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Hígado
El cerebro tiene una necesidad obligada por glucosa y es responsable del 50% de la
utilización de glucosa bajo condiciones basales o en ayuno. Esta demanda de glucosa es
cubierta primariamente por producción de glucosa en el hígado y en menor grado en los
riñones. Luego de un ayuno nocturno, el hígado de individuos no diabéticos produce
glucosa en una tasa de unos 2 mg/Kg por minuto. En los individuos con diabetes tipo 2, la
tasa de HGP basal es incrementada, promediando unos 2.5 mg/Kg por minuto. En una
persona normal de 80 Kg de peso, esto cuenta a la adición de unos 25-30 g extra de glucosa
a la circulación sistémica cada noche.
En un experimento se muestra que los sujetos de control se agrupan con una concentración
plasmática de glucosa en ayuno de 85-90 mg/dl, y su tasa de HGP promedia unos 2 mg/Kg
por minuto. En los sujetos diabéticos tipo 2, como la tasa de HGP basal se elevan también
lo hace la concentración plasmática de glucosa en ayuno, y estas 2 variables están
fuertemente correlacionadas con un valor R de 0.847 (P < 0.001). Esta sobreproducción de
glucosa por el hígado ocurre en la presencia de niveles de insulina plasmática en ayuno que
están incrementados 2.5-3 veces, indicando resistencia severa al efecto supresor de insulina
en HGP. Observaciones similares se han hecho en otros estudios.
Músculo
Para que trabaje la insulina, debe primero unirse y luego activar el receptor de insulina
mediante fosforilación de residuos clave de tirosina en la cadena ȕ. Esto resulta en la
translocación del substrato receptor de insulina 1 (IRS-1) a la membrana plasmática, en
donde interactúa con el receptor de insulina y también experimenta fosforilación de
tirosina. Esto lleva a la activación de PI-3-quinasa y Akt, resultando en el transporte de
glucosa hacia el interior de la célula, activación de la óxido nítrico-sintetasa con
vasodilatación arterial y estimulación de múltiples procesos metabólicos intracelulares.
El cuarto factor
La última década nos ha enseñado que el adipocito también juega un papel pivote en la
patogénesis de la diabetes tipo 2. Colectivamente, el adipocito y sus 3 amigos ± músculo,
hígado y célula ȕ- comprenden un cuarteto que no es bueno para el paciente diabético.
Evidencia considerable implica al metabolismo fuera de rango del adipocito y la topografía
grasa alterada en la patogénesis de la intolerancia a la glucosa en la diabetes tipo 2: 1) las
células grasas son resistentes al efecto antilipolítico de la insulina, llevando a la elevación
de todo el día en la concentración plasmática de FFA; 2) los niveles crónicamente elevados
de FFA en plasma estimulan la gluconeogénesis, inducen la resistencia a la insulina en
hígado y músculo y deterioran la secreción de insulina (estas alteraciones inducidas por
FFA se identifican como lipotoxicidad); 3) las células grasas disfuncionales producen
cantidades excesivas de adipocitocinas inductoras de resistencia a la insulian, inflamatorias
y provocadoras de ateroesclerosis, y dejan de secretar cantidades normales de
adipocitocinas sensibilizadoras a la insulina como la adiponectina; 4) las células grasas
agrandadas son resistentes a la insulina y tienen capacidad disminuida para almacenar
grasa.
Cuando la capacidad de almacenamiento del adipocito es excedida, los lípidos rebosan
hacia el músculo, hígado y células ȕ, causando resistencia a la insulina en músculo e hígado
y deterioro en la secreción de insulina. Los lípidos pueden también rebosar hacia las células
lisas vasculares de las arterias, llevando a la aceleración de la ateroesclerosis.
