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UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DEL

PARAGUAY

FACULTAD DE TEOLOGÍA

EL PUEBLO DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO DESDE: MOISÉS A

LA LEY Y LA IGLESIA DEL NUEVO PUEBLO DE DIOS EN EL NUEVO

TESTAMENTO.

Ronal Harry Alvarez Ayala

MONOGRAFIA PRESENTADA A:

Profesora Mgt.: Ana María Demestri

EN CUMPLIMIENTO FINAL PARA LA MATERIA METODOLOGÍA DE LA

INVESTIGACIÓN.

ASUNCIÓN

JUNIO, 2015
INDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 3
Capítulo I........................................................................................................................... 4
A. El pueblo de Dios en el antiguo testamento desde: Moisés a la ley ....................... 4
1. Moisés ................................................................................................................ 5
2. Nacimiento ......................................................................................................... 5
3. Miembro de la familia del faraón ....................................................................... 6
4. Pastor en Madián ................................................................................................ 6
5. Revelación en la zarza ardiente .......................................................................... 7
B. La liberación de Israel ............................................................................................ 8
1. Las diez plagas sobre Egipto .............................................................................. 8
2. El éxodo hebreo .................................................................................................. 8
3. Fecha del Éxodo. ................................................................................................ 9
C. Otorgamiento de la Ley........................................................................................ 10
CAPÍTULO II ................................................................................................................. 12
D. La iglesia del nuevo pueblo de Dios en el Nuevo Testamento. ........................... 12
E. El «Libro» de la Nueva Alianza ........................................................................... 12
F. Los Evangelios ..................................................................................................... 14
1. La «Buena Noticia» del Evangelio ................................................................... 14
2. Del Evangelio oral al Evangelio escrito ........................................................... 15
3. Los Evangelios «sinópticos» ............................................................................ 16
4. El mensaje siempre actual de los Evangelios ................................................... 16
G. La primera comunidad cristiana ........................................................................... 17
1. Generosidad de Bernabé ................................................................................... 17
2. Fraude de Ananías y Safira .............................................................................. 17
3. El poder de los Apóstoles ................................................................................. 19
CONCLUSIÓN ............................................................................................................... 20
BIBLIOGRAFIA ............................................................................................................ 21

ii
INTRODUCCIÓN

El trabajo de monografía que se ha realizado se basa en el estudio de la

conformación del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Se ha investigado

como fue la aparición del líder llamado Moisés y también como Jehová lo levanto

para que pudiera hablar con el faraón y así soltar a su pueblo Israel.

El pueblo del Señor peregrinó por el desierto y aprendió a depender de su

Dios, recibió los mandamientos y luego de cuarenta años pudo entrar a la tierra

prometida, deseamos saber si todos estos datos hoy tienen una relación con

nuestra vida, si bien se dice que el cristiano guarda una estrecha relación con

todas estas descripciones.

Al ir recorriendo estas historias encontramos que Dios no se detuvo en

todo esto sino que envió a su hijo y a partir de ahí nace la nueva iglesia el Señor

mejorando sus características y notándose en todos sus aspectos su amor que es

revelado al hombre a través de Jesucristo, hoy lo sentimos y lo vivimos con el

Espíritu Santo del Señor.

Se anhela dar a conocer las características de la iglesia primitiva del Nuevo

Testamento donde las personas traían a los pies de los apóstoles sus bienes para

compartir con los más necesitados y en esa forma se iban desarrollaron en sus

nuevas vidas en Cristo Jesús.

3
CAPÍTULO I

A. El pueblo de Dios en el antiguo testamento desde: Moisés a la ley

La narración del Libro del Éxodo tiende a sugerir una idea semejante,

donde la acción de engendrar da lugar a aquella de salvar: «"Y cuando el niño

[Moisés] creció, ella [su madre biológica] lo trajo a la hija del Faraón, la cual lo

prohijó [es decir, lo recibió y adoptó], y le puso por nombre Moisés, diciendo:

"Porque de las aguas lo saqué"» (Éxodo 2:10).

