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6(9) • 2008 • 79-112
Ximena Valdés S.
Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (cedem), Chile
ximena.valdes@cedem.cl
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terns. On these assumptions the question that guides this paper is how
the new paternity and the new dimensions of masculine identity, which
are appearing in social representations, are constructed. That supposes to
consider the rearrangements of men in the private sphere opposite to the
transformations experienced by women, and the new childhood con-
ceptions too. In this context, we want to establish a relationship between
personal biography and socio-cultural changes.
keywords.Social representations, paternity, generations, gender relations.
Aspectos metodológicos
Los modos de abordar los cambios culturales que están en la base de la trans-
formación del sistema de parentesco, la familia y la paternidad en estudios
cualitativos son múltiples. En las indagaciones previas que hemos realizado
en este campo se han considerado a los miembros de la pareja aplicando la
misma pauta de entrevista a ambos. Esto tiene la ventaja de establecer un
control recíproco sobre los discursos masculinos y femeninos por efecto de
contraste entre ambos, en la medida que nos enfrentamos a la posibilidad de
compararlos y de lograr conocer el grado de adecuación o correspondencia
entre lo que los miembros de la pareja afirman y experimentan.
En síntesis, contar con la visión de ambos miembros de la pareja permitió
comprender que hay dimensiones en que se producen cambios, conocer las
percepciones y expectativas que cada miembro de la pareja tiene del otro, las
diferencias entre las nuevas representaciones y las prácticas sociales y aspectos
que no se hacen visibles al entrevistar a un solo miembro de la pareja en par-
ticular, porque no hay un testigo que permita conocer cómo estas represen-
taciones cristalizan en la vida cotidiana en las conductas y prácticas sociales.
No obstante las limitaciones que existen al considerar sólo a los padres,
pretendemos, con este nuevo estudio, profundizar en el campo de las repre-
sentaciones sociales sobre la paternidad estableciendo como eje del análisis
. Así por ejemplo, al abordar los aspectos de la vida conyugal, parental y de cada in-
dividuo nos enfrentamos a diferencias entre parejas de estratos acomodados, medios y
populares. Entre las mujeres de clase media compelidas por las exigencias del trabajo y la
familia, sin contar con servicios de apoyo al cuidado infantil satisfactorios, había mayor
malestar en la medida que las expectativas sobre sus compañeros o esposos eran mayores
que lo que ellos contribuían, ya sea con respecto de los hijos o las tareas domésticas. Ellos
se consideraban muy diferentes a sus propios padres, pero ellas esperaban más. Este males-
tar no se evidenciaba en las clases superiores que disponían de recursos para suplir estos
aspectos: una o dos empleadas domésticas. Tampoco en las clases populares, donde los
padres contribuían en el cuidado y las tareas domésticas por cuanto sus mujeres trabajaban
igual que ellos, sin contar con recursos para encarar estas tareas y responsabilidades. Ellas
no tenían grandes expectativas sobre ellos, cualquier ayuda era bienvenida, puesto que
el rol de madre y organizadora del mundo doméstico estaba incorporado sin cuestiona-
miento. La madre como eje y corazón de la familia aparecía todavía más importante en
estratos populares de trabajo precario donde encontramos mayores niveles de disolución
de parejas y de abandono masculino.
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. Cambios que afectan a la familia, entre los cuales la caída de la tasa de nupcialidad,
el aumento de la convivencia, de las separaciones y divorcios y en la sexualidad: relacio-
nes sexuales más tempranas en hombres y mujeres e inicio de la edad reproductiva más
tardía.
Valdés y Godoy • El lugar del padre: rupturas y herencias 89
Le tenía miedo, pero no sé por qué le contaba las cosas a él. Es que
también él me demostraba cierta confianza. Durante casi todo el colegio
siempre como que me molestaban, y yo, cuando hablaba con mi mamá
esas cosas, mi mamá me incentivaba a pelear, a que les pegara a los niños
[…] mi papá siempre fue más comprensivo, me decía no importa hijo, tu
tienes que entenderlos, y esas cosas.Y eso me gustó más de mi papá, siem-
pre, como esa postura frente a las cosas. Mi mamá no, mi mamá siempre
tuvo como una cuestión violenta: tenís que pelear, defenderte, cagarte a
combos, no importa, si te pegan pégale más fuerte, y esas cosas.Y yo creo
que por eso, no sé, tuve más confianza con él (g.l., 21 años, estudiante
universitario, 1 hijo).
