You are on page 1of 8

Diciembre 2010

Internacional

La Comunidad de Cristo produce la edición del HERALDO para uso en clases, lectura personal,
compartiendo información, testificando, y comunicación. Es manera de proveer noticias
significantes, políticas, declaraciones de fe y creencias, y compartir el evangelio con miembros y
amigos de la iglesia que viven por todo el mundo.

En Este Número:
• Yendo al Establo—Jim Slauter
• Contestaciones Inusuales de Dios—Andrew Shields
• Bautismo: Una Decisión Diaria del Discípulo—Linda Booth
• Bendiciones de Comunidad—Urbain Mbenga Mpiem Ley
• Viviendo Tu Bautismo Diariamente—Carlos Enrique Mejia
• Renovado para Servir—Robert Wanga

Yendo al Establo
Por Jim Slauter

El leccionario conecta los recurrentes temas del Adviento—gozo,


esperanza, amor y paz—con historias de las Escrituras. Nos ayudan a
reflexionar, esperar y preparar para nuestra jornada anual al establo, donde
podemos unirnos con nuestras hermanas y hermanos en Cristo en celebrar el
nacimiento de Jesús. El Adviento es una época para poner atención y
esperar durante un tiempo de fiesta que está llena de actividades que a veces
compiten por nuestro tiempo y energía. Esta época del año es un tiempo de planeación extra para
actividades de iglesia, y conexiones con familia y amigos.
Experimentamos gozo, esperanza y amor cuando compartimos saludos de navidad con
vecinos y pasamos tiempo con la familia. Paz, para mí, es más difícil de encontrar y no
fácilmente identificado durante el esperar y prepara para el nacimiento de Jesús.
Quizá, es porque yo equivocadamente asocio paz con buscar tranquilidad más que
comprender que la paz resulta de buscar justicia, reconciliación, bienestar, e integridad para toda
la creación—la paz de Dios.
W. Paul Jones, un teólogo cristiano, una vez dijo, “¿Cómo sabes cuando estás en la
presencia de Dios?” La respuesta: “Cuando experimento la paz.”
Jones dijo, “La paz cristiana crece al nosotros perder nuestro sabor para lo que nos
controla a mucho de nosotros—individualismo, materialismo, ser competitivos…Hacemos total
paz con todo el mundo por medio de confesión, reparación, agradecimiento, y expresiones de
amor.”
Estas palabras me recuerdan de tiempos cuando yo he encontrado la presencia misteriosa
de Dios y he experimentado la paz.
He experimentado la presencia de Dios en el nacimiento de un bebé al igual que una
reunión con un hombre sin hogar en una calle abarrotada en Sao Paulo, Brasil. La he encontrado
al lado de una camilla de un niño que ha sido dado vida por las maravillas de medicina moderna.
Y en el último susurro de un padre dedicado a servir a otros.
Estos fueron los tiempos de experimentar la paz por “confesión, haciendo cambios,
agradecimiento, y expresiones de amor.”
La búsqueda de la paz, un Principio Duradero de la Comunidad de Cristo, nos recuerda
que “Jesucristo, quien es la personificación de la paz de Dios, revela la definición de la paz de
Dios en todos los aspectos de la vida.”
El misterio de la presencia de Dios en toda la vida se encuentra por medio de historias de
las Escrituras. Fácilmente lo identificamos en las historias del nacimiento de Cristo. Es el
misterio de la presencia de Dios y Su paz en las vidas de María y Elizabeth al ellas compartir sus
historias de encontrarse con Dios y celebrar Su plan para justicia y paz.
El cielo de la noche proclama la presencia y paz de Dios cuando los coros celestiales
despiertan a los pastores. El mensaje de “paz y buena voluntad para el mundo” los llevaron en
búsqueda del recién nacido en un pesebre. El nacimiento de un niño hizo real la presencia de
Dios. La vida, ministerio, muerte y resurrección de ese niño cambiaría el curso de la historia por
testificar la presencia y paz de Dios para toda la creación.
Al viajar una vez más al establo, nos debemos preguntar ¿cómo nos va a cambiar a
nosotros y a nuestras congregaciones? ¿Cómo la búsqueda de la paz será parte de nuestras vidas
cotidianas ocupadas? ¿Cómo dejaremos el Espíritu Santo dirigirnos al buscar y descubrir la
presencia y paz de Dios en todas las partes de nuestras vidas? ¿Qué estamos dispuestos a cambiar
en nuestras vidas individuales y cooperativas para poder más intrépidamente y generosamente
compartir la paz de Jesucristo? ¿Cómo la “confesión, reparación, agradecimiento, y expresiones
de amor” traerán paz a nosotros y a otros?
Me uno con cada uno de ustedes en buscar el ser más atento a la presencia y paz
misteriosa de Dios en toda creación. Que la paz de Jesucristo sea real en el gozo, esperanza,
amor y paz al proclamar y encarnar en la respuesta a la gracia generosa de Dios.

