vagabundo, / un cielo eterno brilla hoy en mí. (2).
4.- Cuando recuerdo aquel amor divino, que siendo Dios al suelo descendió, mi alma canta, mi
alma goza porque la vida me dio el Señor. (2)

2ª Parte: Meditamos en el amor.

Canto: Amaos.

Como el Padre me amó, / yo os he amado. / Permaneced en mi amor. / Permaneced en mi


amor.
1.- Si guardáis mis palabras / y como hermanos os amáis / compartiréis con alegría / el don de
la fraternidad. / Si os ponéis en camino, / sirviendo siempre a la verdad, / fruto daréis en
abundancia, / mi amor se manifestará.
2.- No veréis amor tan grande / como aquel que os mostré:/Yo doy la vida por vosotros. / Amad
como yo os amé. / Si hacéis lo que os mando / y os queréis de corazón, / compartiréis mi pleno
gozo / de amar, como él me amó.
GRATUIDAD.

1.- Tú, has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan sólo quieres que yo te
siga.
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi
barca, junto a ti buscaré otro mar.
2.- Tú sabes bien lo que tengo, en mi barca no hay oros ni espadas, tan sólo redes y mi trabajo.
3.- Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse, amor que quiera seguir
amando.
4.- Tú, pescador de otros lagos, ansia eterna de almas que esperan, amigo bueno que así me
llamas.

MISERICORDIA.
Salmo 102. (A dos coros)
Bendice, alma mía, al Señor, Y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, Y no
olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; Él rescata tu vida de la fosa y te
colma de gracia y de ternura; Él sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu
juventud.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus
hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre


acusando, ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos
paga según nuestras culpas.

Como se levante el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el
oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; Porque él
conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, Que el viento la roza,
y ya no existe, su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, Su justicia pasa de hijos a nietos: para los que
guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo.


Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su
palabra. Bendecid al Señor, ejércitos del suyos, servidores que cumplís sus deseos. Bendecid al
Señor, todas sus obras, en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

SERVICIALIDAD.

Yo no soy nada.
1.- Yo no soy nada / y del polvo nací, / pero tú me amas y moriste por mí. / Ante la cruz sólo
puedo exclamar: / “tuyo soy, tuyo soy”.
Toma mis manos, te pido, / toma mis labios, / te amo, toma mi vida, / oh Padre, tuyo soy,
tuyo soy.
2.- Cuando de rodillas / yo te miro, Jesús, / veo tu grandeza y mi pequeñez. / ¿Qué puedo darte
yo?, / tan sólo mi ser. / Tuyo soy, tuyo soy.

GENEROSIDAD.

El Alfarero.
Gracias quiero darte por amarme. / Gracias quiero darte yo a ti, Señor. /Hoy soy feliz porque te
conocí. /Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor, amado, / como el barro en manos del alfarero. /Toma mi vida, hazla de
nuevo. /Yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé. /Te pedí perdón y me escuchaste. /Si te ofendí, perdóname, Señor, /pues te
amo y nuca te olvidaré.

PERMANENCIA.

3ª Parte: oramos con fe.

Acción de gracias.

Te damos gracias, Señor,


Por el misterio pascual de tu muerte y resurrección.
Te damos gracias, Señor,
Por el pan y el vino de la Eucaristía.
Te damos gracias, Señor,
Por haberte quedado con nosotros.
Te damos gracias, Señor,
Por haber bajado a nuestros infiernos.
Te damos gracias, Señor,
Por tu amor hasta la muerte.
Te damos gracias, Señor,
Por tu presencia permanente.
Te damos gracias, Señor,
Por la fuerza de tu resurrección.
Te damos gracias, Señor,
Por el aliento de tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor,
Por este rato de oración.

La Visita Al Santísimo Sacramento


Nada más sencillo que este devoto ejercicio que consiste en hacer una visita al Señor
presente en el Santísimo Sacramento del Altar como se la harías a un buen amigo.
Puedes hacer esta visita a cualquier hora del día y en cualquier iglesia. Entras, haces una
genuflexión, te arrodillas y empiezas hablar al Señor de tus cosas y de las de Él.
No te convoca a él ninguna campana. Ninguna afluencia de fieles espera que te
sumes a ella. Te encuentras casi solo, y, si quieres, completamente solo.
Acércate cuanto puedas. Entre ti y el sagrario no dejes sino la distancia que no se
puede franquear. Estando cerca, sentirás con mayor viveza la impresión de ser
escuchado.
Para empezar, saluda al Señor presente en el Sagrario. Dile "buenos días" o
"buenas tardes". Dile que le amas y que has venido a charlar con Él un rato. Recógete
en tu interior y deja que Él se te acerque. El silencio te envolverá en su misterio. Poco a
poco de todas partes surgirán impresiones sobrenaturales que te apartarán de la vida
presente.
En breve no percibirás ya sino a dos seres vivientes en medio de ese desierto, a
dos seres unidos en la intimidad: a Jesús y a ti. Los ruidos de fuera llegan confusos,
ahogados, como eco lejano de otro mundo. El paso de un vehículo sólo parece
producirse para devolverte suavemente a la sensación de lo real. Estás en la presencia
de Dios.
¡No hay duda! Jesús está realmente ahí. Te oye y te ve. Tú también estás ahí, para
presentar a Jesús un poquitín de buena voluntad, al par que un fardo de tus abrumadoras
miserias.
"Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os
aliviaré" (Mateo 11,28). Repite estas palabras de fe y de confianza que para ti fueron
pronunciadas.
Declara tus necesidades, tus sinsabores y tus deseos. Y si tu indigencia es tan
grande que no hallas ningún sentimiento capaz de expresarla, hable por ti tu actitud
exterior. ¿No estás de rodillas? Pues adora, humíllate y suplica. Por lo demás, ¿por qué
estás ahí, sino para presentar a Jesús todas tus afirmaciones, todos tus testimonios?
Ten en cuenta, una vez más, que la visita al Santísimo Sacramento es, ante todo,
un paso, por cuanto tu alma puede hacerse oír desde tu casa, como desde cualquier sitio.
Ahora bien, un paso saca su valor del hecho mismo de producirse. Si la vida es muda,
no deja de decir algo; si es de corta duración, no deja de alcanzar su objetivo.
No prolongues la visita más de lo que pida tu devoción. No te esfuerces por decir
mucho. Te expondrías a crear en tu interior la secreta aversión que el cansancio inspira.
Puede abandonarse pronto aquello que es mantenido a viva fuerza. Si fueses un alma
fervorosa, te sería extraño este peligro; esta regla no sería para ti.
Trátate como se trata a los convalecientes. Más tarde, no obstante, la pesadez de
los primeros diez minutos, sabrás prolongar tu adoración hasta la media hora y aún más,
porque la violencia suscita aquí muchas veces unos ardores insospechados.
Mientras tanto haz lo que puedas, y no emprendas nada sin estar en condiciones de
continuarlo. Una visita de solos dos minutos practicada todos los días producirá, a la
larga, un mejoramiento sumamente apreciable. ¿Qué diremos de muchas visitas
repetidas, si se tiene la dicha de tener la Iglesia cerca de casa? Y, si pasas por delante de
una iglesia, verás que sin casi darte cuenta te acostumbrarás a entrar y a hacerle al Señor
una visita.
La prudencia que regula la duración debe regu1ar también el método. Si no
aciertas a expresar sino sumariamente tu adoración, la ofrenda de tu ser y tus deseos de
amar, no te detengas mucho en estos actos.
Si no sabes hablar a Jesús sobre su persona, háblale de la tuya. Pasa revista a sus
pies las horas transcurridas desde la mañana, lo que hiciste bien y lo que hiciste mal, y
ofréceselo al Señor. Háblale de tu familia, de tus hijos, de tus enfermos, de tus amigos.
Háblale de tus problemas, de lo que piensas hacer. Cuéntale también tus alegrías y dale
las gracias cuando algo te ha salido bien.
También puedes echar mano de algún libro. Si rezas, pronuncia despacio tus
oraciones. Repito que lo que estás haciendo es una visita que no exige nada, que es un
acto de amistad. ¿No va a tenerlo en cuenta Jesús?
Más tarde se producirá la dichosa efusión de una intimidad que en este ejercicio y
en la Eucaristía realiza el mayor los ideales humanos. Te darás cuenta de lo que es vivir
cerca de Dios y de lo que Él puede hacer contigo si le dejas.
Un santo sacerdote repetía en sus visitas:
Yo no merezco reclinar la frente,
Señor, en tu costado como Juan, el discípulo inocente.
Ni siquiera soy digno de acercarme, por detrás y callado,
A tocarte los bordes del vestido para quedar curado.
Sólo, Jesús, te pido
Que cuando vengas a tomar mi vida,
Oh verdadero Dios y verdadero Hombre,
Me encuentres con la lámpara encendida
Y diciendo tu nombre.

http://www.personal.able.es/aulabiblia/mc-287.htm

Mi mamá criticando a los


borrachos... y su hija es
una. O sea mi hermana,
yo no, yo solo bebo agua.
😂😂😂

Usted que come de todo


y nunca engorda, Por
favor cuando su lombriz
tenga cría � me vende
una por favor. 😂😂😂
Quince Minutos En Compañía De Jesús Sacramentado

No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor.
Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.

¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera?

Dime su nombre, bien sea el de tus padres o hijos, bien el de tus hermanos y amigos; dime
enseguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en
pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos,
para atender a las necesidades ajenas.

Háblame así, con sencillez, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a
quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos
ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos, una palabra de amigo, palabra
entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del
corazón; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón
especialmente ama?

Y para ti, ¿necesitas alguna gracia?

Hazme, si quieres, como una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime
francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad, envidia; que eres tal vez egoísta,
inconstante, negligente, perezoso...o tal vez juzgas muy fácilmente a los demás o hablas sin
caridad de ellos; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que
haces para quitar de ti tales males.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡En el cielo hay tantos justos, tantos Santos de primer orden,
¡que en su momento tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad; y poco a
poco se vieron libres de ellos. Menos aún vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales:
salud, memoria, amor, amistades que te sean provechosas, paciencia, alegría, éxito en tus
trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy libremente, y deseo que me lo
pidas, siempre y cuando no se oponga, antes bien favorezca y ayude a tu santificación.

Hoy por hoy, ¿qué necesitas?

¿Qué puedo hacer por ti? ¡Si supieras cuántos deseos tengo de favorecerte! ¿Traes ahora
mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. Quiero saberlo de ti.
¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Hay algo que quieres que haga por tu
hermano, por un amigo, por tu superior? ¿Qué desearías poder hacer tú por ellos?

¿Y por Mí?

¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus
amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí? Dime qué cosa llama hoy
particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para
conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras
que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los
llevo, sin perjuicio de su libertad, a donde me place.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor?

Cuéntame todo, pobre alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te
hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que
tiene bálsamo eficaz para curar todas las heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en
breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago
recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura?

¿Sientes en tu alma vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser
desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes;
todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan
de ti sin que les hayas dado un motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de
ser obstáculos a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme?

¿Por qué no me haces partícipe de ella como a un buen amigo? Cuéntame lo que, desde ayer,
desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has
tenido una agradable sorpresa, quizás has visto disiparse algún temor o recelo, quizás has
recibido buenas noticias, alguna carta o muestra de cariño. Tal vez has vencido alguna
dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo eso, y yo te lo he proporcionado.
¿Por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a
su padre: «¡Gracias, Padre mío, gracias!» El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios,
porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tienes promesa alguna para hacerme?

Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; pero a
Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya
más a aquella ocasión de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más
aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿De no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu
alma?
¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado,
has mirado hasta hoy como un enemigo?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio; pero
no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la
soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento,
resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que también lo es tuya, la Virgen
Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi
servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos
consuelos.

Sugerencias Para La Adoración Del Santísimo Con Jóvenes


Eduardo Cáceres Contreras

Comisión Nacional de Catequesis y Liturgia

1. RECOMENDACIONES PREVIAS

 Invitar a los jóvenes a vivir una experiencia muy significativa en una


celebración de adoración al Santísimo Sacramento.

 Pedir que cada joven lleve una vela ese día. La vela debe tener amarrado
un breve mensaje con el nombre del joven (ojalá la amarra sea con cinta del
color que elijan todos).

 Motivar a los diferentes grupos de la comunidad que, a lo largo del año,


tengan un rato de oración ante el Santísimo. Los responsables de preparar esta
liturgia han de tener la convicción de que esta experiencia hace un bien enorme
no solo a cada persona en particular, sino que al grupo que reza.

A continuación, tienen un sencillo esquema para la adoración del Santísimo.

Se trata de una experiencia ya avalada por la práctica y con muy buenos resultados.
Veamos:

2. AMBIENTACIÓN

 La Capilla o lugar donde se encuentra el Sagrario con el Santísimo ha de


estar especialmente ornamentado para esta ocasión. El ideal es que el Sagrario
esté abierto y rodeado de pétalos de flores.

 Creo importante, para unir la adoración con la vida, poner alrededor


fotografías de gente pobre y sufriente. Rostros de niños, jóvenes y ancianos.

 Poner un gran cartel en un lugar destacado con una frase: VENGAN A


MÍ PORQUE YO LOS ALIVIARÉ, o bien, “YO SOY EL PAN QUE DA LA
VIDA”.

 Es importante que el presidente de la celebración esté presente en cada


detalle de ésta. Será él el principal responsable de este momento de oración.
 Es necesario poner las bancas o sillas de frente al altar y no alrededor. La
idea es poder mirar y contemplar al Santísimo y no a las personas que allí se
encuentran.

 Conviene que las luces de la capilla estén apagadas destacándose la luz


del Sagrario y los cirios encendidos sobre el altar.

 Tener bien claro los cantos y oraciones que se utilizarán en este


encuentro.

 Al comienzo se hará una breve introducción haciendo notar que


contamos con una estupenda ocasión para dedicar toda nuestra atención
contemplativa y adoración a Jesucristo que ha querido ser alimento para
nosotros y nos ha dejado su Cuerpo y su Sangre en el Sacramento de la
Eucaristía.

3. CELEBRACIÓN

3.1 Tiempo de adorar

 Al comenzar se pide a un joven que encienda un cirio que luego deja


sobre una mesa o sobre el altar. Mejor aún, si es el Cirio Pascual.

 Se lee un texto bíblico: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no
caminará en tinieblas...”

Invitar al silencio contemplativo.

 Un canto sencillo y tranquilo irá creando un rico ambiente de adoración.


Puede ser: “Adoramos hoy al Señor” o “Alabe todo el mundo”

Se deja un momento de silencio.

 El que preside dirá: El Señor se hace presente entre nosotros,


especialmente en el Pan Consagrado que se encuentra en el Sagrario (o en la
custodia). Ante Él nos arrodillamos un momento y cada uno, en silencio,
conversa con el Señor... (Todos se arrodillan mientras tanto se pone música de
fondo...)

Después de un rato un Lector proclama en voz alta:

“Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. El pan que Yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.”
(Juan 6, 51)

El presidente dice en voz alta:


“Sea por siempre Bendito y Alabado el Santísimo Sacramento del Altar”

Pide que todos los jóvenes repitan:


“Sea por siempre Bendito y Alabado el Santísimo Sacramento del Altar”

Los invita a sentarse y a entonar el canto “Dios está aquí” ...

3.2 Tiempo de escuchar

Breve silencio. Otro joven lector proclama en voz alta:

“Este es el Pan vivo bajado del cielo; no como el que comieron nuestros
padres, y murieron; el que coma este Pan vivirá para siempre.” (Juan 6,
58:)

En este tipo de celebración en que se adora y contempla el Santísimo


Sacramento, hay que dejar muchos espacios al silencio y a la oración personal,
pero también es bueno que la gente intervenga en algún momento, sobre todo
cuando los jóvenes no tienen experiencias de oración contemplativa.

Una de las tantas maneras que tiene para hacerlo es que el Animador los motive
a comunicarse con el Señor. Por ejemplo:

Presidente: Adoremos a Cristo realmente presente en el Pan consagrado.


Expresemos nuestra confianza en el Señor, primero recitando todos juntos la
oración de Santa Teresa de Ávila:

Nada te turbe,
nada te espante,
quien a Dios tiene,
nada le falta.
Nada te turbe,
nada te espante,
sólo Dios basta...

Luego los invita a cantar esta misma oración: “Nada te turbe”

Presidente: Ahora es el momento de elevar nuestras peticiones ante el Señor


sacramentado, hagámoslo con la certeza de que El nos escucha y atiende
nuestras súplicas.

Todos se ponen de pie.

Tengamos presente estas palabras del salmista:


(Se pide a un joven que lea en voz alta)

“Espero en Ti, Señor con gran confianza,


inclínate hacia mí y escucha mi clamor” (Salmo 40)

Luego de un momento de silencio se invita a cantar “La Oración”, o bien, a


hacer peticiones espontáneas. Este tiempo concluye con la oración del Padre
Nuestro.

3.3 Tiempo de Contemplar


LA MIRADA DE JESÚS

Un lector lee lo siguiente:

En el Evangelio de Lucas podemos leer.

“Le dijo Pedro: “Hombre no sé de qué hablas”. Y en aquel momento,


estando aun hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y fijó su
mirada en Pedro... Y Pedro saliendo afuera, se puso a llorar
amargamente” (Lucas 22, 60 – 62)

Otro Canto.

Yo he mantenido una relación bastante buena con el Señor. Le pedía cosas,


conversaba con Él, cantaba sus alabanzas, le daba gracias... Pero siempre tuve la
incómoda sensación de que él deseaba que lo mirara a los ojos..., cosa que yo no
hacía. Yo le hablaba, pero desviaba la mirada. Cuando sentía que él me estaba
mirando, yo miraba siempre a otra parte. Y sabía por qué: tenía miedo.

Pensaba que en sus ojos iba a encontrar una mirada de reproche por alguna falta
de la cual no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir
una exigencia: que había que Él deseaba de mí. Por fin, un día, reuní el
suficiente valor y lo miré a los ojos y descubrí que en su mirada no había
reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: “Te quiero” ... Me quedé
mirando fijamente durante largo rato y seguía escuchando el mismo mensaje:
“Te quiero”.

Y, al igual que Pedro, salí afuera y lloré.

Una vez que haya leído, se deja un momento más largo de silencio.

Después todos cantan: “Vuelvan los ojos hacia el Señor”

4. Conclusión

Presidente: Estamos llegando al final de esta celebración. Sin duda el Señor ha


estado presente entre nosotros. Los invita a acercarse al altar y a encender su
vela desde el cirio. Lo hacemos en silencio (mientras tanto se pone música de
fondo).

Una vez que todos tengan su vela encendida alguien lee el texto con que
iniciamos esta celebración:

“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas”. Todos
cantan levantando sus velas: “Esta es la luz de Cristo”.

Entonces, con la vela encendida en la mano, se entona un canto eucarístico y el


sacerdote da la bendición con el Santísimo, como de costumbre. (si no hubiera
sacerdote o diácono, y la adoración es ante el Sagrario, sólo se continúa).

Posteriormente, todos de rodillas, se reza y se repite:

Bendito sea Dios,


Bendito sea su Santo Nombre,
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sagrado Corazón.
Bendita sea su Preciosa Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la incomparable Madre de Dios, la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Al final el que preside guarda el Santísimo en el Tabernáculo.

Los presentes dirigen la vela y la mirada hacia la imagen de la Virgen.

El que preside:

El Cuerpo de Cristo que hemos adorado se formó en el seno de la Virgen María.

Los ojos de Cristo que nos han mirado se formaron en la contemplación de su


Madre, María.

El corazón de Cristo que nos ha amado se formó junto al corazón de María.

Por eso a ella cantamos.

Magnificat “El Señor ha hecho en mí maravillas...”

Terminado el canto, todos inclinan su cabeza y se hace la siguiente oración:

Oh Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos, te rogamos, que,
con el poder del alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos
glorioso en el último día.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Finalmente se apagan las velas, y cada uno sale de la capilla haciendo una
genuflexión.

Adoración Del Santísimo Sacramento (San Pablo)

Vamos a gustar de este momento ante Jesús Eucaristía con


muchas ganas de hablar con Él, en silencio, realizando una
oración profunda, aprovechando su presencia para
agradecerle y pedirle aquello que sólo nosotros conocemos.

SEÑAL DE LA CRUZ

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

CANCIÓN

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ! Carlos Seoane

¡Qué bien se está aquí, Señor!


no hay otro lugar donde estar mejor,
tu mano nos guía, tu amor nos protege,
confiamos en Ti
Seremos tus manos, para construir un mundo nuevo.
Seremos tu boca, para no callar la verdad.
Seremos tus ojos, para mirarnos con ternura.
Y tu misericordia, para escuchar sin juzgar

ACTO DE FE

Para entrar en confianza con el Señor, nos tomaremos de la


mano con el compañero del banco y expresaremos nuestra
fe.

Creo, Dios mío, que estoy en tu presencia,


que me amas y escuchas mi oración.
Tú eres grande y santo, yo te adoro.
Tú me lo has dado todo, yo te doy gracias.
Te he ofendido con mis malas acciones,
yo te pido perdón de todo corazón.
Tú eres muy bueno, yo te pido que me ayudes
para ser cada día mejor.
Amén.

CANCIÓN

ME TOCASTE JESÚS
Me tocaste Jesús, y cerré mi puerta
y me hablaste, Jesús, con el pan y el vino y así,
con tu sombra detrás
que todo alumbró
tu rostro sereno.

Con un trozo de ayer yo te esperé en mi puerta


con un montón de papel
que jamás se pudo leer
y casi sin mirar, me alejé, Jesús
y sentí tu llamada.
Estribillo
Me sonrió dulce y me miró fijo;
“Yo soy tu amigo”, me dijo.
le sonreí luego y lo sentí cerca;
tienes un nuevo amigo.

Hoy he vuelto al lugar


donde hay amor sincero
no me quiero alejar
por favor escucha, Jesús,
donde hay vida Tú estarás
quiero ser de Ti
tu hermano amigo
Estribillo

ORACIÓN

Enséñanos a compartir

Querido amigo Jesús,


Tú pasaste por el mundo haciendo el bien entre todos los
hombres,
y nos enseñaste a compartir con todos
lo que somos,
lo que tenemos,
lo que soñamos,
lo que esperamos,
lo que nos duele
y lo que nos alegra.
Abre nuestros corazones
para que siempre tendamos la mano al que sufre.
Ayúdanos a ver
en cada hermano tu rostro que nos llama
y nos pide vivir con generosidad,
amor y entrega a los demás
¡Que así sea, Señor!

