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ANEXO NOTICIA

Publicación: eltiempo.com
Sección: Otros
Fecha de publicación: 19 de agosto de 2010
Autor: Ricardo Torres Correa

Las mujeres en la guerra, víctimas de la atrocidad

María Ocampo* es una mujer campesina del sur del Tolima víctima de la violencia
sexual que ejercen los grupos armados ilegales y legales en el conflicto armado
con la intención de intimidar y ejercer un control sobre los pobladores y el territorio.

Poco después de que su esposo salió aquella mañana de la casa para cumplir con
sus labores en el campo, y mientras ella emprendía las tareas propias del hogar,
un grupo de hombres de la guerrilla de las Farc llegó hasta su vivienda y sin
mediar palabra el jefe de la cuadrilla abusó sexualmente de María en presencia de
sus hijos. Otra mujer que se encontraba con ella también fue atacada
sexualmente.

En la actualidad María intenta rehacer su vida en un territorio ajeno a su cultura,


mientras cicatrizan las heridas de un hecho atroz que la marcó a ella y su familia
para siempre.

El caso, uno de los dos que tiene reportado la Dirección de Fiscalías en el Tolima,
es materia de investigación en la actualidad por parte de la Unidad Nacional de
Derechos Humanos en Bogotá. Según la Fiscalía los casos reportados fueron
cometidos por las Farc y el Eln.

En contraste con las cifras reportadas a la Fiscalía en el Tolima, y especialmente a


su Centro de Atención Integral de Víctimas de Abuso Sexual (Caivas) la Unidad de
Atención y Orientación a Población Desplazada (U.A.O.) reportó durante el año
2009 que ocho mujeres argumentaron como causa de su desplazamiento forzado
haber sido víctima de violencia sexual por actores armados ilegales. A julio de
2010 otras ocho personas reportaron la misma causa para su desplazamiento. La
cifra va en aumento y el subregistro se presume es muy alto.

A pesar que la Defensoría del Pueblo en el Tolima reconoce algunos avances en


el tema humanitario, como la reactivación del tema por parte del Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) y otros organismos humanitarios y entidades
del Estado y organizaciones con perspectiva de género, también señala que la
mujer sigue siendo lacerada por el conflicto armado.

Abortos “Hemos sabido de algunas mujeres embarazadas que son raptadas por
los ilegales y obligadas a abortar, lo terrible es que luego esos hijos se los tiran a
los perros (literalmente) es por eso que insistimos que la mujer es una de las
víctimas que más sufre y que permanentemente es revictimizada”, advierte
Santiago Ramírez, Defensor del Pueblo en el Tolima.

Pese a la atrocidad de los hechos las denuncias que se presentan son escasas.
“El miedo y la presión ejercida por los victimarios hacen que la mujer prefiera
callar antes que denunciar; el temor a la estigmatización, la revictimización a la
que son sometidas por su círculo familiar y la sociedad, hacen que las mujeres en
la guerra se conviertan en víctimas ocultas”, argumenta Nancy Janeth Garzón
Reina, directora de Profamilia.

De acuerdo con el texto Las Mujeres y la Guerra, publicado por el Comité


Internacional de la Cruz Roja (CICR) en mayo de 2010, la violencia sexual es
también utilizada por los ilegales como un método de guerra para torturar, obtener
información, degradar y desplazar. “Cuando la integridad de la familia y la
comunidad están ligadas a la ‘virtud’ de las mujeres, la violación sexual puede ser
una táctica deliberada de desestabilización de familias y comunidades.
NOMBRE: Yessica Stefanía Romo Mora
CODIGO: 617001

TITULO DEL ENSAYO

No es de extrañarnos que las mujeres han sido víctimas de atrocidad en nuestro


país y no solo en el Tolima como es el caso de la noticia que anexe sino en todas
las regiones de Colombia en unas en mayor medida que en otras, donde
encontramos diferentes factores de violencia y criminalidad como el
desplazamiento, la exclusión, la desaparición forzada, muertes e inestabilidad
social, causados como consecuencia de la permanente violencia que han
generado los diferentes escenarios del conflicto armado en nuestro país y que se
ha visto reflejados en todas las victimas quienes revelan a simple vista como la
guerra ha marcado y ha definido sus vidas. En medio de esta aflicción y
sufrimiento encontramos que más del 70% de estas personas son mujeres y niñas
que día tras día van aumentados debido a la histórica discriminación de la que
ellas han sido víctimas configurando así la violencia de género, donde están
expuestas a la vulneración de sus derechos, a desventajas, a la exclusión y a la
inseguridad.

Teniendo en cuenta que la ONU reconoce a la seguridad humana como plataforma


para promover la paz, los derechos humanos y el desarrollo humano, ante esta
situación es triste ver que en nuestro país las políticas de seguridad que “brinda” el
estado han dado mayor importancia a la seguridad política y militar que ha la
protección de los derechos de las mujeres y las relaciones de opresión y
subordinación entre géneros, además a pesar de los diferentes movimientos y
organizaciones que algunas Colombianas han creado para hacer valer sus
derechos , encontramos que falta voluntad y compromiso por parte del estado
para brindarles la seguridad que estas necesitan.

En espacios de conflicto armado encontramos que la vulneración de los derechos


de las mujeres se ven reflejados en actos como: la violencia física, sexual,
psicológica y verbal donde son violadas, obligadas a prostituirse, hacer parte del
tráfico sexual, embarazadas e incluso son forzadas a abortar , también son
esclavizadas o explotadas en labores domésticos; el reclutamiento forzado de los
hijos, el contacto personal con bandos enemigos, persecuciones, homicidios,
genocidios, control del comportamiento, discriminación a mujeres indígenas y
afrodescendientes y el despojamiento de sus tierras hacen parte de dicha
violación. En los anteriores escenarios encontramos que algunos casos no son ni
siquiera denunciados debido a la falta de conocimiento de los derechos de las
victimas e incluso el analfabetismo del que padecen algunos grupos de mujeres
como es el caso de las indígenas o las afrodescendientes, pero lo más triste es
ver que inclusive cuando se denuncian no se protegen a las victimas ni se castiga
a los responsables. ¿Qué se ha hecho para solucionar este problema de gran
magnitud? es lo que una de las preguntas que muchos nos planteamos frente a
tal situación.

