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LA NUEVA EXPERIENCIA RELIGIOSA DEL RITO

Bryan Steve Vigil

Capítulo I – Situación actual de la ritualidad

a. El rito

Una de las partes esenciales de la religiosidad es su ritualidad, es decir todas


aquellas expresiones simbólicas que identifican a los participantes de una particular
religión. En el mundo podemos encontrar diversas religiones y, por consiguiente,
diferentes expresiones rituales que la historia de las religiones, la antropología, la
fenomenología de la religión y las religiones comparadas ayudan a descubrir. Sin
embargo, a pesar de la diversidad, se notan ciertas relaciones que despiertan la
pregunta sobre por qué las comunidades, tribus o regiones enteras del planeta
manifiestan sus creencias de esta manera. Cita

Víctor Turner (1969), en una de sus obras señala que “un rito es una secuencia
estereotipada de actos que comprenden gestos, palabras, objetos, etc… celebrado
en un lugar determinado con el fin de influir en las fuerzas o entidades
sobrenaturales en función de los objetivos e intereses de los que lo llevan a cabo”.
Es decir, la ritualidad está destinada a un propósito, no se experimenta en el
sinsentido. De allí que toda actividad humana puede llegar a considerarse un rito,
no solo las que tienen que ver con la religión. En el caso de la religión, sirven para
expresar en el exterior lo que se cree en el interior. cita

Además, agrega que “el rito no solo es un lenguaje simbólico, sino también un
conjunto de acciones llevadas a cabo por los participantes que están afectadas por
el rol que desempeñan en la representación del ritual” (Turner, 1969). Es imposible,
entonces, estudiar los ritos alejados de las realidades de quienes los practican.

Esta parte es fundamental entenderla, porque poco a poco la ritualidad pierde el


sentido original en que nació y, con el paso del tiempo puede desembocar en
realidades alejadas del contexto que la fundó. De allí que sea importante revisar si
las ritualidades vividas, en este caso en El Salvador, siguen siendo coherentes con

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las experiencias originales, no solo como una repetición mecánica de éstas, sino en
su carácter fundamental. cita

La religión oficial y predominante de El Salvador es el cristianismo que se vive y


está representado por dos grandes alas, el catolicismo y el protestantismo. De ésta
última tenemos, además, una gran cantidad de denominaciones que, algunas de
ellas, llegan a ser totalmente diferentes.

Cada una tiene su manera de vivir su fe y manifestarla, no solo a nivel comunitario,


sino también en la sociedad. El imaginario social está determinado por el gran
trasfondo religioso que se vive en el país. De allí que una persona pueda actuar de
maneras semejantes a un religioso, aunque no participe de una religión; esto lo hace
sin saberlo y de manera automática.

Es importante reconocer, entonces, que los ritos vividos en el país han marcado una
historia y una tradición; sin embargo, no pocos de ellos han sido cuestionados por
la poca trascendencia en la vida humana y la intolerancia de parte de quienes los
practican. Es necesario tratar de profundizar filosóficamente sobre estos.

b. Vitalidad ritual

Antes que nada, hay que clasificar los ritos en dos: aquellos que forman parte de la
identidad original del movimiento al que pertenecieron. En el caso del cristianismo,
podemos incluir la oración, el ayuno, la lectura de la Biblia y la comunión. En
segundo lugar, aquellos ritos que se van construyendo con el paso del tiempo en
las experiencias de cada comunidad. Éstos, aunque no son los primarios, forman
parte del desarrollo de fe de cada comunidad.

Para que la experiencia ritual mantenga su vitalidad siempre es necesario


examinarla y preguntar sobre su trascendencia, no solo en el hecho más importante,
si de verdad entabla una relación con la divinidad, sino en el hecho de a qué nivel
de vida conduce.

Un rito que ni entabla relación con Dios ni mejora la condición humana del que lo
practica, pierde su vitalidad y está destinado, quizá no a desaparecer, pero sí a ser
intrascendente en la misma religión y en el entorno social.
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c. ¿Por qué decaen las experiencias rituales?

Parece ser que en todas las religiones hay señales de decaimiento ritual, mientras
nacen otras diferentes o se actualizan las que se viven. Sin embargo, ninguna
experiencia ritual aceptará desaparecer inmediatamente. Éstas que no quieren
desaparecer son las más peligrosas, porque son las que se tienen que imponer de
maneras que ya ni representan a la religión de la que participan.

