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TRANSFORM ACIONES AGRARIAS Y DESARROLLO INDUSTRIAL.

VALORACIÓN DEL
ALCANCE DE LAS TRANSFORMACIONES ECONÓM ICAS Y SOCIALES LA
INCORPORACIÓN DE LAS MUJERES AL TRABAJO REMUNERADO:
REPERCUSIONES SOCIALES Y FAM ILIARES. LA INCIDENCIA DEL PROCESO DE
INDUSTRIALIZACIÓN EN ANDALUCÍA.

Todo proceso de revolución industrial en el siglo XIX implicó necesariamente un proceso de


cambios radicales y previos en el sector agrario del país en cuestión. Esos cambios, que suelen ir
vinculados (o reforzar) al control por parte de la burguesía del poder político, en España fueron
tímidos e insuficientes y condicionaron por lo tanto de forma decisiva el proceso de revolución
industrial en nuestro país.

Por otra parte y además de los cambios en el sector agrario es necesaria para que se de esta
Revolución Industrial la interconexión de dos factores que se alimentan mutuamente: un mercado
amplio y fuertes inversiones para mejorar la tecnología. La existencia de un mercado dilatado
permitía la acumulación de beneficios que, invertidos en mejorar la tecnología, permitían fabricar
productos más baratos, los cuales eran a su vez la condición imprescindible para una ulterior
ampliación del mercado.

A finales del siglo XIX , la economía española seguía teniendo rasgos de atraso económico
evidentes. Una agricultura arcaica y con bajos rendimientos que se mantenía en el centro de la
vida económica.

El mercado interior era incapaz de absorber la propia producción industrial, ya que muchos de
los campesinos pobres y de los jornaleros de nuestro país no podían ser considerados, dada la
escasez de sus recursos como un auténtico “mercado”. A todo eso se añadió la falta de una red de
transportes y comunicaciones eficaz que hubiera facilitado y abaratado los intercambios. La
consecuencia de todo ello fue que, mientras los granos de Castilla se pudrían en los graneros,
Cataluña o Valencia debía importarlos del extranjero. Mientras Asturias no encontraba
compradores para su hulla, los campesinos castellanos debían quemar la paja en sus hogares,
tan necesaria como era para el abonado de los campos. Es decir: se fomentaba el estancamiento
energético por un lado y el inmovilismo agrario por otro y, al mismo tiempo, se establecía una
balanza comercial desfavorable con el extranjero. En realidad todo remitía a un mismo problema:
la inadaptación del sistema político y social a las nuevas realidades económicas, planteadas
tras la perdida de las colonias americanas.

Es necesario reconocer que a lo largo de la centuria hubo importantes intentos de avance


económico que comportaron el nacimiento de significativos focos industriales. Dos fueron las
zonas pioneras: Cataluña y el País Vasco. Y dos también las industrias más importantes: la
textil y la siderúrgica. Junto a ellas la minería conoció, especialmente a finales del siglo, un auge
digno de reseñar.

Los logros alcanzados a lo largo del siglo son muy importantes, pero no se pueden olvidar las
graves deficiencias estructurales del país, las cuales no son totalmente resueltas en el siglo.

Es decir, por utilizar un mensaje sencillo y resumido:

* El si glo XVIII ha sido considerado como de progreso económico; el siglo XIX de fracaso de la
revolución industrial.

* El siglo XIX es el siglo de la revolución industrial en Europa o el paso en economía del viejo al
nuevo régimen.

En España fracasa, empezamos cuando todos, pero de una forma más irregular, desequilibrada y
lentamente, al hilo de las dificultades del paso del viejo al nuevo régimen en todos los órdenes,
habrá que esperar hasta 1960 para la consolidación definitiva.
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2. TRANSFORM ACIONES AGRARIAS Y DESARROLLO INDUSTRIAL

2.1. Las conexiones entre las transformaciones agrarias capitalistas y el proceso de


Revolución Industrial en el modelo clásico

La interconexión entre las transformaciones agrarias y las revoluciones industriales a lo largo del
XIX parece (recuerda que ya lo estudiamos el curso pasado pero te meto una serie de esquemas
para que lo refresques).

