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LUCHA DE LAS

MUJERES POPULARES:

De las necesidades de
género a la proyección
política con vocación
de poder
Una mirada desde la Asociación de la Mujer Democrática de Bosa.

Evento Nacional Preparatorio a la Conferencia Mundial de Mujeres de Base


Colombia - Bogotá, Noviembre 13 y 14 de 2010
La lucha de las Mujeres Populares

Introducción

Si vamos a hablar de las luchas políticas de las mujeres de sectores populares ¿por qué no aprove-
char la oportunidad para enunciar y sentar posición sobre los debates más relevantes que hay en tor-
no a este tema? Esa es entonces, la intención de esta ponencia en donde a través de la historia de la
Asociación de la Mujer Democrática de Bosa y algunos conceptos teóricos podamos reflexionar so-
bre: La relación entre una estrategia de supervivencia y una estrategia política, los temas clásicos del
feminismo, la autonomía de las organizaciones de mujeres, la relación de las mujeres populares con
otros sectores de lucha y sobre todo con los hermanos y hermanas de clase, el papel de los compañe-
ros consientes del debate de la mujer, las apuestas por construir escenarios de aprendizaje y trans-
formación y los puntos de encuentro entre el marxismo y el feminismo. Son pues, 8 puntos que han
atravesado nuestra corta vida de 9 años y dado que ahora podemos reflexionar sobre ellos, los que-
remos compartir con ustedes.

1. De las necesidades prácticas a la constitución de la organización.

La Asociación de la Mujer Democrática de Bosa es una organización popular de mujeres que inicio
su trabajo con mujeres amas de casa. Desde un inicio aprendimos que cualquier propuesta organiza-
tiva o política tenía que incluir la solución a las necesidades de género, empezando por las necesida-
des prácticas como las funciones de madre, esposa y responsable del hogar. La razón es que para las
mujeres populares, a diferencia de otras mujeres de diferentes sectores de clase, los roles impuesto
por la división sexual del trabajo son más marcados (Molyneux, 1985).

Surge así en el año 2001 la Asociación de Amas de Casa – Mujeres al servicio de la comunidad- que
trabajaba alrededor de taller de lectura, escritura, artesanías y talleres prácticos para sacar productos
de fácil venta como el jabón. En un primer momento esas actividades nos permitieron convocar a
varias mujeres del barrio, pero a medida en que las compañeras se iban capacitando y consiguiendo
sus propios recursos, algunas se alejaron pues no tenían un interés del trabajo social y no querían ir
más allá de solucionar su problema diario. Esta situación se repitió cuando empezamos a hablar de
las necesidades estratégicas, como es el tema de la situación tan injusta de las mujeres en esta socie-
dad machista (Molyneux, 1985). Esto nos hizo entender que ciertas mujeres no siempre quieren cam-
biar los sistemas de desigualdad de género o la división sexual del trabajo.

Esa primera experiencia nos hizo reflexionar con qué tipo de mujeres trabajar. Las compañeras que
nos quedamos sabíamos que “las condiciones extremas de pobreza han propiciado el activismo y la
protesta alrededor de la satisfacción de las necesidades básicas de subsistencia de la familia”(Tovar,
2001), nosotras mismas éramos ejemplo de ello y sabiendo que la búsqueda de vivienda digna, el ac-
ceso a servicios públicos, guarderías, cocinas comunales, y la protesta contra el alto costo de la vida,
eran los motivos principales de lucha, nos dimos a la tareas de construir una organización popular
de mujeres con compañeras cabeza de familia.

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De las necesidades de género a la proyección política con vocación de poder

Sintetizamos que las amas de casas son más conservadoras en su proyección en parte por tener la
autoridad marital que les dificulta organizarse. Pero también aprendimos que ellas han interiorizado
tanto sus roles como proveedoras y cuidadoras de su familia, que cuando se ven impedidas de llevar
a cabo sus tareas y obligaciones, se sienten movidas a participar en acciones que les permitan cum-
plir con sus roles sociales. Eso es lo que llaman "conciencia femenina", (Kaplan, 1990).