ACTO DE ADORACIÓN

Jesús Maestro, creo con mucha fe


que estás delante de mí para señalarme el camino hacia
Dios.
Ilumina mi mente y mueve mi corazón
para sacar mucho fruto de esta visita.

PARA MEDITAR

Evangelio según San Juan 6, 48-54

“Yo soy el pan de vida. Sus antepasados, que comieron el


maná en el desierto murieron. Aquí tienen el pan que ha
bajado del cielo para que lo coman y ya no mueran. Yo soy
el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este
pan vivirá para siempre. El pan que yo daré será mi carne, y
la daré para vida del mundo”
Los judíos discutían entre sí: ¿Cómo puede éste darnos de
comer carne? Jesús les dijo: ”En verdad les digo: si no
comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre,
no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi
sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día”.

ACTO DE MEDITACIÓN

Hacemos silencio un momento y reflexionamos lo que Jesús


nos dice en esta lectura, cerramos los ojos y tratamos de
buscar en nuestro corazón esa respuesta.

CANCIÓN PARA MEDITAR

Tu Cuerpo y tu sangre

Lo mismo que dos almas se funden en un beso,


lo mismo que las olas se funden en el mar,
nosotros nos fundimos en un mismo deseo,
bebiendo de Tu vino, comiendo de Tu pan
Estribillo
Son Tu cuerpo y tu sangre, el signo del amor
Son comida y bebida de nuestra redención
Lo mismo que la vida se funde en la esperanza,
lo mismo que los pasos se funden al andar,
nosotros nos fundimos en un afán de entrega,
al darte Tú en el vino, al darte Tú en el pan.
Estribillo
Señor que has elegido quedarte entre nosotros,
bajo las apariencias llamadas vino y pan,
queremos que te quedes prendido en nuestras vidas,
de forma que ellas sean unidas de verdad
Estribillo

ORACIÓN

Te pido Jesús,
siempre estar preparado para recibirte en la Eucaristía.
necesito encontrarme contigo en el pan que alimenta y da
vida.
Que nunca me falte el hambre de Dios,
las ganas de que llenes mi corazón.
que nunca sea indiferente
al hambre que sufren tantos hermanos,
y que viva solidario para ayudar.
Que cada Eucaristía sea una verdadera fiesta
porque juntos, en comunidad,
nos alimentamos con tu presencia viva.
Gracias por pensar en nosotros
y darnos la alegría de poder recibirte
para crecer en nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestro amor a los demás.
Que cada Eucaristía me de fuerzas para seguirte

ACCIÓN DE GRACIAS

Gracias Señor, por enseñarme que te quedaste con


nosotros
que para recibirte necesitamos aprender
a ser solidarios y a perdonar
Por eso hoy acercamos a tu altar,
nuestro humilde aporte para aquél que lo necesite
Gracias por este encuentro personal contigo
y quedarte siempre presente en mi corazón.

OFRENDA Y DESPEDIDA

Nos acercamos al altar para ofrecer al Señor lo que le


trajimos para compartir y cantando nos despedimos
Alabado sea el Santísimo
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar,
y la Virgen concebida
sin pecado original.

El manjar más regalado


de este suelo terrenal,
es Jesús Sacramentado
Dios eterno e inmortal.

Celebremos con fe viva


este pan angelical
y la Virgen concebida
sin pecado original.

Es el Dios que da la vida


y nació en un portal
de la Virgen concebida
sin pecado original.

Adoración Eucarística De Niños

1. (Acá va el nombre del Guía - es bueno que sean dos o varios)


Llegamos hasta aquí porque Jesús, por medio de su Espíritu Santo, nos
llamó para reunirnos con Él, y compartir juntos un momento amistoso.

2. Jesús es nuestro amigo por excelencia, por eso vamos a cantar y


adorarlo. Él está en el cielo con el Padre, pero también aquí en el Sagrario,
en el Pan de la Eucaristía: y junto a nosotros, María, la madre de Jesús y
madre nuestra, los discípulos, todos los santos y ángeles, por eso, con
alegría y de pie, cantamos: Santo... (Se expone el Santísimo y se ilumina el
lugar)

3. Como gesto de adoración y reverencia a Jesús, nos arrodillamos y


decimos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. A
cada intención todos responden: ¡Gracias Jesús!
a. Por encontrarnos alegres en tu casa.
b. Por las cosas hermosas que creaste.
c. Por la tierra y todos los hombres que la habitan.

4. De pie le ofrecemos las flores perfumadas como signo de nuestro amor,


alegría y agradecimiento, mientras cantamos:____________

5. Nos sentamos y, en silencio, cada uno en el corazón sigue dando gracias


a Jesús por lo que queremos agradecer. (unos instantes de silencio o
música suave).

6. Un gran acontecimiento nacional vamos a tener, como Iglesia, en el mes


de septiembre: en la provincia de Corrientes, se realizará el X Congreso
Eucarístico, es decir que muchos se van a reunir allí para dar culto
público a Jesús, y recibir, con nueva fe el gran regalo del Cuerpo y Sangre
de Jesús, es decir la Eucaristía.

7. Jesús está vivo y presente en el Pan que adoramos, y también en la


Sagrada Escritura. Ahora, con mucha atención y cuidado, vamos a
escuchar su Palabra, tratando de imaginar todo lo que se relata, imaginar
a Jesús, las cosas que dice y hace, a los discípulos y a toda la gente que
está en ese lugar.

8. Nos ponemos de pie, como signo de respeto y como gesto de estar listos
para contarlo a todos los demás (Entran el lector, trayendo la Palabra, y
dos niños, que lo acompañan con las velas) Mientras cantamos el Aleluya.

9. Evangelio: Lucas 9, 11-17. (Finalizada la lectura, se responde nuevamente


con el Aleluya. Una opción, para el relato, sería dividirlo en distintos
personajes: cronista, Jesús y discípulos)

10. Ahora, en silencio y orden, nos dirigimos hacia el altar, de donde cada
uno retira un mensaje del Evangelio. Nos vamos allí, ubicándonos en
forma circular.

Cantamos____________________

11. Leemos el mensaje en silencio, y pensamos qué quiere decirme a mí


Jesús con este mensaje (Dejamos unos instantes en silencio, provocando
el gusto de la cercanía de Jesús).

12. El lema del Congreso Eucarístico es: Denles ustedes de comer, que
son palabras de Jesús a sus discípulos, pero que hoy nos dice a nosotros,
para que ayudemos a quien no tiene qué comer.

13. El tema de que se va a hablar en el Congreso Eucarístico es sobre la


Reconciliación y la Solidaridad, porque Jesús quiere que todas las
personas se perdonen las ofensas y que se ayuden unos a otros, en las
necesidades materiales y espirituales.

14. Estamos con Jesús, igual que aquellas personas que cuenta el
Evangelio... sentadas en el pasto, lo escuchaban y comentaban entre
ellos todo lo que Jesús les decía. Ahora, cada uno de nosotros,
compartiendo en voz alta, va a leer el mensaje que le tocó (Se da el
tiempo necesario).

15. Cantamos un canto: _____________________

16. Jesús dijo: todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo recibirán.


Nosotros creemos en sus promesas, por eso le decimos cantando: ¡Te
alabamos Jesús, te alabamos, Señor!

· Porque multiplicas el pan para los que tienen hambre.

 Porque sanas a los enfermos.


 Porque llamas a tus amigos para ayudarte a servir.

Cuando vemos la televisión, los diarios o la radio nos enteramos que todos
necesitan de oración. Ahora respondemos: ¡Te pedimos, Jesús, te
pedimos, Señor!

 Por las personas que gobiernan, para que sean justos.


 Por las personas que preparan el Congreso Eucarístico.
 Por todos los argentinos, para que seamos solidarios.

17. Jesús sigue escuchando nuestras palabras y todo lo que le decimos.


Ahora, nos acordamos de todos los niños del mundo entero, y rezamos
por ellos. Cantamos: Escúchanos Señor, y llénanos de amor (P)

 Por los niños que sufren o son amenazados.


 Por los niños que tienen hambre.
 Por los niños que están enfermos.
 Por los niños que están solos.
 Por los niños que están en peligro de ser abortados.
 Pensamos en silencio en nuestros hermanos y amigos.

18. Cada día que pasa nos damos cuenta que necesitamos crecer y
mejorar, por eso ahora vamos a decir cantando: Ayúdanos, Jesús, a
crecer.

 Para no enojarme cuando alguien se burla de mí.


 Para no devolver mal cuando me ofenden.
 Para ser responsable en mis tareas de la escuela y en mi casa.
 Para ser instrumento de Reconciliación en mi familia y entre mis
amigos.

19. Un deseo grande manifestó Jesús: un día él rezó al Padre, diciendo:


Ojalá que todos sean uno, como nosotros somos uno. Él siempre espera
que todos se quieran y se perdonen. Por eso nos enseñó la oración que
nos hace a todos hermanos. Tomados de las manos, rezamos la oración
que Jesús nos enseñó: Padrenuestro que estás en los cielos ...

20. Siempre, donde está Jesús, está su Madre María, y cuando estuvo en
la cruz nos la regaló como Madre nuestra; le debemos todo nuestro cariño
y amor, ya que ella nos cuida y protege como sus hijos verdaderos.
Unimos nuestras voces y le decimos: Dios te salve María...
21. Vamos a terminar esta hora de adoración con la oración del Congreso
Eucarístico.

22. De pie cantamos __________________

Adoración Eucarística Perpetua

UN SOLO SEÑOR
UN SOLO CUERPO
UN SOLO PUEBLO

Sobre la adoración al Santísimo Sacramento, el Concilio Vaticano II


dice, “Permaneciendo ante nuestro Señor Jesucristo, [los fieles] disfrutan de su trato
íntimo, le abren su corazón pidiendo por sí mismos y por todos los suyos, ruegan por la
paz y la salvación del mundo” (Presbyterorum ordinis).