Según el análisis del


modelo de Revolución TRANSFORMACIONES PREVIAS
Industrial clásico, estas EN EL MUNDO RURAL
transformaciones son
más que evidentes. De
hecho condicionan
todo el proceso desde
una doble perspectiva: Capital disponible Fuente de
para invertir aprovisionamiento de
Consecución previa de materias primas
un capital necesario para
afrontar los elevados REVOLUCIÓN
gastos que una industria INDUSTRIAL
como las modernas de la Mercado extenso para
revolución industrial Mano de obra para la colocar los productos
conlleva (claro que este Industria de la nueva industria
capital podría ser
conseguido en otra
actividad económica
como es el comercio).
Red de
Mano de obra abundante comunicaciones eficaz
en las ciudades para
trabajar en esas
industrias que se
montan (relacionado con INNOVACIONES IMPERIO
la pérdida de tierras por TECNOLÓG ICAS
parte de los pequeños
campesinos, con los
enclosures y con la subsiguiente necesidad de emigrar a las ciudades).

Es decir que si aceptamos como válida esta premisa de análisis del proceso de una revolución
industrial, habremos de concluir, necesariamente que, en aquellos países en que el conjunto de
transformaciones agrarias previas no se dio, o se dio como en el caso de España parcialmente, el
mismo proceso de Revolución Industrial debió ser cuando menos tardío o débil.

En las páginas siguientes trataremos de analizar tanto unas como otras transformaciones,
valoraremos el proceso de revolución industrial en España y haremos referencia a sus
consecuencias sociales.

2.2. Las transformaciones agrarias en la España del siglo XIX

2.2.1. Las transform aciones en la estructura de la propiedad

Como ya hemos visto en temas anteriores1 el cambio en el régimen de propiedad de la tierra se da


durante todo el siglo XIX con la aplicación de una serie de medidas que conocemos como
Desamortizaciones y que persiguen acabar con una forma de propiedad de las tierras más propia

1
vid t ema 9 Las Desamort izaciones
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del antiguo sistema económico señorial (o feudal si prefieres) que del nuevo sistema económico
capitalista.

Mediante las desamortizaciones, y especialmente mediante las dos más i mportantes, las de
Mendizábal y Madoz, las tierras perdieron su vinculación a una serie de instituciones –
mayorazgos, órdenes religiosas, ayuntamientos, etc- que impedían que fuesen compradas,
vendidas, etc, es decir, en una palabra impedía dos cosas importantísimas, por un lado la entrada
de estas tierras en el circuito financiero del país, y por otra parte el acceso de la nueva clase social
emergente (la burguesía) a su propiedad.

Es decir las tierras pasaron a ser una mercancía más que podía comprarse y/o venderse igual que
cualquier otra. Esto se consiguió

De la misma manera no podemos obviar el que las distintas medidas desamortizadoras, que
hemos de poner en relación con períodos en los que los liberales están en el poder, tienen una
segunda finalidad (que en determinados momentos angustiosos se transforma en primera
finalidad) cual es la recaudatoria. Efectivamente la situación de la Hacienda Pública española es,
durante todo el siglo XIX calamitosa, con algunas etapas ciertamente espeluznantes. Ello unido a
la necesidad de financiar conflictos bélicos como las guerras carlistas o reparaciones posteriores a
los conflictos hace que fuese una necesidad imperiosa el sacar dinero, y ello va a explicar la
modalidad de venta de los bienes desamortizados que el Estado realiza durante la mayor parte del
siglo XIX.

Esto explica que la que podríamos llamar “finalidad social” de las Desamortizaciones, que ya
había sido vislumbrada por los ilustrados quedase sin realización. Efectivamente, tal vez en otro
contexto histórico los liberales españoles del siglo XIX hubiesen apostado por crear una potente
clase media agraria mediante la distribución en pequeños lotes de los bienes desamortizados, pero
, como ya vimos en el punto anterior, había otras prioridades. No pudo ser, ello explica que si bien
es cierto que las tierras fueron desamortizadas, no se produjese una “reforma o revolución
agraria” que potenciase una burguesía rural de clases medias. Al contrario, las desigualdades
sociales en el medio rural español, sobre todo en la Meseta y en Andalucía se acentuaron
produciéndose una aun mayor concentración de las tierras en unas pocas manos mientras que
una amplísima mayoría de la población de los pueblos malvivía sin poder, por otra parte, dada la
endeblez de las industrias emigrar a las ciudades.