A partir de ello tradicionalmente se atribuye al nombre Moisés


el significado de "salvado de las aguas". En su registro conocido
como las Antigüedades Judías (93-94 E.C.), el historiador judeo-
romano Flavio Josefo reafirma lo expresado por la Biblia,
recurriendo además a la etimología egipcia, para finalmente
confirmar que el nombre Moisés significa "salvado de las
aguas". (JOSEFO, 1997)

Como nombre, Moisés se relaciona con la noción del agua y no sólo en

sentido pasivo, dado que la tradición del pueblo hebreo de quien fuera "salvado"

hizo un salvador y en aquel por las aguas "librado" encontró su libertador (es

decir, quien lo liberó de la esclavitud en Egipto). De ahí que el nombre Moisés en

hebreo es pronunciado Moshé, forma activa que denomina tanto a líder de los

israelitas como a quien actuará como representante de ellos ante Jehová y,

finalmente, los proveerá de la Ley. Moshé es emisario de la voluntad divina y por

consiguiente entendido como proveedor o dador tanto de la libertad del pueblo

israelita como de los diez grandes preceptos a ser desde entonces observados.

4
1. Moisés

La historia de la vida de Moisés es narrada en la Biblia, específicamente en

la Torá (primera parte del Tanaj y en el Pentateuco. Libros del Éxodo, Levítico,

Números y Deuteronomio, todos pertenecientes al Antiguo Testamento). El texto

bíblico narra cómo Moisés lideró la salida de los hebreos de Egipto y recibió

los Diez Mandamientos de manos de Jehová en el Monte Sinaí. La tradición

sostiene que Moisés vivió 120 años.

2. Nacimiento

En el Libro de Éxodo, el nacimiento de Moisés tuvo lugar cuando un

indeterminado faraón egipcio (probablemente Amenhotep II) había ordenado que

todo varón hebreo recién nacido fuese ahogado en el Nilo. Según el mencionado

libro, Moisés fue hijo de Amram (quien era miembro de la tribu de Leví y

descendía de Jacob) y su esposa, Iojebed. Moisés tuvo una hermana siete años

mayor que él,Miriam, y un hermano tres años mayor que él, Aarón. Según

el Libro de Génesis, el padre de Amram, Coat, llegó a Egipto junto con setenta

miembros del grupo descendiente de Jacob, por lo que Moisés era parte de la

segunda generación de israelitas nacidos en Egipto.

Iojebed dio a luz a un pequeño, y lo escondió durante los tres primeros

meses. Cuando no pudo ocultarlo más, lo colocó en una cesta, embadurnada con

barro en su interior y brea en el exterior para hacerla impermeable, y la llevó al

Nilo. La cesta con el bebé fue observada y seguida de cerca por Miriam hasta que

la hija del faraón llegó al Nilo para bañarse.

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3. Miembro de la familia del faraón

La princesa egipcia, cuyo nombre posiblemente era Bitia, descubrió la

cesta y a Moisés dentro de ella. Miriam se acercó y consiguió que la princesa

encargara que una hebrea amamantase y cuidase de la criatura; la hebrea en

cuestión fue la propia madre de Moisés.

Durante dos años Iojebed amamantó a Moisés y después la criatura le fue

entregada a la princesa. Moisés fue criado como si fuese hijo de la princesa

egipcia y el hermano menor del futuro faraón de Egipto.

A través de la Mishná, la tradición hebrea conserva un relato de cómo

Moisés, aún siendo una criatura perdió gran parte de su capacidad de hablar

debido a un incidente que ocurrió ante el faraón en Egipto.

Cuando Moisés se hizo adulto, observó el trabajo de los esclavos hebreos.

Un día, al ver la brutalidad con la que un capataz egipcio maltrataba a un esclavo

hebreo, Moisés acabó con la vida del egipcio, acto que lo condujo a tener que

dejar Egipto.