Entonces se asume el trabajo con mujeres cabeza de hogar por caracterizarse en términos generales
en sentido contrario a las amas de casa, es decir, son menos conservadoras en su proyección de vida
porque al trabajar tienen relaciones sociales más amplias y por ser mujeres solteras o separadas, son
libres de la autoridad marital que les facilita organizasen si así lo quisieran.

Con esta nueva definición surge en el 2002 la Asociación de la Mujer Democrática, nombre inspirado
en la historia de lucha de María Cano, con el cual se quería dejar en claro el interés de superar las
necesidades practicas, construyendo una organización que cumpliera con la misión propuesta de
“fomentar la participación de las mujeres y de la comunidad para que se vinculen decididamente en
procesos de desarrollo social, económico, político y cultural” (AMD, 2002).

Constituida la organización empezamos a identificar que de todos los factores que exacerban las in-
equidades de género como la edad o la violencia conyugal, es la pobreza “el factor o condición que
mas limita y excluye a las mujeres para alcanzar una vida digna en igualdad” (Guzmán, 1997). Fren-
te a esto nos pensamos un proyecto que intentara dar solución al problema de hambre y desempleo
de nuestras mujeres, sus familias y la comunidad. Surge así el comedor comunitario, un proyecto
enmarcado en la lucha por la seguridad alimentaria como parte de las reivindicaciones de las muje-
res populares.

Y como todo proyecto popular, nuestro comedor fue resultado de la solidaridad, “El comedor era un
trabajo muy bonito, se hizo una recolección con la gente para los platos, otros daban, arroz, papa,
cilantro, etc. Freddy con plata fruto de un vaca, compró unos tablones para hacer las mesas del co-
medor, esas mesas eran muy feas pero servían, eran muy largas y ocupaban todo el salón, allí cabían
todos los niños que venían del barrio y del colegio. A pesar de que el centro del trabajo estaba en Vi-
lla Suaita, el comedor se da en Nueva Yersey por la facilidad del espacio, porque habían pobladores
cercanos, y por las posibilidades de no pago de arriendo que Leonardo nos daba a raíz de su condi-
ción de presidente de la JAC. En ese comedor trabajo Eilen Cifuentes, Sonia Neusa, Maribel Cudris,
Ana Chaparro y Marina Chaparro. El comedor se mantenía con el día a día, lo que se pagaba en un
día se compraba para el otro día, se pedía fiado, las señoras no tenían sueldo, los almuerzos se vend-
ía a ochocientos y dos mil pesos para niños y adultos respectivamente.”(Corredor, 2006).

Las definiciones del 2002 sobre el tipo de organización, su carácter y el mismo nombre se concreta-
ron el 15 de julio del 2003 cuando es emitida por la Cámara de Comercio la personería legal en don-
de queda registrado que “el objeto social de la Asociación de la Mujer Democrática de Bosa es pro-
mover el desarrollo integral de sus miembros y de la comunidad de los barrios donde trabaja, colo-
cando especial énfasis en mejorar la calidad de vida de las mujeres cabeza de familia”(Cámara de
Comercio, 2002)
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La lucha de las Mujeres Populares

2. De la reflexión de los asuntos de mujer a la proyección política.

La historia de la Asociación refleja que las mujeres y sobre todo las populares antes de pensar en sí
mismas, piensa primero en su familia y comunidad. En nuestra primera versión de estatutos se plan-
teó como objeto social “promover el desarrollo integrar de sus miembros y de la comunidad de los
barrios donde opera, colocando especial énfasis en la promoción de los derechos de la población in-
fantil” (AMD, 2002a)

