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"Si se quisiera caracterizar del modo más sintético posible el nudo político
dentro del cual se debate todo el mundo musulmán, desde Marruecos a Pakistán, se
podría decir que está representado por la cuestión nacional, dondequiera aún por
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Revista Hermes, Fundación Sabino Arana Kultur Elkargoa, nº: 4, febrero 2002, pp. 2-10.
http://www.sabinoarana.org/es/hermes-pdf/hermes4.pdf
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Islamismo: Se emplea este término como paralelo lingüístico a arabismo y nacionalismo. Por
consiguiente, no se corresponde en esta acepción con la que tiene en la actualidad: cualquier
movimiento extremista y que hace una lectura rígida y radicalmente integrista de la doctrina
islámica.
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resolver, aunque sea en formas y niveles diversos. Pero, ¿qué puede entenderse, en
el ámbito islámico, por "cuestión nacional"? La respuesta no es simple y se articula de
manera diversa, según la específica vivencia histórica experimentada por los distintos
países y según las áreas en las que tradicionalmente se divide el mundo islámico:
Magreb, Maxreq, área turco-iránica e indopakistaní".
Colonización y descolonización
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prácticamente interminable de represalias, acusaciones y reivindicaciones recíprocas,
que no conduciría a nada, sino sencillamente de recordar y dejar claramente
establecida una larga realidad histórica contemporánea casi oculta, escamoteada u
olvidada ya, lamentablemente. Conviene asimismo advertir que la parte agresora se
ampliará en una fase posterior, y poco antes del final de primera mitad del siglo XX en
concreto, con la incorporación de un nuevo elemento que irá adquiriendo de forma
inmediata un protagonismo cada vez más decisivo, predominante, y finalmente casi
unilateral: el "americano".
"Las cuestiones que hoy se nos plantean –y que seguirán siendo posiblemente las
mismas que se nos plantearán mañana– son, con toda certeza, mayores y más graves
que las que se nos planteaban ayer. Porque ayer nos enfrentábamos a un
colonialismo directo y era posible, por consiguiente, resistirlo, echarlo fuera de una y
otra manera. La resistencia al colonialismo se producía en el contexto de un
movimiento de liberación mundial, en conexión con la corriente socialista
anticolonialista y rival del capitalismo. De otra parte, la discrepancia era limitadísima.
No había partido alguno, por ejemplo, que pidiera que el colonialismo permaneciera.
Más aún, cuando algunos Estados árabes recuperaron su independencia, los
problemas eran bastante más fáciles de resolver, menor el número de habitantes. Esta
situación general la contempla tanto en Egipto como en Siria o en Marruecos".
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cuestión de entrar aquí en la particularización de cada una de ellas, ni en las
complejas y diferenciadas relaciones que establecen entre sí, ni en su jerarquización o
valoración. Me interesa precisar solamente que dos de estas cuatro tendencias son
esencialmente autóctonas, propias de la realidad árabe, en ella se originan y están
arraigadas. Es indiscutible que cuentan con numerosas y fundamentales zonas
comunes o compartidas, aunque también tenga cada una de ellas sus zonas
diferenciadas y particulares. Se trata, obviamente, del arabismo y del islamismo. Las
otras dos: marxismo y liberalismo, son claramente de procedencia foránea,
importadas, aunque ello no merme en absoluto su posible importancia, extensión e
influencia. Las dos primeras pertenecen plenamente a la que podemos considerar
cultura política histórica del mundo árabe islámico; las otras dos se introducen en él.
En principio, por consiguiente, las dos primeras pueden ser con seguridad más
fácilmente reconocibles y asumidas.
"El problema capital que tendría que resolver el pensamiento político árabe
actuales, indudablemente, el de encontrar una conciliación entre el hecho nacional
restringido y la vocación unitaria. En el caso contrario, y ante la posibilidad de una
prolongación indefinida de la situación actual; entraremos fatalmente en una era de
regresión y de mediocridad, donde los elementos dirigentes podrían blandir la idea de
unidad árabe como un fantasma cuya función sería la de alimentar un sueño útil pero
imposible". Unos años después, el ya citado al-Yabri se expresaba de forma parecida,
aunque haya quizá en sus juicios una inclinación algo más favorable hacia la posible
opción unitaria: "El Estado local es una realidad árabe en el tiempo presente, fuera de
la cual no cabe pensar ni actuar. Por tanto, hay que contar con ella. Pero hay otra
realidad árabe, importantísima en el presente y que se hará aún más importante y
grave en el futuro próximo y lejano. Porque el Estado local resulta ya una frivolidad en
sí mismo, incapaz, sea grande o pequeño, petrolero o no, de seguir marchando".