Contestaciones Inusuales de Dios


Por Andrew Shields, Secretario de la Iglesia Mundial

“Ser un pueblo profético guiado por la divinidad involucra-como una necesidad-reevaluar a veces
algunas ideas y costumbres existentes para permitir el entendimiento e interpretación agregada
bajo la guía del Espíritu.”
—Presidente Stephen M. Veazey, introducción a Doctrina y Pactos 164

Dios hace grandes cosas en el mundo.


Dios creó todo. Dios formó un pueblo de convenio de aquellos de baja
clase en Egipto dispuestos a dejar que una historia los moldeará. Dios
transformó todo por unir el mundo, totalmente humano y totalmente divino, en
Jesucristo. Dios formó nuestra comunidad de fe por poderosamente
impresionando un llamamiento al corazón de un joven buscando respuestas y a
los corazones de aquellos quienes lo siguieron.
Dios hace cosas grandes en el mundo—pero no previsibles. Dios toca al intocable,
susurra divinidad al mundo dentro de un establo oscuro, y escoge a personas sorprendentes (y
sorprendidas) a ser siervos.
Un pueblo profético debe escuchar cuidadosamente al movimiento de Dios en nuestro
mundo. Debemos ser atentos a escritura y tradición. Debemos estar alertos para que Dios haga
lo inesperado en lugares imprevisibles.

Nuestra Identidad Principal


El presidente Veazey reflexionó sobre un pasaje de Gálatas en su introducción a sección
164. Gálatas es una carta de Pablo a una comunidad de iglesia que él fundó, donde él compartió
sus mejores ideas y celebró al ver la gente conectarse al Espíritu Santo en maneras personales y
relacionales.
Ambos Pablo y más reciente revelaciones apuntan hacia nuestra identidad como fue
formada por el Espíritu Santo y Jesucristo. Toda otra cosa que nos identifica contesta a ese inicial
sentido de identidad.
¿Qué si esto es verdad? ¿Qué si todo lo demás es menos importante que esta verdad
central? En nuestro lenguaje hoy, eso quiere decir que aceptamos siendo un pueblo profético.
Aceptamos responsabilidad al Espíritu Santo que nos moldea. Aceptamos vivir nuestras vidas
basadas en la voluntad divina en vez de la nuestra.
Si nuestra principal identidad es cristiana, entonces las barreras que ofenden a Jesucristo
nos importan más a nosotros que cualquier otra barrera que nos afectan en otras identidades.
Tenemos nueva atención y urgencia al leer esto en la introducción a sección 164:
“…el Espíritu me ayudó a ver posibilidades mucho más amplias de la gracia de Dios obrando a
través de Cristo para transformar las relaciones humanas en un mundo dividido.”

