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La Colonización Agrícola en la República Dominicana

Author(s): John P. Augelli


Source: Revista Geográfica, T. 32, No. 58 (1.o SEMESTRE 1963), pp. 181-197
Published by: Pan American Institute of Geography and History
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40991738
Accessed: 21-06-2016 23:23 UTC

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La Colonización Agrícola en la República
Dominicana (*)
John P. Augelli
Universidad de Kansas

La colonización agrícola como técnica para abrir nuevas fronteras, para


poblar áreas de poca densidad demográfica, y para atraer inmigrantes del
estranjero, ha sido motivo de experimentos extensos en Latino-américa du-
rante el última siglo. La colonización ha sido intentada con resultados
diversos en el Brasil, Chile, Paraguay, Perú y otros paises latinoamericanos.
A pesar de estas experiencias, sin embargo, la base de información que
puediera servir de guía a la colonización futura resulta limitada y plena de
controversias. Hay pocos estudios autorizados, por ejemplo, sobre asuntos
como la cantidad de tierra necesaria por familia campesina bajo distintas cir-
cunstancias económicas y físicas, si se le debe dar preferencia a los ciudadanos
nacionales o a los extranjeros en la selección de colonos, qué papel debe
desempeñar el gobierno, y otras cuestiones importantes que propicien el éxito
o el fracaso de nuevas empresas. Las colonias que existen se han desarrollado
con tal variedad de condiciones ambientales, de posibiladades económicas y
materiales culturais, que las generalizaciones son difíciles y el establecimiento
de principios que sirvan de guía, exige investigaciones ulteriores.
En la actualidad, tal vez el experimento más rico de referencias de latino-
américa para aclarar los problemas y la técnica de la colonización es la extensa
tentativa que se lleva a cabo en la República Dominicana (Fig. 1).
Como guía potencial, el programa dominicano tiene varias ventajas: se
ha venido desarrollando por más de treinta años; ha empleado a nacionales
y a extranjeros como colonizadores; y ha funcionado bajo una multiplicidad
de condiciones físicas. Igualmente importante, el entusiasmo creciente pot
el programa indica un éxito mayor del esfuerzo colonizador en este pais anti-
llano que en otras partes de Latinoamérica.
Este ensayo examinará la experiencia dominicana como un ejemplo que
pueda aclarar algo los problemas generales y los procesos de la colonización,
y a la misma vez, tratará algunos de los cambios importantes que han ocurrido
en los patrones de población, economía y utilización de tierras en la República
Dominicana durante los últimos 30 años, (i)

EVOLUCIÓN DEL PROGRAMA DE LA COLONIZACIÓN

Mientras el programa dominicano para le extensa colonización agrícola es


principalmente un desarrollo de los últimos treinta años, algunas de sus raíces

( * ) La investigación para este estudio se hizo durante el verano de 1959 con la


ayuda de la Organización de Estados Americanos y la Universidad de Maryland.

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Fig. 1 - La República Dominicana: divisiones políticas y red de vías de comunicación.

se encuentran profundamente incrustadas en el pasado. La motivación más antigua


y más persistente para le establecimiento de las colonias, viene del miedo tradicio-
nal a la población creciente de Haití y a la necesidad de defender las fronteras
poco pobladas contra la infiltración haitiana. Los hombres de estado han
reconocido el valor estratégico de un cinturón fronterizo de poblaciones cam-
pesinas para contrarrestar la presión de los haitianos, desde el tiempo de la
independencia en 1844; (2) y el establecimiento de colonias fronterizas, pre-
feriblemente compuestas de emigrantes europeus, ha sido uno de los temas más
repetidos de la historia dominicana. (3) A pesar de este antiguo interés, no
se hizo sin embargo ningún esfuerzo de envergadura hasta 1927, cuando unas
pocas colonias experimentales, compuestas exclusivamente de nacionales domi-
nicanos fueron establecidas en la frontera haitiana. (4) Por el año 1930, el
año de la ascensión de Trujillo al poder, existían nueve de tales colonias agrí-
colas con un área asignada de 46,333 acres de tierra laborable. (5)
A juzgar por las malas condiciones económicas de estas colonias y el
pequeño número de personas atraídas hacia la frontera, el esfuerzo de la
colonización inicial fue un fracaso. Los factores que contribuyeron a este
fracaso fueron numerosos, pero principal entre ellos fueron: a) la inestabi-
lidad de la política nacional y la virtual bancarrota del Gobierno que limitó
la ayuda económica a los colonizadores; • b) el carecer de transportes adequa-
dos que aisló las colonias fronteirizas de los centros nacionales en el Cibao
y en el sur de la república; c) el no haber tomado en cuenta las limitaciones
ambientales, particularmente la poca precipitación.

