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Revista OIKOS año 13, Nº 27, junio de 2009

ISSN 0717-327 X • pp. 125 - 145

Calentamiento global antropogénico


Anthropogenic global warming
Luis Medina Ávila*

Resumen
El calentamiento global es un hecho ya indesmentible. El planeta se está calentando y sus consecuencias
sobre la vida que conocemos podrían a futuro ser catastróficas si es que no se adoptan con urgencia
las medidas adecuadas de prevención, mitigación y adaptación. El Protocolo de Kyoto constituye la
iniciativa más importante y creíble para hacer frente a este grave problema. Sin embargo, sus metas
están aún lejos de cumplirse. Además, existe una férrea oposición de parte de ciertos grupos de interés
a la adopción de iniciativas que afecten el uso intensivo de combustibles fósiles. El objetivo de este
artículo es contribuir a la reflexión colectiva sobre estos importantes temas, proporcionando conceptos
y conocimientos básicos, y evidencias sobre la realidad del fenómeno. Finalmente, se discuten los
principales planteamientos de los disidentes del cambio climático antropogénico.
Palabras clave: calentamiento global antropogénico, cambio climático, variabilidad del clima, efecto
invernadero, Protocolo de Kyoto.
Abstract
Global warming is a well-known fact. Our planet is being warmed up and the consequences on
the life that we know could be catastrophic in the future if the suitable measures of prevention,
mitigation and adaptation are not adopted with the utmost urgency. The Kyoto Protocol stands as
the most important and credible initiative to put up with this serious problem. Nevertheless, their
goals are still far from being fulfilled. In addition, there is a fierce opposition from certain groups of
interest to the adoption of initiatives that affect the intensive use of fossil fuels. The objective of this
article is to contribute to the collective reflection on these important subjects, providing concepts
and basic knowledge, and evidence on the reality of the phenomenon. Finally, the main analyses of
the dissidents of the anthropogenic climatic change are discussed.
Keywords: anthropogenic global warming, climatic change, changeable weather conditions,
greenhose effect, Kyoto Protocol

* Chileno, Economista, Magíster en Ciencias Sociales y Doctor (C) en Economía, Académico de


la Universidad Católica Silva Henríquez, Chile. Correspondencia con el autor: lmedina@ucsh.cl

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Serios y múltiples son los problemas ambientales que afectan al mundo en la actualidad,
y aquellos de alcance global parecen agudizase más que atenuarse. A pesar de que el
mundo ha ido lentamente tomando conciencia de la importancia de preservar el me-
dio ambiente, muchos aún observan con lejanía esta realidad, y no son pocos los que
continúan considerando que la preocupación por el factor ambiental sólo constituye
un impedimento para la generación de riqueza y empleo. De cualquier modo, estos
problemas requieren de toda nuestra atención. La indiferencia o la pasividad podrían
conducir, tarde o temprano, a un proceso progresivo de degradación del entorno natural
y a un punto de no retorno.
Todos los estudios científicos publicados en revistas especializadas dan cuenta de que el
calentamiento global es ya una realidad incuestionable. Ante esto, parte de la población
mundial manifiesta una sensible preocupación y presiona de alguna manera a sus gober-
nantes para que actúen en concordancia y se plieguen a las iniciativas que se levantan
para atacar sus causas y mitigar sus efectos. Pero también hay sectores que rechazan
enérgicamente la idea de un calentamiento global que tildan de apocalíptico y cuestionan
sistemáticamente las evidencias científicas que se proporcionan periódicamente.

Figura 1: El efecto invernadero

Fuente: EMOL (2007)


(1) La superficie terrestre absorbe la luz solar que atraviesa la atmósfera. (2) La Tierra devuelve la
energía como radiación infrarroja. (3) La capa de GEI, principalmente de CO2, actúa como el vidrio
de un invernadero, reflejando gran parte de la radiación de vuelta hacia la atmósfera.

El reforzamiento de la atmósfera
El calentamiento global está indisolublemente vinculado al fenómeno del efecto in-
vernadero. De un modo natural, la fuerza de gravedad de nuestro planeta retiene en

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su superficie el aire y el agua de mar, elementos vitales para nuestra subsistencia. Pero
también la vida requiere de una fuente constante de calor para la atmósfera, la que surge
de la radiación solar cuando calienta la superficie de la Tierra. El efecto invernadero
se produce cuando las nubes y ciertos gases presentes en la atmósfera, llamados gases
de efecto invernadero (GEI), reflejan de vuelta parte de la radiación solar de onda corta
que rebota en la superficie y se dirige hacia el espacio exterior en longitudes de onda
correspondientes a los rayos infrarrojos (Azqueta, 2002) (figura 1). Sin la existencia de
tales elementos, las temperaturas promedio alcanzarían los –18º C y no los 15º C (59º
F) que hacen posible el desarrollo de la vida humana (Rodríguez, 2004).
El calentamiento global no es más que la intensificación del efecto invernadero a causa
de la acumulación excesiva de los GEI. El origen de esta acumulación es fuente de
encendidas controversias. Según algunos, es producto de variaciones o ciclos naturales
(variabilidad del clima). Para otros, en cambio, deriva de las actividades humanas
(cambio climático), teniendo el fenómeno un carácter antropogénico.