Eso no significaba que los asuntos de la mujer fueron ignorados, pero lo cierto es que estos no esta-
ban en el centro de la construcción. El centro estaba en solucionar el 46.2% de desnutrición crónica y
un 30.5% de desnutrición aguda de nuestros niños en el barrio. En ese contexto la lucha por el come-
dor comunitario era más que justificada. Fue después que cambiamos nuestro énfasis expresado en
los estatutos como “promover el desarrollo integrar de sus miembros y de la comunidad de los ba-
rrios donde opera, colocando especial énfasis en mejorar la calidad de vida de las mujeres cabeza de
familia” (AMD, 2002a)

Desde el 2002 hasta el 2006 la tarea central era el comedor, que como ya se dijo, se inicio con las uñas
en el Barrio Nueva Yersey, luego se traslado para el barrio Villa Suaita en el marco de acuerdos con
el Presidente de la JAC para fortalecernos mutuamente y fortalecer el trabajo comunitario. Para el
2004 el comedor se pudo enmarcar en el programa de Bogotá sin hambre del alcalde Lucho Garzón.

Nosotras sabemos que proyectos como los comedores comunitarios mantienen a las compañeras en
los lugares asignado a la mujer en la sociedad y que entorno a esto hay críticas a los movimientos
populares de mujeres con “intereses prácticos”, pero la respuesta es que nosotras nos paramos des-
de la propia realidad para transformarla, y que esa actitud no nos ha impedido escuchar los llama-
dos de los movimientos feministas en la necesidad de que la mujer salga del campo de lo privado a
lo público como una estrategia para ganar acceso a las áreas dominadas por los hombres. Lo que pa-
sa es que para la mujer popular el debate es práctico, como prácticas deben ser las soluciones a las
condiciones materiales en que vivimos. Lo que nosotras hacemos es asumir esos roles desde la con-
ciencia femenina exigiendo los derechos que estas responsabilidades llevan consigo (Aguado, 1999).
En ese camino hemos construido nuestra agenda política con temas como "Trabajo en condiciones
de igualdad y dignidad, la promoción de los derechos sexuales y reproductivos, la promoción de la
participación de las mujeres en los espacios de concertación y discusión, la cualificación y formación
política de las mujeres y organizaciones que hacemos o no parte de la dinámica política local"(AMD,
2006) , esos temas dan cuenta de que "la acción colectiva para asegurar aquellos derechos que resul-
tan de la división sexual del trabajo, tiene a veces consecuencias revolucionarias puesto que politi-
zan las redes de relaciones de la vida cotidiana"(Aguado, 1999) .

En Abril del 2006 el comedor comunitario que se había constituido en acuerdos con la Junta de Ac-
ción Comunal bajo la figura legal de la “Asociación Comedor Comunitario Policarpa Salavarrieta”
es cerrado dado los intensos problemas que se presentaron entre ambas partes, es decir entre la JAC
y la AMD.
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De las necesidades de género a la proyección política con vocación de poder

Fue en este periodo de lucha donde vivimos en carne propia los vicios de la cultura política an-
drocéntrica, aquella basada en unas prácticas que se han ido elaborando sobre la base de las concep-
ciones y las formas de ejercicio del poder por parte de los hombres. La iniciación en los debates de
género a los cuales asistíamos en ciertas escuelas de formación, tenían su componente práctico a la
hora de enfrentar el día a día del comedor comunitario, “El comedor Policarpa entra a funcionar en
el 2005, la fiscalía fue asumida por presidente de la JAC, la presidenta doña Rosalía sin mucho mar-
gen de maniobra y el trabajo duro de operarias recae en las compañeras de la asociación. Esta junta
fue organizada por el presidente de la JAC y solo sirvió como figura para contratar ya que nunca
funciono como administradora y el trabajo recayó en doña Rosalía, Eylen y Sonia, ellas ordenaban
gastos, eran operarias, recibían las visitas y emitían los informes a CAFAM, hacían el aseo, atendían
los niños”. (Corredor, 2006).

