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El orientalismo al revés. Homenaje a Edward Said.

Prefacio del libro del mismo título publicado por Ediciones la


Catarata, en 2007. Madrid.

José Tono Martínez


Director Ejecutivo del Foro Observatorio Tánger-Tarifa.

E ste libro, como efecto derivado de los esfuerzos del Foro


Observatorio Tánger Tarifa, nace de una tesis muy simple y
también de un convencimiento personal anclado en muchos años de
relación con Marruecos. La tesis dice que sin el concurso activista de
ese entramado que llamamos sociedad civil nuestra relación con el
mundo árabe y con el de influencia islámica no mejorará si no somos
capaces de hacer esfuerzos creíbles, por ambos bandos, para conocer
mejor nuestras posiciones, para dispersar nuestros miedos, y para
compartir, en lo posible, nuestras ambiciones de un futuro que debe
ser construido entre todos, desde una libertad y una justicia que no
pueden ser impuestas. Por supuesto, el esfuerzo de acercamiento de
personas independientes es distinto al que hacen políticos,
diplomáticos, geoestrategas, arabistas, personal desplazado en el
exterior, empresarios y todos esos actores que protagonizan las
relaciones internacionales entre ambas orillas del Mediterráneo y que,
sin duda, son imprescindibles. Pero como bien formuló Fernando
Rodríguez Lafuente, parafraseando a Ortega y Gasset, “que los pueblos
se acerquen, no significa que sean más próximos”.

C reo sinceramente que este esfuerzo independiente, y en parte más


desinteresado, permite un tipo de acercamiento más abierto,
menos de posición o de Teoría de Juegos, puesto que la agenda no está
inicialmente marcada por unos objetivos a cumplir. Nos conoceríamos
mejor si hubiera muchos foros como este en muchas ciudades
españolas y del Magreb y, por extensión, del mundo árabe. Es posible,
no seguro, que las cosas serían al menos un poco distintas. Por eso
viajar, viajar de verdad, se hace hoy una tarea impostergable en
nuestro tiempo. Claro que hablo del viaje como transformación, como
viaje, como se empleaba esta palabra en la germanía beatnik y
sesentayochista, tan denostada hoy por los neocon y los newborn de
nuestros días. Nada que ver con el viaje organizado y empaquetado al
estilo Club Med y variantes con el que se (des)conocen las tierras
exóticas de Africa, América o Asia. El citado Fernando Rodríguez
Lafuente, partícipe de este libro, recordando a don Miguel de
Cervantes, forzado viajero por el Magreb, nos dejó otra frase
memorable del alcalaíno: “viajar hace a los hombres discretos”.

E ste convencimiento personal al que aludo, la experiencia de


muchas convivencias y viajes, me ha hecho también comprender
que muchos de los prejuicios que suelen aparecer escenificados en las
noticias de los periódicos tienen poco que ver con las aspiraciones de
la gente con la que uno luego comparte amistad y aventuras humanas
y culturales. La aspiración de este foro es, en este sentido, de
raigambre platónica y luego ilustrada. Saliendo de la caverna, y
conociéndonos mejor, seremos más capaces de combatir los prejuicios
mutuos que existen entre nuestras sociedades. Pedro Molina
Temboury, escritor viajero y parte de este libro, expresó estas mismas
ideas de manera palmaria, “viajar es ponerse en el lugar del otro”.

E n todo caso, si no somos capaces de dar un paso al frente, de


actuar, como pedía Hannah Arendt, se impondrá esa tesis
pesimista que dificultará aún más todo lo que afecta a nuestra relación
con el Islam, lo islámico, los países árabes o de observancia religiosa
islámica masiva y, también, en lo que afecta a la convivencia con
ciudadanos de estas adscripciones u orígenes residentes en España o
en el resto de Europa. Es más que posible que los próximos años, y el
curso de tal vez una generación entera, se vean marcados por
desencuentros y malentendidos, y por notorias dificultades a la hora
de establecer puentes de comunicación y de negociación. Este
escenario me parece abominable, testimonio de un fracaso colectivo.
De todos. Nuestro deber, auto-exigido, la respuesta a ese escenario,
debe anclarse en algunos argumentos y suposiciones quizá débiles,
pero que en todo caso son suficientes para provocar y conseguir un
tipo de movilización idealista que dé sentido a otras políticas.