Después de que los ácidos grasos entran a la célula, pueden ser convertidos en triglicéridos,
los cuales son inertes, o en metabolitos lípidos tóxicos como acil-CoAs grasos,
diacilglicerol y ceramida. Utilizando espectroscopia por resonancia magnética, se ha
cuantificado el contenido intramiocelular de triglicéridos en sujetos saludables con
tolerancia normal a la glucosa y en sujetos diabéticos tipo 2, demostrando que el contenido
lípido en el músculo es significativamente incrementado en el grupo diabético. Los acil-
CoA grasos, los cuales son conocidos por inhibir la señalización de insulina, también son
incrementados significativamente en el músculo de sujetos diabéticos. Estos fueron tratados
con pioglitazona, la cual incrementa la expresión del coactivador activado por proliferador
de peroxisoma gamma 1 (PGC-1, por sus siglas en inglés). PGC-1 es el regulador maestro
de la biogénesis mitocondrial y aumenta la expresión de múltiples genes involucrados en la
fosforilación oxidante mitocondrial. La pioglitazona redujo las concentraciones
intramiocelulares de lípidos y acil-CoA grasos, y el decremento en el contenido de acil-
CoA grasos estuvo estrechamente relacionado a la mejora en la disposición muscular de
glucosa estimulada por insulina. Cuando se reduce el contenido intramiocelular de acil-
CoA grasos con acipimox, un potente inhibidor de lipolisis, se nota una mejora similar en la
disposición de glucosa mediada por insulina.
El quinto factor
Para examinar esta cuestión más directamente, sujetos diabéticos tipo 2 recibieron una
prueba de tolerancia a una comida por 6 horas, con la técnica de doble marcador (1 glucosa
14
C oralmente y 3 glucosa 3H intravenosa) antes y después de 2 semanas de tratamiento con
exenatide, que no fue administrado el día del estudio. La carga de glucosa ingerida fue
etiquetada con acetaminofén para seguir el vaciado gástrico. Exenatide redujo
significativamente tanto los niveles plasmáticos de glucosa en ayuno y postprandial luego
de la ingestión de la comida, comparado con el estudio de línea base realizado antes del
exenatide. El incremento en la tasa secretora de insulina dividido por el incremento en la
concentración de glucosa en plasma se incrementó más de2 veces, demostrando un potente
efecto estimulador de exenatide en la función de la célula ȕ.
El sexto factor
El séptimo factor
Los riñones filtran unos 162 g ([tasa de filtración glomerular = 180 l/d] x [glucosa
plasmática en ayuno = 900 mg/l]) de glucosa cada día. Noventa por ciento de la glucosa
filtrada es reabsorbida por la alta capacidad del transportador SGLT2 en el segmento
enrollado del túbulo proximal, y el remanente 10% de la glucosa filtrada es reabsorbido por
el transportador SGLT1 en el segmento recto del túbulo proximal descendente. Como
resultado, no aparece glucosa en la orina.
Estas observaciones tienen importantes implicaciones clínicas. Por lo tanto, una respuesta
adaptadora por el riñón para conservar glucosa, lo cual es esencial para cubrir las demandas
energéticas del cuerpo, especialmente el cerebro y otros tejidos neurales (que tienen una
necesidad obligada de glucosa), de vuelve desadaptada en el paciente diabético. En lugar de
arrojar la glucosa en la orina para corregir la hiperglicemia, el riñón elige retenerla. Aún
peor, la habilidad del riñón diabético para reabsorber glucosa parece ser aumentada por un
incremento absoluto en la capacidad reabsorbedora renal para glucosa.
El octavo factor
Varios grupos han intentado estudiar el tema de la regulación deteriorada del apetito por la
insulina en los sujetos obesos utilizando la imagen por resonancia magnética funcional para
examinar la respuesta cerebral a una carga de glucosa ingerida. Luego de la ingestión de
glucosa, 2 áreas hipotalámicas con inhibición consistente fueron identificadas: el
hipotálamo posterior inferior, el cual contiene los núcleos ventromediales, y el hipotálamo
posterior superior, el cual contiene los núcleos paraventriculares. En ambas áreas
hipotalámicas, que son centros clave para la regulación del apetito, la magnitud de la
respuesta inhibidora luego de la ingestión de glucosa fue reducida en los sujetos obesos,
resistentes a la insulina, con tolerancia normal a la glucosa, y hubo un retraso en al tiempo
tomado para alcanzar la máxima respuesta inhibidora, aun cuando la respuesta plasmática
de insulian estuvo marcadamente incrementada en el grupo obeso.
