Í n d

Nodo
“El bienestar humano depende de la biodiversidad”. 5
Entrevista con Roberto González Tamayo
Laura Solórzano y 3C

Ciencia, universidades públicas y su contribución al 13

conocimiento de la biodiversidad
Lázaro Rafael Sánchez–Velásquez, Ma. del
Rosario Pineda–López, Patricia Geréz–Fernández
y Rogelio Lara González

Estado del arte de las ciencias biológicas y ambientales 19

Mario Ramírez–Martínez, Yolanda Feria–Cuevas
y Alfredo I. Feria–Velasco

Biodiversidad y funcionamiento de 27
ecosistemas de zonas semiáridas de México
Francisco Martín Huerta Martínez, Alejandro
EDITORIAL 4 Muñoz Urias, Cecilia Neri Luna y Claudia Aurora
Uribe Mu

La costa de Jalisco y sus habitantes: 39

historias de gente, biodiversidad y ecosistemas
Alicia Castillo

Los gigantes del mar. La ballena jorobada 47

en Puerto Vallarta, Jalisco
Ricardo Barraza Figueroa

Diversidad de comportamiento 55
en moscas de la fruta
Diana Pérez–Staples

Importancia y diversidad de los escarabajos (Cleoptera) 61

José Luis Navarrete–Heredia

El campo sonoro de la biodiversidad 75

Sandra Gallo Corona

directorio
Marco Antonio Cortés Guardado
RECTOR GENERAL
Miguel Ángel Navarro Navarro
VICERRECTOR EJECUTIVO
José Alfredo Peña Ramos
SECRETARIO GENERAL
Ana Rosa Castellanos Castellanos
COORDINADORA DE VINCULACIÓN
Y SERVICIO SOCIAL
Arturo Verduzco Godoy
JEFE DE LA UNIDAD
DE VINCULACIÓN Y DIFUSIÓN
DIRECTOR DE LA REVISTA
Arturo Verduzco Godoy
CONSEJO EDITORIAL
Alfredo Feria Velazco, Sarah Corona
Berkin, Ana Rosa Castellanos
Castellanos, Marco Antonio Castillo
Morán, María Eugenia Suárez,
Arturo Verduzco Godoy, Adrián
Acosta, David Ávila Ramírez, José
Luis Iturrioz Leza, Francisco Partida
Hoy, Gerardo Hernández Grover.
i c e
antillano en llamas
Poemas a la biodiversidad 79
Laura Solórzano (selección)

Sobre el ser de lo cultural y lo cultural del Ser

Francisco Partida Hoy 89

Pensamiento crítico en el quehacer artístico

Luis Camnitzer 93

separata
Entrevista a Omar Nava 83
3C

terra patria
Una ventana al cerebro 105
Alberto Morales Villagrán

El lenguaje eléctrico de las neuronas

(sinapsis eléctricas) 111
Laura Guadalupe Medina Ceja

El lenguaje químico de las neuronas 119

Silvia Josefina López Pérez

media
Animalia / Gusanos de maguey 125
José Luis Navarrete–Heredia

Hora Zulu. Historias de navegantes 127

Raúl Ruiz Moreno

EDITOR PRODUCCIÓN IMPRESIÓN 3C Conocimiento + Cultura + Ciencia.

Francisco Partida Hoy Tres60 Editores Imprejal, sa de cv
Nicolás Romero núm. 518, Publicación cuatrimestral de la Universidad
ASESORA DE ARTES VISUALES DISEÑO ORIGINAL Col. Sta. Teresita, de Guadalajara, Unidad de Vinculación y Difusión,
PARA ESTE NÚMERO Ricardo Romo Guadalajara, Jalisco, México. Coordinación de Servicio Social, Vicerrectoría Ejecutiva.
Redacción y suscripciones:
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(33) 3825-0266, 3825-0985, 3825-9292, 3826-7945.
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN DISTRIBUCIÓN Y
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Ilustra este número Rocío Calderón Prado COMERCIALIZACIÓN Domicilio: Av. Hidalgo 919, Sector Hidalgo,
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Precio: $30.00
 editorial
Asumir a la biodiversidad no es un asunto natural sino de abrumadora acumulación de historias humanas que
practican relaciones en el preciado megamundo en el que nos encontremos en la divergencia sin anularnos. Renun-
ciemos al falso enfrentamiento entre conocimiento y naturaleza para poder instalar en el descubrimiento la vida y
sus posibilidades de diversificarla porque nos comunica, agrupa, enriquece, humaniza, el respeto a la vida. Somos
únicos y no podemos vivir sin los otros.

La biodiversidad no es en sí sino como la pensamos, relacionamos, comunicamos, estudiamos, aprovechamos; la

biodiversidad es, o debería serlo, apreciación elemental del nosotros mismos, por lo que en un consenso básico de
civilidad, esta debería estar fuera de las discusiones en las que se le regatea o anula. La biodiversidad es principio
ético a asumir, entenderla es inteligencia mínima que obliga actuar en su aliento, aprecio; no es esfuerzo de negocia-
ción sino cualidad común de acuerdo que demuestre que al menos, en términos de biodiversidad, hemos entendido
las lecciones de que lo vivo en diversidad nos espeta su sustancia indispensable.

No esperemos entrar al mundo de la novela The Road (Cormac McCarthy, 2006), en el que los caminos humanos
son prácticamente todos de regreso, y lo único que nos quede sea la estela del repertorio de los errores del actuar
humano, habitemos un planeta piltrafa, dañado, en el fondo de su exhausto abismo de mugrero.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, ha declarado al 2010, año Internacional de la Diversidad Biológica,
cuyos propósitos están centrados en destacar la importancia de la biodiversidad en la vida humana; reflexionar
sobre nuestros logros en la conservación de la biodiversidad, y alentar a redoblar nuestros esfuerzos para reducir
significativamente el ritmo de pérdida de biodiversidad. Desde 3C, asumimos y colaboramos en dichos objetivos,
que desde luego entendemos como permanentes. Dejamos la voz al poeta José Emilio Pacheco (Premio Cervantes
2009):
1
Abrir los ojos. Aún hay mundo. Cerrarlos.
Ver las tinieblas prenatales. Allí
algo como un regreso al principio del todo.
Soy una amiba, un protozoario, un pez
que milenariamente va saliendo del agua.*
Con espasmos de asfixia me interrogo
sobre el planeta humeante.
Me adentro en tierra firme. Ya respiro.
Avanzo a rastras. Soy reptil pulmonado.
Y ahora me brotan alas: mis escamas
se han transformado sin saberlo en plumaje.

* Esto que aquí se trompe y se rehace se llama el mar.

José Emilio Pacheco.

Desde Entonces, IV, Jardín de niños. 1980.

Arturo Verduzco Godoy


“El bienestar humano depende
de la biodiversidad”
Roberto González Tamayo (1945)
es ingeniero, botánico y profesor
del Instituto de Botánica de la
Universidad de Guadalajara. El
19 de noviembre de 2004, la
Universidad de Guadalajara y el
Centro Universitario de Ciencias
Biológicas y Agropecuarias, lo
nombraron Maestro Emérito por
sus invalorables aportaciones al
conocimiento de las orquídeas
mexicanas y su destacada labor
docente en esta casa de estudios.
Se le deben numerosos aportes
en reclasificaciones de orquídeas
mexicanas en colaboración con
otros autores, y la creación
del género Hagsatera de la
familia Orchidaceae en 1974,
con dos especies de orquídeas
anteriormente clasificadas en el
género Encyclia.
Fuimos a la casa del maestro eméri-
to Roberto González Tamayo para
hacerle una entrevista con respecto
al tema de este número, la biodiver-
Entrevista al maestro emérito
Roberto González Tamayo
sidad. Una semana antes le entrega-
mos las preguntas para que pudiera
reflexionar sobre ellas con anticipa-
ción y no tomarlo por sorpresa. En
cuanto nos sentamos a platicar, de
inmediato nos entregó el texto con
las preguntas y respectivas respues-
tas ya redactadas. Nos explicó que
él no cree en los protagonismos, de
manera que reunió a algunos de sus
compañeros del Instituto de Botá-
nica y en forma colectiva dieron
respuesta al cuestionario. Entre
todos redactaron el siguiente texto,
salvo la última pregunta, que hici-
mos pensando en los estudios del
maestro, especialista en orquídeas.
De esta manera empezó nuestra
conversación sobre estas extrañas
y elegantes flores. Le preguntamos
qué nos podía contar de estas plan-
tas, qué había aprendido de ellas o
los motivos de su interés. Mientras
hablaba, en el centro de la sala se
encontraba un espécimen de una
orquídea asiática de largos pétalos
color púrpura o tinto, con la que
nodo
Laura Solórzano y 3C
explicó la razón de las caprichosas
formas de estas flores, que atraen,
inducen y seducen al insecto, para
que entre en ellas y salga siendo el
vehículo del polen y, por lo tanto,
un activo protagonista en la repro-
ducción de la planta. Su saber sobre
ellas es inagotable, y el interés y el
cariño por estos seres lo han lleva-
do a realizar durante largo tiempo
investigaciones que han resultado
en el registro de numerosas espe-
cies nuevas para la ciencia en el
occidente de México. El libro que
compendia sus descubrimientos
está pendiente, y la Universidad no
debe dudar en acelerar y apoyar la
publicación de su minuciosa inves-
tigación.
nodo
¿Por qué es importante la biodi-
versidad planetaria? 5
La biodiversidad planetaria tiene
importancia porque se incrementa
la posibilidad de intercambio gené-
tico entre las especies y, con ello,
el enriquecimiento en el conteni-
 do hereditario. También aumen-
ta la capacidad de mantener un
equilibrio entre cada uno de los
integrantes que forman una cade-
na alimenticia en la que todos son
interdependientes y se incremen-
ta la probabilidad de que ocurran
mutaciones que producirán espe-
cies nuevas que enriquecerán el
material genético.
Además de ser el capital biológico
del planeta, es sumamente impor-
tante para la humanidad, porque
los ecosistemas proporcionan servi-
cios ambientales esenciales para la
vida, como la captura y almacena-
miento de agua en mantos acuífe-
ros, lagos y ríos; la producción de
alimentos a partir de los ecosiste-
mas agrícolas y pecuarios; la posibi-
lidad de extraer del medio silvestre
productos útiles como medicinas y
madera; la captura de bióxido de
carbono; la estabilidad climática;
el mantenimiento de suelos fértiles,
y el control de deslaves y arrastres
masivos del suelo por el efecto de
lluvias torrenciales, por señalar los
más relevantes.
El bienestar humano depende de la
biodiversidad. Las especies de plan-
tas, animales, hongos y microorga-
nismos que viven en nuestro plane-
ta ofrecen al humano alimento,
medicinas, combustibles y abrigo.
Por ejemplo, cuatro especies de
plantas (arroz, maíz, trigo y papa)
constituyen la fuente principal de
carbohidratos en la dieta de la espe-
cie humana. De forma similar, las
nodo
vacas, gallinas, cerdos y borregos
forman los principales productos
6 cárnicos. Sin embargo, estas pocas
especies poseen un número consi-
derable de parientes silvestres que
son importantes como fuente de
diversidad genética para mejorar a
las ya domesticadas. Estas especies
silvestres son fuente de germoplas-
ma (material que se conserva para
la permanencia de la especie o su
reproducción) y confieren resisten-
cia a plagas, enfermedades y condi-
ciones climáticas adversas.
La diversidad biótica es funda-
mental como amortiguador de los
cambios de suelo o clima, ya que
favorece la adaptación y tolerancia
de los organismos al medio. Toda
la diversidad que se encuentra en
el planeta es una inmensa colec-
ción biológica. La información
bibliográfica que intenta estudiarla,
entenderla y clasificarla representa
la estantería. Cualquier intento de
exterminarla no solo es un acto
de ignorancia sino de terrorismo
científico.
Gracias a ella, el planeta cuenta
con diferentes hábitats, escenarios
diversos de los cuales la especie
dominante se regocija con su belle-
za. Además de todos los servicios
fundamentales que la diversidad
florística y faunística proporciona
al humano. Desde el punto de vista
ecológico: para que exista la susten-
tabilidad; desde el biológico: para
que exista interacción con las espe-
cies; desde el evolutivo: para que
exista la aparición de nuevas espe-
cies y su conservación.
¿Qué implicaciones éticas y polí-
ticas lleva consigo ser la especie
dominante del planeta?
La humanidad posee la capacidad
de generar cambios en el medio
ambiente con mayor rapidez que la
naturaleza por sí sola. Esa cualidad
hace que los cambios en el entorno
no den tiempo a las especies invo-
lucradas de adaptarse y alcanzar un
nuevo equilibrio; a este respecto,
están propensos a la desaparición
los individuos que integran pobla-
ciones endémicas y aquellas que
cuentan con pocos integrantes. La
más pequeña alteración las puede
extinguir y no hay marcha atrás.
El hombre es la única especie que a
través de sus acciones puede modi-
ficar de manera drástica y radical el
funcionamiento de los ecosistemas.
Lamentablemente, en los últimos
50 años la humanidad ha efectua-
do cambios negativos y muy rápi-
dos en la diversidad biológica que
han generado sobre todo pérdi-
das en todos los niveles (pobla-
cionales, de especies y ecosis-
temas). Dentro de las amenazas
más importantes a la biodiversidad
se encuentran la fragmentación, la
degradación y la pérdida directa de
los bosques, humedales, manglares
y arrecifes de coral, entre otros.
La especie humana es parte de
la naturaleza. En otras palabras,
somos una especie más. Al igual
que el ratón, interactuamos con
otras especies y con el medio físi-
co, alterándolo. Es común escuchar
que el producto de la actividad
humana se define como artificial.
Esto es incorrecto, sin embargo,
sabemos que la alteración extrema
de los ecosistemas eliminará al final
no solo a otras especies sino a la
propia. Entonces debemos conser-
var la biodiversidad (genética, de
especies y ecosistemas) para conser-
var la propia. Tenemos la responsa-
bilidad de cuidar todas las formas
de vida como único recurso para
prolongar nuestra propia existencia
en el planeta.
Ser la especie dominante no nos
hace ser el centro del universo ni el
non plus ultra de la creación, por ello
el humano tiene la respon-
sabilidad de no alterar los
hábitats ni provocar la extin-
ción de las especies de flora o
fauna, ya que con ello conlle-
varía a su propia extinción. Es
responsabilidad de la humani-
dad proteger y conservar su lugar
de habitación y lo que en ella se
incluye.
En su opinión, ¿existe en
realidad una oposición entre
el progreso humano y el
futuro de la biodiversidad?
No, no debería existir tal
oposición entre el progre-
so humano y el futuro de la
biodiversidad. La realidad
presente parece contradecir
lo anterior porque ocurre
que se está abusando de los
recursos naturales y no se
toma en cuenta que la más
mínima modificación en el
entorno desplaza el equili-
brio existente entre los seres
vivientes y, en algunos casos,
este equilibrio no se restable-
cerá, al menos en un futuro
previsible. Un buen ejemplo
lo proporcionan los mangla-
res, que han sido destruidos
por ignorancia o ambición,
otro tanto ocurre con el creci-
miento de las ciudades, que
no se ha hecho tomando en
cuenta a la naturaleza; el uso
excesivo de los combustibles
fósiles; la contaminación,
etcétera.
Es más bien la oposición
entre el progreso humano y
el futuro de la biodiversidad,
la manera como se está cami-
nando hacia el progreso. Sin
embargo, existen procesos más
parsimoniosos y acordes con
las leyes naturales y los propios
ecosistemas. Por ejemplo, la
diversificación de uso de fuen-
tes de energía (solar, eólica) y
no solo eléctrica, materiales
biodegradables para la cons-
trucción, biocombustibles, etcé-
tera.
El problema es encontrar un
balance entre el bienestar huma-
no y la alteración que causamos
a nuestro planeta, ya que si se
consideraran todas las demás
formas de vida al entrar en juego
los productos que el hombre
desarrolla para su bienestar, segu-
ramente habría menos inventos,
pero estos serían más llevaderos
con el entorno biótico y abiótico
que nos rodea. Existe una gran
oposición entre los que quieren
progresar a costa de la diversidad
y aquellos que desean un futuro
vanguardista dentro del marco de
un planeta bien conservado.
Debemos estar plenamente cons-
cientes de que debe haber un
acuerdo de armonía y respeto
entre el progreso humano y la
conservación de la biodiversidad.
Es fundamental que las políticas
en materia ambiental sean muy
claras a favor de la biodiversidad
y, sobre todo, que se implemen-
ten de manera correcta, oportuna
y efectiva; de lo contrario, atenta-
remos en contra de ese supuesto
progreso humano.
¿Cuáles son los focos rojos de
nuestro país en materia de biodi-
nodo
versidad?
Sin duda alguna, la deforestación
de numerosas zonas boscosas, en 7
particular, en el sureste, provoca un
grave daño ecológico; la apertura
de numerosas carreteras y otras vías
de comunicación, sobre todo si su
trazo modifica en forma considera-
 ble algunos ecosistemas; la conta-
minación es un factor de riesgo,
porque afecta a todo el planeta; la
destrucción de la capa de ozono,
son todos factores que modifican
la armonía entre los seres vivos y
su entorno.
La sobrepoblación causa un incre-
mento en la demanda de satis-
factores. En consecuencia, hay
una expansión de zonas urbanas,
incremento en el cambio de uso
de suelo, sea para construcción de
fraccionamientos, fábricas, para
la apertura de cultivos o ganade-
ría, construcción de carreteras y
vías de comunicación, avance en
la deforestación y aumento de los
residuos humanos e industria-
les, contaminación de acuíferos a
través de vertederos de zonas habi-
tacionales e industrias. Hay una
falta de cultura y respeto hacia el
ambiente, y un nulo respeto hacia
la naturaleza.
o modificadas por el hombre son
un grave riesgo para la conserva-
ción de las especies nativas de una
región. La introducción de especies
exóticas que están desplazando a
las silvestres nativas de una forma
acelerada, en especial las arvenses
o ruderales, que crecen en grandes
colonias o manchones. El acelerado
y mal planificado cambio de uso de
suelo y la indiferencia ante el mal
uso de los recursos naturales, como
el agua, los bosques, el aire y el mar.
¿Cuál es la relación entre la pér-
dida de la biodiversidad biológica
y el cambio climático?
Se puede pensar que para llegar
al punto del cambio climático ya
algunas especies se extinguieron,
y este cambio causará tantos tras-
tornos que se llegará al extremo de
provocar la extinción de la mayo-
ría de las especies, inclusive de la
humanidad.
El índice de calentamiento climáti-
co es tan rápido que no permitirá
la adaptación de las especies. En
contraste, aumentará el índice de
extinción. Todas las especies serán
afectadas. Muchas de ellas son útiles
para el hombre y otras aún ni se
conocen. En algunos países, como
Canadá, ya se han hecho algunas
proyecciones y cálculos sobre la
afectación, y ha dado como resulta-
do cuantiosas pérdidas monetarias
en los cultivos forestales.
Desde mi punto de vista, son dos
fenómenos distintos pero vincula-
dos e interactuantes. Si no existiera
el hombre, seguramente se seguirían
perdiendo especies y apareciendo
nuevas a despecho de sus intereses.
La evolución siempre ha existido,
solo que el hombre con sus actos
hace que el equilibrio presente un
déficit en la biodiversidad.

Debe haber un cambio en

los hábitos de subsistencia
por otros más sanos: agri-
cultura y ganadería inten-
siva y no extensiva; control
total sobre el ciclo de
incendios; comprensión
de los fenómenos climato-
lógicos catastróficos (hura-
canes, volcanes, etcétera).

Nos debemos considerar

como una forma de vida
más y no como la que
somete a las demás para su
nodo

uso particular. Debemos

estar atentos ante proble-
8 mas como la ignorancia
de los servidores públicos
en asuntos de diversidad
biológica. La introducción
de especies genéticamen-
te alteradas (trasgénicas)
A medida que se calienta el planeta,
las especies son desplazadas a otras
latitudes. En este camino muchas
de ellas se extinguen. De manera
natural, esto ocasiona una serie de
eventos, como la especiación (la
formación de nuevas especies). Sin
embargo, de una forma tan acelera-
da como la que se vive actualmente,
solo se tienen consecuencias fata-
les. Es como una estampida, cuan-
to más grande sea, más individuos
mueren aplastados.
La presencia de un cambio climá-
tico real ocasionaría la pérdida o
disminución de las poblaciones de
especies genéticamente adaptadas a
condiciones ambientales actuales.
Desconozco si ya se han hecho esti-
maciones estadísticas de la cantidad
de especies que sufrirían un daño
severo o su posible extinción.
La relación es directa, pero el nivel
de perturbación se desconoce en
cuanto a pérdida de especies y el
posible surgimiento de nuevas.
La Universidad de Guadalajara es
pionera en estudios sobre biodi-
versidad en la región centro–occi-
dente de México. ¿Algún proyecto
en especial que quiera mencionar?
La Universidad de Guadalajara
conduce numerosos proyectos de
investigación científica en temas
como inventarios de flora y fauna,
y la relación entre organismos
diversos; también ha promovido la
protección del medio ambiente en
varios lugares del estado de Jalisco,
como es el caso de la reserva de la
biosfera de la sierra de Manantlán,
el bosque de La Primavera, la sierra
de Quila, por mencionar algunas.
Asimismo, se trabaja con diversas
tecnologías para aprovechar recur-
sos naturales.
Hoy en día, algunos de los proyectos
tienen cobertura nacional. Muchos
de estos trabajos han permitido
contribuir al establecimiento de
regiones o áreas de protección
como la biosfera de Manantlán y el
bosque de La Primavera, humeda-
les como El Salado, Chapala, Sayula
y Zacoalco.
Uno de los proyectos dignos de
mencionar es el del área protegida
de la sierra de Manantlán. La idea
original se desarrolló para proteger
al maíz perenne, que se considera el
ancestro de nuestras actuales varie-
dades, que son de gran importancia
para la alimentación de la huma-
nidad. Hay que considerar que,
además de ella, en nuestro estado se
encuentran más de 7,000 especies
de plantas, algunas de las cuales sin
duda también tendrán valor una
vez que ser realice su investigación.
nodo
9
 La publicación de la colección Flora
de Jalisco es un esfuerzo de los
investigadores para dar a conocer
la información acerca de los grupos
vegetales que habitan en el occiden-
te de México.

En este momento, la Universidad

de Guadalajara, en equipo con otras
instituciones e instancias o depen-
dencias de gobierno, trabaja en la
elaboración de la Estrategia estatal
para la conservación y uso susten-
table de la biodiversidad de Jalisco.
Este documento, una vez publica-
do, será una herramienta de gran
utilidad para asegurar el buen uso,
aprovechamiento y, en especial,
conservación de la biodiversidad,
cuando menos de la región occi-
dental. Advierto: si se implementa
de manera correcta y efectiva.

Las variedades vegetales modi-

ficadas genéticamente forman
parte de la biodiversidad. ¿Cómo
podemos conocer, proteger y
explotar nuestra investigación y
conocimiento de punta?
Para aprovechar los recursos natu-
rales, primero los debemos cono-
cer, por ello tienen importancia
las investigaciones acerca de los
inventarios de plantas y animales.
Una vez que sepamos qué y cuán-
to tenemos, se pueden planificar
futuras investigaciones que tiendan
al aprovechamiento sustentable
de esos recursos, sin modificación
sensible del entorno.

Es necesario que la legislación en

nodo

temas ecológicos se apegue a la

realidad y que las disposiciones
10 se acaten por todos; debemos ser
celosos en la protección de nues-
tros recursos y de los avances que
hacemos, y ser nosotros mismos
quienes explotemos nuestra rique-
za patrimonial, cultural y científica.
A ello deben dedicar esfuerzos las
autoridades, los empresarios, las
instituciones educativas y la socie-
dad en general.
El mejoramiento genético de plan-
tas, a través de la tecnología mole-
cular, tiene los mismos principios
que el mejoramiento convencional.
No existe evidencia de que los orga-
nismos genéticamente modifica-
dos mediante tecnología de [ácido
desoxirribonucleico] adn represen-
ten un riesgo para el hombre.
Se considera parte de la biodiver-
sidad solo a las especies silvestres,
ya que muchas de las variedades
modificadas solo sobreviven con
la participación del hombre. Otras
que escapan del cultivo suelen ser
altamente agresivas con las silves-
tres, al grado de extinguirlas de la
región.
Por otro lado, el primer paso para
llevar a cabo una explotación y
protección de los recursos es el
inventario de los mismos. Con base
en esto se puede generar todo tipo
de proyectos para obtener la infor-
mación pertinente.
En primer lugar, deberíamos consi-
derar todos los recursos naturales
que poseemos. Desafortunada-
mente no es así y ni siquiera hay
el más mínimo apoyo para desa-
rrollar investigación básica. Si no
contamos con este pilar básico de
la investigación, ¿cómo podremos
dilucidar las implicaciones de la flora
o la fauna? Por desgracia, la tecnolo-
gía nos rebasa de tal forma que sería
especular en las consecuencias de la
aplicación de tecnología de punta y
su impacto en un medio aún poco
conocido.
Las variedades vegetales deben estar
en cautiverio. Las especies modifi-
cadas son un paquete de informa-
ción genética que desconocemos.
No sabemos cómo van a reaccio-
nar ante algún evento climático o
geológico. Si estas llegan a combi-
nar su material genético con el de
las especies nativas, podemos no
ver inmediatamente sus consecuen-
cias, pero está latente una vorágine
de consecuencias desconocidas.
Para explotar el conocimiento es
necesario que existan programas
de apoyo tanto a la investiga-
ción básica como a la aplicada.
Se deben establecer verdaderas
medidas para la introducción de
ese tipo de especies; sobre todo,
debemos estar alerta y exigir que
se mantengan delimitadas estric-
tamente solo en ciertos espacios
o regiones, para que no compitan
con las demás. Debemos apoyar
la investigación básica con inven-
tarios taxonómicos, ecológicos
y filogenéticos, y promover la
conservación in situ y ex situ.
En las actividades del año inter-
nacional de la diversidad bioló-
gica, ¿cómo podemos participar
los mexicanos?
Debemos insistir en los foros
internacionales para que todos
los países, de modo especial los
que se llaman de primer mundo,
entiendan que por su actividad
industrial, y en muchos casos colo-
nialista, perjudican al planeta, y
que a la postre todos saldremos
perjudicados; de la misma manera,
los investigadores debemos exigir
un mayor apoyo gubernamental a
la actividad científica que se rela-
ciona con las ciencias ambienta-
les. De alcanzar estos propósitos,
se podrían lograr procedimientos
que disminuyan o detengan la
velocidad del cambio climático.
Debemos cambiar de actitud, es
decir, modificar nuestros hábitos
de consumo y nuestra relación con
otras especies y ecosistemas.
Podemos participar asistiendo y
aprendiendo en los eventos de
este tipo; realizando exposiciones
de fotografías, libros, arte cientí-
fico, en donde se promocione a
los talentos mexicanos que están
naciendo, que las autoridades
nacionales y mundiales conozcan
nuestros recursos sabiendo que
también están apoyando a los jóve-
nes mexicanos. Debemos promover
que los dueños de terrenos o de los
recursos cuenten con programas
efectivos de apoyo que aseguren la
conservación de la biodiversidad.
No debemos cesar de enseñar a
nuestros niños la gran importancia
que representa para nuestra super-
vivencia la protección y el respeto
hacia el ambiente natural y todos
sus componentes; inculcar valores
en las nuevas generaciones, desde
el ámbito familiar hasta el educati-
vo y social.
El mayor problema que tiene Méxi-
co es que su propia gente descono-
ce la riqueza biológica que lo rodea
y que le pertenece. Por lo tanto no
la ama y menos le interesa cuidarla
y conservarla, aún menos exige o
demanda su protección legal. Gritar
hasta que los oídos revienten que
las formas de vida existen aun a
pesar de nosotros. Solo la educa-
ción podrá salvarnos, “no podemos
nodo
querer y proteger lo que no conoce-
mos”. Cuando le preguntemos a un
ciudadano común y corriente qué 11
es el pasto y nos conteste con una
cátedra de las gramíneas, entonces
sabremos que nos encontramos
ante una reconciliación con la natu-
raleza.
 ¿Qué nos enseñan las orquídeas y
qué papel jugarían en la biodiver-
sidad de México?
Las orquídeas me han enseñado
a observar y analizar sobre todo
formas, tamaños, colores, y a rela-
cionar cada una de estas caracte-
rísticas con todas las especies entre
sí. Las orquídeas son muy evolu-
cionadas. Con respecto a ellas, no
hay acuerdo total entre los auto-
res, porque algunos piensan que
se trata de otra familia de plantas
y dan sus razones, pero esa otra
familia con la que se comparan, en
cuanto a la evolución, tiene muchas
menos especies que las orquídeas.
Las orquídeas tienen más de 20,000
especies y otros autores dicen que
hasta 35,000 en todo el mundo.
Esto vuelve muy complicado su
estudio, ya que son muy diferentes
entre sí.
A veces las características que las
diferencian no son muy aparen-
tes, pero hay que pensar que cada
forma de orquídea, cada caracte-
rística es para atraer a los insectos
o a los polinizantes, independien-
temente de que no sean insectos,
podrían ser colibríes. Ese aspecto
que tiene la orquídea tan llamativo,
sus formas tan extrañas, son para
atraer al insecto que la va a poli-
nizar, y en algunas especies es un
mecanismo muy complicado que
lo hace a uno llegar a meditar en
que parece como si pensaran. Da
la sensación de que son muy inte-
ligentes y es muy difícil quitarse esa
impresión. El mecanismo o proce-
nodo
so de polinización es siempre muy
complicado. Hay distintas mane-
12
ras en que se lleva a cabo, algunas
asombrosas. Es fascinante el estu-
dio de estas plantas.
Las orquídeas contribuyen con
mucho a la biodiversidad, por la
cantidad de especies que tienen y,
en algunos casos, por la cantidad
de individuos. Hay lugares que
cubren como si fueran pastiza-
les, sobre todo en algunos lugares
pantanosos, entre el trópico y los
polos. Cubren como pastizales, se
ve como si fuera pasto, y son miles
y miles de plantitas. Y es que no
todas las orquídeas viven en los
árboles, incluso las hay también
acuáticas. Aquí en Jalisco tenemos
dos o tres especies que viven en el
agua. Una de ellas pone sus raíces
entre las raíces del lirio y así logra
mantenerse a flote, ya que no tiene
órganos flotadores. Uno se sorpren-
de de que no tengan pensamien-
to y claro, sabemos que es por la
evolución como ha sucedido todo
esto, ¿pero qué cosa de la vida no
ha sucedido por la evolución? En
Santa Lucía, municipio de Zapo-
pan, se las puede encontrar; son
chiquitas, verdes, y con un racimo
largo y denso lleno de flores. A estas
las polinizan los zancudos, por eso
están en el agua. Y es que todo se
relaciona, eso es lo que aprende
uno, las relaciones entre los seres
vivos. Se puede ver cómo unos seres
dependen de otros y están estrechí-
simamente relacionados.
Esta es una de las cosas que se
aprende estudiando a las orquí-
deas. Yo tuve oportunidad de hacer-
lo muy bien, porque viví 12 años
en la sierra, nada más dedicado a
eso. Estuve entre Talpa y Puerto
Vallarta, en un pueblo que se llama
Cuale, un pequeño poblado. Allí
fui a meterme. En aquel tiempo, de
Talpa a Cuale era un día a pie o a
caballo, y era una vereda estrechísi-
ma, cruzando por desfiladeros.
Aquí, en el occidente de México,
hemos encontrado hasta ahorita,
mis compañeros del Instituto de
Botánica y su servidor, 570 espe-
cies, pero es probable que el núme-
ro verdadero sea cercano a 700.
Faltan muchos lugares por explo-
rar. Se puede decir que Jalisco es
uno de los estados con más diver-
sidad animal y vegetal, con mayor
diversidad biológica de México.
En parte, por la gran cantidad de
montañas y por lo abrupto de ellas
y, en parte, por los valles centrales.
Pero, además, su situación geográ-
fica se presta mucho a esa riqueza.
Se pueden encontrar en las cerca-
nías de Puerto Vallarta especies
que son de Sudamérica. ¿Cómo se
brincan del Atlántico y de Sudamé-
rica, y llegan hasta acá? No lo sabe-
mos, quizá se debe a las corrientes
de los vientos y ciclones. Entonces,
Jalisco es uno de los estados que
tiene, como le menciono, mayor
riqueza biológica, pero a la vez está
siendo rápidamente destruido. Por
este motivo, se deben apresurar las
investigaciones de ciencia básica,
como pueden ser los inventarios
florísticos y zoológicos, así como
buscarles un uso adecuado, esto
sin descuidar las investigaciones de
ciencia aplicada.
Ciencia, universidades públicas y
su contribución al conocimiento
de la biodiversidad
Lázaro Rafael Sánchez–Velásquez, Ma. del Rosario Pineda–López,
Patricia Geréz–Fernández y Rogelio Lara González*

La ciencia
y sus implicaciones
en la sociedad
Existe una amplia diversidad de
definiciones de ciencia, pero se
puede resumir como un proceso de
generación y validación de conoci-
mientos: su finalidad es la búsque-
da de la verdad y su principal herra-
mienta es el método científico. La
ciencia es dinámica y, por naturale-
za, agnóstica; la respuesta a pregun-
tas científicas siempre plantea
nuevas preguntas y nuevos paradig-
mas. Una característica dentro del
quehacer científico es que la prime-
ra autoridad es la razón y la última
razón es la autoridad (Gutiérrez
Sáenz, 1990). Desde que ocurrió la
exaltación de la razón por encima
de los dogmas, se ha desencadena-
razón por la cual los científicos son
críticos, muy autocríticos y, presu-
miblemente, con cierto grado de
rebeldía. La razón sobre la autoridad
intelectual ha fortalecido la objeti-
vidad de la ciencia.
El escepticismo es parte fundamen-
tal del quehacer científico: implica
una actitud crítica ante los hechos
y fenómenos naturales y sociales.
En la ciencia, las teorías y explica-
ciones no se aceptan sin discusión y
convencimiento, no se admiten las
explicaciones del tipo “porque sí” o
“porque Dios quiere” (Miramontes
y Cocho, 2002).
Dentro del argot académico, la cien-
cia se ha clasificado, desde un enfo-
que utilitario, en básica y aplicada.
El conocimiento generado por la
ejemplo, rayos x, control biológico
de plagas, restauración ecológica).
En general, gracias a la investigación
básica, la sociedad puede hacer uso
de la electricidad, amplios medios de
comunicación y difusión, y se ha
podido elevar la esperanza de vida
de 20–30 años (edad media) hasta
los 80 (en la actualidad) (Sagan,
2002). No se encuentra una justifi-
cación académica para clasificar a la
investigación en aplicada y básica,
que no sea de una manera utilitaria.
Cuando se hace esta clasificación y
se deciden los temas y prioridades
de investigación de un país o una
región por un grupo reducido de
administradores o financiadores
de la ciencia —sin considerar la
gran diversidad de temas científi-
cos—, se está frenando la posibili-
dad de hacer una ciencia indepen-
nodo

do una revolución de las concien- ciencia no siempre ha estado diri- diente e integral.
cias que ha llevado al racionalismo gido hacia su aplicación, aunque
a doctrina filosófica y actitud ante muchas veces sus aplicaciones a los Es claro que el conocimiento no es 13

la vida (Köppen, Mansilla y Mira- problemas concretos de la sociedad monodisciplinario; está centrado
montes, 2005). Quizá esta es la son relativamente inmediatas (por en la definición del problema, no

* Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada de la Dirección General de Investigaciones de la Universidad Veracruzana, campus para la
Cultura, las Artes y el Deporte (correo electrónico: lasanchez@uv.mx).
 en la disciplina, y se ha desplaza-
do de los ámbitos académicos para
acercarse a los ámbitos productivos,
con lo que ha tenido que demostrar
su pertinencia social (Licha, 1996).
En este sentido, entra en juego
la posibilidad de considerar a las
universidades como detonadores
del desarrollo sustentable de las
regiones.
La investigación científica no se
debe considerar como la panacea
para la solución de los problemas
complejos que presentan las socie-
dades. Sin embargo, sí contribuye
de manera significativa a mejorar la
calidad de vida y al fortalecimiento
de la democracia; entre más infor-
mado esté el ciudadano común,
más elementos tendrá para partici-
par en la toma de decisiones relacio-
nadas con el manejo de su entorno
ecológico y social. Un ciudadano
con información científica objeti-
va podrá tomar mejores decisio-
nes hacia las políticas socialmente
justas, económicamente viables y
ecológicamente aceptables, es decir,
se podrá comprometer de manera
objetiva con la triada del desarro-
llo sustentable. Con información,
se tendrán mayores elementos de
reflexión y habrá una participación
más activa de la sociedad dentro de
cualquier modelo de desarrollo.
Aunque para muchos el desarrollo
sustentable es un paradigma, para
otros representa solo una lluvia
de ideas que aún no ha llegado a
madurar en un modelo o paradig-
nodo
ma (Azuela et al, 1994). Los prin-
cipales enfoques del desarrollo
14 sustentable son: el campesinista,
economicista, conservacionista y
el academicista. Por ejemplo, la
sustentabilidad desde un punto
de vista de los actores no conser-
vacionistas refleja un programa de
acción de justicia social intergene-
racional e intrageneracional, así
como de custodia ambiental. Para
muchos latinoamericanos, el desa-
rrollo rural sustentable representa
a menudo una lucha por los dere-
chos democráticos y por la tenen-
cia de la tierra, más que una opor-
tunidad de conservación ecológica
(Blauert y Zadek, 1999).
No obstante, existe un consenso en
que el desarrollo sustentable debe
incluir un desarrollo socialmen-
te justo, económicamente viable
y ecológicamente adecuado, es
decir, es el desarrollo que satisfa-
ce las necesidades de la generación
actual, sin comprometer la capaci-
dad de satisfacer las necesidades de
las generaciones futuras (Comisión
Mundial del Medio Ambiente y del
Desarrollo, 1988; Azuela de la Cueva
et al, 1994). El concepto de desarro-
llo sustentable recoge los elementos
planteados en el de ecodesarrollo en
los setenta (Leff, 1994).
Las ciencias en general (sociales,
biológicas y las llamadas duras)
han dado de manera indirecta los
fundamentos para la generación
de modelos de desarrollo y, de
manera directa, para la corrección
de políticas y actividades humanas
que ponen en riesgo a la humani-
dad. Algunos ejemplos donde los
temas científicos han impactado en
la conciencia global son: la conta-
minación ambiental, el efecto de la
destrucción de la capa de ozono, el
cambio climático global, la sobrex-
plotación de los recursos naturales
y la pérdida de oportunidades en
el uso de la biodiversidad, entre
muchos otros. La ciencia es el motor
de generación de conocimiento y es
uno de los caminos viables y obje-
tivos para fundamentar y lograr las
metas del desarrollo sustentable.
Las universidades públicas
y la investigación
científica
La universidad se ocupa de la
búsqueda y la sistematización del
conocimiento y la escuela técnica
se aplica a la utilización práctica y
concreta de dicho conocimiento.
Por lo tanto, la ciencia es el compo-
nente que distingue entre una
universidad y una escuela técnica
(Pérez–Tamayo, 2002). Las univer-
sidades públicas son verdaderos
centros de oportunidades para el
desarrollo de la ciencia indepen-
diente, interdisciplinaria, multidis-
ciplinaria y trasdisciplinaria. Es en
ellas donde se realiza fundamen-
talmente la investigación en Méxi-
co (Martínez, 1993; Campo et al,
1995; Licha, 1996; Gómez Buendía
y Jaramillo Salazar, 1997; Arocena y
Sutz, 2001).
Pero la generación del conoci-
miento requiere ser financiado. El
financiamiento de la investigación
en las universidades depende, en
su gran mayoría, de fondos exter-
nos nacionales o de la cooperación
internacional. En muy pocos casos
hay presupuestos específicos para el
financiamiento de la investigación,
salvo el pago de salarios (Sebastián
y Suárez, 1995). Esto se ve refleja-
do en la proporción destinada a
la educación superior en América
Latina y el Caribe que, por ejem-
plo, para el periodo 1980–1990 fue
menor a 0.9%. Así, el presupuesto
promedio destinado entre 2000–
2005 en América Latina fue inferior
de 1.5% del producto interno bruto
(pib) (Fernández Labarra, 2006), lo
que constituye un financiamiento
insuficiente para atender las necesi-
dades de un sistema en desarrollo
y, en particular, las exigencias en
materia de investigación. En Méxi-
co, la inversión en la investigación y
la educación se ha reducido y se ha
querido reducir más en los últimos
ocho años.
Las universidades públicas pueden
ser los catalizadores del desarrollo,
fortalecer la democracia, la equi-
dad, y justicia de social. ¿Quién, si
no las universidades, puede desa-
rrollar ciencia fuera de los intereses
de los grandes monopolios agríco-
las, farmacéuticos o religiosos, con
un enfoque distinto al reduccionis-
ta y a los intereses de una minoría?
La ciencia también puede operar
de manera conjunta con los gran-
des negocios a favor de un rápido
provecho, pero en detrimento del
bien general, la voluntad y las aspi-
raciones públicas, y en contra de los
valores morales de la sociedad y la
comunidad mundial (Ho, 2001),
así como del deterioro ambiental.
¿Quién puede ser el aliado de la
sociedad y enfrentar los intereses
mezquinos a través de una investi-
gación independiente? Las universi-
dades públicas y los centros públi-
cos de investigación.
Los avances tecnológicos han creci-
do de manera exponencial; los
productos derivados de ellos se
colocan al consumo sin conocer las
implicaciones en el ambiente, los
riesgos en la salud y la desigualdad
social. La universidad pública ofre-
ce las oportunidades de reflexión y
análisis sobre el tipo de vida que
queremos llevar y en qué mundo
queremos vivir, para después dirigir
co debe dejar de ser un país poco crecimiento. Si bien es cierto que
comprometido con los intereses de el conocimiento de la biodiversi-
la sociedad, e invertir más en los dad es fundamental para cualquier
cimientos del desarrollo: ciencia y forma de uso (madera, medicinal,
educación. suelo, alimenticia, etc), las publi-
caciones sobre el conocimiento de
El subdesarrollo científico–tecno- la flora y fauna se han reducido a
lógico es, a la par, causa y conse- revistas regionales. Las revistas de
cuencia del subdesarrollo econó- alto impacto ya no se interesan en
mico social (Tünnermann, 2004). publicar este tipo de información,
El subdesarrollo se
cultiva con la igno-
rancia, y esta es el
resultado de un esta-
do mediocre en un
país rico en recursos
naturales. Es aquí en
donde las universida-
des tienen su mayor
encomienda. Una
verdadera universi-
dad promueve la libre
investigación científica
y protege la relación
productiva entre inves-
tigadores y estudian-
tes, además de que
mantiene contacto
abierto y permanen-
te entre sus miem-
bros (Pérez–Tamayo,
2002).
En general, los temas
científicos que se
abordan en Méxi-
co son muy diversos. Dentro del muchas han dejado de hacerlo
estudio y uso de la biodiversidad, desde hace más de un par de déca-
los científicos mexicanos se han das (por ejemplo, Ecology y Jour-
ganado un espacio en temas como nal of Ecology). Esa es una de las
diversidad genética, estudios etno- razones por las que este tipo de
biológicos, sistemática, biología investigaciones en México, y quizá
nodo

la tecnología hacia esos objetivos molecular, descubrimiento de también en otros países latinoa-
comunes (Tudge, 2003). Para que nuevas especies para la ciencia, mericanos, se ha reducido a revis-
las universidades públicas tengan biotecnología y ecología, entre tas y libros locales, que muchas de 15

un mayor protagonismo en el cami-
no hacia un desarrollo sustentable,
es necesario que el estado tenga
una mayor participación financiera
en educación e investigación. Méxi-
muchos otros. Los mexicanos
estamos prácticamente en todas
las principales revistas científicas
del mundo y nuestra contribución
al conocimiento científico está en
las veces ni siquiera están inclui-
dos en el Institute for Scientifique
Information (isi) ni en la lista de
revistas reconocidas por el Conse-
jo Nacional de Ciencia y Tecnolo-
 gía (conacyt). Sin embargo, no
las hace menos importantes para
nuestro país.
La universidad
y el conocimiento
de la biodiversidad
Nadie puede manejar algo que no
conoce. Así, el conocimiento de la
biodiversidad es relevante para los
países en desarrollo que aún no
han terminado con el inventario
de diversidad biológica y mucho
menos saben sus propiedades
ecológicas–funcionales y de pros-
pección biológica; lo contrario
ocurre con los países del primer
mundo, en los que ya se conoce qué
hay y dónde está.
Actualmente, la Comisión Nacio-
nal para el Conocimiento y Uso
de la Biodiversidad (conabio) ha
tenido un papel protagónico en el
apoyo económico para el avance del
conocimiento y uso de la biodiver-
sidad en México. Otras secretarías
de estado ya extintas contribuyeron
a ese conocimiento, lo mismo que
las universidades públicas. Debido
a que los estudios sobre la biodiver-
sidad (sobre todo, los inventarios
biológicos y los estudios taxonó-
micos) no tienen una aplicación
inmediata y mercantilista, y en
muchas ocasiones estas contribu-
ciones son poco redituables en
una cultura de puntitis o pilones de
productividad, esta actividad se está
hacienda cada vez menos atractiva.
¿Quién o quiénes han asumido esa
nodo
responsabilidad? Como hipótesis,
las universidades públicas, en espe-
16 cial, y los centros de investigación
públicos.
La generación del conocimiento
sobre la biodiversidad de México
es uno de los ejemplos de tema
de investigación poco redituable,
pero imprescindible (por ejem-
plo, evaluación de los trasgénicos
en los procesos ecológicos, diver-
sidad genética, conservación de la
biodiversidad, estudios de procesos
ecológicos para sustentabilidad)
para la toma de decisiones y para la
sociedad en general.
En esta sección se presentan los
resultados de la revisión que se
llevó a cabo en las revistas recono-
cidas por el conacyt (http://www.
conacyt.mx/Indice/Index_Indice.
html). Se revisaron todos los artícu-
los publicados en los últimos tres
años (2007–2009) y se clasificaron
de acuerdo con las instituciones
participantes. Se asumen las limi-
taciones de este ensayo, en princi-
pio, porque muchas revistas univer-
sitarias no están reconocidas por
el conacyt, no obstante tengan
importantes contribuciones en el
uso y conocimiento de la biodiver-
sidad (por ejemplo, Revista Ibugana,
Biotam e importantes libros edita-
dos por las mismas instituciones),
y por otro lado, por el acceso y el
tiempo del que se dispuso. Así, solo
se consideró el listado de revistas
reconocidas por el conacyt que
fueran representativas del tema
que se está abordando.
Se contabilizaron aquellos artícu-
los que tuvieran al menos una de
las siguientes palabras considera-
das como clave, o que esta estuvie-
ra incluida en el título: diversidad,
listado de especies, nuevo registro,
nuevo taxón, riqueza, endemismo,
diversidad alfa, diversidad beta,
diversidad gama, cultivo criollo,
tipo de ecosistema. Solo se regis-
tró la adscripción del primer autor.
Por otro lado, se registraron todos
los proyectos concluidos que la
conabio ha financiado desde su
creación, ya que también ha sido
protagonista en el conocimiento y
uso de la biodiversidad en México.
De la misma manera, se contabili-
zaron todos los proyectos por tipo
de participante (http://www.cona-
bio.gob.mx/institucion/proyectos/
doctos/proyectosapoyados.html).
El resultado señala que las institu-
ciones públicas del país contribu-
yen con 89% de las publicaciones
relacionadas con la biodiversidad
(n=370 artículos), y el resto corres-
ponden a las instituciones privadas,
otras universidades fuera del país
y organizaciones no gubernamen-
tales (véase la gráfica 1). 75.4% de
las publicaciones registradas fueron
para las universidades públicas
(entre las que se incluye el Instituto
Politécnico Nacional, ipn). 55%
de las publicaciones aparecieron
en las revistas Acta Botánica, Revista
Mexicana de Biodiversidad, Agrocien-
cia y Acta Zoológica. La mayor canti-
dad de publicaciones se produjo
en 2007 (128 publicaciones) y se
observa una ligera tendencia hacia
la disminución de artículos a través
de los años en esta temática (véase
la gráfica 2). Por otro lado, se obser-
va que las universidades públicas
han participado con 70% de los
proyectos concluidos y financiados
por la conabio (véase la gráfica
3). En resumen, se puede observar
el papel protagónico de las univer-
sidades públicas de México en el
conocimiento y uso de la biodiver-
sidad.
La biodiversidad y las
adaptaciones ante el
cambio climático
El interés por el conocimiento de
la biodiversidad, en concreto de la
distribución espacial de las espe-
cies, ha crecido en los últimos diez
 GRÁFICA 1. NÚMERO DE PUBLICACIONES POR TIPO distribución de los tipos con un enfoque disciplinar; por
DE INSTITUCIÓN
Número de artículos
de vegetación o ecosiste- ejemplo, las principales aportacio-
300
279 mas, también es necesa- nes dentro del campo de la ciencia
250 rio conocer los diferentes mexicana no provienen de grupos
200 grupos funcionales de las de trabajo interdisciplinarios
especies y su distribución, (aunque se reconoce la existencia
150
ya que se prevé que su de algunos de ellos). Sin embar-
100
impacto sobre las especies go, las universidades públicas son
50 50
31 en una misma comunidad una cantera para la integración de
10
0
Universidades Centros públicos Instituciones Otros* será diferencial entre espe- grupos que aborden problemáticas
públicas e IPN de investigación privadas cies (Sánchez–Velásquez de manera interdisciplinaria a esca-
(incluye los del CONACYT)
*Incluye universidades de otros países u organizaciones no y Pineda–López, 2009). las locales, regionales, nacionales o
gubernamentales
En pocas palabras, los internacionales.
que hasta hace 15 años
GRÁFICA 2. NÚMERO DE PUBLICACIONES POR AÑO se consideraban como Como país, se debe considerar la
RELACIONADAS CON LA BIODIVERSIDAD EN REVISTAS
estudios básicos (sobre solución de los siguientes factores
RECONOCIDAS POR EL CONACYT
140 la flora, fauna, cultivos de mayor impacto en el desarrollo
128 126
120 116 criollos) en la actualidad de los procesos de investigación:
son fundamentales para
Número de artículos

100

80 buscar opciones en la • El escaso acceso de la población

60 mitigación del efecto del a la educación superior, lo que
40 cambio climático. Este limita la reproducción social de
20 problema ya nos ha alcan- los investigadores.
0 zado y está rebasando • La escasa proporción del finan-
2007 2008 2009
Año de publicación nuestras capacidades, no ciamiento nacional que se dedi-
solo del propio entendi- ca a actividades de investigación
miento del fenómeno sino y educación.
GRÁFICA 3. NÚMERO DE PROYECTO FINANCIADOS
CONCLUIDOS POR LA CONABIO de las estrategias de adap- • La escasa participación e interac-
Número de proyectos tación que como sociedad ción entre el sector productivo y
1200
y gobierno se deberían las universidades públicas.
1000 958
800
estar ya implementando.
600 Esto es un ejemplo de que En resumen, las universidades
400 los estudios y temas en públicas han demostrado ser un
200 188
103 90 16 apariencia no redituables camino viable para la generación
0
Universidades 1 CONABIO-GOB Instituciones Otros* por los administrado- de conocimientos y donde la inves-
públicas e IPN privadas
1 = Centros públicos de investigación (incluye los del CONACYT) res de la ciencia pueden tigación científica ha dado soporte
*Incluye universidades de otros países u organizaciones
no gubernamentales ser imprescindibles en la a diferentes programas de conserva-
toma de decisiones para el ción, manejo de recursos naturales,
años. Sin la información básica bienestar y desarrollo sustentable alimentos, salud pública, rehabi-
de la distribución espacial de las de la sociedad. litación ecológica y prevención de
especies, es prácticamente impo- desastres ecológicos, entre muchos
sible que se puedan llevar a cabo Comentarios finales otros.
nodo

los modelos que exploran los esce-

narios sobre el efecto de cambios La cultura de la investigación en Con presupuestos suficientes, las
climáticos en la distribución de las México se distingue porque se ha universidades públicas pueden 17

especies, Por otro lado, para miti- desarrollado principalmente de contribuir de manera significativa
gar el impacto del cambio climáti- manera aislada y fragmentada a al desarrollo del país con equidad,
co no es suficiente conocer solo la través de individuos o de grupos justicia y responsabilidad ecológica.
 Agradecimientos

Este trabajo fue financiado por el conacyt a través del proyecto I39240–V. Este trabajo es un producto del Cuerpo
Académico en Consolidación Ecología y Conservación de la Biodiversidad Forestal.