4. Pastor en Madián

En la tierra de Madián, Moisés se detuvo en un paraje con un pozo y allí

protegió a siete pastoras de una banda de otros pastores malintencionados. El

padre de las pastoras, Jetró, era sacerdote de Midián. Adoptó a Moisés como hijo

suyo y le permitió que habitase en Madián; allí trabajó Moisés como supervisor y

responsable principal de los rebaños.

A su debido tiempo, Jetró también permitió que Moisés se casase con la

mayor de sus hijas, Séfora. Trabajando como pastor, Moisés vivió en Midián

6
durante cuarenta años, tiempo durante el cual Séfora le dio un hijo, a quien

Moisés llamó Gersón.

5. Revelación en la zarza ardiente

Según la narración bíblica, en cierta ocasión, Moisés llevó a su rebaño al

monte Horeb, y allí vio una zarza que ardía sin consumirse. Cuando Moisés

intentó aproximarse para observar más de cerca aquella maravilla, Dios le habló

desde la zarza, revelando su identidad e intención a Moisés:

No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú


estás, tierra santa es. [...] Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. [...] Bien he visto la
aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a
causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he
descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de
aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche
y miel [...] Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que
saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. [...] "Yo soy el
que soy".
Éxodo 3:5-14.

En Éxodo 3, el Dios de Israel revela Su naturaleza ante Moisés. Jehová

indica a Moisés que ha de regresar a Egipto y liberar a su pueblo de la esclavitud.

Moisés expresa no ser el candidato para realizar tamaña encomienda y, además,

recuerda que padece de una dificultad en el habla. Jehová le asegura que le

proporcionará todo el apoyo necesario para que lleve a cabo su obra.

7
B. La liberación de Israel

1. Las diez plagas sobre Egipto

Moisés obedece y regresa a Egipto, donde es recibido por Aarón. Ambos

organizan una reunión para informar a los israelitas sobre lo ocurrido y, luego de

señales, revelaciones y proezas llevadas a cabo por Moisés, los hebreos lo

seguirán como enviado que trae la palabra de Jehová

Lo más difícil fue persuadir al faraón para que dejase marchar a los hebreos,

quienes no obtuvieron su permiso hasta que Jehová envió diez plagas sobre los

egipcios. Esta serie de eventos comenzó con el agua tornándose sangre y culminó

con la muerte de todos los primogénitos egipcios, lo cual causó tal terror entre los

egipcios que el faraón terminó por permitir que el esclavizado pueblo hebreo

dejara finalmente Egipto.

2. El éxodo hebreo

Moisés lideró al pueblo israelita en dirección este, iniciando así la larga

travesía hacia la tierra prometida. Partieron desde Ramesés hacia Sucot unos

seiscientos mil hombres, sin contar los niños. Llevaron consigo los restos de José,

cumpliendo la voluntad de su predecesor.

La gran caravana de los hebreos se movía lentamente y tuvo que acampar

tres veces antes de dejar atrás la frontera egipcia, establecida entonces en el Gran

Lago Amargo o en la punta más septentrional del Mar Rojo.

Entre tanto, el faraón cambió de opinión y, con un gran ejército, partió

para recuperar sus esclavos. Atrapados entre el ejército egipcio y el mar, los

hebreos se desesperaron, pero Jehová dividió las aguas del Mar Rojo por

mediación de Moisés, permitiendo a los israelitas cruzarlo con seguridad. Cuando

8
los egipcios intentaron seguirlos, las aguas volvieron a su cauce, ahogando a todo

el ejército egipcio.

La gran caravana de los hebreos se movía lentamente y tuvo que acampar

tres veces antes de dejar atrás la frontera egipcia, establecida entonces en el Gran

Lago Amargo o en la punta más septentrional del Mar Rojo.

Entre tanto, el faraón cambió de opinión y, con un gran ejército, partió

para recuperar sus esclavos. Atrapados entre el ejército egipcio y el mar, los

hebreos se desesperaron, pero Jehová dividió las aguas del Mar Rojo por

mediación de Moisés, permitiendo a los israelitas cruzarlo con seguridad. Cuando

los egipcios intentaron seguirlos, las aguas volvieron a su cauce, ahogando a todo

el ejército egipcio.

