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La Colonización Agrícola en la República
Dominicana (*)
John P. Augelli
Universidad de Kansas
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182 Revista Geográfica
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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 183
Pero a partir de la ley de 1934, (6) se afirmaron las bases de una ràpida
extension del programa de colonización agrícola. El número de colonias aumen-
tó desde 9 en 1930 a 50 en 1953, y a mediados de 1959, había 67 colonias
en el país con muchas otras en preparación (Fig. 2). El número de personas
comprendidas en el esfuerzo de colonización llegó a ser de 100,000 ocupando
medio millón de acres de terreno aproximadamente, y el valor ocumulativo
de la producción de estas colonias ha sido estimado oficialmente como RD$
58,511,000. (7) Aproximadamente en un tercio de los casos, la propiedad de
la tierra ha sido transferida a los colonos, y por lo tanto estas unidades ya no
están inscritas como "colonias" en las estadísticas del gobierno. (8)
El programa de colonización que hizo posible estas realizaciones no nació
prefabricado en un momento dado. Fue desarrollado a través de tres décadas
como respuesta a un proceso de pruebas y errores que tomó en consideración:
a) la necesidad de ajustarse a las diferencias ambientales de los distintos luga-
res donde se establecieron las colonias; b) las condiciones y aspiraciones eco-
^* vdÍP - '
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184 Revista Geografica
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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 185
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186 Revista Geográfica
CLASIFICACIÓN Y FUNCIONES
1 ♦ «• • '
Fig. 4 - Distribución de las colonias de fron- Fig. 5 - Composición étnica de las colonias
tera. Nótese su localización en relación a las activas actuales.
notas tradicionales de las invasiones oriundas
de Haiti.
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Instituto Pan- Americano de Geografia e História 187
COLONIAS REPRESENTATIVAS
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188 Repista Geogràfica
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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 189
Fig. 7 ■J- Colonos españoles en Baoba del Plifíal, cerca de Julia Molina en la costa
Nordeste. Nótese la casa más estable y la énfasis dada a la producción de mani,
importante cash-crop.
Sosúa, una colonia hebrea, al este de Puerto Plata, difiere de las otras
colonias, tanto en el aspecto económico como en el sabor cultural. Fue fun-
dada en 1938, como muestra de la política de puertas abiertas, que el Gobier-
no dominicano adoptó con respecto a los refugiados políticos de Europa. La
colonia se inició con un grupo de 670 personas, pero desde 1938 hasta ahora
las dos terceras partes se trasladaron a las ciudades, a los Estados Unidos
y a otros lugares. Sin embargo, los que se quedaron han hecho una buena
labor, logrando un nivel de vida que no sólo es más alto que el de todos los
grupos colonizadores en la República Dominicana, sino que se puede comparar
favorablemente con las normas de vida europeas y norteamericanas. Sosúa se
especializa en productos lácteos, y está desarrollando el turismo como otra fuente
de ingreso. (26) La colonia todavia mantiene un sabor europeo muy mar-
cado. Además del español, que todos hablan, el 70% de los colonos habla
inglés y muchos también saben alemán, vidish, francés, checo, polaco o hún-
garo. Las comidas que preparan para los turistas son de caráter cosmo-
polita. (27)
Otras colonias incluidas en los casos estudiados, son "La Carbonera",
colonia fronteriza fundada en 1959 por 202 familias pobres de Ciudad Tru-
jillo; (28) "La Fe", (29) cerca de Dajabón compuesta de campesinos de las
áreas agotadas de la costa norte; "Libertador", una colonia nacional fundada
en la frontera en 1945: "Las Cuevas" (30) y "Sánchez Ramírez", cerca de
Coutí, y "Matanzas" en la costa sur al oeste de Ciudad Trujillo.
