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Qw3
[Volumen 2, N° 59]
http://www.youtube.com/watch?v=kv65JDusJsE
Nuestro Vicario, P. Juan
Mucho que agradecer
Consagrar la vida
Decir hoy que la Iglesia está viviendo momentos difíciles es prácticamente un lugar común.
Pedofilia, abusos de poder, secretismo, ocultamiento de la verdad, doble estándar, pérdida
de credibilidad… sin duda que podrían achacársele todavía más apelativos a esta Iglesia
que sufre, se duele y se avergüenza por mucho de lo que ha salido a la luz pública este
último tiempo.
En medio de toda esta batahola, partía hace un par de semanas a los Ejercicios Espirituales
que serían la antesala de mi consagración perpetua a Dios por medio de mis votos de
castidad, obediencia y pobreza en la Compañía de Jesús.
Podría sonar raro pensar en que alguien quisiera subirse a ese bote. Al menos varios amigos
me lo habían mencionado así. Recordaba esto el día de mis votos, cuando miraba a Pepe
Donoso SJ celebrando feliz 70 años de vida en la Compañía, o cuando pensaba en Miguel
Yaksic SJ ordenándose de sacerdote después de más de doce años de formación. De
momento se me vinieron a la cabeza los últimos votos de Marcelo Gidi SJ y dije, para mis
adentros, “no soy el único chiflado que aún así, con todo lo que pasa, lo único que quiere es
continuar proclamando su enamoramiento radical a Jesús”. Pepe, Miguel y Marcelo, con
sus respectivas consagraciones, me decían que el camino era largo y a veces árido, pero a la
vez ancho, firme y lleno (llenísimo) de felicidad.
Porque Dios me ha regalado la posibilidad de estar con los más pobres haciendo de mi vida
una constante aspiración a seguir su ejemplo; porque el Señor me ha llamado a poner el
corazón no en una mujer determinada, con nombre y apellido, ni en una familia propia, sino
que en el prójimo que Él quiera presentarme. Porque Jesús me ha dado la posibilidad de
consagrarme siendo enviado a dónde haya mayor necesidad de anunciarlo.
Sé que es difícil. Más aún en una época que se declara total enemiga del esfuerzo, de la
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constancia y de los caminos complicados; una época que securitiza todo (no vaya a ser que
salgamos perdiendo en algo). ¡Cómo vamos a perder, si la vida está hecha para el win-win,
para el triunfo y el éxito rápido e instantáneo! Yo soy parte de esto, y por eso digo que no
es pan comido.
Pero hoy veo el camino recorrido y digo feliz que si esto es así, pues que entonces yo
quiero perder. Que quiero perderme en ese amor de Jesús que se vuelca con loca
predilección por los afligidos, los pobres, los privados de libertad, los enemigos y los
pecadores. Porque precisamente yo me reconozco como uno de ellos, como un pecador
más, llamado precisamente desde mi fragilidad a servir a Jesucristo en los demás. Porque la
Compañía me mostró que para seguirlo a Él no debo disfrazarme de un ser perfecto y
desvinculado del mundo, sino que todo lo contrario, que es precisamente en mi
vulnerabilidad donde estalla su gracia. Que desde mi propia y más profunda humanidad
Dios quiere mi consagración. ¿Acaso puede haber mejor noticia que ésa?
Sus oraciones cobran mayor importancia, dado que la misión a la que son
mandados los Equipos (Primarios y de Casa), es tierra sagrada y su éxito se
basa en nuestra capacidad de mantenernos: en una comunicación íntima con el
Señor, transformándonos en una Comunidad de Amor, sirviéndole a Él.
Esto está tan hermosamente expresado por Pío XII: “Tremendo misterio éste
que de las oraciones y voluntarios sacrificios de unos pocos, depende la
salvación de muchos".
Asesores Espirituales
P. Raúl Ulloa.
P. Cristian D’Haldat
Los Equipos van a servir a los nuevos cursillistas y nosotros asumimos nuestro
compromiso de ser “Retaguardia orante”.
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