Más Amplias Dimensiones y Límites


Las Escrituras son claras que Dios tuvo una relación especial con Israel antigua, pero
cristianos dicen que cuando Dios vino al mundo en Jesucristo, esa relación se expandió. Desde la
perspectiva actual del cristiano, lo que Dios hizo por medio de Jesucristo cambió el mundo.
Ahora la iglesia está intentando de redefinir límites en nuestro tiempo. ¿Cómo puede ser
esto de Dios?
Casi 200 años atrás en nuestra historia, los puntos de vista de Comunidad de Cristo eran
claros. Toda otra denominación eran instituciones humanas, pero en esta denominación, podías
ver milagros, tener un sentimiento de una relación personal con Dios, y re moldear los últimos
días de este mundo a más cercanamente ser como el mundo de Dios aún por venir. El Espíritu
Santo se movía en esta denominación, pero no por las otras.
¿Cómo podemos llegar a un punto donde creemos que bautismo por sacerdocio de otros
pueden crear un real convenio entre el creyente y Jesucristo? ¿Qué nos cuesta admitir que es
posible que el Espíritu Santo esta activo más allá de los confines de nuestra membresia?
¿Aún tenemos un llamamiento único para reflejar la naturaleza de Jesucristo y promover
relaciones correctas?
¿Está Dios haciendo algo grande ahora mismo?

La Dificultad en “Eternidad y Cambio”


Si Dios es externo y no cambia, entonces ¿cómo puede cambiar nuestra teología? ¿Cómo
puede cambiar nuestro camino si nuestra mirada está puesta en la luz fija de la verdad eterna de
Dios? Si tenemos escritura que claramente contesta una pregunta, ¿cómo podemos seguir
preguntando? ¿Cómo puede ser diferente la contestación? ¿Cómo puede haber estado en lo
correcto nuestra tradición entonces, y correcto ahora, si las contestaciones se contradicen?
Preguntas como estas son, de hecho, el porqué es importante para nosotros considerar
teología. La manera que comprendemos a Dios ser, y qué pensamos Dios quiere, directamente
afecta cómo vivimos nuestras vidas. ¿Somos fieles? ¿Comprendemos el llamamiento? Estas son
preguntas con las que debemos luchar y traerle a Dios. Yo no digo que tengo toda la verdad
sobre el tema, pero espero que algunas de mis luchas puedan ayudarles.

Respuestas Inusuales de Dios a Preguntas


Uno de los más importantes papeles de la divina presencia de Dios es de dar respuestas
inusuales.
¿Abraham tendría hijos con Sara? La edad contestó esa pregunta. Dios proveo otra
respuesta. El poder romano contestó la pregunta de si algo podía ser contrincante a su poder,
cuando soldados crucificaron a Jesucristo. Dios tuvo una diferente solución.
Moisés respondió a la zarza ardiendo que él no era digno de servir, contestando la
pregunta. Jonás decisivamente contestó la pregunta de si sí o no iba a Nínive en respuesta al
llamado de Dios. La ley claramente contestó la pegunta de cómo una comunidad debe tratar con
una mujer atrapada en adulterio.
Israel comprendió que Dios mandaría a un mesías para liberarlos de sus opresores
romanos por medio de acción militar. Los discípulos comprendieron que los niños iban a
molestar a Jesús y deben de ponerse en su lugar. Los fariseos dando la cena comprendían que si
Jesús era verdaderamente santo, no dejaría que la mujer lo tocara.
En Gálatas, Pablo sugiere que Jesús no vino a romper la ley, sino a llevarla a cabo, a
dirigir a la gente hacia una nueva comprensión: El corazón de la ley es relaciones y amor. En
Hechos, Pedro enfrenta una nueva comprensión de la misión a los gentiles que derrumba sus
convicciones de que la ley demanda.
La comprensión humana de Dios ni tan siquiera disminuye el paso de Dios.
¿Estamos dispuestos a aceptar que es posible que el Espíritu Santo susurra a nuestra
comunidad y tiene una nueva comprensión que no podemos reconciliar con nuestras previas
comprensiones? ¿Si no podemos aceptarlo en nuestras propias mentes y corazones, entonces le
podemos decir a Dios, “No tienes más que decir sobre el asunto”?
¿Está nuestra comunidad de fe aún escuchando, aunque Dios tiene diferentes
contestaciones a las preguntas que consideramos fundacionales? ¿Podemos escuchar una nueva
contestación que nos puede cambiar?

