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NOTAS Y DISCUSIONES

REFERENCIAS

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La ética teológica en España

MARCIANO VIDAL
Instituto Superior de Ciencias Morales, Madrid

1. Planteamiento en los años sesenta y setenta: «creer es


comprometerse». I
El cristianismo no es esencialmente Si la fe y la celebración religiosa exi-
una moraL No pertenece siquiera al gen el compromiso transformativo in-
tipo de religiones que, corno el budis- tramundano, la moral vivida del cris-
mo, funcionan a modo de «sabidurías tianismo no es otra cosa que la media-
morales». El cristianismo es funda- ción prdxica de esa fe y de esa celebra-
mentalmente un ámbito de sentido ción. A lo largo de la historia los cris-
trascendente (fe) y de celebración reli- tianos han realizado de diversos mo-
giosa (simbólica sacramental). dos ese empeño moral, que ha trans-
Sin embargo, al cristianismo le co- formado sus propias vidas y ha trans-
rresponde como un elemento impres- formado el mundo sobre el que ejer-
cindible el realizar una praxis histórica cían influjo. Por otra parte, han existi-
en coherencia con la fe y con la cele- do y existen variantes del cristianismo,
bración cultural. De otro modo sería como el catolicismo, el luteranismo, el
una realidad «alienada» y «alienante». calvinismo, el anglicanismo, la ortodo-
En definición certera, el teólogo J.M. a xia. Cada una de ellas tiene su peculia-
González Ruiz plasmó el sentido práxí- ridad a la hora de interpretar y de vivir
co de la fe en el título de uno de los la dimensión moral de la fe.z
libros que (despertaron del sueño dog- Se puede afirmar que el catolicismo,
mático» a muchos católicos españoles al que me refiero directamente en es-

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NOTAS V DISCUSIONES

tas páginas, ha desarrollado mucho el moral cristiana. Aunque ese discurso


aspecto moral del cristianismo. Tanto se venía autotitulando desde hada si-
es así que se constata un amplio y pro- glos (desde el s. XVI, al independizarse
fundo proceso de «moralización» de la de la «síntesis teológica» tal como su-
fe, sobre todo en la etapa que corre cedía en las «summas medíevales»)
desde el Concilio de Trento (mediados con el pomposo título de Theologia
del s. XVI) hasta el Concilio Vaticano II moralis, sin embargo la realidad ofreci-
(segundo tercio del s, xx). Aún hoy día da no alcanzaba las cotas exigidas
lo que más atrae la atención "a los de para pertenecer al saber estrictamente
fuera" de la Iglesia Católica es la toma teológico. De hecho, la llamada «Teo-
de postura de ésta ante las cuestiones logía moral»:
morales (individuales, conyugales, fa- - se reducía con frecuencia a pron-
miliares, políticas, económicas, demo- tuarios, más o menos desarrollados, de
gráficas, etc.), casos de moral;
El objeto moral lleva consigo siem- - se encontraba desvinculada de la
pre elementos de racionalización: mo- síntesis teológica general, llegando a
tivaciones, objetivos, justificaciones, situarse como parte contra-distinta de
elección de estrategias. Cuando esta la «dogmática»;
racionalización se convierte en objeto - se organizaba según los postula-
de reflexión directa tenemos el saber dos metodológicos del derecho canóni-
etico ) Aranguren ha convertido en lu- co (y, en algunos temas, también civil),
gar común la distinción entre «moral siguiendo un proceso de creciente «ju-
vivida» y «moral formulada» (o «pen- ridizacíón».
sada)'), distinción que ya utilizaba san Uno de los principales empeños de
Alberto Magno al contraponer ethica la renovación moral postconciliar ha
utens y ethica docensr consistido en devolver la identidad teo-
Cuando la moral «vívida» cristiana lógica al discurso moral cristiano. De
pasa a ser moral «pensada», entonces acuerdo con esta orientación, la refle-
nos encontramos con la teologta moral xión teológico-moral ha pretendido,
o, como es mejor y se prefiere hoy día, por una parte, constituirse en auténti-
con la ética teolágica.: Sobre la situa- co saber ético, con las exigencias de la
ción de esta reflexión ético-teológica criticidad teórica y con las garantías
en España me ocuparé en las siguien- de la plausibilidad sociocultural. Por
tes páginas, aludiendo a aquellos nú- otra parte, ha buscado la identidad
cleos de mayor interés tanto objetivo teológica tanto en el objeto como, so-
como pensando en los posibles lecto- bre todo, en la razón teológica de su
res de esta revista Isegorta» Me limito discurso.
a los aspectos de «fundamentación», La «refundacíón» del discurso teoló-
sin aludir a los «contenidos» morales. gico sobre la moral cristiana consiste
en trabajar interdisciplinarmente con
2. Renovación interna las bases racionales de la ética y en ju-
gar conjuntando en el equipo del saber
La «reiundacion» del discurso teológico teológico. De ese modo consigue la va-
sobre la moral cristiana lidación ética y la validación teológica.
Se constituye como un saber ético-teo-
Entre los frutos que aportó el Concilio lógico.
Vaticano Il, hay que situar la «refun- En España el trabajo de «renova-
dacíón» del discurso teológico sobre la ción» o de «refundación» del discurso