Teniendo en cuenta lo anterior encontramos que El concejo de Seguridad de


Naciones Unidas ha expedido resoluciones de carácter obligatorio en periodos de
guerra y paz para que no se violen los derechos humanos ni el derecho
internacional humanitario: “Resolución 1325(2000) que además de incluir medidas
de seguridad, participación plena, rehabilitación, reintegración y reconstrucción,
también incluye medidas especiales para apoyar la paz y la protección de los
derechos humanos de mujeres y niñas en todas las partes de conflicto armado por
motivos de género, violación o abuso sexual” 1.pero que ha hecho el estado
colombiano frente a esta resolución? Ha incorporado políticas de seguridad
democrática, para la atención al desplazamiento, para la lucha contra la impunidad
e incluso la ley 975 de 2005 (ley de justicia y paz) para las víctimas en mayor
situación de riesgo, también encontramos el auto 092 de la corte constitucional
que brinda protección a los derechos fundamentales de las mujeres víctimas del
desplazamiento forzado por causa del conflicto armado; además está el desarrollo
de la sentencia T 0-025 (2004) a través de el auto 237 de 2008. Pero podernos ver
que así existan medidas para la protección de los derechos de las víctimas del
1
Política de seguridad y las mujeres
conflicto armado en especial las mujeres, estás siguen expuestas a un ambiente
de inseguridad y de temor, sin orientación ni atención que les permita denunciar su
situación, es decir que las mujeres de nuestro país no gozan del derecho a la
justicia. Según informes de la encuesta nacional de verificación:

“la situación de la población desplazada en materiales de atención humanitaria,


identidad, salud, seguridad, pobreza configura una situación de crisis humanitaria.
Lejos se está del cumplimiento de los indicadores de la corte constitucional en
cuanto a lograr garantizar los derechos de los desplazados” 2. A mi parecer esta
situación en la que viven las mujeres víctimas del conflicto armado no es tema de
recursos sino de voluntad política, pues el gobierno no muestra interés para
proteger a las mujeres de la violencia en situaciones de desplazamiento o de
violencia sexual, además lo único que hace el gobierno es reconoce que ha
incumplido sus deberes y ante esto solo ha negociado el plazo de tiempo para
garantizar el debido cumplimiento de los derechos humanos de las colombianas
víctimas de violencia.

Con lo anterior quiero destacar que siendo los derechos humanos un tema de
tanta importancia, es necesario que se haga una búsqueda más activa de los
derechos de la mujer como derechos humanos, así como sus derechos a una vida
sin violencia dejando a un lado esa subordinación histórica en la que han caído las
mujeres e ignorando la falacia de que el tema de la violencia contra la mujer es un
asunto domestico, pasándolo a ver como un asunto publico que incumba a toda la
colectividad y que así se ajusten verdaderas medidas en los códigos legales, que
se hagan reformas de servicios sociales y que el estado apoye con voluntad las
iniciativas de los diferentes movimientos y organizaciones de las mujeres dándoles
así un papel protagónico y garantizándoles protección, seguridad y bienestar.

2
Encuesta nal
La falta de información se ve agravada por el analfabetismo. La mayoría de las víctimas
son mujeres muy jóvenes con un limitado conocimiento respecto sobre qué hacer, y
menudo se enfrentan a la falta de apoyo moral cuando denuncian lo que ocurre, debido a
estigmas culturales. Hasta el momento las estadísticas no han identificado el
desplazamiento forzado entre las características de las víctimas de violencia sexual, lo que
hace más difícil evaluar la magnitud exacta del problema. Sin embargo, además de ser los
desplazados el 60 por ciento del total de la población, la información dada por sus líderes
indica claramente un problema de gran magnitud.

Ahora el equipo está concentrado en apoyar el desarrollo de protocolos internos sobre la


forma en que instituciones como la Policía y el hospital local deben reaccionar contra la
violencia sexual y de género, desarrollando una “hoja de ruta para violencia sexual y de
género” e implementando campañas de información

Hay un largo camino por recorrer antes de lograr resultados en la reducción de la violencia
contra la mujer en el Putumayo. El diseño y la difusión de las rutas son sólo parte de las
tareas, que incluyen más aplicación de la ley y un cambio cultural. A pesar de los
obstáculos, la violencia sexual y de género es discutida más abiertamente ahora de lo que
era hace dos años en el Putumayo, las personas desplazadas están recibiendo una mejor
información sobre qué es y cómo denunciarla, y se están haciendo progresos para reducir la
impunidad.
Hay 1,6 millones de mujeres desplazadas
por la guerra en Colombia, según la ONU
Así lo informó una encuesta publicada con motivo del Día Internacional de la Mujer.

De acuerdo a un informe de la ONU, el Gobierno colombiano cifra en más de millón y


