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La normativa de Éxodo 21.

22-25 y otros
cuatro códigos antiguos: Semejanzas y
contrastes
Cuatro códigos antiguos con los que vamos a
comparar la normativa de Éxodo 21.22.25: el Código
sumerio, el Código de Hammurabi, el Código hitita, y
el Código mesoasirio
Exodo 21.22-25: “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y
ésta abortare, pero sin haber muerte (sin desgracia, sin un daño
mayor), serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de
la mujer y juzgaren los jueces. 23Mas si hubiere muerte (desgracia, un
daño mayor que el simple aborto), entonces pagarás vida por vida,
24ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
25quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.”
La consideración de Éxodo 21.22-25 en el marco de la serie que
venimos desarrollando sobre los derechos de la mujer en el proceso
de la reproducción humana (embarazo y parto), no ha sido porque la
normativa que allí se establece favorece el aborto o porque trate la
temática del abordo bajo los términos de la discusión actual.
En efecto, en nuestro artículo anterior dijimos que nuestra apelación a
Éxodo 21.22-25 resulta necesaria y vital por dos razones:
La primera, porque es el único caso en toda la Biblia donde de manera
directa y precisa se alude a una situación de aborto, aunque
ciertamente abortos originados de manera accidental, no provocados
o inducidos.
La segunda, porque este precepto permite hablar, nos guste o no, de
un mal mayor (un daño a la integridad física de la madre) y un mal
menor (la muerte de la criatura el vientre, el aborto), al menos en el
contexto de una interrupción accidental y no premeditada de un
embarazo.
Luego, en el presente artículo nos hemos propuesto establecer una
comparación de la normativa bíblica de Éxodo 21.22-25 con la
normativa similar que ofrecen otros códigos antiguos y mucho más
antiguos que el llamado Código Mosaico.
Los cuatro códigos antiguos con los que vamos a comparar la
normativa de Éxodo 21.22.25, son: el Código sumerio, el Código de
Hammurabi, el Código hitita, y el Código mesoasirio.
Para la explicación histórica y cita de estos códigos, vamos a
depender de la obra «Paralelos del Antiguo Testamento», de Víctor H.
Matthews y Don C. Benjamín, publicada en español por la Editorial Sal
Terrae, en el año 2004.
El Código sumerio data del año 1800 a.C. aproximadamente, pero
representa una tradición legal mucho más antigua.
En el artículo número uno de este código leemos: “Si un ciudadano
golpea accidentalmente a la hija de otro, y ésta aborta, entonces la
multa será de diez siclos (80 gramos) de plata”.
Observación: Concuerda con Éxodo 21.22-25 en que establece sólo
una multa si la mujer simplemente aborta. De esto mismo se deduce
que el aborto accidental, no inducido, no demandada la aplicación de
la ley del talión. En resumen: un daño a la madre era un mal mayor,
pero la muerte de la criatura en su vientre, un mal menor.
El Código de Hammurabi es un tratado sobre teoría legal, ciencia
política y organización social. Hammurabi, gran rey de Babilonia en los
años 1792-1750 a.C., publicó esta obra clásica para refrendar el
pensamiento legal y los valores de su gobierno.
En el artículo 209 de dicho código leemos: “Si un ciudadano golpea a
la hija de otro y le causa un aborto, entonces la multa será de diez
siclos (80 gramos de plata)”.
Observación: Concuerda con Éxodo 21.22-25 en que establece sólo
una multa si la mujer simplemente aborta. De esto mismo se deduce
que el aborto accidental, no inducido, no demandada la aplicación de
la ley del talión. En resumen: un daño a la madre era un mal mayor,
pero la muerte de la criatura en su vientre, un mal menor.
El Código hitita representa el pensamiento legal en Hatti entre los
años 1450 y 1200 a.C.
Este código prefiere sentencias que compensan a las víctimas por las
pérdidas, en lugar de las sentencias que castigan a los culpables de
los crímenes. También conmuta normalmente las sentencias de
muerte por el castigo corporal y reduce las sentencias de castigo
corporal a multas.
En el artículo 17 de este código leemos: “Si un hombre provoca un
aborto a una mujer libre, pagará una multa de diez siclos (80 gramos)
de plata si ella está en el décimo mes, y cinco siclos (40 gramos) de
plata si está en el quinto mes. Pondrá también sus tierras e hijos como
aval”.
Observación: Concuerda con Éxodo 21.22-25 en que establece sólo
una multa si la mujer simplemente aborta. De esto mismo se deduce
que el aborto accidental, no inducido, no demandaba la aplicación de
la ley del talión. En resumen: un daño a la madre era un mal mayor,
pero la muerte de la criatura en su vientre, un mal menor, sin olvidar
que este código por lo general conmuta las sentencias de muerte por
el castigo corporal y reduce las sentencias de castigo corporal a
multas
También fija este código, a diferencia del mosaico, una multa mayor
en proporción al mayor desarrollo del feto. Otro detalle que no
envuelve el precepto de Éxodo es la diferencia que sí establece esta
legislación entre una mujer esclava y una mujer libre.
Lamentablemente el Código hitita no nos dice cómo se manejaría el
caso de un aborto accidental si la mujer fuere esclava.
El Código mesoasirio fue publicado por Teglatfalasar I, gran rey de
Asiria de 1115 a 1077 a.C. Es posible que el Código mesoasirio
tuviera mil líneas de extensión y probablemente seguía el mismo
patrón literario que el Código de Hammurabi.