C onviene revisar la tesis interesada y conservadora de Samuel


Huntington y de Bernard Lewis, acuñador este último del lema del
conflicto de civilizaciones en un artículo de la revista Atlantic Monthly
(1990), que había de hacer fortuna. En la discusión de los mejores
argumentos de aquellos con los que discrepamos hay más posibilidad
de búsqueda de verdad que en la complacencia que hallamos en
quienes concuerdan con nosotros. Aquel artículo se titulaba “Las
raíces de la ira musulmana”, y su descontextualización, por parte sobre
todo de Huntington, ha servido para justificar, en parte, políticas
belicosas que sólo han traído más sufrimiento a un escenario ya ahíto
de conflictos históricos internos, desigualdad, pobreza, falta de
democracia, y externos, ocupación de Palestina, invasión de Irak, etc.

C omo no podía ser de otro modo, esta tesis confrontacional ha sido


mejor recibida por los partidarios del propio conflicto, ya sean los
halcones militaristas de Occidente, ya sean los que miran con
comprensión las acciones terroristas de quienes malinterpretan cierto
Islam como Yihad. Necesitamos nuevas metáforas de diálogo. Sólo por
eso, la llamada Alianza de Civilizaciones, ya es un elemento positivo,
distinto. Tal vez sea ingenuo este intento, como este libro, o como
nuestro foro, pero en este mundo plagado de injusticias y de
intolerancias creo que al margen de nuestras obligaciones cotidianas
para ganarnos el pan de cada día con nuestro trabajo tenemos
también, así lo creo, un deber, que yo llamaría general, de emprender
otras acciones, de ámbito civil, que contribuyan a que los prejuicios y
los lugares comunes no prevalezcan sobre la voluntad de las personas.
De esos prejuicios se nutren los reyes de la guerra, los patriarcas del
enfrentamiento, los poderosos que conciben su vida en función de la
acumulación de poder y de riqueza material. Por eso, en estos tiempos,
la disidencia, aún ingenua, es el refugio donde se alberga la dignidad.
Por eso mismo, en los años treinta del siglo pasado, la dignidad de
Alemania se refugió en los pocos que no siguieron la corriente
mayoritaria que convirtió a tantos en colaboradores necesarios de la
barbarie. Los traidores, exiliados y disidentes de un día son los héroes
del futuro.

D icho todo esto, es preciso señalar, que existen problemas propios,


de fondo, que las sociedades de tradición o influencia islámica
deber abordar, porque lastran su propio desarrollo. No se pueden
echar los balones fuera o buscar siempre los chivos expiatorios que
justifiquen el propio subdesarrollo en un ámbito u otro. Pero ese es un
desarrollo que deber hacerse desde el seno de cada sociedad. Si es
muy evidente que la democracia no se puede imponer a cañonazos,
porque es un contrasentido en sí, no lo es menos que tampoco puede
ser exportada como un producto cualquiera. La democracia exige un
locus, una propia tradición y cultivo, un proceso autóctono con líderes
creíbles que deben jugar el papel que jugó primero la Reforma en
Europa y luego la Ilustración. Es un tema que han señalado algunos de
los intervinientes y que fue objeto de debate en los coloquios. La
democracia no tiene apellidos ni hay democracias a la carta, o de
segundo grado. Sí es cierto que las vías son propias, pero el destino
final es el mismo. Y aquí el excesivo papel que juega la religión en la
vida social debe ser analizado por los propios países donde el Islam
predomina. Así, los reformadores que aborden este delicado asunto
deben ser locales. Europa no puede exportar Voltaires o Jovellanos.

S obre este asunto el citado Bernard Lewis, en “¿Qué ha fallado? El


Impacto de Occidente y la respuesta de Oriente Próximo” (Ed. Siglo
XXI, 2002) indicaba un asunto que con enorme dificultad ha sido
afrontado. El Islam, que triunfó en vida del fundador, creó una
doctrina social y legislativa que comprendía todos los aspectos de la
vida cotidiana: “Mahoma fue su propio Constantino”. Por el contrario,
en Occidente, el cristianismo, perseguido durante tres siglos, al
imponerse tuvo que convivir desde el inicio con un Estado, con una
administración temporal con la que mantuvo frecuentes disputas. El
proceso de secularización en Europa no es sino la constatación de la
victoria del poder del Estado y de la sociedad civil sobre el poder de la
Iglesia. En el mundo musulmán, religión y Estado han sido en
ocasiones casi lo mismo y todavía hoy el laicicismo es una idea que
encuentra enorme oposición. Esto sin duda es parte del debate, y
durante las jornadas vividas hubo animadas discusiones al respecto.
¿Es el velo testimonio de la denigración de la mujer o se puede aceptar
como parte de una moda o incluso como parte de un gesto anti-
occidental? La respuesta no es ni una ni otra siempre y cuando quien
lo lleve no sea por obligación.

