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EL MODERNISMO

APUNTES ELABORADOS POR JUAN ANTONIO GONZÁLEZ ROMANO

1.- El Modernismo.

El siglo XX comienza en el momento de máximo esplendor de la estética


modernista. Iniciado plenamente por Rubén Darío en 1888 con la publicación de
Azul, el Modernismo supone una integración de diversas tendencias que se habían
desarrollado a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, en especial del
Simbolismo y del Parnasianismo.
El Modernismo fue, entre otras cosas, una resurrección de la angustia que
caracterizó a la literatura europea romántica, que por un momento parecía haber
desaparecido con la fe del XIX en el racionalismo cientifista. Demostrada la
inoperancia de la razón (Schopenhauer, Kant... ) se recupera ese malestar. Y se
sueña, en la nueva poesía, con los momentos felices pasados, donde aún existían
seguridades: la niñez lejana, los paraísos perdidos, los jardines cerrados y
ordenados; añoranzas de un mundo que se fue.
El Modernismo acoge influencias de diversos movimientos. En realidad "el
Modernismo no rechazó nada como no fuera la vulgaridad, el prosaísmo, la rutina
y el conformismo estético y adocenado" (E.Rull). Con antecedentes tan diversos
(Parnaso, Simbolismo, Poe, decadentismo, prerrafaelismo...), es fácil entender que
existieran tendencias diferenciadas, fundamentalmente dos: En América (y
algunos españoles: M.Machado, Marquina, Villaespesa...) tomó un sesgo
fundamentalmente esteticista; se escribe una poesía cromática, brillante, sensual.
En España se toma una segunda línea, más sobria y sencilla, que arraigó en los
hombres preocupados por el la decadencia nacional: es la vertiente conocida como
"Generación del 98", que no deja de ser una línea del Modernismo.
El Modernismo fue conscientemente cosmopolita. Sus cultivadores, sorprendidos,
comprendieron que estaban participando en una evolución de la sensibilidad que
no se limitaba a España, ni siquiera a Europa. El centro era, indiscutiblemente,
París. Los poetas españoles se inspiraron directamente en Francia (Verlaine), salvo
en los aspectos formales, en los que Darío fue el maestro.

1.1. Principales tendencias del Modernismo.

Las tendencias que influyen en la génesis del Modernismo son muy variadas.
Especialmente relevantes son los movimientos estéticos franceses. Hay un deseo
evidente en los escritores de habla hispana de crear un lenguaje nuevo ("anti-
español", según Jean Franco; quizás, sencillamente, anti-burgués). Otros
movimientos influyen: la poesía de los estadounidenses Whitman y Poe; el
Prerrafaelismo británico, el decadentismo de D'Anunzio... Sin olvidar las fuentes
hispánicas: Berceo, Manrique, los Cancioneros... Juan Ramón definió al
Modernismo como un movimiento "envolvente", que va acumulando elementos de
diversa procedencia y los hace suyos. E.Rull afirma que "el Modernismo no
rechazó nada como no fuera la vulgaridad, el prosaísmo, la rutina y el
conformismo estético y adocenado"
Las dos tendencias más marcadas dentro del Modernismo son:

1.1.1. Modernismo Canónico (parnasiano).


Movimiento surgido a raíz del Parnaso Contemporáneo francés (Parnasianismo),
liderado por Leconte de Lisle. Nace cuando un grupo de poetas franceses se unen
en 1866 para imponer en el arte un sentido de disciplina, equilibrio y objetividad.
Temas más importantes:
-El escapismo: evasión del mundo real por medio del ensueño. Evasión que se
nutre con una elegancia exquisita, y que se produce bien huyendo en el espacio (a
Oriente) bien en el tiempo (al mundo medieval). Se da también un gusto por la
mitología clásica. Todo ello como fruto de la idea de que el arte (imaginación,
magia) supera a la vida (vulgar y despreciable) y que ésta debe imitarlo. Se busca
una ética -forma de vida, principios- basados en una estética.
Dioses, ninfas, centauros, caballeros, pierrots, odaliscas, pagodas y viejos castillos,
salones versallescos, jardines perfumados; cisnes, elefantes y camellos; flores de lis
o de loto; brillo de perlas y de marfiles, de piedras preciosas... son los elementos de
este mundo modernista.
-El cosmopolitismo. Es un aspecto más del deseo de evasión. Además, aporta a los
modernistas un sentido aristocrático. París será la capital del Modernismo.
-La desazón romántica: se exaltan las pasiones y lo irracional; el misterio, lo
fantástico, el sueño. Manifestaciones de tedio y de profunda tristeza. La melancolía
es un elemento central. Presencia de lo otoñal, lo crepuscular, la noche (aquí se
alejan del Parnaso francés).
-Amor y erotismo. Aparecen poemas de amor delicado y, frente a ellos, otros de
intenso erotismo: los primeros, de amor imposible, los segundos, de desenfreno,
motivados por una actitud antisocial y amoral (búsqueda del escándalo).
-Temas americanos. No va en contra del cosmopolitismo: se trata de una evasión
más hacia el pasado legendario, hacia los mitos indígenas. En Hispanoamérica esta
línea será básica (siempre están muy preocupados por su propia identidad).
-Lo hispánico. Este tema se acentúa (sobre todo en Hispano-América) al advertir el
auge de los Estados Unidos. Se reivindica lo español frente a los valores culturales
de la civilización "yanqui".
En conclusión, se ansía un mundo armónico, pleno y rodeado de perfección. Esos
deseos son también la base de la Estética modernista:
-Búsqueda de los valores sensoriales, para que todo sea un goce para los sentidos
-Prodigioso manejo del idioma. Se enriquece poderosamente el lenguaje poético.
La palabra adquiere una importancia vital. Se cuida el sonido, el ritmo, la
referencia histórica o cultural, los valores simbólicos. Se intenta renovar el
significado de las palabras usuales, crear un léxico propio de la poesía.
-Enorme renovación en el campo de la métrica.

