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CONEXIÓN VERTICAL

INTRODUCCIÓN
Hoy en día vivimos en la “era de la conectividad”. Es tan asombroso que
podamos estar conectados unos con otros con un solo “click”. No importa cuán
lejos estemos, podemos estar conectados gracias al internet y las redes
sociales. Así es posible que un joven que vive en Perú pueda hablar con una
señorita que vive en Corea del Sur, no sólo a través de una llamada sino
también de un video.
Imagínate lo difícil que habrá sido, hace una década atrás, el estar conectados
o comunicados. Nuestros padres no tenían Facebook para almacenar o
compartir sus fotos. Tampoco tenían watssap para poder comunicarse, ni
mucho menos Twiter para dar a conocer sus opiniones. Vivimos en la era de la
tecnología, una era con muchos beneficios. Así podemos estar conectados con
todos, conocer a todos los que queremos, y a la vez ser conocidos por todos.
Ahora reflexiona en esto: El principal propósito por el cual Dios creó al hombre
es para que podamos conocerle y disfrutemos de Él por siempre. Dios desea
tener una relación con nosotros; él nos ha creado. Tienes grandes planes para
nuestras vidas. Por ello, con este tema queremos ayudarte para que cultives
una relación correcta, cercana e íntima con Dios.
Nuestra relación con Dios se nutre con dos medios esenciales: la Palabra de
Dios y la oración. Estos dos medios son vitales para que podamos conocer a
muestro Señor. Finalmente, estos dos medios se juntan en un tiempo especial
llamado “tiempo devocional”.

1. La Palabra de Dios
Las Escrituras son el principal medio por el cual Dios nos habla. Hay 66 libros
en la Biblia, y en cada uno de ellos Dios desea hablarnos. Hay muchísima gente
que cree que la Biblia es un libro desfasado, antiguo y carente de significado
pero están equivocados. Mira lo que la Biblia dice de sí misma:
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
del corazón” (Hebreos 4:12).

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La Palabra de Dios es viva, no es un libro más. Tiene el poder de escudriñar los
corazones. Revela las intenciones que tenemos. La Palabra de Dios es eficaz
para cambiarnos y transformarnos a la imagen de Jesucristo. ¿Te imaginas ser
traspasado por una filosa espada? La Palabra de Dios tiene el mismo efecto;
penetra hasta llegar a lo más íntimo de nuestro ser.
¿Te das cuenta que necesitamos tomar en serio las Escrituras? Tal vez estás
enfrentado un sinfín de problemas de carácter, tentaciones, vicios o diversas
pruebas, y necesitas saber qué hacer o cómo afrontarlas. La Palabra de Dios va
a iluminar tus pasos, va a guiar tus situaciones. Por eso, el salmista dijo:
“lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).
Otro pasaje que revela el poder de la Palabra de Dios es 1 Timoteo 3:16-17:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
Aquí el apóstol Pablo nos dice que toda la Escritura ha sido inspirada por Dios.
La Biblia ha sido divinamente inspirada. Es el libro que ha sido traducido más
veces a los idiomas que conocemos. Además, la Palabra de Dios es útil; esto
quiere decir que es provechosa, es de beneficio para nosotros. La Escritura
enseña, redarguye (reprende), corrige e instruye. Su único fin es que tú y yo
podamos ser perfectos, preparados para realizar buenas obras.
Finalmente lee conmigo el Salmo 19:7-9 y veamos todos los beneficios que tiene
la Palabra de Dios:
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de
Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová
son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que
alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para
siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos.
En este pasaje vemos siete características de la palabra de Dios: perfecta,
fiel, recta, pura, limpia, verdadera y justa. De la misma manera, podemos notar
cinco funciones que realizan las Escrituras:
 La Palabra de Dios convierte el alma.
 La Palabra de Dios hace sabio al sencillo.
 La Palabra de Dios alegra el corazón.
 La Palabra de Dios alumbra los ojos.
 La Palabra de Dios permanece para siempre.

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2. La oración
El segundo elemento con el que podemos tener una buena relación con Dios es
la oración. Nuestra relación con Dios se nutre con su Palabra; él nos habla a
través de sus 66 libros. Sin embargo, la comunicación
¿Qué es la oración? Thomas Watson, teólogo inglés, dijo en cierta ocasión: “La
oración es la respiración del alma”.