P or otra parte alguno de los intervinientes indicó que el problema


del cliché del Orientalismo, como el de cualquier otro sambenito
que le caiga a uno, es que le corresponde a uno mismo liberarse de
dicho cliché. En todo caso, se hace preciso recordar que las tres
religiones del libro, por su peculiar relación con una verdad que ha
sido revelada y que es fuente de praxis, han tenido y tienen enormes
dificultades de adaptación a un modelo de tolerancia y pluralismo.

A sí, en torno a estas percepciones, emergen algunos temas que


pueden afectar a países árabes o de influencia del derecho
islámico y que son parte del ruido de fondo que este libro propicia.
Enunciaré algunos. El victimismo anti-occidental tiene poco recorrido
como solución. Sirve para reconfortar, para consolar, pero no sirve
para salir de una situación de parálisis. Pero los problemas deben
confrontarse. Así, una democracia real, con contenidos de libertad y
justicia social, pasa por la incorporación de todos los actores a la vida
social. Aquí, el tema de la mujer y sus derechos es crucial, central. La
marginación de la mujer en la vida cotidiana crea una auténtica
división que frustra y castra el desarrollo social, a tal punto que es
dable pensar que la democracia y el verdadero desarrollo no se
alcanzarán hasta que la mujer no sea plenamente integrada en la
sociedad.

L iberación de la mujer y feminismo equivalen a desarrollo. ¿No es


además acaso la mujer quien cría a las nuevas generaciones? Si
esta se mantiene en la ignorancia, en el prejuicio, estos serán los
valores que inculcará a la sociedad naciente. Este es incluso un
argumento interesado, no de derecho, pero que revela la magnitud de
la fractura social. Una fractura que se evidencia en la imagen de esos
cafés tangerinos llenos de hombres que se pasan el día viendo pasar a
mujeres a las que no pueden dirigir la palabra, con las que no pueden
sostener una sana relación de camaradería y para los que la mujer, en
tantos casos, existe en el ámbito de lo doméstico, y nunca en una
posición de igual a igual.

E l tema del peso de la religión ya ha sido mencionado. El Corán,


como libro de verdades reveladas, tiene mucho que decir, pero
sobre todo, mucho que dejar de decir. Sucedió en Europa durante
siglos de guerras de religión. Hasta que la sociedad civil no se libere
del fundamentalismo religioso como fuente de vida cotidiana no se
producirá un verdadero avance democrático. Democracia es
tolerancia, y la raíz de la tolerancia es permitir que convivan el mayor
número de opciones y de diversidades pero sin cuestionar el
mecanismo y el contenido positivo que permite ser tolerante. En otras
palabras, con la intolerancia se debe ser intolerante.

II

C reo que debo mencionar ahora algunas otras ideas que han
inspirado el Foro Observatorio Tánger-Tarifa (FOTT) y este
libro. Su denominación declara muy bien algunos principios o ideales.
La línea recta que une esos dos cabos, esos dos puertos, es un símbolo
de la separación paradójica que se da entre el Norte y el Sur, entre
Occidente y Oriente, entre Europa y África. Tal vez no hay otro punto
en el planeta tierra donde una distancia tan corta, de escasas nueve
millas marítimas o de dieciséis kilómetros, entre la bocana de los dos
puertos, produzca una frontera de tan amplias y profundas
significaciones políticas, históricas, culturales. Hoy, por desgracia, con
el fenómeno de la emigración a la desesperada en pateras estamos
hablando de dieciséis kilómetros trágicos, allí cuando el mar arroja a
las costas los cuerpos jóvenes de quienes, por otro lado, sólo aspiran a
vivir en un mundo que creen mejor, o al menos más rico.

E l eje imaginario Tánger-Tarifa es también un axis mundi, uno de


esos cruces donde los senderos se bifurcan en sentidos
radicalmente opuestos, como un crucero, arriba y abajo, izquierda y
derecha. De acuerdo a Juan Eduardo Cirlot, estos ejes son
representaciones de entrelazamientos, de fuerzas en oposición y en
equilibrio. Intersección que de Este a Oeste se abre desde el
Mediterráneo hacia el Atlántico, desde el Mare Nostrum donde
desembocaban las antiguas culturas de estirpe babilónica, semítica,
fenicia, celta, griega, romana, germánica, nórdica y árabe, entre otras,
hacia el horizonte del llamado por Amerigo Vespucio Nuevo Mundo
americano, hogar también de viejas culturas de estirpe maya, azteca,
inca, y de tantas otras tribus del norte y del sur americano que fueron
relegadas, fusionadas, mestizadas, con el empuje de los pueblos
europeos que conquistaron aquellas tierras, buscando el Asia, la China,
la India. En ese último encuentro americano nació el sueño de la raza
cósmica de la que hablaba José de Vasconcelos. En el imaginario
cruzeiro Tánger-Tarifa confluyen lo blanco y lo negro, lo amarillo y lo
cobrizo.