Los gases de efecto invernadero (GEI)


Aunque la atmósfera de la Tierra está constituida casi en su totalidad por oxígeno y
nitrógeno, ninguno de estos elementos químicos produce efecto invernadero. El por-
centaje de calor que se devuelve a la superficie depende de la concentración en el aire
de otros compuestos, los cuales representan sólo el 1% de la composición atmosférica.
Entre ellos están los clorofluorocarbonos (CFC-11 y 12) y el dióxido de carbono (CO2)1.
Aunque son los CFC los que absorben con mayor efectividad la radiación infrarroja, es
el CO2 el que se encuentra en mayor proporción en la atmósfera, siendo el responsable
de la mitad del calentamiento terrestre (Azqueta, 2002). El dióxido de carbono (CO2)
es producido por diversas fuentes, como la respiración de los seres vivos, la destrucción
y fermentación de sustancias orgánicas y la quema de combustibles fósiles, como el
petróleo y el carbón. Estas emisiones son compensadas en parte por las plantas terrestres
y marinas, las que absorben grandes cantidades.
En la actualidad, Estados Unidos es el mayor emisor de CO2 en el mundo. A pesar
de que su población representa menos del 5% mundial, produce aproximadamente el
25% de todas las emisiones. Si consideramos en conjunto a EEUU, la Unión Europea,
Rusia, Canadá, Japón, China e India, cubrimos el 75% de las emisiones globales (Lukor,
2005). En términos per cápita, las naciones desarrolladas (de altos ingresos) lideran
ampliamente las emanaciones de dióxido de carbono (figura 2). De aquí la importancia
vital de que estos países asuman su responsabilidad en la salud del planeta y adopten
urgentes medidas para la reversibilidad del calentamiento global.

1 También coexisten el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4), el ozono (O3) y los halones.

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Figura 2: Emisiones de dióxido de carbono per cápita por grupo de países, 2004 (t de CO2)

13,3
14,0

12,0

10,0
Toneladas de CO2

8,0

6,0
4,0
4,0

2,0
0,9
0,0
Países de ingresos altos Países de ingresos medios Países de ingresos bajos

Fuente: PNUD (2007-2008: p. 70)

Algunos estudios han señalado que, de seguir la tendencia actual de acumulación de


gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, en algún momento del siglo XXI
la temperatura de la superficie terrestre podría incrementarse hasta en 6º C. Aunque
esta cifra pudiera parecer poco significativa, se debe considerar que, para que el planeta
haya abandonado la Edad de Hielo, el clima terrestre sólo debió haber aumentado en
5º C (Ciencia Nasa, 2000).

La economía humana y los gases de efecto invernadero


Por millones de años, las cantidades existentes de gases de efecto invernadero (GEI)
mantuvieron un equilibrio global al ser emitidos naturalmente mediante la descom-
posición de materiales de plantas y animales, y absorbidos por los océanos y bosques.
Pero, a partir de la Revolución Industrial, cambiaron drásticamente las fuentes de
emisión. Las actividades productivas modernas condujeron a un enorme incremento
en la extracción de energía de combustibles fósiles, siendo primero el carbón, y luego
el petróleo y el gas natural.
La economía humana insume continuamente parte de la energía de los ecosistemas.
El permanente flujo de materias primas y energía útil que es canalizado hacia las
actividades económicas (transflujo) es transformado por el proceso productivo y el
consumo, y devuelto a la biosfera en forma de desperdicios, emisiones, subproductos,
basura y calor disipado. Aquí queda al descubierto la existencia de límites ecológicos
al crecimiento económico, ya que la economía no es un sistema cerrado (Quiroga &
Van Hauwermeiren, 1996). Cuando la capacidad de los ecosistemas para regenerarse
o reponerse a sí mismos (resiliencia ecosistémica) es sobrepasada por la expansión
económica, la sustentabilidad de esta última queda ciertamente comprometida (Cha-
mochumbi, 2005).

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Luego, la aceleración de las actividades económicas produce necesariamente conse-


cuencias relevantes tanto en lo que respecta a la extracción como a la producción de los
diferentes tipos de desechos. También compromete la capacidad de absorción natural
de los ecosistemas. La deforestación es un claro ejemplo. Desde 1990, el 3% de los
bosques del planeta se han perdido y cada año son destruidas 13 millones de hectáreas,
el equivalente a la superficie de Grecia (Sohr, 2007). La multiplicación de la economía
humana pone en peligro la viabilidad del sistema si no se establecen límites.
Para identificar los factores claves que determinan, participan o refuerzan la producción
mundial de dióxido de carbono (CO2), así como para realizar una evaluación preliminar
respecto de la viabilidad de reducir a corto plazo las emanaciones de este contaminante,
se puede utilizar la siguiente ecuación que descompone de manera multiplicativa sus
componentes (Field, 1995):
PTC = PM x PIBC x EUMP x CUEU
Donde PTC representa la producción total de CO2; PM la población mundial; PIBC
el producto interno bruto per cápita; EUMP la energía por unidad monetaria de pro-
ducción y CUEU el CO2 producido por unidad de energía utilizada. Esta ecuación
pone de manifiesto la relevancia de las cuatro variables que participan en el proceso de
producción del contaminante y su fuerte interrelación. Se puede observar que un incre-
mento o reducción de cada factor tiene un efecto multiplicativo sobre sus emisiones.
De la ecuación anterior podemos deducir que los dos primeros factores, población y
PIB mundial por habitante, difícilmente pueden constituirse en objetivos de política
pública de reducción de CO2 debido a que los países se muestran renuentes a sacrificar
desarrollo económico limitando el crecimiento del producto o aplicando políticas de
control de la población. Esto reduce las alternativas sólo a las dos últimas variables
de la ecuación: cantidad de energía por unidad monetaria de producción (indicador
de eficiencia energética), y CO2 producido por unidad de energía utilizada. Luego,
para debilitar la importancia de estos factores, y reducir la producción mundial de
este contaminante, se requiere que las empresas utilicen tecnologías que involucren
cantidades menores de energía y que opten por combustibles menos intensivos en
dióxido de carbono.

