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Rito de la Ordenación Presbiteral
de los Diáconos
Jilas Jorbint Peña Serrano
Ramón Alí Piñuela Araque
Por Imposición de Manos y Oración Consecratoria del
Excmo. Mons.
Baltazar Enrique Porras Cardozo
Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Mérida
C
ursó sus estudios de primaria, en la U.E. Mons. Dr.
Santiago Hernández Milanés (1987-1996). La tercera etapa
de la educación básica la realizó en la U.E. Dr. Armando
González Puccini (1996-1999). La etapa de Educación Media,
Diversificada y Profesional, la realiza en la Escuela Técnica Simón
Rodríguez, obteniendo el título de: Técnico Medio en Contabilidad
(1999- 2002).
S
u actividad apostólica comienza como catequista en la
Parroquia Sagrada Familia, labor que desempeñó a lo largo
de cinco años (1997-2002). También formó parte del grupo
juvenil “Rabbí” y prestó su servicio como ayudante del altar.
Ingresa al Seminario Mayor San Buenaventura de Mérida, el 29 de
septiembre de 2002. Realizó el curso propedéutico en la Parroquia
Ntra. Sra. de Belén, y posteriormente la Filosofía y Teología en el
mismo seminario. Su actividad pastoral a lo largo de su formación
sacerdotal la desempeñó en el ejercicio de las misiones en distintas
parroquias del Estado Mérida, como catequista y como facilitador
del Instituto de Teología a Distancia “Juan Pablo II”.
R
ecibe la Admisión a las Sagradas Ordenes, de Mons. Luis
A. Márquez M. el 24 de mayo de 2007. El mismo Obispo
Auxiliar, le confiere el Ministerio del Lectorado el 26 de mayo
de 2008 y el 03 de abril de 2009 el Arzobispo Mons. Baltazar
E. Porras C. le confiere el Ministerio del Acolitado. Es
ordenado Diácono por Mons. Baltazar E. Porras C. el
23 de mayo de 2010.
Ramón Alí Piñuela Araque
N
ace en Mérida, el 7 de marzo de 1982. Sus padres son:
Ramón Piñuela Villasmil y Mireya María Araque de
Piñuela. Su hermana: Mireya del Carmen. Fue bautizado
el 29 de mayo de 1982 en la Iglesia de San Rafael Arcángel de La
Pedregosa, por el Pbro. Israel Rojas. Recibió la Primera Comunión
el 15 de agosto de 1993. El 24 de junio de 1995 es confirmado por
Mons. Baltazar E. Porras C., en la Parroquia La Asunción de la
Virgen de La Pedregosa.
C
ursó sus estudios de primaria, en la U.E. Colegio “Domingo
Savio” (1988-1996). Terminó la educación básica en la
U. E. Colegio “San Martín de Porres” (1997-1998). El
ciclo diversificado lo realizó en el Liceo Seminario Menor San
Buenaventura, obteniendo el título de Bachiller en Humanidades
(1997-1999).
A
l culminar sus estudios de bachillerato ingresó a la
Congregación de Jesús y María, Padres Eudistas. La
formación filosófica la realiza en el Instituto de Teología
para Religiosos (ITER) y al culminar el primer año de Teología es
enviado a la Parroquia San José y San Juan Eudes de Temblador
Edo. Monagas (2006-2007). Terminó sus estudios teológicos en el
Seminario Arquidiocesano San Buenaventura.
A
ntes de ingresar al Seminario Menor se desempeñó como
catequista en su Parroquia a lo largo de cuatro años, y
perteneció al grupo juvenil “Camino, Verdad y Vida”. Su
actividad pastoral, a lo largo de su formación sacerdotal, lo llevó
a realizar misiones en: la Parroquia San Francisco de Macaira y
San José de Tiznados en el Edo. Guárico; en Temblador, Edo.
Monagas; en Araira, Edo. Miranda y en distintas parroquias del
Estado Mérida. De igual modo, se desempeñó como catequista en
la comunidad de “Las Minitas” y en la Parroquia Ntra. Sra. de
la Caridad del Cobre – Santa Paula ubicadas ambas en la ciudad
de Caracas y en la Parroquia Espíritu Santo de La Isabelica en la
ciudad de Valencia.
