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1. Introducción
El sustantivo "profeta" y sus derivados, profecía, profetismo, profetizar,
profético, etc. tienen tres acepciones que conviene distinguir: Se aplica en
primer lugar a los libros proféticos, que junto con los históricos y los
sapienciales, forman la Biblia. Así se habla, por ejemplo, del profeta
Isaías o de Malaquías para referirse a los libros atribuidos a ellos.
En segundo lugar, la Escritura califica como profetas a las personas
concretas que, sabiéndose elegidas, eran conscientes de proclamar el
mensaje recibido de Dios. De algunos no ha llegado hasta nosotros
ninguna constancia escrita de sus palabras (profetas no escritores), de
otros se han conservado al menos parte de sus oráculos, o se les han
atribuido el libro que lleva su nombre (profetas escritores).
En tercer lugar, el término profeta es considerado y estudiado también en
sentido general y abstracto. Se aplica a toda persona investida de un
carisma especial (cf. Nm 11,26), en virtud del cual proclama una doctrina
religiosa o un mandamiento divino (M. Weber).
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7. Es característico del profeta anunciar en nombre de Dios lo que
va a ocurrir
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Desierto de Arabia
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Tema 2
b) Mesopotamia
En esta región se sucedieron grandes imperios, que aportaron importantes
civilizaciones: —Sumerios, Acadios, Babilonios, Asirios, Caldeos, etc.—
que dejaron huellas de su cultura, aunque han llegado a nuestros días solo
muy fragmentari ámente.
Los datos que se poseen inducen a considerar esta zona
como la cuna de la magia y de la adivinación. Los
sumerios pretendían penetrar en las sombras del
fatalismo; los babilonios y los asirios, en cambio, estaban
más preocupados por descubrir las causas del mal,
dominar las fuerzas naturales maléficas, prevenirlas, etc.
Sumeria. Los textos son todavía poco conocidos, dada la
dificultad de interpretar la escritura de los mismos. Y
hasta ahora no hay datos firmes de que hubiera profetismo
intuitivo, pero sí de prácticas de adivinación realizadas
mediante el examen de las entrañas de los machos cabríos
o de otros animales. Los dioses de la adivinación son Enki
y Enlil. Tienen además dioses de interpretación de los
sueños: sueños-mensaje, sueños-símbolo, sueños-mito,
sue- ños-historia. Se conservan además lamentaciones y
maldiciones sobre la ciudad.
Mari era una ciudad estado, cuyo cénit se alcanzó en los siglos xix-xvill
a.C.; fue destruida por Hammurabi hacia el 1760 a.C. y no volvió a
resurgir. Sus ruinas fueron descubiertas y excavadas por André Parrot
enT1935, que res- | ] Eliminado: 1935, cató los archivos del palacio
de Zimrilim, con más de 25.000 tablillas cuneiformes, casi todas de
contenido administrativo.
De la literatura encontrada en el archivo real hay una treintena de tablillas
con oráculos (unos treinta y cinco), que han sido transcritos y traducidos.
Por su contenido se deduce que los dioses pueden hacer revelaciones y
cualquier persona puede recibirlas, sin embargo hay especialistas,
profesionales del culto que pronuncian oráculos o mensajes de parte de la
divinidad. Normalmente el manhü, que así se llama, suele reconocer su
estado de éxtasis y ejerce su ministerio en los templos, aunque también
puede llevarlo a cabo en cualquier otro lugar; recibe las revelaciones en
sueños, en éxtasis, en oráculos o en respuestas divinas. Utiliza como
forma o estructura literaria la epistolar, con discursos, proclamaciones,
imprecaciones, etc.
En Mari, por tanto, hay constancia de algunos fenómenos
semejantes a los proféticos y una aparente revelación
intuitiva. Ahora bien, además de la distancia cronológica
con la profecía bíblica y el carácter politeísta de esos
fenómenos, los oráculos se refieren únicamente al rey y a
la corte, no mencionan contenidos religiosos, ni elementos
sobrenaturales, ni se refieren jamás a personas concretas.
Es decir, aunque Mari puede considerarse como la fuente
de los fenómenos oraculares, su contenido dista mucho
del profetismo de Israel: Faltan además la exigencia moral
interna y la interpretación religiosa de la historia.
Babilonia. Los
escasos documentos que
han llegado hasta hoy;
reflejan que hay, sobre
todo, indicios de
interpretación de
signos (presagios) y Ofrecimiento de una
consultas a los dioses del panteón. Se han conservado una
serie de textos que muestran que hacia el año 2000 a.C.
aumentan los personajes que anuncian acontecimientos
futuros. Hay que tener en cuenta que en la literatura de
Babilonia
aflora con frecuencia el principio de la renovación cíclica. El manhú
conseguía hacer esas previsiones manipulando elementos naturales (aceite,
agua -cf. Ex 21,26-, incienso, etc.) y siempre en acciones tienen que
carácter cultual, hasta el punto de que puede afirmarse que Babilonia es la
cuna de la adivinación institucional, en las que el manhú tiene un papel
preponderante.
Asiría antigua. Participa de la adivinación, como los acadios y
babilonios. Los profesionales del culto llegan a proferir oráculos en sus
éxtasis, como lo muestran los importantes textos la época de Asarhaddon
y Asurbanipal (s. Vil a.C.), que se conservan en el Museo Británico:
aunque tienen cierto estilo oracular son simples panegíricos del rey.
En conclusión, entre los Sumero-Acadios no hay fenómenos de tipo
intuitivo parecidos a los de la Biblia, y únicamente llaman la atención los
actos extáticos y las técnicas de adivinación. Los oráculos de Mari son los
que tienen más parecido con la profecía bíblica, pero sólo en su aspecto
formal, porque su contenido es completamente diferente.
c) Canaán
Fenicia, la franja costera al norte de Israel y al lado de Siria era y es muy
fértil. Aunque su etimología es muy dudosa, no han faltado quienes han
supuesto que hace referencia a la púrpura que se extraía allí de las conchas
marinas: en ugarítico púrpura se dice kenahü, de donde vendría Canaán; y
en griego foinix, de donde vendría Fenicia. Es Fenicia o "país de la
púrpura roja", que abarcaba gran parte de Palestina, el Líbano y Siria. En
esta región hay que destacar Ugarit, un puerto fenicio (Ras Shamrá) en la
costa norte de Siria. Parece que esta ciudad estuvo habitada desde muy
antiguo (entre el séptimo y sexto milenio a.C.), pero su apogeo se alcanza
en los s. xvi-xm. Por su situación geográfica, recibió el influjo de los
egipcios y de los hititas. En el s. XII sucumbió ante los "pueblos del mar"
y desapareció definitivamente. Fue descubierta en las excavaciones que
venía realizando una expedición francesa y, tras algunas interrupciones,
las reanudó otra expedición a cargo de M. Yon en 1979. Allí se ha
encontrado un conjunto muy importante de poesías y escritos religiosos.
Tanto por la lengua como por el contenido religioso (ritos de fertilidad,
culto a Baal, etc.), la literatura ugarítica ha sido muy estudiada con objeto
de buscar antecedentes lingüísticos de muchos textos de la Biblia,
especialmente Salmos. Hay que tener en cuenta que el pueblo de Israel
tuvo contacto inmediato y permanente con los cananeos.
No han aparecido oráculos propiamente dichos. Únicamente se menciona
la adivinación practicada por el rey Daniel y se habla de personas que
entraban en trance al terminar los actos de culto. En algunos escritos se
hace mención del nóqed (hombre de Dios), del hózéh, etc.
Suele mencionarse como base del profetismo en Canaán el relato egipcio
de Wen-Amon (s. XI a.C.). Cuenta que, cuando un egipcio llegó a comprar
cedros en Byblos (a unos 30 Km. de la actual Beirut), participó en un acto
de culto, durante el cual los jóvenes entraron en trance y se oyó un
oráculo. La estela de Mesa (mitad del s. IX a.C.) recoge un oráculo,
comparable a alguno de la Biblia. Por otra parte, la misma Biblia habla de
cananeos que entraban en trance en danzas orgiásticas y se hacían
incisiones (cf. IR 18,28; 2R 3,13).
Ahora bien, los datos que han llegado sobre el movimiento profético en
Canaán son muy escasos e indirectos; casi todo lo que se conoce es por los
testimonios de la Biblia, y no hay ningún indicio para suponer que el
movimiento profético de Israel fuera herencia de los cananeos.
Resumen del estudio del profestismo extrabíblico: El enorme esfuerzo de
investigación en tomo a las culturas circundantes a Israel para explicar los
comienzos del profetismo bíblico ha dado escasos resultados. El material
de historia de las religiones es fragmentario y no explica del todo el
fenómeno profético bíblico. Son muchos los autores que se empeñan en
encontrar antecedentes del profetismo fuera de Israel; otros, en cambio,
niegan cualquier influjo de otras culturas. Hoy por hoy, se impone
asegurar que el profetismo es un fenómeno complejo, incluso en Israel, y
que los profetas bíblicos debieron de recibir algún influjo de otras
culturas, pero que tienen unas peculiaridades muy específicas, tanto por el
contenido de sus oráculos como por el modo de expresarlos.
^ Puede ser útil que señale para cada lugar la época más
característica de su profetismo, e indique si sus peculiaridades son
cercanas o lejanas del profetismo biblico.________
2. Breve historia de los profetas según los datos bíblicos
Los datos que proporciona la Biblia no son suficientes para conocer el
origen y el desarrollo pormenorizado del profetismo en Israel, porque los
autores sagrados no pretenden reflejar la cronología de los
acontecimientos, sino presentar la revelación progresiva de Dios en la
historia. Sin embargo, la sucesión de personas que la Biblia presenta como
profetas, refleja la gran estima que el profetismo llegó a tener en Israel; y,
sobre todo, las características específicas que definen el perfil del profeta
bíblico. Aunque algunos de estos personajes no ejercieran funciones
propiamente proféticas, lo que importa subrayar es que la Escritura,
cuando designa profeta a alguien, le presupone dotado de unas cualidades
bien determinadas.
En la historia bíblica, tal como queda recogida en el canon, los profetas
aparecen muy pronto, incluso en las tradiciones patriarcales que remontan
los acontecimientos narrados al siglo XIX a.C. No siempre actuaron del
mismo modo ni se les reconoció la misma dignidad profética, sino que
fueron teniendo una progresiva presencia en la vida del pueblo. No resulta
fácil mostrar sistemáticamente el desarrollo del profetismo en Israel,
precisamente porque hasta el siglo VIII a.C. no dejaron escritos sus
oráculos. Con todo cabe hacer una presentación cronológica, señalando
cuatro grandes períodos: desde los patriarcas hasta Samuel, Samuel y el
reinado de Saúl, los profetas no escritores de la época monárquica, y los
profetas escritores.
La Biblia ha transmitido
bastantes datos sobre los profetas que
vivieron durante la época monárquica y
antes de los profetas escritores. Como la
narra
d) Profetas escritores
Los profetas escritores o clásicos serán objeto de la segunda parte de este
libro. Aquí únicamente reseñamos la sucesión cronológica para tener un
cuadro global del desarrollo del profetismo hasta su desaparición:
— Siglo VIII
Amos (hacia el 760-750)
Oseas (comienza su actividad hacia el 753).