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Universidad Iberoamericana de Puebla, Puebla.
Estado del arte de las ciencias
biológicas y ambientales
Mario Ramírez–Martínez * , Yolanda Feria–Cuevas ** ,
Alfredo I. Feria–Velasco ***

Esta época de constantes cambios,
acelerados descubrimientos e inno-
vaciones científicas y técnicas, auna-
dos a su difusión casi inmediata,
obliga a las instituciones de ense-
ñanza a una constante actualiza-
ción, tanto de conocimientos como
de técnicas didácticas, para formar
ciudadanos productivos que apor-
ten soluciones a los problemas espe-
cíficos de su comunidad y puedan
contribuir a la generación de nuevos
conocimientos y técnicas.
Así, es imprescindible tomar en
cuenta la relación entre investiga-
ción científica e intereses sociales y
empresariales; en este contexto, se
plantean nuevos problemas sobre
qué biología enseñar y cómo ense-
ñarla, cómo interesar a los alumnos
en ella y cómo promover al mismo
tiempo la formación de un pensa-
miento crítico, puesto que nues-
ción en la formación de ciudadanos
capaces de resolver problemas y de
participar en la toma de decisiones.
Una característica que comparten
en la actualidad diferentes líneas de
investigación y sus aplicaciones es
el enorme impacto social, tanto en
términos de trasformaciones, reales
o potenciales de las condiciones de
vida humana como en términos de
la percepción social de las mismas.
¿Cuándo aparece el
término biología?
La palabra biología aparece escri-
ta por primera vez en 1766, en un
texto de Michael Christoph Hanov
titulado “Philosophiae naturalis
sive physicae dagmaticae: geolo-
gía, biología, phytologia generalis
et dendrologiam vel terrae, rerum
viventium et vegetantium in genere
simultánea, la palabra aparece en
dos textos relevantes: Hydrogéologie
de Jean–Baptiste Lamarck, publica-
do en París, y el libro de Gottfried
Reinhold Treviranus titulado Biolo-
gie oder Philosophie der lebenden
Natur für Naturforscher und Aertze,
publicado en Göttingen, Alemania.
¿Qué es la biología?
La biología, como cualquier campo
del saber, es el fruto de una época.
Antes del siglo xx, el concepto de
Biología, a nivel mundial, tal como
se le concibe actualmente, no existía.
Emilio Cervantes en 2008 dice:
“Una opinión muy extendida [está]
entre multitud de profesores e
investigadores en Biología quienes,
en sus libros y conferencias, difun-
den la idea de que toda aproxima-
ción al estudio de la Naturaleza es
nodo

tros objetivos como docentes no se atque arborum scientiam” y publi- Biología”. Esto dista mucho de la
reducen a enseñar biología sino que cado en Halle (Alemania). 36 años realidad.
también incluyen nuestra contribu- después, en 1802, y casi de manera 19

* Profesor del Departamento de Botánica y Zoología del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de
Guadalajara.
** Investigadora de la Secretaría de Educación del Distrito Federal.
*** Director de la División de Ciencias Biológicas y Ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad
de Guadalajara e investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores.
 Entonces, ¿qué es la biología? La
definición romántica se suministra
el primer día de clase en las aulas de
primaria, preparatoria y aun profe-
sional, en las que se dice: “La biolo-
gía es la ciencia de la vida”. Esto es
porque la biología tradicional o
clásica es una ciencia que se creyó
experimental sin serlo por comple-
to y nace en la época romántica de
los naturalistas.
La vida es un concepto que intenta
captar una realidad inaprensible. La
vida fluye en cada uno de nosotros,
lo que somos, lo que fundamental-
mente ha ocupado y preocupado a
filósofos y escritores durante siglos.
¿Acaso vamos a venir ahora a anali-
zarla mediante el método cientí-
fico? La vida, irrepetible, miste-
riosa e incomprensible, ¿la vamos
a domesticar en el laboratorio y
vamos a explicar en qué consiste?
La biología, una ciencia experimen-
tal propia del siglo xx, demostró
con su apogeo que en su época ya
era compleja y difícil de definir,
cuando los biólogos aún no termi-
naban de definir sus orientaciones
y planteamientos generales tan solo
en la taxonomía. De Carlos Linneo,
naturalista del siglo xviii, al biólo-
go del siglo xx, ser biólogo era ser
taxónomo, solo algunos pocos
buscaban nuevas fronteras en la
biología.
El método experimental probó
su utilidad en el descubrimiento
de los mecanismos bioquímicos,
nodo
genéticos y moleculares que operan
en los seres vivos. La nueva biolo-
20 gía se estableció a partir de dichos
mecanismos, cuyas aproximaciones
experimentales daban respuesta a
grandes preguntas. Forjada con sóli-
das bases en los resultados de las
décadas anteriores de mediados del
siglo xx, la biología adquirió una
posición sólida en el estudio de la
vida mediante el método científico.
La aplicación del método científico
fue ejemplar en esa época. Las series
de experimentos acerca de la natu-
raleza del material hereditario, su
replicación, la existencia del ácido
ribonucleico (arn) mensajero y
la traducción, entre varios conoci-
mientos, constituyeron un conjun-
to de logros únicos en la historia de
la ciencia.
Pero eso no significa que la biolo-
gía fuese totalmente experimen-
tal. Por el contrario, los resultados
experimentales se iban integran-
do en un complejo entramado de
conocimientos teóricos en los que
la compresión del proceso evoluti-
vo desde una óptica neodarwinista
destacaba como algo paradigmáti-
co y fundamental. De ahí la frase
de Theodosius Dobzhansky: “En
Biología nada tiene sentido si no
se considera bajo el prisma de la
evolución”.
Estrictamente hablando,
la biología estudia
aquellos aspectos de
la vida que se pueden
someter a experimentación
La biología intenta responder
a dudas tales como: ¿cómo se
organizan los seres vivos? ¿cómo
funcionan? ¿cómo se heredan sus
caracteres? El método científico o
experimental nos sirve para distin-
guir lo cierto de lo dudoso, de lo
hipotético. Durante décadas se
obtuvieron así resultados nove-
dosos, a menudo inesperados. El
ácido desoxirribonucleico (adn) es
el material hereditario. La biología
lo ha demostrado inequívocamente
y ha acabado de esta manera, o al
menos ha puesto los medios para
superar, los hábitos tradicionales de
paciente observación de la natura-
leza que durante siglos ocuparon a
los naturalistas. El método científi-
co busca y encuentra la certidumbre
y, así, solo admitimos como cierto,
aquello que se puede repetir experi-
mentalmente.
Asimismo, la biología ha propor-
cionado evidencias y resultados
suficientes como para retomar
todos los datos de la historia natu-
ral y de la paleontología e intentar
una nueva descripción teórica de la
vida. La acumulación de resultados
y datos ha ocurrido en un tiempo
récord y todavía no ha permitido su
integración en el sistema de cono-
cimiento original y revolucionario
que su novedad reclama. En biolo-
gía, el punto de partida tiene que
ser, ya por fuerza, experimental. La
biología es la ciencia que propor-
ciona la descripción de la vida a
partir del método científico.
¿Por qué todas las disciplinas de la
biología clásica que basan su trabajo
en la observación y no en la expe-
rimentación son en la actualidad
consideradas como periféricas en
la propia biología? La nueva biolo-
gía o biología moderna es la ciencia
experimental poderosa y predomi-
nante en nuestro tiempo. Sus resul-
tados han de marcar la pauta de toda
opinión acerca de la evolución. Los
mecanismos de la evolución impli-
can elementos que la bioquímica,
la genética y la biología molecular
intentan ahora describir. La defini-
ción de virus, trasposones, priones,
multitud de arn catalíticos y la posi-
ble participación de estos elementos
en procesos de epigenética, poliploi-
dización, reorganizaciones del geno-
ma, silenciamiento génico, etc, son
algunas de las tareas en que se ocupa
la biología actual.
En física y en química, las teorías
acaban en leyes en las que se descri-
ben exactamente las relaciones
entre elementos bien definidos y
medibles de la naturaleza. La biolo-
gía demuestra, por el contrario, lo
difícil que es dar con una definición
acertada de especie.
De los naturalistas
a los biólogos
Michel Foucault habla en su libro
Les mots et les choses de la ciencia y
de la historia, y de cómo cada época
tiene una visión del mundo y de las
cosas. Dice explícitamente:
La Historia Natural no es otra
cosa que la denominación de
lo visible. De allí su aparente
simplicidad y este modo que de
lejos parece ingenuo, ya que la
Historia Natural resulta simple
e impuesta por la evidencia de
las cosas. Se tiene la impresión
de que con Tornefort, Linneo o
Buffon se ha empezado a decir
al fin lo que siempre había sido
visible, pero que había perma-
necido mudo ante una especie
de invencible distracción de la
mirada. De hecho, no es una
milenaria desatención lo que
se disipa de pronto, sino que se
constituye en todo su espesor un
nuevo campo de visibilidad.
La denominación de lo visible era
uno de los objetivos principales
de Georges Cuvier (1769–1832),
fundador de la paleontología, de
quien se dice que con solo ver un
hueso era capaz de reconstruir el
esqueleto del animal al que perte-
necía. Cuvier era un naturalista y
no un biólogo. No comulgaba con
la trasformación de unas especies
en otras, porque lo que él veía eran
justo las diferencias y no el cambio,
y es que para la historia natural, la
naturaleza está formada por espe-
cies diferentes que destacan sobre
un fondo común, mientras que la
biología viene siendo el intento por
describir el fondo.
La biología se comienza a vislum-
brar cuando los motivos de igual-
dad entre los seres vivos se comien-
zan a imponer a las diferencias a
la luz de la teoría celular, la evolu-
ción, la identidad en los principios
de la bioquímica, de la genética y de
la biología molecular.
Cuvier fue un naturalista y su visión
de la naturaleza (clasificación, taxo-
nomía) impregna todos los trata-
dos de historia natural del siglo xix.
Jean–Baptiste Lamarck y sobre todo
Étienne Geoffroy Saint–Hilaire,
por otro lado, colocan las primeras
piedras del edificio de la biología.
Curiosamente, la biología apareció
cuando la historia natural debía
reconocer que su objetivo era insu-
ficiente ante los requerimientos
para explicar lo que es la vida y los
seres vivos.
De la biología clásica
a la moderna
La tarea de diferenciar entre la
nueva biología o biología moderna
y la clásica siempre encierra difi-
cultades. Aclara lo que se pretende
cuando se dice la nueva biología e
intenta distinguirla de la otra biolo-
gía, que se ve como tradicional,
nodo
clásica o menos nueva es muy difí-
cil por las especializaciones que
cada biólogo maneja en su campo 21
de estudio. De hecho, la biología
actual está apoyada y se sigue cons-
truyendo por especialistas; difícil-
mente se va a encontrar a un biólo-
 go que conozca todos los campos
de la biología clásica y de la actual.
El núcleo de la biología nueva está
integrado por varias disciplinas,
tales como la bioquímica, la gené-
tica, la biología celular y tisular, la
microbiología, la virología, la fisio-
logía y la biología molecular. La
zoología, la botánica y la paleon-
tología quedaron ahora como
disciplinas clásicas; sin embargo,
en ellas existe cada vez más inte-
rés de aplicar el método científico
en la búsqueda de conocimientos,
apoyados en la experimentación.
La ecología ocupa un lugar crítico;
en la medida en que confirma su
capacidad de experimentación y
su adaptación al método científi-
co forma cada vez más parte de la
biología actual. Así, mientras más
científica sea, más experimentable
será su naturaleza. La ecología y los
ecosistemas se han vuelto también
tema de especialidades múltiples
que intentan explicar, median-
te métodos científicos, pequeñas
partes de cada sistema. El estudio
de la biodiversidad se agrega al de
la ecología y así la taxonomía entra
a ser una herramienta de ambos.
La evolución como disciplina
sigue siendo una temática cien-
tífica integrativa, tan discutida
todavía en la actualidad que existe
además de la evolución biológica,
la estelar, la molecular, la genética
y la de los procesos cognitivos en
los nuevos programas universita-
nodo
rios a nivel mundial.
22 En los últimos años, una serie de
descubrimientos ha hecho cambiar
la ciencia en sus fundamentos. El
descubrimiento de los arn catalíti-
cos, la presencia en los genomas de
importantes cantidades de secuen-
cias no codificantes, el papel de los
microarn en la regulación de la
expresión génica, los mecanismos
de regulación y herencia epigenéti-
ca, la estructura y ensamble de las
proteínas para conformar canales
iónicos y sus propiedades de aper-
tura y cierre, las micromatrices de
adn, etc, son descubrimientos que
todavía no han sido completamente
asimilados, digeridos y, en muchos
casos, integrados en varios de los
libros de consulta. La biología de
hoy se sigue conformando a gran
velocidad, como se puede consta-
tar en las publicaciones de revistas
especializadas y en la Internet.
La principal cualidad de la cien-
cia, en general, y de la biología,
en particular, será su capacidad de
llegar al ser humano en la amplia-
ción de su conocimiento y en su
beneficio. Así se podría hablar de su
cualidad filosófica, ética, humanís-
tica, medicinal, económica y utilita-
ria en general.
La ciencia mira hacia adelante,
pero retorna siempre al mismo
sitio del que procede para volver
a preguntarse por el significado de
las mismas cuestiones: ¿qué es la
vida? ¿de dónde venimos y hacia
dónde vamos? Filosofía pura, amor
al conocimiento, eso es parte de la
biología.
Del siglo xx al siglo xxi
en la biología
La biología de hoy es el producto
del método científico aplicado a
la experimentación con los seres
vivos. El edificio de la biología se
construye sobre columnas estableci-
das a lo largo del siglo xix: la teoría
celular, las leyes de Mendel, el uso
y descripción del método científico,
ya a finales del siglo xix o a princi-
pios del xx, la fundación de la gené-
tica con el redescubrimiento de las
leyes de Mendel, de la bioquímica
con Eduard Buchner, de la biolo-
gía molecular con James Dewey
Watson, Francis Harry Compton
Crick y Marshall W. Nirenberg,
entre otros. La biología floreció en
la segunda mitad del siglo xx como
ciencia experimental porque tenía
estos fundamentos.
La biología de finales del siglo xx
y principios del xxi es una ciencia
plenamente experimental. Todas sus
teorías e hipótesis han de tener en
cuenta los resultados de los procedi-
mientos experimentales, con estricto
apego al método científico.
En la actualidad, la ciencia avanza
muy de prisa. De hecho, los últimos
avances científicos —como el cora-
zón bioartificial— eran considera-
dos hasta no hace mucho tiempo
como asuntos más propios de la
ciencia–ficción que de la inves-
tigación científica. Ante tantos
avances, la sociedad se ve satu-
rada y sumergida en un eterno
debate ético, ya que la rapidez de
los acontecimientos científicos no
permite un diálogo prolongado en
el tiempo sobre un mismo asunto.
Lo que hoy es innovación, mañana
estará obsoleto.
La llegada del segundo centenario
del nacimiento de Charles Darwin
plantea la reflexión de que la mani-
pulación genética puede llegar a
actuar hoy como un potente acele-
rador de la evolución. Así, biolo-
gía, salud, avances biotecnológicos,
difusión de la ciencia e informáti-
ca científica están estrechamente
entrelazados.
En la reunión de expertos, biólogos
y no biólogos, sobre los últimos
avances en biología de la Interna-
tional Society for History, Philoso-
phy and Social Studies of Biology
(ishpssb), celebrada en Brisbane,
Australia, en julio de 2009, además
de tocar abundantemente temas a
favor y en contra sobre la evolución
darwinista, y festejar el bicentena-
rio del natalicio de Charles Darwin,
quien por cierto no era biólogo,
se abordaron novedades científi-
cas, como los avances en biotec-
nología, neurobiología, genética,
epigenética y los mapas genéticos;
las clonaciones y la manipulación
genética; la evolución desde muy
numerosos ángulos y tendencias; la
nanobiología; los nuevos métodos
de enseñanzas y de investigación de
la biología; la historia y tendencias
filosóficas de la biología; la ecolo-
gía orientada sobre todo hacia los
ecosistemas, los modelos mate-
máticos en biología, la cibernética
aplicada a la biología, la biodiversi-
dad, la taxonomía con orientación
moderna, la bioética y las legisla-
ciones, las biofábricas, la gestión
ambiental y los negocios con base
en la biología, la sociobiología, la
filosofía de la biología y la episte-
mología, entre otras.
De la química a la unidad
bioquímica de los seres
vivos
Es muy difícil definir la vida o un
ser vivo. Sin embargo, puede resul-
tar más fácil reconocer lo que está
vivo (aunque en biología, la virolo-
gía está entre lo vivo con moléculas
de arn y adn y el reino mineral, y
qué decir del complejo campo de
los priones). De la misma manera,
resulta relativamente fácil diferen-
ciar un árbol, de una piedra o de
un jarrón. La bioquímica estudia la
química que tiene lugar en los seres
vivos. El estudio de los mecanismos
que subyacen a los fenómenos vita-
les, en el ámbito de la bioquímica,
emplea el método científico como
medio para la interpretación y
conocimiento de los mismos.
De la biología celular
a la biología molecular
El estudio de la biología celular y
tisular se dio como una continui-
dad de los estudios que desde hace
varios siglos han sido foco de aten-
ción de los anatomistas. Así, no solo
se conocieron con mucho detalle la
estructura microscópica y submi-
croscópica de las células y tejidos
vegetales y animales sino que con
el empleo de técnicas fisiológicas
y bioquímicas se profundizó en el
conocimiento de la función de cada
una de esas estructuras y sus interac-
ciones con su entorno. Uno de los
grandes descubrimientos en biolo-
gía, quizá el más importante del
siglo xx, ha sido el conocimiento
de cómo la información genética es
almacenada y utilizada en las célu-
las. Saber la configuración de los
cromosomas de los diferentes orga-
nismos vivos, la secuencia completa
de los nucleótidos en el adn para
constituir el genoma de diferentes
organismos, incluyendo el huma-
no, la configuración de genes espe-
cíficos y sus sistemas nucleares y
extranucleares de su regulación, así
como los conceptos actuales de los
sistemas de regulación de la traduc-
ción para la síntesis de proteínas y
los procesos moleculares que regu-
lan el ensamble de las subunida-
des que componen las proteínas y
moléculas complejas de los orga-
nismos vivos.
De la biología molecular
a la biotecnología
La biología molecular, o estudio de
los problemas biológicos a nivel
macromolecular, por oposición a
otros niveles del orden biológico,
como el orgánico, tisular, celular
o subcelular, ha sido una cien-
cia fundamental del siglo xx que
desemboca en la biotecnología.
Como megadisciplina integradora
e interdisciplinaria, con un impac-
to sobre la sociedad y en continuo
desarrollo, la biología molecular se
ha constituido bajo la influencia
fundamental de tres ciencias exac-
tas: la química, la física y las mate-
máticas.
Durante el primer tercio del siglo xx
y hasta el final de la segunda guerra
mundial, la química fue la discipli-
na que más influyó en el desarrollo
de la biología molecular y propor-
cionó una metodología de investi-
gación como lo hizo en la química
orgánica, definiendo la problemáti-
ca de la estructura, función y reac-
ciones metabólicas de los compues-
tos biológicos como las versátiles
enzimas y otras numerosas proteí-
nas. Esta etapa de molecularización
de la biología es conocida aún hoy
en día como bioquímica.
En el segundo tercio del siglo xx,
en particular después de la segun-
da guerra mundial y hasta finales
de los años sesenta, la física superó
a la química como fuente hege-
mónica en la metodología de la
nodo
investigación; fue la tecnología
de la física, como la cristalogra-
fía de rayos x, la que trasformó 23
la problemática de estructura–
función que antes se había centra-
do en la versatilidad fisiológica y
bioquímica de las proteínas, en una
 perspectiva centrada en la capaci-
dad de los ácidos nucleicos de codi-
ficar la información biológica. El
descubrimiento de la estructura del
adn a inicios de los años cincuen-
ta, el modelo operón de la regula-
ción genética y el código genético
a comienzos de los años sesenta
se encuentran entre los logros más
notables de esta etapa.

Finalmente, en el último tercio del

siglo xx, sobre todo después de
la moratoria de investigación en
ingeniería genética y biotecnolo-
gía, declarada en la conferencia de
Asilomar, en 1975, las ciencias de la
informática y las matemáticas apli-
cadas, así como la bioinformática,
superaron a la física en la definición
de la frontera de la biología molecu-
lar. En esta etapa, que llega hasta la
actualidad, las principales metodo-
logías de investigación se centraron
en las tecnologías de software y en
las bases de datos automatizadas
a escala mundial, que trasforma-
ron la problemática informativa y
comunicativa a gran escala, pero
que también ayudaron a ordenar
la información sobre la capaci-
dad única de los ácidos nucleicos
para codificar las proteínas en una
problemática estructural–funcio-
nal centrada en la solución de la
secuencia del genoma completo de
los organismos o mapas genéticos,
incluyendo la del ser humano y más
recientemente la genómica estructu-
ral o el diseño predictivo de drogas,
a partir de la forma de las proteínas
y otras moléculas funcionales. Al
nodo

mismo tiempo, se inició el desarro-

llo de la genómica funcional, que
24 había constituido la fase inicial del
proyecto Genoma Humano y que
había alcanzado un borrador final
a mediados de 2000; el descubri-
miento de genes de diversas enfer-
medades hereditarias en los años
ochenta y noventa, y la producción
de fármacos mediante técnicas de
ingeniería genética como la insuli-
na, se encuentran entre los logros
más notables de esta etapa, más
conocida como biología molecular
aplicada o biotecnología.
De los genes
a la informática
Los genes constituyen las instruc-
ciones del manual para la cons-
trucción de un ser vivo. El manual
completo se llama genoma. En
muy pocos años se han compilado
los manuales completos para más
de 150 organismos. Se comienza
a tener y a leer “La Biblioteca más
fabulosa de la Naturaleza, los
libros, los mapas genéticos de
los seres vivos”. De manera signi-
ficativa, se cuenta en la actualidad
con la versión completa de nuestro
propio manual: la secuencia íntegra
del genoma humano. Se está en el
proceso de identificar, en toda esa
secuencia, las porciones correspon-
dientes a cada uno de los genes de
mayor relevancia, como son los
que codifican proteínas clave, cuyas
alteraciones están relacionadas de
manera directa con la fisiopatología
de algunas enfermedades. Tal es el
caso de la identificación del plega-
miento de ciertas proteínas como
mecanismo fisiopatológico común
de algunas enfermedades neurode-
generativas, como la enfermedad
de Alzheimer y la de Parkinson, la
corea de Huntington, la esclerosis
lateral amiotrófica y algunas formas
de encefalopatías espongiformes.
Biodiversidad y ecología
Hablar de la biodiversidad es hablar
de la variación de los seres vivos, es
el universo infinito de las entida-
des biológicas. Para que ocurra la
evolución en términos darwinistas,
es indispensable que haya varia-
ción heredable y selección natural,
relación de causas y consecuencias
que Darwin veía con gran clari-
dad. Sustentar el proceso de selec-
ción natural significaba sustentar
el hecho de la variación, por lo que
dedicó muchos años de su vida
a tratar de conocer su naturale-
za, causas, formas de trasmisión y
significado evolutivo. Parte de esas
investigaciones fueron publicadas
en su libro La variación de plantas y
animales en estado doméstico (1868),
no tan conocido como El origen de
las especies a través de la selección
natural (1859). Pero a pesar de que
sea la variación la que da sustento
fáctico al proceso evolutivo, ha sido
un concepto que se ha quedado rele-
gado, en cierta forma, en las explica-
ciones biológicas y evolutivas.
En la actualidad, resulta muy
importante preservar y apoyar la
diversidad de especies y de ecosis-
temas, y establecer leyes de ecología
poblacional y modelos prospectivos
y retrospectivos, con base matricial,
para el mejor entendimiento de
las interacciones entre los compo-
nentes de las comunidades aéreas,
acuáticas y del suelo.
El progresivo incremento de la
temperatura media global, impul-
sado sobre todo, según estudios
realizados, por el aumento de las
emisiones de gases de efecto inver-
nadero, se constituye como uno
de los desafíos que debe enfrentar
la humanidad en el presente siglo,
dada la tendencia hacia un cambio
climático en el planeta. Aunque
difieren las apreciaciones y los
puntos de vista en cuanto al tiempo
estimado en que se podría pasar la
línea de no retorno hacia la percep-
ción de condiciones por completo
diferentes a las actuales, y en rela-
ción con la posibilidad de que estas
se presenten, un punto coincidente
de la discusión es la alteración del
sistema climático, en especial el
aumento de temperatura a un ritmo
acelerado en los últimos 35 años,
con consecuencias muy variadas en
los ecosistemas.
Las ciencias ambientales,
capítulo importante en la
biología
La gestión ambiental es un elemen-
to esencial de la competitividad
a mediano y largo plazo, ya que
permite la utilización de los recur-
sos naturales de manera sustenta-
ble. Contribuye así a disminuir los
costos ambientales generados por
el ciclo producción–consumo que
perturba al ciclo ecológico natural,
y a desarrollar los medios de opera-
ción más eficientes y menos dañi-
nos al ambiente.
El desarrollo de una legislación
ambiental cada vez más riguro-
sa, acompañada de penalidades
más fuertes, ecoeficiencia, revi-
sión de las series iso relacionadas
con requerimientos ambientales,
política ambiental, ordenamiento
territorial, evaluación del impacto
ambiental y educación ambien-
tal son acciones, en la actualidad,
impostergables.
De la filosofía de la
biología a la biología
humanística
nodo
La vida es la que poco a poco, caso
por caso, nos permite observar 25
que lo que es más importante para
nuestras emociones, o para nuestra
mente, no nos lo enseña el razona-
miento. Y entonces es la propia inte-
ligencia la que, advirtiendo la supe-
 rioridad de planteamientos éticos y
morales, abdica, por razonamiento,
ante ellos y pasa a ser su colabora-
dora y, en cierta forma, su esclava,
a través de la filosofía de biología.
¿Cuántos biólogos, de tanto buscar
el dilema de la vida, terminan en la
filosofía? ¿Tiene algo que ver lo que
decía José Ortega y Gasset acerca de
la vida con la biología? ¿A dónde se
debe orientar el quehacer del biólo-
go hoy en día? Paradójicamente, la
respuesta no viene de un biólogo
sino de otro filósofo. Dice Miguel
de Unamuno:
Sí, sí, lo veo; una enorme acti-
vidad social, una poderosa civi-
lización, mucha ciencia, mucho
arte, mucha industria, mucha
moral, y luego cuando hayamos
llenado el mundo de maravillas
industriales, de grandes fábri-
cas, de caminos, de museos, de
bibliotecas, caeremos agotados
al pie de todo eso y quedará,
¿para quién? Se hizo el hombre
para la ciencia, o se hizo la cien-
cia para el hombre.

Referencias

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Biodiversidad y funcionamiento
de ecosistemas de zonas
semiáridas de México
Francisco Martín Huerta Martínez,* Alejandro Muñoz Urias,
Cecilia Neri Luna y Claudia Aurora Uribe Mu**

No existe una clara conceptua-
lización de las zonas áridas o
secas. Estas definiciones dependen
mucho del autor y del enfoque,
por ejemplo, William G. McGin-
nies (1984) define las zonas áridas
como una región en donde la
precipitación es escasa, y Lorenzo
J. Maldonado Aguirre (1983), por
su parte, como aquellas regiones
cuya precipitación pluvial es menor
de 300 milímetros anuales, con
una distribución irregular durante
el año agrícola, con una tempera-
tura media de 15 a 25 grados, con
la presencia de siete a 12 meses de
estiaje al año y una cubierta vege-
tal menor de 70%, dominada sobre
todo por especies xerófilas. Stanley
D. Smith y Park S. Nobel (1986)
realizan su definición basados en
datos de productividad primaria
seco por metro cuadrado al año. La
característica más común y obvia
de las zonas áridas es la escasez de
lluvia, además de que predomi-
na un calor sofocante: por falta de
humedad, los rayos solares atravie-
san la atmósfera y calientan el suelo
en un extremo poco usual, compa-
rado con regiones más húmedas.
Más de 60% del territorio de la
República Mexicana está situado
entre los 20 y 40° de latitud norte,
por lo que una gran parte de nues-
tro país sufre de aridez (véase la
gráfica 1). De acuerdo con crite-
rios diversos, las porciones secas de
México cubren de 50 a 70% de su
territorio y seguramente cubrirían
más si no fuera por la estrechez del
continente y la existencia del Golfo
de México; a estos factores se debe
Cuando se habla de zonas áridas o
semiáridas, vienen a la mente los
escenarios de paisajes desolados,
en los que predominan grandes
extensiones de terreno desprovistos
de vida y con aparente dominio de
suelos infértiles; sin embargo, las
zonas semiáridas de nuestro país
están lejos de ser eso y presentan
una gran biodiversidad.
¿Qué es biodiversidad? La noción
de biodiversidad (una contracción de
“biological diversity”) es un inten-
to de abordar la complejidad de la
vida, en el entendimiento de que
los biólogos conciben la evolución
como el mecanismo por el cual han
surgido las distintas especies en
nuestro planeta.
La biodiversidad consiste, entonces,
nodo

neta (ppn) y establecen que una con toda seguridad que la intensi- en la diversidad biológica que nos
región árida es aquella en la cual la dad de la aridez sea más o menos ha brindado el proceso evolutivo
ppn es menor a 300 gramos de peso moderada (Rzedowski, 1968). a lo largo de millones de años; el 27

* Autor responsable de la publicación (correo electrónico: fhuerta@cucba.udg.mx).

** Cuerpo Académico de Ecología Terrestre del Departamento de Ecología–Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (cucba)
de la Universidad de Guadalajara.
 GRÁFICA 1. DISTRIBUCIÓN DE LAS ZONAS ÁRIDAS Y SEMIÁRIDAS EN EL MUNDO

Hiperárida
Árida
Semiárida
Subhúmeda seca
Húmeda
Clima frío
Fuente: http://www.unesco.org/mab/doc/ekocd/learning_pics/C2M1kleinsp.jpg.

mundo biológico se caracteriza por
la variabilidad y la complejidad en
cada uno de sus niveles de orga-
nización estructural, taxonómica
y funcional (Margules y Sarkar,
2009). Los procesos ecosistémicos
como los ciclos de nutrientes, el
movimiento de agua y energía, y la
dispersión de propágulos son nece-
sarios para el mantenimiento de la
biodiversidad.
Para clasificar las entidades bioló-
gicas se utilizan dos sistemas jerár-
quicos (Sarkar, 1998). Por un lado,
existe una jerarquía espacial (ecoló-
gica), que inicia con las moléculas
y las macromoléculas, seguida de
tiva y están acotadas por los meca- sin considerar las expansiones de
nismos evolutivos (Margules y la distribución de especies provo-
Sarkar, 2009). cadas por el humano de mane-
ra deliberada o accidental. De la
Esta enorme y compleja diversi- flora fanerogámica de México, las
dad biológica puede ser estudiada cactáceas representan con mucho
y analizada dentro de un esquema la familia de plantas que posee
jerárquico de niveles de organiza- un mayor porcentaje de endemis-
ción biológica que va desde genes
hasta paisajes, en el que se distin- GRÁFICA 2. ATRIBUTOS DE LA
guen tres atributos: composición, BIODIVERSIDAD Y SUS NIVELES
DE ORGANIZACIÓN BIOLÓGICA
estructura y función (Noss, 1990)
(véase la gráfica 2).
Endemismos en las
zonas semiáridas de
México
t
ita

Co
áb
je

los organelos celulares, las células, Las especies endémi-

Esp

Tip
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al

mp
eh
tur

Esp
pa

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e
al
ad

osi

los individuos, las poblaciones y las cas son aquellas que

cie
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de

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Est

tica
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metapoblaciones, las comunida- de manera natural

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nodo

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lac
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Ge
Pat

des, los ecosistemas y, finalmente, se encuentran

lac

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ía.

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ion

ale
ruc
om

la biosfera. La otra es una jerarquía restringidas en

ruc

ale

s
Est
on

Est

Procesos genéticos
s

28
Fis

taxonómica desde los alelos a los una región

Demografía. Historia de la vida
loci, los linajes, los genotipos, las o sitio,
subespecies, las especies, los géne- Interacciones interespecíficas. Procesos ecosistémicos

ros, las familias, los órdenes, las

Procesos y perturbaciones regionales. Uso de la tierra
clases, los phyla y los reinos. Ambas
Funcional
jerarquías reflejan la historia evolu- Fuente: tomado de Primack (2001), con modificaciones.
mo, con 36% a nivel de género y CUADRO 1. GRADO DE ENDEMISMO DE LA FLORA FANEROGÁMICA
72% al nivel de especies (véase el DE MÉXICO*
cuadro 1). Se considera a las regio- Familia Número de Porcentaje de endemismo
nes áridas y semiáridas de México Géneros Especies Géneros (%) Especies (%)
como centro de origen y diversifi- Cactaceae 70 900 36 72
cación de la familia Cactaceae, lo
Rubiaceae 80 510 14 69
que hace único a nuestro país.
Asteraceae 310 2,400 14 66
Orchidaceae 140 920 8 35
La región de El Huizache, en el esta-
Poaceae 170 950 6 25
do de San Luis Potosí, por ejem-
plo, posee características particu- Fabaceae 130 1,800 2 52
lares que la han hecho centro de Forma de vida
atención de diversos trabajos con Árboles 400 2,500 0.5 40
enfoques conservacionistas, entre Arbustos 900 6,500 12 60
ellos, el de Héctor M. Hernández y Trepadoras leñosas 60 300 1 15
Edward F. Anderson (1992), quie- (bejucos y lianas)
nes describieron una nueva especie Herbáceas (excluyendo 750 6,500 12 60
epífitas y acuáticas)
de Ariocarpus (Ariocarpus bravoanus),
Epífitas 150 1,200 7 30
endémica al municipio de Guadal-
Acuáticas y subacuáticas 150 1,000 6 15
cazar, San Luis Potosí.
* Considerando las familias mejor representadas y formas de vida según Rzedowski (1992).
Por su parte, Héctor M. Hernán- Fuente: Tomado de Primack (2000).

