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Id Cendoj: 28079370282007100123
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Madrid
Sección: 28
Nº de Recurso: 701/2006
Nº de Resolución: 168/2007
Procedimiento: Recurso de apelación
Ponente: RAFAEL SARAZA JIMENA
Tipo de Resolución: Sentencia

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 28

MADRID

SENTENCIA: 00168/2007

AUDIENCIA PROVINCIAL DE MADRID

Sección 28ª

Rollo de apelación nº 701/2006

Materia: Responsabilidad de administradores sociales

Órgano judicial de origen: Juzgado de Primera Instancia núm. 1 de Madrid

Autos de origen: Proceso núm. 573/2003

Parte recurrente: LUMPA, S.A.

Parte recurrida: S.A. DEPURACIÓN Y TRATAMIENTOS S.A., TRANSPORTES Y SUMINISTROS


AEROPORTUARIOS S.A.,

PROMOCIONES Y SERVICIOS INMOBILIARIOS GRECO S.A. (anteriormente denominada " GRUP


DE RESTAURACIÓ PER

A COL.LECTIVITATS GRECO, S.L."), HEMERETIK S.L., TIFERCA S.A., SACYR S.A.,


VALLEHERMOSO DIVISIÓN

PROMOCIÓN S.A.U.( Sociedad Absorbente de PROSACYR, S.A.), SCRINSER S.A., D. Agustín , D.


Carlos Antonio , D. Octavio , D. Fidel y D. Andrés .

SENTENCIA Nº 168/07

En Madrid, a 13 de septiembre de 2007.

La Sección Vigésimo Octava de la Audiencia Provincial de Madrid, especializada en materia


mercantil, integrada por los Ilustrísimos Señores Magistrados D. Enrique García García, D. Rafael Sarazá
Jimena y D. Alberto Arribas Hernández, ha visto el recurso de apelación, bajo el núm. de rollo 701/2006,
interpuesto contra la sentencia de fecha 26 de Julio de 2005 dictada en el proceso núm. 573/2003 seguido
ante el Juzgado de Primera Instancia núm. 1 de Madrid.

Han sido partes en el recurso, como apelante la parte demandante, LUMPA, S.A., representada por el
Procurador D. Miguel Angel Aparicio Urcia y defendida por el Letrado Dª María Teresa López López, siendo
apelada la parte demandada, S.A. DEPURACIÓN Y TRATAMIENTOS S.A., TRANSPORTES Y
SUMINISTROS AEROPORTUARIOS S.A., PROMOCIONES Y SERVICIOS INMOBILIARIOS GRECO S.A.

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(anteriormente denominada "GRUP DE RESTAURACIÓ PER A COL.LECTIVITATS GRECO, S.L."),


HEMERETIK S.L., TIFERCA S.A., SACYR S.A., VALLEHERMOSO DIVISIÓN PROMOCIÓN S.A.U.
(Sociedad absorbente de PROSACYR, S.A.), SCRINSER, S.A., D Agustín , D. Carlos Antonio , D. Octavio ,
D. Fidel y D. Andrés , representada por el Procurador Dª María José Bueno Ramírez y defendida por el
Letrado D. David Bara.

Es magistrado ponente D. Rafael Sarazá Jimena, que expresa el parecer de la Sala.

ANTECEDENTES D E H E C H O

PRIMERO.- Las actuaciones procesales se iniciaron mediante demanda presentada con fecha 6 de
mayo de 2003 por la representación de LUMPA, S.A. contra , S.A. DEPURACIÓN Y TRATAMIENTOS S.A.,
TRANSPORTES Y SUMINISTROS AEROPORTUARIOS S.A., PROMOCIONES Y SERVICIOS
INMOBILIARIOS GRECO S.A. (anteriormente denominada "GRUP DE RESTAURACIÓ PER A
COL.LECTIVITATS GRECO, S.L."), HEMERETIK S.L., TIFERCA S.A., SACYR S.A., VALLEHERMOSO
DIVISIÓN PROMOCIÓN S.A.U. (Sociedad absorbente de PROSACYR, S.A.), SCRINSER, S.A., D Agustín ,
D. Carlos Antonio , D. Octavio , D. Fidel y D. Andrés , en la que, tras exponer los hechos que estimaba de
interés y alegar los fundamentos jurídicos que consideraba que apoyaban su pretensión, suplicaba lo
siguiente:

"tenga por presentado este escrito con los documentos y copias que se acompañan, se sirva
admitirlo, conforme a lo dispuesto en el artículo 404 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , y tenerme por
personado y parte en la representación que ostento de la Mercantil LUMPA, S.A., y la formulada DEMANDA
de JUICIO ORDINARIO contra:

*Don Octavio , con domicilio en Madrid 28001 calle DIRECCION000 , número NUM000 .

*Don Fidel , N.I.F NUM001 con domicilio en Madrid 28006, calle DIRECCION001 , número NUM002
planta.

*Don Carlos Antonio con domicilio en Madrid 28045 calle PASEO000 número NUM003 , NUM004 .

*Don Agustín con domicilio en Madrid 28006, DIRECCION001 , NUM002 , NUM005 planta.

*Don Andrés , con domicilio en Barcelona 08021 Ronda DIRECCION002 , números NUM006

a fin de que se les de traslado de la misma, en su propio nombre y contra:

*TRANSPORTES Y SUMINISTROS AEROPORTUARIOS, S.A. en la persona de su Representante


Lega, con domicilio en Madrid, 28001, calle Ayala, número 42.

*SACYR, S.A. en la persona de su representada en la persona de su Representante Legal, con


domicilio en, Madrid 28006, DIRECCION001 número 17.

*PROSACYR, S.A. en la persona de su Representante Legal, con domicilio en Madrid 28006, calle
María de Molina 37.2ª planta.

*SCRINSER, S.A. en la persona de su Representante Legal, con domicilio en San Cugat del Valles
08190 (Barcelona), Cami de Can Calders, 22.

*SOCIEDAD ANONIMA DEPURACIÓN Y TRAMIENTOS, S.A. en la persona de su Representante


Legal, con domicilio en Murcia 30004, calle Platería, 6 2ºB - Edificio María Victoria

*GRUP DE RESTAURACIO PER O COL. LECTIVITAS GRECO, S.A. En la persona de su


Representante Legal, con domicilio en Barcelona 08005 calle Moll de Barcelona, S/N - Edificio World Trade
Center

*TIFERCA, S.A. en la persona de su Representante Legal, con domicilio en Barcelona 08005 calle
Moll de Barcelona, S/N- Edificio World Trade Center

*HEMERETIK STORE, S.L. en la persona de su Representante Legal con domicilio en Barcelona


08008, calle Mallorca 214, 4-2

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igualmente para que se les de traslado en la persona de sus Representantes Legales junto con los
documentos que se acompañan, conforme a lo dispuesto en los artículo 264 y ss. y conc. de la Ley de
Enjuiciamiento Civil , para que comparezcan y contesten dentro del plazo de la Ley y, previo los trámites
legales de JUICIO ORDINARIO, se dicte Sentencia estimando la demanda en todas sus partes, se condene
solidariamente a los demandados a pagar a mi representada la cantidad de 6.216.375,05 Euros de principal,
más los intereses legales correspondientes, con expresa imposición de costas de este procedimiento a la
demandada, por temeridad."

SEGUNDO.- Tras seguirse el juicio por sus trámites correspondientes el Juzgado de Primera
Instancia núm. 1 de Madrid dictó sentencia, con fecha 26 de Julio de 2005 , cuyo fallo era el siguiente:
"Estimo la demanda interpuesta por la Procuradora Sra. APARICIO, en nombre y representación de
LUMPA, S.A., contra D. Octavio , Fidel , Carlos Antonio , Agustín , Andrés , TRANSPORTES Y
SUMINISTROS AEROPORTUARIOS, S.A., SACYR, S.A., PROSACYR, S.A., SCRINSER, S.A., S.A. DE
DEPURACIÓN Y TRATAMIENTOS, S.A., GRUP DE RESTAURACIO PER A COLLECTIVISTAS GRECO,
S.A., TIFERCA, S.A., HEMERETIK STORE, S.L., y absolviendo libremente a los demandados de los
pedimentos contra ellos aducidos y con expresa condena en costas."

