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LOS DIOSES OLVIDADOS

SERGIO VERDUZCO

a Laurètte Sèjourné

Este es un texto para luchar con uno mismo; viene de


inquietudes profundas, del estudio y su amalgama con la vida. Fue
deducido y acomodado en palabras que lo hacen ser solo para
eternamente transformarse, en lucha abierta conmigo, con mis credos
e ideas, venciendo en mi a los fantasmas del pasado y del presente;
aferrados como están estos a su interés por mantener a los dioses en el
olvido de mi alma.
¿Fue una lucha solitaria? Disparadas mis ideas por los recónditos
senderos del arriba y del abajo, tras los puntos cardinales, por las
alturas del inframundo, vagué en recolección de colibríes preciosos y
pensamientos contrarios al mío, poniéndome de acuerdo y -a veces- en
franca pelea con los científicos del pasado y del presente, inculcadores
como son de la arqueología, la etnología, la lingüística y sus muchos
etcéteras.
Cuando creí terminar el libro por no poder continuarlo, en la
desesperación del ahogo, me aferré a Luis Felipe Cendejas, seco de fe
y en la esperanza de que siguiera. El me dijo que apenas empezaba el
surco. Luchó conmigo para que no se ahogara en la desolación de los
periodos estériles y la desesperanza en el logro. Peleamos contra
fantasmas virtuales de nuestra conciencia Occidental milenaristas, que
lanzan su apuesta hacia un “futuro prometedor” sin conseguirnos nada.
“Gracias Luis Felipe”.
Y cuando comprendí que nada más podía hacer que deshacer
partes del libro percibí que habría que ceder el trabajo a un corrector.
¡A alguien que se compadeciera de los lectores antes de enfrentarlos a
nuestros pobres logros! Este resulto ser J. L. Rodríguez Ávalos, quien
dio trazo final a este esfuerzo épico literario. “Gracias José Luis”.
Hay aquí varios mensajes. Uno, por lo menos, está dedicado a ti,
para que al menos en ti no se queden los dioses olvidados.

Sergio Verduzco
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INTRODUCCIÓN

Requerimos un mito nuevo. Los hombres, las familias, las


sociedades y las naciones surgen de sus propios mitos. Un mito nace,
según Joseph Campbell, “de la concepción de un orden universal.
Podríamos decir que son agentes estructurales, trabajando para hacer
que el orden humano se ajuste al celestial. Se hará en la tierra igual que
en el cielo (...) Los mitos y los ritos constituyen un mesocosmos, un
cosmos mediador, intermedio, a través del cual el microcosmos del
individuo se pone en relación con el macrocosmos del todo”.1
Se cuenta el mito para orientar a las generaciones futuras
conforme a patrones de conducta que elevan la Idea. Es el pasado
ejemplar y eficaz, cuyos valores habrán de unirnos. Los mitos que
tenemos los mexicanos vienen de nuestra Independencia como reacción
violenta contra la Colonia. Se llaman Hidalgo, Morelos, Guerrero, Juárez,
Ocampo. En ellos sustentamos nuestra nacionalidad.
Desde el punto de vista del misterio espiritual, nuestros únicos
mitos vivos son la familia y la Virgen de Guadalupe a la que
anímicamente no aprovechamos para unirnos, para proyectarnos
espiritualmente como grupo. Por ignorancia sobre los significados
profundos de nuestros propios símbolos carecemos de un mito que nos
de fe en nosotros mismos y como México.
El mito explica nuestro origen y nos enorgullece de ser parte de
nuestro fenómeno; aporta origen común, pare una conciencia universal
y genera vida. Con la conciencia universal que el mito nos provee
desarrollamos los principios que alimentan culturalmente a nuestro ser
individual, llevándolo a escalar paradigmas que concretan su esencia
colectiva, basándose en saber, valores y principios.
El mito nos convoca a interactuar con provecho común el trabajo
de creación histórico-social de ser nación; nos convence de compartir
valores, moral y costumbres; nos da identidad común. Desde el mito de

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Campbell, Joseph, “Mitos, Sueños y Religión”. Editorial Kairós, Biblioteca de la Nueva
Conciencia., Primera Edición. 1997. Tomado de la colaboración: “El Mito y los Sueños
en las Escrituras Hebreas”, por John F. Priest, quien cita a Campbell en la página 55. (J.
Campbell. “Mask og God, Vol I Primitive Mithology, Nueva York, 1959, págs. 149 y sig.)
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origen se crea un estado místico-político que se revalida a través de


ritos sociales y principios de vida. (Cfr. MITO en el Glosario)
Este libro es un intento por reencontrar a dioses y mitos perdidos.
Hay algo mágico que regula a los individuos. Estos individuos se
hacen personas porque adquieren conciencia y dominio de este algo. Su
práctica y buen ejercicio hacen posible las sociedades. Sin él no existiría
la familia, pues este algo mágico integra a cada una de sus partes. Este
algo tan poderoso reside en el interior de los individuos, les entrega
valores y sentimientos comunes, haciendo de las individualidades
partes de la persona social. La unión social se consolida cuando los
valores y sentimientos que se desprenden de ese algo dominan el
interés individual, cuando estos valores y sentimientos realizan el oficio
de cosernos a unos con otros por convicciones en sociedades. Hablamos
de los "principios de vida”.
Los principios son la consecuencia práctica de la sabiduría. El
hecho de compartir principios fundamenta el amor en la familia y en
todas las sociedades. No hay sociedad sin principios. Ellos dieron
constitución y sentido de misión a las sociedades que originaron las
ciudades griegas. Los principios que practicaban como sociedad
aquellos antiguos habitantes del Lacio desarrollaron Roma. Lo que
caracteriza a las más importantes sociedades de la historia son sus
principios, es la respuesta moral de la sabiduría de vivir. Esta fuerza que
se sintetiza en el principio es lo que caracteriza a las más importantes
sociedades de la historia.
¿A quién escapa que el esplendor de culturas como la egipcia, la
china, la japonesa o las de los mismos occidentales se basan en
principios? Los principios de los reformistas puritanos fundaron la
conciencia liberal y el ahorro, que originarían el capitalismo y habrían
de erigir a los Estados Unidos de Norteamérica.
La libertad de conciencia de Lutero nos hace sacerdotes de
nuestras opiniones, la austeridad de costumbres y el ahorro despiertan
una responsabilidad liberal cuyo éxito nos sigue gobernando. De sus
principios surgieron las grandes ciudades del modernismo y sus
importantes obras, así como sus filósofos y científicos trascendentes.
Los principios son las formas morales de alcanzar la Idea. Son
consecuencia tanto del criterio como de nuestros mitos. Toda cultura
basa su origen en el mito de sus forjadores. El resultado eficaz,
ejemplar, se hace mito. Todo principio nace de un mito que da forma
moral a la sabiduría, surge del propósito por realizar una Idea. El mito
sintetiza ideas surgidas como visión, a partir de tener un prototipo a
conquistar como paradigma del ser.
El principio se consolida en el pacto consigo mismo y los demás,
por la convicción profunda y en el propósito más sincero.
En Mesoamérica existió una ciudad edificada para consolidar en
toda su área de influencia principios de vida basados en el
establecimiento de una identidad cívico-astrológica, organizada con la
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práctica mítica de misterios constructores del ser interior y el deber


civil. (Cfr. MESOAMÉRICA en el Glosario)
Esta metrópoli generó una cultura que, aunque difícil de
comprender, fue magnífica. En ella todo es edificado para difundir los
misterios que con este libro buscaremos reencontrar.
Hay que tomarnos el tiempo necesario para considerar cómo sería
posible una civilización en donde la estructura de la sociedad fueran sus
misterios, preciso es captar el fruto de la vivencia de sus símbolos.
Habremos de entender los misterios que acompañan las formas de
pensarse de aquellos cultísimos mesoamericanos. Estos
mesoamericanos como espíritus nos hablan por las noches, nos llegan
en los sueños, como sombra de hombres magníficos que, en su
decadencia, fueron conquistados por tribus bárbaras. Con esta
conquista de Mesoamérica concluyeron mil años de esplendor cultural.
Corría el año 750 d. C.
La magnificencia civil y cultural que alcanzaron aquellos
mesoamericanos tiene su origen en sus formas de pensamiento, en su
original idea del Ser, de ver al mundo y emplear la vida.
Las formas de su pensamiento, la estructura de sus sociedades,
son consecuencia de una concepción de lo humano y lo divino a la cual
llamaremos la Idea de los dioses. Tal Idea es el tema de este trabajo,
porque creemos ver en ella un cuerpo de conceptos por los que
paulatinamente se nos revela el misterio profundo de nuestro ser. (Crf.
IDEA en el Glosario)
La ciudad en donde todo fue creado fue Teotihuacan: La Ciudad
de los Dioses. Los teotihuacanos emplean su misterio para evolucionar
su conciencia individual hasta abrirla al subconsciente, estableciendo
rutas iniciáticas para recorrer por períodos interiores nuestro ser
mental, con figuras y personas simbólicas. Con estas entidades, o
principios, organizaban su devenir hacia ideas paradigmáticas,
conquistando valores que transformaban su Ser Mental, según se
avanzaba, al vivir los paradigmas por edades de dioses.
Estos dioses simbólicos conducen la meditación del Ser y visten al
iniciado con los atributos de las diferentes entidades que alcanza a
comprender. Y los dioses se alcanzan como principios de vida, conforme
al momento de evolución en la idea y la realización de los paradigmas.
(Cfr. PARADIGMA en el Glosario)
Procurar al dios es entrar en un periodo de meditación sobre
nosotros mismos en relación con los principios del dios, para finalmente
conquistar su Idea y, como en la danza mágica, transformar nuestra
visión individual con la de él. Comprenderlo es inhalar en la voluntad
sus atributos: entregando a él las facultades individuales a cambio de
recaudar sus valores. Conforme se asciende en la conquista de cada
uno de los dioses-símbolo adquirimos atributos que, con los diversos
dioses, perfeccionan gradualmente en la conciencia la Idea del Ser.
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Esta forma de cultivar al ser humano, con sus rutas de evolución


por símbolos, irradió de la Ciudad de los Dioses: Teotihuacan. Esta
ciudad resulta ser tan importante que por mil años alumbró con su
religión civil el acontecer político y cultural de Mesoamérica: del 250 a.
C. al 750 d. C. El esplendor logrado por el fenómeno cultural de
Teotihuacan es cosecha de su original Idea de los dioses.
El poder espiritual de la cultura de los dioses fue tan absoluto que
no sólo los teotihuacanos practicaron estas ideas de vida, sino que las
culturas toltecas, nahua, totonacas, mayas y zapotecas siguieron la
misma Idea de los dioses para madurar por ciclos su libertad individual.
Cumpliendo una antigua tradición olmeca y arcaica, hacia el 750
d. C. Teotihuacan queda desierta. Sus diversas áreas de influencia son
abandonadas a sí mismas, por lo que muchas de ellas son invadidas por
el materialismo mágico de hordas bárbaras. Las urbes son conquista de
tribus llegadas del sudeste: los olmecas-xicalancas. Entonces, los
hombres dioses -a quienes pertenecen las nocturnas voces- o mueren o
tienden a emigrar, a replantear sus misterios en otras urbes. Así es que
escapan migraciones teotihuacanas a fundar otros centros sociales que
derivan en centros cósmicos, cima orográfica del poder energético del
entorno montañoso.
Al perder Teotihuacan su carácter de centro de orientación
cósmica, dejó de aportar la idea civilizadora del fenómeno nahua. Y los
teotihuacanos pasaron a ser sólo ideas incomprendidas, presencias
espíritas del misterio olvidado. Sin la influencia de Teotihuacan, desde
el siglo octavo de nuestra era, Mesoamérica fue conquista de los
bárbaros, quienes reinterpretaron todos los misterios que aquí
buscamos vislumbrar. De la caída de Teotihuacan en adelante, la fuerza
moral expresada por los significados profundos de sus conceptos perdió
gradualmente la Idea original y con ella el sentido y eficacia que tenía
como revelación. Su contenido se fue materializando, reinterpretado por
mentes mágicas de culturizados conquistadores chichimecas, últimos de
los cuales serían los aztecas, quienes transformarían los arquetipos
simbólicos del misterio original en falsos dioses, hambrientos del
sacrificio humano para impulsar la aurora.
Tras abandonar Teotihuacan, aquellos que aún ejercían su
inteligencia buscan preservar el sentido ético simbólico de los antiguos
misterios y ritos, así que los esconden en códices para transportarlos
con la Idea original a Xochicalco: el Lugar de la Casa de las Flores (cuyo
simbolismo místico significa: morada de iluminados). Ahí fue sembrada
la sabiduría. De su ética social surge la nueva polis que funge como
árbol de la vida. Como tal reorientó sus coordenadas: en tanto nuevo
ombligo de la expresión del cosmos en conciencia humana. Ahí quedó la
analogía mágica hecha paradigma para pensarnos en el mundo como
ruta de arquetipos.
Fue a Xochicalco la antigua Idea de los dioses. Sus edificios
simbólicos reciben en arquitectura a los astros para ser, así, el lugar
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que habrá de dar morada a los iluminados. Es conjunto simbólico y


analogía cósmica. Acoge las ceremonias rituales en que muchos
pueblos de toda Mesoamérica incorporan a su acontecer humano los
diferentes eventos astronómicos. Por efecto de sus múltiples congresos
pannahuas, allí renacen astrología y adivinación, perpetuándose los dos
calendarios clásicos: uno con el fin de acotar los movimientos del
planeta al rededor del sol, con sus consecuencias agrícolas, y otro con
carácter adivinatorio, propio para deducir y regular los impulsos
personales.
Tiempo después, esta ciudad de Xochicalco es conquistada por los
olmecas-xicalancas. Pero entonces renace en otro pueblo la idea de
Quetzalcoatl y produce en él la primera cultura imperial de
Mesoamérica: los toltecas. De ellos es mejor aún no tratar en este libro.
Tras la decadencia tolteca, los restos de los antiguos misterios son
trasladados al lago de Tetzcoco, fundado con una migración de Tula a
Culhuacan. Con los siglos posteriores a la caída tolteca, la calidad social
que daba a Culhuacan la vivencia de sus misterios le alzaría un gran
prestigio, reputándola como heredera de la cultura tolteca en el gran
lago de Tetzcoco. El origen histórico de Culhuacan se remonta al siglo
diez de nuestra era.
Para la llegada de los españoles, en el 1519, el gran lago de
Tetzcoco estaría bordeado por muchas ciudades-estado que, con
Cholula y Tlaxcala, protagonizarían la conquista de México. Siglos antes,
cuando los aztecas llegaron al lago (Tenochtitlan se funda en 1325 y
antes de eso hubieron de peregrinar muchos años por el lago), los
restos magníficos del misterio de Quetzalcoatl aún permanecían en
Culhuacan, patria de los colhúas; descendientes de los herederos de la
cultura tolteca y su misterio. Entonces los lagos estaban repartidos
entre al menos siete migraciones chichimecas, hermanas de la de los
aztecas.
Tomados como prisioneros por los colhúas en la batalla de
Chapultepec, los mexicas se avecinan en Culhuacan, donde son
culturizados por la excelencia humana y la praxis cívica de estos
colhúas. Con ellos se enteran los mexicas de la existencia de los
misterios y sus códices morales.
El lago se repartía entonces entre varias ciudades que vivían en
lucha de preponderancia. Cuando los tepanecas dominan los lagos
arrancan estos códices maravillosos de Culhuacan, para proclamarse
nuevos herederos del misterio y llevarse los códices morales para
Atzcapozalco: ¡la última ciudad estado mas poderosa del lago de
Tetzcoco, antes de que México-Tenochtitlan consolide su Triple Alianza
con Tetzcoco y Tlacopan!
Cuando Moctezuma toma Atzcapozalco, por consejo de su
Cihuacóatl, mujer serpiente -perceptivo y sabio- o primer ministro
Tlacahelel, éste destruye tales códices por considerarlos un peligro para
la preponderancia de los de Tenochtitlan. Deciden que sólo a su nación
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tocaba aprovechar la luz que, en su interpretación, ellos alcanzan sobre


las revelaciones. Así es como aquellos mexicas terminan proclamándose
únicos herederos de los antiguos toltecas, por lo que se nombran a sí
mismos nuevos colhúas: herederos de Culhuacan y de su misterio.
Los mexicas absorben para sí los restos de la mística
teotihuacana; restos de un misterio formado del siglo cuarto al segundo
a. de C., misterio que aporta los "principios creadores" originados de la
Idea fundamental y de los conceptos mentales de Teotihuacan. Esta
idea orientó el civilismo cosmoanalógico de las sociedades nahuas, en
donde la ciudad era ombligo organizador, centro del árbol cósmico que
es la realidad conciente del ser.
Tras los años odiosos que significó para todos sus vecinos la
ascensión de México-Tenochtitlan no quedaba al destino más forma de
finiquitar los errores en la concepción del antiguo misterio que provocar
la conquista. Esta conquista terminó con la dictadura más odiosa y la
insana tergiversación del misterio original. Una forma ideal de mirarnos
a nosotros mismos dejó de existir de golpe. Tuvimos que dejar de
pensarnos como antes y establecer estructuras de pensamiento y
sociales que sólo los mestizos aceptaríamos como única realidad
posible. La sociedad indígena se quedó sin sus formas originales. Sus
hijos fueron esclavizados en la encomienda y el repartimiento hasta
1632.
Tras la conquista, los que somos mestizos aún no existíamos;
todos eran indígenas, criollos o españoles. Los mestizos nacimos de los
que no eran hidalgos, que debían trabajar para subsistir. Para crearnos
renunciaron a prolongar su propia etnia. Conforme empezamos a existir
forjamos la identidad en otros moldes, aceptándonos diferentes a
nuestros dos orígenes y acostumbrados a pensarnos en otra lengua a la
de nuestras madres indígenas. Nos cultivaron conceptos occidentales
hechos palabras por nosotros, para ejercer el verbo español al concebir
y realizar nuestros modos de ser. Así fuimos, pues, novohispanos. Y
organizamos nuestra conciencia con letras españolas, usando palabras
castellanas y conceptos semiindígenas para identificarnos, para
organizar nuestros pensamientos y alcanzar nuestras ideas. Al analizar
la vida y dar orden a nuestros hechos llevamos siempre estos anteojos
puestos, porque con ellos perdimos la idea de ser que teníamos como
propia cuando fuimos nahuas, para fundir en moldes españoles nuestra
identidad por costumbres de 300 años.
Nos perdimos estableciendo la identidad con gran refrito de ideas.
Con ellas nos machacaron costumbres que hicimos hábitos,
conformados como botín en sirvientes, como auxiliares requeridos para
explotar nuestro país para España. Muchos formamos bandas de vagos
y léperos, innúmeros grupos de asaltacaminos y pordioseros. Otros
fuimos empleados como ayudantes u oficiales desde la encomienda al
repartimiento, auxiliando en la administración de las grandes
haciendas, en los obrajes y las minas. Ahí forjamos esa mentalidad que,
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cuando pudimos ser libres, nos llenó de oportunismo y abuso, de falta


de moral para ver el comercio, el derecho, el servicio público.
Conforme el mestizaje creció empezamos a existir los que hoy nos
sentimos México. Durante la Colonia, bajo la ordeña de comerciantes y
autoridades, aprendimos a birlarnos lo descuidado, practicando
costumbres de vida entre resignadas a no ser nadie y abusonas.
Abusados y abusones adquirimos ideas desorientadas de la realidad. La
Idea de nuestro ser se deformó y fue disminuida.
En la Colonia nos acostumbramos a torcer para obtener, a cargar
el menosprecio de las autoridades por nosotros: los mestizos.
Aprendimos a manejar todas las empresas de criollos y españoles. Ellos
fungían como dueños y hacían el gobierno y los negocios entre sí, pero
nosotros pagábamos los impuestos y operábamos todo. Como la
mayoría visible de nosotros solía ser revoltosa e inestable, dio mucha
guerra a las autoridades.
Como a los monarcas les remordía la conciencia por su pillaje se
nombran nuestros padres, para protegernos y cristianizarnos. El rey es
nuestro padre lejano. Se representa tras el Consejo de Indias, el virrey y
la Gran Audiencia. Pero en la realidad nos entrega a los que tienen el
capital y la alcurnia como para comprar los puestos públicos y el control
comercial de nuestros productos y necesidades de consumo. Nuestro
padre, el rey de España, nos abandona a los encomenderos,
corregidores, alcaldes, cabildos, consulados de comerciantes, estancos
y otros, quienes se dedican a sacarnos el dinero a los que preñamos la
tierra, a los que nos partimos el lomo mientras hay luz en los obrajes,
en las minas y el pastoreo del ganado del criollo o español.
Tuvimos que marchar sin querer tras de reyes autodeclarados
"padres de nuestros abuelos indios", quienes establecían la política de
protegerlos de los peninsulares, de los criollos, de nosotros y de sus
jefes: para que no los explotáramos. Nos gobernaban quienes tenían las
fortunas necesarias para comprar al poder de cobrarnos impuestos.
México creció con el mestizaje y éste nos define como mentalidad.
Y a pesar de todos los atavismos que arrastramos con nuestra idea,
somos una raza cósmica que busca en sí misma el origen de este
legado y lo que buscamos está en Teotihuacan. Los mestizos y criollos
ahora somos el alma de México. Y esa alma de México nos viene desde
Teotihuacan. Ya antes de la conquista la portaban, deformada, los
indios. Luego nos la arrebataron los españoles y criollos para crear, con
nosotros, la Nueva España. En ella desarrollamos nuestra mentalidad de
colonizados. El alma de México hoy somos los mestizos, liberales,
independientes. Y la estamos tejiendo con el hoy desde hace casi 500
años.
Nosotros hicimos capaz a la Nueva España. Durante el periodo
colonial los mestizos aprendimos a manejar todo aquello que mantuvo
funcionando a la Colonia. Sin embargo, el trato que se nos daba, el
rango social y el bienestar económicos eran deprimentes. Nada de
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extraño tiene que nos sorprendiera la Independencia corriendo tras el


renombre personal, inconscientes de la libertad e ignorantes de la
creación ilustrada. ¿Cómo podía ser que supiéramos autogobernarnos?
¿Cómo autogobernarnos, hechos como estábamos a la falta de poder, a
carecer de oportunidades y a vivir sin recursos para crear?
En la Colonia aceptamos como realidad el dominio de españoles y
criollos sobre nosotros. Esto atrofió la sana facultad de ser por nosotros
mismos. Así pues, teniendo que adular para obtener, que engañar para
ganar, nos volvimos dobles y tramposos, azuzados por los poderosos
abusones y corruptos, conformados por circunstancias adversas hechas
costumbre de vida, impuestas por nuestros conquistadores y padres.
Por ello es que en la Independencia nuestras mentalidades nos hicieron
incapaces de un autogobierno representativo. Además: ¿representativo
de quienes? ¿Cómo representarnos siendo como entonces éramos?
¡México era tantas etnias, clases sociales, intereses,
mentalidades! Por otro lado, carecía de las luces que piboteaban el
desarrollo de la época en que nos quedamos sin España. A los políticos
de entonces no les quedó sino practicar una civilización imitativa,
inspirada en los enciclopedistas franceses y los federalistas de los
Estados Unidos. Ahí empezaron nuestras pérdidas. En adelante
difícilmente dejaría ganancias el país como negocio de todos, así que la
deuda empezó a perseguirnos. Tras la independencia vino el primer
préstamo inglés para poder subsistir como negocio nacional. Éste se
empleó en pagar deudas y comprar barcos para defendernos de España
y del primer mundo. Curiosamente, el monto del préstamo fue
disminuido limpiamente a la mitad por el agente mexicano que lo
negoció. Después este agente cambiará de nacionalidad, ya que siendo
extranjero no le podíamos cobrar.
En la Independencia quedamos desnudos ante la sabiduría del
verbo que movía el mundo económico e intelectual de entonces.
Inválidos por nuestra propia herencia mental, fuimos incapaces de
pensarnos a nosotros mismos, de constituirnos en una sociedad
competitiva. ¿Cómo medirnos con los líderes de la economía y cultura
occidental? No acertamos a comprender quienes éramos. No pudimos
darnos estabilidad política o autoprogramarnos económica, social e
históricamente. Carecíamos de capacitación para enfrentar al
comercialismo, producto de la banca y el industrialismo, de la
modernidad que surgía en Europa. México apenas iniciaba una
identidad nacional nueva. Surgía una civilización nacionalista donde no
compartíamos ideas similares sobre el ser social. No había un ideal
moral común ¡que provocara la unidad social! Así que nos fraccionamos
para perder siempre, actuando cada cual tras de sus intereses.
Ya independientes, al quedar constituidos como estado, ¿cómo
saber manejar nuestro fenómeno social en tanto civilización mexicana?
Proporcionalmente, ¿cuantos tendrían conciencia de su papel como
ciudadanos de la patria mexicana independiente?
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Con una idea que cada cual entendía a su manera nos dimos a la
tarea de hacer México. Así que, en la medida en que no conocíamos
nuestra razón histórica y carecimos de propiedades, conceptos, teorías
e intuiciones propias, ¡no supimos evolucionar nuestras sociedades
reales! Como nación hubimos de copiar las de otros. Y por razón de la
evolución económico política y de conciencia, que como historia vivían
esos otros estados, debimos ser una Nación Occidental: democrática,
racionalista, pro liberal, positivista y moderna. Todo ello a costa de
enormes esfuerzos.
Desde entonces buscamos nuestra verdad sin alcanzar a dilucidar
nuestro ser en la historia. Para entendernos preciso es reconocer las
ideas que nos mueven, meditar sobre lo que estamos haciendo,
desinvolucrándonos de practicar viejas decisiones de vida, costumbres y
herencias que nos determinan como civilización. Hemos de reconsiderar
los hechos que realizamos, valorando los principios que nos mueven
honestamente. Juzguemos si corresponden los valores y conceptos que
verbalizamos tener con lo que hacemos.

LO QUE PERDIMOS CON TEOTIHUACAN

Esto de hablar sobre lo que nunca entenderemos resulta un


compromiso a pretiempo y, sin embargo, es provechoso. Así que
veamos algunas generalidades acerca de las costumbres y formas de
pensar de aquellos teotihuacanos. Ellos entendían al ser humano
conforme a ideas bien diferentes a las que acostumbramos nosotros.
Durante este capítulo buscaremos acercar al lector con las formas de
pensarse de aquellos teotihuacanos. Diremos que para ellos -los
teotihuacanos- somos vibraciones de una sola energía, entidades
corporativas que buscan conciencia desde su individualidad; somos
voluntad ante el deber de participar con trabajo personal en la
correalización histórica del hombre mundo
Su concepto místico establecía una ética en donde priva la conciencia
de que toda acción toma parte en el ser colectivo, de que todo acto
genera una reacción universal. Los integrantes del conglomerado social
compartían la idea de vivir su totalidad universal como unidad civil.
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Tenían la idea de que se participa en la creación cósmica con la


interrelación de personas individuales, a través de actos sociales.
Conocedores de las potencias astrológicas de cada cual,
establecían una educación personalizada, congruente a las aptitudes,
capacidades y destino propuesto para cada cual. La mejor pedagogía
empezaba por investigar las potencias del alma, desarrollándolas
acordes con lo que los lectores de los astros señalaban sobre su
carácter, de su fuerza vital, de sus potencias y predisposiciones
cósmicas. Sabían que de su presencia universal emanaba un proyecto
de ser histórico que a todos afectaría en lo social.
Toda la sabiduría se vertía dentro del individuo mediante una
educación iniciática, motivada por la mutación de la forma como ley
moral, para normar por ciclos la vida. La integración es liberarse en la
participación, es encontrar nuestra persona en el quehacer social. Todo
individuo que cumple con esta ley se reconecta con su ser cósmico. Con
tal responsabilidad de reconectarnos se nace ¡para satisfacerla con la
propia vida!
El destino es la misión mundana de nuestro ser cósmico y debe
guardarse trabajando en proyectos. El sino ha de percibirse en todos los
presentes que lo anticipan, es algo que requerimos acechar, captar y
conquistar de la vida. El destino es para el hombre percepción y
propósito. La práctica de esta dualidad transforma a los individuos y a
la vida. El Destino es la realización de un compromiso para cuyo
cumplimiento fuimos facultados.
Sabían compartir, se sentían hermanos de la naturaleza y de las
entidades cósmicas. La individualidad superaba sus intereses por la
realización de su ser con principios. Ellos regulaban su participación en
las sociedades que formaban. Sin sociedad no se pueden tener
profesiones. La función, el deber del hombre, lo realiza como ser
colectivo en sociedades. Por esto, esos individuos se integraban en
familias, empresas-instituciones y ciudades, armonizando sus
caracteres alrededor del deber y trabajo colectivo.
Todos unían sus esfuerzos para ayudar al necesitado porque
consideraban a cada ser humano como parte integrante de esa unidad
energética de la cual todos somos vibraciones.
La idea mental que priva en tiempos de los que hoy son espíritus
tiene una base simple y magnífica: se comprende al individuo como
formando parte, cual eslabón en el trabajo de cocreación universal. Su
base educativa se apoyaba en los dos campos de la conciencia del ser
individual: conocimiento y voluntad. Educar era develar en sus dos
áreas a la conciencia: en el campo perceptivo por la sabiduría y en el
expresivo por la moral.
El alma humana era adiestrada en el arte de captar y organizar el
poder solar esparcido en nuestras fuerzas interiores, llamado tonallo,
¡para liberarlo en el espíritu! El destino del hombre es develar, con
armonía ética y sabiduría, un estado interior llamado conciencia, virtud
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mediante la cual habremos de integrarnos al campo unificado de la


Mente Universal. (Cfr. TONALLO en el Glosario)
Aquellos quetzalcoatlianos explicaban a los hombres que
formamos parte del cosmos, ¡lo edificamos! La vida se entendía como el
trabajo de cumplir la misión, el compromiso implícito con el destino. Se
vivía para generar conjuntamente los esfuerzos que soportan al
presente, para efectuar un cambio. Con tal fin se educaba la voluntad.
Había que sintetizar lo pasado en criterio, para reproyectar al hoy con la
visión del futuro.
Estamos aquí para emplear el presente en desarrollar el cuerpo,
hasta dar en nosotros plenitud a nuestra naturaleza. Somos evolución
del ser, develación del espíritu en siempre nuevo estado interior de
conciencia. Venimos como testimonio a superar traumas, pruebas y
acertijos, para lograr una asimilación crítica de las experiencias de vivir
que nos permita manejarlas.
El destino es un proceso; entenderlo requiere de un
procedimiento. Tal procedimiento empieza por entrenar al ser en
percibirse a sí mismo y al sentido de su vida.
Hemos de aprender el arte de acecharse ¡para descubrir las
imágenes heredadas que se reproducen en nuestra subjetividad!
Fuimos penetrados mentalmente con ideas del mundo. Quedamos
sujetos por la urgencia de nuestras necesidades físicas, deseos,
sentimientos y preferencias.
La ciudad de Teotihuacan toma conciencia de esto y nos libera del
mundo. Su civilismo, simbólico y místico, da claro ejemplo del producto
social que arroja el buen manejo de nuestras fuerzas interiores o
demonios. Cuando dejan de jalarnos los pensamientos, cuando los
impulsos del ego, como vanidad, poder, erotismo, soberbia, dejan de
identificar a nuestra conciencia, nos alejamos del área magnética de los
pensamientos lunares. Entonces descubrimos que existen ocupaciones
de la mente, percepciones y pensamientos cuya fuente es solar. Del
conocimiento y la práctica magistral del misterio para aprovechar el
poder solar de nuestras propias fuerzas interiores, dioses o demonios,
resulta otro poder espiritual ¡tan poderoso como para edificar a
Teotihuacan, la Ciudad de los Dioses!
Contemplando lo prácticas que resultan sus ideas morales, tanto
por su grandeza para liberar al individuo como por sus conceptos de
participación social, así como por la importancia que se da en su cultura
a la evolución en el ser, se nos ocurre pensar que, para ejercer bien lo
civil, ahora, en esta crisis del espíritu de México, estos conceptos
místicos, la práctica ética de un civilismo en el cual se crea, en el cual
se tenga fe y se ame, es precisamente lo que nos falta, es lo que hoy
nos falla como civilización. Al parecer, esas presencias del ayer tenían
en su tiempo lo que nosotros no: una sociedad con principios y mitos
propios. Esto aportaba la parte de convicción que requiere toda moral.
13

Las ciudades nahuas desenterradas revelan capas reconstructivas


en las formas de sus edificios ceremoniales, tales capas dan testimonio
sobre la existencia de un método místico, tanto personal como social,
de desarrollo. Consiste en la renovación cíclica de la idea. Se rompen
por periodos las ideas originales de la civilización. Esto se llamó Rito del
Fuego Nuevo y se efectuaba cada 52 años. Huehueteotl es el sacerdote
encargado de oficiar el rito.
La ley del ciclo renovó tanto a la religión como a los sistemas
económicos y de pensamiento. Enseñó a los teotihuacanos a obedecer
períodos de conciencia histórica, concluyendo ideas, evolucionando el
concepto del ser individual y colectivo. La ley del ciclo nos enseña que
debemos renunciar a todas las ideas que nos han determinado, para
volver a pensarnos.
Tal rito-ley del fuego nuevo, del arte de destruirlo todo para crear
un nuevo espíritu, con nueva creación de ideas y conceptos, consolida
en periodos el legado de las generaciones y obliga a la sociedad a
postular sus cambios sin oprimir las ideas que han de surgir. Esto crea
un civilismo abierto, amplio, integral, en el cual se reacomodan las
formas, se asimila lo pasado al presente y se torna en obra que ve al
futuro.
Al renovarse la civilización acumula y ensambla el aporte de todos
e incorpora nuevos prototipos, como aporte del trabajo de cada hombre
a su generación. Tales prácticas evolucionaron tanto sus conceptos que
los teotihuacanos crean un compromiso cívico único, producto de una
conciencia unida por valores comunes, con la aceptación individual de
deberes sociales.
La sociedad civil educaba a los individuos en el misterio de su Ser
Cósmico, con lo cual cultivaba en cada cual su libertad individual: su
capacidad de darse.

NUESTRA IDENTIDAD EN LA HISTORIA


14

Lo que remonta y sostiene a nuestro espíritu como civilización son


las ideas que heredamos. Lo que hagamos con nuestra historia tiende a
ampliar la conciencia y a elevar la espiritualidad de nuestra civilización
con nuevas ideas. Las ideas son visiones personales de la Idea
Universal.
Los mexicanos ingresamos a nuestra civilización renunciando a
nuestra antigua historia con la Conquista. 300 años después fuimos
recreados en otra realidad con la Independencia, sin una conciencia
capaz de valorar las nuevas ideas. Nos educaron con valores no
alcanzados por nuestra percepción o aprendizaje de la vida, sino que
nos fueron impuestos sin uso de nuestra razón. Fuimos cultivados con
ideas ajenas a nuestro ser de cada día, hasta hacernos otros.
Adoptamos el ser occidental, lo cual nos hace ser conscientes como
transferencia de conclusiones de otras inteligencias. Actuamos
iluminados por leyes de importación que, en su momento, nos dejan
deslumbrados y las volvemos mandamientos. Socialmente no vamos a
practicar tales mandamientos porque no llegamos a ellos por nuestra
propia evolución, porque estos mandatos no parten de nuestros propios
haceres y conclusiones de conciencia y, ¡claro!, no llevamos convicción
de respetarlos.
Toda educación debe culminar en universalismo. En la medida en
que no accedemos al universalismo occidental no adquirimos su
sabiduría y no tenemos, o no sabemos, manejar una propuesta moral
para el entorno nacional. Practicamos valores de una sabiduría
adquirida sin aprendizaje propio. Padecemos un ser cultural que hereda
algo que no entiende y lo usa de sombrero, porque es una sabiduría que
no le fue explicada y que, formándonos legalmente, no asumimos como
compromiso social.
Carecemos de principios enraizados en mitos propios, en un
criterio que regule políticamente a la sociedad. ¿Consecuencia?
Integramos el gobierno civil del ser social con individuos interesados en
sí mismos, apáticos a participar en la pluripersonalidad de la entidad
universal, e ignorantes del ciudadano común.
Requerimos tener convicciones propias para hacerlas ley, tras
exprimir al esfuerzo de vivir nuestra propia idea del Ser, del Mundo y la
Vida. Debemos culminar nuestra educación en universalismo.
No llevamos la inteligencia mexicana al conocimiento y evaluación
de nuestro pasado como sociedad. Solemos no conocer o no estar bien
informados sobre los hechos históricos que formaron nuestra
civilización. En todo caso, solemos no manejar para el bien social los
acontecimientos de nuestra vivencia histórica. No clarificamos lo pasado
y sus motivos, extrayendo de sus enseñanzas una técnica, una táctica y
estrategia. Nos falta desparramar mucho más aquello que llevamos
acumulado en nuestros intelectos, hacia todos y para cada uno de los
individuos que somos el pueblo.
15

¿Por qué no verter toda nuestra emoción en encontrar la fuerza


mágica de nuestra inteligencia, en conocernos a nosotros mismos?
Criticando la masa de conocimientos, costumbre, ideas y moral
que nos mueven, hay que desintegrar nuestros demonios hasta
dilucidar nuestro mito. Debemos extraer tal mito original de nosotros
mismos, como producto de nuestra sabiduría, utilizando en ello todo el
pasado para aprender, empleando el presente en transformar el futuro.
En cuanto a nuestro saber, moral e ideas, ¿vienen a nosotros
como civilización, en costumbres? ¿Y no será que en esta forma de
estar "civilizados" adquirimos una posición débil?, que resulta no tanto
en vivencia creadora como en aculturización y dependencia. Somos
esclavos de creencias y estados mentales de todos los que nos
conquistan, que nos tornan copias y manejan nuestras identidades para
su beneficio, vendiéndonos el deseo de ser como ellos o de tener lo que
ellos.
Esta culturización supedita la evolución de nuestra persona a
ideas y moldes de Occidente, a consumir intuiciones que no van a
funcionar para nosotros como les funcionan a ellos.
Alguna vez usted, amigo lector, se habrá preguntado acaso:
"¿hasta que punto mis costumbres morales son remedo de las ideas de
nuestros conquistadores españoles, o de los franceses?". ¡Hoy
arremedamos a los norteamericanos! Nuestra identidad e intuiciones
imitan las razones e ideas de aquellos cuyo vanguardismo actualmente
nos conquista.
Todo hombre ha de construir su criterio a fin de saber cómo vivir.
Es indispensable tener tal criterio para regular la conducta a seguir,
ante el eterno planteamiento de problemas y acertijos a resolver que
nos da la vida. Así que cada hombre requiere aprender a vivir virtud a
un criterio de vida que le orienta para vivirla.
También como sociedad requerimos de criterio propio, y así como
el ser humano individual emplea su conciencia para reflexionarse, para
ejercer su razón y tener criterio sobre el ser, el mundo y la vida, así
mismo toda sociedad debe emplear su historia para lo mismo: para
tener criterio, saber y cultura. Esto es, todos hemos de tener, así como
conciencia crítica, cultura de la historia que nos forma, para hacer lo
mismo que con la conciencia, hacerla reaccionar con el criterio en el
ser. Esto es, debemos encontrarnos a nosotros mismos, como
individuos y como sociedades. Sólo así podemos encausar nuestros
actos hacia un rescate ideal de todos y cada cual, buscando
entendernos y encontrarnos a nosotros mismos, tanto como sociedad
como uno a uno en tanto individuos-persona.
Hemos de conocer y aceptarnos tal como somos uno a uno, para
establecer una línea de conducta que venga de una convicción filosófica
sobre nuestro ser y la vida. Debemos modificar las costumbres, cual
prácticas de una visión y herencia integrales sobre el Ser, el Mundo y la
Vida. Tenemos la necesidad de actualizar todos el proyecto ideal de ser
16

en la vida, empleando en ello el criterio, fruto extraído por nosotros de


las experiencias que produce el árbol del saber.
En otras palabras, requerimos captar las ideas que nos mueven
para saber a dónde vamos, para entendernos como individuos-sociedad
y rescatarnos de Occidente a nosotros mismos. ¿Cómo? Comulgando a
Occidente, asimilando su sabiduría, digiriendo su universalismo en
criterio y principios.
La madre de la sabiduría es la Idea. Tener ideas es requisito
indispensable para practicar convencidamente la conciencia moral, sin
la cual todo principio cívico es inservible. Sólo ideas claras organizan la
aspiración de superarse, personal y socialmente. Las ideas vienen del
espíritu, que organiza la vida con el análisis y la razón de historia y
conciencia. En la toma de conciencia crítica nace el pacto de ideas que
establece valores y costumbres como moral, por consecuencia natural
del buen criterio.
Todo hombre ha de remontarse en el uso de su razón, buscando
intuiciones propias desde su criterio. Este criterio es el que le permite
perfeccionar sus intuiciones. El criterio alcanza ideas propias. Y sólo
esas ideas permitirán recrear a esa herencia de letras, de conceptos y
valores que se nos dan como civilización y cultura. La conciencia culta,
como consecuencia natural de la sabiduría, crea al individuo moral. (Cfr.
CRITERIO en el Glosario)
Los herederos del misterio nahua perdimos la idea original que
nos auxiliaba para realizar lo anterior. Esto sucedió por la conquista
resultante de añejas invasiones chichimecas. La síntesis preamericana
materialista del misterio teotihuacano estaba ya de viejo enferma antes
de la conquista en su sentido del poder. Todos los restos aún magníficos
de las ideas de los antiguos teotihuacanos desaparecen tras la colonia.
Nuestras ideas-costumbres, intuiciones, razón y sentido moral, se
remodelan al dictado de las ideas-costumbres impuestas por quienes
nos conquistan. La independencia inició la búsqueda de la idea-
costumbre que habrá de rescatarnos.
Igual a un ser humano, que ha de entenderse a sí mismo para
cumplir los ciclos de su desarrollo, así México, como sociedad, ha de
conocerse. Lo cual sucederá cuando captemos todo lo que somos, tanto
los individuos personas, como éstos en tanto sociedad civil.
Llegamos a ser México moderno sin conciencia histórica, sin
estructura económica, capacidad crítica ni saber científico, sin
intuiciones para proyectar nuestro desarrollo, sin la costumbre de
gobernarnos ni de hacer negocios liberales. Acostumbrados a obedecer
y no a edificar nuestra libertad social con empresas que fomentaran
nuestro desarrollo.
Mucho antes de los aztecas se había olvidado el contenido
profundo de la idea original para comportarnos y pensarnos como
individuos y sociedades. Tras españolizar nuestras vivencias, menos
idea nos quedó sobre nuestra verdad perdida. Así que con la
17

