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La preocupación por una alimentación más sana y un estilo de vida más saludable, es
también preocupación de la cultura del vino. Hoy sabemos que el tanino de los vinos
tintos cuando se practica un consumo moderado ayuda a mantener más limpias
nuestras arterias, contribuyendo a evitar enfermedades cardiovasculares. Asimismo
recientes estudios han demostrado que el resveratrol, una sustancia que se encuentra en
la piel de la uva negra, puede ayudar a retrasar el envejecimiento y prevenir
enfermedades geriátricas como el Alzheimer.
Distintos estudios científicos han demostrado que los habitantes de los países que
siguen la dieta mediterránea y por tanto consumen vino en cantidades moderadas tienen
un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Esto llevó a la comunidad
científica a estudiar este tema en profundidad, comparando los datos de diferentes
países europeos con resultados en muchos casos sorprendentes y contradictorios. Tal
fue el caso de Francia. Resultaba paradójico que los franceses mostrasen altos niveles de
colesterol, (debido al consumo de mantequillas, natas y quesos) y, sin embargo,
presentaran una mortalidad baja por problemas de corazón. A este hecho se le llamó " la
paradoja francesa". Más tarde, se observó que los franceses a diferencia de los
habitantes de los países nórdicos tomaban en las comidas una copa de vino tinto.
El estudio MONICA ha demostrado que consumir una o dos copas de vino, reduce el
riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, por encima de los 30
gramos diarios el alcohol causa graves daños en el hígado, el cerebro y el corazón
A partir de ahí, la atención fue dirigida a los componentes no alcohólicos del vino tinto
y al análisis de los taninos. Los taninos son sustancias naturales, astringentes y amargas
que proceden de la maceración de los hollejos y de la crianza en madera. Su presencia
se percibe en la lengua y en las encías. Los taninos frutales procedentes de la piel de la
uva macerada en el mosto son más saludables y finos, mientras que los taninos de la
madera son algo más agresivos.
Pero lo importante es que se descubrió que el pellejo de las uvas negras contiene un
amplio rango de compuestos fenólicos. Concretamente ácidos fenólicos, flavonoides y
resveratrol que tienen una gran capacidad de proteger a las lipoproteínas LDL de la
oxidación. (Inhiben el colesterol malo, que una vez oxidado pasaría a formar una placa
de ateroma en la pared de las arterias). La "paradoja francesa" tenía su explicación: una
copa de vino tinto en las comidas contribuye a evitar que las plaquetas sanguíneas se
aglutinen.
Verduras y frutas en general y especialmente el té, las cebollas, las manzanas, la uva de
mesa y la soja... Tienen un cometido útil en el caso de que nuestro organismo deba
luchar contra las bacterias, pero en contrapartida son responsables del endurecimiento
de nuestras arterias (arteriosclerosis) . Podemos combatir los radicales libres
consumiendo antioxidantes artificiales (vitamina C, vitamina E, beta carotenos) o
recurriendo a una alimentación sana con altas dosis de verduras y frutas frescas, aceite
de oliva y vino tinto con moderación.
Otra sustancia beneficiosa es el resveratrol, que forma parte de los pigmentos y que
protege a la uva contra el ataque de los hongos. Recientemente, un grupo de
investigadores de la Universidad de Harvard ha demostrado que el resveratrol, que
abunda en la piel de la uva negra, es capaz de estimular, las sirtuinas, unas enzimas
celulares que regulan el envejecimiento de todos los organismos vivos. De todos los
compuestos que probaron los investigadores, el que más estimuló a la enzima fue el
resveratrol, por lo que el consumo moderado de vino tinto puede ayudar a retrasar el
envejecimiento y prevenir enfermedades geriátricas como el Alzheimer.
Los contenidos en resveratrol del vino son variables según los viñedos y las regiones de
producción y se sabe que están en relación con el estímulo de las reacciones de defensa
de la vid en respuesta a una infección parasitaria.
1. Acción antiespasmódica
3. Acción antibacteriana
8. El consumo de vino tinto moderado durante las comidas palia la pérdida de memoria,
por insuficiencia circulatoria cerebral, propias de personas de edad avanzada.
9. Actúa contra una enfermedad muy de moda: la anorexia o falta de apetito al estimular
los órganos olfativos y gustativos.
10. Estos beneficios solo se producen con dosis moderados, nunca más de 30 gramos al
día
Hoy día es habitual acompañar la comida con un poco de vino. Esta costumbre se ha
convertido en un hábito saludable entre la población adulta. Cada vez son más los
efectos beneficiosos que conocemos del vino en materia de nutrición y salud. Los
resultados de estudios recientemente publicados aportan nueva luz sobre los
mecanismos a través de los cuales el vino ejerce un efecto protector sobre el sistema
cardiovascular.
Según el estudio Efectos del consumo moderado de vino y de la ginebra sobre los
marcadores sistemáticos de la arteriosclerosis, realizado en el Hospital Clínico de
Barcelona por el prestigioso equipo del Dr. Urbano y con el Dr. Ramón Estruch como
investigador principal, beber vino con moderación reduce la mortalidad por infarto y
enfermedades cardiovasculares, en general. Además, el vino es un poderoso
antioxidante y antiinflamatorio, por lo que actúa como inhibidor en las primeras fases
de la arteriosclerosis.