La distinción
Mis papás se tenían que dedicar a trabajar; como ellos tenían que llevar
el sustento pa’ la casa, yo me tenía que quedar con mis hermanos chicos
y eso a nosotros nos marcó mucho.Yo soy mucho más cariñoso con mis
hijos, yo invertí todo el proceso que fue malo conmigo: lo puse al revés,
soy súper cariñoso con mis hijos, les doy besos […] ellos me tutean, me
pueden contar lo que quieran (p.h., 38 años, temporero de la fruta, 2 hijos
y padre doméstico de la hija de su nueva pareja).
rias— que entre sus propios padres, con mayor estabilidad laboral (lo que
podría contribuir a aminorar la distancia con el hogar y las tareas domésticas
como efecto de la cesantía). Si bien esta inestabilidad se ve compensada con
el trabajo de la pareja, entre algunos de los entrevistados de capas medias y
bajas, el haberse convertido en padres al término de la educación secundaria
o en los primeros años de la educación técnico-profesional, los obligó a ex-
tender la dependencia familiar de su familia de procreación hasta conseguir
un ingreso. Ambos factores también incidirían en un reforzamiento de la
relación padre-hijo/a.
Trato de estar con ellas, de sacarlas a caminar, a jugar […] trato de salir con
ellas. De estar con las dos. O sea, por ejemplo la Lauri sale en bicicleta y la
Mati en el coche.Tenemos una mochila también, para llevar a la Mati [...]
y a veces ando con las dos en brazos (m.v, 32 años, periodista, dos hijas).
Antes para mí eran mis hijos porque salíamos a las tiendas, salíamos a dar
una vuelta, jugábamos a la pelota un rato con los niños hombres. Con mi
hija me ponía a dibujar con ella […] para mí eso era ser padre. Ahora no,
ahora es ser un padre más profundo, ahora sé los problemas que tienen, sé
cómo quieren actuar. Sé lo que ellos quieren para mí.Y fíjate que ahora
me he acercado tanto a ellos.
[Cuando regreso del trabajo] llego a comer algo y a ver si hay que
preparar comida o almuerzo. Cuando uno está solo no hay comida fresca,
salvo que la haga en el momento, pero para el otro día te queda para
cuando los niños llegan del colegio. Y preocuparme de la loza que se
ocupó en el día. No sé si te has dado cuenta que a los niños no les gusta
lavar los platos. Y si hay ropa, por ejemplo hoy día que es domingo se
cambian las sábanas cada dos días, sobre todo en verano, por el calor. Y
de eso me preocupo yo, en el turno en que ande, si ando de día igual se
cambia. Lo que me cuesta más en este turno es lavar. O sea, no lavar sino
que… con la tecnología de ahora tú la echas y prácticamente te la deja
seca. Pero tender la ropa, dejarla que se seque no me gusta. Y no es que
te la roben, pero sí, dejarla afuera… es que el sereno tiene un ácido, que
es del huno de acá y quema la ropa […] y, bueno, si se me queda tendida,
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Con su pareja actual han llegado a una serie de acuerdos respecto al re-
parto de las tareas domésticas, lo que hace tener una visión bastante crítica
de lo que sucede con otros hombres que son padres sólo cuando se trata de
los aspectos lúdicos:
Es que ésa es la típica, soy papá pa’ jugar. Pa’ jugar soy papá. Pero pa’ otras
cuestiones no soy papá tampoco... «¿tú cocinai?», «sí, ¿por qué?», «¿Y tu
señora no cocina?». Esas son huevadas. Para mí es normal, qué tiene de
raro, no tiene nada de raro. Pero personas con que yo he trabajado a mí
me encuentran raro por el hecho de que yo los lleve al jardín, el hecho
de que yo los lleve al médico, yo los lleve a los controles del consultorio
(g.m., técnico social, 36 años, 2 hijos).
En los dos casos citados la actitud frente a los hijos y el compromiso asu-
mido respecto al ejercicio de la paternidad contrasta con la figura de sus pro-
pios padres, quienes pese a ser muy correctos, serios, responsables en el trabajo,
y además únicos sostenes de la familia, al mismo tiempo eran poco comunica-
tivos y contaban con escaso tiempo para compartir con sus hijos, a diferencia
de las madres dueñas de casa que tenían todo el tiempo para hacerlo.
Valdés y Godoy • El lugar del padre: rupturas y herencias 97
Rupturas y herencias
Porque los roles estaban definidos, el papá era el papá, el papá era el que
traía las cosas a la casa. La mamá era la mamá, y anda tú que le fueras
a contestar a tu papá, porque era complicado: lo que decía el papá era
ley, ahora no. Por lo mismo las generaciones de hoy en día son distintas.
Porque ahora mi hija me puede decir oye papá, tú estás equivocado. Y
quizás, probablemente yo tenga que aceptar que estoy equivocado. Antes
no, antes los papás tenían la razón y eran dueños de la verdad, ahora no
(f.c., 32 años, ingeniero comercial, 2 hijos).
En este sentido, la relación con la madre de los hijos, en tanto pareja, tam-
bién es un factor que influye en la forma de ejercer y entender la paternidad.