Independencia tomamos las ideas de un Occidente que pensaba muy


adelante de nosotros para emprender la búsqueda de nuestras
intuiciones tras ellos. ¡Y tras de ellos andamos tras ellas!
Las actuales formas de concebir a nuestro ser vienen
culturalmente de la explicación que damos a nuestro origen. Nos
explicamos este origen como venidos de la historia occidental. De ella,
pues, extraemos todo este oficio de ideas-conceptos, de números y
palabras con que el occidental extiende su conciencia por sistemas y
culturas. Este oficio de ideas-palabras-concepto pudiese decirse que es
el simbolismo creado por el hombre universal de Occidente para
rescatarnos hacia la Idea de nosotros mismos: es un simbolismo de
palabras que encierran conceptos, en los cuales se revela parte de la
Idea o el camino hacia ella.
Las palabras y sus letras son una enorme herencia en las que
Occidente organiza nuestras mentes independientes, conceptualizando
idealmente al individuo como persona y sociedad civil. De ello depende
la libertad, su interdependencia y universalismo.
Los mexicanos somos los herederos de las tierras que ocuparan
los dioses; no heredamos su mente, pues las ideas de la Ciudad de los
Dioses y sus formas mentales, así como sus maneras que entendemos y
proyectamos al pensarnos -para ser en el mundo- han diluido sus
misterios teotihuacanos en trece siglos de olvido.
Tras inúmeras invasiones perdimos la sabiduría de nuestra
transformación interior, deformando ideas y conceptos a tono de los de
nuestros interminables conquistadores físicos y mentales.
Antes de la llegada de los españoles, en tiempos de las invasiones
preamericanas (del 750 al 1325), los conquistadores eran
transformados por la civilización vencida, similar a como sucediera a
Roma con Grecia y a los bárbaros con Roma. Igual aconteció en
Mesoamérica durante las conquistas prehistóricas de los diversos
pueblos chichimecas, olmecas-xicalancas, toltecas, aztecas, etc.
Con los españoles fue muy diferente: llegaron imponiendo su
herencia de letras, la evolución histórica de su cultura, economía,
política y ciencia. Nos aplastaron con sus grandes conquistas físicas y
culturales. Fuimos enrolados a su mundo económico e ideal y con él en
la contrarreforma, el catolicismo, la mentalidad española y la
escolástica, brillante e inoperante en la realidad filosófica que empezó a
crear el idealismo con las ideas científicas que habrían de modificar los
mundos hacia la modernidad.
Avanzamos de la etapa hidráulica en la edad del cobre sin ruedas
al Renacimiento, asumiendo desde la contrarreforma la mentalidad e
idiosincrasia del autoritarismo, del engaño a la ley por ciencia, creando
cabildos políticos sin poder, cultura artesanal y filosofías de discurso.
Fuimos desposeídos de la propiedad de nuestra patria, de la reforma
librepensadora, liberadora del gobiernismo, así como del humanismo,
de la filosofía moderna, del industrialismo, de la práctica del liberalismo
18

de mercados y la lucha por la independencia personal. Se nos obligó a


ser dependientes. A no estar autorizados para crecer.
Tras la Independencia quedamos desvestidos: sin el traje nahua ni
el de novohispanos, mezclados entre criollos, mestizos, castas e indios,
desnudos todos como multitud sin conciencia individual ni historia civil
liberal, ante la idea del ser nacional. Desde entonces vivimos
inventando identidades sin realmente tener idea de nuestro destino:
futuro posible conforme a nuestra capacidad y carácter. Perdimos y aun
no reedificamos nuestra identidad individuos-sociedad civil. La
identidad surge de la búsqueda que hacemos de nosotros mismos,
surge porque el alma induce su ser por la idea que le inspira su mejor
razón, como aspiración del criterio para sí mismo. La identidad es como
el proyecto que de sí hace el alma, con sus mejores intuiciones.
Entendiendo que estas intuiciones coronan la lucha de la experiencia
por saber, llegan con el criterio, tras el ejercicio de la razón, en busca de
verdades que nos acerquen a la Idea Universal. (Cfr. IDENTIDAD en el
Glosario)
Al quedar desnudos, sin identidad política e independientes de
España, sin conciencia de nuestro momento y razón, perdimos la idea
del yo. Vivimos sin la lucidez operativa que da el saber lo que somos.
Perdimos el beneficio de la inteligencia histórica como expresión política
y económica.
Tener la Idea, estar en ella y comprenderla ¡es la unión de todas
las ideas en su verdad común! Significa adoptar nuestro mejor mañana,
captar un futuro para nuestra propia historia. La Idea equilibra e integra
coherentemente todas las polaridades de nuestra conciencia personal:
nos rescata integralmente del murmullo demoníaco del pensamiento. La
Idea es la unión por el sentimiento común, la certeza del criterio en la
conciencia universal.
La identidad social crea un acuerdo de entendimientos en una
verdad común, por todos asumida como credo. Cuando un pueblo tiene
conciencia común comparte intuiciones e ideas; de ellas emanan los
ideales y con ellos es que se establece una identidad social que nos
convence para unirnos en la práctica de una moral ciudadana. La
identidad social bautiza como persona civil a las ideas alcanzadas de la
Idea Universal.
Desde la Independencia vivimos inspirándonos en Europa y los
Estados Unidos para ser libres, como liberales, positivistas o modernos.
Con la Independencia nuestra civilización, sorprendida, se asustó al no
depender de España. Al quedarnos sin nombre debimos aprender a
renombrarnos, guareciendo nuestra ignorancia y soledad bajo la
ilustración, tras las ideas liberales y el liberalismo económico. Con la
ilustración nos liberamos. La colonia nos dejó un país requerido de
tutor, sin modernidad, escaso de tecnología, con minúsculo volumen de
hombres ilustrados con una arcaica industria, acostumbrados a
corromper y obedecer, a pagar y comprar el poder, a no saber ejercerlo
19

igual que a la hacienda. Nuestro banco natural, la iglesia, había sido


brutalmente despojada por los borbones antes de la Independencia. No
teníamos marina y nuestra superestructura económica casi no existía.
La opción fue reorientar nuestras instituciones hacia lo que estaba
funcionando en el mundo, pidiendo dinero a Inglaterra para caminar.
Nuestras costumbres nos llevaron a imitar a Francia, cuya Historia
Universal fue adoptada como propia. Desde entonces vamos
mentalmente tras las ideas de los países que, desde inicios del siglo
diez, consolidaban nuestras filosofías; pensamos siguiéndolos,
sojuzgados por su poder industrial y comercial y extendiendo sus logias
y negocios a nuestros antes vedados mercados.
Mientras tanto, los grupos sociales de los mexicanos de entonces
actuaban condicionados por el mosaico de identidades que les daban
sus disímiles intereses y conciencias. Y estas conciencias e intereses
obedecían a sus riquezas, culturas, ideas, etnias y clases. Quedamos en
poder de las logias, que proclamaban los sistemas de pensamiento más
evolucionados. Con ellas organizamos los principios de la lucha interior
que padecemos: entre banderas.
Entonces fueron dos esas banderas: la de los herederos de las
propiedades o conservadores, y la de los pobres e instruidos seguidores
de las ideas liberales. Estos liberales imitan las intuiciones de quienes
tenían las ideas que funcionaban como filosofía, en tanto paradigma y
arquetipo sociocultural del mundo.
Estas ideas crecían bajo la influencia de una conciencia nueva, de
nuevas creencias políticas que transformaban el globo. Cuando la
filosofía idealista culmina en Kant, se implanta la idea del liberalismo de
mercado, madre del capitalismo, con Adam Smith, un maestro
universitario de moral.
Desde ahí se agota la filosofía como búsqueda de la libertad
humana y se siembra la nueva libertad, posible sólo por el triunfo de la
economía personal.
Las bondades de la libre competencia nos convencen de la idea
de ser: así independientes como poderosos. Esta fue la nueva verdad
del Ser del mundo y de la vida, dentro de un sistema basado en la
búsqueda de la libertad para el individuo, sistema que en este siglo nos
llevaría a plantearnos históricamente la lucha entre el liberalismo
individual de los Estados Unidos de Norte América y la superestructura
de estado de la Unión Rusa de Repúblicas Soviéticas Socialistas.
En el siglo diecinueve el nacionalismo colonialista, la técnica y el
industrialismo coronan una nueva realidad. Y esta nueva realidad surgió
del triunfo de una banca ávida de financiar conquistas y exportaciones
de gobiernos comercialistas. El industrialismo, que es propiciado por la
aplicación de las ciencias a la producción, desarrolla la modernidad con
inventos. Los mexicanos, refugiados en el afrancesamiento fuimos
nuevamente arrollados, esta vez por las luces y maquinarias del siglo
diecinueve europeo.
20

Hoy, el impulso de la cultura occidental resulta formidable.


Al menos en lo económico ha involucrado a todo el globo en sus reglas
de juego. Para nosotros, el solo hecho de tener su sistema de libre
mercado nos exige evolucionar económica y tecnológicamente para
competir contra los países del primer mundo, lo que nos obliga a vivir
no solo copiándolos sino superando la copia. Esto que nos sucede en la
economía se repite en la cultura, la política, la ciencia, la filosofía y la
lucha diaria por evolucionar el modernismo y la ciencia.
Mientras no perfeccionemos nuestra Idea del Ser no existirá una
Identidad Nacional en que creamos todos los que somos México. Se
vivirá nuestro nacionalismo sin identidad de almas. Practicaremos con
indolencia ética nuestra sabiduría.
La falta de un credo nacional resulta en amoralidad civil. Por
nuestra culturización imitativa y por la concepción individualista,
heredada de España, seremos muchos universos y una sola sociedad.
Para dar estructura a todos nuestros valores hará falta un código ético,
que armonice voluntades en una sola identidad ciudadana; forjada
alrededor de una idea compartida.
La vida en México debe incluir un esfuerzo por avanzar en el
desarrollo de la conciencia nacional, pues sólo al tenerla podremos
encontrar nuestra razón. Ella armará la idea que puede identificarnos.
Hablar de conciencia nacional implica organizar críticamente a
nuestra historia, extrayendo de ella sabiduría y provecho moral.
Hablamos de adquirir conocimientos y dar sentido a los valores, de
realizar el aprendizaje de vivir entendiendo la razón de nuestras
vivencias.
No tenemos conciencia nacional a pesar de nuestra historia
nacionalista. Tener conciencia implica conocer nuestra razón, integrar
con nuestras intuiciones una idea que nos una, que inspire nuestra
moral.
Habremos de iniciar la lucha por vivir una cultura de equilibrio,
justa con los desposeídos y que establezca valores trascendentes, que
llevemos dentro de por vida. Pero un Occidente que no asimilamos
oscurece con el estado actual de sus ideas las intuiciones que
anhelamos vivir.
En tal sentido, las almas y la conciencia de los mexicanos cargan
una loza conceptual, ideológica, metafóricamente similar a la que
antaño cargara para liberarnos el Pípila.
Dicho sea de otra forma: espiritualmente todos luchamos hoy por
desentrañar las herencias de la historia que nos definen; luchamos por
captar las máscaras construidas de imaginería política y educación
sobre el rostro de ese ser sin rasgos propios que resultamos: que usa un
antifaz ante los valores morales. No llegaremos jamás al modernismo si
vivimos copiándolo, porque nuestras personalidades serán
dependientes, carentes de idea original. Esas identidades, que
21

copiamos de otros, sólo nos hacen máscaras: reflejos de intuiciones


obtenidas por vivencias ajenas.
Nuestra sociedad carga una loza de herencias culturales,
inculcadas por la educación misma, en tanto que al educarnos se nos
indujo con ideas que condicionan ahora nuestras identidades en tanto
individuos y como sociedad civil. Hacemos nuestra conciencia con la
idea de otras sociedades e individuos.
Este problema mental que transportamos en las costumbres es
una loza creada por nosotros con el auspicio y beneplácito de los
primermundistas, para utilizarnos. Sin embargo, esa loza que
transportamos hereditariamente en nuestra mente como cultura
occidental, bien pudiera usarse en nuestro provecho. ¿Cómo?
Comulgándonosla. Podemos juntar a las letras, con todos sus valores
culturales y científicos, al simbolismo espiritual de la Idea teotihuacana,
que pregona al ser por arquetipos morales, ¡por paradigmas de dioses!
Tal formula vendría a integrar plenamente el materialismo económico
de nuestra conciencia moderna, con los misterios del espíritu. Aplicar
tal fórmula será despertar un poder, útil como moral, para renacer de
nosotros mismos.
Con tal moral podremos transformar la loza que nos da Occidente
en instrumento de interpretación, para con él resolver la red de
problemas de naturaleza moral, educativa, económica y social, que nos
impiden vernos como pudiéramos ser.
Igualmente a como antaño hiciera nuestro prócer para liberarnos,
cargando su escudo hasta la puerta de la alhóndiga, ahora la calidad de
nuestras mentes avanza a quemar el portón de nuestras máscaras. Tras
dicho portón se oculta la idea que revelará nuestro ser nuevo, la razón
de nuestra historia y el criterio que nos dará un camino propio.
Todos pujamos por madurar para alcanzar el portón del ayer e
incendiarlo, con todo lo que nos limita al definirnos como lo que fuimos,
en tanto cultura occidental únicamente. Requerimos armonizar el
conocimiento de Occidente con nuestro sentimiento nacional y poderes
simbólicos, de antiguos teotihuacanos.
Comprender la verdad que mueve a europeos y estadounidenses
aportará la seguridad, la eficiencia y convicción que habrán de
liberarnos. Esta es la esperanza que origina nuestros propios sueños.
Cual Pípilas, nos mueve la esperanza en un futuro que no sabemos
cómo conquistar. En él se pronostica integración entre todos nosotros,
usando tanto la sabiduría de Occidente como la ética simbólica de los
teotihuacanos.
La culpa que pagamos por los pecados de nuestra historia es no
conocernos. El castigo está en pagar el servicio de la deuda, apoyados
en la insolidaridad fiscal y la falta de moral pública. Resulta difícil tener
esperanza sin antes pactar un camino ético.
22

Separados por nuestras individualidades como marchamos


socialmente, difícilmente podremos manejar un sistema que ninguna
nación domina.
Mentalmente somos una nación que busca su verdad.
El uso de la razón y el conocimiento llevará a nuestras conciencias
a tener criterio de la historia.
Debemos conquistar tal criterio histórico, para madurar con él
nuestro fenómeno social.
En vez de avanzar en la historia cual corolario de Occidente,
luchemos por comprender aquello que nos define y programa
vitalmente, limitándonos, conduciéndonos. Iniciemos un incendio
mental, generando el fuego nuevo, quemando el enorme portón que
encierra lo que nos cautiva. Quemar tal puerta es conquistar la
conciencia de lo que nos determina, es aprender a luchar para derruir lo
que nos condiciona.
Ese gran portón, que habremos de incendiar para crear
pensamientos ígneos, con fuego nuevo, habrá de crearnos formas
nuevas y un nuevo estado de conciencia nacional.
En el espíritu social de nuestras razas hay un Pípila teotihuacano
que soporta, como deformación de su espíritu original, a un
occidentalismo sin discernimiento.
Es Quetzalcoatl quien desde Teotihuacan manda a su cuate Tlaloc
para que sople su fuego divino hasta incendiar nuestro espíritu, a fin de
que aprendamos a transformar el peso de la piedra cripta que
Occidente nos impone con sus intereses, por nuestro individualismo
material, en fuerza ética, criterio y saber, para con ellos dar un sentido
a nuestro avance técnico y social, haciendo plan y programa en las
luchas de nuestra historia.
Si queremos un cambio basta con incendiar nuestro ser de islas,
basta ofrendar a las flamas del espíritu nuestras ideologías y conceptos.
El centro de esta ofrenda será un ígneo océano de pensamientos. De su
consumo surgirá un oro nuevo.
Dejando arder las identidades hasta manifestar todos los
demonios, descubriremos nuevo oro en vez de cenizas.
¿Será?
Por lo menos ya nos queda claro que lo que pasa es porque
enfrentamos la presencia histórica de un ciclo, parteaguas exacto de un
cambio. ¿O no es cierto, acaso, que en México vivimos una prolongada
crisis, tanto ética como de identidad, que se refleja en alteraciones
morales, nulificación del poder de compra, injusticia económica para los
asalariados, e indignidad y engaño por política?
Esta crisis es el final de un ciclo de identidad. Viene a resultas de
hechos pasados en la historia, para dar término a formas de ser que no
funcionan, viene exigiendo cambios en las estructuras mentales, en los
conceptos con que determinamos desde nuestra idea a la realidad.
23

¿Por qué no incendiar en todas nuestras mentes la estructuras de


una realidad determinada por toda suerte de pegotes ideológicos, de
conceptos y prototipos heredados sin criterio como civilización?
El concepto que tenemos del ser y la vida en relación con nosotros
mismos, nuestro mosaico ideológico, la maraña de nuestra civilización
parchada, el espíritu de imitación que tanto nos seduce y que nos da
cierta incongruencia para proyectarnos espiritualmente en el instante
mágico de imaginarnos, nos deforma como civilización y personas.
La crisis nació por la imitación de moldes políticos extranjeros, no
apoyados en la moral cívica interna, surge de los eternos parches en
pos del modernismo, la desarrolló la falta de un renuevo estructural en
el camino, por no incorporar esa preciosa originalidad ontológica que
perdimos y que, sin embargo, requerimos tanto para proponernos a
nosotros mismos como personas, como empresas, como ciudades y
estados.
La crisis se dio porque nuestro propio gobierno impuso estructuras
conformadas en países occidentales; no acordes con lo que somos y
podemos. Se nos ordenó crecer hacia la libertad, tras el liberalismo, la
democracia y el modernismo. Estamos propuestos como sociedad e
individuos conforme a hábitos que importamos, pero para los que no
estamos capacitados. La crisis es la disfunción entre lo que somos y lo
que nos suponemos: a nosotros y al sistema. Esto nos viene con la
educación individualista que nos induce a buscar el estatus y el poder,
como sistema para vivir.

LOS TRAUMAS HISTORICOS QUE HABREMOS DE SUPERAR.

Los que somos mexicanos espiritualmente heredamos una


civilización cuya idea moral fue destruida múltiplemente.
Como nuestra primera unificación al nivel de Anahuac viene con
Teotihuacan, la caída de cada una de las metrópolis que sustentaron la
idea de los dioses fue la primera frustración sufrida por la Idea de
gobierno que tanto beneficiara a los teotihuacanos. De ahí en adelante
cada una de las invasiones exitosas que sufríamos nos fue
desorientando, frustrando nuestro ascenso histórico a la libertad porque
24

ganó el más fuerte sobre el más sabio. El conquistador transformaba


hacia sí mismo el nivel mental-místico del conquistado.
El abandono del último Quetzalcoatl, pronosticándonos su
regreso, fue la culminación de un enredo: entre la verdad del tiempo
clásico del misterio Teotihuacano y la forma civil y política de practicar
sus ideas. Tras el gobierno de Quetzalcoatl, del año 250 a. C. al 750 d.
C., con la llegada de los olmecas-xicalancas, entra en un primer período
la decadencia del misterio.
El fruto místico de este período es la ciudad de Tulla. Y la
desaparición tolteca culmina tal periodo con la caída de los toltecas. En
estos tiempos aún existieron notables Quetzalcoatl, hombres cuyos
principios los hacían gobernantes, iluminados que establecían un
sistema político armonizador de las individualidades.
Con la partida del último Quetzalcoatl concluye, pues, el primer
periodo en la deformación del misterio.
El segundo ciclo corre de la caída tolteca a la llegada de los
mexicas al lago de Tetzcoco, y su metrópoli es Culhuacan. El ciclo de los
mexicas es un tercer período. Su fruto es la triple alianza. Tenochtitlan
es su fruto más exquisito.
Con el desembarco de Cortés a Veracruz arriba un nuevo
Quetzalcoatl, plural. Su cuerpo es de cristianos. Nuestros
conquistadores son el nuevo Quetzalcoatl que nos envía Cristo. Cristo es
el Quetzalcoatl pronosticado. Llega integrado en las personas de los
occidentales. Con la Conquista, esperada por todos en Mesoamérica y
cumplida en Cortés, el pronóstico nos vence con llegar a tiempo,
¡apersonado en los representantes del Cristo de Occidente!
Su llegada coincide con el año prometido por Quetzalcoatl para
retornar en el mito de su partida.
La conquista y su colonia fue acción de los propios indígenas para
cumplir lo que esperaban. Buscaban destruir el dominio sangriento
ejercido por los mexicas sobre ellos.
La idea de los dioses, que tan mal reinterpretaran los aztecas, no
pudo ser ni sospechada jamás por los conquistadores españoles.
Aunque, ciertamente, los restos de las luces que al llegar los
españoles edificaban Tenochtitlan, a los conquistadores harto
impresionó. Así a Cortés como a su gente. Y eso que aquella urbe sólo
era resto de las ideas de Teotihuacan.
Sin embargo, resplandores del misterio teotihuacano aún
sostenían aquella civilización azteca y a su idea de los dioses.
Una historia hubo que narró la deformación de los misterios por
los tres ciclos, era una historia prendida en los nombres de las
diferentes ciudades que la transportaron. La última ciudad en recibir la
idea fue erigida por una migración tolteca a orillas del lago de Tetzcoco.
Se llamó Culhuacan. Esta ciudad recibe los misterios desde el siglo diez
de nuestra era cristiana. Los pierde al ser conquistada por los
tepanecas.
25

Para cuando los tepanecas de Atzcapozalco vencen a Culhuacan y


toman para sí los antiguos misterios, llevándoselos a Atzcapozalco,
continúa la peregrinación de la Idea que habrá de culminar en el poder
Azteca.
De Atzcapozalco toman los aztecas el misterio, para transportarlo
a Tenochtitlan y quemar los restos de los códices, asegurándose así que
ninguna otra nación pudiese jamás llegar a conocerlos. Esto, según
ellos, los convertía en extensión sucesiva, exclusiva, de la idea de los
dioses en herederos de los toltecas y depositarios de la más antigua
sabiduría solar nahua de los culhúas. Así fue como los antiguos
mexicanos decidieron aprovechar sólo para sí, al fin hijos del poder, los
añejos misterios de Quetzalcoatl. Jamás pudieron percatarse estos
mexicas de que, con hacerlo, contradecían el origen mismo de la Idea
Original.
Todo esto nos frustra aún en nuestro inconsciente colectivo.
Otra frustración fue nuestra independencia política, porque nos
entregó a un coloniaje diferente, signado por la incapacidad para
competir y gobernarnos. Y esto debido a nuestra inmadurez e incultura
occidental, por nuestras conciencias acientíficas, nuestras filosofías
discursivas y escolásticas, por la heterogeneidad de nuestras mentes e
ideas, por la ausencia de la idea liberal, constructora del liberalismo y la
libertad de mercado.
Esta frustración aún nos sujeta bajo la falta de opciones
económicas, entre políticas sin arraigo. Nace desde la mentalidad con
que nos deja la Colonia. Los pasados doscientos años han modificado tal
frustración. Sin embargo, hoy permanece la insolidaridad fiscal, la
deuda eterna, la inconsciencia de lo que nos mueve y la democracia sin
objetivos realistas.
Nuestra Revolución es otro trauma que nos deforma moralmente
en nuestra verdad civil. Mentalidad e idiosincrasia, frutos de intereses
políticos del régimen, dificultan la honesta integración civil. Esta
deformación ideal es por intereses y estriba en que la revolución fue un
movimiento que no realizó su objetivo ideal, histórico y fundamental: la
justicia social.
Se cambiaron las etiquetas pero no la condición del pueblo. Poco
se transformó la conciencia del pueblo y no mejoró su economía. A todo
mexicano honesto le frustra el que la Independencia y la Revolución
aún no cumplan su misión histórica.
Enraizada ideológicamente entre conciencias de élite, que poco
entiende el pueblo, esta Revolución no solo no alcanza sus objetivos
ideales, sino que no logra insertarnos en la modernidad con justicia
social para los herederos de los que la pelearon.
De hecho, esto que nos pasa (centralismo, presidencialismo,
corrupción y amplia y extrema pobreza) es una vieja afección histórica
de nuestra nación que nos heredó la Conquista y la Colonia.
26

El origen del mal se oculta en la Colonia, entre las costumbres


morales e ideas que nos inculcaron haciéndonos ser como les vino en
gana. Así como nos trataron nos acostumbramos. Hechos quedamos a
los modos de sus costumbres. Aprendimos a ejercer el deber político
acostumbrados al poder central, a los cabildos sin poder, a la enorme
corte de consulados comerciales, a comprar nuestros derechos y tener
autoridades por derecho de compra.
Actualmente seguimos escasos de participación política, sin un
civilismo electivo que nos haga eficaces ante la carga del quehacer civil
y la conquista personal.
Todos nuestros males permanecen como costumbres, pues no
acertamos a percibirlos como condicionamientos históricos que son, y
los preservamos con nuestra idiosincrasia, en ideología y mentalidad.
Al no tomar conciencia real de esto, permanecemos en nuestra
deformación mental. Así no atinaremos jamás a encontrar nuestro
verdadero destino. En la medida en que no juzguemos la actuación con
que respaldamos cada uno de los valores en que decimos creer, no
veremos nuestro mal. Y al no verlo menos lo aceptaremos como mal,
porque él simplemente nos poseerá, así que practicaremos el mal con la
naturalidad de quien cree vivir conforme a lo que suele llamarse
"realidad de la vida".
En cuestiones mentales, tanto en el ámbito de la historia como en
el de la conciencia individual, un camino para liberarnos de cada mal se
inicia con dudar de la idea que nos mueve hasta lograr ver la falsa
identidad con que nos manejamos y rechazar seguir involucrados con
ella.
Preciso es abandonar los motivos, extinguir las intenciones vitales
que nos ataban. Basta el propósito y una idea para renovar nuestra
personalidad, civilización, cultura y sistema.
Para renovarnos positivamente hemos de tener una idea que
norme, de buena voluntad, la moral civil.
Esta moral civil es perfecta cuando se basa en un principio
fundamental: entender la función laboral y ciudadana como realización
del destino, a la sociedad civil como misión histórica. Este es el camino
para encontrarnos a nosotros mismos.
Hoy, tras perderle el miedo al comunismo como opción sine qua
non del mundo, las naciones de Occidente, que tanto se entretenían en
cuestionar los dogmas materialistas dialécticos, cuestionan sus propios
dogmas económicos y políticos. La necesidad comercial lleva a esas
naciones a adherirse a bloques, mientras la incultura, la técnica sobre la
idea civil, el desempleo y la pobreza, ponen en crisis a sus sistemas. La
incultura y la impreparación son arenas movedizas en las que se hunde
la civilización, mediatizada para realizar nuestro ser en el consumo de lo
mundano, aderezado con sexo y aventuras. Transformamos nuestra
evolución mental con ideas imaginadas por los medios de comunicación
y los intereses comerciales y políticos.
27

En el Primer Mundo de Occidente, el liberalismo sin misterio


terminó en excesos, en cabildeo entre el capitalismo y la oligarquía
política. El liberalismo material culminó en consorcios enormes y un
modernismo polutivo y enajenante, en el consumo de imágenes, de
satisfactores insustanciales y desunión familiar.
Nosotros, los mexicanos que adoptamos los valores de Occidente
con carácter Xerox, nos enfrentamos a un gran vació de proyectos
políticos y económicos.
Más que nunca nos urge un programa educacional universalista.
A México le pasa todo: tanto sufrimos una crisis por falta de
operatividad en nuestra economía y política, como recibimos una
llamada de atención histórica sobre nuestro presente, por la ética con
que practicamos nuestras costumbres económicas y políticas.
Enfrentamos una denuncia de nuestra más antigua y pura raza
nahua, contra las falsas identidades nacionales que adoptamos.
Falsedades impuestas siempre por la sumisión: primero a los
chichimecas olmecas-xicalancas, luego a los toltecas, tepanecas y a los
aztecas antes que a España. Ahora, a la sensualidad y tecnología de los
medios y satisfactores.
Vemos en lo que pasa el final de un ciclo de ideas sobre nosotros
mismos.
Pasamos por una situación parecida a la de aquel que, para seguir
con vida, ha de enfrentar al cirujano.
Esto es porque tenemos, por la enfermedad social que
desarrollamos, la apremiante necesidad de extirpar tumores
espirituales que nos consumen. Así que debemos operar el cuerpo ideal
para liberarnos de conceptos falsos que nos envenenan, buscando ser
libres para transformar la idea del Ser con la vida.
Las voces de los espíritus sugieren que nos deshagamos del
liberalismo sin conciencia del ser interior, del socialismo sin libertad
individual, del empresarialismo sin humanidad, de ese portentoso
monstruo centro-federalista que tuvimos el orgullo de construir con
nuestra nación. ¿Por qué no intentar un nuevo concepto social?
Dado que la sociedad la componemos nosotros, justo es que
nosotros también la propongamos. Porque la patria es expresión política
de los que nacieron en un país y viven dentro de un estado, y no añejas
constituciones nacionalistas. La Cámara no es el edificio sino los que
están dentro, vivos y no muertos.
Nuestro conflicto podría superarse teniendo una idea que nos
proyecte a todos moralmente como nación, actualizando el acuerdo
ético de nuestra sociedad.
Ha de surgir un nuevo pacto entre nuestras conciencias, de
cogobierno entre voluntades. Sólo tal pacto podría atajar nuestro mal
esencial, porque este mal es de carácter ideal y moral. El mal que
padecemos se da por la contradicción espiritual entre nuestra moral
28

declarada y costumbres reales, entre lo que hacemos y las ideas y


valores que decimos tener.
Desde nuestra conquista practicamos la insolidaridad fiscal con la
patria, la apatía política y la indiferencia ante la miseria del pueblo.
Practicamos un humanismo sin valores vívidos, un liberalismo sin
ideales propios.
Nuestra defectuosa educación no edifica una conciencia universal,
ni termina en un compromiso cívico. El mal es consecuencia de no tener
costumbres electivas, de practicar una democracia que no nos percibe,
que nos divide, que nos impone candidatos desconocidos y poco
representativos del conglomerado civil.
¿Podríamos cambiar? ¡Claro! Sólo que hacerlo implicaría ser
capaces de reconcebir la idea del ser que nos identifica como personas
y civilización. ¿Seremos capaces?
Así mismo, habría que "evolucionar" nuestro capitalismo sin
pelearnos con la libertad de mercados ni las leyes del mundo,
tendríamos que reconcebir nuestro nacionalismo apoyados en un
civilismo, primero muy representativo, luego responsable de la
integración política, institucional, empresarial y familiar. La crisis exige
cambios, preconcebir nuestro mundo, pensarlo de nuevo para
restablecer la ciudad como educadora del hombre, como productora y
como protección de la sociedad y sus familias.
¡Las presencias noctámbulas afirman que podemos hacerlo!:
porque venimos de una civilización perdida que ya practicó tal civilismo.
México es el subsuelo de pueblos clásicos, cultísimos, de los
cuales sabemos poco menos que nada. Pueblos que, tras el siglo octavo
d. C., se transformaron, vencidos y reinterpretados por hordas
chichimecas, salvajes. Tanto los chichimecas del norte, como los
olmecas-xicalancas del sureste, todos conquistaron las ciudades
nahuas, para ser por ellas reculturizados con la consecuente
reinterpretación de sus ideas morales y místicas.
Surgimos a la historia desde donde tomamos nombre, como neo
mexicas, tras la Independencia. Nos identifica el último pueblo
chichimeca que sometió todo el Anahuac. Como nación hoy nos define
su nombre. Subconcientemente somos depositarios del estigma que nos
dan sus herencias.
Al lograr ser independientes de España, entre la sorpresa de
poseer una nación nueva y la nostalgia por rescatar un pasado mal
recordado por identidad, tomamos el nombre de los mexicas para
identificarnos desde aquel hoy, como mexicanos. Así fue como lo que
hoy es México obtiene su ideal de ser desde el subconciente como neo
mexicas. Adquiriendo así sus características espirituales, junto con la
tendencia a ser como ellos: los creadores del famoso Imperio Azteca.
Imperio magnífico, nacido de sufridos y constantes, de ensanchadores
de islas mágicas, de bravos e invencibles chichimecas venidos de
29

Aztlán. Glorificando el mito de su magnificencia quedamos condenados


a la tendencia de ser como ellos.
Aunque este pueblo hoy nos bautice como nación, no creemos
que sea el más elevado ejemplo de cultura y civilismo, ese portador del
ideal mágico que nos succionará para ser libres. Insistimos: fue en
rechazo, por odio a la imposición imperial azteca, que se decidió la
voluntad de algunos estados nahuas a enrolarse como soldados de
España.
España nos libera de la opresión imperialista aztlana sólo para
ingresarnos a Occidente y dejarnos sujetos a las ideas y maneras cívicas
del español de la Contrarreforma.
Esto nos impuso una frustrante reidentificación como personas y
sociedad. En la Colonia se nos confieren roles indignos para nuestras
personas. El amor de los frailes, el insospechado paralelismo de los
cultos, la acción de su Cristo humanitario y educador, como fuera,
Quetzalcoatl nos convenció para vivir la Colonia y en ella iniciar el
olvido de nuestros dioses con el cristianismo español.
Cedimos nuestra materializada idea de los dioses a su religión,
nuestras costumbres cívicas y políticas a su civilismo y cultura.
Ingresamos a las encomiendas, a los obrajes, a las minas, a la
Contrarreforma, al mercantilismo, a los eternos salteadores de
caminos, a una sociedad de castas y privilegios diseñada a favor de los
españoles y de la Corona. Ahí, el virreinato formó costumbres que aún
nos definen, formas de ser con las que seguimos agachándonos al
dejarnos ver, adornándonos para gobernarnos y medrar.
En el momento de ser independientes, nuevos para inventar
nuestro destino, entonces ejercemos la política, que es el arte de servir
a la colectividad, extrayendo al líder del afán de gloria y poder. Esto nos
llevó a la costumbre del caudillismo dispensador.
Ante nuestro nacionalismo, tras la Colonia, la impreparación fue
aplastante. Nos pesaron todos los defectos de formación y carácter que
nos dejara la propia Colonia. Las costumbres de vida que practicaran los
pueblos de Anahuac antes de su conquista, tras ésta, quedaron
deformadas en el individualismo por la sociedad colonial, ya que ésta
nos moldeó conforme a maneras y costumbres españolas. La
escolástica enredó en retraso de siglos a nuestras universidades. Los
políticos aprendieron a comprar el poder, así como a lambisconear y
corromper para obtener.
Durante los trescientos años de nuestra niñez occidental, dentro
de la Colonia, fuimos protectoramente explotados, hechos sirvientes. La
cultura y vida nacional dependió de España secularmente. Esto potenció
en nosotros una civilización dependiente que nos tornó en dados a
esperar, a tener que simular, a depender, a copiar soluciones
extranjeras.
30

Crecimos inseguros para enfrentar nuestra singular problemática.


Se nos hizo costumbre formar el ser de la copia y sentirnos colonia de
alguien.
Cuando logramos nuestra Independencia quedaron descubiertas
múltiples fuerzas. Con ellas surgió espontáneamente la voluntad
modernizadora, buscando evolucionar el civilismo colonial con el
sistema democrático liberal, imprescindible tras la revolución francesa y
la independencia del país que aún busca la libertad en la del individuo.
Las ideas de los libertadores y libre pensadores destacaban la
democracia y el liberalismo. Ambos daban brillo a quienes los
enarbolaban. Los liberales eran los encargados de llevarnos hacia un
progreso que no estábamos capacitados para percibir, pero que ya
entendíamos habría de venir de otros países.
Luchaban nuestros liberales, con sus modelos Xerox, contra los
conservadores, antiguos propietarios de los consulados comerciales y
de las haciendas pueblos. Eran estos liberales la esperanza contra la
Edad Media, pero buscaban armar un país con mil sueños enormemente
diferentes a nuestras mentes y posibilidades.
Entonces se apodera de la política nacional un sino, que aún
influencia nuestras costumbres desde el subconsciente de la raza. Este
hado nace de los mismísimos hábitos quetzalcoatlianos, aporta el
fundamento cívico pretolteca, crea estos hábitos y luego es
transformado en vicio por los aztecas, al sujetarnos a su imperio.
Esta fatalidad, ya convertida en mal hábito, se acentuó con el
virreinato, porque el virrey era designado verticalmente por el rey de
España ¡para re presentarlo como padre de todos los indios! Su
mercantilismo vendió el gobierno de las provincias para subsistir,
entregó a los consulados comerciales la exclusiva para comerciar hasta
apoderarse de todos los bolsillos. Tal fatalidad centro-paternalista-
económico-política devoró nuestro destino y se tornó en estigma: quedó
hecha costumbres subconcientes.
Ellas nos impulsan a convertir al dirigente nacional en un ser
divino, padre de todos los indios como fuera Quetzalcoatl, como
Moctezuma, como el Rey y su Virrey, como cualquier presidente.
Con estas presiones en el subconsciente fuimos tras la
Independencia al presidencialismo. Nuestro atrasado ideal ilustrado o
liberal se enfrentó al compromiso de manejar el poder, soportando
débilmente el susurro de los demonios universales que todos poseemos.
Ninguna vanidad ni bolsillo soportó con equilibrio las presiones de los
intereses partidistas, o el llamado de sus herederos. Entramos en una
guerra de intereses aún presente, que nos contrapone, deforma y
encierra en el fracaso político.
Así llegamos a los golpes de Estado, a las dictaduras y las
regresiones monárquicas.
Entonces ignorábamos que sólo empeñándonos financiaríamos
nuestro desarrollo. Nuestra ingenuidad e inexperiencia permitió a las
31

naciones extranjeras el cuchileo entre nosotros mismos, con sus logias.