TERCERO.- Publicada y notificada dicha resolución a las partes litigantes, por la representación de
LUMPA, S.A. se interpuso recurso de apelación que, admitido por el mencionado juzgado y tramitado en
legal forma ha dado lugar a la formación del presente rollo ante esta sección de la Audiencia Provincial de
Madrid, que se ha seguido con arreglo a los trámites de los de su clase.

CUARTO.- En la tramitación del presente recurso se han observado las prescripciones legales.

FUNDAMENTOS D E D E R E C H O

PRIMERO.- La entidad actora ejercitó contra los demandados acción individual de exigencia de
responsabilidad civil en su calidad de administradores de la sociedad "BARAJAS TERCER MILENIO, S.A.",
en base al art. 135 en relación a los arts. 133 y 127, todos ellos de la Ley de Sociedades Anónimas . La
sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia desestimó plenamente la demanda, y contra la
misma se alza la actora, hoy apelante, en el recurso que es objeto de esta sentencia de apelación.

SEGUNDO.- La imputación de falta de exhaustividad y defectuosa motivación que se hace en el


recurso a la sentencia apelada carece de base. La considerable extensión de una demanda no implica,
como parece pretender la recurrente, que la sentencia haya de tener una extensión proporcional. Uno de los
aspectos esenciales de la inteligencia humana consiste en saber diferenciar lo fundamental de lo accesorio,
y eso ha hecho la sentencia apelada, yendo a las cuestiones realmente relevantes y resolviéndolas de una
manera escueta pero acertada. Ello queda corroborado por el hecho de que el recurso se centre (aunque, al
igual que la demanda, de un modo extenso) en las cuestiones en las que la sentencia ha centrado la
cuestión litigiosa, sin introducir ninguna cuestión sustancial que hubiera quedado fuera de la argumentación
de la sentencia recurrida.

Como afirma la Sentencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo de 3 de febrero de 2005 ,

"Es reiterada la doctrina del Tribunal Constitucional (sentencias 187/2000, de 10 de julio y 214/2000,
de 18 de septiembre ) y la jurisprudencia de esta Sala (sentencias de 2 de noviembre de 2001, 1 de febrero
de 2002, 8 de julio de 2002 ) que conceptúan la motivación como la respuesta razonada a la pretensión de
la parte, sin necesidad de contestar a cada uno de los argumentos ni de dar una desmesurada extensión a
la ratio decisoria. Basta la argumentación que justifique la decisión y esto, sobradamente, lo han hecho las
sentencias de instancia".

No existe, pues, una exigencia de "correspondencia argumentativa", en palabras de la recurrente,


entre los escritos rectores del litigio y la sentencia en los términos cuantitativos pretendidos en el recurso, y
la sentencia puede ignorar aquellos argumentos inconsistentes o irrelevantes esgrimidos por las partes.

Tampoco constituye un defecto de motivación la falta de resumen de los hechos objeto de debate en
los antecedentes de hecho. En estos hay que aludir a los diversos hitos del procedimiento, pero el deber de
motivar afecta a los fundamentos de derecho, no a los antecedentes de hecho, y la motivación relativa a los
hechos que constituyen el objeto del debate procesal han de contenerse en dichos fundamentos de
derecho, lo que hace la sentencia recurrida.

Tampoco se comparte la pretensión de que la sentencia debería contener, en su fundamentación

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jurídica, una declaración de hechos probados, por cuanto que es reiterada la jurisprudencia que declara que
la exigencia del art. 248.3 de Ley Orgánica del Poder Judicial de que las sentencia expresen, en párrafo
separado y numerado, los "hechos probados", no puede entenderse referida a las sentencias del orden
jurisdiccional civil, resaltando que tal exigencia va precedida del inciso "en su caso". En los procesos civiles
no son importantes solamente los hechos probados, sino también aquellos que no lo han sido o que lo han
sido defectuosamente, lo que ha de provocar el juego de los principios de la carga de la prueba (art. 217 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil ), y asimismo los que han sido admitidos por las partes y, por tanto, no
necesitan prueba. Por tanto, es en exceso simplista la pretensión de que también las sentencias civiles han
de contener una declaración de hechos probados. En todo caso, la sentencia apelada precisa
suficientemente qué hechos considera probados, con referencia a los documentos en los que basa tan
consideración, y qué hechos alegados por la actora considera que no han quedado acreditados.