1.1.2. Modernismo Simbolista.

Parte del Simbolismo francés: Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Verlaine. Lo


esencial es la sugerencia (de ahí la importancia que dan a la música), el poder
evocador de las palabras. El didactismo debe quedar desterrado (Poe hablaba de la
"herejía del didactismo").
El Modernismo Simbolista, si bien deja notar la influencia de todas las
características señaladas para la línea parnasiana, toma otras vertientes distintas:
su "evasión" no se produce hacia mundos lejanos, sino hacia el mundo interior del
poeta. Los autores españoles leen antes que Rubén Darío a Verlaine. Ello explica
que el Modernismo español sea más Simbolista que el hispanoamericano.
Machado, por ejemplo, aprendió de Rubén Darío la musicalidad, pero la
interiorización la aprendió en Unamuno y, con anterioridad, en Bécquer y Rosalía
(R.Gullón). Y esto resultó mucho más influyente, ya que por este camino se llega al
Simbolismo (notemos que el Modernismo simbolista está muy próximo a la
Generación del 98, frente al Modernismo Canónico, que se aparta bastante). El
Modernismo Simbolista va dejando de ser, poco a poco, Modernismo, iniciando
una búsqueda de nuevos caminos, de salidas poéticamente válidas (A.Machado,
Juan Ramón).
Después de la interiorización el poeta vuelve sus ojos al mundo exterior. Se
descubre el paisaje, que se entiende como símbolo de la Historia o del poeta.
Cuando A.Machado nos hable del campo castellano, nos estará hablando o de sí
mismo o de la Historia. Este paisaje tendrá un valor de símbolo (R.Senabre).

1.1.2.1. Definición de símbolo.

El símbolo se diferencia de la metáfora en que esta sustituye algo preexistente,


mientras que el símbolo se crea para nombrar una realidad que carece de nombre;
es decir, no es un método de sustitución léxica, ya que no designa a algo
materialmente preexistente. El símbolo tiende a designar lo no designado, lo
inefable. Pero como el poeta necesita usar palabras que se entiendan, tiene que
recurrir a palabras cotidianas a las que dota de un significado del que carecen en
la lengua común. Y se es consciente de que estamos ante un lenguaje nuevo, por eso
el poeta nos va dando claves de interpretación, para que podamos acceder a él.
Juan Ramón Jiménez escribe el siguiente poema, que abre el libro Piedra y Cielo:
"El Poema"
¡No le toques ya más,
que así es la rosa!
El título ("El Poema") nos da una clave. El pronombre /le/ hace referencia al
mismo poema. "No le toques más, no lo cambies", parece decirnos J.R., "puesto
que ya hemos llegado a la perfección. Y a ese poema perfecto, con el máximo de
expresividad y el mínimo de palabras lo llamaremos "rosa". Se ha definido un
símbolo.
Desarrollo
• Razón del termino "Modernista"

El termino "moderno" se utiliza para nombrar lo que sigue la "moda" de una


época, es decir aquello que va de acuerdo con las tendencias de su tiempo. La
iniciativa de dar este nombre al movimiento de América Latina partió de Rubén
Darío, quien es un articulo sobre Ricardo Contreras publicado en Chile
publicado en 1888, califico el estilo de este escritor mexicano como "expresión
moderna". Dos años mas tarde, en un comentario sobre una visita realizada a
Ricardo Palma, empleo el termino "Modernismo" para calificar el "espíritu
nuevo" que movía a un grupo de escritores.
Durante un tiempo la denominación fue empleada de una manera peyoritativa,
para referirse a la nueva generación de escritores llamándolos decadentes,
amanerados y extranjerizantes. El modernismo no recibió el reconocimiento y el
respeto publico hasta que Rubén Darío se acredito su legitimidad como
movimiento estético con valores propios y con fuerzas renovadoras positivas.
• Comienzos

