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sector privado y del público para operar un crecimiento de carácter endógeno y equi-
tativo.
Ahora bien, para este objetivo estratégico se requieren las siguientes condiciones:
1. Fortalecimiento de la gestión del Programa Manos a la Obra
La complejidad, dinamismo y masividad de un plan de estas características requiere
de una reelaboración y evaluación permanente entre la gestión impacto y los objetivos
trazados. Por tanto la necesidad de impulsar hipótesis y de revisar algunos de los su-
puestos del ‘Manos a la Obra’, tanto sobre el imaginario emprendedor de los sectores
más vulnerables, como en si los Consejos Consultivos pueden ser los únicos articula-
dores institucionales posibles de la ES y el DL, sobre las relaciones entre la economía
social fundacional y la nueva, así como sobre los vínculos entre lo económico y lo so-
cial, para poder aumentar la efectividad del mismo.
Sobre imaginarios y capacidades emprendedoras: de acuerdo a Villar, los beneficiarios
se caracterizan por un bajo perfil educativo y una experiencia laboral con un alto por-
centaje de tareas no calificadas, junto a bajos porcentajes de las contraprestaciones
relacionadas con la actividad económica y la escasa motivación para la formación y ca-
pacitación. Este perfil, genera, debilidades en las capacidades laborales, pero lo que es
más significativo para la economía social, una escasa o nula experiencia en participa-
ción en organizaciones horizontales y solidarias que tradicionalmente aportaban princi-
palmente, la actividad sindical. De esta forma, si se asume que el sujeto de la econo-
mía social debe reunir las características de un emprendedor con actitudes y prácticas
solidarias, el perfil de los beneficiarios del PJHD (Plan Jefes de Hogar Desocupados)
constituye un serio problema para el desarrollo de la economía social (2003).
Sobre el marco institucional elegido: en muchos casos, en la integración de los conse-
jos Consultivos (CCM) sobresale la participación de funcionarios municipales (CELS,
2003), y en menor medida la de los actores de la sociedad civil, registrándose un mar-
cado déficit en la presencia del sector de la economía privada, así como también de las
cooperativas locales en los talleres de desarrollo local y economía social. A esto se
suma que en muchos casos los representantes de las organizaciones sociales tienen
estrechas relaciones con el poder de turno. En síntesis, los CCM tienen serios proble-
mas de representatividad para encarar un proyecto de desarrollo local y economía so-
cial. La existencia de espacios asociativos (Consejos Consultivos, CLES, etc.) poco par-
ticipativos, deslegitimados, precarios, con pocos actores, reticentes a las organizacio-
nes de la sociedad civil o, en algunos casos, inexistentes.
Sobre la relación entre lo económico y lo social: las condiciones de producción en este
mundo tienen una problemática clara vinculada a lo social, la articulación entre grupos
y niveles, concertación, elaboración de proyectos, pero también otra dimensión econó-
mica, strictu senso, asociada a la producción concreta, a la distribución e inserción en
mercados competitivos. En este sentido, una opción pareciera ser trabajar sobre capa-
cidades de los sujetos, trabajar sobre la demanda de la sociedad, los saberes locales y
dejar librado estas opciones a los agentes locales. La otra perspectiva es la que pro-
blematiza quién va a comprar lo producido, evitar voluntarismos, la identificación de
nichos productivos, y si no habría que asegurar demanda consistente (ej. compra pú-
blica local, provincial nacional) al menos sobre algunas líneas productivas básicas y
determinados tiempos. Si esto es así, parecería faltar una dimensión más vinculada a
la constitución de cadenas de competitividad, a la instalación de marcas, a la utiliza-
ción del compre público para determinados tipos de productos y los encadenamientos
que pueden establecerse entre sí.
Sobre los vínculos entre la economía social fundacional (cooperativismo y mutuales) y
la nueva o solidaria: estas relaciones no están predeterminadas, son potenciales, por
lo tanto para lograr este campo común se trata de iniciar un proceso de articulación de
carácter social y político con las organizaciones representativas de ambos segmentos,
para tratar de ver cuáles son las posibles sinergias tanto en el crédito, como en la par-
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En términos de servicios públicos, incorporar una tarifa social también para estos em-
prendimientos.