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Pero a partir de la ley de 1934, (6) se afirmaron las bases de una ràpida
extension del programa de colonización agrícola. El número de colonias aumen-
tó desde 9 en 1930 a 50 en 1953, y a mediados de 1959, había 67 colonias
en el país con muchas otras en preparación (Fig. 2). El número de personas
comprendidas en el esfuerzo de colonización llegó a ser de 100,000 ocupando
medio millón de acres de terreno aproximadamente, y el valor ocumulativo
de la producción de estas colonias ha sido estimado oficialmente como RD$
58,511,000. (7) Aproximadamente en un tercio de los casos, la propiedad de
la tierra ha sido transferida a los colonos, y por lo tanto estas unidades ya no
están inscritas como "colonias" en las estadísticas del gobierno. (8)
El programa de colonización que hizo posible estas realizaciones no nació
prefabricado en un momento dado. Fue desarrollado a través de tres décadas
como respuesta a un proceso de pruebas y errores que tomó en consideración:
a) la necesidad de ajustarse a las diferencias ambientales de los distintos luga-
res donde se establecieron las colonias; b) las condiciones y aspiraciones eco-

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Fig. 2 - Poblamento originado en las colonias agrícolas.

nómicas de cada grupo de colonizadores; c) el papel asignado a cada colonia


dentro del plan maestro según el interés económico y político nacional. Ha
habido una revisión periódica de las leyes de colonización adaptándolas y cam-
biándolas de acuerdo con las necesidades y las condiciones requeridas. (9)
Esta flexibilidad legal junto con la política de considerar la colonización como
una parte integral del plan total del desarrollo económico nacional se levanta
como una afirmación primaria del programa.
RELACIÓN DE LA COLONIZACIÓN CON EL DESARROLLO NACIONAL EN GENERAL

El rápido crecimiento de las colonias de la República Dominicana desde


principios de 1930 está unido, sobre todo, al adelanto general de las condi-
ciones socio-económicas del país. La relación estrecha entre el programa de
colonización y el plan maestro de desarrollo nacional ha traido como resultado
una ayuda mutua, tanto para el desarrollo total del país como para la expan-
sión de las colonias grícolas. (10)

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Un análisis detallado del rápido desenvolvimiento de la República Domi-


nicana en los ulitmos 30 años no es posible dentro de los límites de este ensayo,
pero las más salientes realizaciones se ven claras, (n) Gracias a la ventaja
producida por el primer período de establidad política que ha disfrutado el
país en más de 150 años, los dominicanos han sido capaces de lograr una
virtual revolución en la utilización de sus recursos naturales y económicos,
y una impresionante transformación en el panorama de su propio país. Entre
los logros pueden contarse un aumento destacado en el valor de la producción
nacional (gross national product), un aumento de población de un millón en
1930 a 2.7 millones en 1959, y una rápida expansión de las áreas cultiva-
das. (12) Por añadidura, se estableció orden donde existía la inestabilidad;
la bancarrota fue reemplazada por un equilibrio de la economía nacional y la
moneda se puso a la par del dólar. Además un atrevido programa de educa-
ción ha reducido ostensiblemente el analfabetismo, y un amplio plan de ser-
vicios sociales ha beneficiado tanto a la salud como al bienestar público. Fi-
nalmente, una red de modernas carreteras, que cubre más de 3,000 millas, lia
sido construido (Fig. 1) y se han irrigado más de 300,000 acres de tierra. (13)
Aunque la colonización fue positivamente afectada por todos los aspectos
del desarrolo nacional, el crecimiento del transporte y de la irrigación fueron,
tal vez, los instrumentos de ayuda más importantes en la expansión de las
colonias agrícolas. En contraste con las otras antillas, la República Domini-
cana nunca ha tenido problemas de espacio vital (14) pero para el 1930,
la mejor tierra en cuanto a clima y accesibilidad (como el este del Cibao, la
costa norte alrededor de Puerto Plata, y las tierras ricas de la costa sur),
ya había sido adjudicada. (15) Como resultado de todo esto, gran parte del
terreno disponible para la colonización estaba en las regiones subhúmedas del
oeste del Cibao, en la zona árida de la costa sur este, en la frontera de
Haití (Fig. 3), en las tierras pantanosas alrededor del golfo de Samaná, y en
los valles menos accesibles de la Cordillera Central, (16) Aprendiendo de los
fracasos del 1927, los planificadores dominicanos pusieron gran énfasis tanto
en la irrigación como en el transporte (Fig. 1). Cada colonia agrícola se

Fig. 3 - Trazos generales de distribución de las lluvias y de la temperatura


en la República Dominicana.

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situó cerca de una carretera con accesibilidad a un mercado; ninguna colonia,


por ejemplo, queda a más de ocho horas de camino en camión de Ciudad
Trujilío (Santo Domingo). En esta manera los planificadores han asegurado
que cada colonia quede económica y politicamente integrada con el resto
del país.
La irrigación ha tenido una importancia casi igual al transporte en la
colonización agrícola. El conjunto de tierras con irrigación ha aumentado de
7,500 acres, en 1930 a más de 380,000 acres en 1959. Existen unos 95 ca-
nales de irrigación construidos al costo de RD$ 30,000,000, y otros trabajos
adicionales se están construyendo o se están planeando. (17) No toda la
tierra irrigada ha sido incorporada a las colonias, pero a la mayor parte de
las colonias establecidas en regiones subhúmedas se le concedió por lo menos
parte de sus tierras en lugares irrigados. (18)

