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Observaremos que en nuestra realidad, en nuestra sociedad existen colectivos que ven
mermados sus derechos constitucionales, bajo criterios sociales, que no legales, como
por ejemplo el entendimiento social de que el acceso de inmigrantes (es decir el primer
apartado de supuestos, casi en su totalidad) al mercado de trabajo hará disminuir la
cantidad de trabajo ofrecida para el conjunto, cuestión que no es real en la mayoría de
situaciones ya que estas personas no acceden a empleos cualificados que suelen ser los
que más demanda producen entre los Españoles.
Observamos también que existen determinados colectivos con elevadas rentas, que se
encuentran fuera del control de la hacienda pública, que existen mecanismos para no
declarar de forma real los ingresos anuales y los beneficios obtenidos en un curso o
varios, por lo que falla directamente el sistema de distribución de la renta.
Observamos que dada la situación actual, implica que hay determinada cantidad de
población que quiere acceder a una vivienda, pero el mercado marca un precio concreto
en base a la cantidad de viviendas que existen en el mismo, quedando gran cantidad de
viviendas por ocupar y un elevado número de la población sin poder cubrir sus
expectativas.
Todo ello hace que resulte prácticamente imposible que se de el Estado de Bienestar que
marca Pareto, es decir que estaríamos hablando de que existe un elevado índice de
población que vive en índices subóptimos de bienestar.
Por ende, poco eficiente resulta la provisión de bienes públicos por parte de los
Gobiernos. Como ejemplo, existen numerosas quejas en la Comunidad Valenciana del
deficiente funcionamiento de la educación y la sanidad en lo que a Escuelas-Institutos y
Hospitales se refiere. Sin embargo, el interés del Gobierno Autonómico es promocionar
una imagen de Valencia concreta para favorecer un Sector Servicios, y Obras Públicas
para maquillar tasas de paro, ineficiente e ineficazmente gestionado, es decir caduco, a
costa de los ingresos de los ciudadanos.
¿Pero es esto culpa tan sólo de los partidos políticos y su ineficiente e ineficaz gestión?
No, es culpa también del ciudadano, volcado en su interés particular, en su problema
particular. La no utilización de los recursos que existen para trasladar su incomodidad y
la ausencia de coberturas a los Gobiernos para que actúen deriva en la perpetuidad de un
sistema de bienestar que lejos de ser óptimo, vulnera los derechos de todos y todas
como ciudadanos de este Estado.
Los partidos políticos se han erigido como gestores públicos, a nivel estatal,
autonómico, provincial y local. Lejos del interés de la sociedad, atesoran votos como si
daciones particulares a fondo perdido se tratara, su único interés es perpetuar su estancia
en el Gobierno, y ello ocasiona fallos del sector público. Unos fallos que se van
arrastrando desde lo local a lo estatal, que se intentan subsanar con mayores
contrataciones, con mayores controles burocráticos, con mayor regulación, y que a su
vez lo único que consiguen es engrosar el problema hasta límites insospechados.
Por tanto, si sesgadas son en principio las preferencias individuales y poco tienen que
ver con las preferencias colectivas, poco tienen que ver la gestión de dichas preferencias
que se hace por parte de “ciertos” partidos políticos que no representan a la totalidad de
la ciudadanía. Es más, dicha desfavorecedora ley electoral prima ciertos partidos
minoritarios que se presentan en algunas circunscripciones concretas por encima de
otros que se presentan a nivel estatal, consiguiendo un desajuste real de lo que puede ser
el interés general de la ciudadanía. Encontrándonos que intereses individuales
(autonómicos) tienen mucho más peso que intereses generales (estatales), el ejemplo
actual sería CIU-ERC-PNV frente a partidos como IU o UPyD.