E l logotipo del FOTT es un anagrama tenuemente inspirado en un


poema ultraísta del poeta Juan Larrea (Bilbao, España, 1895-
Córdoba, Argentina, 1980), donde el título visual del mismo está
compuesto por una serie de figuras geométricas que representan un
ala, una ola y una vela. Larrea, en palabras de Luis Cernuda citadas por
Luis Felipe Vivanco, afirmó la significación de la poesía por encima del
poeta, como parte de una fuerza comunicativa, cósmica,
transfronteriza, nómada, posneolítica, diríamos aquí.

Ala ola y vela


dan al viento las triangulares lonas
y la gaviota luna
es una coma

I II

E l Orientalismo al revés.
E ste ha sido el título del primer ciclo de encuentros organizado por
el FOTT y el título de este libro. El objetivo consistió en analizar la
idea de que lo oriental, y lo oriental cercano para nosotros que es
Marruecos y por extensión lo magrebí, fuera visto, entrevisto,
contrastado, por intelectuales y pensadores, buscando el contraste de
lo personal, de lo anecdótico, del tópico o lugar común, para lo bueno y
lo malo. Porque por esa línea podremos ser capaces de obligarnos a
una reflexión que acerque un poco más las dos sociedades, ya vistas en
contemporáneo. Se ha buscado una mirada fresca, desprejuiciada y
alejada de la cita, vinculada a la biografía, al recuerdo personal, a lo
que sugiere un mundo muy cercano pero también distante, lleno de
silencios y vacíos.

E sta idea de este primer encuentro del Foro Observatorio


Tánger-Tarifa "El Orientalismo al revés" está inspirada en la tesis
sostenida por Edward Said (1935-2003), en su libro clásico
Orientalismo (1978, 1ª ed. española 1990, Ediciones Libertarias,
Madrid) que tanta repercusión tuvo desde su publicación. En España,
llevó prólogo de Juan Goytisolo, que fue su descubridor para el gran
público español. Este libro es por tanto un homenaje al pensador y
activista palestino, Premio Príncipe de Asturias 2002 de la Concordia,
compartido con Daniel Baremboim. A cada participante se le explicó
que se pretendía desmontar, en la medida de lo posible, la
construcción romántica y tópica de lo que ha sido el Orientalismo y el
mundo de lo oriental, con esos clichés que habitualmente utilizamos
en España, en Europa, de lo exótico a lo integrista, de lo ajeno y
distinto como caricatura.

P ara Edward Said, el origen del orientalismo como interés de


Europa y EE.UU. hacia Oriente ha tenido y tiene una raíz política y
económica fundamental, aunque la cultura haya contribuido a
convertir Oriente en un lugar variado y complicado, exótico, dentro del
campo que llamamos orientalismo. Por tanto, “el orientalismo no es
una simple disciplina o tema político que se refleja pasivamente en la
cultura, en la erudición o en las instituciones, ni una larga y difusa
colección de textos que tratan de Oriente; tampoco es la
representación o manifestación de alguna vil conspiración “occidental”
e imperialista, que pretende oprimir al mundo oriental. Por el
contrario, es la distribución de una cierta consciencia geopolítica en
unos textos estéticos, eruditos, económicos, sociológicos, histótricos y
filológicos; es la elaboración de una distinción geográfica básica (el
mundo está formado por dos mitades diferentes, Oriente y Occidente)
y también, de una serie completa de “intereses” que, no sólo crea el
propio orientalismo, sino que también mantiene a través de sus
descubrimientos eruditos (...) una voluntad o intención de comprender
-y en algunos casos, de controlar, manipular e incluso incorporar- lo
que manifiestamente es un mundo” (op. cit. pág. 32).