Esa amarga experiencia con la JAC y las prácticas machistas que también se viven en el mundo
público, no solo en el privado, propiciaron las reflexiones sobre la autonomía. Como conclusión de
ese proceso asumimos que la autonomía es "entendida como la capacidad de auto determinar nues-
tro propio objetivo de lucha, sus estrategias, su priorización, sus metas, sus alcances". Que "la auto-
nomía no debe entenderse como asilamientos en nuestros espacios de mujer; es por el contrario, un
proceso de interlocución con otros, pero desde posiciones de respeto mutuo a nuestras demandas.
Que la autonomía implica luchar porque estas demandas sean incorporadas en otros espacios sin
que esto signifiquen cooptación y manipulación", y que la "autonomía para nuestro movimiento se
plantea como parte de una estrategia emancipadora y democratizadora de toda la sociedad, donde
las mujeres somos protagonistas de nuestras luchas con capacidad de negociar, pactar, hacer alian-
zas, pero en condiciones de igualdad y no de subordinación de otros sectores" (Cheyne, 1997).

Después de esa gran pérdida centramos los esfuerzos durante el resto del 2006 y el 2007 en el traba-
jo social con los usurarios que eran del comedor, el proyecto de Agricultura Urbana, los balances
políticos, contables y financieros. Se consolidó la actividad de cabinas telefónicas como parte de la
construcción económica, se participó en la escuela política de mujeres de la localidad y se generaron
las condiciones suficientes para que el 4 de febrero del 2008 se diera apertura a otro comedor comu-
nitario en el barrio Villa Clemencia, esta vez con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF). Así la lucha continuaba.

3. De la auto reflexión al auto reconocimiento.

Durante el 2008 y 2009 continuamos con las cabinas telefónicas y el nuevo comedor comunitario, en
el 2010 logramos dos nuevo proyectos, un comedor comunitario y un jardín infantil, que se trabajan
con la Secretaria Distrital de Integración Social desde un enfoque de derechos. A partir de ese mo-
mento iniciamos una nueva reflexión, y otra lucha reivindicativa. La educación integral a la primera
infancia.

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La lucha de las Mujeres Populares

A la par de desarrollar los proyectos, profundizamos los debates sobre las “necesitadas estratégicas”
y nuestro papel como mujeres populares en el actual contexto de lucha de clases. Como resultado se
afianza nuestra posición democrática promoviendo los valores de justicia social, equidad, democra-
cia, participación y solidaridad que garanticen el ejercicio de los Derechos Humanos, a la par de pro-
yectarnos “como una organización femenina de carácter popular con alta incidencia en el contexto
local y regional para que de manera autónoma promueva y defienda los derechos de la mujer y de la
comunidad”(AMD, 2009a)

Estas definiciones nos permitió como organización popular de mujeres, inscribirnos en un proyecto
y movimiento político más amplio que nos amplió los horizontes y encausó nuestras luchas, un mo-
vimiento que ha guiado las necesidades prácticas y estratégicas hacia la lucha junto con otras y
otros, hermanos y hermanas de los mismos sectores populares por la democracia, el poder y el socia-
lismo. A partir de este momento decimos que “Nos reconocemos como parte del Movimiento por la
defensa de los derechos del pueblo -MODEP y nos encontramos en un periodo de construcción polí-
tica para fortalecer nuestro trabajo, para extendernos y crecer como organización.”(AMD, 2009b)

En noviembre del 2008 conmemoramos por primera vez el día de la no violencia contra la mujer.
Asumir esta fecha nos ha permitido incorporar a nuestra agenda política e ideológica "Muchos de
los temas tradicionalmente considerados feministas, como la violencia doméstica y el control de la
sexualidad" (Tovar, 2001). Valga aclarar que este proceso ya se venía dando con la conmemoración
del día internacional de la mujer. Para el 2007 se presentó una encuesta sobre la situación de nues-
tras mujeres que "dejó reflexiones necesarias a desarrollar sobre el cómo estamos materializando
nuestro discurso al interior de la organización, el tema de las dirigentes, la salud mental y física de
las compañeras, los criterios y relaciones de pareja, el maltrato a compañeras, etc."(MODEP, 2007).

