Professional Documents
Culture Documents
Cada uno tiene una interesante historia que contar, y cada uno de ellos luchó
para preservar nuestra herencia para que podamos continuar viviendo hoy como
judíos orgullosos. ¡Disfruta!
1. Abraham
2. Los Macabeos
3. Rabí Akiva
4. Rabino Jiya
8. Shlomo Mulla
1) Abraham
Existió un tiempo en el cual el mundo se veía muy diferente a como lo vemos hoy.
Las personas adoraban ídolos de madera y piedra. Mucha gente era iletrada, no
existía el concepto de igualdad de derechos y las personas abusaban y
esclavizaban a otros. Eso sucedía porque la gente no conocía sobre Dios.
Ese es el mundo en el cual vivió Abraham. Cuando tenía tres años, Abraham
observó el mundo de la naturaleza con toda su belleza y perfección – y concluyó
que para que un mundo estuviera tan perfectamente diseñado, tenía que existir un
diseñador. Abraham había descubierto a Dios.
2) Los Macabeos
Era el año 167 A.E.C y la horrible persecución al judaísmo a manos de los griegos
estaba en su punto álgido. Las tropas griegas se presentaron en la ciudad de
Modiin (una ciudad al oeste de Jerusalem que se puede visitar hoy desde la
carretera Jerusalem-Tel Aviv) y exigieron que los judíos del lugar sacrificaran un
cerdo a los dioses griegos. El sabio de la ciudad, Matitiau el Cohen, se negó.
Pero había un judío en la ciudad que estaba dispuesto a hacer lo indecible a los
ojos del judaísmo. Cuando está a punto de sacrificar al cerdo, Matitiau lo apuñala,
y también mata al oficial griego que estaba presente. Luego se dirige a la multitud
y anuncia: “Síganme, todos aquellos que estén del lado de la ley de Dios”.
3) Rabí Akiva
Hace alrededor de 2.000 años, vivió un hombre llamado Akiva, una persona
simple de unos 40 años de edad que ni siquiera podía leer el Alef-Bet. Akiva
trabajaba como pastor para un hombre rico llamado Kalba Savua. Su hija Rajel vio
que Akiva tenía un carácter muy refinado. Ella le dijo: “Si nos casamos, ¿me
prometes que estudiarás la sabiduría judía?”. Él aceptó y se casaron en secreto.
Cuando Kalba Savua escuchó que su hija se había casado con el pobre pastor
Akiva, la echó de su casa y prometió desheredarla. Entonces Akiva y Rajel
dormían sobre paja. Él solía sacar la paja del cabello de ella y le decía: “Si tuviera
dinero, te daría una corona de Jerusalem de oro”.
Un día, Akiva pasó frente a una piedra a la que se le había hecho un hoyo debido
a una constante gotera de agua. Él concluyó: si algo tan suave como el agua
puede hacer un hoyo en una piedra sólida, cuánto más aún puede la Torá – que
es fuego – dejar una impresión indeleble en mi corazón. Rabí Akiva se
comprometió con el estudio de la Torá y pasó los siguientes 24 años estudiando. Y
siguió hasta convertirse en el sabio más grande de su generación.
Cuando volvió a casa con 24.000 estudiantes, toda la ciudad se reunió a recibirlo.
Cuando Rajel empezó a aproximarse a Akiva, algunos de los estudiantes (sin
saber de quién se trataba) se adelantaron para proteger a su rabino. En ese
momento Rabí Akiva se volvió hacia sus estudiantes y anunció: “Todo lo que
hemos logrado es totalmente en su mérito. Se lo debemos todo a ella”.
Cuando Kalba Savua escuchó las noticias, fue donde Rabí Akiva y revocó su
promesa anterior. Y ahí, Rabí Akiva le compró a su esposa una corona de oro de
Jerusalem.
Pero esos eran los días en los cuales la tierra de Israel estaba dominada por los
romanos, que intentaron terminar con la práctica del judaísmo. Las autoridades
romanas eventualmente arrestaron a Rabí Akiva por enseñar “ilegalmente” Torá.
Mientras estaba siendo torturado, Rabí Akiva se alegraba de cumplir con el
precepto bíblico de “amar a Dios con toda su vida”. Al morir, Rabí Akiva pronunció
las palabras del Shema Israel.
4) Rabino Jiya
Luego le enseñó a cada uno de los 11 niños: “Enseñen lo que han aprendido uno
al otro”. Con esto, dice el Talmud, el rabino Jiya aseguró que el pueblo judío nunca
se olvidaría de la Torá.
Esto plantea una pregunta: 11 niños es un grupo bastante pequeño. ¿Por qué no
enseñó el rabino Jiya todos los libros a todos los niños? ¿Por qué enseñó a cada
niño un solo libro?
La respuesta es que era esencial para el proceso que los niños se enseñaran los
unos a los otros. Para asegurar que la Torá no se olvide, tienes que enseñar a
otros lo que tú has aprendido. ¡Ese es el secreto!
Esto no se trata de “forzar a los otros a que acepten tu opinión”. Sino simplemente
entregar información que le permita a tu amigo conectarse con lo que él ya sabe –
y redescubrirlo por sí mismo.
No creas que no puedes. Tienes la habilidad de generar un impacto dramático en
otros. No tienes que ser un senador de los E.U. para hacer la diferencia. Con un
pedacito de sabiduría puedes ayudar a la humanidad.