Y es que, cuando llegamos al banquete liberal nacionalista,
suponiéndonos comensales, ignorábamos que seríamos el plato fuerte
¡no obstante el indicio que de ello ya nos daba el hecho de que desde
entonces nos sentíamos muy sabrosos!
Así que los países lideres de Occidente nos devoraron con gusto,
porque además estábamos tiernos... Tras del banquete quedamos
sujetos a sus intereses. Así iniciamos el actual coloniaje intelectual,
político y financiero de México.
Desde la Independencia hasta Juárez, adormilados por nuestro
atraso, carecimos de una mentalidad, de una cultura que nos iluminara
para captar en su integridad aquel presente. No teníamos más opciones
reales para proyectar nuestros intereses económico-políticos que
interexplotarnos, o comerciar importaciones, o apoderarse del estado
para ejercer el poder y hacerse ricos, como suele suceder en todo el
mundo.
Desde entonces, pues, carecimos de unidad nacional, de fuerza
hacendaria. Quedamos condenados, con esto, a vivir de los préstamos e
incapacitados para construir realmente una sociedad fuerte. Nos faltó
desde entonces unidad hacendaria, porque sabíamos que se lo iban a
robar gentes que no nos representaban. Así es que con tal gobierno
tuvimos un tal estado. Y de él surgió un sistema educativo, instituciones
intelectuales y financieras, organizaciones políticas con ideologías, así
como (in) cultura e (in) compatibilidad entre nuestras clases...
Era imposible contar con la acción integrada y conjunta de las
fuerzas nacionales en provecho de un solo México el cual, desde que
somos México, empezó a ser repartido entre los dueños de los ciclos del
poder.
Al ser independientes para reidentificarnos como nación no
teníamos antecedentes históricos de conciencia sobre la realidad
científica ni sobre nuestro presente económico-político; ¡mucho menos
teníamos un proyecto de futuro!
Nacimos al nacionalismo moderno sin opciones para manejar
nuestro presente histórico. Alcanzamos con harta dependencia nuestra
independencia.
El estado de nuestra conciencia como nuevos occidentales escapa
apenas de su infancia queriendo liberarse, rebuscando su identidad
histórica en la de Francia. Descubrimos estar libres de España
repensando la historia universal que se planteaban los franceses.
Siendo herederos de formas de pensar impuestas por la Conquista,
ahora nos liberábamos de ello pensándonos franceses y, con ellos,
universales.
Escapamos de una Colonia que nos dejó atrapados en ideas con
las que se nos había enseñado a pensarnos, con las que se nos obligó a
ver el presente sin modernidad. Al quedar libres del estado español sólo
supimos seguir al liberalismo y a la cultura francesa, para tener algo
32

que nos permitiera deshacernos del dominio de los conservadores,


herederos del gobierno, del comercio consular, de la encomienda y las
haciendas, de su estructura económica del país.
Las mezclas de herencias que integraban nuestra cultura
redefinen nuestra identidad nacional ante el sistema económico
imperante, sin negocios ni empresas colectivas, ni ahorro, sin el
positivismo o utilitarismo angloamericano. Hoy empezamos, apenas, a
entender lo que es Excelencia y cómo funciona la democracia ¡aunque
estemos aún lejos de su éxito y justicia! ¿Consecuencia actual? Hay
mucha pobreza, incultura sazonada con harta tele, desidentidad
personal, salteadores de camino convertidos en secuestradores,
desintegración familiar y empresarialismo nada humano.
Tras ser independientes entramos en la adolescencia de la raza
cósmica que somos. Al ser libres sólo el liberalismo podía fungir como
antítesis dialéctica para rescatar nuestra identidad: liberándonos de la
mentalidad colonial y provocando condiciones económicas y sociales
superiores a las de la Colonia. Todos, tras de esta Colonia, estábamos
reculturizados en el individualismo español, amasados por su
mercantilismo, por el paternalismo y carácter rentista de su centralismo
gubernamental.
Libres de España oscilamos entre el federalismo insolidario con el
poder central y el centralismo, no pudiendo superar la explotación
comercial del indio, a los obrajes feudales y las dictaduras que
llevábamos en las costumbres. La fortuna de recursos naturales, por
nuestra inculturización no moderna, fue hábilmente ordeñada por las
naciones estadounidense, inglesa, francesa, alemana...
Nuestra Revolución fue un conflicto provocado por los herederos
nacionales de las ideas de las potencias primermundistas, fue una
oposición a la momiza científica, de una nueva fuerza mestiza culta y
pensante, investigadora de la identidad nacional. La no-reelección era
tema y opción sólo posible entre la gente de nivel social y cultural, o
bien político. Pero este detonador intelectual de una élite provocó una
erupción del bajo pueblo. La Revolución fue actuada por las mentes de
los inconformes y la desesperación de los desposeídos.
Como realidad postrevolucionaria tuvimos una dictadura de
monopartido, un cuerpo camaral de premio para los colaboradores, de
favoritos. Fue una democracia manejable. Hoy, esa democracia lucha
por vencer la política de monopartido.
En el plano de los negocios luchamos por pasar de la
administración que se hace sólo para hacer negocio (ganar y ganar), y
la que se hace integrando a los clientes y empleados como partes del
cuerpo empresarial (ganar y compartir).
Se apodera de nosotros un utilitarismo filosófico
empresarialmente falto de ideales, mal importado, sin las sanas
costumbres administrativas de sus creadores ni su sentido del ahorro.
33

Nos copa un empresarialismo superficialmente adaptado a


nuestra capacidad para hacer negocios lunares: presidencialistas o mal
llamados solares.
Si como país somos y hacemos es porque, primero España, y
ahora los países del primer mundo, nos hacen ser conforme a sus
intereses. Y estos intereses provocan nuestro deshonor, corrompiendo a
nuestros líderes. Hacen negocios fincando en nosotros la idea de
alcanzarlos. Así que, cambiando máquinas por materias primas,
siempre resultaremos con el balance nacional en rojo. Razón por la cual
nos prestan dinero, financiando nuestro progreso hacia su modernismo.
Con estos rollos nos duermen, induciendo nuestros deseos e intereses
con películas dispensadoras de sueños que nunca podremos realizar.
Nuestros activadores, los motivos mundanos, el deber de pagar
nuestro desarrollo hacia el primer mundo, nos impiden acceder a los
misterios simbólicos.
Nuestro sensualizado corazón no puede abrir sus orejas a las
voces sutiles de las presencias noctámbulas. Y estos susurros aún
deben decirse en secreto, por las noches, como pregón de espíritus que
aguardan.
Sin embargo, aún están ahí las voces, noche tras noche
permanecen machacando ante la Luna un pregón, ¡que demanda
nuestra pertenencia, por orden del pasado! Hacen un llamado desde
dioses que hemos olvidado. Es un reclamo de cambio en nuestro ser.
Piden evolucionar la identidad, inspirando ahora con sus dioses nuestro
desarrollo. Dicen estas voces que el cambio implica una relación nueva
entre los humanos; un estado diferente fincado en crear un campo
unificado de conciencia.
Es una transformación mental que nos autoprograma, basada en
el sano método nahua de renovar la idea del ser en la conciencia
cíclicamente.
Aseguran los dioses que la práctica del método de criticarnos y
aprender a renovar nuestra persona mental en la vida genera una
metodología terapéutica, la cual renueva perennemente nuestra
persona al vivir. Las voces noctámbulas predican un uso diferente de la
Mente. Dicen: vuestras personas están individualizadas por Occidente,
en beneficio de su consumo. ¿Por qué no reconsiderar la identidad que
nos define?
Si acaso tuviéramos el valor de reconsiderar los valores que
determinan nuestro ser podríamos, quizá, encontrar un nuevo valor
prioritario: lo útil para realizar al hombre como sociedad. Convendría
proponernos ver a la sociedad en tanto el único bien común que realiza
nuestra divinidad. Aún podemos reeducar la individualidad,
enseñándole a forjar un estado concertado como acuerdo ético de
conciencias. Tal estado equilibraría el conflicto que vive la sociedad,
aplicando en ello las estructuras humanas por excelencia: la familia, la
empresa y la ciudad.
34

Sujetos en la brega diaria por nuestro sustento, asumimos las


identidades que nos permite nuestro civilismo de coqueta amoralidad.
Tal forma de actuar habitualmente nos deja convertidos en hijos
de la Luna, por consumir la mentalidad de Occidente en nuestras
civilizaciones y personas sin crecer nuestro propio criterio.
Por esto, al dormirnos por las noches ya no regresamos al Sol,
como antes hicieran los de Teotihuacan, ¡ciudad origen de las voces
misteriosas! Ahora, tras dormir vagamos por el subconsciente, entre
incoherentes imaginaciones, presiones de vida, anhelos de satisfactores
y placeres, pues pertenecemos a la Luna.

LA ARQUITECTURA COSMICA

El saber místico quetzalcoatliano es una medicina mental, pues


revela al individuo los condicionamientos mundanos en que tendemos a
vivir.
El misterio de Quetzalcoatl encierra una secuela mística para
develarnos, la cual nos enseña a captar la posesión que ejercen sobre
nosotros los intereses del mundo. La percepción de aquello en que
convertimos nuestro ser es indispensable para conocernos. Como
personas y civilizaciones, en todo momento, requerimos un
desmentalizador.
Si las almas de los hombres no aprender a valorar su civilización y
persona como pasado, con intención reproyectiva, actualizante,
moriremos determinados por las que fueran conquistas de la
humanidad y que nosotros convertimos en criptas, por mantener sus
edificios tras pasar su tiempo.
Quetzalcoatl es la solución que proponemos. Porque él mismo, ya
se verá, transformaría nuestra voluntad moderna, individual, con su
visión integral interna.
Estamos ciertos que la ordenación correcta de sus valores
simbólicos encierra mensajes.
En la voz de los espíritus noctámbulos se ocultan iluminaciones
que suenan en concierto, con razones de un misterio que es universal.
35

En sus alegorías se nos revelan fórmulas ético-simbólicas para


conducirnos por una evolución mística de la persona, que redunda en el
servicio civil.
El murmullo mexicano es un concierto, armonía de herencias que
nos hacen fórmula y de cuya fusión renaceremos como maravilla, para
hacernos libres.
Sus ideas simbólicas se consolidan del siglo IV al II a. de C. El
misterio de Teotihuacan, motivo de nuestro estudio, nace con la fusión
de dos sabidurías: la olmeca y la arcaica. La fusión de sus símbolos crea
una conciencia especial. Tan especial que de ella surge el portentoso
Clásico Teotihuacano. Este clásico lo pare una ciudad extraordinaria: la
ciudad de los seguidores del misterio de Quetzalcoatl.
En Teotihuacan surge una arquitectura orientada astralmente,
para re-presentar el poder del tonallo o fuerza del Sol. La arquitectura
es un instrumento de poder al servicio de las energías mentales. Ella
construye la analogía, que nos confiere enfoque astral por el desarrollo
del símbolo, creando la sociedad civil como una identidad compartida y
centro de sus ritos.
Con los edificios se representa el misterio y se orienta el
desarrollo social del grado de evolución de las ideas hacia la Idea.
Proporcional al avance surgen ideas diferentes, creando nuevas formas
que recubren la pirámide, por ello estas son recubiertas con capas, que
vienen a ser escalones de su avance cíclico a nuestra verdad mundano-
divina. La arquitectura es el material que da forma al árbol de la vida ¡y
nos provoca al rito de luz!
La arquitectura nace para hacer funcionar el ejercicio cívico. Y lo
hace como educadora y gobernante del entorno civil. Campo y urbe se
unen bajo común identidad de símbolos en la ciudad estado que
constituye su polis. La arquitectura teotihuacana nace como asiento del
oficio que administra el poder civil, que no ha de recaer en hombres-
individuo.
Desde la pirámide se predican símbolos gobernantes por la moral
civil. En estos símbolos está la grandeza de las culturas nahuas.
Teotihuacan, arquitectónicamente, da origen a una metodología social
para civilizarnos, a una mística que aporta la Idea que da base espiritual
a los siglos clásicos de las culturas nahua, zapoteca, totonaca y maya.
En efecto, por las mismas fechas en que -para los que heredamos
la cultura occidental- se inicia la edad histórica del cristianismo, existió
en Mesoamérica esa gran ciudad fundada en el 250 a. C. Esta metrópoli
se edificó para con ella misma capacitar a los ciudadanos para
entenderse como misterio en sociedad. Guiaba el desarrollo social
paralelo al de su misterio espiritual como individuos. Los alertaba sobre
la utilidad de establecer el destino como un quehacer histórico dentro
del estado mundano.
Buscaban los de Teotihuacan con su arquitectura, colorido,
estelas y rutas simbólicas, enfocar al individuo por una senda de
36

misterios que lo realizaban socialmente. Así fue que los teotihuacanos


idearon su centro cívico conforme a rutas de símbolos. Ellas guardan un
método para desarrollar las conciencias.
Con esos misterios de nuestra desindividualización se buscó
revelar al ser partido su reintegración, como destino, el cual encerraba,
paralelo a la conquista de un saber, una acción social realizante. En
todo esto la arquitectura comunal ejercía una función pedagógica y
civilista.
Todavía los toltecas, herederos espirituales de los misterios
teotihuacanos, eran regidos por hombres con grado de Quetzalcoatl y
revelaron ser artistas y arquitectos extraordinarios. Sus creaciones
fueron dignísimas. Poseían una fuerza incontenible en la conquista.
Quizá porque practicaban principios morales de vida que les daba su
colectiva convicción. Sabían creer en la idea que los movía y ejercían la
idea tanto para crear como para guerrear. Entendían que todo acto es
un quehacer y representa un reto-deber histórico.
Invertían el pasado en renovar su sociedad. Y esta práctica logró
producir un estado ideal, o al menos lo mas cercano posible a la Idea.
Esta hierofanía habría de desbordarse extra territorialmente, para
develar a los otros sus mejores intuiciones, lo que llevó a un
florecimiento para toda la Meseta de Anahuac. Todos los centros
urbanos fueron seducidos por el beneficio de practicar una moral
apegada a la idea que más los acercaba a su verdad, cíclicamente
revelada. Esta verdad nos predica participar en la creación con trabajo.
Por ello su obra resultaba extraordinaria, porque durante siglos
emplearon la historia con excelencia para cultivarse a sí mismos y
evolucionar su sistema social
En la arquitectura del área reservada a lo cósmico, o de los
dioses, en Teotihuacan todo está cifrado en la analogía simbólica, que
busca representar para el análisis; ¡es como un diseño con poder,
capaz de completar nuestra información sobre el proceso de vivir, para
madurar nuestro hacer!
En Teotihuacan la arquitectura evoluciona al criterio, lleva verdad
al interior del alma y le da conciencia sobre su destino: camino de
reingreso a la totalidad.
Arquitectónicamente, por símbolos, se nos sugieren éticas
sociales, que a la vez insinúan el camino de su misterio a cada
individuo.
¡Así de alto fue su misterio y condición que los aztecas, llegados al
Anahuac más de quinientos años después de extinguida la gran
metrópoli de los teotihuacanos, se referían a las ruinas de aquella como
a La Ciudad de los dioses!
37

PREPARARNOS PARA CAPTAR

Estamos por hablar sobre dioses simbólicos, con los que


anteriormente se enseñaba a comprender su misterio interior a los de
Teotihuacan, por lo cual requerimos primero percibir en nosotros a
nuestra civilización del verbo, despegándonos de las palabras,
procurando madurar los conceptos que nos mueven, decantando los
valores trascendentes dentro de los que practicamos.
Busquemos ser independientes de la mentalidad e idiosincrasia
que, por heredar hoy, aplicamos como criterio de realidad sobre vida y
ser.
Requerimos abrir la mente y contactar otro sistema de ideas,
basado en alegorías que buscan infundirnos la Idea. Para ello hemos de
meditar en símbolos, conformados para provocarnos visiones de las que
obtendremos ideas para edificar nuestra evolución espiritual. Estos
símbolos funcionan como paradigmas que orientan nuestros actos con
ideas. Al meditar, percibir y llegar a comprender estos paradigmas
generamos las ideas que nos ayudan a evolucionar el estado interior de
conciencia. Entonces transformamos nuestra conducta individual y civil.
No podremos iniciar la historia de los dioses, que es el asunto
mismo del libro, sin primero suplicar a cada uno de ustedes que, como
occidentales, luchen por madurar Occidente en su cultura.
Como receptores futuros del misterio de Quetzalcoatl, a fin de
dejar de suponer que el estado que damos a nuestra conciencia es la
única realidad mental, habrán de digerir la herencia de palabras-
conceptos con que Occidente revela en sus libros, a quien se afana, lo
que somos y el cómo funcionamos.
Antes de hablar de otra civilización, mejor asimilar la concepción
que de nosotros mismos nos entrega nuestra actual cultura. En la
sabiduría de Occidente está la fuerza mental de su ciencia, su vasto
idealismo y la economía política que gobierna nuestra realidad. Adquirir
el poder cultural que Occidente guarda en sus libros no sólo es
acumular conocimientos, sino que, tras componer algunas áreas de
conocimientos se nos revela el significado profundo de conceptos que
explican nuestro ser.
Existe una inmensidad de ideas encerradas en palabras que
heredamos de Occidente sin captarlas.
Suponemos que la influencia de la Luna no va a permitirles captar
al Sol. En nuestro caso, para que el Águila (poder del espíritu) lograse
interesarnos en sus misterios, hubimos primero de caer, destrozado el
orgullo al peso de fracasos y dolores que da la vida. Únicamente cuando
38

dudamos de la propia identidad y desnudamos el alma de la idea de sí,


captamos lo solar: tras el abandono, tomados ya por otra Idea para
rescatarnos de nosotros mismos.
Para captar a cada dios preamericano requerimos desnudar el
alma de las ideas que nos rigen desde el ego, postuladas por nosotros
mismos como nuestra persona, en reacción a necesidades e influencias
del mundo. Con estas ideas aprendimos a creernos, las fuimos
inventando al formarnos una identidad mundana. Esta identidad es lo
que debemos cambiar.
Hemos de buscar, de captar, de asimilar, de aprovechar y luego
de gobernar lo temporal hasta adquirir conciencia de lo no temporal.
Civilmente se consolida lo no temporal cuando las partes aceptan el
holismo y surge la entrega; cuando el dirigente descubre que, para ser
libre, la mejor política es renunciar al poder en favor de las mayorías, es
gobernar como Quetzalcoatl: sin individualismo.
El símbolo revela al individuo lo no temporal. Al llegar a
comprender cada símbolo-dios quedaremos convertidos en el arquetipo.
Los caminos que nos brindan los diferentes dioses se recorren captando
su contenido, saltando de la identidad a la vivencia.
Hoy, la identificación con nuestros demonios nos tiene drogados
con la idea-objetivo del desarrollo material. El valor económico domina
nuestro propósito vital. Y esto nos limita, pues define la economía con
nuestros propósitos vitales, la mayoría de los cuales están
condicionados por el sistema: esto es, por afanes de poder y los
instintos de supervivencia y preponderancia individual.
La desesperanza económica en que se miran muchos mexicanos
revela que perdimos la ruta.
Nos sabemos arrebatados del destino que anhelábamos.
Más que nunca se requiere llevar moral y conciencia a los
principios, encontrar el sentido del gobierno civil en Quetzalcoatl: el ser
cinco movimiento, centro abajo arriba. Porque Quetzalcoatl es aquel
humano que se libera de su individualismo y con ello de poder personal,
es el pleno equilibrio entre todo lo que somos, la conciencia entre todas
las voces y demonios que ideamos. Él nos lleva a captar la Luna y al Sol
simultáneamente.
A fin de comprender este libro sobre cómo liberarnos de nuestras
propias identidades, exhortamos al lector trabaje los símbolos en su
ámbito interior. Ahí es donde aquellos ciudadanos de Teotihuacan
maduraron la luz de su verdad moral.
Por lo complejo de su mística, un acercamiento a la cultura
Teotihuacana requiere cierto esfuerzo de nosotros, de una toma de
conciencia de los valores de Occidente. Esto nos desmentalizará de
identidades sólo mundanas, o demoníacas, adoptadas por nosotros.
Requerimos conocer y cernir a occidente: extraer el poder de su
sabiduría. Esto es posible al desmenuzar, desde sus bases, aquellas
ideas, valores y credos que suponemos han influenciado nuestra alma
39

de los trece a los veintiséis años, desarrollando mentalidad e ideología


en reflejo a una civilización de letras y conceptos que requerimos
entender.
Preciso es valorar las ideas que nos hicimos, para adaptarlas a
razón e intuiciones más actuales. Reconsideremos postular un ejercicio
real de nuestra escala de valores, como seres civilizados. Hemos de
indagar cómo es que nos identifican deseos e intereses. ¿Cómo
determinan a nuestra voluntad el poder y los intereses materiales de la
idea individual?
Consideremos que somos seres partidos del Sol, lunares. Y como
seres de la Luna estamos poseídos por los valores y la idea del ser que
nos da el mundo. Así que resultará difícil meditar con humildad; hasta
lograr desvestirnos ideológicamente del pasado.
La mística a interpretar predica que para realcanzar la divinidad
que perdimos, al quedar partidos del todo, al despreciar la unidad por
nacer, precisamos emplear conocimientos, saber y experiencias de la
vida, a fin de consolidar una mejor teoría social de la idea; tal sería la
conquista histórica del criterio sobre nuestra verdad.
Usando óptimamente nuestra razón lograremos edificar nuevas
intuiciones. Ellas nos han faltado para invertirlas en renovar nuestros
ciclos históricos, para alcanzar el nivel perdido con la idea original de lo
que somos.
En la conquista de tal idea lograremos vernos a nosotros mismos
tal cual nos puede hacer la visión de nuestro misterio: sin la
caracterización del mundo en el ser. Entenderemos tal maquillaje como
algo natural porque, siendo el mundo espiritualmente un espejo, todos
nos confeccionamos varias máscaras ante él y hacemos de la vida un
baile de máscaras. Nos identificamos con nuestras máscaras porque
queremos suponer que la vida real es el baile mismo. Dentro del baile
de máscaras vemos natural lo que hacemos: aparentar y atesorar,
engañar para alcanzar el éxito personal que sabemos nos realiza
económica y socialmente. Todos abandonamos el misterio por el éxito
individual y el poder. Nuestras vidas se consumen en la ambición de
poseer.
Debemos escapar de las redes con que nos educa este mundo;
redes construidas al no basar la identidad de nuestras personas en la
conciencia de nuestra divinidad, ignorante de la Idea Universal a la que
pertenecimos. No sabemos que la vida es un rescate que hemos de
realizar como destino.
La verdad se mira con la luz que brota de la unión entre razón e
intuición. Así que precisamos ejercer nuestra razón cual ruta espiritual,
armando un criterio que nos permita captar intuiciones originales.
¡Hay que rescatar la idea que perdimos con la Unidad Original!
Llegar aquí fue quedar separado de la unidad total con la Idea.
Surgimos a esta realidad individualizados, esto es, partidos y hechos
40

ego. Nacimos para creer y crearnos ideas. Y siguiendo esas ideas


crecemos.

LA IDENTIDAD

Estamos ante el misterio de ser. Al enfrentarlo sentimos nuestras


mentes alteradas por el clamor de nuestros propios demonios
interiores.
Al impulso de un pensar egocéntrico nos volvimos espejos; al
actuar nos cubrimos con máscaras. Tras ellas ocultamos nuestras
personas para alcanzar lo que nos interesa obtener y poseer, acumular
para vivir. Así que, cual copias, estructuramos nuestra idea personal en
reflejo del mundo; atentos a nuestros intereses materiales o mundanos.
Siendo esclava la conciencia del individualismo, la persona se
dejará siempre llevar por sus demonios subconscientes. No sabrá
percibir sus internos demonios ni entenderlos, por lo que fácilmente se
habrá de dejar llevar por ellos. Requerimos desinvolucrarnos de esos
demonios interiores, productos de identidades intrascendentes.
Este demoniaco principio de valorarnos nos viene desde que nos
descubrimos en un espejo a nosotros mismos y construimos un ser
mental en donde el cuerpo es considerado el centro de nuestro ser,
realidad base de nuestra existencia única. Esto genera el afán de poder,
de sensaciones personales, de aceptar pasiones como naturales,
impulsos emocionales y pensamientos centroindividuales por destino.
Preciso es no dejarnos llevar por nuestras necesidades primarias.
Para modificar el fluir de las energías espirituales en nosotros habremos
de liberar nuestros actos de las vibraciones lunares.
El mundo organiza sus acontecimientos en un baile de máscaras.
Cada danzante ha de procurar saber cual es su persona y cuales sus
máscaras, ha de aprender a salirse del baile para acordarse de cómo es
él, no obstante que a los demás bailarines les jure cuando torna al baile
que no existe más realidad que el baile mismo. Sólo si logramos
percatarnos de los demonios (ideas interiores que nos identifican sin
liberarnos) y de las estructuras que con ellos nos mueven, es que
podremos limpiar nuestra identidad lunar para redescubrir otra persona
con la idea moral de la realidad del Sol.
41

El principio y el final, la creación toda es un instante que jamás


podrá extinguirse. La unidad del instante está siempre presente y no
tiene espacio o tiempo: es la mente, o presencia natural del Espíritu, o
energía pensante que a todo guía. El Padre es el Fuego Creador de la
Voluntad Universal, que provee todo origen. Todos nosotros, los
hombres, somos chispas de ese Fuego Creador, almas sujetas por el
tiempo a la razón, al dialéctico deber de pensarse, como hombres, un
camino de regreso a la Idea Original de nuestra verdad olvidada.
Al nacer a esta realidad, en uso de la mente universal, creamos
pensamientos. Con ellos el alma imagina, crea ideas en busca de la
verdad. Reflexionando estas ideas valoramos, proyectamos identidades
cual expresiones personales de un estado interior llamado conciencia.
Los pensamientos nacen de las necesidades interiores del ego que
siempre está requerido de satisfactores y respondiendo a estímulos;
nacen de la dualidad natural del alma, de sus polaridades guerrera y
erótica; nacen de la intuición que asoma, con nuestra divinidad, tras el
lúcido esfuerzo de la razón.
Lo importantes es comprender en el pensar un diálogo entre
nuestros demonios, o sus voces, es aprender a escuchar los diálogos
entre nuestras voces interiores sin inmutarnos, sin dejarnos llevar por
ellas suponiendo que somos nosotros mismos. Lo fundamental es saber
que pensamientos, sentimientos, o los clamores de nuestros muchos
egos son partes, acontecimientos interiores de nuestro Ser.
Lo importante es entrenarnos en detectar y separar lo que nos
acontece, aprendiendo a manejar la información suficiente antes de
querer y actuar. Hemos de pensar lo suficiente antes de desear y
decidir, buscando centrarnos, desinvolucrarnos de todas las partes de
nuestros fenómenos mentales. Lo importante es llegar a conocer y
manejar a nuestros demonios.
¡Escuchémonos pensar y sabremos lo que nos induce a ser! ¿Qué
pensamos? ¡Así somos! por actuar conforme a nuestro credo, valores, fe
y propósitos.
En nuestra esencia, en la energía de lo que llamamos alma, somos
emoción selectiva, sentimiento creador expresado como voluntad. Este
universo anímico esencial trabaja continuamente en el espíritu, quien
aporta a esa Alma el don del pensamiento; haciendo que el alma
imagine formas para su persona desde nuestra mente interior. Esta
mente interior organiza en criterio la experiencia, los conocimientos y
aprendizajes. Con tal criterio postulamos, como credo de conciencia, la
identidad de nuestra persona ante el mundo, pensando en lo que nos
gustaría ser y conviene tener.
Las identidades son las claves para soportar nuestras personas;
son los demonios adoptados por lo que nos suponemos. Con ellos
ideamos la culebra mental de nuestro ser mundano conforme a nuestro
criterio interior y proyectos vitales.
42

Algo nos identifica porque lo preferimos, porque lo hacemos


nuestro al adherirnos a ello determinantemente. La identidad es una
postulación de imágenes, es como selección de preferencias que nos
representan cual pre-decisiones de criterio aplicables para actuar sin
deber reconsiderar los asuntos. Estas identidades conforman en
personalidad, predisposición del criterio, a nuestros anhelos y
preferencias. Las identidades nos postulan como personas humanas
conforme a nuestras ideas en maneras de ser.
La personalidad expresa nuestras identidades; suma no sólo la
convicción y principios que nos determinan sino las preferencias que
nos realizan. Lo que nos identifica manifiesta lo que suponemos nos
realizaría como personas, fue hecho desde el orden de ideas que nos
maduran, conforme al criterio; nos fue dado por la razón para dar
sentido a nuestra persona.
Tanto la personalidad como la civilización que la forma es nada
más que categorías, instrumentos espirituales al servicio del alma.
Sirven como estructuras mentales que organizan y expresan nuestro
ser mental; nacen a fin de recibir la formación alcanzada, de armar
como instrumento de criterio a la sabiduría y a las experiencias en la
persona. Esta persona mental crece, como envoltura del alma, tras
meditar los hechos de la vida en beneficio de una sana proyección de
identidades para el yo.
Pudiésemos decir que padecemos una mala forma de entender y
usar la mente en la medida que nuestra personalidad y civilización no
son el producto de la evolución de nuestro criterio logrado en el
perfeccionado ejercicio de nuestra razón al buscar la verdad sobre los
hechos de la vida.
No tenemos un ejercicio de cultura para llegar a la razón personal
y del estado. El estado y el ser humano mexicano se privan del
universalismo que implica la vivencia común de una auténtica cultura.
No se invierte el poder de la sabiduría, entregado por la reflexión
histórica del hombre, para alcanzar a reproyectar la idea del ser y la
vida. Por lo contrario: somos productos determinados por la economía
de otros estados históricos, actuamos condicionados por la acción
civilizadora de instituciones creadas por morales extranjeras.
Lo anterior termina por determinarnos sin la intervención lúcida
de nuestra propia razón. Solemos crecer desinteresados en crecer, sin
la necesidad de agrandar nuestra conciencia. Parece que no queremos
darnos cuenta de que precisamos de una sabiduría que se pueda aplicar
como estrategia moral sobre el desorden de nuestras experiencias.
El instrumento que forjamos para identificar al alma termina por
determinarnos espiritualmente; resulta que con él no logramos madurar
al Ser y la vida. No edificamos personalidades ni civilizaciones sanas por
no aplicar lo aprendido por nuestra propia conciencia personal e
histórica.
43

Todo ser humano debe madurar, debe comprender por ciclos


enseñanzas que nos revelan periódicamente, como crear un hilo que
enlaza los hechos de la vida. Estos ciclos hacen que nuestra
personalidad deba reconcebirse a sí misma periódicamente. Al no
madurar en criterio sus ciclos de vida las personas tronchan
sentimientos universales que nos pertenecen a todos y el individuo
queda sin comprender su razón histórica como persona mundana.
Así es como el criterio pierde su función original de resumir lo
aprendido por la conciencia para renovar la persona con nuestra razón.
Es como si nos impulsaran otros humanos desde su criterio para
llevarnos a "actuar condicionadamente", conforme a una personalidad
no definida por su entorno de ideas, actuales, sino determinada al
conformarse de otra civilización.
Así como requerimos de mínima claridad sobre ciertos conceptos
e ideas, precisamos de un manejo más consciente de la mente, de un
control sobre esa idea del yo que, como personas, creemos y creamos.
Tres errores nos pierden:
UNO. Carecemos de una paideia, esto es, de una concepción
original del universo, extraída de una educación integral, que nos
permita captar, evaluar -y luego recrear- las herencias del pasado.
Debemos actualizar nuestro universalismo, con una idea que rija la
moral y el desarrollo de la conciencia mística y social de todos los
mexicanos.
DOS. Establecemos nuestra identidad sólo mundanamente,
fingiendo ignorar el misterio al practicar nuestra realidad diaria.
TRES. Al autodefinirnos deberíamos tomar en cuenta que lo
humano en el mundo es como el hoy: vive transformándose. De ahí que
seamos seres en proceso, que transcurren por el mundo en pago,
rescatándose de sí mismos por destino.
Y es que todos deberíamos dar consistencia social a valores y
creencias que nos allega la visión interna; hacerlo sería realizar la
esperanza y conquistar la verdad de nuestra sufrida historia.
En tanto que venimos de la unidad con el todo, el quehacer de la
historia, de toda historia, es volver a hacernos libres.
Existe una dispersión de lo humano entre naciones e
individualidades, entre intereses de mercado. ¡Esta fragmentación nos
esclaviza! Este rompimiento en individualidades nos vino a suceder
desde que salimos del paraíso, partiéndonos espiritualmente en
múltiples seres subjetivos. Quedamos sujetos a la necesidad de rescatar
nuestra individualidad por la conciencia para reintegrarnos a la Idea
original desde nuestras identidades, conocimientos y civilización.
La pedagogía occidental lleva al hombre a adquirir caracteres que
lo desvían de sí, de su más trascendente realidad: ¡la espiritual! Esto
no se puede evitar, es el estigma social de nuestra historia, el
individualismo cultural con que acostumbramos identificarnos.
44

Es urgente tomar conciencia de nuestros condicionamientos


económico-políticos, reproyectarnos hacia una estructura social que
tenga más verdad espiritual, que no contradiga la práctica ética con el
ideal.
Para alcanzar tal verdad espiritual precisamos de los símbolos;
éstos nos ayudarán a captar los misterios esenciales tal como hace la
Biblia por el verbo.
Los símbolos de la Biblia están vivos hoy y su mensaje tiene
vigencia de libertad para cada uno de los que quieran beber en ella.
Todos nacimos para comer la sabrosa manzana de nuestra sexualidad.
Heredamos el drama del mal y del bien tras la expulsión del Paraíso,
nos signa el común pecado de envidia que simboliza el castigo de Caín
y Abel.
Todos cargamos interiormente las fuerzas propias de Caín y Abel.
Cada cual hereda la misma salvación en Cristo, (salvación entendida en
su sentido original de sanación, equilibrio de las propias fuerzas).
¡Debemos aportar nuestra obra al trabajo de liberar al hombre a
su universalidad, buscando realizar el destino inmediato con nuestra
obra, aportando nuestro trabajo como quehacer personal a nuestra
historia!
¡Con tal propósito fueron ideados los símbolos! Ellos sintetizan
con eficacia los misterios que revelan el camino del conocimiento. Los
misterios que se nos heredan con los símbolos contienen la sabiduría
mística del vivir.
Hablamos tanto de aquellos símbolos que nos son revelados por
los pueblos civilizados de la historia occidental en sus palabras,
conceptos y mitos, como de los revelados por las culturas orientales, o
la nahua y maya.
Nacer es despertar a un mundo ilusorio, en donde suponemos
tener lo que llamamos "mi mente". Esta es, en realidad, nuestra
conciencia y su personalidad, a la cual debemos renovar cíclicamente.
Por otro lado, si actuamos sensibles al destino inmediato, vivir es la
oportunidad de realizar un quehacer dentro de la historia.
En la idea egocéntrica que usamos mundanamente para
identificarnos subutilizamos el poder de la mente, privatizándola, no
obstante ser incontenible por su carácter universal. Por estar sujetos a
nuestras personalidades, carecemos de una identidad espiritual
trascendente. Esto se refleja en la pésima interpretación ética que
damos a la realidad social, pues realizamos nuestro civilismo sin
conciencia de efectuar un pacto colectivo entre los estados interiores de
las personas desde sus conciencias.
Por falta de un rito de iniciación carecemos de la conciencia de
pertenencia personal que implica nuestro estado social. No
consolidamos a las sociedades civiles por el compromiso de todos, con
la adición razonada de sus componentes a un deber de realización
45

colectiva. Lo hacemos automáticamente, sin explicar a cada cual su


misterio, ni revelar a cada ciudadano su deber social.
El nido de nuestro mal está en el desarrollo sin método de la
civilización que nos mueve en nuestra mente y conciencia humana.
Suponemos ser lo que llamamos "mi mente". Dicho a la manera
teotihuacana: suponemos ser la culebra mental con que el alma liga
identidades, personas y criterio, con ideas de sí y el mundo
Por carecer de un programa de renovación cíclica de piel no
alcanzamos a evolucionar la identidad de la culebra hasta su misterio
para que sus fauces devoren la cola de los conocimientos lunares. Y al
no alcanzar la cabeza solar a tocar nuestra cola suponemos ser la piel
con que nos visten los recuerdos.
Viéndonos en la materia sólo nos imaginamos; pero mientras
nuestra culebra no devore su cola no sabremos descubrirlo. ¡Lástima!
Un programa renovador de vida nos permitiría mudar, cual ropajes,
identidades y persona para rehacer los valores e ideas con los que
cubrimos la desnudez con nuestra piel de serpiente.
Por falta de un plan místico -o de un programa de renovación
cíclica- crecemos suponiendo ser lo que sólo es piel: la de la sierpe de
ideas con que nos vestimos.

EL SIMBOLISMO

Lo más natural en esta vida es que nuestro ser integre, desde su


conciencia y con el criterio, identidades que le permitan funcionar como
persona mundana.
Con estas identidades y persona nos soportamos espiritualmente
mientras vivimos. Todos precisamos cultivar una personalidad que nos
explique y habilite espiritualmente, que nos defienda del mundo. Esta
personalidad es una culebra mental, extraída por la conciencia
individual de lo que nos acontece.
Debemos conocer nuestra culebra, enseñarla a comerse la cola al
término del ciclo, para que aprendamos que no todo lo que creemos ser
es lo que somos. Por tal motivo, todos los individuos tenemos el trabajo
de buscarnos. Este quehacer nos habrá de develar, realizándonos,
mostrando a nuestro ser tal cual es, para empujarnos a andar el camino
de nuestra propia verdad.
46

Comprenderse a sí mismo implica culminar en la persona el


paradigma, es captar la evolución de toda la naturaleza que
representamos, es hacer propia la búsqueda histórica hasta el presente,
es saberse destinado por quehaceres ante nuestro ser civil.
Quien logra conocerse olvida deseos e intereses seccionados,
lunares, propios del mundo, pues comprende que sólo la conquista
interior justifica el inmenso esfuerzo de vivir.
El autoconocimiento revela todo el sentido que tienen los trabajos
del mundo, es el logro de la total renuncia que se exige para su libertad
al individuo.
Tal estado de conciencia, de comprensión en libertad de la
persona humana, enseña a no definir por nuestra capacidad crítica al
Ser o a la Vida.
Esto es: entendemos que desde nuestro subjetivismo no es
posible prender la verdad con ideas de nosotros mismos. Advertimos
ser sólo partes dependientes del Ser y de la vida misma.
Estando libres aprendemos a estar atentos, perceptivos ante toda
presencia, gobernando la reacción en nuestros actos, conquistando las
razones y emociones de todos, abiertos a todo sentido exterior desde lo
más interno de uno mismo. En tal estado nos identificamos con los
demás, volvemos a ser colectivos por asimilar lo humano que habita en
todos.
El simbolismo teotihuacano es un método místico que nos lleva al
encuentro con nosotros mismos. Usa la fuerza evolutiva que encierra la
meditación de símbolos, mitos, figuras y seres.
El método del simbolismo teotihuacano se basa en el manejo de la
identidad, acuatándonos con dioses arquetípicos, cuya función era
transformarnos por paradigmas.
Así es como los dioses nos sugieren ideales éticos para liberarnos
de la influencia de la luna.
Usamos los dioses simbólicos para desarrollar la identidad hacia la
plenitud del ser universal como es: “solar”.
El encuentro consigo mismo tiene consecuencias: comprendemos
a la vida integralmente, en tanto práctica de entrega, con la visión de
saberse cumpliendo como parte en la colectiva acción social e histórica.
El conocimiento real nos lleva a cernir la idea egocéntrica en que
solemos autofragmentarnos por amor al mundo y a su área magnética
de pensamientos lunares o partidos de la totalidad.
Todos heredamos -por nacer al mundo- el deber de aprender a
cazar lo trascendente desde otros.
Todos debemos aprender y practicar un oficio que nos libere
económicamente, que nos capacite para mirarnos históricamente, que
nos confiera la capacidad social de dar.
El atesoramiento que hacemos de las ciencias, su práctica en la
realización de tareas profesionales, nos entrega el dominio gradual -por
47

niveles- del poder de los conocimientos ¡hasta llevarnos a conquistar la


cúspide del saber lunar!
Este conocer es técnico, propio de la energía hecha materia, en su
carácter lunar. Existe otro conocimiento mas profundo, ligado con la
madurez extraída del oficio de vivir. Este conocer es propio de la
sabiduría del Sol.
El simbolismo nace como cuerpo de valores para elevar habla,
intereses y pensamiento de los hombres al nivel filosófico de su historia;
lleva la razón al valor, cernida la verdad entre los conocimientos. El uso
del símbolo nos ayuda a trascender el área magnética lunar primaria
-que secciona nuestra divinidad -, hacia otra región del Ser, integradora,
trascendente, superior o del Sol.
El simbolismo incorpora a la intuición como instrumento para
comprender los conocimientos solares y revela el saber en su dimensión
subconsciente.
El símbolo vive para orientarnos. En esa forma simbólico-narrativa
las voces de las sombras hoy nos dicen que vivir en el mundo es caer
bajo el yugo del Dios Tiempo con el deber de rescatarnos a nosotros
mismos, como conceptos, conocimiento por conocimiento. Vivir es nacer
para crecer en un renovado creer; es un eterno revestir nuestra persona
desde su original desnudez, con el vaivén de modas, ciclos y edades.
Vivir es el perenne trabajo de aprender para aprovechar, acumulando,
buscando tener; definiéndonos por pertenecer, realizándonos como
hombres según logremos tener. El símbolo nos enseña a realizarnos por
lo que sabemos y aprendemos a dar.
Convendría considerar que la individualidad aislada es un castigo,
impuesto por nuestro común pecado de Adán: es el deseo que separa
nuestro ser del atemporal, del Acto Puro. Fuimos extraídos del Ser,
atraídos a la potencia por la serpiente del ego.
Ella nos sedujo por el placer; despertó la soberbia, atrapándonos
con su manzana-sexo. Esa misma víbora, esposa del fuego y del tiempo
para los antiguos teotihuacanos y personificación del demonio para
Moisés, es la que según él mismo nos dice, nos saca del paraíso a
recorrer esta vida del mundo. Como quiera que sea, "ella" es la
"egoidea" de la vida centrada en el individuo, ella es la que nos atrajo al
mundo y nos retuerce en él, la que por sabiduría propia nos enseña a
transformarnos y mudar la piel por ciclos.
La sierpe vive en nuestra imaginación, entre las ideas,
reflexionando experiencias para identificarnos con intereses del mundo;
avanza entre anhelos de poder, con deseos de acumulación y afán de
preponderancia. La culebra nos trajo a la erótica, sensible y dolorosa
experiencia de la realidad; luego, comprenderla a ella -y al ego- es el
arduo trabajo que toca a cada alma si quiere liberarse.
Y es que esta vida es una realidad de dioses que nos dan caminos
por el Tiempo. Dios Padre encadenó al Tiempo para servir de vida al
mundo en que existen los hombres y sus dioses. Cronos, para los
48

griegos del origen de los dioses, es el tiempo, del cual nacimos para
morir por él devorados. Este es nuestro concepto del Ser y el Tiempo.
Los teotihuacanos conciben también al dios del tiempo como padre de
los dioses, sólo que, en vez de ser el encargado de devorarnos, lo es de
renovarnos; ¡en tanto que él es Sumo Sacerdote del Fuego Nuevo!
Huehueteotl, o dios nahua del Tiempo, viene desde los Arcaicos;
preteotihuacano. Es su dios único, el Dios Viejo, portador del fuego que
es la vida. Gracias a él se vive: de su aliento. Él, en tanto dios del
Fuego, es el Señor del ciclo, del centro -entre las cuatro direcciones
encontradas- de nuestro dual y dialéctico pensamiento.
Él, con Tezcatlipoca, es el origen de lo que a la larga culminará en
la concepción del Quetzalcoatl teotihuacano.
Huehueteotl es quien preside los misterios cíclicos del Fuego
Nuevo, por el cual debemos desnudar y revestir nuestro ser cada 52
años. Esposo como es de la serpiente de ideas que nos hacemos en el
espíritu por vivir en el mundo, cíclicamente él la desnuda y renueva la
piel espiritual de nuestras personas.
Todos heredamos mensajes que nos revelan ¡y debemos
descifrarlos!
Por nacer estamos en una trampa. Debemos salir. Para ello
tenemos símbolos qué comprender. Para madurar el ser y a la vida
precisamos todo lo que nos enseñan los símbolos que nos nutren:
egipcios, griegos, mosaicos, cristianos y -ahora- teotihuacanos. Esta
será la tarea a realizar por cada hombre que desee elevar su conciencia
del área magnética de la Luna a la del Sol.
El afán constante de las ciencias del espíritu ha sido el desarrollo
de la conciencia. Esta investigación, inscrita en el mismo afán, pretende
incursionar entre las técnicas teotihuacanas para activar la conciencia
universal, con sus luces y métodos.
Proponemos imitar a los antiguos Arcaicos del altiplano de
Anahuac, quienes daban de comer periódicamente sus culebras al fuego
de Huehueteotl aprovechando así el transcurso de Cronos por el mundo.
Tal práctica logró civilizaciones en las que cíclicamente se
recreaban todas las ideas, meditando la realidad que depende de las
creaciones de los hombres para revalorizar los conceptos de sus
civilizaciones, de acuerdo con una ley de perfeccionamiento humano
que rige la evolución mental del espíritu en su histórico paso de
individualidades por el mundo.
Precisamos un cambio que nos entregue otra concepción de la
realidad, más mística. Quizá nuestra peregrina maldad humana, no
resuelta a pesar de todos los esfuerzos de la Historia, estriba en que no
alcanzamos una visión colectiva y equilibrada del presente. Requerimos
nueva visión mística, unificadora e involucrada socialmente con las
realidades prácticas.
49

Anhelamos un método para abrirnos camino hacia la libertad


interior, pero que igualmente nos inicie en el equilibrio del ser
productivo y social.