dez y Rolando T. Bárcenas (1996)

consideran a El Huizache como
una de las regiones con un valor
de conservación alto (618.5), con
base en el número de especies de
cactáceas en peligro, endémicas,
raras o sujetas a protección especial.
Este valor de conservación es de los
más altos para las regiones de Méxi-
co y sitúan por encima de ella solo
a la localidad de Tolimán, Queréta-
ro, con un valor de conservación
de 793.7. Consignan que para El
Huizache existen con certeza por
lo menos 14 especies de cactáceas
amenazadas. Héctor M. Hernán-
dez, Carlos Gómez–Hinostrosa y
Rolando T. Bárcenas (2001) consig-
nan la presencia de 75 especies
nativas de cactáceas en la región
En las regiones áridas y semiáridas
de México, las plantas han evolu-
cionado hacia una flora moderada-
mente rica y distintiva, con formas
de crecimiento especializadas, que
las hacen con frecuencia únicas
(Rzedowski, 1992).
En el caso particular de grupos de
insectos como las abejas (Apidae),
numerosos géneros y subgéne-
ros son endémicos de los desier-
tos mexicanos (Ayala, Griswold y
Yanega, 1996). En otros grupos,
como las mariposas de la súper
familia Papilionoidea, las zonas xéri-
cas del sur y occidente de México
son de particular interés. En ellas
se encuentra el mayor número de
asignar una alta prioridad, debido
a que cada especie que se pierde en
las regiones áridas representa un
porcentaje mayor de pérdida de la
biodiversidad en comparación con
regiones de mayor riqueza de espe-
cies (McNeely, 2003).
Caracterización de la
biodiversidad en zonas
semiáridas
La diversidad genética dentro de
los organismos de zonas semiári-
das ha sido reconocida como una
mercancía valiosa. Debido a que las
especies que habitan en estas zonas
están adaptadas a condiciones poco
favorables, mucha de la investi-
nodo

de El Huizache, lo que la posiciona especies endémicas que presentan gación en biotecnología que en la
como la más rica que cualquiera caracteres primitivos y que, además, actualidad se realiza en esos sitios
otra del mismo tamaño en Améri- muestran un grado considerable está enfocada hacia la trasferencia 29

ca Latina, por lo que es considera- de diversificación (Llorente et al, de genes de las especies (de resisten-
da como un hot spot en el desierto 1996). Por lo tanto, a la biodiver- cia a la salinidad, a la sequía y otras
chihuahuense. sidad de estas regiones se le debe características) a otras que represen-
 tan interés particular, como cultivos
de tierras secas. Hay un recono-
cimiento creciente del potencial
valor comercial del amplio rango
de variación genética en géneros de
zonas áridas, tal es el caso de Acacia
(huizaches y tepames), Prosopis
(mezquites) y Opuntia (nopales).
Por ejemplo, en las zonas semiá-
ridas del altiplano potosino–zaca-
tecano existen diversos niveles de
ploidía en Opuntia (aumento en el
número de cromosomas en múlti-
plos de su número cromosómico
básico).
El efecto de este incremento se debe
a que los genes que se encuentran
duplicados pueden mutar para
formar nuevos alelos; también esta
duplicidad de alelos puede tener un
efecto amortiguador de genes dele-
teros y experimentan cambios en la
expresión de genes tanto nucleares
como citoplasmáticos (Otto, 2007).
Estos cambios genéticos tienen
como consecuencia que las plan-
tas poliploides presenten diferentes
niveles de tolerancia a nutrimentos
y humedad del suelo, temperatura y
resistencia a enfermedades y pató-
genos (Grant, 1981; Levin, 1983;
Thompson y Lumaret, 1992; Soltis
y Soltis, 1993; Ramsey y Schemske,
1998).
Muchos poliploides se desplazaron
al finalizar el último periodo glacial,
pues al aumentar la temperatura,
áreas cubiertas por glaciares o lagos
quedaron disponibles para el esta-
blecimiento de plantas, lo mismo
nodo
que en las actuales zonas áridas y
semiáridas, pues estas también se
30 crearon poco después de ese perio-
do, ya que en estos sitios existían
bosques templados (Grant, 1981;
Lewis, 1980; Levin, 1983; Ramsey y
Schemske, 1998).
Un buen ejemplo del efecto de las
ploidías en las zonas áridas o semiá-
ridas es la especie Larrea tridenta-
ta, que se distribuye en amplias
zonas áridas; además, se ha obser-
vado que existen poblaciones con
diferentes niveles de ploidía: en el
desierto de Chihuahua, las plantas
son 2n=2x=26 (diploides); en el de
Sonora, esta especie es 2n=4x=52
(tetraploide), y en el de Mohave,
son 2n=6x=78 (hexaploides). Rela-
cionando los niveles de ploidía
con el clima, se encontró que en
esta especie los niveles de ploidía
son más altos en áreas donde los
veranos son más secos y cálidos
(Hunter et al, 2001). Otro ejemplo
interesante es Opuntia, ya que este
género se distribuye desde regiones
tropicales hasta zonas áridas; sus
especies poliploides se encuentran
en las zonas áridas y semiáridas, y
las diploides en regiones tropicales.
La biodiversidad reflejada como
riqueza de especies parece ser
moderadamente elevada en zonas
semiáridas y disminuye confor-
me se incrementa la aridez para
la mayoría de los taxa (Shmida,
1985). Las características del suelo
son una influencia importante para
la diversidad de plantas dentro de
una región. Las concentraciones
de nutrientes minerales particula-
res en el suelo, y en algunos casos
las razones de nutrientes (por ejem-
plo, Ca:Mg), están positivamente
correlacionados con la riqueza de
especies de plantas. En general, la
textura del suelo, el material paren-
tal y las características topográficas
(que influencian la disponibilidad
de humedad y nutrientes) son los
principales correlacionados con los
patrones de distribución de las espe-
cies y los gradientes en las comuni-
dades. En la región de El Huizache,
los gradientes de paisaje represen-
tados por exposición de las laderas,
material parental (geología), incli-
nación de las laderas, cantidad de
rocas y piedras en el suelo, y mate-
ria orgánica, resultaron ser las varia-
bles con correlaciones más fuertes
para explicar la organización de
estas comunidades, seguidas por el
gradiente climático y, por último,
el gradiente edáfico (Huerta–Martí-
nez et al, 2004).
México posee una elevada riqueza
de especies de abejas en las zonas
xéricas, en especial aquellas perte-
necientes a la subfamilia Panur-
ginae (Andrenidae). Esta riqueza
contribuye de forma importante
para situarnos en un nivel interme-
dio de diversidad de abejas a nivel
mundial, porque al compararnos
con otras regiones nos encontramos
entre Estados Unidos y Panamá
(Ayala, Griswold y Bullock, 1993).
En ambientes áridos, la mayor
riqueza de abejas se ha registrado
en la península de Baja California
(445 especies); destacan también
los estados de Chihuahua y Sonora,
con 396 y 359 especies respectiva-
mente (Ayala, Griswold y Yanega,
1996). Para el grupo de los murcié-
lagos nectarívoros (Phyllostomidae:
Glossophaginae) se han registrado
nueve especies en el área del centro
de México, que comprende desde
el eje neovolcánico hasta la zona
del río Balsas y el valle de Tehua-
cán–Cuicatlán; esta zona posee la
mayor diversificación de cactáceas
columnares de la tribu Pachycera-
ceae (Valiente–Banuet et al, 1996).
La riqueza de especies tanto de
murciélagos como de Pachyceraceae
disminuye latitudinalmente hacia
el norte del país en dos franjas,
por la vertiente del Pacífico y por el
Golfo de México (Valiente–Banuet
et al, 1996).
La diversidad de paisaje y la conec-
tividad entre unidades de paisaje
es también un aspecto importan-
te para la diversidad biológica y el
funcionamiento de ecosistemas de
zonas semiáridas. Francisco Martín
Huerta Martínez (2002) encontró
que en la región de El Huizache
existen al menos cinco tipos de
vegetación relacionados con las
características del paisaje: matorral
desértico micrófilo, relacionado
con suelos de origen aluvial; mato-
rral desértico Crassicaule, en suelos
sedimentarios; matorral submon-
tano, en suelos sedimentarios, pero
regido por un factor climático, y
pastizal gypsofilo, relacionado con
suelos en los que se presentan aflo-
ramientos de yeso. Cada tipo de
vegetación está caracterizado por
especies particulares diferenciales
que al formar una sinergia, conce-
den estructura y funcionamiento a
estos ecosistemas.
Biodiversidad y procesos
ecosistémicos en zonas
semiáridas
Interacciones bióticas
Muchos autores han conceptualiza-
do las interacciones bióticas como
la fuerza motriz de las estructura de
las comunidades de zonas semiá-
ridas; Joseph R. McAuliffe (1984b
y 1986) refiere la cooperación
como una interacción clave en la
estructura; por su parte, Andrew M.
Barton (1993) menciona la compe-
tencia, lo que pone de manifiesto
que, en un mismo escenario natu-
ral, las interacciones adquieren un
gran valor de importancia y que,
además, las especies responden de
manera individual a los factores del
ambiente.
Los polinizadores. A diferencia de las
zonas templadas, donde abundan
las especies polinizadas por viento,
en las zonas áridas la mayoría de las
plantas presentan flores con caracte-
rísticas que han favorecido la atrac-
ción de polinizadores. En las zonas
semiáridas de México, los estudios
relacionados con abejas silvestres
han sido escasos (Ayala, Griswold
y Yanega, 1996). La mayoría han
sido colectas aisladas de carácter
taxonómico; sin embargo, han
aportado información suficiente
para considerar a las regiones xéri-
cas del continente americano como
las zonas más ricas en especies de
abejas oligolécticas (por ejemplo,
aquellas que colectan polen de un
número limitado de especies de
plantas) (Michener, 2000).
Los pocos estudios de carácter
ecológico que se han realizado en
la porción sur del altiplano poto-
sino–zacatecano han descrito los
sistemas de polinización de Fero-
cactus histrix, de algunas especies
de Opuntia y las tasas de visitas de
sus polinizadores (García, 1984;
Del Castillo y González–Espinosa,
1988; Huerta, 1995). La evidencia
indica que la relación del género
Opuntia con las abejas es especia-
lizada: al menos 84 especies son
polinizadores visitantes (Grant y
Hurd, 1979; Grant, Grant y Hurd,
1979; García, 1984; Del Castillo y
González–Espinosa, 1988; Huer-
ta Martínez, 1995). En el altipla-
no potosino–zacatecano se han
encontrado las abejas generalis-
tas Lasioglosum spp, Agapostemon
texanus, Anthophora montana, entre
otras, y son oligolécticas Diadasia
rinconis, Ashmeadiella spp, Melis-
sodes spp, Lithurge littoralis, Perdita
bicolor y Perdita azteca (Grant and
Hurd, 1979; García, 1984). La
especie de abeja más importante
para Opuntia es Diadasia rinconis;
su periodo reproductivo coincide
con el de floración, y sus hábitos
oligolécticos restringen su visitas de
forrajeo a plantas del mismo géne-
ro (Ordway, 1987). Así, Diadasia
rinconis abastece las celdas de sus
nidos con polen y se promueve la
reproducción sexual en las plantas:
mantienen una interacción especia-
lista, casi mutualista.
Un grupo importante de poliniza-
dores en las zonas áridas son las
polillas. Ejemplos claros de espe-
cialización mutualista son las inte-
racciones entre yucas y polillas, y
entre Lophocereus schottii (Cacta-
ceae, Pachyceereae) y la polilla Upiga
virescens (Pyralidae, Glaphyriinae).
Para reproducirse, la polilla está
obligada a polinizar al cactus para
ovipositar sobre los pétalos de las
flores. Las larvas se alimentan de
las semillas, sin que esto disminu-
ya de forma significativa el éxito
reproductivo de la planta (Holland
y Fleming, 1999a y 1999b).
En contraste, para las cactáceas
columnares pertenecientes a la
tribu Pachyceraceae y algunas espe-
cies del género Agave de la familia
de las Agavaceas, se ha encontrado
que 42 de las 70 especies mexica-
nas presentan morfología floral y
antesis nocturna, lo que ha favo-
recido un sistema de polinización
especialista por murciélagos, algu-
nos altamente dependientes de los
nodo
recursos florales (Fleming, Núñez
y Sternberg, 1993; Valiente–Banuet
et al, 1996). Esto ocurre en especial 31
en la zona centro sur, en donde la
mayoría de las especies de murcié-
lagos son sedentarias. Al norte de
 México, en el desierto de Sono-
ra, el sistema de polinización es
generalizado más que especialista,
las flores se mantienen abiertas
durante el día, y tanto abejas como
aves son polinizadores efectivos
(Valiente–Banuet et al, 1996). Se
ha propuesto que la transición al
sistema generalista ha sido conse-
cuencia de que los murciélagos
nectarívoros Leptonycteris curasoae
yerbabuenae, Leptonycteris nivalis
y Choeronyctris mexicana realizan
migraciones latitudinales y sus
poblaciones varían anualmente
(Valiente–Banuet et al, 1996). Por
ello, el número de murciélagos
podría ser insuficiente para lograr
una polinización efectiva (Fleming
et al, 2001).
Independientemente del sistema
especialista o generalista que exhi-
ba alguna planta, la selección hacia
alguno de ellos estará muy influen-
ciada por las especies sedentarias
que lo visitan y su efectividad como
polinizadores confiables (Fleming
et al, 2001). De cualquier forma,
en las zonas áridas la mayoría de
los visitantes florales se restringirá
a grupos particulares de plantas;
como consecuencia, la pérdida de
alguna especie dentro del sistema
planta–polinizador traerá conse-
cuencias severas para la permanen-
cia de las poblaciones con las que
interactúe.
Microorganismos del suelo. La rizós-
fera, una zona del suelo que está
sujeta a la influencia de raíces vivas,
nodo
es un ambiente complejo donde se
involucran múltiples interacciones
32 entre el suelo, raíz y poblaciones
microbianas, cuyo resultado influye
de manera directa en las plantas y su
productividad (Jeffries et al, 2003).
Las asociaciones que se forman en
la rizósfera pueden ser benéficas,
neutrales o perjudiciales, depen-
diendo de los microrganismos
del suelo y las plantas involucra-
das, bajo condiciones ambientales
específicas (Brimecombe, De Leij
y Lynch, 2001). Dentro de las rela-
ciones consideradas como benéfi-
cas destaca la simbiosis mutualista
que establece la planta con hongos
micorrízicos (hm), los microor-
ganismos más distribuidos en el
suelo. En las últimas décadas se ha
prestado mucha atención a su estu-
dio, ya que los investigadores han
venido demostrando los múltiples
beneficios que confieren los hm a
las plantas, no solo por su función
clave en la nutrición mineral sino
por su importancia ecológica, ya que
la biodiversidad de estos presente
en el suelo permite respuestas dife-
renciales que repercuten en funcio-
nes del ecosistema, tales como la
biodiversidad, productividad y
variabilidad de plantas (Van der
Heijden et al, 1998; Sanders, 2002;
Koide y Mosse, 2004). Además, otro
aspecto interesante de la simbio-
sis micorrízica es que responde a
muchas perturbaciones que actúan
a nivel de ecosistema, como son los
cambios ambientales, prácticas de
manejo agrícolas o contaminación
(Rillig, 2004), por lo que cualquier
información que se genere en este
aspecto es fundamental para estu-
dios ecológicos.
Por otra parte, en los ambientes
semiáridos o áridos, con frecuencia
las plantas están expuestas a condi-
ciones ambientales adversas, tales
como sequía, salinidad y tempe-
raturas extremas (donde el déficit
hídrico en la planta es el compo-
nente común), lo que se conside-
ra como los factores abióticos más
importantes que limitan la supervi-
vencia, desarrollo y productividad
de la planta en ecosistemas natu-
rales y tierras cultivables (Kramer y
Boyer, 1995; Bray, 1997). Bajo este
panorama, y debido a que numero-
sos estudios han demostrado que la
simbiosis con hm es un factor clave
para ayudar a la planta a afrontar
las condiciones ambientales adver-
sas (Jeffries et al, 2003; Marulanda,
Azcón y Ruiz–Lozano, 2003), resul-
ta apremiante generar información
que permita conocer la biodiver-
sidad y diferencias funcionales de
los hongos micorrizicos asociados
con las plantas que habitan los
ecosistemas semiáridos o áridos del
mundo.
Para ser más precisos, una de las
atribuciones más importantes de
los hm es que contribuyen a la
tolerancia a la sequía en la planta
a través de una combinación de
efectos físicos, nutricionales, fisio-
lógicos y celulares (Ruiz–Lozano,
2003). Algunos estudios ecofi-
siológicos demuestran que con
frecuencia la simbiosis con hm alte-
ra la tasa de movimiento del agua
dentro, a través y hacia afuera de
la planta, con efectos en la hidrata-
ción de los tejidos, fisiología de la
hoja y ecología de la planta (Augé,
2001). Dentro de los efectos fisio-
lógicos se involucran los siguientes
cambios: hormonales; relaciones
osmóticas; fotosíntesis; síntesis
de proteínas y actividad enzimáti-
ca; metabolismo de carbohidratos
y aminoácidos, y variación en la
conductancia hidráulica en el siste-
ma raíz–tallo y dentro de la planta.
Los efectos ecológicos involucran:
potencial reproductivo; biodiversi-
dad; ciclos biogeoquímicos; secues-
tro de carbono; adecuación de la
planta, y competitividad. Trabajos
recientes revelan que la simbio-
sis micorrízica puede controlar la
expresión de acuaporinas y regular
el flujo de agua en raíces, así como
modificar la redistribución de agua
en suelos vía raíces. Asimismo, los
hm pueden tener efectos significa-
tivos en las enzimas antioxidantes
de las raíces en sequía (Neri–Luna,
2006, Augé, 2008). Recientemen-
te se ha propuesto que las funcio-
nes físicas, químicas y biológicas
del micelio extra radical de los hm
afecta la estructura del suelo (Miller
and Jastrow, 2000) lo que a su vez
altera las propiedades de retención
de humedad, por lo que pueden
desempeñar un papel importante
en las relaciones hídricas de la plan-
ta y modificar las características de
los suelos (Augé et al, 2004).
Por otra parte, se ha documentado
que la tolerancia a la salinidad por
parte de las plantas micorrizadas
se debe sobre todo a que los hm
mejoran el estado nutricional del
hospedero y facilitan la asimilación
de fósforo (P), que se dificulta en
suelos salinos. El incremento en la
concentración de nitrógeno (N) en
condiciones de salinidad también
puede mejorar el metabolismo de
la planta, al favorecer la síntesis de
proteínas (Harris–Valle et al, 2009),
lo cual es muy importante para
mitigar el estrés hídrico en las plan-
tas que crecen bajo esta condición,
situación común en los ambientes
semiáridos o áridos.
Es importante resaltar que la diver-
sidad de hm tiene consecuencias
significativas a nivel ecológico,
debido a que las especies o aisla-
mientos pueden variar su potencial
para promover el crecimiento y la
adaptación a los factores bióticos
o abióticos de las plantas hospede-
ras (Rillig, 2004). Varios estudios
ecológicos demuestran que hay una
respuesta diferencial en la planta en
función del ecotipo de hm asocia-
do, ya que hay comunidades de hm
y plantas que están adaptadas a cier-
tas condiciones ambientales (Kliro-
nomos, 2003). Por ello, muchos
investigadores en los últimos años
han tratado de evaluar de manera
específica las cepas nativas aisladas
de zonas áridas y semiáridas; cabe
destacar que han observado que la
micorrización con especies nativas
es más efectiva para incrementar
la asimilación relativa de agua y la
adquisición de N+ y K+ que con los
hm exóticos.
En el mismo sentido, Andrés A.
Estrada–Luna y Fred T. Davies reali-
zaron un experimento en el que
resaltan la importancia de la adap-
tación de los organismos simbion-
tes a ambientes áridos y semiári-
dos, al observar que la asociación
de Opuntia albicarpa Scheinvar cv.
“Reyna” con un consorcio fúngico
procedente del desierto sonoren-
se incrementó más las concentra-
ciones de N, P, K+ y Ca2+, que un
biofertilizante experimental y que
una especie exótica procedente de
un banco internacional de inoculo
de hongos micorrizicos. Por último,
existen ejemplos muy claros que
permiten ilustrar la importancia
del conocimiento de la interacción
planta–hm en los ambientes áridos
y semiáridos; uno de ellos es la
investigación realizada por Natalia
Requena, Peter Jeffries y José Miguel
Barea, en donde el uso de hm nati-
vos combinado con un inoculo de
hm permitió la revegetación de un
nodo
ecosistema semiárido. De la misma
manera, el trabajo realizado por
Requena y colaboradores en un 33
ecosistema mediterráneo demostró
que la simbiosis micorrízica inter-
viene en el proceso de disminu-
ción de la desertificación, ya que la
 inoculación con hm y bacterias fija-
doras de nitrógeno nativas mejora-
ron el establecimiento de especies
vegetales, lo que incrementó la
fertilidad y calidad del suelo.
Sin embargo, es necesario conti-
nuar con la investigación dirigida al
conocimiento de la biodiversidad
de microrganismos benéficos en
los suelos de los ecosistemas áridos
y semiáridos de México y resto del
mundo; en particular, es importan-
te conocer los diferentes géneros
de hm, con la finalidad de que sus
estrategias ecológicas y funciones
se puedan predecir. Lo anterior es
primordial, ya que, por ejemplo, se
ha sugerido que las especies mico-
rrízicas nativas de regiones áridas y
semiáridas pudieran ser una fuente
potencial de inoculo para cultivo
comerciales en zonas agrícolas con
problemas de salinidad y caren-
cia de agua. No obstante, todavía
queda un largo camino por reco-
rrer, dado que las distintas espe-
cies de hm promueven de manera
diferencial el crecimiento de una
misma especie vegetal, por lo que es
necesario evaluar cada asociación
para saber si existe un beneficio real
de la interacción (Harris–Valle et al,
2009).
Nodrizaje en plantas. En zonas
semiáridas y áridas es común que
la vegetación se distribuya en forma
de parches, inmersos en porcio-
nes de suelo desnudo (Silvertown y
Wilson, 1994). Por ello, el proceso
de repoblamiento de las especies
nodo
tiene patrones muy especiales. En
primer lugar, las semillas tienden a
34 acumularse debajo de las plantas,
debido a que las raíces superficiales
y la hojarasca actúan como trampas
de semillas, sobre todo en ambien-
tes donde existen amplias porciones
de suelo desnudo o por la presencia
de frugívoros que perchan en las
ramas de las plantas mientras se
alimentan de frutos (Flores y Jura-
do, 2003).
Con frecuencia, muchas especies de
plantas se establecen bajo los doseles
de las plantas adultas de otras espe-
cies, ya que además de los patrones
de distribución de las semillas, estas
especies proporcionan microam-
bientes menos estresantes (Ellner y
Shmida, 1981). A esta asociación se
le conoce como síndrome del nodri-
zaje o facilitación, y se considera de
gran importancia para modelar la
estructura de las comunidades en las
zonas áridas (Nobel, 1988).
El establecimiento de plántulas
debajo de los doseles de arbustos,
árboles y herbáceas es favoreci-
do debido a que esos microhábi-
tats amortiguan la temperatura: el
microambiente debajo del dosel es
más fresco durante los días cálidos
y protege a las plántulas de heladas
suaves, existe menor radiación solar
y mayor disponibilidad de agua,
porque la evaporación es menor.
El suelo debajo de los doseles
es menos compacto y la tasa de
erosión es menor, puede contener
mayor cantidad de nutrimentos y en
algunos casos suele ser más húme-
do, debido al ascenso de agua por
medio de las raíces de las plantas
nodriza (McAuliffe, 1984a; Franco
y Nobel, 1989; Valiente–Banuet y
Ezcurra, 1991; Cody, 1993; Pugnai-
re, Haase y Puigdefábregas, 1996;
Mandujano et al, 1998; Flores y
Jurado, 2003).
En la revisión hecha por Joel Flores
y Enrique Jurado (2003) de traba-
jos publicados desde 1910 hasta
2002 sobre este fenómeno, encon-
traron que existen 147 especies
que actúan como nodrizas y 429
como protegidas; también mencio-
nan que 46 especies actúan como
nodrizas en estado adulto y son
protegidas cuando germinan y se
establecen. Las familias que por lo
general actúan como nodrizas son
Fabaceae, Asteraceae y Mimosaceae,
mientras que las familias que cuen-
tan con mayor número de especies
protegidas son Cactaceae, Poaceae y
Asteraceae (Flores y Jurado, 2003).
El proceso de nodrizaje no solo se
refiere al establecimiento de plántu-
las debajo del dosel de otras espe-
cies, a nivel de comunidades es un
proceso que mantiene la diversidad
biológica en zonas áridas, regula
interacciones entre plantas y juega
un papel importante en la dinámi-
ca de las comunidades vegetales.
Un caso interesante se puede obser-
var en las interacciones bióticas de
la cactácea Neobuxbaumia tetetzo y
Mimosa luisiana: las plántulas de N.
tetezco germinan bajo el dosel de M.
luisiana en el Valle de Zapotitlán,
en Puebla, cuando la cactácea es de
tamaño pequeño no tiene ningún
efecto sobre su planta nodriza, pero
cuando esta crece, ambas especies
compiten por el agua disponible en
el suelo, lo que ocasiona menores
tasas de crecimiento y producción
de frutos de M. luisiana (Flores–
Martínez, Ezcurra y Sánchez–
Colón, 1998).
Por último, existen evidencias de un
recambio de especies que originan
una dinámica sucesional cíclica,
basado en interacciones de nodri-
zaje y competencia entre pares de
especies, por ejemplo, Larrea diva-
ricata funciona como nodriza de
plántulas de Opuntia leptocaulis,
después, esta desplaza a su nodri-
za y más adelante sirve de nodriza
de Larrea, con lo que se repite la
dinámica. Este ciclo no es único,
existen reportes similares para las
zonas áridas mexicanas, entre los
que destacan las especies Acacia
schaffneri y Opuntia stretacantha
para el altiplano potosino zacateca-
no (Yeaton, 1978; Yeaton y Romero
Manzanares, 1986).
Conclusiones
La biodiversidad consiste en la
diversidad biológica que ha brinda-
do la evolución a lo largo de millo-
nes de años; el mundo biológico
se caracteriza por la variabilidad y
la complejidad en cada uno de sus
niveles de organización (estructu-
ral, taxonómico y funcional).
Las regiones áridas y semiáridas
de México se reconocen como
centro de origen y diversificación
de muchas familias de plantas fane-
rogámicas, en especial Cactaceae, lo
que hace único a nuestro país.
Debido a las adaptaciones que han
sufrido las plantas de zonas semiá-
ridas, ya que crecen bajo condicio-
nes poco favorables, mucha de la
investigación en biotecnología que
en la actualidad se realiza está enfo-
cada hacia la trasferencia de genes
de estas especies (de resistencia a la
salinidad, a la sequía y otras carac-
terísticas) a otras que representan
interés particular, como cultivos de
tierras secas.
En las zonas áridas, la mayoría de
los visitantes florales (polinizado-
res) se restringe a grupos particula-
res de plantas. La pérdida de alguna
especie dentro del sistema planta–
polinizador traerá consecuencias
severas para la permanencia de las
poblaciones con las que interactúe.
Se reconoce que la simbiosis con
hectomicorrizas es un factor clave
para ayudar a la planta a afron-
tar las condiciones ambientales
adversas que se presentan en zonas
semiáridas; a pesar de esto, no
existe información suficiente que
permita conocer la biodiversidad
y diferencias funcionales de los
hongos micorrizicos asociados con
las plantas en estos ambientes.
Las interacciones positivas en zonas
semiáridas, como el nodrizaje,
tienen implicaciones a nivel indivi-
duo que repercuten a niveles supe-
riores (poblaciones y comunida-
des); en estos ambientes es común
que la vegetación se distribuya en
forma de parches, ya que las semi-
llas tienden a acumularse debajo de
otras plantas debido a que las raíces
superficiales y la hojarasca actúan
como trampas de semillas. Esto se
considera de gran importancia para
modelar los patrones de distribu-
ción espacial de las poblaciones y
la estructura de las comunidades en
las zonas áridas.

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nodo

38
 La costa de Jalisco y sus
habitantes: historias de gente,
biodiversidad y ecosistemas
El paisaje costero de Jalisco se carac-
teriza, además de por hermosas
playas y zonas de costa rocosa, por
la presencia de ecosistemas de alto
valor ecológico debido a su gran
diversidad biológica. Numerosos
ríos drenan en esta costa y forman
esteros con manglares en sus sali-
das al mar. En sus recorridos desde
las altas montañas, los ríos van
acompañados por bosques, llama-
dos riparios, formados por árboles
de gran tamaño que son refugio
para muchos animales, que en
estos sitios pueden encontrar agua
y alimentos durante todo el año.
No obstante, el ambiente dominan-
te de la costa es el bosque tropical
seco (bts) o la también denomi-
nada selva baja caducifolia. Estos
bosques están formados por árboles
que por lo general no crecen más de
12 metros y la mayoría pierde sus
hojas durante los meses de sequía,
lo que crea un escenario de tron-
cos y varas grisáceas que parecie-
ra no estar vivo. Con las primeras
lluvias, que comienzan entre junio
* Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Morelia (correo electrónico: castillo@oikos.
unam.mx).
y septiembre, el bosque despierta y
en pocas semanas se convierte en
un ambiente vestido de verde por
el que corren arroyos y en el cual
resurgen animales como ranas y
sapos, que aunque no se creería que
viven en estos sitios, pueden sobre-
vivir a través de estrategias como
enterrarse en el suelo. Cabe seña-
lar que la poca cantidad de lluvia
que se registra (740 milímetros en
promedio al año) es el factor prin-
cipal que determina la dinámica
de los sistemas naturales, así como
las actividades productivas de los
grupos humanos.
En la carretera federal 200, que
conecta Melaque y Puerto Vallarta,
la Universidad Nacional Autóno-
ma de México (unam) estableció
en 1971 la Estación de Biología
Chamela como un sitio para estu-
diar y preservar el bts. El área de la
estación es de poco más de 3,000
hectáreas y hoy en día es un sitio
reconocido nacional e internacio-
nalmente por la gran cantidad de
Alicia Castillo*
investigaciones realizadas (Nogue-
ra et al, 2002).
Los inventarios biológicos dan
cuenta de la gran biodiversidad
del bts en esta costa: se estiman
cerca de 1,500 especies de plantas,
95 especies de mamíferos, 270 de
aves, 65 de reptiles, 19 de anfibios y
más de 1,800 de artrópodos. Muchas
de estas especies, además, solo se
encuentran en esta región, lo que la
hace aún más importante en cuan-
to a su biodiversidad. Asimismo,
en este sitio se han llevado a cabo
numerosas investigaciones sobre el
funcionamiento del ecosistema que
han permitido entender las delica-
das y muchas veces frágiles interac-
ciones entre componentes como el
suelo, la vegetación y la fauna en un
sitio en donde la poca disponibili-
dad de agua desempeña un papel
nodo
fundamental (Maass et al, 2002).
Debido al reconocimiento de la 39
importante biodiversidad de esta
región costera, en 1993 se decretó
 la Reserva de la Biosfera Chamela– GRÁFICA 1. RESERVA DE LA BIOSFERA CHAMELA-CUIXMALA
Cuixmala, añadiendo a los terrenos
de la unam un predio de la Univer- s

icolá
sidad de Guadalajara, así como un

an N
área de alrededor de 10,000 hectá-
reas pertenecientes a un propietario

oS
Juan Gil

Rí
privado que estuvo dispuesto a que Preciado
La Fortuna
parte de sus tierras se destinaran a
la conservación. El manejo de la Perula
San
reserva lo lleva a cabo un consejo Mateo
directivo formado por personal de Bahía de Chamela

la
la unam y de la Fundación Ecoló-

ma
de

itz
Chamela va a
gica de Cuixmala, ac, formada por ser sfer la

Cu
e
R Bio e

Rio
los propietarios privados (véase la la Cham ala
gráfica 1). de uixm
C

n
ció
i

Hasta 2000, el interés científico
estuvo puesto casi exclusivamente
en la riqueza biológica y la diná-
mica de los ecosistemas, aunque en
muchos de los trabajos realizados
se hace mención a la importan-
cia de conocer el contexto social,
en el que se incluyen los procesos
económicos, políticos y cultura-
les. Desde entonces, el laboratorio
de investigación (Comunicación
para el Manejo de Ecosistemas)
en el Centro de Investigaciones en
Ecosistemas unam, campus More-
lia, ha llevado a cabo proyectos de
investigación sobre aspectos socia-
les relacionados con el manejo de
tierras y ecosistemas en la región
central de la costa jalisciense. El
objetivo del presente artículo es dar
a conocer algunos de los resultados
de estas investigaciones, resaltar la
importancia que tiene conservar los
ecosistemas de esta hermosa región
a través de la construcción de estra-
tegias que a la vez que permitan
nodo
Bahía de Careyes
El mapa indica el área de la Reserva
de la Biosfera Chamela–Cuixmala
y de algunos de los ejidos colindantes.
A corresponde a los terrenos de la Estación
de Biología Chamela de la UNAM y B
a los de la Fundación Ecológica de Cuixmala, AC.
La colonización de la
costa de Jalisco: ¿tierras
agrestes o paradisiacas?
Aunque existe poca documentación
sobre la historia de la costa de Jalis-
co, los trabajos realizados mues-
tran una historia fascinante a la vez
que conflictiva. De acuerdo con los
arqueólogos, la ocupación humana
en la costa se remonta a alrededor
de 3,000 años (Mountjoy, 2008).
Antes de la llegada de los españoles,
fueron grupos de origen náhuatl los
principales habitantes, lo cual se
aprecia hasta la actualidad en los
ca
u rif
R io P
en ascenso, pero disminuyó drásti-
camente debido a las enfermedades
traídas de Europa, desconocidas en
el continente americano, y por el
maltrato al que fueron sometidos
los indígenas por los conquistado-
res españoles. Hacia 1661, Rodrí-
guez (1989) estima en la región
costera de Jalisco una población
de tan solo 527 habitantes. En las
crónicas de frailes evangelizadores
se describe a la región como tierras
de muchas aguas, lluvias, ríos y
manantiales, y como una natura-
leza difícil de conquistar debido a
la presencia de cerros, barrancas y

el mantenimiento de los procesos
ecológicos, brinden a sus habitan-
40 tes oportunidades para mejorar, en
muchos casos, su calidad de vida, y
asegurar un acceso equitativo al uso
y disfrute de los bienes y servicios
que se pueden obtener de la natu-
raleza.
nombres de muchos pueblos, por
ejemplo, Nahuapan, Jirosto, Maza-
tán y Ocotán. A estos últimos, a dife-
rencia de otras regiones nahuas en
el país, en algunas partes de la costa
se les quita la “l” (Otto Schondube,
com. per). Se considera que en el
siglo xvi, la población indígena iba
pantanos (Acuña, 1988; Regalado
Pinedo, 2000).
Debido a la ausencia de minas,
la costa permaneció durante los
siguientes siglos como una región
con baja densidad poblacional y
poco desarrollo (Aldana Reldón,
1990; Ortega, 1995). Desde los
tiempos de la colonia hasta prin-
cipios del siglo xx, la economía
se basó en haciendas agrícolas y
ganaderas de grandes extensiones.
No obstante, continuó siendo un
lugar remoto y olvidado hasta los
años entre 1943 y 1947 cuando,
durante el gobierno en Jalisco de
Marcelino García Barragán, surgió
el Comité Pro Economía y Colo-
nización de la Costa de Jalisco. Se
comenzó a impulsar un desarrollo
agrícola y ganadero, así como la
explotación de bosques (Castillo,
1991; Rodríguez Batista, 1991). El
mayor impulso a la colonización,
sin embargo, se dio hasta el gobier-
no de Agustín Yáñez, a través del
Programa de Colonización de la
Costa de Jalisco, encabezado por
la Comisión de Planeación de la
Costa de Jalisco que fuera creada en
1953. Esta comisión se encargó de
manera fundamental de contribuir
al proyecto nacional Marcha al Mar,
creado por el gobierno federal de
Adolfo López Mateos, cuyo objeti-
vo fue colonizar los litorales mexi-
canos (Castillo, 1991). En su nove-
la La tierra pródiga, el gobernador
Agustín Yáñez, quien fue además un
destacado escritor, describe el paisa-
je costero como un lugar exótico y
difícil para el asentamiento huma-
no. Asimismo, recrea los conflictos
que pudieron existir entre persona-
jes que, ávidos de hacer fortuna, se
adueñaron de grandes extensiones
de terreno, y los intereses de un
gobierno que buscaba desarrollar
una región vista como inhóspita,
a la vez que con una vasta riqueza
para explotar (Yáñez, 1960).
Desde los años cuarenta y durante
los cincuenta —en particular por el
trabajo de la Comisión de Planea-
ción—, se reconoció que tanto la
topografía accidentada de la costa
como su clima, sobre todo el “errá-
tico régimen de lluvias” (Rodríguez
Batista, 1991), constituían dificulta-
des para las actividades agrícolas y
ganaderas. Años de fuertes sequías
y otros causantes de inundaciones
han sido la característica principal
de la región costera. En el periodo
entre 1980 y 1988, existió el Progra-
ma de Desarrollo Rural Integral de
la Costa de Jalisco, que presentó
también un diagnóstico en donde
se reconocía que 52% es sierra,
32% lomeríos y solo 11% son
valles y llanuras (Ortega, 1995). No
obstante, las políticas gubernamen-
tales, desde los procesos de colo-
nización en la primera mitad del
siglo xx y hasta finales de los años
ochenta, apoyaron fuertemente la
trasformación de los ecosistemas
naturales para una agricultura, que
había comenzado como medio de
subsistencia, de corte comercial y,
sobre todo, el desarrollo de pastiza-
les para la cría de ganado. El repar-
to de tierras a campesinos fue una
de las acciones más importantes
para colonizar la costa. Gran parte
del territorio es ejidal; entre 1958 y
1976 se repartió el 69% de la tierra
que poseen los ejidatarios de la
costa de Jalisco (Rodríguez Batista,
1989). En la actualidad, los terre-
nos planos cerca de la línea costera
se utilizan para la siembra de culti-
vos como papaya, mango, chile y
jitomate; los ejidos y ranchos ubica-
dos hacia el interior del continente
son esencialmente ganaderos.
La actividad turística ha sido
también central en el desarrollo
de la costa de Jalisco. El aprove-
chamiento de esa “gran riqueza
aún inexplorada”, como enfatizó
en su primer informe de gobierno
Marcelino García Barragán en 1944
(Castillo, 1991), constituye una
visión que continúa hasta la actua-
lidad. Tanto para los gobernantes
como para los pobladores locales
(sobre todo de los pueblos cercanos
al mar), el turismo es la esperanza
que permitirá dar un impulso al
desarrollo económico, en especial
para las regiones central y sur.
El desarrollo de Puerto Vallarta
como atractivo vacacional despegó
desde la década de los cincuenta,
cuando ya existían algunos hoteles
(Munguía Fregoso, 2003). Su conti-
nuo crecimiento lo ha llevado a que
en el presente sea uno de los desti-
nos turísticos más importantes del
país, que también recibe una gran
cantidad de visitantes extranjeros.
Conocido también como la Perla o
la Joya del Pacífico, es el principal
centro turístico de Jalisco y contri-
buye de manera importante a la
economía del estado. Por otro lado,
la parte sur posee también una
oferta para los turistas nacionales y
extranjeros con San Patricio Mela-
que y Barra de Navidad.
Biodiversidad en los
pueblos rurales:
importancia de las tierras
ejidales
Los paisajes naturales de la costa
son de incalculable belleza y cons-
tituyen el hábitat para muchas espe-
cies de plantas y animales. Debido
a esta gran riqueza biológica y al
reconocimiento de la importancia
de mantener los procesos ecológi-
cos que proveen a las sociedades de
bienes tales como el agua, maderas,
nodo
combustibles como leña o servicios
como el mantenimiento de la ferti-
lidad de los suelos o la regulación 41
del clima (conocidos en la actuali-
dad como servicios ecosistémicos),
se han implementado políticas
de conservación ambientales tales
como la creación de la Reserva de
 la Biosfera Chamela–Cuixmala o el
decreto en 1999 del Programa de
Ordenamiento Ecológico Territorial
de la costa de Jalisco, que busca que
las actividades productivas se lleven
a cabo tomando en cuenta la voca-
ción de las tierras y se procure la
conservación ambiental.
Aunque la Reserva de la Biosfera
Chamela–Cuixmala es un espacio
que desempeña un papel relevan-
te en la conservación del bts en el
país, su tamaño es muy pequeño
(poco más de 13,000 hectáreas).
No obstante, la reserva es, hoy en
día, esencialmente un refugio para
muchas especies cuya supervivencia
fuera de ella podría estar en riesgo
(tal es el caso de animales como
pumas y jaguares). A diferencia
de la mayoría de las reservas de la
biosfera en México, dentro de ella
no existen asentamientos huma-
nos. A su alrededor, sin embargo,
la principal forma de tenencia de la
tierra es ejidal y existen ejidos habi-
tados por campesinos dedicados a
la agricultura, las actividades gana-
deras, y en algunos casos también
a la explotación forestal. Los paisa-
jes están formados por un mosaico
que incluye campos de cultivo (en
las zonas con menor pendiente),
potreros para el ganado y parches
con vegetación en distintos grados
de conservación.
Aunque por mucho tiempo se pensó
que el bts y otros ambientes en la
costa estaban muy degradados debi-
do a las actividades humanas, un
nodo
estudio reciente, realizado a través
del análisis de imágenes de satélite,
42 muestra que a pesar de los procesos
de trasformación de los ecosiste-
mas para las actividades agrícola y
ganadera existe todavía una impor-
tante cobertura de vegetación en
la región (Sánchez–Azofeifa et al,
2009). En el trabajo referido se
encontró que 56% de la vegetación
en la costa de Jalisco es bts y que los
ejidos alrededor de la reserva (hasta
una distancia de 30 kilómetros)
poseen todavía entre 70 y 80% de
terrenos cubiertos con bts. Es decir,
las tierras ejidales son de extrema
relevancia para la conservación de
ecosistemas, en particular del bts.
Se debe tomar en cuenta también
que en los ejidos que colindan con
la reserva (véase la figura 1), está
presente una visión en la que los
campesinos argumentan que las
tierras les fueron entregadas por el
gobierno para su uso en actividades
agrícolas y ganaderas. No obstante,
se reconoce el valor de la vegetación
natural como proveedora de servi-
cios para las sociedades. Se apre-
cian, por ejemplo, la obtención de
plantas medicinales y de madera
para la construcción de casas, así
como las posibilidades de disfru-
tar los paisajes naturales, la tran-
quilidad del monte o la sombra
proporcionada por los árboles.
Una idea común entre las personas
que muestra una de las más fuertes
preocupaciones para los habitantes
es la escasez de agua. A pesar de que
la gente reconoce años de abundan-
tes lluvias intercalados con otros
de sequías (en ocasiones severas),
mencionan que se ha dado una
disminución en las lluvias con el
paso del tiempo y con frecuencia la
asocian con el desmonte llevado a
cabo por ellos mismos como parte
de la labores para sembrar cultivos
y pastos para la cría de ganado. Sin
embargo, las familias campesinas
muestran cada vez más apertura e
interés por buscar formas alternati-
vas de uso de las tierras y por preser-
var su patrimonio natural.
Turismo y biodiversidad:
amenazas y desafíos
Como ya se mencionó, la belleza de
los paisajes naturales, tanto mari-
nos como terrestres, ha sido alta-
mente apreciada como un recurso
para explotar. En la parte central
de la costa el desarrollo turístico
presenta características particula-
res. Desde los años sesenta algu-
nos extranjeros con altos ingresos
económicos compraron grandes
extensiones de terreno. Es el caso
del empresario italiano Gian Fran-
co Brignone, quien posee lujo-
sas casas y un campo de polo por
donde ha desfilado “toda clase de
gente”, como reseña Carlos Tello
Díaz (2006) en su libro La magia de
Careyes, incluidos famosos diseña-
dores de moda, artistas, escritores y
sobre todo personajes poseedores,
al igual que el señor Brignone, de
enormes riquezas.
Existe también una oferta de pocos
hoteles catalogados como Gran
turismo visitados por turistas nacio-
nales y extranjeros que encuentran
en esta costa lugares exclusivos
y aislados, y que pagan por ellos
altos precios. Por otro lado, exis-
ten hoteles pequeños y lugares
para acampar, que son utilizados
en especial por turistas naciona-
les y por un turismo proveniente
principalmente de Norteamérica y
que trae sus propias casas rodantes.
De acuerdo con investigadores del
Centro Universitario de la Costa
de la Universidad de Guadalajara,
la actividad turística en la llama-
da Costa Alegre es una importan-
te fuente de empleos en la región
(Dachary y Arnaiz Burne, 2004).
La construcción de desarrollos
turísticos en esta área ha toma-
do más de tres décadas. Se estima
en menos de 1,000 el número de
habitaciones que se tienen en la
zona correspondiente al munici-
pio La Huerta, y a excepción de un
hotel de gran lujo (Hotel Careyes),
ninguna construcción rebasa los
dos niveles (Castillo et al, 2009).
Este lento desarrollo ha permitido
que hasta ahora se conserven zonas
cubiertas con vegetación natural,
y que los sistemas hídricos —ríos,
arroyos y esteros— mantengan un
funcionamiento ecológico sano.
No obstante, se comienzan a tener
registros de pozos que se sobrexplo-
tan y se secan, y otros que se salini-
zan —están teniendo infiltraciones
de agua de mar debido también a
extracciones excesivas, lo que los
inutiliza.
Desde el punto de vista social, se
debe resaltar que las ganancias y el
disfrute de los atractivos turísticos
no han sido equitativos entre los
habitantes de esta parte de la costa.
Existe un fuerte desequilibrio entre
el poder económico de empresarios
que poseen hoteles y residencias
lujosas, quienes además limitan y,
en algunos casos, niegan el acceso
libre a las playas, lo cual, de acuer-
do con la constitución mexicana,
no se debe permitir.
Se ha intentado construir otros
proyectos también de gran lujo,
pero de mayor envergadura. Estos
proyectos están planteados con
poco conocimiento de las carac-
terísticas ecológicas de la zona y
proponen, entre otras cosas, la
construcción de campos de golf.
En un lugar en donde el principal
factor limitante es el agua (por las
escasas y poco predecibles lluvias),
no es viable establecer campos de
golf que consumen millones de
metros cúbicos de agua al año. La
unam, a través de la colaboración
de un buen número de académi-
cos que realizan investigación en la
zona y en la propia reserva, logró
detener en 2007 un par de proyec-
tos que atentaban contra la integri-
dad de los ecosistemas de la región.
En la actualidad existe al menos
un proyecto bajo la revisión de
las autoridades ambientales fede-
rales que nuevamente contempla
la construcción de un campo de
golf, además de zonas residen-
nodo
ciales, todo lo cual requiere del
desmonte de muchas hectáreas de
terreno. Las consecuencias ecoló- 43
gicas pueden ser catastróficas en el
futuro cercano sobre todo debido
a la no consideración del factor
agua como el elemento regulador
de los ecosistemas. Asimismo, los
 niveles de consumo de agua de
estos proyectos dejarán sin acceso
al recurso a muchos de los pobla-
dores locales, quienes conocen
muy bien el significado de su falta
tanto para las actividades domésti-
cas como para las productivas. En
años de sequía, son los ejidatarios
y sus familias los que padecen la
falta de agua y tienen que pagar
altos precios por este importante
recurso. Cabe señalar que los hote-
les ya existentes no cuentan con
medidores de consumo de agua y
los pagos que reportan se relacio-
nan principalmente con el pago de
electricidad para el bombeo en los
pozos (Godínez Contreras, 2003).
Es decir, la industria turística utiliza
un recurso por el que casi no paga
y obtiene grandes ganancias. En
contraste, las familias campesinas,
para quienes el agua es vital para
sus actividades productivas, tienen
en muchas ocasiones que pagar por
la obtención de agua de los pocos
pozos en los que se puede extraer
agua durante todo el año, y sufra-
gar los costos de trasporte hasta sus
localidades y parcelas.
La conservación
de la biodiversidad:
más allá de las reservas
La presencia de la Estación de Biolo-
gía de la unam ha sido un esfuer-
zo muy importante en la región
costera de Jalisco. Debido a la gran
cantidad de estudios que se han
llevado a cabo, se le reconoce como
el sitio con más información sobre
nodo
la biología y ecología del bts en el
continente (Noguera et al, 2002).
44 La reserva de la biosfera, asimismo,
cumple un importante papel en la
conservación de ecosistemas, sobre
todo en lo referente al bts (Ceba-
llos y García, 1995). No obstante,
es necesario señalar que aunque en
el plan de manejo de la reserva se
indica que esta debe contribuir a la
difusión de formas alternativas de
uso de ecosistemas que permitan
su mantenimiento en el largo plazo
(Ceballos et al, 1999), su impacto
en los pobladores locales es casi
nulo (Pujadas y Castillo, 2007).
Tanto la unam como su corres-
ponsable en la administración de
la reserva, la Fundación Ecológica
de Cuixmala, ac, tienen todavía
mucho que aportar para la cons-
trucción de estrategias de uso de
recursos naturales que a la vez que
permitan a los pobladores obtener
beneficios económicos, puedan
mantener los procesos ecológicos
que sustentan la vida misma.
Ha sido hasta años recientes que se
han comenzado a dar experiencias
que buscan un acercamiento con
los pobladores locales. En diciem-
bre de 2007 y en el contexto de la
Semana Nacional de la Conser-
vación que promueve la Comi-
sión Nacional de Áreas Naturales
Protegidas, se organizó un evento
de Casa Abierta. Por primera vez
desde su creación, en 1971, la Esta-
ción de Biología Chamela invitó a
las comunidades locales a visitarla,
abrió sus puertas un día sábado y
colocó en su entrada un letrero de
“Bienvenidos”. Además de mostrar
las instalaciones, tanto académi-
cos como estudiantes se dieron
a la tarea de explicar sus trabajos
de investigación a los visitantes.
Se inició con un recorrido por los
distintos carteles y mesas demostra-
tivas, con los propios trabajadores
de la estación, quienes viven en los
poblados cercanos a ella. Se reci-
bieron familias de los ejidos cerca-
nos y algunos turistas. El evento se
ha repetido en 2008 y 2009; cada
año ha aumentado el número de
visitantes y de académicos parti-
cipantes. En la actualidad, en los
poblados se comienza a esperar
este evento como una oportunidad
para llevar a las familias a cono-
cer sobre las plantas, los anima-
les y “eso de conservar”, como lo
expresó una señora al preguntarle
su opinión sobre la visita. Es inte-
resante también, en este sentido,
la anécdota de una jovencita que
preguntó durante el recorrido:
“¿Y en dónde están las jaulas con
animales?”. Para muchos poblado-
res, las actividades realizadas en la
estación y en la propia reserva son
una incógnita. En trabajos previos
sobre las percepciones de los pobla-
dores sobre estas instituciones, se
encontró este tipo de ideas sobre
la estación como un zoológico u
opiniones de los pobladores tales
como: “Sí, he visto a los biólogos,
estudian árboles y animales, pero
no entiendo para qué” o “Eso que
hacen a lo mejor servirá” (Magaña
Martínez, 2003; Castillo, Pujadas y
Schroeder, 2007).
Es esencial no solo continuar con
eventos como el de Casa Abierta sino
impulsar también una estrategia de
comunicación y educación ambien-
tal en la región, que promueva el
interés por conocer sobre la histo-
ria social y natural de la costa, para
entonces reforzar valores de respeto
hacia plantas y animales, y promo-
ver una convivencia más armónica.
De esta manera, también se favo-
recerá la construcción de solucio-
nes a problemas como la erosión
de suelos, el manejo adecuado de
basura o acciones para conservar
y utilizar de forma sustentable el
agua en manantiales, arroyos y ríos
(Castillo et al, 2006).
Es importante resaltar también
que existen en la región iniciativas
que están surgiendo de los propios
habitantes, en especial desde los
municipios costeros. Por manda-
to de la Ley de Desarrollo Rural
Sustentable (decretada en 2001),
existe el Consejo Distrital de Desa-
rrollo Rural Sustentable de la Costa
Sur. Este consejo está formado por
miembros de distintos sectores
sociales; es un espacio para la parti-
cipación ciudadana en temas rela-
cionados con el desarrollo rural,
y tiene como un eje esencial la
conservación ambiental. Los muni-
cipios que lo integran son Casimi-
ro Castillo, Cihuatlán, Cuautitlán,
La Huerta y Villa Purificación. En
las sesiones mensuales partici-
pan miembros de los municipios
(consejeros municipales), quienes
conocen tanto los poblados y sus
problemáticas como las políticas
y los programas gubernamentales.
Asimismo, participan represen-
tantes gubernamentales de depen-
dencias tales como la Comisión
Nacional Forestal o la Secretaría
de Educación Pública; los secto-
res social (ejidos y comunidades),
privado (productores agrícolas) y
académico. En distintas sesiones
han participado académicos de la
Universidad de Guadalajara y de
la unam. Se ha colaborado a través
de pláticas sobre las investigaciones
que se hacen en estas instituciones,
así como en talleres de trabajo para
la elaboración de planes de traba-
jo y acciones en favor de la conser-
vación de las cuencas de la costa
de Jalisco. Para los académicos y
los interesados en la conservación
ambiental y el bienestar humano,
la existencia de este consejo resulta
de mucha relevancia. Solo a través
del intercambio creativo y una
participación ciudadana compro-
metida será posible resolver los
múltiples problemas actuales y
enfrentar los que se avecinan, por
ejemplo, los que surgirán como
consecuencia del cambio climático.
Reflexiones finales
Después de poco más de diez años
de trabajo de investigación en la
costa de Jalisco, la experiencia ha
permitido conocer un lugar de
extraordinaria belleza y que posee
importantes ecosistemas y recursos
naturales que se deben mantener
para el bien de sus propios habitan-
tes y por su contribución a la salud
planetaria. A pesar de la existencia
de situaciones de no equidad en el
acceso a los recursos naturales y de
problemas ambientales relaciona-
dos con el manejo de agua y dese-
chos, por mencionar algunos, la
costa ha mostrado también la exis-
tencia de su recurso más valioso: su
gente. Son las personas y sus formas
de organización y de trabajo colec-
tivo, las que pueden y deben luchar
por la construcción de un futuro
más justo y con mejores oportuni-
dades para las generaciones que ya
están aquí y las que vendrán en el
futuro próximo.
Agradecimientos
Un agradecimiento especial a
los habitantes de la costa quie-
nes nos han abierto sus hogares y
compartido sus visiones y al Dr.
Otto Schondube del Museo Regio-
nal de Guadalajara por su valiosa
información. Se agradece el apoyo
técnico de Juan Luis Peña y Lucía
Martínez. Los siguientes proyectos
brindaron financiamiento: unam
papiit in304308 y Fondo Mixto
conacyt-Gobierno del Estado de
Jalisco 2008-08-99050 y tropi-
dry-iai (Interamerican Institue for
Global Change Research crn ii #
021) apoyado por us nsf (geo-
0452325).