Por último, no se admite tampoco la imputación de falta de valoración de cada una de las pruebas
aportadas por la actora. En primer lugar, como recuerda la STC 138/1991, de 20 de junio

"la Constitución no garantiza que cada una de las pruebas practicadas haya de ser objeto en la
Sentencia de un análisis individualizado y explícito, sino que, antes bien, es constitucionalmente posible una
valoración conjunta de las pruebas practicadas".

En segundo lugar, la sentencia apelada, junto con esa valoración conjunta de la prueba, hace
expresa referencia a aquellas que considera más relevantes, en especial determinados documentos, en
relación con los distintos extremos de la argumentación judicial.

TERCERO.- La imputación de errónea apreciación de la prueba e infracción de las normas legales


reguladoras de los distintos medios de prueba carece también de base.

Llama la atención que en un motivo de impugnación con tal título, la recurrente haga una extensa
reproducción de alegaciones de su demanda. En definitiva, la recurrente considera que existe tal infracción
por el hecho de que la juez "a quo" no haya estimado sus argumentaciones (lo cual poco tiene que ver con
la cuestión probatoria a que hace referencia la recurrente en el enunciado del motivo de recurso), y
pretende sustituir la argumentación de la Juez "a quo", que se revela como racional y que en todo caso es
imparcial, por la suya interesada. Pretende que "no se puede ignorar la naturaleza de las cosas" para sentar
como tal "naturaleza" cuestiones que en absoluto se revelan como evidentes y que en el concreto caso de
autos no sólo no son evidentes sino que resultan desvirtuadas por distintos elementos probatorios obrantes
en autos.

CUARTO.- Entrando en lo que propiamente constituyen motivos de fondo, que se enuncian


principalmente en el motivo de recurso titulado como "vulneración por inaplicación de los preceptos de la
Ley de Sociedades Anónimas reguladores de la responsabilidad de los administradores", pero a los que
también se hace referencia en los anteriores motivos de apelación, la Sala coincide con la Juez "a quo" en
la no concurrencia de los requisitos precisos para que pueda estimarse responsabilidad en los
administradores demandados.

En primer lugar, falta un requisito necesario para el éxito de la acción individual, como es el daño
directo en el patrimonio del demandante, socio o tercero. La actora alega como tal quebranto patrimonial la
pérdida de ingresos derivados del negocio hotelero consistente en la explotación del hotel que debía
construirse en el centro de servicios cuya construcción y explotación constituía el objeto social de BARAJAS
TERCER MILENIO, S.A. como consecuencia del acuerdo adoptado por el consejo de administración de 24
de enero de 2002 para dejar sin efecto la adjudicación de la concesión de terreno de dominio público
aeroportuario para la construcción y explotación del centro de servicios al pasajero en el aeropuerto
Madrid-Barajas otorgada por AENA. Manifiesta que pese a que la que la actora constituyó, junto con los
demás licitadores que obtuvieron conjuntamente la adjudicación del citado centro de servicios, la sociedad
BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. cuyo objeto social era la realización de las actividades derivadas de la
concesión administrativa (hotelera, de oficinas, comercial y de estacionamiento), por venir así exigido en el
pliego de condiciones de la concesión, en realidad quien iba a explotar el hotel de dicho centro era
exclusivamente la actora LUMPA, S.A., accionista de BARAJAS TERCER MILENIO, S.A., dado que era el
único socio de dicha entidad cuyo objeto social era la actividad hotelera y existía un acuerdo entre las
sociedades que habían constituido BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. para desarrollar cada una de ellas
un área específica de las actividades objeto de la concesión. Y critica agriamente la conclusión en contrario
a la que llega la sentencia apelada, manifestando que "desconocer ahora estos hechos y escudarse en
meros formulismos aparentes es ir contra la naturaleza de las cosas".