Doce razones bíblicas y doce enseñanzas de la Iglesia que explican la importancia y


necesidad de velar una Hora Santa a la semana ante la presencia de Jesús
Sacramentado:

RAZONES BÍBLICAS
1. ¡Él está realmente allí! “Yo soy el pan de vida bajado del cielo” (Juan 6, 35)

2. ¡Por Su infinito amor por ti, Día y noche Jesús habita en el Santísimo Sacramento! “Y
he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” “Con amor
eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti”. (Mateo 28,29; Jeremías 31,3)

3. Cada hora que pasas con Jesús hará que Su paz divina se ahonde en tu corazón.
“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso”.
“Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros”. (Mateo 11,28; 1
P 5,7)

4. Jesús te dará todas las gracias que necesitas para ser feliz en esta vida. “Porque el
Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las
aguas de la vida”. (Apocalipsis 7,17)

5. Cada momento que pasas ante Su presencia Eucarística hará que aumente Su vida
divina dentro de ti, y profundizará tu relación personal y tu amistad con Él. “Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. “Yo soy la vid; vosotros los
sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados
de mí no podéis hacer nada”. (Juan 10,10; 15,5)

6. Cada hora que pasas con Jesús en la tierra hará que tu alma sea eternamente más bella
y gloriosa en el cielo. “Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se
humille, será ensalzado”. “Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos
como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen
cada vez más gloriosos”. (Lucas 18,14; 2 Co 3,18)

7. Jesús te bendecirá a ti, a tu familia y al mundo entero por esta hora de fe que pasas
con Él en el Santísimo Sacramento. “Dichosos los que no han visto y han creído”. La fe
puede mover montañas. “Solamente ten fe”. “Mira que hago un mundo nuevo”. (Juan
20,29; Marcos 5,36; Apocalipsis 21,5)

8. ¡Por la paz en nuestro país! “si mi pueblo... se humilla, orando y buscando mi rostro...
sanaré su tierra”. (2 Crónicas 7,14)

9. Cada momento que pasas con Jesús en el Santísimo Sacramento ¡le causa alegría a Su

Sagrado Corazón! “mis delicias están con los hijos de los hombres”. (Pr 8,31)

10. Cuando contemplas la Sagrada Hostia, estás viendo a Jesús, el Hijo de Dios.
“Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga
vida eterna y que yo le resucite el último día”. (Juan 6,40)

11. Jesús merece infinitamente nuestra acción de gracias y adoración incesantes por
todo lo que Él ha hecho por nuestra salvación. “Digno es el Cordero degollado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.
(Apocalipsis 5,12)

12. Jesús te pide a cambio que lo ames pasando una hora a la semana en silencio con
Él en el Santísimo Sacramento. “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu
corazón”. “¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?” (Mateo 6,21; 26,40)

ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA

1. ¡Esta es una invitación personal de Jesús para ti! “Jesús nos espera en este
Sacramento del amor”. (Art. 3)*

2. ¡Te necesitamos muchísimo! “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del
culto eucarístico”. (Art. 3)*

3. Tu hora con Jesús hará reparación por los males del mundo y traerá paz en la tierra.
La Iglesia dice: “No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo ... No cese nunca
nuestra adoración”. (Art. 3)*

4. ¡Todo momento que pasas con Jesús Sacramentado te hará crecer espiritualmente!
“El empeño esencial y, sobre todo, la gracia visible y fuente de la fuerza
sobrenatural de la Iglesia como Pueblo de Dios, es el perseverar y el avanzar
constantemente en la vida eucarística, en la piedad Eucarística, el desarrollo espiritual
en el clima de la Eucaristía”. (Art. 20)**

5. ¡Jesús cuenta contigo! “Todos en la Iglesia, pero sobre todo los Obispos y los
Sacerdotes, deben vigilar para que este Sacramento de amor sea el centro de la vida
del Pueblo de Dios, para que, a través de todas las manifestaciones del culto debido, se
procure devolver a Cristo ‘amor por amor’, para que Él llegue a ser verdaderamente
‘vida de nuestras almas’”. (Art. 20)**

6. ¡Jesús desea que estés dispuesto a hacer algo más aparte de ir a Misa los
domingos! “La Iglesia Católica profesa este culto latréutico [de adoración]que se debe
al Sacramento Eucarístico no solo durante la Misa, sino también fuera de su
celebración, conservando con la mayor diligencia las Hostias Consagradas,
presentándolas a la solemne veneración de los fieles cristianos”. “La visita al
Santísimo Sacramento que es... prueba de gratitud, signo de amor y deber de adoración
a Cristo Nuestro Señor allí presente”. (Arts. 60 y 67)***

7. Si el Papa personalmente te hiciera una invitación especial de visitarlo en el Vaticano,


este honor no sería nada en comparación al honor y dignidad que Jesús mismo te
concede al invitarte a que pases una hora a la semana con Él en el Santísimo
Sacramento. “Todos saben que la divina Eucaristía confiere al pueblo cristiano una
incomparable dignidad”. (Art. 68)***

8. ¡Día y noche Jesús habita en el Santísimo Sacramento porque tú eres para Él la


persona más importante en el mundo! “La Eucaristía es conservada en los templos ...
puesto que bajo el velo de las Sagradas Especies contiene a Cristo Cabeza invisible de
la Iglesia, Redentor del mundo, centro de todos los corazones. De aquí se sigue que el
culto de la divina Eucaristía mueve fuertemente el ánimo a cultivar el amor
‘social’”. (Art. 69 y 70)***

9. ¡El tiempo que pasamos con Jesús, nuestro Mejor Amigo, en el Santísimo
Sacramento es el mejor tiempo que vivimos en este mundo! “Y cuán valiosa es una
conversación con Cristo [en el Santísimo Sacramento]: no hay cosa más suave que
esta, nada más eficaz para recorrer el camino de santidad”. (Art. 69)***

10. De la misma manera que cuando te expones al sol no puedes dejar de recibir sus
rayos, así cuando estás ante el Santísimo Sacramento no puedes dejar de recibir los
divinos rayos de Su gracia, Su amor, Su paz. “Cristo es verdaderamente el Emmanuel,
es decir ‘Dios con nosotros’. Pues día y noche está en medio de nosotros, habita con
nosotros lleno de gracia y de verdad”. (Art. 67)***

11. Con Su misericordia que transforma, Jesús hace que nuestro corazón sea uno con el
de Él. Jesús se queda en la Sagrada Eucaristía y “ordena las costumbres, alimenta las
virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles, incita a su imitación a todos
los que se acercan a Él, a fin de que con Su ejemplo aprendan a ser mansos y humildes
de corazón, y a buscar no las cosas propias sino las de Dios”. (Art. 68)***

12. Si Jesús se hiciera realmente visible en la Iglesia, todos correrían a darle la


bienvenida. Bajo la apariencia de pan, Él permanece oculto en la Sagrada Hostia porque
nos llama a la fe. “El Santísimo Sacramento que es ... el corazón latente de cada una
de nuestras iglesias. Por eso estamos obligados, por un deber ciertamente dulce, a
honrar y adorar en la Sagrada Hostia, la que nuestros ojos ven, al propio Verbo
Encarnado, el que ellos no pueden ver, y que sin dejar el cielo se hace presente ante
nosotros”. (Art. 26)****

* Papa Juan Pablo II, Dominicae Cenae


** Papa Juan Pablo II, Redemptor Hominis
*** Papa Pablo VI, Mysterium Fidei
**** Papa Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios

“Nuestro Señor siempre nos ha socorrido en las grandes tribulaciones con una devoción
especial. Las tribulaciones presentes y futuras por las que están pasando la Iglesia y las
naciones, son más grandes que en cualquier otro periodo; asimismo, la persecución es
más poderosa ahora que en tiempos anteriores.
Por consiguiente, la devoción que actualmente Dios está dando a Su Iglesia y a las
naciones es la devoción a la Santísima Eucaristía. Ella es superior a todas las otras
devociones”. “Nuestra propia creencia es que la renovación del mundo se efectuará sólo
con la Santísima Eucaristía”. (Papa Leo XIII)

“La devoción a la Eucaristía es la más valiosa porque tiene a Dios como su objeto; es la
más beneficiosa para la salvación porque nos da al Autor de la Gracia; es la más dulce,
porque el Señor mismo es dulce”. (Papa S. Pio X)

En la introducción de Mysterium Fidei (El Misterio de la Fe), “sobre la doctrina y


culto” de Jesús en la Sagrada Eucaristía, el Papa Pablo VI explica que él escribió esta
encíclica “para que la esperanza suscitada por el Concilio [Vaticano II] dé una nueva luz
de piedad Eucarística que inunde a toda la Iglesia y no se vea frustrada por los gérmenes
ya esparcidos de falsas opiniones”.
“La visita al Santísimo Sacramento ... es un gran tesoro de la fe Católica, cultiva el amor
social y nos da oportunidades para adorar, dar gracias, hacer reparación y petición ... La
Adoración del Santísimo Sacramento [está] ... completamente de acuerdo con la
enseñanza del Concilio Vaticano II”. (Papa Juan Pablo II, Parque de Phoenix, Irlanda,
1979)

“Efectivamente, la Adoración permanente - tenida en tantas iglesias de la ciudad, en


varias de ellas incluso durante la noche - ha sido un rasgo enriquecedor y característico
de este Congreso. Ojalá esta forma de adoración, que se clausurará con una solemne
vigilia eucarística esta noche, continúe también en el futuro, a fin de que en todas las
Parroquias y comunidades cristianas se instaure de modo habitual alguna forma
de adoración a la Santísima Eucaristía”. (Discurso del Papa Juan Pablo II, con
motivo del XLV Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla, 7 de junio de 1993.)

“Fuera de la celebración Eucarística, la Iglesia se preocupa por venerar el Santísimo


Sacramento ... Permaneciendo en silencio ante el Santísimo Sacramento, es a Cristo,
total y realmente presente, a quien descubrimos, a quien adoramos y con quien estamos
en relación”. (Carta del Papa Juan Pablo II al Obispo de Lieja, Bélgica, Mayo 1996.)

ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA: SU AMOR ES ETERNO

En una carta dirigida a un niño que se estaba preparando para recibir su Primera
Comunión, el Papa Juan Pablo II escribió lo siguiente sobre la Sagrada
Eucaristía: “Jesús es el mejor amigo que jamás tendrás... cuéntale tus secretos, tus
alegrías y lo que te entristece. Háblale de las personas que tú amas”.
Jesús te invita a pasar una Hora Santa especial con Él a la semana. Esta hora la
puedes pasar como más te guste: puedes usar tus propios libros de oración, usar los que
están en la capilla, leer la Biblia, rezar el Rosario, o simplemente quieras sentarte,
relajarte y disfrutar de la dulce paz que se recibe al estar en la Presencia del que te ama
más que nadie. Tal vez pienses que no puedes rezar bien. No dejes que esto te
descorazone. El simple hecho de separar específicamente una hora a la semana para
acompañarlo en el Santísimo Sacramento, ya es de por sí una oración de gran fe.
La Adoración Eucarística Perpetua dura tanto como el amor de Nuestro Señor
por nosotros en el Santísimo Sacramento que dura para siempre. Puesto que Él nos ama
tanto como para querer quedarse con nosotros día y noche, igualmente nosotros
debemos amarlo tanto como para querer estar con Él día y noche. El Papa Juan Pablo II
dice: “Él es un Dios que está cerca, un Dios que espera por nosotros, un Dios que
escogió quedarse con nosotros. Cuán fácil es estar cerca de Él cuando tenemos fe en
esta Presencia Real para adorar al Amor de los amores y cuán fácil es comprender las
expresiones de amor de los cristianos a través de los siglos en torno a la Eucaristía”.
(Congreso Eucarístico, Perú, 1988)

¡Jesús te invita a pasar una hora especial con Él!


La única vez que Jesús les pidió algo a sus amigos fue en su agonía en el Huerto
de Getsemaní. Jesús les dijo: ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
(Mateo 26,40)

Imagínate a Nuestra Santa Madre, al Papa, o al Presidente de la nación invitándote a


pasar una hora especial a la semana con ellos. ¡Te sentirías la persona más importante
del mundo! Te sentirías muy contento, le contarías a todos tus amigos y serías fiel a tu
compromiso semanal. No dejarías que nada se opusiese a tu compañía con alguien tan
importante como Nuestra Señora, el Santo Padre o el Presidente. ¿Responderás con
menos entusiasmo a la invitación que te hace Nuestro Señor?