El año 721 Samaría sucumbió a manos de los Asirios y el reino del Norte
desapareció para siempre. Por tanto, el resto de los profetas ejercieron su
función en Judá:
Isaías (comienza hacia el 740 a.C.)
Miqueas (hacia el 736)
— Siglo VII
Sofonías (hacia el 630)
Nahum (hacia el 612)
Habacuc (hacia el 602)
Jeremías (su actividad se desarrolla desde el 640 al 598).
El año 587 Jerusalén fue invadida y sus habitantes deportados a Babilonia,
comenzando así el largo destierro que duraría hasta el 538. En este año les
fue permitido a los judíos volver a su tierra en virtud del edicto de Ciro,
rey persa.
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Según el n. 7 de la Constitución "Dei Verbum" hay una economía de
revela- (
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Con estos datos a la vista, se pueden describir las diferencias
entre el carisma de profecía y el carisma de inspiración: el
primero se orienta a la manifestación oral de la Revelación; el
segundo a la puesta por escrito, es decir, a la transmisión de la
Revelación. El profeta es consciente de su carisma, puesto que
se sabe portador de la Palabra de Dios, el hagiógrafo no
necesariamente es consciente de la inspiración divina. Ambos
reciben la Revelación, pero con distintos objetivos: el profeta,
para expresarla con palabras, el hagiógrafo, para trasmitirla
por escrito.
El don de profecía puede describirse, por tanto, como la
acción del Espíritu Santo sobre las personas escogidas para
expresar en voz alta la Palabra de Dios. Al cumplir su misión
los profetas usaron de todas sus facultades y talentos. De este
modo, obrando Dios en ellos y por ellos transmitieron de
palabra todo y sólo lo que Dios quería.
El capítulo 36 de Jeremías es un buen ejemplo para señalar la
diferencia entre el profeta que proclama los oráculos, y el
2 amanuense que los pone por escrito, aunque propiamente sólo
es exponente del carisma de la inspiración.
b) El profeta y la historia
Los profetas interpretaron la historia en clave religiosa. Los profetas eran
reconocidos como hombres de Dios (Os 9,7-9; Is 52,8; Jr 6,17; Ez 3,17;
33,6-7). Su predicación y sus escritos son exclusivamente religiosos. Son
los transmisores y alentadores de las esencias religiosas de Israel en su
mayor pureza. Pero son hombres de su tiempo, que vivieron en la historia
y muchas veces hicieron cambiar el rumbo de la misma. La interpretación
profética de la historia parte de estos principios básicos:
Dios es autor de la historia, como lo es del universo. Gobierna el cosmos
con sus leyes y la humanidad con sus mandamientos. Puesto que Israel
tiene una misión importante que cumplir, Dios se mostrará como Dios
celoso y tomará cuenta de los pecados de Israel con más severidad que de
los delitos de los pueblos paganos (Am 2,9-15).
Dios se revela a través de la historia: los acontecimientos concretos son
manifestación de la acción divina. No es sorprendente que atribuyan a
Dios las desgracias que ocasionaban los pueblos o los hombres (en
lenguaje clásico, se dice que Dios actúa mediante las causas segundas: cf.
Is 5,25).
Dios salva a través de la historia. Los hechos concretos son interpretados
a la luz de la salvación: el Exodo es el paradigma, el destierro es el
momento cumbre para descubrir la mano salvadora de Dios (cf. Is 41; 43;
Jr 30; 31; Ez 36,37).
c) El profeta y el culto
Ha sido tema muy debatido en los años 50-60. Hubo quien consideró a los
profetas como enemigos acérrimos del culto y propulsores de una
religiosidad personal e íntima sin reflejo externo ni social. Las denuncias
del culto extemo
(cf. Is 1,10-20; Am 5,21-25, etc.) daban pie a tal interpretación. En el
extremo opuesto, otros autores han descrito a los profetas como
profesionales del culto, y sus oráculos como fruto de su actividad en el
templo, basándose en que hay himnos litúrgicos (Na 1,2-8) e invitaciones
a reanudar la vida en el Templo (Ag
1,3-11).
Hoy se aborda esta cuestión con más serenidad y se analiza cada libro para
concluir hasta qué punto los profetas estaban relacionados
profesionalmente con el culto. De los profetas en conjunto únicamente
puede afirmarse que, siendo su misión estrictamente religiosa, les
resultaba más fácil anunciar su mensaje en conexión con el templo. Por
tanto, en un resumen apretado, puede afirmarse que los profetas no
denuncian el culto en sí mismo, sino el culto idolátrico a otros dioses, y las
desviaciones y formas puramente externas del culto al Dios verdadero.
Todos ellos están incorporados a la vida religiosa de su tiempo, más aún,
la impulsan y procuran purificarla, aunque prácticamente ninguno de los
profetas anteriores al destierro llegó a formar parte del personal del
templo. Después del destierro algunos, como Ageo o Zacarías estaban
muy ligados al templo, pero sus oráculos no se ciñeron a la estrechez de
los profesionales del culto.
Ciro recibiendo a un
que denuncian en la injusticia humana el pecado contra Dios: "Despojas
con violencia al prójimo y a mí me olvidas, dice el Señor Dios" (Ez
22,12).
Los profetas que con mayor énfasis denunciaron los pecados sociales son
los anteriores al destierro. Fustigaron con crudeza los abusos que se
cometían en la administración de la justicia, en el modo de gobernar y en
el comercio. Condenaron con severidad la esclavitud y los abusos en el
salario, los asesinatos y los robos, las riquezas injustamente adquiridas y
los impuestos abusivos; la
opresión de los más desfavorecidos, en concreto de los huérfanos, las
viudas y los emigrantes. Los profetas, al denunciar estos pecados, no
pretender hacer un estudio puramente sociológico, ni crear un
enfrentamiento entre grupos, sino
que sus oráculos van orientados, por una parte, a justificar el castigo
divino que irremisiblemente ha de soportar el pueblo; y, por otra, a mover
a conversión a sus oyentes, con lenguaje áspero las más de las veces, o con
expresiones entrañables otras. Pretendieron también la mejora en muchas
instituciones, sobre todo en el modo de ejercer la justicia y en el gobierno
de reyes y mandatarios.
La justicia abarca las relaciones con Dios y, consecuentemente también,
las relaciones con los demás hombres, especialmente con los más
necesitados que los profetas suelen concretar, como ya se ha dicho, en los
huérfanos, las viudas y los extranjeros. Los profetas ni añoran un pasado
nómada ideal, en el que no había injusticias, ni condenan
sistemáticamente la modernización de Israel, consecuencia de la
monarquía instaurada y de una sociedad más urbana y comercial.
Simplemente denuncian los abusos, tan frecuentes en aquella época como
en la nuestra. Reducir el mensaje profético a un mensaje social sería
empequeñecer su palabra.
Cuestiones de autoevaluación
2. El anuncio profético
Puesto que el profeta es portavoz de Dios, el modo más propio de
expresarse es el estilo del mensajero. En el Medio Oriente era habitual que
el mensajero llevara escrito en tablillas de arcilla los mensajes de los reyes
o jefes de tribu, bien porque éstos no sabía leer, bien porque pretendían
que el mensajero no tergiversara las palabras. Al llegar a su lugar de
destino el mensajero iniciaba la lectura de las tablillas con la misma
fórmula: Así dice el señor de..., así dice el rey de... En los libros históricos
de la Biblia se han conservado mensajes, normalmente muy breves
redactados de forma semejante: "Benaías entró en la tienda del Señor y
dijo a Joab: Lo ordena el rey: sal" (IR 2,30); "Hombre de Dios, el rey ha
ordenado que bajes", le dijo un militar a Elias, por orden del rey Ocozías
(2R 1,9; cf. también 1,11). A veces es una pregunta: «Joram envió un
segundo jinete que llegó hasta ellos y dijo: —Esto pregunta el rey: «¿Hay
paz?» (2R 9,19)". También aparece el estilo del mensajero en decretos o
edictos mucho más largos como el de Ciro en Esd l,2ss; 2 Cro 36,23ss.
En los profetas hay tres fórmulas que introducen o cierran los oráculos en
el llamado estilo del mensajero: La más frecuente y característica es la
introductoria, "Así dice el Señor" (koh 'amar yhwh). Refleja expresamente
que el profeta se sabe enviado por Dios e investido de su autoridad para
transmitir su palabra.
También es profética la fórmula he aquí, he aquí que yo (hinneh, hinne-
ni), que suele aparecer en el segundo miembro de un discurso profético;
con ella se introduce una intervención divina, normalmente de castigo (en
oráculos contra Israel o contra las naciones cf. Am 6,14; 7,8; Jr 46,25;
47,2; 50,312, etc.) o en un oráculo benéfico (cf. Is 65,17-18).
3. Oráculo
Introducido con la fórmula ya mencionada consiste en una declaración
solemne hecha en nombre de Dios, que lleva implícita una condena o una
promesa de salvación. Normalmente va dirigido a un pueblo entero,
aunque también los hay dirigidos a personas individuales. De ahí la
división en oráculos individuales y colectivos; de condena o de salvación:
a) Oráculos contra un individuo
Son los más antiguos, breves, de estilo directo. Un caso típico es Am 7,16-
17 (Ver también IR 21,17-19; 2R 1,3-4).
16
Y ahora escucha la palabra del Señor: «Tú me dices: "No has de
profetizar contra Israel, ni predicar contra la casa de Isaac". ''Pues
así dice el Señor:
"Tu mujer será deshonrada en la ciudad; tus
hijos y tus hijas caerán a espada; tus tierras,
repartidas a cordel, y tú morirás sobre tierra
impura. E Israel será llevado cautivo lejos de su
tierra ".
El esquema más común de estos oráculos contiene los elementos
siguientes:
—Apelación del profeta (v. 16a), en el imperativo "escucha" u otro
similar que refleja desde el comienzo la autoridad del profeta. ■—Relato
del hecho punible (v. 16b), que dirigiéndose a un individuo es concreto, en
este caso, la prohibición abusiva de que Amos siga hablando junto a Betel.
—Acusación, normalmente en segunda persona: "Tú dices" (v. 16b); "has
asesinado y además has robado" (IR 21,19), usando en ocasiones una
pregunta irónica y retórica: "¿es qué no hay Dios en Israel, que vais a
consultar a Baal-Zebub, dios de Ecrón" (2 R 1,3). —Predicción del
castigo (v. 17), formulado con frecuencia bajo la ley del talión: a tal
delito, tal castigo.
c) Oráculos de lamentación
También llamados Ayes, por comenzar con esa interjección. Suelen estar
redactados en pasado, aunque se refiera a acontecimientos futuros. Un
ejemplo sencillo es el recogido en Is 5,8-17:
8
¡Ay de los que acumulan casas y más casas, y juntan campos y
más campos, hasta agotar el terreno! ¿Es que sólo vivís
vosotros en el país? 9El Señor de los ejércitos me ha jurado al
oído: «¡Muchas casas grandes y hermosas quedarán desoladas,
sin nadie que las habite!». 10Pues diez yugadas de viña
producirán un solo cántaro, y un saco de simiente producirá
una espuerta.
11 ¡Ay de los que madrugan de mañana para ir tras los
licores, y trasnochan para que el vino los encandile!
12 Todo es cítara y arpa, pandero, flauta,
y vino en sus festines, pero no contemplan la obra del Señor
ni miran la hechura de sus manos.