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La tesis de la actora, hoy recurrente, carece de base probatoria. No existe prueba alguna del
supuesto acuerdo entre los socios integrantes de BARAJAS TERCER MILENIO por el que se habrían
repartido las distintas actividades del centro de servicios objeto de la adjudicación de la concesión de modo
que cada uno explotara en exclusiva tales actividades haciendo suyos directamente los beneficios
obtenidos. Un acuerdo de ese tipo, por el que las diversas actividades constitutivas del objeto social no
serían realizadas por la sociedad en sí, sino por los socios separadamente, quienes harían suyos los
beneficios obtenidos, pugna con la naturaleza propia de una sociedad mercantil, aunque la constitución de
la misma viniera impuesta por los términos del pliego de condiciones del concurso.

La existencia de tal acuerdo en relación al negocio hotelero choca además en el caso de autos con
un obstáculo específico: los términos del pliego del concurso de adjudicación de la concesión impedían que
las actividades propias de la concesión que no fueran la explotación del hotel (centro comercial, oficinas y
estacionamiento) fuera realizada por alguien distinto de la sociedad concesionaria en sí, por lo que no podía
existir un acuerdo por el que los demás socios se ocuparan de la explotación del negocio que cada uno de
ellos conocía. Y, en cuanto a la explotación del hotel integrado en el centro de servicios, los términos de la
concesión favorecían se hiciera directamente por la sociedad concesionaria o bien por un tercero ajeno a la
citada sociedad, pues en este segundo supuesto la negativa de AENA a la contratación de la actividad
hotelera con un tercero (puesto que la contratación con un tercero de la actividad hotelera requería en todo
caso la aprobación previa de AENA) había de ser fundamentada. Pero en el caso de que se pretendiera por
BARAJAS TERCER MILENIO contratar la explotación del negocio hotelero con un tercero consistente en
una empresa vinculada con la adjudicataria (como claramente es el caso de LUMPA, S.A., socia de la
adjudicataria), AENA podría negarse discrecionalmente a no ser que dicha contratación y sus términos
económicos se hubieran recogido previamente en la oferta seleccionada, lo que no había sucedido en el
caso de autos (f. 198 del tomo II). Es más, consta en la documentación obrante en autos (docs. 16 a 22 de
la demanda, f. 188 y siguientes del tomo I) que las únicas ofertas realizadas a BARAJAS TERCER MILENIO
para hacerse cargo del negocio hotelero procedían de empresas de hostelería ajenas al accionariado.

La actora, en su recurso, alega que esos documentos no prueban "de manera definitiva" que fueran
esas terceras empresas las que fueran a explotar el negocio hotelero. Lo que es evidente, a la vista de lo
expuesto, es que no existe prueba, ni definitiva ni indiciaria, de que tal explotación fuera a realizarse por la
actora, ausencia de prueba de un hecho constitutivo de su pretensión que, conforme al art. 217.2 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil , ha de perjudicarle.

Por lo expuesto, falta la base fundamental en la que la actora basa la existencia de un quebranto
directo a su patrimonio. Parece lógico que la participación de la hoy actora en el accionariado de BARAJAS
TERCER MILENIO estuviera justificada por su dedicación al negocio hotelero y por la existencia de una
actividad hotelera entre las integrantes del centro de servicios objeto de la adjudicación, pero ello no tiene
por qué significar que la explotación de tal negocio hotelero fuera a llevarse a cabo directamente por la
actora de tal modo que hiciera suyos los beneficios que se obtuvieran en tal actividad, y de hecho las
pruebas obrantes en autos desvirtúan que ello fuera a tener lugar como afirma la actora en su demanda.

