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San Juan, Puerto Rico

Miércoles, 18 de Febrero de 2009

18-Febrero-2009
Rafael A. Torrech San Inocencio
Consultor e historiador

Fin al monopolio educativo


Los fondos federales para fortalecer la educación pública presuponen la existencia de un
sistema descentralizado. Uno donde coexista una agencia estatal educativa, como el
Departamento de Educación, y múltiples agencias locales de escuelas o distritos
escolares. Algunos fondos federales van destinados al estado y otros están restrictos a las
agencias locales. Unos vienen ya designados y otros se acceden competitivamente a
través de propuestas.

Los redactores de la Constitución de Estados Unidos consideraron que la educación debía


ser una prerrogativa local. Por tanto, el sistema educativo estadounidense privilegió la
creación de distritos escolares electos por los residentes de las comunidades. Los fondos
federales estaban destinados a estimular, pero no controlar, la educación pública local.

Luego de explorar la organización de juntas escolares en 1898, los estadounidenses


optaron por crear un sistema centralizado en Puerto Rico.

El déficit democrático, un alto grado de analfabetismo y la intención expresa de


“americanizar” a los puertorriqueños nos legó una organización educativa colonial
centralizada, por mucho tiempo a cargo de estadounidenses.

Al advenir al control de nuestro sistema educativo, nuestros líderes retuvieron este


sistema centralizado colonial y le añadieron una buena dosis de paternalismo. Nuestro
sistema educativo público “devolucionó” en una estructura piramidal, que absorbe una
gran tajada del presupuesto nacional y una millonada de fondos federales.

Aparte de que no funciona, el sistema subvierte los principios educativos y políticos que
le generan apoyo federal. El Departamento de Educación es la agencia estatal educativa,
y a la vez, se autodesignó la única y exclusiva agencia educativa local. Así logra acaparar
todos los fondos federales disponibles, aun aquellos restrictos al ámbito local.
El Departamento es ineficiente en la gerencia de los fondos federales. Anualmente
devuelve millones por incumplimiento o mal uso. Pero como el perro del hortelano,
también impide que se generen propuestas locales a programas competitivos federales.
Aparte de no generar propuestas competitivas, tampoco permite que escuelas
individuales, o consorcios de escuelas y organizaciones sin fines de lucro, municipios y
universidades puedan optar por ellos.

Ya es hora de acabar con este monopolio educativo y con el cinismo de pretender ser
agencia local cuando es obvio que el Departamento es una agencia estatal.

Abogamos por que el sistema se “reingenie” mediante juntas escolares locales, electas
por la comunidad. Pero con carácter inmediato, que se abra la posibilidad de constituir
agencias educativas locales que desarrollen proyectos innovadores mediante fondos
federales actualmente inaccesibles por la inacción e ineficiencia del Departamento de
Educación.

Es irónico que los gremios de maestros se opongan a estos cambios, cuando son ellos las
principales víctimas de su gigantismo. Es desafortunado que esgriman que quieren
prevenir una politización que ya permea el sistema. Es fatal que aboguen por una filosofía
centralizada que se quedará en abstracto, a menos de que se logre la participación de la
comunidad a favor de sus escuelas.

La educación debe ser una prerrogativa local de los puertorriqueños. Es hora de que el
sistema educativo les rinda cuentas a las comunidades. Que las involucre activamente en
lograr mejores escuelas, mejor infraestructura y mejores servicios educativos para sus
niños y niñas. La descolonización empieza por casa, y debe comenzar en nuestras
escuelas.

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