El año 2010 en el marco de la Conferencia Mundial dimos las reflexiones más profundas sobre el ti-
po de organización, el carácter y nuestra postura feminista. Los temas sobre la discriminación de la
mujer, el rol impuesto históricamente y la violencia contra nosotras, los empezamos abordar a la luz
de los diferentes estudios de género y posturas feministas.
Como evento preparatorio a la conferencia, iniciamos las bases de nuestra propia escuela de mujer, y
con ella la oportunidad de abordar temas de estudio como la historia del feminismo, los conceptos y
corrientes del feminismo. Fue a través de estas escuelas que nos reconocemos más conscientemente
como una organización con un planteamientos feminista, asumiendo el feminismo “como una te-
oría política, una estética filosófica, un movimiento social y una posición política" (Curiel, 2006).

Asumiendo el feminismo de esa forma, estamos demostrando que una organización popular de mu-
jeres si pueden tener simultáneamente una estrategia de supervivencia y una estrategia política que
desafía el orden social establecido. Así estamos recogiendo lo más correcto de los movimientos de
mujeres con necesidades de género "prácticas o estratégicas" y de los movimientos de "interés de
género" o feministas.

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De las necesidades de género a la proyección política con vocación de poder

Ahora entendemos que “la practica feminista no es única e invariable, al contrario, los contextos
históricos, las diversas experiencias de la mujeres y el cómo actúan categorías como la clase, la
“raza”, la etnia, la sexualidad, lo territorial y los posicionamientos políticos; dan historicidad al femi-
nismo de lo cual se han derivado diversas corrientes de pensamiento, diversas estrategias y diversas
acciones” (Curiel, 2006). Nuestra apuesta es por superar el sectarismos histórico entre organizacio-
nes de mujeres y feministas, por lo que asumimos que si “queremos entender las acciones colectivas
realizadas por mujeres, no podemos seguir pensando en si son o no feministas, dependiendo de la
definición que se tenga, ni cuánto grado de avance tienen en su conciencia, sino más bien en los in-
tereses de género, clase social y de grupo étnico, y las estrategias de movilización. Lo que hay que
ver más de cerca es la interrelación de estos movimientos con otras actividades políticas y con las
condiciones de la comunidad donde viven, y la situación general de la sociedad” (Tovar, 2001).

4. Conclusiones: la espiral de la transformación

“Sobre la mujer del pueblo, la esposa y madre del obrero, del vendedor ambulante o del desemplea-
do, del desplazado o el ignorado, recae la mayor parte de responsabilidad por garantizar la sobrevi-
vencia de la familia, el pan diario como solemos decir” (Quijano, 2004), esta fue la situación de nues-
tras compañeras, a partir de esa realidad iniciamos la búsqueda de la resolución de necesidades
básicas que para nosotras no era simplemente un asunto de supervivencia, sino “una construcción
de identidad y de entendimiento de las relaciones de poder alrededor del género” (Tovar, 2001).

Al tener nuestra organización una correcta relación entre las necesidades prácticas y las estratégicas,
y un permanente trabajo para hacer de lo cotidiano un campo de transformación en el sentido de
que lo "personal es político", hemos transformado una imposición social en un derecho adquirido el
cual debemos reivindicar.

En este proceso nos hemos convertido en sujetas transformadoras, que defendemos no sólo lo que
nos corresponde por derecho propio, sino las grandes aspiración de la democracia, el poder y el so-
cialismo.

Nuestra práctica nos ha demostrado que las organizaciones populares de mujeres pueden hacer de
sus proyectos por la supervivencia unos escenarios de aprendizaje y transformación para que otras
mujeres hallen soluciones alternativas a sus necesidades cotidianas y logren salir de su ámbito
doméstico hacia el ámbito público, organizándose y reclamando colectivamente. Proyectos concebi-
dos de esta forma son verdaderas alternativas a “los mecanismos de dominación presentes tanto en
el mundo privado como en el público, como las condiciones del matrimonio, la dependencia econó-
mica de las mujeres, la discriminación laboral, el acoso sexual y la violación,” (Tovar, 2001).