¿Es Jesús lo suficientemente importante para ti como para separar una hora especial a la
semana para estar con Él? Sólo una hora, una vez a la semana, es todo lo que te pide.
Simple y llanamente, Jesús es la prioridad número uno. Pon a Dios primero en todo lo
que hagas, y él te dirigirá y coronará tus esfuerzos con el éxito. (Pr 3,6-10)
Con el fin de tener una vigilia de oración constante ante el Santísimo Sacramento, que
es la Adoración Eucarística Perpetua, necesitamos que alguien cubra cada hora. Por
consiguiente, es necesario que las personas se apunten para pasar una hora a la semana
con Jesús, por ejemplo, el jueves a las 3 p.m.
De esta manera se podrá organizar para que alguien esté siempre con Jesús cubriendo
las 168 horas de la semana.
Como Jesús se encuentra oculto en la Sagrada Hostia, a veces consideramos Su amor y
Su presencia como algo natural o un derecho adquirido. Algunas personas se sienten
inseguras de hacer el compromiso por una hora específica porque dejan que otras
personas y otras cosas precedan a Jesús en el Santísimo Sacramento.
¡Tu fe hará fácil este compromiso! “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de
las realidades que no se ven”. (Hb 11,1) Tu fe ayudará a que tengas convicción de
ello: Lo más importante que harás esta semana es pasar una hora con Jesús en el
Santísimo Sacramento. Piensa en las palabras del Papa, “Jesús te espera en este
Sacramento del amor”. (Dominicae Cenae, Art. 3)
Tu deseo de escoger una hora específica es una expresión preciosa de tu fe en Jesús en
el Santísimo Sacramento. En la hora especial que pasas semanalmente adorando a Jesús
le muestras que le amas y que es bien recibido.
No dejes de separar una hora especial por temor a que algunas veces no puedas
cumplirla. Habrá un sistema de substitutos para casos especiales y de
emergencia. Piensa en las palabras de la Escritura: “¡Ánimo, levántate! Te llama”. (Mc
10,49)
Cuando llegues al cielo Jesús te agradecerá y te amará eternamente por tu fidelidad en
pasar, semanalmente, una hora específica con Él en el Santísimo Sacramento. Por eso Él
dice, “Dichosos los que no han visto y han creído”. (Juan 20,29)

HORA SANTA CON JESÚS


“Me muero de tristeza: quédense aquí y velen conmigo” (Mt 26,38).
AMBIENTACIÓN DEL LUGAR.
Crear un ambiente de recogimiento, de escucha de la Palabra, de reflexión, de diálogo con el
Señor, que lleve a un compromiso de vida. Una música instrumental suave al inicio y en los
momentos de silencio, Leer pausadamente los temas escogidos, hacer unos momentos de
silencio después de cada lectura y después de que cada lector termine su párrafo. En la capilla,
templo, salón o sala adecuad, destacar una mesa con mantel blanco, la custodia, dos velas. En
el momento indicado, se coloca la hostia consagrada.

MOTIVACIÓN DE INICIO
Guía: Vamos a estar una hora con Jesús. No es un sacrificio, es una gracia, una
predilección.
Gracias, Señor, porque nos permites estar contigo. Siempre estamos en tu presencia, pero
ahora con más intensidad. Nuestro estar aquí es la presencia del amigo en un momento
delicado para el amigo. Al amigo le duele que le dejemos solo. ¿No habéis podido velar ni
siquiera una hora conmigo?
Jesús en día nos reconoce, nos llama por nuestro nombre, como a Pedro, Santiago y Juan; y
cuándo él pronuncia nuestro nombre, nos renueva, nos ama.

Canto: Vuelvan los ojos

Estudiante: Jesús, queremos acompañarte en oración en este Jueves Santo. Te hemos


seguido hasta ahora, pero hoy, después de compartir la cena con tus amigos, te notamos
distinto, te sentimos con mucha tristeza. No estás en tu mejor momento; has tenido otros
momentos mejores, que siempre has compartido con nosotros. Ahora la tristeza se asoma
en tus ojos. Ahora nos pides que estemos contigo, que no tengamos prisa, ni sueño, ni
cobardía, ni temores.

Quieres que estemos junto a ti. Sin decir nada. Abiertos al misterio del Padre, cuyos
caminos son tan incomprensibles. ¡Cómo nos cuesta, Jesús, estar contigo en esta hora tan
triste! Preferiríamos hacer otras tantas cosas, antes que estar con la gente que sufre y lo
pasa mal.
Momento de silencio largo para pedir a Jesús que nos purifique de los miedos y cobardías, que
nos oprimen. (Se escucha una música de fondo apropiada al momento orante)

Canto antífona: En Dios pongo mi esperanza.

Educador: Esta Hora Santa, es la hora de los porqués, hora de los mensajes más hondos,
hora del amor, hora necesaria para no caer en la tentación. ¡Hora con Jesús! Él es quien
nos dice: “Oren, para no caer en la tentación” (Lc 22,40).

Estudiante: Recordamos tus palabras, tus gestos, tu vida de entrega. Nos has mirado, has
entrado en nuestro corazón, nos has curado. Has despertado lo mejor de nosotros. Junto a
ti se ha asomado el gozo, la alegría de tu presencia. Nos has enseñado a mirar la vida con
nuevos ojos. ¡Cuántas veces nos has llevado al asombro! ¿Cómo podemos, ahora,
mantenernos al margen de tu dolor?

Educador: Dejarte solo Señor Jesús, sería la mayor tentación, el mayor abandono. Además,
¿acaso tu dolor, como toda tu vida, no es por nosotros? Dejarte solo sería nuestra muerte,
pues, ¿a dónde iríamos a beber el agua que solo en tu fuente hemos gustado, a dónde
encontraríamos tu Palabra? Decimos junto al apóstol Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú
tienes palabras de vida eterna.

Momento de silencio largo para agradecer a Jesús tanto amor, tanta vida.

Antífona cantada: Señor, a quién iremos

Estudiante: Hora santa, hora del amor callado, hora de Jesús, hora nuestra, hora del grano
de trigo que muere para dar fruto, hora del servicio. Jesús nos lo dice: “Como yo os he
amado, amaos también los unos a los otros” (Juan 13,34). ¿Qué podemos hacer contigo?
No tienes palabras, ni siquiera mirada. Tu vida se está rompiendo a pedazos. Tu gesto de
partir el pan y de repartir la copa no han sido vanalidades. ¿Qué podemos hacer por ti?
Estar, sencillamente estar. Hablando el lenguaje del callado amor, que es el Tú más oyes. Te
adoramos. Te alabamos. Te agradecemos. Como gesto de discípulos, abrimos nuestras
manos para acoger tu Sangre, que limpia nuestros temores e infidelidades.

Momento de silencio largo para estar con Jesús, en asombro ardiente.

Antífona cantada: Pon tu gozo en el Señor

Educador: ¿Qué nos pasa, Jesús? Estás mudo, pero en el silencio, tu Palabra sigue
resonando en nuestro corazón. Estás herido, pero tus heridas han curado las nuestras. Te
has abajado, más que nunca, pero al lavar nuestros pies han desparecido el cansancio y la
culpabilidad, y… ha brotado una alegría desconocida. Aquí estamos, Señor, para hacer tu
voluntad. ¡Juntos andemos, Señor!

Antífona cantada: El Señor es mi fortaleza

ORACION FINAL
Guía: Señor Jesucristo, que por el amor que tienes a cada uno de nosotros, lleno de
misericordia y ternura. Esperando... llamando... y recibiendo a cuantos vienen a visitarte.
Creemos realmente que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te damos gracias por todos los dones que nos has regalado, especialmente por habernos
dejado el Sacramento tu Cuerpo y Sangre, nos consagramos a ti en esta hora de alabanza
que ya vamos terminando. Bendícenos y renueva en nosotros tu paz y amor. Amén.

Canto Final. Vengan a Él

VISITA A JESÚS EN EL SAGRARIO

Fuente: Proyecto vocacional: tengo sed

Si sabemos con certeza que Jesús está en la Eucaristía de forma real con su Cuerpo,
Sangre Alma y Divinidad, creemos que el poder dialogar con Él debe ser una fuente de
santidad, la mayor y mejor fuente de santidad. Dios nos quiere con amor y misericordia
infinitos y no puede dejar de amarnos. Nosotros, desde nuestra miseria, como pecadores
que somos, sólo podemos acogernos a su Infinita Misericordia y con plena confianza
solicitar su perdón y sobre todo su Amor. Sabemos que Dios habla en el silencio y nada
mejor que vernos frente al Santísimo Sacramento. La Beata Teresa de Calcuta decía:
"En el silencio de nuestros corazones, Dios habla de SU AMOR; con nuestro silencio,
permitimos que Jesús nos ame". ¿Quieres conocer, amar y servir a Jesús? "Búscalo en el
Sagrario. Fija tus ojos en Él, que es la Luz. Acerca tu corazón a Su Divino Corazón y
pídele la gracia de conocerle". (id.) Y como dice la canción: "Es imposible conocerte y
no amarte; es imposible amarte y no seguirte... Me has seducido, Señor... ¿Por qué me
has llamado...?" ¿Por qué te has fijado en mí...? ¿Qué quieres que haga por Tí...? ¿Qué
menos que una visita de hijo pródigo a Padre de Misericordia, realmente presente en la
Eucaristía, para amarle?

VISITA A JESUS EUCARISTÍA

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Mariano de Blas
Adaptación y arreglo: José Luis Elizalde
Jesús Amigo, Señor y Dios mío,
que estás aquí presente
en este Santísimo Sacramento del Altar y
en todos los Sagrarios del mundo.

Sé que me estás mirando con amor.


Conoces toda mi vida: la pasada, la presente y la futura.
Me has acompañado en el día de ayer
y me vas a acompañar en el día de hoy;
me has acompañado siempre,
desde el primer día en el que abrí los ojos a este mundo.
Cuando he sido fiel y cuando he sido infiel. ¡Siempre!
Tú, Jesús Amigo, que estás aquí presente, quiero hacerte una pregunta: dime,
¿por qué estás aquí, en este Sagrario, a veces, tan solo, tan abandonado?
Ya sé que te quedaste en él por Amor...
porque me amas con Amor Infinito y no puedes dejar de amarme,
porque me quieres muchísimo.

Jesús Amigo, ¡dímelo siempre, uno y otro día,


y grábalo en mi corazón con el fuego de tu Espíritu!
¡Dios me ama! ¡Dios me quiere muchísimo!
Tú, Jesús Amigo, sabes que a veces... se me olvidan las cosas y se acerca el atardecer de
mi vida... Recuérdame siempre que ME AMAS.

¡Jesús Amigo, escúchame! Aquí estoy porque TE AMO Y CONFÍO EN TÍ y ME


ABANDONO A TU MISERICORDIA INFINITA. Y quiero darte gracias por ella, por
Tu presencia real, aquí y ahora, en este Santísimo Sacramento. También quiero darte
gracias por tu Iglesia, que vive de la Eucaristía, y por darme por Madre a tu Madre
María.
Asimismo, también quiero darte gracias por todas las almas buenas que hay en el
mundo y Te aman…

¡Qué bien que sabes lo que Yo te amo!


Me quedé aquí para ayudarte.
Me quedé en este Sagrario, por ti, ¡sólo por ti...!
y por la salvación de todos los hombres y mujeres del mundo.

Y ahora… deja que te cuente algo sobre tu vida interior:


Sé muy bien que eres débil, que caes con facilidad.
A pesar de eso, te amo tal como eres, y aquí estoy. ¡Ven a visitarme!
“Mira que estoy llamando a tu puerta… si me abres…
entraré y comeré contigo” (Apocalipsis 3, 30)

Yo soy tu fortaleza. ¡Pídeme fuerza!


