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52 Los domingos DOMINGO 8/5/2005 ABC

8 DE MAYO DE 1945, CAÍDA OFICIAL DEL REICH

Los soldados reparten pan a la población. Una imagen que contrarresta Imágenes eufóricas con los rusos como protagonistas. Moscú se quitaba una espina que no
otras bastante más oscuras de la «liberación» ocultaba sus terribles pérdidas en la guerra: 47 millones de víctimas soviéticas

Españoles en Berlín
Vencedores y vencidos
Hubo españoles en aquellas horas agónicas en que se hundió el III Reich. Al final de la guerra
Gerardo liberó un pueblo alemán, la «Nueve» tomó el Nido del Águila, Palomo estaba preso en Bakú y
la Falange en Berlín mutaba del franquismo al vasquismo. RAMIRO VILLAPADIERNA Lugau/Bonn

a Ezkerra Einheit de la campo en Lugau, donde ha vivido Hergueta les aseguró que él mis-

L SS no era Izquierda Uni-


da sino la Unidad Ezke-
rra, al mando del coman-
dante SS Mikel Ezquerra, que con
los cien últimos fanáticos defen-
los últimos 64 años.
De hecho él y otros han podido
vivir en Lugau porque Hergueta,
como es aquí leyenda, salvó la
existencia de la ciudad cuyo arra-
mo era trabajador forzado en una
fábrica de munición, lo habían
apresado en Francia.
Los del batallón 602, que acaba-
ban de liberar dos semanas antes
dió Berlín ante el Ejército Rojo. samiento había sido dictado ya el campo de Buchenwald y anda-
Hergueta, en cambio, huía del aquella mañana del 5 de mayo de ban muy susceptibles con los na-
franquismo y acabó preso de los 1945. La misma en que Martín Ber- zis, le dijeron que sabían que la
nazis; ayudando a los americanos nal, oficial de la mítica «Nueve» ciudad estaba llena de SS, que allí
en la liberación, quedó luego de la- de la II División Blindada de Le- cerca estaban ejecutando a prisio-
do soviético y finalmente en el ré- clerc, entraba a lomos de su carro neros rusos, eran días caóticos,
gimen claustrofóbico de la RDA. «Don Quijote» en el cuartel gene- llenos de renegados del frente, fa-
Palomo se fue con los fascistas a ral alpino de Hitler, el temido náticos de la última hora, pero
«proteger Europa del comunis- Berghof bajo el Nido del Águila. Estuvieron Hergueta les aseguró «que no, que
mo», vio el fin de la guerra preso Aquel grupo heroico, que había sólo quedan mujeres, ancianos y
en Azerbaiyán y acabó viviendo entrado el primero en París y ha-
allí, héroes a niños». Se lo llevaron encañona-
en democracia, la de la RFA. El in- bía liberado Estrasburgo con su contrapelo, do, pero le creyeron: «Me subie-
dómito teniente Granell, segundo carro «España cañí», sirvió al últi- en un bando ron a un carro y con otros dos de
del capitán Dronne en «La Nue- mo arrebato del extraordinario ge- y en otro, escolta entramos en Lugau. Yo sa-