La alegación que ahora se introduce en el recurso de que el modo de gestión es una cuestión
secundaria, puesto que en todo caso el acuerdo adoptado por los administradores demandados, haciendo
inviable la continuación del negocio, produce un perjuicio patrimonial para la actora, no puede acogerse, no
sólo porque supone una modificación de los términos en que fue planteado el litigio en primera instancia,
sino también porque en tal caso el perjuicio patrimonial derivado de la renuncia a la concesión se habría
producido de modo directo para la sociedad, y sólo indirectamente para la actora, en cuanto socia, por lo
que carecería de legitimación para ejercitar la acción individual del art. 135 de la Ley de Sociedades
Anónimas , procedente únicamente para el caso de "actos de los administradores que lesionen
directamente los intereses de aquéllos [socios y terceros]", siendo la única procedente la acción social del
art. 134 de la Ley de Sociedades Anónimas , que no es la ejercitada en la demanda.

QUINTO.- No sólo falta el requisito del daño patrimonial directo para la actora, sino también el de la
antijuridicidad de la conducta de los administradores. La responsabilidad de éstos nace no de cualquier
acción u omisión que cause un daño a la sociedad o a socios o terceros, sino de aquellos en que concurra
la nota de antijuridicidad consistente en ser contrarios a la ley, a los estatutos o haber sido realizados
incumpliendo los deberes inherentes al desempeño del cargo, entre los que se encuentran los de
desempeñar el cargo con la diligencia de un ordenado empresario y de un representante leal.

La recurrente no alega en su recurso con la debida claridad cuál sería la antijuridicidad en la que
habría incurrido la conducta de los demandados, haciéndose genéricas referencias a "incumplimientos" de
los administradores o al carácter "contra natura" del acuerdo del consejo de administración de 24 de enero

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de 2002. Es más, aunque de un modo no del todo preciso parece imputar a los demandados una cierta
negligencia en la gestión social y una cierta deslealtad en la representación de la sociedad, también
pretende sostener la procedencia de la exigencia de responsabilidad a los administradores sociales en lo
que califica como una "cierta objetivización de la responsabilidad" de tales administradores (f. 95 del tomo
III), de tal modo que la supuesta producción de un daño patrimonial a la actora como consecuencia de la
actuación de los administradores daría lugar en todo caso a la responsabilidad de éstos.

La tesis no se admite, puesto que si bien en el caso de la responsabilidad del art. 262.5 de la Ley de
Sociedades Anónimas la jurisprudencia ha admitido el carácter objetivo o cuasi-objetivo de tal
responsabilidad (por todas, Sentencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo de 5 de octubre de 2006 , con cita
de otras anteriores), en el caso de la de los arts. 133 a 135 de la Ley de Sociedades Anónimas se ha
exigido siempre el elemento antijurídico y culpable porque así lo exige el primer párrafo del art. 133 de la
Ley de Sociedades Anónimas , de modo que los actos u omisiones de los administradores sociales que dan
lugar a la responsabilidad han de ser contrarios a la ley o a los estatutos o realizados incumpliendo los
deberes inherentes al desempeño del cargo, y no basta con la mera causación de un quebranto patrimonial
a la sociedad o a terceros, que constituye un riesgo inherente a la actividad empresarial.

SEXTO.- Por otra parte, no se observa negligencia ni deslealtad alguna en la actuación de los
administradores demandados. Los mismos adoptaron el acuerdo reputado por la recurrente como
determinante de su responsabilidad habiéndose informado adecuadamente, pues habían solicitado la
elaboración de diversos informes y la realización de revisiones del plan de negocio inicialmente previsto a la
vista de las nuevas circunstancias concurrentes (fundamentalmente, construcción de una nueva terminal en
el aeropuerto de Barajas que restaría pasajeros a las otras terminales en cuyas inmediaciones se ubicaría el
centro de servicios objeto de la concesión, y secundariamente, la disminución del tráfico aéreo
consecuencia de los atentados del 11-S y la posibilidad, publicada en la prensa, del traslado del aeropuerto
a otra ubicación distinta), sin hacer dejación alguna de sus obligaciones de gestión, hasta el punto de que el
consejo de administración se reunió con frecuencia y se respetaron los cauces y modos de funcionamiento
propios de las sociedades mercantiles, informando a los diversos componentes del consejo de
administración y sometiendo las principales decisiones a la junta de accionistas, sin que se hubiera
producido ocultación alguna a los consejeros y accionistas, concretamente a la actora.