AYUDA Y SUPERVISION GUBERNAMENTALES

Además de los efectos beneficiosos que se originam del desarrollo eco-


nómico general del país, el crecimiento rápido de la colonización ha sido tam-
bién facilitado por una directa y efectiva política de ayuda y supervisión del
Gobierno. Los principales rasgos de esta ayuda incluyen donaciones de tierras,
y por lo general, una casa construída a expensas públicas. Además, herra-
mientas, semillas, animales de trabajo y hasta muebles, en muchas ocasiones,
se les han dado de gratis. A la colonia se le exime de impuestos hasta que
tenga solvencia económica suficiente, y los colonizadores reciben subsidios en
efectivo por un período indefinido de tiempo o por lo menos hasta que
recogen las primeras cosechas. Si las colonias están en un lugar lejano de
los, servicios sociales, el Gobierno construye una iglesia, una escuela elemental
y provee asistencia médica. De esta manera, el colonizador actualmente puede
empezar, sin tener más propiedad que la ropa puesta y en un período de 8
a 10 anos, convertirse en un pequeño propietario independiente.
En cambio, el Gobierno se reserva el derecho d z seleccionar a los colo-
nos, supervisar cada fase del desarrollo agrícola y dar por rescindido el con-
trato con los colonizadores que dejan de cumplir las regulaciones. Los prin-
cipales términos del contrato son que el colonizador tiene que ocupar la tierra
y labrarla personalmente; que no puede vender, alquilar, o dividir la posesión
hasta que no adquiera los derechos de propiedad; y que debe cultivar el pro-
ducto que el Gobierno le especifica en el 90% de su parcela. Un director
(generalmente un agrónomo) asignado por el Gobierno está encargado tanto
de enseñar como de aconsejar a los colonos en materias de agricultura, y de
mantener un enlace constante entre los colonos y las autoridades gubernamentales.
En fin, la supervisión gubernamental de las colonias ha sido muy deta-
llada, y las regulaciones han sido estrictamente enforzadas. A un observador
ajeno no familiarizado con las condiciones locales, puede parecerle excesiva
esta regimentación. Pero considerando la pobleza, la falta de conocimiento,
y la iniciativa limitada de muchos de los colonos, la estricta supervisión resulta
beneficiosa para los mismos. Como un ejemplo de la insistencia del Gobierno
en dictar lo que se debe producir en el 90% de la tierra, podemos señalar que

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esto tiene el propósito de asegurar que el colono produzca la mayor parte de


la comida que necesita y además, garantizarle un mercado efectivo a sus cose-
chas comerciales. De esta manera se evita la superproducción, y se acrecienta
aquellas cosechas de los productos más necesitados en el mercado nacional.
Una supervisión de esta naturaleza se abandona, por supuesto, cuando el colono
adquiere el derecho de propiedad sobre su tierra.

CLASIFICACIÓN Y FUNCIONES

La clasificación de las colonias de la República Dominicana de acuerdo


con la función, localization, origen étnico de los colonos y otras características
distintivas, revela numerosas categorías. Estas categorías no son siempre tan
particularizadas; pero la diferenciación que existe provee al observador medios
para un análisis más amplio.
Tal vez la clase más importante de colonia es la fronteriza. Este tipo ha
sido siempre la niña de los ojos del programa de la República Dominicana,
fue el primero en establecerse y todavía es uno de los más favorecidos. Móvi-
les especiales para la colonización fronteriza incluyen la adquisición de los
derechos de propiedad en ocho años en vez de diez, una asignación de terrenos
por colono generalmente mayor a la que se le concede en las otras clases
de colonia, una reducción de impuestos al 50% para todas las contrataciones
comerciales, y otras concesiones. Por añadidura, el gobierno ha sido parti-
cularmente pródigo con obras públicas en la zona fronteriza, no solo para
atraer a más colonizadores, sino para enfatizar el contraste favorable con Haití
y lograr una más rápida "dominicanización" de los antiguos comarcanos que
habían sido expuestos a la influencia haitiana. La función estratégica de la
colonia fronteriza es obvia, tanto por su situación como por su distribución.
La mayor concentración está a lo largo de las rutas tradicionales de invasión
haitiana - la ruta norte que va desde el Piain du Nord haitiano hacia el
Cibao dominicano, y el camino sureño que se dirige de la frontera haitiana

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V FRONTIER COLONIES

Fig. 4 - Distribución de las colonias de fron- Fig. 5 - Composición étnica de las colonias
tera. Nótese su localización en relación a las activas actuales.
notas tradicionales de las invasiones oriundas
de Haiti.

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hacia Azua y la capital dominicana (Fig. 4). Se le ha dado preferencia a