3. Fecha del Éxodo.

Aunque la Biblia no cita al faraón del Éxodo por su nombre, sí da la fecha

exacta del Éxodo. En 1Reyes 6:1 se lee que Salomón comenzó a construir

el Templo en el cuarto año de su reinado, 480 años después que los hijos de Israel

salieron de Egipto. Se estima que el cuarto año del reinado de Salomón fue hacia

el año 966 a.E.C. A partir de ello la fecha de Éxodo podría haber sido 1446 a.E.C.,

cuando gobernaba Tutmosis III. No obstante, dado que el texto bíblico indica

específicamente que los hebreos partieron de la ciudad llamada "Ramesés" y a

hacia Sucot, ciudades que no existían en tiempos de Tutmosis III y que datan del

siglo XIII a.E.C., cuando Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la

investigación se considera el año 1250 a.E.C. H.W.F. Saggs, profesor de lenguas

antiguas, observa en sus escritos académicos que:

9
La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto
que localidad de almacenaje, construida en parte por los
esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado
que [hoy] es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-
Ramsés [i.e., Pi-Ramsés], la cual se corresponde con el nombre
proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar la
esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en
el siglo XIII a.E.C. Es en ese mismo siglo que ocurre la primera
mención extra-bíblica de Israel. Se trata de una inscripción del
sucesor de Ramsés [II], Merenptah.

C. Otorgamiento de la Ley

Luego de transcurridos tres meses (Éxodo 19) desde que los hebreos

habían salido de Egipto y durante la travesía por el desierto, Dios confirió los Diez

Mandamientos directamente a Moisés y lo hizo en el monte Sinaí. Según la

tradición bíblica, Moisés subió a dicho monte a recibir las Tablas de la Ley.

Estuvo en Sinaí durante cuarenta días, hasta que recibió de Dios, ya sea de hecho

o bien por inspiración divina, dos tablas de piedra escritas con Su dedo

(Deuteronomio 9:9-10, Éxodo 31:18).

Las Tablas en cuestión recogían los Diez Mandamientos, leyes básicas de

cumplimiento obligatorio para el pueblo hebreo. Dado que las distintas tribus

hebraicas:

Hasta entonces conservaban la fe en un Dios único y algunas costumbres

que habían heredado de sus antepasados. Pero no poseían un concepto claro

acerca de Dios, tampoco poseían leyes fijas sobre la vida social y moral. Habiendo

residido en Egipto algunos de ellos copiaron allí ciertas costumbres paganas. Era

necesario, por consiguiente, enseñar a los israelitas en qué consistía su verdadera

fe y a qué leyes debían atenerse.

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Cuando Moisés bajó a notificar a su pueblo, descubrió que en su ausencia

los israelitas habían fundido metales preciosos y construido un becerro de oro, a

semejanza de un cuadrúpedo ídolo egipcio, y comprendió que lo veneraban. La

eventual idolatría cometida por el pueblo provocó la ira de Dios e, indignado,

Moisés montó en cólera y arrojó las Tablas de la Ley, destruyendo asimismo el

ídolo de oro. Las prescripciones divinas no obstante serían reescritas y

reestablecidas por Moisés, siendo subsecuentemente adoptadas por el pueblo.

Iconográficamente, Moisés es representado como legislador del pueblo hebreo y

portando las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, siendo dichas Tablas

su principal atributo en la creencia colectiva e imaginería visual tanto judía como

cristiana.

11
CAPÍTULO II

D. La iglesia del nuevo pueblo de Dios en el Nuevo Testamento.

Estas dos Alianzas tienen su línea demarcatoria en Jesucristo. Él es

el «Mediador» de la Nueva Alianza anunciada por los Profetas y esperada por el

Pueblo elegido. Más aún, al ser «Dios con nosotros», él realiza esa Alianza en su

propia Persona, estableciendo un vínculo indestructible entre Dios y los hombres.