A sí, la cultura del orientalismo aparece enmascarada como fruto de


un intercambio desigual de poder político, colonial o de poder
moral y cultural, y que imponen ortodoxias, gustos y cánones ajenos
así como “esas ideas sobre lo que “nosotros” hacemos y “ellos” no
pueden hacer y comprender del mismo modo que “nosotros””. El
orientalismo, como discurso o superconstrucción occidental tendría
menos que ver con Oriente que con “nuestro” mundo. Como discurso,
se emparenta con los procedimientos descritos por Michel Foucault en
Vigilar y Castigar y La Arqueología del Saber. Para Said estamos por
tanto ante un discurso de dominación que no sólo impide una libertad
de pensamiento sino que ha contribuido a orientalizar Oriente en el
sentido buscado o prescrito. Said zahiere con eficacia a la corporación
académica. Así el orientalismo sería más un fruto o un signo del
poderío occidental que “un discurso verídico sobre Oriente” y por
tanto ese cierto humanismo bienintencionado y profesoral que insiste
en un conocimiento verdadero no sería, en el fondo, más que la
fachada bella y estética que a modo de coartada encubriría los
intereses antes aludidos.

IV

E l orden de lectura de los ensayos que aparecen en este libro es


distinto al de la secuencia temporal de intervenciones tal y como
que se produjeron en Tánger. De acuerdo con los editores he decidido
cambiar dicho orden atendiendo a un criterio de mejor alternancia de
temáticas y estilos. Así, el ciclo El orientalismo al revés fue inaugurado
por la escritora Lourdes Ortiz, acompañada en la mesa por el poeta
Khalid Raissouni. La escritora y feminista trazó en Al otro lado del mar
un hermoso discurso literario, un relato personal de lo que el Oriente
había sido para ella, en sus años de niñez y juventud y de lo que fue
después como descubrimiento del otro Oriente, el de la historia con
sus engaños y sus mitos y, luego, en fin, el de la literatura, que le había
permitido ejercer su oficio de crear. Así, de la imagen infantil del moro
como infiel, antítesis de la España Cristiana, se pasaba a las lujosas y
terribles vinculadas a la Guardia Mora de Franco y al poder militar y
dictatorial llegando a la actual con el fondo dramático de lo que hoy es
el Estrecho como símbolo de esperanza y muerte, invocando a “ese
mar mediterráneo que debería unirnos y que se ha convertido en los
últimos años en trampa infranqueable. Ese mar que aparece una y otra
vez en mis novelas y relatos como lugar de encuentro y últimamente
como en Fátima de los naufragios de duelo y lágrimas”.

E n segundo lugar intervino el periodista Fernando Rodríguez


Lafuente, acompañado por Abdelatif Bazi, crítico de cine y
director del centro cultural Martil-Tetuán. Su texto, España como
estereotipo de sí misma, le da la vuelta al argumento de Said pues, sin
entrar en el tema del orientalismo en Oriente, Rodríguez Lafuente
despeja el tópico del orientalismo o del exotismo aplicado a España
por naciones rivales o por ese largo cortejo de hispanistas y literatos
curiosos de las cosas de España. Al repasar los “estereotipos o
verdades cansadas” de España en su historia se expone la tesis dirigida
a cualquier otro país: uno se sacude sus propios estereotipos y se los
quita de encima cuando a sí mismo se normaliza, cuando a sí mismo se
libera de todas esas caricaturas que han sido impuestas por los demás.
Dice el ensayista “La normalización de España, llevada a cabo en el
último cuarto del siglo XX, lejos ya de esa anomalía exótica que tanto
había gustado a propios y extraños (hispanistas, viajeros,
corresponsales y turistas, en general), fue posible gracias a que los
españoles acabaron, casi de perfil, con la mítica idea del “carácter
nacional y sus mitos”, democratizando el país y creando un entorno
más próspero, justo y equilibrado”. En definitiva, se trataría de dejar
de lamentarse y de ponerse a la tarea de construir una verdadera
democracia, propia, pero real.

