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Jean-Luc Marion: miradas en cruz

Daniel Barreto González


es licenciado en Filosofía,
traductor y profesor en la
Enseñanza Secundaria.
DANIEL BARRETO GONZÁLEZ

l filósofo Jean-Luc Marion El contorno identificable de los objetos tiende a borrar-

E
sabe como pocos mostrar se, la perspectiva ve debilitarse el poder de pautar la
que la noción de lo “visible”, profundidad de la imagen. Y en lo que respecta a
el hecho de que algo sea Malevitch, sobre todo los escandalosos cuadrados,
visto, es incomprensible sin negro sobre fondo blanco (1915) y luego blanco sobre
una mención a lo “invisible”; fondo blanco (1918), admiten tan ínfimo grado de intui-
y ello por principio, no como ción para el ojo que la perspectiva, el significado enlo-
un axioma de afirmación espiritual, sino como una con- quece: no hay nada que domeñar en el orden de los
secuencia lógica de atenernos, con una radicalidad objetos, del sentido común del mundo. La comprensión
mayor que la de cualquier positivista, a los fenómenos. previsible de lo conocido y programable queda subver-
Hay lo que se nos da en lo visible, el fenómeno, lo que tida. La pobreza de la intuición trata de quebrar la auto-
aparece. Pero puedo identificarlo como tal porque man- ridad del significado a favor de otro invisible que no
tengo una relación con lo que no se manifiesta. sirva para distribuir lo visible como visible.
Estudiar esa relación es el propósito de Marion en el La otra relación con lo invisible también la encuentra
extraordinario El cruce de lo visible, libro de 1991 que Marion anunciada en el icono religioso (no por casua-
pertenece a la etapa de gestación que culmina en Étant lidad lo evoca el suprematismo de Malevitch). No se
donné (1998),1 a saber, una alternativa filosófica que trata de una elección arbitraria. El icono enseña unas
permita salir de las ruinas de la metafísica en su ver- características que instruyen sobre un invisible distin-
sión presente, el nihilismo. El paso más allá a partir del to de la perspectiva. Para empezar, justamente, está la
que comenzar a pensar de nuevo supone la apertura al tendencia del icono a prescindir de los realismos y pro-
carácter de donación de lo que se muestra. Exigencia fundidades inteligibles de la perspectiva; y, sobre todo,
mayor que todo positivismo, atenerse radicalmente a lo el encuentro en el icono de otra mirada que se dirige a
dado señala el camino del pensamiento nuevo. nosotros: el cruce de dos miradas. Como debe saber
Hay, para empezar, la invisibilidad de lo que en pin- bien la filosofía después de Levinas, el rostro y sobre
tura llamamos “perspectiva”. Para que algo se organice todo las pupilas del otro no son un objeto que veo entre
como visible necesita adquirir un relieve, una profun-
otros objetos, una cosa que ordeno en el mundo de lo
didad, una separación estructural con respecto a mi
visible.2 Su mirada también constituye, me mira. Esa
visión. Esto no es equivalente al espacio, también el
condición no es visible para mí, no entra en ninguna
espacio lo percibimos en función de la perspectiva. No
perspectiva ni en ningún significado, es invisible, pero
es posible un orden en lo visible sin las pautas que mi
de otra manera que la relación normal de lo visible con 1 Según Emmanuel Falque
perspectiva proporciona a los datos percibidos. Se (“Phénoménologie de l’ex-
la perspectiva.
cumple a rajatabla la afirmación de Nietzsche: “Como traordinaire”, en
La novedad del icono frente a otros cuadros es la Philosophie, 78, Les Éditions
si pudiera haber mundo, si elimináramos el perspecti-
venida de una mirada que me mira y me interpela como de Minuit, París, junio 2003,
vismo”. Y hay que entender por mundo ahí un ámbito pp. 52-76), el pensamiento
sujeto paciente, pasivo.3 La relación del orante con el
de sentido en el que sé lo que veo, identifico, reconoz- filosófico-teológico desple-
icono no es la de un ídolo, justamente por eso, porque gado en la tríada de las pri-
co y programo. Pues bien, esa perspectiva, condición meras grandes obras de
de lo que aparece, es completamente invisible. no ve una proyección de sí mismo, sino otra mirada
Marion, El ídolo y la distan-
En lenguaje fenomenológico hablaríamos de acto que remite al exterior invisible del cuadro. Además de cia [1977] (trad. de S. M.
significativo, de significado. En efecto, jamás veo jun- la pérdida de perspectiva y el cruce de miradas que se Pascual y N. Latrille,
Sígueme, Salamanca, 1999),
tos todos los lados de un cubo, por ejemplo, el cubo abre paso a través del icono, la materialidad misma del
Dieu sans l’être (Fayard,
como tal es enteramente invisible. Las partes que veo cuadro se empobrece, su visibilidad mundana se debi- París, 1982) y Prolegómenos
adquieren identidad reconocible gracias al significado lita y despoja de todo poder. Ese descenso a la mate- a la caridad [1986] (trad. de
C. Díaz, Caparrós, Madrid,
con el que organizo las intuiciones. Para comprender la rialidad y la pobreza se expresa para Marion de modo 1993), recibe su trascrip-
identidad del objeto en tanto tal, por tanto, necesito un paradigmático en los cantos del Siervo de Yahvéh ción fenomenológica en el
(Isaías, 52) y en la Cruz del Mesías sufriente, “icono conjunto formado por
significado invisible que permita su visión. Réduction et donation (PUF,
Perspectiva y significado, la pintura y la filosofía, visible del Dios invisible”, según san Pablo. París, 1989), El cruce de lo
enseñan con precisión que lo visible necesita lógica- Lo invisible recibido desde el icono pertenece a los visible [1991] (trad. de J.
Bassas-Vila y J. Massó,
mente lo invisible para aparecer como tal. Pero esto no márgenes de la sociedad del espectáculo y la industria Ellago, Castellón de la
es ni mucho menos el final de la investigación. Marion cultural. La doctrina que imperialmente domina lo Plana, 2006) y la obra cen-
tiene la hipótesis de que podemos vivir a través de lo visible es la que dicta universalmente la televisión. Y tral, Étant donné (PUF,
París, 1998).
visible, en su límite, relaciones con un invisible que no el tercer capítulo del libro lo dedica precisamente 2 Véase ‘La intencionalidad
es el de la perspectiva o el del significado. ¿Cómo es Marion a una crítica fenomenológica de la ideologiza- del amor. En homenaje a
ción televisiva. Emmanuel Levinas’, en
eso? La historia reciente de la pintura y del arte en Prolegómenos a la caridad,
general nos da algunas pistas. El impresionismo y el La televisión cumple a la perfección el caso contrario pp. 87-116. Sin duda, la pro-
suprematismo de Malevitch marcan dos tendencias con- de la relación con el icono, plantea una relación idolá- ximidad y la distancia que
mantienen la fidelidad del
trapuestas, extremas, que buscan la dislocación del trica modélica, ordena, controla y encierra lo visible pensamiento de Marion al
orden que impone lo invisible (el significado, la pers- según la medida del goce del espectador. La libido de Levinas merecería más
pectiva) sobre lo visible. El impresionismo abre todas videndi enclaustra lo visible en una pantalla de manera de un libro.
3 Véase, por ejemplo, El
las puertas a la intuición, deja que el exceso de lo intui- que el espectador pueda disponer del mundo sin ser ídolo y la distancia, p. 21, o
do disuelva las líneas organizadoras de la perspectiva. visto. “Ver sin ser visto”, controlar y saber morbosa- Dieu sans l’être, p. 32-33.
[ 46 Jean-Luc Marion