Calentamiento global: carácter, evidencias, consecuencias


Es profusa la cantidad de antecedentes que se han proporcionado sobre la realidad del
calentamiento global y la producción excesiva de gases de efecto invernadero (GEI).
También son muchos los estudios que advierten sobre sus graves consecuencias. Se habla
de aumentos del nivel del mar, rompimiento de las capas polares, derretimiento de los
glaciares, escasez de agua dulce, desplazamiento de millones de personas que habitan en
los deltas bajos de los ríos, desaparición de pequeños Estados insulares, perturbaciones

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en las actividades agrícolas y pesqueras, reubicación de sequías e inundaciones, etc.


Pero no sólo se buscan evidencias acerca del aumento de la temperatura del planeta o
proyectar sus consecuencias futuras en diferentes escenarios, También se hacen grandes
esfuerzos por determinar la incidencia de las actividades humanas en el fenómeno.
Todos estos importantes desafíos han sido asumidos por el Panel Intergubernamental
Sobre el Cambio Climático (IPCC, en su sigla en inglés).
Constituido por un grupo de más de 2.500 especialistas y científicos (meteorólogos,
físicos, químicos, biólogos, etc.), y organizado por Naciones Unidas, el Panel Interguber-
namental es una agencia especializada creada en 1988 por iniciativa de la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA). Desde 1990, ha publicado cuatro informes de sus investigaciones,
siendo el último (4AR) dado a conocer en París a principios de febrero de 20072.
En el más reciente informe, la agencia concluye que el calentamiento global es ya un
hecho indesmentible e inevitable, y, aunque mañana mismo fuera eliminado el exceso
de gases de efecto invernadero del planeta, sus consecuencias continuarían su curso
por siglos. El estudio advierte que si no se aplican medidas de mitigación y la capaci-
dad de adaptación no se refuerza, los resultados podrían llegar a ser catastróficos, no
escapándose ningún ámbito relacionado con la vida humana en el planeta: el clima,
los recursos hídricos, los ecosistemas, la agricultura, las zonas costeras, la industria, los
asentamientos humanos, la vida en sociedad y la salud humana. Además, la vulnerabi-
lidad frente al calentamiento global se vería acentuada por una serie de factores que se
reforzarían con el paso del tiempo, como la pobreza, la contaminación ambiental, los
conflictos y la inseguridad (IPCC, 2007).

2 El IPCC consta de tres Grupos de trabajo. El Grupo I evalúa los aspectos científicos del sistema
climático y el cambio climático; el Grupo II, la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos
y naturales al cambio climático, las consecuencias negativas y positivas de dicho cambio y las
posibilidades de adaptación al mismo; y el Grupo III, las posibilidades de limitar las emisio-
nes de gases de efecto invernadero y de atenuar los efectos del cambio climático. El proceso
de elaboración de un informe se demora varios años y es sometido a una serie de rondas de
revisión para garantizar su integridad científica (IPCC, 2007).

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Figura 3: Evolución de la temperatura, nivel del mar y nieve en el hemisferio Norte. Cambios
respecto al promedio de 1961-1990

Fuente: IPCC (2007). Notas: las curvas continuas corresponden a los valores promedio por décadas y
los círculos a los valores anuales. Las áreas sombreadas indican los rangos de incertidumbre estimados
(gama de variación).

Aunque el informe de 2007 no pretende terminar con el debate sobre el cambio


climático, expresa que existe un gran consenso en la comunidad científica mundial
con respecto a la incidencia humana en el calentamiento terrestre, la amenaza que
representa este fenómeno para la Humanidad y la urgencia de adoptar medidas serias
e inmediatas. Además, con respecto al anterior informe del Panel (2001), precisa aún
más los conocimientos sobre la variabilidad del clima y describe en detalle cómo han
ido evolucionando sus efectos, tanto a nivel regional como mundial.
El informe proporciona abundante información y evidencia. Señala que once de los
doce años comprendidos entre 1995 y 2006 están entre los 12 más calientes de la
historia3; la temperatura media del océano se ha incrementado; los hielos árticos han
descendido y la Antártica ha perdido masa; han declinado en promedio los glaciares
3 Desde que existen registros instrumentales de temperaturas promedio globales de superficie
(1850).

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de montañas y capas de nieve en ambos hemisferios4; se ha elevado el nivel del mar;


las precipitaciones son más variables, espacial y temporalmente; los días y las noches
frías son menos frecuentes y los días y las noches cálidas, al igual que las olas de calor,
más habituales; y se observan alteraciones en el comportamiento de plantas y animales.
También ajusta al alza las proyecciones de temperaturas promedio para el siglo XXI
respecto del último anterior.

Figura 4: Concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) desde año 0 a 2005

Fuente: IPCC (2007)

Un aspecto crucial del reciente informe es que las pruebas científicas recogidas por el
Panel apuntan a que el calentamiento global no respondería a la variabilidad natural
del clima. En efecto, el IPCC eleva, respecto del penúltimo informe, desde 67%
(probable o alto) a 90% (muy probable o muy alto) el nivel de certeza o de confianza
de que la acción humana es la causante de la grave alteración climática que afecta hoy
al mundo. Sostiene, además, que el reforzamiento de los gases de efecto invernadero
(GEI) son los causantes del calentamiento observado en el mundo en los últimos 50
años, especialmente del dióxido de carbono (CO2), pero también del metano (CH4)
y el óxido de nitrógeno (N2O), los cuales se emiten básicamente por acción humana,
principalmente por el consumo de petróleo y las actividades agrícolas.
Aprovechando que la nieve, al caer, atrapa burbujas de la atmósfera, para medir qué
concentración de gases y temperatura había en ella hace cientos de miles de años, los
científicos del Panel realizaron perforaciones en el hielo antártico y extrajeron bloques

4 El derretimiento de los glaciares es especialmente crítico. El 40% de la población mundial


consume agua potable de ríos y manantiales, los que a su vez son alimentados en un 50% por
el agua que proviene de los glaciares (Gore, 2006).