13 Por eso, mi pueblo va a ser deportado por falta de
inteligencia; sus nobles morirán de hambre, y su plebe abrasada
de sed.
14
Por eso, el seol ensanchará sus fauces, abrirá su boca
descomunal, y bajarán sus nobles y sus plebeyos su bullicio y su
alborozo. hEl hombre será doblegado, el varón será humillado, y
los ojos de los altivos, abajados. 16Pero el Señor de los ejércitos
será ensalzado en el juicio, el Dios Santo se mostrará santo en la
justicia. 17Pacerán corderos como en sus prados, y cabritos
cebados rumiarán entre las ruinas.
Contiene:
■—la enumeración de los delitos, injusticias y culto pervertido (vv. 8-12),
—el anuncio del castigo merecido, la deportación (vv. 13-14), y —la
esperanza de la restauración (v.15).
d) Oráculos de salvación
Son declaraciones solemnes de promesa de salvación. Aparecen con más
frecuencia en los profetas exílicos o postexílicos que procuran elevar el
ánimo decaído de los deportados o de los que acaban de regresar (cf. Is
41,8-13; 44,1- 5). Pero también se encuentran en los preexílicos (cf. Am
5,15; Is 9,1-6; etc.). Como ejemplo podemos leer Is 41,8-13:
8
Pero tú, Israel, mi siervo, Jacob, a quien elegí, estirpe de Abrahán,
mi amigo, 9tú, a quien tomé de los extremos de la tierra y te llamé de
los confines más remotos, a ti te digo: «Tú eres mi siervo; te he
elegido y no te he rechazado». >0No temas, que Yo estoy contigo, no
desmayes, que Yo soy tu Dios. Te daré fuerzas, te socorreré, te
sostendré con mi diestra victoriosa. "Mira: quedarán avergonzados y
abochornados los que se enfurecen contra ti;
serán reducidos a nada, perecerán quienes pleitean contigo. 12Los
buscarás, pero no encontrarás a quienes peleaban contra ti; serán
aniquilados, reducidos a la nada, los hombres que te hacían la
guerra.
3
Porque Yo soy el Señor, tu Dios, que sostengo tu diestra, y
te digo: «No temas, Yo te ayudaré.
Contiene tres elementos que se complementan entre sí para resaltar la
predilección divina: interpelación, promesa y confirmación de eficacia.
— La interpelación (w. 8-9) alude a los beneficios antiguos
recordando los relatos patriarcales y señalando la condición peculiar del
pueblo: «Tú eres mi siervo; te he elegido y no te he rechazado».
— La promesa (vv. 10-12) es la parte central y más relevante. En
este caso repite la fórmula vocacional "no temas" y asegura la firmeza del
pueblo frente a la vacuidad de sus contrarios: "serán reducidos a nada".
— La confirmación está expresada en términos teológicos, propios
de Isaías que insiste en la soberanía de Dios: "Yo soy el Señor, tu Dios".
6. Acciones simbólicas
Los profetas habitualmente transmiten su mensaje de viva voz; hay veces
que más que decir su palabra, la gritan (Is 40,6), incluso utilizan la
escritura (Jr 36), pero no faltan ocasiones en que la palabra no basta y
necesitan subrayarla con signos [gesticulan la palabra). En algún sentido
cabría englobar en este apartado los milagros, pero nos limitaremos a
acciones ordinarias realizadas con fuerza profética.
Son acciones realizadas para hacer más comprensible el mensaje: signos
mímicos, gestos con las mismas propiedades que la palabra hablada.
Muchas veces superan a la palabra en expresividad, pero en ocasiones
resultan tan ambiguas que requieren ser explicadas.
Hay que tener muy en cuenta que no son acciones mágicas (cf. 2 R 13,14-
19) que producen efectos maravillosos. Propiamente no caben aquí los
milagros, puesto que el profeta no pretende otros efectos que hacer más
comprensible su mensaje. Cuando Elias derramó agua, no causó la lluvia,
sino que la imploró (IR 18,25); Jeremías con el yugo no provocó la
esclavitud, que tenía otras causas, simplemente la anunció, etc.
Casi todos los profetas realizaron actos simbólicos. Comenzaron los
profetas antiguos, no escritores:
Así Ajías de Silo corta el manto como señal de separación de los dos
Reinos (IR 11,29-32); un profeta anónimo anuncia al rey Ajab su pecado
con gestos peculiares (IR 20.35-46); Sedecías comunica a Ajab una
victoria (IR 22,11).
Pero son los profetas clásicos quienes realizan signos más significativos,
unas veces interpretando hechos o detalles de su vida ordinaria, otras
realizando con intención didáctica gestos o acciones concretas. He aquí
algunos ejemplos:
Oseas con su matrimonio expresa la relación de Dios con su pueblo (Os
1.2) . Isaías utiliza símbolos en varias ocasiones: los nombres de sus hijos
(7,3;
8.3) y de Enmanuel (7,14), su paseo desnudo (Is 20), etc. Jeremías es más
prolijo en símbolos: el cinturón a orillas del Éufrates (13,1-11); su celibato
(16); el cántaro roto (19); el yugo al cuello (27; 28,10); la compra del
terreno (32); la construcción del trono de Nabucodonosor (43,8-10); el
libro tirado al Éufrates (51,59-64). Ezequiel es el que realizó mayor
número de acciones simbólicas, aunque su valoración puede ser más
matizada: su mudez temporal (3,24-27; cf. 4,1-3); la mímica para anunciar
el asedio de Jerusalén (4,4-17); el corte del cabello y de la barba (5,1-3); la
carga de un saco de emigrante (12,1-16); la comida despreciable (12,17-
20); su viudez permanente (24,15-27); las dos varas en la mano (37,15-
28), etc. Zacarías entrega una corona a Josué, sumo sacerdote (Za 6,9-11),
en señal de la dignidad del Templo y de la descendencia que habría de
tener Zorobabel.
Incluso en el Nuevo Testamento hay acciones simbólicas; especialmente
el gesto de Agabo que anuncia la prisión de S. Pablo (Hch 21,11).
1. Los géneros literarios orales son los mismos que los escritos
.V.
e) Resumen
Balaam puede asimilarse a los profetas-adivinos de Mesopotamia o de
Mari, pero el autor sagrado ha visto en él un instrumento de Dios y ha
puesto en su boca unos oráculos importantes a favor del pueblo, para que
resalte con mayor claridad que sólo de Dios puede partir la iniciativa de
las verdades fundamentales que constituyen la fe de Israel: que es un
pueblo elegido, que Dios le sacó de Egipto, que de él saldrá el futuro
salvador, etc.
2. Natán
Los libros de Samuel y Reyes relatan las actuaciones de un buen número
de profetas que ejercieron su ministerio en la corte y con mucha frecuencia
al servicio del rey, como hemos señalado en el Tema 2. Algunos tuvieron
bastante influencia en la marcha de los asuntos políticos y sociales del
reino del Norte. En el reino de Judá, en cambio, apenas hubo profetas
consejeros del rey, si exceptuamos a Gad y Natán, que formaron parte de
la corte de David.
El nab 'i Natán aparece en tres acontecimientos importantes de la vida de
David: en la implantación de la monarquía dinástica: 2S 7,1-17 (1 Cro
17,1- 15); en el relato del pecado de David y nacimiento de Salomón (2S
11,2- 12.25); y en la sucesión de David (2R 1,5-53).
a) Monarquía dinástica (2S 7,1-17)
Este episodio, cargado de intencionalidad teológica, enlaza los dos
problemas que estaban en discusión: la construcción de un templo en
Jerusalén y la sucesión de David. La secuencia del relato es la siguiente:
David consulta a Natán y éste se acomoda a sus deseos (vv. 1-3):
2
—Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras que el arca del
Señor habita en una tienda de lona. 3Natán respondió al rey: —Vete
y haz lo que te dicta el corazón, porque el Señor está contigo.
Pero el profeta cambia de opinión y se opone a la construcción del
templo; a la vez que promete la sucesión dinástica (w. 4-16).
"Peí •o esa misma noche la palabra del Señor llegó sobre Natán en
estos términos:5—Vete y dile a mi siervo David: «Así dice el Señor:
"¿Eres tú el que va a edificar una casa para que Yo habite en ella?
6
Nunca he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los
hijos de Israel de Egipto hasta el día de hoy, sino que he caminado
siempre en una ñenday en un tabernáculo. 7Y cuando he caminado
por todas partes con el pueblo de Israel ¿me he quejado a alguno de
los jueces a quienes encargué que apacentaran a mi pueblo Israel,
de que no me edificaran una casa de cedro? "». 8Y ahora así dirás a
mi siervo David: «Así dice el Señor de los ejércitos: "Yo te he
tomado del aprisco, de detrás del rebaño para que seas príncipe
sobre mi pueblo Israel; 9he estado contigo en todas tus andanzas, he
eliminado a todos tus enemigos ante ti y he hecho tu nombre grande
entre los grandes de la tierra. 10Asignaré un lugar para mi pueblo
Israel y lo plantaré para que habite allí y nadie le moleste; los
malvados no volverán a oprimirlo como antes, "cuando constituí
jueces sobre mi pueblo Israel Te concederé la paz con todos tus
enemigos. El Señor te anuncia que El te edificará una casa. ,
2
Cuando hayas completado los días de tu vida y descanses con tus
padres, suscitaré después de ti un linaje salido de tus entrañas y
consolidaré su reino. 13Él edificará una casa en honor de mi nombre
y yo mantendré el trono de su realeza para siempre. ,4Yo seré para
él un padre y él será para mí un hijo; si algo hace mal le castigaré
con vara de hombres y con golpes humanos. "Pero no apartaré de
él mi amor como lo aparté de Saúl a quien alejé de tu presencia;
16
tu casa y tu reino permanecerán para siempre en mi presencia y tu
trono será firme también para siempre"». 17Natán comunicó a
David todas estas palabras y esta visión.
Los profetas más antiguos, como Samuel, habían sido reticentes a la
instauración de la monarquía, basándose en que sólo Dios gobierna a su
pueblo (cf. 1S 8; 10,17-24; 12). En cambio, Natán la instituye como
querida por Dios, más incluso que la construcción del templo. No sólo
establece la existencia de un rey, sino que asegura la dinastía: todo
descendiente de David será señal de la presencia de Dios en medio del
pueblo. La monarquía hereditaria es, por tanto, el centro del oráculo de
Natán. Si con la esterilidad de Mical se interrumpe la línea sucesoria de
Saúl (cf. 6,23), con la promesa profética queda consolidada la
descendencia de David.