R
ecibe la Admisión a las Sagradas Ordenes, de Mons. Luis
A. Márquez M. el 2 de abril de 2009. Mons. Baltazar
E. Porras C. le confiere el Ministerio del Lectorado
el 15 de julio de 2009 y el 29 de enero de 2010, el
Nuncio Apóstolico, Mons. Pietro Parolin, le confiere
el ministerio del Acolitado. Es ordenado Diácono
por Mons. Baltazar E. Porras C., el 23 de mayo
de 2010.
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
MONICIÓN DE ENTRADA
Estimados hermanos en Cristo: sean todos bienvenidos a esta Eucaristía solemne,
en la que damos infinitas gracias al Señor, porque ha realizado obras maravillosas
en la Virgen María, la cual, por designio divino, fue concebida sin mancha de
pecado original. Nuestra Iglesia merideña, se llena de júbilo, porque en María
Inmaculada ha encontrado la huella redentora del “Dios que salva”, y que se acerca
a la humanidad a través de la elección de María, para cumplir su proyecto de amor.
El pueblo merideño alaba al Señor, porque nos ha dado a María como Madre,
protectora y compañera de camino.
De igual modo hoy los diáconos Jilas Jorbint Peña Serrano, de la Parroquia
Sagrada Familia de Mérida y Ramón Alí Piñuela Araque, de la Parroquia San
Rafael Arcángel de La Pedregosa, recibirán por la imposición de manos y oración
consecratoria del Excmo. Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, la Ordenación
sacerdotal, como expresión sublime del amor de Dios a esta Iglesia particular.
Por ello, el Sr. Arzobispo, su Obispo Auxiliar, el clero, las comunidades de vida
consagrada y apostólica, el Seminario San Buenaventura, los familiares de los
ordenandos, junto con los fieles de sus respectivas parroquias, y todo el pueblo de
Dios, nos unimos a esta solemnidad, participando activamente.
RITOS INICIALES
Reunido el pueblo, el obispo con los ministros va al altar. Mientras se entona el canto de
entrada. Terminado el canto de entrada, el obispo y los fieles, de pie, se santiguan, mientras
el Arzobispo dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.
SALUDO
El Arzobispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo diciendo:
La paz, la caridad y la fe,
de parte de Dios Padre,
y de Jesucristo, el Señor,
estén con todos ustedes.
El pueblo responde con la siguiente fórmula:
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el Acto penitencial:
El Arzobispo invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos
nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho, dicen:
Por mí culpa, por mí culpa, por mí gran culpa.
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Ordenación Presbiteral
Luego prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios,
nuestro Señor.
El Arzobispo concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
A. Amén.
El ministerio de música entona el canto de Ten Piedad.
A continuación, se canta o se dice el himno: Gloria.
ORACIÓN COLECTA
O
h Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu
Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste
de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a tu limpios de todas
nuestras culpas.
P
adre Santo, que constituiste a tu único Hijo Sumo y Eterno Sacerdote, concede
a Jilas Jorbint y Ramón Alí, elegidos para ser ministros y dispensadores de
sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio que
van a recibir. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
A. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN DE LA PRIMERA LECTURA
A pesar de la responsabilidad que tiene el ser humano de la presencia del mal en el
mundo, Dios se pone de parte de la humanidad, a la que ha creado a imagen suya.
Una mujer: María, felizmente aplastó la cabeza de la serpiente, y con la llegada del
Hijo de Dios se restableció la armonía entre los seres humanos y Dios.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras
tú tratarás de morder su talón”.
El hombre le puso a su mujer el nombre de “Eva”, porque ella fue la madre de todos
los vivientes.
Palabra de Dios.
A. Te alabamos, Señor.
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Ordenación Presbiteral
MONICIÓN DEL EVANGELIO
María, la “llena de gracia” se convierte en una de las figuras más importantes de
la historia de la salvación, ya que con su entrega generosa, aceptó humildemente
llevar en su seno y en su corazón a Jesús, para que Dios finalmente, en su querido
Hijo, rescatara la dignidad perdida por el pecado.
