El desprecio hacia la homosexualidad y hacia aquellos que hacen parte de este
grupo data de cientos de años atrás. Son muchos los que tildan a los homosexuales como personas pecadoras, no dignas de respeto, puesto que sus creencias religiosas los han llevado a juzgar basándose en textos supuestamente sagrados pero que a la larga han sido escritos por humanos. Hay otros que simplemente los consideran como enfermos porque son supuestamente diferentes y no van con los preceptos con los que ellos crecieron o con simples ideas que han tomado ya sea de culturas de las que hacen parte o por quienes los rodean.
Aunque provengo de una familia muy católica en la que el concepto de la
homosexualidad no es muy bien recibido el irme a vivir a un país en el que ser gay no te hace un pecador o un anormal (sin decir que sea esto lo que piensa mi familia) me hizo darme cuenta cuan equivocada está la sociedad, como juzgamos sin siquiera pensar en un porqué. Gays, lesbianas, bisexuales y transexuales son personas tan normales como cualquiera de nosotros, eso lo aprendí desde el primer momento que empecé a interactuar con ellos, la homosexualidad, no es una enfermedad que se contagia, simplemente tienen gustos que a los ojos de muchos son inadecuados, pero no a todos nos pueden gustar los rubios de ojos azules, no a todos les gusta un mismo género musical, no todos nos vemos ni nos sentimos igual. ¿Por qué, si la sociedad no nos divide y juzga de manera atroz a los que bebemos café, fumamos o no creemos en la iglesia, si lo hace con aquellos que tienen cierta inclinación sexual como si fuese un pecado mortal?. Por mi parte, puedo decir que no soy homofóbica, no considero que haya nada de malo en la homosexualidad, al contrario, al ser personas tan abiertas tienden a ser mucho más sinceras, y al final son como cualquiera de nosotros, son hijos, hermanos, amigos, también trabajan, estudian, ríen y se enamoran, lloran cuando están tristes, no son un grupo aparte, considero que todos hacemos parte del mismo grupo.
Para concluir, pienso que la única forma de acabar o al menos disminuir la
homofobia en la sociedad Colombiana es hablando abiertamente de lo que es ser gay, en que a las marchas no asistan solo los miembros de LGBT sino familiares y amigos, y que con orgullo y sin miedo al que dirán caminemos todos demostrándole a los que se avergüenzan de serlo o de conocer a alguien que lo es, que no hay nada de malo en ello, que es solo cuestión de cambiar un poco nuestra forma de pensar.