Ven a verme todos los días en los que no sientas nada...
y todo lo veas oscuro:
los días que estés desanimado del todo:
Ven a verme ese día que quieres acabar con todo...
¡Yo te daré nuevos ánimos y nuevas fuerzas!
Ven a verme ese día en el que has caído gravemente…

¡No tengas pena, ven! Que todo tiene remedio,


si vienes a Mí con confianza, con humildad.
Ven a visitarme cuando hayas tenido un gran fracaso... ¿Recuerdas?
“Venid a Mí todos los que estáis cansado y agobiados y Yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de Mí
que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. (Mateo 11, 25-30)

Me quedé en el Sagrario para ayudarte todos los días de tu vida.


No porque lo merezcas, sino porque te amo gratuitamente
como nadie te ha amado ni te amará jamás.
¡No puedo dejar de amarte!
Por eso me quedé... ¡para amarte!
Para amarte desde aquí, con un amor infinito.
Y aunque no te pido que lo merezcas, sólo te pido que lo aceptes.
¡Yo te amo desde toda la eternidad!
Déjate querer por tu Dios, por tu Redentor. ¡Me costaste tanto...!
Ya sé que te sientes indigno,
que tus pecados y tus faltas tratan de apartarte de Mí.
Mira, a pesar de ellos, Yo te amo tal y como eres,
con todos tus pecados y faltas, tus infidelidades y tus miserias...
y también por tus buenas acciones,
con tus buenos propósitos, aunque algunos de ellos no los cumplas...

Mira, el amor hace felices a los hombres.


Tú necesitas amar y sentirte amado.
Yo te ofrezco el amor de todo un Dios:
y te lo ofrezco no sólo hoy,
sino todos los días de tu vida... ¡y de forma gratuita!
Hoy, mañana y dentro de un año. ¡Siempre!
Y tú, ¿me darás tu amor?
Recuerda: "Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo" (Mateo 28, 20).

Cuando vengas a Mí, encontrarás en Mí, un amor vigilante,


siempre fiel e inmutable, el mismo amor infinito de Dios.
¡Recuerda! “No puedo dejar de amarte”.
Decidí amarte desde toda la eternidad
a pesar de tus faltas, pecados e ingratitudes.
Me quedé, aquí en el Sagrario, para perdonarte.
Sabía muy bien que en tu vida
habría muchos pecados, muchas infidelidades... muchas miserias...
¡Todos tus pecados están perdonados por los méritos de mi Pasión y Muerte!
Pero Resucité y me propuse desde un principio hacerte hijo mío.
Por tanto... hasta el día de hoy ya está todo perdonado y olvidado.
No importa qué hiciste o dejaste de hacer hasta ahora...
Lo que me interesa muchísimo
es lo que vas a hacer de ahora en adelante.

No dudes jamás, ni de mi amor, ni de mi bondad,


ni de mi poder, ni de mi perdón.
Puedes dudar de tí mismo,
puedes dudar de tus promesas..., de tus propias fuerzas,
pero jamás dudes de mi perdón, de mi misericordia, de mi amistad para contigo.

Yo te he perdonado siempre, te lo perdono todo


y estoy dispuesto a perdonarte... ¡hasta el último pecado!
(Mira, ¡hasta estaría dispuesto a morir de nuevo por ti!)
Pero tienes que venir a Mí con confianza, con arrepentimiento...
Basta con que me digas, como el publicano:
“¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador” (Lucas 18, 9-14).

Estoy aquí, en el Sagrario, para recibir tu amor de cada día.


¡Dame tu corazón, tu amor, tus delicadezas,
tus detalles de ternura...!
Mira, una genuflexión bien hecha, me hace pensar en ti.
Una postura correcta en la Iglesia
me hace ver que me estimas
y que sabes que estoy aquí, esperando tu visita.
Una Misa bien oída... ¡me da tanta alegría!
¡Sólo quisiera recordarte que su valor es infinito!
Una visita ferviente al Sagrario, una Hora Eucarística,
me recuerda que me quedé en la Eucaristía
para ayudarte, perdonarte, amarte.
Y me digo a menudo... cuando las personas vienen a verme:
“¡Valió la pena!”
Una comunión llena de amor y de confianza...
¡no sabes cuánto representa para Mí! Porque...
“El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre,
mora en Mí y Yo en él”. (Juan 6, 54-56)
Esto ocurre en la comunión formando una fusión de amor,
en cuya fusión Tú eres lo más importante.

Estoy aquí, en el Sagrario de esta Iglesia,


para que vengas a verme
y así ayudarte a vivir santamente.
¡Espero tanto de tu vida..., de ti..., de tu amor...!

Desde el Sagrario te seguiré allí donde tú vayas,


a lo largo de cada día, de cada hora, de cada instante.
Desde aquí te mando todas las gracias que necesitas.
¿No has notado su influjo?
Te quiero dar mucho más de lo que me pides.
Hasta ahora me has pedido poco.
Yo te voy a dar mucho más
de lo que no te has atrevido a pedirme.
Y así, de esta visita vas a salir...
si tú quieres..., si tú me dejas...
vas a salir más contento, más confortado, más feliz,
más motivado... y decidido a ¡ser mejor...!
incluso... ¡hasta ser santo!
¡Como el Buen Ladrón, que supo robar mi Amor,
en el último instante de su vida!
"¡Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino".
"En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23, 42-43).

Mi gracia es el agua viva que está llenando tu cántaro.


¡Déjame llenar tu vida hasta rebosar...
de paz, de alegría, de generosidad, de amor, de felicidad... ¡de entrega!

¡Yo soy la felicidad y el amor!


Yo no necesito nada de ti para ser feliz,
pero tú, ¡sí que me necesitas!
Sin Mí eres como una flor marchita, deshojada, triste, sola, muerta.

Mira, amigo mío, a cambio de mis dones voy a pedirte una cosa;
algo relacionado con mis almas:
Quiero que seas mi apóstol, mi mensajero.
También quiero algo relacionado con tu santidad:
¡Quiero que seas santo!
Algo relacionado con el amor:
quisiera ser, entre tus amores, el primero,
el más hermoso, el más limpio,
el más maravilloso que se cruzó en tu camino.

También quiero un día llevarte conmigo al cielo


para estrecharte contra mi Corazón,
para que goces de la felicidad eterna, de mi amor sin fin.
Mira, estoy aquí en el Sagrario para ayudarte a conseguirlo:
¡Me necesitas tanto!
Estoy aquí, para amarte con un amor infinito,
como nadie te amará jamás...
Estoy aquí para perdonarte todo y siempre:
desde el primer pecado hasta el último.
Mi perdón, mi misericordia es infinitamente mayor
que todos tus pecados y los del mundo entero.

Simplemente quiero recordarte


que “cuanto mayor es el pecador,
mayor derecho tiene a mi Misericordia”. ¡No lo olvides nunca!
Estoy aquí para recibir tu amor de todos los días.
Tu amor me satisface, aunque sea pequeño... sí es sincero.
Busco en ti una sola cosa: tu amor y tu felicidad.

También estoy aquí para pedirte algo:


¡quiero que seas mi apóstol, que seas santo,
que me ayudes con tu fidelidad a salvar al mundo:
¿Recuerdas cuando en la cruz,
después de daros a mi Madre, exclamé:
¡Tengo sed...!? Con estas dos palabras quería decirte
que te necesito... ¡más que nunca!
Hay millones de almas que han oído hablar de Mí, pero no quieren creer.
También las amo y quiero que vengan a Mí.
Y hay otras (más de 3.000 millones) que “todavía”,
en este siglo XXI, no han oído hablar de Mí.
¡A pesar de las técnicas de comunicación modernas...!
¡Por eso te necesito! ¡Quiero que me lleves hasta ellas!
¡Pondré en tus manos todos los medios necesarios!
¡Confía en Mí! ¡Aun contra toda esperanza!
¡Aunque no sientas nada y todo te parezca que te sale mal
y te vas a morir sin conseguir las metas deseadas…!

¡Déjalo de mi parte! Yo sólo quiero que me digas


que quieres ayudarme, que me amas y que confías en Mí,
que te abandonas a Mi Misericordia!
¿Qué piensas? ¿Qué dices? ¿Qué respondes a mis deseos?
¡Es tanto lo que espero de ti...!
¡Es tanto lo que puedes hacer por las almas,
por tu santificación, por tu Amigo Jesús...!
Solicito tu ayuda, “como el pobre que pide limosna...”
¿Quieres ayudarme? ¿quieres ser mi apóstol?”
¡Entrégate totalmente a Mí!
¡Quiero servirme de ti para lograr grandes cosas,
pero con la condición de que creas más en Mí Amor,
que en tu debilidad!
¡Cree en Mí, confía en Mí con una gran sonrisa,
creyendo siempre que Yo soy el Camino al Padre!
Tú tienes la palabra... ¡confío tanto en ti!
Yo no te defraudaré jamás... ¿Y tú?

¡Ven a mis brazos! ¡Abandónate en mi Corazón, en mi Misericordia!


¡Abandónate en mi Ternura, en mi Amor!
¡Ven a verme mañana y todos los días
y cuéntame cómo te va, ¡cómo te encuentras!
Dime qué has hecho a lo largo del día…
Yo te espero aquí, en el Sagrario. ¡Estoy deseando escucharte!
¡Quiero saberlo todo de ti ¡Tus problemas y quejas, tus infortunios,
tus proyectos, tus aspiraciones...todo!
¡Quiero saber de ti, de los tuyos, de tu familia...
de tus trabajos en casa, en la oficina...
desde que te levantas hasta que te acuestas...!
Pero sobre todo, dime que Me amas, que confías en Mí!

Termino haciéndote una invitación a la oración.


Decía San Agustín que “La oración es la fuerza del hombre...
y la debilidad de Dios”... ¡Aprovéchate de ella!
Y si has tenido la desgracia de ofenderme...
¡Levántate! ¡No temas! ¡Yo estaré contigo!
porque... “Un corazón contrito y humillado,
oh Dios, Tú no lo desprecias” (Sal 50, 19),
y “si el afligido invoca al Señor,
Él lo escucha y le salva de sus angustias” (Sal 34, 7).

No lo olvides, TE AMO... hasta dar la vida...


por todos los hombres..., y por ti!
¡Esta es la mayor prueba de amor que puedo darte!
Ya te lo demostré sobre la Cruz. ¡Lo hice por tí!
Dime, amigo mío... y tú, ¿qué has hecho por Mí?
¿qué haces por Mí? ¿qué vas a hacer por Mí de ahora en adelante?
¡Yo siempre te esperaré para llevar tu cruz! ¡TE AMO!
¡NO PUEDO DEJAR DE AMARTE!".

Un último ruego: Cuando vengas a verme


no te olvides de mi Madre. Ven con Ella.
Recuerda que es la Medianera de todas “Mis Gracias”.
Ella es la única mujer tan inmaculada,
tan llena de gracia desde el primer instante de su concepción,
que quise que fuera mi Madre, la Madre de Dios.

Pídele que me presente todos tus deseos


y como en Caná de Galilea,
Yo haré el milagro de convertir el agua en vino,
y tus deseos en santidad. ¡Confía en Ella!
¡Sigue su consejo: "Haced lo que Él os diga"! (Lucas 2, 5)
¡Yo mismo os la dejé, como Madre vuestra, al pie de la Cruz!
¡Y jamás ha sido desamparado quien ha acudido a Ella
con humildad, confianza y perseverancia!
“He ahí a tu Madre” ¡Confía en Ella!
Y ahora, antes de terminar, recuerda que ¡TENGO SED…! de ti
y de todas las almas de la Humanidad!
¡Ayúdame a llegar hasta ellas! ¡AMÉN!