ve», alcanzó el nido de Hitler para neral Leclerc que, a sabiendas de bía dónde estaban los últimos sol-
morir en un accidente en Alican- que en Berlín entrarían los rusos, con destinos dados, en una colina aquí cerca de
te, cuando iba a reclamar su pen- quiso adelantarse con «La Nueve» cruzados. casa, con una batería». Y allí llevó
sión al consulado francés. a los americanos en la segunda se- No hubo a los tres M-18 americanos: «Salí
En aquella guerra en la que no de del Reich, la fortaleza alpina de de la escotilla y les grité que o pa-
estuvo España, sí hubo en cambio Berchtesgaden.
recompensa ra abajo o para arriba, o sea que, o
españoles: unos sujetos, otros ob- bajaban o los volaban, y al final
jetos, predestinados, cruzados o Salvando Lugau bajaron los nueve que quedaban».
con el pie cambiado, allí estaban y Al joven Hergueta, que había ido Y los aliados entraron y Lugau
aquí están aún algunos. con su mujer embarazada al veci- fue salvada, una de pocas ciuda-
Cuando la artillería de la US 89 no Gersdorf para encontrar a los des alemanas que acabó la guerra
División de Infantería empezó a ti- americanos, los «boys» le avisa- en pie, por un español que nunca
rar sobre Lugau, en Sajonia, Ge- ron: «Van a dejar tu pueblo como obtuvo reconocimiento e incluso
rardo Alonso Hergueta se fue dis- Lídice», en referencia a un pueblo sus vecinos se preguntaron por
parado hacia los recién llegados checo tristemente célebre enton- un tiempo si «este extranjero no
«boys» americanos, para escu- ces por haber sido borrado del ma- había sido más un traidor que un
char sólo: «Manito, tiran a tu pue- pa tras el atentado contra Heydri- salvador». Pero Hergueta quedó
blo, ya te puedes despedir de él». ch. «Supe que la aviación tenía ya al Este del telón de acero, aunque
Hergueta dice que hablaba con el plan de vuelo e iba a bombar- «nunca me hice del partido», con
los soldados «en tejano». Había na- dear y me fui para el mando ameri- lo que apenas nadie se acordó más
cido en Ciudad de México pero, de cano, suplicándole que pararan, de él y, a sus 85 años, está hoy en
madre donostiarra, vivió desde ni- pero el comandante me puso una una silla de ruedas, con una pier-
ño en Madrid, hasta ser apresado pistola en la cabeza». Dijo que iba na amputada, solo en el corazón
como estudiante en París por la a acabar con todos los nazis «uno de Sajonia, «mi mujer murió ya»,
Gestapo, en 1941, y enviado a un por uno, empezando por mí», pero e intentando que «la embajada o
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El cabo Juan Palomo, de la División Azul, a su regreso de un campo de prisioneros de Rusia, en 1946