Sobre este punto resulta interesante el hecho que los entrevistados valoraran
positivamente los cambios en los roles femeninos que hacen de la paternidad
«presente» no sólo un discurso, sino una responsabilidad ineludible, porque
las madres que trabajan han ocupado nuevos lugares en la sociedad. El pa-
dre afectuoso se convierte en un elemento constitutivo de la subjetividad
masculina e inscribe al sujeto en el espacio privado, aunque sin someterlo al
mismo. Esto es, hacerse cargo de los niños, pero no necesariamente del go-
bierno de la casa (si a menudo del poder en la familia), y si es así otorgándole
una significación ‘masculina’, a veces estableciendo jerarquías, como señalan
hombres de capas medias.
Las chiquillas se ríen mucho y la Jacque también, que yo les digo que la
casa es como una empresa y yo soy el gerente general, la Jacque es como
la gerente de operaciones y ustedes son los administrativos, a las chiquillas
le digo. Entonces ustedes tienen que bailar al ritmo que yo cante (f.c., 32
años, ingeniero comercial, 2 hijos).
Tengo entendido que el papá puede tener como una licencia, pero tam-
bién es como muy poco aplicable en la realidad ese tipo de cuestiones
en la industria, en la empresa. Anda tú a pedir una licencia de hombre
porque nació tu hijo, o porque tu hijo está enfermo, qué tenis que ver. En
la pega hasta hace poco, «tengo que llevar a mi hijo al médico, así que voy
a salir antes», «¿y tu señora?», «está trabajando». «Pero que lo lleve ella», ¿y
por qué no lo puedo llevar yo?» (g.m., 36 años, técnico social, 2 hijos).
Entre los hombres con alto capital cultural, no obstante cierta tendencia a
mostrar conformidad con un discurso «políticamente correcto» (mujeres que
trabajan fuera de la casa, compartir las tareas domésticas y el cuidado de los
hijos), también hay lugar a la crítica de estos nuevos roles, en la medida que a
ellos se les sigue exigiendo, por ejemplo, ser los principales proveedores:
Bueno, los niños de esa época no teníamos ninguna noción de los dere-
chos del niño, no reclamábamos nada, mi mamá lo dijo y punto… cuan-
do muy chico, mi mamá nos daba la orden como para no hablar de algo
y tú no podías hablar, eso no era de cómo hables, sino que era como que
si te miraba, era como ya pues y si no te miraba, o si te miraba con una
mirada penetrante era como quédate callado, o sea había todo un código
(r.y., 33 años, ingeniero comercial, 2 hijos).
más lento que el que vive la madre, que no pasa sólo por la imaginación,
sino por una cuestión más concreta: el reconocimiento mutuo. Algo que se
manifiesta más claramente entre los hombres más jóvenes.
Es que yo quería ser papá. Quería ser papá joven. Porque igual es súper
rico ser papá joven. Es súper lindo. Es que ser papá… tienes que vivirlo.
Es difícil sí, es más fácil ser hijo que papá. Complicadísimo (b.a., 29 años,
estudiante universitario, 1 hijo).
Yo siempre pensé que quería tener un cabro chico joven porque quería
comunicarme con un cabro chico joven, no quería esperar tantos años
como para eso. Eso se contraponía con mis ganas de estudiar y con un
montón de cuestiones, pero quería tener mi cabro chico joven. Era muy
importante (g.m., 36 años, técnico social, 2 hijos).
Fue súper fuerte, una experiencia súper fuerte, de hecho, yo en ese mo-
mento sentí que era papá. Lo vi, lo tuve, y tenía a mi hijo en los brazos,
antes era... estaba en la güata de la Marcia […] era una persona, que me
miraba, que lloraba, que me tomaba el dedo si yo le tiraba la mano, no sé,
fue distinto, ahí sentí, no sé, otra cosa, así como: Ya, no, éste es mi hijo (p.v.,
25 años, estudiante universitario, 1 hijo).
A nosotros no nos enseñaron que íbamos a ser papás, nos enseñaron que
íbamos a ser arquitectos, doctores, chofer de micro, no sé, a nosotros nos
enseñaron que nos íbamos a desarrollar en una profesión o un oficio, a
mis primas les enseñaban que iban a ser mamás, y después de eso, tal vez,
doctora, psicóloga, enfermera, pero primero era mamá y después, por de-
sarrollo personal, o motivación personal iban a ser capaces de desarrollar
algún oficio o profesión (r.y., 33 años, ingeniero comercial, 2 hijos).
La presencia del padre, aunque sea una foto, que sienta la presencia del
padre en la casa, y eso es responsabilidad de la madre, es fundamental, la
imagen del padre la hace la madre, el respeto al padre lo hace la madre,
el amor de los hijos a la madre es natural, pero el amor de los hijos a los
padres es mucho por responsabilidad de la madre, por la actitud de la ma-
dre hacia el padre, ella tiene la responsabilidad de reforzar la figura (s.m.,
54 años, ingeniero, 5 hijos).