Basándose en estos estudios comparativos y de acuerdo con el material
disponible, otras características del programa de colonización dominicana pue-
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10Ò Revista ò e o gr áf í c d
den ser deducidas. Por supuesto que la cantidad de tierra dada a los coloni-
zadores varía ampliamente, tanto de acuerdo con el ambiente físico, como
con otras consideraciones. Los colonos de regiones más húmedas, reciben me-
nos tierras que aquellos de áreas áridas subhúmedas. Donde el clima es sub-
húmedo se les da menos tierra, si toda o parte de la misma, está irrigada en
alguna forma. Todos los colonos cultivan productos básicos para su manu-
tención, pero los cultivos comerciales varían de acuerdo con las circunstancias
ambientales y los dictados de la necesidad nacional. Maní (31) se cultiva en
casi todos los lugares. El arroz predomina en los trechos irrigados del oeste
y en las zonas más húmedas del este. Las colonias de las tierras altas, con-
centran sus cultivos en fructos y vegetales de latitudes medias y en productos
lácteos.
Aunque se observa uniformidad en la vivienda, se comprende, por los
casos estudiados, que las casas habitadas por europeos son más sólidas y de
mayor valor que las de los nacionales y japoneses; y las viviendas en las colo-
nias organizadas recientemente son de mis alta calidad que en las primeras
colonias fundadas. La calidad de la vivienda promedio en las colonias agrí-
colas es alta en comparación con el nivel de calidad que se encuentra en las
areas rurales dominicanas, pero es baja en términos de las aspiraciones del
colono europeo. La ayuda del gobierno para herramientas, muebles, etc varía
lo mismo que para la construcción de viviendas, pero no se pudo obtener datos
específicos sobre esta variación.
Fig. 8 - Casa y vacas lecheras típicas de los colonos judíos en Sosúa, en la costa,
a leste de Puerto Plata. (Foto del Centro Dominicano de Informaciones).
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tnsthuto Pan-Àmericano âe Geografia e Historia 191
SUMARIO Y CONCLUSIONES
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192 Revista Geogràfica
del campo hacia la ciudad, que es uno de los grandes problemas en toda
Latinoamérica.
La experiencia dominicana trae la conclusión ineludible que (con la
excepción de los japoneses) las colonias extranjeras han tenido menos éxito
que las nacionales, aún cuando los grupos extranjeros han recibido, general-
mente, más tierras, mejores casas y otras ventajas. Esto se debe en parte, a
los métodos deficientes de selección de los extranjeros. Muchos de los ex-
tranjeros vinieron como refugiados y por lo tanto, poca discriminación se pudo
hacer para escoger a los colonos propiamente calificados. Además, muchos de
los refugiados, como los húngaros, eran gente de ciudad sin experiencias como
campesinos, y tuvieron que ajustarse no solamente a un ambiente que era radi-
calmente diferente al que estaban acostumbrados en Europa, sino que tuvieron
que aprender los rudimentos de una nueva ocupación y patron de vida. Bajo
estas circunstancias, no nos sorprende que muchos colonos extranjeros hayan
abandonado sus parcelas de tierra para irse a las ciudades en donde sus talen-
tos "urbanos" les han encontrado empleos más adecuados. Pero lo más im-
portante para explicar tanto la actitud negativa de los colonos extranjeros como
el reducido número de inmigrantes europeos atraídos hacia la República Domi-
nicana, es el factor de que, aunque el nivel de vida en las colonias es bueno
comparado con los niveles del Caribe, no resulta siempre atractivo para los
europeus. De los europeos que se decidieron a venir, por ejemplo, los colo-
nos españoles precedían de los grupos más pebres de su tierra, mientras que
los húngaros y los hebreos vinieron solamente como resultado de compulsiones
políticas en sus países. Es obvio, por lo tanto, que teniendo la oportunidad
de emigrar a los Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina y otras áreas,
económicamente más atractivas, los europeos no van a seleccionar da Repú-
blica Dominicana. Hasta ahora, sólo los japoneses y los españoles, por circuns-
tancias de mayor pobreza, están dispuestos a aceptar las posibilidades ofrecidas
por la República Dominicana, y solamente estos dos grupos están hoy aumen-
tando su población. No hay que decir que las fuentes de población más
accesibles para la colonización de extranjeros, en la República Dominicana,
están en Haití y en las otras Antillas sobre pobladas, pero éste es precisa-
mente el tipo de población que los dominicanos consideran menos deseable.