LOS CONOCIMIENTOS.

Los conocimientos particulares son células con las que formamos


nuestra conciencia, ámbito interno donde estos conocimientos quedan
ordenados por el criterio, asimilados en conceptos, ideas, valores y
credos que volvemos costumbres. El criterio es el numen que edifica la
conciencia.
La conciencia del hombre es como su individualidad, personal o
universal. Es síntesis crítica de la mente ontológica que explica al ser.
Esta mente es una potencia que nos da imaginación creativa con la que
podemos crear, pensar, razonar, recordar, comprendernos, etc.
En el área subjetiva de nuestra persona, la conciencia es un
estado interior perennemente modificado por el criterio. Es en su
ámbito donde se aplica, se juzga y madura la acumulación progresiva
de experiencias y conocimientos. (Crf. CONOCIMIENTO en el Glosario)
Objetivamente, la proyección ética de las conciencias crea la
sociedad, con acuerdos que nos dan estado colectivo.
El vehículo que nos contacta con Dios es la conciencia; es la
ventana personal con la divinidad, el ojo de Dios que abrimos dentro;
resume lo aprendido en criterio y con él se proyecta en identidades que
consolidan la idea de la persona.
El acto de conocer nos transforma, porque el conocimiento es ser
otro en cuanto otro. Acumular conocimientos es convocar al cambio.
La transformación es lo que más define a la vida, amén de
resultar de lo más saludable para el mundo ideal en que se piensa el
alma humana.
Asimilar lo otro, percibirlo en tanto comprenderlo, nos hace mudar
en orden a él. El contacto espiritual por conocer físicamente es cual si
realizamos la acción espiritual de comerlo, para incorporarlo como
alimento a nuestro ser. Este ser en nosotros, que avanza así en el
camino a sí mismo, con su encuentro en sí de la otredad. Digerirla nos
lleva a ser como yo y lo otro pero ya comprendido, incorporado para mi
crecimiento.
50

Básicamente existen dos clases de conocimientos, ambos


verdaderos: los trascendentes, o del Sol, y los aparentes, lunares o
mundanos. La vida es una doble dualidad entre el Sol y la Luna, dentro
y fuera del alma de cada individuo. El hombre vive la dualidad entre su
interior y exterior, entre su razón y sentimiento, interés y deseo,
Tánatos y Eros. Esas dualidades activan la elección de vivir. Al gobierno
de la voluntad lo encontramos en su equilibrio. Los humanos sujetamos
al tiempo interior para pensarnos, pero nos reflexionamos conforme a
hechos y situaciones del espacio exterior.
El alma, sensibilidad emotiva que ya existía antes de nacer y que
lo seguirá haciendo tras morirnos, tiene dos facultades bipolares. La
primera es la de conocer. Viene con dos elementos activos: la
percepción, con la cual se puede deducir y ejercer la razón, y con la
intuición, que armoniza el alma con inducciones cósmicas de su ser
eterno. La otra facultad del alma es la expresión, volición o acción
creadora de la ética.
Nuestra realidad social expresa nuestras facultades éticas en
acuerdos constitucionales, morales. Nuestra realidad económica denota
una grave falta de renovación en los acuerdos ético sociales. Nos
asentamos en el capitalismo a ultranza, en el antisocialismo, sujetos a
viejos supuestos, forzosamente insensibles a las situaciones de la
realidad actual. Todo esto es preocupante porque el diseño que se nos
impone con la herencia económica sólo nos concibe en nuestra
condición de consumidores de bienes útiles y escasos, como sus
productores y consumidores, no como seres humanos históricos, en
proceso de rescate de sí mismos.
La política, contracara de la economía en tanto moneda del poder,
aún no se comprende a sí misma, no se conoce, no sabe sostener con
dignidad a la justicia pues carece de la sabiduría de Quetzalcoatl, la que
nos enseña que debemos dejar el poder a los libres de corazón, a los
pacíficos en política, a los hijos de la unidad y el punto medio.
La política actual es postulada por "partidos" abanderados por
viejas teorías de la realidad. Teorías que no aportan opciones éticas
involucradas con nuestros problemas y actualidad; que no asumen
nuestras potencias reales para proponernos un futuro. La política debe
ser civilizada. Esto es: debemos ejercer la política en la unidad civil que
habitemos.
En vez de partidos hemos de tener representaciones de barrios,
de estratos, de fuerzas, de ideas e instituciones civiles.
Carecemos de los conocimientos indispensables para orientar el
espíritu, para guiar nuestra existencia hacia un mejor futuro. Hemos de
proponernos un mañana que realice a todas nuestras religiones en sus
valores éticos y metafísicos.
Actualmente convertimos la religión en un folklore dominguero y
tradicional, que no opera éticamente sobre las decisiones económicas o
políticas del quehacer social. Con esto, un gran poder se abandona en el
51

pasado, deshabitando lo que fuera el bellísimo misterio de nuestro


rescate, al practicar una religiosidad por tradición, sin compromiso
económico, social ni histórico.
Casi siempre se ignoran los conocimientos trascendentes. Se vive
desconectando las dos clases de conocimientos que conforman nuestra
realidad. Confundimos el espacio de la materia -y su ciencia- con el
espacio de lo sagrado.
Al nivel de lo lunar, dividido, egomagnético o mundano, se da
cierto desajuste sociológico en la personalidad. Esto es por incultura
histórica, por inmadurez mística porque identificamos nuestra
realización con la independencia económica de nuestras personas.

LA HISTORIA

Para cada uno de nosotros existe una sola historia: la universal en


mi yo y persona; yo en tanto consecuencia.
Nuestra conciencia personal resulta una extensión de la historia,
pues en cada conciencia se hacen persona los testimonios de la historia.
Estos testimonios universales construyeron las ideas que sostienen al
hombre; con ellas creamos los conceptos y la moral que elevan a la
persona humana, que hacen posibles sus civilizaciones.
Las ideas son conquistas espirituales hechas conceptos con los
que el alma se rescata de la ignorancia y el error, tras la experiencia y
aprendizaje de la vida. Las ideas son, de hecho, una sola entidad: la
Idea.
Tener la Idea significa haber llegado a ella, gozar de la libertad de
poseerla como producto de la madurez obtenida. La historia universal
explica mis ideas,* pues me las hereda. La historia personal es la razón
de mis propios conceptos; la conciencia personal es la explicación crítica
de toda mi historia.
La Historia sale del afán por tomar conciencia. Afán que se origina
en la necesidad espiritual de encontrar razones para lo que acontece.
Por esto afanosamente analizamos las enseñanzas que nos revelan los
hechos de la vida transcurrida. La razón de la historia es aplicar el
pasado en descubrirnos, en orientarnos con lo aprendido de los
acontecimientos pasados, explicando los hechos, sus consecuencias
morales y las ideas que identifican a sus realidades diversas. El saber
52

histórico propicia la integración entre razón e intuición, entre ideas y


moral humana.
La historia es toda la conciencia organizada para reconocernos; es
la madre de las culturas (con sus artes, ciencias y filosofías) y acumula
todos los trabajos positivos en un saber que ella, metódicamente,
ordena en enseñanzas.
Este método y estas enseñanzas generan el saber de la Historia.
Este saber es más o menos sistematizado para explicar su estado
nacional por las diversas civilizaciones, concibiendo el presente como
conclusión de “su” historia.
Pero la Historia es un cúmulo de presentes sin final, nace de los
recuerdos, en busca de la sabiduría perdida. A la Historia la inspira la
necesidad del hombre por encontrar su verdad, olvidada por nacer.
El ejercicio de cualquier disciplina histórica nos enseña a percibir
la verdad entre los hechos, a adquirir conciencia y sentido de los
asuntos, motivos, intenciones y razones que los integran. Con la
búsqueda histórica activa y honesta llegamos a la conciencia del ser
que heredamos, a percibir el sentido que tiene nuestra vida como
eslabón en la malla del deber social.
¿Y por qué tanto afán de historia?

* La historia de las ideas es la historia de los hallazgos que la humanidad ha


conseguido para apropiarse del mundo, definirlo y transformarlo. El ser es parte del
mundo y, por lo tanto, es sujeto de las mismas transformaciones.
Porque sin la conciencia del ser que heredamos habremos de
perdernos
entre la desorganizada malla de nuestras propias ideas, concebiremos
nuestro ser con ideas cautivas, escondidas tras máscaras del poder,
alucinadas por imágenes de un mundo que satisface sólo nuestros
deseos e intereses.
Es indispensable poseer un medio para captar lo que revela
nuestra historia, asumiendo sus enseñanzas, aprendiendo lo que
habremos de evitar o bien de procurar.
Requerimos un instrumento capaz de desinvolucrarnos de
nosotros mismos, para acercarnos a nuestra verdad olvidada.
Hablamos de un instrumento mágico, con el cual se iniciará la
renovación de nuestra persona. Este instrumento nos permitirá ejercer
dos de las piruetas mas difíciles que se requieren para acercarse a la
verdad: captar nuestros errores y aprender a perdonar. Este
instrumento magnífico es la humildad.
Ella nos permite clarificar el ayer al repasar, sin vanidad ni
soberbia, nuestras acciones, esclareciendo los excesos del ego.
Hemos de revisar humildemente tanto a nuestras personas como
a nuestra historia madurándolas, pues la Historia organiza los
conocimientos en sabiduría. Esto por la acción que ejercen la razón y el
criterio.
53

Hagamos esto en busca de la sabiduría que implica el conocernos


a nosotros mismos y nos acercaremos a nuestra verdad. De aplicar su
saber a la realidad social surgirán la moral y la Idea.
El motivo que originó a la Historia fue la pérdida del paraíso
olvidado; ¡existe cual huella, para rescatarnos! Su fórmula es la
oposición y el ciclo del reencuentro. Lo que motiva históricamente al
individuo es su amor a la verdad olvidada, perdida cuando llegó a vivir
al mundo.
En tal instante cada cual inició el perenne descubrimiento de Sí y
de la Vida en el hoy. Desde entonces surgió nuestro anhelo por conocer:
para rescatar la libertad perdida por desear saber.
Lo que nos mueve al quehacer de la historia es la necesidad de
un progreso constante hacia nuestra verdad, para volvernos idea:
conciencia en estado de luz, culminación del estado colectivo en campo
unificado de la conciencia. Tal campo unificado lo entendemos como un
logro del alma expresado en la conciencia; logro de equilibrio que
florece tanto en sabiduría como en moral.
Existe un método teotihuacano para transformar la Idea que nos
explica. Este método fue conocido en la Ciudad de los Dioses como
guerra florida. Es un rito social cíclico que renueva la idea, perfecciona
la moral, da vigencia e introduce como razón de la vida a la realidad
actual y propicia una perspectiva novedosa para nuestras intuiciones.

EL SISTEMA

Al nacer todos nos inventamos, con los conocimientos, un ser


mental, espiritual.
Con los conocimientos armamos conceptos, captamos valores,
crecemos en la cultura y organizamos nuestra realidad en civilización y
personalidades.
Educados por padres dependientes del sistema, éste es la
realidad aceptada por todos. Usamos la herencia cultural, no como dato
de partida para evolucionar nuestra conciencia hacia nuestra propia
idea, sino para condicionarnos a consumir.
El sistema nos induce a estructurar nuestra propia identidad y
persona determinantemente conforme a sus valores.
54

El sistema se nos trepa como enfermedad y se consolida en


nuestros credos, interfiriendo la idea moral en nuestra civilización y
persona.
Pocos llegan a percibir estos condicionamientos culturales;
¡menos alcanzan a ver la necesidad de transcenderlos!
Sería estupendo aprender a mirar en nosotros al sistema: en
nuestra idea de ser.
En el ámbito de la imaginación creadora captaríamos cómo fue
que el quehacer económico devoró al filosófico, para secuestrar al
anhelo de intuiciones trascendentes y dejarnos convertidos en
consumidores y mercados.
Se nos educa para poder tener más dinero y poder, hasta
dejarnos cautivos de nuestras necesidades, condicionados por nuestro
propio consumo.
Alienados por nuestros deseos, atrapados por nuestro interés,
idolatramos al orgasmo y al poder. El interés y nuestras propias
necesidades y deseos nos llevan a distorsionar nuestra realidad con la
idea de extendernos, de poseer y gozar.
Creamos un sistema basado en lo económico para resolver
integralmente la realidad humana.
La política declinó en una lucha partidista sin proposiciones
nuevas, sectarizante y pútrida.
El sistema empobrece nuestro nivel espiritual como personas y
como pueblos. Requerimos ejercer una democracia verdaderamente
consciente y culta, organizada para integrarnos y protegernos.
¿Cómo podemos votar por quien ni conocemos? Carecemos de un
cuerpo de representación social, auténtico y sectorialmente ocupado en
la política de su realidad civil.
Como la economía siempre ha financiado a la política y ésta se
corrompió, o se perdió -desorientada por banderas de ideas que nos
poseen hoy con el sistema -, nos rige la economía de mercados.
Los dueños de empresas y política nos dirigen con los medios,
entre productos y partidos, tras banderas que no aportan ideas que
operen realizando nuestra integración y equilibrio.
La ciencia mercantil, añeja maestra de la agresión, bautiza en la
guerra y con dinero nuestro quehacer político, nuestro nacionalismo y el
siglo.
La ciencia económica parece ser la más apropiada para guiar las
cosas del mundo; pero requiere madurar en humanismo práctico:
conciencia y reciprocidad con todos los que hacen la fuente de trabajo.
La plusvalía nos pertenece a todos, aunque con diferentes proporciones.
Toda la idea liberal es correcta cuando la empresa madura y
descubre una cultura corporativa, con la excelencia administrativa que
la humaniza, encontrando su paradigma y cultura social.
En el momento en que el quehacer filosófico de la economía
realiza plenamente a la empresa moderna se comparte la plusvalía con
55

el trabajo, reconociendo al hombre su aporte al bienestar obtenido


como organización.
Sólo el bienestar social revela plenamente a la conciencia del
hombre. Para lograrlo debemos dar a estos hombres su lugar como
factores, o fuentes, de la producción en sus resultados. Ningún
liberalismo económico puede ser la solución social, salvo si va
acompañado por una revolución interior en la manera de pensarnos
como personas, en familias, como empresas-familias y estados-
ciudades.
El micro sistema parece ser la manera más práctica de gobernar
el globo, aunque requiere madurar sus administraciones hasta adquirir
cultura corporativa, y con ella la visión humana del trabajo y del
hombre, repartiendo justamente el beneficio entre todos los actores.
Pensemos que la capacidad económica que tiene la fuerza de
trabajo para pagar su bienestar económico está en lo que da con su
trabajo mismo; este trabajo representa su capacidad de financiar su
consumo. La capacitación y buena economía de la fuerza de trabajo
robustecerá el consumo interno.
A cada empresa se le concibe actualmente como productora de
satisfactores y servicios. Justo será ya considerarla también como
generadora de liquidez social.
Cada empresa representa civilmente la capacidad de compra que
paga a la sociedad con el poder de consumo su fuerza laboral.
En cuanto a los dioses de la guerra, coligados por los ya urgidos
de renovación de los intereses nacionalistas, así como el macro sistema,
han de evolucionar: trocando el proteccionismo -que implica su
preferencia nacionalista- por la conciencia cívica del beneficio
ciudadano y familiar.
La macro economía a que nos llevó el nacionalismo justifica una
falsa ética, con la que los gobiernos nacionalistas se autoperdonan y
justifican múltiples inmoralidades contra los suyos, y atroces agresiones
bélicas contra otros pueblos.
¿Por qué no resolver la insuperable crisis económica con la
filosofía de madurar la idea del hombre en la historia, dando a cada cual
el lugar que se merece como generador útil de soluciones?
¿Cómo?
Sembrando poder de compra, tanto en las ciudades para
entregarles poder de ayuda, como en los trabajadores para habilitar y
superar a sus familias, facultándolas para ejercer un buen consumo.
A nivel de la micro economía, habría que entender que el
momento histórico exige a nuestras empresas darle prioridad a la
capacidad de consumo de sus fuerzas laborales, para mejorar
globalmente la venta de sus productos y servicios.
En el ámbito político, ¿por qué no someter bajo la ley de las
transformaciones cíclicas al centralismo presidencial del nacionalismo?
Por ejemplo, trocando su poder en coordinaciones estatales entre
56

ciudades y fomentando el desarrollo cívico, así como la capacidad


económica de la ciudad para socorrer a sus necesitados.
Llevaríamos la macro economía al encuentro de la ciudad del siglo
veintiuno, entregándole su poder económico antaño sustraído por el
nacionalismo capitalista. Así mismo daríamos a la ciudad su esencia
pedagógica, con su carácter de clave para el bienestar y madurez de la
familia humana.
El sistema es la expresión económica de la idea que nos mueva,
es la conquista histórica que, como organizaciones económicas del
capital, produjeron el éxito económico-político de la sociedad como ser
nacional.
El sistema es un producto del éxito que sólo alcanzan los mas
aptos para mover a otros, creando productos y moviendo mercancías
para producir soluciones y satisfacer necesidades.
El sistema es un método selectivo en el cual luchan los mejores,
haciendo sus máximos esfuerzos para mejorar la calidad y el precio,
saben que de esto depende su beneficio.
La escasa percepción de los valores trascendentes nos ha sumido
en un nudo historico social, en el que la propia historia económica a la
que nos trajo el sistema nos hace injustos, hostiles.
No se viven personalmente los misterios ni se aplican para bien,
socialmente. Por no tener cultura corporativa perdemos en mil formas
los inmensos beneficios de la cultura occidental, por no madurar
nuestro sistema empresarial con una administración excelente.
La Historia, en tanto ese criterio que da el saber, producto de los
conocimientos cuando maduran, forjó las rutas que nos trajeron a ser lo
que hoy somos; por ella caminamos, transportando hechos en
conceptos, valores e ideas.
Los prohombres nos legaron nuestra civilización, determinan
nuestra cultura, forman el ser de nuestras personas y les dan estructura
social.
Heredamos una estructura probada, pulida por el ejercicio de la
realidad histórica. Recibimos el beneficio de los más grandes hombres.
Porque finalmente se han impuesto las ideas de los más realistas
filósofos, los sistemas económicos más apropiados para hacer funcionar
las realidades del mundo.
Tales economías, aunque no sean muy sociales, poseen "fórmulas
eficaces" para evolucionar las sociedades.
Fue con la asimilación política de las mejores ideas que se crearon
las ideologías. La práctica de ellas transformó la realidad social,
conformándola en sistema. El sistema es la mejor ideología económica-
social al servicio de la comunidad que se rige por la Luna.
El problema del sistema actual es que concibe a la comunidad
como realidad estrictamente mundana, en donde el objetivo es el
liberalismo político y económico, creado por la necesidad de libre
expresión, de desarrollo, de industrialización, de modernismo y
57

comercio por parte de los seres humanos que han forjado los últimos
quinientos años de historia.
Sólo que los objetivos del hombre no se reducen a ese ser liberal.
Requerimos además integrar el ser individual a la conciencia universal y
realizar el destino.
El liberalismo es sólo un medio, no un fin social para garantizar la
libertad de la realización privada; en sí misma no puede ser una
finalidad social sino privada.
Además, aunque tanto la libertad social como la privacidad
individual son la salud del alma mundana, no son, por sí mismas, lo más
trascendente para esa alma, como tampoco lo es la misma
independencia económica. Lo más trascendente es saber y dar. Y lo
más importante del mundo es conocernos.
¡Enorme trabajo esto de conocernos!
¿Cómo llegar a apreciar lo trascendente, y más real, por sobre lo
menos? ¿Qué puede movernos a dejar de amar lo que es mudable,
como la piel de las culebras?
La comprensión del destino prepara la voluntad para la superior
conquista espiritual de toda la historia humana en uno mismo. Esta
excelencia produce nuevas intuiciones sobre otra idea, de la que emana
otro sentido ético y otra sabiduría. Ambos nos confieren el privilegio de
visualizar nuestro destino como misión de trabajo, aplicando nuestro
esfuerzo en recrear el ayer, añadiendo el presente como evolución y
aporte de nuestro ser.
Conociéndonos hemos de reavivar el fuego de la fe para
reconcebir las ideas que nos identifican, para enseñarnos a perfeccionar
nuestros propósitos, intentando empresas justas.
Conociéndonos sabremos representarnos para enfrentar el
presente sin banderas políticas empolvadas de sectarismo.
Deberíamos de enfocar la lucha de vivir a integrar la idea, para
que ella nos lleve a negociar un nuevo acuerdo ético que nos integre
colectivamente, como astillas que somos de un solo árbol de la vida.

NACER

Estamos inexorablemente atrapados en la Historia, sufriendo


desajustes económicos y sociales.
Heredamos, junto con la civilización y la cultura, posiciones de
vida
-razones y sistemas- de otros. Esto arma nuestra idea. De ella
extraemos civilización y personalidad mundana.
Civilización y personalidad son categorías, estructuras mentales
que por ley natural deben renovarse periódicamente.
58

Vivir es un acto de lucha para reconquistar el perdido paraíso, es


un acontecer que modifica la Historia. La vida humana, que es
dialéctica, se produce del enfrentamiento y es encuentro, se realiza en
el cambio, conduce siempre a una transformación, camina por ciclos y
se desarrolla hacia un fin.
Nacimos porque nos ganó la soberbia; queriendo saber más nos
salimos de la Totalidad, para dejar caer nuestro ser en
"individualidades".
Pecamos y caímos, cautivos del sexo que nos da el placer de
comernos la manzana, bajo el cierre del tiempo que nos trajo a ser
mundo.
¿Qué es el mundo? El símbolo del mundo es un espejo, porque
nada mejor lo representa. Nosotros somos máscaras: efectos subjetivos
de las imágenes del mundo.
El mundo es ilusión, copia material y apariencia; transcurre, como
todo lo que viene del tiempo, pasa, es inconsistente, llega y se va,
envejece a la vida y petrifica a la muerte.
Nacimos al abandonar el acto universal, extraídos a la potencia
individual por la sensual culebra. Mordimos la manzana del sexo y
fuimos interés, sujetos a deseos, llevados por afanes y ganas de poder.
Quedamos esclavizados a reconquistar el derecho con el sentido del
deber, de acomodar todos nuestros conocimientos para volver a ser de
la Idea.
Desde la Conquista, los que hoy somos México estamos dentro de
Occidente. Marchamos al margen y atrás de Occidente. Los hechos que
marcan la evolución en el acontecer de los occidentales llegan a
nosotros tardos y sin oportunidad.
Crecimos como Nueva España, transformando nuestros espíritus
bajo la forma de pensarnos propias de su sistema de ideas. Adoptamos
nuevas costumbres, surgidas entre indios, españoles, criollos y
mestizos; fuimos creándonos en el acto de asimilarnos. Así nos
occidentalizamos como nación. En el dieciséis nos asimilamos, nos
consolidamos como idea y nación en el diecisiete. En el dieciocho
adquirimos identidad como occidentales. En el diecinueve estábamos
listos para la Independencia por la evolución mental-cultural de criollos
y mestizos.
Durante la Colonia “pasaron a nuestro lado” el universalismo de
Erasmo, el Renacimiento, la Reforma, el liberalismo religioso, la edad de
los primeros descubrimientos científicos y del idealismo filosófico, la
aplicación de las ciencias en técnica y ésta en armar el industrialismo y
la consolidación de la banca, tras financiar a las naciones europeas para
satisfacer las necesidades del comercio mundial.
Difícilmente nos íbamos a pensar con eficacia en nuestra
Independencia, aunque ésta creció históricamente y tomó conciencia de
sí misma con la cultura de los mestizos.
59

Pasamos de una a otra forma de pensarnos, usando en ello


valores y experiencias para proyectarnos mental y económicamente.
Nacimos como México occidental sin heredar de nuestros padres
la sabiduría científica, el poder económico, ni el derrotero intelectual;
sin las formas morales que producían el éxito empresarial y político de
sus sistemas.

NUESTRO CONFLICTO

Como vimos, el sistema no es el problema real: cumple con la


sabiduría del mundo, satisface esfuerzos del ego más realista y lo lleva
al éxito; evoluciona al mundo desde sus mercados.
Así que el problema no está en el sistema, sino en el humano que
se vende al sistema. El trabajo y las posesiones del mundo nos
cautivan. Realizamos nuestras profesiones cautivas de intereses y
dineros, entregando el quehacer de la mente a lo que del mundo
preocupa a nuestras almas: comer, vestir, tener, poder y... posición
económica, social.
La historia y el destino que espera a la humanidad nada nos
preocupa. Cultivarnos o solucionar el presente como unidad universal
carece de interés económico, luego, a nadie le preocupa nuestro mejor
destino.
Por no tener una conciencia humanista no comprendemos el pacto
ético social en que participamos, pues perdimos la capacidad de valorar
lo que interesa socialmente, lo que nos es provechoso históricamente.
¿Por qué pasó esto?
La mente, naturaleza del espíritu, es agua impalpable que todo lo
penetra y une. Por otro lado, la manifestación humana de nuestro ser
fue provocada por la demoníaca culebra, cuando ésta sembró en
nuestra alma el deseo de individualizarnos, de saber más que Dios. Por
ella nació nuestro conflicto: ser aquí como seres independientes de la
totalidad, aislados de la Mente Universal en lo que llamamos Conciencia
Personal.
Hijos de la culebra con ella nos arrastrarnos por el mundo, a ritmo
del tiempo, formando ciclos al avanzar, propios de la vida ondulante de
nuestro ser mental de sierpe.
60

Cuando se toma conciencia de sí mismo, o se aprende a ver la


propia culebra, ésta se convierte en aliada del hombre (v.gr. el caduceo
de Mercurio, o el mismo Quetzalcoatl).
Nuestra alma, cautiva del espejo del mundo, se concibe en
máscaras a partir de su condición individual, con egoísmo, usando la
mente para tejerse una piel de ideas. Con ellas edificamos esa
estructura de credos que integramos como anillos en nuestra
personalidad de culebra.
La humanidad no tiene suficiente acceso al conocimiento solar, o
trascendente. Esto lo mantiene históricamente irrealizado, insatisfecho
por su inconsciencia divina; permanece socialmente encadenado a
herencias, desintegrado por las civilizaciones entre intereses y clases a
las que pertenece su ego.
O sea que el problema humano radica en nuestras civilizaciones,
en las personalidades de nuestro siglo. Nos condenan nuestras
"particulares" formas mentales. El conflicto de intereses propio de
nuestra sectarización en estados, facciones, partidos, propiedades y
poderes nos tiende a destruir, por lo que la historia, en tanto conciencia
global de nosotros mismos, nos impele a que superemos la inmediatez
con que hemos definido nuestro presente.
Al no alcanzar el hombre a liberarse en su historia no logra
integrar su paraíso, porque éste se muestra cuando la conciencia
humana se desliga de individualismo.
El hombre crea el conflicto que padecemos como presente
histórico. Es un desequilibrio entre economía (leyes naturales que rigen
los mercados del mundo) y mística (leyes naturales del espíritu); viene
este desequilibrio con una educación mediatizada, que nos provoca
ideas que no conducen a nuestra libertad: el cultivo y criterio histórico,
universal y social del individuo.
Nuestro conflicto nace tanto de la impreparación de los
explotados como de la inmadurez de los explotadores, es consecuencia
de la prioridad dada al valor económico en la escala espiritual de los
valores.
El conflicto es consecuencia de la desintegración entre dos
mundos: el real o trascendente y lo aparente o mundano. Este último se
apoderó de la prioridad al actuar, al ejercer la vida como credo y
sistema social.
En concreto, la sociedad perdió el valor místico. El liberalismo
culminó en partidos políticos, en inconsciencia social por parte de las
empresas y capitalistas, en democracia con pobreza. O sea capitalismo
sin logro del hombre como polis, civil: uno de todos.
Nuestras almas viven en dependencia sociológica al dinero, se
alejaron de su tiempo mental los misterios del espíritu. Y a los
conocimientos trascendentes se les encarceló en iglesias a donde
vamos de visita los domingos, como a los museos.
61

La solución no está en combatir al sistema. La solución a la crisis


social, que provocan los sistemas economicos del mundo, está en dar
equilibrio a sus fuerzas sociales y productivas, en integrar los
conocimientos solares a las familias, imponiendo un sistema de
evolución cíclica en donde la humanidad adquiera el sentido del deber
con la visión de su propio destino. La solución está en cultivar a los
seres humanos en paralelo con la sabiduría del Sol y de la Luna.
La prevención a todo mal (pues este ocurre por falta de
conciencia) está en la educación del hombre. ¡Reconociendo los valores
del misterio de nuestra evolución simbólica podremos establecer
nuevas costumbres morales!, emanadas de ideas tanto del Sol como de
la Luna, que mezclen los conocimientos materiales con los
trascendentes o místicos. Falta integrar economía y cultura a una
civilización cuyos conocimientos superiores provengan del área
magnética del Sol, que es un área de pensamientos no individuales.
¿Problemas? El racionalismo científico del occidental, el
positivismo filosófico y económico, el nacionalismo imperialista, el
capitalismo individual, algunos ministros de las religiones, ¡y los
políticos por ambición!
Necesitamos mundialmente una idea que aporte una mística, que
respete e integre los valores trascendentes de todas las culturas,
naciones y religiones; evolucionando a sus hombres en la asimilación de
las mismas. Deberá ser una mística que nos eduque socialmente, que
lleve al poder a los mejores.
Esa mística debe provocar un civilismo participativo, en donde
todos los ciudadanos cultiven la conciencia de su historia, la visión del
presente como proyecto del futuro.
La mística ideal debe realizar nuestro ecumenismo.
La mística que establece el deber de realizar un trabajo interior
que culmina en función social es la cultura teotihuacana de
Quetzalcoatl.
Estudiar y comprenderla podría abrir caminos hacia nuestra
libertad en la historia, resolviendo el conflicto en que nos metió la
desintegración entre estado, economía y religión.
Captar esta mística, llegar a entenderla, será una lucha entre
conceptos para cambiar la idea. La única manera de integrarnos
espiritualmente es crear una nueva idea con los símbolos. Ellos nos
transportan de conciencia -por nuestro interior- al saber de la libertad
perdida.
62

SOLUCIÓN

Para concluir esta primera parte del libro aconsejamos un análisis


de conciencia.
Hay que determinar qué identifica a nuestra alma.
¿Por qué no cernir algunas ideas con que nos identificamos desde
la personalidad? Muchos proyectos de nuestro ser no suponen un
destino y esto es tan malo como no comprender al pasado ni tener un
proyecto de futuro al realizar nuestro presente histórico.
Debemos reconsiderarnos a nosotros mismos. Se impone valorar
bien los propósitos que nos mueven. Pero, sobre todo, debemos
reintegrar su poder a las ideas, comprendiendo los conceptos que las
encierran junto con nuestra propia razón.
Empecemos por trasladar la importancia de nuestra persona hacia
la obra que logremos realizar. Consideremos lo importante que es
contar con una idea universal para fundar un civilismo. Rechacemos la
mala costumbre de automatizarnos a luchar sólo por lo que mal
llamamos "la realidad", o "lo que me es provechoso".
Captemos que movidos con estructuras tan individualistas nos
desarrollamos sólo como culebras. Y es por ello que aún la pérfida
sierpe sigue expulsándonos del paraíso, limitándonos en nuestra
conciencia individual porque creemos y nos hacemos y somos ella, a
causa de nuestra autodefinición mundana ¡empleamos el libre uso de la
mente universal para renunciar a ella!
Estamos ante un método para rescatarnos de la inmediatez,
cualquiera que sea nuestra religión.
Para ser libres sólo precisamos conocer nuestros demonios. Esto
significa: deja de gobernarte por impulsos insuficientemente meditados,
sin criterio, tomados por el ego de la idea individual de sí mismo.
Lo que sabemos es que hay dioses que nos levantan del mundo,
son mensajeros nocturnos de una libertad olvidada.
Ellos pueden revelarnos imprescindibles misterios simbólicos,
invalorables para rescatarnos del individualismo.
Estamos ante los misterios simbólicos de la cultura de
Quetzalcoatl ¡a fin de comprenderlos! Pensemos: ¿cómo vamos a
entender escritos sobre los misterios del Sol sin buscarlo ya nosotros?
¡Somos seres de la Luna! ¿Cómo atrevernos a mirar al Sol?
Valoremos: ¿reconocemos ser en mucho sólo inactiva herencia?
¿Estamos dispuesto a repensarnos? ¿Sentimos el deseo de
conocernos?, ¿lo hacemos?, ¿somos capaces de aprender a captar el
error?
63

De ser así, con la visión de nuestro inmediato destino hemos de


reproyectar los conceptos. Y con ellos a nuestra persona.
Para prepararnos a enfrentar a nuestros demonios existe un
instrumento teotihuacano de renovación: Tezcatlipoca, Señor del Espejo
Humeante, dios de la confesión. Su misterio nos lleva a meditar las
claves de nuestra absolución histórica.
¿La confesión?
La confesión es la única forma de localizar nuestros demonios,
para limpiarnos de ellos y capacitar nuestro ser a fin de que rompa el
paradigma del mundo, abrazando arquetipos de dioses.
Tezcatlipoca es el secreto de nuestra encarnación, de nuestro
origen y destino. En él se encierran todos nuestros misterios. Nuestro
Señor del Espejo Humeante es quien nos confiesa y otorga perdón,
como símbolo de nuestra renovación. El es el Iniciador en el
universalismo cultural nahua. Siendo un dios caído, nos eleva al
comprendernos a nosotros y nosotros en él. Es un dios ilimitado en su
humanismo, a todos nos penetra y transforma, nos comparte, perdona
y comprende; procesa con su perdón nuestras debilidades y nos limpia.
Huehueteotl, el dios viejo, cargador del fuego de la vida y
sacerdote del Fuego Nuevo, produjo a Tezcatlipoca para que nos
entregara su poder: el perdón con su fuerza para re elevarnos a nuestro
encuentro en él.
Por ello Huehueteotl preside el rito de la renovación periódica y su
hijo, Tezcatlipoca, pule nuestras voluntades al confesarnos,
abrillantando por ciclos nuestras almas con la desindentificación que
revela el espíritu. Así nos pule Tezcatlipoca, hasta identificar nuestra
voluntad en la de él y resplandecer como un espejo la verdad de
nuestro espíritu. Todo este mágico trabajo es el producto de un rito
extraordinario, porque limpia lo ordinario de su pecado y lo torna divino,
extraordinario.
La confesión es la honesta valoración del ser por sus hechos,
considerando lo pasado en busca de nosotros mismos a fin de renacer,
de proponernos diferentes a como fuimos.
La confesión es la puerta a la verdad; junto con la razón y la moral
educa a los hombres en el encuentro consigo mismos.
Es por falta de educación que abrazamos pecado y error. Vivimos
aprendiendo, educándonos para alcanzar la excelencia de vida. Esta
excelencia, producto de la mejor educación, es la capacidad para dar a
otros. La incapacidad para dar es el primer pecado que debemos
lamentar. La buena educación siempre faculta para dar. De forma tal
que toda incapacidad para dar es pecado, el cual debemos extirpar,
reeducándonos.
Si en la conciencia no estamos tranquilos, abiertos a la mente,
debemos confesarnos. Limpios de errores podemos mudar hacia la
libertad que perdimos con pecar y así cumplir con el rito periódico de
desnudarnos mentalmente.
64

¡Sólo realizando en todas sus partes el rito de la confesión


podremos renacer!
La confesión es el método por excelencia para descubrir los
errores del mundo dentro de todos y cada uno de nosotros, pues nos
exige hacer de nuestra voluntad un espejo que enfocamos -por la
mente- hacia nuestros hechos y recuerdos. Traemos lo pasado para
localizar nuestros errores al ser.
Llegar al estado espiritual que propicia nuestra confesión requiere
una motivación real, con la cual se exigen análisis de conciencia,
arrepentimiento en el corazón y el propósito de espíritu para
corregirnos. La realización de todo esto nos lleva a desinvolucrarnos
mentalmente del error cometido al actuar.
Así precisamente es como nos manda renovarnos Tezcatlipoca;
asumiendo el deber dictado por su señor padre Huehueteotl, señor del
Fuego Nuevo, padre y verdugo del ciclo ideal.
Confesarnos es un rito de humildad, efectuado dentro de una
lucha con nuestros demonios para destronarlos de nuestro corazón y
reducirlos a ser sólo voces y urgencias del mundo en nosotros.
La confesión es lo que más nos acerca al misterio preamericano
por el cual todo ser humano debe apagar y reencender su fuego vital
-por ley- cíclicamente:
destruir su Idea.
Esto se da dentro de la persona como guerra florida, contra el
producto mental de sus deseos y necesidades de individuo. Tal guerra
florida quema el agua de la mente universal, aislada por nosotros en
conciencia individual. El incendio de esta conciencia realiza un
acercamiento al perdido paraíso y nos revela la desnuda e ígnea
intuición de nuestra verdad.
Sería útil considerar que la confesión es todo un proceso mágico,
es un rito que completa la marcha de un estado espiritual a otro. Es el
primer paso de esta aventura por la conquista del conocimiento interior
que inicia la humildad, realiza el perdón y culmina en renovación total.
Con Tezcatlipoca, el demoledor de penas y amarguras, debe
aprender a mirar sus voluntades, rogándole comprenderlas, enseñarle a
mirar intereses y deseos sin involucrarse. Esto nos permitirá captar la
trascendencia y valor real de nuestro trabajo.
Sólo puliendo nuestra voluntad nos convertiremos en pumas.
Pumas que saben cazar lo otro de la vida, que son capaces de
reintegrar su razón al espíritu de la verdad humana, renovando de
continuo el presente y la identidad con la visión del inmediato destino.
Comprender a Teotihuacan será revivirlo. La Historia nos tiene
maduros. Vivimos la urgencia de contar con un método para redirigir la
realidad del mundo. Esperamos un cambio que surgirá en el momento
en que el hombre logre una conciencia espiritual de sí, aplicable para
reordenar su ser social.
65

En Occidente hoy buscamos luz, aunque ésta ya fue encendida


desde el Renacimiento, en el 1521 d. C., tras el nacimiento de este
Quinto Sol.
Preciso es amar la auténtica libertad en todo su misterio, para que
él nos ilumine. Ha de culminar esa búsqueda civilista originada como
Renacimiento, con el inicio de nuestro Sol; pues este Sol nos promete
un poder espiritual que ya antes se manifestó en Anahuac, y que
occidente pronostica como la Edad de Acuario.
Hay una fuerza que nos impulsa en búsqueda de la excelencia
cívica, empuja a madurar un cambio en la historia. Es la misma fuerza
expresada en los susurros de los espíritus noctámbulos, que pregonan
los dioses olvidados de México. Escuchar sus murmullos nos llena de
impulsos.
Estamos ante un vacío de opciones dentro del sistema;
evolucionarlo es el camino.
Debemos renovarnos para alcanzar la libertad que culmina su luz
en Sol. Por tal libertad hemos luchado millones de hombres por 500
años de nuestro Sol. Sol que, hoy, culmina sus esfuerzos en
neoliberalismo, en empresarialismo egoísta, en política sectorizante y
sociedades sin acuerdo ético ni participación en la Idea que mueve al
estado.
Hoy tiende a rebasarnos esa misma fuerza que nació con nuestro
Sol en 1521, lanzándonos a esta edad de la aventura, de los
descubrimientos, las colonias y los imperios mundiales.
Las voces de los espíritus son las de nuestros dioses olvidados y
nos hablan de algo que heredamos, que oculto late fuertemente dentro
de nuestro subconsciente. Las voces nos invitan a evolucionar nuestra
identidad histórica.
Es algo espiritual que encierra un cambio, urgido por la razón de
nuestra sociedad, ante la presencia del nuevo siglo y del nuevo milenio.
66