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de hasta 2.774 metros de profundidad. Esto permitió descubrir que, actualmente, la


concentración de dióxido de carbono (CO2), que en 2005 llegó a 379 partes por millón
(ppm) (ver figura 4), excede largamente el rango de valores naturales de los últimos
650.000 años (180 a 300 ppm). La concentración global de metano experimenta el
mismo patrón, estando hoy mucho más alto que el ciclo natural. Por su parte, las con-
centraciones globales de óxido nitroso en la atmósfera han crecido desde 270 partes
por mil de millón (ppb, en su sigla en inglés) de la época preindustrial hasta 319 ppb
en 2005.
Con respecto a las consecuencias futuras, el informe advierte que, si se duplican las
concentraciones de dióxido de carbono, es probable que la temperatura terrestre pro-
medio de la superficie se eleve en un rango que va entre 2 y 4,5 grados Celsius (con
el valor más probable de 3), siendo muy improbable que sea menor de 1,5 grados y
que los valores sustancialmente mayores de 4,5 grados puedan excluirse. Respecto de
las proyecciones para el final del siglo XXI, el Panel estima que, si las concentraciones
de todos los GEI y aerosoles se mantuvieran constantes e iguales a los niveles del año
2000, al final del siglo XXI la temperatura terrestre aumentaría en promedio 0,6 grados
Celsius respecto de la media de 1980-1999. Debido a que es altamente probable que
esto no ocurra, las concentraciones serán superiores y las temperaturas también. En
cuadro adjunto, se muestran las proyecciones sobre el calentamiento promedio y el
aumento del nivel del mar para fines del siglo XXI en seis escenarios distintos, siendo
el mejor el B1 y el peor el A1FI5.
Considerando el cuadro, si se da el mejor escenario (B1), descrito por un mundo que
considera el cuidado del medio ambiente y la contención del exceso de emisiones de

5 Descripción básica de los escenarios. B1: Mundo convergente. Población mundial alcanza su
nivel más alto a mediados de siglo para disminuir posteriormente. Cambios rápidos en las
estructuras económicas hacia una economía de la información y de servicios. Reducciones
en el consumo de materiales e introducción de tecnologías limpias y de recursos eficaces.
Las soluciones globales tienen su énfasis en la sostenibilidad económica, social y ambiental.
Concentraciones de CO2 equivalentes a 600 ppm. A1T: Crecimiento económico futuro muy
rápido. Énfasis tecnológico: fuentes de energía intensivas de origen no fósil. Concentraciones
de CO2 equivalentes a 700 ppm. B2: Se hace hincapié en las soluciones locales a la sosteni-
bilidad económica, social y ambiental. Población mundial crece continuamente, pero a un
ritmo menor que el escenario A2. Niveles medios de desarrollo económico. Cambios tecnoló-
gicos menos rápidos y más variados que en B1 y A1. Escenario orientado hacia la protección
ambiental y la equidad social, pero centrado en los niveles local y regional. Concentraciones
de CO2 equivalentes a 800 ppm. A1B: Crecimiento económico futuro muy rápido. Énfasis
tecnológico: equilibrio entre todas las fuentes. Concentraciones de CO2 equivalentes a 850
ppm. A2: Mundo muy heterogéneo. Aumento continuo y constante de la población. Desarrollo
económico orientado hacia lo regional. Crecimiento económico per cápita y cambio tecnológico
más fragmentados y más lentos que en otros escenarios. Concentraciones de CO2 equivalentes
a 1.250 ppm. A1FI: Crecimiento económico futuro muy rápido. Énfasis tecnológico: fuentes
de energía intensivas de origen fósil. Concentraciones de CO2 equivalentes a 1.550 ppm.

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gases de efecto invernadero, la temperatura al final del siglo podría subir en 1,8º C
respecto del promedio de 1980-1999. Pero, si el mundo no toma medidas y el énfasis
tecnológico se basa en fuentes de energía intensivas de origen fósil (escenario A1FI),
el aumento podría alcanzar incluso los 6,4º C al final del siglo. En cuanto al aumento
del nivel del mar, en el caso del mejor escenario, podría elevarse entre 0,18 y 0,38
metros. Si se da el peor, podría hacerlo hasta un poco más de medio metro al cabo del
siglo XXI. Aquí, cabe mencionar que aunque estas predicciones pueden ser tildadas de
catastrofistas por algunos sectores, otros señalan que son más bien conservadoras.

Proyecciones del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático para fines del siglo XXI
Cambio de Temperatura: Ascenso del nivel del mar:
2090-2099 con relación a 2090-2099 respecto de 1980-1999
1980-1999 (Grados Celsius) (metros)
Caso Mejor Rango probable Rango basado en modelo,
estimación excluyendo cambios dinámicos
rápidos en flujos de hielo
Concentraciones 0,6 0,3 – 0,9
constantes del año 2000
Escenario*
B1 1,8 1,1 – 2,9 0,18 – 0,38
A1T 2,4 1,4 – 3,8 0,20 – 0,45
B2 2,4 1,4 – 3,8 0,20 – 0,43
A1B 2,8 1,7 – 4,4 0,21 – 0,48
A2 3,4 2,0 – 5,4 0,23 – 0,51
A1FI 4,0 2,4 – 6,4 0,26 – 0,59
Fuente: IPCC (2007)

A medida que la temperatura terrestre va creciendo, más dramáticas serían sus con-
secuencias. Según el escritor inglés Mark Lynas6, si aumenta en 1 grado Celsius la
temperatura media del planeta, los cambios dejarían de ser graduales. Con tres grados
más, los índices de temperaturas extremas serían los normales; con cuatro, el nivel del
mar crecería de forma considerable; con cinco, las regiones templadas serían inhabita-
bles y los seres humanos combatirían por los recursos naturales restantes; y, con seis,
los océanos se convertirían en basureros marinos, los desiertos predominarían y las
catástrofes naturales serían frecuentes.
Por otro lado, los efectos del calentamiento global no serían planetariamente homo-
géneos. Así por ejemplo, el Mediterráneo sería una de las zonas más susceptibles al
cambio climático, calentándose y secándose más que otras partes del mundo. Esto se