2.2.2 La coyuntura en la Agricultura y Ganadería.

La agricultura seguía siendo a principios del siglo XIX, la actividad económica más importante,
pues ocupaba a los dos tercios de la población activa y participaba con más del 50% en la renta
nacional, siendo sus productos la base del comercio exterior.

El avance de la agricultura comercial tuvo un gran desarrollo en Valencia y Murcia. El cultivo


del arroz se extendió desde 1861 por la costa mediterránea, pero sobre todo por Valencia,
pudiendo exportar una parte de la producción.

En Valencia, la sericultura (seda) siguió la misma tónica aunque, a partir de 1870, las moreras
comenzarán a ser sustituidas por naranjos. La producción de caña de azúcar en Málaga, Granada
y Almería fue importante hasta que, a fines de siglo se introdujo la remolacha azucarera. En las
islas Canarias se cultivaron chumberas para alimentar cochinillas que se empleaban como
colorante en la industria textil y que se exportaban a Inglaterra.

Los principales productos de exportación fueron los cereales y el vino. El tri go fue el producto más
importante de la agricultura española y su exportación alcanzó un ritmo considerable entre 1840
y 1860 (a consecuencia de la guerra de Crimea) . Los terratenientes pensaron que España se
convertiría en el granero de Europa, por lo que se sembraron tierras marginales, lo que unido a
sistemas anticuados sin casi ningún abono, dio lugar a bajos rendimientos. El vino tuvo su
período de expansión entre 1880 y 1895, alcanzando una producción de 30 millones de
hectolitros, coincidiendo este auge con la devastación de las vides francesas por la filoxera. A

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partir de la década de 1890 se produjo un cambio en la tendencia con la llegada de la filoxera a la
Península.

De todas maneras a lo largo del siglo se produjeron otras mejoras como: se extendió el cultivo del
maíz y patata, se generalizó el empleo de abonos en algunas zonas. Lo cual unido a las leyes
permitiendo cercar las parcelas, para evitar la entrada del ganado, y permitiendo la libertad de
explotación por parte de los propietarios, etc., contribuyeron a la modernización de la agricultura

La Ganadería, tuvo un periodo expansivo aproximadamente hasta 1865 desde esta fecha hasta
finales de siglo, un progresivo hundimiento. En 1861 España era el tercer país europeo en
producción lanar, caprina y porcina y el cuarto en caballar, mular y asnal. En 1910, por el
contrario, ocupaba los últimos lugares en todas las especies, excepto en la ovina.

En resumen podríamos decir que la coyuntura fue positiva para los productos agrarios hasta
finales de siglo momento en el que la entrada masiva de cereales procedentes de Rusia, Estados
Unidos y Australia provocaron una crisis que sumió a todo el campo europeo en una debacle
tremenda.

2.2.2 El desarrollo industrial.

2.2.2.1. La problem ática general de nuestra revolución Industrial

Mientras en las zonas más desarrolladas de Europa, como vimos en los primeros capítulos de este
tema, se produce en las zonas económicamente más desarrolladas un proceso de revolución
agraria e industrial, en España la ausencia de la una condicionó poderosamente la debilidad y
retraso de la otra. Pero no fue la única causa poderosa de nuestro debil proceso de
industrialización. Al contrario, hay que señalar otros:

. La ausencia de una red de comunicaciones poderosa durante todo el siglo que impidió la
formación de un mercado nacional que actuase como un estimulante para la producción (tanto
agraria como industrial).

. La no existencia como tal de un poderoso mercado de consumo, ya que la mayoría de los


habitantes del país (campesinos pobres, jornaleros, etc.) viven en unas condiciones que les
impiden consumir, a la vez que se produce durante la primera mitad del siglo XIX la pérdida del
Imperio colonial.

. La incapacidad exportadora (e incluso en determinados temas – Ferrocarril- de cubri r nuestro


propio mercado) lo que hace que desde los sectores de la burguesía industrial se reclamen
continuamente medidas y leyes proteccionistas.

. El escaso e irregular aporte de financiación por parte de los capitales españoles tanto a la
construcción de los ferrocarriles (que se hace en buena medida con capitales extranjeros), como a
la explotación del sector minero, como la Deuda Pública. Los capitales nacionales se van a dirigir
preferentemente a la compra de tierras procedentes de la Desamortización.