Es evidente que la decisión empresarial adoptada es discutible, como toda decisión de esta
naturaleza, puesto que la administración y dirección de empresas no es una ciencia exacta, y más aún
cuando, pasado cierto tiempo, es posible ahora conocer las consecuencias de la decisión empresarial
adoptada por el órgano de administración, mientras que en el momento en que los administradores
adoptaron el acuerdo esto no era posible, teniendo además los administradores un margen de tiempo
limitado para adoptar la decisión empresarial. Pero la prueba obrante en autos muestra que se trató de un
acuerdo, el de concertar un acuerdo transaccional con AENA para dejar sin efecto la adjudicación de la
concesión de terreno de dominio público aeroportuario para la construcción y explotación del centro de
servicios al pasajero, adoptado tras el acopio y análisis de información rigurosa, a la vista de circunstancias
que generaban serias dudas sobre la rentabilidad del negocio a acometer, con criterios de racionalidad y
encaminado a la protección del interés social. La obligación de administrar que concierne a los
administradores sociales es una obligación de medios, por lo que no puede determinarse su incumplimiento
o cumplimiento defectuoso en función de los resultados.

Lo que pretende la actora es sustituir este criterio de racionalidad (discutible, como todos) por el suyo
propio, encaminado además no a la defensa del interés social, sino a la de su particular interés
supuestamente referido a un solo aspecto de la actividad que constituía el objeto social, el negocio hotelero,
pese a que la continuación de la actividad social en su conjunto para lograr explotar este negocio era
dudosamente rentable y podía perjudicar lo que globalmente constituía el interés social, que excedía en
mucho de lo que estrictamente constituía el negocio hotelero, dado el carácter variado de las actividades a
desarrollar en el centro de servicios objeto de la adjudicación para cuya explotación se constituyó la
sociedad BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. Olvida la actora que los administradores sociales estaban
obligados a la defensa del interés social, no a la defensa de los concretos intereses que pudieron llevar a la
actora a integrarse en la sociedad BARAJAS TERCER MILENIO, S.A., como parece desprenderse de la
insistencia de la recurrente en centrar su reclamación exclusivamente en lo relativo a la actividad hotelera,
no al resto de las que constituían el objeto social de la sociedad, afirmando por ejemplo que no reclama por
otros perjuicios causados por el acuerdo, sino que "se limita a reclamar los que se derivan de un área de
actividad que domina, por la que participó en el concurso, por la que fue incluso aceptada por el resto de
empresas" (f. 84 del tomo III). La actora aceptó tomar parte en un concurso entre cuyas condiciones se
encontraba la de que los licitadores seleccionados deberían constituir una sociedad mercantil cuyo objeto
social exclusivo fuera la realización de las actividades derivadas de la concesión administrativa, de

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naturaleza muy variada (estacionamiento público, zona comercial, oficinas, hotel), sociedad que tendría la
consideración de entidad concesionaria. Al integrarse como accionista de una sociedad mercantil, quedaba
supeditada a las decisiones que adoptaran los órganos sociales (consejo de administración y junta de
accionistas), regidas por la defensa de un interés social que ya no era el interés exclusivo de LUMPA, S.A. y
ya no estaba referido solamente al desarrollo de la actividad hotelera, sino de todas las que constituían el
objeto de la concesión, con lo que existía el riesgo de que las decisiones que se adoptaran por esos
órganos societarios no coincidieran con los concretos intereses de LUMPA, S.A. referidos a la actividad
hotelera.