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1.– La opción auténticamente nacionalista árabe, la que legítimamente debe
ser denominada y calificada así, es en realidad la que tiene una vocación unitaria, trata
de elaborar una teoría unitaria congruente, y de ponerla en práctica. En ella, el fondo
es permanente y plenamente entitivo, aunque caben en principio modalidades
formales diversas que respondan a circunstancias, situaciones, estrategias,
matizadamente diferenciadas.
2.– Los nacionalismos locales son, ante todo, eso: locales, y reflejan también
congruentemente la naturaleza y situación de cada Estado-nación. No deben ni
pueden ser calificados, por consiguiente, de otra manera. Les corresponde sólo el
calificativo nacional particular correspondiente: egipcio, marroquí, libanés, palestino,
etc., aunque puedan incorporar también un porcentaje variable en cada caso, o en
cada circunstancia concreta, de contenido nacional árabe unitario, de panarabismo.
Se trata de las dos vías y opciones, por consiguiente, que trascienden por vocación y
naturaleza lo local y se proponen abarcar el espacio árabe común. La primera tiene en
él sus fronteras propias y no aspira en realidad a ir más allá; la segunda, en teoría,
podría superar esos límites y llegar ocasionalmente a otras partes del mundo islámico,
no árabes. Afirmo esto con el único propósito de puntualización pertinente, y hasta
quizá obligada.
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interesa solamente señalar que los antecedentes más claros y destacables, en ambos
casos, las que cabe considerar primeras manifestaciones tempranas de las mismas,
se sitúan en la época a caballo entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX; se
enmarcan plenamente, por consiguiente, en el contexto de la expansión colonialista
europea que cubre el mundo árabe.
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Hay una comprobación fácil e indiscutible: el declinar de la opción nacionalista
árabe es rigurosamente contemporáneo de la reaparición de la opción islámica. Esto
puede ser aplicado también a la relación entre el islamismo y los nacionalismos
locales, pero en bastante menor grado y con mayor diferenciación particular según las
modalidades y formas de esos diversos nacionalismos. En todo caso, la bisagra de
finales de los años sesenta y comienzos de los setenta constituye el tiempo general de
inflexión, de cambio en la relación entre nacionalismo árabe e islamismo y en la
actuación y trayectoria que cada una de estas opciones siga. Hay que insistir una y
otra vez en la excepcional importancia que, por una parte, tiene ese gozne cronológico
de años a horcajadas entre la década de los sesenta y la de los setenta, y, por otra, el
escenario espacial que constituye el máximo exponente de la nueva circunstancia:
Egipto. La Profesora Gómez García, entre otros estudiosos de la cuestión, lo ha
puesto de relieve y analizado de manera ejemplarmente ilustrativa y suficiente.
Se ha dicho con razón que "si la derrota de 1948 simbolizó la quiebra del
pensamiento liberal árabe, la de 1967 simbolizó la derrota del socialismo árabe". Algo
que la idea nacionalista panarábiga había ido tratando, con esfuerzo, de incorporar a
sus postulados fundamentales, sometiéndolo a numerosas reelaboraciones y
adaptaciones: el socialismo. En todo caso, en esa situación de desamparo material y
espiritual casi total en que el mundo árabe se ve sumido nuevamente, vuelve a
producirse la reacción colectiva mayoritaria que ya se había dado en situaciones
precedentes análogas. Como observa el intelectual egipcio Muhámmad Imara,
excelente conocedor del material doctrinal islámico y de sus variadas reelaboraciones
modernas, "la comunidad mira de nuevo, tanto intuitiva como conscientemente, a su
bastión tradicional y solemne: el Islam".
EPÍLOGO
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1) Los diversos nacionalismos locales han tenido su concreción en los Estados
contemporáneos. Ello no significa, sin embargo, que estén en situación de plena
estabilidad ideológica y política, entre otras razones, porque algunos de estos
nacionalismos particulares o locales no están aún totalmente definidos ni asentados, y
pueden seguir siendo objeto de discusión en no pocos aspectos, de modificaciones y
de reajustes. Hay que advertir asimismo la existencia de tendencias de conformación
de los que podríamos denominar nacionalismos locales ampliados o nacionalismos
regionales integradores: caso magrebí, por ejemplo, o jaliyi, el correspondiente a los
territorios árabes del Golfo arábigo-pérsico.
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por ganar un litigio fronterizo. Se le enfrenta en una batalla de amor propio y dignidad.
Porque la ocupación es la forma más repugnante de dañar la identidad nacional, que
se yergue en origen sobre el orgullo y la dignidad. Y esto es lo que diferencia al ser
humano de las otras criaturas, además de la razón".
Bibliografía:
Gómez García, Luz: Marxismo, islam e islamismo:el proyecto de Adil Husayn, Madrid, 1996.
Martínez Montávez, Pedro: El reto del Islam. La larga crisis del mundo árabe contemporáneo,
Madrid, 1997.