A tenor de la parte central del oráculo (vv. 13-16) todo descendiente de
David, figura del Mesías futuro, tendrá las siguientes cualidades: Será un
hijo para Dios (v. 14a), si bien no se trata todavía de una filiación
natural, sino de la estrecha relación entre Dios y el monarca (cf. Sal 2,7;
89,27-28), de modo que la persona y el gobierno del rey deberán ser
símbolo de la presencia e interven
ción del mismo Dios. Será castigado cuando sea necesario, pero el
castigo no será definitivo (vv. 14b-15), es decir, no habrá supresión de
descendencia, como ocurrió con Saúl, ni destronamiento irreversible,
porque siempre prevalecerá el amor de Dios. La dinastía davídica
permanecerá siempre (w. 12-13.15- 16). El título «hijo de David» no
será sólo indicativo de una genealogía, sino de ser beneficiario de esta
profecía y de la Alianza davídica (cf. 1 R 8,25; Sal 132,10-18; Jr 17,24-
27; Ez 34,23-24, etc.). Después del destierro será el título que con más
insistencia se aplicará al Mesías, y, finalmente, los escritores del Nuevo
Testamento mostrarán con empeño que Jesús es «hijo de David» (cf. Mt
1,1; 9,27; Rm 1,3). La liturgia de la Iglesia propone este texto en la
Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María, ya que él garantiza
la descendencia davídica de Jesús (Mt 1,20) puesto que el Santo
Patriarca era «de la casa de David» (Le 1,27).
e) Resumen
Natán puede situarse en la línea marcada por Samuel, como profeta-
consejero del rey que sin servilismo interpreta y reorienta las decisiones
reales. Llevado de su fe en Dios da sentido religioso a la monarquía
dinástica, marcándole su grandeza (2S 7,14) y sus limitaciones, señalando
claramente que el rey no está por encima de los mandamientos de Dios
(2S 12,7). El autor deute- ronomista del libro de Samuel subraya el
carácter mesiánico de la profecía de Natán, que tendrá enorme influencia
en los textos mesiánicos posteriores: Sal 2; 72; 110; cf. Mt 2,4-6; Le 1,32,
Hch 2,30; Hb 1,5.
d) Resumen
La documentación sobre Elias es muy fragmentaria: el autor deuterono-
mista, que compone el libro de los Reyes, no pretende hacer una biografía
completa; únicamente elige unos cuantos episodios que corrían de boca en
boca, sin someterlos a una crítica especial, con el objetivo de resaltar unas
ideas teológicas: intervención de Dios en la historia, prevalencia de los
derechos de Dios sobre los del rey, y de modo muy particular, el
monoteísmo: el mismo nombre de Elias lo refleja (Yhwh es mi Dios).
Elias será siempre el símbolo de los derechos de la fe en Dios, y todos sus
milagros serán recordados como impulsores de la fe en el único y
verdadero Dios.
a) Vocación (2 R 2,1-25)
Además de la primera llamada (IR 19,19-21), se repite aquí cómo
Eliseo sucede a Elias y hereda su espíritu. El prodigio de separar las aguas
(vv. 8 y 14)
es la señal inequívoca de su autoridad en el que resuena lo que habían
hecho Moisés (Ex 14,16-22) y Josué (Jos 3,14-17).
e) Resumen
Eliseo ve a Elias
contradicciones (cf. 6,23 y 6,24; 5,27 y 8,4) y relatos poco verosímiles.
Debió de concluirse antes del 722 (caída de Samaría) aunque el redactor
deuteronomista introdujera algunos cambios. El interés del ciclo estriba en
la veracidad de su doctrina. Cada relato revela un aspecto de la rica
personalidad del profeta: Eliseo es un hombre de Dios, pero también un
hombre del pueblo, mezclado en los asuntos públicos, contrario a Ajab,
sostiene la causa de Israel frente a los sirios que atacan constantemente.
Eliseo pasó a la historia como defensor de las grandes causas de estado y
de las pequeñas necesidades de sus contemporáneos, mostrando como
creyente firme que Dios ex
tiende su Providencia sobre el pueblo entero y sobre cada individuo.
Cuestiones de autoevaluación
1. Los oráculos de Balaam ensalzan las cualidades de Israel
.V
2. Natán nunca propuso a Salomón como sucesor de David
.V.
3. El Mesianismo real se fundamenta en los oráculos de Natán (2S
7,4-16)
.V.
4. Elias era consejero del rey Ajab como Natán lo fue de David
F.
5. Elias realizó muchos prodigios a favor de personas particulares
.F.
6. Eliseo intervino con frecuencia en los asuntos públicos de su
pueblo . V J I. F .
1. Literatura profética
Los Temas tratados hasta ahora son propiamente
introductorios al estudio de los libros proféticos, que
ocuparán nuestra atención de ahora en adelante. Como
es sabido la tradición judía llama profetas anteriores a
los libros de la tradición deuteronomista (Josué, Jueces,
los dos de Samuel y los dos de Reyes); y profetas
posteriores a todos los demás (Isaías, Jeremías, Ezequiel
y el Rollo de los doce profetas). El libro de Daniel,
compuesto cuando ya se había
cerrado la colección de los profetas, se incluye entre los Escritos. En el
orden______________________________________________________
Cuestiones de autoevaluación I
1. La tradición judía incluye dentro de la denominación de
profetas los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes
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V
8. Los oráculos proféticos se escribieron con vistas al Nuevo
Testamento
V
1. Doctrina profética
Los profetas clásicos ejercieron su ministerio en un momento álgido, tanto
de la vida de Israel como de la composición de los libros que luego
formarían el Pentateuco y los libros históricos. Es, por tanto, lógico que
haya una mutua influencia doctrinal entre el contenido del Pentateuco y el
de los libros proféticos. Por otra parte, los profetas reciben, viven y
transmiten la fe y la tradición religiosa aplicándola a las circunstancias de
sus oyentes. En el plan de Dios, ellos son los transmisores de un mensaje
abierto a posteriores aclaraciones hasta llegar a su culminación en
Jesucristo: «En diversos momentos y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días
nos ha hablado por medio de su Hijo» (Hb 1,1- 2).
El mensaje profético, por tanto, abarca en su conjunto todo el depósito de
la fe israelita y en lo fundamental coincide con lo que enseñan los demás
libros bíblicos; sin embargo, como cada profeta subraya y desarrolla los
aspectos doctrinales que más incidencia tenían entre sus contemporáneos,
comprendemos la dificultad que hay para resumir en una síntesis ordenada
y científica la doctrina común de todos los profetas, cuyos escritos abarcan
un período de más de cuatro siglos: no eran idénticas las preocupaciones
inmediatas de Amos en el s. VIH y las que tenían Ageo y Zacaríass en el s.
vi o Daniel en el s. II. A pesar de esta dificultad, hay tres puntos en los que
todos inciden con más o menos insistencia: el monoteísmo, el mesianismo
y la doctrina moral y social.
2. Monoteísmo
Es el tema más importante de los oráculos proféticos. No se trata
solamente de un monoteísmo ético y cultual (monolatria), sino de la fe en
Dios,
uno y único: no hay otro dios que el Señor. Ciertamente es la misma fe
que impregna todos los libros de la Biblia y que se vive en la comunidad
de Israel; los profetas, empapados en la fe del pueblo, son los heraldos y
predicadores más contundentes y claros. El esquema monoteísta de los
profetas puede estructurarse del modo siguiente:
a) Dios es soberano absoluto de la historia
El Dios de Israel no se muestra en un lugar privilegiado a donde hay que
encaminarse para encontrarlo (no está en el Panteón); ni es
fundamentalmente el dios de la naturaleza, cuya fecundidad y ciclos
reflejan su presencia. Cierto que los profetas y, más tarde, los sabios (cf.
Sal 29; 96...) reconocen al Señor como soberano de la Creación, pero es
en sus intervenciones en la historia donde Dios se da a conocer: una
sequía prolongada, una época de hambre, la guerra, la victoria o la
derrota, son gestos divinos que llaman al pueblo a "volver" a Él (Am 4,4-
12). Dios se manifiesta a través de acontecimientos humanos, y los
profetas interpretan el sentido de esa manifestación divina en la historia.
b) Dios tiene con Israel una relación particular
En el libro de Amos (s. vill a.C.) se habla de Dios como compañero de
camino que comunica sus secretos a sus siervos los profetas (Am 3,3-8) y
en el de Oseas (también del s. vill) Dios toma la iniciativa en la Alianza,
que es relación personal y afectiva. También a Oseas se debe la imagen
esponsal (Os 1-3), y la paterno-filial (Os 11-1-4), que a través de otros
escritos proféticos ha llegado hasta el Nuevo Testamento (cf Mt 9,15),
como expresión definitiva de la relación entre Dios y su pueblo y con cada
hombre. En otros profetas, en cambio, se subraya que la elección es un
don gratuito que da la identidad específica al pueblo (Is 2,11; Je 9,24).
c) Dios es Santo
A pesar de su íntima relación con el pueblo Dios no es como ellos, ni
puede ser tratado como uno de tantos, ni menos puede ser manipulable ni
siquiera con sacrificios. Dios es trascendente, es el Altísimo, como lo
proclama Isaías (cf. cap. 6). La santidad del pueblo estriba en ser distinto
de los demás pueblos también en sus exigencias morales. Dios es "el
Santo de Israel" (Is 5,19-24), porque siendo el Altísimo se ha hecho
cercano en su relación de amistad («Le hablaré al corazón», Os 2,16), y de
conversación de esposo enamorado-. («Me sedujiste, Señor, y yo me dejé
seducir», Jr 20,7).
d) El castigo
3. Mesianismo
La esperanza mesiánica puede decirse que es la verdadera espina dorsal de
los profetas.
Los profetas preexílicos, al igual que los Salmos (Sal 2; 89) parten de la
profecía de Natán (2Sam 7,14) para expresar su idea de la Salvación que
viene al pueblo a través de un descendiente de David (Mesianismo real).
Pero no cayeron en la adulación al rey ni asumieron "el estilo de corte",
por el que se otorgaban a los reyes títulos divinos y se les auguraban días
incontables. Más bien espiritualizan la idea mesiánica, quitando
importancia al monarca reinante y subrayando, en cambio, su condición
de elegido del Señor. Isaías es, sin duda, quien más referencias hace a la
realeza davídica (cf. 7,13-17; 9,5-6; 11,1-5), pero nunca menciona al rey
por su nombre; le aplica títulos grandiosos, pero en ellos se glorifican más
las acciones prodigiosas del Señor, que el personaje receptor de las
mismas. También Miqueas (5,1-5) alude a la dinastía davídica sin
nombrar al rey. Jeremías contiene un único oráculo (23,5-6) que anuncia
la venida de un vástago davídico que reinará con la justicia del Señor.
Para todos ellos el rey que esperaban habría de comportarse como
verdadero hijo de Dios, no como los reyes que conocían.
Los profetas exilíeos apenas hablan del mesianismo real; Ezequiel llega a
quitar el título de rey al príncipe que regirá al Israel restaurado y le
considera un nuevo David (34,24). En los años inmediatos a la vuelta del
destierro se proclama que Dios mismo traerá su salvación (Is 41,14) sin
intermediarios ("mesianismo sin Mesías"). Incluso se denomina Mesías a
todo personaje que en nombre de Dios traiga la salvación a Israel, aunque
sea extranjero, como Ciro (Is 45,1). La salvación vendrá, ante todo, a
través del pueblo; de uno nacido en el pueblo; en este contexto se
comprende el alcance de la idea del resto: unos pocos, pertenecientes a
Israel, que alcanzarán para sí y para sus compatriotas la liberación plena.
En los profetas postexílicos el juicio divino, que es función mesiánica, ya
no se hace entre Israel y los demás pueblos, sino entre los justos y los
impíos dentro y fuera de Israel (Mal 3,13-21). Se inicia así en los últimos
profetas una mayor espiritualización del Mesianismo que cuadra mejor
con la escatología. Se entiende aquí por escatología la convicción que
inculcan los profetas de que Israel es un pueblo elegido con una especial
misión en la obra salvífíca que Dios lleva a cabo en el universo. Israel
juzga a las naciones y así prefigura el juicio definitivo de Dios (el día del
Señor) para el pueblo y todas las gentes.