medio las mujeres que huyeron de sus hogares en distintas regiones del país para evitar ser
reclutadas o que sus hijos cayeran en las redes de los grupos armados. La ONU aseguró
haber recibido en el último año numerosas denuncias sobre "amenazas, ataques y
hostigamientos contra mujeres líderes", algunas de las más afectadas por el desplazamiento
forzoso. Pero no es sólo la violencia derivada de la guerra interna la que afecta a las
colombianas, también la discriminación, agresiones físicas, abuso sexual, psicológico y
verbal, dependencia económica, exclusión y pobreza son otras de las situaciones que
afrontan esta mujeres. "Muchas de ellas no tienen acceso a la salud y a servicios de
planificación familiar efectivos y de calidad, sobre todo las adolescentes y jóvenes", añadió
el informe de la ONU, que recordó que cerca de 500 mujeres mueren al año en Colombia
por causas evitables durante el embarazo o el parto. Por ello, Naciones Unidas invitó a la
sociedad colombiana a "identificar la violencia contra las mujeres como un crimen que no
puede repetirse y mucho menos aceptarse", e instó a la Fiscalía General a crear un sistema
de información "confiable" sobre delitos de violencia sexual y de género. Otro estudio
publicado hoy por la Corporación Humanas (Centro Regional de Derechos Humanos y
Justicia de Género), al que tuvo acceso Efe, revela que tres de cada cuatro colombianas se
sienten discriminadas y creen que eso provoca un malestar en su vida diaria. La encuesta,
elaborada por el Centro Nacional de Consultoría a 800 mujeres mayores de 18 años en más
de una veintena de municipios, subraya que un 55% de las mujeres considera muy alta la
intensidad de discriminación en Colombia. Y aunque la mayoría considera que se da en
todos los ámbitos, la percepción de discriminación es especialmente marcada en el trabajo
(92%), seguida de la que afecta a su libertad sexual (83%), a la política (81%), a la vida
familiar y al acceso a la justicia (78%) y en los medios de comunicación (62%). Además, el
mayor número de mujeres que se siente muy discriminada vive en zonas rurales o pertenece
a los estratos urbanos más humildes. Según la encuesta, las colombianas destacan la
atención a las mujeres desplazadas, la reparación a las víctimas del conflicto armado y la
prevención del embarazo adolescente como los tres problemas que requieren ser legislados
con mayor urgencia. Aunque un 95% estaría dispuesta a acudir a la justicia en caso de ser
víctima de violencia por parte de su pareja o por acoso sexual en el trabajo, solo una de
cada cuatro considera que acceder a la justicia es fácil, y una de cada cinco lo ha hecho en
los últimos cinco años. En todo caso, nueve de cada diez colombianas están satisfechas con
su vida, aunque solo un 2% de sus parejas cumple con alguna responsabilidad en el hogar.
Además, un 75% cree que en el futuro Colombia tendrá una mujer presidenta. De cara a las
próximas elecciones presidenciales del 30 de mayo, las propuestas de los candidatos
apuntan a facilitar el acceso a la educación y el empleo para las mujeres, a la conciliación
entre vida familiar y laboral, y a endurecer la ley contra la violencia de género, destacó hoy,
por otro lado, Caracol Radio. BOGOTÁ Efe

Publicación
eltiempo.com
Sección
Justicia
Fecha de publicación
8 de marzo de 2010
Autor

una respuesta de equipo a la violencia


contra las mujeres desplazada
ACNUR

Durante una jornada de orientación, un funcionario de ACNUR muestra a habitantes de


Mocoa cómo recibir más información sobre violencia sexual y de género.

MOCOA, Colombia, 1 de septiembre (ACNUR) – Cuando, en los últimos días de julio, una
niña indígena desplazada de 14 años fue violada dentro de un edificio, en una zona
altamente transitada de esta ciudad, lo que sucedió fue, tristemente, un caso más de
violencia contra la mujer, en una de las ciudades con los índices más altos de violencia
sexual y de género en Colombia.

Para responder a este grave problema social que está afectando severamente a la población
desplazada por la fuerza, ACNUR está liderando un equipo que incluye a algunas de las
instituciones más importantes de la ciudad. Y uno de sus principales desafíos es cómo hacer
que el problema sea más fácil de identificar, a través de las estadísticas.

A unas tres horas de la frontera con Ecuador en el Amazonas, Mocoa es la capital de


Putumayo, uno de los departamentos más afectados por el conflicto y el desplazamiento
forzado desde la década de 1990. Algunas de las peores masacres en el país ocurrieron hace
unos años en Putumayo. Como resultado de esto la población de la ciudad y de todo el
departamento ha cambiado significativamente en menos de 15 años. Cuatro de cada diez de
los antiguos moradores se han desplazado a otras partes de Colombia, y seis de cada diez de
los actuales vecinos vinieron aquí como desplazados.

De acuerdo al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia,


entre el 2004 y el 2008, 28 casos de homicidios relacionados con género fueron reportados
en Mocoa, junto con 190 casos de violencia sexual y 253 casos con violencia doméstica.
Según la Policía de Mocoa, durante los primeros meses del 2010 fueron registrados ocho
casos de violencia y abuso sexual y la mayoría de víctimas eran niños menores de 18 años.
Se trata de un número elevado para una ciudad con tan sólo 36.000 habitantes, más aún si
se tiene en cuenta que los casos reportados son considerados sólo una fracción del número
total.
Muchas situaciones no se denuncian debido a la falta de conocimiento de los derechos de
las víctimas y los tabúes culturales. La falta de información se ve agravada por el
analfabetismo. La mayoría de las víctimas son mujeres muy jóvenes con un limitado
conocimiento respecto sobre qué hacer, y menudo se enfrentan a la falta de apoyo moral
cuando denuncian lo que ocurre, debido a estigmas culturales. Hasta el momento las
estadísticas no han identificado el desplazamiento forzado entre las características de las
víctimas de violencia sexual, lo que hace más difícil evaluar la magnitud exacta del
problema. Sin embargo, además de ser los desplazados el 60 por ciento del total de la
población, la información dada por sus líderes indica claramente un problema de gran
magnitud.

Las mujeres indígenas están aún más expuestas. Sus casos son manejados por el propio
sistema judicial de los indígenas y hay una escasa coordinación entre las instituciones del
Estado y las comunidades indígenas cuando se trata de este tema. Discutir la violencia
sexual causa problemas en comunidades que ya están debilitadas por años de conflicto e
influencia de los grupos armados. Hay 14 pueblos indígenas en Putumayo, y el 36 por
ciento de los indígenas del departamento están desplazados.

También hay una resistencia institucional para incluir los temas de violencia sexual y de
género en los planes de acción institucional, debido a los prejuicios de que estos son temas
del ámbito privado, donde el Estado no debe involucrarse.

Esto empezó a cambiar en el 2008, cuando el ACNUR promovió la creación de un equipo,


incluyendo la Policía, el Gobernador del Putumayo y el Alcalde de Mocoa, la Iglesia
Católica, organizaciones de mujeres, de personas desplazadas y de la sociedad civil y
organismos internacionales. El equipo discute sobre las formas para mejorar la información
pública sobre la violencia contra las mujeres, fortalecer la capacidad institucional para
proteger a las víctimas de esta violencia, y mejorar su acceso al sistema judicial.