La respiración es un acto voluntario, y también involuntario; además, es


un acto vital para el funcionamiento del cuerpo humano. Sin aire no
respiramos, no hay que ser genios para saberlo. No sólo el ser humano y
los animales o vegetales basan su vida y salud en la respiración, también
lo hacen todas las formas vivas, como las células, microorganismos u
otros sistemas. Reflexiona, podemos vivir algún tiempo sin comida, sin
agua, pero sólo breves instantes sin respirar. ¿Te has preguntado
cuántas veces respiras al día? ¡Es difícil saberlo! ¿No lo crees? Algunos
estudios afirman que nosotros respiramos 30 000 veces al día, en una
semana 200 000 y un mes más de 800 000.

¿Entiendes lo que dijo Thomas Watson? Lo que la respiración es al cuerpo, la


oración lo es al alma. No podemos sobrevivir sin la respiración; de la misma
manera, en nuestra vida espiritual no podemos vivir sin la oración. Seamos
sinceros, nosotros no nacemos con el deseo de buscar a Dios, y mucho menos de
orar. ¡Necesitamos alguien que nos enseña a orar! Esa persona es Jesús, él es
experto en la oración. En Lucas 11:1, sus discípulos le piden a Jesús que les
enseñe a orar. Jesús era experto en la oración no sólo en la teoría sino también
la práctica. Su ministerio terrenal comenzó con oración (Lc. 3:21) y terminó con
oración (Lc. 23:46). Veamos dos principios importantes que aprendemos de la
manera en la cual Jesús oraba:

a) Debemos separar un tiempo específico para orar


Durante su ministerio, Jesús separó un tiempo especial para poder orar. En
Lucas 5:15-16, leemos que luego de que Jesús había sanado a un leproso se
nos dice que: “[…] su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente
para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. Más él se aparta a
lugares desiertos y oraba”. Jesús estuvo muy ocupado, enfermos y
necesitados, le buscaban constantemente para ser sanados. Sin embargo, él
separaba tiempo para poder orar.

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b) Debemos separar un lugar apropiado para orar
Una y otra vez leemos que Jesús separa un lugar para poder orar. En Lucas
9:28, leemos “Aconteció como ocho días después de estas palabras, que
tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar”. Cuando tenía que
elegir a los 12 apóstoles, dice la Biblia que Jesús fue el monte a orar, y
pasó la noche orando a Dios (Lc. 6:12-13).
De igual manera leemos en Lucas 22:39-46, “Y saliendo, se fue, como solía,
al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a
aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de
ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró”. Jesús
separaba un lugar apropiado para orar.
Varias veces Jesús oraba en el monte, o en lugares desiertos. ¿Por qué lo
oraba en estos lugares? ¿Hay algo especial en los montes y desiertos?
¡Creo que no! Pienso que Jesús iba a estos lugares porque eran apropiados
para poder orar. Por ello, en Mateo 6:6 Jesús nos aconsejó: “Mas tú,
cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público”. Cuando ores, quita toda distracción. Debes tener un lugar
apropiado para orar. Puede ser tu cuarto, una habitación especial o la
iglesia, etc. ¡Lo importante es orar sin distracciones!

3. El tiempo de devocional
Un tiempo de devocional es el momento de nuestro día en el que podemos
cultivar nuestra relación con Dios. En Josué 1:8 leemos: “Nunca se apartará de
tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para
que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
Nunca debe de apartarse de nosotros la palabra de Dios. Debemos meditar en
ella, de día y de noche. La palabra meditar viene el verbo hebreo hagah que
significa meditar, reflexionar. Así, meditar implica reflexionar en la Palabra de
Dios. En el tiempo devocional reflexionamos en las Escrituras y luego
respondemos en oración. Tienes que orar (conversar) con Dios, entregar a él
tus afanes y ansiedades (1 Pedro 5:7). En el Salmo 1:1-3 leemos:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en
camino de pecadores […] sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley
medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace,
prosperará”. ¡Te animo a que tengamos un tiempo de comunión con Dios!

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