Los apocalípticos llevan a cabo una sublimación de la escatología que
conducirá a la idea trascendente del Mesías. Ya el libro de Daniel, con la
figura del Hijo del Hombre (Dan 7,9-14), da testimonio de la esperanza en
un salvador que viniendo de arriba gozará de atributos divinos.
El Nuevo Testamento reconocerá a Jesús como verdadero Mesías,
asumiendo las líneas mesiánicas desarrolladas por los profetas: es
descendiente de David, juzga y salva al mundo; siendo el Hijo del Hombre
adopta la figura del Siervo de Isaías para traer la salvación definitiva y
universal a los hombres.
Cuestiones de autoevaluación
1. El monoteísmo significa sencillamente que no se puede dar
culto a los ídolos I. V J I. F .I
2. La santidad de Dios indica la transcendencia divina. Dios no es
una criatura
m i f .i
3. Señalar tres ideas proféticas que reflejen la relación de Dios con
su pueblo (y con cada persona)
Amos
O El libro © Situación histórica y social del siglo vill © La persona
del profeta O Estructura y estilo del libro © Contenido doctrinal ©
Lectura cristiana del libro de Amos
1. El libro
En el Canon bíblico, judío y cristiano, el libro de Amos figura en tercer
lugar dentro del códice de los Doce Profetas Menores. Sin embargo,
recoge las palabras del primer profeta cuya predicación se puso por
escrito. Amos ejerció su ministerio en el siglo octavo, en Betel, Gulgal, y
Samaría, probablemente en un corto espacio de tiempo.
La autenticidad del libro de Amos no ha sido puesta en duda seriamente,
pues todo el libro refleja el estilo directo y claro del profeta. Sin embargo,
hay indicios suficientes de que la última redacción deuteronomista ha
dejado una huella indudable. Los comentaristas han considerado adiciones
tardías, el oráculo contra Judá (2,4-5); las doxologías (4,13; 5,8-9; 9,5-6) y
el oráculo de salvación con que termina el libro (9,11-15).
5. Contenido doctrinal
Amos se muestra apesadumbrado al comprobar y lamentar que el pueblo
se está descomponiendo interiormente. No era un profeta pesimista,
empeñado en oscurecer y amargar el bienestar de los suyos, sino, al
contrario, un hombre lleno de celo por el pueblo que siente la necesidad
de zarandear a sus contemporáneos para que pongan remedio. Por eso,
todo su mensaje quedaría vacío sin unas ideas claras sobre Dios.
a) Soberanía divina
Amos atribuye a Dios lo que los cananeos predicaban de Baal: en las
doxo- logías (4,13; 5,8-9 y 9,5-6) presenta al Señor como quien tiene
dominio sobre las constelaciones, enviando la lluvia, produciendo la
fecundidad de la tierra. También en los oráculos enseña con claridad y con
lenguaje directo que Dios es el autor y dueño de la naturaleza: a Él se
deben también la sequía, el hambre, las plagas que devastan los campos,
etc. (4,6-11):
6
Por eso Yo os dejé con los dientes vacíos en todas vuestras ciudades,
y sin pan en todos vuestros lugares, pero no os convertisteis a Mí —
oráculo del Señor—.
7
Os negué la lluvia a tres meses de la recolección; hice llover sobre
unas ciudades, pero la impedí sobre otras; unas parcelas recibían
lluvia, otras, que no la recibieron, se secaron. 8De dos o tres ciudades
iban a otra a beber agua, y no se saciaban, pero no os convertisteis a
Mí —oráculo del Señor—.
9
Os herí con tizón y añublo: agosté vuestros huertos y viñas; vuesti-as
higueras y olivos los devoró la langosta, pero no os convertisteis a Mí
— oráculo del Señor—.
w
Os envié una peste como la de Egipto. Di muerte a espada a vuestros
jóvenes, mientras vuestros corceles eran apresados; hice subir el
hedor del campamento hasta vuestras narices, pero no os
convertisteis a Mí — oráculo del Señor—.
11
Os convulsioné como convulsionó Dios a Sodoma y Gomorra, y
quedasteis como tizón extraído de un incendio, pero no os
convertisteis a Mí —oráculo del Señor-
Este. recio oráculo sobre los afanes inútiles pone de relieve la actuación
soberana de Dios en la naturaleza y en la historia. Menciona cinco
acciones punitivas, encaminadas a conseguir la conversión; utiliza una
forma literaria tan regular como la de otros oráculos, y al final de cada
estrofa repite el mismo estribillo: pero no os habéis convertisteis, a mí,
oráculo del Señor (w. 6.8.9.10.11). Los castigos mencionados, que evocan
las plagas de Egipto (carencia de víveres, falta de agua, enfermedades y
plagas de las cosechas, peste, destrucción de las ciudades, etc.) las ha
experimentado el pueblo, pues son relativamente frecuentes en aquella
zona. Ahora bien, el profeta pone el acento en que es Dios mismo quien
ha enviado tales castigos, porque sólo Él, y no Baal, gobierna la naturaleza
y la orienta en favor de su pueblo. Por otra parte, esta perícopa es una
profunda reflexión sobre el castigo: Dios envía las desgracias no para
desahogar su ira ni para vengar los delitos, sino para mover a conversión a
su pueblo.
Frente a la soberbia y autosuficiencia de los israelitas de aquella época,
Amos proclama la soberanía de Dios; pero también enseña que Dios no es
un ser lejano, sino que está íntimamente comprometido con su pueblo:
Amos no menciona el término técnico de la alianza (beñt), ni el amor
misericordioso (hesed), pero insiste en la elección como fuente de
responsabilidad: «Sólo os conocí a vosotros entre todas las familias de la
tierra. Por eso os castigaré todas vuesti-as iniquidades» (3,2). Como
ampliación de esta enseñanza fundamental, el profeta añade una nueva
reflexión sapiencial, fruto de su propia experiencia vocacional y de la del
pueblo (3,3-8):
3
¿Es que caminan juntos dos sin que se pongan de acuerdo?
"¿Es que ruge el león en el soto si no tiene presa?
¿Lanza rugidos desde su antro el león joven sin que haya cazado?
1
¿Cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay señuelo?
¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado algo?
6
¿Si suena la trompeta en la ciudad, no se alarmará el pueblo?
¿Si ocurre una desgracia en la ciudad, no la manda el Señor?
7
En verdad, no hace el Señor Dios cosa alguna sin que revele su designio
a sus sieivos los profetas.
8
Ruge el león: ¿quién no temerá?
Habla el Señor Dios: ¿quién no profetizará?
Consta esta sección de siete preguntas retóricas, cargadas de imágenes
vivas, que ponen de relieve la iniciativa de Dios y exigen la
correspondencia del hombre: la imagen de los dos peregrinos que se
encuentran (v. 3), de la vida de la selva (v. 4), de la caza menor (v. 5), de
la alarma ciudadana (v. 6) preparan la definitiva enseñanza de que siendo
Dios quien habla con la fuerza del león, el profeta no puede dejar de
hablar ni el pueblo de acoger su palabra (la ambigüedad de la pregunta
admite las dos interpretaciones).
Por otra parte, sólo con su pueblo ha realizado gestos de predilección: ha
suscitado nazireos y profetas (2,11), ha sacado al pueblo de Egipto y le ha
conducido por el desierto (2,10), y, aunque el futuro se presenta tenebroso.
Dios mantendrá un resto (5,15).
Pero los lazos que unen a Dios con su pueblo no le hacen manipulable.
Amos es el profeta que con mayor crudeza anuncia el castigo divino y el
que con lenguaje más directo enseña la trascendencia de Dios. Dios
gobierna la historia, pero está por encima de los hombres: su intervención
futura ha de ser severa, universal y total (cf. 5,18-20; 8,9-10). Queda así
reflejada la majestad divina: «Señor, Dios de los ejércitos, es Su nombre»
(4,13).
b) Justicia social
Amos es el profeta que muestra mayor sensibilidad ante las injusticias
sociales de su tiempo, tanto en Israel como en las demás naciones:
– Los delitos denunciados en los oráculos contra las naciones (caps. 1-
2) son casi todos de injusticia, de opresión de los vencidos, de abuso de
los poderosos.
– Condena con severidad la perversión de los jueces, que aceptan
soborno y dictan sentencia contra los pobres y los inocentes (2,6; 5,7-12;
6,12).
– Fustiga sin piedad los abusos de los prestamistas que se enriquecen a
costa de los más débiles (8,4-6; cf. 2,6; 5,11-12).
– Pone de relieve con realismo y crudeza las consecuencias de tales
injusticias, como aparece al denunciar los abusos de la clase urbana en
Samaría (4,1- 3), la avaricia de los poderosos (5,10-12), la inmoralidad de
los comerciantes (8,4-6), el lujo y el despilfarro de Samaría (6,4-7).
Ahora bien, la preocupación del profeta no es meramente social. Las
constantes alusiones a las tradiciones antiguas indican que los crímenes de
Israel son contra Dios (cf. 2,6-16) y sólo Dios puede castigarlos como
merecen. Amos no busca tanto la solución inmediata y definitiva de los
problemas sociales, cuanto la "vuelta" al Señor (cf. 4,6-12). No centra su
preocupación en las cosas, instituciones o desarrollo social, sino en las
personas, cuya dignidad está en la base de toda relación humana.
c) Los pecados del pueblo
En época de bienestar como aquella, Amos denuncia el grave error de sus
contemporáneos que han confundido la elección con la impunidad (3,1-2).
Deja claro que el gran pecado del Israel de entonces era suponer que Dios
se había comprometido con su pueblo de modo incondicional y que no
podría castigarlos; por tanto, pensaban que ningún mal podría alcanzarlos.
Contra esta postura grita el profeta: «Morirán a espada todos los pecadores
de mi pueblo, que van diciendo: No nos tocará, ni nos alcanzará la
desgracia» (9,10).
Israel ha pecado y se ha equivocado al apropiarse como mérito el ser
elegido (2,9-16), ha olvidado que la elección es un don gratuito que
comporta exigencias. Sólo un cambio de actitud puede salvarlo:
"Buscadme a Mí y viviréis" (5,4; cf. 5,14-15). Amos contrapone a esa
concepción casi mágica de la elección, el verdadero sentido: frente a la
postura cómoda y conformista de que podían cometerse toda clase de
atropellos, el profeta fustiga con tono severo ese egoísmo encubierto y
anuncia con claridad que Dios mide a los pueblos con justicia y al suyo
con mayor rigor (2,12-16).
Este orgullo es el origen de todos los pecados que Amos denuncia: la
ingratitud por los beneficios antiguos (2,1-2; cf. 2,9-10), la incomprensión
del designio divino (4,6-11; 6,1-6), la degradación del culto que se refleja
en actitudes meramente extemas y, sobre todo, en la idolatría, pues acuden
a los templos ca- naneos a participar en cultos degenerados e impíos.
Israel, dice, está maduro para la destrucción (cf. 8,2).
d) El "día del Señor" (Am 5,18-20)
Amos es el primer profeta que habla del día del Señor en el contexto de
los oráculos de lamentación contra su pueblo. E uno de los Ayes que
componen la segunda parte del libro dice:
18
¡Ay de los que anhelan el día del Señor!
¿Qué será el día del Señor para vosotros?
Será tinieblas y no luz.