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NOTAS Y DISCUSIONES

ético-teológico ha sido intenso durantehistoria del cristianismo ha conocido


las tres ültímas décadas. Antes del diversos planteamientos y variadas for-
Concilio Vaticano II reinaba en el ca- mulaciones del compromiso moral de
tolicismo español la moral casuista; los cristianos. Pertenecen a esta histo-
apenas si se habían alzado, como suce- ria los paradigmas parenetico (del cris-
día en otros países de Europa (Fran- tianismo primitivo), escolástico (de la
cia, Bélgica, Alemania), voces autócto-Edad Media), casuistico (de la época
nas pidiendo la renovación. Sin em- postridentina).
bargo, después de las explicables vaci- Mediante la renovación llevada a
laciones de primera hora, la «recep- cabo después del Vaticano JI se ha
ción» del Vaticano II en España fue abandonado el modelo casuístico y se
amplia, sin reticencias y muy fructífe-ha buscado un paradigma alternativo.
ra. Entre otros factores hay que desta-Éste se ha configurado en diálogo con
car el influjo realizado por la Cátedrala cultura de la Modernidad,"
de Moral «San Alfonso» (Madrid) y la La Modernidad, en su doble vertien-
Asociación de Teólogos Moralistas Es- te de situación vivida y de saber críti-
pañales (ATME). De la primera brota- co, se ha convertido en juez insoborna-
rán dos importantes instituciones que ble de la plausibilidad del discurso éti-
co-teológico. Donde se constata la ma-
trabajan en el campo de la ética teoló-
gica en España: el Instituto Superior yor y mejor reacción de -Ia ética teoló-
de Ciencias Morales y la revista Mora-gica ante el reto de la Modernidad es
lla. La ATME, estrechamente vincula- en la «recepción» de la filosofía de la
da a la Universidad Pontificia Comi- razón práctica de Kant. También sobre
llas/ creará un clima propicio a la re-
el discurso ético-teológico se proyecta
novación entre la «comunidad científi- la exigencia de la «autonomía» para
ca» de los teólogos y entre las instan-toda ética que pretenda ser crítica.
cias jerárquicas de la Iglesia española. La respuesta del discurso teológico-
Actualmente en los centros teológi- moral al reto de la Modernidad ha
cos la enseñanza de la moral cristiana consistido en proponer un paradigma
se realiza de forma totalmente distintade ética teológica basado en la autono-
de como se hacía en los años cincuen- mia teonoma:" La ética, siendo por ne-
ta o sesenta. Para percatarse de ello cesidad autónoma, puede ser al mismo
basta comparar los manuales de aque- tiempo teánoma. La apertura a la tras-
lla época con los manuales actualmen- cendencia no contradice, de por sí, la
te en uso," Es ahí donde se ve en actoautonomía de la conciencia moral ni
la «refundacíón» del discurso ético-teo-
la autonomía de los valores éticos. Ad-
lógico. mitir la apertura de la moral a la tras-
cendencia no supone privar de valor
3. Dialogo con la «modernidad), absoluto a la persona. Para el creyente,
el hombre está ordenado a Dios; pero
La propuesta de la «autonomta no lo está en el sentido de medio, sino
teonoma» como un fin-en-sí. Esto lo vio y lo ex-
presó bellamente santo Tomás al en-
Lo que define una época en la historia tender la relación axíológíca entre Dios
de la reflexión teológico-moral es el y la persona a través de la dialéctica
macromodelo de que se sirve para fun- de la amistad;" Dios es precisamente
damentar y para formular críticamente quien posibilita a la persona ser lo que
el contenido de la moral cristiana. La ella es: un fin. La dialéctica esclavo-