de Granell en «La Nueve», la com-


pañía de Raymond Dronne, emo-
tivamente honrada por éste: «Ha-
bían abrazado nuestra causa es-
pontánea y voluntariamente,
porque era la causa de la liber-
tad». Unos 400 españoles sirvie-
ron en la 2ª División Blindada de
Leclerc y 150 de ellos formaban
en «La Nueve», bragados en la
guerra de España y en los Corps
Francs d'Afrique y muy motiva-
dos ideológicamente: la sección 1
y 2, de socialistas y republica-
nos, la 3 de anarquistas. La mayo-
ría «cayó, sus tumbas jalonan la
ruta gloriosa y dolorosa que si-
guieron desde Normandía a Ber-
chtesgaden; los supervivientes
tuvieron el orgullo de terminar
la guerra en el santuario del na-
zismo».
RAMIRO VILLAPADIERNA

Sólo quedaron 16 españoles


Berlín y un cura vasco fanático, 25.000 La 1ª Sección, mandada por Fe-
Martín de Arrizubieta, dirige des- derico Moreno, fue la que llegó al
de últimos del 44 una cruzada na-
españoles Nido del Águila, la 2ª de Martín
zi-vasquista, que tenía confundi- fueron Bernal «Garcés» la que entró en el
dos desde al embajador Mayalde enviados a Berghof, la sede de gobierno de Hi-
hasta los últimos españoles en la Alemania, en tler en la Fortaleza de los Alpes:
capital. Invocaba que «la salva- ello «lavó todas las afrentas que
ción (…) está en nosotros, los de- 1941, como los republicanos españoles había-
fensores de un Nuevo Orden», y mano de mos recibido desde 1936». Ya «tu-
aseguraba que «si Alemania gana obra, vimos pocas bajas», decía el sar-
la guerra no deberá respetar la gento-jefe Moreno, pocos podían
frontera de España» y depondrá a
empujados caer ya: de los 148 españoles des-
Franco, cuenta Xosé M. Núñez por la embarcados en Utah Beach, me-
Seixas en «Los últimos de Ber- necesidad o nos de un año antes, sólo queda-
lín», donde aborda la función del el engaño. ban 16 en «La Nueve» el día que
ex embajador alemán en Madrid, acabó la guerra: multiplicaron
Wilhelm Faupel, retirado a peti-
Muchos por diez la media de bajas de la di-
ción de Franco, y al frente del Ibe- combatirían visión de Leclerc. El sábado 5 de
roamerikanisches Institut. mayo, el general entraba en Bert-
chesgaden. Tres días después ca-
En el nido del águila pitulaba Alemania. Antes un ex je-
Hacia la victoria avanzaban, en fe de centuria de la CNT se había
cambio, entonces Luis Royo y llevado al parecer unas sábanas
Manuel Fernández, los últimos con las iniciales de Hitler y Eva
supervivientes de los hombres Un soldado ruso contempla las ruinas de la ciudad Braun.
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(Viene de la página anterior)

lo llevaron a ver a La Pasionaria,


que «nos dijo: hijos míos», pero
«uno le gritó: que yo ya tengo ma-
dre». En el campo azerí «no había
puertas ni alambradas», la garan-
tía de que nadie escaparía, en ple-
no invierno, era entregar la ropa
por la noche. Pero en verano «un
día me dio y salí por la ventana».
Cuatro meses después del fin de
la guerra y tras una larga mar-
cha, Palomo había alcanzado
Budapest y luego el consulado es-
pañol en Hannover; a finales de oc-
tubre, Italia, y partía de Livorno
para Algeciras. Pero «no me adap-
té», como divisionario pidió traba-
jar en la policía y lo mandaron a
Barcelona, «al barrio chino y yo
no había escapado de Rusia para
detener prostitutas». Terminó re-
gresando a Alemania en 1949, don-
de encontró a su mujer y a su hijo
y se ha quedado aquí medio siglo,
pero entre sus fotos la primera es
una de Franco.
Unos 45.000 españoles lucharon
entre 1941 y 1944 al lado de Hitler
y/o contra el comunismo, con un
número extraordinariamente al-
to de muertes (10 por ciento) y ba-
jas (56 por ciento). Además «la re-
lación con los alemanes no era fá-
cil y terminamos haciendo lo que
queríamos». Hitler llamó a los di-
visionarios «andrajosos e indisci-
plinados, pero impávidos y duros
para las privaciones», como de-
mostraron en Leningrado pero
aún más en la operación del lago
Ilmen, donde sufrieron un 90 por
ciento de bajas para liberar a 500
alemanes.