nacionales dominicanos en las colonias fronterizas, pero la ley permite que
hasta el 10% de los colonos pueden ser extranjeros.
De acuerdo con el origen étnico del personal, las colonias dominicanas
(incluyendo las fronterizas) se pueden clasificar como: a) extranjeras; b) na-
cionales; c) mixtas, o sea que incluyen ciudadanos dominicanos y extranjeros
(Fig. 5). La colonia extranjera es la menos común, en parte porque - tanto
por medio del plan, como por el proceso normal - las colonias de extranjeros
tienden a convertirse rápidamente en mixtas cuando los dominicanos se incor-
poran a las mismas. En parte la escasez de colonias extranjeras es porque
la immigración de que se nutren está limitada.
La República Dominicana siempre ha tenido la esperanza de atraer a un
número mayor de emigrantes (preferentemente europeos) y ha tratado de usar
su programa de colonización como un aliciente (particularmente para atraer
a grupos de refugiados). Ulna política de "puertas abiertas", con el fin de
conseguir hasta 2,000,000 (19) de inmigrantes se inició en 1938 con la fun-
dación de Sosúa, una colonia de refugiados hebreos que vinieron de Alemania
y otros países centro- europeus. (20) En 1949 se invitaron refugiados de la
China comunista y a los que escapaban de los países satélites de Europa. La
política de "puertas abiertas" se continuó con los refugiados de la revolución
húngara y más recientemente, con los japoneses ansiosos de establecerse en el
extranjero. Como consecuencia de esta política, el número total de extranjeros
atraídos hacia las colonias (y hacia el país en general) no es grande, pero sí
representa una amplia variedad de grupos étnicos, incluyendo españoles, un
pequeño número de húngaros, el remanente de los hebreos de Sosúa, y un
creciente grupo de japoneses. Virtualmente todas las colonias extranjeras son
ahora japonesas y evidencian que esta immigración aumentará en el futuro.
A fines de 1958 había más de 1,200 españoles, 103 húngaros y 1,183 japo-
neses envueltos en la tarea de la colonización. (21) Los grupos europeos se
encuentran principalmente en el tipo mixto de colonia, situado a menudo
en las tierras altas de los valles de la Cordillera Central, como Constanza
y Jarabacoa, en donde el clima es menos tropical que en la mayor parte del país.
Las colonias nacionales que son, por supuesto, las más numerosas podrían
ser subdivididas de acuerdo con el origen de su personal. No tenemos a
mano cifras precisas, pero un estudio de colonias seleccionadas al azar revela
que algunas de ellas han sido formadas por habitantes oriundos de los arra-
baldes urbanos que han venido a reestablecerse en campo; otras representan
grupos que fueron trasladados de zonas rurales de sobrepoblación o de áreas
de terrenos agotados. En general, la majoría de las personas en las colonias
nacionales eran antiguos campesinos sin tierras, o habitantes urbanos que apro-
vecharon la oportunidad que les ofrece la colonización, para adquirir tierras
y mejorar su condición económica.

COLONIAS REPRESENTATIVAS

Las circunstancias no permitieron una minuciosa inevstigación en todas


las colonias existentes; pero un esfuerzo se hizo para enfocar el estudio en

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colonias representativas de cada uno de los tipos mencionados anteriormente.


Una de las colonias investigadas en detalle ha sido "La Vijía", una colonia
japonesa de 60 familias, situada cerca de Dajabón en la frontera. El grupo
reside en la República Dominicana desde hace tres años y todavía recibe sub-
sidio gubernamental y no paga impuestos. Tuvo su punto de partida con
unas 15 acres irrigadas por familia. Los japoneses dieron mayor énfasis a la
producción de arroz, vegetales y a productos especializados tales como el cultivo
de las flores. Además, algunos de los colonos se dedicaron a pescar parte
del tiempo, porque tenían cerca la Bahía de Manzanilla. El proceso de asi-
milación de la nueva cultura, según la opinión del Director dominicano, pro
gresa rápidamente. Algunos de los colonos más jóvenes ya pueden hablar un
poco de español; algunos se han convertido al catolicismo; y todos los Nisei
van a escuelas dominicanas. (22) A juzgar por las casas, los animales de tra-
bajo, las bicicletas, camiones y otros equipos (Fig. 6), la colonia da la posi-
tiva impresión de que está bien avituallada. (23)
Baoba del Piñal, una colonia situada cerca de Julia Molina, al lado opues-
to de la Isla, se inició con un grupo de unos 750 colonos españoles en 1955.
Muchos de los colonos originarios se han ido a la ciudad y la tierra que han
abandonado ha sido tomada por dominicanos, de manera que ahora la colonia
es de clase mixta en vez de "estranjera". Los españoles que han permane-
cido, sin embargo, han logrado un nivel de vida más alto que el que tenían
en España. (24) El promedio de extensión de la tierra es de 30 acres (25)
por familia, y la producción agrícola abarca una amplia variedade de pro-
ductos comestibles, con énfasis en cacahuete, como especialización comercial.
Las casas a menudo se construyen con ladrillos de adobe y son generalmente
de más alta calidad que las de las colonias japonesas o dominicanas (Fig. 7).

Fig. 6 - Colonia nipónica de la Vigía, cerca de Dajalón, en la frontera.

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Fig. 7 ■J- Colonos españoles en Baoba del Plifíal, cerca de Julia Molina en la costa
Nordeste. Nótese la casa más estable y la énfasis dada a la producción de mani,
importante cash-crop.

Sosúa, una colonia hebrea, al este de Puerto Plata, difiere de las otras
colonias, tanto en el aspecto económico como en el sabor cultural. Fue fun-
dada en 1938, como muestra de la política de puertas abiertas, que el Gobier-
no dominicano adoptó con respecto a los refugiados políticos de Europa. La
colonia se inició con un grupo de 670 personas, pero desde 1938 hasta ahora
las dos terceras partes se trasladaron a las ciudades, a los Estados Unidos
y a otros lugares. Sin embargo, los que se quedaron han hecho una buena
labor, logrando un nivel de vida que no sólo es más alto que el de todos los
grupos colonizadores en la República Dominicana, sino que se puede comparar
favorablemente con las normas de vida europeas y norteamericanas. Sosúa se
especializa en productos lácteos, y está desarrollando el turismo como otra fuente
de ingreso. (26) La colonia todavia mantiene un sabor europeo muy mar-
cado. Además del español, que todos hablan, el 70% de los colonos habla
inglés y muchos también saben alemán, vidish, francés, checo, polaco o hún-
garo. Las comidas que preparan para los turistas son de caráter cosmo-
polita. (27)
Otras colonias incluidas en los casos estudiados, son "La Carbonera",
colonia fronteriza fundada en 1959 por 202 familias pobres de Ciudad Tru-
jillo; (28) "La Fe", (29) cerca de Dajabón compuesta de campesinos de las
áreas agotadas de la costa norte; "Libertador", una colonia nacional fundada
en la frontera en 1945: "Las Cuevas" (30) y "Sánchez Ramírez", cerca de
Coutí, y "Matanzas" en la costa sur al oeste de Ciudad Trujillo.
Basándose en estos estudios comparativos y de acuerdo con el material
disponible, otras características del programa de colonización dominicana pue-