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NOTAS Y DISCUSIONES

amo queda desbordada por la dialécti- caiga en la trampa de un falso «írenís-


ca de la amistad. mo», sino que suponga un mutuo apo-
Este paradigma de la «autonomía yo, un recíproco estimulo y un unita-
teónoma» puede suscitar resistencias rio esfuerzo de convergencia superior.
en algunos filósofos; sin embargo, está En esta labor de mutua fecundación:
apoyado sobre hermenéuticas válidas - la «moral cristiana» acepta y
del hecho de la Modernidad. La auto- apoya la coherencia de la ética auténti-
nomía moderna no tiene por qué ce- camente humana; el valor absoluto de
rrarse a la posibilidad de la teonomía. la persona, base de la ética no religio-
Si de hecho se ha cerrado es porque el sa, es afirmado también por la moral
ideal moderno se ha desarrollado en cristiana. Además, la moral religiosa,
una dirección que no es la única ni la concretamente la cristiana, constituye
de sus mejores vírtualidades.P Por otra una advertencia continua a la ética pu-
parte, según la hermenéutica de la éti- ramente racional para que no caiga en
ca kantiana hecha por J. G6mez Caffa- los defectos que le son «peculiares»:
rena, la moral autónoma puede tener excesivo relativismo, peligro de forma-
una lectura no cerrada en el individua- lismo, tentación de totalitarismo, etc.
lismo solipsista sino abierta a la soli- - por su parte, la «moral racional»
daridad, lo cual posibilita la apertura a reconoce la posibilidad y la funcionali-
la trascendencia." conviene corregir el dad real de la moral religiosa, sabien-
tópico atribuido a Kant de que toda do que la praxis ética tiene capacidad
«teonomía» es «heteronomía». La tra- de asumir las connotaciones de la
yectoria del pensamiento de Aranguren «simbólica religiosa» sin perder su au-
en este aspecto confirma esta misma tonomfa.'! También ejerce ante la mo-
posibilidad de una ética teónoma.v ral religiosa un papel de advertencia
A mi juicio, muchas de las mutuas permanente ante los peligros en que
incomprensiones, suspicacias y ani- ésta puede caer: tentación de heterono-
madversiones entre «racionalidad mo- mía, tendencia a justificar reacciona-
derna» y «fe cristiana» tienen su ori- riamente el orden establecido, peligro
gen en la incorrecta articulación entre de excesivo rigorismo, etc.
«autonomía» y «teonomía», Estas difi- Las dos opciones éticas, «moral ra-
cultades se superan mediante un para- cional» y «moral cristiana», no sólo no
digma de ética teológica que integre se oponen sino que convergen hacia
las convicciones religiosas cristianas una unidad superior. Aceptando la ne-
(teonomía) en el interior del movi- cesaria dialéctica entre ambas «podrán
miento de la racionalidad (autonomía). sentarse las bases de una civilización y
La moral cristiana, tanto en lo que de una historia que no tiene por qué
tiene de propuesta de valores como en ser formalmente religiosa o atea, sino
lo que tiene de opción de vida, consti- que ha de ser sencillamente humana.
tuye hoy un campo privilegiado en el Sobre esta base podrá pensarse en un
que pueden realizarse las convergen- diálogo y en una colaboración entre
cias benéficas de la «racionalidad» y creyentes y no creyentes que quedarán
de la «fe», de la actitud ética y de la abiertos a unas perspectivas más o me-
convicción religiosa, del mundo secu- nos amplías» .16
lar y del universo religioso. En lugar El paradigma de la «autonomía teó-
de constituir un factor de separación, noma» es el que representa la orienta-
la moral puede convertirse en un lugar ción más progresista en el discurso éti-
de encuentro. Un encuentro que no co-teológico actual. Las tendencias de

