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monólogo titulado Días dorados de la Señora Pieldediamante, que analizamos
en este trabajo.
Dicho monólogo ha sido calificado como una crítica a los falsos valores
de la burguesía, pero fundamentalmente, y ésta es la lectura que más nos
interesa en este trabajo, constituye una profunda crítica a lo que, pocos años
más tarde, Kate Millet analizaría como política sexual.
El único hombre que Laura recuerda haber amado fue Ernesto, un joven
pobre, idealista, estudiante de Bellas Artes como ella. Triste y violento el
recuerdo del último encuentro con él. “Vivo mi rato de placer –qué lejano, qué
irreconocible; quién es, quién es esa muchacha, tendía en un camastro, dócil a
la total caricia de su cuerpo –y no sé por qué causa- o sí lo sé, ahora, pero qué
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importa si ahora ya no sirve-, no sé por qué causa reñimos siempre después
que nos amamos y él amenaza con irse. “¿A dónde, a dónde?”, lo desafío. “A
cualquier lugar, Laura; cualquier sitio donde me sienta vivir; lejos de aquí, a
luchar por la causa del hombre…” “¡Del hombre!” me burlo. “Lo que pasa es
que tenés miedo de quedarte, Ernesto; de enfrentar lo que está aquí,
cerquita… La miseria, por ejemplo. Y, además, no confiás en tu arte”. Las
figuras mutiladas, sin concluir, captan nuestra tensión desde su ceguera
inmóvil…”Sos un cobarde, Ernesto”. “Sí, sí lo soy, pero no más que vos. Vení
conmigo, a ver: dejá tu casa, atrévete”. Tengo miedo pero no se lo digo: le digo
en cambio, que lo desprecio, que me dan asco sus desplantes, que no voy a
volver. Me abofetea.”vii Incluso esta primera historia de amor, que recuerda
como la única auténtica en su vida, está marcada por la incomunicación, fruto
en gran parte de la inseguridad de los dos, y queda cerrada por un acto de
violencia física. La bofetada, el castigo, la rabia, la frustración, la desesperación
del hombre desahogada sobre la mujer, que, a su vez, lo insulta y lo desprecia.
El relato que Laura hace de sus encuentros sexuales con Esteban, nos
acercan a los relatos de sexo como ejercicio del poder que analiza Kate Millet
en la literatura de Miller y Mailer. “Me mira y finge paradisíacos arrobos.
Parecería que está pensando que soy virgen. Que necesita que sea virgen
para llevarme a la cabina de su lancha a motor, arremeter contra mi cuerpo,
subirse sobre él -¡oh poderosa fuerza desatada!- y consumar su acto de amor
en uno, dos, tres, cinco movimientos precisos de estratego mecidos por el
balanceo cómplice de la lancha que a su vez acomete contra el lecho del río. Y
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así sentirse todopoderoso sobre mí. Inexpugnable. Lástima que no soy virgen y
él lo sabe.”xxvi
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La vergüenza, el oprobio, la destrucción del matrimonio apenas
comenzado. Poco después, la muerte del padre. Y para Inés, años de huída,
de búsqueda de una felicidad que, al igual que en el caso de Laura, nunca
llega. “Querías sentir, gozar y, sobre todo, papá, deseaba olvidarte, matarte
definitivamente para hacer, oh ilusa, mi propia vida.”xli
i
Kate Millet. La Política Sexual. Edit. Cátedra. Col. Feminismos. Madrid, 2010 . Pág. 70
ii
Íbid. Pág. 82
iii
Íbid. Pág. 88
iv
Sylvia Lago. Días Dorados de la Señora Pieldediamante, en La Adopción y otros relatos. Planeta.
Montevideo, 2007. Pág. 55
v
Sylvia Lago. Días Dorados de la Señora Pieldediamante, en La Adopción y otros relatos. Planeta.
Montevideo, 2007. Pág. 55
vi
Kate Millet. La Política Sexual. Edit. Cátedra. Col. Feminismos. Madrid, 2010 . Pág. 83
vii
Sylvia Lago. Días Dorados de la Señora Pieldediamante, en La Adopción y otros relatos. Planeta.
Montevideo, 2007. Pág. 65
viii
Íbid. Pág. 65
12
ix
Íbid. Pág. 66
x
Íbid. Pág. 66
xi
Íbid. Pág. 66-67
xii
Íbid. Pág. 67
xiii
Íbid. Pág. 67-68
xiv
Íbid. Pág. 59
xv
Íbid. Pág. 62
xvi
Íbid. Pág. 62
xvii
Íbid. Pág. 62-63
xviii
Íbid. Pág. 69
xix
Íbid. Pág. 70-71
xx
Íbid. Pág . 71
xxi
Íbid. Pág. 72-73
xxii
Íbid. Pág. 73
xxiii
Íbid. Pag. 54
xxiv
Íbid. Pág. 60
xxv
Íbid. Pág. 55
xxvi
Íbid. Pág. 54-55
xxvii
Kate Millet. op. cit. Pág. 67
xxviii
Íbid. Pág. 69
xxix
Íbid. Pág. 60
xxx
Íbid. Pág. 79
xxxi
Sylvia Lago. El Corazón de la Noche, en La Adopción y otros relatos. Planeta. Montevideo, 2007.
Pág.130-131
xxxii
Íbid. Pág. 131
xxxiii
Íbid. Pág. 132
xxxiv
Íbid. Pág. 132
xxxv
Íbid. Pág. 133
xxxvi
Íbid. Pág. 135
xxxvii
Íbid. Pág. 136
xxxviii
Íbid. Pág. 136
xxxix
Íbid. Pág. 159
xl
Íbid. Pág. 162
xli
Íbid. Pág. 165
xlii
Ana de Miguel. Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección. Cátedra. Col. Feminismos. Madrid.
Pág. 125
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