Al imponerse quiebran inmediatamente la libertad de quienes la practican y


despiertan la intolerancia para los que no se someten. Sin embargo, esto no
responde la interrogante.

Antes que nada, veamos la valiosa aportación que nos hacen Houseman y Severi
(1994) al decir que:

La experiencia ritual no transmite directamente los mensajes, ella establece en


principio un contexto relacional en el cual ciertos mensajes, que contrastan con la
experiencia cotidiana, pueden ser formulados. Estos mensajes pueden parecer
incomprensibles e incluso absurdos a los participantes de la ceremonia, sin
embargo, son un elemento crucial.

Las experiencias rituales decaen cuando, con el pasar del tiempo, ya no transmiten
los mismos mensajes que al principio. Es decir, los rituales van perdiendo poco a
poco su valor simbólico condenándolos a la interpretación de quienes los practican.
Al final de cuenta aparecen personas practicando rituales que no entienden o que
los usan con fines ajenos a los originales.

Capítulo II – Una perspectiva filosófica de la ritualidad humana

a. Comprensión bíblica, antropológica y filosófica de la revelación de Dios

Para entender el tema de los ritos cristianos, debemos comprender el tema de la


revelación de Dios. Primeramente, desde la perspectiva bíblica, es Dios quien
siempre toma la iniciativa de revelarse al ser humano para que éste, de alguna
manera, pueda comprenderle mejor. Lógicamente, nadie conoce ni maneja un
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“lenguaje divino”, por tanto, Dios decide revelarse de una manera que el ser humano
entienda. A este proceso se le conoce desde la teología como la inmanencia divina.

El Dios de la Biblia es el que está interesado en que el ser humano le conozca de


verdad, sin embargo, no pocas veces ha existido malas interpretaciones producto
de no comprender lo que Dios quiere dar a conocer. Por eso es importante el trabajo
de la teología, siempre y cuando luche por hacer al hombre más inteligible el
lenguaje divino.

El problema, entonces, lo tenemos a nivel antropológico. El hombre no tiene los


medios ni las formas para acceder a lo que Dios es. Es donde, entonces, surgen los
ritos. Los ritos son la expresión humana de querer entablar relaciones con Dios. Sin
embargo, a nivel filosófico nos preguntamos sobre qué es primero, si primero es el
rito y luego Dios se revela, o es porque Dios se revela que asumimos una ritualidad.

Ya dijimos anteriormente que, desde la comprensión bíblica, es Dios quien toma la


iniciativa de revelarse al hombre. Entonces, la ritualidad es la vía humana de querer
conectarse nuevamente al Dios que se ha revelado, teniendo en cuenta, y eso lo
podemos notar en las diversas religiones, mantengamos siempre vivas los
elementos que hicieron de la primera experiencia una realidad vital.

Cuando esos elementos iniciales se deterioran o se pierden, el rito continúa, pero


ya no es profundo, es decir, ya no conectan con la misma vitalidad divina del
principio. Es allí donde es importante preguntarse no tanto sobre la verdad de un
rito, sino sobre su trascendencia y calidad originaria.

b. Rito y sociedad

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Capítulo III – Panorama de transformación de la ritualidad cristiana

a. El modernismo
b. El hombre moderno
c. Religión del S. XXI

Reflexión final

Bibliografía
Hegel, G. W. (1983). Lecciones sobre filosofía de la religión: 2. La religión determinada. Madrid:
Alianza.

Kant, I. (1969). La religión dentro de los límites de la mera razón. Madrid: Alianza.

Lardellier, P. (2015). ¿Ritualidad versus modernidad? Ritos, identidad cultural y globalización.


Revista Mad - Universidad de Chile, 18-28.

Mateos, J. (1981). Cristianos en fiesta: más allá del cristianismo convencional. Madrid: Cristiandad.

Queiruga, A. T. (2000). Fin del Cristianismo premoderno. Madrid: Sal Terrae.

Turner, V. (1969). El proceso ritual: estructura y antiestructura. Madrid: Taurus.

Turner, V. (1980). La selva de los símbolos: aspectos del ritual ndembu. Madrid: Siglo Veintiuno.

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