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 Los gigantes del mar
La ballena jorobada
en Puerto Vallarta, Jalisco
La ballena jorobada es parte de gran
grupo de mamíferos adaptados a
la vida en el agua a los que se les
conoce como mamíferos marinos.
Las ballenas evolucionaron a través
de miles de años. Existe la hipóte-
sis de que su origen fue a partir de
los mamíferos que habitaban zonas
costeras y que realizaban expedicio-
nes al mar en busca de alimento por
periodos cortos de tiempo. Algunos
estudios muestran que el su posible
ancestro es un animal del Eoceno
llamado archeosceto, que vivió
hace aproximadamente 45’000,000
de años. Durante este tiempo, los
archeocetos modificaron sus extre-
midades para poder adaptarse a
su nuevo entorno: perdieron las
extremidades posteriores, pero
desarrollaron una aleta caudal para
la locomoción. Si se tomara una
radiografía de una aleta pectoral de
algún mamífero marino, se podría
ver que dentro existe una estructura
ósea muy parecida a la que noso-
tros tenemos en nuestras manos.
* Biólogo del Instituto de Bahía de Banderas (correo electrónico: barraza_ricardo@hotmail.com).
Ricardo Barraza Figueroa*
Cuando el ser humano comenzó
a recorrer los océanos en busca de
nuevas tierras, los marineros solían
contar historias increíbles sobre
criaturas míticas que salían de los
mares y podían destruir embarca-
ciones e incluso hipnotizar a las
personas por medio de sus melo-
días embriagantes, para atraerlas
a sus trampas mortales. Debido a
estas leyendas, cuentos y mitos, la
gente comenzó a clasificar a estos
animales como los monstruos
marinos. El nombre de cetáceos es
el que científicamente se les da a
las ballenas; sus raíces etimológi-
cas provienen del griego ketos y el
latín cetus, que significan monstruo
marino.
A pesar de su forma tan diferente,
son aún mamíferos y comparten
las características básicas de este
grupo: respiran aire; las hembras
tienen crías vivas que son amaman-
tadas con leche, y tienen pelo. Más
adelante se explicarán estos puntos
con detalle.
Los cetáceos están clasificados
taxonómicamente en dos grandes
grupos: el suborden de los mystice-
tos y el de los odontocetos.
Características cetáceas
Los mysticetos o ballenas verda-
deras se alimentan de pequeños
peces y zooplancton por filtración,
y presentan láminas o barbas en la
parte interna de su maxilar superior,
en donde deberían estar los dien-
tes, pues debido al tipo de alimen-
to en el que se especializaron, los
cambiaron por estas láminas o cepi-
llos filtradores hechos con quitina
—la misma proteína que tenemos
en nuestras uñas o pelo. La quitina
hace que las barbas sean flexibles,
pero en conjunto son muy resisten-
tes, lo que permite filtrar el agua y
dejar adentro todo el alimento. Estos
nodo
organismos presentan, además, dos
orificios nasales o respiráculos en la
parte superior de la cabeza. La ubica- 47
ción de la nariz o respiráculo ayuda
igual que un tubo para buceo (snor-
 kel) cuando la ballena está nadando
en la superficie.
El otro grupo de cetáceos son los
odontocetos o delfines, como
comúnmente se les conoce. Este
grupo presenta dientes incrusta-
dos en sus mandíbulas, de ahí su
nombre odontocetos o monstruos
marinos con dientes. Su nariz o
respiráculo se encuentra en la parte
superior de la cabeza, pero solo
tienen un orificio nasal. Son muy
sociables y realizan sus actividades
diarias en conjunto, a diferencia de
sus parientes, los mysticetos, que
tienden a ser más solitarios.
En Bahía de Banderas se pueden
encontrar ambos grupos de cetá-
ceos y una importante diversidad
de especies. Bahía de Banderas
se sitúa en el paralelo 20º24 N y
entre los meridianos 105º14 O. Sus
CUADRO 1. LISTA DE CETÁCEOS REPORTADOS EN BAHÍA
DE BANDERAS
Nombre científico
Megaptera novaeangliae
Balaenoptera edeni
Balaenoptera borealis
Eschrichtius robustus
Stenella attenuata
Stenella longirostris
Stenella coeruleoalba
Tursiops truncatus
Steno bredanensis
Grampus griseus
Peponocephala electra
Pseudorca crassidens
nodo
Orcinus orca
Ziphius cavirostris
48
Mesoplodon peruvianus
Mesoplodon sp. “A”
Kogia breviceps
Kogia sima
Fuente: Salinas y Ladrón de Guevara (1995), Moncada et al. (1997).
costas abarcan dos estados, al norte
se ubica Punta de Mita, Nayarit, y
al sur Cabo Corrientes, Jalisco. La
bahía se encuentra dividida por el
río Ameca.
La ballena jorobada
Los nombres comunes de los
animales varían mucho de región
en región, aun cuando se trate de
la misma especie. A la ballena joro-
bada la conocen en Hawái como
yubarta; en Japón, le llaman zato
kujira; en Holanda, bltrug, y esta
lista podría continuar.
Desde hace 275 años se ha clasifi-
cado a todos los seres vivos que se
conocen; los nombres científicos
son poco carismáticos y en muchas
ocasiones son casi impronuncia-
bles, pero resultan muy útiles cuan-
do se pretende platicar con investi-
gadores de diferentes países acerca
Nombre común
Rorcual jorobado
Rorcual de Tropical o de Bryde
Rorcual de Sei
Ballena gris
Delfín moteado
Delfín tornillo
Delfín listado
Tursión
Delfín de dientes rugosos
Delfín de Risso
Calderón pigmeo
Orca falsa
Orca
Ballena picuda de Cuvier
Ballena picuda pigmea
Mesoplodon sp “A”
Cachalote pigmeo
Cachalote enano
de una misma especie. El nombre
científico está dado en latín, la
ballena jorobada, de esta manera,
es conocida científicamente como
Megaptera novaeangliae.
Este nombre fue dado en alusión a
una característica muy especial de
este mysticeto: sus grandes aletas
pectorales: mega, grande; pteron, alas;
novae, nueva y angliea, Inglaterra.
La ballena de alas grandes llega a
medir de 14 a 16 metros y su peso
oscila entre 30 y 50 toneladas. Esta
diferencia en su peso radica en el
programa de control de peso más
efectivo nunca antes diseñado, ya
que garantiza que en dos meses
pueden perder hasta 20 toneladas.
Las ballenas se alimentan sobre
todo de grandes cantidades de krill
y pequeños peces que se encuen-
tran en grandes concentraciones en
las zonas de alimentación en Alas-
ka, Columbia Británica, Washing-
ton, Oregón y California, en donde
se preparan para la migración
de invierno. Durante el verano y
parte del otoño se alimentan hasta
alcanzar un peso promedio de 50
toneladas, solo para poder iniciar
la migración a las zonas de repro-
ducción y apareamiento en aguas
tranquilas y más cálidas, cerca de la
línea del Ecuador. La temporada de
reproducción dura alrededor de tres
meses y en estas zonas el alimento
no es tan abundante, por lo que su
peso disminuye en poco tiempo.
Las zonas de reproducción para las
poblaciones de ballena jorobada en
el océano Pacífico norte son: Hawái,
Baja California, Islas Marías, Islas
Revillagigedo, Isla Isabel y Bahía de
Banderas. En la temporada cálida,
la población de ballenas del Pacifi-
co norte se distribuye a lo largo del
mar de Bering, el golfo de Alaska,
 GRÁFICA 1. ZONAS DE ALIMENTACIÓN Y REPRODUCCIÓN DE LAS BALLENAS
Zona de alimentación
Punta Concepción y las islas Fara-
llón en California.
¿Realmente está jorobada?
El nombre de ballena jorobada no
se debe a que presente una joro-
ba en el dorso sino a la técnica de
inmersión que realiza. Cuando está
nadando en la superficie y se prepa-
ra para sumergirse, arquea toda la
parte dorsal, para después sacar
completamente la aleta caudal; de
esta manera logra una posición
vertical de nado que le permite
realizar la apnea o inmersión.
Los pliegues ventrales le confieren a
la piel de la ballena una gran elasti-
cidad que le permite incrementar el
volumen de su gula hasta el doble
de su tamaño. Esto es muy impor-
GRÁFICA 2. MORFOLOGÍA DE LA BALLENA JOROBADA
Narinas
Tubérculos
Pliegues ventrales
Aleta pectoral
2m
Zona de reproducción
tante en las zonas de alimentación,
donde necesita obtener grandes
cantidades de agua para poder
filtrarla y obtener su alimento.
Los tubérculos son unas protu-
berancias en la parte frontal de la
cabeza, vestigios de folículos pilo-
sos. Cuando un ballenato nace,
presenta un solo pelo o vibrisa en
cada tubérculo, de alrededor de tres
centímetros; se cree que estas vibri-
sas son muy sensibles e importan-
tes en el vínculo con la madre.
Las narinas o respiráculo es el
conducto por el cual se lleva a cabo
el intercambio gaseoso con la super-
ficie (respiración); está situado en la
parte superior de la cabeza y no en
la parte frontal del rostro, como
en la mayoría de los mamíferos.
Aleta dorsal
Cola
Las aletas pectorales de las ballenas
jorobadas son las más grandes entre
todos los mysticetos en propor-
ción con el tamaño de su cuerpo:
una aleta puede medir hasta cinco
metros. Son muy efectivas en la
navegación, en las batallas y para
poder aparearse. La aleta dorsal se
encuentra en la parte más baja del
cuerpo, casi en donde comienza la
cola.
La aleta caudal es la estructura prin-
cipal para su locomoción. En los
grupos de cortejo es un arma muy
poderosa, y en la investigación
científica es una herramienta muy
importante, pues cada ballena tiene
un patrón de marcas únicas.
Alimentación
Como se ha mencionado, las balle-
nas no se alimentan en zonas de
reproducción, es decir, no se obser-
varán ballenas alimentándose en
Bahía de Banderas, se tendría que
viajar más al norte cerca de Alaska.
Entre las técnicas de alimentación
de la ballena jorobada se encuen-
tran:
• El arrastre o embestida. La balle-
na nada en superficie, se aproxi-
ma a un cardumen y repentina-
mente aumenta la velocidad del
nado con la boca abierta para
atrapar su alimento. También
pueden realizar una embestida
desde el fondo a la superficie.
• Los coletazos pectoral / caudal.
nodo
La ballena realiza movimientos
rápidos con sus aletas caudal y
pectoral, con el objetivo de atur- 49
dir a su presa para poder atrapar-
la y comerla.
• La red de burbujas. Es una técni-
ca muy eficiente, que puede ser
 realizada por un solo indivi-
duo o hasta cinco participantes.
Como en todo buen espectáculo,
debe haber un director o balle-
na encargada de dirigir esta
orquesta. Mediante la emisión
de sonidos, el individuo prin-
cipal convoca a los demás para
realizar una red de burbujas que
comienza cuando todos nadan a
una misma profundidad expul-
sando burbujas a través del
respiráculo. En conjunto, crean
una cortina de burbujas tan
densa que se puede comparar
con una red de pesca de nylon.
Esta técnica agrupa el alimento
en la superficie, encerrado por
la red de burbujas, y cuando
nodo
50
el director de la orquesta da la
indicación todos salen al uníso-
no a disfrutar del festín. Una
manera de localizar las áreas
de alimentación de las ballenas
es observando las agregaciones
de aves marinas que vuelan en
espera de poder atrapar algún
pez; estos sitios son también
conocidos como comederos de
ballenas.
Reproducción
Esta es la razón por la que las balle-
nas jorobadas viajan a las costas
mexicanas, ya que buscan aguas
cálidas y zonas seguras para dar a
luz. Durante la época reproductiva
existen distintas normas o protoco-
los. El comportamiento observado
durante la reproducción incluye los
saltos; estas increíbles demostra-
ciones de fuerza son un verdadero
espectáculo y si se recuerda que
un salto implica sacar 50 tonela-
das fuera del agua, se debe reco-
nocer que es un esfuerzo digno
de aplaudir. Durante este tiempo,
los machos tratan de demostrar
su poder saltando, golpeando y
haciendo lo necesario para atraer
a las hembras. Los coletazos son
demostraciones del gran poder y
fuerza que poseen estos grandes
mamíferos. Además de las aletas,
es común observar en superficie
la parte frontal de su cabeza; estos
animales presentan incluso curiosi-
dad acerca de su entorno y en espe-
cial hacia la actividad turística. Este
comportamiento, llamado espía, es
justo realizado para ese fin: observar
la actividad en su entorno externo.
Estos desplantes o comportamien-
tos no son exclusivos de los machos
en cortejo, también pueden ser
realizados por madres con sus crías
o juveniles. Entonces, su significa-
do se puede explicar de diferentes
maneras:
• Comunicación. Todo este peso
• Diversión. Los mismos desplantes
de saltos y coletazos pueden ser
realizados por hembras con sus
crías, y no están buscando impre-
sionar a nadie, lo hacen por gusto.
• Limpieza. Las ballenas tienen
adheridos a su piel unos pará-
sitos llamados balanos; estos
crustáceos tienen forma seme-
jante a pequeños volcanes.
Aunque es nombrada la ballena
de las grandes alas, sus aletas no
son muy efectivas para rascarse,
por eso se pueden quitar algu-
nos parásitos con los brincos y
coletazos (solo algunos, porque
le serán útiles después).
golpeando el agua causa un
sonido muy intenso que se
podría traducir como invita-
ciones entre las jorobadas para
acercarse y ver quién está tan
contento o por qué está
haciendo tanto ruido.
• Agresión. Los saltos y
coletazos son también
comportamientos de
molestia ante factores
externos, como pueden
ser las embarcaciones
turísticas.
Gestación
El periodo de gestación
de las ballenas jorobadas
es de 11 a 12 meses, las
hembras tienen una cría
cada dos o tres años. Una
cría al nacer pesa alrededor
de 1,500 kilogramos. Las
madres cuidan a sus crías
por aproximadamente dos
años; algunas veces se ha
podido observar madres
con una cría y a su lado un
añero (individuo juvenil de
un año de edad), pero esto
no es muy común, ya que el
desgaste energético por dar
a luz es muy grande.
La cría tiene que ganar mucha masa
corporal rápidamente, ya que se
debe preparar para viajar una gran
distancia de regreso a las zonas de
alimentación en el Pacifico norte,
muy diferentes a donde nació.
La manera en que los ballenatos
adquieren su peso es a través de la
leche materna, que es muy rica en
grasas.
Grupos de cortejo
Un grupo de cortejo puede ser
iniciado por tres o cuatro machos,
pero incluso pueden observar-
se hasta 20 participantes. En esta
contienda, que puede durar varias
horas, los machos hacen uso de
todo su poder para estar al frente
de este grupo y demostrar que son
los más fuertes. Esto no es fácil, ya
que los golpes y empujones están
a la orden del día y aquí los bala-
nos resultan muy útiles: tienen
una concha rígida de carbonato de
calcio, cuyos bordes están afilados
y pueden dañar severamente a los
contrincantes, obligando a algunos
a desistir de la contienda. A lo largo
de esta batalla grupal, se incorpo-
ran nuevos adversarios; por ello,
los grupos de cortejo pueden durar
horas navegando por toda la bahía,
con el objetivo de que el macho
más fuerte que va al frente del
grupo sea el indicado para aparear-
se con la hembra. Tradicionalmente
se ha descrito que hay una hembra
que ocupa una posición principal,
pero se han observado grupos solo
con machos.
nodo
Eso no es todo y no termina así nada
más. Después de haber conquistado 51
el corazón de la hembra, el macho
y la hembra comienzan con las
actividades propias de un cortejo.
Durante este espectáculo se puede
observar cómo los dos enamorados
 viajan prácticamente agarrados de
las aletas, respirando con suavidad.
Se toman su tiempo en la superfi-
cie, se acarician vientre con vientre,
se abrazan con sus grandes aletas
pectorales y dan coletazos.
Cantos
Muchos animales producen soni-
dos para comunicarse. En el caso de
las ballenas jorobadas, se descubrió
que los machos emiten una serie
de sonidos constantes y repetiti-
vos, que se pueden comparar con
arreglos musicales o canciones. Sus
cantos están formados por notas
que forman a su vez frases o arre-
glos, emitidos sobre todo por los
machos.
Las ballenas jorobadas emiten más
de 622 tipos de sonidos para comu-
nicarse, y se sabe además que tienen
células en el cerebro que se aseme-
jan a las humanas. Las neuronas eje,
o spindle, se encuentran también en
algunos primates y en los cerebros
de delfines; se cree que estas tendrían
relación con nuestro sistema cogni-
tivo y comportamientos como la
colaboración dentro de un grupo,
la formación de alianza y sistemas
de comunicación complejos.
Los machos de la población del
Pacífico norte se caracterizan por
cantar la misma canción, pero estos
cantos tienen variaciones cada año
y a lo largo de cuatro o cinco años
el arreglo de las notas es completa-
mente diferente; esto es algo impre-
nodo
sionante porque a pesar de que son
organismos solitarios y se encuen-
52 tran distribuidos a través de un gran
territorio, todos los machos recono-
cen la nueva canción.
En la actualidad se discute acerca
de si el canto es un despliegue de
los machos para atraer hembras,
una forma de jerarquización entre
ellos o una combinación de ambas
cosas.
La fotoidentificación
La observación de marcas natura-
les en las aletas caudales ha sido
la mejor herramienta para poder
tener un registro de las poblacio-
nes de ballenas sin la necesidad de
capturarlas o marcarlas a través de
brazaletes o perforaciones en sus
extremidades. En el caso de la balle-
na jorobada se ha observado que
la parte ventral de la aleta caudal
presenta una coloración blanque-
cina y distintas marcas que hacen
única cada aleta, como una huella
digital para nosotros. Los científi-
cos y naturalistas que trabajan con
estos datos las conocen como la
cara de las ballenas.
La necesidad de conocer más sobre
la población de ballenas llevó a la
integración del Catálogo de fotoi-
dentificación de ballena jorobada
en Bahía de Banderas (fibb). En este
se comenzaron a reunir las fotogra-
fías de las caudales de estos cetáceos
de distintos prestadores de servicio;
debido a que los puntos de salidas
son distintos, se puede decir que el
muestreo es de al menos 60% de la
extensión de la bahía. La tempora-
da de ballenas en esta zona es desde
diciembre 15 hasta marzo 30 para
los prestadores de servicio, pero
las jorobadas comienzan a llegar
desde mediados de noviembre y se
pueden observar hasta principios
de abril.
En promedio, por temporada se
reciben hasta 600 fotografías con
la calidad necesaria para poder ser
integradas al Catálogo. Su segunda
edición, editada hasta 2006, cuenta
con un total de 991 individuos dife-
rentes y una base de datos de 2,290
registros, de los cuales se sabe que
1,290 son recapturas. En la actuali-
dad se está trabajando en la integra-
ción del material fotográfico hasta
2009. La recolección de estos datos
sirve para conocer más sobre el
estado de sus poblaciones, su abun-
dancia, sus rutas migratorias y sus
ciclos reproductivos.
El proyecto de integración de la
Estructura Poblacional y Niveles
de Abundancia de la Población
de Jorobadas del Pacífico Norte
(splash) representa un gran esfuer-
zo de colaboración entre todas las
instituciones y empresas involucra-
das con el estudio y conservación
de las ballenas. En este proyecto
participaron más de 50 diferentes
instituciones y más de 400 investi-
gadores de diez países.
Situación actual
La reglamentación para la observa-
ción de ballenas: nom–131–semar-
nat–1998 indica lo siguiente:
• La distancia mínima a la que se
pueden observar las ballenas es
de 80 metros para las embarca-
ciones sin permiso de observa-
ción de ballenas. Las embarca-
ciones autorizadas para realizar
esta actividad se pueden acercar
no más de 30 metros.
• La velocidad de navegación
máxima permitida dentro de las
áreas de observación es de ocho
kilómetros por hora; en todo
momento la embarcación se
deberá desplazar a menor veloci-
dad que la ballena más lenta del
grupo.
• Evitar los cambios bruscos de
velocidad y dirección en un área
de 300 metros de la ballena más
cercana, ya que esto las asusta y
se podría provocar un accidente.

• Si las ballenas evitan la embar-

cación, cambian de dirección o
de ritmo de respiración, o modi-
fican su actividad, no se deben
acercar sino alejarse despacio.

• La forma correcta de aproximar-

se a una ballena es por la parte
lateral posterior, nunca por el
frente o rodeándolas, ya que
esto puede ser amenazador para
ellas.

• Las madres con cría son extre-

madamente sensibles, por lo
que es muy importante acercar-
se con mucho cuidado.

• Está prohibido causar la disper-

sión de un grupo de ballenas o
interrumpir su actividad.

• No arrojar o verter cualquier tipo

de desechos, en especial plásti-
co, colillas de cigarros, basura o
cualquier desecho sintético que
les pudiera causar problemas a
los animales si lo ingieren.
• No se puede realizar pesca
deportiva o comercial cerca de
las ballenas.
• No está permitido nadar, esnor-
quelear, bucear o hacer activi-
dades de kayak, paracaídas o
• Causar el mínimo impacto posi-
ble en las ballenas.
• Ser paciente.
• Observar ballenas solo con las
embarcaciones o compañías
que cuentan con el permiso para
hacerlo.
ser todo un dolor de cabeza para
aquellos que quieren tener todos
los papeles en regla a fin de poder
trabajar; una vez cumplidos estos
requisitos, la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales
(semarnat) entrega cada año los
banderines que identifican a las
lanchas como embarcaciones oficia-
les para la observación de ballenas.
nodo

moto acuática en las zonas en Triste realidad Sin embargo, esto no impide a cual-
donde se encuentren las balle- quier embarcación observar a estos
nas. Puede ser peligroso y alte- Me gustaría poder decir que todas gigantes marinos, la única restric- 53

rar el comportamiento natural
de estos animales.
Además, existen tres reglas básicas
para la observación de ballenas:
estas regulaciones son cumplidas
al pie de la letra, pero no es así.
Para comenzar, existe una serie de
requisitos para los prestadores de
servicios en este rubro, que pueden
ción es que deberían mantenerse a
una distancia mayor, aunque esto
no sucede así porque los capitanes
se preocupan más por brindar un
servicio que por la perturbación
 que sufren nuestros visitantes mari-
nos. En innumerables ocasiones
se puede observar cómo grandes
embarcaciones se atraviesan en la
trayectoria de las ballenas, lanchas
de pesca con las líneas de pesca en
el agua que se acercan para observar
sin retirarlas del agua o incluso la
competencia entre las embarcacio-
nes que cuentan con permiso para
poder tener una mejor vista.
Bahía de Banderas es el lugar sitio
en donde las ballenas tienen a sus
crías y se les debe dar el respeto que
se merecen. Lamentablemente, las
autoridades encargadas de regular
esta actividad casi nunca están en
el sito para poder sancionar a quie-
nes no cumplan con la norma. Sin
autoridad o sanciones, la actividad
algunas veces se hace de una manera
desorganizada, aunque por fortuna
cada vez son más los prestadores de
servicio que se preocupan por llevar
a cabo un avistamiento responsable
y en armonía. Para poder apreciar
a estos gigantes del mar, Bahía de
Banderas cuenta con equipo profe-
sional y guías calificados y especia-
lizados para realizar esta actividad,
solo es necesario acercarse con las
agencias oficiales y escoger la que se
adapte a sus necesidades.

Referencias

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 Diversidad de comportamiento
en moscas de la fruta
¿Qué es lo que ven? nos pregun-
ta una señora al pasar junto a
nosotros en un mangar ubicado
en Apazapan, Veracruz. “Estamos
observando a una mosca poner
huevos en un mango”, le respon-
demos con naturalidad. La señora
se limita a pasar de frente con cara
de desdén. Seguro piensa que esta-
mos un poco locos o no tenemos
nada mejor que hacer. De hecho, lo
que estamos haciendo, observar el
comportamiento de oviposición de
una de las peores plagas de nuestro
país, es de suma importancia para
una actividad económica vital: la
agricultura. Sin embargo, poco se
difunde el hecho de que el estudio
del comportamiento de plagas es
un área crítica para la agricultura.
Se pueden preguntar para qué
sirve estar observando a un insecto
durante horas interminables, mien-
tras el insecto permanece inmóvil.
En realidad, sirve para mucho. El
estudio del comportamiento nos
permite entender mejor la biología
del insecto y así desarrollar métodos
de control más eficientes y menos
dañinos al ambiente. Además,
permite utilizar menos insecticidas
en el campo e incrementar la comer-
* inbioteca de la Universidad Veracruzana, campus para las Culturas y las Artes (correo electrónico: diperez@uv.mx).
cialización de frutas y verduras, con
lo que se aumentan los beneficios
económicos para un gran número
de campesinos y productores.
Se podría suponer que los compor-
tamientos de los insectos son
sumamente repetitivos y aburridos,
pero existe una gran diversidad
de comportamientos entre espe-
cies. Con solo observar a un indi-
viduo se puede responder a todo
tipo de preguntas. Por ejemplo,
¿cómo encuentra o localiza a su
pareja? ¿qué características utili-
za para escoger a la fruta donde
pondrá sus huevos? ¿cómo defien-
de sus recursos? ¿cómo responde
a ciertos olores o estímulos? ¿qué
es lo que come? ¿cómo responde
ante un depredador o un compe-
tidor? Además, se puede estudiar
el comportamiento de las larvas
(gusanos que están dentro de la
fruta) observando cuánto comen
y qué es lo que prefieren comer, o
qué tan agresivas son entre ellas
mismas, para llegar a conclusio-
nes en cuanto a las consecuencias
evolutivas de estos comportamien-
tos. Se puede averiguar cuánta
Diana Pérez–Staples*
descendencia tendrán si escogen a
una pareja y no a otra, si sobrevivi-
rían mejor sus críos en un tipo de
hospedero (fruto) que en otro, o si
algún tipo de alimento mejorará su
reproducción y supervivencia. Este
tipo de preguntas próximas (cómo
ocurren los comportamientos) y
últimas (por qué ocurren) además
de contribuir al conocimiento y a la
ciencia básica, ayuda a mejorar las
técnicas utilizadas para controlar
plagas.
Importancia económica
Las moscas de la fruta de la familia
Tephritidae son un problema agríco-
la y cuarentenario a nivel mundial.
Las verdaderas moscas de la fruta
ponen sus huevos en las frutas
inmaduras en el árbol y no cuando
están en descomposición, como las
moscas de la familia Drosophilidae,
que se observan volando sobre los
plátanos podridos. Por lo general,
nodo
se encuentra a los Tefritidos como
pequeños gusanos blancos aproxi-
madamente de 12 milímetros de 55
largo en los mangos, naranjas o
guayabas, o como adultos en ciertos
 cultivos. Las hembras depositan sus
huevos en las frutas y, después de
aproximadamente tres a cinco días,
eclosionan las larvas. Las larvas se
quedan dentro de la fruta comien-
do y creciendo durante 15 a 32
días, dependiendo de la temperatu-
ra. Las larvas emergen una vez que
llegan a su etapa final de desarrollo
y se entierran en el suelo, en donde
forman una pupa o capullo. Los
adultos emergen de la pupa en 15 a
20 días, dependiendo nuevamente
de las condiciones ambientales. Los
machos tardan en promedio diez
días en llegar a la madurez sexual,
nodo
mientras que las hembras pueden
tardar un par de días más.
56
La Campaña Nacional contra
Moscas de la Fruta estima que estas
plagas causan pérdidas anuales de
hasta $2,350 millones de dólares a
la agricultura de nuestro país (Reyes,
Santiago y Hernández, 2000; sena-
sica, 2009). De ahí la importancia
de conocer el comportamiento de
cada una de estas especies y evitar
su propagación en áreas en las que
no estén presentes. En México se
encuentran cuatro especies que
son de importancia económica: la
mosca mexicana de la fruta, Anas-
trepha ludens, que ataca sobre todo a
las toronjas y los mangos; la mosca
de las ciruelas, Anastrepha obliqua,
que también ataca mangos y cirue-
las; la mosca de las guayabas, Anas-
trepha striata, y la mosca de los zapo-
tes, Anastrepha serpentina. Aunado a
esto, se han descrito cerca de otras
30 especies que no son plagas de
importancia económica y de cuyo
comportamiento se sabe poco.
Hay varios métodos empleados
para el control de estas plagas.
Destaca en particular la técnica del
insecto estéril (tie), que es una de
las herramientas amigables con el
ambiente y se usa en todo el mundo
con distintas especies de moscas de
la fruta, la mosca del gusano barre-
nador del ganado e incluso palomi-
llas o mariposas plaga. La tie es uno
de los métodos de control de plagas
con menor impacto ambiental,
ya que es específica, no introduce
agentes exóticos o nuevo material
genético dentro de las poblaciones
existentes y reduce la aplicación
de insecticidas (Hendrichs et al,
2002). En la tie, la especie plaga se
coloniza, se producen millones de
insectos, se esterilizan por medio de
irradiación y se liberan como adul-
tos en áreas afectadas. Los machos
estériles se aparean con las hembras
silvestres y, en consecuencia, no
ponen huevos fértiles, por lo cual
las poblaciones disminuyen en la
siguiente generación. México fue
pionero en el uso de esta técnica,
erradicó al gusano barrenador del
ganado en la década de los setenta y
ayudó a países africanos como Libia
a resolver este problema.
Coloquialmente se dice que cada
cabeza es un mundo. De igual mane-
ra, se puede decir que cada especie
de insecto es un mundo diferente.
Por lo tanto, para que la tie funcio-
ne de manera adecuada es necesa-
rio conocer a fondo la biología de
cada una de estas especies. Es decir,
todos estos soldados que se produ-
cen masivamente y se esterilizan en
las fábricas deben pasar por ciertos
estándares de calidad y ser igual
de competitivos que sus contrapar-
tes silvestres. Estos machos de cría
masiva se deben enfrentar a los peli-
gros de la naturaleza, evitar depre-
dadores como las arañas, lagartijas y
aves, además de encontrar alimento,
agua y refugio, que pueden ser esca-
sos. Llegando a la madurez sexual
y una vez superados estos riesgos,
deben continuar en su aventura por
encontrar un sitio adecuado para
atraer a hembras silvestres y copular
con ellas. ¡Es en verdad una travesía
difícil! Entre más detallado sea el
conocimiento sobre la biología de
estas especies, mejor funcionarán
los métodos de control. Compren-
der a fondo los comportamientos
ayudará a la tie a producir machos
que tengan mayores probabilidades
de sobrevivir en la naturaleza, mejo-
res habilidades para competir con
los machos silvestres y mayor atrac-
ción para las hembras silvestres.
Diversidad en el
comportamiento
Gracias a la investigación que se ha
hecho sobre el comportamiento de
moscas de la fruta a nivel mundial,
se sabe que existe una gran diver-
sidad de comportamientos entre
miembros de la familia Tephritidae.
En particular, el comportamiento
sexual es sorprendentemente diver-
so y muy importante para el éxito
de la tie.
Comportamiento sexual
¿Alguna vez se han preguntado
cuando ven a una chica guapa
con una persona del sexo opuesto
no tan agraciado, qué es lo que le
ve? Se da el mismo caso con los
insectos. Para poder controlar a las
plagas sin utilizar tantos químicos,
es necesario saber qué es lo que las
hembras buscan en una pareja. Por
ejemplo, una hembra podría esco-
ger a un macho basado en su tama-
ño, edad, calidad genética, etc. El
comportamiento de apareamiento
es una de las facetas más importan-
tes de la vida del insecto o de cual-
quier ser viviente. Se debe entender
cómo una hembra o un macho
localiza a su pareja, si utiliza olores
químicos, como las feromonas, o
señales visuales, como el cortejo, y
qué características busca la hembra
en su pareja. También es importan-
te saber si los machos con ciertas
características son mejores compe-
tidores y más agresivos que otros.
Estrategias para conseguir
pareja
Las moscas del género Anastrepha
emplean una estrategia de aparea-
miento llamada lek. Los machos se
agrupan y defienden sitios, en espe-
cial las hojas de un árbol que no
son un recurso útil para las hembras
(por ejemplo, frutos donde ovipo-
sitar o comida). Desde estos sitios,
emiten señales para atraer a las
hembras. Los machos emiten una
feromona de las glándulas anales,
extienden sus alas y las agitan en
un cortejo muy complejo, de tal
manera que disipan la feromona a
grandes distancias. A este compor-
tamiento se le conoce como llama-
do. En contraste, otras especies,
como la mosca de las manzanas,
Rhagoletis pomonella, defienden un
fruto específico y esperan hasta que
llegue la hembra ahí para copular
con ella. En apariencia, no existe
algún tipo de feromona que emita
el macho, ni cortejo. A este tipo de
sistema de apareamiento se le llama
poliginia por defensa de recursos.
Cada especie ocupa, además, un
periodo particular durante el día
en el cual llaman y cortejan a las
hembras. Por ejemplo, los machos
de A. obliqua llaman durante dos
periodos en el día, en la mañana
y en la tarde; A. ludens llama solo
durante el crepúsculo, mientras que
A. serpentina llama con más frecuen-
cia alrededor de las 15:00 horas
(Aluja et al, 2000). Las diferencias
en el horario del cortejo sexual y el
tipo de fruta en el cual ovipositan
son factores que tal vez determina-
ron la separación entre especies.
Regalos nupciales
Las cuestiones materiales no solo
son importantes en sociedades
humanas; también en muchas
especies de animales, las hembras
reciben regalos nupciales antes de
que escojan con cuál macho copu-
lar. En ciertos insectos, los machos
entregan presas a las hembras antes
de copular u ofrecen un paquete
nodo
lleno de nutrientes conocido como
espermatóforo, que la hembra puede
comer durante la cópula. En otros 57
artrópodos, como ciertas arañas
o la mantis religiosa, es el macho
quien sirve como alimento después
de copular. Claro, nunca falta un
tramposo. En algunas moscas de la
 familia Empidinae, los machos ofre-
cen a las hembras un saco envuel-
to en seda que contiene un insecto
como regalo nupcial, mientras que
otros ofrecen el mismo saco envuel-
to en seda, pero sin el insecto. Es
decir, no tiene algún valor nutritivo.
Esto sería comparable a recibir un
regalo envuelto solo para averiguar,
una vez abierto, que no hay nada
dentro.
En las moscas de la fruta, los regalos
nupciales no son muy comunes. Sin
embargo, en la mosca de las guaya-
bas A. striata, los machos besan a
las hembras antes de la cópula.
Esta trasferencia de sustancias del
macho a la hembra se llama trofa-
laxis. Las hembras pueden besar a
varios machos antes de copular con
alguno de ellos. En general, se pien-
sa que este tipo de regalo es una
inversión del macho en su futura
progenie.
Comportamiento copulatorio
Otro comportamiento diverso entre
las especies de moscas de la fruta
se relaciona con la duración de la
cópula. Algunas especies pueden
copular toda la noche, mientras que
otras duran solamente media hora.
También hay una gran diversidad
en la cantidad de veces que copu-
lan los machos y las hembras. En la
mosca de las manzanas, tanto los
machos como las hembras copu-
lan con distintas parejas duran-
te el mismo día. En la mosca de
Queensland (Bactrocera tryoni), un
nodo
tefrítido de Australia, los machos y
las hembras solo copulan una vez
58 durante el atardecer, y pueden copu-
lar con otra pareja al día siguiente.
En contraste, las hembras de la
mosca mexicana de la fruta tardan
en promedio 12 días después de su
cópula inicial para copular otra vez,
mientras que los machos pueden
copular diariamente. Por otro lado,
los machos de la mosca de las cirue-
las A. obliqua pueden copular nueve
veces en un solo día, en condicio-
nes de laboratorio.
Un factor importante que afecta al
comportamiento reproductivo es la
dieta, ya sea de la larva o del adul-
to. Al igual que en los humanos, lo
que comen los adultos puede tener
un efecto dramático en su compor-
tamiento sexual. Por ejemplo,
los machos de las moscas de las
guayabas, alimentados con proteí-
na y azúcar, tienen cópulas cortas,
mientras que, con la misma dieta,
las moscas de Queensland tienen
cópulas largas. Además, la dieta del
adulto puede afectar el número de
veces que los machos copulan, la
cantidad de espermatozoides que
trasmiten a las hembras y la longe-
vidad del adulto (véase, por ejem-
plo, Pérez–Staples et al, 2008).
Al igual que los efectos de la dieta,
el contacto con ciertos aromas,
técnica conocida como aromate-
rapia, puede afectar el comporta-
miento sexual de los machos. La
aromaterapia se está investigando
en la actualidad para encontrar
maneras de mejorar la atracción
sexual de los machos y ha tenido
impresionantes resultados positi-
vos. Es decir, ciertos aromas pueden
mejorar el desempeño sexual de los
machos, mitigar los efectos nocivos
de los procesos de colonización,
producción masiva y esterilización
de los individuos, y así mejorar
su calidad. Todos estos procesos
son necesarios para la producción
de machos estériles en la tie. Los
suplementos alimenticios y el
contacto con ciertos aromas han
incrementado la competitividad de
los machos de cría masiva, para que
sean más eficaces que los mismos
machos silvestres en copular con las
hembras silvestres.
Oviposición
Un aspecto fundamental y suma-
mente diverso de estos insectos es
el comportamiento de oviposición.
Algunas especies, como la mosca
de las guayabas (A. striata) y la de
las ciruelas mexicanas (A. obliqua),
ponen solo un huevo por acto de
oviposición, mientras que espe-
cies como la mosca mexicana de la
fruta (A. ludens) ponen de uno a 40
huevos por puesta; de ahí la gran
capacidad de esta especie para infes-
tar diversas especies de frutos. Algu-
nas otras especies, como la mosca
de los zapotes, tienen la habilidad
de depositar puestas de huevos en
paquetes o puestas de solo uno o
dos huevos. El tamaño de la pues-
ta puede variar dependiendo de la
calidad del fruto y la competencia
que exista en el fruto por parte de
otras hembras, así como de la canti-
dad de huevos que las hembras
maduran cada día.
Se estima que algunas especies,
como la mosca mexicana de la fruta,
tienen suficientes huevos disponi-
bles, pero no les alcanza el tiempo
para poner más, porque los frutos
donde ponen sus huevos se caen
muy rápidamente del árbol. A este
tipo de especie se le denomina limi-
tada por el tiempo; mientras que hay
otras, como la mosca de las ciruelas,
que aunque la fruta está disponible
por mucho tiempo, las hembras
no tienen suficientes huevos que
poner. A este tipo de especie se le
conoce como limitada por los huevos
(Díaz–Fleischer y Aluja, 2003). La
diversidad de comportamientos
continúa después de haber ovipo-
sitado los huevos en la fruta. En
general, las hembras del género
Anastrepha depositan una feromona
después de ovipositar el fruto, con
lo que indican que el recurso para
las crías ha sido ocupado, mientras
que las hembras del género Bactro-
cera no lo hacen.
Longevidad
Una pregunta común sobre estos
insectos es cuánto tiempo viven.
Casi todos tenemos la idea de que
las moscas que rondan los pláta-
nos de la frutera viven uno o dos
días; no obstante, estas no son las
moscas de la fruta de las que se
ha estado hablando. Las verdade-
ras moscas de la fruta no infestan
la fruta cuando está demasiado
madura, como hacen las especies
Drosophila. En condiciones de labo-
ratorio, las especies monófagas, es
decir, que solo ovipositan en un
tipo de fruto, pueden vivir hasta
un año (Aluja et al, 2000). En la
naturaleza se estima que pueden
vivir como adultos aproximada-
mente dos meses. Existen estudios
que muestran que algunas especies
como la mosca mexicana de la fruta
son muy longevas comparadas, por
ejemplo, con la mosca del Medite-
rráneo (Carey et al, 2005). Limitar
la cantidad de calorías que ingieren
puede en ciertas especies incremen-
tar su longevidad.
Este resumen de la gran diversidad
de comportamientos es un ejemplo
de lo que en la actualidad se estudia
en estos insectos desde un punto de
vista filogenético, de ecología del
comportamiento y de manejo de
plagas.
Importancia de las
moscas de la fruta en
la conservación de la
biodiversidad
No todas las especies de moscas
de la fruta son plagas. Como se ha
visto, no se debe generalizar. Cier-
tos miembros de la familia de las
Bactroceras son polinizadores de
orquídeas. Existen otras que infes-
tan frutos que no son de importan-
cia comercial. El uso indiscrimina-
do de insecticidas no solo mata a
las plagas sino a una gran diversi-
dad de artrópodos que pueden ser
parte esencial del ecosistema. Cual-
quier técnica que pueda disminuir
la cantidad de insecticidas tóxicos
es de gran importancia no solo para
nuestro país sino para el planeta.
El estudio del comportamiento de
cada una de las plagas permitirá
aplicar y mejorar técnicas amiga-
bles al ambiente como la tie.

Referencias

Aluja, Martín et al. (2000). “Behavior of flies in the Genus Anastrepha (Trypteinae: Toxotrypanini)”, en Aluja,
Martín y Allen L. Norrbom (eds), Fruit flies (Tephritidae): Phylogeny and evolution of behavior, crc Press, Boca
Raton.
Carey, James R. et al. (2005). “Biodemography of a long–lived tephritid: Reproduction and longevity in a large
cohort of female Mexican fruit flies, Anastrepha ludens”, en Experimental Gerontology, vol.40, núm.10, Pergamon
Press, Oxford.
Díaz–Fleischer, Francisco y Martín Aluja (2003). “Behavioural plasticity in relation to egg and time limitation:
the case of two fly species in the genus Anastrepha (Diptera: Tephritidae)”, en Oikos, vol.100, núm.1, Nordic
Society Oikos, Copenhague.
Hendrichs, Jorge et al. (2002). “Medfly areawide sterile insect technique programmes for prevention, suppression
or eradication: the importance of mating behavior studies”, en Florida Entomologist, vol.85, núm.1, Florida
nodo

Entomological Society, Lutz.

Pérez–Staples, Diana et al. (2008). “Potential for pre–release diet supplements to increase the sexual performance
and longevity of male Queensland fruit flies”, en Agricultural and Forest Entomology, vol.10, núm.3, Royal Ento- 59

mological Society, Oxford.

Reyes, J; G. Santiago y P. Hernández (2000). “Mexican fruit fly eradication programme”, en Tan, Ken–Hong (ed),
Area–wide control of fruit flies and other insect pests, Penerbit Universiti Sains Malaysia, Pulau Pinang.
Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, senasica (2009). “Planta de producción de
moscas de la fruta estériles y parasitoides” [de disponible en: http://www.senasica.gob.mx/?id=2233].
60
nodo
 Importancia y diversidad de
los escarabajos (Cleoptera)
José Luis Navarrete–Heredia*

Los coleópteros son el grupo de este, como seguramente lo consi- CUADRO 1. RELACIÓN DE GÉNEROS
insectos más diversos y abundantes deró Aristóteles, ha sido también Y NÚMERO DE ESPECIES CITADOS EN
de todos los seres vivos. En Méxi- empleado para referirse a algunas LA DÉCIMA EDICIÓN DEL SYSTEMAE
co son también conocidos como especies de Coleoptera, en particular
NATURAE (LINNAEUS, 1758)
mayates, toritos, catarinas, temolin, las pertenecientes a la subfamilia Nombre del género Número de especies
temayates, conchudos, rodacacas, Cetoniinae. Scarabaeus 63
vaqueros, chimayates, pozoles, frai- Dermestes 31
lecillos, chonchos, xkumul, ronro- Desde los inicios del trabajo taxo- Hister 4
nes, habas, pipioles, sanjuaneros, nómico, los insectos han sido el Silpha 26
Cassida 18
tache, picudos, gorgojos, abejones, grupo dominante en la Tierra por
Coccinella 36
carga tu tata, rinocerontes, elefan- el número de especies conoci-
Chrysomela 78
titos, cornudos, abejorros, temo- das. Carolus Linnaeus (1758), en
Curculio 80
les, tecultlalolos, panchos, pancho su Systema naturae, incluyó 4,203 Attelabus 10
mión, pinacates, atetepizt, tumbas, especies de animales, de las cuales Cerambyx 52
chanulcates, sulton, texcan, virgen- 2,102 correspondían a insectos. De Leptura 22
citas, entre muchos otros nombres estos, 594 especies y 22 géneros Cantharis 30
(Morón, 1997; Zaragoza–Caba- corresponden a Coleoptera (véase el Elater 24
llero y Navarrete–Heredia, 2007; cuadro 1).1 Cicindela 7
Navarrete–Heredia y Gómez Flores, Buprestis 19
2005). Entre 1758 y 1800 se adicionaron Dyticus 15
Carabus 31
otras 58,833 especies de insectos
Tenebrio 14
Aristóteles (1990), en su Historia y 50 años después la cantidad se
Meloe 8
de los animales, utiliza el térmi- incrementó de manera importante
Mordella 5
no coleópteros para reconocer a los al describirse otras 363,588 especies Necydalis 2
animales que vuelan y no tienen (Berenbaum, 2009). En la actuali- Staphylinus 19
sangre, pero tienen sus alas encerra- dad, la cifra de insectos es cercana a Total 594
nodo

das en un élitro, como los abejorros 1’000,000 de especies, de las cuales Forficula* 2
y los escarabajos. Aunque el térmi- alrededor de 360,000 correspon- Blatta** 9
no abejorro se utiliza para referirse a den a los Coleoptera, esto es, 542.16 Gryllus*** 59 61
*,**,***: En la actualidad, en órdenes diferentes.
ciertas abejas (orden Hymenoptera), veces más del número conocido en
*Dermaptera (tijerillas), **Blattodea (cucarachas),
la época de Linnaeus. ***Orthoptera (grillos, chapulines, saltamontes).