Como lo expresa Doris, una líderesa indígena en el Putumayo, “hace dos años las
autoridades estatales tenían demasiado miedo de tomar cualquier caso de violencia contra la
mujer en las comunidades indígenas, pero al mismo tiempo, nuestros propios
procedimientos eran inadecuados. Yo conozco casos en los que la víctima terminó siendo
más victimizada después de que nuestras autoridades discutieran su caso. Ahora las
autoridades del Estado están tomando los casos, sin embargo, aunque son prudentes y
consultan con las autoridades indígenas”

Ahora el equipo está concentrado en apoyar el desarrollo de protocolos internos sobre la


forma en que instituciones como la Policía y el hospital local deben reaccionar contra la
violencia sexual y de género, desarrollando una “hoja de ruta para violencia sexual y de
género” e implementando campañas de información.

Para hacer frente a la necesidad de mejorar las estadísticas, sólo hace unas semanas un
nuevo formato, desarrollado por el equipo, fue adoptado como el estándar para la
recopilación de información sobre casos de violencia sexual. Este Incluye información
sobre el desplazamiento, etnicidad, edad y discapacidad. Un boletín electrónico quincenal y
un blog también hacen parte de los esfuerzos del equipo.
Hay un largo camino por recorrer antes de lograr resultados en la reducción de la violencia
contra la mujer en el Putumayo. El diseño y la difusión de las rutas son sólo parte de las
tareas, que incluyen más aplicación de la ley y un cambio cultural. A pesar de los
obstáculos, la violencia sexual y de género es discutida más abiertamente ahora de lo que
era hace dos años en el Putumayo, las personas desplazadas están recibiendo una mejor
información sobre qué es y cómo denunciarla, y se están haciendo progresos para reducir la
impunidad.

“Creemos que este esfuerzo liderado por el ACNUR está dando frutos, y el equipo
multifuncional permitirá lograr cambios en el Putumayo, reduciendo la violencia contra las
mujeres desplazadas y no desplazadas por igual”, dice Miguel Palacios, un voluntario de
Naciones Unidas que trabaja con ACNUR y participa en esta estrategia contra la violencia
sexual y de género. Esa es la meta.

Kaweh Hagi y Laura Badillo en Mocoa, Colombia


Por: ACNUR

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URL: http://miputumayo.com.co/?p=3088

Las mujeres desplazadas


Ser mujer y desplazada se ha convertido en sinónimo de pobreza, violencia y exclusión. Así
lo revela la segunda encuesta ‘Salud sexual y reproductiva en zonas marginales: situación
de las mujeres desplazadas’, que recientemente publicó Profamilia. El panorama que refleja
este estudio es alarmante, pues a la de por sí dramática condición de haber sido expulsadas
de su tierra se agrega que estas mujeres carecen de trabajo, sufren muy pobres índices de
salud y viven el infierno de la violencia intrafamiliar.

Según el informe, menos del 40 ciento de las desplazadas tienen trabajo y ni siquiera una
tercera parte de ellas están afiliadas a una EPS. A pesar de que el 90 por ciento ha sido
objeto de algún tipo de ayuda humanitaria del Estado y de organizaciones de la sociedad
civil, tan solo un 5 por ciento ha recibido capacitación laboral y un 1 por ciento, algún
apoyo en ubicación laboral. El 40 por ciento de estos hogares desplazados no cuentan con
ningún tipo de afiliación a la seguridad social.

En materia de salud sexual, un tercio de las adolescentes desplazadas están embarazadas o


ya son madres, mientras que a los 19 años un 63 por ciento de las mujeres han tenido al
menos un hijo. No sorprende, entonces, descubrir que 3 de cada 10 desplazadas no usen
ningún método anticonceptivo y que el 37 por ciento no considere la citología como un
examen necesario. Además, cada hogar desplazado tiene, en promedio, dos personas más
que el promedio nacional. Con estos datos es claro que se hace perentorio reforzar los
programas de salud sexual y reproductiva para las mujeres desplazadas, tanto en la
prestación de servicios como en la información.
Otro aspecto alarmante de la investigación se concentra en la violencia. El 44 por ciento de
las mujeres en condición de desplazamiento han sido golpeadas por su pareja y el 18 por
ciento han sido agredidas durante el embarazo. Además, otro 18 por ciento ha sido víctima
de violencia sexual, mientras que el 80 por ciento de todos los casos de agresión contra esta
población de mujeres no son siquiera denunciados.

En conclusión, la cara femenina de la tragedia del desplazamiento es una superposición de


exclusiones, que empieza a constituir un nuevo tipo de pobreza. Lo más preocupante es que
estas investigaciones muestran este panorama en medio de un debate público sobre la
atención estatal a los desplazados, de acuerdo con la sentencia T-025 de la Corte
Constitucional.

La semana pasada, la Procuraduría General de la Nación reiteró el permanente


incumplimiento de entidades del Gobierno de la protección de la población desplazada en
el país y calificó el avance como “lento y difícil”.

Para la Procuraduría, el monto de 1,3 billones de pesos que el Gobierno destinó durante el
2005 y el 2006 es insuficiente frente a las necesidades de los desplazados. Asimismo, instó
a construir indicadores de demanda más sólidos y realistas, así como a mejorar la atención
diferencial a desplazados afrocolombianos, indígenas y de origen campesino vulnerables.

No es fácil que arranque una política integral de atención a los desplazados si seguimos en
el debate de cuántos son y dónde están. Mientras el Gobierno Nacional afirma que por la
violencia han sido desplazadas 1’706.236 personas hasta la fecha, el Codhes y la
Conferencia Episcopal Colombiana calculan en cerca de 3 millones las víctimas de este
fenómeno. En todo caso, es imposible ignorar las dimensiones extraordinarias del
desplazamiento en el país.

La conclusión de todo esto es evidente: tanto en la vida cotidiana de los hogares de las
mujeres desplazadas, como en el diseño estructural de las políticas públicas de atención a
esta población, el gobierno del presidente Uribe tiene mucha tarea por hacer. De que la
haga depende que Colombia deje de ocupar los deshonrosos primeros lugares del mundo en
desplazamiento forzado interno de sus habitantes.