19
Será como cuando uno huye de un león y se topa con un oso;
o entra en casa, apoya la mano en la pared y le muerde una culebra.
20
¿No habrá tinieblas el día del Señor en vez de luz,
y oscuridad\ sin claridad alguna?
Los contemporáneos del profeta interpretaban el día del Señor como un
día señalado y gozoso, bien como un día festivo, en sentido litúrgico (cf.
Lv 16,3, referido al Día de la Expiación), bien en sentido castrense (cf. Is
9,3) como un día en que Dios intervendrá victoriosamente en favor de
Israel. En ambos casos el día del Señor se entendía como día de salvación.
Pero Amos proclama un sentido nuevo: a Israel le aguarda un día de
juicio, de destrucción, de desgracia y de condena. De modo pintoresco lo
expresa en 5,19: «Será como cuando uno huye de un león y se topa con un
oso; o entra en casa, apoya la mano en la pared y le muerde una culebra».
Amos todavía no tiene seguramente un horizonte escato- lógico, pensaba
únicamente en un castigo inminente que se cumplió con la invasión de
Asiría.
Sobre el "día del Señor" hay además dos oráculos contenidos en 8,9-14. El
primero (w. 9-10) refleja el duelo profundo y triste que provoca el castigo.
Está construido con expresivos contrastes y menciona los fenómenos
cósmicos extraordinarios que ocurrirán en aquel día: estas imágenes
sobrecogedoras vienen a ser un tópico literario en otros profetas (cf. So
1,15; Is 13,10; 34,4), utilizado también en el Nuevo Testamento (cf. Mt
24,29; Ap 6,12-14). El segundo (w. 11-14) gira en torno a la "sed de la
palabra de Dios" cuando el Señor haya abandonado a su pueblo. Isaías
(2,6-21), y muy especialmente Sofonías (cf. So 1,7- 18) ampliarán más el
alcance del día del Señor como juicio y condena por las malas obras,
puesto que Dios no puede intervenir de otra manera si no hay una
conversión definitiva.
Oseas
O Ei libro © Situación social y religiosa en tiempos de Oseas © La
persona del profeta Oseas O Estructura y estilo del libro ©
Contenido doctrinal © Lectura cristiana del libro de Oseas
1. El libro
El libro de Oseas es el primero dentro de la colección de los «Profetas
Menores», aunque cronológicamente le correspondería el segundo lugar,
después de Amós. Es posible que con esta ubicación se quiera subrayar la
estrecha relación de la enseñanza de Oseas, profeta del Norte, con la
doctrina de los profetas mayores en el reino del Sur -—Isaías, Jeremías y
Ezequiel— que le preceden en el canon y le siguen cronológicamente. En
todo caso, es un indicio de la importancia que se le dio tanto en el canon
judío como en el cristiano.
El libro es de los más extensos entre los profetas menores, y contiene en la
primer parte la experiencia matrimonial del profeta (Os 1-3) y un conjunto
variado de oráculos en la segunda (Os 4-14). Lleva por título: «Palabra del
Señor dirigida a Oseas» (Os 1,1.2), lo que indica que el autor del libro, lo
mismo que el de Sofonías (So 1,1), el de Joel (Joel 1,1) y el del Jeremías
griego (Jr 1,1) tenía más interés en transmitir el mensaje que en presentar a
quien lo pronunciaba. Es de suponer que este encabezamiento era antiguo,
cuando todavía la persona de los profetas no habían alcanzado la aureola
de maestros. En cambio, el del libro de Amós (Am 1,1; cf. Jr 1,1 según el
texto masorético) destaca la persona del profeta más que la palabra de
Dios; de hecho le basta señalar que recoge las "palabras de Amós o de
Jeremías" para dar por seguro que son palabra de Dios.
E
Sobre la unidad y autenticidad del libro no ha habido muchas dificultades;
únicamente hay serias dudas sobre el título (1,1), la sentencia sapiencial
conclusiva (14,10) y muchas de las referencias a Judá (1,7; 3,5; 4,15;
12,1), que se suponen adiciones del último redactor tardío. Las dos partes
del libro son bien diferentes, pero no cabe pensar en un Deutero-Oseas
como se habla de un Deu- tero-Isaías o un Deutero-Zacarías, porque la
doctrina y el estilo de ambas par
tes es uniforme. A pesar de todo, en los últimos veinte años se ha
estudiado con detenimiento la historia de la redacción del libro y, aunque
cada comentarista hace sus propias matizaciones, puede hablarse de tres
corrientes o líneas de investigación:
— Los que abordan el libro como una unidad, se centran en la
explicación del contenido, poniendo de relieve que la relación difícil entre
Oseas y Gomer explica la relación entre Dios e Israel y justifica los
oráculos del cap. 2 y de la segunda parte del libro.
— Los que descubren varias capas redac- cionales basándose en los
contrastes del propio libro, difíciles de asignar a un único autor e incluso a
una misma época. Hay oráculos de condena y otros de perdón y
reconciliación, oráculos contra Israel y otros contra Judá, unos condenan a
los sacerdotes y otros tienen una consideración más positiva. Y, junto a
estos contrastes temáticos, están los cambios de estilo: el uso de la primera
y tercera persona en los caps. 1-3, el relato autobiográfico en Os 1 y el
biográfico en Os 3, las partes en prosa y las escritas en verso, etc. H.
Simian-Yofre resume los cinco trabajos publicados desde 1970, señalando
que en esta investigación puede llegarse a tal cantidad de capas
redaccionales y adiciones secundarias que es casi imposible llegar a un
acuerdo.
— Los que señalan tres capas fundamentales, aun sin negar algún
retoque menos importante en el transcurso de la transmisión: la primera
sería de un discípulo inmediato a Oseas (s. viii a.C.) que reflejaría con
bastante fidelidad las palabras del profeta; la segunda, de un componente
de la escuela deutero- nomista (finales del s. vil) que introduciría su
doctrina sobre el sentido del destierro como castigo y medio necesario
para la liberación; la tercera pertenecería al último redactor de la época
persa (finales del s. vi) a la vuelta del destierro, que introduciría los
elementos más optimistas.
El profeta Oseas.
Escalinata de la
de Samaría que no conoció. En concreto, puede datarse entre 745 y 725
a.C. Fue testigo de que a la muerte de Jeroboam se precipitaron los
acontecimientos en una decadencia progresiva, pues en sólo 24 años hubo
seis reyes con cinco pronunciamientos: su hijo Zacarías (743) fue víctima
de un pronunciamiento, como les ocurrió a casi todos sus sucesores,
Shalum (743), Menahem (743- 738), Pecajías (738-737), Pecaj (737-732)
y Oseas (732-722), sólo el tercero (Pecajías) sucedió a su padre sin
sobresaltos. Os 7,3-7 y 5,13 son un eco de esta situación desastrosa.
La decadencia vertiginosa de Israel coincide y es causada por el
resurgimiento del imperio de Asiría. La subida al trono de Teglatpalasar
III (745-727) será crucial: en el 738 Menahem es obligado a pagarle
tributo (cf. Os 5,13; 2R 15,19-20). Durante el reinado de Pecaj tiene lugar
la guerra siro-efraimita (cf. Is 7,5-9 y Os 5,8-6,6), que trajo como
consecuencia que Israel quedara sometido a Asiría. A la muerte de
Teglatpalasar sube al trono Salmanasar V (727- 722). El rey Oseas,
homónimo y contemporáneo del profeta fue inicialmente pro-asirio, pero
al poco tiempo dejó de pagar el tributo, instigado por los egipcios (cf. 2R
17,34), lo cual provocó la invasión de Samaría, que cae después de tres
años de asedio. Así terminó para siempre el reino del Norte en el año 721
a.C., teniendo que huir muchos de sus habitantes hacia el reino de Judá.
Esta situación de continuas revueltas e intrigas da origen a las constantes
críticas de Oseas a los reyes y gobernantes que sucumbieron porque no
supieron mantenerse fieles al designio divino. Es decir, el profeta
descubre en estos acontecimientos el juicio y el castigo de Dios sobre
Israel y sobre Judá.
Otro dato imprescindible para comprender el mensaje de Oseas es el culto
a Baal, que amenazaba el monoteísmo y los valores religiosos de Israel.
Cuando los israelitas se establecieron en Canaán, tenían clara la idea del
Señor, Dios personal, que cuida de su pueblo, como lo hizo con sus
antepasados en sus peregrinaciones por el desierto y en sus
enfrentamientos con otras tribus. Pero al sedentarizarse, muchos se
hicieron agricultores y adoptaron las costumbres de los cananeos que,
entre otras cosas, daban culto a Baal a quien tenían como dios de la
naturaleza y de la fertilidad, señor de la lluvia y de las estaciones. Con
frecuencia los israelitas participaban en los ritos cananeos, aun sabiendo
que casi siempre estaban mezclados con prácticas inmorales, como la
prostitución sagrada. Seguían manteniendo la fe en el Señor, pero en la
práctica acudían a Baal, para pedir buenas cosechas o fertilidad en los
ganados o mayor número de hijos, o para agradecer los frutos del campo.
De esta forma, practicaban abiertamente la idolatría o, al menos,
compaginaban su fe monoteísta con prácticas idolátricas. Ante esta
situación Oseas vendrá a ser el héroe del monoteísmo en abierto contraste
con el pensar y obrar de sus compatriotas.
o „
hijos. Después de una primera etapa de normalidad, la esposa le es infiel,
le
abandona y le obliga a repudiarla. Pero el profeta, que nunca dejó de
amarla, la r
■¡Zm &.
atrae de nuevo y la vuelve a recibir como esposa, incluso
pagando por ella la ^ ^ ü - dote (el mohar), aunque
sometiéndola a una prueba de abstinencia marital.
Algunos, matizando más, opinan que el capítulo primero
relataría la primera etapa y el tercero la reconciliación.
Otros suponen que ambos capítulos (y los datos del
segundo) son dos relatos distintos del mismo matrimonio,
el primero redactado por un discípulo en tercera persona
y con terminología jurídica (tomar como mujer para si es
expresión técnica de matrimonio), el tercero escrito por
el propio profeta con terminología más íntima, en
primera persona (amar a una mujer nunca indica vínculo
matrimonial); el primer capítulo sería más narrativo, el
tercero más vivencial.
En cualquier caso, hay que explicar qué significa mujer
de prostitución (1,2) y mujer adúltera (3,1), y por otra
parte, qué sentido tiene pagar de nuevo la dote en una
simple reconciliación.
Sobre mujer de prostitución se han propuesto tres explicaciones:
– Que Oseas tomara como esposa a una hieródula de
las que se dedicaban a la prostitución sagrada en los
templos cananeos. Esto no parece probable, porque
Gomer es nombre judío y no era frecuente que las
israelitas ejercieran tal función.
– Según otra explicación el profeta se habría unido a
una prostituta ordinaria, sin connotaciones religiosas.
Tampoco parece probable, porque el profeta en su
mensaje no está preocupado en condenar los desórdenes
morales de este tipo, sino las aberraciones de los cultos
de Baal.
– Finalmente otros muchos, con fina intuición,
suponen que esta mujer era normal y que el autor sagrado
la califica de esta manera a la vista de lo que habría de
ocurrir. Así explican el primer mandato divino de
contraer un matrimonio ordinario y dejan en buen lugar
la personalidad equilibrada del pro
feta. Por otra parte, la esposa infiel y preferida es más
aplicable como imagen al pueblo de Israel, a quien Dios
eligió antes de cometer ningún pecado, y, sin embargo,
podía denominarlo impío e infiel a la vista del
comportamiento posterior. La denominación de adúltera
en el cap. 3 también es pro- léptica.