·
El receptor de la insulina es una glicoproteína transmembranal que pertenece a la
familia de los receptores tirosina quinasa (García, 1998; Hubbard and Till , 2000),
el cual es homólogo al receptor del Factor de Crecimiento Insulinoide tipo 1 (Shepherd
, 1998). Este receptor está constituido por dos subunidades (Ş y ş) ricas en
cisteínas que se combinan para formar un heterodímero unido por puentes disulfuro
(Freychet, 1990; Shepherd , 1998) (Figura 1). La subunidad Ş es exclusivamente
extracelular y contiene el sitio de unión con la insulina, mientras que la subunidad ş
contiene una secuencia transmembranal y posee elementos de tirosina quinasa en su
dominio citoplasmático (Freychet, 1990).
p
En general, los receptores tirosina quinasa se caracterizan por catalizar la transferencia
de un grupo fosfato proveniente del ATP a sus residuos de tirosina, autofosforilándose y
activando, con ello, su acción quinasa (García, 1998; Hubbard and Till, 2000). El
receptor activado puede fosforilar diversos sustratos intracelulares, principalmente los
denominados substratos receptores de insulina (IRS, insulin receptor substrate)
desencadenando, de esta manera, una variedad de cascadas de señales intracelulares
corriente abajo (Hubbard and Till, 2000; Su , 2006). Aunque se han identifi cado
cuatro variantes, el IRS-1 y el IRS-2 han sido los más estudiados, conociéndose que
median los efectos ´trófi cosµ y ´metabólicosµ de la insulina, respectivamente (Mendivil
, 2005). Los IRS son proteínas adaptadoras y, por lo mismo, no poseen actividad
catalítica, pero son fosforilados en residuos de tirosina por el receptor de insulina
(Hubbard and Till, 2000; Su , 2006). Una vez fosforilados, en los IRS se crean sitios
de reconocimiento a los que se ligan efectores que tengan dominios SH2 o fosfotirosina
(García, 1998, Su , 2006). Entre estos efectores están las proteínas p85, que son
unidades reguladoras de la fosfatidilinositol 3 cinasa (PI3K), permitiendo, de esta
manera, la activación de la subunidad catalítica p110 de la PI3K (Shepherd, 2005), la
cual es la enzima de la cascada de señalización de insulina más extensamente estudiada
(Mendivil and Sierra, 2005) (Figura 1).
La subunidad p110 desinhibida fosforila varios fosfolípidos de membrana, principalmente
el fosfatidilinositol 4,5 bifosfato (PI 4,5P) para generar fosfatidilinositol trifosfato (PIP3).
El PIP3 es el encargado de fi jar a la membrana y activar a PDK1 y Akt, dos enzimas
quinasas que median la mayoría de los efectos metabólicos de la insulina (Mendivil and
Sierra, 2005). Akt, a su vez, fosforila a VAMP y a otras proteínas de fusión presentes en
las vesículas de almacenamiento de los GLUT-4, ocasionando la traslocación de los
GLUT-4 a la membrana y por tanto la captación de glucosa (Van Dam , 2005)
(Figura 1).
La regulación de la síntesis de proteínas por la insulina también esta mediada por la ruta
del PI3K quien activa la proteína quinasa B (PKB) encargada, a su vez, de fosforilar el
complejo TSC1 (tuberous sclerosis complex 1) ² TSC2 con lo que permite que mTOR
(mammalian target of rapamycin) active los procesos de traducción y elongación de la
cadena peptídica (Proud, 2006) (Figura 1). Este esquema general, sin embargo, aún
plantea muchos interrogantes sobre el mecanismo preciso a través del cual mTOR regula
la maquinaria traduccional.