Dios Nos Llama


“Comunidad de Cristo,” su nombre, dado como una bendición divina, es su identidad y su
llamamiento. Si disciernen y abrazan a su significado pleno, no solo descubrirán su futuro, sino
llegarán a ser una bendición para toda la creación. No tengan miedo de ir a donde les señala ir.”
Doctrina y Pactos 163:1
Comunidad de Cristo tiene un lugar único en este mundo. Tenemos una experiencia
única y perspicacia para ofrecerle al mundo—no por ser igual que todos los demás, pero por
confiar en el Espíritu Santo que puede unirnos a todos.
Estamos expandiendo nuestra comprensión del convenio de Dios con el mundo. Como
una comunidad, estamos trabajando por medio de nuestra comprensión de qué quiere decir el
llamamiento de Dios a nosotros en este tiempo. ¿Cómo contestaremos? ¿Qué es una respuesta
fiel a la persuasión sutil de Dios de reclamar más de nuestra visión, de ser quien Dios quiere que
seamos? Continuamos a confrontar esa pregunta como un pueblo profético.

Bautismo: Una Decisión Diaria del Discípulo


Por Linda Booth

Se recomienda a todos los miembros de la iglesia que examinen su nivel de


compromiso bautismal. Haber sido bautizados y confirmados, los vuelve
completamente inmersos en la vida de siervo de Cristo. Vivan diariamente el
significado de su bautismo a medida que crecen en las habilidades y cualidades del
discipulado. Apoyen activa y generosamente los ministerios de la iglesia, la cual fue
establecida por la divinidad para restaurar el pacto de paz de Cristo, incluso la Sión
de sus esperanzas. —Doctrina y Pactos 164:3a–b
Muy apenas recuerdo mi bautismo. Sólo tengo una imagen breve de mi abuelo
esperándome en el agua. Recuerdo teniendo frio en el agua y sintiendo alivio cuando mi madre
me envolvió en una toalla.
Probablemente me preparé para bautizarme por tomar clases en mi congregación en
Independence, Missouri. Sencillamente no recuerdo.
El bautismo era un rito de paso para todo niño de ocho años que quería tomar su lugar en
la congregación de creyentes, recibiendo jugo de uva y pan que representaba a Jesús, que “ama a
todo los niños, todos los niños del mundo.”
No como los temprano cristianos quienes pasaron por rigorosa y larga preparación para
bautismo o confirmación, sobre los años muchos en la Comunidad de Cristo han recibido
relativamente breve instrucción. Examinando su compromiso bautismal usualmente venía
después.
Doctrina y Pactos 164:3 recomienda a todo miembro de tomar en serio el compromiso o
convenio que hizo en las aguas bautismales. Este convenio sagrado requiere una mayordomía
íntegra, discipulado caro, y siempre luchando de “ser fiel a la visión de Cristo y el Reino apacible
de Dios sobre la tierra.”
La visión de Cristo es basada en la promesa de Dios que seres humanos viviendo
relaciones saludables y amorosas crearían un mundo pacífico. “Morará el lobo con el cordero, y
el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y
un niño los pastoreará.” (Isaías 11:6)
Cristo invita a todos a experimentar la paz entre el conflicto de la experiencia humana.
Acción para cambiar la vida es requerida: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día y sígame.” (Lucas 9:23).
Jesús no estaba hablando de una cruz interior, espiritual, o mística. Él se estaba
refiriendo a hacer decisiones costosas. Llevar la cruz no era un pensamiento de una vez, pero una
decisión diaria de convertirse en estar plenamente emergidos en la vida de siervo de Cristo.
Jesús nos demostró como cuando él “puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies
de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.” (Juan 13:5) En este hecho
sencillo, Jesús usó herramientas de esclavos, la toalla y el lebrillo, para borrar las barreras entre
maestro y siervo, llamándoles a cada uno ser siervos humildes el uno del otro.
Emergiéndonos en la vida de siervo de Cristo quiere decir amar y servir a personas que
son diferentes y aún difíciles de amar. Jesús enseñó a sus discípulos de que deberían “amar al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente;