En términos de aporte tecnológico a la ESS, la necesidad de contar con la contribución
sistemática de parte de universidades e institutos públicos como el INTI, INTA, Coni-
cet, el Ministerio de Educación, para la configuración de cadenas productivas, mejorar
capacidad de exportación, análisis del funcionamiento de los Consejos Consultivos,
etc. Es interesante en una apuesta a la reconstrucción del tejido social alrededor del
trabajo, el buscar una articulación sobre ‘Tecnologías Eficientes y Economía Social’,
como la que propone el INTI, entre las redes de este instituto a nivel territorial y las
organizaciones sociales para procesos tendientes a la generación de trabajo en la base
popular.
Profundizar el actual rumbo económico heterodoxo, en un sentido distributivo. A la
buena performance de la política económica de orientación heterodoxa gradualista,
que ha proporcionado crecimiento, reducción del déficit fiscal, control de la inflación,
un tipo de cambio alto flexible para exportar, del 2003, se requiere proponer medidas
que permitan mejorar la distribución del ingreso, dado que aún el actual crecimiento
del PBI derrama poco sobre el sector informal. Un fuerte aumento del PBI no significa
de modo automático una mejora del nivel de vida de la población ni la jerarquización
del aparato productivo. Se trata de apostar al aumento de la demanda de mercado in-
terno como motor del desarrollo versus la perspectiva económica que apunta a des-
cansar en el perfil exportador como ‘locomotora’ del crecimiento, en la apreciación
cambiaria, basado en la demanda de sectores de altos salarios, y el aumento del supe-
rávit para contentar los acreedores externos. De darle poder adquisitivo a los sectores
empobrecidos para su efectiva incorporación al mercado consumidor. Porque si no se
genera esto, las posibilidades de producir y distribuir de estos emprendimientos de la
ES/S quedarán acotadas, tendrán escasa demanda, problemas de distribución y la de-
manda provendrá sólo de los sectores marginales.
Lo cierto es que la gente tiene ingresos muy bajos (200, 300 o 400) y el 90% de esos
ingresos los dedica a alimentarse. Con lo cual la inflación de los salarios más bajos es
la más elevada. Tenemos casi el 20% de la población de indigentes, es decir, no le al-
canzan los ingresos que tienen para comprar los alimentos básicos para reproducir las
calorías que gasta una persona normal por la actividad. Y, son pobres, la gente que
tiene para pagar canasta de alimentos, pero no puede pagar la canasta de otros ele-
mentos básicos y servicios: es más del 50% de la población. (En el segundo cordón
del Gran Buenos Aires, indigentes casi un 39% y pobres, casi las tres cuartas partes
del total de la población. En Córdoba los indigentes el 42% y pobes el 78%. A la vez,
esto se da en el corazón de la Pampa Húmeda, que produce alimentos que se exportan
en una relación de 8 a 1, es decir, uno consumido en el país, y 8 exportamos. Es decir,
podemos darle de comer a 8 veces la población de la Argentina, lo que muestra la
existencia de un importante problema en la distribución del ingreso.)La lucha contra la
exclusión requiere de generación de empleo,( Según la EPH, entre mayo del 2002 y
del 2003 se generaron 1,2 millones de empleos, pero solo 8.000 puestos fueron regis-
trados dentro de la economía formal. El 96 % del aumento de la ocupación se explicó
por aumentos en negro (267.000 puestos).) de una mejor distribución del ingreso, así
como de mejorar el sentido de pertenencia y las perspectivas de futuro en los sectores
marginales. Corregir los efectos de la inflación en los salarios, para lo cual se necesita
de una recomposición salarial (dado el 50% de retroceso en dos años) y en las asigna-
ciones del Plan Jefes y Jefas. (Desde la salida de la convertibilidad la cotización del dó-
lar aumentó casi 200%. Y la contracara de esto fue una depreciación del peso argenti-
no de 66% respecto de la otra moneda. Esto generó efectos negativos para los secto-
res de ingresos fijos, básicamente asalariados y jubilados. La pérdida real de poder
adquisitivos que se acumula desde la devaluación hasta la actualidad es, en promedio,
de 18,6 por ciento. Peo en algunos casos puntuales, como los empleados estatales con
sueldos congelados o los trabajadores en negro sufrieron un deterioro mayor.)
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• Un riesgo es el de quedar en alguna variante del escenario uno (la ES/S como
algo marginal), terminar considerando al desarrollo local como sinónimo de
economía social, del sector informal, y dejar de lado una visión integral del
mismo. O lo que también implica malgastar una buena idea, un emblema de la
causa popular y de la justicia social.
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