6 Autor del libro Six negrees: our future on a hotter planet (citado por Natgeo, 2007).

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plantea en un estudio de Diffenbaugh, Pal, Giorgi y Gao de junio de 20077, en el cual


se advierte, además, que, si se mantiene el actual ritmo de emisiones de GEI, los días
más calurosos de inicios del siglo XXI serán los más frescos cuando finalice, y las olas
de calor serán cada día más intensas y comunes a medida que la cifra de días calurosos
se eleve entre 3 y 6 veces. Si este tipo de proyecciones se concreta, frecuentes y desco-
munales serán los desplazamientos humanos.
Pero los efectos del calentamiento global no son sólo atingentes al futuro. En el presente,
nuestro planeta ya estaría experimentando ciertas alteraciones. Por ejemplo, en sep-
tiembre de 2005, un artículo publicado en la revista científica británica Science subraya
la existencia de una correlación positiva entre la mayor actividad de los huracanes en
los años recientes y el calentamiento terrestre (Gardner, 2005). El autor principal del
estudio señala que los cambios en la intensidad de los huracanes estarían relacionados
con el calentamiento de la superficie del océano, la cual habría aumentado en cerca
de medio grado desde 1970, ya que, cuando aumentan las temperaturas marinas, la
velocidad del viento crece, al igual que la humedad.
Al Gore, ex Vicepresidente de EEUU y ganador del Premio Nobel de la Paz 2007 en
conjunto con el Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático, señaló que el
calentamiento global es para la Humanidad una amenaza peor que el terrorismo, las
armas nucleares y la pobreza (Sohr, 2007).

El Protocolo de Kyoto
Poco a poco, el mundo ha ido tomando conciencia de la necesidad de adoptar políticas
globales para limitar las consecuencias medioambientales de la economía humana. Aun-
que también se toman algunas iniciativas conducentes a potenciar la resiliencia de los
ecosistemas (como la reforestación), el principal medio para impedir el calentamiento
global se ha centrado básicamente en la reducción de emisiones, en especial de CO2.
Para conducir políticamente al mundo en la dirección de contener las emisiones ex-
cesivas de gases de efecto invernadero, las naciones más industrializadas del mundo se
reunieron en diciembre de 2007 en la ciudad japonesa de Kyoto, suscribiéndose un
acuerdo internacional que hasta el momento ha constituido el mayor esfuerzo global
por controlar los efectos nocivos de la acción humana sobre el medio ambiente: el
Protocolo de Kyoto. Este tratado comprometía a los 39 países más desarrollados a
reducir las emisiones de seis gases que contribuyen al cambio climático (enumerados
en el Anexo A del Protocolo): dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso
(N2O), hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre
(SF6). Para que el Protocolo de Kyoto se pusiera efectivamente en vigor, se requería

7 Denominado Heat stress intensification in the Mediterranean climate change hotspot (citado en
Herald Sun, 2007).

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que fuera ratificado, a partir de marzo de 1998, por el 55% de los países considerados
como los principales emisores. Este acuerdo consistía en que durante un período de
compromiso, que se extendería entre el año 2008 y 2012, estas naciones debían reducir
en conjunto (aunque de manera diferenciada) la producción de estos gases de efecto
invernadero en 5,2% con relación a lo que se producía en 19908.
Uno de los grandes desafíos que ha tenido que enfrentar el Protocolo de Kyoto fue la
deserción del mayor productor de CO2 del mundo. En efecto, en marzo de 2001, el
gobierno de EEUU se negó a ratificar los acuerdos sobre el calentamiento global –posición
que se ha mantenido hasta ahora– y declaró “muerto” el Protocolo. El presidente esta-
dounidense de la época, el republicano George W. Bush, justificó su negativa señalando
que imponer límites a las emisiones de CO2 no tenía sentido económico. Sectores afines
a esta postura advertían que la ratificación de estos acuerdos traería millonarias pérdidas
en la economía norteamericana y millones de puestos de trabajo eliminados9.
A pesar de las dificultades y de la negativa de Estados Unidos a ratificar el acuerdo, el
Protocolo de Kyoto entró en vigor en febrero de 2005 después de que el gobierno ruso lo
ratificara a fines de 2004. Los gigantes asiáticos, India y China, apoyarían los compromisos
del Protocolo, pero no estarían jurídicamente obligados a cumplir ninguna meta.

Figura 5: Nivel de cumplimiento de los objetivos y compromisos de Kyoto

Fuente: PNUD (2007-2008: p. 53)

8 A pesar de que este acuerdo representa un gran avance, para muchos resulta insuficiente. De
hecho, en 2001, el Primer Ministro inglés de ese entonces, el laborista Tony Blair, afirmaba
que aunque todos los países desarrollados alcanzaran los objetivos acordados en el Protocolo
de Kyoto, de todas maneras no se detendría el proceso de calentamiento global, ya que, para
solucionar totalmente este problema, se requeriría disminuir en 60% las emisiones de CO2.
De todos modos, reconocía que los acuerdos de Kyoto representaban un comienzo, un faro
que iluminaba la diplomacia en el plano mundial, aunque igualmente admitía que resultaban
difíciles de cumplir (Blair, 2001).
9 De todos modos, cabe mencionar que en la actualidad existen varios Estados norteamericanos
que se han apartado de esa postura y han planeado suscribir acuerdos de reducción de emisiones
de CO2.

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Las expectativas de que se cumplan los objetivos de reducción de emisiones de GEI no


son muy alentadoras. Y este cierto pesimismo no sólo se basa en el hecho que Estados
Unidos no haya suscrito el Protocolo, y que incluso haya aumentado su producción
de dióxido de carbono respecto de 1990, sino que los mismos Estados miembros del
acuerdo están en promedio muy lejos de cumplir las metas (figura 5).