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den ser deducidas. Por supuesto que la cantidad de tierra dada a los coloni-
zadores varía ampliamente, tanto de acuerdo con el ambiente físico, como
con otras consideraciones. Los colonos de regiones más húmedas, reciben me-
nos tierras que aquellos de áreas áridas subhúmedas. Donde el clima es sub-
húmedo se les da menos tierra, si toda o parte de la misma, está irrigada en
alguna forma. Todos los colonos cultivan productos básicos para su manu-
tención, pero los cultivos comerciales varían de acuerdo con las circunstancias
ambientales y los dictados de la necesidad nacional. Maní (31) se cultiva en
casi todos los lugares. El arroz predomina en los trechos irrigados del oeste
y en las zonas más húmedas del este. Las colonias de las tierras altas, con-
centran sus cultivos en fructos y vegetales de latitudes medias y en productos
lácteos.
Aunque se observa uniformidad en la vivienda, se comprende, por los
casos estudiados, que las casas habitadas por europeos son más sólidas y de
mayor valor que las de los nacionales y japoneses; y las viviendas en las colo-
nias organizadas recientemente son de mis alta calidad que en las primeras
colonias fundadas. La calidad de la vivienda promedio en las colonias agrí-
colas es alta en comparación con el nivel de calidad que se encuentra en las
areas rurales dominicanas, pero es baja en términos de las aspiraciones del
colono europeo. La ayuda del gobierno para herramientas, muebles, etc varía
lo mismo que para la construcción de viviendas, pero no se pudo obtener datos
específicos sobre esta variación.

Fig. 8 - Casa y vacas lecheras típicas de los colonos judíos en Sosúa, en la costa,
a leste de Puerto Plata. (Foto del Centro Dominicano de Informaciones).

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tnsthuto Pan-Àmericano âe Geografia e Historia 191

Fig. 9 - Casas de colonos en Carbonera, un núcleo fondado para antiguos ocupantes


de colmena de la capital. Esta es una de las muchas colonias "nacioniales" establecidas
en la frontera.

El grado de éxito de los colonizadores no es el mismo en todos los


casos. Como ha ocurrido en otros países latinoamericanos, los colonos japo-
neses en la República Dominicana parecen haberle sacado más provecho a las
oportunidades, pero otros extranjeros, como el remanente del grupo judío en
Sosúa, también han tenido un bueno éxito. En igualdad de condiciones, las
colonias fronterizas han progresado más que las unidades localizados en otros
lugares, las colonias cuyo personal estaba formado por campesinos experimen-
tados han tenido más éxito que aquellas de habitantes de la ciudad; y las
colonias fundadas más recientemente han prosperado más que las antiguas.
En todos los lugares, sin embargo, se muestra que los temas centrales del
programa del gobierno, han sido la flexibilidad para acometer condiciones dife-
rentes, corregir los errores del pasado, y lograr adelantos dentro del alcance
de las limitaciones existentes.

SUMARIO Y CONCLUSIONES

La experiencia de los últimos 30 años indica que, por lo general, el


programa de colonización agrícola dominicano ha sido un éxito, y el esfuerzo
colonizador continuará siendo una parte importante del programa de fomento
económico del gobierno dominicano. La colonización ha permitido que miles
de campesinos sin tierras, las adquirieran, y por lo tanto, ha levantado su
nivel de vida; ha logrado utilizar los terrenos baldíos situados entre los mayores
centros de población y ha logrado enlazar al país en un conjunto más efectivo.
Las colonias han contribuido a darle un mayor aumento a la producción eco-
nómica de la República Dominicana en las recientes décadas y también, es muy
importante, que han ayudado a establecer una faja de población dominicana
a lo largo de la frontera con Haití. Una consecuencia de menor importancia
es que la colonización ha ayudado al proceso de descongestión de los arra-
baldes de las ciudades, y ha reducido el peligro de un movimiento artificial