HIPÓTESIS SOBRE EL DESARROLLO Y SIGNIFICADO DE LOS SÍMBOLOS Y LOS DIOSES DE ANAHUAC


DURANTE LOS CINCO SOLES DE NUESTRA HISTORIA OCCIDENTAL

Trataremos sobre la historia de los dioses que gobernaron la


Anahuac. Esta historia, así como sus conceptos, conforma estructuras
mentales que sostienen otra Idea, que integra como conjugación
-universalizante- entre todos los dioses y símbolos.
El transcurso secular de las ideas forma a los dioses que habrán
de regir el pensamiento moral de los siglos por venir.
Del pensamiento que deja cada dios vienen las ideas de todas las
culturas
preamericanas. Una concluye su misión y previene la visión de otro
orden de ideas que llega con la nueva cívilis. Se prueba la nueva idea
del misterio en otra altura orográfica y orientación cósmica precisa, en
otros lares en los que se perfecciona otra forma más perfecta de la
entidad, o dios.
Y todos los dioses sirven de alimento intuitivo para las grandes
civilizaciones asentadas en las diferentes ciudades de la Anahuac. Cada
ciudad perfecciona la idea y, luego, la idea evoluciona en ciudades. La
metrópoli surge como centro de realización de los paradigmas
humanos, cobijando la evolución de las nuevas ideas en que llegan a
concebirse aquellos mesoamericanos.
Así es como el misterio humano se transforma en realidad como
ciudad, creando ciudades como expresión de madurez en su misterio,
razón por la cual los hombres abandonan unas polis para fundar
nuevas.
Las fuerzas espirituales que revelan las historias de Occidente y
Mesoamérica resultan paralelas.
La cronología y la progresiva realización de la conciencia
-simbólica en Mesoamérica, de letras para Occidente-, maduran en
ciclos paralelos ¡y tienen asombrosas coincidencias!
Suponemos que las fuerzas espirituales realizaron un paralelo
quehacer histórico, de raíz común. El desembarco de Cortés en el día
67

pronosticado por Quetzalcoatl para su retorno, tanto origina la raza


mestiza como conjuga dos devenires en nosotros.
Con la conquista coinciden dos vertientes en la fecha pronosticada
para su retorno por el último Quetzalcoatl. Ahí se inicia tanto lo que
llamamos el Renacimiento occidental como el principio de este Quinto
Sol en que vivimos la proliferación mestiza que nos trae a ser México.
Para captar en toda su importancia la fuerza del paralelismo
histórico entre Occidente y Mesoamérica, debemos revisar los
momentos históricos que nos hacen ser occidentales. Cuando los
primeros hacedores de ciudades dejan huella en Mesoamérica, en el
1500 a. C., el occidental toma de Egipto conciencia de tener historia.
La Anahuac y Occidente adquieren simultáneamente sus formas
de conciencia, su cultura e identidad. Para lograr esto se apoyan en la
fundación de sus ciudades.
Como occidentales partimos históricamente de los hombres de un
Egipto que, para el 1500 a. C., caminaba ya más de mil setecientos
años de imperio nacionalista. De aquellos egipcios milenarios
heredamos las bases de las estructuras espirituales con que edificamos
el conocimiento que hoy acumulamos para explicarnos.
El papel que juega Egipto es de lo más importante para
Occidente, pues aquél aporta formas místicas y de pensamiento que se
integran a la cultura griega, con el alfabeto fenicio, para entregarnos las
fórmulas usadas en Occidente para cultivarnos, para comunicarnos y
crecer nuestras personas y sus conceptos.
La cultura occidental es un legado de fórmulas. Así como los
mesoamericanos liberaban el espíritu por medio de una ruta simbólica,
ético-cognositiva, Occidente madura la idea de su ser conforme a la
sabiduría de sus libros y universidades, es una idea científica, codificada
en números y letras.
Con letras se explica al conocimiento, por filosofías, ciencias y
artes. Con ellas se establece una conciencia universal basada en la
razón, el derecho y la conciencia universal o común.
Con la herencia egipcia absorbemos múltiples historias de hititas,
caldeos, sirios, babilonios, sumerios y decenas de pueblos que durante
sus más de tres mil años poblaran aquella área de acción mediterránea,
de cuyos conocimientos construimos el sistema cognoscitivo que nos
identifica como occidentales.
Cada conocimiento es un símbolo; su comprensión, memoria,
acomodo y abundancia invariablemente nos explica el ser y perfecciona
nuestra Idea.
Esta Idea nace de Egipto en Grecia. De ahí surge hacia nuestra
identidad, con la conciencia que nos ingresó en el quehacer histórico de
conocernos.
Aún practicamos formas cívicas y nos regimos por matemáticas y
principios acumulados como herencia de los antiguos egipcios.
68

La esencia de estas ideas magníficas que nos hereda la cultura


egipcia nos fue transmitida por los griegos y Moisés. Los griegos
aportan la esencia individual de nuestra mente racional, especulativa,
metódica y siempre entre platónica o aristotélica.
Moisés fue aquel iniciado en los misterios egipcios y príncipe,
tomado por el Señor para liberar a su gente y dar origen a su Biblia,
escrita como aporte a nuestra moral actual.
Moisés entuba el manantial de fuerza moral que nos sacia
éticamente como occidentales y edifica nuestras civilizaciones.
Actualmente la mayoría ignoramos los misterios egipcios a pesar
de que, en su momento, tuvieron tal poder que soportaron más de tres
mil años de imperio. Su fuerza alcanzó a iluminar tanto los misterios
minoicos del 1500 a. C., como los griegos desde el 1200 al 700 ó 600 a.
C. Sus verdades nos nutren por la historia, en nuestra cultura.
Independientemente de que ignoremos sus magníficas verdades, ellas
están presentes en los principios de Pitágoras o los descubrimientos de
Tales, padre de su filosofía. Con Grecia nace la razón especulativa de
Occidente. Resulta imposible pensar sin las ideas heredadas por cientos
de filósofos griegos.
Lo que llamamos nuestra cultura occidental es un código
acumulativo de conocimientos, legados desde Grecia, cuyo estudio y
entendimiento nos explica a nosotros mismos, a la vida, al ser.
Desde Santo Tomás la Grecia científica retoma la visión realista
de nuestro fenómeno social, histórico y cultural, reviviendo a
Aristóteles. Desde el Renacimiento la luz del Quinto Sol realiza la
metamorfosis en quien concienzudamente efectúa el trabajo de
conocer. Y esto mismo es lo que nos propone Occidente para
comprender nuestra verdad: ¡conocer!, “cultivarse”.
Cultura es suficiencia y armonía de conocimientos, profundidad de
mira para ver los fenómenos... La nuestra viene desde Grecia; nace a
partir de la civilización del Toro, originada en Creta, con su cultura
minoica.
La cultura minoica toma su nombre en el 1700 a.C., con el reinado
del mítico Rey Minos, momento a partir del cual Egipto emplea 200
años para edificar lo que hoy conocemos como el Imperio Nuevo, lo
hace renovándose, conquistando Siria y Palestina.
Estamos nuevamente en el 1500 a. C. Los futuros griegos fundan
las ciudades de Micenas, Pilos y Tirinto, extendiendo la raíz de lo que, al
futuro, dará cuerpo a la civilización madre de nuestras culturas.
Venimos de civilizaciones que tienen nombres de ciudades:
Atenas, Corinto, Esparta. Nacieron estas culturas invariablemente de las
urbes, del poder misterioso que daba a los ciudadanos su moral, la
práctica de ciertos valores que, como ciudadanos, los unía y hacía
fuertes.
Toda ciudad nace de su entorno, asumiendo su poder, es
requerida por los que la fundan. Surge de la esperanza, compartida
69

para hacer su futuro por los que la inician. Toda polis es unión de
culebras en el proyecto de crear un cuerpo social para los hombres.
El caso es que en ese 1500 a. C., los micénicos exploraban el
Mediterráneo comerciando productos y valores de las diferentes
regiones mediterráneas.
En el siglo siete a. C. nace el alfabeto griego, tomando caracteres
del alfabeto fenicio. Este alfabeto es un formulario. Aporta las bases
semánticas de nuestra comunicación; con él acumulamos el saber, para
heredar nuestra cultura.
Las letras hacen posible la educación, realizan la magia de las
palabras que usamos para comunicarnos. Estas palabras, claves en
letras, encierran conceptos que consolidan nuestras creencias y
expresan nuestro espíritu de occidentales modernos.
Desde los albores de la civilización occidental, mientras el hombre
aprendía a tejer sus primeros conocimientos, a pulir sus conceptos,
perfeccionando la idea y agrandando siempre la piel de su conciencia,
empleamos muchos años.
Tiempo del hombre hecho saber para edificar lo que hoy son
nuestras personas y civilizaciones.
Notable es el poder histórico del 1250 a.C., en el cual Moisés
guía el famoso éxodo judío tras vencer al poder oculto, ejercido por los
mas sabios herederos de la magia egipcia. En tal éxodo nos
identificamos todos los cristianos. Sabemos que en esta época se
concreta el saber místico hebreo contenido en la Biblia. Ahí se resume
la verdad en historias, escritos morales, tradiciones y principios con los
que regimos nuestras costumbres. En ella está la ley que, por Moisés,
se nos entregó a todos los herederos espirituales de Abraham.
Paralelamente a estos hechos se realiza la invasión a Grecia por
los Dorios. Surgen las bases de nuestro tronco cultural helénico.
Cincuenta años después, en el 1200 a. C., se efectúa la homérica lucha
por Helena y cae Troya. Simultáneamente los celtas, futuros
provocadores del fenómeno Romano, invaden la Europa Central.
Paralela a esa fecundidad histórica occidental surge la cultura
olmeca en el Golfo de México: nacen San Lorenzo (olmeca) y Monte
Alban (zapoteca). Tales urbes inician el trabajo de acumular los
símbolos de los misterios que trataremos. Estos símbolos cultivarán la
grandeza cívica del humanismo mesoamericano. Sabemos que en el
1185 a. C. despunta sus luces el primero de los soles que contaban los
nahuas.
Estas luces alumbran los principios de una mística que culminará
pariendo a la cultura de Quetzalcoatl.
Poco antes del 1185 a. C. Mesoamérica consolida al primer
instrumento simbólico con que se rescata prácticamente el hombre del
primitivismo, desarrollando su cultura: la ciudad.
Ahí, forzosamente con la primera gran urbe, fue que surgió el Sol
de la cultura olmeca, o Primer Sol. Éste a todos nos inicia en el círculo
70

de los Cinco Soles. Por ello, tal como llegamos a él, todos seguimos
llegando al mundo: encuerados de piel, tuertos de conciencia y hechos
culebras.
Este Primer Sol tiene como fin darnos conciencia de nuestras
culebras: el mensaje revela que la imaginería juvenil con que nos
identificamos de nacer a los trece primeros años, así como de los 13 a
los 26 años de nuestra vida, es una piel con la que nos cubre la vida del
mundo para aplicar nuestro ser a su Idea. Aquellos que alcanzan a
entender esto quedan conscientes de que en este mundo todos somos
cazadores: Pumas. Cada trece años debemos renovar los conceptos,
tener nuevas intuiciones y cambiar la idea que tenemos de la verdad
que nos mueve.
Como a este Sol llegamos encuerados, es Sol de Xolotl, porque
llegamos a él como perros cuates, o sea, partidos. Al ser Xolotls,
nuestro cuate cósmico es Xipe: el encuerado dios de la iniciación de los
nahuas. Xipe inicia, pues con un ojo ve al mundo y con el otro al
trasmundo, a su cuate Xolotl, el caído encuerado a ser mundo.
Este es Sol de Tierra, porque ella -con la noche del espíritu- es su
elemento. Este es el Sol del hombre Puma, destinado a convertir el
espíritu humano en un cazador del trasmundo, para devenir en Puma.
El Jaguar fue la deificación máxima que alcanzaron los olmecas.
Este Sol fue estéril en sí, ¡porque el espíritu del hombre no logró
ser el Sol mismo! Por ello nadie pudo salvarse totalmente de las ideas y
pensamientos del área de la Luna.
¡Y en el espíritu todo pereció! Las ciudades fueron abandonadas
abruptamente y la antigua civilización fue olvidada en otras urbes, al
emigrar sus hombres tras nuevas culturas.
Este es el Sol de los olmecas; San Lorenzo y La Venta son las
ciudades que más lo representan. Aunque no sólo ellas, pues la
costumbre de fundar centros ceremoniales-ciudad nació desde
entonces, convertido en el más efectivo método para perfeccionar al
hombre: obligándolo a meditarse y a la renovación cíclica.
Los olmecas apoyan la difusión civil de su misterio en una
didáctica arquitectónica: ¡es analogía simbólica cuya meditación nos
transforma! Por ello derramaron sus costumbres pedagógicas como
civilización, cuyo centro-origen fueron sus pirámides, monumentos,
estelas y dólmenes cívico-religiosos. Con estas bases emergieron
decenas de ciudades-colonias olmecas, dejando sus ruinas hasta en los
actuales estados de Guerrero y México.
Debemos aclarar algo que puede estar molestándonos: ¿por qué
decimos vivir en la era décima del Quinto Sol?
Es simplemente un cálculo basado en la fecha en que coinciden
proféticamente las culturas de Europa y América. Sobre la base de este
acontecimiento se aplicó toda la cuenta naqhua. Una era es un lapso de
tiempo que se forma por cuatro períodos de conciencia de 13 años cada
71

uno. Resulta que 13 eras de 52 años constituyen un Sol, que viene a


durar 676 años.

CUADRO CRONOLÓGICO DE LOS CINCO SOLES

SOL PERIODO ELEMENTO DIOS


PRODUCTO
Primero -1185 al -509 Tierra Puma Nada
Segundo -509 al +167 Aire Quetzalcoatl Monos
Tercero +167 al +843 Fuego Tlaloc
Pájaros
Cuarto +843 al +1519 Agua Huitzilopochtli Peces
Quinto +1519 al +2195 Movimiento Quetzalcoatl Cristo

El Primer Sol, olmeca, corre del 1185 al 509 a. C. Termina este Sol
cuando surge Roma. En el 550 se inventa el telar de mano en China.
Fue el año de Ciro II de Persia, el conquistador de las ciudades griegas
del Asia Menor, que luego se apoderó de Babilonia y liberó a los judíos
tras 18 años de cautiverio.
En el 535 Tespis inicia lo que culminaría como el evento cívico
cultural por excelencia: las tragedias griegas, origen de todos los
espectáculos que entretienen nuestros días. Cambises, nuevo Rey
Persa, conquista el Egipto milenario. Así llega el tiempo de Darío y el
zoroastrismo pasa a ser la religión del Estado Persa.
Es un momento intensamente místico. En Palestina se establece el
Estado sumosacerdotal. Buda y Mahavira predican en la India. Nueve
años después florece Confucio. Y entonces nace el segundo sol con la
fundación de la República Romana y el fin de la dominación etrusca en
la Italia Central. Podríamos decir que el Segundo Sol lo es tanto de
Roma como de Teotihuacan.
Suponemos que en el año 604 a. C. desaparece la cultura de La
Venta. Para entonces, según los arqueólogos, se perciben los primeros
rastros de Teotihuacan y, lo más definitivo, se manifiesta el desarrollo
humano que inicia la ciudad estado de Cuicuilco, metrópoli que será
eslabón de tránsito, desde los olmecas -a través de los arcaicos -, para
lograr fundar la ciudad de los dioses: Teotihuacan.
Pero, volviendo a las ciudades protagonistas del Primer Sol, San
Lorenzo es considerada la metrópoli más antigua de la cultura olmeca:
¡es el origen!, seguida por la milenaria ciudad de los zapotecas, por la
siempre resurgente y nueva, por la añeja y altísima Monte Alban.
Ambas son anteriores al año 1200 a. C. o, en todo caso, diríamos
que San Lorenzo es el principio olmeca, Montealban es producto de su
influencia, hecha zapoteca en las planicies montañosas.
La Venta nace por el año 1154 a. C., paralelamente con otra
ciudad arcaica, Tlapacoya que, igual a otras aldeas arcaicas del Valle de
72

México, se levantan desde entonces cual cuerpos cívicos de una


ideología religiosa que se consolida en civilismo.
Las ciudades surgen como cuerpos cívicos, ideadas para dar
presencia social a la piel espiritual del hombre.
Por el 1100 a. C. empieza la decadencia egipcia, a la par que los
celtas entran en Gran Bretaña y aparece la cultura de Villanova, en
Italia, y en Mesoamérica inician la ciudad arcaica de Tlapacoya a la vez
que lo hace su consecuente ciudad olmeca: Chalcatzingo.
El caso es que San Lorenzo, olmeca, es la cultura madre en el
Golfo de México; Monte Alban, zapoteca, es una cultura paralela en las
montañas de las sierras; Cuicuilco, cultura arcaica, son las claves en el
sincretismo que origina a Teotihuacan. Junto con La Venta, cultura
prototípica, son las principales ciudades del Primer Sol. Ellas, con
decenas de urbes, forjaron las ideas y formas de ser de los millones que
en ellas fueron.
Imposible hablar de los olmecas, de quienes nada se sabe si no es
por los voz de los arqueólogos, que recientemente nos dan las primeras
noticias sobre nuestra cultura madre. Uno de ellos es Jacques Soustelle.
El nos dice: "Antes del 1200 la Zona de San Lorenzo ya estaba habitada,
la tierra cultivada, la cerámica en uso. Y fue hacia 1200 a. C., cuando un
pueblo sumamente civilizado tomó posesión de la meseta y esculpió la
piedra: no se cuentan menos de setenta y cinco monumentos, entre
ellos admirables estatuas y siete cabezas colosales, todo del más puro
estilo olmeca (...) La meseta de San Lorenzo, que se eleva
aproximadamente 50 metros por encima de la sabana periódicamente
inundada, es artificial. Fue construida por la mano del hombre, a costa
de inmensos esfuerzos. Las profundas cañadas que la atraviesan al
norte, al sur y al oeste, las veinte lagunas que tachonan su superficie,
las largas terrazas que allí se encuentran, todo fue voluntariamente
construido en tierra y piedra volcánica, todo fue modelado. Resulta
difícil saber por qué. La meseta tiene una longitud, de norte a sur, de
cerca de 1200 metros"2.
Soustelle afirma: "Hoy los Olmecas han quedado situados en el
tiempo como el primer pueblo civilizado de Mesoamérica. Fueron los
primeros en construir vastos centros ceremoniales, en esculpir
bajorrelieves y estatuas con altorrelieve, en asociar monolitos
horizontales o ‘altares’ con estelas, en cincelar piedras duras.
Inventaron símbolos que permanecieron en uso hasta la conquista
española, más de dos milenios después de ellos, y probablemente una
escritura y un calendario perfeccionado. Su civilización irradió de
Veracruz a Michoacán, de Guerrero a Costa Rica"3.
Otros arqueólogos nos dicen que los olmecas se consideran como
los fundadores de la primera cultura reconocible por una serie de logros
alcanzados tanto en el arte y su ideología religiosa como en los
2
Soustelle, Jacques. “Los Olmecas”, FCE., 1984, de la pag. 27 a la 37.
3
Soustelle, Jacques. Op. Cit. Páginas de la 27 a la 37.
73

conocimientos (...) todo tiende a señalar que los ancestros de quienes


iban a conformar la cultura olmeca procedían del norte de Sudamérica,
acaso de Colombia y Ecuador. Aquellos primeros grupos pudieron haber
penetrado hacia el territorio que ahora se denomina Mesoamérica, vía
la costa del pacífico de Guatemala y Chiapas (...) la cultura olmeca
paulatinamente fue siendo asimilada y transformada por otros grupos
que arribaron al área metropolitana. Tal es el caso de La Venta, en
donde entre los años 600 y 400 a. C. plasmaron en las esculturas, junto
con personajes y rasgos típicamente olmecas, un tipo físicamente
diferente, que en poco tiempo se impuso en las representaciones. Esto
mismo sucedió en otros lugares e incluso se tallaron escenas de la
conquista del grupo olmeca, como se aprecia en la Estela de Alvarado.
Y refiriéndose a su extinción afirman: algunos salieron rumbo a las
tierras bajas centrales del área maya, vía el Medio Usumacinta en
donde se ha detectado su presencia. Otros más llegarían a Guerrero,
Morelos y la Cuenca de México. Poseían un código de comunicación,
conocían el calendario y la numeración, orientaron La Venta con eje
norte-sur, con una desviación de 8 grados al Oeste del norte magnético,
aportaron las bases para la adivinación calendárica y la astrología maya
y nahua.

LA CIUDAD.

La culebra es una piel mental con que se viste el ego; es la forma


espiritual con que se cubre el hombre tras nacer en la Tierra.
La idea del hombre lo torna en pez, o persona: ser pescado por la
idea del mundo en que se identifica el alma.
Con tal idea nadamos en el agua de la mente universal,
imaginando nuestro ser a imagen del mundo. Suponemos ser a partir de
nuestra individualidad. En tal imagen mundana centramos nuestra
identidad, conformados por las ideas de la civilización que nos provoca
el mundo. La culebra es la forma en que proyectamos la persona
individual en el espíritu, buscando intuir nuestra identidad de las ideas
que alcanzamos.
La lengua de la culebra es su centro. Este nos revela la dualidad
que integra al alma, entre su pensamiento y la emoción, entre su
cuerpo y espíritu.
Somos seres partidos, motivados para seleccionar, para
completarnos al realizar la dualidad en uno.
Pensamos porque somos duales: dialogamos interiormente. En
cada decisión sintetizamos infinidad de opciones signadas por la
dualidad del pensamiento. Antes de que acontezca lo que conocemos
por decidir existe un universo de asuntos pensados como opciones;
74

estos asuntoS son el producto de fuerzas interiores manifiestas para


influir y determinar a nuestro ser.
Cada decisión nos autoproyecta entre muchas opciones de
conciencia.
El centro de la culebra es la lengua, y esta lengua se mueve y
determina por la dualidad: está partida entre dos lados. La dialéctica de
nuestro ser mental, parlanchín, domina el centro mismo del hecho de
ser y lo expresa, crítico.
La bifidez en la lengua de nuestra culebra manifiesta que el
pensamiento dialéctico centra la conciencia antes de expresar al alma:
que esta alma es dual y se expresa como la creación que realizamos en
el acto de decidir la volición, misma que por la fuerza de la decisión,
entre motivos, actúa con intenciones que interesan al alma y la
convencen.
La inteligencia es el buen uso de la razón para deducir la intuición
correcta. Inteligir es percibir y comparar: es la capacidad de conocer,
seleccionar y valorar.
El juicio es la madurez de la inteligencia.
Concebir la dualidad incluye captar la idea del centro como
sustento que equilibra tal dualismo.
La realización del hombre, su unión, viene de la integración de los
contrarios.
Del análisis comparativo de dos o más depende el percibirles
como realidad para incorporarlos a nosotros mismos. La virtud es
equilibrio en la lucha del yo y lo otro. Virtud es equidad, es el juicio
desapasionado de las partes. De la virtud surge la máxima expresión de
las culebras: el concepto y razón del ser como un solo universo.
La ciudad realiza como divinidad a las culebras, las asume para
reincorporarlas a su condición interactuante, de partes cósmicas.
La sociedad civil es un renacimiento de las individualidades como
ser colectivo; es la unión de las culebras en la universalización del ser
social.
La ciudad es la unión de las culebras como realidad total. Por esto
la historia de Mesoamérica tiene nombres de ciudades, ellas son los
grados de orientación que lograron sus ciudadanos.
Tras la agricultura y la ganadería, la ciudad salva al hombre
primitivo de su estado mágico guerrero, de su dependencia como
recolector, como cazador de la naturaleza. La ciudad es independencia
económica, es la acumulación del saber en poder agrícola, industrial y
de comercio. La ciudad acoge en sus costumbres todas las ideas y las
usa colectivamente para expresar la sabiduría acumulada en moral
ciudadana.
La tierra, el aprender a poseerla para rescatarse del mundo en
ciudad, es el oficio y elemento que priva durante este Sol Primero. Por
ello, sus hombres establecen los primeros pactos civiles, iniciando una
75

marcha espiritual que orientará con ciudades a las civilizaciones de los


Cinco Soles.
Al llegar a la Tierra el hombre se sostiene de la recolección, la
pesca y la caza. El símbolo-dios que representa nuestra llegada al
mundo es Xipe, por lo que se representa sin piel; carece de esa piel que
muda cíclicamente la culebra con la mente humana.
Xipe, dios de la iniciación e Hijo del Señor de las Flores (almas),
representa al ser sin ideas, ser sin conceptos que le definan, sin
costumbres que lo condicionen ni civilización alguna. Tal es el estado
mental que se requiere para iluminarnos en armonía con la unidad.
La identificación con Xipe es un acto de iniciación. Cierre los ojos e
imagínese que su concentración mental abandona su cabeza y aborda
su ombligo. Sienta toda la energía del cuerpo centrada en el centro del
cuerpo. Sienta desde su ombligo su ser interior. Somos una cascada de
diálogos mentales.
Retírese de todos los sonidos, sin tocar con su identidad ninguna
de las voces que hay en usted, abandónese junto con el apego personal
a conceptos e ideas preestablecidos.
¿Qué pasaría? ¡Quedaría usted iluminado!
Tal sentido tiene el que Xipe, Señor de la Iluminación, sea hijo del
Señor de las Flores (almas realizadas), bajo cuya tutela tornamos
nuestras culebras en flor.
El Señor de las Flores realiza el acto de floración como
metamorfosis con su hijo Xipe. Xipe es el vástago que da luz como fruto.
Es la metamorfosis originada por El Señor de las Flores.
El Señor de las Flores centra un equilibrio entre nuestros pétalos
tomados por su centro. Y su hijo, Xipe, funge como primer iniciador en
el secreto de Ser, pues quien -como Xipe- se desnuda de su piel mental
¡se ilumina!
Por todo lo anterior, el hombre primero es de la Tierra. Sin piel
nace en ella el hombre-civilizacion como Xipe. Y también nace tuerto,
como Xolotl, el doble que acompaña la llegada de Quetzalcoatl al
mundo. Por todo lo anterior ambos dioses soportan la idea del concepto
ontológico alcanzado por los antiguos nahuas sobre nuestra llegada
aquí: encuerados y tuertos, como Xipe-Xolotl.
Cuando la tierra y el pastoreo logran alimentar al Ser Humano,
éste encuentra tiempo de pensarse mas allá de la subsistencia, de la
defensa; entonces se inicia un tiempo nuevo en el cual se recrean las
fuerzas del espíritu, tiempo en el que se aprende a usar la razón y la
dialéctica. Se integran intuiciones sobre ideas del ser que nos rescatan
de nuestros primitivismos.
Y ¡nacen propósitos de renuevo!
La tribu adquiere oficios que hacen de sus integrantes
trabajadores sedentarios. El hombre tiene ya funciones sociales,
trabajos nuevos como participante del acontecimiento civil. Se
desarrolla la facultad empresarial de manejar el trabajo de los hombres,
76

de generar recursos y administrarlos. ¡Pronto se acumulan los frutos:


crecen los bienes! La producción que genera bienes útiles y escasos
crea la riqueza sembrando, pastoreando, cazando, produciendo bienes
para el consumo y comerciándolos. Las familias viven sedentariamente
del fruto de su trabajo o sus empresas, conviviendo productivamente de
sus varios oficios al rededor de un núcleo cívico. Esto es lo que hace la
ciudad: organiza la presencia superior del hombre como sociedad civil.
Sentimos la necesidad de tener ciudad conforme compartimos
valores y principios que nos hacen tener paradigmas parecidos;
compartir identidad. Esta identidad liga moralmente a todas las partes
del conglomerado social: se tienen ideas similares, motivos y objetivos
comunes. Esto crea el pacto social.
La ciudad nace en la comunicación, por la aceptación de reglas
pactadas y bajo la idea de obtener bien común. Esta idea norma la
conducta colectiva. Todas las principales ciudades mesoamericanas
fueron centros ceremoniales; edificados con la visión arquitectónica de
colocarnos conforme a nuestro estado de participación cósmica.
Nacen las ciudades para iniciar a los que superaban los diferentes
arquetipos morales, para educar con el rito contaban con edificios
analógicos, alineados cósmicamente. La fuerza en ellos, potenciada,
equilibraba las vibraciones de cada individuo conforme a su presencia
cósmica.
En la pirámide, centro cósmico y árbol de la vida, se iniciaba a
cada cual en su verdad. A estos edificios, decenas de ciudad olmecas
iban a celebrar el descubrimiento de su participación universal. El
centro social de la ciudad representaba cósmicamente lo que somos y
sus edificios se orientaban para revelárnoslo.
La ciudad integra conglomerados familiares de individuos bajo
una fe. A estos individuos los educa, los norma y censa el parecer, para
integrarlos en coparir su existencia social bajo una Idea Común. Esta
Idea rige la moral social y las funciones económicas. La ciudad aporta
intuiciones (visiones de la Idea) que nos reglan. Se hacen costumbres
de uso individual y beneficio colectivo.
La ciudad es mentalmente la civilización que nos identifica como
personas, es la piel que falta a Xipe. Ella nos da la personalidad con que
nos cubre el mundo.
La ciudad también es la piel que Xipe sabe quitarse para quedar
iluminado: rechazando las ideas de la Luna que nos da esta ciudad para
abrazar las del Sol.
Para encontrarnos personalmente cada cual habremos de captar
la integración de nuestra piel por conceptos. Debemos encontrar la
verdad del Ser, nuestra razón de ser, intuir desde nuestras razones la
idea que habrá de guiar nuestros actos y desarrollo. El civilismo nos
alimenta, nos educa, cultiva y regula.
La ciudad integra las culebras -que todos somos- a la pirámide. La
pirámide es un doble misterio que cada cual habrá de comprender
77

dentro de sí mismo. Misterio que se alcanza a percibir sólo cuando la


conciencia se desintoxica de los conceptos e ideas del mundo que nos
da la Luna.
La ciudad es la unión social de las culebras que nos da presente
como espíritus históricos, la superior forma de representar la
divinización humana en la unión de la cual la ciudad, y su pirámide
central, son expresión por excelencia.
La ciudad olmeca es la unión de las formas divididas del Ser en
"civilismo". La sociedad toma su identidad del cosmos, para lo cual
orienta grado a grado su trazo galáctico. Los edificios brotan del árbol
de la vida y representan nuestra presencia universal a partir de la
pirámide central, que está formada del cúmulo en ascenso de todas
nuestras culebras: es la espiral de sierpes que flamea su centro hacia el
cosmos. Esto representa la pirámide monumental de La Venta.
Todos los edificios nacen como extensión de los que a la ciudad
sirven. La pirámide es el ombligo de nuestro misterio: orienta nuestra
presencia por el arquetipo de lo divino en la tierra. La meditación del
misterio de la pirámide habrá de rescatarnos, acercándonos a lo que
revela nuestra presencia, origen y destino. El trazo de la pirámide es,
por fuerza, analógico: representa lo cósmico aquí.
La más antigua de la ciudades olmecas fue San Lorenzo, fundada
por los patriarcas olmecas; le sigue de cerca otra ciudad fundada por los
zapotecas, Monte Alban. En el 1200 a. de C. ya existían ambas.
La Venta es la ciudad por excelencia de este primer Sol. Fue,
quizá, la primer urbe mesoamericana preconcebida, fundada para
orientar al conglomerado urbano por el misterio de los monumentos. La
Venta es la primer ciudad planeada para practicar moralmente una idea
que ella representa en su centro.
Fue erigida y orientada cósmicamente por olmecas, provenientes
éstos de la ciudad-cultura de San Lorenzo. Nace para expresar la
madurez que alcanzan en la práctica social la idea y misterio olmeca. La
Venta nace para orientar a las generaciones olmecas con símbolos ético
simbólicos (conceptuales) usados como instrumento mental para
realizar el desarrollo de la razón, para percibir intuiciones sobre la
verdad tras el afán de perfección. Para ello se revela al pueblo
escultural y arquitectónicamente nuestra condición de culebras. Se
proclama que como personas somos largas bolsas de conceptos, hiladas
y tejidas en busca de la verdad. Somos un acumulamiento de ideas en
la conciencia y el criterio ganado a la experiencia de vivir.
La persona que se mira a sí misma como mundo suele creerse de
los espejos en que se imagina desde que aceptó montarse las máscaras
que le ofrecieron sus propios deseos e intereses. Con estas máscaras se
teje una piel de imágenes, confeccionadas por el individualismo para
adornar su ego.
El olmeca no adornaba su ego por una razón muy simple: tenía
como defensa su misterio. Amén de que contaba con un arma
78

formidable para perfeccionar la idea de sí mismo y de la sociedad: la ley


del ciclo.
Consistía en una ley moral que los obligaba a renovar
cíclicamente las formas y conceptos, perfeccionando la idea que los
movía.
Esto actualizaba tanto a la civilización como a las identidades de
cada persona. Los olmecas establecen este método de desarrollo
personal y social que duraría hasta los aztecas.
Para ellos ser es representar aquí, en el hoy, a la parte extensiva
del todo que somos en el cosmos. Lo cósmico somos aquí, funcionando
individualizados por el presente para realizar el trabajo de rescatar
nuestro destino.
La Venta revela, tanto en su pirámide de culebra en espiral, como
en sus altares y monumentos, una de las dos raíces místicas que
alumbrarán las verdades fundamentales de Teotihuacan. La otra raíz
será arcaica.
El centro de la raíz mística olmeca es el espacio sagrado: La
Pirámide de La Venta. Esta tiene base circular, representa el poder que
guardan las montañas; es el conglomerado de fuerzas reunidas en la
pirámide de serpientes, como árbol de la vida.
Su función es acercarnos a la luz de la unión participativa. Nuestra
verdad es que somos culebras de cuya fusión creamos altura. La
cúspide nos enseña a encontrarle un centro a todas las dualidades.
La serpiente tiene lengua bífida, porque la vida es oposición, en
ella el alma se manifiesta dialéctica, enfrentada entre la lucha y el
encuentro.
Sobre todo en eso insiste constantemente la mística olmeca: en
el arte de manejar la dualidad del alma humana, así como las
oposiciones y contrarios de la vida. Por ello todas las culebras olmecas
exponen las fauces mostrando por centro su lengua bífida. El Ser de la
culebra lleva la dualidad por centro. Y el centro de la culebra es por
fuerza el Alma, que es la que se sorprende encarnada, es la emoción
que siente y piensa, la que percibe al mundo y reacciona a él con ideas.
La pirámide de La Venta nos recuerda también que debemos
tratar la idea de sociedad y persona con la metodología del ciclo,
viviendo conforme a la ley del círculo, en donde al satisfacer los
objetivos su origen deben renovarse. ¡Se tiene por método a la espiral,
que acumula sus ciclos escalonadamente hacia arriba! ¡En la cúspide se
otorga al alma un nuevo estado en la conciencia, que transforma el
espejo del alma en la cara de un Ser impactado por su cosmicidad!
A cada uno de los grandes que cíclicamente transformaban sus
costumbres de vida, o que manifestaban gran capacidad de dar, a esos
seres que atrapaban en sí la cosmicidad por su entrega, se les hacían
traer enormes bloques de piedra desde cientos de kilómetros, para en
ellos esculpir sus caras como paradigmas: como homenaje a sus
ejemplos y guía para la costumbre de vida.
79

Centrar en sus principios nuestros arquetipos era ser civilizado. La


práctica de esta costumbre logra modificar intuiciones colectivas,
perfeccionando, transformando su idea y acercándolos a su propia
verdad.
El dolmen quedaba como un paradigma en el desarrollo de las
generaciones.
Todos estos monolitos con forma de cabeza humana representan
a seres plenos, penetrados por participar en la cosmicidad. Sus ojos y
pupilas así lo revelan. Su cabeza, tocada para viajar en el cosmos,
denotan tal pertenencia mental.
Pero algo hay que todos y cada uno de esos monolitos insisten en
recordarnos, algo que aquellos hombres practicaban como mística
personal por excelencia de su saber olmeca.
Hay un rasgo clásico que define a los seres de las cabezas
monumentales: su boca y nariz de felino. Esto simboliza que con la
nariz, por donde se aspira el prana vital, el aliento vigorizante que da
energía, aquél vivía su aire como un puma: ¡Puma se volvía!

EL PUMA

El rito mágico nos enseña a salir del círculo de nuestra conciencia.


El rito mágico nos enseña a ser otros, a experimentar la vivencia de
otra cosa. Por el rito mágico podemos convertirnos en un árbol, ser
lluvia o penetrar todas las manifestaciones de la naturaleza. Según lo
que penetremos adquirimos su conciencia.
Suponer ser Puma como rito mágico, biomecánicamente implica
realizar la excelencia física y mental del ser que todos anhelamos para
explotar las bondades de nuestra naturaleza.
Todo lo que nos acontece es vivido por nosotros integralmente en
tres aspectos: espiritual, o como pensamiento consciente; anímico, o
como emoción potente y volitiva; y corporal o sensible.
Concentrándonos en el ser físico, éste nos hace ser por naturaleza
separados de la unidad esencial y nos sujeta al tiempo para rescatarnos
a partir de como usemos ese cuerpo físico. Dado que el alma es
energía, identificada con el cuerpo resulta en vibración emitida por el
binomio alma-espíritu. Esta alma es energía consciente, en busca de sí
misma a partir de su propio cuerpo y tiempo.
Si buscamos un ejercicio corporal para liberar al cuerpo de las
vibraciones preestablecidas por nuestra persona emocional y mental,
lograremos soltar de tensiones y posicionamientos a nuestro cuerpo
físico.
80

De hacer nuestro ejercicio con tal sentido del ritmo que igualemos
a los argonautas, nuestro cuerpo aprenderá otra vez a moverse por sí
mismo.
La mejor manera de relajarse de las tensiones del día, de la fatiga
que viene de los problemas y las preocupaciones, es jugar haciendo de
nuestro cuerpo un instrumento expresivo y sonoro: convirtiendo nuestro
ser en instrumento humano y juguete.
Si terapéuticamente nos ocupamos de estos quehaceres,
evadiendo la red mental de nuestros asuntos diarios, logramos liberar al
cuerpo, haciéndolo ser sí mismo.
Dejar libre al cuerpo será quitarle las tensiones que le impone
nuestro ser mental, ¡es liberarnos de tal ser mental! Una forma segura
de soltar el cuerpo es sentirnos otro: un Puma, por ejemplo, para vivir
mental y físicamente como un felino.
A fin de lograr esto habremos de crear una danza del Puma,
organizando ejercicios rítmicos para cambiar la respiración, a sentir
como Puma.
Concentro mis sentimientos en su respiración al danzar,
exhalando profundamente, buscando que la inspiración venga
espontánea, por sí misma y desde lo interior del Puma que hay en mí.
Mentalmente presionamos para ser conforme al arquetipo,
sintiendo por él. Soltaremos nuestros movimientos a los impulsos del
cuerpo mismo, percibiendo desde dentro con los motivos de Puma.
Nuestras intenciones serán espontáneamente felinas.
Usando la danza imitamos el trotar del Puma. Nuestros pasos
cumplen sus intentos. Para ser Puma debemos develar en nosotros la
idea que lo realiza.
Sólo tras intuida plenamente la figura de la idea que implica el
Puma se puede asumir el arquetipo, en un acto de entrega que brota de
transformarnos.
Asumida la idea se puede identificar nuestra persona con la del
Puma: buscando acuatarnos a su ser; permitiendo que nuestro espíritu
penetre su misterio.
La penetración provoca el surgimiento de otra respiración. En la
medida en que nuestro cuerpo cubra tiempo, complejidad y vigor en
ejercicio, aprenderemos a caminar acechando, a rugir y cantar.
Sonará la voz natural de nuestro ser, felino. Las vivencias en tal
estado iluminan una nueva concepción de la persona: en ella el ser es
otro, libre, señor de la tierra.
Acuatados ya con el Puma liberamos al cuerpo de la tensión y
vibraciones de nuestra persona mundana.
La cualidad por excelencia del Puma es su capacidad de
integración con el todo; esto le da su penetrante percepción y
capacidad de acecho.
81