Los disidentes del calentamiento global


Aunque las tesis del calentamiento global y su carácter antropogénico, sus evidencias y
proyecciones se han impuesto mayoritariamente en la opinión pública mundial, conci-
tando una gran unanimidad, especialmente después de la entrega en febrero de 2007 del
cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones
Unidas (IPCC), hay diversos sectores, en especial de Estados Unidos y Gran Bretaña, que
se muestran escépticos y rechazan lo que ellos denominan el alarmismo imperante.
La mayoría de los disidentes del cambio climático aceptan que el planeta está experi-
mentando un alza de sus temperaturas en las recientes décadas, pero rechazan el carácter
antropogénico que se le confiere. Con esto ponen en duda las pruebas, conclusiones
y recomendaciones del Panel Intergubernamental en tal sentido. Otros van más allá
y cuestionan abiertamente la integridad científica del informe de 2007, afirmando
que muchos de los que colaboraron realmente no son científicos, o que, detrás de las
“verdades científicas” expuestas sólo hay intereses económicos, como la búsqueda de
recursos para investigaciones. Sostienen que la influencia humana realmente no se
comprueba en ningún lado y que proporcionar evidencias etiquetadas con la palabra
“probablemente” no es hacer ciencia. La disidencia más radical niega inclusive la exis-
tencia del calentamiento global10.
La tesis de los disidentes del calentamiento global antropogénico (AGW, por su sigla
en inglés) afirma que el aumento de la temperatura terrestre no es fruto de las mayores
emisiones de dióxido de carbono provenientes de las actividades humanas, sino que
responde a la variabilidad natural del clima. Por ejemplo, Timothy Ball, climatólogo
canadiense y doctor de la Universidad de Londres, sostiene que argumentar lo contrario
ha sido la mayor decepción de la ciencia. Por su parte, Richard Lindzen, físico atmos-
férico y docente del MIT, señala que los cambios climáticos se explican fácilmente por
las alteraciones en el sol.
Fred Singer, físico atmosférico estadounidense, doctor en física y profesor emérito de la
Universidad de Virginia, el cual también se ha desempeñado como consultor de impor-

10 Curiosamente, algunos disidentes del cambio climático manifiestan que la versión antropo-
génica pasó a ser la ultraortodoxia imperante, por lo que su posición discrepante se ha vuelto
arriesgada y hasta peligrosa, queriendo dar una imagen de verdaderos mártires modernos, a la
altura incluso de un Copérnico o un Galileo.

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tantes instituciones y agencias estatales, además de empresas privadas como Exxon, Shell
y Sun Oil, asegura, en respuesta al informe del IPCC, que el calentamiento global deriva
de causas naturales, formando parte posiblemente de un ciclo solar de 1.500 años de
enfriamiento y calentamiento (Fundación Vida Sostenible, 2007). Asimismo, aludiendo
a un documental emitido por un canal británico, denominado The Great Global Warming
Swindle (marzo de 2007), sostiene que no existe prueba de que el calentamiento actual
tenga su origen en el aumento de los GEI provenientes de las actividades humanas,
sino, por el contrario, las observaciones en núcleos de hielo demostrarían que la mayor
temperatura terrestre es anterior, y no posterior, a los incrementos de CO2, sugiriendo
que la presencia ascendente de este elemento en la atmósfera derivaría de la elevación
de la temperatura de los océanos. Es decir, el aumento de dióxido de carbono sería una
consecuencia y no una causa. Tampoco cree que se pueda demostrar que un clima más
cálido produzca impactos negativos. Por tanto, su conclusión es clara: dado que lo más
probable es que el cambio climático tenga un origen natural, resulta irrelevante, inútil
e insensatamente costoso controlar las emisiones de CO2 o producir o utilizar energías
alternativas como el etanol (Singer, 2007).
Joel Kauffman, PhD, químico y profesor emérito de la Universidad de Filadelfia, tam-
poco comparte la hipótesis del AGW, e intenta demostrar que no existe realmente un
vínculo entre los niveles de dióxido de carbono y el calentamiento global. Sin embargo,
a diferencia de otros disidentes como Singer, señala que este tipo de planteamiento no
debe considerarse como una excusa para el uso dispendioso de los combustibles fósiles
e hidrocarburos. De hecho, recomienda que, por razones económicas, éstos debieran
ser conservados o sustituidos cuando sea posible (Kauffman, 2007).
Aunque los disidentes del cambio climático son minoritarios en número y hacen sentir
con fuerza su voz, su presencia en revistas científicas es prácticamente inexistente. Luego,
cuando se revisan los diversos artículos de años recientes sobre el calentamiento terrestre
en publicaciones especializadas, no se percibe un desacuerdo sobre el origen humano del
fenómeno. En 2004, la revista Science examinó 928 papers sobre el tema publicados en
revistas científicas, cubriendo el 10% del total. Concluyó que ninguno de ellos estaba
en desacuerdo acerca de que el aumento de la temperatura atmosférica era producido
por las actividades humanas y de que constituía un problema serio (Krugman, 2006).
A su vez, otro estudio tomó una muestra de 636 artículos publicados en la prensa en
los últimos 14 años. El 53% de ellos dudaba sobre el origen antropogénico del calenta-
miento global (Gore, 2006). Sin embargo, después se descubrió que no sólo se concedía
a los escépticos más o menos la misma atención que a las del consenso científico, sino
que los primeros, la mayoría, si no es que todos, recibían apoyo financiero directo o
indirecto de Exxon Mobil (Krugman, 2006).
Donde definitivamente no hay un mayor desacuerdo global es que los informes del
Panel Intergubernamental y el Protocolo de Kyoto constituyen serias amenazas para los