El Rabino Eliyahu Essas fue una de las personas a las que se les negó la salida
de la Unión Soviética tiempo atrás. Vivió en una época donde estudiar Torá era
totalmente ilegal. Por eso, el rabino Essas logró juntar algunos libros de judaísmo;
se escondió la de la KGB y empezó a estudiar Torá.
Enseñar también te beneficia a ti. Tener que explicar una idea a otros te obliga a
clarificarla para ti. Lo transformaste de potencial a realidad.
Yisrael Meir Lau nació en 1937 en una ciudad en Polonia donde su padre era
rabino. A la edad de 7 años, Yisrael Meir fue enviado a un campo de trabajo
forzado Nazi. El comandante de la Gestapo descubrió que había algunos niños en
el campo. Él creía que los niños no eran trabajadores productivos y quería
eliminarlos.
Entonces el joven Yisrael Meir silenciosamente utilizó sus pies para juntar un poco
de tierra y piedras en un pequeño montón. Luego se paró en este montón para
parecer un poco más alto y abrió su boca para enunciar el primer discurso de su
vida:
“Seños Comandante, creo que hay un malentendido. Es un error pensar que los
niños como nosotros no pueden trabajar. Cuando yo era incluso menor que ahora,
yo empujaba un carro de madera con 60 botellas de vidrio y distribuía agua a los
trabajadores. Afuera en la nieve, repetidamente llenaba las botellas durante las 12
horas de mi turno. Entonces, no puede decir que nosotros los niños carecemos de
potencial de trabajo”.
La Gestapo indicó que junto con su lindo discurso, un fuerte soborno ayudaría.
Entonces, el hermano mayor de Yisrael Meir sacó un diamante que su madre les
había dado, que él había cosido a su ropa. El diamante, junto al discurso, salvaron
la vida de Yisrael Meir.
Él estaba entre los primeros inmigrantes en llegar a Israel después del Holocausto.
Un tío lo llevó a su casa y le explicó que él había sido salvado para continuar con
la cadena rabínica de su familia (37 generaciones de rabinos). Le dijeron a Yisrael
Meir que esto era como una carrera de relevos, donde la antorcha se pasa de
mano en mano, y en la cual no se permite extinguir el fuego.
Con la vida pendiendo de un hilo, Yisrael Meir Lau de 7 años reunió toda su
valentía y se enfrentó a los Nazis. Esa misma determinación lo llevó a grandes
alturas, pasando la antorcha de la tradición a una generación de israelíes.
(Clic aquí para un video corto sobre el rabino Yisrael Meir Lau)
El carnicero le explicó que esa familia no tenía mascotas sino siete hijos. Ellos
utilizaban la grasa y la piel para hacer “sopa de pollo” y guisados. Las palabras
entraron directo al corazón de Clara. Ella miró a través del mostrador y dijo: “De
ahora en adelante, ¡dele a la familia un pollo entero y yo voy a pagárselo!”.
¿Qué motivó a Clara a ayudar? Nacida en una pequeña ciudad de Ucrania, Clara
y su familia sobrevivieron tres pogroms antes de escapar a Rumania. El policía de
la frontera rumana le negó la entrada a su familia y estuvieron en la cárcel cinco
meses. Fue ahí donde ella experimentó terrible hambruna. Y Clara decidió que ella
haría todo lo posible para aliviar el hambre actual.
Hoy, Clara ayuda a más de 700 personas y paga al carnicero una cuenta semanal
de $1000 dólares. El carnicero tiene un computador entero dedicado a Clara.
Seth y Sherri Mandell se mudaron a Israel desde Estados Unidos en el año 1996
porque amaban Israel y querían que el judaísmo estuviera en el centro de su vida
familiar.
Sus vidas fueron devastadas en mayo del año 2001, cuando su hijo Koby de 13
años fue asesinado por terroristas. Koby fue a excursionar con un amigo un cañón
cerca de la casa de los Mandell. Allí, en una cueva, terroristas árabes apedrearon
a los dos niños hasta la muerte.
Los Mandells, padres de otros tres hijos menores, sabían que para poder seguir
adelante, tenían que tomar la crueldad del asesinado de Koby y transformarlo en
bondad. Querían ayudar a personas como ellos, golpeados por el terror, a ser
capaces de volver a la vida, con fuerza, esperanza y sanación.
Por esa razón, crearon la Fundación Koby Mandell que provee programas de
curación para familias golpeadas por el terrorismo. Niños cuyos hermanos o
padres habían muerto en ataques terroristas, acudían a campamentos de una
semana donde obtenían ayuda psicológica y relación con otros niños que
compartían sus circunstancias de vida. Madres que habían perdido hijos en
ataques terroristas iban a retiros de sanación de dos días. Los participantes son
ayudados a encontrar significado en su pérdida, para que sus familias se
fortalezcan en vez de debilitarse a causa de su trauma.
Tomaron un guía para que les mostrara primera parte del viaje. El padre de
Shlomo vendió una vaca para conseguir dos dólares par pagar al guía. Caminaron
descalzos, día y noche, sin descanso. Vieron tigres, leones y serpientes.
Caminaron a través del desierto sin agua. Fueron capturados por ladrones en la
jungla, que les quitaron toda su comida y todo su dinero.
Shlomo y otros judíos etíopes llegaron a Israel con la meta de ayudar a construir la
sociedad. Shlomo aprendió el idioma y diligentemente se hizo su camino. Ganó
reputación por su habilidad para concretar las cosas, con una sensibilidad especial
en relación a los 120.000 judíos etíopes que viven actualmente en Israel. En
febrero del año 2008, Shlomo se convirtió en el segundo etíope electo para la
Knesset Israelí (el Parlamento israelí).