En el artículo 21 del Código mesoasirio leemos: “Si un ciudadano
maltrata físicamente a la hija de otro hasta que tiene un aborto,
entonces, después del debido proceso, le impondrán una multa de dos
talentos y treinta minas (75 kilogramos) de plomo, recibirá cincuenta
bastonazos y realizará trabajos forzados para el Estado durante un
mes”.
Observación: Concuerda con Éxodo 21.22-25 en que establece sólo
una multa si la mujer simplemente aborta. De esto mismo se deduce
que el aborto accidental, no inducido, no demandaba la aplicación de
la ley del talión. En resumen: un daño a la madre era un mal mayor,
pero la muerte de la criatura en su vientre, un mal menor.
En el artículo 50 también leemos: “Si un ciudadano maltrata
físicamente a la esposa de otro hasta que tiene un aborto, entonces, el
marido de ésta maltratará físicamente a la esposa del acusado hasta
que tenga un aborto. El acusado compensará a la víctima dando a la
familia de ésta un hijo de su propia familia”.
Observación: A diferencia de Éxodo 21.22-25, este artículo exige la
aplicación de la “ley del talión”, por un lado, demandando que el
esposo de la víctima también le provoque un aborto forzado a la
esposa del victimario; pero por otro lado y, a la vez, establece que el
victimario habría de darle a su víctima un hijo de su propia familia.
En una segunda parte del mismo artículo 50 también leemos: “Si un
ciudadano maltrata físicamente a la esposa de otro hasta que tiene un
aborto y muere, entonces el acusado será ejecutado y su familia
compensará a la víctima dando a la familia de ésta un hijo”.
Observación: También concuerda con Éxodo 21.22.25 en que el
victimario estaría sujeto a la aplicación de la “ley del talión” si la mujer
embarazada además de abortar, también muriere.
Pero no sólo exige la muerte del victimario, sino que también demanda
que la familia del victimario habría de darle a la víctima un hijo propio.
En una tercera parte del mismo artículo 50 también leemos: “Si un
ciudadano maltrata físicamente a la esposa de otro hasta que tiene un
aborto y su marido no tiene hijos, entonces el acusado será ejecutado
y, aunque el feto sea mujer, su familia compensará a la víctima dando
a la familia de ésta un hijo”.
Observación: Este precepto envuelve una situación que no fue
considerada en Éxodo 21.22-25, ni en el resto del código mosaico. El
aspecto peculiar de este precepto es que regula los casos de abortos
accidentales en los que el esposo de la mujer que abortare no tuviere
descendencia masculina. De todos modos, este artículo demanda la
aplicación de la ley del talión por el simple aborto (sin que la mujer
embarazada muriere), exigiendo la muerte del victimario; pero
también, que la familia del victimario habría de darle a la víctima un
hijo propio a pesar de que la criatura abortada fuere una niña.
Sin embargo, lo que parece agravar la situación para el victimario en
este caso, es que el esposo de la mujer que sufriere el aborto (la
víctima), no tuviere descendencia masculina.
En el artículo 53 del mismo Código mesoasirio, se lee: “Si una mujer
aborta, entonces, después del debido proceso, la empalarán en un
poste y no la sepultarán. Si una mujer aborta y muere, empalarán su
cadáver en un poste y no lo sepultarán. Si un ciudadano oculta a una
mujer para que pueda abortar y no la acusa el juez…”
Observación: Este precepto envuelve otra situación que no fue
considerada en Éxodo 21.22-25, ni en el resto del código mosaico, a
saber: los casos de abortos inducidos, no accidentales, ni
circunstancialmente necesarios. En tales casos se establecía la pena
capital para la mujer (y sin derecho a sepultura), y no sólo eso; sino
que además, en caso de morir a causa del aborto, tampoco tendría
derecho a sepultura.
Conclusión: El análisis comparativo de Éxodo 21.22-25 frente al
Código sumerio, el Código de Hammurabi, el Código hitita, y el Código
mesoasirio, nos permite concluir que la cuestión de la interrupción de
un embarazo siempre ha sido una cuestión problemática, y sobre la
cual se sintió y se ha sentido la necesidad de legislar.
Por otro lado, que ha sido dominante (al margen de algunas
excepciones) la idea de que la vida de la madre está por encima de la
vida la criatura en su vientre. Con otras palabras, no se equiparan el
valor de la vida de la madre y la vida de la criatura en su vientre.
Consecuentemente, si bien no somos de las personas que apoyan la
despenalización indiscriminada del aborto (pues creemos y
promovemos el ejercicio y disfrute responsable de las relaciones
sexuales); sí afirmamos abierta y categóricamente que somos de las
personas que, en primer lugar, defendemos la despenalización del
aborto en tres causales (Producto de violación o incesto; 2) Cuando el
embarazo pone en peligro la vida o salud de la madre, y 3) Por
malformación incompatible con la vida).
En segundo lugar, estamos entre las personas que entendemos que la
vida de la madre está por encima de la vida de la criatura en su
vientre. Luego, no nos parece legítimo perjudicar y atentar contra la
vida y subsistencia de la madre con tal de privilegiar la subsistencia de
la criatura en su vientre, especialmente en aquellos casos en que la
subsistencia de la criatura en su vientre, pone en juego la
supervivencia de la madre.

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