* Centro de Estudios en Zoología de la Universidad de Guadalajara (correo electrónico: glenusmx@gmail.com).

1. Se excluyen las especies pertenecientes a Dermaptera, Blattodea y Orthoptera, que Linneo cita como coleópteros.
 En la actualidad, a nivel mundial se conocen entre CUADRO2.2.Familias
Cuadro FAMILIASde
DEColeoptera
COLEOPTERAy Ynúmero
NÚMERO
165 y 170 familias de Coleoptera, dependiendo de Nombre de la familia Número de México
la clasificación utilizada, aunque la mayoría de los especies mundial
autores están de acuerdo en considerar como punto Cupedidae 30 X
de partida la clasificación propuesta por J.F. Lawren- Ommatidae 4
Crowsoniellidae 1
ce y A.F. Newton (1995). En el cuadro 2 se mencio- Micromalthidae 1 X
na el nombre de la familia y el número de especies Jurodidae 1
conocidas a nivel mundial, y se señalan las conoci- Lepiceridae 2 X
das para México. Sphaeriusidae 19 X
Hydroscaphidae 13 X
Torridincolidae 27
Tomando en cuenta la importancia y diversidad de Aspidytidae 2
las especies de Coleoptera en México, se hace opor- Meruidae 1
tuno presentar información específica sobre la rele- Rhysodidae 170 X
Carabidae 30,000 X
vancia de este grupo. Para ello, se consideran dos
Gyrinidae 700 X
aspectos: importancia y diversidad. En lo relacio- Haliplidae 200 X
nado con la importancia, se mencionan ejemplos Trachypachidae 6
desde el punto de vista de los daños que provo- Noteridae 230 X
Amphizoidae 6
can y los beneficios que se obtienen de ellos. En la
Hygrobiidae 5 X
sección de biodiversidad se consideran ejemplos que Dytiscidae 4,000 X
parten de los tres niveles reconocidos de biodiversi- Hydrophilidae 2,803 X
dad: genético, específico y ecológico. Por último, se Sphaeritidae 4
Synteliidae 5 X
presentan comentarios sobre algunas perspectivas
Histeridae 3,900 X
de estudio con este grupo de insectos. Hydraenidae 1,200 X
Ptiliidae 550 X
Importancia de los Coleoptera Agyrtidae 61 X
Leiodidae 3,000 X
Scydmaenidae 4,500 X
Aspectos perjudiciales Silphidae 175 X
Staphylinidae 47,744 X
Los coleópteros, como cualquier otro grupo de orga- Lucanidae 800 X
nismos, son relevantes a diferentes niveles. Toman- Diphyllostomatidae 3
Passalidae 500 X
do como punto de partida los aspectos económicos Glaresidae 50 X
perjudiciales, existen muchas especies que causan Trogidae 300 X
daños severos a la agricultura en diferentes partes Pleocomidae 26 X
del mundo, en particular aquellas pertenecientes a Geotrupidae 300 X
Belohinidae 1
las familias Scarabaeidae (mayates, gallinas ciegas),
Ochodaeidae 80 X
Curculionidae (picudos, gorgojos), Chrysomelidae Hybosoridae 365 X
(escarabajos defoliadores, pulgas saltonas), Elateri- Glaphyridae 68 X
dae (tahuinches, gusanos de alambre). Aunque se Scarabaeidae 27,800 X
Decliniidae 1
carece de cifras exactas sobre los daños en Jalisco,
Eucinetidae 37 X
las larvas que pertenecen al complejo gallina ciega Clambidae 70 X
de los géneros Anomala, Cotinis, Cyclocephala, Diplo- Scirtidae 600 X
taxis, Dyscinetus, Euetheola, Euphoria, Ligyrus, Macro- Dascillidae 80 X
nodo

Rhipiceridae 57 X
dactylus, Orizabus, Phyllophaga y Strategus consumen
Schizopodidae 7 X
las raíces de varias especies vegetales cultivadas Buprestidae 14,600 X
62 (Morón, 1999). Byrrhidae 290 X
Elmidae 1,100 X
A nivel forestal se tienen representantes cuyos daños Dryopidae 230 X
Lutrochidae 12 X
pueden ser de consideración. Especies de Curculioni- Limnichidae 225 X
dae o Cerambycidae se encuentran entre las de mayor Heteroceridae 300 X
relevancia. Tomado de: Bouchard et al. (2009). En la columna de México se
deDE ESPECIES
especies CONOCIDAS
conocidas A NIVEL
a nivel MUNDIAL
mundial
Nombre de la familia Número de México Nombre de la familia Número de México
especies mundial especies mundial
Psephenidae 27 X Propalticidae 25
Cneoglossidae 7 X Phalacridae 504 X
Ptilodactylidae 500 X Hobartiidae 2
Chelonariidae 300 X Cavognathidae 5
Eulichadidae 21 Cryptophagidae 600 X
Callirhipidae 16 X Lamingtoniidae 1
Artematopodidae 60 X Languriidae 1,037 X
Brachypsectridae 3 X Erotylidae 2,500 X
Cerophytidae 10 X Byturidae 16
Eucnemidae 1,300 X Biphyllidae 200 X
Throscidae 152 X Bothrideridae 300 X
Elateridae 10,000 X Cerylonidae 300 X
Plastoceridae 2 Alexiidae 50
Drilidae 80 Discolomatidae 400 X
Omalisidae 10 Endomychidae 1,300 X
Lycidae 3,500 X Coccinellidae 6,000 X
Telegeusidae 8 X Corylophidae 284 X
Phengodidae 250 X Latridiidae 1,050 X
Lampyridae 2,000 X Mycetophagidae 200 X
Omethidae 32 Archeocrypticidae 50 X
Cantharidae 5,083 X Pterogeniidae 8
Podabrocephalidae 1 Ciidae 550 X
Rhinorhipidae 1 Tetratomidae 155 X
Jacobsoniidae 18 Melandryidae 430 X
Derodontidae 22 Mordellidae 1,500 X
Nosodendridae 62 X Ripiphoridae 500 X
Dermestidae 700 X Colydiidae 1,000 X
Endecatomidae 4 Zopheridae 425 X
Bostrichidae 550 X Perimylopidae 8
Anobiidae 2,200 X Chalcodryidae 6
Lymexylidae 50 X Trachelostenidae 2
Phloiophilidae 2 Tenebrionidae 19,000 X
Trogossitidae 600 X Prostomidae 20
Chaetosomatidae 9 Synchroidae 8
Cleridae 3,366 X Oedemeridae 1,500 X
Acanthocnemidae 1 Stenotrachelidae 20
Phycosecidae 4 Meloidae 2,500 X
Prionoceridae 50 Mycteridae 160 X
Melyridae 6,000 X Boridae 4
Protocucujidae 3 Trictenotomidae 12
Sphindidae 61 X Pythidae 50 X
Kateretidae 11 X Pyrochroidae 200 X
Nitidulidae 2,800 X Salpingidae 300 X
Smicripidae 6 X Anthicidae 3,000 X
Monotomidae 220 X Aderidae 1,000 X
Boganiidae 11 Scraptiidae 400 X
Helotidae 100 Cerambycidae 20,000 X
Phloeostichidae 8 Megalopodidae 81 X
nodo

Silvanidae 470 X Orsodacnidae 19 X

Passandridae 105 X Chrysomelidae 36,350 X
Cucujidae 42 X Nemonychidae 65 X
63
Agapythidae 1 Anthribidae 4,000 X
Cyclaxyridae 3 Belidae 150 X
Myraboliidae 7 Attelabidae 1,914 X
Priasilphidae 11 Brentidae 1,200 X
Tasmosalpingidae 2 Caridae 5
Laemophloeidae 400 X Ithyceridae 1
indica con una X la familia citada para el país. Curculionidae 60,000 X
 En México, uno de los grupos de
mayor importancia se encuentra
dentro de la familia Curculionidae.
Los escarabajos descortezadores
(Scolytinae) tienen muchas especies
de importancia forestal, en parti-
cular las pertenecientes al géne-
ro Dendroctonus. Durante 1979,
en Michoacán, Puebla, estado de
México y Morelos, estos escarabajos
fueron los causantes de la pérdida
de 8’500,000 pinos maderables
(Gómez–Valdés, 1980). Como dato
particular, una de ellas, Dendroc-
tonus frontalis, provocó daños de
consideración en Pinus leiophylla y
Pinus montezumae, en una superficie
aproximada de 1,000 hectáreas en
las zonas montanas del municipio
de Nicolás Romero, estado de Méxi-
co. Entre 1953 y 1954 murieron
alrededor de 3,000 árboles ataca-
dos por esta plaga, que después se
extendió hasta alcanzar una super-
ficie aproximada de 1,500 hectáreas
(Piña Luján y Muñiz Vélez, 1981).
Algunas especies de Coleoptera
presentan sustancias químicas que
son de utilidad como mecanismo
de defensa contra sus depredado-
res. Entre los compuestos reconoci-
dos y caracterizados, la cantaridina,
presente en especies de Meloidae
y Oedemeridae, ha sido utilizada
en forma controlada desde hace
muchos años en la medicina
homeopática para el tratamiento de
enfermedades urogenitales. Algu-
nas especies mexicanas utilizadas
para tales fines se citan en varias
obras homeopáticas, entre ellas
nodo
la Farmacología nacional (Instituto
Médico Nacional de México, 1913).
64 El uso inadecuado o abuso de esta,
tiene repercusiones serias en el
hombre (Sandorini, 2001 citado en
Bouchard et al, 2009). Al contac-
to con la piel se pueden producir
lesiones severas. Aunque no se han
documentado dermatosis en Jalisco
provocadas por especies de Meloidae
u Oedemeridae, sus efectos fueron
observados en una persona durante
un viaje de trabajo de campo en el
estado de Coahuila.
En algunas regiones del país, sobre
todo en ambientes rurales, se
comenta la muerte de vacas y caba-
llos al consumir campamochas,
mantis o insectos palo (Mantodea
y Phasmatodea). Sin embargo, J.L.
Capinera, D.R. Gardner y F.R. Ster-
mitz (1985) mencionan que cuan-
do caballos, vacas y borregos, entre
otros animales, consumen adul-
tos muertos de Meloidae junto con
alfalfa, se pueden enfermar o morir
a causa de su ingesta. Aunque no se
ha comprobado, quizá esta sea la
causa de la muerte del ganado en
lugar del consumo de insectos palo
o campamochas, como se asegura
en varias regiones.
En Jalisco, en particular en el
municipio de Mascota, los escara-
bajos del género Paederus (fami-
lia Staphylinidae) son conocidos
como panchos o panchos miones. Las
sustancias tóxicas (pederina, pede-
rona y pseudoperona) se encuen-
tran en la hemolinfa (el equiva-
lente de la sangre en el hombre),
que al hacer contacto con la piel
causa lesiones que pueden ir desde
leves hasta severas, en función
de los cuidados que las personas
tengan para su control. Los daños
comienzan como pequeñas ámpu-
las llenas de líquido, que al reven-
tarse y entrar en contacto con otra
región del cuerpo no contaminada
puede generar más lesiones. Para
su control, los pobladores utilizan
remedios caseros antes que tratarse
clínicamente. El maquillaje facial,
el esmalte de uñas, la pomada case-
ra y el atole blanco son los insu-
mos más utilizados para eliminar
los síntomas (Navarrete–Heredia y
Gómez Flores, 2005).
Un caso particular en Jalisco es el
arlomo, referido como un insec-
to peligroso que puede causar la
muerte por la pudrición muscular
donde deja su veneno. No se ha
tenido oportunidad de verificar los
daños personalmente, pero es un
tema recurrente en zonas urbanas y
rurales del estado. En la colección
entomológica, una de las muestras
recibidas correspondía a larvas de
coleópteros de la familia Lampyri-
dae (luciérnagas), aspecto que coin-
cide con lo señalado para Jacona,
Michoacán, en donde se determinó
la especie como Photuris trilineata. A
pesar de ello, no se tiene confirma-
do que esta especie sea la causan-
te de las lesiones descritas. Solo se
tiene la certeza de que una especie
de luciérnaga del género Cratomor-
phus produjo un efecto cáustico
sin mayores implicaciones (Zara-
goza–Caballero y Navarrete–Here-
dia, 2007). En diferentes partes del
estado, para su tratamiento utilizan
cataplasmas de la hierba conoci-
da como planta del arlomo o siete
arlomos.
Algunas especies de escarabajos
pueden ser consumidas accidental
o voluntariamente y pueden causar
daños en los órganos internos. Esta
situación, conocida como canta-
riasis, se puede presentar cuando
se consumen alimentos contami-
nados (véase el siguiente aparta-
do). Su consumo puede provocar
irritación en el aparato digestivo
o respuestas alérgicas (Bouchard
et al, 2009). De manera específica,
el consumo de larvas de Dermes-
tes lardarius, ornamentadas con
sedas muy largas, pueden provocar
diarrea, dolor abdominal y come-
zón perianal (Goddard, 2000, cita-
do en Bouchard et al, 2009).
Varias especies de Coleoptera son
plagas importantes en productos
almacenados: maíz, cereales, carne,
pieles, entre muchos otros produc-
tos, tanto de origen animal como
vegetal. Su presencia en ellos puede
causar pérdidas económicas de
consideración. A nivel mundial se
tienen registradas cerca de 600 espe-
cies pertenecientes a una veintena
de familias en el mundo (Bousquet,
1990). En Jalisco, se han detectado
especies pertenecientes a Cucujidae,
Curculionidae, Dermestidae y Tene-
brionidae, entre otras.
Una plaga importante de las colec-
ciones entomológicas son preci-
samente especies de coleópteros.
Destacan, en este sentido, las
especies pertenecientes a la fami-
lia Dermestidae, en particular de
los géneros Anthrenus y Dermestes,
cuyas larvas pueden destruir por
completo a los insectos diseca-
dos, pieles, plumas u otros deri-
vados animales. En la antigüedad,
muchas colecciones eran fumiga-
das con sustancias químicas tóxi-
cas. En la actualidad, para evitar
daños a la salud de las personas
que en ellas laboran, las medidas
de control de plagas están encami-
nadas a cuidados preventivos.
Aspectos benéficos
Muchas especies de Coleoptera que
se alimentan de plantas, sobre todo
las de las familias Curculionidae y
Chrysomelidae, han sido utilizadas
de manera eficiente para el control
de especies invasoras en diferentes
partes del mundo (Bouchard et al,
2009). Dos ejemplos exitosos del
control de malezas a través del uso
de escarabajos se describen en Rose-
marie de Clerck–Floate et al. (2005)
(control de Cynoglossum officinale
con picudos) y Cory J. Lindgren et
al. (2002) (Lythrum salicaria con dos
especies de Chrysomelidae) (ambos
citados en Bouchard et al, 2009).
En general, los insectos saprófa-
gos (aquellos que se alimentan de
materia orgánica en descomposi-
ción) juegan un papel relevante en
el reciclamiento de los nutrimen-
tos, al eliminar la materia orgánica
que se deposita en el suelo. En el
caso de los organismos coprófa-
gos, estos abonan el suelo al ente-
rrar los compuestos nitrogenados
del estiércol que de otra manera
se volatilizan en forma de nitróge-
no molecular, inaccesible para las
plantas. Muchas especies pueden
destruir los huevecillos y quistes
de parásitos intestinales del gana-
do, así como de moscas que se
desarrollan en la materia orgáni-
ca (Morón, 1984a). Existen varias
familias de Coleoptera que utilizan
como alimento el excremento o
la carroña, entre las que destacan
Scarabaeidae, Geotrupidae, Silphidae
y Leiodidae. En Jalisco, existen varios
estudios encaminados a conocer la
composición faunística de coleóp-
teros coprófagos y necrófagos en
diferentes ambientes (véase más
adelante, en la sección de diversi-
dad ecológica).
Algunas especies han sido intro-
ducidas de manera intencional en
diferentes países para eliminar el
exceso de excremento producido
por el ganado vacuno. Por desgra-
cia, muchas de ellas, al ser toleran-
tes a diversas situaciones ecológicas,
se han desplazado a otras regiones
y se han establecido satisfactoria-
mente. En Jalisco se tiene el caso de
dos especies coprófagas de Scara-
baeidae originarias del Viejo Mundo
y en la actualidad establecidas en
varias localidades: Digitonthophagus
gazella y Euoniticellus intermedius. Se
carece de información en la entidad
sobre los posibles efectos en las
poblaciones de coleópteros copró-
fagos nativos.
Los escarabajos peloteros al ente-
rrar grandes cantidades de estiércol,
también participan en la dispersión
y entierro de semillas presentes en él
(Estrada et al, 1993; Vulinec, 2000).
Aunque actúan como dispersores
secundarios, han sido considerados
como elementos importantes en el
establecimiento de nuevas plántu-
las, con lo que ayudan en la rege-
neración de los bosques (Estrada y
Coates–Estrada, 1991; Estrada et al.,
1993; Shepherd y Chapman, 1998;
Laverde Angarita, Castellanos y
Stevenson, 2002; Andresen y Levey,
2004).
En este proceso de dispersión, el
tamaño de las semillas es impor-
tante, ya que las de mayor tamaño
suelen ser descartadas más fácil-
mente y, por lo tanto, es menos
eficiente la posdispersión por parte
de los escarabajos. Como disper-
sores secundarios, complementan
el trabajo realizado por los prima-
rios, ya que ayudan a las simientes
a alejarse de las plantas parenta-
les y a reducir la depredación que
sobre ellas ejercen otros insectos
y roedores; si las condiciones son
favorables, las semillas se desarro-
llan libres de la competencia con
la planta progenitora (Estrada y
nodo
Coates–Estrada, 1991; Shepherd
y Chapman, 1998). Con todo
ello, los escarabajos peloteros son 65
considerados elementos importan-
tes en el establecimiento de nuevas
plántulas.
 La capacidad para enterrar semillas
muestra una correlación positi-
va con el tamaño del escarabajo y
positiva con la cantidad de estiér-
col; de esta manera, los escarabajos
de mayor tamaño suelen enterrar
mayor cantidad de estiércol y, por
lo mismo, más semillas. Además,
el comportamiento de nidificación
influye también sobre la eficiencia
de la dispersión. Los tuneleros, que
hacen sus cámaras de nidificación
directamente debajo del excremen-
to, son más eficientes enterrando
semillas que los rodadores de bola,
que mueven el estiércol a distancias
considerables antes de enterrarlo.
Los rodadores manipulan el estiér-
col para formar una bola. Durante
este proceso, pueden detectar las
semillas o cualquier material extra-
ño y retirarlo, para un mejor mane-
jo y desplazamiento del recurso. Sin
embargo, no todo es ventajoso para
las semillas. Cuando son enterradas
a una profundidad poco adecua-
da, la cantidad de plántulas se verá
afectada, ya que pueden ser detecta-
das por roedores u otros animales y
utilizarlas para su consumo. Cuan-
do son depositadas a profundida-
des de consideración, las plántulas
no emergerán y el establecimiento
de nuevos individuos será escaso.
Como recicladores de materia
orgánica de origen vegetal, varias
especies de coleópteros son degra-
dadores primarios, al procesar los
tejidos leñosos húmedos que han
sido tratados previamente por otros
grupos de organismos, en particu-
nodo
lar, hongos. Aunque se carece de
información específica para Jalisco,
66 la generada en la región de Zacual-
tipán y Molango, en el estado de
Hidalgo (Morón, 1984a, 1984b,
1984c), pone de manifiesto la rele-
vancia de estos coleópteros, por lo
que vale la pena mencionarlo.
Las larvas de Plusiotis adelaida (Scara-
baeidae) se alimentan sobre todo de
los tocones y troncos húmedos que
antes han sido atacados por coleóp-
teros Cerambycidae, Tenebrionidae y
Passalidae. El ciclo de vida de esta
especie se completa en 24 meses,
18 de los cuales permanece en esta-
do larvario consumiendo madera.
Chrysina macropus (Scarabaeidae) se
alimenta de troncos húmedos de
Liquidambar, Platanus y Alnus, que
también han sido atacados por
otros coleópteros, pero cuyo xilema
conserva una coloración parecida al
tejido vivo. La duración del ciclo de
vida es similar a P. adelaida (Morón,
1984b).
Considerando que el valor nutritivo
de la madera es bajo, los coleópte-
ros saproxilófagos consumen canti-
dades considerables de ella para
cubrir sus requerimientos nutricio-
nales. En este sentido, por lo gene-
ral consumen muchas veces más su
peso corporal. Por ejemplo, para P.
adelaida, la larva I consume alrede-
dor de 153 veces su peso corporal,
mientras que la larva iii, 112 veces.
En C. macropus, la relación es simi-
lar, con valores de 157.69 y 113.25
respectivamente. Así, se ha estimado
que P. adelaida puede procesar en
un pinar entre 24 y 98 kilogramos
por hectárea al año, mientras que C.
macropus puede procesar entre 12 y
48; esto se debe a que la abundancia
de esta última es menor.
Los coleópteros, al igual que
muchos otros insectos, juegan un
papel importante en la poliniza-
ción de plantas silvestres y cultiva-
das. La polinización por coleópte-
ros es conocida como cantarofilia.
Alrededor de 34 familias de plan-
tas tienen al menos una especie de
coleóptero polinizador (Bernhar-
dt, 2000, citado en Bouchard et al,
2009). En Jalisco, varias especies de
Scarabaeidae y algunas de Staphyli-
nidae se encuentran asociadas a las
flores de varias plantas. Tal es el
caso de Euphoria basalis, en las flores
de calabaza. Durante la colecta de
adultos es relativamente fácil detec-
tar granos de polen en diferentes
partes del cuerpo, sobre todo en las
zonas densas cubiertas de sedas.
El uso de los insectos en las cien-
cias forenses es un tema que en
la actualidad se ha hecho muy
popular, debido a la existencia de
series de televisión producidas en
varios países. Ajeno a los muchos
errores y datos imprecisos que se
pueden comentar sobre las mismas,
los insectos han jugado un papel
importante en el desenlace de algu-
nos de los capítulos. Su importan-
cia radica en que son de utilidad
para determinar los intervalos
postmortem a partir de los estudios
de sucesión durante el proceso de
descomposición. Con frecuencia se
ha sustituido a los cadáveres huma-
nos con cerdos u otros animales
para determinar estos intervalos en
diferentes regiones. En este contex-
to, también han sido de utilidad
los estudios encaminados a cono-
cer la composición faunística de
coleópteros necrócolos, con el uso
de calamar, pulpo, pescado o vísce-
ras de pollo como cebo atrayente
(véase más adelante, en la sección
de biodiversidad). Entre los insec-
tos más frecuentes en los cadáveres
humanos, las moscas y los esca-
rabajos son los más importantes,
tanto por el número de especies
como por la abundancia en los
mismos. En Jalisco se tiene registro
de muchas especies de importancia
forense, aunque destacan las perte-
necientes a las familias Silphidae,
Scarabaeidae, Staphylinidae, Histeri-
dae, Dermestidae y Cleridae.
El consumo de insectos es una tradi-
ción milenaria en diferentes partes
del mundo. México no es la excep-
ción. Se conoce una vasta riqueza de
especies que se consumen en dife-
rentes partes del país, en especial
en los estados del centro y sureste.
Respecto de los coleópteros, hasta
ahora se tiene registro de 126 espe-
cies pertenecientes a 20 familias.
Muchas veces, los escarabajos se
consumen en estado larvario, ya que
es cuando el sabor es más exquisito,
porque albergan diversas sustancias
lipídicas. En ocasiones, también se
tiene preferencia por las pupas. En
pocas ocasiones se consumen los
adultos (Ramos–Elorduy y Pino
Moreno, 2004). En Jalisco se tiene el
registro de consumo de cinco espe-
cies, exclusivamente en estado larval:
Strategus fallaciosus (Tepatitlán de
Morelos); Rhynchophorus palmarum
(Autlán); Dynastes hyllus, Tenebrio
molitor y Zophobas morio (Guadala-
jara). Sin embargo, muchas especies
consumidas en otros estados del
país también se distribuyen en Jalis-
co, por lo que el potencial de los
coleópteros como alimento huma-
no es de consideración.
Por último, y no menos importan-
te, existen muchas especies de esca-
rabajos que se cultivan y mantienen
vivos, en principio como una forma
de esparcimiento, pero también
como una forma de generación
de recursos económicos. En parti-
cular, en Japón se comercian una
gran variedad de especies, así como
todos los aditamentos para su cría
en cautiverio. Sin embargo, al ser
una actividad con escasa regula-
ción sanitaria, la importación de
especies exóticas pone en riesgo a la
fauna nativa, por competencia por
alimento y hábitat, por hibridación
entre especies exóticas y nativas, y
por invasión de parásitos impor-
tados. En México, el
cultivo de insectos con
fines comerciales no es
una actividad extendi-
da, pero las facilidades
actuales de libre comer-
cio podrían permitir el
ingreso de especies exóti-
cas para su cultivo y poste-
rior comercialización. Es
importante hacer conciencia
sobre los riesgos y aprender
de los errores ya detectados
en otros países (véanse por
ejemplo, Goka, Kojima y
Okabe, 2006; Kameoka y
Kiyono, 2004) para evitar
problemas con nuestra
fauna.
Un caso particular del uso
de escarabajos en México con
fines comerciales es el maquech
(Zopherus chilensis). Utiliza-
do en Yucatán como prende-
dor vivo sobre el terno (vestido
femenino tradicional), su uso
se remonta, al menos, al siglo xix
como talismán amoroso para las
mujeres indígenas mayas y mesti-
zas. María C. Rosano–Hernández
y Cuauhtémoc Deloya–López
(2004) precisan:
[…] el maquech puede estar al
natural, sólo sujeto por un hilo,
una cinta o una delgada cadeni-
ta; y así vive más tiempo; más
frecuentemente se reviste su
corazón (élitros) con telas poli-
cromas, representando bande-
ras o paisajes; se les da tonos
nodo
metálicos, haciéndolos resplan-
decientes, o se les pinta al óleo
[...] se le rodea, por parte adel- 67
gazada del cuerpo, con un anillo
metálico y de éste se sujeta a
una cadenita también metálica
(de metales preciosos) en la que
juguetea la filigrana o de carey
 con sus variados motivos mayas;
así se le coloca sobre el pecho,
del lado del corazón [...] cual
movible prendedor en el tocado
de las bellas hijas de esta tierra
de leyendas.
Sin embargo, a pesar de ser una
tradición ancestral, poco se conoce
sobre su biología (Rosano–Hernán-
dez y Deloya–López, 2004; Montal-
vo–Parra y Deloya, 2009).
Biodiversidad
El término biodiversidad hace refe-
rencia a la variación de los seres
vivos a todos los niveles; se recono-
cen tres niveles de agrupamiento u
organización: genético, específico y
ecológico (Gaston y Spicer, 2004).
Diversidad genética
nes. Cuauhtémoc Deloya y Brett
C. Ratcliffe (1988) reconocen 15
formas de coloración a partir de
590 especímenes procedentes
de México (véase la gráfica 1).
En nuestra colección, material
procedente del estado de Jalis-
co concuerda con varias de las
formas reconocidas por dichos
autores.
• Cyclocephala deceptor. Es una espe-
cie endémica de México (exclu-
siva) cuya distribución incluye
los estados del pacífico desde
Nayarit hasta Chiapas, además
de Durango y Michoacán (Ratcli-
ffe y Delgado–Castillo, 1990).
Los adultos presentan diferen-
tes grados de desarrollo de las
manchas oscuras que se presen-
tan en la parte dorsal del cuerpo.
Diversidad específica
Considera la jerarquía taxonómica
y sus componentes, desde los indi-
viduos hasta las especies, géneros y
otras categorías. Este es uno de los
niveles de biodiversidad referidos
con mayor frecuencia para fines
comparativos. Cuando se habla de
que México ocupa un sitio impor-
tante entre los diez primeros lugares
de diversidad biológica, el referente
es, precisamente, el número de espe-
cies conocidas en nuestro país.
Hablar de la diversidad de Coleop-
tera de México no es un tema fácil.
En la actualidad no se cuenta con
información actualizada sobre el
número de especies que hay en el
país. Existen avances importantes,
pero aún se tienen huecos de consi-

La diversidad genética abarca los

componentes genéticos de los seres GRÁFICA 1. COTINIS MUTABILIS. VARIACIÓN EN LA COLORACIÓN DORSAL
vivos (nucleótidos, genes, cromoso-
mas), así como la variación genética
entre los individuos de una pobla-
ción y entre poblaciones (Gaston
y Spicer, 2004). Aunque no existen
trabajos específicos con los escara-
bajos de Jalisco para determinar su
variación genética, con base en la
observación de material depositado
en la colección entomológica del
Centro de Estudios en Zoología se
comentan los siguientes ejemplos
sobre la variación en los patrones
de coloración de algunas especies.

• Cotinis mutabilis. Es una especie

nodo

con una distribución amplia en

México, además del sur de Esta-
68 dos Unidos, Centroamérica y el
norte de Sudamérica (Goodrich,
1966). La coloración de su cuer-
po, en vista dorsal, es variable:
negro, rojo, verde o con mezcla Tomado de Deloya y Ratcliffe (1988). Derechos reservados: Acta Zoológica Mexicana nueva
de ellos en diferentes proporcio- serie. Reproducido con autorización.
deración en la información conoci- Leiodidae, Silphidae y Staphylinidae); a nidos de insectos, entre otros.
da. Por ello, a continuación solo se Scarabaeoidea (Lucanidae, Diphy- Muchas especies son de tallas
comenta la diversidad de dos súper llostomatidae, Passalidae, Glaresidae, pequeñas, menores a medio centí-
familias (Staphylinoidea y Scara- Trogidae, Pleocomidae, Geotrupidae, metro, aunque algunas pueden
baeoidea), a nivel mundial, a nivel Belohinidae, Ochodaeidae, Hybosori- llegar a medir hasta más de cuatro
Latinoamérica, en México y en Jalis- dae, Glaphyridae, Scarabaeidae). Para centímetros. Uno de los grupos
co. Se han seleccionado estos dos México se han registrado 16, y de mejor conocidos en México y el
grupos por ser aquellos con los que ellas en Jalisco hasta ahora se tiene mundo es el perteneciente a la
se tiene mayor familiaridad y cuyos información específica para nueve familia Silphidae, también conoci-
datos actualizados se encuentran en (véase el cuadro 3). dos como escarabajos carroñeros o
una base de datos en el Centro de enterradores (Figura 2). La síntesis
Estudios en Zoología de la Univer- Las especies de la súper familia sobre su diversidad y distribución
sidad de Guadalajara. Staphylinoidea se pueden encon- fue publicada recientemente (Nava-
trar en diferentes ambientes, como rrete–Heredia, 2009).
A nivel mundial, estas súper fami- la hojarasca, musgo, troncos en
lias están constituidas por 18 fami- descomposición, hongos, excre- La súper familia Scarabaeoidea es un
lias (véase el cuadro 2): Staphylinoi- mento, cadáveres animales, frutos grupo rico en especies. Los adultos
dea (Hydraenidae, Ptiliidae, Agyrtidae, en descomposición, asociados y larvas con frecuencia se encuen-
tran en excremento, flores, nidos de
insectos, hongos, cadáveres anima-
CUADRO 3. NÚMERO DE ESPECIES DE LAS FAMILIAS PERTENECIENTES
les, asociados a mamíferos, entre
A STAPHYLINOIDEA Y SCARABAEOIDEA
otros. Las especies de este grupo
Súper familia Familia Mundial Latinoamérica México Jalisco corresponden a uno de los mejor
Staphylinoidea Hydraenidae 1,200 297* 71 10 conocidos dentro del orden Coleop-
Ptiliidae 550 122 ND ND tera, en parte debido a las tallas
Agyrtidae 61 3 3 NR relativamente grandes, además de
Leiodidae 3,000 289 136 10 sus colores y ornamentos llamati-
vos (véase la gráfica 3). Muchos de
Silphidae 175 25 11 5
los escarabajos con los que se tiene
Staphylinidae 52,244 5,035 1,526* 144*
mayor familiaridad pertenecen a
Scarabaeoidea Lucanidae 800 134 4 *** este grupo. Por ejemplo, los maya-
Diphyllostomatidae 3 NR NR NR tes utilizados para diversión, a los
Passalidae 500 328 84 5 que se les amarra una pata con un
Glaresidae 50 3 1 NR hilo, o los escarabajos rodadores de
excremento.
Trogidae 300 48 29 7
Pleocomidae 26 20 1 NR
Si bien para Jalisco se cuenta con
Geotrupidae 300 82 47 9 información sobre su diversidad
Belohinidae 1 NR NR NR específica, esta debe ser conside-
Ochodaeidae 80 16 16 *** rada con reserva debido a que los
Hybosoridae 365 150 24 3 trabajos de exploración en la enti-
Glaphyridae 68 10 1 dad con fines entomofaunísticos
nodo

NR
son insuficientes. Los datos cono-
Scarabaeidae 27,800 4,706 1,680 313
cidos para Scarabaeoidea evidencian
ND = No disponible, indica que se tienen registros para la región, pero se carece de informa- 69
ción específica. NR = No registrado. Familia no registrada para la región.
esta carencia: más de la mitad del
* Información para todo el continente americano (Perkins, 1980). territorio estatal no tiene registros
** No incluye Scydmaeninae. Existen especímenes en la colección entomológica del Centro de de especies de este grupo, a pesar de
Estudios en Zoología, pero no se encuentran determinados a nivel específico.
ser las más conspicuas (Navarrete–
Elaborado a partir de Bouchard et al. (2009) (lista de familias), Costa (2000) (información para
Latinoamérica), Baena et al. (2009) (Scarabaeoidea de México, excepto Glaphyridae), Carlson Heredia, Delgado y Fierros–López,
(1980) (Glaphyridae), Navarrete–Heredia y Fierros–López (2001) (Scarabaeoidea de Jalisco). 2001). La falta de información en
 GRÁFICA 2. INSECTOS ASOCIADOS A
CADÁVERES. EN PRIMER PLANO,
ESPECÍMENES PERTENECIENTES A
NICROPHORUS (SILPHIDAE)
la–Cuixmala. En ese trabajo, el GRÁFICA 3. EJEMPLOS DE COLEÓPTEROS
SCARABAEIDAE
número de especies conocido para
la región fue de 111, considerando
localidades con bosque tropical
caducifolio y subcaducifolio. Se
cuenta, además, con información
de escarabajos colectados con tram-
pas de luz en sitios con bosque de
pino encino (Sierra de Quila, 23
especies) (Bustos–Santana y Rive-
ra–Cervantes, 2003). En los últi-
mos años, se han realizado varios
trabajos encaminados a conocer la
composición de escarabajos asocia-
dos a carroña en diferentes ambien-
tes, en particular de la zona centro
y sur del estado. Se han incluido
sitios con bosque tropical caduci-
folio (Navarrete–Heredia y Fierros–
López, 2000), bosque encino o
encino–pino (Navarrete–Heredia
y Fierros–López, 2000; Quiroz–
Rocha, Navarrete–Heredia y Martí-
nez Rodríguez, 2008).

Comentarios finales

Al ser los coleópteros el grupo con

diferentes regiones del estado no es
un indicativo de su ausencia sino
de la ausencia de trabajo formal o de
datos que validen su presencia en
estas localidades.
Diversidad ecológica
Comprende todas las escalas de
diferencias ecológicas, desde el
nicho y hábitats hasta los biomas.
nodo
mayor número de especies en el
mundo, su presencia en nuestro
país y en nuestro estado es reco-
nocida de diferentes maneras,
como se ha comentado en párra-
fos anteriores. Si bien se tienen
avances importantes en cuanto a
su diversidad específica y ecoló- Por lo general, cuando se habla
gica, nuestro conocimiento aún de la importancia de algún grupo
dista mucho de ser el adecuado biológico se resaltan sus aspectos
para la toma de decisiones para la negativos, al evidenciar los daños
conservación de este recurso bioló- que puede provocar a los cultivos
gico o el manejo de especies recono- o productos de importancia para el
cidas como plaga o que en potencia hombre. Los escarabajos no son la

En este nivel de biodiversidad se
cuenta con información detalla-
70 da sobre la riqueza de coleópteros
Scarabaeoidea en varias localida-
des del estado. Uno de los traba-
jos pioneros en este contexto es el
realizado por Morón et al. (1990)
en la Reserva de la Biósfera Chame-
lo puedan ser. A nivel genético, es
evidente la carencia de información
y, por ende, la necesidad de desarro-
llar trabajos de investigación enca-
minados a generar conocimientos
específicos sobre el tema, máxime
cuando las tecnologías actuales
facilitan este tipo de proyectos.
excepción: cultivos agrícolas, fores-
tales o productos almacenados con
frecuencia son atacados por este
grupo de insectos. Sin embargo,
en la otra cara de la moneda, en lo
referente a la de los beneficios obte-
nidos, o que se pueden obtener de
ellos, las perspectivas son amplias y
los beneficios pueden ser vastos. Es
conveniente desarrollar una estrate-
gia para su aprovechamiento racio-
nal. Escarabajos comestibles, como
ornato o mascota son solo algunas
de las posibilidades. Vale la pena
explorar nuevas alternativas.
Hablar de insectos o de escaraba-
jos es un tema que para la mayoría
de la gente puede resultar obvio o
completamente resuelto. Todas las
preguntas podrían o deberían ser
resueltas por los especialistas; en
este caso, por los coleopterólogos.
Desafortunadamente, contra el
sentido común, se puede establecer
con certeza que son más cosas las
que se desconocen de los escaraba-
jos mexicanos que lo que se cono-
ce de ellos. Lo mismo aplica para
los escarabajos de Jalisco. Hasta la
pregunta más simple carece de una
respuesta satisfactoria. ¿Cuántas
estrellas tiene una galaxia? 100,000
millones de estrellas. ¿Cuál es el
tamaño de la Vía Láctea? 100,000
años luz de diámetro. ¿Cuántas
especies de escarabajos hay en
Jalisco? No lo sabemos. ¿Cuántas
familias? Tampoco lo sabemos.
Necesitamos fortalecer los trabajos
exploratorios en la entidad. Para
conservar es necesario conocer y lo
que conocemos, dista mucho de ser
satisfactorio.
Agradecimientos
De manera especial, a Georgina
Adriana Quiroz–Rocha, Claudia
Inés Sainz Medina, José Luis Barra-
gán Ramírez y Miguel Vásquez–
Bolaños (Universidad de Guadala-
jara), por sus comentarios atinados
al manuscrito. A Pablo Antonio
Martínez, por sus comentarios
detallados sobre dispersión, así
como por la información sobre los
escarabajos. A Cuauhtémoc Deloya
(Instituto de Ecología, ac) por la
información sobre el maquesh.

Referencias

Andresen, Ellen y Douglas J. Levey (2004).”Effects of dung and seed size on secondary dispersal, seed predation,
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nodo

74

La Tierra tiene música
para aquellos que la escuchan.
(William Shakespeare)
Escuchar es la acción de prestar
atención a lo que se oye, pero más
allá de esta definición que indica la
Real Academia de la Lengua Espa-
ñola, me gustaría preguntarles, esti-
mados lectores: ¿consideran que en
verdad sabemos cómo escuchar o
vivimos solo oyendo?
El sonido
El sonido se compone por ondas
que viajan en un medio elástico,
como pueden ser el agua o el aire;
estas ondas se generan por la vibra-
ción de las moléculas en el medio
(Charif, Clark y Fristrup, 2004).
Cuando estas moléculas se encuen-
tran más cerca unas de otras, la
onda sonora se propaga a mayor
velocidad, como sucede en el mar,
en donde el sonido viaja a 1,500
metros por segundo, mientras que
en el aire se propaga a una veloci-
dad aproximada de 340 metros por
segundo.
* Estudiante de doctorado. Laboratorio Biología de la Conservación, Universidad Autónoma de Nuevo León, Miembro de Biodiverso, ac,
Premio Jalisco de Ciencia y Tecnología 2007 (correo electrónico: plumazulibre@yahoo.com.mx).
El campo sonoro
de la biodiversidad
Las dos características principales
del sonido son la frecuencia, que se
expresa en hertz (Hz), y la ampli-
tud, que se expresa en decibeles
(dB). La frecuencia está relacionada
con la tonalidad de los sonidos, por
ejemplo, el estruendo vibrante del
agua que cae en una gran cascada
es un sonido grave y de frecuencia
baja, mientras que el sonido de
una gota de agua que cae en una
poza dentro de una caverna tiene
un sonido agudo compuesto de
frecuencias altas. Los sonidos en el
mundo son una combinación de
frecuencias agudas y graves, modu-
ladas y combinadas con su intensi-
dad de volumen y duración.
En la actualidad se cuenta con
programas de cómputo que permi-
ten visualizar el sonido; esto ayudan
a entender la forma de cada nota y
como estas se acomodan en el tiem-
po para formar complejos cantos.
La grabación de sonidos con fines
de investigación se realiza en insec-
tos, reptiles, anfibios, mamíferos
(terrestres y marinos), aves y peces.
Sandra Gallo Corona*
Cuando platico del sonido, me
gusta tener una pequeña muestra
de audio, esto me permite crear el
contexto de las palabras; como esto
no es posible en una colaboración
escrita, necesitaré de su atención e
imaginación.
Diversidad de sonidos
en la naturaleza
Los humanos al nacer tenemos
la capacidad de escuchar soni-
dos que se encuentran entre los
20 y los 20,000 hertz. Conforme
vamos acumulando edad, perde-
mos la capacidad de escuchar cier-
tas frecuencias; esto se considera
una pérdida normal en la audición,
debida al envejecimiento. En la
actualidad, la capacidad de percibir
el mundo a través de nuestros oídos
está amenazada por el aumento en
la contaminación acústica, tema
que trataré más adelante.
nodo
En nuestro planeta existen muchas
más cosas y fenómenos que aque-
llos que podemos percibir normal- 75
 mente; como seres humanos nos
hemos adaptado para sobrevivir en
casi todos los rincones del planeta,
pero nuestros sentidos captan tan
solo una parte de la información
total que nos rodea. Por ejemplo, a
través de nuestros ojos percibimos
los colores, reflejados en los obje-
tos, que corresponden a la parte
visible del espectro electromagné-
tico, pero no somos capaces de ver
mensajes codificados en el ultravio-
leta o infrarrojo, que corresponden
al mismo espectro electromagné-
tico, pero en diferentes rangos de
frecuencia. Algo similar sucede con
el sonido, nuestro rango de audi-
ción es de frecuencias específicas
y concuerda con el de otros verte-
brados, como las aves y los anfi-
bios. De ahí que todos alguna vez
hayamos escuchado con facilidad el
canto de una ave o el croar de una
rana. Pero, ¿qué hay de los sonidos
que emiten los demás seres vivos?
Aquellas frecuencias que son inau-
dibles para el oído humano han
sido clasificadas como ultrasonido
e infrasonido.
El ultrasonido tiene frecuencias
mayores a los 20,000 hertz y es
utilizado por organismos como
roedores, delfines y murciélagos.
Estas vocalizaciones tan agudas y
características forman parte de su
comunicación y además son esen-
ciales en la ecolocación, es decir,
estos mamíferos emiten sonidos
que chocan y rebotan en todos los
objetos hasta donde llega la onda
sonora, y con base en este rebote
nodo
pueden percibir la ubicación de
objetos como árboles, en el caso
76 de los murciélagos, y bancos de
peces, en el de los delfines.
El infrasonido se encuentra por
debajo de los 20 hertz y es utiliza-
do por grandes mamíferos, como
las ballenas y los elefantes. Una de
las características peculiares de estas
ondas es que tienen la capacidad de
rodear objetos sólidos y viajar una
mayor distancia. El infrasonido,
más que escucharse, se puede sentir
a manera de vibraciones. Los elefan-
tes se han adaptado para emitir
sonidos que pueden ser escuchados
a grandes distancias. El rango de
emisión de un individuo puede ser
de alrededor de 300 metros cuadra-
dos y los llamados entre elefantes
pueden ser escuchados hasta diez
kilómetros de distancia cuando las
condiciones ambientales lo permi-
ten, como la ausencia de vientos
fuertes (Langbauer et al, 1991).
El infrasonido también es bien
propagado en el ambiente marino
y los grandes mamíferos como las
ballenas son el mejor ejemplo de
su utilización. Las ballenas joro-
badas o yubartas se comunican a
través de frases complejas y orde-
nadas que forman impresionantes
cantos que duran entre diez y 45
minutos. Al ser organismos de gran
tamaño, tienen la capacidad de
emitir sonidos de muy alto volu-
men, que incluso pueden rebasar
nuestro umbral de tolerancia antes
de que se lastime el oído interno
(más de 120 decibeles). Las yubar-
tas modifican la sintaxis de sus
cantos de un año a otro; ambos
sexos emiten vocalizaciones, pero
son los machos quienes cantan de
manera intensa durante la época
reproductiva (Simmons, Popper y
Fay, 2003).
Gran parte de los estudios acústi-
cos dedicados a la investigación del
comportamiento animal han sido
realizados en aves; el desarrollo de
esta área del conocimiento bioló-
gico representa nuevas oportuni-
dades de conocer y entender a la
naturaleza.
El nacimiento de una
nueva disciplina
Previo a la década de los cincuen-
ta, toda aquella persona que estu-
viera interesada en los sonidos de
las aves debía hacerlo a oído puro.
Durante esta época se realizaron
importantes descubrimientos acer-
ca de las funciones del canto, infor-
mación que fue obtenida en su
mayoría a través de muchas horas
de observaciones en campo. Una
vez que finalizó la segunda guerra
mundial, se liberaron tecnologías
que habían sido diseñadas y utiliza-
das con fines bélicos, uno de estos
aparatos fue el audio espectrógrafo.
Esta innovación tecnológica permi-
tió analizar los sonidos de manera
visual y fue entonces cuando los
estudios detallados en la estructura
de las vocalizaciones comenzaron.
En la actualidad se encuentra dispo-
nible una cantidad impresionan-
te de tecnologías que permiten el
registro y visualización de los soni-
dos, lo que mejora la calidad de la
información obtenida y hace más
portátil el conjunto de aparatos
necesarios para realizar las graba-
ciones. La técnica de grabación es
algo muy importante y no se debe
descuidar, ya que se puede contar
con el equipo más costoso, pero no
lograr buenas grabaciones. Un buen
equipo para grabar es aquel que se
ajusta a las necesidades u objetivos
del proyecto y no el más caro.
A través de los años se han estable-
cido diversas colecciones alrededor
del mundo que agrupan sonidos de
la naturaleza bajo criterios similares
a los que un herbario o una colec-
 CUADRO 1.PRINCIPALES COLECCIONES DE SONIDOS A NIVEL INTERNACIONAL
Colección Año de fundación Número de grabaciones
Macaulay Library of Natural Sounds, Ithaca, Estados Unidos 1956 150,000
The British Library Sound Archive, Londres, Reino Unido 1969 140,000
Tierstimmenarchiv, Berlin, Alemania 1952 100,000
Fitzpatrick Bird Communication Library, Pretoria, Sudáfrica 1979 30,000
Australian National Wildlife Collection, Lyneham, Australia 1961 25,000
Arquivo Sonoro Neotropical, São Paulo, Brasil 1978 25,000
Borror Laboratory of Bioacoustics, Ohio, Estados Unidos 1945 24,000
Florida Museum of Natural History, Florida, Estados Unidos 1973 15,000
Fuente: tomado de Ranft, 2004.

ción zoológica requieren. Entre los
usos primarios que se le da al mate-
rial acústico se puede encontrar la
investigación científica, conserva-
ción, educación y entretenimiento
(véase el cuadro 1).
En estas colecciones se almacena la
mayoría de los sonidos grabados
en distintos lugares (en su mayoría,
sitios alejados de las zonas urba-
nas). Estos especímenes acústicos
o piezas de audio son almacena-
dos bajo condiciones de tempera-
tura y humedad controladas y se
acompañan de toda la informa-
ción detallada, como la ubicación
geográfica de donde se grabó, las
características del equipo utiliza-
do, las condiciones ambientales al
momento del registro, la identifi-
cación de las especies que se están
registrando, su comportamiento
asociado al momento de vocalizar y
toda la información posible, misma
que será muy útil al momento de
realizar investigación científica.
Al reunir el material incluido en
museos, institutos y universidades
que han permitido el conocimiento
de aspectos morfológicos y fisioló-
gicos de la vida silvestre. El registro
sonoro animal permite conocer su
comportamiento y forma parte de
la identidad natural de cada región
del planeta.
Contaminación acústica
El ritmo moderno de la vida civiliza-
da nos ha llevado a ser dependien-
tes de la tecnología y, más que una
herramienta, la consideramos como
algo sin lo cual no podemos vivir.
¿Acaso alguien se puede imaginar
a un científico sin computadora?
La cantidad de información que se
maneja en la actualidad en muchos
proyectos es tan grande que toma-
ría semanas o incluso años concluir
los análisis. En ocasiones, toda esta
tecnología nos puede distanciar
del verdadero objeto de estudio
y muchas veces se le pone mayor
atención a la información disponi-
ble en publicaciones que a la que el
durante periodos prolongados)
o involuntaria (por exposición al
tráfico vehicular o aéreo), esta-
mos expuestos día a día a sonidos
que afectan de manera permanen-
te nuestra capacidad de escucha
y, además, nos producen un alto
grado de estrés.
¿Cuál es la amenaza de la exposición
constante de ruido para la integri-
dad de los ecosistemas? La destruc-
ción y fragmentación del hábitat es
una de las causas principales de la
extinción de especies; el aumento
en las redes de comunicación como
carreteras, rutas aéreas, actividades
recreativas motorizadas y el creci-
miento urbano son acciones causan-
tes de contaminación acústica. El
incremento en los niveles de ruido
disminuye el área en que la fauna
silvestre se puede comunicar intra o
interespecíficamente, lo que afecta
aquellos mensajes que comunican
despliegues reproductivos, territoria-
les e incluso los llamados de alarma
que se producen ante la presencia
nodo

las colecciones más grandes del objeto de estudio nos está propor- de depredadores. La interrupción de
mundo, se alcanza aproximada- cionando per se. las señales acústicas afecta las inte-
mente un total de 500,000 regis- racciones que suceden en los ecosis- 77

tros, grabados en los últimos 50
años. Sin embargo, aún hay mucho
por hacer. El registro acústico es
necesario y complementa las colec-
ciones científicas localizadas en
Una de las consecuencias de la
vida moderna es la contaminación
acústica originada por el exceso de
ruido. De manera voluntaria (por
el uso de audífonos a volumen alto
temas; esto provoca reducciones
poblacionales cuyos efectos no son
completamente conocidos.
 ¿Cuál es el ambiente sonoro que te
rodea en este momento? Un buen
ejercicio para aprender a escuchar
es comenzar a identificar cada uno
de los sonidos que se generan en
este momento, desde el provocado
por un camión o automóvil que
está pasando hasta el sonido de las
manecillas de un reloj, o el sonido
cuando das vuelta a las páginas de
esta revista. Aprender a percibir con
todos nuestros sentidos el mundo
en que vivimos es una virtud, la
pérdida de nuestra biodiversidad es
también la de sus sonidos, elemen-
tos que a través de la historia nos
han dado identidad como cultura
y que nos hacen ser uno de los 12
países con mayor riqueza natural en
el planeta.
Es bien conocido que los ecosiste-
mas están siendo afectados a ritmos
acelerados, incluso más rápido
de lo que los podemos estudiar y
entender. Sin embargo, la amena-
za más grande es nuestra indiferencia
ante la destrucción de la naturaleza.