De allí que esta Nueva Alianza, al mismo tiempo que renueva y perfecciona la

Antigua, la trasciende y le confiere una proyección insospechada. Mientras que la

Antigua era provisoria y temporaria, la Nueva es definitiva y eterna. Mientras que

la Antigua había sido concluida con un Pueblo particular, la Nueva se extiende a

todos los pueblos y elimina todas las barreras raciales, políticas y culturales.

Mientras que la Antigua fue promulgada por medio de Moisés y estaba grabada

en «tablas de piedra», la Nueva está fundada en el Espíritu y fue sellada con la

sangre de Cristo, el «Sumo Sacerdote de los bienes futuros», que penetró de una

vez para siempre en el Santuario celestial, «obteniéndonos así una redención

eterna» (Heb. 9. 11-12).

E. El «Libro» de la Nueva Alianza

Como la Antigua Alianza, también la Nueva tiene «su» Libro. Es el que se

denomina NUEVO TESTAMENTO y consta de 27 escritos, compuestos en

menos de un siglo después de la muerte de Jesús. La recopilación de estos escritos

es el resultado de un proceso bastante complejo. Al principio, los cristianos no

tenían otra Biblia que los Libros sagrados del Judaísmo –la Ley, los Profetas y los

demás Escritos– leídos e interpretados a la luz de las enseñanzas y la obra de

12
Jesús. Su fe no se basaba en documentos escritos, sino en el testimonio de los

Apóstoles y de los primeros discípulos. Pero la transmisión oral de la Buena

Noticia resultó pronto insuficiente para satisfacer las necesidades de una Iglesia en

rápida expansión. De hecho, Pablo tuvo que redactar varias Cartas para

mantenerse en contacto con las numerosas comunidades fundadas por él. Por otra

parte, a medida que iban muriendo los que habían conocido al Señor, se hizo más

urgente recoger por escrito su mensaje, tal como lo habían transmitido aquellos

que fueron «desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra» (Lc.

1. 2). De esta necesidad vital para la Iglesia surgieron los diversos escritos que

luego pasaron a constituir el «canon» del «Libro» de la Nueva Alianza.

La fijación de este «canon» –o lista oficial de los textos normativos para la

fe y la vida de la Iglesia– se fue realizando progresivamente. Ya a fines del siglo

II, no existían dudas sobre el carácter inspirado de los cuatro Evangelios, los

Hechos de los Apóstoles y las Cartas paulinas. A comienzos del siglo III, fueron

reconocidas la primera Carta de Pedro y la primera de Juan. A los restantes

escritos, en cambio, se los admitió bastante tiempo después y al cabo de largas

discusiones. El acuerdo unánime con respecto a la fijación definitiva del canon del

Nuevo Testamento sólo se logró en el curso del siglo IV, cuando la preocupación

por la unidad eclesial y el influjo preponderante de la Iglesia de Roma

contribuyeron a eliminar las divergencias. Lo que determinó la aceptación

«canónica» de cada escrito en particular fue su vinculación con la enseñanza y la

autoridad de los Apóstoles. Con todo, lo importante no era tanto que cada escrito

tuviera a un Apóstol como autor en el sentido estricto de la palabra, sino más bien

que su contenido expresara fielmente la tradición apostólica.

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Al establecer su «propio» canon, la Iglesia no pretendió oponer «otra»

Escritura a la ya existente. El Nuevo Testamento no sustituye al Antiguo. Al

contrario, lo confirma y aclara su verdadero sentido, mostrando cómo se

realizaron en Jesucristo las promesas de salvación, contenidas «en la Ley de

Moisés, en los Profetas y en los Salmos» (Lc. 24. 44). De uno a otro Testamento

no hay «ruptura», sino «cumplimiento». Para expresar esta continuidad, el arte

cristiano representó alguna vez a los cuatro grandes Profetas del Antiguo

Testamento llevando sobre sus espaldas a los cuatro Evangelistas.