E n tercer lugar participó el escritor Pedro Molina Temboury,


acompañado por Nadia Naïr, especialista en cuestiones de
derechos humanos e igualdad de género. En Desorientado.
Alucinaciones de un viajero al Oriente Contemporáneo, Molina
Temboury nos hace un relato familiar, con antecedentes marroquíes,
muy divertido tanto por España como por sus orientes, al hilo de sus
andanzas como empedernido viajero reconociendo que, en efecto, eso
del orientalismo es una invención, un discurso de poder, como si
Europa y Occidente, al ir devorando el mundo tuviera necesidad de
estas construcciones ilusorias para sostener su supremacía. Así, “El
orientalismo, como la división del mundo en “exóticos” y “civilizados”,
tiene mucho de invención británica, de un tiempo hoy terminado, de
ahí nuestra desorientación”, y aunque “los escritores no cambian las
cosas” sí es cierto que para evitar el presente curso de “choque de
ignorancias” convendría tener siempre presente que, dice Molina
Temboury, “debajo de los estereotipos y clichés que acuñamos los
occidentales sobre Oriente existen poderosos intereses económicos
que son los que en último extremo determinan estos y ni los escritores
ni los cineastas occidentales logramos hurtarnos a ello. Pero por lo
menos podríamos intentar seguir el consejo de Edward Said: “Este es
uno de los mensajes de “Orientalismo”: que cualquier tentativa de
encasillar a culturas y pueblos en castas y/ o en esencias separadas está
expuesto no sólo a los equívocos y las falsedades consiguientes, sino
también a que nuestra comprensión se alíe con el poder para crear cosas
tales como “Oriente” y “Occidente”.

E n cuarto lugar, recibimos al escritor Juan Goytisolo, acompañado


en el debate por el traductor y profesor Ibrahim El Khatib. Debo
hacer en este punto una salvedad. La intervención de Juan Goytisolo se
tituló A la escucha de las voces del mundo y fue pronunciada el 14 de
junio de 2006. El escritor, acompañado de unas notas sueltas y breves
a modo de modelos de prosodia para ser leídos en voz alta, habló de su
relación personal con Edward Said y puso una serie de ejemplos que
reflejaban la manera tópica de ver el Oriente desde Occidente. Al
tiempo realizó una crítica a los estereotipos de nuestra sociedad de
consumo, así, la crítica al racismo, al juvenilismo, a la pavimentación y
urbanización del mundo y al fracaso de modelo de ciudad como
convivencia. Mencionó su conocida tesis del mudejarismo de la España
medieval, proscrita por la historiografía oficial pero siempre presente
a modo de corriente de influencia subterránea; criticó el conocimiento
por la vía del turismo en nuestro mundo y habló de las dificultades de
un periodismo que impregna el mundo de imágenes de violencia. Hizo
también una defensa de la cultura oral, con referencias a la Plaza de
Djmaa El Efna de Marrakech, donde reside el escritor la mayor parte
del año, y del habla popular, el darixa en oposición al canon oficial. Sin
embargo, a la hora de escribir la conferencia y corregirla, el autor ha
optado por remitir un relato o alegoría literaria titulada El sueño de
Spinoza que es el que aquí ofrecemos y que narra “el sueño de Baruch
Spinoza la noche del 27 de julio de 1656, tras la ceremonia de
exclusión de sus comunidad por el tribunal rabínico del barrio en
nació y se había criado”. Como frase célebre o de inspiración Goytisolo
citó a Jean Genet: “La dificultad es la cortesía del autor con el lector”.

E n quinto lugar, intervino el filósofo José Luis Pardo, en coloquio


con el urbanista y gestor cultural Mustafá Akalay Nasser. El título
de su ensayo, Orient(ars)e en el pensamiento evoca el texto de Kant
¿Qué significa orientarse en el pensamiento?, un breve artículo escrito
«para proteger a la razón contra sus propias tentaciones sofísticas».
Pardo recordó que en ausencia de un fundamento objetivo hay o
queda la exigencia de la razón cuya garantía es la libertad de pensar,
de comunicar. Aplicando el desiderátum kantiano, Pardo repasó
algunos conceptos expuestos por Said, esas nociones engañosas que
nos hablan de Occidente o de Oriente. Así, Oriente, como realidad
subjetiva sería un tipo de creencia pragmática que sirve para
colonizar, un territorio ficticio impuesto.

P or otra parte, el propio Occidente sería otra ilusión contra la que


se estrellarían los embates de los colonizados. Así las cosas, el
verdadero problema se centraría en la identidad, en la ficción o
superstición de la identidad creada por los imperialismos, como razón
doblegada. Y ¿qué es esto?, se pregunta el filósofo, ¿una manera de
vestir, un conjunto de sentimientos, una manera de ver la historia?
Para Pardo, todas las identidades son ficticias, lo que no quiere decir
que sean falsas, y su fuente es una comunidad concreta que genera
este concepto de oposición, más que de posición. A partir de ahí, José
Luis Pardo abogó por suspender las expectativas de sentido de una
comunidad para abordar la entrada al espacio público. De este modo,
la obligación generada por la comunidad, su moral, sólo podría ser
aceptable si se evidencia como cuestionamiento en el espacio público
de orientación. Uno debería poder pensar contra uno mismo, así
concluyó el filósofo su curso de orientación en el pensamiento, luego
de trazar un recorrido por algunos hitos del proceso de reordenación
colonial del mundo.