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Revista OIKOS año 13, Nº 27, junio de 2009

poderosos intereses económicos de la industria petrolera mundial. Una de las empresas


más vapuleadas a este respecto es justamente Exxon Mobil, corporación estadounidense
fundada como Standard Oil Company en 1889, y cuyas actividades se extienden por más
de 40 países. Se le acusa de ser enemiga del planeta, de asumir intensas campañas para
destruir el Protocolo de Kyoto en Europa y de pagar generosas donaciones para financiar
una especie de universo intelectual alternativo de escépticos del cambio climático.
Paul Krugman, destacado economista y Premio Nobel estadounidense –para quien
ignorar el consenso sobre el calentamiento global antropogénico significa creer que
existe una vasta conspiración para desinformar al público, en la cual ciertamente estarían
participando los científicos de todo el mundo– sostiene que Exxon Mobil es un villano
ambiental peor que otras compañías petroleras. Como parte de sus argumentos, cita un
memorando filtrado de una reunión del American Petroleum Institute en 1998 en la
que Exxon (antes de la fusión con Mobil) describía la estrategia de proporcionar apoyo
logístico y moral a los disidentes del calentamiento global antropogénico, haciendo
dudar acerca del conocimiento científico prevaleciente y socavarlo (Krugman, 2006).
En enero de 2005, el diario británico The Guardian denunciaba que la petrolera Exxon
Mobil financiaba a un prestigioso grupo de científicos para que elaborara informes que
minimizaran la importancia del cambio climático. El mismo diario, poco después de
conocerse el cuarto Informe del IPCC de febrero de 2007, volvía a denunciar que la
multinacional estadounidense había ofrecido US$ 10.000, además de otros beneficios, a
determinados científicos y economistas para que se opusieran tenazmente al informe del
Panel presentado en París. Dichos ofrecimientos de dinero se habrían hecho mediante
cartas enviadas por el American Enterprise Institute (AEI), think tank financiado por
Exxon Mobil, el que además habría mantenido estrechos vínculos con la administración
del presidente de EE UU, George Bush (El Mundo, 2005, 2007).
Entre los disidentes del calentamiento global antropogénico (AGW), también se en-
cuentra un amplio grupo de economistas, especialmente de Estados Unidos, o que se
desempeñan en Universidades de ese país. Entre estos últimos, está el destacado cate-
drático de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín, quien en 2007 originó
un encendido debate en la prensa española al cuestionar el último informe del IPCC y
descalificar las principales afirmaciones de Al Gore sobre el calentamiento global dadas
a conocer en el documental An Inconvenient Truth (2006).
Al referirse a la cruzada del ex Vicepresidente estadounidense, Sala i Martín equiparó su
contribución cinematográfica a la de Michael Moore, tildándolos a ambos de simples
propagandistas con una preocupante falta de respecto por la verdad. Para justificar sus
dichos, el economista español desmintió parte de las afirmaciones que expone Al Gore en
su documental contrastándolas con el mismo informe de 2007 del Panel. Así, por ejemplo,
afirmó que los planteamientos de Gore respecto de que la Antártica se estaba desconge-
lando y que el deshielo de Groenlandia provocaría una nueva glaciación en Europa no

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encontraron sustento alguno en el estudio del IPCC, ya que en éste no hubo mención de
un calentamiento del continente antártico y se consideró improbable una glaciación.
Respecto al trabajo mismo del Panel, cuyo equipo de científicos Sala i Martín reconoció
como gente seria, el economista español comenzó su cuestionamiento recordando que
la gran conclusión del Informe de 2001, en cuanto a que la última década del siglo
XX había sido la más caliente del último milenio, cambiando el debate mundial sobre
el calentamiento global, se había basado en una estimación sobre la evolución de la
temperatura de los últimos 1.000 años realizada por el climatólogo estadounidense
Michael Mann, la cual posteriormente fue desmentida y desacreditada, provocando
que el Panel dejara de lado dicha conclusión y el gráfico de Mann, conocido como
“hockey stick”, del Informe de 2007. También refutó las evidencias entregadas por el
IPCC respecto del origen antropogénico del calentamiento terrestre. Argumentó que
dado que existe incertidumbre acerca de si los complejos modelos matemáticos utili-
zados en el informe son los correctos y que no se especificó sobre qué proporción de
los 0,74 grados de aumento de la temperatura media del planeta estaba causada por la
acción humana, en el fondo lo que se estaba diciendo es que de lo que hay un 90% de
certeza es que sabe muy poco11.
En cuanto a las medidas que se proponen para frenar el calentamiento global, destinadas
a contener los gases de efecto invernadero (GEI), Sala i Martín las justificó sólo si las
lejanas consecuencias catastróficas esperadas fueran extraordinariamente costosas. Aquí,
el economista partió del supuesto de que la bomba del cambio climático no estallará
gradualmente, sino en un futuro lejano (100 años), por lo que el importante sacrificio
de dinero presente que significa adoptar propuestas, como el Protocolo de Kyoto, sólo
tiene sentido económico si los costos del cambio climático se prevén descomunales.
Sala i Martín sustentó este planteamiento acudiendo al principio económico del valor
del dinero en el tiempo: si el valor presente de los beneficios de evitar las consecuencias
del cambio climático de fines del siglo XXI son inferiores al elevado costo económico
que se debe asumir hoy, resulta evidente que es mejor no hacerlo. Con esto, el acadé-
mico de la Universidad de Columbia discrepó de aquellos que defienden la aplicación
de una tasa de descuento de 0%, ya que, según él, no resulta realmente injusto dar
menor valor a las generaciones futuras. Si los que apelan a tomar medidas hoy otorgan
a las regiones más pobres del planeta un peso mayor, resulta justo que la generación
actual, que es más pobre que las futuras, reciba también un peso mayor, señaló (Sala i
Martín, 2007a, b, c, d, e, f).