F. Los Evangelios

1. La «Buena Noticia» del Evangelio

La palabra evangelio significa buena noticia y designa el anuncio gozoso

por excelencia: el de la salvación por la fe en Jesucristo. Todo el Nuevo

Testamento contiene esta Buena Noticia, pero de una manera especial los cuatro

Libros que, a partir del siglo II, recibieron el nombre de EVANGELIOS. Antes de

ser una «proclamación», el Evangelio es un «acontecimiento»: la visita de Dios al

mundo que, por medio de Jesús, «nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo

entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el

perdón de los pecados» (Col. 1. 13-14). Este «acontecimiento» –anunciado y

aceptado alegremente– es la Buena Noticia, «el poder de Dios para la salvación de

todos los que creen» (Rom. 1. 16).

El tema central de la Buena Noticia de Jesucristo es el REINO DE DIOS.

Su misión terrena consistió en anunciar la llegada de ese Reino, y en preparar la

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acción decisiva de Dios, destinada a destruir el poder del mal y a establecer la

soberanía divina sobre todo el universo.

Al separarse de sus Apóstoles, él les ordenó: «Vayan por todo el mundo,

anuncien la Buena Noticia a toda la creación» (Mc. 16. 15). Los Apóstoles, fieles

a la orden del Maestro, comenzaron a «evangelizar», y el núcleo de su predicación

era el Misterio Pascual de la Muerte y la Resurrección del Señor. Ellos

proclamaban que el Mesías, para ser glorificado, debía pasar por la humillación.

Por eso, según el designio previamente establecido por Dios, Jesús fue condenado

a muerte y crucificado. Pero Dios lo resucitó y lo glorificó, constituyéndolo Señor

y Juez de vivos y muertos. Al ser glorificado, él recibió del Padre el Espíritu

Santo, y lo derramó sobre todos los que confiesan su Nombre, convirtiéndose y

haciéndose bautizar para obtener el perdón de los pecados.

2. Del Evangelio oral al Evangelio escrito

Este Evangelio que predicaron los Apóstoles es el fundamento de la fe que

conduce a la salvación, y su primera proclamación recibe el nombre de

«kerygma». Pero el «ministerio de la Palabra» (Hech. 6. 4) al que ellos estaban

consagrados no consistía únicamente en anunciar la Buena Noticia a los no

creyentes para llamarlos a la fe. También incluía una «catequesis», ordenada a

instruir a los miembros de la Iglesia, presentándoles un desarrollo más amplio y

detallado del mensaje que habían recibido.

Por eso, los Apóstoles trataron de conservar y formular las enseñanzas de que eran

depositarios como testigos del Señor. Con ese fin, investigaron las Escrituras y, a

la luz de la Resurrección de Cristo, recordaron y consignaron cuidadosamente lo

que él había dicho y realizado. Así nacieron los Libros que designamos con el

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nombre de EVANGELIOS, y que fueron fijados por escrito a partir de unos

cuarenta años después de la Ascensión del Señor. La Iglesia fue el medio vital

donde se redactaron esos Evangelios, así como el pueblo de Israel había sido el

medio vital donde se forjaron los libros del Antiguo Testamento.

3. Los Evangelios «sinópticos»

Los tres primeros Evangelios –que llevan los nombres de MATEO,

MARCOS y LUCAS– tienen su origen en la predicación de los Apóstoles y

dependen de un conjunto de tradiciones orales y escritas, que fueron surgiendo y

desarrollándose en las primeras comunidades cristianas, para responder a las

necesidades del culto, de la catequesis y de la disciplina eclesiástica. Se los llama

Evangelios «sinópticos» –«sinopsis» significa «visión de conjunto»– porque basta

con ponerlos en columnas paralelas para advertir que su contenido es bastante

semejante. Sin embargo, junto con estas semejanzas, se perciben notables

diferencias, en las que se ponen de manifiesto la personalidad, el estilo, los

destinatarios y el enfoque particular de cada evangelista.