Mientras se discute si en Colombia hay 2 o 3 millones de desplazados, la cara femenina de


esta tragedia social refleja un nuevo tipo de pobreza.

Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión
Fecha de publicación
10 de julio de 2006
Autor
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http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2096374
El drama de la violencia sexual en el
conflicto armado
La Fiscalía avanza en la investigación de 183 casos de abuso sexual contra mujeres que
fueron desplazadas por la violencia.

Sin embargo, los paramilitares que están en Justicia y Paz prácticamente no han confesado
esa práctica, una de las más despiadadas en la guerra. Las víctimas tampoco denuncian.
Martha Mojica, asesora de la Comisión Nacional de Reparación, señala que el temor a una
retaliación de los grupos armados ilegales, o al rechazo familiar y social, hacen que las
víctimas callen. "Ellas llegan a la Comisión en busca de ayuda, y en ninguno de los casos
que conozco la víctima se ha atrevido a ir a denunciar", señala. El presidente de la
Comisión Nacional de Reparación, Eduardo Pizarro, asegura que "en muchos casos son
expulsadas de su hogar, de su comunidad y pueden ser revictimizadas", por lo cual
puntualiza en que tanto víctima como familia y comunidad, deben recibir una preparación
previa que les ayude a afrontar el problema. Lo cierto es que es un tema en el que la justicia
sigue en deuda, al punto que la propia Corte Constitucional tuvo que ordenar que las
autoridades competentes empezaran a investigar denuncias que tienen hasta una década. De
hecho, varias de las masacres más graves cometidas por los 'paras', el abuso sexual hizo
parte de la estrategia para intimidar a las comunidades. Pero no fue solo una práctica de las
autodefensas. Hay decenas de casos de mujeres que fueron victimizadas por la guerrilla por
tener relaciones sentimentales con miembros de la Fuerza Pública y denuncias de esclavitud
sexual de mujeres dedicadas a la prostitución que fueron reclutadas en el Eje Cafetero y
Antioquia y obligadas a trabajar en zonas cocaleras controladas por las Farc. Un equipo de
EL TIEMPO exploró esa cara oculta del conflicto. La voz de las víctimas y lo que dicen las
organizaciones que las están acompañando, el estado de las investigaciones y los retos de
las autoridades aparecen en la multimedia 'Mujeres, víctimas de violencia sexual en el
conflicto', en eltiempo.com.co

Publicación
eltiempo.com
Sección
Justicia
Fecha de publicación
20 de mayo de 2009
Autor