Respecto a la existencia de intereses de los administradores (o de las empresas a las que


pertenecen) contrapuestos con los intereses de la sociedad BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. como
determinante de la adopción del citado acuerdo, lo que habría supuesto una infracción del deber de lealtad,
no sólo no se ha probado que la adopción del acuerdo tuviera tal motivación, a la vista de la ya comentada
racionalidad del acuerdo adoptado, sino que ni siquiera se ha probado la existencia de tales intereses
contrapuestos. Podría entenderse que la decisión de construir una nueva terminal, la T4, que restara
pasajeros a la T2, en cuyas inmediaciones debía ubicarse el centro de servicios a los pasajeros objeto de la
concesión, fuera contraria a los intereses de BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. Pero esa decisión no fue
adoptada por los administradores demandados, sino por la administración aeroportuaria. Una vez adoptada
tal decisión, que alguna de las empresas en las que participan los demandados participara en tales obras no
es contrario a los intereses de BARAJAS TERCER MILENIO, S.A. Además, no se observa que los
demandados pretendieran obtener de AENA un trato más favorable en otros asuntos cediendo
injustificadamente en el acuerdo transaccional alcanzado respecto de la renuncia a la adjudicación, puesto
que existieron negociaciones prolongadas y se consiguió la devolución de los avales prestados. No existe
prueba alguna de que los demandados o las empresas para las que trabajan hayan obtenido trato de favor
alguno como consecuencia de su actuación como administradores de BARAJAS TERCER MILENIO, S.A.
en este asunto. Las alegaciones de la recurrente sobre que si se hubiera seguido con la adjudicación se
habría conseguido de AENA una compensación económica carecen de fundamento razonable, porque no
se entiende por qué AENA iba a tener interés en resolver el contrato o rescatar el servicio, ni cuáles serían
tales circunstancias sobrevenidas (el anuncio de licitación de la nueva terminal se hizo antes de que
venciera el plazo para ofertar la adjudicación del centro de servicios objeto de la actividad de BARAJAS
TERCER MILENIO, S.A.). La compensación a obtener por las modificaciones acaecidas tras la
adjudicación, a que hace referencia el informe del Sr. Ariño (f. 369 y siguientes del tomo II), se muestra
como meramente hipotética, con el handicap que supone el hecho de que la convocatoria del concurso para
la construcción de la nueva terminal se hizo pública algunos días antes de la finalización del plazo para la
presentación de ofertas en el concurso del centro de servicios adjudicado a BARAJAS TERCER MILENIO,
S.A. Además, la decisión de no entrar en litigios de resultado incierto, y en todo caso de larga duración, ha
de considerarse razonable desde el punto de vista empresarial, sin que proceda la sustitución de este
criterio por el personal del demandante o del juzgador a la hora de decidir sobre la responsabilidad de los
administradores, y sí solamente la valoración de la racionalidad del mismo y del cumplimiento de los
deberes de diligente administración y representación leal.

En definitiva, aunque la recurrente afirma en su recurso (f. 77 del tomo III), como crítica a la sentencia
judicial recurrida, que "la existencia de intereses contrapuestos. requiere estudio detenido y profundo", tal
estudio brilla por su ausencia en el escrito de recurso, que se limita a arrojar sombras de duda sobre la
honestidad de la conducta de los administradores, pero sin precisar ni probar la naturaleza de la pretendida
contradicción de intereses y cómo la misma habría determinado la actuación de los administradores.

Por lo expuesto, la sentencia ha de ser plenamente confirmada y el recurso desestimado.

SÉPTIMO.- Las costas derivadas de esta alzada deben ser impuestas a la parte apelante al resultar
desestimadas todas las pretensiones de su recurso, tal como se prevé en el núm. 1 del artículo 398 en
relación al 394, ambos de la Ley de Enjuiciamiento Civil .

Vistos los preceptos citados y demás concordantes de general y pertinente aplicación al caso.

FALLO

En atención a lo expuesto, la Sala acuerda:

1.- Desestimamos el recurso de apelación interpuesto por la representación de LUMPA, S.A. contra la
sentencia dictada el 26 de Julio de 2005 por el Juzgado de Primera Instancia núm. 1 de Madrid, en el
procedimiento núm. 573/2003 del que este rollo dimana.

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2.- Confirmamos íntegramente la resolución recurrida.

3.- Imponemos a la apelante las costas derivadas de su recurso.

Así, por esta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos los Ilustrísimos Señores
Magistrados integrantes de este Tribunal.

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