E n sexto lugar, aterrizó en Tánger la periodista, poeta y activista


Ruth Toledano, que contó con la presencia del ensayista Driss El
Jettou. Según aclara Ruth, su texto La mujer con alas parte de la lectura
del libro de 1994 Sueños en el umbral, de la escritora y profesora
marroquí Fátima Mernissi (Premio Príncipe de Asturias de las Letras
2003). Allí, Chama, la prima de la protagonista, convence a ésta de que
todas las mujeres tienen alas invisibles, y de que también a ella le
crecerían cuando fuese mayor. Con esas alas todas las mujeres podrían
alzar el vuelo y dejar atrás el harén en el que se sienten recluidas: “La
libertad de recorrer las calles es el sueño de cada mujer”, dice Mernissi.

E n palabras de Ruth Toledano, “hace apenas unas décadas que en


este lado de la orilla, el lado de Tarifa, muchas mujeres soñaban
también con esas alas que les permitieran liberarse del dominio
machista y realizar su propio viaje vital: “Mi primo Samir”, cuenta
Mernissi, “que a veces acompañaba a tío Alí y a mi padre en sus viajes,
decía que para crear una frontera sólo hacían falta soldados que
obligaran a los demás a creer en ella. En el paisaje propiamente dicho
no cambia nada. La frontera está en la mente del poderoso. Yo no pude
comprobarlo personalmente, porque mi tío y mi padre decían que las
niñas no viajan. Viajar es peligroso y las mujeres no pueden defenderse”.


Por suerte”, sigue la periodista y poeta española, “yo nací en
un tiempo que me permitió ser libre de viajar. Esas alas que
puede desarrollar me han permitido, a su vez, llegar hasta el otro lado
de la orilla, el lado de Tánger. En los últimos tiempos las relaciones
entre ambas orillas se han complicado y son contaminadas de miedos
y amenazas. Yo no estoy al margen de esa influencia. A mi orilla (que
defiendo laica aunque haya recibido una formación católica) llegan
ecos de la situación de las mujeres en el Magreb, de la influencia de la
religión sobre sus vidas, de una estructura familiar, social, laboral que
sigue sometiéndolas al dictamen de los hombres. Pero en realidad no
lo sé de primera mano, no he convivido con ellas, no sé cómo es su
vida en su orilla. Así que decido conocer a las que tengo más cerca, las
mujeres que por razones diversas han hecho un viaje que las ha traído
hasta Madrid, la ciudad en la que vivo. La mayoría no han venido solas
pero de algún modo han tenido que desarrollar aquí unas alas más o
menos potentes que les permitan planear sobre este territorio
paradójico: libre y hostil. Para llegar a ellas empiezo por Karima, mi
vecina marroquí”.

P or último, en séptimo lugar, contamos con la presencia del filósofo


Javier Sádaba, junto al panelista, poeta y activista destacado del
FOTT Mezzouar El Idrissi. Sádaba en su ensayo El futuro de la religión,
¿vuelve Dios?, comenzó por evocar el fenómeno religioso en las más
variadas culturas y pueblos, con sus diferentes propuestas históricas,
incluso señalando que es posible que dicho fenómeno ya se hubiera
dado entre los homínidos que nos precedieron. En todo caso, se
trataría de una reacción humana ante los límites del hombre en el
universo ya que con independencia de lo que pensemos o deseemos,
dice Sádaba, “sí podemos afirmar que, mientras el ser humano se
pregunte por el sentido que tiene su vida, alumbrará la chispa
religiosa”.

E n segundo lugar, Sádaba analiza el tipo de saber o de


conocimiento que comporta la religión así como su relación con
otras disciplinas, para preguntarse si en nuestro mundo la religión
podría desaparecer confundida con otros goces o consuelos estéticos,
acordándose de la frase de Goethe citada por Freud: "Si tienes ciencia
y arte, tienes religión y si no tienes ni ciencia ni arte, ten religión". Esta
cuestión conducirá a Sádaba un examen de lo que es la religión hoy.
Así, la realidad es que el fenómeno religioso sigue estando presente y
más activo que nunca, incluso con una lamentable derivación de
fundamentalismo y fanatismo. Esto llevará al filósofo a una discusión
acerca del sentido de la tolerancia y del laicismo en convivencia con el
Islam. Para terminar abogando por una religiosidad próxima al
taoísmo que “sea respetuosa con los anhelos de los humanos, no se
hunda en la pura melancolía (el toque de humor está en su punto) y
tenga tanta consideración para nuestra frágil estancia en este mundo
como por la aceptación de que no saber nada de un Más Allá es una
especie de reconocimiento mutuo, de apretar filas entre nosotros”.