. La escasez de recursos energéticos de calidad y fáciles de explotar. El carbón español se


encuentra en Asturias-León y Córdoba-Ciudad Real, pero ha sido definido en algunas ocasiones
como “escaso, caro y malo”, lo que explica, unido a la ausencia que ya vimos de una red de
transportes, que se recurriese al carbón inglés.

Como podemos observar por los puntos que hemos esbozado no se trata sólo de la ausencia de
una reforma o revolución agraria lo que condicionó el proceso de industrialización. No. Las cosas
fueron más complicadas.

Ve amos ahora como, a pesar de toso estos inconvenientes se fue produciendo un débil proceso de
industrialización:

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2.2.2.2 Evolución de la coyuntura en los distintos Sectores Industriales

I. SID ERO METALÚRGIA:

La siderurgia moderna española se inicia en forma de tanteos en el período 1830-70, pudiendo


distinguirse tres etapas:

* Hegemonía andaluza (1830-61). Los pri meros Altos Hornos funcionaron en Marbella y Cazalla de
la Sierra, que explotaban el hierro de la zona utilizando carbón vegetal (es decir madera)
Producían un hierro de magnífica calidad pero caro debido fundamentalmente a la necesidad de
importar tanto el carbón para su producción (de Inglaterra), como a lo costoso de los transportes.

Hegemonía asturiana (1861-79): en 1861 la industria andaluza sólo producía la mitad de hierro
colado fabricado en España, debido a la aparición de un nuevo núcleo de producción en Asturias,
cuyos altos hornos utilizaban el carbón mineral de la región, mas energético y barato, lo que le
permitió restar importancia al foco andaluz.

Hegemonía vasca (1880-90): a finales del siglo XIX se consolida la industria bilbaína, al hundirse
definitivamente el núcleo de Málaga. En Bilbao nace la siderurgia gracias a una serie de factores:

- la abundancia de mineral de hierro de buena calidad


- la acumulación de capital en manos de empresas bilbaínas que terminan por producir en
1902 la concentración de las tres principales industrias vascas en una sola: Altos Hornos
de Vizcaya que pasó a ser mayoritaria definitivamente en España, produciendo el 62 % del
total nacional.
- La facilidad que supone su situación marítima que puede aprovechar los fletes para
exportar hierro de buena calidad e importar fácilmente coque inglés.

La introducción temprana de innovaciones tecnológicas como el convertidor Bessemer

I. TEXTIL:

En Cataluña a partir de 1830 se asiste a la modernización y despegue de la industria algodonera


gracias a la mecanización (telares mecánicos y máquina de vapor), el triunfo de la fábrica frente al
taller artesano, la contratación de mano de obra barata (mujeres y niños), el impulso de la
demanda interna, la presencia de una burguesía emprendedora y el amparo de una legislación
proteccionista.

Del 30 al 50 comienza la expansión y modernización en Cataluña. La guerra de Secesión de


EE.UU. redujo la importación de la materia prima y la cri sis económica de 1866-1867 terminó con
el periodo de mayor crecimiento.

En 1870 se da otra etapa de expansión, aunque esta vez es menor, debido a la ampliación del
mercado con Cuba y Puerto Rico. Con la independencia de estas dos colonias en 1898 la
producción se estancó hasta las primeras décadas del siglo XX.

A parte de la industria algodonera también existían industrias laneras en Castilla y sederas en


Valencia, aunque estas industrias eran de menor importancia que la algodonera.

OTRAS I. DE TRANSFO RMACIÓ N

O tras industrias tuvieron una cierta importancia:

El País Vasco se convirtió en el primer centro productor del país, gracias a la política del gobierno
que fijaba altos aranceles para los productos extranjeros 'y la eliminación del privilegio de
importar materiales foráneos para el ferrocarril, lo que sin duda benefició a las industrias vascas,
especialmente a las de construcción de materiales para el ferrocarril y las navieras (fabricación de
buques)

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En Cataluña, y en menos medida en el P. Vasco, se consolida una industria química vinculada a
la textil (para la fabricación de colorantes) y a la producción de abonos y explosivos. De todos
modos, la industria de transformación catalana siempre tuvo una gran dependencia de la
industria bilbaína que le proporcionaba el hierro; por eso, esta industria sólo representaba el 10
% del valor total en la producción catalana.