Violación, brutal arma de guerra que no


da tregua en el país
Cifras de ONG indican que este año se han registrado cerca de 40 agresiones. Defensoría
del Pueblo denuncia que a través de panfletos se están intimidando a líderes y desplazadas.
La noche del Jueves Santo, los habitantes del barrio Popular I, en la comuna nororiental de
Medellín, fueron despertados por una intensa balacera. Robinson Jesús Celis moría
acribillado en su cama. El asesino se llama Jhon Jairo, uno de los sicarios que trabaja para
la banda de 'Sebastían', y mató a Robinson porque, la víspera, ese hombre, al servicio de
'Valenciano', había abusado sexualmente de su novia, de tan solo 14 años, como represalia
en medio de la guerra que mantienen estos dos grupos por el control de la llamada 'Oficina
de Envigado'. No es un hecho aislado. Cada vez son más comunes las violaciones de novias
y hermanas de los integrantes de bandas delincuenciales rivales, con lo que la utilización de
la mujer como arma de guerra sigue, desafortunademente, muy vigente en el mapa de la
violencia nacional. Con los rezagos vivos de los abusos cometidos por los paramilitares
contra miles de mujeres en diversas zonas rurales, todo parece indicar que el fenómeno se
ha trasladado ahora a las ciudades. Según la Comisión Nacional de Reparación, los casos
cuyo victimario son las nuevas bandas emergentes van en aumento. "En las principales
ciudades se están presentando violaciones por parte de grupos juveniles organizados. Estos
que son pagados por bandas criminales que buscan manejar la delincuencia en las ciudades.
Es una práctica que usaban los paramilitares y ahora es heredada", señala Ariel Ávila,
investigador de la Corporación Nuevo Arcoiris. El caso de Elizabeth Paralelamente, varias
ONG y la Defensoría del Pueblo denuncian otro nuevo frente de este problema: las líderes
de organizaciones sociales y redes de mujeres que se han dedicado en los últimos años a
prestar apoyo a las mujeres abusadas, son ahora objetivo. Es el caso de Elizabeth, líder de
una ONG en Medellín, que fue secuestrada y violada junto con la víctima a la que atendía,
por un grupo de hombres encapuchados (véase el recuadro). Según la Defensoría, cerca del
30 por ciento de las mujeres desplazadas en Colombia han sido víctimas de violación. El
parte de Medicina Legal indica que en el 2009 fueron atendidos 62 casos de abuso contra
ellas. La Defensoría, por su parte, alerta que este año empezaron a circular panfletos,
impresos y por vía electrónica, intimidando a líderes, y mujeres víctimas del conflicto. Las
amenazas han sido subvaloradas por las autoridades y algunas se han concretado. "Entre los
obstáculos que enfrentan las mujeres para acceder a los programas de protección es que no
se le da la importancia que requiere a las amenazas, que finalmente termina concretándose",
dice la delegada para la mujer de la Defensoría del Pueblo, Pilar Rueda. Este año, las ONG
han documentado por lo menos 40 casos de abuso sexual contra líderes y trabajadoras de
redes de mujeres. Los puntos neurálgicos son Cauca, Bogotá y Medellín. Allí los mensajes
están firmados, en su mayoría, por las 'Águilas Negras'. "Los panfletos se comenzaron a ver
como un riesgo normal y ordinario", añade Rueda, quien además asegura que los
mecanismos de protección que ofrece el Gobierno, a través del Ministerio del Interior y de
Justicia, no se ajustan a las necesidades ni el riesgo de las mujeres líderes. Es el mismo
llamado que hace la Alianza Iniciativa Mujeres por la Paz (IMP), que denuncia amenazas
en los 35 casos que llevan de víctimas de violencia sexual, y que provienen de bandas
criminales. "Si no existen garantías para nosotras, mucho menos para las víctimas, porque
es cierto, para el Estado y las autoridades este es un delito invisible", señala una de las
líderes amenazadas. Un millar han pedido reparación Preocupa, además, que haya pocos
procesos judiciales y la lentitud de los mismos. En el marco de Justicia y Paz, la Fiscalía
tiene documentados más de 500 casos mencionados por los paramilitares. Sin embargo se
cree que, en la última década, pueden pasar de 12.000. Ya son 1.078 las mujeres que han
pedido reparación administrativa ante el Gobierno por abuso sexual cometido por grupos
armados. Este año, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha otorgado
medidas cautelares a 18 mujeres líderes y a la organización Sisma Mujer, una de las más
reconocidas del país. Sin embargo, estas medidas son poco para ellas, que ven la impunidad
como una segunda violación. 'Me lavaron la cara para borrar evidencia del abuso' Angélica
Bello tiene 42 años y en la última década la violencia y las amenazas contra su vida la han
obligado a cambiar de ciudad cuatro veces. En noviembre pasado tuvo que huir a La
Guajira -es de Villanueva (Casanare)-, luego de que hombres armados la retuvieran en el
centro de Bogotá y la obligaran a practicarles sexo oral. Bello, quien es representante ante
la Mesa Nacional de Organizaciones de Población Desplazada, recuerda que eran las 3 de
la tarde cuando sus agresores la obligaron a subirse a un taxi, luego de salir de una entidad
del Estado en la que pedía reevaluar su nivel de riesgo, pues desde el 2008 su nombre
aparece en panfletos en los que le advierten que debe dejar su labor y callar. "Te vas a
quedar quieta o te vas a morir", le decían los victimarios. En medio del abuso fue golpeada
y señalada de ser auxiliadora de la guerrilla y de perturbar el desarrollo de las políticas del
Estado. La líder dice que, pese a que denunció el hecho, la investigación no avanza por
falta de pruebas. "Para borrar la evidencia, me lavaron la cara y me obligaron a tomar
agua", cuenta Bello. Su caso será expuesto en la Corte Constitucional en un informe de la
Defensoría del Pueblo. Abusada cuando atendía a víctima En noviembre del año pasado, y
después de contar su caso a la Fiscalía de Bogotá, varios hombres intentaron atacar a Eli-
zabeth, de 34 años, que como lí- der de una ONG en el oriente antioqueño fue abusada
sexual- mente. En el 2007, ella salió de su casa a territorio rural para es- cuchar el
testimonio de una mujer a la que las Auc le mataron a su esposo y, producto de los abusos a
los que fue sometida, tuvo un hijo de un 'para'. Al caer la tarde tres hombres encapuchados
-a los que llama "los herederos de los paramilitares"- entraron a la humilde vivienda: a la
víctima con la que hablaba la violaron para que no denunciara y a la líder, para que dejara
de buscar la verdad. "Uno tiene dos opciones en la vida: ser malo y tomar venganza o mirar
las opor- tunidades. Yo escogí apoyar a las víctimas", dice esta mujer madre de dos hijas.
Elizabeth fue la víctima número 14 en denunciar estos abusos en la zona y desde entonces
se la pasa huyendo. No habla por teléfono porque, asegura, lo tiene 'chuzado', y han
intentado secuestrarla dos veces. "Lo único que quieren es desaparecerme", dice, y agrega
que cada paso que da en la justicia le trae una amenaza. 'Saquen mi cuerpo de la guerra', la
campaña a nivel mundial La problemática de abuso sexual contra las mujeres en Colombia,
en el marco del conflicto armado, ha llegado a instancias internacionales gracias al trabajo
de varias redes de mujeres y ONG defensoras de derechos humanos. Una de ellas es Oxfam
Internacional, que en octubre del año pasado inició la campaña 'Violaciones y otras
violencias: saquen mi cuerpo de la guerra'. Con un grupo de investigadores colombianos y
españoles, Oxfam empezó hace más de un año un recorrido por todo el país, para recoger
los testimonios de las víctimas, así como la interlocución con la Fiscalía y otras
autoridades. Se espera que en octubre del 2011 entregue una investigación que permita
tener un mapa sobre la realidad de este delito. El primer informe fue presentado ante el
gobierno español a finales del 2009, así como ante los parlamento Europeo y Británico.
Esto generó que España pusiera como uno de los puntos de la agenda de trabajo, en la
presidencia de la Comunidad Europea, el tema del abuso contra las mujeres colombianas.
Así mismo, hace dos meses el Partido Conservador de Reino Unido incluyó en un reporte
de derechos humanos una serie de sugerencias al Gobierno colombiano, en las que pide
tomar medidas para proteger al género femenino. Uno de los llamados está dirigido a que se
promueva una agencia para la mujer. Pero, además, cita una resolución dedicada a la
necesidad de atender la violencia sexual en situaciones de conflicto y posconflicto, y pide
su implementación para el país. Según el informe de Oxfam, "la violencia sexual contra las
mujeres (y las niñas) en el conflicto colombiano es empleada de manera sistemática y
generalizada". REDACCIÓN JUSTICIA

Publicación
eltiempo.com
Sección
Justicia
Fecha de publicación
26 de junio de 2010
Autor

Las mujeres se quedan sin tierra


La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
denunció las desigualdades generalizadas entre hombres y mujeres con relación al acceso a
la tierra.

La entidad informó desde Roma que una nueva base de datos, puesta en marcha por la
organización, detalla a esta situación, en 78 países, como una de las principales amenazas
para el desarrollo rural.

“En casi todos, las mujeres se encuentran muy por detrás de los hombres en lo que respecta
a la propiedad de las tierras de uso agrícola y el acceso a los ingresos que generan, a pesar
de que ellas producen grandes cantidades de cultivos alimentarios y desempeñan un papel
crucial para mantener y atender a sus familias”, explicó la FAO.

La entidad arguyó que las principales causas de las diferencias en el derecho a la tierra por
cuestión de género son las trabas que imponen las autoridades e instituciones tradicionales,
las herencias y prácticas ‘de hecho’ y las discrepancias o lagunas en la jurisprudencia.