y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10:27) Él siguió este mandamiento con la parábola del
buen samaritano, que fue un llamado a la acción.
Jesús vio el valor inestimable e igual de toda persona, que molestó a muchos quienes
juzgaron y clasificaron el valor de una persona por clase, raza, género, edad y nivel económico.
Jesús comió con pecadores e hizo amistades con los coleccionistas de impuestos odiados.
Alcanzó a ambos los samaritanos y a los gentiles, dio la bienvenida a la prostituta que lo ungió
con perfume, sanó al enfermo, y proclamó que el reino estaba entre ellos. Él invitó a todos que
siguieran su ejemplo por tratar a toda persona con ternura y respeto, construyendo relaciones
sanas basadas en amabilidad y aceptación.
Doctrina y Pactos 164:3 nos dice que el vivir diariamente el significado de nuestro
bautismo requiere que crezcamos en habilidades y cualidades de discipulado y activamente y
generosamente apoyemos los ministerios de la iglesia. Nuestros bautismos marcan nuestro
llamamiento común de llevar vidas centradas en Cristo como sus discípulos.
Cuando decidimos vivir nuestro discipulado en la Comunidad de Cristo, también nos
comprometemos a apoyar enteramente y generosamente los ministerios de la iglesia en nuestras
comunidades, congregaciones, y el mundo. Este compromiso es local y global. Toda persona es
hijo/a de Dios y son merecedores al “generosamente compartir la invitación, ministerios, y
sacramentos por los cuales las personas pueden encontrar al Cristo Vivo quien sana y reconcilia
por medio de relaciones redentoras en la comunidad sagrada.” (Doctrina y Pactos 163:2b)
Párrafo tres de la sección 164 nos recuerda que la Comunidad de Cristo fue establecida
por la divinidad para restaurar el pacto de paz de Cristo, incluso la Sión de sus esperanzas.
Cuando discípulos comparten los ministerios de la iglesia, ellos restauran el pacto de paz de
Cristo en lugares como Kentucky en los EE.UU., donde uno de los pastores retó a la
congregación comenzar un club de paz para los niños.
El Club de Paz comenzó con unos pocos de niños invitados. Dieciocho meses después
había casi 60 niños y jóvenes. Durante mi visita, escuche historias de niños, la mayoría criados
por madres solteras. El amor de Jesús, expresado por discípulos dedicados, estaba transformando
sus vidas.
Hable con un hombre recuperándose de su adicción a drogas, quien admitió nunca había
creído que la religión era importante. Sin embargo, su hija e hijo adolescentes iban al Club de
Paz. Comenzaron a comportarse mejor en la escuela y había más paz en su hogar. Cuando sus
hijos le preguntaron que si se podían bautizar, él pensó que debería ver por él mismo esta
Comunidad de Cristo que patrocinaba este Club de Paz.
El amor incondicional que le fue demostrado a él y sus hijos lo asombró. Dijo que Jesús
ahora era real para él por como esta gente vivían sus vidas y trataban a su familia. Él fue
bautizado, y se siente llamado a compartir el amor incondicional de Jesús con otros.
Una de las mujeres de la congregación me dijo que los niños del Club de Paz eran como
de ella misma. “Por la primera vez en mi vida,” dijo Betty, “comprendo lo que quiere decir ser
un discípulo de Jesucristo.”
Betty y los otros discípulos viven su convenio bautismal diariamente como discípulos
comprometidos de Jesucristo. Al generosamente apoyar los ministerios de la iglesia, Sión es real
por el amor incondicional de Jesús fluye a todos.

Bendiciones de Comunidad
Por Urbain Mbenga Mpiem Ley

Los Principios Duraderos nos invitan a crear comunidades que da


bendición a todos los miembros.
El término “bendición” lleva varias definiciones dependiendo en
su uso contextual secular o religioso. Para el primero, es un acto o
consentimiento dado a alguien. Para el otro, habla de una protección
divina o un favor y la gracia de Dios.
La pregunta es si es posible vivir las bendiciones en nuestra
comunidad mientras viviendo en un mundo abrumado con dificultades e
individualismo. Como un pueblo de fe, creemos que es posible cuando el amor, paz, justicia,
solidaridad, y compasión reina para las almas.