RITO DE LA ORDENACIÓN
Después del evangelio, se inicia la ordenación de los presbíteros. El Arzobispo, con la mitra
puesta, se sienta en la sede preparada.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
PETICIÓN DE LA ORDENACIÓN
Monitor: El Pbro. Alexander Rivera Vielma, Rector del Seminario Arquidiocesano
de Mérida, presenta ante el Arzobispo a los candidatos, pidiendo en nombre de la
Iglesia que les conceda el Orden de los presbíteros.
Permaneciendo los ordenandos de pie ante el Arzobispo, el Pbro. Alexander Rivera dice:
Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes presbíteros a estos
hermanos nuestros.
El Arzobispo le pregunta:
¿Sabes si son dignos?
TESTIMONIOS
Monitor: Para confirmar la pregunta que ha hecho nuestro Pastor, escuchemos
los testimonios que dan los fieles del pueblo de Dios acerca de los ordenandos.
El monitor va llamando a los testigos uno por uno:
y Por el Diácono Jilas Peña el Pbro. Néstor Fernández Pacheco y la Lic.
Nelliana Rodríguez de Cepeda.
y Por el Diácono Ramón Piñuela el R.P. Yhonny Benito Soto Altuve cjm y la
Sra. Francisca Pérez de Guillén..
HOMILÍA
Monitor: Ahora nos disponemos a escuchar la homilía del Arzobispo.
EXAMEN
Monitor: Dentro del Rito de la Ordenación de los presbíteros, los ordenandos son
interrogados sobre su compromiso de entrega al Pueblo de Dios, y en presencia del
Arzobispo y de todos los fieles, manifiestan la voluntad de cumplir su ministerio,
según el deseo de Cristo y de la Iglesia.
Después de la homilía, el Arzobispo pregunta simultáneamente a los elegidos, de pie ante él,
diciendo:
Queridos hijos, antes de entrar en el Orden de los presbíteros, deben manifestar,
ante el pueblo, la voluntad de recibir este ministerio.
¿Están dispuestos a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado de
presbíteros, como buenos colaboradores del Orden episcopal, apacentando el
rebaño del Señor y dejándose guiar por el Espíritu Santo?
Los elegidos responden:
Sí, estoy dispuesto.
El Arzobispo:
¿Están dispuestos a presidir fielmente la celebración de los misterios de Cristo,
para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de
la Iglesia?
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Ordenación Presbiteral
Los elegidos:
Sí, estoy dispuesto.
El Arzobispo:
¿Realizarán el ministerio de la palabra, en la predicación del Evangelio y la
exposición de la fe católica, con dedicación y sabiduría?
Los elegidos:
Sí, lo haré.
El Arzobispo:
¿Quieren unirse cada día más estrechamente a Cristo, sumo Sacerdote, que por
nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con él consagrarse a Dios, para
la salvación de los hombres?
Los elegidos:
Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.
Acabadas las letanías todos continúan de rodillas orando por los elegidos, mientras el
Arzobispo se coloca de pie y con las manos extendidas, dice:
Escúchanos, Señor Dios nuestro, y derrama sobre estos siervos tuyos la bendición
del Espíritu Santo y la fuerza de la gracia sacerdotal; concede la abundancia de
tus bienes a quienes consagramos en tu presencia. Por Jesucristo nuestro Señor.
A. Amén.
El diácono dice:
Pueden levantarse.
IMPOSICIÓN DE LAS MANOS Y ORACIÓN CONSECRATORIA
Monitor: La imposición de las manos y la oración consecratoria son el centro de
la Ordenación de los Prebíteros. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en
su plenitud, ya sea para realizar una curación, transmitir una gracia, un carisma o
consagrar a un elegido para una función determinada.
Este gesto era utilizado por las primeras comunidades cristianas, especialmente
por los apóstoles; así, este poder se ha ido transmitiendo de generación en
generación.
Los elegidos se levantan; se acercan al Arzobispo, que está de pie delante de la sede con mitra,
y se arrodillan ante él. El Arzobispo les impone en silencio las manos sobre la cabeza.
Después, todos los presbíteros presentes, revestidos de estola, imponen igualmente en
silencio las manos sobre los elegidos.
Estando los elegidos arrodillados ante el Arzobispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice
la oración consecratoria:
A
sístenos, Señor Padre santo,
Dios todopoderoso y Eterno,
autor de la dignidad humana
y distribuidor de todas las gracias.