Asimismo, otra causa es la distancia entre los derechos compilados en las leyes y la
práctica, pues en muchos casos, las constituciones nacionales admiten la igualdad entre
hombres y mujeres para el acceso a la tierra, pero la realidad cotidiana es muy diferente.

"A menudo, estos derechos están amenazados por leyes que entran en conflicto o antiguas
prácticas tradicionales e institucionales que asignan los títulos de propiedad y las herencias
a los varones”, anotó.

Con la creación de la base de datos, la FAO pretende proporcionar a los encargados de


formular las políticas y otros usuarios un panorama más claro de los principales factores
sociales, económicos, políticos y culturales que afectan al acceso a la tierra y el que las
mujeres puedan ejercer sus derechos sobre ella.
En su análisis sobre Colombia, la base de datos destaca que las mujeres constituyen el 49
por ciento de la población rural y participa cada vez más en la transformación de alimentos
y la producción de artesanías.

En la producción de flores de exportación las mujeres constituyen el 80 por ciento de la


fuerza laboral, mientras que su participación en la agricultura está subestimada en las
estadísticas, pues el 3,3 por ciento de las trabajadoras agrícolas son consideradas ayudantes.

Una característica particular del trabajo femenino rural son los bajos ingresos, ya que 65,2
por ciento recibe pago en dinero, 10,9 por ciento recibe pago en dinero y especie y al 23,6
por ciento de ellas no les pagan o reciben algo en especie.

En cuanto a la producción pecuaria, la cría y el cuidado del ganado, y diversas especies


menores es una actividad que tradicionalmente realiza la mujer. En las zonas de ganadería
extensiva, los Llanos Orientales y el Caribe, la actividad síi es realizada en su totalidad por
hombres.

Concluye la FAO que la situación de violencia afecta en forma más intensa a la mujer rural
desplazada, que ha debido asumir la jefatura del hogar y se ha visto privada de la propiedad
de la tierra.

CON INFORMACIÓN DE LA FAO (WWW.FAO.ORG) Y DE LA AGENCIA EFE .

Mano de obra en el agro.

De acuerdo con la base de datos de la FAO, estos son algunos datos de las mujeres rurales
colombianas.

49 por ciento de la población rural lo constituyen las mujeres.

80 por ciento de la fuerza laboral de los cultivos de flores del país está en manos de ellas.

31,3 por ciento de lastrabajadoras agrícolas son consideradas ayudantes familiares, sin
salario.

7,8 por ciento de las mujeres rurales mayores de 35 años se encuentran en el nivel de
analfabetismo, índice que disminuye entre las más jóvenes (5 por ciento).

40 por ciento de las mujeres rurales tenían empleo en el año 2005.

Las mujeres rurales participan estructuralmente en el mercado pero gran parte del trabajo
que realizan no es visible o es considerado secundario.

51 por ciento del sector comercio está manejado por mujeres, dedicadas a la
comercialización primaria de productos como granos, frutas, vegetales frescos, carne y
leche
Publicación
eltiempo.com
Sección
Economía
Fecha de publicación
6 de marzo de 2010
Autor
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La ONU denuncia difícil situación de


mujeres en Colombia por conflicto
El organismo internacional hizo un llamado al Estado para proteger sus derechos, en un
mensaje con motivo del Día Internacional de la mujer del próximo 8 de marzo.

"En Colombia el Gobierno ha registrado hasta ahora 1.600.000 mujeres desplazadas


forzosamente", precisó el documento, tras señalar que "muchas de ellas han huido para
evitar ser reclutadas por grupos armados al margen de la ley, o para evitar que sus hijos o
hijas lo sean". Además, indicó, "las mujeres enfrentan diariamente toda clase de violencias,
unas más explicitas, otras más sutiles: discriminación, agresiones físicas, violencia sexual,
psicológica y verbal, dependencia económica, exclusión, pobreza, entre otras". "Muchas
mujeres tienen dificultades para vivir una sexualidad libre, digna, placentera y segura.
Muchas de ellas no tienen acceso a la salud, y a servicios de planificación familiar efectivos
y de calidad, sobre todo las adolescentes y jóvenes. Cerca de 500 mujeres mueren al año
por causas evitables en su proceso de gestación o parto", agregó la ONU. El documento
destacó, así mismo, que en el último año varias agencias del Sistema de las Naciones
Unidas "han recibido también información sobre amenazas, ataques y hostigamientos
contra mujeres líderes", muchas de las cuales "han sufrido además desplazamiento
forzado". Por ello, el organismo llamó al Estado y a la sociedad en general para que proteja
"los derechos de las mujeres, y al rechazo de toda forma de discriminación y violencia
contra ellas". BOGOTA (AFP)

Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
5 de marzo de 2010
Autor
MUJERES: 70 DE LAS COLOMBIANAS
ES VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIAY EL
MALTRATO
En un país en donde la violación de los derechos humanos es un fenómeno que azota a gran
parte de la población con hechos tan arraigados como el homicidio, el secuestro y el
desplazamiento -todo esto enmarcado en una pobreza creciente- las mujeres y la niñez
constituyen las víctimas principales de la violencia. Ver gráficas (Víctimas de masacres y
Panorama de los derechos humanos en Colombia).

Estos hechos son de tal magnitud que Amnistía Internacional acaba de revelar un estudio de
60 páginas en el que refleja el grado de violencia contra la población femenina en
Colombia.

Según el informe, entre el 60 y el 70 por ciento de las mujeres colombianas han sido en
algún momento víctimas de distintas formas de violencia.

Los abusos sexuales constituyen la práctica más generalizada en medio de un conflicto que
devasta el país, señala la ONG, que critica a la vez al Gobierno colombiano por no tomar
las medidas adecuadas para poner fin a esa violencia y luchar contra la impunidad .

Se considera que en 40 años de conflicto interno, todos los grupos armados -desde los
grupos guerrilleros y los paramilitares hasta las fuerzas de seguridad- han abusado o
explotado sexualmente a las mujeres, tanto civiles como a sus propias combatientes,
tratando de controlar las esferas más íntimas de sus vidas .