Bendición, Una Práctica con Raíces


Comprendido como un favor, bendiciones en comunidad surgen de una tradición bíblica
que se enfoca en los comportamientos o acciones. Esto ha sido la base de la promesa entre Dios y
su pueblo desde Abraham: “Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré, y haré tu nombre
grande, para que tú seas una bendición. (Génisis 12:2)
Esta es la mejor manera de comprender un proverbio Africano: “Una vez nacido, un niño
ya no es de la madre, sino de la aldea o comunidad.” Sociedad entonces se convierte en el vaso
mientras la persona actúa como mayordomo y recipiente de esa bendición. Esto implica
obligaciones para la persona hacia la sociedad y para la sociedad hacia la persona.

Condiciones de Bendiciones en la Comunidad


Las escrituras demuestran que bendiciones pueden derramarse sobre una comunidad que
realice condiciones: “…Si vienen en unidad y amor, yo les bendeciré con un derramamiento de
compasión, tanto los unos para los otros, como para el mundo al cual son enviados.” Doctrina y
Pactos 157:17).
Así para una comunidad reclamar que encarna el convenio social de bendiciones, sus
miembros deben ver comunidad como un grupo donde
• Personas comparten metas comunes;
• Individualismo desaparece en diversidad
• Solidaridad, amor, y compasión para las almas es claro
• Miembros hacen decisiones responsables con resultados positivos, no destructivos
• Miembros se olvidan de sí mismos, apoyan al débil, se animan el uno al otro, y
plenamente aceptan sus responsabilidades sin importar las circunstancias. Es una
comunidad donde los miembros son “la sal de la tierra y la luz para el mundo” (Mateo
5:13—14 adaptado).

“Rock of Ages”
La congregación “Rock of Ages” en Kinshasa, República Democrática del Congo, es un
testimonio viviente de las bendiciones en congregaciones. Fue entre una de las primeras
congregaciones creadas por medio de Transformación 2000, un programa de alcance de la
Comunidad de Cristo.
Desafortunadamente, al principio de 2009, una disputa tembló la congregación. Muchos
miembros se fueron. Cada congregación en Kinshasa se unió, ayudando con un plan de
reorganización desarrollado por el centro de misión.
Después de tres meses, el resultado era más que alentador. Muchos miembros
regresaron, y nuevos miembros se unieron. Adicionalmente, respuesta a recaudar fondos nos
permitió construir una fosa séptica.
Eso demuestra que aún en destreza, cuando “seguimos a Cristo en el camino que nos
dirige a la paz de Dios,” bendiciones de todo tipo pueden ser reveladas (Doctrina y Pactos
163:2a).

Viviendo Tu Bautismo Diariamente


Por Carlos Enrique Mejia

Se recomienda a todos los miembros de la iglesia que examinen su nivel de


compromiso bautismal. Haber sido bautizados y confirmados, los vuelve
completamente inmersos en la vida de siervo de Cristo. Vivan diariamente el
significado de su bautismo a medida que crecen en las habilidades y cualidades
del discipulado. Apoyen activa y generosamente los ministerios de la iglesia, la
cual fue establecida por la divinidad para restaurar el pacto de paz de Cristo,
incluso la Sión de sus esperanzas. El Cristo Eterno invita a quienes todavía no
han experimentado las bendiciones del bautismo a “Seguirme en el camino de la rectitud y la paz”. Sean
bautizados de agua y con el Espíritu y descubran su hogar espiritual como un miembro completamente
activo del cuerpo. —Doctrina y Pactos 164:3a–c