Marcos fue el primero que, hacia el año 70, agrupó en forma de

«Evangelio» los materiales que le ofrecía la tradición. Luego lo hicieron Mateo y

Lucas, alrededor del año 80, tomando como base el Evangelio de Marcos y

completándolo con una «colección de palabras de Jesús» utilizada en las

comunidades cristianas.

4. El mensaje siempre actual de los Evangelios

Los Evangelios proclaman un mensaje de salvación y son un testimonio

que nace de la fe en el Señor Jesucristo. Ese testimonio se funda en una historia.

Pero la historia de Jesús no es algo que pertenece al pasado, sino una realidad

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siempre presente y actuante en la Iglesia. Así lo comprendieron sus discípulos: de

ahí que los Evangelios no sean una crónica, ni tampoco una mera biografía. Las

acciones y las palabras de la vida terrena de Jesús fueron transmitidas y

actualizadas con el fin de ahondar la fe en él y de ordenar la vida de la Iglesia en

conformidad con esa fe.

G. La primera comunidad cristiana

La vida interna de la primera comunidad cristiana, a pesar de las

amenazas de las autoridades judías, transcurre en armonía (4:32) hasta el extremo

que esa unión en el seno de la comunidad les hizo traspasar la frontera de los

bienes privados y los muros que la propiedad de éstos levantaba entre las

personas: "todo lo tenían en común" (4:33). Lucas explica que la comunidad de

bienes y su distribución se efectuaba poniendo todo a los pies de los apóstoles, y

luego éstos lo distribuían según las necesidades de cada uno (4:34-35).

1. Generosidad de Bernabé

Lo anteriormente descrito sobre la comunidad de bienes de la Iglesia

primitiva es ejemplarizado por Lucas al mencionar el ejemplo de Bernabé, un

levita nacido en Chipre y que residía por períodos de tiempo en Jerusalén y quien

poseía en esa ciudad un campo. Bernabé lo vendió y entregó a los apósto les el

dinero recibido por la venta del campo para que ellos lo administraran (4:36 -37).

2. Fraude de Ananías y Safira

El relato del inicio del capítulo 5 describe cómo un matrimonio, queriendo

emular la acción de Bernabé en el capítulo 4, vende una propiedad. Pero en vez de

actuar con limpieza de corazón, se quedan con una parte del dinero obtenido por

17
la venta del terreno, llevando el resto a los apóstoles, como si fuese la totalidad de

la recaudación (5:1-2).

Pedro, de acuerdo al don carismático recibido del Espíritu Santo, descubre

el engaño perpetrado por Ananías y su esposa Safira, echándoles en cara

públicamente esa ladina actuación hacia la comunidad cristiana y hacia Dios, y le

dice a Ananías: "No has mentido a los hombres, sino a Dios" (5:3-4). En

consonancia con la actuación de Pedro, Dios mismo ejecuta la sentencia y

Ananías muere de manera fulminante. Inmediatamente se hace un silencio

sobrecogedor entre los que presencian este hecho (5:5) y unos jóvenes,

prácticamente preparados para la ocasión, lo amortajan e inmediatamente lo llevan

a enterrar en total silencio (5:6).

Cuando Safira, la esposa de Ananías, entra en el local donde está reunida

la comunidad, ignorante aún de lo sucedido, es inquirida por Pedro sobre la venta

de la finca. Esta parte del texto adquiere un tono de tribunal en que la pena ya está

dictada antes incluso de escuchar al reo. Pedro, en su pregunta, sólo trata de

establecer la complicidad de la mujer, siendo ésta merecedora de la misma pena

con que fue castigado el marido (5:7-9). Pedro señala a Safira su intento de

engañar al Espíritu Santo e inmediatamente la esposa fallece al instante (5:10). La

comunidad entera queda sobrecogida por la actuación del Espíritu y capta de

inmediato el mensaje: no poner jamás a prueba al Espíritu Santo (5:11).