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NOTAS Y DISCUSIONES

signo conservador se agrupan en torno dos rasgos que caracterizan esa nueva
a otro paradigma denominado «ética presencia:
de la fe». Propuesto inicialmente por J. - Superación del «imperialismo mo-
Ratzinger y U. van Balthasar con esta ral». En épocas no remotas el cristia-
expresión," ha sido transformado por nismo español se configuro como un
el papa Juan Pablo II en la encíclica proyecto histórico de «crístíandad».
Veritatis Splendor en «teonomía partí- Dentro de ese proyecto entraba el mo-
cípada»." nopolio ético de la vida social.
Aunque no faltan en el catolicismo . El monopolio ético es ejercido por el
español tendencias de signo conserva- cristianismo cuando se atribuye la de-
dor, más bien vinculadas en lo moral finición y el control de las justificacio-
al paradigma de la «ética de la fe», se nes morales de la existencia humana;
puede afirmar. sin embargo, que ma- cuando pretende ser el «dosel ético» de
yoritariamente el discurso ético-teoló- la sociedad; cuando se constituye en la
gico se sitúa dentro de los plantea- conciencia moral exclusiva de la vida
mientos de la autonomía teónoma.!" social. Son variados los mecanismos
mediante los cuales se lleva a cabo el
4. Adaptación a la sociedad monopolio ético. La Iglesia suele utili-
democrática y pluralista zar los siguientes: 1) declararse a sí
misma «guardiana» del orden moral,
Moral cristiana y «ética civil" que previamente ha sacralizado y, con-
siguientemente, sometido a las instan-
La sociedad española ha realizado un cias religiosas; 2) constituirse a sí mis-
cambio espectacular en las últimas dé- ma en «intérprete» auténtica y cualifi-
cadas. Del régimen político de la dicta- cada de los valores morales por razón
dura ha pasado a la forma irreversible de la referencia de éstos al bien del
de la democracia; de ser una sociedad hombre, objeto imprescindible del ma-
«cerrada» se ha convertido en una so- gisterio eclesiástico.
ciedad «abierta». Los planteamientos actuales de la
La ética cristiana. tanto a nivel de ética teológica pretenden superar este
vida como a nivel de reflexión, ha teni- «imperialismo moral». Formulan las
do que confrontarse con esa nueva si- orientaciones cristianas como una ofer-
tuación. La «crisis moral» por la que ta dentro del pluralismo de opciones.
ha atravesado la sociedad española ha Este respeto al pluralismo democrá-
repercutido de varios modos en los tico impide caer en la tentación del
planteamientos teológico-morales. En- monopolio ético de la existencia hu-
tre todos esos modos hay uno que los mana.
engloba a todos: la necesidad de vivir y - Colaboración en el rearme moral
de formular el proyecto moral cristia- de la vida social. La aceptación del plu-
no en una sociedad pluralista y demo- ralismo ético llevará a los cristianos a
crática, en diálogo y confrontación con una labor de colaboración con todos
la «ética civih>. los individuos y grupos «de buena vo-
luntad». La ética constituye el horizon-
a) Reubicación de la moral cristiana te común y de diálogo entre creyentes
Al aceptar el contexto pluralísta y y no creyentes. El Concilio Vaticano II
democrático, la moral de los cristianos puso de relieve la importancia de la
adquiere una nueva forma de presea- ética como plataforma de encuentro y
cía en la sociedad. Quiero referirme a de cooperación:

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NOTAS Y DISCUSIONES

«La fidelidad a la conciencia une a puesta de la ética civil y propone una


los cristianos con los demás hombres determinada forma de relación entre
para buscar la verdad y resolver con ella y la moral católica. Lamentable-
acierto los numerosos problemas mo- mente, el documento episcopal habla
rales que se presentan al individuo y a de la ética civil como una realidad «hi-
la socíedad.s" potética» y, por otra parte, la describe
La ética supera las contradicciones con rasgos que la "deforman»; redu-
de las opciones creyente y no-creyente ciéndola a una moral cristiana «rebaja-
para encontrar la conciencia funda- da» y entendiéndola como mero «con-
mental en una moral no ideológica. senso». 'Ante tal propuesta así descrita
neutra, laica. Quizá sea una aspiración es fácil comprender la reacción de la
utópica pero podemos encontrar una moral católica: "Por parte de los cató-
coincidencia de base entre los creyen- licos, sería un error de graves conse-
tes y los no-creyentes. Esta postura cuencias recortar, so capa de pluralis-
presupone que la moral cristiana se mo o tolerancia, la moral cristiana di-
sienta «limitada» intramundanamente luyéndola en el marco de una hipotéti-
por la moral arreligiosa y pierda su ca- ca "ética civil", basada en valores y
rácter totalizador; pero presupone normas "consensuados" por ser los do-
también. que la moral de los no-creyen- minantes en un determinado momento
tes se sienta también «limitada» por la histórico. La sola aceptación de unos
moral de los creyentes y pierda su ca- "mínimos" morales equivaldría, sin re-
rácter totalizador. Al limitarse mutua- medio, a entronizar la razón moral vi-
mente, una y otra encontrarán cami- gente, precaria y provisional, en crite-
nos convergentes para expresar el di- rio de verdads.P
namismo ético procedente de cosmoví- Entre los teólogos moralistas se ha
siones dispares pero tendentes hacia la repetido la doble actitud. La tendencia
única meta de la liberación humana. «neoconservadora» y de cierta orienta-
ción «neoconfesional» se opone a la
b) Diálogo con la «ética civil» afirmación de la «ética civil», por verla
Recientemente ha surgido en el discur- carente de base religiosa. Sin embargo,
sa moral español la apelación a la «éti- los teólogos situados en el ala renova-
ca civil». Ésta viene a constituir el mí- dora aceptan sin reservas la ética ci-
nimo moral común aceptado por el viJ.24 Ésta es la postura que parece ser
conjunto de una determinada sociedad más coherente con los planteamientos
dentro del legítimo pluralismo." de la ética teológica postconciliar.
¿Cuál ha sido la actitud de la Iglesia Afirmar la ética civil constituye un
católica ante esta propuesta de una éti- alegato y una apuesta a favor de la ra-
ca civil, que por definición no ha de cionalidad ética de la sociedad demo-
ser confesional sino secular? No han crática. Una racionalidad ética que se
faltado cualificadas tomas de postura a construye sobre la base de la no confe-
favor. 22 Pero tampoco han estado au- sionalidad y sobre el legítimo pluralis-
sentes las apreciaciones de carácter mo de la vida social y que trata de edi-
más bien restrictivo. De este último ficar una convivencia regida por el res-
signo es la reacción expresada por los peto, el diálogo y la conciencia univer-
obispos españoles en el documento La sal de los seres racionales.
verdad os hará libres. En el n. 49, al La ética civil es una propuesta muy
tratar el tema de «la moral cristiana y fructífera para mantener el aliento mo-
otros modelos éticos», describe la pro- ral dentro de la sociedad pluralista

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NOTAS Y DISCUSIONES

que, si bien afirma por derecho propio Católica» (1992), aunque pretende re-
el pluralismo moral, también exige la coger los frutos del Vaticano Il, no es
búsqueda de convergencias éticas. de hecho un planteamiento volcado
Dentro de ese denominador ético co- hacia el futuro sino más bien hacia las
mún caben las variaciones que la pe- categorías del pasado. La encíclica Ve-
culiaridad de cada legítima opción se ritatis splendor (1993) alaba la labor
sienta urgida a introducir. Cabe, entre teológico-moral realizada en el post-
otras, la peculiaridad de la opción mo- concilio (n. 29). Sin embargo, esta en-
ral de los cristianos, que por su propia cíclica supone una «amonestación» a
condición ofrece el mensaje de perfec- determinadas orientaciones de la ética
ción evangélica vinculada a la realiza- teológica surgidas después del Concilio
ción de los valores del Reino de Dios. Vaticano Il,
A mi juicio hay indicios suficientes
5. Postura critica intraeclesial para hablar de una ofensiva «restaura-
cíonísta» en el campo de la moral ca-
El discurso de la ética teológica ha te- tólica. Este objetivo «restauracionista»
nido que desarrollarse, en bastantes se concreta básicamente en una vuelta
aspectos, en confrontación con la pos- hacia los planteamientos y las formula-
tura oficial del magisterio eclesiástico. ciones de la escolástica. Situándose en
Durante el pontificado de Juan Pablo las comentes neotornistas actuales
Il no ha sido fácil la coexistencia ar- (neotomismo polaco, neotomismo an-
mónica y mutuamente fecunda entre glosajón, neotomismo de ciertos gru-
teología y magisterio oficial. Por lo que pos católicos como Opus Dei y Comu-
respecta a la ética teológica quiero ha- nión y Liberación), la encíclica Verita-
cer dos alusiones: una, en referencia al tis splendor y, en cierta medida, el Ca-
planteamiento oficial de la moral; y tecismo universal pretenden hacer una
otra, en alusión a la reacción de los propuesta de la moral cristiana en cla-
teólogos españoles. ve de «restauración neoescolásrlca».