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 antillano en llamas
Poemas a la biodiversidad
Laura Solórzano
( selección )

Los siguientes poemas forman parte del libro Los árboles de la poesía, que próximamente publicará la Unidad de Vinculación
y Difusión de la Universidad de Guadalajara. Se trata de una colección de 150 poemas acerca de árboles, coordinada por los
poetas Laura Solórzano y Raúl Bañuelos, que reúne autores de gran parte del mundo, como China, Alemania, Cuba, Estados
Unidos, Rusia, Venezuela, Argentina, Nicaragua, Suecia y México, entre otros. Es un conjunto de textos que recoge una selec-
ción de la biodiversidad de los poetas y los poemas que tratan y retratan al árbol. Son textos que expresan las cualidades de
la especie, de la vida vegetal, a partir del individuo que observa con esa forma de quietud que es escribir, una parte de lo que
somos, de lo que debemos al aire, al agua y a la tierra.

patria
79
Almendros en flor A la sombra de un mirto

terra
Rainer María Rilke William Blake
(República Checa, 1875–1926) (Inglaterra, 1757–1827)

(Primera versión)
Almendros en flor: la única tarea que podemos
realizar aquí es la de reconocernos, sin el menor ¿Por qué ligarme a ti,
resto de duda, en la manifestación de lo terrenal. encantador mirto mío?
El amor, el libre amor, no puede atarse
Os contemplo infinitamente asombrado, dichosos a un árbol cualquiera que en el suelo crece.
en vuestra actitud; en vuestro efímero ornato sois
portadores de un sentido eterno. Ay, quién supie- Ah, cuán enfermo y agotado
ra florecer como vosotros: para ése su corazón se bajo mi mirto yazgo.
encontraría por encima de todos los pequeños peli- Soy como el estiércol extendido
gros, en el grande estaría sereno. bajo el mirto que me tiene preso.

A menudo mi mirto en vano ha suspirado

antillano en llamas

contemplando mi pesada cadena;

a menudo mi padre nos vio suspirar
riendo por nuestra simpleza.

De modo que le asesté un buen golpe y su sangre

manchó las raíces de mi mirto.
Pero la juventud ha pasado
y canas llevo en la cabeza.
 Joven sicomoro El álamo
William Carlos Williams Artur Lundkvist
(Estados Unidos, 1883–1963) (Suecia, 1906–1991)

¿Sabes? Al álamo
este árbol joven le gusta su familia.
cuyo tronco redondo y firme A solas pierde su identidad, su delgadez flexible;
entre el mojado danzante en el corro,
nunca está inmóvil
pavimento y la coladera siempre tiene unas hojas que quieren jugar con el
(donde el agua viento,
gotea) se alza es una fuente que reluce,
corpóreo árbol lleno de peces,
árbol musical que sigue a arcos invisibles,
en el aire cuchicheo acuático, compañero de los ríos,
con un impulso delata pozos y venas de agua
ondulante a la mitad – —hasta las escondidas bajo las baldosas—,
y luego refresca las fachadas salpicando las piedras,
visitante y extranjero
patria

se divide y mengua nunca es un árbol común y corriente,

disparando para el sacrificio del otoño
80 nuevas ramas hacia deja caer las hojas como moneda ensangrentada,
todas partes – es una escoba de ramas secas contra la porcelana
terra

del cielo,
se cuelga capullos a solas es siempre él mismo,
se adelgaza esbelto y hermético,
hasta reducirse ¡signo de exclamación!
a dos

ramas
excéntricamente anudadas
que se doblan
como cuernos superiores
antillano en llamas
 Encina
Federico García Lorca
(España, 1898–1936)

Bajo tu casta sombra, encina vieja, No me abandones nunca en mis pesares,

quiero sondar la fuente de mi vida
y sacar de los fangos de mi sombra
las esmeradas líricas.
Echo mis redes sobre el agua turbia
y las saco vacías.
¡Más abajo del cieno tenebroso
están mis pedrerías!
¡Hunde mi pecho tus ramajes santos,
oh solitaria encina!
Y deja en mi sub–alma
tus secretos y tu pasión tranquila.
esquelética amiga.
Cántame con tu boca vieja y casta
una canción antigua,
con palabras de tierra entrelazadas
en el azul melodía.
Vuelvo otra vez a echar las redes sobre
la fuente de mi vida,
redes hechas con hilos de esperanza,
nudos de poesía,
y saco piedras falsas entre un cieno
de pasiones dormidas.

Esta tristeza juvenil se pasa, Con el sol del otoño toda el agua
¡ya lo sé! La alegría de mi fontana vibra,
otra vez dejará sus guirnaldas y noto que sacando sus raíces
sobre mi frente herida, huye de mí la encina.

patria
aunque nunca mis redes pescarán
la oculta pedrería
de tristeza inconsciente que reluce 81
al fondo de mi vida.

terra
Pero mi gran dolor trascendental
es tu dolor, encina.
Es el mismo dolor de las estrellas
y de la flor marchita.

Mis lágrimas resbalan a la tierra

y, como tus resinas,
corren sobre las aguas del gran cauce
que va a la noche fría.
Y nosotros también resbalaremos,
yo con mis pedrerías,
y tú plenas las ramas de invisibles
bellotas metafísicas.
antillano en llamas
 Araucaria Canción del sauce
Pablo Neruda José Emilio Pacheco
(Chile, 1904–1973) (México, 1939)

Todo el invierno, toda la batalla, El que se dobla sin quebrarse, el sauce,

todos los nidos del mojado hierro cobra la forma que le dicta el aire
en tu firmeza atravesada de aire, con sílabas veloces, nunca iguales.
en tu ciudad silvestre se levantan.
Música que se va, tiempo flotante
La cárcel renegada de las piedras, a la velocidad de vida y muerte.
los hilos sumergidos de la espina,
hacen de tu alambrada cabellera Resuenan en la tarde
un pabellón de sombras minerales. hojas que se desprenden y no vuelven.

Llanto erizado, eternidad del agua, Amarga es la canción de los que parten.
monte de escamas, rayo de herraduras,
tu atormentada casa se construye
con pétalos de geología.

El alto invierno besa tu armadura

y te cubre de labios destruidos: Palma sola
la primavera de violento aroma Nicolás Guillén
patria

rompe su red en tu implacable estatua: (Cuba, 1902–1990)

y el grave otoño espera inútilmente

82 derramar oro en tu estatua verde. La palma que está en el patio
nació sola;
terra

creció sin que yo la viera

creció sola;
bajo la luna y el sol
vive sola.
Bambú
Sakutaro Hagiwara Con su largo cuerpo fijo,
(Japón 1886–1942) palma sola,
sola en el patio sellado,
De la tierra brota rígido
agudo y verde siempre sola,
penetrando el invierno congelado. guardián del atardecer
En la quietud del alba sueña sola.
sus verdes lanzas brillan
derramando lágrimas La palma sola soñando
derramando lágrimas. palma sola,
El antillano en llamas

Sobre los hombros del que vaga penando que va libre por el viento,
se extienden como una niebla las ramas del bambú libre y sola,
suelta de raíz y tierra,
de la tierra aguda y verde. suelta y sola,
cazadora de las nubes,
palma sola,
palma sola,
palma.

Entrevista a Omar Nava
Por 3C
Eduardo Omar Nava Meléndez (Guadalajara, Jalisco,
29 de octubre de 1967). Artista plástico. Ha realizado
diversas exposiciones, entre las que sobresalen
“Cartografía húmeda” (1999) en la Galería Foco de
Guadalajara; “NGLBL (No global)” (2005) y “Gráfiko”
(2008) en la galería Trópico de nopal de Los Ángeles;
“Pasaje ng” (2006) en el Instituto de Cultura de Baja
California, y “Ruta radicante (2007) en la Universidad
de Ciencias y Artes de Chiapas.
Has trabajado el grabado, el dibujo y la pintura,
¿en cuál te sientes mejor? ¿por qué?
En cualquiera de estas formas de confección del trabajo
me siento bien. Estoy consciente de que el trabajo que
yo realizo está inmerso en la esfera reconocible de una
técnica, pero prefiero no ser encasillado en alguna en
particular, eso me hace pensar que tengo la posibilidad
de proponer más ampliamente una idea. La obra de un
artista no es la técnica sino el recipiente que lo pueda
contener. Me gustaría hablar y que quien escuche sea el
contenedor y trasmisor de esta idea, si quieres artística
o creativa, palabras con las que suelo tropezar también,
porque tienen una carga demasiado romántica.
¿Qué relación existe entre el fragmento
y la unidad en tu obra?
Hay cosas que no puedo expresar en un pequeño
formato, pero como me gusta verlos así, entonces
empecé a pegar uno con otro y me gustó; bueno, tanto
me gustó, que ahora me la paso poniendo cosas unas al
lado de otras para ver cómo lucen así en bola. Tanto la
83
separata
pieza todos no global como el alfabeto nglbl denotan
una constante en mi trabajo que consiste en la integra-
ción de elementos para crear uno o una palabra que se
expande.
¿Qué diferencias encuentras en la actividad cultural
entre Tijuana y Guadalajara?
Sí es diferente la cosa en el norte. Yo creo en parte se
debe a que por mucho tiempo allá no hubo una escue-
la de artes, así que naturalmente la gente que estaba
en esto trabajaba con lo que tenía a la mano. Si tú has
estado en un basurero de Tijuana, en la bodega de la
basura que va a reciclaje, te darás cuenta de que dan
ganas de hacer algo con esa basura. A diferencia, aquí,
en Guadalajara, pesan mucho las torres de catedral,
y más al sur las pirámides. Con esto quiero decir que
hay temas aceptados como buenos y por ahí le están
dando un buen de artistas. En Tijuana, el tema de la
frontera es muy recurrente, y no sé si es porque hay
muchas formas de atajarlo que la propuesta, aunque
sea la misma, se sigue mostrando muy fresca.
¿Qué proyectos vienen en corto y mediano plazos?
Tengo montada una exposición llamada “Deconstruc-
ción”, que estará durante abril y mayo en mi taller
de Prisciliano Sánchez 738, en Guadalajara, México.
Desmonté una exposición en el Liceo Franco Mexica-
no y estoy participando en Carambart, que son talleres
con los alumnos que después se van a mostrar por ahí
en alguna galería local. Además, estoy en pláticas con
los directores de esa escuela para realizar un mural
con la colaboración de los niños, maestros y papás,
espero que esto se realice entre 2010 y 2011.
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 El ser de lo cultural
y lo cultural del Ser
Francisco Partida Hoy *
La existencia me precede
y me trasciende
Decir que con uno mismo empie-
zan y terminan los objetos y pensa-
mientos del mundo es como si una
ola llegara al litoral y se negara a
regresar al mar. “Muero, luego el
mundo no existe”, qué avaricia y
falsedad.
Morir y tenerlo en mente otorga a
la vida humana la posibilidad de la
tragedia y vacuidad o no de la histo-
ria, en tanto advierte sobre el carác-
ter extraordinario de atestiguar la
composición y mutación de nues-
tro palimpsesto, cuya trascendencia
depende de una larga y continua
progenie. Vivir es posible gracias
a la existencia de un movimiento
rítmico cósmico–planetario que
trasforma la materia en comple-
jidad creativa. Materia / energía /
ritmo / información / organiza-
ción. Morir es un polo de nuestra
frecuencia dinámica como especie.
Aquellos organismos conscientes
que observen el mundo sin morir
nunca, todo lo sabrán, todo lo
podrán, pero no serán humanos.
* Maestro en Gestión y Desarrollo Cultural. Editor de la revista 3C Conocimiento + Cultura + Ciencia, Universidad de Guadalajara (correo electró-
nico: francisco.partida@redudg.udg.mx).
Cada hombre adulto ha vivido lo
suficiente como para saber que
está unido profundamente con lo
que le rodea (incluido su propio
fin), puesto que lo que le compo-
ne interiormente es un arreglo de
las partículas con que al parecer
está unida toda realidad. La orga-
nización biótica solo es posible por
el intercambio entre un adentro
y un afuera, un ayer, hoy y maña-
na. ¿Qué sería del hombre sin su
mortalidad? ¿No perdería acaso su
pasado, presente y futuro para habi-
tar un solo momento indiscernible,
sin adentro ni afuera, sin aquí ni
allá?
La materia se mira
con sus propios ojos
La organización de la materia —que
ocurre sin cesar ante nosotros—
llega a un punto culminantemente
inicial cuando los ojos de los seres
complejos observan el mundo del
que provienen sus componentes.
La materia se mira con sus propios
ojos. Este es el verdadero nacimien-
to de la consciencia.
Este asombro cotidiano de uno
mismo sería suficiente para enten-
der la conexión inexorable no solo
con la llamada naturaleza sino con
la materia en general y sus formas
de energía y, por supuesto, con
los mundos mentales. ¿Por qué
patria
la materia–energía se autorgani-
za hasta formar seres conscientes?
Es una pregunta en extremo difícil 89
cuya respuesta tal vez se halle en
terra
la economía estructural de la reali-
dad material, el azar y un aguje-
ro de misterio. La evolución de la
materia, y un buen golpe de dados,
acumula sentidos, suma coinciden-
cias. Al parecer, la materia–energía
tiende con el ritmo y los accidentes
a la creación de códigos replicantes.
Observar
la propia reflexión
Observar es mirar con atención lo
que hay frente a los ojos, dirigir
la vista y proyectarla hacia algún
objeto o pensamiento. Reflexionar
antillano en llamas
es mirar lo vivido, ver hacia atrás,
avanzar retrospectivamente.
 Cuando una persona logra obser-
var sus reflexiones ocurre un salto
cualitativo en su conocimiento del
mundo y de sus vínculos intrínse-
cos. La mirada trasforma lo que ve,
los objetos con masa y pensables
son portadores y contenedores de
significados. Observar cómo pienso
mi existencia enriquece lo que soy y
dota de significado a la materia. Las
partículas en los átomos y los átomos
en los elementos, los elementos
en las moléculas… así, hasta llegar
al hombre en el mundo, y los mil
mundos humanos, es un tránsito
o flujo de sentidos que puede ser
punto de arranque para nuestras
intervenciones sobre el planeta. En
principio, entonces, la lógica sería
lograr que toda fabricación o inter-
vención humana se encontrara en
el mundo como un nuevo brote de
patria
este último, parte de él. El mundo y
su hombre, y no al revés.
90
La presencia, por ejemplo, de la
terra
vida vegetal y protera, soporte de
la nuestra, está amenazada en reali-
dad por nuestra falta de sentido,
por el desconocimiento de lo que
somos. Es ya una opinión compar-
tida en el mundo que la economía–
ecología verde es el nuevo motor
de la humanidad, es decir, el nuevo
sentido.
Muchos hombres
de un mismo molde
La sedimentación del conocimien-
to, que forma parte del proceso de
educación cultural de un hombre,
antillano en llamas
además de facilitarnos la existen-
cia con sus fórmulas, costumbres,
hábitos, normas y recetas, forma
también una capa de prejuicios que
se va endureciendo con el tiempo
hasta formar un molde de qué y
cómo se espera que sea un hombre,
una mujer, una casa, una ciudad.
Casi nadie observa su propio
molde. Aquel del que surgieron él,
sus hermanos y la mayoría de los
que le rodearán en su vida socio-
cultural, porque el molde, como
un tatuaje, se vive primero desde
dentro, en una interiorización táci-
ta que luego se explícita.
Como los factores: situaciones,
circunstancias, proporciones y
acontecimientos de una existencia
configuran una ecuación individual
única, hay personas diferentes aún
dentro del sistema de moldes de las
sociedades. Sin embargo, también
hay fuertes sistemas de alienación
y control.
Cuando se es un vieneviene —por
necesitar un ejemplo— y a tu lado,
viéndose al espejo pasa un diputa-
do, entonces te das cuenta de que
existe una fuerte jerarquización
social producto de la inequidad en
la propiedad, uso y distribución de
los bienes y recursos sociovitales.
Comprar lo que se quiere
ser
Muchas personas quieren escapar
de su alienación comprando el
mundo a su alrededor. Algunos lo
logran para, más tarde, en el peor
de los casos, descubrir que han
caído en otra paradoja, en otra
desesperación del vacío que repre-
senta existir sin paraísos o sucedá-
neos. El moldeado cultural de las
personas puede ser estudiado por
los expertos, entre otras maneras,
observando sus consumos e inter-
cambios de bienes y servicios. Por
lo general, las personas compran
artículos y servicios vinculados a un
sector sociocultural al que pertene-
cen o aspiran pertenecer.
La parafernalia comercial vindica
estas aspiraciones al convertirlas
en símbolos de estatus. Comprar
y consumir (y cómo comprar y
cómo consumir) dice quiénes
somos, toda vez que cada quien
compra lo que quiere, cada que
puede y del modo que sabe.
Hay vidas completas dedicadas a
perseguir ciertas compras, porque
hay personas que creen que ciertas
compras bien valen una vida.
El premio Nobel de economía,
Joseph Stiglitz, ha señalado que
los estadunidenses fueron capa-
ces de mantener su nivel de vida a
fuerza de endeudamiento. Pero, en
su opinión, a partir de la crisis de
2007 se tendrán que acostumbrar
a vivir dentro de sus posibilidades,
y no está claro todavía cuáles serán
las repercusiones para la economía
global, que en los últimos años ha
estado sustentada en gran medi-
da por el inagotable apetito de los
consumidores estadunidenses.
La luna es el espejo
de nuestros sueños
culturales
“La Luna es el espejo de nuestros
sueños culturales”. Esta oración se
la escuché a un astrónomo mexica-
no, en el programa Caja Negra. A la
Luz de la Ciencia, en Radio Univer-
sidad de Guadalajara, y aprovecho
la oportunidad de extrapolarla
para esta observación–reflexión. La
oración se refiere a que mientras en
algunos grupos históricos humanos
el satélite es femenino, en otras es
masculino; mientras unos ven en
sus cráteres y mares un conejo, otros
aseguran que se trata de un elefante,
un niño o una cara meditabunda;
en donde algunos encuentran la
fuente del romance, otros planean
la explotación de sus recursos
minerales.
Lo que me queda claro es que cada
quien ve lo que quiere y puede ver
del mundo que le rodea. Además,
eso que cada quien puede y quiere
ver del mundo que le rodea es sin
duda su propio mundo.
El propio mundo de un grupo
es su cultura, porque es lo que le
significa y es el contexto en donde
toda simbolización cobra realidad.
Cuando se habla de choque de dos
o más mundos, naturalmente se
refiere a ese encuentro en donde
dos sistemas culturales confrontan
su poder, belleza, utilidad y cono-
cimiento.
La jaula cultural
y un posible escape
El hombre también es un animal
nómada. Sus ojos siempre cues-
tionan al horizonte. Camina con
la mirada primero, avanza con el
pensamiento y actúa. Su deseo es
sorpresa detrás del muro, de la
montaña, del océano y las galaxias.
Cuando finalmente encuentra al
otro, se asombra del parecido de su
espíritu, pero también se concen-
tra en las ínfimas diferencias, quizá
porque una parte del vaivén dialéc-
tico de la distinción se construye a
partir de lo que no se es.
El deseo de ver con otros ojos es la
única salida del propio mundo, de
la cárcel cultural. Conocer el propio
mundo del otro es un salto cualita-
tivo en el conocimiento y apropia-
ción de lo posible imposible por
mí mismo. El conocimiento impo-
sible de construir por uno mismo
es resultado de la fuga de nuestra
jaula. Si uno busca conocer se tiene
que romper o, si se prefiere, salir de
la persona–personalidad en la que
ya no se cabe.
Una fuga de nuestra jaula puede ser
—fantásticamente o no— lograr un
viaje en el espacio–tiempo. Siempre
se viaja en el espacio–tiempo (esta-
mos de acuerdo) aunque solo sea
para ir de la casa al espacio laboral
y viceversa, o incluso aunque no
se mueva uno de su cama. Pero el
viaje en cuestión es otro, se trata
de aquel en que lo conocido se
confronta con una construcción
lógica–mental distinta y al parecer
contraria a toda lógica.
El pantano de lo real
¿Qué es la significación? Sobre la
significación descansa el carácter de
lo real. La significación va más allá
de la paradoja sensación–percep-
ción tan estudiada ya por muchos
autores. No se trata, claramente, de
que la física–química de nuestras
sensaciones determine el carácter
de nuestras percepciones, tampoco
de que nuestras percepciones estén
mediadas por complicados aspec-
tos psicológicos y sociales que las
matizan al infinito. Eso es muy inte-
resante y digno de tantos estudios,
pero la significación va más allá.
¿Qué quiere decir más allá? Quiere
decir que la significación, operando
con los aspectos antes menciona-
dos, es un proceso presente en el
marco de la otredad.
Si la realidad fuera una y exte-
rior a la historia, igual a todos los
hombres de todas las épocas, enton-
ces sería verdadera la frase que he
comenzado negando al principio
de este texto: “conmigo empiezan
y terminan los objetos y pensa-
mientos del mundo”. Pero resulta
que el palimpsesto cultural existe y
funciona como una atmósfera que
envuelve y nos protege de la —diga-
mos— Realidad–Real o macro reali-
dad, que es la de la trasformación
incesante y universal de la materia,
un colosal sinsentido hecho a la
medida de un cerebro organizado–
organizador como el nuestro.
La flor azul
La imagen de la flor azul, símbolo
de la esencia del arte como reconci-
liación entre mundo interior y exte-
rior, es decir, como realización del
concepto en el acto, es importante
para comprender la impronta esen-
cial del hombre en el mundo.
La estética es motor predilecto de
nuestros actos, se la nota como la
realización de nuestros conceptos,
nuestras ideas y planes en la coti-
patria
dianeidad del acto.
Lo imaginado, lo deseado, se vuelve 91
real, se convierte en forma, en figura
terra
y fondo, en acto. Hacer algo impli-
ca siempre hacerlo de un modo
particular; es este modo el que está
imbuido de nuestras consideracio-
nes y creencias.
El despertar cultural (la ruptura con
el embotamiento de costumbre)
podría ser el antídoto de la paráli-
sis que se sufre para actuar reflexi-
vamente de un modo gozoso, para
desear proyectarse sobre la mate-
ria (incluidos los hombres) con la
fuerza de una idea y la satisfacción
de nuestros cuerpos.
antillano en llamas
En nuestro interior es donde ocurre
el verdadero jaloneo cultural que
luego de resolverse dará forma y
sentido (qué y por qué) al mundo,
pero el exterior configura nuestra
ideología, por ello es difícil hallar
los dichosos sentidos de la vida.
 Debemos entonces resolver qué
es lo qué quiero en mi mundo, y
ello supone un por qué y un para
qué. Estoy convencido de que este
ejercicio de por sí es mejor que ir
por la vida creyendo lo que otros
nos inoculan. El acto, visto a deta-
lle, está imbuido de todas nuestras
consideraciones vitales: éticas, esté-
ticas, políticas, etcétera, y de cual-
quiera de ellas puede proceder.
Sin embargo, en la cotidianidad,
el acto es uno consigo mismo, es
decir, no está separado en múltiples
planos o niveles sino que al pare-
cer nuestras consideraciones éticas
y estéticas, etcétera, están unidas en
un modo unificado de ser. Nosotros
somos la suma de esas considera-
ciones y actuamos como un todo,
somos un integrado amasijo de
creencias distintas y hasta contra-
rias en algunos casos, pero un inte-
grado al fin; hombres y mujeres
que sobreviven cuidadosamente
entre los brevísimos milenios.

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 Pensamiento crítico
en el quehacer artístico*
Cuando saco a pasear a mi perro,
hay un aspecto de sus actividades
que siempre me llena de asombro.
Antes de depositar el resultado de
sus necesidades, utiliza muchísimo
tiempo para olfatear el territorio
y decidir dónde marcarlo. Si trato
de interrumpir la olfateada, me
encuentro con una enorme resisten-
cia. Es solo en el momento en que
decide el punto preciso y levanta
su pata cuando logro que obedez-
ca mis tirones. Lo que me maravi-
lla en esto es que alcanza con que
levante la pata. No hace falta espe-
rar que haga lo que quiere hacer.
La levantada de pata muchas veces
no es más que un gesto vacío, pero
eso no afecta su satisfacción. Una
vez que tiene la idea clara sobre el
lugar y qué es lo que hay que hacer,
ya no importa si lo hace o no. Se
podría decir que mi perro está muy
cerca del arte conceptualista y que
no cree en la artesanía que produce
el objeto.
Se dice que los perros se asemejan
a sus dueños pero, en mi doble
calidad de dueño del perro y artista
* Conferencia leída en el patio de los Naranjos del Instituto Cultural Cabañas, en el marco de la Cátedra homenaje a José Clemente Orozco,
febrero 2010. Coordinación general de la Cátedra: restauradora María Inés Torres Ladrón de Guevara; coordinadora académica: Alicia Lozano
García.
** Artista uruguayo.
Luis Camnitzer**
conceptualista, me veo en la obli-
gación de aclarar que yo sí creo en
la retroalimentación que nos da el
objeto. Que el objeto es importante
para poder refinar la idea, y que por
lo tanto hay también un lugar para
la artesanía. Tendremos en común,
mi perro y yo, que instintivamente
tratamos, cada uno a su manera, de
marcar territorios. Pero nos separa
el hecho de que él no cree en una
distancia crítica para evaluar las
cosas, ya que si no, me haría esperar
hasta terminar de marcar su territo-
rio, y además lo inspeccionaría para
ver si lo hizo bien.
Voy a partir de la premisa bastan-
te obvia de que necesitamos una
distancia crítica para que nuestro
pensamiento funcione como quere-
mos que funcione. Para el arte,
conceptualista o no, esto es impor-
tante, pero no tan fácil. El proble-
ma es que en el campo del arte nos
encontramos con una situación
bastante complicada. Allí tenemos
que lidiar con dos zonas que hasta
cierto punto se tratan de anular
mutuamente. Por un lado tene-
mos que, como artistas, usamos el
arte para ventilar cantidad de cosas
bastante íntimas, en las que esta-
mos inmersos por completo; pero,
por el otro, fabricamos objetos que
presentamos al público como algo
patria
objetivo y contemplable.
En cuanto a las cosas íntimas, como 93
artistas somos unos neuróticos
terra
obsesivos y hacemos obras a través
de las cuales canalizamos esa ener-
gía. Sufrimos terrores sobrecoge-
dores, y usamos el arte para sobre-
ponernos a ellos o para domarlos.
Tenemos angustias y nostalgias que
nos aplastan, y tratamos de calmar-
nos y satisfacernos. O sea, en este
proceso esencialmente privado, la
crítica desapasionada parece ser
una empresa casi imposible.
Quiero insistir en esta parte porque
es esta zona la que por lo general
usamos como justificación para
hacer arte. Por algún pacto extraño,
antillano en llamas
es también la que acepta el públi-
co como nuestro estereotipo. Con
alguna suerte, todo lo que hace-
mos en este segmento de activida-
 des será buena terapia. Pero, por
desgracia, la buena terapia no es
necesariamente buen arte.
Para peor, cuando hacemos este
tipo de arte, esta zona terapéutica
está reservada al autodiálogo. No
lo quiero llamar monólogo, aun si a
veces consiste en eso, porque este
no siempre es escuchado, ni siquie-
ra por quien lo hace. En cambio,
el autodiálogo implica que hay un
oyente y cierto grado de retroa-
limentación hacia uno mismo.
El artista habla y se contesta. Se
contesta borrando, ajustando el
color o incluso rompiendo la obra.
Pero los criterios que gobiernan esta
respuesta, aunque tienen un peque-
ño principio de distancia crítica,
están contaminados por la función
patria
94
terra
antillano en llamas
terapéutica: el artista se dice a sí
mismo: “La obra me sirve o no me
sirve para solucionar mis proble-
mas personales”. Si me sirve, la obra
está muy bien. Si no, la hago otra
vez, o me olvido y hago otra cosa.
Es un autodiálogo eminentemen-
te narcisista, promocionado por
nuestra cultura occidental. Cuando
el artista describe algo, tanto este
como el coleccionista tienden a
poner la atención en el que describe
y no en lo descrito.
Esta imagen es un resabio que nos
queda del artista romántico del
siglo xix. El artista presume que si
la obra satisface sus propias nece-
sidades por fuerza debe también
satisfacer las de los demás; si no es
así, mala suerte. Cuando hay una
falla en la apreciación, la culpa es
del público y nunca del artista, ya
que este se ubicó a sí mismo en una
posición sagrada.
Esta forma de ver las cosas es asom-
brosamente coherente con el libe-
ralismo capitalista de la misma
época. En el siglo xix romántico,
la misión primaria del individuo
(o del país, como ideología colec-
tiva) era cumplir con su destino
manifiesto o con su talento para
hacer la mayor cantidad de dine-
ro posible, sin preocuparse por los
demás. Como los demás supuesta-
mente tienen el mismo derecho, si
no lo ejercen es por culpa de ellos
y no de uno. Por lo tanto, esos
culpables, haraganes e ignorantes
merecen su pobreza. Casi se podría
decir que lo que en verdad quie-
ren estos pobres desgraciados —su
misión en la vida— es trabajar para
aquellos que definen su misión
como triunfar. Esa teoría culminó
en la caricatura promocionada por
el presidente de Estados Unidos,
Ronald Reagan, a fines del siglo xx.
Reagan explicaba, además, que era
bueno que los ricos se hicieran más
ricos porque, al final, ese exceso de
dinero termina goteando hacía los
niveles sociales más bajos y bene-
ficia a esos mismos pobres que no
quieren trabajar para ser ricos por
sus propios medios. Y con esto no
hablaba de filantropía —que es una
forma de indemnización— sino del
destino hipotético de los excesos
causados por la explotación en el
mercado de la oferta y la demanda.
Traducido al arte, esto equivaldría
a decir que cuanta más neurosis
propia logre curar el artista con su
arte, mejor estarán todos los que
no lo son. Lo que tal vez tiene algo
de verdad en términos de la salud
mental colectiva, pero no en el
sentido de una contribución al arte,
que es de lo que estamos hablando
aquí. De cualquier manera, en esa
instancia estoy describiendo una
posibilidad de satisfacción para el
artista, derivada de la relación que
establece con su propia obra. Pero
es una satisfacción que solo descri-
be una primera zona de acción de
la obra de arte y es afectada por una
primera distancia crítica basada en
consideraciones relativamente ínti-
mas, que no deberían interesar a
nadie más allá de la familia.
Tenemos luego una segunda zona,
con su propia distancia, que es
más importante, constituida por el
espacio comunicativo que se abre
entre la obra y el espectador. Es la
que se produce con la producción
del objeto destinado a la contem-
plación. Este campo se conoce por
lo general bajo el nombre vago y
obvio de comunicación. Lo intere-
sante de esta zona es que, a partir
del momento que nos ubicamos en
ella, la función de la obra ya no es
la de satisfacer al artista ni al espec-
tador. La función de la obra en esta
segunda zona es comunicar algo al
espectador.
Que esa comunicación sea satisfac-
toria para el espectador (o desagra-
dable, o molesta, o placentera) no
es más que un aspecto secundario
y sin mayor importancia. Lo impor-
tante es que la obra va a comunicar
algo que más o menos se ajusta a
una intención vaga o precisa que el
autor tiene, y que exige una respon-
sabilidad por parte del artista: la
responsabilidad de que la obra por
lo menos no tenga el efecto opues-
to al deseado. Esa responsabilidad
se articula en la segunda distancia
crítica.
La intención del artista aquí no es
por fuerza equivalente a un progra-
ma explícito. Puede ser una inten-
ción relativamente vaga que, con
ciertos peligros, podemos llamar
intuitiva. Más adelante volveré a
discutir algunos aspectos de esa
intención. Por el momento, me
limitaré a decir que en lo personal
preferiría que la palabra intuición
fuera prohibida en el arte. No el
acto de intuir, pero sí la palabra. El
uso del término, más veces que no,
sirve para justificar la pereza que
nos separa de la explicación o de
la toma de responsabilidades con
respecto a lo que hacemos. Si digo
que tal cosa la intuí es como decir
que me la susurró un angelito y que,
por lo tanto, no debo explicar nada.
Pero no puedo negar que la inten-
ción puede estar definida de mane-
ra intuitiva. Intuitiva o racional, lo
importante es que exista una escala
de evaluación que nos permita deci-
dir si la obra que estamos haciendo
va por buen camino. La existencia y
la comprensión de esta escala son
fundamentales para que la comu-
nicación funcione. Para bien o mal,
esta escala es utilizada tanto por el
artista como por el público. Su vali-
dez y duración constituyen la gran
lotería del artista, ya que determi-
nan la aclamación y venta inmedia-
ta de su producción a corto plazo,
y la vida histórica en la posteridad.
En el campo de las decisiones rela-
cionadas con la comunicación, por
ejemplo, si seguir por ahí o no, si
corregir esto o aquello, si tratar
otra vez, pero con una posibili-
dad distinta, es donde el artista se
patria
convierte en el primer consumidor
de su obra. El artista es el primer
espectador, el primer crítico y, en 95
cierto modo, el primer cliente. Es
terra
en este momento en el que debe
ser capaz de mantenerse fuera de
la obra para poder verla: debe esta-
blecer una distancia crítica. Ya no
puede estar en terapia. Debe aban-
donar la autogratificación para
pasar a ser un crítico implacable.
Y debe ver su obra a través de los
ojos del espectador. O, si quere-
mos volver a mi perro, a través de
las narices de los otros perros en el
vecindario, que es la etapa que él
sabe instintivamente, pero no tiene
clara en la cabeza.
Todo esto suena a una gran pero-
antillano en llamas
grullada, con la salvedad de que
para el artista es muy difícil hacer-
lo, en particular durante el proceso
mismo de la producción. Dejando
pasar el tiempo es más fácil esta-
blecer una distancia crítica. Mirar
la obra de otro, y la creación de la
distancia, es aun más fácil. Pero
 mantener las distancias críticas
mientras se está trabajando es
bastante difícil. La metáfora que
encontré más apropiada durante
estos años es la de estar nadan-
do bajo el agua y, al mismo tiem-
po, estar parado en el borde de la
piscina mirándome nadar bajo el
agua. Es una especie de desdobla-
miento de la personalidad del tipo
de estar soñando al mismo tiempo
que se sabe que se está soñando, y
se toman notas sobre el sueño. Pero
si tomamos demasiadas notas nos
despertamos y no podemos volver
al sueño, y si nos quedamos en el
sueño no podemos anotar y al final
nos olvidamos de todo. Y a pesar de
toda esta conciencia, cada vez que
decido mejorar una obra y la hago
en una segunda versión, termino
incrédulo frente al hecho de que
patria
casi había aceptado la primera
versión como viable. En el proce-
96 so de hacer, uno siempre proyecta
cosas sobre la obra con tal inten-
terra
sidad que termina creyendo que
están en el objeto y no en la cabeza
de uno. En las versiones sucesivas
es cuando esas proyecciones toman
cuerpo real.
En gran medida, la parte racional
de todas estas cosas que pertenecen
al área de la comunicación es utili-
zada por el artista para manipular
al público. Por eso, la separación
moralista que tendemos a hacer al
poner las bellas artes de un lado y la
publicidad de otro es bastante espu-
ria. Ambas actividades son, hasta
cierto punto, igualmente merce-
antillano en llamas
narias, aunque sirvan a patrones
diversos. El publicista vende obje-
tos de consumo cotidiano; el artista
vende misterio. Pero ambos tratan
de vender un mensaje y es mejor
que nos responsabilicemos de ese
aspecto, en lugar de ignorarlo.
En nuestra cultura capitalista más o
menos avanzada, eso de que la nece-
sidad es la madre de la invención
no funciona con la claridad que se
espera. La invención también es la
madre de la necesidad. Nos entre-
nan para crear algo, para inventar, y
luego debemos crear una necesidad
en el mercado para que esa crea-
ción se comercialice, para que haya
demanda.
Palabras tales como composición,
armonía, paleta o textura no son
más que eufemismos para darle
un nombre elegante e inofensivo a
algunos de los instrumentos usados
para manipular al espectador. Son
todos recursos que se dirigen a
controlar la lectura de la obra de
acuerdo con ciertos intereses. Así,
los medios son similares en ambos
campos, bellas artes y arte publici-
tario.
Es la naturaleza de los intereses la
que determina la ética de la obra.
Si sabemos que el cigarrillo mata y
eso no nos inhibe de crear un aviso
publicitario genial y estéticamente
sobrecogedor que aumente la venta
de cigarrillos, es evidente que esta-
mos haciendo algo éticamente criti-
cable. En otras palabras, no es el arte
lo que determina su ética sino los
intereses a los que sirve. Tanto en el
arte publicitario como en las bellas
artes, el autor sirve a una causa.
Esta puede ser comercial, personal,
social o una combinación de ellas,
no importa. Siempre hay una causa
y siempre hay consecuencias éticas,
aunque algunos traten de aislar al
arte en un vacío incontaminado.
Como siempre, hay también conse-
cuencias políticas, aunque se quiera
ser apolítico. Una vez que quere-
mos generar una necesidad para
nuestra creación, automáticamente
estamos en el terreno ético, porque
debemos discutir de qué clase de
necesidad se trata. Todas estas cosas
afectan la segunda distancia críti-
ca, porque pueden distorsionar la
comunicación.
Cuando yo era estudiante, a media-
dos de los años cincuenta, había
mucha gente que creía que la
pintura de caballete era inmoral. El
muralismo era considerado la única
forma ética de hacer pintura. Hoy
diría que el asunto es al revés: un
mal mural hace mucho más daño
que un mal cuadro al óleo, y por
lo tanto prefiero que la gente haga
cuadritos. Pero en la época, en una
mezcla bien intencionada de ideo-
logía política con posición ética, se
confundía el arte con la propiedad
del arte. El cuadro era malo porque
podía ser poseído por una persona,
que por definición era rica, burgue-
sa, elitista y pérfida. En cambio,
el mural era propiedad pública; el
público era pobre y proletario y,
por lo tanto, bueno.
Diría entonces que en aquella época
la segunda distancia crítica estaba
informada por la comunicación de
la propiedad del objeto y no la del
objeto mismo. Era una posición
potencialmente buena, si es que
estamos de acuerdo ideológica-
mente, pero mal aplicada. Además,
tenía otra ventaja: permitía sepa-
rarse de las necesidades individua-
listas y, al usar la propiedad como
criterio, también aceptaba de algu-
na manera que la comunicación es
un hecho importante. Sin embargo,
era una distancia mal medida, que
solo permitía la visión esquemática
de las cosas e ignoraba partes del
paquete complejo que define a la
comunicación y sus efectos. Como
esa distancia venía cargada ideo-
lógicamente, uno pensaba de muy
buena fe que todas las complejida-
des quedaban solucionadas, ya que
para eso sirven las ideologías. Pero
uno pensaba mal.
Tenemos entonces dos categorías
de distancias críticas, distintas aun
si a veces se entrecruzan. Una, un
poco enrarecida, es la necesaria
para la crítica del proceso artístico.
La otra funciona en una dimensión
social más general y continúa
mucho después de terminada
la obra. Tanto más allá, que
llega al extremo de lo que se
llama perspectiva histórica,
cosa que no quita que esta
dimensión social pueda o
deba retroalimentar las obras
siguientes.
Si durante las discusiones
sobre si se debían hacer
cuadros o murales la distancia críti-
ca se hubiera medido éticamente en
lugar de ideológicamente, habrían
aparecido otras cuestiones con
consecuencias estratégicas impor-
tantes. Entre ellas, por ejemplo,
la posibilidad de que el burgués
elitista y pérfido pueda ser reduca-
do, es decir, el público de galería
tiene tanto derecho a ser el blanco
de una buena comunicación como
cualquier otro público. Y como ese
segmento de la población que va a
galerías tiende a tener más poder
que el que no va, sería bastante útil
lograr su reducación.
Otra cosa igualmente importante
que se hubiera hecho visible en
esos momentos es que el arte de
galería tal vez educa mucho más
al artista que al público. El públi-
co de galería va a ver las obras con
ciertas expectativas fetichistas que
están relacionadas con ello y a los
deseos de posesión del objeto artís-
tico. Parafraseando el “Vini, vidi,
vinci”, de Julio César, al describir
su batalla de Zela, aquí uno puede
decir: “Miro, admiro, mío”. La gale-
ría explota estos deseos y el artista,
por lo tanto, tiende a querer satisfa-
cer la situación. Pero que el artista
caiga en eso solo significa que no
supo establecer una distancia crítica
con respecto a la institución galería
para contrarrestar los efectos de esa
presión.
Por lo general, el arte
ornamenta espacios
de circulación y tiene
una permanencia física
ineludible.
Por último, otra cosa que se habría
aclarado es la función y los efectos
reales del arte llamado público.
Por lo general, el arte ornamen-
ta espacios de circulación y tiene
una permanencia física ineludible.
Al obligar físicamente su contem-
plación se establecen mecanis-
mos totalitarios que funcionan de
manera independiente del mensaje
explícito de la obra. Ya sé que este
no es el mejor lugar para decirlo,
pero si un mural político, como
lo eran los mexicanos, me cuenta
que soy o debo ser libre y al mismo
tiempo me obliga a verlo todos los
días, aunque no tenga ganas, me
está robando libertad a pesar de lo
que me está diciendo. No importa
aquí si la propiedad del artefacto es
pública o privada, importa que se
emiten mensajes contradictorios e
hipócritas.
Se podría decir que esta aplicación
de la segunda distancia crítica es
más sociológica que artística. Se
podría afirmar que es solo la prime-
ra distancia crítica, esa que permite
decidir si la obra se va desarrollan-
do bien o mal, la que es importan-
te para el artista. Después de todo,
es similar a lo que en el mundo
de la industria se tiende a llamar
control de calidad y lo que impor-
ta es que el arte sea bueno. Pero
aparte de lo ambiguo de la palabra
bueno, la acusación de sociológi-
co presupone que el artista
solo se debería preocupar
por cosas que corresponden
a una definición estrecha del
arte considerado como una
disciplina. De acuerdo con
ello, el artista no tendría una
responsabilidad social. Sin
embargo, desde el momento
en que aceptamos que el arte
comunica, que el artista está
diciendo algo, esa responsa-
patria
bilidad existe.
Existe porque al decir algo y 97
funcionar es un sistema armado
terra
para que al menos un segmento
de la población (ya que no toda)
escuche o registre lo que el artista
está diciendo; actuamos dentro de
una zona en donde se efectúa una
cierta distribución de poder. Y en
tanto hay una distribución de poder,
también hay necesidad de ética.
El artista tiene el poder de decir
lo que quiere y, por lo tanto, debe
medir las consecuencias de esa
expresión y responsabilizarse de
ella. El público, a su vez, tiene el
poder de aceptar o rechazar (inclu-
so, ignorar) el mensaje del artista.
antillano en llamas
En niveles más sutiles, el público
puede establecer reglas que el artista
se verá obligado a tomar en cuen-
ta y a los que, incluso, se deberá
someter para poder comunicarse. El
ritual de las galerías y museos con
todos sus guardianes intelectuales
es justamente un producto de esas
 reglas. Pero más allá de ocasiona-
les discusiones sobre la libertad de
expresión, el vandalismo o el plagio,
la ética en el arte no es un tema
muy popular, ya que cunde el temor
extraño de que la hipotética pureza
del arte se pueda contaminar.