El modernismo literario tuvo su origen en Hispanoamérica, entre los años 1880


y 1914, impulsado en especial por el poeta nicaragüense Rubén Darío.
Aquí en Hispanoamérica se registro una lenta pero creciente reacción contra las
corrientes académicas y románticas, protagonizadas por varios y renombrados
escritores como por ejemplo González Prada, Salvador Díaz Mirón, entre otros.
En el desarrollo del modernismo, es posible identificar los siguientes
momentos:
Iniciación: La primera generación modernista (1882-1896). José Martí y
Manuel Gutiérrez Nájera inician un trabajo de actualización de la lengua,
principalmente en la prosa, aunque también en el verso, muy fijos al modelo
español.
Culminación: En 1888, Rubén Darío publica su libro Azul. En esta época ya se
habían realizado grandes innovaciones en la palabra poética. Por medio de su
obra en Chile, Argentina y España, Darío realiza una tarea excepcional, que
consolida el Modernismo como movimiento continental y se convierte en su
síntesis más brillante, tanto en América como en España. En 1896 se edita
Prosas Profanas, el libro de Darío que oficializa el Modernismo en
Hispanoamérica.
Continuación: La segunda generación modernista. Consagrado Rubén Darío
como jefe de la escuela del Modernismo, cuando ya los iniciadores habían
muerto prematuramente, los escritores de esta segunda generación
continuarían la obra con sus aportes personales. Ellos son, entre otros,
Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre, Amado Nervo, y Julio Herrera y
Reissig.
• Características y Estilo

En sus comienzos, el estilo modernista fue muy recargado y estuvo dominado


por los temas exóticos e indigenistas, pero con el tiempo se fue haciendo cada
vez mas depurado y alcanzo expresiones de gran purismo lírico, como las rimas
de Juan Ramón Jiménez.
Los temas preferidos por los poetas modernistas reflejaban el mundo antimista
y subjetivo del autor, así como una atracción por lo original e insólito y cierta
carga de melancolía.
El poeta sentía una absoluta necesidad de evadirse hacia paraísos idílicos y una
gran añoranza del pasado mítico y legendario, sentimientos que solían
acompañarse del culto por la belleza y lo erótico y del rechazo del mundo real.
Es muy frecuente la alusión de culturas lejanas, también los escritores de este
movimiento se caracterizaban por su deseo de ser cosmopolitas y trascender la
realidad en la cual vivían, esto los llevo a tomar imágenes tomadas de culturas
exóticas, europeas, de Oriente o pertenecientes a otras épocas.
Para expresar sus preocupaciones y sentimientos, los modernistas recurrieron a
una renovación formal y estilística, en la que eran frecuentes los símbolos, los
giros complejos con palabras de gran sonoridad o la laberíntica combinación de
las rimas de un amplio vocabulario metafórico, integrado por un amplio
vocabulario metafórico, integrado por flores (loto, crisantemo, nenúfar),
animales (cisne, ibis, cóndor), piedras preciosas, colores, ciudades exóticas y
abundantes referencias a otras artes.
Tres héroes. Publicado en la Edad de Oro. prosa
Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del
camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la
estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la
plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le
acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar
como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él porque la América
fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso, y al último soldado, que es un
héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombre que pelean por ver
libre a su patria.

Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin
hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar, ni hablar. Un hombre que
oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un
hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no
es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y
permite que pisen al país en que nació lo hombres que se lo maltratan, no es un hombre
honrado. El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer
por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser
honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo
que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es
como un hombre que vive del trabajo de un bribón, y está en camino de ser bribón. Hay
hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir
dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del Perú se echa
en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga que la
que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y
como la llama. En América se vivía antes de la libertad como la llama que tiene mucha
carga encima. Era necesario quitarse la carga, o morir.

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen en
agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de
haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay
muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos
hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los
pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles
de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.
Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la
Plata; Hidalgo, de México. Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que
hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El
sol quema con la misma luz con que calienta: El sol tiene muchas manchas. Los
desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.
Nuestra América
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de
alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los
ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete
leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el
Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en
América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la
cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las
armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de
piedra.

No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el
mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados.
Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a
pelear juntos. Los que enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos
la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar,
de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal,
cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano
vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el
pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra
el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que
vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el
capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en
fila para que no pase el gigante de las siete legua! Es la hora del recuento, y de la
marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los
Andes.

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