Dichos proyectos también son escenarios para llevarles el mensaje a nuestros compañeros, hermanos
de clase, de que "no habrá transformación social sin liberación de las mujeres y, al mismo tiempo,
que no habrá liberación de las mujeres sin una radical transformación social" (Moretti,2009) y que
por ende esas transformación se deban dar desde ya, y desde lo más privado como es el hogar, por

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La lucha de las Mujeres Populares

lo tanto la apuesta es porque los hombres asuman también la responsabilidad del trabajo doméstico
y en el cuidado de los niños, las funciones de educar, alimentar y cuidar. Eso es lo que se conoce co-
mo Maternazgo (Lamas, 1987)

No podemos terminar sin decir que ha sido muy gratificante como mujeres populares y revoluciona-
rias enmarcarnos en los encuentros que hay entre el marxismo y el feminismo “Junto con el marxis-
mo, el feminismo es una teoría sobre el estudio del poder y la desigualdad, basada en la división
sexual del trabajo. Ya se ha dicho que la sexualidad y la reproducción son al feminismo lo que el tra-
bajo es al marxismo. Si ver al mundo desde la perspectiva del proletariado le permite a Marx enten-
der la ideología del burgués, la teoría feminista permite entender la ideología y las instituciones pa-
triarcales que definen y controlan a la mujer” (Tovar, 2001).

En ese sentido declaramos ante el resto de mujeres populares que nuestra vinculación a la lucha por
ser libres y por liberar a la humanidad del capitalismo debe ser masiva, pues como lo dijo el mismos
Marx, los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino. Pero además de ser
masiva, debe ser doblemente decidida porque luchamos por ser libres como pueblo y porque tam-
bién aspiramos a ser libres como sujetos femeninos.

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La lucha de las Mujeres Populares

SALUDO AL EVENTO NACIONAL


DE MUJERES DE BASE, COLOMBIA

Compañeras y hermanas de los sectores populares de todos los rincones de Colombia, la Asociación
de la mujer Democrática de Bosa les extiende nuestros brazos los cueles se abren como las alas de las
mariposas que simbolizan nuestra luchas, para darles la bienvenida.

Nosotras al igual que ustedes, somos, vivimos y sentimos nuestra condición de mujer popular y nos
sentimos orgullosas de ello, por eso consideramos muy trascendental este encuentro con unas, reen-
cuentro con otras y auto reconocimientos con todas.

Nuestra expectativa en este encuentro es aprender de todas ustedes y poder dejarles una pequeña
enseñanza de nuestra experiencia entorno a los temas que nos convocan a este evento.

Esperamos que su estadía en estos dos días sea de sumo agrado, de parte nuestra nos compromete-
mos desde nuestras posibilidades para que las condiciones logísticas sean las más adecuadas, de tal
forma que todas estemos concentradas en el debate.

También saludamos a las compañeras del Comité Promotor por su esfuerzo durante este año para
hacer posible este encuentro, creemos que el hecho de que estemos todas aquí ya es un gran logro y
ejemplo de lo que las mujeres pueden hacer cuando se atreven.

Hacemos un llamado a todas las compañeras para que esta vez no callemos nuestras voces, ni pensa-
mientos. Para que aprovechemos este momento histórico de encuentro, de tal forma que nuestras
voces se escuchen lo más alto posible y le digamos a todos los colombianos y colombianas, que las
mujeres populares nos estamos pensando no sólo cómo mejorar nuestra condición material, sino
cómo transformar este orden de cosas que nos ha sometido históricamente a un mundo patriarcal e
inequitativo social, política, económica y culturalmente.

Por último, saludamos a los compañeros de logística que consientes del debate de la mujer, nos van
a garantizar las condiciones logísticas para el evento.

ASOCIACIÓN DE LA MUJER DEMOCRÁTICA DE BOSA

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