Y por último las industrias alimentarias: harinera (Valladolid y Santander), vinícola (Rioja, Jerez,
Requena-Utiel), pasera (Alicante), aceitunera, azucarera (Granada), conservas de pescado (Vigo) y
del corcho (Cataluña).

I ELECTRICA:

Esta industria apareció tímidamente en España hacía 1890, cuando la instalación de pequeñas
centrales térmicas o hidroeléctricas permitían iluminar algunos núcleos de población.

A partir de 1900 se formarán las grandes empresas productoras de electricidad, que instalan
centrales y presas en los ríos españoles. Estas aparecen principalmente en Cataluña, región
industrial pero pobre en recursos energéticos clásicos como el carbón. El capital de las mismas
era en su mayoría de procedencia extranjera.

EL FERRO CARRIL

Durante Toda la segunda mitad del siglo XIX actúa como verdadera locomotora que tira de la
economía nacional:

El gobierno se comprometía a dar una rentabilidad del 6 % para los capitales que se invirtiesen en
su construcción.

Q uedaban libres de impuestos los productos que fuesen necesarios para su construcción

Invirtió él mismo el 16 % de las cantidades totales necesarias (el dinero provenía de la


Desamortización del 54). El resto de los capitales provienen del sector privado, la mayoría de ellos
del extranjero (por ejemplo de los Rostchild)

Comienza su construcción con retraso: en Inglaterra se comenzó en 1825, en Cuba en 1837, la


línea Barcelona-Mataró de 27 kms se construyó en 1848, la que unía Madrid-Aranjuez en el 51 y
en el 65 se construye la línea Gijón-La Felguera.

La ley del 55 permite la creación de grandes compañías (S.A.) con capital extranjero o nacional
que se dedican a la especulación con los terrenos por donde discurren las líneas.

De 1860 a 1865 se producen importantes avances en la red viaria y sobre todo de 1875 hasta
finales de siglo, fechas en las que teníamos 12.000 kms que empezaron a ser rentables a partir
del 86 debido a la bajada de precios de 41 a 3 ptas el billete.

A partir de 1891 se finaliza la libre importación de material extranjero y se desarrolla la siderurgia


española al aumentar la demanda interior. Destacan las grandes compañías como M.Z.A, Norte y
Andaluces y Sur.

Se crearon muchos empleos (120.000) además se consumía carbón nacional, pero se criticaron el
trazado radial de la red con centro en Madrid, las infraestructuras y el ancho de vía: 1,44 frente al
1,67 de las vías europeas. Las líneas de vía estrecha fueron posteriores y sobre todo en el ancho
también diferente respecto al estándar europeo, 0,75 frente a 0,6.

En las carreteras fue la época de los puentes de piedra y se mejoraron 36.000 kms con la técnica
de la macadamización (capas de piedra aprisionadas y de tierra).

LAS FINANZAS
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La ley de Bancos data de 1856, el real se impuso en 1848 y la peseta en 1868. El banco de
España surge en el 56 y a partir de 1874 solo puede emitir moneda él. La importancia de la banca
extranjera es alta debido a la existencia de inversiones en capital extranjero (belga, francés e
inglés). Los españoles se dedicaron a especular a excepción del capital vasco y catalán.

Las finanzas del Estado se caracterizan por el predominio del déficit público (se gastaba más de lo
que se ingresaba). Para resolver esto el Estado pone en circulación Deuda Pública o acude al
empréstito exterior.

La reforma en la Hacienda implicaba que el estado recaudaba sus ingresos, en un 20% de la


contribución urbana, rural, empresarial y comercial, de los impuestos indirectos obtiene un 40%
y de los aranceles, venta de propiedades desamortizadas y loterías el 40% restante.

3. LOS PROBLEM AS DEL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN EN ANDALUCÍA

La industria siderúrgica andaluza nació a comienzos del siglo XIX con los obstáculos del mercado
insuficiente y las caras materias pri mas, como ya hemos visto en apartados anteriores, y sin
embargo logró sobrevivir hasta los años sesenta de ese siglo, momento en el que, tanto los altos
hornos malagueños, como los sevillanos fueron cerrados, constatando el fracaso del proceso de
industrialización de Andalucía ante la siderurgia asturiana y vizcaína.