Hay varias inferencias tentativas sacadas de la experiencia dominicana que
pueden servir de guías en programas de colonización en otros países: 1) un
programa de colonización debe ser muy flexible con respecto a la cantidad de
tierra y otras ayudas dadas a los colonizadores; 2) la producción de la tierra,
no sólo debe ser suficiente para la subsistencia, sino que debe permitir un
exceso de producción vendible; 3) la participación en la colonización debe
proveer al colono la oportunidad de mejorar su condición económica previa;
4) las colonias aisladas fracasan; las facilidades de transportes y comunica-
ciones deben ser suficientes para asegurar la esencial integración económica
y social de la colonia con el resto del pais; 5) si la empresa colonizadora
no permite un "nivel de vida europeo", preferencia en la selección de colonos
se le debe dar a los nacionales en vez de extranjeros, (los japoneses y posi-
blemente otros pueblos no - europeos pueden ser excepción a esta regla);
6) cuando se empleam extranjeros, las colonias deben ser mezcladas con na-
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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 193
Para la investigación que hizo posible este ensayo, el autor recibió ayuda
de un gran número de personas e instituciones de la República Dominicana,
de manera que es imposible mencionarlos a todos en una breve nota. Su deuda
es particularmente grande com el Ledo. Arturo Despradel y con los Profes-
sores Augusto Ortega, Osear Cucurullo y Salvador Fernández de la Universidad
de Santo Domingo, con el señor Mario Sánchez de la Secretaría de Agricultura,
Pecuaria y Colonización; con el Agrónomo Vicente Tolentino Rojas con el Ins-
tituto Cartográfico Militar.
NOTAS
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194 Revista Geográfica
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Instituto Pan-Americano de Geografìa e História 195
SUMMARY
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19¿ Revista (geografica
to acquire land and otherwise raise their living standards; it has permitted
the occupation of many of the hollow frontiers between the country's major
centers of population and has helped tie the country into a more effective whole.
Colonies have also contributed to the general increase in the Dominican
Republic's economic production in recent decades, and, equally important, they
have helped bolster the Dominican population along the highly sensitive fron-
tier area. Of less obvious consequence, colonization has aided the process of
slum clearing in the cities by sending people back to the land and has reduced
the danger of an artificial country-to-town movement which is one of the
current banes of Latin America.
In assessing the use of foreigners versus nationals for purposes of colo-
nization, the conclusion is inescapable, however, that,, with the exception of the
Japanese, the foreign colony has been less successful than the national even
though foreign groups have generally received more land, better housing, and
other advantages. This appears to be due in part to poor methods of selection.
Since many of the foreigners came as refugees, little discrimination could be
exercised in choosing colonists with proper qualifications. Many of the refu-
gees, such as1 the Hungarians, were city-bred folk with virtually no experience
in farming. But perhaps most important in explaining both the poor showing
of the foreign colonies as well as the small itumber of European immigrants
attracted to the Dominican Republic is the fact that while the standard of
living provided by the colony is good by Caribbean standards, it is not always
attractive to Europeans. To date, only the Japanese and Spaniards from poorer
circumstances appear willing to accept the opportunities offered by the Domi-
nican Republic, and it is anly these two groups whose number is actually in-
creasing. Needles to say, the most accessible sources of foreign population for
colonization in the Dominican Republic are over-crowded Haiti and other West
Indian territories, but these are precisely the people whom the Dominicans
consider the least desirable immigrants.
Several tentative inferences may be made from the Dominican experience
which may be useful for colonization elsewhere. A colonization program should
be kept highly flexible in matters of the amount of land other aid given to
the colonists. Production from the land not only should be sufficient for sub-
sistence but should permit >a salable surplus as well, atid participation in colo-
nization should provide the settler with the opportunity for a definite impro-
vement over his previous economic condition. Isolated colonies appear doomed
to failure. Transportation and communication facilities should be sufficient to
assure the ultimate economic and social integration of the colony with the rest
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Instituto Pan-Americano de Geografia e História 197
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