Cuando alguien te da un consejo sobre un tema en particular, puede que sea porque hay
una falta o debilidad. Lo demás quizá no está tomando cuidado con cierta área de sus vidas.
Es importante pensar el porqué Dios nos da consejo o recomendación en la escritura de
arriba. ¿Qué quiere decir vivir en tu bautismo diariamente para ti? ¿Qué significancia tiene ese
día para tu discipulado?
En mi vida persona cuando yo recuerdo mi bautismo, yo defino ese día, el 2 de
septiembre, 1984, como un día de compromiso y promesa. ¿Por qué?
1. Le di a Dios mi vida. Me comprometí con Él. Prometía a seguirlo y servirle.
2. Al final del servicio de bautismo, un ministro me dijo que leerá Isaías 41:10.
Tiene una promesa ahí que jamás me ha fallado.
3. Le pedí a mi entonces novia ser mi esposa. Me dijo que sí.
Cuando recuerdo esto, veo que Dios ha sido bueno y fiel. Dios nunca me ha dejado, aun
cuando yo le he fallado a Él. Continuo haciendo lo mejor que puedo para mantener mi
compromiso.
Recientemente escribí en mi página de Facebook sobre este mismo asunto, y una
periodista amiga mía que no es miembro de la iglesia respondió: “Gracias por recordarme, en
realidad necesitamos compromiso.”
Esto me hizo preguntarme, “¿Esta es la razón por lo cual se nos pide hacer esto? Se nos
merece preguntarnos a nosotros mismos, “¿A qué nivel de compromiso llegue hoy?”
No podemos responder generosamente o crecer en nuestras habilidades o discipulado si
no honramos nuestro compromiso cada día. No podemos hacerlo si no hay motivación para gozar
de las bendiciones de ese sacramento.

Renovado a Servir
Por Robert Wanga

Durante mi temprana niñez en África, seguido comíamos juntos de un


plato común. A mi abuela le encantaba que vinieran a visitarla sus hijos y nietos
durante la navidad. Ella preparaba una gran comida y nos invitaba a muchos a
compartirla. Servía las comidas en grandes charolas puestas en medio de unos
tapetes en el piso. Sus huéspedes se sentaban alrededor de las charolas.
Orábamos, y luego todos metían sus dedos a la mezcla de arroz frito, carne, y
papas.
A veces tenía miedo que no iba a ver suficiente, pero siempre comíamos más que lo suficiente.
La Cena del Señor es otro tiempo de celebración, reuniéndonos para comer una comida y venir
con gozo. La congregación se reúne para recordar la vida, muerte y resurrección, y continua presencia de
Cristo. Anunciamos nuestra liberación del pecado, hecha posible por nuestro arrepentimiento y renovación
de nuestra promesa de seguir a Jesús.
También experimentamos la libertad de asociarnos el uno con el otro, no importando nuestras
diferencias. Ponemos a un lado nuestros prejuicios y luchas para tomar copas idénticas y el pan.
Audazmente anunciamos nuestro deseo de andar juntos como compañeros en el camino de discipulado.
Nuestra confianza viene de la tela de comunidad, donde nadie necesita caminar solos. Al comer juntos, la
comida nos hace humildes y nos da energía para el viaje adelante.
Al compartir comunión, crecemos el cuerpo de creyentes. Nos aseguramos que el débil, enfermo,
y desanimado ya no está solo o desolado. Aquellos que se han desviado del camino reciben nueva vida.
Nadie está más allá de la redención. El cuerpo quebrantado y la sangre de Cristo toman nueva definición y
poder de traer renovación y poder.
El pan representa el cuerpo golpeado y quebrantado de Cristo. Une al que come de él con el que
sufrió. Compartiendo el pan proclama una disponibilidad de cada discípulo de ir a donde Cristo llama y
manda.
Cuando venimos a la mesa del Señor, renovamos nuestro convenio con Jesucristo, el pan viviente.
Podemos dejar la mesa nutridos para dar vida a otros sufriendo en los lugares donde Cristo nos manda.
En la mesa sentimos nuestra conexión el uno con el otro y rechazamos el materialismo
individualista que encontramos en el mundo. Emocionalmente, físicamente, y espiritualmente, estamos
atraídos a apreciarnos el uno al otro como el cuerpo de Cristo. Acordamos la enseñanza del Apóstol Pablo
sobre un cuerpo, un bautismo, un Señor. En la mesa nos volvemos un cuerpo con Cristo y el uno con el
otro. Nuestro individualismo y egoísmo se derriten al comer el pan y tomamos la bebida de la vida.
Consecuentemente, las palabras de Cristo suenan fuerte: El que come y bebe de mí jamás tendrá hambre o
sed.

© 2010 Community of Christ Copyright Corporation


Todos los Derechos Reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse sin el permiso escrito por la
Comunidad de Cristo. Independence, Missouri, USA

You might also like