A la violencia doméstica y aquella ejercida por la comunidad se suma la perpetrada por los
grupos armados que suelen ver a las mujeres como trofeos de guerra , sea para vengarse del
adversario o para utilizarlas como esclavas sexuales.

Las más expuestas son las afrocolombianas, las indígenas, las campesinas, las que habitan
en sectores urbano-marginales y las desplazadas en el interior de Colombia, recalca el
informe.

Amnistía Internacional denuncia como uno de los hechos más graves que los guerrilleros
abusen sexualmente de mujeres y niñas que han reclutado o secuestrado, las fuercen a
utilizar métodos anticonceptivos y a abortar en caso de embarazo.

La organización humanitaria señala en una sección de su informe que las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (Farc) han perseguido y matado por razones de orientación
sexual, han obligado a sus víctimas a someterse a pruebas para detectar el virus del sida y
han asesinado a seropositivos y a trabajadoras sexuales .
Para Amnistía Internacional, el que los casos de violencia sexual se investiguen dentro del
sistema de justicia militar, facilita el encubrimiento de casos y considera que la actual
política de seguridad democrática ha aumentado los peligros.

Así mismo, considera que el estado colombiano ha hecho muy pocos esfuerzos por poner
los servicios básicos y los procedimientos de urgencia al alcance de quienes sobreviven a la
violencia sexual , mientras que el tratamiento profiláctico ante un posible contagio de sida
es prácticamente inexistente .

Precisa que los principales proveedores de esos servicios son actualmente las
organizaciones no gubernamentales y privadas que trabajan con las víctimas de la violencia
en Colombia.

Aunque admite que algunas instancias del Gobierno impulsan programas contra la
violencia sexual, tales esfuerzos no forman parte de una política integral del Estado .

Frente a este diagnóstico, Amnistía Internacional pide al Gobierno del presidente Alvaro
Uribe que garantice que todos los miembros de las fuerzas de seguridad implicados en
violaciones de derechos humanos, solos o en complicidad con paramilitares, sean
suspendidos del servicio hasta que se determine su responsabilidad o inocencia.

Plantea también que se excluya el delito de violación de la jurisdicción de la justicia militar


y que se revoquen todas las medidas que agravan la impunidad en Colombia, como las que
otorgan facultades de policía judicial al ejército y amnistías de hecho a paramilitares.

En relación con los activistas de los derechos humanos, la organización internacional


reclama que se asegure que éstos puedan llevar a cabo su labor sin temor a represalias , y
para las víctimas de las violaciones pide protección de modo que puedan denunciar a los
responsables.

La organización reclama igualmente a los grupos guerrilleros que se comprometan a dejar


de reclutar menores de 18 años e instruir a sus combatientes para que no cometan ningún
tipo de violencia sexual, sea contra mujeres de sus filas, civiles o del bando enemigo.

*** Un fenómeno global En una reciente edición de su revista, Amnistía Internacional (AI)
hace el siguiente parangón, reduciendo el mundo a una aldea global de 1.000 personas para
medir la violencia contra las mujeres: Las cifras que utiliza AI se basan en estadísticas de la
ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales.

En esa aldea global de 1.000 personas 500 son mujeres, pero deberían ser 510, pero 10
nunca llegaron a nacer debido al aborto selectivo en función del sexo, o bien murieron en la
infancia debido al abandono , dice el informe de AI.
Dice, además, que 300 son mujeres asiáticas; 105 son analfabetas; 145 subsisten con menos
de un dólar por día; 167 reciben palizas o están expuestas a sufrir violencia de algún tipo
durante su vida; 100 mujeres sufren violación o intento de violación durante su vida .

El 49,7 por ciento de la población del mundo son mujeres (3.132, millones) frente a 3.169
millones de hombres. Faltan por lo menos 60 millones de niñas que era previsible que
estuvieran vivas en diversas poblaciones; y ello se debe al aborto selectivo en función del
sexo, o al cuidado deficiente que reciben al ser consideradas menos importantes que los
niños .

Publicación
eltiempo.com
Sección
Información general
Fecha de publicación
14 de octubre de 2004
Autor
Efe

La obra 'Mujeres en la guerra' se


presentará el 9 y 10 de octubre
El Teatro Mayor será el escenario del monólogo de la actriz Carlota Llano.

Esta mujer presenta las diferentes visiones de mujeres que han sufrido los conflictos bélicos
de Colombia. Son en total cuatro mujeres las que Llano representa durante el montaje: 'La
Chave' (paramilitar), Margarita (una guerrillera), Juana (desplazada) y Margot de Pizarro
(hija de militar, esposa de militar y madre de tres guerrilleros). Todas ellas le revelan a los
espectadores cómo la guerra ha marcado y ha definido sus vidas. La obra está basada en el
libro homónimo de la escritora Patricia Lara, quien decidió escribirlo después de haber
visitado San Vicente del Caguán, en donde se encontró con mujeres armadas y con madres
destrozadas por la ausencia de sus hijos. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Calle
170 No. 67-51. Teléfono 593 63 00.

Publicación
eltiempo.com
Sección
Cultura y entretenimiento
Fecha de publicación
8 de octubre de 2010
Autor
Herida que no cicatriza.

El rey en las zonas de conflicto donde se han denunciado casos de violencia sexual en
contra de mujeres es el terror. La primera carga que debe llevar una mujer que ha sido
víctima de este flagelo es el trauma físico y psicológico, en este último la severa depresión
puede conducir a la mujer a reprimir su actividad sexual con su pareja, como también la
afectiva.

De acuerdo con Jorge Duque Rojas, psicólogo de la Unidad de Atención y Orientación a


Población Desplazada (U.A.O.) la víctima de violencia sexual también puede llegar a tener
un comportamiento represivo con sus hijas en la educación sexual.

“La violación puede no dejar heridas visibles en la víctima. Sin embargo, su trauma, tanto
físico como psicológico, puede ser atroz y prolongarse en el tiempo”, señala de otro lado el
CICR.

Las víctimas del conflicto armado requieren de una atención médica urgente para curar sus
heridas y evitar infecciones sexualmente transmitibles. Las víctimas tienen garantías para
denunciar en Profamilia y el Caivas de la Fiscalía

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