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del campo hacia la ciudad, que es uno de los grandes problemas en toda
Latinoamérica.
La experiencia dominicana trae la conclusión ineludible que (con la
excepción de los japoneses) las colonias extranjeras han tenido menos éxito
que las nacionales, aún cuando los grupos extranjeros han recibido, general-
mente, más tierras, mejores casas y otras ventajas. Esto se debe en parte, a
los métodos deficientes de selección de los extranjeros. Muchos de los ex-
tranjeros vinieron como refugiados y por lo tanto, poca discriminación se pudo
hacer para escoger a los colonos propiamente calificados. Además, muchos de
los refugiados, como los húngaros, eran gente de ciudad sin experiencias como
campesinos, y tuvieron que ajustarse no solamente a un ambiente que era radi-
calmente diferente al que estaban acostumbrados en Europa, sino que tuvieron
que aprender los rudimentos de una nueva ocupación y patron de vida. Bajo
estas circunstancias, no nos sorprende que muchos colonos extranjeros hayan
abandonado sus parcelas de tierra para irse a las ciudades en donde sus talen-
tos "urbanos" les han encontrado empleos más adecuados. Pero lo más im-
portante para explicar tanto la actitud negativa de los colonos extranjeros como
el reducido número de inmigrantes europeos atraídos hacia la República Domi-
nicana, es el factor de que, aunque el nivel de vida en las colonias es bueno
comparado con los niveles del Caribe, no resulta siempre atractivo para los
europeus. De los europeos que se decidieron a venir, por ejemplo, los colo-
nos españoles precedían de los grupos más pebres de su tierra, mientras que
los húngaros y los hebreos vinieron solamente como resultado de compulsiones
políticas en sus países. Es obvio, por lo tanto, que teniendo la oportunidad
de emigrar a los Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina y otras áreas,
económicamente más atractivas, los europeos no van a seleccionar da Repú-
blica Dominicana. Hasta ahora, sólo los japoneses y los españoles, por circuns-
tancias de mayor pobreza, están dispuestos a aceptar las posibilidades ofrecidas
por la República Dominicana, y solamente estos dos grupos están hoy aumen-
tando su población. No hay que decir que las fuentes de población más
accesibles para la colonización de extranjeros, en la República Dominicana,
están en Haití y en las otras Antillas sobre pobladas, pero éste es precisa-
mente el tipo de población que los dominicanos consideran menos deseable.
Hay varias inferencias tentativas sacadas de la experiencia dominicana que
pueden servir de guías en programas de colonización en otros países: 1) un
programa de colonización debe ser muy flexible con respecto a la cantidad de
tierra y otras ayudas dadas a los colonizadores; 2) la producción de la tierra,
no sólo debe ser suficiente para la subsistencia, sino que debe permitir un
exceso de producción vendible; 3) la participación en la colonización debe
proveer al colono la oportunidad de mejorar su condición económica previa;
4) las colonias aisladas fracasan; las facilidades de transportes y comunica-
ciones deben ser suficientes para asegurar la esencial integración económica
y social de la colonia con el resto del pais; 5) si la empresa colonizadora
no permite un "nivel de vida europeo", preferencia en la selección de colonos
se le debe dar a los nacionales en vez de extranjeros, (los japoneses y posi-
blemente otros pueblos no - europeos pueden ser excepción a esta regla);
6) cuando se empleam extranjeros, las colonias deben ser mezcladas con na-

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cionales, no sólo para facilitar el intercombio de las técnicas agrícolas, sino


también para cimentar el camino hacia una asimilación del extranjero; 7) la
discriminación en la selección de los colonos es vital; se le debe dar prefe-
rencia a las parejas jóvenes y vigorosas con algún conocimiento de las labores
agrícolas; y en el caso de extranjeros, la tradición cultural no debe ser tan
exótica que pueda chocar con las creencias y las costumbres locales; 8) en todo
caso se debe proveer la enseñanza de las técnicas de cultivo a los coloniza-
dores; 9) mientras la colonia no tiene "sus pies en tierra firme", la ayuda
del Gobierno y su supervisión parecen preferibles a la iniciativa privada del
colono; 10) los gobiernos, sin embargo, no deben encarar la colonización
como un esfuerzo separado encaminado a lograr resultados específicos, sino
como una parte integrada del desarrollo total nacional; 11) el experimento
dominicano también muestra que la colonización puede servir no sólo para
propósitos corrientes de poblar tierras vacías, sino también para otros aspectos,
como para despoblar los arrabaldes urbanos, y reducir los movimientos arti-
ficiales hacia los pueblos.
RECONOCIMIENTO

Para la investigación que hizo posible este ensayo, el autor recibió ayuda
de un gran número de personas e instituciones de la República Dominicana,
de manera que es imposible mencionarlos a todos en una breve nota. Su deuda
es particularmente grande com el Ledo. Arturo Despradel y con los Profes-
sores Augusto Ortega, Osear Cucurullo y Salvador Fernández de la Universidad
de Santo Domingo, con el señor Mario Sánchez de la Secretaría de Agricultura,
Pecuaria y Colonización; con el Agrónomo Vicente Tolentino Rojas con el Ins-
tituto Cartográfico Militar.
NOTAS

( 1 ) La polémica política que se produjo con la ascensión al poder por Trujillo


en 1930, sirvió para oscurecer mucho progreso económico y los grandes cambios
en el panorama geo- económico de la República Dominicana.
( 2 ) Los dominicanos consideran su fecha de independencia, desde la expulsión de
los Haitianos en 1844. No se ocupan de unas pocas semanas de independencia
que precedieron a la invasión Haitiana en 1821-1822, ni de que fueron some-
tidos al dominio español de 1861 a 1865.
( 3 ) Manuel A. Machado Báez: "La Dominicanización Fronteriza". Vol. 3, La Era de
Trujillo: 25 Años de Historia Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, página 230.
( 4 ) Las colonias fronterizas que se establecieron en 1927 fueron "Mariano Cestero",
"Capotillo", "Hipólito Bulini" y "Trinitaria" en el norte y "Pedernales" y
"Banano" en el sur.
( 5 ) A. Alvarez Aybar: "La Política Social de Trujillo", Vol. 4. La Era de Trujillo:
25 Años ¿be Historia Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, pp. 226-227.
( 6 ) Vea la ley no. 758 de 9 de Octubre de 1934, en la Gaceta Oficial de la Repú-
blica Dominicana, Ciudad Trujillo, República Dominicana.
(7) El peso dominicano está a la par del dólar americano, (1959).
( 8 ) Estas cifras fueron obtenidas en julio de 1959, del Sr. Mario Sánchez de la
Secretaría de Estado de Agricultura, Pecuaria y Colonización. La colonización
avanza con tal rapidez que estos datos indudablemente estarán atrasados en la
fecha de esta publicación.
( 9 ) Vea particularmente la ley No. 1783 del 18 de Agosto de 1948 y la ley
No. 3589 del 27 de Junio de 1953, publicadas en la Gaceta Oficial de la
República Dominicana.