El Puma es el modelo ideal de relajamiento que provoca la


ensoñación. Viene luego su impresionante poder físico, la presteza de
su reacción: ágil, veloz, certera, precalculada.
Maneja con suelta maestría sus facultades naturales. Su relajación
capacita para ensoñar su realidad, mientras él se transforma con el
poder regenerador de sus estiramientos.
Si un hombre realiza ejercicios diariamente, buscando originar en
sí las facultades físicas del Puma, algo adquiere de su vibración
sobrenatural.
¿Qué es el Alma? ¿Será una presencia de energía? ¿Una energía
consciente, emotiva, que piensa y se imagina, que se apasiona, que
edifica una ruta moral conformada por la Idea con que pacta su
destino?
Lo cierto es que el Alma debe encontrarse a sí misma entre sus
propias máscaras, aceptando que forjó estas máscaras de las imágenes
que de sí le ofrece el mundo.
El Alma debe entenderse dentro de la realidad como
individualizada, en lucha por ser universal entre el mundo.
Para ello debemos armar el gran rompecabezas de la sabiduría,
elaborando con toda la razón que podamos acumular las intuiciones
sobre nuestra verdad universal.
Con esta verdad integramos la Idea. Y ella nos inspira la moral
que habrá de hacernos libres del mundo y de la idea inmadura de su
propia historia.
La importancia del símbolo está en que revela al Alma lo que es,
la adhiere al trabajo de desarrollar su razón, en búsqueda de sus
intuiciones sobre verdad e idea.
El símbolo nos enseña a vivir por períodos morales los esquemas
mentales.
El símbolo abre la mente por el comportamiento razonado y nos
lleva a captar la mística de nuestro Ser, apuntala los criterios mundanos
y entrega los conocimientos cósmicos.
Con un dios-símbolo, cuya función es concentrarnos en la
reflexión de características que nos revelan a nosotros mismos, nos
ayudamos a liberar del cerco ideológico de su personalidad a la
Conciencia.
Desde que nace el Simbolismo Olmeca en Mesoamérica se crea a
los dioses como arquetipo, con funciones paradigmáticas. Se les
caracteriza con las cualidades que requerimos para transformarnos. Sus
partes corresponden a elementos de nuestra revelación.
El dios guarda las normas de moral que habrán de propiciar la
penetración espiritual de la Idea, el acuatamiento con el dios por la
identificación del yo en la conciencia de la divinidad: ¡comprenderla
será transformarnos en ella!
La culebra acumula toda la experiencia en una larguísima bolsa
mental, en donde guardamos lo útil y funcional. Debemos desarrollar
82

esta bolsa como una regla, para medir con ella la vida; debemos usar
esta culebra como un bordón, para apoyarnos con su sabiduría durante
la vejez.
Se nos enseña que el centro de la culebra misma es el Alma, su
lengua bífida. Somos seres dobles cubiertos de culebra, que se
desplazan por la historia con el deber de rescatar su destino.
Ella, la culebra, nos enseña a renovar la idea mental que nos
hacemos por vivir cíclicamente gracias al Puma, que es un pre-dios que
nos rescata de la magia de la culebra. Aunque para entenderlo hay que
empezar por comprender tanto el sentido como el poder que tiene el
rito mágico.
Orar con fe es un rito mágico que alcanza algo de un dios. Antes
de tener dioses el hombre efectúa ritos mágicos para escapar de sus
males, rogando por bienes a las fuerzas naturales.
El Puma es un pre-dios que consolida el rito mágico en idea del
ser y sistema de conocimientos por normas de vida.
Su mensaje nos enseña a desarrollar la razón hasta captar la
intuición, a percibir la verdad de la realidad como idea moral. Moral que
pasa al Ser Humano de nómada a edificador, de hechicero a constructor
de ciudades orientadas cósmicamente.
El rito es generalmente un proceso de transformación que suele
valerse de cantos y danzas como provocadores rítmicos del trance. Con
éstos, el hechicero interpreta al ser o al hecho que desea lograr; sabe
que para alcanzar lo otro se ha de abandonar el ser y volverse aquello.
Así es como -jugando a ser otro- cantando y danzando
rítmicamente se logra ser nubes y hacerlas llorar. O bien, así es que nos
convertimos en Venados, Culebras o Pumas.
El Puma señorea la selva porque domina. Su poder a todos
impone. El Puma fue, pues, el símbolo de poder en el misterio olmeca.
Sólo que, para el olmeca, pueblo místico (cuyo sentido de cultura
significaba realizar con grandeza su destino), el Puma es la realización
espiritual del yo en lo otro divino. Con el Puma realizamos un cambio de
estado en la conciencia.
El Puma es quien ostenta el poder que domina la tierra. Él será Sol
en estos 676 años; es el Águila caída como Xolotl, el perro cuate, tuerto,
que acompaña al hombre cuando llega a esta realidad de Tierra. Si
llegamos a esta tierra es como Perros y hemos de tornarnos en Pumas.
El Jaguar es el arquetipo de la liberación para los olmecas. Para un
Alma a la que se predicó el manejo del juego de la dualidad, ser un
jaguar es invitarla a percibir, a buscar la unión de los contrarios;
significa madurar la dualidad en una síntesis, de la que brote un árbol
de la vida como centro cósmico.
Por lo dicho se declara en las hachas votivas, llamadas "Jaguar
Baby Face", en las que obstinadamente se reproduce lo anterior y se
nos advierte, figurativamente, que la elevación se produce por el árbol
de la vida, con la entrada de la divinidad en el individuo dividido.
83

Por ello ponen una V en la parte superior de la cabeza del Jaguar


Baby Face. Esto nos dice que el árbol de la vida espera a que mediemos
nuestras dualidades.
Los ojos del Jaguar Baby Face manifiestan la penetración cósmica
en el individuo; las cejas son flamas ardientes -propias del iluminado- y
su nariz (vivir-respirar) y boca (crear) semejan a la del Tigre. Las manos
-que simbolizan la realización- suelen llevar una antorcha (símbolo de
iluminación), o bien unos guantes (la perfecta realización de la
persona), o algunas veces un cáliz (el ser que se transforma).
En el centro de la figura se declara que la transformación en
Jaguar nos lleva a captar el simbolismo de la vivencia. Y con él la doble
ruta del quehacer, la doble oposición que implica actuar.
Por esto la figura tiene de ombligo el cruce de dos líneas
paralelas. En todo esto se encierra el misterio de la idea del Puma: Ser
moral en que se equilibra la dualidad y el doblez de las fuerzas del
Alma, renaciendo la idea de la persona para transformar la voluntad en
un bebé, a fin de adquirir conciencia de la dimensión universal, mística.
¿Finalmente qué es el Puma?
En primer lugar es el paradigma conquistado de un arquetipo
vital, el cual conduce la conciencia a un estado ideal. Esto confiere al
Alma cierto poder sobrenatural. Tal estado lo alcanzaron únicamente
ciertos hombres extraordinarios, hechos dolmen por los olmecas.
El misterio del Puma afirma que cuando equilibramos la dualidad
de las fuerzas que influencian nuestra voluntad, expresamos la idea en
nosotros mismos. En el vacío que deja en la mente la voluntad ida, se
renace de la mente cósmica. Ella renueva el ser para despertarlo con
mirada flamígera, nariz y boca felinas, ombligo de cruce de dos líneas
paralelas y manos con guantes entorchados.
El significado absoluto y la utilidad del Niño Jaguar, (que en los
llamados altares aparece a veces sentado dentro de unas fauces, o bien
cargado por un gran sacerdote iniciador, ambos habitando dentro de
las abiertas fauces del mundo inferior), sólo se completa con la
iluminación, producto de observar las enseñanzas del Puma, pues de
practicarse como moral sus cualidades, en seguimiento y análisis del
mismo, lentamente surgirá en nosotros su capacidad de ensueño, el
equilibrio relajado de su penetración con el entorno, así como los
estiramientos que le dan su capacidad de regeneración y conquista.
Finalmente, antes de abandonar al Puma como símbolo, es
preciso señalar que el Jaguar continuará vivo por la historia campeando
doblemente: ¡cómo Puma y como dios Tezcatlipoca! Esto sólo hasta el
año 1521 d. C. Entonces lo sepulta el poder del Águila de Cortés.
Y es que esa Águila llegaba por destino, pronosticada por el
mismo Quetzalcoatl al partir.
Sin embargo, el Tigre pasa su refugio al subconsciente colectivo.
Desde ahí vuelve a manifestarse al mundo histórico actual como un
Puma Totémico, representando a la Ciudad Universitaria. Lo curioso es
84

que esta ciudad universitaria está afincada al norte de Cuicuilco, lo que


la hace físicamente hermana de esta ciudad, madre del Sol del
Quetzalcoatl del Aire.
Algo que excita la imaginación es la decisión olmeca de
abandonar aquellas urbes en que el misterio era rebasado por la idea.
Decidían reorientarse usando de ombligo social otro centro
cósmico, en el que se expresaba la nueva idea. Este abandono urbano
se repite en San Lorenzo, La Venta y todas las ciudades olmecas como
Tres Zapotes, Las Limas, Potrero Nuevo, Tenochtitlan, etc.
Paralelamente surge Cuicuilco, ciudad que encierra la fusión perfecta
del mundo olmeca y su pirámide circular, consolidando la concepción
que originaría el clásico teotihuacano.
La pirámide de Cuicuilco marca el inicio de la arquitectura
ceremonial en el altiplano. Ubicada al sur de la Ciudad Universitaria, en
el Distrito Federal, esta estructura monumental es el símbolo en que se
concreta cultura simbólica e ideas del concepto y ser alcanzado por la
civilización del primer Sol.
Cuicuilco alcanzó su auge entre los años 600 a. C. y el 200 a. C.,
por lo cual se puede decir que Cuicuilco arranca -como la primera de
dos fases- al segundo Sol.
Este segundo Sol corresponde -como dios- a Quetzalcoatl: dios del
Viento. Es Sol del Aire, o sea, del espíritu puro destinado a la
reencarnación, todo lo cual sucederá en Teotihuacan.

LAS BODAS DE HUEHUETEOTL

El 200 a. C. da fin a Cuicuilco y principio a Teotihuacan. Cuicuilco


empleó su existencia en tomar las enseñanzas olmecas, sus símbolos
arquetípicos, su dios Puma paradigmático y su sistema de renovación
cíclica.
Estos arcaicos de Cuicuilco evolucionan los antiguos conceptos y
analogías simbólicas olmecas para perfeccionarlos, y lo hacen de forma
tan excelente que originan la nueva idea del Ser: Teotihuacan.
Suponemos que la erupción del volcán Xitle, que obliga a los de
Cuicuilco a abandonar su ciudad, hace de parteaguas en la historia del
altiplano de Anahuac. En Mesoamérica se inicia la idea que orientará el
clásico que parió a la cultura náhua.
Se considera del año 200 al 100 a. de C. como principió del clásico
teotihuacano, con la edificación de la pirámide de la Luna y el Sol, en
85

paralelo con la planificación totonaca del Tajín y el reinicio de la


civilización zapoteca de Monte Alban.
¿Qué pasó en Cuicuilco? ¿Cómo evolucionaron los símbolos
olmecas en 400 años, reciclados por los arcaicos de Cuicuilco? Qué fue
del símbolo de la culebra? ¿En qué se transformaron las espléndidas
iniciaciones en el misterio del Ser aportadas por el bebé cara de jaguar?
¿Qué símbolos aportó la ciudad devorada por la lava del volcán Xitle
para elevar a aquellos prenahuatl a la altura de la cultura teotihuacana?
Recordemos que los arcaicos nacen -con los olmecas y los
zapotecas de Monte Alban- de forma casi simultánea. Se comprueba la
existencia de gente en los respectivos lares de cada cultura desde
mucho antes del 1200 a.C.
Pero es en un "de pronto histórico" en que llega una raza original
para protagonizar la evolución olmeca del misterio, con sus sociedades-
ciudad. Aparece un linaje hoy nombrado olmeca, que da brillo e
influencía a zapotecas y arcaicos.
El olmeca encuentra el paradigma, se torna en prototipo y florece
con la Idea. Lo sigue el zapoteca y el arcaico. Estos arcaicos maduran
en Cuicuilco el concepto del Ser, alcanzan la idea de estarnos
construyendo como sociedad en tanto expresión del cosmos, para
vivencia del cual se funda la Ciudad de los Dioses. La influencia de
olmecas y zapotecas revitalizó al arcaico de forma tal que este originará
el clasicismo teotihuacano. Estos arcaicos eran culturas antiguas. Los
asentamientos que dieron origen a sus primeras ciudades las hacen tan
viejas como Copilco, que nace en el 1500 a. C., fecha muy anterior al
Primer Sol. Pero en relación con el Segundo Sol destacan las dos
metrópolis que originaron, para culminar en sí mismas, la sabiduría de
Quetzalcoatl. Nacen como inicio y en cumplimiento del Sol de
Quetzalcoatl.
La primera metrópoli ceremonial en desarrollarse, en el 600 a. C.,
es Cuicuilco, ciudad en la que se previene y luego se madura el
nacimiento del Segundo Sol. Ahí nace el dios más antiguo de todas las
culturas de Mesoamérica, el más lógico e indispensable, el que da base
a todos ellos: Huehueteotl. El es el señor del tiempo que carga el fuego
de la vida. Preside la fiesta del fuego nuevo o de la renovación cíclica de
la idea. Es el dios viejo y origen del concepto "serpiente de fuego". La
pirámide cónica de culebras y el culto a Huehueteotl constituyen en
Cuicuilco los únicos elementos del culto divino.
Allí se unen en matrimonio la serpiente Olmeca y el padre de los
dioses: Huehueteotl, para renovar la concepción del misterio arcaico
con la idea de Quetzalcoatl.
86

LOS SIMBOLOS DEL SEGUNDO SOL

Cada uno de los soles tiene su elemento. El primero fue Sol de


Tierra. Este Segundo Sol es el del Aire. Así como el Puma dominó las 13
edades olmecas, ahora lo hace el Águila, nueva divinidad que
representa al Sol, como señora del aire. Ella preside el Sol Segundo, de
Teotihuacan y del Quetzalcoatl del Aire.
Habría que empezar lo concerniente a este sol a partir de aquellos
símbolos que, suponemos, maduran los misterios olmecas en Cuicuilco,
dando nueva idea a la mística que norma la moral civilista de los
teotihuacanos. Tal civilismo inspira desde la conciencia la expresión
creadora y establece la moral que originó a la cultura nahua.
Empezaremos nuestro acercamiento a los conceptos de este Sol
por un símbolo universal. Nace desde entonces para permanecer ligado
a la Idea que mueve al nahua, consiste en dos líneas cruzadas. Estas
líneas denotan un brote, un renuevo de la mística olmeca, que tomaba
la dualidad del cruce y el encuentro para centrarlo como altar de la
voluntad, poniendo las manos sobre el ombligo del jaguar baby face
(jbf). En tales figuras del bebé Puma, éste toma entre sus guantes
(realización) un cáliz justo frente al ombligo, que es el centro cósmico
de cada cual. En ese mismo lugar otros jbf colocan la intersección de
dos líneas, como punto que da valor y que equilibra toda la figura y la
balancea. En ese mismo lugar, en la gran mayoría de figuras, nace una
antorcha, tomada por ambas manos del jbf.
Suponemos que tal sentido de la dualidad revela que antes de
manifestarse como voluntad, nuestra alma-corazón toma conciencia de
ser dual doblemente. Esta doble dualidad se manifiesta entre lo interior
y lo externo, lo rojo y lo negro, el espacio y el tiempo. El alma nahua es
como el ello freudiano: siempre influenciada por su eros y su tánatos; la
virtud del alma está en equilibrarlos.
Pero el alma también lucha entre lo alto e interno y lo bajo o
externo. El Alma es emoción y pensamiento, impulso y deseo,
sensación, inteligencia y espíritu. El alma se encuentra en la doble
oposición y no puede equilibrarse más que por el encuentro central de
todo.
87

El símbolo que conjuga la idea de la doble oposición con la del


centro como realización es la del ciclo, en donde el triángulo de la
pirámide se hace uno con otro triángulo, resultante de la V invertida en
la cabeza del jbf. Ambos dan origen al símbolo del ciclo: dos triángulos
penetrados, tocando uno al otro la base con su punta. Esto lleva por
centro un cuadro con un corazón de triple círculo. Es el encuentro de
tres presencias como realidad en equilibrio. El ciclo es el encuentro de
las tres dimensiones que provocan otra realidad; es la madurez de los
acontecimientos en otro hacer. Este símbolo del ciclo tiene un dios
supremo. Es una divinidad que surge para presidir la fiesta del fuego
nuevo. A este dios se le conoce también como la Serpiente de Fuego y
se le representa como un viejo cargando un bracero, es el dios del
tiempo y se le llama "Huehueteotl".
El dios de Cuicuilco, Huehueteotl, en su origen histórico viene a
ser el dios del centro entre las cuatro direcciones, igualmente es el dios
del fuego, del tiempo y de la renovación. Como dios del Fuego Nuevo
preside las fiestas del ciclo, para renacer las formas junto con las Ideas
y conceptos de ser.
Huehueteotl y el rito del ciclo del Fuego Nuevo elevan a los
arcaicos hasta que éstos captan en sí al poder del Sol.
Con el cíclico pulir del dios del tiempo nació el concepto del
tonallo: " el poder del sol". Su símbolo es simple y magnífico a la vez,
representa el espacio sagrado interior y se aplica para captar a los
demonios de nuestras fuerzas interiores.
Tal característica a la larga llevaría a este tonallo a crear el
concepto del Tezcatlipoca. El tonallo se representa por cuatro puntos
colocados en el lugar que ocuparía cada uno de los cuatro ángulos de
un perfecto cuadro.
La evolución del concepto del tonallo, esculpido desde la
civilización de Cuicuilco por la práctica de la ley del ciclo, devela el
poder humano de volverse el mismo Sol, de identificarse con tal cuate
para que el poder del Sol nos transmute en él.
De ahí en delante todas las pirámides, como ombligos cósmicos,
tendrán base cuadrada, orientada ante el cosmos para poner en cada
esquina de su realidad la casa del Tonallo, fincando así el espacio
sagrado.
Pronto ese tonallo -y ese ciclo- edifican nuevos conceptos, los que
elevan a Cuicuilco hasta la idea que pare al primogénito de
Huehueteotl. Este arquetipo nace del padre mismo de los dioses, de su
unión con el concepto del jbf y de la culebra olmeca.
De aquellos nace la nueva idea moral del paradigma, un dios
enigmático: Tezcatlipoca.
Tezcatlipoca culmina la idea moral en un dios que nos refleja y
comprende, aportando su ser como moderador de los conceptos
universalistas del mesoamericano de entonces.
88

El Ser Humano se concibe como el espejo chispa humeante de la


divinidad. Es un dios con su pata de Puma metida en el mundo a ser
nosotros, los dioses olvidados. Los que olvidaron su cosmicidad porque
amaron más la imagen de sí mismo. Crearon el egocentro y con él a la
guerra, al pecado, al sexo sin pudor, el robo, el comercio entre
hermanos y el engaño. Todos somos Tezcatlipoca.
Así que, en las primeras eras del Segundo Sol, el Puma se
transforma en el dios Tezcatlipoca. Cuando el niño jaguar olmeca ve la
luz del arcaico preteotihuacano, a todo ser humano que nace se le
informa que somos chispa de un dios muy pecaminoso, que metió su
pata a esta realidad para verse en ella como el espejo humeante de su
otra más auténtica existencia.
Ahí empezó el universalismo cultural que dio origen a
Teotihuacan.

TEZCATLIPOCA

Al nacer resultamos dioses caídos, espejo del mundo. A


consecuencia de estar en el mundo construimos cada uno de nosotros
un ser mental . En él nos identificamos a partir de la individualidad a
que nos trajo el existir aquí.
La individualidad emplea la razón pensando prioritariamente en el
interés personal; reflexiona las experiencias y se prepara para lograr y
tener.
El individualismo desarrolla su memoria. Nuestra memoria
mundana determina la idea de la persona. Y tal persona condiciona la
conciencia humana a extraer un criterio de las ideas que no da la vida
mundana.
El hecho es que la conciencia concreta en individualismo su mejor
esfuerzo intelectual. Nos pensamos con ideas que extrae el criterio de la
concepción individualista de ser. Esto limita al diez por ciento de uso a
nuestro cerebro. El otro noventa por ciento es inabarcable por la
conciencia individual.
Sólo lo no individual alcanza a utilizar lo subconsciente, no
individual y forzosamente universal.
La conciencia es individual; lo subconsciente es común y cósmico.
89

En el universo interior de cada uno de los hombres existen cuatro


reinos de demonios. Eso que llamamos pensamientos, intuiciones,
pasión, intenciones, reacciones y sentimientos humanos son en realidad
demonios. Con ellos nos identificamos para movernos conforme al
mundo y sus requerimientos mundanos de vida para pensarnos dentro
de nuestra individualidad.
Debemos aprender a percibir y a gobernar nuestros demonios, ya
sea antes de que nos convenzan para actuar, o bien después de
haberlos escuchado y seguido.
Tras aprender a ver nuestras demoniacas fuerzas interiores y
convivir con ellas descubrimos cuatro dioses que las gobiernan. Los
cuatro reyes de las áreas místicas del subconsciente colectivo son:
Huitzilopochtli, la individualidad a ultranza, Izquierdo y Precioso Colibrí;
el Tezcatlipoca Rojo o dios de la naturaleza erótica y espontánea; el
Tezcatlipoca negro, o dios del interés, de la lucha que implica la vida y
que hace un guerrero natural de cada individuo; y el último rey, Tlaloc,
dios del cielo, de la lluvia y la iluminación. Tezcatlipoca es el unidor de
los cuatro reyes que gobiernan los demonios.
"Tezcatlipoca personifica al Sol en el misterio de la pasión, de la
Muerte y Resurrección cósmicas,..."4
El doble de Tezcatlipoca es Xolotl, el dios perro caído tuerto a esta
realidad de tierra; él es el Hueyxolotl, o guajolote: estúpido perdedor
que cae a ser copia. Perro cuate, Xolotl –el Cuauhtemoc dividido- viene
a ser un águila recubierta por el tiempo en esta tierra, como pavo.
Porque ya antes de nacer éramos en el Padre, fue que la serpiente
ideó esta tierra para traernos a ser escamas del lagarto o cocodrilo del
mundo en que vivimos hoy. Envidiosa la ondulante sierpe de nuestra
inocente conciencia, nos tocó con su individualismo.
Así todos fuimos invitados, junto con nuestro padre Adán, a
vestirnos el traje del Tezcatlipoca rojo por sumergir nuestro ser en el
agua de este mundo y hacernos peces.
La culebra nos instigó a nadar su realidad de mundo, por
ahogarnos en su verdad de carne. Al nacer somos el Tezcatlipoca rojo
-cuate de perro- que anhela caminar su verdad cual Puma, cuate de
dios.
Por ello el Primer Sol hubo de ser estéril para el espíritu. Por ello,
a pesar del esfuerzo olmeca, no se logró rescatar el espíritu humano de
las ideas del mundo.
Así fue que todos los muertos permanecieron irrescatados de sus
sepulcros, esperando por la luz que descendería a los infiernos por
varias noches, a levantarse con nuestras conciencias y huesos.
El concepto de Tezcatlipoca es el inicio de un equilibrio humano
en el espíritu; es el universalismo nahua por excelencia y es el origen
de sus misterios clásicos.
4
Séjourné, Laurette. “Pensamiento y Religión en el México Antiguo”. FCE. 1984. Pag.
182.
90

El hombre al fin culmina el esfuerzo evolutivo de sus ciclos y eras


¡en conciencia de sí mismo! Descubre ser el antiguo participante de la
totalidad, caído. Entonces se establece un mito, en el cual la ley del
ciclo y la renovación se imponen para rescatarnos a nuestra condición
divina.
Resulta que venimos del cosmos, fuimos aquí precipitados por una
flecha que nos lanza Tlahuizcalpantecuhtli, El Señor de la Aurora. Somos
hijos del cielo, Iztlacoliuhquis caídos: cuchillos curvos de obsidiana
clavados en nuestra voluntad individualizada.
¡Así que nacimos a ser humanos! Somos águilas caídas,
Cuauhtemoc, perros cuates encuerados de su origen cósmico.
El Tezcatlipoca es, para empezar, la conciencia de ser dobles en
dos formas.
Es el pleno ejercicio de la conciencia en la oposición y la dualidad
que caracteriza la vida; es la madurez del concepto del cruce de
caminos; es la potencia del Tonallo asimilada por voluntad humana,
hecha espejo humeante de la divinidad.
Tezcatlipoca es el ser cósmico encerrado por la culebra y que
ansía ser Puma, porque sabe que metió una pata en la tierra y quedó
encuerado: convertido en individuo o perro tuerto.
Así que el mal nos privó del Acto Puro: nos indesarrolló y sacó del
Paraíso. La culebra, ¿el mal?, nos obligó al desarrollo: ella prometió a
Eva que fuera del Tlalocan la vida era más sabia: que seríamos
independientes de la voluntad de Dios y "con inteligencia propia”.
Cuando se maduró -con los ciclos y eras- al Tezcatlipoca, este se
percató de que, siendo doble, tenía un cuate en este mundo. Este cuate
era el preferido por su madre, la Coatlicue. Ella le enseñó cómo
rescatarnos al cielo.
Entonces nace un dios, hijo de culebra y con nariz de sierpe. En
este hijo de siglos de cultura mística renace el símbolo de la sierpe
acuatándonos a un nuevo estado de conciencia-dios.
Siendo hijo del fuego mira en tres planos, conformados por
rombos horizontales. La suya es una mirada triplemente flamígera
porque sólo él ilumina al Puma-Tezcatlipoca, pues su padre es el
creador de la luz y el fuego mismo: Huehueteotl.
La serpiente, con la cual respiramos en la mente, en boca de su
hijo, Tlaloc, nos realiza como flor. En Tlaloc renacemos como quinta
esencia.
Él es el cuate del Tezcatlipoca que se convierte en Quetzalcoatl.
La mariposa de Huehueteotl son los brazos de Tlaloc, y se nos dan
para nadar entre el agua en que sumergimos la conciencia.
Tlaloc nos lleva a comprender nuestra espiritualidad de
evolucionados Tezcatlipocas, de antiguos Pumas, para integrarnos a la
Ciudad de Dios: al Tlalocan o Paraíso.
A este paraíso se llega tras evolucionar la voluntad en un espejo
humeante de la divinidad. ¡Y ser así los cuatro Tezcatlipocas a la vez!
91

El segundo Tezcatlipoca en nacer de la pareja cósmica fue el


negro; nace para presidir el desfile del firmamento en la noche. Es
nuestro ser cósmico y lo representan las estrellas; es el ciclo nocturno,
el invierno y la Osa Mayor, productora del primer fuego que toca al
hombre.
El primer Tezcatlipoca en nacer fué el rojo: alma encarnada en yo,
que toma conciencia de sí misma en la dualidad de ser roja (erotismo-
deseo y guerra-interés), por naturaleza.
Los puntos del tonallo o poder del Sol, así mismo como los puntos
cardinales, son cuatro. Y cuatro hubieron de ser los Tezcatlipocas que se
descubrieron, develados por la mística acumulada en la práctica de la
ley del ciclo.
Huehueteotl, sumo sacerdote del rito del renacimiento cíclico,
pare el concepto universalista de Tezcatlipoca asumiendo el disfraz del
Puma olmeca.
Con el Señor Espejo Humeante, el de la pata metida en el mundo,
aquel nos hereda el concepto del Ciclo, del tonallo y de su propio ser
como el centro de las cuatro direcciones. De ahí que su hijo,
Tezcatlipoca, está presente en todo cruce de caminos.
Tezcatlipoca es el hombre mismo, que toma conciencia de la
dualidad de su condición humana y cósmica, por ello oficia de escucha
en el secreto rito de la confesión individual de los pecadores: sean ricos
o pobres, ladrones, prostitutas o comerciantes.
A todos comprende sus culpas Tezcatlipoca, él da a comer
nuestras faltas a Tlazolteotl, diosa de la tierra. Así es como nos
descarga del mal y libera nuestras Almas de sus remordimientos de
conciencia. Así, la mariposa de fuego de Huehueteotl nos acerca al
cielo, batiendo sus alas por Tlaloc: el hijo que le brotó a la culebra
inmolada como esposa del dios que porta el fuego de la vida: el Tiempo.
El primer Tezcatlipoca es el Sol mismo: su encarnación. Nace junto
con él el segundo Tezcatlipoca negro, y nace de nuestro Ser más
auténtico: el interé. El tercero es blanco como la idea y el cuarto azul
como el día.
El primer Tezcatlipoca es el deseo: nuestro sensible estado
interior al tomar conciencia de ser -parte de Dios- en el mundo; es el ser
encarnado que se siente sexo y anhela del mundo.
El cuarto Tezcatlipoca es el ego azul, como es que se mira a sí
mismo el individuo humano bajo la luz que nos da el cielo del día.
Es el Sol renacido a ser el cuarto Tezcatlipoca, el Precioso e
Izquierdo Colibrí de este mundo: dios de la guerra y la conquista.
Este dios presidirá el cuarto de los Soles que estamos narrando,
caerá vencido por el El Renacimiento.
La enseñanza de este Tezcatlipoca azul es que la vida mundana
es lucha por el poder. Si nacimos, caemos bajo la ley del mundo. Y para
sobrevivir en este "mundo real" hemos de adiestrarnos en guerrear y
92

engañar, llevados por las ideas que nos da el demonio personal, de ser
únicos, izquierdos y hermosos colibríes del mundo.
Hoy todos estos símbolos nos dicen que Tezcatlipoca es nuestra
voluntad que se deja llevar por cuatro extremos, a los que debemos
esforzarnos en percibir, para luego aprender a manejar.
Nuestra voluntad, influenciada por sus cuatro orígenes, es juguete
de ellos: del ego, de los deseos, de los intereses y de la divinidad. El
Alma es como una antena, básicamente acostumbrada a transmitir (el
80% de tiempo).
El mensaje del Puma es que debemos adiestrar nuestra voluntad
en la técnica de la recepción, a fin de que el Alma capte antes de actuar
los mensajes del destino manifiesto.
Debemos aprender a percibir dentro de nosotros mismos a esos
cuatro reinos de demonios, ¡fuentes de las ideas y pensamientos
humanos!
Tezcatlipoca es aquel Puma que logra hacer de su voluntad un
espejo reflexivo, para comprenderse dios con la pata metida en este
mundo y sometido al influjo de sus demonios interiores.
Huitzilopochtli, el cuartoTezcatlipoca, será el diosdurante el
cuarto período que vamos a tratar en la edad del agua. Será el dios
tutelar de un pueblo chichimeca, mágico, tenaz y bravo; él guiará a tal
pueblo -orientando los sueños de sus brujos- hasta el lugar del símbolo
magnéfico de nuestro destino solar.
El colibrí precioso conducirá a los mexicas a culminar su sol como
Imperio Azteca; el más sangriento y poderoso de toda la historia de
Mesoamérica, imperio sacrificado para renovar el sol del agua con el del
movimiento, con la llegada del Quetzalcoatl occidental a Mesoamérica.
Tezcatlipoca hace antena de nuestra voluntad, nos enseña a
captar más que a transmitir, a percibir a otros sintiéndolos,
valorándolos como partes del todo que integramos.

TLALOC
93

Los dioses existen para que meditemos los símbolos que los
caracterizan, pues de ellos surgen iluminaciones precisas con las que
realizamos la transmutación de nuestra conciencia en subconsciente.
Sólo meditando a Tlaloc se logra separar al yo de las voces de
nuestros demonios dando trascendencia al pensamiento. Hijo preferido
de la culebra y Huehueteotl, Tlaloc incendia con su mirada nuestro
espíritu, transforma la conciencia en mariposa y hace de nuestras
Almas, antes culebras individuales, flores o Almas renacidas al
subconsciente cósmico.
Estamos ante las verdades de nuestra dualidad: humana y divina.
Enfrentamos al dios encargado de pedirnos no identificar nuestro ser
con los pájaros del pensamiento, del dios encargado de hacernos ver
que actuamos como peces en el agua del mar del pensamiento.
Tlaloc descubre el pensamiento a dios. Nos sugiere integrarnos a
él, equilibrando el tonallo por su centro. Por él habremos de encontrar
un lugar móvil, que tanto está abajo como arriba, así dentro como fuera
de nosotros mismos. Nosotros somos el centro que puede gobernar los
cuatro reinados de la mente.
Tlaloc es el dios que madura el concepto de tomar conciencia de
la divinidad, o agua quemada, conocido también como logro de aquellas
Almas que vencen al deseo de poder, a la crítica espontánea, a las
identidades de la vida aparente.
Tlaloc ilumina liberándonos de imágenes. A quien rompe sus
espejos se le entregan sus máscaras.
Así como Tezcatlipoca culmina el poder del tonallo en conciencia
profunda de lo humano, así Tlaloc culmina el clásico concepto de la
voluntad como una guerrera que florece tras incendiar su mente.
Llegamos a definir a Tlaloc como el fuego que nos hace tomar
conciencia del agua en que nos movemos, al enseñarnos a captar las
personalidades como culebras que nos cubren con su piel de ideas,
dando identidad a nuestro espíritu.
Ideas por las cuales el ser se piensa a sí mismo sólo a partir de verse
corporeizado en la tierra, material y esclavo del tiempo, hecho a imagen
del gran espejo del mundo.
¡Tlaloc es la mariposa que nos rescata de nuestro propio gusano!
¡Surge tras la metamorfosis de la entrega, consumiendo en su mirada
de fuego la piel de nuestras individualistas culebras!
Los símbolos de Tlaloc nos elevan, como cuate no terrenal que es
del cuarto Tezcatlipoca, al cielo del encuentro interior.
Tlaloc habita el paraíso porque por él se elevan las Almas.
Desde el cielo alimenta a la tierra con sus pensamientos de agua,
filtrándolos -cual raíces de vida- a fin de llevar el calor (alimento solar)
al lugar en donde germina la tierra sus frutos.
Tlaloc produce la iluminación de acuario en aquel humano que
logra auto develarse, en cada niño viejo que vierte el agua quemada
para que, virtud al equilibrio de los opuestos, de entre los dos colmillos
94

de la boca de Tlaloc broten Almas realizadas en flor, o en estrellas de


mar.
Tlaloc guía al Alma para que ésta queme su agua, deje de ser pez
o culebra individual y aprenda a renacer mariposa. Transforma la vida y
le descubre otro sentido al ser, como producto de la perfecta unión de
contrarios.
Ser tres es unir la conciencia con el subconsciente, e integrarnos
como eslabón en la malla del destino, acordes siempre a la voluntad
universal.
Tlaloc es el hijo de la culebra. En él la lengua bífida de nuestras
Almas -son dos colmillos- que representan la lucha y la dualidad que
logran unir a los opuestos. El antiguo dualismo se torna en instrumento
de luz que emerge de su boca creadora.
Al centro de tal instrumento emergen Almas flores, recreadas
como mariposas en otra realidad llamada Tlalocan.
Para poder identificarnos, acuatarnos y volvernos Tlaloc,
precisamos convertir nuestro corazón en movimiento, para que
nuestros brazos se tornen en mariposas, mientras nuestros ojos
adquieren las tres visiones de la dimensión divina...
Tlaloc, o sus representaciones, repiten insistentemente fórmulas
de vida precisa: La materia divina brota, florece, del esfuerzo que logra
eliminar los contrarios. Sólo quemando la materia se libera la
substancia divina.
Tlaloc tiene por nagual a la culebra. Su atributo es el rayo celeste.
Es el dios de la lluvia de fuego.

EL CUARTO TEZCATLIPOCA.

Tezcatlipoca es el ojo que ve de noche, el dios invisible que está


en todas partes y llega primero. Se aparece en los cruces de caminos.
95

Uno de esos cruces nos trajo a ser mundo, por ello él es el dios
con la pata metida en el mundo y el confesor que nos rescata del
mismo. Representa a las estrellas, al cielo nocturno, al invierno y el
norte. Su nagual es el Jaguar. Se transforma en estrella polar para
producir el primer fuego, como la Osa Mayor.
El segundo Tezcatlipoca, negro, es el señor de la noche. A este
dios, que madura en su persona el concepto del tonallo o poder del Sol
en el humano, corresponde un punto cardinal que, en este caso, es el
poniente.
El oriente es del Tezcatlipoca rojo; el sur del cuartoy azul. La Osa
Mayor, el Tezcatlipoca que se transforma en la estrella polar,
para producir el primer fuego, es el Tezcatlipoca blanco, que no es otro
que el mismísimo Quetzalcoatl: el Tezcatlipoca del Norte.
La máxima evolución para la conciencia que se acuata con
Tezcatlipoca surge cuando ésta encuentra a Tlaloc, el cuate cósmico
que revela a Quetzalcoatl.
Captar a Quetzalcoatl es vivir otro nivel de conciencia: pleno, por
desinvolucrado de las partes y trascendentalmente identificado o
acuatado con Tlaloc, el rey del cielo que toca al hombre vivo o muerto
inocente. La visión de Quetzalcoatl madura las anteriores cuestiones.
Quetzalcoatl es la perfecta simbiosis entre las cuatro fuerzas de
un tonallo consciente de sí mismo, despierto; es logro en que la Culebra
mira al Sol y se acuata o identifica con él. El Señor Serpiente
Emplumada es la transformación de esa culebra por el poder realizador
del Tonallo, efectuando esa entrega de la culebra al fuego de mirar a
Tlaloc.
Quetzalcoatl es un renacer del ser consciente como quincunce. Y
este quincunce simboliza la figura alegórica de nuestra geometría
espiritual. Somos tanto la pirámide del Sol como la de la Luna. Somos el
lugar central de la dual oposición de contrarios que resulta ser el "punto
abajo arriba."

QUETZALCOATL

Llegar al Quetzalcoatl implica un equilibrio sublime: culmina los


esfuerzos por habilitar el cuerpo como un Puma, requiere pulir el alma
96

con tal gobierno de nuestra voluntad que la tornemos en un espejo.