Tú lo perfeccionas y consolidas todo;
para conformar el pueblo sacerdotal
dispones en grados diversos,
por la acción del Espíritu Santo,
a los ministros de tu Hijo Jesucristo.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Y
a en la antigua Alianza se fueron configurando,
a través de signos santos, los diversos ministerios,
cuando a Moisés y Aarón les diste compañeros
de orden y dignidad inferior,
para que les ayudaran como colaboradores
en el gobierno y santificación del pueblo.
A
sí, en el desierto, multiplicaste el espíritu de Moisés
comunicándolo a setenta varones prudentes,
para gobernar con ellos más fácilmente a tu pueblo.
A
sí también, a los hijos de Aarón
los hiciste partícipes de la abundante plenitud eterna,
para que un número suficiente de sacerdotes ofreciera,
según la ley, los sacrificios del antiguo tabernáculo,
que eran figuras de los bienes futuros.
L
legada la plenitud de los tiempos, Padre Santo,
enviaste al mundo a tu Hijo Jesús,
apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe.
El mismo, por la acción del Espíritu Santo,
se ofreció a ti como sacrificio sin mancha
y habiendo santificado a los apóstoles,
los hizo partícipes de su misión;
a ellos, a su vez les diste compañeros para anunciar
y realizar la obra de la salvación por el mundo entero.
T
ambién ahora, Señor, te pedimos nos concedas
como ayuda a nuestra limitación,
estos colaboradores que necesitamos
para el ejercicio del sacerdocio apostólico.
T
E PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO
QUE CONFIERAS A ESTOS SIERVOS TUYOS
LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO;
RENUEVA EN SUS CORAZONES
EL ESPÍRITU DE SANTIDAD;
RECIBAN DE TI
EL SACERDOCIO DE SEGUNDO GRADO
Y SEAN, CON SU CONDUCTA,
EJEMPLO DE VIDA.
S
ean virtuosos colaboradores del Orden episcopal,
para que la palabra del Evangelio,
por su predicación y con la gracia del Espíritu Santo,
fructifique en el corazón de los hombres,
y llegue hasta los confines de la tierra.
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Ordenación Presbiteral
S
ean, con nosotros,
fieles dispensadores de tus misterios,
para que tu pueblo renazca en las aguas del bautismo
y se alimente del pan eucarístico;
los pecadores sean reconciliados
y reciban alivio los enfermos.
S
e unan a nosotros, Señor,
para implorar tu misericordia a favor del pueblo
que les ha sido confiado y del universo entero.
Así todas las naciones, congregadas en Cristo,
lleguen a ser tu único pueblo en la plenitud en tu Reino.
P
or nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
A. Amén.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
J
esucristo, el Señor,
a quien el Padre ungió
con la fuerza del Espíritu Santo,
te auxilie para santificar al pueblo cristiano
y ofrecer a Dios el sacrificio.
Después, el Arzobispo y los ordenados se lavan las manos.
R
ecibe la ofrenda del pueblo santo
para presentarla a Dios;
considera lo que realizas
e imita lo que conmemoras,
y conforma tu vida
con el misterio de la cruz del Señor.
ABRAZO DE PAZ
Monitor: Con el beso de las manos y el abrazo de la paz, el Arzobispo y los
demás sacerdotes manifiestan su alegría al recibir a estos hermanos nuestros en
el presbiterio.
El Arzobispo le dice a cada ordenado:
La paz sea contigo.
El ordenado responde:
Y con tu espíritu.
Luego el diácono, o el Arzobispo sí invita a todos a darse la paz; el pueblo lo hace y no
contesta nada.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
S
eñor, recibe complacido el sacrificio que te ofrecemos en la solemnidad de la
Inmaculada Concepción de la Virgen María, y así como a ella la preservaste
limpia de toda mancha, guárdanos también a nosotros, por su poderosa
intercesión, limpios de todo pecado.