Ser papá es una vocación. No basta con ser papá biológico, sino compro-
meterse con los hijos a sacarlos adelante, esto es mutuo. Es una vocación
Valdés y Godoy • El lugar del padre: rupturas y herencias 103
que llena de felicidad, ser papá es una aventura, ya que las distintas va-
riables no se conocen, y en ese sentido también se enfrentan problemas
nuevos que a veces no sabes cómo resolverlos, pero la fe en Dios ayuda
mucho a abordarlos y a no asustarse con estas cosas. Es una gran aventura
sacar adelante a una persona pequeña y transformarla en un adulto, que
pueda vivir plenamente y ser feliz, desarrollando lo mejor que cada uno
tiene de sí mismo: sus capacidades intelectuales, sus capacidades de traba-
jo, sus capacidades sociales para que sean un aporte a la sociedad y no un
lastre. Lo más importante es sacar lo mejor de cada persona con la ayuda
de Dios (j.a., 50 años, ingeniero, 12 hijos).
Mi papá administraba una bomba de bencina, pero yo tengo un, así, ja-
más chutée una pelota con mi papá porque a él no le gustaba el fútbol ni
nada, y después cuando nacieron mis hermanos yo me transformé en eso,
yo era el que les compraba el equipo de fútbol, la pelota, chuteaba, tene-
mos fotos, los llevaba al estadio qué se yo […] él era más intelectual, le
gustaba sentarse a leer, pero no hacíamos cosas, nosotros jugábamos con
los amigos, los amigos de la cuadra. Armábamos cosas, armábamos casas
con fonolas, con cuestiones viejas, hacíamos cuestiones pero los papás no
participaban (e.s., 50 años, médico, 3 hijos).
Definir la paternidad no resultó una tarea fácil para los entrevistados, de hecho,
sólo en algunos casos expresaron claramente el sentido de lo que para ellos
es la paternidad. Cabría preguntarse también por qué esta dificultad, cuando
aparentemente resulta tan fácil referirse a los cambios experimentados por
estos mismos hombres en relación a la generación anterior. Por ejemplo, un
padre de las capas medias señaló que para él la paternidad tenía que ver con la
capacidad de proteger a su familia cuando la situación lo ameritara. Una suer-
te de mandato de género, podríamos decir, frente al cual todo hombre-padre
debiera estar preparado. No la entrega de sí, como sucede con las mujeres —la
idea del ‘don de sí misma’— sino la entrega de un objeto material o inmate-
rial: las herramientas para desenvolverse en el espacio social.
las cosas resulten con bastante cariño, afecto, y… y que eso sea reflejado
en el futuro en los niños, cuando ya sean grandes (a.r., 34 años, técnico
paramédico, 2 hijos).
Creo que el ser papá es si los tipos fueran como mucho más cercanos
o mucho más, no sé, mucho más querendones con los cabros, o por úl-
timo, joderlos por estar en la edad adolescente, pero estar ahí. Que los
tipos vean una imagen, a su papá que los está jodiendo, a su papá que
los está queriendo. Es como que entrega más fuerza el tipo, es como te
pavimenta el camino para adelante. No sé si es muy cuerdo lo que estoy
diciendo, pero más que nada estoy haciendo una proyección, y creo que
esa cuestión no está. Los papás son buenos en navidad, son buenos para
el día del niño, pero el resto del tiempo la mamá los cría (g.m., 36 años,
técnico social, 2 hijos).
Ser padre es un evento muy importante, para mí ha sido uno de los even-
tos más importantes de mi vida, cuando fui padre por primera vez me
sentí familia y me sentí responsable de alguien, recién sentí ‘chuta, tengo
una familia de la que hacerme cargo’ (s.m., 54 años, ingeniero, 5 hijos).
Antes los valores eran más normales, existían valores compartidos por
la familia y la sociedad. Hoy día muchas cosas se ponen en duda, por
ejemplo, cómo debe ser la familia, qué es lo bueno y qué es lo malo.
Todo esto obliga a estar más presente, a tener más responsabilidades que
antes, porque si el papá no estaba presente, igual los valores estaban en el
ambiente. Hoy día la cosa no es así, se requiere una actitud mucho más
proactiva de los papás. El ambiente familiar es el mejor para crecer. El
que una persona tenga papá y mamá y los tenga juntos ayuda a la persona
a desarrollarse, esto es lo mejor para el ser humano. Es evidente. En la
medida que las sociedades modernas van fragmentándose o no siguen un
modelo son más infelices y hay más problemas. Uno tiene que tener claro
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Conclusiones
Referencias
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recibido 10/3/08 • aceptado 14/4/08