Estar en Quetzalcoatl es la perfección evolutiva de la conciencia de ser
Tezcatlipoca, es encontrar a Tlaloc.
Quetzalcoatl es también la finalidad en la búsqueda que de sí
mismo ha de hacer todo Sol caído al mundo. Quetzalcoatl realiza como
madurez del Alma un pleno uso del espíritu.
Quetzalcoatl es el civilizador. Es uno caña. Así como toda ciudad
es una Tollan o lugar de las cañas, Quetzalcoatl es su origen como
estado de conciencia lumínico que nos libera de lo individual en lo civil.
La conciencia es transcendida cósmicamente más allá de toda
resistencia individual.
Sus alegorías lo reclaman: Quetzalcoatl es el uno caña de la
civilización perfecta del Hombre. Su doctrina convierte a la ciudad en
Tollan o lugar de las cañas, centro de la unificación que nos diviniza en
tanto expresión suprema de realización humana en el mundo.
Quetzalcoatl es el uno tule, ce-acatl: él nos une en el lugar de los tules o
"Tollan".
El es el dios del aire que culmina su vida aérea en caracol, es la
pirámide de viento que rescata a la culebra, hecha movimiento como
sonido-aire que realiza el mensaje del Sol.
Quetzalcoatl es la culebra que se transforma en el Sol. Es el Sol
caído a ser culebra que se rescata a sí mismo.
Llega al mundo como perro Xolotl, recorre la vida como Puma,
aprendiendo a cazar lo otro. Al lograrlo se reencuentra Águila, señora
del viento (el pensar) y cuate del Sol (la iluminación). Quetzalcoatl es
máximo grado en el compromiso de nuestra liberación.
Otra alegoría simbólica presenta a la Serpiente Emplumada como
un corazón atravesado por un cuchillo. El corazón es el asiento del Alma
y ésta es la sensibilidad perceptiva, emotiva e intelectual, capaz de
entregar en sacrificio su persona. Quetzalcoatl es aquel que se inmola
en el fuego para renacer. Tras un viaje al inframundo resurge como el
planeta Venus.
En su aspecto místico matemático se simboliza a Quetzalcoatl con
una cruz o quincunce: es la conciencia de ser el centro de las cuatro
direcciones de todas nuestras voces, es el Quinto Sol (Quetzalcoatl
Movimiento), el centro abajo-arriba entre todos los demonios e impulsos
internos y exteriores. Quetzalcoatl es la libertad de todas las fuerzas
presentes en nuestro pensamiento existencial.
Quetzalcoatl es el equilibrio que acomoda la pirámide de la Luna o
ideas que nos seccionan como unidad, que trabajan identificándonos
con la individualidad que nos hacen culebras.
Quetzalcoatl es ese equilibrio del pensamiento que da razón a
todos, que alcanza tal comprensión del ser y la vida que percibe al Sol:
ser Águila.
De ahí que a Quetzalcoatl le broten plumas de Águila al acuatarse
con Tlaloc, nariz de gusano a quien brotan alas de mariposa para
97

elevarnos a ser quincunce. Esto es: doble equilibrio entre poder y


querer, entre intereses y deseos, individualidad o entrega.
El quincunce da esa intuición que desinvolucra la voluntad de
todos nuestros fenómenos mentales. El quincunce es el anagrama
matemático que representa a la doble pirámide de nuestra libertad,
entregándonos visión de todos nuestros impulsos para lograr
independencia de ellos.
Los símbolos que ejercían la visión alegórica del Quetzalcoatl
maduran su universo y llevan a quien emprende su cultura a la luz. El
apareamiento con su cuate, Tlaloc, da origen a la mística teotihuacana
para captar el ser doblemente doble de nuestro pensar, aprendiendo a
no identificarnos con impulsos, pensamientos ni emociones.
El acuatamiento Tlaloc-Tezcatlipoca crea a Quetzalcoatl como
producto crítico de un acontecer místico que desata la revelación.
La alegoría toma nuestra vida desde la moral. Estos tres símbolos
orientan el análisis reflexivo que todos hacemos de los acontecimientos
y sobre su sentido. Con ellos valoramos conocimientos y aconteceres,
buscamos su contenido y les damos una perspectiva en la que nos
incluimos.
Con el uso constante, cíclico, de mitos y símbolos dentro de la
razón, es que el hombre se busca a sí mismo. Creemos, nos pensamos y
con ello nos predisponemos a ser. Quetzalcoatl implica llevar la
conciencia a identificar al Sol. ¡Y amarlo! Tanto, como para quedar
transformados en él. Tal estado de conciencia en Quetzalcoatl es la
trascendencia, revelación y vorágine cósmica, encuentro de nuestro
propio centro.
A Tezcatlipoca tocó vivir la mutación de la conciencia que Tlaloc
transforma en Quetzalcoatl. La alegoría del acuatamiento simbólico
evoluciona saber y criterio a cierto estado de conciencia que nos revela
unidad en la totalidad de la mente. Ser trascendido por la Totalidad es
ser Tlaloc-Quetzalcotal. Es como entrar al Tlalocan, ciudad de Tlaloc
donde estar es volver a ser niño y entender el mundo como juego de
intereses y deseos.
Las alegorías sobre la vida de Quetzalcoatl son rutas interiores;
dan cauce al anhelado desarrollo de la conciencia durante nuestra
presencia en el mundo.
Con la visión alegórica de Quetzalcoatl, en la asimilación de su
simbología, se culmina todo un proceso educativo-iniciático que
empieza desde la aceptación del ciclo, tras el descubrimiento de la
confesión (o agua quemada) por método ético de vida. Surge de la
libertad que da el perdón del pasado, por la renuncia -entrega del Alma
al Sol- o "guerra florida".
Se predica que espiritualmente somos culebras (cíclicas, de piel
mudable) obligadas a tornarse en Pumas, voluntades perceptivas, de
criterio, capaces de proponerse, de predisponerse favorablemente, de
alcanzar tal gobierno de sí mismo que se acuaten al Águila.
98

Esto significa que somos capaces de lograr el pleno equilibrio de


las fuerzas del tonallo en cada uno de nosotros mismos, lo que sólo
acontece tras convertirnos por las costumbres tanto en Culebras
(conciencia de uno mismo) como luego en Puma (conciencia de la
otredad). El poder de hacerlo viene de nuestras confesiones.
Aprendemos a mirarnos tanto que terminamos por comprendernos.
Entonces, nuestra razón nos impulsa a identificar el ser con
Tezcatlipoca: a tomar conciencia con él de ser dioses con una pata en el
mundo, lo que nos hace dobles y ambivalentes.
Venimos de fenómenos mentales surgidos del cuerpo-ego: soy el
izquierdo precioso colibrí de mi voluntad primera, o bien, soy la emoción
de la sensación, el sentimiento del Tezcatlipoca Rojo.
Todo este misterio filosófico adquirió tal poder que efectúa el
clásico Teotihuacano, origen de la cultura nahua. Con el concepto de
Quetzalcoatl el ser humano de Mesoamérica culmina el esfuerzo
espiritual de 1000 años de mística. Lo que 1000 o 1200 años atrás
iniciárase en un "de pronto histórico", con la aparición de cierta raza o
migración base de la cultura olmeca, dio por resultado las épocas
clásicas de las culturas nahuas.
Estos símbolos llegan a su madurez cíclica -gracias a Tlaloc-
trocando a Tezcatlipoca por él mismo, pero como Quetzalcoatl.
Alcanzó tal madurez el concepto del tonallo que su poder para
crear el espacio sagrado edifica desde entonces con él toda pirámide.
Orientando la analogía del tonallo se provoca tal poder creativo que
realiza en delante y da estructura a la ciudad, como fundamento del rito
divino y orientación astral para los moradores.
Es la alegoría de la realización del cosmos en nosotros, ¡individuos
hechos ciudad! Estas pirámides funcionaban como instrumentos para
localizarnos cósmicamente, para expandir la presencia social del Sol
dividido en las culebras materializadas de los hombres.
El resultado creador y los restos de aquellas formas de ser,
simbólicas, están a la vista de todos en las ruinas arqueológicas que nos
dejaron. La majestuosidad y el esfuerzo colectivo que denotan nos dan
idea de la eficiencia social con que manejaban sus actos y creaciones.
Ya el olmeca logra ciudades artificiales con espléndidos jardines,
entre palacios surcados por canales. La austeridad arcaica, propia de la
fría dureza por la vida que impone el altiplano de Anahuac y que nace
desde el 1500 a. C. para llegar hasta el 200 a. C., no deja noticia de más
dioses que Huehueteotl, quien toma en matrimonio a la Culebra con sus
misterios olmecas. Se hace acompañar por un cortejo de Pumas y de
millares de bellas figurillas de mujeres desnudas. Nace pariendo
Culebras arcaicas, encueradas y mágicas. Huehueteotl engendrará así
al Tezcatlipoca/Tlaloc/Quetzalcoatl.
Psicológicamente, en nuestro ser espiritual interno, el quincunce
significa que adoptamos cuatro posiciones, origen natural de cuatro
fuentes del pensamiento. Quetzalcoatl es el punto cinco y central: un
99

desinvolucramiento de deseos sentimientos, pasiones-impulsos,


pensamientos-ideas para ser inspiración e intuiciones.
Cuatro voluntades nos impulsan. Su centro es el equilibrio o
virtud espiritual suprema de quien controla los cuatro demonios
originales. Convencido que ellos provocan los fenómenos mentales que
suceden espiritualmente al ser humano encarnado.
Quetzalcoatl es la quinta esencia de la mente, producto del
cuádruple desinvolucramiento interior. Gracias a la práctica de las
cualidades que caracterizan a Tlaloc (su cuate, quien nos hace renacer
cual mariposas), nuestro ser mental madura en la conciencia su
cuádruple identidad y renace como cinco. Ahí se es el punto centro,
movimiento abajo arriba del Ser.
El mito cósmico de Quetzalcoatl puede revelarnos más sobre su
concepto. Quetzalcoatl es una estrella pero cae -flechada por
Iztlacolihuqui, el señor cuchillo curvo de obsidiana del interés del
mundo- a ser Cuauhtemoc; cae como Xipe, a ser Xolotl, pavo-perro
condenado a caminar como culebras que buscan ser Pumas en su vida
por la tierra.
Tierra a la que se llega para buscarse en saber, para educarse,
para madurar los ciclos en sacrificio.
Quetzalcoatl muere para liberar al hombre, lanzando su cuerpo
material a una hoguera. Baja al centro de la tierra, penetrando en la
región de Mictlantecuhtli, dios de los infiernos, lugar en donde
permanecen los huesos de los que fueron muertos.
De tal dios y del infierno nos rescata Quetzalcoatl y carga con
todos nuestros huesos para liberarnos, para llevarnos al cielo de otra
vida. Pero al correr huyendo cae Quetzalcoatl y se quiebran nuestros
huesillos. A fin de volver a unirnos sangra sobre nuestros restos su pene
sagrado. De ahí se levanta él al cielo convertido en Venus. ¡Y ya es
Tlahuizcalpantecutli mismo: "El Señor de la Aurora"!
Todos somos parte del cosmos y formamos como integrantes en
la lucha cósmica.
Pecamos en la mente y metimos la pata en el mundo quedando
convertidos en Xipes, encuerados de espíritu, tuertos Xolotls, perros
cuates que sólo ven una realidad.
Venimos a cargar con la obligación de hacernos culebra espiritual,
para vestir al encuerado Xipe, para luchar por completar nuestra visión
de tuerto Xolotl para convertir nuestro perro en puma.
Si no morimos en vida, tras la muerte descendemos
inevitablemente a los infiernos, de los cuales sólo Cristo nos rescata.
Por ello, el unigénito del Padre -que conocemos los occidentales-, vino al
norte de Africa paralelamente al momento en que Teotihuacan era
gobernado por Quetzalcoatles.
Así que aquellos hombres superiores, que llevan voluntad y
conciencia al perfecto encuentro de sí mismos, se tornan en
gobernantes de los demás.
100

Su forma de gobierno es infundir la búsqueda de la libertad en el


ser individual por la acción social, a la vez que cuida de integrarlo a un
orden cósmico en donde tiene su función. El sistema de gobierno de
Quetzalcoatl es desinducirlo y tornarlo proactivo.
Esto se logra sin intervenir pero orientando las decisiones de cada
quien. Por ello Quetzalcoatl oculta su ser para gobernarnos; su método
es predisponernos al destino inmediato.
El gobierno de Quetzalcoatl nos induce a ser en consejos -grupos
de opinión-, ocultando la individualidad para llevarnos a decidir nuestra
propia volición de la voluntad social. Acentuando tal sentido ponen
barbas a sus representaciones.
El sistema de Quetzalcoatl nos concibe como formando parte
cósmica aquí y nos educa -con mística personal- para percibir el destino,
capacitándonos para realizarlo.
Para cuando termina el Segundo Sol, en el 167 d. C., los
gobernantes de Teotihuacan quedarán convertidos en monos,
imitadores, contagiados por los vicios del poder que da el reinar,
seducidos por la acción inevitable de Huitzilopochtli: el primer
Tezcatlipoca ¡que también quería llegar a ser Sol!
Teotihuacan poseía una educación práctica, que fue capaz de
edificar la madurez de las sociedades de su tiempo, enseñando al
hombre cómo liberarse de sus predeterminaciones. A la larga el interés,
la vanidad, la envidia, la gula, el engaño, el amor a sí mismos y la
fuerza de corrupción del poder dejó convertidos a los teotihuacanos en
monos.
Teotihuacan cae en el engaño de las vestimentas doradas. Entre
el amor a sí mismos y al éxito se convierte la teocracia en monarquía.
Y viéndose Quetzalcoatl en cortes superfluas, seccionado en
muchos -y, con ellos, devorado en su voluntad- por fuerzas de la Luna.
Estando aquellos lunáticos partidos de espíritu y fascinados en su
inteligencia, los Quetzalcoatles de entonces escaparon de la falsa Tollan
Dorada. Así que Quetzalcoatl, o sus seguidores, salen a fundar las
ciudades del Tercer Sol. Sol de fuego que enciende los espíritus de
Anahuac y que preside Tlaloc, quien alcanza el cielo a los hombres.
Tlaloc es el dios del Clásico de las culturas nahuas, es el Tercer Sol y el
San Pedro del cielo americano; iniciador y cuate cósmico de
Quetzalcoatl entre las divinidades de Anahuac.
¿Pero, en síntesis, para cada uno de nosotros, qué es
Quetzalcoatl?
Hoy tiene aún sentido guardar principios de vida, luchar por tener
ideas sobre nuestra verdad, intuiciones originales que eleven nuestra
historia con la acción moral, tal como nos obliga la metodología de la
Culebra Emplumada.
Como doctrina, su misterio empieza por hacernos ver que la
mente individual es una culebra, o personalidad, construida en reacción
101

a hechos que nos suceden en el mundo; tras los que cubrimos al ser con
ideas personales, llenándonos de imágenes.
Nuestro ideal es llegar a ser Pumas en la mente, a espiritualmente
liberar la conciencia; para lo cual requerimos gobernar nuestra
voluntad, comprendiendo y mesurando nuestras pasiones,
sentimientos, deseos, ideas y el propio concepto y pensar del mundo.
Debemos entender nuestra trinidad en la V de entrada de la mente que
tiene en la cabeza el niño jaguar olmeca. Al comprender nuestras
máscaras seremos Pumas, transfiguraremos nuestra voluntad en un
espejo. Esto nos dará percepción de fenómenos mentales de otros, y
nuestra conciencia captará el interés de realizar la voluntad del Águila.
Habremos convertido nuestro Ser en reflejo del Sol. Seremos como un
dios caído y reencontrado en Águila.
Como misterio interior para gobernar la voluntad, la prédica de
Quetzalcoatl se reduce a invitarnos a dejar pasar cuatro impulsos
interiores, o voces, demonio o ideas, antes de actuar. El misterio nos
predica hablar sólo tras equilibrar por la comprensión a nuestros
motivos, gobernar las intenciones de los cuatro impulsos que luchan por
apoderarse de nuestra voz. De hacer esto llegamos a percibir el punto
central, arriba abajo. Entonces el Sol quema nuestra culebra y se nos
revela que somos Quetzalcoatl.

EL CLASICO NAHUATL DEL TERCER SOL.

El Tercer Sol corre del 167 d. C. al 845. En su inicio los dioses


gobernantes de Teotihuacan quedan transformados en reyes, cubiertos
de oro y poder: lo cual, de alguna forma provoca la huida de las
Serpientes Emplumadas a culturizar el centro y sur del México actual.
Lo que hoy llamamos Europa -por la bella doncella raptada por
Zeus- para aquellos años del 167 d. C. camina sin identidad nacional.
Las que llegarían a ser naciones europeas aún son alemanes, francos,
bretones en lucha contra el imperio: Roma, tronco de Occidente que
antes conquistara para heredar culturalmente a su raíz cultural, Grecia;
esa Roma empleará su tiempo del Tercer Sol en iniciar la baja edad
102

media. Aunque Roma lo ignoraba habría de pudrirse como civilización


para ser abono, nutrimento de las civilizaciones de Occidente.
Roma culmina su Sol, el segundo, convertida en semilla, en fuego
que rescata a los que hubiera vencido. Sus césares, juntando su
grandeza a la de todas las personas que representa el imperio, se
tornan en iluminadas culebras que no logran acercarce para nada al
misterio de Quetzalcoatl, por lo que personalmente quedan
condicionados por su ego idea, por la divinidad obligada por necesidad
de estado que les impone su nacionalismo-religión, en donde el César
es dios. Obsesionados por la sicosis del oficio mas lambisconeado,
terminan convencidos de ser dioses. Algunos fueron divinos, otros
enloquecidos por el acto magnífico de personificar al Imperio Romano,
desintegraron su identidad en él, convencidos de su divinidad.
La grandeza de la civilización que en ellos se representaba los
proclama divinos; era una divinización política, propia de un imperio
cuya existencia era su propio misterio, era la divinidad surgida por la
necesidad de presidir el gobierno de una comunidad política universal.
El emperador heredera la figura del estado como su conquistador
entre los más grandes hombres del imperio. Los césares guerreros
fueron simplemente los mejores: los más brillantes estrategas,
constructores, políticos. Eran los más capaces para mandar y manejar
hombres, los empresarios que llevaban las legiones a modificar las
fronteras. Eran aquellos cuyas culebras resultaban más fuertes, lúcidas
y eficaces.
Así que Roma terminó gobernada por reyes-monos: grandes
culebras que confunden el Sol consigo mismos. Pobres de aquellos
grandes humanos que, cuando sus culebras los elevan a la cúspide de
la pirámide caracol, facultándolos para volverse aire, o bien para
manejarnos, se dejan seducir por los demonios interiores que todos
llevamos dentro y dan en creerse dioses. Y por creerse dioses ellos
mismos en monos se convierten.
El signo occidental que distingue este Sol tercero será que Cristo
conquista Roma. La fuerza imperial y el poder económico, bélico y
político, el saber y cultura romana, en su derrota moral como sociedad,
entrega la divinidad imperial a Cristo para apoyar la evangelización por
el resto del imperio. Es la derrama de un nuevo estado espiritual, que
busca su imagen e integrarse a sí mismo.
El cristianismo adquiere su universalismo filosófico con San
Agustín. Roma pasa, la cultura se recopila y se diviniza en los
monasterios occidentales. En ellos el hombre torna a caminar desnudo,
bajo su hábito. Desnudo de sí y del mundo. Este oficio transporta los
conocimientos que dan luces a Carlo Magno, para llevarnos a despertar
con Tomás Moro y Erasmo.
Mientras Roma educa a Europa en lo que serán sus futuras
costumbres, Mesoamérica crea el Clásico de la cultura nahua. Tlaloc, el
arquetipo místico que preside este Sol, es un poco más dios que sus
103

hermanos. Se es cívicamente menos divino, pero en más centros


urbanos, tollanes o "Tullanes". El dios palidece su carácter de
paradigma prototípico, pasando a ser un dispensador que protege y
concede.
La mística de Quetzalcoatl difunde el misterio del ser civil,
gobernante y educador. Con sus símbolos (que no ídolos aún), la ciudad
ayuda a cubrir Cuauhtemocs (águilas caídas), que llegan como perros.
Teotihuacan y sus monos refundan las ciudades con el misterio que une
al hombre cual tules. Se cultiva el ser social con carácter místico. El
ideal arquetípico civil es el "ce-acatl": ser uno tule.
Así es como el fuego de la Tollan-Teotihuacan decrece, en la
medida en que se revitalizan y nacen otras tollanes como Cholula,
Monte Alban, Tajín, etcétera.
El fuego de una civilización, antes divina, extiende su flama
mágica a lo sociológico para establecer -con el tonallo de los cuatro
Tezcatlipocas- el espacio divino: "la pirámide" en tanto centro del ser
humano, lo cual se promueve en otras muchas tullanes. En todas las
urbes surgen, alrededor de las pirámides, barrios sostenidos por un
trazo y civilismo cósmico, extendido entre parcelas autosuficientes en el
universo social.
Todos comparten una cultura simbólica cuyo centro es la
pirámide. Concurren a ella como al espacio en donde lo social encuentra
colectivamente su identidad interna: "La pirámide nos revela a nosotros
mismos". Ella es el centro de unificación de todas las partes cívicas.
Todos los barrios y parcelistas concurren en la pirámide, como
participantes del espacio sagrado. En su civilismo místico la pirámide
culmina el ascenso humano; provoca la revelación.
Analógicamente, la pirámide nos obliga a encenderla por
peldaños, hasta elevarnos a la cumbre de todas nuestras intuiciones, a
palpar la idea que nos une a la verdad. Asimilar la verdad de los
misterios que la pirámide revela es conquistarnos como supremo
espacio sagrado.
Tlaloc hace nagual de su madre, la culebra pero, a la vez, la
transforma como todo lo que él toca para convertirla en la madre
Coatlicue. La sierpe olmeca brota de su matrimonio con Huehueteotl
como Coatlicue: el símbolo místico, con tema sobre la mente y el ser,
más social de la Cultura Náhua. Su hijo es Tlaloc, quien con Quetzalcoatl
-y después con Huitzilopochtli- preside la cumbre de la pirámide
ceremonial.

COATLICUE
104

Nuestra Señora Madre Coatlicue es la forma nahua de la culebra


olmeca. Esta figura representa lo que toca ser tras nacer en la mente:
esposa del Espíritu. Esta figura representa lo que es aquí esencia
colectiva del ser humano en la mente. Ella está para darnos conciencia
con su figura materna de nuestra condición espiritual como hombres del
mundo. Ella es el producto-esposa de las bodas entre la culebra olmeca
y el Huehueteotl arcaico.
Su ser es la presencia colectiva del espíritu humano en la mente
mientras está en el mundo. Por ello las patas que sustentan a la
Coatlicue son de Puma. Ella levanta su ser, que es nuestra presencia
mental en el mundo, sobre patas de Puma. Sus símbolos representan
nuestra naturaleza social como Pumas. Las patas de Puma denotan la
superación espiritual que sólo los jaguares llegan a realizar, al tornar la
conciencia en un recipiente del fuego universal.
El sexo de Coatlicue es como la ciudad, unión de nuestras
culebras a imagen de las entidades cósmicas, por ello la Coatlicue cubre
su sexo con una falda que le hacemos todos los hombres con nuestras
personalidades o culebras. Esto nos la revela como madre espiritual de
todos los que somos en la tierra. Por ello nuestras personalidades
cubren su naturaleza reproductora, expresando que su sexo es "cogito"
personal de todos y cada uno de los que existimos.
El torso desnudo de Nuestra Señora Coatlicue muestra dos senos
exhaustos de criarnos, cruzados por un collar de corazones ligados con
manos. Los dos senos representan la dualidad que la necesidad de
sustento da a nuestra naturaleza mientras vivimos en el mundo. Los
corazones simbolizan nuestras Almas, engarzadas entre sí con manos,
signos del poder realizado. Un collar de corazones y manos es la
realización suprema del hombre en unión civil, en la mística común de
pertenecernos, como eslabones activos en la interminable cadena que
integra la entrega de cada cual a una realización colectiva de la
existencia.
La cabeza de Coatlicue son dos serpientes encontradas, o bien los
perfiles de dos calaveras que se miran de frente. Ahí está la lengua
bífida de la culebra olmeca, la V en la parte superior del bebe jaguar; es
la naturaleza dual de la vida, el enfrentamiento de dos muertes, la
lucha entre dos culebras y el encuentro que acontece a nuestras Almas
cuando vienen a vivir.
Coatlicue es la dualidad de nuestra presencia, la interior
concepción de nuestras Almas en la mente. Ella es la parte femenina
del ser de Huehueteotl. Es la esposa natural del Santo Espíritu.
Coatlicue culmina a todos los dioses descritos. Todos ellos
generaron el esplendor magnífico del clásico náhua -ahora ya sólo
arqueológico-, pero que en su tiempo iluminara ese Tercer Sol que aquí
culminamos. Sol del cual solo escaparán pájaros, seres hijos del fuego y
-por tanto- ya seres aéreos por naturaleza.
105

Mientras tanto, en Europa, el final del Tercer Sol produce a Carlo


Magno y su primer imperio occidental posromano. En él se consolida la
base del futuro occidentalismo. Carlos Martel logra detener y luego
reprimir el carácter expansivo de la invasión árabe en Europa. En ese
nuevo Sol se determinan, como nueva identidad imperial, los principios
del sentir occidental. Con Carlo Magno nace en Europa el orgullo
imperial y el afán de conciencia por un futuro universalismo. Ahí surgen
las raíces que durante el Cuarto Sol del hombre forjarán a las futuras
naciones europeas.
Del 843 d. C. al 1519 d. C. se presenta en la historia el Sol de
Huitzilopochtli en el cual, por nacer, nos miramos cual preciosos e
izquierdos colibríes, seguros de ser los soles del mundo. Huitzilopochtli
es el dios de la guerra y el engaño por norma. En Europa, en tiempo
paralelo al principio del Cuarto Sol Mesoamericano, se consolidan las
naciones europeas a partir de un estado de guerra casi permanente.
Huitzilopochtli, dios ego del nacionalismo y de la guerra, preside la
consolidación del nacionalismo europeo. En Europa, igual que en
Mesoamérica, este sol se inició con las invasiones bárbaras del norte:
los vikingos saquean Londres, los normandos a París, después a Sevilla
y Lisboa.
Fue edad de invasión efectuada por tribus salvajes del norte de
Anahuac. Hábiles manejadores del arco y la flecha, bravos y salvajes, se
apoderan de la Meseta de Anahuac. Los bárbaros irrumpen en las áreas
tradicionalmente nahuas. Por ello, desde entonces se les conocerá
siempre como chichimecas. Ellos protagonizarán el Cuarto Sol,
empezando desde los pretoltecas hasta los aztecas, últimos bárbaros-
chichimecas que se apoderarían de la Meseta de Anahuac.

LA EDAD CHICHIMECA DEL CUARTO SOL

El Cuarto Sol se inicia en el año 843 a. C. Concluye en el 1519 d.


C. con el retorno del Quetzalcoatl-Cortés, representante éste de una
cultura europea místicamente conquistada por un Quetzalcoatl que ni
siquiera fue europeo, sino de Africa del Norte.
El Cristo de nuestra conquista era a su vez el Conquistador
Espiritual de Occidente. Su nacimiento coincide con el reinado de
Quetzalcoatl en Teotihuacan. La vida de Roma y el nacimiento de los
106

Estados Europeos fueron el tiempo del esplendor clásico de


Teotihuacan.
En el 1519 ese mismo Quetzalcoatl -o sus cristianos, ya
universalistas con el renacimiento- llega a las costas de Anahuac ¡y lo
hace el año pronosticado por el último Quetzalcoatl tolteca para su
retorno!: el año uno caña. Así es como se cumple en tiempo y forma la
vieja profecía tolteca del retorno de Quetzalcoatl.
El producto espiritual del Tercer Sol, de Tlaloc, fueron los pájaros.
Al término de este Sol culmina Teotihuacan una decadencia que se
inició desde el 650 d. C.
Bonampak resulta ser el testimonio histórico de lo que sucedió
entonces. Nace como primera expresión de lo tolteca entre los mayas.
Revela tempranamente el inicio de una nueva cultura, guerrera y
magnífica. Nace desde el 600 d. C. en las postrimerías de Teotihuacan.
Son momentos en que las mentes pasan de Tlaloc-Quetzalcoatl a
Huitzilopochtli, lo cual acontece en todas las ciudades estado de las
áreas nahuas y mayas. Así, mientras decaen las ciudades mayas de
Becan, Xpuhil y Chicanna, aparece el primer rey de los toltecas.
Son estos toltecas, como los pájaros, seres del cielo que aún
pertenecen al mundo. Son chichimecas herederos del poder espiritual
de dioses arrebatados por guerreros, vencedores de pueblos
adoradores de la Serpiente Emplumada. Los toltecas son
conquistadores del misterio de Quetzalcoatl que los absorbe.
Los fundadores de Tula provenían de pueblos del norte de
Teotihuacan. Durante el siglo nueve de nuestra era aparecen los
toltecas-chichimecas, así como los nonoalcas de Tabasco, pueblo de
habla náhuatl que rendía culto a Quetzalcoatl en su advocación de
Tlahuiscanpantecuhtli, o "Señor de la Casa de la Aurora".
Los de Tula fueron hombres de grandeza moral e impulso creador
inigualables, si es que nos apegamos literalmente a lo que se dice de
ellos.
Mientras en Europa se empiezan a levantar los muros de las
naciones, en Mesoamérica adviene el primer imperio guerrero nahua: el
tolteca. Ahí se mal interpreta el misterio, transformado por las mentes
de los invasores que entonces se apoderan de la Anahuac. El misterio
pierde su grandeza espiritual y se materializa en un civilismo que, no
obstante, es magnífico.
En la ascensión del poderío tolteca decaen tanto la cultura
zapoteca de MonteAlban, como la cultura totonaca del Tajín, así como
las mayas de Uxmal, Chichén Itzá y Aké. Para el 900 d. C. han
desaparecido las culturas clásicas, pero los pueblos empiezan a
renovarse conquistados por el fenómeno tolteca, que primero influye en
Bonampak y finalmente revitaliza a Chichén Itzá. Los toltecas reviven
de esta forma a muchas de las ciudades estado. Arriban como
conquistadores, revestidos de una interpretación magistral de los
misterios de Quetzalcoatl y armados de enorme capacidad guerrera. Su
107

impulso conquistador llega renovando Mesoamérica y el área maya con


su impulso creativo.
Durante este Cuarto Sol el espíritu percibe como realidad al agua.
La cual deja a todos los espíritus convertidos en peces. En esto
empleará sus trece edades de 52 años este sol, a fin de hacer renacer
-por la reculturización de los conquistadores- a los llamados toltecas. El
eclipse de este Sol finalmente habrá de engrandecer a los mismísimos
aztecas, con quienes el espíritu termina de equivocar el sentido oculto
de sus misterios. El símbolo se materializa, mal interpretado como
poder, por tribus mágicas.
El abuso del poder concluye en odio para toltecas o aztecas.
Ahora sabemos que estos hijos de Aztlán fueron llamados por el dios
Huitzilopochtli para concluir su Sol. Son los designados por la divina
providencia como ofrenda de la cultura nahua a su propia conquista,
empleada por la historia para liberar a los pueblos mesoamericanos del
imperio azteca, pues con la derrota de Tenochtitlan se habría de
restablecerse el auténtico sentido del misterio, pero ahora con la luz
enfocada en la verdad del Quetzalcoatl-Cristo.
Poco les vale a los aztecas su valor, su perseverancia, su arrojo;
nada les cuenta el sacrificio que les impone su disciplina al destino
impuesto por su dios Huitzilopochtli desde que partieran de Aztlán.
Nada cuentan sus dos siglos de peregrinaje, guiados por hechiceras y
hechiceros que les exigían seguir en busca de un símbolo: nuestro
escudo actual. La historia nunca perdonó a los aztecas, cuando Itzcóatl
y Tlacaélel, constructor de la gloria de los aztecas, en unión con
Moctezuma Ilhuicamina y Nezahualcoyotl, logran la derrota de
Maxtlatzin y sus tepanecas, gritando la palabra mágica, símbolo del
lugar en donde se unen el Sol y la Luna: México.
Tras vencer a los odiados tepanecas de Atzcapozalco los
mexicanos quedaron como líderes de una Triple Alianza y herederos de
las enseñanzas y de la sabiduría de Quetzalcoatl, destruyendo todos los
testimonios antiguos. Su presencia resulta ser el último testimonio de
la antigua sabiduría teotihuacano-tolteca, rescatada y coleccionada por
Xochicalco y Culhuacan desde el año 650 d. C.
Lo que aprendieron los mexicas de los testimonios por ellos
destruidos, amén de lo anteriormente asimilado -en sus años de
contacto directo con Culhuacan- los lleva a practicar un civilismo
espléndido y a valorar los misterios, a grado tal que su orgullo los hace
apropiarse del título de herederos de Culhuacan, por lo que dan en
llamarse culhúas, herederos y descendientes de los grandes toltecas.
Basándose en su defectuosa concepción de la gran sabiduría, se
atienen rigurosamente -con ingenua honestidad- a su mala
interpretación del antiguo misterio de Quetzalcoatl.
Inspira a los aztecas la dualidad del ser; a pesar de mal concebir
los misterios, los aplican. La dualidad del ser y los dioses invade a los
108

aztecas, por lo que mantienen al -ahora sí- ídolo de Tlaloc por cuate
para su dios tutelar: Huitzilopochtli.
Esta dualidad divina se reproduce culminando como adoratorios a
toda gran pirámide de las ciudades fundadas por aztecas, en donde son
Huitzilopochtli y Tlaloc quienes presiden la cumbre de la pirámide o
templo mayor, como en Tenochtitlan.
Con los aztecas concluyen estos 676 años que nos dejan
convertidos en peces: personalidades sujetas a las ideas del mundo al
ser. En este sentido los símbolos de los soles coinciden con la
concepción astrológica de los occidentales, para los cuales al final de
este segundo milenio todos seremos peces.
Para estos astrólogos estamos por terminar una Era de 2000 años,
en los cuales el hombre vivió convertido en pez, inconsciente de su
verdad mientras nadaba en el agua de la mente cósmica. Jesucristo
culminó en sí la Era anterior, de Aries, en la cual el espíritu de la
humanidad buscó su cabeza, e inició la Era que ahora termina, de Piscis.
Este pez coincide con aquel primer símbolo de los cristianos, puesto que
un creyente era un ser que se rescataba del agua, pescado por Cristo
para llevarlo a superar las ideas y el concepto del mundo.
Según esta concepción astrológica occidental, en estos años que
corren, al final del siglo veinte, se inicia la Era de Acuario, en la cual el
hombre es pez, el ser que cree ser su culebra y que nada por la mente
sin realmente descubrirla. ¡Al fin logrará manejarla! Para que este ser
pueda tornarse en un viejo/niño a quien faculta el jarro -que moldea con
su voluntad para propia verdad- a fin de verter y manejar el agua, o
mente cósmica.
Así como en el tercer sol se revitalizan las grandes ciudades,
incendiadas por el fuego del ciclo y la renovación que preside
Huehueteotl, así como este sol de fuego se orienta por Tlaloc y gobierna
al hombre en la fuerza del misterio de Quetzalcoatl, así mismo arroja al
Cuarto Sol sólo pájaros: pensamientos divinos hechos mundo.
De esta manera fue que el Puma del Primer Sol, convertido en aire
por Quetzalcoatl durante el Segundo, y al cual inicia Tlaloc en su
conciencia del agua, o guerra florida, o agua quemada, durante su
Tercer Sol, llega como pájaros al Cuarto Sol, del cual saldrá
transformado en peces. Así, pescada por el agua del mundo, o mente
de la Luna, llegará la antigua gran civilización nahua a ser conquistada
por España.
109

PRESENCIA HISTORICA DEL CUARTO SOL

El paralelismo en que maduran los acontecimientos en Europa y


América durante el Cuarto Sol es muy revelador. A vuelo de pájaro
miremos algunas de las fechas que previenen y culminan este Cuarto
Sol, el del dios de la guerra y la acción izquierda que corre del 843 al
1519:
En el 650 se inicia la decadencia teotihuacana.
En el 694 el Concilio de Toledo acuerda privar a todos los judíos
de sus bienes y reducirlos a la esclavitud.
En 698 Cartago cae definitivamente en manos de los
musulmanes.
En el año 700 los nahuas pierden Cholula como centro ceremonial
de excelencia tras el abandono de Teotihuacan, la ciudad de los dioses.
Cholula, nacida desde el 500 a. de C. Cholula, que previniera el
nacimiento de la cultura teotihuacana, cae conquistada tras la caída de
Teotihuacan. Esto condenaba, cerraba el culto de los misterios
teotihuacanos, bajo el dominio de una raza bélica, los olmecas-
xicalancas.
Aproximadamente en ese 700, surge un nuevo centro cívico
religioso, en el cual se refugian los oficios teotihuacanos de
Quetzalcoatl. Es un lugar construido en un cerro, para ascender al cual
se construyó una calzada que lo enrolla en sus 100 metros de altura, en
espiral. Esto recuerda a Cuicuilco y a La Venta, pues la calzada esculpe
al cerro tornándolo en una pirámide cónica que se yergue -majestuosa-
dentro de una zona arqueológica de 1100 hectáreas.
Esta ciudad representa la vida del Cuarto Sol, porque lo previene
(nace en el 700 d. C.), lo transporta y finalmente lo preculmina (en el
1350). Esta es la ciudad iniciática por excelencia del Sol de
Huitzilopochtli. Es un nuevo centro de culto.
A este lugar, orográficamente localizado y astrológicamente
ordenado , se recurre para completar ciclos de cultura cívica y mística.
Este cerro, pirámide cívica, lleva la carga de soportar y proyectar el
símbolo que ahora difundirían los toltecas, interpretándolo conforme a
sus maneras.
A esta ciudad concurrían las ciudades estados a culminar su
sabiduría, a efectuar ritos de iniciación en los antiguos misterios. Es el
centro por excelencia del fuego nuevo, del agua quemada y la guerra
florida. Allí acuden las Almas para tornarse Flores, como las que salen
de la boca de Tlaloc. Por eso el nombre de esta ciudad es Xochicalco, El
Lugar de la Casa de las Flores.
110

"La presencia de fechas y toponímicos pertenecientes a diferentes


grupos mesoamericanos ha sido interpretada como la representación de
un ajuste calendárico, llevado a cabo en Xochicalco por los astrólogos
procedentes de las distintas partes del mundo prehispánico."5
En el 704 se introduce la liturgia romana en Irlanda.
En el año 711 tropas árabes y beréberes, encabezadas por Tariq,
cruzan el estrecho de Gibraltar.
Carlos Martel, el hombre que inicia la consolidación de la
identidad Europea, llega al poder en el 714. Será el primer dique a la
expansión árabe en Europa.
En el 716, San Bonifacio empieza la evangelización de Germania.
En el 730 el mismo Carlos Martel completa la dominación de Alemania.
En el 756 nacen los Estados Pontificios.
En el 768 llega al poder el gran Carlo Magno.
En el 773 empieza a difundirse el uso de la numeración árabe.
Los normandos realizan su primera invasión a las Islas Británicas
en el 786.
En el 800 los mayas abandonan Uxmal. Carlo Magno es
proclamado Emperador de Occidente, al tiempo que en América se
inicia nueva realidad cultural. En este año florece el Bonampak tolteca.
En el 811 se empieza a utilizar el papel moneda en el Japón.
En el 814 muere Carlo Magno y lo sucede Luis El Piadoso.
Para el 843, en que nace el Cuarto Sol, vikingos, normandos y
árabes mantienen a los europeos en pie de lucha para preservar su
identidad nacional, para consolidarse como base de los futuros estados
europeos.
Tales luchas integran a los estados ciudades en razas-naciones.
Siempre exactos, los mayas abandonan en esas fechas muchas
ciudades. En el 856 surge el primer Rey de Tula.
Para el novecientos ha culminado la gran decadencia nahua y
maya. Simbólicamente es abandonada El Tajín en el área totonaca, y
Aké en la zona maya.
Así llegamos al año 1000, en el que tradicionalmente se cree es
fundada la ciudad de Tula.
Paralelamente, una gran aglomeración de nahuas se sitúa al sur
de la actual ciudad de México. Este asentamiento, recolector de varios
éxodos, será llamado Culhuacan.
Simultáneamente hay un florecimiento tardío de la cultura tolteca
en la ciudad de Chichén Itzá. Monte Alban entra en su fase IV y surge
Mitla.
En el 1029 una mezcla de los antiguos matlalzincas y toltecas
gobiernan el Valle de Toluca desde Teotenango.

5
Silvia Garza T. de González y Wanda Tommasi de Magrelli “Atlas Cultural de México”
ARQUEOLOGÍA, SEP. INAH. Gpo. Ed. Planeta. Pag 166.
111

En el año de 1168, surge la última leyenda de Quetzalcoatl, en la


que el mito nos narra cómo escapa el último Quetzalcoatl a Occidente y
promete un regreso.
Cuando el último Rey de Tula huye, un grupo de toltecas ocupan
Culhuacan; otro, expulsa de Cholula a los olmecas-xicalancas.
Mientras desaparece la civilización tolteca, los matlalzincas de
Calixtlahuaca llegan a su máximo esplendor en el 1200, año en que
finaliza Cacaxtla. Así, mientras los primeros grandes chichimecas
desaparecen del altiplano de Anahuac, surge la segunda y última de la
civilizaciones chichimecas: los aztecas.
Dice de estos Torquemada: "...aunque todos eran de una misma
generación y linaje, no todos vivían de una sola familia, sino que
estaban repartidos matlalzincas, tepanecas, chichimecas (por
tlahuicas), malinalcas, cuitlahuacas (por cuitlatecas), xochimilcas,
chalcas, mizquicas (por huexotzincas). Estos ocho grupos adquieren el
nombre del lugar en donde se asentaron en el valle de México, al cual
llegaron los mexicanos mucho tiempo después."
En 1224 Xolotl funda Tenayuca, capital del reino Acolhua. Aquí, la
pirámide principal es semejante a la que habrá en el templo mayor de
Tenochtitlan.
Del 1256, en que los aztecas residen en Chapultepec
miserablemente, al 1274, en que Axayacatl conquista Calixtlahuaca, los
mexicas consolidan su nación.
En el 1300 se fundan Tetzcoco y Tlaxcala, y en el 1325 los aztecas
construyen ya su capital.
En el 1350 llega la decadencia para Xochicalco, la metrópoli cuya
mística provocara el Cuarto Sol se extingue totalmente en el 1370, que
se funda Tenochtitlan bajo el predominio de Texcoco.
En el 1400 termina la fase IV de Monte Albán, y en el 1425 los
aztecas inician la conquista del valle de México.
En el 1428 Itzcóatl arrasa los archivos del pasado, en
Atzcapozalco, para luego consolidar en el 1430- la Triple Alianza entre
Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan. Paralelamente al dominio de
Tenochtitlan en México, en Europa acaecen grandes acontecimientos,
con los que se prepara el fin del Cuarto Sol y la llegada del siguiente.
Mientras se desintegra el imperio maya, Moctezuma I inicia la
conquista del altiplano. En Europa, en el 1453 termina la desgastante
guerra de los cien años entre ingleses y franceses. Mahomet II entra en
Constantinopla, cambiando definitivamente el equilibrio político
europeo con el dominio de Mediterráneo.
En tanto, Tenochtitlan llega a tener el predominio de la meseta de
Anahuac, se cierran las rutas al comercio de oriente por el
Mediterráneo.
Paralelamente se perfecciona la imprenta, con la impresión de la
Biblia por Gutenberg y Fust. Así que todo está listo para renovar la
112

cultura con nuevas identidades para las conciencias de los hombres y


sus países futuros.
Todo esto lleva a un culmen, habilitado con el descubrimiento de
América. Se inicia la edad del renacimiento, los viajes, la reforma, las
conquistas, las colonias, el oro y los esclavos, el desarrollo de la banca
de Amsterdam y el gran capital.
Para el 1469 las casas de Castilla y Aragón se unen con el
matrimonio de Isabel y Fernando. Esto sucede mientras se consolidan
los Aztecas, gracias a un conjunto de leyes reformadas por Tlacahelel, el
cihuacóatl (mujer serpiente o primer ministro) de Moctezuma I.
Tanto en América como en Europa todo se prepara para la llegada
del Quinto Sol, periodo en el cual la imprenta disparará -por su cultura-
al espíritu humano.
Surgirá un aún no concluido renacimiento del hombre, inspirado
por el humanismo grecorromano. Junto con él, el nacionalismo
federalista y el liberalismo, el capitalismo empresarial, se ocuparán del
desarrollo político y económico de la humanidad.

EL QUINTO SOL Y LA VIRGEN DE GUADALUPE.