mente sin comprometerse a ser puesto en cuestión, emociones. Lo mismo valdría para la variante video-
reduce lo visible a su mera disponibilidad. Es el control musical de esos programas, el ardid ideológico consis-
manual propio del fetiche, una entidad que hemos pro- te en hacer creer que “cualquier persona normal, cual-
ducido nosotros mismos, pero que cobra la apariencia quier espectador podría ser el triunfador”, es decir, el
engañosa de vida propia, se personifica con sus másca- ídolo eres tú, tú eres la imagen y, por tanto, también la
ras y nos convierte en cosas, nos cosifica.4 mercancía. La novedad es que ahora el proceso de pro-
La televisión, al contrario que el teatro o el cine, aspi- ducción del ídolo musical, proceso antes oculto, tam-
ra a estar encendida sin interrupción, a ser “como la bién se vende como espectáculo adorado.
vida misma”. Destruye así el espacio y el tiempo. El Ante este análisis de la pérdida de la experiencia en
espacio, porque yuxtapone las imágenes de los lugares la televisión propone Marion volver la vista a otro lado,
en un conglomerado sin referencia, la mera sucesión y a la mirada invisible e interpelante de cualquier otro y
amalgama de cualquier lugar sustituye los espacios buscar inspiración en la historia del arte religioso que,
reales por espacios que solo existen en la pantalla. Y sorprendentemente, está mucho más próximo a algu-
destruye la experiencia del tiempo porque aspira a no nas propuestas artísticas recientes de lo que se cree,
apagarse nunca, en ella no hay comienzo ni final, sino especialmente aquellas que se orientan a un “empo-
sustitución de la vida. Sólo existe quien es visto por los brecimiento sistemático del espectáculo que la obra
espectadores. Ser es ser percibido. Por eso se desen- ofrece a la mirada”: el arte minimalista, el arte povera,
cadena la turba de imitadores de los personajes televi- el ready-made, etc.
sivos, para existir debo ser quien veo en televisión: ser Las señales del arte cristiano,5 a través del compro-
como mis ídolos, ser mis ídolos. El cierre se ha consu- miso de las miradas, la extraña relación con la pers-
mado. Aunque Marion no pone ejemplos concretos, es pectiva y la indeterminada combinación de luces y
evidente, según su análisis, que programas como Gran sombras en el límite del cuadro, llevan a Marion a recu-
hermano (donde curiosamente se proscribe cualquier perar la relación entre el icono y lo que san Basilio
fraternidad) no son uno más, sino que expresan algo llamó el “prototipo”. Sólo una teología del icono, por
así como la esencia de la televisión: el morbo de con- tanto, que tenga su centro en el cruce de las miradas o
trolar sin ser visto la vida de otras personas de forma las miradas en cruz, puede resistir la mercantilización
ininterrumpida hasta el punto de que esas imágenes se totalitaria de lo visible y recibir lo que vemos como si
confundan con mi propia vida, mis conversaciones, mis fuese la primera vez.

4 Véase E. DUSSEL, Las


metáforas teológicas de Marx,
Verbo Divino, Pamplona,
1993.
5 Relacionado con esta
temática, pero según la teo-
logía de los sacramentos,
véase el extraordinario tra-
bajo de N. REALLI, Fino
all’abbandono. L’eucaristia
nella fenomenologia di Jean-
Luc Marion, Città Nuova,
Roma, 2001.

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