En cuanto al pago de la dote, también se han propuesto todas las hipótesis
posibles:
– Quizás la esposa al ser repudiada se refugió en casa de su padre, al
cual el profeta tuvo que pagar de nuevo la dote (K. Budde).
– O el pecado consistió en que volviera de nuevo a su antiguo oficio
de hieró- dula en un templo cananeo, a cuyos oficiales Oseas tuvo que
abonar otra vez el precio (Shmidt).
– Más probablemente, Gomer en su adulterio quedó en posesión,
como esclava. de otro hombre y a éste debería recompensarle al llevársela
de nuevo a casa (recuérdese, con todo, que según Dt 24,4 esta
reconciliación estaba prohibida).
– Finalmente pudo ocurrir que la esposa adúltera viviera por su
cuenta percibiendo de sus amantes el sustento; y, puesto que el marido
debe alimentar a su esposa, le brindaría antes de nada dinero para el
vestido y alimento, como señal de reconciliación. Esta última hipótesis
daría pie más fácilmente a la aplicación de la imagen esponsal a Israel (cf.
2,16-18).
En suma, a pesar de la dificultad de llegar a conocer con exactitud cómo
se desarrollaron los hechos, es claro que Oseas tuvo una experiencia
matrimonial muy ajetreada. Desde ella el profeta explicará su mensaje
sobre el amor y la misericordia de Dios (cf. Ex 34,6-7); y, a la vez, ese
mensaje influirá en la solución de su conflicto matrimonial. La vida del
profeta, su carácter apasionado y su capacidad de perdón son un trasunto
de su predicación. Más que ningún otro profeta Oseas vive lo que predica
y predica lo que ha vivido.
4. Estructura y estilo del libro
El texto hebreo de Oseas, junto con el de Job, es de los más difíciles de
entender de todo el Antiguo Testamento, en parte porque en su
transmisión sufrió mutilaciones o cambios; y, sobre todo, porque contiene
muchos vocablos y modismos dialectales del Norte que hoy no se conocen
con detalle. El texto griego de los Setenta presenta múltiples variantes,
pero no hasta el punto de ser considerado como testigo de un original
hebreo diferente; parece que el traductor griego, al encontrarse con las
mismas dificultades que el lector moderno, las solucionó del mejor modo
posible, pero con escaso éxito. Los manuscritos hallados en Qumrán son
muy fragmentarios y coinciden plenamente con el texto masorético.
Algunos autores modernos quisieron resolver las incoherencias del
capítulo segundo, variando el orden de versículos o cambiando palabras.
Hoy la mayoría de los exegetas consideran que la comprensión del libro
debe partir del texto hebreo, introduciendo las menos modificaciones
posibles.
ama (<
féjp En cuanto al estilo, resaltan las imágenes vivas y atrevidas: además del
símbolo matrimonial de los tres primeros capítulos, a Dios se le denomina
padre, médico, pastor, etc. y se le aplican los símbolos de muchos
animales salva-
9 jes, como ya hiciera Amos. A Israel se le presenta como
esposa, hijo, rebaño, paloma, etc.
El libro tiene un esquema claro, como se ha indicado
más arriba. Consta de dos partes bien delimitadas, la
primera (1-3) es casi en su totalidad narrativa, la
segunda (4-14) es oracular:
La primera parte gira en tomo al matrimonio de Oseas,
pero por la complejidad del cap. 2 que está formado de
oráculos breves de condena y de perdón, resulta difícil
estructurar. Se han propuesto dos modelos de división,
uno siguiendo el progreso lógico del relato, otro
siguiendo un esquema más conceptual. El que sigue el
desarrollo del relato divide el texto en cuatro secciones
según otros tantos momentos relevantes:
– Presentación de la esposa y de los hijos del profeta (1,2-2,3).
– Proceso contra la mujer infiel (2,4-17).
– Reconciliación de la esposa insumisa (2,18-25).
– Renovación del matrimonio (3,1-5).
El segundo modelo sigue un procedimiento sapiencial,
según el esquema concéntrico ABA', que será frecuente
en otros profetas:
– A. Relato biográfico: 1,2-9 + 2,1-3.
– B. Oráculos: —tres de condenación: 2,4-7 + 8-9 + 10-15.
—cuatro de salvación: 2,16-17 + 18-19 + 20-22 + 23-25.
-A'; Relato autobiográfico: 3,1-5.
La segunda parte consta de un conglomerado de
oráculos que no tienen conexión entre sí; incluso es
difícil conocer dónde termina uno y dónde comienza el
siguiente. Como es un bloque tan amplio, se han
intentado posibles subdivisiones; una de las más
aceptadas es la siguiente:
– Oráculos conminatorios contra Israel (4,1-9,9), en
los que se condenan los abusos cultuales, éticos y
políticos, sin insistir en motivaciones religiosas ni
1 mencionar tradiciones antiguas. Un buen ejemplo es el
0 primer oráculo (4,1-10) en el que se resumen los delitos
que serán denunciados con frecuencia en los siguientes.
– Oráculos que desarrollan las tradiciones de Israel
(10,1-14,9). Son acusaciones de pecados que para
subrayar su gravedad recuerdan retazos de la historia del
pueblo y su contenido teológico. En unos se recuerdan
las tradiciones del Exodo (por ejemplo, 11,1-5), en otros
las de Jacob (12,3-15). Los presenta no sólo como
acontecimientos históricos sino como hitos de la fe
israelita que fundamentan la elección y la Alianza,
demostrando de paso que las tradiciones de Israel no son
simple invención de la escuela deuteronomista en el
siglo VII, sino que ya eran conocidas y repensadas en el
siglo VIII.
5. Contenido doctrinal
Ningún profeta, ni siquiera Isaías o Jeremías, ha igualado a Oseas en la
-ir (/ r J*>r & manera tan vehemente de expresar el misterio del amor de
Dios por su pueblo. Pde>¿> El amor esponsal de Dios encontrará eco
sobre todo en Jeremías (Cf. Jr 2,2; 3,1-2.6-10.20; Ez 16; Ez 23; etc.) y en
la lírica del Cantar de los Cantares; pero
en Oseas halló el precedente máximo antes de mostrarse en la
realidad tangible y conmovedora de la vida del Hijo de Dios
hecho hombre. Ahí está gran parte de la originalidad y la
fuerza del mensaje perenne de Oseas o, si se quiere, el
anticipo, allá en las profundidades de la segunda mitad del
siglo VIH a.C., de la Revelación plena de Dios en Jesucristo:
Dios es, por encima de cualquier otra cosa, Amor. Pero si
hubiera que particularizar el mensaje de Oseas, habría que
recurrir a dos conceptos novedosos: la Alianza esponsal y el
amor misericordioso.
a) La Alianza y la imagen esponsal
La emotividad de su predicación y la lógica interna de los
oráculos han influido para denominar a Oseas "el Jeremías
del Norte". La experiencia personal de ambos y la crisis
política y moral que contemplaron fue la base de su mensaje.
No es que las circunstancias fueran idénticas, pero los
protagonistas se sintieron igualmente afectados, hasta el
punto de que los dos llegaron a expresarse de modo similar.
(D> Oseas menciona las tradiciones antiguas que recuerdan las
intervenciones de Dios con su pueblo: el Exodo (11,1; 12,14), el desierto
donde el Señor conoció a Israel (13,5), las prescripciones del Decálogo
(4,2), etc., y descubre en ellas que la Alianza es una iniciativa de amor por
parte de Dios, que hace de Israel su propio hijo (11,1)- El profeta advierte
cómo la Alianza que originariamente es una realidad jurídica, se va
cargando de afectividad, y gracias a su propia experiencia matrimonial,
aplica la imagen esponsal a las relaciones de Dios con su pueblo, en
cuanto que refleja perfectamente el amor afectivo y efectivo del Señor. En
el momento de crisis y de desmoronamiento social y político en que vive,
Oseas es testigo de la frecuencia con que el pueblo quebranta los
mandamientos (4,1-2) con todo tipo de delitos y especialmente con la
idolatría y el culto a Baal, pero también experimenta que Dios vuelve a
levantar a Israel. La Alianza, enseña una y otra vez, no es un acto puntual,
fijo y cerrado, sino una iniciativa permanente: el Señor la ofrece, el
hombre la quebranta y Dios la vuelve a ofrecer.
El ténnino técnico de Alianza, (beñl'), aparece en cinco textos
de cuya autenticidad no se puede seriamente dudar. Designa
tanto los pactos humanos, (entre particulares o entre
naciones), como la Alianza con Dios.
— Cuando se refiere a los pactos entre
particulares (Os 10,4) o entre naciones (Os 12,2) utiliza la
expresión técnica "establecer alianza" (en hebreo karat berít)
hay un trasfondo religioso, puesto que en ambos casos se
condenan porque llevan consigo la idolatría (y
consiguientemente la ruina de Israel).
Representación
caracterología del
poso-esposa; padre-hijo; conocimiento mutuo, etc.). Pero también echa
mano de la categoría berít (Os 6,7; 8,1-3), procurando siempre corregir el
excesivo carácter normativo y jurídico que implica. En ambos oráculos
denuncia el "quebrantar la Alianza" (en hebreo 'abar beñt), pero no usa la
fórmula positiva ("establecer la Alianza"), que tiene más carácter jurídico,
como se ve en los pactos humanos. Por tanto, sin abandonar el contenido
normativo, Oseas habla de berít para designar la vinculación con Dios, y
menciona la ruptura de la misma para subrayar la gravedad del
comportamiento de sus oyentes.
— Otros dos términos específicos de Oseas que completan el carácter
íntimo de la alianza son "amor" (hesed) y conocimiento (da'at). Hesed
es muy frecuente en la Biblia (245 veces), sobre todo en los Salmos (127
veces) y en los textos narrativos (unas 38 veces). Es poco frecuente en los
profetas, sin embargo su sentido en Oseas es importantes por el alcance
teológico que se completa con los términos con que está relacionado:
fidelidad (Os 2,21; 4,1), justicia (Os 10,12; 12,6), conocimiento (Os
6,4.6). En resumen, es la exigencia de una respuesta amorosa del hombre
a Dios que ha tomado la iniciativa de amarlo primero; tal respuesta
amorosa ha de ser fiel, impregnada de piedad (sedaqah), y debe, conducir
a conocer cada vez más al Señor.
El verbo yada', frecuentísima en la Biblia (más de 994 frecuencias,
además de los sustantivos derivados), tiene como sentido originario
"percibir con los sentidos", y de aquí "conocer experimentalmente" o
"observar y saber", pero siempre a partir de la percepción sensorial que
alcanza su exponente máximo en las relaciones maritales. "Conocer al
Señor" es mucho más que aprender nociones sobre su existencia o su
persona, pues supone una actitud interior y una práctica de relacionarse
con Él. Oseas lamenta la falta de conocimiento de Dios en tres ámbitos de
la sociedad, en la política, cuando condena los pactos con los asirios y con
los egipcios, en el culto cuando denuncia el modo de realizar los
sacrificios, cuando desaprueba la veneración del novillo en Betel, y
cuando condena los ritos de Baal.