Nos dejaste tu último recuerdo

Fuente: www.catholic.net
Autor: P. Fintan Kelly

"Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo
que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía. De igual modo, después de
cenar, tomó la copa, diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es
derramada por vosotros". (Lucas 22,19-20)

Jesucristo realmente está presente en la Eucaristía.

La presencia real de Cristo en la Eucaristía es la fe de la Iglesia durante 2000 años.


Tiene una base escriturística firmísima. Cristo no dijo: “Este PARECE mi cuerpo, y esto
PARECE mi sangre” sino “Esto ES mi cuerpo, y esto ES mi sangre” (Lucas 22,19-20).

El Catecismo en el n.1336 recuerda la polémica que se produjo cuando Cristo anunció


el misterio de la Eucaristía:

El primer anuncio de la eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la


pasión los escandalizó: “Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?” (Juan 6,60).

La Eucaristía y la cruz son piedras de tropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser


ocasión de división. "¿También vosotros queréis marcharos?" (Juan 6, 67); esta pregunta
del Señor resuena a través de las edades, como invitación de su amor a descubrir que
sólo Él tiene ‘palabras de vida eterna’ (Juan 6, 68), y que acoger en la fe el don de su
eucaristía es acogerlo a Él mismo.

Delante del misterio de la Eucaristía, debemos maravillarnos. No debemos


acostumbrarnos a su presencia en este sacramento. Cada vez que lo visitamos o lo
recibimos en la Misa, debemos renovar nuestra fe en Él.
Ciertamente en esta vida, no creo que se pueda dar dicha mayor, ni mayor dignidad, ni
mayor consuelo que el de sentirse poseedores del gran poder que hace que se transforme
el pan en el Cuerpo Santísimo de Nuestro Señor Jesucristo.

Cada mañana, cada vez que lo puedo traer a mis manos y hacerlo bajar a mi corazón,
paréceme estar en un nuevo Belén y asistir a un nuevo Calvario.

Con cuánto gusto, y Él es testigo de que digo la verdad, daría yo todo el oro, todos los
honores, toda la fama de este mundo, y me abrazaría a la pobreza, a la humillación y a
todo cuanto se puede imaginar de desagradable y doloroso, sólo por tener una sola vez
la dicha de hacerle bajar a mis manos. Yo creo que la dicha de esos momentos de la vida
sólo es comparable al cielo donde se le puede poseer sin el velo del sacramento que nos
lo oculta.

La Eucaristía es una gran manifestación del amor personal de Cristo para cada alma. Si
Cristo se entrega a cada hombre sin distinción de raza, de posición social... quiere decir
que cada hombre vale para Él.

Él está disponible para toda persona que se le acerca. Nosotros somos muy rápidos para
poner a los demás en categorías, en parámetros de más y de menos, pero esta manera de
pensar no va de acuerdo con la doctrina eucarística de Cristo. Para Él todos los hombres
son igualmente importantes. En la Misa Él no selecciona a las personas, no decide entrar
en las almas de los más ricos en vez de los más pobres, o viceversa; no opta por entrar
únicamente en las personas más puras en vez de los pecadores...

Si no cultivamos nuestro amor a Cristo Eucaristía, poco a poco se irá enfriando. He aquí
algunas sugerencias para foguear nuestra vida eucarística.

Debemos procurar comulgar siempre que podamos. Naturalmente es necesario hacerlo


dignamente: si tenemos un pecado grave es necesario confesarnos antes con el
sacerdote. El no comulgar cuando podemos es como ir a una cena y no comer nada;
sería un insulto para el anfitrión. En la Misa, Cristo me prepara una mesa y la comida es
Él mismo. Es el mayor acto de amor que se puede imaginar: darse a comer a otro. Para
Cristo es posible porque se hace Eucaristía para estar con cada hombre.

Ayuda mucho el visitar a Cristo en el sagrario. Muchas veces Él parece el amigo más
solitario que existe. Todos apreciamos la visita de un amigo y Cristo no es ninguna
excepción.

Nos dejaste tu último recuerdo palpitante caliente, a través de los siglos, para que
recordáramos aquella noche en que prometiste quedarte en los altares hasta el fin de los
tiempos, insensible al dolor de la soledad en tantos sagrarios.

Debemos dar tiempo al Amigo, visitándolo en su casa, que es la Iglesia. Con mucha
frecuencia damos la impresión de que lo que menos nos interesa es estar con Él, pues
hacemos unas visitas relámpagos casi sin decirle nada.

Cuando no podemos visitarlo en una Iglesia, es bueno hacer comuniones espirituales.


Estas consisten en hablar con Él que está en nuestra alma y decirle que deseamos
recibirle lo antes posible. Es algo así como un novio que manda una carta a su novia,
diciéndole que desea verla pronto. Las comuniones espirituales son detalles que sólo los
que aman de verdad entienden.

La Eucaristía, en cierto sentido, es un compendio de todo el evangelio. Allí Cristo nos


da muchas lecciones desde la cátedra del sagrario.

Ante todo, nos enseña la humildad. Él que es Dios mismo, nuestro Creador, la Sabiduría
infinita, el Omnipotente... está allí en el silencio del sagrario. Cuando nosotros tenemos
un éxito en algún campo, somos muy rápidos para publicarlo; nos gusta que todo el
mundo reconozca nuestro valor y quiénes somos. No es así con Cristo Eucaristía: Él
está allí en el silencio más profundo sin publicar quién es. ¡Qué lección de caridad!

Cristo está allí disponible. Él está siempre presente para ayudar, para tender la mano.

Delante de Cristo Eucaristía se han arrodillado millones de personas durante los últimos
2,000 años: señores y señoras, niños y adultos, santos y pecadores, gente muy culta y
gente muy sencilla... Él está allí como un trozo de pan al cual puede acudir cualquier
persona para satisfacer su hambre.

Cristo es constante en su amor en la Eucaristía. Nunca dice “Me voy” o “No tengo
tiempo”. Es el eterno disponible.

¡Cuánto nos cuesta dar a los demás nuestro tiempo! La permanencia de Cristo Eucaristía
es como un reflejo en el tiempo del eterno amor de Dios hacia cada alma, sin más gozo
que ser el eterno adorador inmolado sobre el blanco mantel; sin más consuelo que saber
que eres el compañero de tus elegidos, qué harías más breve su dolor desde tu puesto
vigilante, amoroso, desde tu corazón agradecido por este Misterio.

Guia Para Adoración Del Santísimo Sacramento


Tal vez haga mucho tiempo que no estás un rato a solas con Jesús en la capilla, o quizás ésta
sea la primera vez que te disponés a rezar frente a Jesús expuesto en el Santísimo Sacramento.
Por eso pensamos en ofrecerte una guía que puede servirte como orientación.
Lo primero que te sugerimos es que te arrodilles delante de Jesús, lo mires sobre el altar y
hagas una breve oración de adoración, en la que reconozcas toda su grandeza como verdadero
Hijo de Dios hecho hombre, todo el amor que te ha manifestado a lo largo de tu vida y le pidas
que sea El mismo quien disponga tu corazón para poder escucharlo y aceptar sinceramente lo
que Él quiera decirte.
Ponete más cómodo ahora, te podés sentar, mirarlo e imaginar que estás con Él en Galilea,
cerca del lago, con los discípulos y rodeado de toda la gente que lo seguía. Es el mismo Jesús,
bajo apariencia de pan, el que está delante tuyo. Imaginándote en ese lugar leé del Evangelio
Juan 6,1-13.

Es un episodio conocido, pero te invitamos a que te detengas a pensar algunos detalles:


 El que dio los panes y los pescados era un muchacho, podría ser un chico de tu edad.
Le dio lo que tenía, no era mucho, pero era todo lo que tenía
 Eran muchos los que tenían hambre (5000 hombres), por eso se entiende la reflexión
de Andrés: "¿Qué es esto para tanta gente?"
 Jesús toma lo que el muchacho le entrega y da de comer a todos y sobran pedazos
todavía
 Jesús hace un signo maravilloso a partir de la generosidad de un joven

Te proponemos que delante del mismo Jesús te preguntes:

 ¿Ves el "hambre" de la gente de este tiempo? (hambre material, de justicia, de Dios, de


paz ...) ¿O estás cerrado en tus propios problemas?
 ¿Creés que Jesús puede hacer algo para saciar el "hambre" de la gente?
 ¿Te das cuenta de que vos tenés muchos "panes" que podés darle a Jesús para que Él
los multiplique?
 ¿Serías capaz de ofrecerle a Jesús tu vida en serio para que Él pueda contar con vos?

Como todos sabemos que a veces nos resulta difícil encontrar las palabras para responder a
Jesús y que las fuerzas que tenemos para cumplir nuestros compromisos son muy pocas, te
proponemos que acompañes tu respuesta con la siguiente oración:

ALMA DE CRISTO, SANTÍFICAME


CUERPO DE CRISTO, SÁLVAME
SANGRE DE CRISTO, EMBRIÁGAME
AGUA DEL COSTADO DE CRISTO, LÁVAME
PASION DE CRISTO, CONFÓRTAME
OH BUEN JESUS, ÓYEME
DENTRO DE TUS LLAGAS, ESCÓNDEME
NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TI
DEL MALIGNO ENEMIGO, DEFIÉNDEME
EN LA HORA DE MI MUERTE, LLÁMAME
Y MÁNDAME IR A TI
PARA QUE CON TUS SANTOS TE ALABE
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN

ADORACIÓN

Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha


salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por
Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío,
por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La
única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo
que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego
inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia,
quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi
consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y
adoración.
Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino
Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas,
para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh
Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de
intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón
divino me tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los
sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no
esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el
preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que
El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado
Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.
Creo, oh Jesús, con mi más viva fe, que estás realmente presente, aquí, delante mío, bajo las
especies Eucarísticas; Tú, el Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y
encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo,
realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.
Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la
pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento, las
fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces
verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento. Eres el Salvador
Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y
conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa,
inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre
en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la
dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la
crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de
la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida
divina que posees en toda su plenitud.
Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón
desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el
Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me
es, Dios mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!
Por ello me uno a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu
Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los
sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el
primer instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.
Y mientras Te adoro en este Sagrario, lo hago en todos los del mundo y, especialmente, en
aquellos en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoro en cada Hostia Consagrada
que existe entre el Cielo y la tierra.
Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y
porque, por Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre
criatura ingrata. Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser
divino; me postro hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana, pero, al
mismo tiempo, el amor me eleva hasta Ti.
Te adoro, Dios Padre, y te amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y
mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que
adoro... Te adoro porque encuentro en Ti todo poder y toda santidad, justicia y sabiduría;
porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda
bondad, toda ternura y toda misericordia. Te amo porque me has hecho el regalo de un tesoro
invalorable.
Jesús es mi tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de El gracias a manos llenas, pues lo
encuentro siempre abundante. De El tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para
remediar mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este
Jesús con Su Corazón desbordante de ternuras! Un tesoro que jamás se agota: mientras más
saco, él más aumenta.
Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les
diste a Tu único Hijo y, para que la Majestad de Tu Verbo no
nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a
Él con confianza, lo revestiste de una carne semejante a la
nuestra. Lo has embellecido con las gracias más atrayentes
y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente
perfecto; tanto que debía ser la morada de Tus delicias,
porque Tu divina plenitud vive en El y la más humilde de las
criaturas tiene allí su lugar de privilegio.
Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque
te contiene, es también mi morada, pues me ama. En El me
encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado
asilo, Tu justa ira se aplaca y Tu justicia se desarma.
Te adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu
Hijo, quien por Su Humanidad es mi hermano y por Su
Divinidad es mi Dios. Te amo por Jesús y con Jesús. Te amo
por el Corazón de Jesús, que el amor hizo mío. Te amo en Jesús. Por Él Te llega mi amor, por El
puedo alcanzarte y abrazarte.
R/: Dios mío, reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y creo en Tu amor por mí.
 En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas, R/.
 En la armonía de Tus perfecciones innumerables, R/.
 En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada, R/.
 En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza, R/.
 En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas, R/.
 En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo, R/.
 En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador, R/.
 En el misterioso decreto que estableció la Redención, R/.
 En el infinito abajamiento de Tu Encarnación, R/.
 En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena, R/.
 En los oprobios de Tu Pasión y muerte, R/.
 En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos, R/.
 En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario, R/.
 En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos, R/.
 En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en
nuestros Sagrarios, R/.
 En Tu divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores,
especialmente en el Sacramento de la Penitencia, R/.
 En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación,
R/.
 En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra, R/.
 En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia, R/.
 En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación, R/.
 En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también
Madre, Corredentora y Abogada nuestra, R/.
 En la exuberante fecundidad con que produces Santos, R/.
 En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones, R/.
 En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas, R/.
 En el don purificador de tu Cruz, R/.
 En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida, R/.
 En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el
Cielo, R/.
Señor: La Iglesia, en la recitación del Gloria de la Santa Misa,
me invita a darte gracias por Tu gran gloria, me invita a
agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios
mío. Por este motivo, me es grato repetirte: Te doy gracias,
porque eres el Amor Infinito.
Después de haberme postrado para adorarte en el Corazón
de Jesús, quiero agradecerte. Te agradezco, mi Dios, porque
Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya
que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos
los diste por Jesús, es también por El, con El y en El que
quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.
En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las
gracias personales que me has concedido. Tú me diste la
vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú Me has
dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe de Tu misma vida divina y,
después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del bautismo, ¡cuántas gracias
me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida
sobrenatural!
Pienso en los dones de tu amor de los que tanto he gozado:
 En la Iglesia, que me has dado para que sea mi maestra y guía hacia la eternidad.
 En los Sacerdotes, que me han otorgado los dones de Tu amor.
 En los perdones continuadamente renovados.
 En la Eucaristía, que ha sido para mí, alimento, sostén y consuelo.
 En la Virgen, que es mi buena Madre, mi consoladora, mi ayuda, mi especial protectora en
cada instante de mi vida.
 En el Paraíso, que me has preparado y que con Tu gracia espero alcanzar.

Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor.
Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.

Por todo esto, R/: Te doy gracias, Dios mío.

 Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que
has sembrado mi camino, R/.
 Por las gracias conocidas y por las desconocidas, R/.
 Por los favores del pasado y los del futuro, R/.
 Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el
futuro, R/.
 Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a él, R/.
 Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer, R/.
 Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida, R/.
 Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me
hace Tuyo, R/.
Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te
doy gracias también por todos los dones que Tu Amor ha
derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a
los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de Tu
Amor. Y, sobre todo, por los beneficios innumerables que
has hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan
grande, tan santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el
trono de gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por
haber hecho de esta criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis
esperanzas.

Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el amor. Por
eso Te digo y Te repito: que Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente
y con todas mis fuerzas.
 A Ti, que eres el amor infinito, R/: Te amo, Dios mío.
 A Ti, que me has salvado por Tu amor, R/.
 A Ti, que me ordenas amarte, R/.
 Con todo mi corazón, R/.
 Con toda mi alma, R/.
 Con todo mi espíritu, R/.
 Con todas mis fuerzas, R/.
 Por encima de todos los bienes y honores, R/.
 Por encima de todos los placeres y las alegrías, R/.
 Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece, R/.
 Más que a mis padres y que a mis amigos, R/.
 Más que a todos los hombres y ángeles, R/.
 Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra, R/.
 Solamente por Ti mismo, R/.
 Porque Tú eres el Sumo Bien, R/.
 Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado, R/.
 Porque Tú eres infinitamente perfecto, R/.
 Aunque no me hubieras prometido el Paraíso, R/.
 Aunque no me amenazaras con el infierno, R/.
 Aunque me probases con la miseria y la desventura, R/.
 En la abundancia y en la pobreza, R/.
 En la prosperidad y en el infortunio, R/.
 En los honores y en los desprecios, R/.
 En las alegrías y en los dolores, R/.
 En la salud y en la enfermedad, R/.
 En la vida y en la muerte, R/.
 En el tiempo y en la eternidad, R/.
 En unión al amor con que todos los Santos y Ángeles Te aman en el Cielo, R/.
 En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María, R/.
 En unión al amor infinito con que nos amas eternamente, R/.

Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de
perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las
criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti,
por Ti, hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente
en el Cielo, con los elegidos. Amén.
Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares,
grande y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el
oficio de pequeña alma reparadora.
Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que, así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu
Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este
momento el místico ofrecimiento en mi lugar.
En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los
Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de
haberte dado gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis
culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu
perdón y Tu Misericordia.
 Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo,
mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua,
R/: Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!
 Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley, R/.
 Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.
 Por el bien que pude hacer y no hice, R/.
 Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y
del egoísmo, R/.
 Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste, R/.
 Porque dejé estériles en mí tantas gracias, R/.
 Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.
 Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor, R/.
 Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti
y de tus consolaciones, R/.
 Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración, R/.
 Por la falta de fe y abandono en tu amor, R/.
 Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.
 Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.

Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios.


Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío, como un día la
Magdalena.
Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la misma
ternura misericordiosa.

Adoración del Santísimo Sacramento


Recurso para preparar un momento de encuentro con Jesús
Eucaristía aportado por Graciela Fó, catequista
Vamos a gustar de este momento ante Jesús Eucaristía con muchas ganas de
hablar con Él, en silencio, realizando una oración profunda, aprovechando su
presencia para agradecerle y pedirle aquello que sólo nosotros conocemos.

Señal de la cruz

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Canción
¡Qué bien se está aquí! (Letra y música de Carlos Seoane; del CD ¡Qué bien se está aquí!

¡Qué bien se está aquí, Señor!


no hay otro lugar donde estar mejor,
tu mano nos guía, tu amor nos protege,
confiamos en Ti.
Seremos tus manos, para construir un mundo nuevo.
Seremos tu boca, para no callar la verdad.
Seremos tus ojos, para mirarnos con ternura.
Y tu misericordia, para escuchar sin juzgar

Acto de Fe
Para entrar en confianza con el Señor, nos tomaremos de la mano con el compañero del banco
y expresaremos nuestra fe.

Creo, Dios mío, que estoy en tu presencia,


que me amas y escuchas mi oración.
Tú eres grande y santo, yo te adoro.
Tú me lo has dado todo, yo te doy gracias.
Te he ofendido con mis malas acciones,
yo te pido perdón de todo corazón.
Tú eres muy bueno, yo te pido que me ayudes
para ser cada día mejor.
Amén.
Canción

Me tocaste Jesús

Me tocaste Jesús, y cerré mi puerta


y me hablaste, Jesús, con el pan y el vino y así,
con tu sombra detrás
que todo alumbró
tu rostro sereno.

Con un trozo de ayer yo te esperé en mi puerta


con un montón de papel
que jamás se pudo leer
y casi sin mirar, me alejé, Jesús
y sentí tu llamada.

Estribillo

Me sonrió dulce y me miró fijo;


“Yo soy tu amigo”, me dijo.

le sonreí luego y lo sentí cerca;


tienes un nuevo amigo.

Hoy he vuelto al lugar


donde hay amor sincero
no me quiero alejar
por favor escucha, Jesús,
donde hay vida Tú estarás
quiero ser de Ti
tu hermano amigo.
Estribillo

Oración
Enséñanos a compartir
Querido amigo Jesús,
Tú pasaste por el mundo haciendo el bien entre todos los hombres,
y nos enseñaste a compartir con todos
lo que somos,
lo que tenemos,
lo que soñamos,
lo que esperamos,
lo que nos duele
y lo que nos alegra.
Abre nuestros corazones
para que siempre tendamos la mano al que sufre.
Ayúdanos a ver
en cada hermano tu rostro que nos llama
y nos pide vivir con generosidad,
amor y entrega a los demás
¡Que así sea, Señor!

Acto de adoración

Jesús Maestro, creo con mucha fe


que estás delante de mí para señalarme el camino hacia Dios.
Ilumina mi mente y mueve mi corazón
para sacar mucho fruto de esta visita.

Para meditar

Evangelio según San Juan (Juan 6, 48-54)

“Yo soy el pan de vida. Sus antepasados, que comieron el maná en el


desierto murieron. Aquí tienen el pan que ha bajado del cielo para
que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo
daré será mi carne, y la daré para vida del mundo”
Los judíos discutían entre sí: ¿Cómo puede éste darnos de comer
carne? Jesús les dijo:” En verdad les digo: si no comen la carne del
Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El
que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día”.

Acto de meditación
Hacemos silencio un momento y reflexionamos lo que Jesús nos dice en esta
lectura, cerramos los ojos y tratamos de buscar en nuestro corazón esa respuesta.

Canción para meditar

Tu Cuerpo y tu sangre
Lo mismo que dos almas se funden en un beso,
lo mismo que las olas se funden en el mar,
nosotros nos fundimos en un mismo deseo,
bebiendo de Tu vino, comiendo de Tu pan
Estribillo
Son Tu cuerpo y tu sangre, el signo del amor
Son comida y bebida de nuestra redención
Lo mismo que la vida se funde en la esperanza,
lo mismo que los pasos se funden al andar,
nosotros nos fundimos en un afán de entrega,
al darte Tú en el vino, al darte Tú en el pan.
Estribillo
Señor que has elegido quedarte entre nosotros,
bajo las apariencias llamadas vino y pan,
queremos que te quedes prendido en nuestras vidas,
de forma que ellas sean unidas de verdad
Estribillo

Oración

Te pido Jesús,
siempre estar preparado para recibirte en la Eucaristía.
necesito encontrarme contigo en el pan que alimenta y da vida.
Que nunca me falte el hambre de Dios,
las ganas de que llenes mi corazón.
que nunca sea indiferente
al hambre que sufren tantos hermanos,
y que viva solidario para ayudar.
Que cada Eucaristía sea una verdadera fiesta
porque juntos, en comunidad,
nos alimentamos con tu presencia viva.
Gracias por pensar en nosotros
y darnos la alegría de poder recibirte
para crecer en nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestro amor a los demás.
Que cada Eucaristía me de fuerzas para seguirte

Acción de Gracias

Gracias Señor, por enseñarme que te quedaste con nosotros


que para recibirte necesitamos aprender
a ser solidarios y a perdonar
Por eso hoy acercamos a tu altar,
nuestro humilde aporte para aquél que lo necesite
Gracias por este encuentro personal contigo
y quedarte siempre presente en mi corazón.

Ofrenda y despedida

Nos acercamos al altar para ofrecer al Señor lo que le trajimos para compartir y
cantando nos despedimos
Alabado sea el Santísimo
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar,
y la Virgen concebida
sin pecado original.

El manjar más regalado


de este suelo terrenal,
es Jesús Sacramentado
Dios eterno e inmortal.

Celebremos con fe viva


este pan angelical
y la Virgen concebida
sin pecado original.

Es el Dios que da la vida


y nació en un portal
de la Virgen concebida
sin pecado original.

You might also like