En esta narración, tanto el rigorismo del relato como la falta de

oportunidad de conversión y la rotundidad fulminante de la actuación divina, no

parecen estar en demasiada consonancia con la doctrina de Jesús y con la propia

18
misión de la Iglesia. A ambos no se les concede ninguna posibilidad de

arrepentimiento y de reconciliación y mueren instantáneamente.

3. El poder de los Apóstoles

Seguidamente Lucas nos ofrece un resumen de la vida de la primitiva

comunidad cristiana de Jerusalén, alrededor de la actividad taumatúrgica de los

Apóstoles y el temor que esto prod ucía entre los no creyentes, "aunque el pueblo

hablaba de ellos con elogio" (5:12-13).

De alguna manera Lucas prepara el escenario para la segunda

comparecencia de los apóstoles ante el Consejo o Sanedrín. Pero a diferencia de la

primera comparecencia, los apóstoles son ahora vistos con gran respeto por los

habitantes de Jerusalén, aún y todo de los que no pertenecían a la comunidad

cristiana. Lucas señala la continuidad de los prodigios y curaciones obradas por

mediación de los apóstoles (5:12-16). El temor de los judíos no conversos es

manifiesto: "no se atrevían a juntárseles" (5:13). Pero ese temor no coincide con

el éxito clamoroso de conversiones en Jerusalén (5:14) , por lo que hemos de

traducir esto como un temor que no impedía que el pueblo se convirtiese.

En el versículo 15 vuelve el hilo de la narración que había quedado interrumpida

en el versículo 13. Ahora Pedro aparece como foco central del relato. Pedro no

cura mediante procedimientos especiales; basta "siquiera con su sombra" para que

el poder del nombre de Dios obre por su medio (5:15).

Al finalizar esta parte se narra cómo el eco de estos prodigios traspasa las

fronteras de Jerusalén, de donde llegaban personas de pueblos vecinos en busca de

sanación (5:16).

19
CONCLUSIÓN

Se pudo dar un recorrido gigantesco en este trabajo y apreciar tantas

situaciones de milagros, aprietos, manifestación del Señor y mucho amor del

creador de esta Tierra. Todo esto lleva a creer más en la existencia de un Dios tan

grande y misericordioso, en su naturaleza perfecta vemos que el hombre es el

centro de su creación más hermosa. Aun conociendo esto es el mismo hombre

quien se aleja permanentemente de Jehová a lo largo de su vida.

El autor no puede terminar de entender el verdadero amor del Señor hacia

el hombre, pero le pide a Dios que le muestre el camino correcto y que pueda ser

una brújula constante que direccione su barco al verdadero norte que considera es

Cristo Jesús

El hombre sin Cristo es como un barco navegando sin timón, sin brújula en

medio de la oscuridad llevando tantas cargas que podrían provocar el naufragio de

esa hermosa obra de arte de la ingeniería naval. Cuando el Titanic realizo el

primer zarpado todos aplaudieron y cuando naufragó en esas frías aguas todos se

lamentaron porque nadie pensó que se hundiría. Se puede hacer un paralelismo

con la vida del ser humano quien es aplaudido por sus semejantes al nacer y al

navegar en las profundas aguas de la vida muchas de sus acciones provocan la ira

de Dios quien a pesar de las falencias de este, en su infinita misericordia no se

cansa de llamarlo para evitar el peor de los naufragios que es la terrible eternidad

en el infierno.

Hoy es el tiempo en el que el Señor llama al hombre para hacer cuentas

con El y ser hechos hijos y ciudadanos del reino como también coherederos con

Cristo Jesús.

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BIBLIOGRAFIA

Josefo, F. (1997). Antigüedades Judias. Madrid, España: Akal.

Joshep Angus, M. S. (1994). Los Libros de la Biblia (Antiguo Testameto).


Santiago, Chile: "El Lucero" .

Thompson, A. (2001). Panorama de la Biblia - Curso De Estudios.


Alicante, España: Mundo Hispano.

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