De cualquier manera, como todo

esto afecta de manera profunda lo
que se puede decir y cómo se dice,
no importa en verdad si la segun-
da distancia crítica, tal como la he
planteado, es calificada como socio-
lógica o artística. Todo esto tiene
suficiente impacto en el quehacer
artístico como para que el artista
no solo la deba tomar muy en serio
sino también incluir en su trabajo.

Quiero ahora volver ahora a la

intención del artista y cómo se
patria

manifiesta en la obra. La noción de

intención es otra de esas cosas que
98 vienen cargadas ideológicamen-
te. No es una palabra para prohi-
terra

bir, pero sí para usarla con mucho

cuidado. La intención solo sirve si
sobrevive a un análisis de los moti-
vos y condiciones que la generan.
Sin ese análisis, la posibilidad de
intención presume el libre albedrío
—que somos dueños absolutos de
nuestras decisiones. Si adaptamos
esa posición también aceptamos
que las desviaciones de nuestra
decisiones ideales no son culpa
nuestra sino de unas circunstancias hacer daño al prójimo. Son lindas a la esfera política, es arrogante e
explicables y justificables. frases. Pero el ejemplo típico de esta irresponsable, pero bastante más
posición es el artista que explica su peligrosa. Un funcionario de Geor-
Supuestamente, en arte uno está en obra con: “Lo hice porque me gusta ge Bush II, el pasado presidente de
un campo donde este libre albedrío y basta”. En apariencia, acá no hay Estados Unidos, hace unos años
antillano en llamas

se devela con el máximo de libertad
e intensidad. En términos relativos,
eso es bastante cierto. Yo también
me justifiqué muchas veces dicien-
do que el arte es el único territorio
libre que tengo, y que es el campo en
el que puedo ser omnipotente sin
ningún reglamento que lo limite,
ni ninguna rendición de cuentas
que obligue una justificación de sus
actos. Nadie puede impedir que yo
haga lo que quiero, así que lo hago.
Y al que no le guste, que se joda.
Esta posición, con poder y llevada
hizo un comentario que coincide
asombrosamente con la imagen
que tenemos del artista. En referen-
cia a su país, dijo: “Ahora somos un
imperio y creamos nuestra propia
realidad... Somos los protagonis-
tas de la historia... y ustedes, todos
ustedes, se limitarán a estudiar lo
que nosotros hacemos”.1
En la actitud de “lo hice porque me
gusta y basta” hay dos problemas.
Uno es que si es verdad que la obra
no es terapia sino comunicación,
de manera automática se propone
que haya una rendición de cuentas,
ya que el público tiene la posibili-
dad de reaccionar. La otra es que el
gusto es justo una de las activida-
des menos libres y personales que
tenemos.
La verdad es que no sabemos por
qué nos gusta algo. Cuando satisfa-
cemos nuestro gusto, lo que estamos
eliminando es nuestra posibilidad de
decidir por nuestra cuenta. Al mismo
tiempo, se supone que es esa posibi-
lidad de decidir la que es señal de
nuestra libertad. Claro que toda-
vía nos queda la libertad de decidir
si cumplir o no con nuestro gusto.
Pero en general nos gusta algo que
nos queda cómodo, que conocemos
de experiencias previas. Al satisfa-
cer el gusto, por lo tanto, estamos
descarando o minimizando la posi-
bilidad de lo desconocido.
El gusto, salvo en los casos muy
idiosincrásicos, es un artefacto
cultural —colectivo— que termina
siendo privatizado e interiorizado.
No hay más que analizar el proceso
histórico por el cual pasó la mini-
falda. Primero, un choque causado
por la ruptura con el pasado y cierta
confrontación escandalosa con el
pudor, cuando fue introducida por
Mary Quant, en 1965. Luego vino
la aceptación escéptica, seguida
de inmediato por la victoria total,
al crear la necesidad de usarla y
forzar así la sensación de inadecua-
1. Citado por Ron Susskind en The New York Times, el 17 de octubre de 2004.
ción si no se usaba. La mujer que
usaba una falda por debajo de la
rodilla, me acuerdo muy bien, era
vista como anticuada y fuera de la
realidad. Con el mercado satura-
do en la década de los setenta, se
pasó al rechazo. Se declaró que la
moda ya pasó, la falda bajó, y las
desgraciadas que seguían con el uso
eran las anacrónicas y de mal gusto.
Años más tarde se volvieron a abrir
las puertas para el retorno, esta vez
con el adjetivo retro. Lo admirable
es que, en cada paso, el gusto estuvo
y está operando en toda su autenti-
cidad y buena fe, sin conciencia de
la manipulación efectuada por la
moda.
Se habla de gustos personales, de
gustos adquiridos y de fabricación
de gustos. Diría que son todos sinó-
nimos y que nunca representan la
libertad o el libre albedrío. Gusto,
entonces, es otra palabra que me
gustaría prohibir.
Ahora volvamos a la intención.
Cuando se plantea el asunto de la
intención que uno tiene al hacer
una obra o una serie de obras, otra
manera de formular esto es pregun-
tarse: ¿cuál es el problema que se
quiere resolver? Es prácticamente
lo mismo, solo que al tener que
formular las cosas en el formato
de un problema, uno necesita un
poco más de rigor y de precisión
que disparando obras al aire. Imagi-
nemos por un momento que la
palabra arte está prohibida. Por un
momento nada más. Y que ahora
le explicamos a alguien que quere-
mos una buena obra de arte, pero
no podemos utilizar la palabra.
El pedido sería a lo largo de frases
como las siguientes: “Que sea una
solución elegante a un problema
interesante, que me plantee algo
que no conocía o que no conocía
bien hasta ese momento”. “Que
sea la mejor solución posible a ese
problema, tal que nadie la pueda
hacer mejor”. “Que tenga una
presencia que me persuada de que
es la mejor solución posible, o sea,
que esté bien hecha”.
Esto no significa que se tenga que
hablar con la precisión de las mate-
máticas utilizada para, por ejem-
plo, afirmar: “Quiero sumar dos
más dos”. La formulación en térmi-
nos de problema no tiene por qué
ser precisa como el dos más dos.
Puede ser amplia y vaga, como
“sacarme la rabia” hasta “cambiar
el mundo”, pasando por cosas más
concretas como “expresar la dulzu-
patria
ra de las flores”, “copiar la cara de
mi tía”, o dedicarse a uno de los
problemas más interesantes, que 99
es “lograr expresar la ausencia total
terra
de problemas”. Este es un problema
fascinante, porque exige la presen-
cia ininterrumpida de la distancia
crítica inmediata. El artista en esto
debe estar todo el tiempo atento
para detectar si hay algún proble-
ma que potencialmente pueda estar
emergiendo durante la producción
de la obra. En caso de que eso suce-
da, debe cambiar de inmediato de
rumbo, para que el problema no se
llegue a articular. En cuanto apare-
ce una armonía, la debe romper;
en cuanto aparece un mensaje
inteligible, lo debe destruir, y así
sucesivamente. Incluso si llegara
antillano en llamas
a una representación del caos por
este camino, lo debe negar, porque
eso también es la formulación
de un problema. El interés de la
ausencia total de problemas como
 un problema es interesante justo
porque es un problema que niega
su propia premisa, y por lo tanto no
tiene solución.
A mí me interesa esta forma un
poco extrema de plantear las cosas
por dos motivos: uno, porque
en cierto modo obliga al artista a
rendir cuentas; la otra, porque exige
rigor. No creo que el arte pueda ser
producto del narcisismo y de la
autoindulgencia, y creo que el artis-
ta tiene una responsabilidad con su
público. Esto es aún más porque el
artista tiene la posibilidad de elegir
su público. Al exponer en una gale-
ría o en la calle, el artista no solo
está eligiendo un espacio sino al
público que verá la obra. Por lo
tanto, se está dirigiendo a un grupo
de gente determinado. Consciente
patria
o inconscientemente, está utilizan-
do un análisis de mercado similar
100 al que se utiliza para colocar cual-
quier producto comercial, con las
terra
mismas variables: llegar al público,
comunicar y vender, en el sentido
más amplio de la palabra.
El otro motivo, el del rigor, se debe
a que no veo por qué se le puede
atribuir a la actividad artística el
derecho de no tenerlo. Si exigimos
un cierto rigor de los científicos, no
entiendo por qué no lo exigimos
también de los artistas. Cuando
son buenos, ambos exploran los
límites del conocimiento y tratan
de expandirlo. La diferencia entre
artistas y científicos puede estar en
la metodología que emplean, pero
antillano en llamas
no en el rigor exigido. De lo contra-
rio, es como decir que el artista tiene
el permiso de ser perezoso, pero el
científico no. Ambos pueden serlo o
no, pero esas no son características
profesionales sino personales. Son
características que pueden dismi-
nuir o aumentar la cantidad de sus
producciones, pero no afectar la
calidad. Si la pereza llega a afec-
tar la calidad, deja de serlo para
convertirse en falta de rigor.
La formulación de la creación artís-
tica en términos de problemas,
entonces, nos acerca al científico
en cuanto al derecho que nos da
con respecto a una demanda de
rigor. Con el problema propuesto,
podemos juzgar si la obra de arte
constituye una buena solución o
si le estamos errando. Si, por ejem-
plo, la pregunta es: ¿cuánto es dos
más dos? y sistemáticamente nos
da cinco, le estamos errando y lo
sabemos. Es aquí donde el artista se
separa de manera radical del cientí-
fico. Uno diría que si al científico le
da cinco y no sale de allí, es candi-
dato al suicidio o, por lo menos, al
cambio de profesión. En cambio, si
al artista dos más dos le da cinco,
tiene la libertad de hacer lo que
en otras disciplinas se considera-
ría una trampa. El artista tiene la
posibilidad fantástica de reformu-
lar el problema para que se adapte
a la solución. Esta reformulación
obviamente no sería una maniobra
banal, como decir: “Bueno, enton-
ces sumo 2.5 más 2.5”. Esta sería
el tipo de trampa que cometería el
científico, pero nunca el artista.
La reformulación del artista es
mucho más compleja que eso y se
la podría llamar creativa. Un ejem-
plo de nuevo problema para la
solución que el artista puede plan-
tear podría ser: “Molestar al que
sabe que dos más dos es cuatro y
llevarlo al punto de hacerlo dudar”.
El mejor medio artístico para lograr
esto sería una campaña publicitaria
nacional difundiendo el mensaje
2 + 2 = 5 hasta la saturación, sin
agregar comentarios. Otra reformu-
lación podría ser: “Pintar la opera-
ción matemáticamente errónea en
una forma pictórica tan sublime
que el espectador no llegue a regis-
trar que hay un error”. O, un poco
más complicado, llevar al especta-
dor a que cuente los elementos de la
ecuación en lugar del significado de
los cuatro primeros símbolos. Los
símbolos son literalmente: el 2, el
signo de adición, el otro 2 y el signo
de igual. Luego el último, que es el
resultado matemático 5, y también
es el quinto, resultaría verdadero
como signo y como significado. Lo
lindo de esto es que en esta formu-
lación 7 + 9 o cualquier combina-
ción similar de números también
daría 5, y estaríamos proponiendo
una nueva aritmética alternativa
con consecuencias impredecibles.
Lo que importa es que al final del
ejercicio artístico exista una integra-
ción indisoluble entre el problema
y la solución. En arte, no importa
cuál de ellos surgió primero: si la
pregunta generó la respuesta o si
la respuesta generó la pregunta.
Solo importa que una vez que están
juntas se forme un ícono indiso-
luble, que ya no se pueda separar.
Esto es, paradójicamente, la inten-
ción no tiene por qué preceder a la
obra. Puede ser atribuida después,
como si fuera una coartada. Al fin
de cuentas, lo que el espectador
recibe es una solución a través de la
cual debe descodificar el problema
original y todo esto es como cami-
nar por un sendero común desde
los dos extremos.
Este proceso en la creación en reali-
dad no es propiedad exclusiva del
artista y no se puede decir que sea
algo por completo vedado al cien-
tífico. En el fondo, no se trata nada
más que de una retroalimentación
de la información. Y tanto el artis-
ta como el científico, usando una
distancia crítica inmediata, siempre
están escuchando lo que les dicen el
proceso y todas las etapas parciales
por las que van pasando. La dife-
rencia está solo en que el control
de calidad del científico responde
a otras metodologías que el del
artista. Esa diferencia permite una
flexibilidad mayor en el arte. Pero
no menos rigor. La solución cientí-
fica trata de ser unívoca; la artísti-
ca puede ser equívoca, pero nunca
equivocada o errática.
Esta descripción debería elimi-
nar los miedos que muchas veces
despiertan las explicaciones. Se dice
que si explicamos todo no queda
sitio para la creación, que si se
puede decir con palabras no hace
falta hacer la obra. Estoy totalmen-
te de acuerdo con que la obra de
arte, si lo es, no puede ser agotada
en una explicación. Si la obra se
limita a la traducción visual de un
programa explicitado en palabras,
estamos en presencia de la ilustra-
ción redundante de un texto y, por
lo tanto, de una obra innecesaria.
La obra de arte se debe ganar su
propio derecho de piso para exis-
tir. Lo puede lograr porque lo que
sucede en arte sucede allí porque
solo puede suceder allí y no en otro
lado, y porque en la medida de lo
posible produce algo inevitable e
imprescindible. Curiosamente, son
condiciones que también le exigi-
mos a la ciencia.
Esto nos lleva a otro tema. La inte-
gración perfecta del problema con
su solución, o de la pregunta con su
respuesta, no es suficiente para deter-
minar que estamos en presencia de
una obra de arte. A su manera, la
ecuación de 2 + 2 = 4 es una rela-
ción perfecta. En sus propios térmi-
nos y sin introducir las libertades
artísticas que me permití antes,
constituye una relación inobjeta-
ble, pero no llega a ser una obra de
arte. Y la razón de que no sea una
obra de arte está en su banalidad.
Es algo sabido, un lugar común que
no dice nada y que no nos mueve
el piso. En otras palabras, es una
buena integración de problema con
solución, pero un problema que no
tiene interés, ya que no expande
nuestros conocimientos.
Tenemos entonces que ya no se
trata solo de tener una intención
clara o de formular un problema
para encontrar una solución. Eso
lo puede hacer cualquiera. Se trata
de tener una intención nueva, de
formular un problema interesante,
de preguntar algo que en verdad
valga la pena y genere respuestas
que sacudan el universo. Un amigo
científico una vez me comentó que
los premios Nobel se otorgan a
gente que plantea preguntas sustan-
ciosas y científicamente revolucio-
narias, no a quienes trabajaban
laboriosamente para contestarlas.
No sé si es cierto —mi amigo era
uno de esos que formulaba ese tipo
de preguntas—, pero nunca se sacó
el premio y creo que murió un poco
amargado por lo que él consideraba
un fracaso.
Pero en arte tenemos que el artis-
ta hace ambas cosas, plantea
una pregunta bárbara y luego se
convierte en su propio esclavo (o
si es rico, contrata esclavos) para
contestarla laboriosamente. Es esa
segunda parte la que aprendemos
en la escuela de arte. Cuando en la
década de los cincuenta me obli-
gaban a copiar bustos romanos y
naturalezas muertas, la escuela de
arte me estaba educando para ser
esclavo. Toda escuela que da prima-
cía a la habilidad técnica en lugar
de subrayar la formulación y solu-
ción de problemas, es una acade-
mia que educa para ser esclavos. Es
irónico que William Morris, en el
siglo xix, ya dijera que la esclavitud
separa a la gente del arte. Y aquí, en
una escuela de arte, aprendíamos a
ser esclavos en lugar de a proponer
problemas. Nos decían que el arte
es algo muy especial, pero se limita-
ban a enseñarnos las cosas que no
eran especiales y a desarrollar nues-
tras pequeñas habilidades motrices.
Cuando evaluamos una obra de
arte debemos ser capaces de sepa-
rar la pregunta planteada del traba-
jo que se empleó para contestarla.
Gran parte del público termina
admirando solo la parte laboriosa,
el tiempo y precisión en la manu-
patria
factura, sin llegar a ver la pregunta
que generó el trabajo. Pero es en la
pregunta en donde radica el valor 101
de la creación. La admiración del
terra
terminado de la obra es equivalen-
te a quedarse en el elogio del papel
que envuelve el regalo, sin llegar a
abrirlo.
La obra puede tener importancia
en dos niveles distintos. La prime-
ra existe cuando la obra se refiere a
una pregunta que no se me habría
ocurrido formular, pero que una
vez que fue formulada por el artis-
ta, se establece como ineludible. La
segunda importancia percibe que el
artista contestó la pregunta o solu-
cionó el problema en una forma
mucho mejor de la que yo lo podría
antillano en llamas
hacer. Solo en un tercer nivel, más
abajo y en verdad secundario,
cabe la evaluación de la artesanía
empleada. Allí es donde al artista
es catalogado como un virtuoso o
un artesano que utiliza los medios
correcta o incorrectamente.
 Quiero ahora discutir brevemente
la parte irracional de la creación
artística. Esto es importante porque
se supone que es la que abarca los
misterios, las magias y, hasta cierto
punto, las partes poéticas del arte.
La pregunta obvia aquí es si es posi-
ble desarrollar una metodología
para producir algo irracional o si,
en caso contrario, es un proceso que
debemos barrer bajo la alfombra de
la palabra intuición. No tengo una
respuesta definitiva a esta pregunta,
en parte por falta de conocimientos
de psicología. En caso que se me
fuerce a readmitir la palabra intui-
ción, lo haría solo en una forma
muy restringida. Nada más como
un puente que nos permitiera unir
dos metodologías: la lógica, por un
lado, con la búsqueda de lo desco-
nocido, por otro. Pero me niego a
patria
utilizar la intuición para justificar la
arbitrariedad narcisista.
102
Como una metodología consiste
terra
en un sistema de pasos que no por
fuerza son lógicos, supongo que sí
se puede desarrollar una metodolo-
gía para producir algo racional. Un
ritual religioso sería un buen ejem-
plo, siempre que se admita que la
intención de la metodología reli-
giosa es lograr una comunión real
con la deidad elegida; pero si en
su lugar, escondida en el ritual, la
verdadera intención fuera crear una
identidad comunitaria de un cier-
to tipo, entonces la evaluación de
esa misma metodología cambiaría
de carácter. En ese caso se la puede
incluso acusar de ser truco maquia-
antillano en llamas
vélico, ya que se estaría usando la
imagen de un dios para manipular
al público, lograr que haga cosas
que no tienen nada que ver con el
dios que se usa como excusa. Para
ese caso, se me ocurren activida-
des como obligar a dar dinero para
financiar el lujo institucional, insta-
lar a una autoridad con opiniones
infalibles, adoptar y promover posi-
ciones políticas que apoyan intere-
ses ajenos, negar otras creencias o,
incluso, promover la negación del
cuerpo del creyente.
En arte muchas veces se ha utiliza-
do lo aleatorio para llegar a lo irra-
cional. Interpretaciones Rorscha-
ch, libre asociación, tiro de dados,
todos han sido recursos artísticos
en algún momento de la historia,
pero este no es un camino total-
mente convincente. En realidad,
debo confesar que no me gusta la
palabra irracional en estos temas.
No sugiero prohibirla, al menos no
por ahora, pero no me parece un
término muy útil para utilizar en
el arte. En realidad, para lo único
que sirve la palabra irracional es
para advertir que hay muchas más
cosas en el mundo que aquellas que
podemos pensar lógicamente. Sin
considerar que eso es algo bastante
obvio, al llamar irracional a estas
cosas le estamos dando un valor
excesivo a lo que llamamos racio-
nal, cosa que tampoco lo es tanto.
Al fin de cuentas, siempre tenemos
alguna reacción emocional frente
a lo que hacemos y eso determina
nuestras elecciones y evaluaciones
hasta en los actos que se consideran
más racionales.
Pero aun con religiones de por
medio, en nuestra cultura estamos
condicionados a centrarnos en lo
racional: las cosas lo son o no lo son.
Y si no lo son, tendemos a pensar
que estamos en presencia de algo
negativo. Sin embargo, hacemos
arte porque queremos expandir
las fronteras del conocimiento y
cuando lo logramos estamos, entre
otras cosas, expandiendo lo que
aceptamos como racional. En arte,
además, utilizamos metodologías
que no son equiparables a otras que
se basan en el uso esquemático de
causa y efecto. Con ello entramos en
lo irracional, pero no porque quera-
mos abandonar lo racional sino
porque los que limitan la definición
de lo racional nos obligan a ello. De
acuerdo con todo esto, quizá habría
que prohibir también la palabra
irracional. Pero, más positivamente,
habría que estimular la conexión de
ideas inconectables en la vida coti-
diana y la habilidad de maravillarse
frente a las posibilidades de especu-
lar con preguntas como: ¿qué pasa-
ría si...? Todas, cosas que desafían lo
racional.
Se trataría, entonces, de explotar
con cuidado los límites de lo racio-
nal para traspasarlos, para dilucidar
el precipicio que, suponemos, está
más allá de la frontera. Por eso, en
lugar de irracional me interesa más
la palabra inesperado, en el sentido
también de lo impredecible. Es cier-
to que el uso del azar ayuda en esto
de lo impredecible, pero también
parece un recurso un poco fácil.
Con el azar, el artista abandona su
responsabilidad y se la deja al desti-
no. Frente a la obra puedo decir
entonces: “No es culpa mía, fue el
destino”, con lo cual se desintegra
la posibilidad del libre albedrío y
a mí se me arruina mi teoría sobre
eso de que el artista tiene que rendir
cuentas.
En su momento, como con el dadá,
el surrealismo y el grupo Fluxus,
la introducción de lo aleatorio fue
importante por razones históricas.
Había que romper el monopo-
lio del control que la academia le
atribuía al artista. Históricamente,
al enfocarse en el perfeccionismo,
todo el esfuerzo estaba concentrado
en el objeto. En eso, el uso del azar
fue un acto contestatario muy enco-
miable, porque permitió pasar a la
experimentación, es decir, al descu-
brimiento de la idea. Pero eso ya
pasó y hoy el azar ya no contribuye
nada, a menos que se le encuentre
alguna vueltita inesperada.
Lo aleatorio en realidad no garanti-
za lo inesperado, después de todo y
por definición, uno espera que pase
cualquier cosa. Lo que sí produce
es algo impredecible, que es otra
cosa y que también es algo bastan-
te relativo, ya que es predecible que
pase cualquier cosa. Esto, que solo
parece un juego de palabras, tiene
importancia porque de inmediato
nos lleva a otros conceptos como
la originalidad y lo derivativo, que
son temas importantes, en especial
cuando se vive fuera de los centros
hegemónicos.
Uno podría decir que si se hace
algo inesperado, algo que va más
allá de lo que se conoce en un
momento dado, se está haciendo
algo original y que eso está muy
bien. Pero, implícitamente, origi-
nal también significa que uno se
separa del rebaño y que es vence-
dor de una competencia —en la
que uno sobresale. Esto me recuer-
da que cuando yo iba a la escuela
primaria las notas eran: sobresa-
liente, muy bueno, bueno, regular
y deficiente, con los sorprendentes
escalones intermedios como por
ejemplo “buenoregular” y “regular-
bueno”, y antes del deficiente esta-
ba el increíble “deficienteregular”.
Lo interesante de estas notas era
que no decían nada sobre lo que
uno estaba haciendo. Solo servían
para ubicarlo a uno con respecto a
una norma secreta y en referencia a
los demás compañeros. Se trataba
de competir, no de lograr. En lugar
de exigir el logro perfecto, se exigía
ganarle al prójimo.
Es entendible que en el mundo
comercial uno quiera saber donde
se ubica un estudiante con respec-
to a la norma. En arte, donde
supuestamente no hay ni debería
haber normas, y si las hay son para
quebrarlas, el uso de la palabra
original crea una norma y distor-
siona ideológicamente el proce-
patria
103
terra
 so creativo. No quiero prohibir la
palabra porque algún día puede ser
útil si la investimos con el significa-
do de originar otras cosas. Aunque
esa palabra entonces sería más bien
algo como originante. Así, en reali-
dad, también podemos prohibir la
palabra original.
La palabra original se identifica con
el individualismo extremo, algo
que no tiene nada que ver con una
cultura de la comunidad. Es intere-
sante que originalmente la palabra
idiota, cuando todavía se considera-
ba una palabra griega, era utilizada
para describir a aquel individuo
que se interesaba solo por él mismo
e ignoraba las necesidades de la
comunidad. Me interesa por lo
más la palabra ruptura que la pala-
bra original. Se podría decir que la
patria
originalidad es el triunfo de la idio-
tez, mientras que la ruptura es una
104 forma de subvertir el status quo. La
primera lleva al culto de la persona-
terra
lidad, la segunda abre las puertas a
la expansión del conocimiento.
Para insistir un poco más, la palabra
original tiene aún otro problema,
además del individualismo, que
nos refiere directamente al colonia-
lismo. Porque cuando hablamos de
arte original, por lo general la origi-
nalidad no se define en un ámbito
local sino en un centro cultural, y se
supone que tiene un valor absoluto.
Entonces pasan dos cosas. Una, el
centro nos manda sus originalida-
des para que las sigamos, y después
nos dice que hacemos cosas deriva-
antillano en llamas
tivas. La otra, el centro adopta nues-
tras originalidades y las incorpora a
la cultura hegemónica, en cuyo caso
el proceso se llama reciclaje, multi-
culturalismo o algún eufemismo
que no tenga esas connotaciones
tan negativas que tiene la palabra
derivativo. Son entonces dos cosas
que se utilizan para crear una doble
escala de valores. Esto ilustra cómo
la dirección y sentido del flujo de
la información le carga valores muy
precisos durante su trayecto.
Si el arte fuera un campo abstracto
y cerrado como las matemáticas,
sería de propiedad colectiva, sin
atribuciones localistas o chovinis-
tas, y todo el mundo contribuiría
a un fondo común. Pero el arte
no funciona así. Siendo comuni-
cación, tiene sobrentendidos loca-
les y comunitarios, y una función
de solidificar identidades y perte-
nencias culturales, al mismo tiem-
po que expandir y enriquecerlas.
Las matemáticas codifican ideas
que tratan de ser axiomáticas y
no permiten los dialectos. El arte
pocas veces trata de ser axiomáti-
co y menos veces lo logra. Por lo
general, el arte tiende al dialecto.
Ese dialecto puede ser localista,
incluso folclórico, o hegemónico e
imperialista, pero no deja de ser un
dialecto —siempre es provinciano.
El imperialismo no es más que un
provincianismo con mucho poder.
El término originalidad disimula
todo esto y para resolver las ambi-
güedades nos obliga a preguntar:
¿original con respecto a qué? La
palabra ruptura es más contextuali-
zada y más certera. Cuando expan-
dimos el conocimiento, estamos
rompiendo un límite o rompiendo
con un pasado, una tradición, una
serie de prejuicios o de convencio-
nes, o una imposición. Una obra
original me puede hacer admirar a
un artista en lo individual, pero al
mismo tiempo me puede dejar frío.
Una obra que introduce ruptura
afecta mi manera de ver las cosas
en general y lo que se refiere a mis
distancias críticas. Como ruptu-
ra es un término relativamente
des–individualizado, me permite
estimar mejor en dónde ocurre: si
en lo local, en lo central o en las
cercanías de lo axiomático. En este
caso, no importa tanto la identidad
del autor. Esto es algo que me hace
pensar si no debería ser prohibida
también la palabra autor. Es un
término demasiado cercano a la
palabra autoridad. Definitivamen-
te, es una palabra que me gustaría
prohibir.
Si tuviera que encontrar una
imagen para la cultura, diría que
es una montaña de arena. A pesar
de que como artistas nos creemos
muy importantes como individuos
originales, dentro de esa monta-
ña solo somos granos de arena: en
posiciones pasivas, mantenemos la
estructura; en posiciones activas, a
veces creamos pequeños derrumbes
y avalanchas. Al final, sin embargo,
siempre queda esa montaña como
resultado de la posición de todos
los granos y de sus interacciones.
La imagen nos obliga a una cier-
ta modestia. No solo porque
nunca he visto un grano de arena
que viniera identificado con un
nombre o portando una firma.
También porque es bastante difí-
cil que un grano pueda cambiar
toda la montaña. El grano ayuda a
darle forma, en ese sentido es algo
importante. Es a todo lo que pode-
mos aspirar —como grano de arena
o como artista—, pero tampoco es
para tanto. A fin de cuentas, con un
grano menos, la montaña seguirá
bastante igual y nadie se va a dar
cuenta. Ahora podemos levantar
la prohibición de a palabra de arte.
Traté de limpiarla un poco, así que
no me la ensucien.
 terra patria

Una ventana al cerebro

Alberto Morales V illagrán*

El cerebro es el órgano más importante del cuerpo y gracias a él se puede amino–butírico (gaba), que es el
recibir información del medio ambiente. El cerebro recibe a cada momento mensajero inhibidor por excelen-
una cantidad innumerable de estímulos a través de los diferentes órganos de cia en el sistema nervioso central;
los sentidos (tacto, olfato, gusto, audición y vista). La información recibida las monoaminas, catecolaminas e
se procesa desde receptores especializados en esos órganos hasta alcanzar, indolaminas, cuya acción puede
si esta es importante, una región del cerebro denominada corteza, donde se ser excitadora o inhibidora, depen-

patria
integra y se decide si se emitirá una respuesta. diendo del tipo de contacto que se
tenga con otra neurona.
La información que se percibe del medio ambiente es de naturaleza física o 105
química: en el caso de la audición, a través de ondas sonoras; de la visión, La exploración química

terra
por medio de ondas electromagnéticas; del tacto, por un efecto mecánico, del cerebro
y del gusto y el olfato, por compuestos químicos. Todos estos estímulos se
convierten en los propios receptores en señales químicas o eléctricas (trans- Hace algunos años me llamó mucho
ducción), que viajan a través de varios relevos (formados por diferentes la atención un programa de ciencia
grupos de neuronas llamadas núcleos), para llegar a la corteza cerebral. Una ficción en donde se observaba a un
vez en la corteza, la información se integra, la respuesta viaja en sentido médico que evaluaba a un paciente
inverso y se manifiesta por lo general a través de un órgano efector, que con actividad neurológica claramen-
suelen ser los músculos o glándulas. te alterada; lo particular era que para
medir las alteraciones bioquími-
Las vías de entrada y salida de información están perfectamente organizadas cas, tal vez relacionadas con dicha
para que el cuerpo se mantenga en equilibrio con el medio que lo rodea. disfunción, el médico hacía pasar
Cualquier alteración en las vías de comunicación mencionadas da como cierto dispositivo alrededor de la
resultado una alteración neurológica. cabeza del paciente y obtenía las
concentraciones de ciertos neuro-
Existe evidencia suficiente que muestra que la comunicación entre los dife- trasmisores. En verdad sería maravi-
rentes neuronas se lleva a cabo sobre todo por mensajeros químicos a los lloso que pudiéramos contar con tal
que se les ha denominado neurotrasmisores, que a la fecha suman alrede- tecnología para medir sustancias
dor de 50, entre los que destacan: el ácido glutámico, como un neurotras- de interés biológico, sin necesidad de
misor que lleva la mayor parte de las señales excitadoras; la acetilcolina, llevar a cabo métodos en los que se
cuya acción excitadora se observa en especial en los músculos; el ácido gama penetre físicamente al cerebro.

* Profesor e investigador titular del Laboratorio de Neurofisiología y Neuroquímica del Departamento de Biología Celular y Molecular del
Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (correo electrónico: amorales@cucba.udg.mx).
 Hoy en día, se comienzan a fabri-
car ciertos dispositivos para medir
compuestos de interés clínico sin
la necesidad de tener que hacer
sufrir al sujeto de estudio con un
pinchazo. Un ejemplo típico es la
medición de glucosa a través del
dispositivo llamado Glucowatch,
que puede censar la concentra-
ción de glucosa a través de la piel
y relacionarla con la concentración
sanguínea, para así poder moni-
torear al paciente, por lo general
diabético, y facilitar su tratamien-
to. Sin embargo, parece ser que el
dispositivo tiene efectos colaterales
adversos, sobre todo relacionados
con la reacción en la piel, debidos a
las sustancias necesarias vertidas en
ella para censar la glucosa. De esta
manera, ahora se plantea la posibi-
lidad de medir la glucosa en saliva
patria
o lágrimas.
106 En el caso del cerebro, si bien exis-
ten diversas pruebas de exploración
terra
no invasivas, como la electroence-
falografía, tomografía o resonancia
magnética, no existe una herra-
mienta con la cual nos podamos
dar una idea de las concentraciones
de ciertos neurotrasmisores durante
la actividad cerebral normal o pato-
lógica. Así, el acercamiento más
adecuado que se puede tener es el
análisis en líquido cefalorraquídeo,
que es sumamente limitado y se
deja solo para los especialistas, por
lo que no llega a ser una prueba de
rutina en el laboratorio.
En este sentido, el panorama futu-
rista planteado al inicio para medir
las concentraciones de neurotras-
misores en el cerebro queda para
un futuro en verdad muy lejano.
Las mediciones de la concentración
de neurotrasmisores se han dejado
para propósitos sobre todo experi-
mentales, sin menosprecio de que
gracias a diversos estudios realizados en animales se ha llegado a conocer la
participación diferencial de algunos de estos compuestos durante la función
cerebral.
Diálisis intracerebral
Una herramienta utilizada para medir las concentraciones de neurotrasmi-
sores es el proceso de diálisis intracerebral. Esta técnica se realiza en anima-
les de experimentación o en humanos bajo condiciones muy especiales.
Para ello, se retira la región cerebral en estudio con propósitos terapéuticos;
es necesaria la implantación de una sonda por medio de una cirugía, pero
esta produce un daño mínimo, ya que su tamaño es muy pequeño (0.5 milí-
metros de diámetro por dos a cinco milímetros de largo). A esta sonda se le
hace fluir un líquido cefalorraquídeo artificial (lca), con lo que se permite
el intercambio de sustancias en la sonda implantada sin que el lca penetre
al tejido cerebral (véase la gráfica 1). Como la infusión se realiza sin inte-
rrupciones, se puede muestrear al animal o al paciente de manera continua.
La cantidad de muestra que se obtiene es de dos millonésimas de litro cada
minuto. Las muestras se recogen y se analizan después.
La identificación y el análisis de ciertos neurotrasmisores se lleva a cabo
sobre todo por un método denominado cromatografía de líquidos de alta
resolución (hplc). El procedimiento consiste, en primer lugar, en conseguir
una cantidad suficiente de muestra (alrededor de unos 20 microlitros), para
luego iniciar con el proceso de separación y análisis. Los componentes prin-
cipales de este sistema son: columna para cromatografía, bomba y detector.
El principio se basa en la colocación de la muestra directamente en la
columna, que tiene la capacidad de fijar en su interior en un mayor o menor
grado los compuestos a analizar, por ejemplo, aminoácidos. Una vez intro-
ducida la muestra, se hace pasar un fluido a presión muy alta, para arras-
trar los compuestos adheridos a la columna (unos se pegan con más fuerza
que otros, por lo que saldrán de la columna ya separados), justo a la salida
se encuentra posicionado el detector, que observa quién y qué cantidad de
compuesto sale primero (véase la gráfica 2).
GRÁFICA 1. PROCESO DE DIÁLISIS
Entrada del (LCA)
Salida del (LCA) con
neurotrasmisores
Sonda de diálisis inserta ya dializados
en el tejido cerebral
Tubo capilar para
toma de muestras
Membrana de diálisis
Neurotrasmisores
 GRÁFICA 2. PROCESO DE SEPARACIÓN CROMATOGRÁFICA Reactores enzimáticos y
medición automatizada
Válvula para inserción
de muestra en la columna
Los reactores enzimáticos utiliza-
Columna de separación
dos para medir sustancias de inte-
rés biológico, representan hoy una
de las mejores alternativas para la
medición, ya que se puede realizar
la identificación y análisis de una
gran cantidad de muestras en un
Bomba HPLC para inducir
la separación de los tiempo corto, sobre todo cuando
neurotrasmisores por flujo alta se comparan con los métodos hplc
(como se mencionó, el análisis de
una muestra puede tardar al menos
15 minutos).

Detector electrónico Con el uso de reactores enzimáti-

cos, el principio de identificación
es el mismo que el que se usa para
Para realizar el proceso descrito, se necesita de un entrenamiento conside- los biosensores, es decir, se acoplan
rable para el manejo del método y equipos. La principal desventaja de estos diferentes reacciones para lograr la
procedimientos es el tiempo empleado en el análisis individual de cada identificación y cuantificación de

patria
muestra (en excelentes condiciones se emplean al menos 15 minutos) y el la sustancia a analizar, con la dife-
volumen mínimo requerido (de al menos 20 microlitros, es decir, se colecta rencia de que el análisis se hace de
una muestra cada diez minutos). muestras provenientes de un dializa- 107
do o bien de un extracto de tejido, es

terra
Biosensesores decir off–line; esto se podría presen-
tar como una desventaja con respec-
Otra alternativa interesante para la medición de neurotrasmisores y otras to al análisis a través de biosensores
sustancias de interés biológico es el uso de biosensores. También se trata en tiempo real, pero con esta alter-
de sondas pequeñas que se implantan de manera similar en una región nativa el volumen requerido para la
del cerebro en animales de experimentación. El principio se basa en pegar cuantificación del neurotrasmisor
en la punta del biosensor una sustancia biológica de reconocimiento que es mínimo, por lo que se han podi-
identifica de manera específica al neurotrasmisor en cuestión y produce en do realizar colectas de dializado de
esta sonda una señal que se puede medir por métodos ópticos o eléctricos. un minuto o menos, y así estable-
cer la relación de la concentración
Esta metodología tiene la ventaja de medir el compuesto en tiempo real, del neurotrasmisor con la actividad
es decir, justo en el momento en que el compuesto está actuando a nivel fisiológica con este nivel de resolu-
extracelular, y se puede relacionar con la actividad conductual normal o ción temporal.
patológica, por ejemplo, en resultados obtenidos por nuestro grupo de
trabajo hemos determinado que el neurotrasmisor ácido glutámico es un En apariencia, el análisis de una
compuesto que aumenta en su concentración justo al momento de iniciar- gran cantidad de muestras es labo-
se un proceso convulsivo (Morales–Villagrán, Medina–Ceja y López–Pérez, rioso e impensable en el caso de
2008; Morales–Villagrán, Sandoval–Salazar y Medina–Ceja, 2008). los métodos hplc, sobre todo si
el tiempo de análisis y volumen
Aunque este método cuenta con muchas ventajas, también tiene sus limi- requerido de muestra son una
tantes, en particular, que solo se pude medir un neurotrasmisor a la vez, lo limitante. En el Laboratorio de
que puede resultar frustrante al tratar de explicar un fenómeno fisiológico neurofisiología y neuroquímica del
con la liberación de un solo neurotrasmisor, por lo que resultaría interesan- Departamento de Biología Celular
te poder medir varios neurotrasmisores de manera simultánea. y Molecular del Centro Universita-
 rio de Ciencias Biológicas y Agrope- GRÁFICA 3. PROCESO DE SEPARACIÓN CROMATOGRÁFICA
cuarias (cucba), en la Universidad
de Guadalajara, hemos desarrolla-
A
Tubos capilares
do un método y dispositivo para
la colección y análisis automatiza-
do de neurotrasmisores a base de
reactores enzimáticos, lo que nos Hoyos de
ha permitido evaluar la participa- seguridad
ción de ciertos neurotrasmisores
durante el proceso convulsivo con Carrusel
un nivel de resolución temporal de
un minuto. Esto permite estudiar
mejor la dinámica bioquímica cere-
bral y su relación con la actividad
fisiológica.
Disco de acrílico
B
El sistema de colección de muestras
está basado en un carrusel hecho
de acrílico, con 100 orificios en la Eje central rotatorio
parte superior, en donde se acomo-
dan los capilares sellados por uno
de los extremos (véase la gráfica Motor
patria

3A). En estos capilares se coloca el

dializado y el reactor enzimático,
108 para que se produzca la reacción
necesaria para poder cuantificar al Tornillo sinfín
terra

neurotrasmisor de interés por fluo-

rescencia. En la parte central del
carrusel se acopla el mecanismo de
movimiento, que permite que el
carrusel se mueva de manera radial,
para así poder permitir la colección Aguja
automática y precisa de cada una de Actuador lineal
las muestras (véase la figura 3B). Tubo capilar
La parte inferior del carrusel está
perforada para poder inmovilizar C
el capilar y permitir la exactitud
de muestreo y de lectura de cada
muestra.
Carrusel
La colección se realiza con aguja Fibra óptica (exitación)
con una conexión en y, que permi-
te la mezcla del dializado con el Tubo capilar
reactor enzimático para iniciar la
reacción. El sistema de inyección
cuenta con un amortiguador que D
permite a la aguja entrar hasta el Fibra óptica emisión
fondo del capilar, con lo que evita
Carrusel
crear burbujas y asegura el mezclado para la lectura correcta, sin destruir el pretende relacionar las alteraciones
capilar con la presión de la aguja. La aguja se mueve de manera automática bioquímicas de manera directa con
gracias al sistema mecánico que cuenta con un motor acoplado al sistema una actividad fisiológica, por ejem-
de movimiento, formado por poleas y una parte movible que permite esta plo, el tipo de neurotrasmisores
operación (véase la figura 3C). El sistema mecánico de movimiento está que se liberan en la región visual
formado con un tornillo sin fin, que se encuentra acoplado a una corona del cerebro cuando la luz del semá-
engranada. El tornillo está ensamblado al motor que permite el movimien- foro cambia de rojo a verde para
to de forma radial para la colección, lectura y análisis. El programa permite procesar la información y emitir la
que el carrusel se mueva capilar por capilar para colectar el dializado. En decisión de arrancar nuestro vehí-
cada movimiento que realiza el carrusel, la aguja deposita la mezcla y la culo; este proceso tarda unos segun-
introduce en el capilar. La duración de este evento depende de la cantidad dos como máximo, por lo que es
de muestra que se necesite o la duración del evento que se desea evaluar. deseable contar con herramientas
metodológicas con la suficiencia de
El sistema de lectura está conformado por dos fibras ópticas: la primera poder medir estos compuestos con
ilumina la parte superior del capilar, y excita la muestra para la inducción mejor sensibilidad, precisión, reso-
de fluorescencia; la segunda se encuentra en la parte central del capilar, a un lución temporal y espacial aun que
ángulo de 90º, para la captura de la fluorescencia emitida, que se mide en lo planteado en esta reseña.
un detector de fluorescencia, y determinar la concentración del neurotras-
misor (véase la figura 3D).