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194 Revista Geográfica

(10) La importancia inherente a la colonización y sus relaciones con la economía


pueden verse por el nombre que se le ha dado al departamento de agricultura
- "La Secretaría de Agricultura, Pecuaria y Colonización".
(11) Vea John P. Augelli: "The Dominican Republic", Focus, Vol. X, No. 6,
Febrero de I960.
(12) El montante de tierras bajo cultivo en 1959 está estimado en 23% del área
total del país, con 12% más dedicado al pasto natural.
(13) República Dominicana, Dirección General de Estadísticas, "Síntesis de la Actua-
lidad Económica y Social de la República Dominicana" (Mimeògrafo), Ciudad
Trujillo, República Dominicana, 1959.
(14) La densidade poblacional del país (140 personas por milla cuadrada) es una de
las más bajas de las Antillas.
(15) La mayor concentración de habitantes en la Republica Dominicana está en las
ricas llanuras del este del Cibao entre Santiago y San Francisco de Macorís.
Esta área unida con las contiguas partes de la costa norte contiene más de la
mitad del total de población del país: El área metropolitana de Ciudad Tru-
jillo la zona costanera del sur de San Cristóbal a la Romana, tienen aproxi-
madamente una tercera parte más: y el resto está dispersado entre las zonas
de la frontera, las varias regiones montañosas y los campos de pasto de El Seibo.
(16) Los campos y el clima en la República Dominicana son los más variados y
complejos del Caribe. Amplias diferencias de elevación y precipitación (Vea
Fig. 3), resultan en un mosaico de ambientes para el cultivo.
(17) La extensión de los canales es de 2,521 kilómetros de largo con una capacidad
de 206.42 metros cúbicos de agua por segundo, (Estos datos fueron suminis-
trados por la dirección general de estadísticas, Op. Cit., p. 8).
(18) Observaciones del campo indican que las tierras drenadas alrededor de Samaná
y de otras partes del este están siendo habilitadas para la colonización.
(19) Un informe de la Institución Brookings, resena un desconsolador cuadro sobre
la conveniencia de las colonias de -refugiados en la República Dominicana.
(Vea Brookings Institution : "Refuge Settlement in the Dominican Republic",
A Survey conducted under the auspices of the Brookings Institution", Wash-
ington, D. C, 1942), Los Dominicanos, como es natural, se irritaron con las
negativas conclusiones de este estudio y procedieron a corregir muchos errores
de procedimiento en un reporte preparado por ellos mismos. (Vea Manuel de
Jesús Troncosa de la Condia, Julio Ortega Frier y Emilio Rodríguez Demorizi:
"Capacidad de la República Dominicana para Absorver Refugiados". (Publicado
en español, inglés e francés), Ciudad Trujillo, 1946. Como se verá más tarde
en este trabajo, no se puede llegar a conclusiones definitivas respecto a la
situación de refugiados (y otros extranjeros) colonizadores en la República
Dominicana. Mucho depende del origen de su cultura y el mínimo de aspiraciones
de los refugiados, de las oportunidades que ellos puedan tener en la emigración
hacia zonas más halagüeñas, como los Estados Unidos y otra serie de factores.
Con las mismas oportunidades, por ejemplo, un español o un japonés, se pueden
contentar en la República Dominicana; no así un alemán o un húngaro. El
término "Refugiado" cubre una multitud de tipos étnicos incluyendo orientales,
cuyas aspiraciones pueden ser muy modestas en comparación con las de los
europeos.
(20) A la victoria del General Franco en la Guerra Civil Española, muchos repu-
blicanos refugiados vinieron a la República Dominicana, pero estos eran pro-
fesionales que se establecieron principalmente en las ciudades.
(21) Hay un estimado de 2,000 chinos en la* República Dominicana, pero con raras
excepciones están concentrados en las ciudades en donde son notables en el
negocio de restaurantes. Como las otras Antillas, la República Dominicana ha
recibido pequeños grupos de sirios y libaneses que son mayormente comerciantes.
El autor encontró un limitado grupo de italianos que emigraron en distintas
épocas en los últimos 60 años, pero estos eran, así mismo, comerciantes o pro-