a) Ofensiva «restauracionista» b) La moderada critica de la ética


El magisterio eclesiástico después del teológica en España
Concilio Vaticano II en relación con la En la ética teológica española no se
moral -si se exceptúa la moral social han dado las posturas de enfrenta-
de las encíclicas sociales- no ha teni- miento y de disenso ante el magisterio
do una fácil aceptación por parte de oficial de forma tan radicalizada como
teólogos y de fieles. Baste recordar la en otros países. En el catolicismo espa-
encíclica Humanae vitae (1968) sobre ñol no se conocen voces teológicas tan
el control de natalidad, la declaración críticas como las del alemán B. Haring
«Persona humana» (1975) sobre moral y del norteamericano Ch.E. Curran.
sexual, la instrucción «Donum vitae» Sin embargo no se puede dejar de re-
(1987) sobre bíoétíca. Parece como si conocer un alto grado de libertad en la
las intervenciones de las instancias va- reflexión teológico-moral española. li-
ticanas no encajaran del todo dentro bertad que en ocasiones conduce a
de la metodología y de las opciones de una crítica, bien es cierto generalmen-
la reflexión teológico-moral postcon- te respetuosa y moderada, ante deter-
ciliar. minadas posturas oficiales. Señalo al-
La exposición de la moral cristiana gunos temas en los que la actitud críti-
que hace el «Catecismo de la Iglesia ca ha sido más generalizada:

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NOTAS Y DISCUSIONES

- Moral sexual. Da la impresión de nes contrarias en algunos temas, como


que la postura oficial de la Iglesia en en la moralidad de las técnicas de re-
este campo no utiliza la misma meto- producción humana asistida en su uso
dología que en la moral social; en ésta enteramente íntraconyugal así como
parece contar más con los datos de las en la valoración del estatuto del em-
ciencias sociales y parece ofrecer una brión humano.
propuesta menos detallada que en la - Recepcion del «Catecismo de la Igle-
moral sexual. Algún moralista español sia Cat6lica» (parte moral) y de la enct-
ha recibido una censura de las instan- clica «Veritatis splendor», No han falta-
cias vaticanas por sus posiciones en do las alabanzas comprensibles de las
materias de ética sexuaJ.25 instancias y de los grupos vinculados
- Moral familiar y conyugal. El estrechamente a la institución eclesiás-
punto más conflictivo ha sido el de la tica. Pero tampoco han estado ausen-
moralidad de los métodos de control tes las críticas, creo que también com-
de natalidad. En los dos últimos dece- prensíbles.v En general, la recepción
nios la postura oficial de la Iglesia se de estos documentos ha sido fría en
ha ido endureciendo cada vez más en bastantes ambientes de la reflexión éti-
este aspecto. Por su parte la reflexión co-teológica española."
ético-teológica no ve razones suficien- Como apreciación global, se puede
temente válidas para descartar moral- afirmar que la ética teológica en Espa-
mente, en todas las situaciones, el uso ña ha realizado en los aftas del post-
de los métodos contraceptivos con tal concilio una auténtica «refundacíón»
de que no sean abortívos.w de su peculiar estructura de discurso
- Bioética. El campo de la bioética ético-teológico, poniéndola a punto
ha sido de los más frecuentados por la epistemológicamente y adaptándola a
ética teológica." Aquí se ha trabajado la nueva situación social y cultural. Ac-
ínterdíscíplínarmente, en diálogo per- tualmente se encuentra en fase de con-
manente con los investigadores y los solidación, aunque sin faltarle dificul-
profesionales de las áreas biomédicas. tades provenientes tanto de la comple-
Estando generalmente en sintonía con jidad de la realidad como de la ofensi-
las posiciones oficiales, algunos teólo- va neoconservadora de algunos grupos
gos no han dejado de defender opínío- e instancias eclesíales.