O
h Dios que has establecido a los presbíteros como ministros del Culto
Divino y pastores de tu pueblo, por la eficacia de ese sacrificio, haz que su
ministerio te agrade siempre y produzca en tu Iglesia frutos permanentes.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
A. Amén.
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Ordenación Presbiteral
PREFACIO
C. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
C. Levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
C. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
El Arzobispo, con las manos extendidas, dice:
Padre misericordioso, te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes y bendigas
Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:
estos dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo, por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa Benedicto XVI,
conmigo, indigno siervo tuyo y,
con mi Obispo Auxiliar Luis Alfonso,
y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS
C1 (P. Jilas Peña)
Acuérdate, Señor, de los padres, hermanos, familiares y amigos
de los neo sacerdotes:
Cándida Rosa, Anazario, Mario, Nory, Javier, Liliana, Jorhan, Yeily,
Natyely, Marley, Marilú, Ramón, Mireya María, Mireya del Carmen,
de las comunidades parroquiales que los acompañan,
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS
C2 (P. Ramón Alí Piñuela)
Reunidos en comunión con toda la Iglesia,
veneramos la memoria
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo, Cosme y Damián, y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
Arzobispo:
Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa;
por estos tus hijos: Jilas Jorbint y Ramón Alí,
a quienes te has dignado llamar
al orden de los presbíteros,
conserva en ellos la gracia que le has concedido,
para que, con tu ayuda, ejerciten fielmente
el misterio que les has confiado
Junta las manos.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Todos los concelebrantes, con las manos extendidas sobre las ofrendas:
Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda,
haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti;
de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.
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Ordenación Presbiteral
Todos los sacerdotes dicen:
El cual, la víspera de su Pasión,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan en sus santas y venerables manos,
Eleva los ojos
y, elevando los ojos al cielo,
hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
«TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES».
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
«TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR USTEDES
Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».
Arzobispo:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
A. Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Los concelebrantes con las manos extendidas, dice en voz baja, siguiendo al Arzobispo:
Por eso, Padre,
nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Todos los sacerdotes inclinados, con las manos juntas, prosiguen:
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:
seamos colmados de gracia y bendición.
CONMEMORACION DE LOS DIFUNTOS
C3
Acuérdate también, Señor, de los familiares y amigos difuntos de los ordenados
Candelario, Ana Itala, Elva, Ismael, Darío, Ramón, Mary, Daniel, Isael,
Carmen, Fidel, Mercedes, Fernando y Ricardo;
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Junta las manos.
Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:
C4
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
Con las manos extendidas prosigue:
que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,
Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia, y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.
El Arzobispo junta las manos y prosigue:
Por Cristo, Señor nuestro,
por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Todos los sacerdotes cantan:
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
A. Amén.
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Ordenación Presbiteral
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Arzobispo, con las manos juntas, dice:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,
signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
P
adrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Arzobispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libre de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
A. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el Arzobispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
A. Amén.
El Arzobispo, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
El Diácono dice:
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
Y todos se dan la paz. El Arzobispo da la paz al diácono o al ministro.
El ministerio de música entona el canto alusivo a la Paz, y el Cordero de Dios:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción
El Arzobispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado
sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Se da inicio a la administración de la Comunión.
Después de la comunión siguen las palabras de agradecimiento de los neosacerdotes.
S
eñor Dios nuestro, que el sacramento que hemos recibido, repare en nosotros
los efectos de aquel primer pecado de que fue preservada de modo singular,
en su Concepción, La Inmaculada Virgen María.
L
a eucaristía que hemos ofrecido y recibido, Señor, vivifique a tus sacerdotes
y a tu pueblo, para que, unidos a Ti por un constante amor, podamos servirte
siempre dignamente. Por nuestro Señor Jesucristo.
A. Amén.
BENDICIÓN FINAL
El diácono hace la invitación:
Inclínense para recibir la bendición
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Ordenación Presbiteral
El Diácono hace la invocación final.
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
A. Demos gracias a Dios.
BESAMANOS
Monitor: Ahora el pueblo de Dios se acerca a los neo sacerdotes para realizar
el gesto de besamanos, como manifestación de alegría y respeto por los nuevos
integrantes del clero Diocesano. “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo le
mando ya no los lamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. A
ustedes los llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que escuché a mí
Padre”. (Jn 15, 14-15).
ORACIÓN
Te amo, oh mi Dios. Mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,
y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor.
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero que mi corazón lo repita
cada vez que respiro.
Oh, dame la gracia de sufrir mientras que te amo
y de amarte mientras que sufro,
y el día que muera sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca esté de mi hora final
aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.