11 De todas maneras, Sala i Martín expresó después que aunque los modelos aplicados hubieran
sido los correctos, esto no basta, ya que para predecir adecuadamente la temperatura del siglo
XXI también se precisa del conocimiento de cómo evolucionará el nivel de GEI en la atmós-
fera. Según él, el Panel no resolvió adecuadamente este tema, ya que no basta con establecer
distintos escenarios posibles, también se requería que éstos fueran realistas, lo que, según él,
no se consiguió.

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Este último argumento, utilizado por Sala i Martín para sostener que es antieconómi-
co el uso de recursos para combatir en el presente un fenómeno cuyas consecuencias
principales aparecerán en un futuro lejano, aunque parezca muy razonable, resulta
difícil de digerir. La valoración real de los costos de las medidas actuales debe ir más
allá de una simple contrastación económica entre un sacrificio presente y un beneficio
futuro, ya que el flujo efectivo está conformado por muchos montos. Hay que tomar
en cuenta que los sacrificios serían limitados en el tiempo y los beneficios ulteriores
a perpetuidad. Además, el uso de una tasa de descuento positiva impone la sentencia
de que la vida humana en la Tierra a partir de algún punto en el futuro no tiene valor
alguno, lo que nos induce a pensar que no tiene sentido preocuparse por el tipo de
mundo que dejaremos por herencia a las generaciones posteriores.
Surgen también otros cuestionamientos respecto de los planteamientos de los disidentes
del cambio climático. Uno de los más básicos se relaciona con el mismo fenómeno del
efecto invernadero. Dado que la acción de los GEI sobre la atmósfera es una realidad
palpable, porque si no fuera así el planeta tendría temperaturas promedio que bordearían
los 18° C bajo cero, resulta evidente que la descomunal expansión de las emisiones
de CO2 derivada de la economía humana (figura 6), no es inocua. Sólo por el uso de
combustibles fósiles, se han liberado a la atmósfera 234.558 millones de toneladas
desde 196012 (CDIAC, 2007).

Figura 6 Emisiones globales de CO2 por uso de combustibles fósiles, 1751 – 2004.
(Millones de toneladas)

Fuente: Carbon Dioxide Information Analysis Center (CDIAC), 2007

12 Según el Carbon Dioxide Information Análisis Center (CDIAC), agencia del Departamento
de Energía de Estados Unidos, los combustibles líquidos y sólidos representaron globalmente
en 2004 el 77,5% del total de emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles.
La combustión de otros combustibles, como el gas natural, dieron cuenta del 18,1%. La
producción de cemento y otros son responsables del otro 4,4% (CDIAC, 2007).

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Calentamiento global antropogénico / L. Medina A.

Conclusiones
El efecto invernadero, al retener parte de la energía que la superficie terrestre emite
después de ser calentada por la radiación solar, constituye un fenómeno natural esencial
para la vida humana en el planeta. Lamentablemente, los patrones de emisión de gases
de efecto invernadero (GEI) han sido sustancialmente alterados, especialmente por el
uso de combustibles fósiles en las actividades humanas. La consecuencia ha sido el for-
talecimiento de la atmósfera terrestre y la consiguiente alza de la temperatura global.
Los países desarrollados son los grandes emisores de los gases de efecto invernadero,
especialmente del dióxido de carbono, y por tanto, son los principales responsables de
adoptar las medidas correspondientes. Sin embargo, aunque en general han mostrado
gran inquietud por este problema y se han alarmado de sus posibles consecuencias, no
han mostrado grandes resultados en cuanto a la disminución de sus emisiones.
Múltiples estudios e investigaciones se han llevado a cabo sobre el calentamiento global.
Los más importantes provienen del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climá-
tico (IPCC), el cual, desde su creación, ha dado a conocer cuatro informes, el último
de los cuales salió a la luz pública en febrero de 2007 en París. En éste se sostiene que
el cambio climático es un hecho indesmentible e inevitable por siglos y afirma, con
un 90% de certeza, que detrás de este grave desequilibrio ambiental está el hombre.
Advierte, además, que si los grandes emisores no refuerzan su compromiso con el
Planeta, los efectos en el futuro podrían ser catastróficos para la vida humana.
Diversas iniciativas se han generado para enfrentar el cambio climático. A nivel glo-
bal, la más importante y creíble es el Protocolo de Kyoto, suscrito en 1997 por los 39
países más desarrollados del mundo. El compromiso asumido fue la reducción de las
emisiones de GEI en un determinado porcentaje entre los años 2008 y 2012 respecto
de los niveles existentes en 1990. Lamentablemente, los resultados no han sido muy
satisfactorios. Además, el mayor emisor mundial de CO2 se negó finalmente a ratificar
el acuerdo.
El calentamiento global parece avanzar a paso seguro. A la falta de un compromiso
sólido de los principales responsables del reforzamiento de la atmósfera terrestre, hay
que sumar también a los disidentes, los cuales proporcionan su granito de arena al
rechazar las evidencias sobre el carácter antropogénico del fenómeno. De todas ma-
neras, aunque los planteamientos de estos últimos han recibido bastante atención en
algunos medios de comunicación, no han tenido una respuesta similar de parte del
público. Tal vez sus esfuerzos serían más efectivos si no hubiera fundadas sospechas
de que tras algunos o muchos de ellos hay poderosas compañías petroleras alentando
pecuniariamente sus intervenciones.

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Cómo citar este artículo:


Medina, Luis (2009): “El calentamiento global antropogénico”, Oikos Nº 27, 125 –
145, Escuela de Administración y Economía, Universidad Católica Silva
Henríquez (UCSH), Santiago de Chile.
[http://edicionesucsh.cl/oikos/]

Fecha de recepción: 25 / 04 / 2009


Fecha de aprobación: 12 / 06 /2009

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