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fesionales. Los italianos fácilmente se mezclan con la clase media y alta de


la sociedad dominicana. (El número de españoles, húngaros y japoneses está
estipulado en la dirección general de estadísticas, OP. CIT. p. 6. Todos los
otros promedios son estimados del autor y fueron hechos a base de entrevistas
personales).
(22) No ha habido matrimonios entre los japoneses y los dominicanos, pero existen
cordiales relaciones entre los dos grupos que propiciarán futuros matrimonios.
(23) El logro de los japoneses en "La Vijía" (y otros lugares) es el mayor factor
en la creciente liberalidad de la política inmigratoria de la República Domi-
nicana hacia el Japón.
(24) Basado en las opinones de los colonizadores que fueron entrevistados.
(25) Ninguna de las tierras fueron irrigadas porque es una región de grandes pre-
cipitaciones fluviales.
(26) Los colonizadores suplieron solamente parte de la mano de obra. El resto lo
obtuvieron de peones dominicanos.
(27) Entre Jas comidas que se sirven: genite, pescado, germa rellena, sopa de matzo-
ball, salchicha schnitzel, sachertote, fridattensuppe, backhandel, apf-elstrudel y
"g' spritzen".
(28) Los colonos de Carbonera recibieron cerca de nueve acres de tierra que están
dedicadas principalmente a la siembra de comestibles como maiz, yuca y plátanos.
(29) "La Fe" hace posible comprender el contraste entre las colonias cuyo personal
está formado por campesinos experimentados y aquellas otras (como la Carbo-
nera) formadas por habitantes de la ciudad.
(30) "Las Cuevas" es una colonia vieja y ha hecho posible la comparación de las
técnicas colonizadoras entre las colonias más antiguas y las más modernas.
(31) El mayor énfasis en el cultivo de cacahuete ha sido promovido por los domi-
nicanos para abastecerse a sí mismos de aceites vegetales. Igualmente el cultivo
del arroz, alimento básico en la dieta dominicana, se ha intensificado para eli-
minar lo que una vez fue motivo de grandes importaciones.

SUMMARY

The use of the agricultural colony as a techinique for opening up fron-


tiers, settling areas of low population densities, and attracting immigrants from
abroad has been object to widespread experiment in Ld$in America during the
last century, with varying degrees of success. Despute these experiences, howe-
ver, the body of uniformation which might serve as a guide to future colo-
nization is both limited and controversial. Existing colonies have developed
in such a variety of environmental conditions and economic possibilities that
generalizations are difficult and the establishment of guinding principles demands
further investigation.
Currently, perhaps y the most promis sur y frame of reference in Latin Ame*
rica for classification of colonization problems and techiniques is the large-scale
settlement experiment beein'g arrived on the Dominican Republic.
On the strength of its 30-year record, the Dominican experiment has been
generally successful. Colonization has enabled thousands of landless peasants

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19¿ Revista (geografica

to acquire land and otherwise raise their living standards; it has permitted
the occupation of many of the hollow frontiers between the country's major
centers of population and has helped tie the country into a more effective whole.
Colonies have also contributed to the general increase in the Dominican
Republic's economic production in recent decades, and, equally important, they
have helped bolster the Dominican population along the highly sensitive fron-
tier area. Of less obvious consequence, colonization has aided the process of
slum clearing in the cities by sending people back to the land and has reduced
the danger of an artificial country-to-town movement which is one of the
current banes of Latin America.
In assessing the use of foreigners versus nationals for purposes of colo-
nization, the conclusion is inescapable, however, that,, with the exception of the
Japanese, the foreign colony has been less successful than the national even
though foreign groups have generally received more land, better housing, and
other advantages. This appears to be due in part to poor methods of selection.
Since many of the foreigners came as refugees, little discrimination could be
exercised in choosing colonists with proper qualifications. Many of the refu-
gees, such as1 the Hungarians, were city-bred folk with virtually no experience
in farming. But perhaps most important in explaining both the poor showing
of the foreign colonies as well as the small itumber of European immigrants
attracted to the Dominican Republic is the fact that while the standard of
living provided by the colony is good by Caribbean standards, it is not always
attractive to Europeans. To date, only the Japanese and Spaniards from poorer
circumstances appear willing to accept the opportunities offered by the Domi-
nican Republic, and it is anly these two groups whose number is actually in-
creasing. Needles to say, the most accessible sources of foreign population for
colonization in the Dominican Republic are over-crowded Haiti and other West
Indian territories, but these are precisely the people whom the Dominicans
consider the least desirable immigrants.
Several tentative inferences may be made from the Dominican experience
which may be useful for colonization elsewhere. A colonization program should
be kept highly flexible in matters of the amount of land other aid given to
the colonists. Production from the land not only should be sufficient for sub-
sistence but should permit >a salable surplus as well, atid participation in colo-
nization should provide the settler with the opportunity for a definite impro-
vement over his previous economic condition. Isolated colonies appear doomed
to failure. Transportation and communication facilities should be sufficient to
assure the ultimate economic and social integration of the colony with the rest

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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 197

of the country. Unless a European standard of living is forthcoming from thè


land, preference should probably be given to nationals rather than foreigners.
Japanese (and possibly other non*Europeans) appear to be an exception to this
rule. When foreigners are used, the colonists should be "mixed" with nationals
not only to facilitate cross-fertilization in agricultural techniques but also to
pave the way for the eventual assimilation of the foreigner. Discrimination in
the selection of colonists is vital. Preference should be given to young, vigo-
rous couples with some farming knowrhow, and, in the case of foreigners,
the cultural bacbground should be such as not to clash with local customs and
beliefs. Under any circumstance, instruction should be provided to teach the
colonists the necessary techniques for successful farming. Because of the low
profit expectation from colonization, government aid and supervision may be
preferable to private initiative at first. Governments, however, should not
view colonization as a separate effort aimed at achieving specific goals bull
as an' integrated part of an over-all development program. The Dominican
experience also shows that colonization may serve not only the usual purposes
of peopling empty lands but also others such as urban slum clearence and check-
ing artificial movements to the towns.

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