Bochorno del régimen


«Otro grupo español en los últi-
mos días de la Alemania nazi era
la mano de obra, 25.000 llegados
en 1941, al principio de la guerra,
por necesidad o engañados», re-
cuerda el historiador Antonio Mu-
ñoz Sánchez, que cita la obra «Los
esclavos españoles de Hitler». «Al-
gunos de aquellos «trabajadores»
terminaron por alistarse luego»
en formaciones militares, para bo- Gerardo Alonso Hergueta contempla Lugau, el pueblo que salvó negociando con los americanos. Sueña con volver a España otra vez
chorno de las promesas de no inje-
rencia que había hecho Franco a que tales números serían ridícu-
los aliados. España había declara- los frente a los miles alistados con
do oficialmente su neutralidad en los aliados, ello fue determinante
1943 y repatrió la División Azul, para el boicot posterior. Pero
pero desde últimos del 43 cientos mientras un Franco, que en 1942
—según Carlos Caballero Jura- proclamó que «un millón de espa-
do— se alistaban por libre, o por ñoles defenderían Berlín» de ser
la Falange, en el brazo militar de necesario, se transmutaba en alia-
la SS (compañías 101 y 102, y Leon do, la Falange de José Luis Arrese
Degrelle) y en el ejército regular realizaba un giro hacia el nazis-
(Wehrmacht), donde se creó una mo y, chapoteando en el carlismo,
Legión Española. De ellos, 400 fue- viraba en el caso de su misión en
ron entrenados en Stablack, en Berlín hacia una mezcla de ilumi-
Prusia Oriental, y 150 formaron el nado antifranquismo y separatis-
Batallón Fantasma, ignorando ór- mo vasco.
denes de Madrid y mandados por En la capital alemana, cundía
el capitán Wolfgang Graefe. Fer- el pánico ante el asalto ruso, pero
nando Vadillo, que estuvo con no entre todos: un grupo de irre-
ellos, los ha retratado en «Los Irre- ductibles vascos permanecen en
ductibles». la semi derruida sede de Falange,
Esto y las pruebas presentadas junto a Nollendorf Platz. Si Fran-
por diplomáticos aliados, sobre co se veía antinazi, allí la Falange
miembros en la Gestapo, compro- se nazificó hasta el antifranquis-
metieron mucho al régimen espa- mo: Ezquerra recluta al último
ñol y, aunque Exteriores alegó Españoles de «La Nueve». Con kepis francés, el sargento Federico Moreno centenar dispuestos a defender
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Imágenes de soldados soviéticos en las fechas anteriores a la caída de la capital Una muchacha soldado soviética. Muchos rostros femeninos, sonrientes, frescos
alemana. Estos días se recuerda la gesta en Rusia por todo lo alto y saludables componen la propaganda más amable del momento

alguien» le dé la oportunidad «de


ver España por última vez. A ver
si alguien que le lea…»

Palomo, rebautizado
De tercer infarto anda a su vez
Juan Palomo en Bonn, un divisio-
nario de Zarautz pero nacido en
Ceuta: «De la primera expedición.
Entramos en Leningrado pero nos
echaron pronto», dice. Entre los
que echaron a Palomo y a los su-
yos figuraban, combatiendo con el
Ejército Rojo, también españoles
como el curtidísimo Ramón Morei-
ra, Luis Fernández Álvarez, Car-
men Marón Fernández, Celestino
Fernández-Miranda o Ermelina
Llana, luego condecorados.
Hubo miles de españoles más en
una guerra en que España no esta-
ba: de Dunquerque a la Resisten-
cia, escribe Secundino Serrano en
«La última gesta», porque la mayo-
ría combatió con los aliados excep-
tuando la División Azul. De ésta y
al margen de la primera expedi-
ción —tan estudiantil e ideologiza-
da— parece probado tanto el arro-
jo como la escasa seriedad de mu-
chos combatientes españoles. El
historiador Xavier Moreno ha cali-
ficado la División como «hija de
nuestra guerra» y muchos la vie-
ron continuación de la misma y
una oportunidad para devolver la
visita a los soviéticos. Iban, ve-
nían, «dormíamos en los nichos de
los cementerios por el frío», cuen-
ta en Bonn Palomo; cuando en
1942 conoció a su mujer en el Rin y
en un baile la dejó embarazada, es-
taba con un permiso de un mes,
«pero me quedé cuatro, eran las
fiestas. Creí que me sancionarían,
pero no». Una noche un cura rena-
no los «rebautizó y casó» a un tiem-
po, ya que no tenían partidas de
bautismo.
Palomo habla de su «aventura»
y sus «amigos: con el gitano éra-
mos siete», del robo en una pastele-
ría polaca y del tabaco que le sacó
a un guardia soviético a cambio de
un agua de colonia, «diciéndole
que era coñac español». A últimos
del 43, cuando iba a ser disuelta la
División, «en una trinchera hela-
da» lo apresaron. Estuvo en un
campo de trabajo y dice que un día
FOTOS: NOVOSTI
Un soldado ruso coloca la bandera soviética en el Reichstag. La acción se repitió para la foto en un «posado»
posterior al momento real a fin de que adquiriera la calidad dramática que exigía la propaganda soviética. (Pasa a la página siguiente)

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