Las causas de este fracaso hay que buscarlas en:

• El problema del combustible en la siderurgia malagueña, lo que obligó a la


importación de carbón extranjero.
• La inexistencia de un mercado de consumo interno
• La inexistencia de una red de transportes (ferrocarriles)

la estructura de la propiedad agraria que implicaba la existencia de una gran masa de jornaleros
con bajísimo nivel de vida que no propiciaba una demanda adecuada, la no existencia de la
mentalidad burguesa, la escasa acumulación de capital y el papel de los bancos que invertían en
el norte el dinero que captaban en Andalucía.

4. LOS CAMBIOS EN LA SOCIEDAD

Parejo al retraso económico y al fracaso del proceso de industrialización se presenta una sociedad
que continuó siendo mayoritariamente rural y “tradicional”.

De todos modos hubo cambios respecto de etapas precedentes. La emigración del medio rural a
las ciudades hizo que creciese la población urbana y que las ciudades cambiasen y se
comenzasen “los ensanches”. En las ciudades la composición social será la característica de la
moderna sociedad industrial con una burguesía y un proletariado similar a los europeos.

4.1 La transición demográfica del Antiguo al Nuevo Régimen Demográf ico

- En el primer tercio del siglo XIX se produce un lento crecimiento de la población, a pesar
de que tanto las tasas de natalidad, como las de mortalidad, compa radas con las europeas,
siguen siendo muy elevadas.
- El crecimiento tendrá lugar sobre todo en la periferia, mientras disminuye en el interior
(salvo Madrid y otras ciudades aisladas), lo que da lugar a una desigual distribución
demográfica (algo que ya comenzó en el siglo XVIII).
- Se da también un proceso de emigración del campo a la ciudad: aunque había existido
siempre, se intensificó desde 1850 y se reforzó aun más a finales de siglo, Madrid, Barcelona,
Valencia y Bilbao polarizan los desplazamientos.

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4.2. La formación de una moderna sociedad de clases

A pesar de que la sociedad de ese siglo tenía todas las características de una sociedad
preindustrial, básicamente agraria y típica del Antiguo Régimen, con la legislación liberal y el
crecimiento económico de la segunda mitad de siglo se irá perfilando una moderna sociedad de
clases:

• La Aristocracia:

Formada por todos aquellos que disfrutan de elevados niveles de renta, controlan el poder político
(a pesar de su escaso número) con clientelas y prácticas caciquiles, , evitando cualquier intento
democratizador del liberalismo español y de muestran una ideología conservadora.

Esta formada por una mezcla de la antigua nobleza, que mantiene su poder económico y la gran
burguesía de origen heterogéneo: grandes comerciantes, terratenientes agrarios, especuladores
financieros o de cualquier tipo, una minoría de industriales catalanes y andaluces, propietarios
varios, etc. El ideal de este grupo será asemejarse a la forma de vida de la nobleza

• Las Clases Medias:

Es un grupo más difuso, pero que iría aumentando su influencia a lo largo del siglo. Incluye a la
mediana burguesía y a los propietarios medios, empleados cualificados de la administración,
profesiones liberales del derecho o la sanidad ,grandes arrendatarios, profesores, periodistas,
rentistas y mandos intermedios de los cuerpos de seguridad del Estado.
Son muy tradicional es y acomodaticios desde el punto de vista económico, soci al y l aboral. Pero ideológicamente se
mueven entre el apoliticismo, el republicanismo y el liberalismo progresista.

• Las Clases Bajas:

Representan la mayoría de la población, a pesar de los cambios que hubo.

El grupo más si gnificativo, en el medio rural, es el de jornaleros, que predominan en las


explotaciones agrarias al sur del Tajo (donde se dan los latifundios). Sufren condiciones muy
duras de trabajo y un paro estacional muy largo, que les mantiene en el limite de la subsistencia.
Con los bienes comunales y de propios ya desamortizados, se vieron obligados a mendigar las
contrataciones o a emigrar. También hay que citar a los yunteros 2 y pequeños agricultores.

En el medio urbano se trata de criados, domésticas, mozos de comercio, tenderos autónomos,


artesanos individuales (que, siendo productores, estaban muy alejados de los niveles de renta de
la clase media), etc. A ellos se unió, con la aparición de las industrias el proletariado industrial.

2
Pequeños campesinos propietarios de una yunta, es decir de una pareja de bueyes para arar sus tierras
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