El Quinto Sol es la mismísima Virgen de Guadalupe. Nuestra


Señora consumará en la historia lo que antes Coatlicue realizara para
identificarnos espiritualmente en la mente.
El significado de los símbolos que visten a Guadalupe revelan lo
que habrá de acontecernos.
El quinto es el Sol en que vivimos. Su fruto será realizarnos en
estrellas. Todos seremos Quetzalcoatles.
El Quetzalcoatl que nos conquistó fue el mismo Cristo. Llegó con
una España que recién alcanzaba su reconquista, liberándose de los
árabes. España lograba su independencia para privarnos de la nuestra.
Inadvertidamente España tuvo nueva identidad nacional, enorme
y diversa. Ésta se le presentó magnífica, pues conjunta el Sacro Imperio
Germánico Romano, consolidación que unifica las conquistas europeas
de Carlo Magno, realizadas desde el antiguo Sol. España hereda la
mitad de la europa continental, tras descubrir para sí el nuevo mundo.
Por ser Castilla y Aragón los patrocinadores del viaje que funge
como parteaguas en el acontecer de la historia de Occidente, reciben un
regalo envidiable: los mejores frutos de la edad colonial que se inicia
113

paralela con el nuevo Sol, entregando a Carlos V insospechado territorio


y poder económico.
Colón jamás logró zafarse de las obsesiones que agitaban su
espíritu místico hasta que llegó a América. Fue el escogido por la
Providencia para realizar a los europeos, que sin América jamás abrían
podido crecer como lo hicieron.
En tiempos del descubrimiento de América tanto el desarrollo del
nacionalismo, de la banca, del comercio y la industria, estaban
requeridos de expansión.
América dio opción a quienes estaban dispuestos a crear nuevas
realidades, acogiendo posibilidades no esperadas, que vendrían a
compensar las mejores expectativas de los audaces, de los
conquistadores, de los colonizadores, de los desheredados que se
arriesgaban a la conquista y a la aventura como empresa para ser
libres.
El Quinto es el Sol del movimiento, porque se inició con un
renacer de la Idea que busca nuestra verdad, manifiesto en un arte
humanista, en la progresiva manifestación de la ciencia, con la reforma
de la religión y la evolución de las conciencias hacia un clasicismo en las
artes y un civilismo cultural.
El Quinto Sol inicia un alud de acontecimientos geográficos,
económicos, intelectuales, cívicos y humanos. Con el Sol del
Quetzalcoatl Cinco Movimiento viene a las civilizaciones un
renacimientos que, tanto es culminación cívica, como reencuentro de
los valores humanistas empollados monásticamente por el medioevo.
Al inicio de nuestro Sol se desprenden los viajes de exploración y
el humanismo, mientras que el idealismo inicia su secular peregrinar
con Descartes y Locke, despertando la teoría del conocimiento y la
razón, junto con el realismo positivo.
Al renacer la humanidad llegan las reformas protestantes, el
capitalismo, vendrán las colonias y el esclavismo, las grandes
reconcepciones del Ser por los sistemas de pensamiento. Todo esto
continuará transformándonos, reimaginándonos hasta nuestra época.
Para los mayas y los mesoamericanos la Conquista significó el
advenimiento de otro estado en el ser político y cultural, dentro del cual
ni a indios, ni a mestizos -ni aun a los criollos- se les tomaría en cuenta.
Con la Colonia las antiguas ciudades nahuas, rodeadas de tierras
colectivas, pasaron a ser encomienda y grandes haciendas. Y de los
premios en tierra y maceguales de la encomienda pasamos a los
pueblos de indios y la fatigosa tiranía económica de comerciantes
consulares y autoridades. Para luchar como nación moderna heredamos
la retórica por política, la escolástica por escuela de pensamiento y el
mercantilismo como sistema económico.
Las expectativas del nahua o el maya se reducían a pertenecer a
alguien, quién vivía de poseerlo, con la tierra. Tierra lograda no del
114

esfuerzo sino del favor del Rey. Para el nahua, llamado ahora indio, no
quedó mas que ese servilismo del cual escaparan sus amos en Europa.
Así fue que el día doce del duodécimo mes, al doceavo año tras
iniciado este Sol, surgió finalmente otro dios. Es el más importante de
todos los de esta historia de los cinco soles. Sus símbolos configuran el
prototipo que revela, tanto el sentido de nuestro desarrollo, como la
excelencia que producirá el Quinto Sol.
Esta divinidad es el Quinto Sol mismo. Su sentido es convertirnos
en Soles. Esta nueva divinidad surge por alegoría de nuestro destino,
como paradigma que resume el propósito y sentido de nuestra
evolución.
Ella es el destino. Dará sentido al largo caminar humano, lo cual
habrá de suceder durante este Quinto Sol, o Sol del Quetzalcoatl
Movimiento.
Este es el penúltimo símbolo que trataremos en este ensayo. No
es un símbolo masculino, ni tampoco es una figura simbólica sin
actualidad histórica.
Para los mexicanos es un símbolo trascendente, fue su primer
bandera, enarbolada para lograr ser libres. Es la actualidad de la
esperanza para un pueblo antes siempre derrotado. Símbolo de fe, en el
cual se solidarizó la divinidad con sus hijos, entregando Cristo a su
madre a los vencidos la cual, a todos los nahuas y mayas del mundo
llamó en Juan Diego: hijito mío.
Ella -y sus misioneros- traen la verdadera imagen del nuevo
Quetzalcoatl que impactará a los indios. Su aparición los dulcifica.
Cristo, como Quetzalcoatl y después Huitzilopochtli, nace de una
virgen. Se sacrifica por nosotros para rescatarnos de los infiernos. Cristo
es muerto en un quincunce, símbolo del Quetzalcoatl. Antes de morir,
su corazón es atravesado por una lanza, lo cual es otro de los símbolos
de la iniciación quetzalcoatliana.
No quedó a los nahuas más que aceptar la forma misteriosa en
que Cristo, el Quetzalcoatl de la cultura que nos llegó de oriente, se
apersonaba a través de sus hijos, los misioneros de la historia, para
liberar a los mesoamericanos en la Colonia.
Así fue, pues, que la nueva madre mística , como madre de Cristo,
adopta la cultura del símbolo, cubriendo su cuerpo -preñado de un ser
nuevo, de un Cristo de Estrellas- con el vestido de flores de nuestras
Almas realizadas.
Las culebras, con las que la Coatlicue cubriera su sexo creador a
manera de falda, son en ella un vestido de Almas, realizadas flores tras
comprender a Tlaloc, emergiendo como estrella de mar en la boca del
hijo preferido de la madre de los dioses.
La base que sostiene a la negra Luna, sobre la que se yergue la
imagen de la Virgen de Guadalupe, es un ángel -culebra trasmutada.
Ella es la mente que manifiesta nuestra mejor identidad de
conciencia. Para empezar, es una Señora Sol, que aparece dominando
115

las fuerzas mentales de la luna en nosotros; por ello se para sobre una
media luna negra, creciente, pues así están nuestras mentes en este
momento de la historia.
La Coatlicue tiene patas de Puma para indicarnos que es una
divinidad y un nivel mental; nuestra Señora, la de Guadalupe, es
sostenida por la transmutación del gusano mexicano en mariposa-
ángel, cuya cabeza sostiene a la negra luna en creciente, esto para
señalarnos que ella vence la desorientación mental individualista que
priva en nuestra occidentalizada civilización.
La imagen concuerda con la de la virgen del Paraíso, parada sobre
la demoníaca serpiente.
Un análisis minucioso de los ojos de la imagen nos demostrará
que en ella persiste aquella dualidad de la cabeza de la Coatlicue con la
cual se nos revelaba que la testa de la mente es la dualidad manifiesta,
como encuentro y oposición unidos por la síntesis.
Así, Nuestra Señora, la de Guadalupe, tiene claro el ojo derecho y
el izquierdo oscuro, como los tienen los protagonistas en la lucha por el
ser que priva desde entonces.
Por otro lado, ella toda nos da la clave de la libertad en su actitud
humilde. Sólo tras lograr ser humildes alcanzaremos a ser libres.
Su vestido se confeccionó con nuestras Almas, realizadas en
flores. Como antes -en la Coatlicue- la realización humana fuera un
collar de corazones-mano; ahora, en ella es prenda de Almas que
ocultan la desnudez de la divina preñada.
La túnica se sostiene -en el cuello- por un broche con la forma del
quincunce de Quetzalcoatl. ¡Tal es el camino -o ruta mística- para
alzarnos -de espíritu- desde el vestido hasta el divino manto con que
cubre su persona amable Nuestra Dulce Señora!
El manto que la cubre lleva inscrita la máxima promesa que nos
entregan los símbolos de la Virgen de Guadalupe. Por dentro este
manto es azul, como lo es Huitzilopochtli en su ser de apariencia, visto
con la luz del sol durante el día de la tierra. Esta prenda es verde por
fuera, como una esperanza hecha promesa, por la cual se nos augura
que los trabajos de este Sol nos convertirán en estrellas ¡tal como
sucediera a los Quetzalcoatles del sol del aire, en Teotihuacan!
Durante este Quinto Sol se revelarán al mundo nuevos
Quetzalcoatles: hombres que entregarán su culebra al Sol para renacer
águilas. Tal es el significado del Cinco Movimiento.
Este símbolo nos consuela a los mexicanos desde la Conquista.
Junto con nuestro escudo nos identifica y nos dio patria.
La Virgen de Guadalupe está preñada de futuro: lleva en su
vientre al ser múltiple del Sol Cinco Movimiento, el cual seremos todos
los hombres cuando nos transmutemos en estrellas.
116

EL ESCUDO NACIONAL

No se puede negar: los acontecimientos de los primeros cuatro


soles en Europa y Mesoamérica guardan un paralelismo que los convoca
a realizarse unidos durante el Quinto Sol. Ambas culturas, tan diferentes
y lejanas, están llamadas a entrar al Quinto Sol como una sola
civilización: la de Nueva España.
Este encuentro estaba predestinado. Nos lo demuestra la vida de
Colón, quien revela ser un hombre obsesionado por sueños que lo
inducen a cumplir los objetivos de la historia.
La vida del Gran Navegante es lucha por cumplir una cita;
urgencia por encontrar los medios para realizar su hazaña
impostergable. ¡Tal obsesión hace posible nuestro destino histórico!
A pocos humanos los toman tamañas obsesiones y sueños. Pero
¡aquel a quien se escoge es impulsado a conquistar con su quehacer
nuestro destino histórico!
Sólo legándonos tal destino cumplen con ellos mismos y dan
sentido a su existencia: al alcanzarnos objetivos históricos a todos
nosotros.
Podríamos decir que Colón conquista sus objetivos para liquidar
una época e iniciar la nuestra. El alma de Cristóbal Colón es muy
humana; mística con todo el instinto que le da su naturaleza de soñador
y hombre de fe en su idea.
Desde luego, gobierna su espíritu la Providencia Divina; o bien, se
piensa cautivo de la Voluntad del Águila, actúa por lo que columbra de
ella.
Esa Luz Solar que es la Voluntad del Águila se valió de él para dar
nuevo curso a la historia. Así que, gracias a Cristóbal, Cortés cumple
con su cita, emplazada desde muy antiguo ¡por el último Quetzalcoatl
Tolteca!, aquel educador, gobernante de un pueblo que le horroriza y
del cual partiera dejando a su gente la promesa de retornar por el
Oriente para volverlos libres.
Así como en Europa el individualismo, que la mueve, concreta en
Colón-Cortés una promesa y un destino, heredado por Quetzalcoatl para
cumplir esta promesa en América, hace que el propio Huitzilopochtli
adopte para dar imperio al pueblo azteca, por final del Cuarto Sol.
117

Los mexicas forjan un breve imperio, sacrificado a favor de


Europa.
En tanto Europa efectúa "esos cambios" que preparan las futuras
realizaciones del Quinto Sol. Al peso de tal momento, se rinde la
centenaria Constantinopla en el mismo año que se alista, con el
perfeccionamiento de la imprenta, la gran culturización requerida para
madurar el universalismo que desde entonces iniciamos, y cerca
estamos ya de madurar.
Las luchas del Cuarto Sol europeo culminaron en la integración de
sus naciones; éstas, consolidan identidades universales para el ser
humano de excepción, ejerciendo el civilismo de entonces, generoso en
participación ciudadana.
En Occidente el surgimiento del Estado Nacional es apoyado por
el éxito económico de los más eficaces esfuerzos empresariales de la
banca y el gran comercio capitalista.
El Quinto Sol o Renacimiento tiene cuerpo de ciudades, se funda
en el saber y se paga con el poder alcanzado por los grandes
comerciantes y banqueros de entonces, de cuya fuerza económica se
financiará la expansión de las naciones europeas.
Esto permite a esas naciones comerciantes descubrir, colonizar y
tomar por tributo los frutos de sus descubrimientos convertidos en
colonias.
España exporta hacia las colonias hombres-jefes y productos
caros. De ellas extrae oro por tributo, o bien, compran baratas nuestras
materias primas y nos endilgan (culturizándonos) la producción
excedente de todas sus industrias. Vieja práctica que con el
mercantilismo en que fuimos formados hace incontrolable hasta hoy el
presente político-económico del mexicano.
El nacionalismo apoyado por el capitalista, y el liberalismo
económico e intelectual de los mercados físico e ideal, parecen ser
-desde entonces y hasta ahora- el sino de este Quinto Sol, o Sol del
Quetzalcoatl Movimiento.
Cada era, de las trece que conforman cada sol, tiene cuatro
periodos de trece años, o ciclos vitales, que hacen de cada 52 años una
era socio cultural.
Queramos o no, la ley del ciclo tiende a cumplirse -distorsionada
mas o menos según ética y salud de los seres humanos-, pero los
períodos de la historia caen inexorablemente sobre nuestras espaldas.
Tras la Conquista, nuestra nación trató de ser alrededor de su
nueva identidad, como Nueva España. Tal definición implicaba para las
personas el rebuscar su identidad y cultura, por lo que se inicia una
nueva definición de identidades, venida desde España.
Así empieza en Mesoamérica el nuevo Sol, en donde todos somos
novohispanos; razas mezcladas en busca de asimilar lo otro, de
comprenderse como unidad social en la dualidad de la nueva realidad:
un mosaico que se adapta, tras la conquista, para peninsulares, criollos,
118

mestizos..., lo mismo que para los nahuas, mayas y tantos entonces


rebautizados indios de América.
El rito de la muerte señala el fin de una era y el inicio de un fuego
nuevo.
Por ello, en el 1524 es asesinado el Aguila Caída, Cuauhtemoc,
después de torturarlo por sacarle supuestos tesoros.
Ese mismo año Cristo-Quetzalcoatl nos envía refuerzos: llegan los
12 franciscanos que iniciaron la evangelización humanista de las tribus.
En 1536 ya contamos con el Primer Tribunal de la Inquisición. El
rito de la muerte se especializa en religión con la llegada del segundo
ciclo vital de la primera era, socio cultural de la Nueva España.
En 1539, Zumárraga quema vivo al cacique de Texcoco.
En 1545, Zumárraga quema vivo al cacique de Yanhutlan.
La segunda era -de 52 años- del Quinto Sol se inicia en el 1572
dentro de una gran inconsistencia mística e intelectual. Con el arribo de
los misioneros jesuitas llega la esperanza intelectual que, a la larga,
madura las mentes de los últimos pensadores ilustrados de la colonia
-como Clavijero-, preñados con ideales de independencia, críticos al
gobierno y del atraso y dependencia de la metrópoli española.
La Independencia se gestó en la cumbre de la quinta era de este
sol; culmina con la entrada de la sexta. Durante la Colonia estuvimos
enrolados en la Contrarreforma, el mercantilismo y la escolástica.
Nosotros dormíamos en la “educación” que nos brindó la Colonia,
cuando Europa despertaba a Aristóteles, para abordar luego una
reforma cartesiana de la filosofía culminada en el desaliento ético hasta
Kant y el surgimiento de la ciencia, y nosotros aún roncando.
Llega Hegel para darnos conciencia de ser historia.
Entonces la economía, las ciencias sociales y las izquierdas
socialistas originan la dictadura del empirismo económico actual, del
cual no acertaremos a zafar moralmente ya a la filosofía moderna.
En Europa se vive la evolución cíclica de los Soles por medio de la
cultura, la política, el pensamiento y la economía.
El Renacimiento es la parte cultural que continúa madurando
nuestro Sol con artistas, filósofos, científicos... Durante la quinta y sexta
era del Quinto Sol ellos dan vida a esplendorosos logros científicos,
artísticos y de conciencia.
La filosofía por excelencia de la quinta era desarrolla Europa, en
donde del racionalismo se cae en el escepticismo. Y la filosofía se
reviste de superficialidad, infundiendo en la sociedad su desaliento
moral. Manuel Kant rescata la filosofía idealista hacia la ciencia
surgiente y así logra que el "viejo mundo" supere sus postraciones,
creyendo en su propio desarrollo.
El filósofo que alumbra a la sexta era de este sol, casi a fines de la
cual se realiza nuestra Independencia, es Hegel, quien muere el mismo
año en que termina esta sexta era del quinto sol, en el 1831. En tal
momento el hombre ya sabe que es Historia.
119

Cuando alcanzamos la Independencia de España, Europa y los


mismos Estados Unidos (herederos de los sistemas de pensamiento que
forjarían el modernismo) practican firmemente la economía de
mercados y la política nacionalista, por lo que -sin escrúpulos- aplican
su diplomacia para fomentarnos un liberalismo con el que nos desunen.
Con él confunden las identidades de las personas (máscaras
mundanas) de nuestras recién despertadas mentes modernas, para
ahogarnos en el mas cruel consumismo, caudillismo político y partidos
-por nuestros intereses- entre conservadores y liberales nostálgicos que
nada saben de nuestro futuro.
Nuestra incapacidad para pensarnos históricamente nos arrojó
dentro del caudillismo y la eterna revuelta nos precipitó socialmente en
formas de estado no practicadas por el pueblo.
Crecimos condenados a la ineficacia económico política. Esto nos
sucede desde la Independencia hasta La Revolución, en que se inician
los idilios entre el gobierno con la izquierda socialista y el rechazo de la
empresa como derecha conservadora.
Por las fechas en que buscábamos consolidar nuestra
independencia surge el último de los símbolos que hemos de tratar para
dar fin a esta historia de los dioses más importantes durante los cinco
soles de la propia historia del hombre mesoamericano.
Este símbolo es nuestro escudo nacional.
Resurgió con la república, tras la monarquía de Iturbide, por
centro de la bandera ideada para identificarse por los mexicanos de
entonces; nace para unir identidades con nuevo mito, pero con las ideas
rotas, incompartidas.
El símbolo del que hablamos fue un destino, exigido por
Huitzilopochtli a los de Aztlán como objetivo de su peregrinaje. Nuestro
escudo fue el requisito exigido por el dios del Cuarto Sol para definir el
lugar en donde se habría de fundar Tenochtitlan, actual ciudad de
México.
O sea que la ciudad de México tuvo un principio en el cual se
revela nuestro fin astral y función histórica.
-Debéis encontrar un islote, a orillas de una laguna, en donde una
águila devore a una culebra, parada en un nopal.
Tal simbología complementa a la de Guadalupe dentro de las
identidades que abanderan nuestra nacionalidad.
Era muy difícil para las clases del México postcolonial convivir sin
modernismo la realidad de trabajo y edificación que implicaba el
ejercicio empresarial de nuestra nacionalidad, a la cual llegábamos
desidentificados como etnia, mezclados con más de 300 años de
mercantilismo y retórica, plenos de retrasos culturales.
Sólo nos quedó emplear los siguientes cientos de años en
aprender a identificarnos como nación a nosotros mismos.
120

La bandera fue uno de los primeros intentos en este sentido; pero


fue un acto -como el de Hidalgo al tomar el estandarte de la virgen- que
surge en la urgencia, como intuición, del subconsciente colectivo.
En realidad, suponemos que el mismo Hidalgo desconocía el
significado místico, claro y profundo, de la imagen guadalupana. Más
bien se valió de su amor colectivo a la imagen para asegurarse el
concurso de todos los "patriotas" que -por su cultura-, más bien eran
fieles.
El agua es la mente cósmica, el islote es este mundo, el nopal es
la civilización que estructuran las Almas, la culebra es la personalidad
mundana que nos posee y el Águila es el Sol que nos libera a todos.
Nuevamente aquí se repiten los mensajes de Quetzalcoatl y de
nuestra Señora de Guadalupe: México es el lugar en donde la mente
cósmica liberará a nuestras conciencias de las identidades del mundo,
por sobre la espinosa realidad de nuestras civilizaciones mundanas,
para elevar a los hombres nuevamente a su condición de estrellas.
¿Por qué el dios de los aztecas les pide fundar la ciudad en un
lugar donde se revela el misterio que ellos mismos nunca entendieron?
¿Por qué el nuevo Estado Mexicano adoptó el mismo símbolo por
escudo?
¿Cuándo comprenderán los significados de sus símbolos los
mexicanos?
¿Llegarán a realizarlos?

CONCLUSIONES

Es indudable que la historia humana, este esfuerzo milenario que


realizamos cuantos pasamos por el mundo buscando rescatarnos del
mismo, tiene un efecto acumulativo que habrá de revelarnos. Esto
mismo nos propone el mito quetzalcoatliano.
Nuestra verdad integra con la historia la intuición que alcanzamos
de la idea del ser. Quetzalcoatl nos dice cómo. La consecuencia será el
encuentro con nosotros mismos, como sociedades y estados. La
historia, inevitablemente, madurará una conciencia colectiva. Ella habrá
de entregarnos nueva idea de nosotros mismos.
Urge rescatarnos de la superficialidad de nuestros pensamientos.
Atados al cómo resolver nuestras necesidades no podemos
encontrarnos.
Precisamos revivir el quehacer filosófico dentro de nuestros
pensamientos; reencontrar los valores humanos por la convicción que
nos de la madurez. El amor a las ideas, que antaño la economía
121

sepultara bajo sus valores, será desenterrando cuando nos interesemos


por los temas universales y hagamos filosofía en nuestro quehacer
diario.
Es tiempo de tener y creer en nuestro propio mito: Quetzalcoatl.
Es un mito que nos provee un destino. Él da sentido a nuestro
origen e historia, explica la razón de nuestra existencia.
Requerimos una idea ontológica, tanto individual como social,
cuya visión nos una y renueve.
Idea producto de la curiosidad universal, de la eterna búsqueda
de la persona humana por su historia.
Busquemos captar lo que somos como herencia de ideas,
buscando efectuar nuestro propio acercamiento a la Idea Universal.
Dilucidemos nuestro destino ante el compromiso histórico que
enfrentamos. Debemos percibirnos, desligándonos de nuestros
condicionamientos, para responder en libertad al reto de vivir. Basta
con restablecer el Mito de Quetzalcoatl.
Requerimos que las sociedades, integradas por el quehacer
económico y civil de sus empresas privadas y públicas, entreguen a
éstas su obligación de promover a sus hombres.
Requerimos que esas sociedades procreen empresarios con
aspiraciones de excelencia corporativa y cultura empresarial.
La ciencia administrativa actual habla de reconocer el valor
humano que tiene cada trabajador. Señala el carácter familiar de cada
empresa: como protectora y apoyo de su gente.
La excelencia en la administración de los recursos humanos ahora
nos reintegra al quehacer filosófico de valorarnos y descubrirnos,
entendiendo al hombre como lo que es y estableciendo un compromiso
mutuo.
La filosofía sobre el ser, mundo y vida, que terminásemos de
olvidar con la primera fase del capitalismo histórico, hoy renace a una
segunda fase de sabiduría sobre el hombre, con técnicas y ciencias
administrativas modernas.
En la filosofía de las corporaciones renace la olvidada práctica del
quehacer filosófico como un arte que realiza con eficacia las fuerzas,
obras e interacciones humano-empresariales.

II

Dudando de nosotros, pensando en que pudiésemos ser de otra


forma para pensarnos con otras ideas, llegaremos a captar que
necesariamente todos estamos mediatizados, condicionados
mentalmente por las necesidades de la existencia.
Estamos determinados por los sistemas de pensamiento y valores
de nuestra época.
122

Para alcanzar a comprendernos basta con reconocer nuestros


condicionamientos mundano-económicos, así como los patrones ideales
con que nos vestimos, que rigen sobre nuestra persona y dan vida a
nuestros demonios.
Para percibir el determinismo que pesa sobre nuestra cultura,
influidos en nuestro ser por ajenas ideas -hechas costumbres en
nosotros- debemos ponernos en duda.
Nada nos garantiza que lo que nos creemos a nosotros mismos, o
lo que suponemos "la realidad", es lo que realmente somos y podemos
ser, ni lo que en verdad es real.
Al pensar, debemos rescatar la vivencia espiritual con que los
griegos vivieron tanto su misterio como su quehacer civil.
Pensemos en rescatar la elevación espiritual de los tiempos
clásicos.
Conforme se instituyó la economía como forma de libertad para el
individuo el valor económico se apoderó de nuestro tiempo e intereses.
Lentamente abandonamos la costumbre de filosofar, para dedicarnos a
pensar en cómo hacer dinero.
Requerimos escuchar y entender todas las voces de ángeles y
demonios que nos mueven para desidentificarnos de ellas, o bien, para
seguirlas sin estarles sujetos.
Este desinvolucramiento indispensable es posible cuando
aguardamos antes de actuar, dejando que el tiempo madure todo lo
que nos creemos y acontece.
Basta con equilibrar nuestros cuatro demonios principales para
volverlos historia. Y con ella ciencia. Técnica de aprender por escuchar
hablar a nuestros ángeles y demonios al paso del tiempo interior.
Debemos aprender a caminar la ruta de los dioses para ser
transformados en aquello que nos proponemos realizar y comprender.
En el momento en que el prototipo construye un propósito moral
firme percibimos a la divinidad y ésta nos transforma, hecha camino.
Lo anterior, así de simple, es el objetivo de toda historia personal:
quien comprende sus demonios se libera de ellos. Ese fue el método
místico, el sistema social de los hombres de Teotihuacan. ¿No valdría la
pena considerarlo nosotros?
El Alma debe extender como una mariposa su conciencia,
expresándola moral y estéticamente. Para ello equilibra todas sus
partes y une sus extremos.
La razón y la intuición deben integrarse paralelamente con idea y
moral en los hombres hasta descubrirnos uno, ¡tal cual somos!
123

FINAL

¿Por qué no emplear la edad que vive este Quinto Sol para hacer
crecer la conciencia, madurar la voluntad, para que pueda reconocer
que la visión integral y la integración civil nos divinizan?
¡La madurez social es aplicar la evolución de todas las culebras en
tener conciencia de ser un solo cuerpo; tal nos dice Coatlicue!
¿Por qué no considerar seriamente los principios que dan origen
como cultura a Quetzalcoatl?
¿Qué finalidad trascendente puede tener cualquier esfuerzo para
seguir elaborando este Quinto Sol, sino culminar nuestra religiosidad en
civilismo y practicar la moral y principios de nuestros símbolos en
empresas y gobierno?
La historia es un camino cíclico. Vivimos en el Quinto Sol. Quinto
período. En los cincuenta y dos años de la era uno de nuestro Sol Cinco
Movimiento, la humanidad inició deslumbrantes revelaciones sobre la
ciencia del mundo, la filosofía encontró la idea de dios y su necesidad
para explicarnos, tomamos conciencia del acto de pensar por camino
ideal, para hacer lo que hoy llamamos idealismo y cultura occidental.
Todo ello es producto de este Quinto Sol que iniciamos en 1519.
Sol cuya función será revelarnos a nosotros mismos.
Durante la primera era de cincuenta y dos años nuestro Sol
provoca el Renacimiento y la Reforma en Europa.
Una nueva mentalidad, que aún no conquistamos del todo,
empezó a ser. La era dos nos enfrentó con un movimiento paneuropeo
de evolución renacentista, apoyado por la dialéctica religiosa que se
desató desde entonces y que aún mueve a este Quinto Sol.
Para la Tercera Edad del Quinto Sol la humanidad forjó las nuevas
imágenes de sí misma que hoy nos mueven.
En el Cuarto Sol descubrimos la conciencia de la era...
Y así llegamos hasta este 1987, en que terminó la era nueve. Era
en que se desarrollaron los medios de comunicación hasta darnos la
fortuna con conciencia global de que gozamos; esta conciencia global y
la globalización económica son el primer paso para llegar a la
unificación de la humanidad en tanto comunidad mundial de naciones.
Del 1935 al 1987 corre esta era nueve del Quinto Sol .
Entramos al siglo cargando con un regular atraso de conciencia,
cultura, infraestructura, industria, ciencia y poder económico, y desde
ahí nos tocó luchar por hacernos, para ser libres dentro de una realidad
del mundo pactada entre los que ya lo poseían.
Nos movían con figurines en los que completábamos nuestra
identidad mundana. Nos inventaron con la moda.
124

Dentro de este consumismo de modernidad mundial que


padecemos los occidentales, tuvimos que iniciar los mexicanos nuestras
empresas, juntando un capitalito entre el avispero de ofertas del
comercio internacional, compitiendo ante colosos de la producción,
gobernados, además, por individualidades más o menos contagiadas de
ciertas ideas que nos fueron usando para repartirse a México con el
Poder.
Sin embargo fueron los gobiernos postrevolucionarios de México
quienes ayudaron a los empresarios sin herencia con sus políticas
económicas proteccionistas, para que pudiesen resolver -desde nuestra
impreparación y pobreza- la acción mercantil izquierda de la economía
mundial.
Habíamos de crear México desde las micro economías,
protegiéndolas desde el estado.
El pueblo mexicano postrevolucionario hubo de aprender a ser
empresario luchando contra la capacidad de exportación y la
superpreparación de otros pueblos, cuya cultura jalaba a la nuestra.
Tocó a los mexicanos de esta era cargar la responsabilidad de
desarrollar un país sin recursos humanos preparados, educación de
nivel, ni infraestructura o capital.
Por natural espíritu de conservación se creó un sistema educativo
que nos definía nacionalistamente para darnos identidad que nos
uniera, basado en el mito de nuestra Revolución Mexicana.
Como libertad tuvimos caminos de excelencia, dirigidos por los
mejores para rescatarnos haciendo crecer la conciencia de nuestra
época y de nosotros mismos como mexicanos: UNAM, IPN, ENS, SEP,
abriendo el surco nos trajeron a ser conciencia.
A pesar de fallas y críticas ha dado buenos frutos nuestra
educación, ha sido buena y cumplidora. La educación privada empieza a
cumplir con la excelencia, tanto como las mejores universidades
públicas.
Se fue dando un sistema económico que protegía, por decreto, el
desarrollo de nuestro mercado interno lo que, tras del 1987, al concluir
la era nueve, resultó una droga a la cual los mexicanos habíamos
ajustado la eficiencia de empresa y persona.
Como final de la era novena y homenaje a la décima, México
traspasó el poder "a los técnicos"; dejando atrás las épocas de "los
políticos" (ahora dinosaurios).
Terminaba el monopartido. El manejo dictatorial de la política
empezó a ser destruido. Con la entrada de la Décima Edad del Quinto
Sol el gobierno de nuestro país cedió ante el liberalismo económico, al
abrir los mercados internos con tratados de penetración y manejando la
fuerza laboral para abatir la inflación con pactos cupulares.
Abandonamos el proteccionismo estatal con su populismo y la era
de los dinosaurios. Pronto la conciencia histórica y la madurez política,
125

ya lograda por el pueblo culto, lo empujaría a transformar nuestras


practicas antidemocráticas.
En 1988 inicia un nuevo periodo de 52 años, la Edad Diez del
Quinto Sol. En ella, un nuevo ciclo transformará nuestra verdad
histórica como realidad: es la edad en que la esencia propia de este Sol
se realiza como realidad, derramando el misterio profundo al pueblo,
para que el estado social ingrese a la conciencia trascendente de sí.
La crisis, como su solución, está en las familias y empresas
mexicanas.
La salvación exige transformarnos, aplicar los avances humanistas
de la administración moderna en favor de la unidad en la institución
social y la laboral, con provecho para sus trabajadores.
El símbolo que nos identifica místicamente a todos los que somos
mexicanos proclama unirnos.
Pensemos que Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe, por
decisión histórica de dueños y empleados, es la reina de todas las
empresas y familias mexicanas. ¿No guarda esto un mensaje de unión,
un calor humano para las empresas, entendiéndolas como familias?
En 1988 arrancó un cambio espiritual del conglomerado humano,
imponiéndose la expresión moral de la conciencia del hombre sobre su
ámbito social. Parece como un avance de las formas mentales que nos
acerca a la idea, provocando un desbordamiento de esta Idea sobre las
formas de nuestros sistemas humanos.
Este desbordamiento tiende alcanzar a todos, es un acercamiento
a la Idea por parte de la conciencia histórica en los individuos. La
natural consecuencia de este desbordar será romper todas nuestras
máscaras y fundir nuevos espejos e identidades.
Un cambio de espejos lo produce el deseo de cambiar los moldes
de los diversos sistemas con que solemos gobernar nuestras empresas
y Estado.
Al iniciarse la era diez cae la Unión Soviética; el comunismo pasa
de moda porque entra fuertemente una nueva visión universal de
nosotros mismos.
Si miramos todo lo que han realizado los humanos de este Quinto
Sol descubriremos que el llamado Renacimiento revela la fuerza con
que entró este Quinto Sol, del Quetzalcoatl Cinco Movimiento.
El poder económico, nacionalista, bélico, deportivo y artístico que
se manifiesta en este Quinto Sol, la capacidad de logro que se nos
enseña, con el manejo de su sabiduría..., su conquista del globo, la
búsqueda filosófica y el desarrollo industrial y comercial de su actual
capacidad mercantil, política..., el alcance que tiene la ciencia sobre
nuestras vidas, el saber que llevamos reunido, todo esto es
inconmensurablemente enriquecedor.
Por ello, tal sabiduría requiere una respuesta moral armada con la
dignidad de todo el conocimiento y madurez histórica que llevamos
aprendidos.
126

Resulta un avance deslumbrante en nuestra conciencia todo lo


que la sabiduría nos ha dado, lo que hizo con nuestras vidas.
Su enorme poder globalizador, sus descubrimientos científicos y el
poder económico alcanzado por sus empresas y naciones son
extraordinarios.
El Renacimiento se presentó como producto de la conquista de
Constantinopla, de la consolidación del comercio capitalista y el
nacionalismo europeo, viene como resultado mental, en consecuencia
del medio siglo de funcionamiento de la imprenta (pivote de la cultura
del verbo); es logro, tanto del equilibrio humanista de nuestra sabiduría,
como en el desarrollo del poder.
Nuestro Renacimiento nos da lo que somos como fruto del éxito
de los mejores artistas, intelectuales, comerciantes, guerreros,
gobernantes, banqueros y clero.
El Renacimiento continua: es el Quinto Sol.
Aun está perfeccionándonos. Se vive la décima era, la que
usaremos en concebir una nueva realidad, buscada sin logro desde el
1519.
Teotihuacan aporta un mito original, aún válido y capaz de
renovarnos como respuesta práctica para madurar las búsquedas de
nuestra historia.
Todos los hombres completamos períodos de la vida cada 13
años.
Durante este tiempo hemos de transformarnos física, anímica y
mentalmente.
Así lo establece la ley del ciclo. Por la ley del ciclo, en la mente,
naturaleza del espíritu, habremos de romper todas las formas y
creencias cada 52 años. Para luego volver a construir nuestras
personas.

EPÍLOGO

Algo hay que debemos tomar muy en cuenta al considerar


nuestras sociedades: "la ciudad".
Tanto en las edades clásicas griegas, como en el Renacimiento y
en todo el clásico nahua, la ciudad estado fue el secreto del éxito social:
entidades cívicas poderosas y autosuficientes con solidaridad civil e
integración cultural. Lugares en donde los participantes en el fenómeno
127

cívico logran deporte, cultura, eventos civiles, arte y comprensión entre


sí, ayudarse, tener empleos justos y buen gobierno.
¿No cabría la posibilidad de salvar las familias con las empresas,
de regresar poder económico, cultural y político a las personas y
ciudades?
Con la era nueve los medios de comunicación conquistaron
nuestra conciencia global, con la diez el comercio trabaja por
integrarnos universalmente en una sola entidad mundial. Nuestro
nacionalismo se adhiere a bloques y tiende a surgir un federalismo de
monedas y naciones.
¿Por qué no empezar desde ahora a corregir nuestro error de
concentrar el poder -económico y político- para formar grandes
"monos" (potentados), y grandes centros de corrupción?
Cada ciudad, como cada familia, debe negociar sus impuestos y
cuidar de la hacienda propia, de velar por sus pobres. Ella misma debe
conseguir dinero -o enseñar finanzas- a "los no sujetos de crédito" por
los bancos de corte judío. La ciudad es la madre de nuestras culebras y
debe ser apoyo y escuela de todos.
El gran símbolo que nos dejó Cristo fue su cruz, con el mensaje
oculto del quincunce: que somos cinco pensamientos en el tiempo, que
luchan crear la identidad.
Quetzalcoatl revela su mensaje enseñándonos a ser el centro de
cuatro voces por las que nos pensamos. El mensaje es que debemos ser
el centro, punto cielo infierno del Ser.
Jesús es nuestro mejor destino. El Hijo del Hombre vino para re-
elevarnos. Para esto nos dejó el símbolo de su humildad, tomada de su
madre, y que luego él empleara tan bien al decidir sus actos con
sumisión, primero a su familia y luego a su riguroso destino.
Ahora la sociedad y las familias deberán apoyarse con la ciudad y
la empresa para resolver su historia.
La empresa como familia y el Estado como empresa son la
solución a nuestros conflictos sociales.

GLOSARIO

Conocimiento. Es el reflejo del mundo objetivo en el cerebro. A partir


de la presencia y accionar del mundo sobre el individuo, éste percibe en
forma de estímulos tales presencias, obtiene nociones de ellas, de su
comportamiento y podrá estudiar las leyes que las norman. Cognoscere
128

es el verbo latino de conocer, y se le llama cognición o conocimiento a


la capacidad de reconocer a los objetos y fenómenos de la realidad
como fuente del saber. En el proceso de aprehensión de la realidad no
se puede asegurar que el individuo obtenga un conocimiento absoluto
del mundo objetivo, lo cual quiere decir que el proceso del conocimiento
es permanente y que se renueva constantemente, lo que provoca una
relación dialéctica entre el movimiento de la realidad y la renovación
del saber. El conocimiento científico genera teorías, mismas que se van
adecuando conforme el mundo objetivo va transformándose.
Criterio. Proviene del griego Kritérion que significa medida. Para
efectos prácticos se establece como recurso de comprobación. Se utiliza
para comprobar la verdad de los conocimientos. Dicha verdad debe
corresponderse con el objeto que verifica. El criterio se aplica en la
práctica y no en la teoría, puesto que ésta se desarrolla para
convertirse en objetos de la práctica.
Holismo. Es una nueva realidad espiritual que surge en un grupo tras la
perfecta integración de los espíritus de sus miembros.
Idea. El sustantivo griego idea significa aspecto, imagen, concepto. Se
refiere a la forma superior del conocimiento del mundo, de todo aquello
que es exterior al individuo. La idea refleja a los objetos y tiende a
transformarlos o, por lo menos, a explicarlos antes de darles realización
práctica. La idea es diferente a otras formas del pensar, tales como las
teorías o los conceptos; en éstos se encuentra reflejado el objeto, pero
aún no se expresan modos de realización práctica de los conocimientos.
Al obtenerse la idea se establece un conocimiento completo del objeto,
lo que permite al individuo expresar fines concretos y planificar cómo y
con qué transformará al objeto. La idea se configura como base
fundamental para obtener una eficaz y exitosa actividad práctica. El
proceso se realiza elaborando en la idea el objeto que se requiere, para
luego crearlo en la realidad. La idea no crea al objeto, éste es el
resultado de otros objetos materiales que ingresan a la idea como
formas mentales de las cosas futuras. Lo importante de la idea es la
acción práctica resultante. Para tal efecto se une el contenido (que es la
parte objetiva) con lo que se aspira obtener (que es la parte subjetiva)
obteniéndose así el objeto preciso. Una idea separada de la realidad es
utópica y la utopía es un freno.
Identidad. Es la estructura psicológica con que caracterizamos aquello
que nos define y realiza como individuos o como grupo.
Mesoamérica. A mediados del siglo XX comenzaron a utilizarse tres
términos para tratar de delimitar y descifrar la complejidad del México
antiguo: Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica, siendo ésta la más
extensa y poblada, por lo tanto, la de mayor complejidad. El norte de
Mesoamérica llegaba hasta el río Pánuco en Sinaloa, conectándose con
el río Lerma, límites más reducidos en la actualidad. Hacia el sur
bordeaba la desembocadura del río Motagua por el golfo de Nicoya y
hasta el lago de Nicaragua, por lo que desbordaba el límite actual de
129

México hasta Guatemala, El Salvador y partes de Honduras, Nicaragua y


Costa Rica. Aunque se entendía por Mesoamérica la región, costumbres,
religiones, etc. presentes hasta antes de la Conquista, se sigue
utilizando como una herramienta taxológica para comprender las
variaciones y actualidad de una región más o menos precisada en el
continente americano.
Mito. Aunque actualmente el sustantivo griego Mythos se traduce como
fábula o narración ficticia, en sus orígenes se refería a la palabra en sí y
a su efecto, el habla. En la filosofía el mito está en la base de la
producción filosófica, del mito nace el logos o significado de las cosas o
conocimiento de la realidad. El mito nace de la magia y se constituye
como elemento simbólico en cuyo interior sobrevive una metáfora de lo
que ocurrió, traído al presente como arquetipo, como modelo universal
o paradigmático. De allí que la psicología recurra a los mitos griegos
para puntualizar actividades del presente, como el mito de Edipo, el de
Electra o el de Prometeo. El mito puede utilizarse -de hecho así se hace-
como elemento persuasivo, ejemplificador, manipulador ya sea para
revitalizar o apuntalar las ideas, como para tratar de justificar teorías,
doctrinas o ideas injustificables.
Paradigma. Modelo de realización humana.
Pensamiento. Capacidad del individuo para abstraer la esencia de los
objetos, así como de comprender los procesos que tienen lugar en el
mundo objetivo. Es una capacidad que depende de la racionalidad, pero
que no puede ocurrir de forma aislada, sino unida a las demás
capacidades del individuo. Al ser una actividad que se produce en la
subjetividad del individuo, de ella deriva la entidad denominada el yo
(Ego sum: yo soy -el que pienso). El pensamiento adopta formas
específicas en torno a la imagen de los objetos, y éstas pueden ser la
fantasía, la imaginación, el recuerdo, el discurso, la contemplación, la
abstracción, la intuición y la reflexión.
Quincunce. Símbolo nahua tanto de Venus como de Quetzalcoatl.
Símbolo. Forma revestida de significados místicos.
Tonallo. Poder o fuerza del Sol.

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INDICE GENERAL

Dedicatoria................................................................................................
......................
Advertencia................................................................................................
.....................
Los misterios
teotihuacanos...........................................................................................
Lo que perdimos con
Teotihuacan ...............................................................................
Nuestra identidad en la
historia ...................................................................................
Los traumas históricos que habremos de
superar .......................................................
La arquitectura
cósmica .................................................................................................
Prepararnos para
captar ................................................................................................
La
identidad ...................................................................................................
................
El
simbolismo ................................................................................................
.................
134

Los
conocimientos.......................................... .................................................
...............
La
historia ......................................................................................................
.................
El
sistema......................................................................................................
...................
Nacer.........................................................................................................
.......................
Nuestro
conflicto.....................................................................................................
........
¿Solución?........................................ .........................................................
......................
Hipótesis sobre el desarrollo y significado de los símbolos y dioses
de Anahuac durante los cinco soles de nuestra historia
occidental...........................
La
Ciudad........................................................................................................
................ El
Puma..........................................................................................................
..................
Las bodas de
Huehueteotl..............................................................................................
Los símbolos del Segundo
Sol........................................................................................
Tezcatlipoca...............................................................................................
.......................
Tlaloc.........................................................................................................
........................
El Cuarto
Tezcatlipoca...............................................................................................
.....
Quetzalcoatl...............................................................................................
......................
El clásico nahua del Tercer
Sol.......................................................................................
Coatlicue....................................................................................................
....................... La edad chichimeca del Cuarto
Sol...............................................................................
Presencia histórica del Cuarto
Sol.................................................................................
El Quinto Sol y la virgen de
Guadalupe.......................................................................
135

El escudo
nacional.....................................................................................................
......
Conclusiones..............................................................................................
......................
Final...........................................................................................................
.......................
Epílogo.......................................................................................................
.......................
Glosario......................................................................................................
.......................
Bibliografía.................................................................................................
.......................

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