La Alianza, por tanto, es la unión de Dios con su pueblo, que supera los
límites jurídicos y se hace intimidad. En este marco de Alianza, como
compromiso esponsal, es donde Oseas reconoce que los pecados no son
simples transgresiones de una norma, sino ofensa y desamor contra Dios,
son infidelidad (5,7), prostitución (2,7; 4,13-15) y falta de conocimiento
de Dios (4,1; 4,6; 6,6). El mayor pecado es la transgresión del primer
mandamiento, al participar en el culto de los baales y en los ritos de
fertilidad (cf. 4,12-13; 7,14; 9,1). La Alianza divina tiene consecuencias
políticas, porque, al intentar las alianzas con Egipto o Asiría, se olvidan de
Dios, pensando que sólo de esos pueblos puede venir la salvación (cf.
5,13-14).
b) La misericordia divina
La otra idea recurrente en Oseas es el «amor misericordioso» del Señor. El
objetivo primordial del mensaje de Oseas es la conversión del pueblo, el
retomo a Dios; una conversión que no puede ser falsa o pasajera, sino que
debe suponer un nuevo conocimiento del Señor y una lealtad más plena.
La conversión equivale a "volver a Dios", expresión gráfica que
compromete a toda la persona, sus actos extemos y sus más íntimos
sentimientos. Hasta 19 veces aparece el verbo "volver" (súb), que es
término técnico de la conversión en el Antiguo Testamento. Lo que es
novedoso y original en Oseas es la lógica de esa conversión. En la
tradición profética, la secuencia de los actos supone que a la elección de
Dios, le sigue el pecado del hombre, al pecado le sigue la conversión y a
la conversión, el perdón. En el libro de Oseas el orden de estos dos
últimos términos se invierte, porque el perdón precede a la conversión. Si
existe un futuro esperanzador para Israel no es porque se convierta y
mejor, sino por el amor constante y fiel de Dios: «No dejaré que prenda el
ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraim, porque Yo soy Dios y
no hombre; soy el Santo en medio de ti y no voy a llegar con mi ira» (Os
11,10). En esto el profeta es el gran precursor del Nuevo Testamento en el
que la propia conversión es un don gratuito de Dios: «Pero Dios
demuestra su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores,
Cristo murió por nosotros» (Rm 5,8; cf. IJn 4,10). La afirmación de San
Pablo no significa que la conversión no sea necesaria, sino que indica que
ésta se produce como respuesta al amor de Dios, siempre dispuesto a
perdonar.
El «amor misericordioso» de Dios por los hombres se descubre tanto en
las vicisitudes narradas, como en las expresiones empleadas por el profeta.
Hay un término, «amor», 'ahabáh, que utiliza por vez primera Oseas, y
que abarca el significado general de nuestras lenguas: amar, amor entre
amigos, entre los esposos, entre Dios y las criaturas humanas; es el amor
mutuo, cordial. Dios ama a su pueblo con amor paterno, cuando aún era
joven (Os 11,1.4), con amor conyugal (Os 3,1), cuando los rechaza utiliza
el mismo término (Os 9,15) y cuando promete seguir siendo fiel también
lo usa (Os 14,5).
Un magnifico testimonio de la conversión del pueblo es el poema
contenido en 6,1-6. La decisión de volver al Señor está basada en la
certeza del favor divino, en la fe (v.1-2) y lleva consigo el
"reconocimiento" (yada") de su Autor (v. 3). Pero tal decisión es efímera
(v. 4) si no sobreviniera el perdón divino: el Señor fustiga a su pueblo (v.
5) porque lo perdona, porque de antemano supone su conversión (v. 6).
Bi
bli
a
fr
Texto para comentar (Os 11,1-11)
1
Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
2
Cuanto más los llamaba, tanto más se alejaban de Mí;
ofrecían sacrificios a los baales y quemaban incienso a los ídolos.
s
Yo enseñé a andar a Efraím, lo tomaba en mis brazos;
pero ellos no entendían que Yo los cuidaba.
4
Con vínculos de afecto los atraje, con lazos de amor.
Era para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas,
y me inclinaba a él y le daba de comer.
5
Se volverá a la tierra de Egipto, y el asirio será su rey,
porque no han querido convertirse.
5
La espada afligirá sus ciudades, consumirá a sus charlatanes; y los
devorará por sus intrigas. Mi pueblo es proclive a apartarse de Mí, y
aunque lo llamen hacia lo alto, nadie se alza. ¿Podré abandonarte, Efraím,
podré entregarte, Israel? ¿Podré abandonarte como aAdmá, tratarte como
a Seboim? Me da un vuelco el corazón, se conmueven a la vez mis
entrañas. 9NO dejaré que prenda el ardor de mi cólera, no volveré a
destruir Efraím,
porque Yo soy Dios, y no un hombre;
soy el Santo en medio de ti y no voy a llegar con mi ira.
10
Ellos caminarán tras el Señor, que rugirá como un león;
rugirá y vendrán temblando los hijos desde occidente.
"Vendrán temblando como pájaros desde Egipto,
como palomas desde el país de Asiría,
y los instalaré en sus casas —oráculo del Señor—■.
Cuestiones de autoevaluación
1. Oseas ejerció su ministerio durante una etapa de esplendor
social y religioso
.F
e) Su carácter apasionado
f) Su afición al campo
3. Los oráculos contra las naciones son importantes en el libro de
Oseas
V
4. El nacimiento de los hijos es una ficción literaria porque tienen
nombres simbólicos
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)
Amor (hesed)
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Elección (raíz
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Conocimiento
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y
a
d
a'
)
Tema
1. El libro
El libro de Isaías ha llegado en el Canon como una unidad literaria que la
tradición judía y cristiana atribuye al profeta Isaías. De éste se dice en el
libro del Eclesiástico que vivió en tiempos de Ezequías, rey de Judá (716-
687 a.C.), vio el fin de los tiempos y consoló a los «afligidos de Sión», es
decir, a los desterrados a Babilonia (cf. Si 48,26-28). En la Biblia cristiana
el libro de Isaías es el primero de los cuatro profetas mayores, no sólo
porque Isaías vivió antes que los otros tres, sino también porque el libro
que contiene sus oráculos es el más largo, y el más influyente de los
escritos proféticos. También en la Biblia hebrea es el primero de los
profetas «posteriores», es decir, precede a Jeremías y a Ezequiel y al Rollo
de los doce profetas menores.
En el Nuevo Testamento es el libro más citado, después de los Salmos.
Esto significa que el libro de Isaías anuncia con más claridad que ningún
otro escrito profético a Jesucristo y la economía cristiana: «Este profeta,
entre las reprensiones que hace, las instrucciones que da y las amenazas
futuras que anuncia al pueblo pecador, profetizó sobre Cristo y sobre la
Iglesia (...) muchas más cosas que los otros [profetas]. Tan es así, que
algunos dicen que es más evangelista que profeta» (S. Agustín, De civitate
Dei 18,29,1).
5. Actividad de Isaías
La actividad del profeta se extendió a lo largo de cuarenta años (740-700
a.C.), durante los cuales ocurrieron acontecimientos políticos de gran
envergadura. Para mejor comprender el mensaje del profeta, los oráculos
suelen distribuirse durante cuatro etapas:
a) Reinado de Jotán (740-736). Es una época de prosperidad
económica, heredada del reinado de Ozías. El reino se extendió por el sur
hasta el mar Rojo (Eilat) en parte por la debilidad de Egipto, enfrascado en
luchas internas. Pero, como ocurrió en el reino del Norte, al bienestar
material iba unida una relajación progresiva de costumbres. Isaías
denuncia con energía los abusos en los oráculos comprendidos en los
capítulos 1-6.
b) Reinado de Ajaz (736-727). Tiene lugar la guerra siro-efraimita; el
rey y el pueblo están temerosos ante las consecuencias de la guerra que les
parece inminente. Isaías rechaza el pensamiento de Ajaz de establecer
alianza con pueblos paganos y con sus dioses, y pone todo su empeño en
fortalecer la fe de sus contemporáneos: "si no creéis, no subsistiréis" (7,9).
A este período suelen asignarse los capítulos 7-12, en los que el profeta
combina los oráculos de salvación y los de condenación.
c) Minoría de edad de Ezequías (727-716). A la muerte de Ajaz su hijo
contaba solamente cinco años. Algún cortesano, cuyo nombre no ha
conservado la Biblia, debió de encargarse de la regencia. Fueron unos
años anodinos, durante los cuales probablemente pronunció los oráculos
de los cap. 14 y 28. Este último alude a la caída de Samaría (año 721)
d) Reinado de Ezequías (716-687). Este rey, por la reforma llevada a
cabo, ha pasado a la historia como un hombre piadoso (2 R 18,1-7.22 y 2
Cro 29- 30; cf. también Si 49,4). Pero en el aspecto político, fue un
reinado difícil. Sar- gón II de Asiría dominaba la franja siro-palestinense y
amenazaba la independencia de Judá. Hacia el año 720 muchas de las
ciudades filisteas se levantaron contra el yugo asirio, por instigación de
Egipto (la denominada "alianza de Asdod"). En el 703, a la muerte de
Sargón, subió al trono asirio Senaquerib. En ese momento se sublevaron
por una parte el rey de Babilonia en el este; y Egipto por el oeste.
Ezequías mantuvo por un tiempo la neutralidad, que Isaías preconizaba
para mantener a Jerusalén lejos de la influencia de los pueblos paganos,
pero enseguida se levantó contra Asiría, haciendo alianza con las
ciudades-estado de alrededor (Moab, Edom, Tiro, Ascalón, etc.). Para
entonces el rey Ezequías ya había emprendido importantes obras en
Jerusalén para reforzar sus defensas y fortificaciones. De esta época es el
famoso canal de Ezequías que todavía se conserva íntegro, y que
conseguía llevar agua desde la fuente de
Siloé hasta el centro de la ciudad. Ante tales rebeliones, Senaquerib
organizó una campaña de castigo en la que invadió Palestina y conquistó
varias ciudades, llegando a las puertas de Jerusalén. En ese momento
Isaías interviene manteniendo viva la moral de los habitantes y del rey,
bajo la seguridad de que la ciudad santa no puede caer en manos de
pueblos extranjeros si se mantienen fieles. De hecho, por causas que se
desconocen, Senaquerib se retiró con sus ejércitos, regresando a Nínive.
De esta forma, Jerusalén quedó libre, cuando humanamente cabría esperar
lo contrario; de hecho, el pueblo lo atribuyó a una intervención divina y se
afianzó la idea de que Jerusalén era inviolable. Cuando el pueblo celebra
este éxito sin acordarse de Dios, el profeta les recrimina duramente su
actitud (22,1-4). A este período suelen asignarse los cap. 15-22; 23; 29-33.
En ellos queda reflejada la postura de Isaías, que a grandes rasgos puede
resumirse en los siguientes aspectos:
— Oposición a la rebelión contra Asiría.
— Condena de las alianzas con Egipto.
•— Consideración de la invasión asiría como justo castigo de Dios
(Senaquerib es presentado como instrumento divino).
— Esperanza de que Jerusalén no caería en manos asirias.
— Condena de la actitud impía y altiva del pueblo.
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3. No contiene oráculos contra las naciones, porque sólo se dirigió
a Jerusalén
V.
4. La Santidad de Dios, según Isaías, significa sólo conducta
intachable
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