P ara terminar resumiré la mecánica de este ciclo transcurrido


entre abril de 2006 y febrero de 2007. Cada participante dio una
conferencia abierta al público en el Instituto Cervantes de Tánger,
acompañado de un panelista marroquí que iniciaba el debate, y que
luego, en sesiones verdaderamente largas y a veces polémicas, era
continuado por el público asistente. Al día siguiente o el anterior, el
ponente, a puerta cerrada, exponía algunas de sus posiciones o
explicaba su trayectoria vital ante los jóvenes estudiantes de
bachillerato del Instituto Español Severo Ochoa de Tánger. De ese
modo se cumplía con un objetivo público y mediático y con otro
pedagógico y formativo. Antes, los estudiantes, habían leído y
preparado algún texto del ponente invitado.

A demás de esto, los ponentes tuvieron distintos encuentros


informales con intelectuales marroquíes amigos del FOTT en
animadas charlas de café y bares. El libro que el lector tiene entre
manos contiene por tanto los textos leídos por los siete intervinientes
de este ciclo, salvo el caso ya mencionado de Goytisolo. Todos han sido
corregidos con posterioridad por sus autores. De este libro que acoge
Ediciones de la Catarata, a quienes reconozco su sensibilidad, veremos
también una edición en árabe, recogida en la Editorial Marsam de
Rabat. Las conferencias y los debates se realizaron en castellano,
contando siempre con la traducción simultánea al árabe realizada por
profesor y traductor de la Escuela de Tetuán Mohamed Khalladi. A
todos los destacados participantes agradezco de verdad su tiempo y su
entrega. Y por último, ahora sí, me gustaría señalar que todos los
participantes fueron entrevistados por el periodista y forista Joaquín
Mayordomo, con la idea de publicar un libro distinto a este cuyo
avance puede consultarse en www.fott.es, la página activa del foro.

Agradecimientos

M i primer agradecimiento se dirige al Instituto Cervantes de


Tánger y al Instituto Español Severo Ochoa y a todos los
miembros del equipo que las componen. Sin la colaboración entusiasta
de profesores, secretarias, funcionarios de mantenimiento, este libro
hubiera sido imposible. Pero por encima de todos debo destacar el
papel jugado por Arturo Lorenzo, y por su familia, que abrió el
Instituto Cervantes de Tánger, y su casa, a este foro, con una
generosidad y visión encomiable. Por eso sus palabras aparecen en
este libro. Lo mismo debo decir de los profesores del Instituto Español
y de su director de entonces, Luis Badosa, y de Carmen Perea, Charo
Macías, y José Ángel Uriarte. Además, de manera muy especial, debo
citar a los profesores y panelistas, y miembros del FOTT, Mezouar El
Idrissi y Khalid Raissouni. Y a nuestro gran forista y polemista Driss El
Jettou, cuyo consejo ha sido de gran valor a lo largo de casi dos años.

D ebo también mencionar a todos los panelistas marroquíes


intervinientes, por su entusiasmo y su rigor a la hora de
participar y contribuir a los debates que siguieron a cada una de las
intervenciones.

P or último, es muy importante mencionar y agradecer a otras


personas e instituciones sin las cuales este libro y este primer
ciclo del Foro Observatorio Tánger Tarifa no hubiera sido posible. En
primer lugar a Carlos Alberdi y a la Dirección General de Cooperación
Cultural del Ministerio de Cultura de España. En segundo lugar, a
Alfons Martinell y a Aina Blanco, de la Agencia Española de
Cooperación Internacional, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de
Cooperación de España. En tercer lugar, al Consulado General de
España en Tánger, al Cónsul Tomás Solís y a su familia. En cuarto
lugar, a la Unión de Escritores de Marruecos, por la entusiasta acogida
que dieron a este foro. En quinto lugar, a la Delegación Provincial de
Tánger del Ministerio de Cultura del Reino de Marruecos, al Festival
Tánger Sin Fronteras y a la Asociación Tánger Medi-Atlántica. Y
finalmente, a Teresa Perea por toda su inestimable ayuda, y a los más
de cien foristas que apoyaron esta iniciativa desde su fundación.

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