NOTAS

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156 ISEGORfA!10 (1994)


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(dír.), Conceptos fundamentales de étwa teológica, y sociedad pluralista (Madrid, 1993).
op. cit., 107·144. 22. Ver, en este sentido, la postura del carde-
10. M. Vídal, Moral de actitudes. l. op. cit.. 260- nal V.E. Tarancón, "La ética civil», Vida Nueva,
284. 1.768 (15fXIII1990), 9.
11. Summa theologica, 1, q. 20. a. 2 ad 3; !I-Il, 23. La verdad os hará libres (Madrid, 1990),
q.l, a.1. n.49.
12. cr. A. Torres Queiruga, Creo en Dios Padre 24. M. Vidal, Ética civil y sociedad democratica
(Santander, 1986), 15-45. (Bilbao, 1984); A. Domingo y B. Bennassar, "Éti-
13. J. G6mez Caffarena, El teísmo moral de ca cívil», en M. Vidal (dír.), Conceptos fundamen-
Kant (Madrid, 1984); íd., «El "teísmo moral" en la tales de ética teológica, op. cit., 269-291; VV.AA.,
tercera Critica kantiana.., Miscelánea Comillas, 49 La pregunta por la ética. Ética religiosa en diálogo
(1991), 3-22: -la irrenunciable autonomía pierde. con la ética civil (Salamanca, 1993).
parece, el recelo a sintetizarse con una teonornía 25. B. Forcano, Nueva ética sexual (Madrid,
depurada. (p. 22). 1981).
14. Cf. E. Bonete, Aranguren: la ética entre la 26. Cf. J.M.· Díaz Moreno, «Los XXV años de
religi611 y la política (Madrid, 1989), 75-107. Ver la Encíclica Humanae vitae», XX Siglos, 4 (1993),
también las agónícas referencias a la religi6n en n, 14, 21·33.
el proyecto ético de J. Muguerza. Desde 10. perple- 27. Ver los trabajos de la cátedra de Bíoétíca,
jidad (Madrid, 1990),441-473 (.Un colofón teolo- dirigida por J. Gafo, de la Universidad Pontificia
glco-polítíco»). Comillas: Dilemas éticos <m la medwil1a actual
15. A. Fierro, Sobre la religión (Madrid, 1979), (Madrid, Publicaciones de la U.P. Comillas). En
205-217. una postura más critica plantea los problemas de
16. J. Girardi, Diálogo, revolucién y atetsmo, la bíoética teológica F.l. Elizari, Bioétioa. (Madrid,
(Salamanca, 1971),221. 1991).
17. J. Ratzinger y otros, Prinzipien christlicher 28. cr. M. Vida], 1.A moral cristiana en el nuevo
Ethik (Einsiedeln, 1975). Catecismo (Madrid, 1993); id.• 1.A propuesta moral
18. Veriuuis splendor, n. 41. de luan Pablo II. Comemario teolágico-moral de la
19. E. L6pez Azpítarte, 1.A ética cristiana: ¿fe o encidica • veruans splendor» (Madrid, 1994).
raz6n? Discusiones en tomo a su fundamento 29. P.M. Lamer, «La mora! protagonista>, Igle·
(Santander, 1988). sia Viva, 167 (1993), 445-454; E. García, «Fría
20. Gaudium el spes, n, 16. acogida a la Yeritatis splendor», XX Siglos, 5
21. VV.AA.••¿En qué consiste la ética cívica?, (1994), n. 18,39-4.

ISEGORfAl10 (1994) 157

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