La introducción de nueva metodología en la medición de sustancias de

interés biológico sin duda alguna presenta nuevos retos, sobre todo si se

patria
109
Referencias

terra
Morales–Villagrán, Alberto; Laura Medina–Ceja y Silvia J. López–Pérez (2008). “Simultaneous glutamate and eeg
activity measurements during seizures in rat hippocampal region with the use of an electrochemical biosen-
sor”, en Journal of Neuroscience Methods, vol.168, núm.1, Elsevier Science, Ámsterdam.
Morales–Villagrán, Alberto; Cuauhtémoc Sandoval–Salazar y Laura Medina–Ceja (2008). “An analytical flow injec-
tion system to measure glutamate in microdialysis samples based on an enzymatic reaction and electrochemi-
cal detection”, en Neurochemical Research, vol.33, núm.8, Kluger Academic / Plenum, Nueva York.
Rayne, Richard C. (ed.) (1997). Neurotransmitter methods, Humana Press, Totowa.
terra patria

110
 El lenguaje eléctrico de las
neuronas (sinapsis eléctricas)
Laura G uadalupe M edina Ceja *

Las células del sistema nervioso tienen la capacidad de comunicarse no solo la, 1996). La heterogeneidad en el
a través de sustancias químicas que liberan a sus células vecinas (lenguaje peso molecular de las conexinas se
químico) sino también a través de un lenguaje más directo entre ellas, el debe a las diferencias en la longitud
eléctrico, que se definirá a partir de este momento como sinapsis eléctricas. de la región carboxilo terminal de
En este breve artículo se abordará de manera general la estructura y función estas proteínas (véase la gráfica 2).
de las sinapsis eléctricas (lenguaje eléctrico), así como su relación con la

patria
epilepsia, un padecimiento neurológico de gran importancia para la pobla- Las conexinas se sintetizan en el
ción nacional e internacional. retículo endoplásmico rugoso de la
célula, donde se pliegan y se inser- 111
Estructura de las sinapsis eléctricas: tan en vesículas para dirigirse al

terra
uniones comunicantes Aparato de Golgi, donde se ensam-
blan para conformar los hemica-
Las uniones comunicantes son el correlato anatómico de las sinapsis eléc- nales o conexones, después son
tricas; contribuyen de manera importante al acoplamiento eléctrico entre trasportados a través de estructuras
las células del sistema nervioso. Las uniones comunicantes se definen como conformadas por microtúbulos a
especializaciones de la membrana plasmática de las neuronas o células glia- la membrana plasmática, donde
les, formadas por la unión de dos hemicanales, conocidos como conexones; se asocia con otro hemicanal de la
cuando los conexones de ambas células entran en contacto, forman un canal célula vecina para formar el canal
intercelular acuoso continuo, que conecta los dos contenidos celulares, de completo de la unión comunican-
tal manera que presentan un acoplamiento metabólico químico y eléctrico. te. Las conexinas tienen una vida
Las uniones comunicantes pueden permitir el paso de iones y moléculas media promedio de una a cinco
solubles en agua (aproximadamente 1.5nm), como azúcares, aminoáci- horas y se pueden degradar al inte-
dos, nucleótidos, vitaminas, segundos mensajeros (ampc, ip3), pero no de rior de la célula por dos vías, la del
macromoléculas, como proteínas, ácidos nucleicos y polisacáridos (véase lisosoma y, predominantemente, la
la gráfica 1). Estas uniones comunicantes se localizan en las membranas de del proteosoma (Musil y Goode-
dos células en aposición, que pueden ser neurona–neurona, neurona–glía nough, 1993, 1995; Falk, 2000).
o glía–glía. Cada conexón consiste de seis subunidades proteicas llama- Las conexinas constituyen una
das conexinas (se abrevian como Cx, seguido de un número que designa familia de proteínas homólogas
el peso molecular de cada una). Cada conexina presenta cuatro dominios que son codificadas por diferentes
trasmembranales, dos asas externas y una interna, las regiones carboxilo genes (Rouach et al, 2002). En la
y amino terminal se localizan en el interior de la célula (Kumar y Gilu- actualidad, se han encontrado 16

* Profesora e investigadora titular del Laboratorio de Neurofisiología y Neuroquímica, Departamento de Biología Celular y Molecular del Centro
Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (correo electrónico: lmedina@cucba.udg.mx).
 conexinas diferentes en los mamí-
feros, de las cuales, al menos las
Cx26, Cx32, Cx36, Cx43 y Cx47 se
expresan en la región cerebral del
hipocampo de roedores (Venance
et al, 2000; Teubner et al, 2001). En
las células gliales como los astro-
citos se ha encontrado una alta
expresión de las conexinas Cx26,
Cx30 y Cx43, mientras que para
otras, como los oligodendrocitos,
las conexinas más abundantes son
Cx29, Cx32 y Cx47; en cambio la
Cx36, se expresa de manera extensa
y exclusiva en las neuronas (véase la
gráfica 3) (Connors y Long, 2004).
Función de las sinapsis
eléctricas: en células
gliales y neuronas del
sistema nervioso
patria
GRÁFICA 1. LENGUAJE ELÉCTRICO (DIRECTO)
A B
Célula 1 MP
Conexión
Conexión
Célula 2
El lenguaje eléctrico entre las células del sistema nervioso (neuronas como células de la glía) es
directo y se da a través de las sinapsis eléctricas. A) En el dibujo se observan las interacciones
entre dos neuronas. En algunos sitios de unión entre las dos células se presentan las sinapsis
eléctricas. B) La estructura de las sinapsis eléctricas, es decir, las uniones comunicantes que están
formadas por la unión de dos hemicanales o conexones que se localizan en la membrana plas-
mática (mp) de dos células que entran en contacto. La unión de los dos conexones da origen a
un canal a través del cual se pueden mover en ambas direcciones iones (acoplamiento eléctrico)
o metabolitos.
GRÁFICA 2. DIBUJO QUE MUESTRA LA ESTRUCTURA MOLECULAR DE LAS UNIONES
COMUNICANTES
E2
A E1
B

Con respecto a la función que

pueden desempeñar las uniones M M M M
comunicantes en las células gliales, 1 2 3 4
112
se ha encontrado que participan en
terra

la disipación de iones de potasio, la

regulación del volumen celular,
el control de la proliferación celu-
lar, así como en la propagación
de ondas de calcio a través de los
astrocitos. En los oligodendrocitos
se ha observado la presencia de
uniones comunicantes que estable-
cen puentes de comunicación con
los astrocitos, lo que permite su
acoplamiento metabólico (Mugnai-
ni, 1986; Pastor et al, 1998; Rash et
al, 1997, 2001).
Las uniones comunicantes permi-
ten el acoplamiento eléctrico
bidireccional entre las células del
sistema nervioso, propiedad que
permite sincronizar la actividad
eléctrica entre ellas y propagar entre
las células nerviosas la excitación
(despolarización) o la inhibición
(hiperpolarización) a través de una
NH2
COOH
A) El conexón constituido por seis proteínas denominadas conexinas. B) La estructura mole-
cular de una conexina presenta cuatro dominios trasmembranales M1, M2, M3 y M4. Dos asas
extracelulares E1 y E2, así como un asa intracelular. Las regiones amino (NH2) y carboxilo
(COOH) terminales de la cadena proteica de la conexina se localizan en el interior de la célula.
GRÁFICA 3. DEGRADACIÓN DE LAS CONEXINAS DE LAS UNIONES COMUNICANTES Y EXPRESIÓN
DE LAS CONEXINAS EN DIFERENTES CÉLULAS DEL SISTEMA NERVIOSO
Regulación Tasa
de degradación E
EPENDIMOCITOS = CX43
A Cx43, Cx32 ASTROCITOS = CX43, CX30
P B A OIGODENDROCITOS = CX32
NEURONAS = CX36
N
L N
A
1–5 horas O
Regulación O
Apertura–cierre canal
A
A) El recambio de las conexinas es rápido, oscila entre una y cinco horas, y se degradan en el
interior de la célula por proteosomas (p) o lisosomas (l). En particular, se ha encontrado que
las conexinas Cx43 y Cx32 se degradan en los proteosomas. La regulación de este recambio
puede incrementar la comunicación intercelular al igual que la apertura de los canales de las
uniones comunicantes. B) Los diferentes tipos celulares del sistema nervioso ependimocitos (e),
astrocitos (a), oligodendrocitos (o) y neuronas (n) expresan diferentes conexinas (tomado de
Rash et al, 2001).
 GRÁFICA 4. FUNCIONES DE LAS SINAPSIS ELÉCTRICAS EN EL SISTEMA NERVIOSO Distribución de las
Propagación sinapsis eléctricas
A en el sistema nervioso

Existe evidencia experimental que

sugiere que las células piramidales
y las granulares de la región cere-
bral del hipocampo se encuentran
+ Calcio - Calcio acopladas eléctricamente a través
de uniones comunicantes (Dudek
et al, 1983; Dudek, Snow y Taylor,
1986; Dudek, Yasamura y Rash,
1998). Asimismo, se ha confirma-
C do la existencia de acoplamiento
B eléctrico entre las interneuronas del
hipocampo (Zsiros y Maccaferri,
A O 2005).

Otras regiones, como la retina y la

corteza somatosensorial, presentan
En las células de la glía las funciones pueden ser muy diversas. A) La propagación de ondas de sinapsis eléctricas homólogas (los
calcio a través de los astrocitos. B) El acoplamiento metabólico entre astrocitos (a) y oligoden- conexones tienen la misma conexi-

patria
drocitos (o) del sistema nervioso. C) Como en una orquesta todos los miembros tienen que
estar sincronizados para tocar una melodía, en las neuronas, la sincronización de la actividad na) y heterólogas (los conexones
eléctrica se da a través de las sinapsis eléctricas. tienen diferente composición de
conexinas), entre células del mismo 113
tipo celular o diferente, respectiva-

terra
red neuronal determinada como respuesta a un estímulo específico (véase mente (Simon et al, 2005). En el
la gráfica 4) (Spray, Scemes y Rozental, 1999). caso de la retina, el acoplamiento
eléctrico entre los conos y basto-
Las sinapsis eléctricas pueden participar de manera importante en las nes permite la sumatoria de infor-
siguientes funciones de una red neuronal: la sincronización de la actividad mación que proviene de diferentes
eléctrica de las neuronas que conforman la red neuronal, y en la coordina- células y mejora la resolución de la
ción y el reforzamiento de la inhibición (Fricker y Miles, 2001; Galarreta señal, con lo que reduce el ruido
y Hestrin, 2001; Spruston, 2001). Es interesante saber que ciertos factores, (Demb y Pugh, 2002, Söhl et al,
tanto externos como internos, pueden regular la apertura o cierre de los 2005). En la corteza, en cambio,
canales que conforman las uniones comunicantes y de esa manera afectar el las sinapsis eléctricas heterólogas se
acoplamiento eléctrico entre las células del sistema nervioso. A este respec- presentan en particular en las inter-
to, se ha demostrado que las monoaminas como los aminoácidos excitado- neuronas denominadas neuroglia-
res e inhibidores regulan el acoplamiento entre las neuronas y los astrocitos, les (Simon et al, 2005).
a través de sistemas de señalización mediados por segundos mensajeros o
proteínas cinasas (Rouach et al, 2002). Importancia de las sinapsis
eléctricas en la epilepsia
Otros factores que participan en la regulación del acoplamiento eléctrico
son el pH y la concentración de calcio intracelular, ya que el incremento en La epilepsia es un síndrome de
ambos disminuye la conductancia de los canales de las uniones comuni- disfunción cerebral de carácter
cantes; algunos fármacos como el heptanol, el octanol y el anestésico volátil recurrente, que se caracteriza por la
halotano, así como la oleamida, la anandamida, el ácido araquidónico, la descarga eléctrica sostenida y anor-
carbenoxolona y la quinina son capaces de provocar el cierre de los canales malmente sincrónica de un grupo
de las uniones comunicantes e incluso algunos de ellos lo hacen de manera de neuronas cerebrales. Se consi-
exclusiva a un tipo de conexina (Connors y Long, 2004). dera epilepsia cuando una perso-
 na padece de dos o más crisis. Las
crisis se definen como las manifes-
taciones clínicas producidas por las
descargas eléctricas cerebrales anor-
males repentinas que se presentan
en los pacientes.
Las causas que pueden originar la
epilepsia son muy variables y las
podemos agrupar en congénitas
(genéticas y daño prenatal) y adqui-
ridas (infecciones cerebrales, trau-
ma cráneo–encefálico, enfermeda-
des neurodegenerativas, factores
metabólicos y tóxicos, malforma-
ciones e inflamación). La epilep-
sia se puede presentar por causas
desconocidas, sin embargo, se sabe
que en los países menos desarrolla-
dos económicamente las infeccio-
nes cerebrales son la causa princi-
pal, mientras que en los países más
patria
desarrollados económicamente, las
enfermedades vasculares la propi-
114 cian en la edad adulta (Angus–
Leppan y Parsons, 2008).
terra
Aproximadamente 67’000,000 de
personas en el mundo padecen
epilepsia (Sander et al, 1990) y
la prevalencia de la epilepsia es
de 5–7/1,000 personas (Hauser
y Kurland, 1975). La epilepsia
puede iniciar a cualquier edad, sin
embargo, los picos más altos se
presentan en edades muy jóvenes
o ya adultos.
Para estudiar los mecanismos bási-
cos de generación y mantenimiento
de la epilepsia, los investigadores
han utilizado modelos animales
que semejan algunas de las carac-
terísticas de la epilepsia. Gracias a
estos estudios se tienen los cono-
cimientos que han permitido la
elaboración de los principales
fármacos antiepilépticos y nuevas
perspectivas para su tratamiento.
La actividad epileptiforme asociada a la epilepsia se presenta aun en ausen-
cia del lenguaje químico entre las células del sistema nervioso (Taylor y
Dudek, 1982; Pérez–Velázquez y Carlen, 2000). Entre los diferentes meca-
nismos posibles no relacionados con el lenguaje químico y que participan
en la sincronización de la hiperexcitabilidad asociada a la epilepsia en las
neuronas, se encuentra el acoplamiento eléctrico por sinapsis eléctricas,
sobre todo en regiones cerebrales susceptibles de presentar este padeci-
miento neurológico, como el hipocampo (Dudek, Patrylo y Wuarin, 1999;
Pérez–Velázquez y Carlen, 2000).
Recientemente, un gran número de trabajos ha destacado la participación
del acoplamiento eléctrico a través de sinapsis eléctricas en la actividad
epileptiforme inducida en diferentes modelos de epilepsia in vitro (Pérez–
Velázquez y Carlen, 2000; Traub et al, 2001). Más aún, se ha observado que
la pérdida de este acoplamiento eléctrico, por la presencia de bloqueadores
a las uniones comunicantes o por deficiencia de alguna de las conexinas que
las conforman (ratones deficientes en alguna Cx, denominados en inglés
como knock out), presenta efectos antiepilépticos en diferentes modelos in
vitro (Pérez–Velázquez y Carlen, 2000; Ross et al, 2000; Traub et al, 2001;
Margineanu y Klitgaard, 2001; Jahromi et al, 2002; Maier et al, 2002; Pais et
al., 2003; Samoilova et al, 2003).
Sin embargo, también existen trabajos in vivo que han demostrado que la
comunicación a través de sinapsis eléctricas entre los diferentes tipos celu-
lares de las regiones cerebrales de la neocorteza y el hipocampo de ratas,
tanto anestesiadas como en libre movimiento, juega un papel primordial
en la expresión, duración y propagación de la actividad epileptiforme indu-
cida por la aplicación del convulsivante denominado 4– aminopiridina (4–
ap) (Szente et al, 2002; Gajda et al, 2003; Medina–Ceja, Cordero Romero y
Morales Villagrán, 2008). En estos estudios, se destaca el efecto antiepilépti-
co del bloqueador a las uniones comunicantes carbenoxolona y pro–epilép-
tico del abridor de las mismas, trimetilamina (véase la gráfica 5).
El efecto convulsivante de la 4–ap se debe a que favorece la prolongación de
la actividad excitadora de las neuronas al permitir la liberación del neuro-
trasmisor excitador glutamato en ciertas regiones cerebrales como el hipo-
campo (Morales–Villagrán y Tapia, 1996, Medina–Ceja, Morales Villagrán y
Tapia, 2000; Tapia, Medina–Ceja y Peña, 1999).
En estudios realizados con tejido cerebral de pacientes con epilepsia del
lóbulo temporal se ha demostrado un aumento en la expresión de la conexi-
na Cx43 en la glía y su posible participación en la progresión de este desor-
den neurológico (véase el cuadro 1) (Fonseca, Green y Nicholson, 2002).
Un factor importante a considerar es que el número de las sinapsis eléctri-
cas, así como la composición proteica y la función de las uniones comuni-
cantes (sinapsis eléctricas) están altamente regulados de acuerdo con los
requerimientos fisiológicos o las condiciones patológicas que se presenten,
como en el caso particular de la epilepsia (Carlen et al, 2000; Pérez–Veláz-
quez y Carlen, 2000; Li et al, 2001). De esta manera, se cree que durante tados por el pH de su ambiente. De
la fase de alcalinización mediada por potasio, que se presenta al inicio de esta manera, es muy probable que
los eventos relacionados con las crisis epilépticas, se observa un aumen- la función de las uniones comuni-
to en el acoplamiento eléctrico y, en seguida, una reducción del mismo, cantes a nivel del foco epiléptico se
cuando se presenta la fase de acidificación, al final de las crisis epilépticas encuentre alterada, aun si la expre-
(Xiong, Saggau y Stringer, 2000); este hecho es razonable si se considera que sión de las conexinas que la confor-
la apertura y cierre de los canales de las uniones comunicantes se ven afec- man no cambia de manera signifi-
cativa (Söhl et al, 2000).

GRÁFICA 5. FÓRMULAS DE LOS PRINCIPALES FÁRMACOS QUE ACTÚAN EN LAS UNIONES COMUNICANTES
H3C COOH
A HC N CH3 B C
3

CH3 HO CH3
N
O
O H 3C CH3
H3C
O
N H CH3
HOOC O
H
H3C CH3
A) La trimetilamina es una base débil a la que se le reconoce su capacidad para generar alcalinización intracelular. El cambio de pH provocado

patria
por la ella produce la apertura de los canales en las uniones comunicantes y modifica la conductancia de las mismas. Sobre su mecanismo de
apertura, se sabe que una secuencia de la región carboxilo terminal de las conexinas es determinante para censar el cambio de pH. B) La quinina
(C20H24N2O2) es un alcaloide natural, blanco y cristalino; se obtiene de la corteza de la quina, un árbol originario de Sudamérica, con propiedades
antipiréticas, antimalaria y analgésicas. A nivel del sistema nervioso central, actúa como un bloqueador específico de las uniones comunicantes 115
conformadas por la Cx36, principal conexina en neuronas de cerebros adultos como en neonatos; su mecanismo de acción se desconoce hasta

terra
el momento. C) La carbenoxolona es un derivado del ácido glicirretínico (originalmente obtenido de la raíz del orozuz), que se usa en la terapia
antiulcerosa y se ha reconocido su capacidad de bloquear de manera inespecífica las uniones comunicantes. El mecanismo de bloqueo no está
bien especificado aún; se han propuesto varias hipótesis, como la unión directa del derivado a la unión comunicante, lo que induce el cierre del
canal o una vía indirecta por activación de proteínas cinasas, proteínas G, trasporte de ATPasas y estados de fosforilación de la unión comunicante.

CUADRO 1. RESUMEN DE ALGUNOS TRABAJOS DONDE SE HA DEMOSTRADO EL EFECTO DE BLOQUEADORES

Y ABRIDORES DE LAS SINAPSIS ELÉCTRICAS EN LA ACTIVIDAD EPILEPTIFORME Y LOS CAMBIOS EN LA
EXPRESIÓN DE ALGUNAS CONEXINAS
Modelo región Bloqueadores / abridores
Referencia Resultados encontrados
droga administrada de sinapsis eléctricas
Szente et al, 2002 In vivo (ratas anestesiadas) CBX Incremento del mRNA
Neocorteza 4–AP Cx43 y Cx32
CBX= – AE
Gajda et al, 2003 In vivo (ratas anestesiadas) CBX / TMA Incremento del mRNA
Neocorteza 4–AP Cx43, Cx32 y Cx36
CBX= –AE
TMA= –AE
Samoilova et al, 2003 In vitro CBX / octanol Incremento del mRNA
Hipocampo Cx43 y Cx32
Bicuculina CBX= –AE
Octanol= –AE
Gajda et al, 2005 In vivo (ratas anestesiadas) Quinina Quinina = – AE
Neocorteza 4–AP
Medina–Ceja, In vivo (ratas en libre CBX CBX= –AE
Cordero–Romero movimiento) Conducta convulsiva
y Morales–Villagrán, 2008 Hipocampo/CE 4–AP
Abreviaciones: AE actividad epileptiforme; CBX carbenoxolona; TMA trimetilamina; CE corteza entorrinal.
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 El lenguaje químico
de las neuronas*
Silvia Josefina López Pérez **

El cerebro es la parte de nuestro cuerpo que, en kilo y medio aproxima- Las principales células que confor-
do de peso, guarda en código todos nuestros conocimientos y habilidades, man al cerebro son las neuronas;
nuestras alegrías y tristezas, nuestros orgullos y penas, nuestros más precia- estas pueden tener una gran varie-
dos recuerdos y más personales anhelos, nuestro proyecto de vida; todo dad de formas: desde las hermosas
lo que somos y cómo nos percibimos a nosotros mismos y al mundo que células de Purkinje, que tenemos
nos rodea está almacenado en esa masa de tejido que cargamos dentro del en el cerebelo, hasta las elegan-

patria
cráneo desde que nacemos. Este tejido, como todos los demás que confor- tes células piramidales de nuestra
man nuestro cuerpo, está formado por células (véase la gráfica 1), así que corteza cerebral, pasando por las
siendo un poco minimalistas (como finalmente es la neurociencia actual), sencillas células bipolares o estre- 119
muchos pensamos que en el estudio de las interacciones entre las células lladas (véase la gráfica 2) que están

terra
cerebrales se encuentra la comprensión básica de una buena parte de los repartidas por todos lados en el
fenómenos que sabemos son expresiones de la función cerebral, en sus tejido cerebral. A pesar de su gran
modalidades normales y patológicas. diversidad morfológica, todas las
neuronas tienen un diseño general,
GRÁFICA 1. EL CEREBRO ES UN TEJIDO COMPUESTO POR CÉLULAS que se puede observar en la gráfica
3: un soma o cuerpo celular, donde
se ubican los organelos típicos que
tienen todas las células (núcleo,
mitocondrias, aparato de Golgi,
retículos, etc), un árbol dendrítico
formado por un número variable
de prolongaciones finas y ramifica-
das (las dendritas), y un axón, que la
mayoría de los casos es una prolon-
gación más gruesa y larga que las
dendritas. Además de las neuro-
nas, existen en el tejido cerebral las
denominadas células gliales, que si
bien se pensaba que solo funcio-
naban como tejido de sostén de las

* Los dibujos fueron elaborados con base en los realizados por el pintor Francisco Javier Cervantes Oseguera.
** Laboratorio de Neurofisiología y Neuroquímica, Departamento de Biología Celular y Molecular del Centro Universitario de Ciencias Biológi-
cas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (correo electrónico: sjlopez@cucba.udg.mx).
 neuronas, las investigaciones actua- GRÁFICA 2. ALGUNOS TIPOS NEURONALES COMUNES
les ponen de manifiesto su impor-
tante participación en el metabolis-
mo cerebral general.

Existen varios tipos de células glia-

les, cada una con diferentes funcio-
nes: las células de la microglia Piramidal
desempeñan un papel fagocítico,
con lo que apoyan la eliminación
De Purkinje
de agentes extraños o lesionados
dentro del cerebro; los oligodendro-
citos y las células de Schwann forman
la vaina de mielina alrededor de los
axones de las neuronas de la perife- Bipolar
ria del cuerpo; los astrocitos apoyan
importantes funciones estructurales
y metabólicas del sistema nervioso,
Estrellada
mientras que las células ependima-
rias recubren todas las cavidades
del cerebro. Según cálculos que se
han realizado, el número de célu-
GRÁFICA 3. PARTES TÍPICAS DE UNA NEURONA
patria

las gliales supera en ¡diez veces!

Dendritas
al número de neuronas en nuestro
120 sistema nervioso.
terra

Regresando a las neuronas, en

términos generales cada neurona
tiene una manera de funcionar que
es más o menos homogénea duran-
te toda su vida: o tiene una vocación
excitadora, o la tiene inhibidora, o,
en el más emocionante de los casos,
su vocación es reguladora. La prime-
ra de las vocaciones mencionadas
significa que, cuando la neurona en
cuestión libera su mensaje, este ejer-
cerá una acción activadora sobre la
que reciba el mensaje; la vocación
inhibidora indica obviamente lo
contrario, mientras que la vocación
reguladora significa que el mensaje
excitador o inhibidor será tomado
con más o menos intensidad según
una serie de condicionantes presen-
tes en el momento y en el sitio en
que el mensaje se libere. Enton-
ces, resulta que la función global
del cerebro de los animales (y de
todo nuestro sistema nervioso) es
Soma
Axon
En términos generales, la zona de las dendritas representa la parte de recepción de la informa-
ción, misma que se integra en la parte del soma, se genera la respuesta y se trasmite a través del
axón a la siguiente neurona.
un equilibrio entre la función excitadora y la inhibidora, con el matiz que
aporta la función reguladora. De algunas neuronas conocemos su vocación
más característica: así, podemos decir que la mayoría de las neuronas pira-
midales son excitadoras, y que la mayoría de las células de Purkinje, junto
con las pequeñas células estrelladas (muchas de las cuales se denominan
interneuronas), tienen una función inhibidora, y muchas de las células con
morfología bipolar son reguladoras. Cada uno de los núcleos cerebrales es
un conglomerado de neuronas diferentes, con sus vocaciones excitadoras,
inhibidoras o reguladoras, que entre ellas forman circuitos por los cuales
fluye la información que podría estar relacionada con el recuerdo del aroma
 GRÁFICA 3. PARTES TÍPICAS DE UNA NEURONA tivas, lo que la aleja de su potencial
de reposo. Conforme el Na+ conti-
núa entrando, el potencial toma un
valor cada vez más positivo (técni-
camente esto se llama despolariza-
ción neuronal) hasta que llega a un
valor denominado umbral, en el
Ca2+ cual la neurona dispara un potencial
de acción, que no es más que una
onda de descarga eléctrica que se
Neurotrasmisores genera en un punto de la neurona y
viaja a lo largo de su membrana, sin
disminuir su intensidad.
Na
K Sin embargo, como bien apunta
el investigador argentino (y muy
comprometido divulgador de la
ciencia) Diego Golombek (2008),
“en algún lugar la neurona se termi-
na” y aunque el potencial de acción
sea lo suficientemente intenso, no
del café que tomó usted en la mañana, o con el procesamiento de las pala- puede salvar el espacio que existe

patria
bras que está leyendo en este momento, o con las mil y una cosas que de entre las neuronas de un circuito.
manera consciente o inconsciente pasan por su cabeza. ¿Cómo se logra entonces que el
mensaje se trasmita a la siguiente 121
Refiriéndonos al asunto de los mensajes que fluyen por estos circuitos neuro- neurona? Sucede que en todas las

terra
nales, estos son moléculas químicas que se denominan neurotrasmisores. neuronas existen múltiples sitios
Los neurotrasmisores se producen dentro de cada neurona a partir de precur- de contacto interneuronal llama-
sores que por lo general están presentes en los alimentos que consumimos, dos sinapsis (véase la gráfica 4); en
como la glucosa, y los aminoácidos tirosina, fenilalanina o triptofano. Una la cercanía de cada sinapsis (donde
vez producidos, los neurotrasmisores se guardan en paquetes en el citoplas- la neurona se termina), se ubican
ma, listos para ser liberados cuando la célula tenga necesidad de comunicar- compuertas especiales llamadas
se con sus semejantes (véase la gráfica 4). canales de calcio presinápticos que
son sensibles al voltaje, y que se
La liberación de neurotrasmisores es un proceso complejo que responde a abren cuando el voltaje aumenta en
una alteración en la distribución de las cargas eléctricas positivas y negativas la membrana, inundando de calcio
que normalmente están presentes en ambos lados de las membranas de las (Ca2+) esa región del citoplasma; la
células, en forma de iones sobre todo de sodio (Na+), potasio (K+) y cloro elevación en la concentración intra-
(Cl–). En condiciones de reposo, es decir, cuando no hay ningún estímulo, celular de Ca2+ empuja a los paque-
las neuronas se encuentran en una situación en la que su interior es más tes de neurotrasmisores a fundirse
negativo con respecto al exterior, lo que se puede constatar con una medi- con la membrana plasmática, con
ción de voltaje; cuando hacemos esta medición, poniendo un electrodo en lo que libera el contenido al espa-
el interior de la célula y otro en el medio circundante inmediato, observa- cio intersináptico (véase la gráfica
mos un potencial de membrana de alrededor de –70 milivoltios (mV), valor 4). Las moléculas de neurotrasmi-
que se denomina potencial de reposo. sor viajan por este espacio hasta la
membrana de las neuronas veci-
Cuando se genera un estímulo, se crea una corriente de Na+ hacia adentro de nas (llamadas entonces postsinápti-
las células, seguida por una corriente de K+ hacia afuera de la misma; ambas cas), donde contactarán con unos
corrientes tienen el efecto neto de recargar al citoplasma de cargas posi- receptores específicos para cada
terra patria

122
neurotrasmisor. Los receptores son canales de Na+ y de K+, que al recibir ción en ciertas regiones del cerebro,
al neurotrasmisor se abren, e inicia nuevamente el ciclo de activación de la se relaciona con una mayor proba-
siguiente neurona en el circuito (véase la gráfica 4). De esta manera, después bilidad de generar crisis epilépticas,
de un tiempo todas las neuronas de un circuito determinado se activan en así como con algunos síntomas de
respuesta de un estímulo inicial. la ansiedad y la depresión.

Como puede parecer obvio, las neuronas no pueden estar todo el tiempo Además, existen varios neurotras-
activadas, por lo que existen en el espacio intersináptico algunos mecanis- misores reguladores cuya función
mos para terminar con la acción de los neurotrasmisores. Estos van desde depende del tipo de receptor con el
moléculas degradadoras del neurotrasmisor denominadas enzimas, que se que contacten en la sinapsis, así, por
encuentran libres en el mismo espacio intersináptico, hasta mecanismos que ejemplo, el neurotrasmisor Dopa-
recapturan a los neurotrasmisores y los regresan a la misma neurona de la que mina (da), considerado coloquial-
han salido, o a alguna célula glial de las que abundan alrededor de todas las mente como “el neurotrasmisor
sinapsis. Cualquiera que sea el método, en situaciones normales suelen ser del placer”, tiene una participación
muy eficaces a la hora de eliminar el estímulo del neurotrasmisor, y regresar a importante en la coordinación de
la neurona a una situación en la que, después de un cortísimo periodo (unos la motricidad, y se relaciona con la
cuantos milisegundos) en el que no responde a ningún estímulo (el periodo motivación, el sentido de recompen-
refractario), está disponible para generar un nuevo potencial de acción. sa, el humor, la atención y el aprendi-
zaje. Existe además un vínculo entre
Como se puede notar, hemos tratado de dos fenómenos que por lo general la da y el sistema de endorfinas1
se presentan juntos: la generación de un potencial de acción que produce una cerebrales, de modo que las inves-
corriente eléctrica que fluye a lo largo de la membrana de una neurona, tigaciones al respecto indican que

patria
pero que no es capaz de brincar a las neuronas vecinas para activarlas. El cuando disminuye la función dopa-
otro fenómeno es la liberación de neurotrasmisores como consecuencia de un minérgica, disminuye también la
potencial de acción, que finalmente salvan el obstáculo. De esta forma, el función de las endorfinas. Además, 123
mensaje viaja de una neurona a otra con una rapidez impresionante, pues la disminución de da en algunos

terra
solo se requieren fracciones de segundos para dispersar la información por circuitos cerebrales es la causa de la
todo un circuito neuronal. enfermedad de Parkinson.

Ahora bien, ya se comentó que los neurotrasmisores pueden ser excitado- La serotonina (5–ht) es otro neuro-
res, inhibidores o reguladores, y se conocen algunos aspectos de la acción trasmisor regulador, relacionado
de un puñado de ellos. El neurotrasmisor Glutamato (Glu) es el principal con diversas funciones, tales como
excitador de los circuitos neuronales del sistema nervioso de los mamífe- la agresión, el humor, el sueño, la
ros, y desempeña un papel importante en numerosas funciones cerebra- sexualidad y el apetito. Muchos
les, como el aprendizaje y la memoria, aunque también se puede convertir medicamentos que se utilizan para
en un agente promotor de patologías cuando su cantidad en la sinapsis el control de la ingesta de alimentos
aumenta por alguna razón. De esta forma, se sabe que enfermedades como o para tratar la depresión tienen la
la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer, la esclerosis lateral amiotrófica, capacidad de modificar los niveles
algunos tipos de demencia y la esquizofrenia están ligadas a disfunciones de serotonina en los individuos.
de la neurotrasmisión glutamatérgica. Otra función importante de la sero-
tonina es participar en el control de
En contraposición de la función excitadora del Glu, se encuentra al neuro- nuestro ciclo de sueño y vigilia, a
trasmisor ácido gama–aminobutírico (gaba), que al liberarse de las terminales través de la síntesis de melatonina,
nerviosas se une a receptores que dejan entrar cargas negativas en forma de una proteína que se fabrica en el
iones de cloro (Cl–) a las neuronas, para producir así una hiperpolarización, cerebro (más específicamente, en la
lo que disminuye la activación del circuito. El gaba, o más bien, su disminu- glándula pineal) y que es la respon-

1. Las endorfinas son sustancias que se producen en el interior del cerebro y que actúan inhibiendo la trasmisión del dolor al generar estados de
analgesia y bienestar general.
 sable de la regulación del sueño en
los animales.
Por último, la acetilcolina (ACh) es
otro neurotrasmisor cuya función
principal es mediar la contracción
de nuestros músculos periféricos
en respuesta a una orden cerebral.
Si usted en este momento cierra
los puños de sus manos, enton-
ces estará utilizando acetilcolina
para enviar esa orden desde su
cerebro hasta los músculos de sus
dedos. La ACh también participa
en la contracción de los músculos
del cuerpo que se mueven sin que
nosotros tengamos control sobre
ellos, como en el sistema cardio-
vascular y el tracto gastrointestinal.
En el cerebro, la ACh tiene que ver
con algunos aspectos cognitivos; la
disminución gradual de ACh cere-
patria
bral conforme avanza la edad de los
humanos se ha relacionado con la
124
terra
Referencias
Golombek, Diego (2008). Cavernas y palacios. En busca de la conciencia en el cerebro, Siglo xxi, Buenos Aires.
Kandel, Eric R; James H. Schwartz y Thomas M. Jessell (eds.) (2000). Principles of neural science, McGraw Hill,
Nueva York.
Siegel, George J. et al. (eds.) (2006). Basic neurochemistry: Molecular, cellular and medical aspects, Elsevier Academic
Press, Ámsterdam.
pérdida de la memoria y con los síntomas de olvido y confusión que se
observan en personas que padecen la enfermedad de Alzheimer.
El estudio de la neurotrasmisión química cerebral es uno de los campos más
importantes de la neurociencia actual, tanto en México como en el resto del
mundo, pues presenta la oportunidad de manipular el sistema nervioso con
fármacos que nos permitan regular el modo en que funcionan de los circui-
tos neuronales, lo que es sumamente interesante a la luz de que la genera-
lidad de los padecimientos neurológicos se pueden relacionar con el mal
funcionamiento de algún sistema de neurotrasmisión, o a la conjunción
de varios de ellos. Aun en este último caso, las herramientas farmacológi-
cas con las que contamos en la actualidad nos permiten separar y estudiar
los efectos de cada neurotrasmisor en diferentes circunstancias normales y
patológicas, mediante el bloqueo de sus receptores específicos, o el uso de
sustancias que se parecen tanto al neurotrasmisor natural (se denominan
agonistas), que es posible introducirlas al cerebro e integrarlas a los circuitos
neuronales para estudiar su efecto en condiciones controladas.
En la actualidad, en el laboratorio de Neurofisiología y Neuroquímica del
Departamento de Biología Celular y Molecular desarrollamos proyectos de
investigación relacionados con la participación de los sistemas de neuro-
trasmisión glutamatérgico, acetilcolinérgico y dopaminérgico en la genera-
ción de crisis epilépticas y en el daño cerebral producido por asfixia alrede-
dor del nacimiento.
 animalia
Gusanos de maguey
José Luis Navarrete–Heredia*
En busca de los gusanos de maguey
La orden fue clara y precisa. Era necesario traer gusanos de maguey
para la comida. Inmediatamente inicié los preparativos para mi expe-
dición a la zona de cultivos de agave. No había tiempo que perder.
¿Morral? Listo. ¿Gorra? Lista. ¿Camisa de manga larga? Lista. ¿Jarrito
de barro para los gusanos? Listo. ¿Envase de vidrio de refresco, bien
lavado y lleno de agua? Listos. Dos por si la cacería es exitosa. Con
todo puesto en su lugar me despedí de mi madre y le indiqué con mi
mano que al rato regresaba. Ella miró detenidamente mi atuendo y
no pudo evitar emitir una sonrisa. Salí de casa, consciente de que no
podría regresar con las manos vacías. Los gusanos de maguey eran
para la comida de hoy.
Silbando y caminando, cual jilguero en la mañana, llegué a los cultivos
de agave cercanos al panteón. Ahora solo era cosa de ubicar en las
pencas los hoyos elaborados por mis preciadas presas.
Con mi armamento en mano, me incliné a observar en detalle la base.
Ubiqué dos orificios. No había duda, eran de gusano. Acto seguido,
tomé mi botella y cuidadosamente empecé a verter agua en pequeñas
dosis dentro de uno de ellos. Esperé con paciencia. Solo era cosa de
tiempo. No pasaba nada. Agregué un poco más. Por fin. El agua se
movió lentamente. ¡Ahí venía! El gusano no quería morir ahogado. Pero,
oh, iluso, mis dedos lo tomaron y lo colocaron en el jarrito. ¡Ya había
salido para el primer taco!
Después de varios intentos, había logrado mi objetivo. El jarrito había
quedado completamente lleno. Con mis trofeos en el morral, el envase
de agua vacío y una sonrisa de satisfacción, regresé a casa en donde me
esperaban unas tortillas hechas a mano, salsa con chile morita y hojas
de trébol, además de los ricos gusanos de maguey que mi mamá asaría
con sal y limón en el mismo comal donde hace las tortillas.
¿Qué son los gusanos de maguey?
Existen dos especies comestibles de gusanos de maguey: Cossus
redtenbachi, conocido como gusano rojo de maguey, y Aegiale hespe-
riaris, el gusano blanco de maguey. Ambas son las larvas de polillas
pertenecientes al orden Lepidoptera, grupo de insectos en el que
* Centro de Estudios en Zoología de la Universidad de Guadalajara (correo electrónico: snavarre@cucba.udg.mx).
125
media
también se incluye a las mariposas. En ocasiones también pueden ser
conocidos como Hypopta agavis y Acentrocneme hesperiaris, respec-
tivamente.
Nutrientes de los insectos
El consumo de insectos en México es una tradición que se remonta
hasta la época de nuestros antepasados. Jumiles, escamoles, ahuau-
htli, chinicuiles, chilocuiles, hormigas arrieras o chicatanas, axayacatl,
chapulines, larvas o adultos, eran consumidos por los aztecas como
parte de sus alimentos habituales, de los que podían disponer práctica-
mente todo el año (Ortiz de Montellano, 2003).
Contrario a lo que se pudiera pensar sobre el valor nutricional de
las especies de insectos comestibles, muchas de ellas son ricas en
nutrientes y con frecuencia este llega a ser, incluso, superior al de otros
alimentos convencionales. Considerando exclusivamente a los gusa-
nos de maguey, el contenido de proteínas en estado larvario alcanza
valores de 37.10% (gusano rojo) y de 51% (gusano blanco), cifra que
se incrementa en la etapa de pupa hasta valores de 70%. Por sí solos
estos datos pueden no ser relevantes, pero si los comparamos con
alimentos convencionales, su valor nutrimental es aún más evidente.
Muchos de ellos tienen cantidades de proteínas inferiores a las de los
insectos (véase el cuadro 1).
Cuadro 1.
Contenido proteínico de distintos animales e insectos
Animal o insecto Contenido de proteínas (%)
Jumiles 70.3
Hormigas 58.3
Escamoles 66.9
Chapulines 30.9
Res 18.7
Pollo 18.2
Cerdo 17.5
Conejo 20.4
Adaptado de: Ramos Elorduy de Conconi (1987) y Ortiz de Montellanos
(2003).
Si bien la tradición en el consumo de insectos comestibles se ha
mantenido hasta nuestros días en el centro y sur de México, en el esta-
do de Jalisco esta costumbre no está arraigada. Con la finalidad de
fomentarla, se han hecho algunos intentos para incentivar el consumo
de larvas de tenebrio en el Centro Universitario de Ciencias Biológi-
cas y Agropecuarias, de la Universidad de Guadalajara. Estas se han
elaborado en tres presentaciones: larvas al chamoy, en gelatina o en
chocolate. La presentación mejor aceptada ha sido la de las larvas
en chocolate. Comer el chocolate sin saber que tiene insectos ha
sido como comer un taco sin saber de qué es la carne. Y usted, ¿ya
hizo la prueba del insecto?
126
Referencias
Ortiz de Montellano, Bernardo (2003). Medicina, salud y nutrición azte-
cas, Siglo xxi, México.
Ramos Elorduy de Conconi, Julieta (1987). Los insectos como fuente
de proteínas en el futuro, Limusa, México.
—— (2004). “La etnoentomología en la alimentación, la medicina y el
reciclaje”, en Llorente Bousquets, Jorge E. et al. (eds), Biodiversi-
dad, taxonomía y biogeografía de artrópodos de México: hacía una
síntesis de su conocimiento, vol.iv. unam, México.
 Hora Zulu
Historias de navegantes
Raúl Ruiz Moreno*
El tiempo pasa volando
Aún recuerdo mi primer día de trabajo en el Aeropuerto de Guadalajara.
A pesar del entrenamiento previo, no estaba muy seguro de lo que debía
hacer en mi primera hora de labores en el Departamento de Tráfico y
Operaciones Aéreas, al servicio de una de las aerolíneas con bandera
mexicana más prestigiadas y grandes de Latinoamérica. Debo recono-
cer que a pesar del nerviosismo, caminar por primera vez bajo las alas
de ese impresionante derroche de inteligencia y tecnología aplicada, en
medio de la noche, iluminado por las luces color ámbar de las torretas
de vehículos que circulaban a su alrededor, fue sencillamente especta-
cular. Eso jamás se olvida.
20 años después no solo aprendí a usar un radio y a caminar en medio
de la plataforma del aeropuerto con la habilidad suficiente para evitar
que me atropelle un avión (esto es importante porque, créanme, duele
mucho si uno te atropella). Ahora soy instructor de aeronáutica y son ya
muchas las experiencias acumuladas y los recuerdos. No hay duda, el
tiempo literalmente pasa volando.
He tenido el privilegio de cumplir mis sueños: caminar bajo las alas de
un avión en una fría noche de invierno en el Aeropuerto de Guadalajara;
ver la salida del sol desde la cabina del A320, y tener la responsabilidad
de levantar en vuelo 150 vidas en un sofisticado aparato que cuesta
alrededor de 70’000,000 de dólares, que viaja a una velocidad próxima
a los 900 kilómetros por hora. Eso es extremo.
Sé que muchas personas alguna vez soñaron con ser pilotos o sobre-
cargos, viajar y estar en contacto con otras culturas... o tener la opor-
tunidad de manejar tecnología tan avanzada. El medio aeronáutico
es sofisticado y es para gente que vive con mucha pasión, gente de
altos vuelos y, por supuesto, muy inteligente. Esa es la razón por la
que escribo esta columna. Porque conozco historias de navegantes que
surcan los cielos todos los días, para acumular experiencias gratas y
no tan gratas por cada vuelo. Llevan y traen, entre ciudades, personas
que guardan en su corazón esperanzas y deseos. He sido testigo de
reuniones entre miembros de familia que hace mucho tiempo no se
* Instructor de la escuela de aviación ceao, Guadalajara, Jalisco (correo electrónico: airspace_edu@yahoo.com).
127
veían; he participado en encuentros casuales o deliberados, y hasta he
ayudado a cerrar negocios entre países. En realidad, cuando trabajas
para la industria aeronáutica no se sabe cuáles son las razones por las
que los pasajeros deciden viajar, pero de lo que sí estamos seguros,
es que nuestro trabajo debemos hacerlo bien, sin errores y con un alto
sentido de responsabilidad. De tal manera que después de cada aterri-
zaje, todos, pasajeros, tripulación de vuelo y personal de tierra, puedan
contar historias con finales felices de regreso a casa.
Es un hecho, en nuestro medio, el error no es una opción y sí, esti-
mado lector, debo decirlo, para formar un piloto no solo cuenta su
conocimiento técnico para volar un avión sino que es más importan-
te su habilidad en la toma de decisiones: “Tomar decisiones precisas
provenientes de información imprecisa”. Esto implica un alto nivel de
inteligencia, ejecución, autocontrol y automotivación.
Sin embargo, siempre tenemos presente que en cualquier momento se
pueden presentar variables desfavorables en el proceso. Parte del entre-
namiento es aprender a detectar y eliminar los errores o, cuando menos,
minimizarlos, antes de que se conviertan en una cadena de procedi-
mientos mal supervisados o incumplimientos que resulten fatales.
Una de las formas más efectivas para evitar los errores durante una
efectiva administración de cabina es a través de una doble comproba-
ción, practicando la conciencia situacional y evitando la complacencia.
En el primer caso, se coloca una doble barrera de defensa (llamamos
barrera a todo aquello que nos impida cometer errores, como listas
de comprobación previas, procedimientos de operaciones estándar o
habilidades técnicas para ejecución de procedimientos establecidos
efectivos). Cuando un piloto o personal de tierra (oficiales de opera-
ciones aéreas, mantenimiento o torre de control) que están involucra-
dos en la operación detectan algo que no debería estar pasando, toman
acción inmediata para corregirlo. En otras palabras, se asume que se
omitió en algún punto una supervisión efectiva y, por ello, el error pasó
a través de la primera barrera, pero es detectado y se mantiene por la
segunda barrera. El error fue atrapado y eliminado.
En el segundo caso, la conciencia situacional se define como un estado
mental en el que el individuo reconoce con objetividad los elemen-
tos que componen una situación concreta. Durante el ejercicio de la
conciencia situacional, el piloto tiene información de lo que ocurrió
en el pasado y, basado en ello, puede tomar decisiones precisas en
el presente, y sabe en todo momento cómo esta va a repercutir en el
futuro.
Los indicadores más comunes de la pérdida de la conciencia situacio-
nal son la ambigüedad o fuentes divergentes de información, la preocu-
pación, estrés o fijación por una sola tarea, no comunicación, como
hablar y no escuchar, o discrepancias no resueltas.
128
En el tercer caso, la complacencia es una conducta inadecuada (activa
o pasiva) de permisividad, tolerancia o aburrimiento, a nivel individual
o de equipo, que propicia el rompimiento de normas de seguridad en
vuelo. En todos los casos, se refiere a la omisión de una conducta
adecuada por exceso de tolerancia o indulgencia.
Estoy seguro de que tanto los lectores aficionados a la aviación como
los que prefieren mantener los pies en tierra firme sabrán apreciar las
experiencias y conocimiento entre pilotos, controladores aéreos, sobre-
cargos y personal de tierra, todos contando sus historias, reflexiones
y su actitud ante la vida. Ese es el objetivo de “Hora Zulu”. Muchas
historias nuevas nacen todos los días sobre los cielos de México.